Tematicas P III
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Julio 2020
Ser, hacer y convivir»
Contenidos de la unidad
Indicaciones: Aquí encontraras todo el contenido que desarrollaremos paso a paso durante todo el tercer
periodo. El docente te dará las indicaciones que van hacer necesarias para su ejecución.
El pensamiento de
Agustín de Hipona
El cristianismo nació en la provincia romana de Palestina y se extendió por todo el Imperio romano. La nueva
religión padeció terribles persecuciones, especialmente con los emperadores Domiciano, Decio y Diocleciano.
Pero su situación cambió en el 313, con el Edicto de Milán, cuando el emperador Constantino decidió otorgar al
cristianismo los mismos derechos que a las demás religiones. El respaldo definitivo lo obtuvo con el Edicto de
Tesalónica, en el 380, con el que el emperador Teodosio lo declaróreligión oficial del Imperio. A partir del siglo l,
comenzó el declive del Imperio romano, que se acentuó por las luchas internas y esta cirCunstancia fue
aprovechada por el visigodo Alarico para saquear la ciudad de Roma en el año 410
Debido a la inseguridad en las grandes urbes, se produjo un éxodo de la población que transformó la sociedad,
aumentando las desigualdades sociales.
Las primeras muestras de arte cristiano se realizaron en las catacumbas, donde se refugiabarn los creyentes de las
persecuciones emprendidas por los romanos. En esas galerías subterráneas se realizaron pinturas murales con la
nueva iconografía religiosa, que recreaba a Cristo como el cordero o el pavo real como símbolo de la
inmortalidad. En el siglo lll, san Jerónimo, a petición del papa Dámaso,
tradujo al latín la Biblia de los Setenta, escrita en griego y hebreo y conocida como Vulgata
El paganismo y el cristianismo
El cristianismo se desarrolló en territorios dominados por influyentes escuelas filosóficas, pero no era una
filosofía, sino una religión revelada que ofrecía un camino de salvación. A medida que se fue expandiendo,
suscitó recelos y hostilidad de las autoridades políticas y de los escritores de otras religiones. Por este motiv0,
entre los siglos Il y VIIl, se inició una intensa actividad filosófico-religiosa entre las comunidades cristianas. Los
primeros escritores cristianos quisieron, a partir de los Evangelios, difundir y hacer accesible su mensaje. Ellos
crearon un cuerpo teórico doctrinal que fue conocido como patrística y sus autores como Padres de la iglesia, por
la ortodoxia de sus doctrinas y la santidad de sus vidas. En un principio, el enfoque de sus escritos fue
apologético, alegatos jurídicos para obtener el reconocimiento oficial de sus prácticas religiosas. Posteriormente
recurrieron a la argumentación filosófica, pero siempre con un interés teológico. Sobresalen dos vertientes dentro
de la patrística:
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«Formamos para la excelencia humano-cristiana:
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La patrística oriental llevó a cabo la primera síntesis de la filosofía grecolatina y la religión cristiana en la escuela
catequista de Alejandría, en la que destacaron san Justino y orígenes. Este último intentó conciliar la filosofía y la
religión, al tiempo que sostuvo una intensa polémica contra el gnosticismo que defendía un tipo de conocimiento
místico y filosófico de inspiración cristiana.
La patrística occidental sostuvo, en principio, una visión negativa respecto de la filosofía. Esta postura fue
defendida por Tertuliano, quien afirmaba que el filósofo era enemigo de la verdad. A él también se le atribuye la
frase: "Creo porque es absurdo', para subrayar que la fe es inaccesible a la razón. El papel de la filosofía fue
revalorizado por san Agustín que utilizó a Platón, al que se conocía directamente o a través del neoplatonismo.
Por ejemplo, interpretó la creación desde conceptos platónicos, como las ideas, que son utilizadas por Dios como
causas ejemplares, o recogió el dualismo antropológico. La segunda gran influencia filosófica provino de los
estoicos, sobre todo de Séneca y Cicerón, de los que san Agustín tomó la idea de la ley eterna.
San Agustín se plantea cómo puede el ser humano alcanzar las verdades más elevadas y profundas. Por un lado,
por medio de la gracia divina, poseemos la fe para creer en Dios, pero también la razón nos permite el acceso a las
verdades últimas. San Agustín comienza la búsqueda de la verdad en la filosofía platónica, porque quiere
encontrarla no solo con la fe, sino también con la inteligencia. Sostiene que Platón ya había comprendido que la
inteligencia solo puede realizarse en el encuentro de unas verdades últimas; san Agustín vincula estas verdades
con Dios.
Para san Agustín hay una verdad común que se encuentra en Cristo que es, simultáneamente, verdad y felicidad.
Como afirma: "La vida feliz es gozo de la verdad, es gozar de ti, Dios, que eres la verdad". Por eso, la razón y la
fe no pueden marchar por caminos separados. No hay unas verdades de fe y otras verdades de razón.
Se plantea entonces: ¿Qué papel desempeña cada una para alcanzar la verdad de Dios?". Responde haciendo suya
la frase: "Intellige ut credas, crede ut intelligas"; hay que entender para creer y creer para entender. Esta fórmula,
que tendrá carácter programático hasta el siglo XII, aparece en un pasaje de las Escrituras, en Isaías 7,9: "Si no
creéis, no entenderéis". De esta forma muestra cómo el pensamiento es estimulado por la autoridad (los
Evangelios).
Se da, por lo tanto, una mutua dependencia entre la razón y la fe. Como dice san Agustín en la Trinidad: "La fe
busca, la inteligencia halla", las dos se necesitan mutuamente. El cristiano tiene que comprender las verdades de
fe, aceptarlas y darse cuenta de que no es un absurdo creer en Dios, como afirmó Tertuliano. En la búsqueda de
Dios la fe se sitúa en el principio, porque no se puede razonar a partir de la nada. La razón tiene que aclarar la fe,
pero, al mismo tiempo, la fe debe guiar a la razón e iluminar su capacidad para conocer. La razón por sí sola no
puede conducirnos a la sabiduría, porque no puede aprehender la verdad. La fe no sustituye la inteligencia ni la
elimina, sino que la estimula. De manera análoga, la inteligencia no elimina la fe., sino que la refuerza y la aclara,
por eso la razón y la fe son complementarías.
La teoría del conocimiento de san Agustín tiene una clara influencia platónica. La verdad se identifica con la
belleza y el bien, y el hombre la busca de manera natural porque le conduce a la felicidad. Polemiza con la
corriente escéptica, muy difundida en su época, que negaba el conocimiento e incluso la existencia de una verdad
absoluta. Por eso busca una verdad de la que no pueda dudar y la encuentra en la certeza de su propia existencia.
Piensa que, aunque alguien esté equivocado en sus razonamientos, es imposible dudar de la propia existencia, no
podría dudar si no existiera. Por eso afirma: "Si fallor, sum ('Si me engaño, existo"). Con esta frase demuestra que
al menos sí hay una verdad evidente de la que no puede dudar: la de su propia existencia.
Continúa san Agustín argumentando que hay otros tipos de principios de los que tampoco se puede dudar, como
las verdades que la mente aprehende como necesarias, universales e inmutables.
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En un nivel inferior se sitúa el conocimiento sensible, que se ocupa de los objetos del mundo físico,
mutables y contingentes. Cuando se percibe algo, el intelecto extrae de su propio interior la sustancia o
representación del objeto. Por eso afirma que la sensibilidad es una actividad del alma excitada por los
sentidos.
Pero, estrictamente, conocer es aprehender verdades inmutables (nivel superior), como las de las
matemáticas o la geometría o los conceptos éticos y estéticos. Cuando constato que dos y dos son cuatro 0
que hay que hacer el bien, lo que aprehendo no son realidades sensibles: la mente aplica unos principios
reguladores que no son realidades sensibles, sino verdades inmutables y eternas. Estas verdades coinciden
con las Ideas platónicas que, para san Agustín, están en la mente de Dios. Pero si todo lo captado por los
sentidos es cambiante, ¿de dónde proceden estas ideas? Las ideas eternas no pueden ser producidas por el
intelecto humano, ya que este, a su vez, es mutable, por lo que es necesario que Dios intervenga y,
mediante la iluminación, nos permita alcanzar esas ideas.
Para san Agustín es necesaria la existencia de un ser que las contenga y por eso afirma que son el contenido de la
mente divina. Añade san Agustín que Dios ilumina nuestra inteligencia para que captemos las verdades eternas.
Por lo tanto, mediante un proceso de introspección, el ser humano alcanza unas verdades suprasensibles que
trascienden su razón y, al mismo tiempo, descubre a Dios.
Dios y la creación
A pesar de ser el tema central de su filosofía, san Agustín no expuso argumentos sistemáticos para
demostrar la existencia de Dios que pudieran convencer a los ateos. Sin embargo, sí ofreció
argumentos para mostrar que el alma puede encontrar a Dios en sí misma y, de esta manera, encontrar
la felicidad en El
La Creación
Piensa san Agustín que la contingencia y mutabilidad de las cosas requieren de un ser creador. Por eso defiende
que Dios ha creado el mundo desde la nada por un acto de plena libertad. Desde la eternidad ha visto en sí mismo,
en las ideas que están en su mente, las esencias de las cosas. Esta doctrina, llamada ejemplarísimo, defiende que
las Ideas se encuentran como modelos en la mente de Dios antes de crearlas. Las cosas contingentes pueden
existir porque participan del ser de Dios y encuentran en El su razón de ser. Dios crea el universo a partir de las
ideas, consideradas como rationes seminales, "semillas de las cosas", este concepto tiene su origen en el
estoicismo.
La evolución del mundo y la aparición de nuevos seres son posibles porque estas razones seminales actúan como
potencias invisibles de las que surgen los seres que nacen a lo largo del tiempo. El hombre ha sido creado por
Dios y es un compuesto de cuerpo y alma. El alma es un principio inmaterial puramente espiritual, inmortal y
simple, y el cuerpo pertenece a la esencia del ser humano. El alma se encuentra unida al cuerpo por una
inclinación natural que la lleva a gobernarlo.
El Tiempo
Se pregunta san Agustín: "¿Qué hacía Dios antes de la creación del mundo?". Responde que es erróneo plantear
esta cuestión, porque a Dios, como ser eterno, no se le puede atribuir la categoría de tiempo. El tiempo mismo es
creación de Dios y solo se puede aplicar a los seres creados.
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Cuando analiza el tiempo, se plantea: "¿Qué es pues el tiempo? Si nadie me lo pregunta lo sé, pero si quiero
explicárselo al que me lo pregunta no lo sé". ES un concepto problemático, porque el tiempo implica el presente,
el pasado y el futuro, y el pasado ya no existe, el futuro todavía no es y el presente es un constante fluir, un
continuo dejar de ser.
En la memoria es presente del pasado.
Es presente del presente como intuición.
Es presente del futuro como espera.
Concluye san Agustín que el tiempo como memoria, intuición y espera pertenece al alma.
El Mal y la Libertad
Para san Agustín el fin de los actos humanos, lo que los hombres anhelan como su felicidad tiene carácter
sobrenatural. Es la beatitud, la unión amorosa con Dios. La perfecta felicidad se consigue a través del esfuerzo y
con ayuda de Dios, que concede la gracia divina a los elegidos. El hombre tiene una voluntad libre y es por ello
sujeto de obligación moral. Por eso, la libertad del hombre está limitada por el pecado, pero la intervención de
Dios a favor del hombre, puede acercarle a Dios. Agustín clasifica el mal en tres tipos:
El mal metafísico: en el universo existen grados inferiores y superiores de ser. A veces se considera
como malos o dañinos a algunos seres, pero, si los analizamos desde la perspectiva de la creación en su
conjunto, tienen su propio sentido razón de ser.
El mal moral: es el pecado y procede de nuestra libertad de elección o libre albedrío. El mal moral es
efecto de nuestra libertad de elección, por lo que el responsable es el ser humano, no Dios.
El mal físico: el ser humano culpa a Dios de la experiencia del dolor y de la muerte. Pero estas son
inherentes a la esencia humana y hacemos responsable a Dios porque desconocemos su plan para la
creación.
La Ciudad de Dios
La interpretación teológica de la historia de san Agustín surge como respuesta a algunos escritores que atribuían
la caída de Roma al abandono de los antiguos cultos a los dioses y el advenimiento del cristianismo. La teoría
agustiniana del tiempo se relaciona con el concepto de historia y la doctrina de la salvación. Establece un
paralelismo entre los seres humanos que se aman a sí mismos y los que aman a Dios: los primeros pertenecen a la
ciudad terrenal y los segundos a la ciudad de Dios. El progreso histórico de la humanidad está determinado por la
pertenencia a alguna de estas comunidades. Las características de las dos ciudades son:
La ciudad terrena: fundada por Caín. Tiene como objetivos obtener bienes temporales como la paz. Se
identifica con la ciudad de Babilonia y está representada por el Estado.
La ciudad de Dios: fundada por Abel. En ella se desarrolla el cuerpo de Cristo sobre la Tierra y se
identifica con la ciudad de Jerusalén. Está representada por la iglesia.
Por medio de la coexistencia de las dos ciudades, san Agustín trata de armonizar la autoridad religiosa con el
poder terrenal y político. Dentro de las dos instituciones, la lglesia es la única perfecta y es por eso superior al
Estado, por lo que este debe situarse en un nivel inferior. La defensa de la preeminencia de la lglesia sobre el
Estado dará lugar al llamado agustinismo político, según el cual el poder de la espada (Estado) debe someterse al
poder de la cruz (lglesia).
La escolástica medieval:
Tomás de Aquino
El siglo XIII fue un momento de expansión económica; las ciudades gozaban de gran prosperidad y se
construyeron las grandes catedrales góticas. En el terreno político surgió la polémica entre los reyes y el papado
sobre si el poder secular tiene que someterse al eclesiástico.
Es la época del auge de la escolástica, llamada así porque hacía referencia a la enseñanza impartida en las
escuelas medievales por parte de un maestro. Esta se desarrolló en las universidades; una de las más activas fue la
de París, famosa por sus estudios de teología, adonde llegaron maestros de todas partes y se estudiaron los nuevos
manuscritos. En las universidades tuvo lugar la recepción y estudio de textos griegos, sobre todo de Aristóteles, y
árabes, como los comentarios de Averroes
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En el ámbito religioso se fundaron dos nuevas órdenes religiosas: los franciscanos, que se concentraron en la
predicación, y los dominicos, dedicados también a la enseñanza y a la que perteneció Tomás de Aquino. De estas
órdenes surgieron maestros que ocuparon cátedras en las universidades y polemizaron con los maestros seculares.
En la teología se hizo un esfuerzo por recopilar y sistematizar el trabajo desarrollado en los siglos anteriores.
Ejemplo de ello fue la labor de Pedro Lombardo, que introdujo la dialéctica como instrumento para la lectura y
comentario de los textos patrísticos y realizó una exposición sistemática de los dogmas en su célebre libro de
Sentencias.
Por otro lado, la razón se ocupa de investigar los entes, las cosas naturales; para ello parte de los axiomas, como
las verdades evidentes en sí mismas, y sus conclusiones se mantienen en el ámbito de lo racional y lo natural. Se
debe encontrar la concordancia entre la razón y la fe. Por ejemplo, el método lógico de la filosofía puede apoyar a
la fe en su comprensión de la verdad revelada. De ahí la afirmación de Tomás de Aquino de que la filosofía es
Ancilla Theologiae, la esclava de la teología.
Este punto de conexión es el que permite establecer un tipo de verdad que ejerce de intermediaria entre las
verdades reveladas y las naturales; son los preámbulos de fe. Son verdades que requieren de una demostración
racional para la fe; la primera es la existencia de Dios. De esta forma se puede legar desde la razón, en un proceso
ascendente, hasta la revelación y después descender desde la revelación a las verdades naturales que estudia la
razón.
Con este razonamiento, Tomás de Aquino invalida la teoría de algunos filósofos árabes que defendían la
posibilidad de una doble verdad: que existan verdades alcanzadas por la razón que sean contradictorias con las
verdades de fe y aceptar ambas. Esto es inadmisible en la escolástica, si cualquier verdad de razón se contradice
con una verdad de fe siempre será falsa, porque siempre prevalecerá la verdad de fe, la verdad revelada, frente a
las limitaciones de la razón.
Frente a la cuestión: ¿por qué es necesario demostrar que Dios existe si ya es algo que se cree por la fe?, responde
Tomás de Aquino: porque Dios ha creado al ser humano como ser racional para que, por medio de su inteligencia,
sea capaz de conocer su existencia.
Era conocida la demostración de san Anselmo de la existencia de Dios. Su argumento parte de la proposición
"Dios existe como idea que significa lo más perfecto que existe y concluye estableciendo la necesidad de su
existencia derivada del significado del concepto "Dios". Esta es una demostración a priori, llamada propter quid
por santo Tomás, que parte de la causa para llegar al efecto.
Esta demostración no es válida, porque parte de la esencia de Dios. La proposición "Dios existe" es evidente en sí
misma, porque el predicado está incluido en el sujeto; Dios es existencia, su esencia es existir. Pero para que sea
evidente para nosotros debemos conocer la esencia del sujeto al que hace referencia. Y esto, como ya se indicó,
no es posible porque la esencia de Dios es artículo de fe.
Decir que un triángulo tiene tres lados es evidente en sí mismo, pero no para quien no sabe lo que es un triángulo,
aunque la proposición siga siendo verdadera.
Una proposición evidente en sí misma es aquella en la que el predicado le corresponde necesariamente al sujeto.
Para santo Tomás la afirmación "Dios existe" es evidente en si misma porque Dios es un ser necesario y, por lo
tanto, tiene que existir necesariamente.
Quiere esto decir que para que una demostración sea válida tiene que partir desde el efecto y ascender hasta la
causa. Si no podemos conocer la esencia de Dios, al menos podemos deducir su existencia partiendo de los seres
creados. Por eso, la demostración debe ser a posteriori o quía, del efecto a la causa.
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Primera vía (basada en el movimiento). Consta por los sentidos que en el mundo hay cosas que se
mueven. Todo lo que se mueve es movido por otro. Es imposible que una cosa sea al mismo tiempo y de la misma
manera motor y cosa movida, si no hubiera un primer motor no existirían tampoco los motores intermedios. Por
consiguiente es necesario llegar a un primer motor, acto puro, que no sea movido por nadie, y este primer motor
es el que todos llaman Dios.
Segunda vía (se deduce de la naturaleza de la causa eficiente). Hallamos que en este mundo de lo
sensible existe un orden en el encadenamiento de las causas eficientes. No es posible que una cosa sea causa de sí
misma, porque sería anterior a sí misma. Por consiguiente, es necesario admitir una primera causa eficiente, y
esta es a la que todo el mundo llama Dios.
Tercera vía (la contingencia de los seres exige un ser necesario). En la naturaleza hallamos
cosas que pueden ser o no ser, puesto que hay seres que nacen y que mueren. Es imposible que estos seres existan
siempre porque lo que es posible que no exista hubo un tiempo en que no existía. Por consiguiente, no todos los
seres son posibles O contingentes, es preciso que en la naturaleza haya un ser necesario. Y este ser necesario es al
que todo el mundo llama Dios.
Cuarta vía (tomada de los grados de perfección que se observan en los seres). Se observan en
la naturaleza seres con diversas cualidades. El más y el menos se les puede atribuir según la proximidad que
tengan con respecto a lo que es máximo. Existe, por consiguiente, algo que es lo verdadero, lo noble, causa de la
bondad y de todas las perfecciones de los seres; y este es el ser que todo el mundo llama Dios
Quinta vía (tomada del orden del mundo). Vemos en la naturaleza que seres desprovistos de
conocimiento, como los cuerpos naturales, actúan por un fin, no por casualidad, sino intencionadamente. Lo que
carece de conocimiento no puede tender a un fin si no lo orienta alguien que tenga conocimiento. Por
consiguiente, existe un ser sumamente inteligente que dirige todas las cosas a su fin; ya este ser es al que
llamamos Dios.
Conclusiones. Se observa una clara influencia aristotélica en las vías primera, segunda y quinta, que se basan en
el carácter dinámico de los seres. Están en movimiento, en cuanto que tienen vida, lo que requiere necesariamente
de un ser inmóvil que sea acto puro.
En la tercera vía, santo Tomás, influido por el averroísmo latino, establece una clara distinción entre seres
posibles, los seres creados, que son contingentes porque pueden existir o no, de hecho hubo un momento en que
no existían y habrá un momento en que no existirán, y el ser necesario, que es imposible que no sea y es causa de
la existencia de los entes contingentes. La cuarta vía es de influencia neoplatónica; se produce una relación de
participación de los seres creados con respecto a la suma perfección del ser creador.
La Esencia de Dios
Las vías han permitido cierto acercamiento a la esencia de Dios, siempre dentro de los estrechos límites que
impone la razón, por eso todas finalizan con la sentencia "A ese ser le llamamos...". Definir lo que algo es nos
conduce a su esencia. Aristóteles ya había afirmado que la esencia de algo es el contenido de su definición, de ahí
que ya sepamos que parte de la esencia de Dios consiste en ser: primer motor, primera causa eficiente (acto puro),
ser necesario, ser perfecto e inteligencia ordenadora del universo.
Finalmente, santo Tomás concluirá una definición de la esencia de Dios a partir de la distinción esencia-
existencia. La distinción esencia-existencia procede del filósofo árabe Avicena (que a su vez la tomó de Alfarabi)
y le permite establecer la separación entre los seres contingentes, creados, y el creador para demostrar la prioridad
de la existencia sobre la esencia. Los seres creados son contingentes, porque son esencias a las que les compete
una existencia, pero Dios es existencia. Su esencia es existir, por eso es el único ser necesario. Para sustentar esta
afirmación recurre a las Escrituras Como criterio de autoridad y cita el libro del Éxodo (3, 14) cuando Dios afirma
"Yo soy el que soy". Una vez iniciado el acceso a la esencia de Dios por las cinco vías, Tomás de Aquino propone
tres caminos más para acercarnos al conocimiento de lo que Dios es:
Vía de la analogía: si Dios ha creado a los seres, estos participan en cierta manera de su creador, por eso
se puede hacer una predicación por analogía de sus cualidades esenciales, salvando la inmensa distancia
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que va hasta Dios, ya que la causa es infinita y el efecto finito. Lo que se predica de Dios se puede
adjudicar también a los seres creados, aunque no de la misma manera ni con la misma intensidad,
Vía de la negación: teniendo en cuenta nuestras limitaciones como seres creados, se puede negar a la
esencia de Dios todas las limitaciones que no pueden pertenecerle y afirmar que es inmóvil, inmutable,
acto perfecto y absolutamente simple.
Vía de la eminencia: cualquier perfección que pueda pertenecer a una criatura se le puede atribuir a Dios
de modo eminente, por eso podemos afirmar que es perfecto, suma bondad, omnisciente, etc.
La Creación
Si se ha demostrado la existencia de Dios utilizando el principio de causalidad es porque se asume que Dios es el
creador del mundo. Dios, como acto puro de existir, ha creado a los seres finitos. Antes de la creación no hay
tiempo ni movimiento ni seres, por eso es una creación desde la nada, ex nihilo.
Santo Tomás subraya que la creación es un acto libre de Dios, causado por la perfección divina. No es solo el
motor del mundo, como pensaba Aristóteles, sino el creador de todo; que, además, conserva el mundo por medio
de una creación continua
Antes de ser creadas, las cosas existen en la mente divina como ideas, es decir, son esencias sin existencia. Al
crearlas, Dios hace coincidir la esencia con la existencia. Si Dios es inteligencia pura, debe contener en su mente
todas las formas de lo que luego serán las formas de los diferentes seres. Afirma santo Tomás en la Suma
Teológica: "Es evidente que lo que es producido naturalmente recibe una forma determinada, y esta
determinación de la forma debe necesariamente atribuirse, como a su primer principio, a la sabiduría divina, que
es quien ideó el orden del universo, el cual consiste en la distinción de los seres. Por lo cual es preciso reconocer
que en la divina sabiduría están las razones de todas las cosas ya las que hemos llamado Ideas, esto es, formas
ejemplares existentes en la mente divina".
Entre las criaturas hay un orden jerárquico, siendo los más perfectos los que están más cerca de Dios y los meno
perfectos los cuerpos. En la cúspide de esta jerarquía de seres estarían los ángeles, que son criaturas finitas,
inmateriales y simples. Al no tener materia, que es principio de individuación, los ángeles son especies en sí
mismas.
Santo Tomás utiliza la teoría hilemórfica aristotélica para explicar la composición de los seres; pero esta resulta
insuficiente, porque no todos los seres creados son materiales. Por eso introduce la distinción esencia-existencia
(que también utilizó en la tercera vía de demostración). Hay seres tinitos (porque son creados) inmateriales cuya
esencia es solo forma y tiene existencia, serían los ángeles y las almas, Y seres tinitos materiales cuya esencia es
materia y forma y también tienen existencia.
El alma es forma del cuerpo y su unión con él es sustancial. El alma ha sido creada por Dios y es una sustancia
espiritual que subsiste aunque se separe del cuerpo, al que domina y supera. Dentro del alma intelectiva se
encuentra el entendimiento agente, fundamental para producir el conocimiento abstractivo. Este entendimiento es
el que más nos aproxima a los ángeles, porque nos acerca a las especies inteligibles. Tomás defiende que el
entendimiento agente es individual, cada hombre tiene el suyo, para invalidar la teoría del entendimiento agente
universal para todos los seres humanos, como defendían algunos autores árabes.
La teoría del conocimiento tomista está influida por el tratado Sobre el alma de Aristóteles. El alma, al estar unida
al cuerpo, enlaza todo su conocimiento intelectivo a la sensación. El conocimiento tiene su origen en los sentidos
y, a partir de estos, extrae los inteligibles, que están en todas las Sustancias. Hay que abstraer el elemento
universalizable, su forma o esencia, que está contenido en la materia de los seres y que compone su forma.
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Las cosas sensibles actúan sobre los sentidos, que perciben lo individual, su materia concreta
La memoria registra una imagen individual de estos objetos. Esta imagen todavía conserva detalles
individuales de la materia.
El entendimiento agente elimina de esa imagen sus elementos particulares obteniendo una imagen
universal. De esta forma, el entendimiento agente obtiene los rasgos esenciales del objeto, proyectando en
ellos una especie de luz que los hace inteligibles.
Esto activa el entendimiento paciente o posible, que formula un concepto universal referido al objeto
percibido. La separación de las diferentes facultades posibilita el proceso de abstracción, que permite que
se pueda percibir un objeto sensible y obtener de él un concepto inteligible
La Ética Tomista
La inteligencia no solo origina al conocimiento en los seres humanos, sino que también es fuente de actividad
libre y orienta a la voluntad. El intelecto plantea cuál es el fin del hombre y qué le mueve a actuar. La respuesta de
santo Tomás, igual que la de Aristóteles, es que la felicidad es el fin último del hombre.
De la misma manera que la razón especulativa tiene un hábito natural para captar los primeros principios del
conocimiento; la razón práctica, lo primero que capta es el bien. Lo que ocurre es que no capta el Bien Supremo,
sino bienes particulares que conducen al Bien Supremo. Pero el hombre tiene libre albedrío y, aunque se le
muestren los bienes, puede decidir alejarse de ellos y tener una mala conducta. Por eso, el mal no es una entidad
en sí mismo, sino un alejamiento del bien producido por el libre albedrío. Esta solución al problema de la
existencia del mal la recoge Tomás de Aquino de san Agustín y este, a su vez, de Platón.
Ley Natural.
Tomás de Aquino distingue tres tipos de leyes:
La ley eterna, a la que llamamos Providencia, es el plan de Dios para el gobierno del universo.
La ley natural es la participación de la criatura racional de la ley eterna. Coincide con la ley moral y sus
contenidos se derivan de las inclinaciones del ser humano.
La ley positiva, creada por el hombre siguiendo los preceptos impuestos por la ley natural.
Lo que reflejan estas leyes es que todo el universo está sometida la razón divina. El gobierno de Dios sobre todas
las cosas tiene carácter de ley y por ello son reguladas por la denominada ley eterna y así participan en ella.
La participación se concreta en el ser humano cuando Dios, a través de la ley eterna, inclina de forma natural a la
criatura racional hacia la acción correcta porque es capaz de hacerle discernir lo bueno de lo malo. Aquello a lo
que el hombre se siente naturalmente inclinado lo capta como bueno según su naturaleza, por eso el orden de los
preceptos morales es correlativo al de las inclinaciones y constituye los contenidos de la ley natural.
Todo hombre tiende como sustancia a conservar su existencia y a conservar su ser. Por eso se
corresponden con la ley natural todos los preceptos destinados a la conservación de la vida humana.
Según la naturaleza que tiene en común con los animales, el hombre tiene inclinación a la procreación y
al cuidado de los hijos.
Como naturaleza racional, el hombre tiende a buscar la verdad y vivir en sociedad respetando las
imposiciones de la justicia.
De esta última inclinación se derivan las leyes positivas, creadas por el hombre, tanto las referidas a las ciencias
como el derecho positivo. Las leyes positivas deben ser coherentes con la ley natural y, consecuentemente, con la
ley divina.
Cuando se cumplen los mandatos dictados por la ley natural, que constituyen lo que llamamos moral, se
Considera que el hombre es virtuoso y puede alcanzar la felicidad, pero es una felicidad natural, que se
encuentra en este mundo.
Pero esta felicidad natural nos conduce a la felicidad sobrenatural, el Bien Supremo, que consiste en un estado
de beatitud en el que alcanzamos la contemplación de Dios.
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la visión de Dios. Hay que aclarar que no hay dos fines últimos, uno natural y otro sobrenatural, sino que el
hombre tiene solo un fin último sobrenatural que el Estado tiene el deber de facilitar.
Los hombres por naturaleza necesitan ser dirigidos y cree Tomás de Aquino que el mejor gobierno es la
monarquía, pero limitada por unos magistrados elegidos por el pueblo. Es mejor ser dirigido por uno que por
muchos, igual que el universo es gobernado por Dios
El Estado es una institución que surge por la naturaleza social del ser humano, ya que este alcanza su perfección
en la vida en comunidad. Si la sociedad es connatural al hombre, también lo son el gobierno y sus leyes. Por lo
tanto, las leyes positivas deben surgir de la ley natural y buscar el bien común, que es la finalidad del Estado. Los
objetivos del bien común son asegurar la paz, proveer la satisfacción de las necesidades de la vida y conseguir la
virtud de los ciudadanos. Si estas leyes fueran contrarias al bien común, opuestas a la ley natural, no serían leyes,
sino corrupción de las leyes; de tal manera que el monarca se convertiría en un tirano y los súbditos tendrían
derecho a deponerlo para evitar males mayores.
En cuanto a las relaciones entre el Estado y la lglesia, el Estado debe ser autónomo para satisfacer las necesidades
naturales de sus ciudadanos y alcanzar el bien común. Pero en cuanto a la finalidad sobrenatural del ser humano,
la visión de Dios, el Estado debe subordinarse a la lglesia.
Por consiguiente, las leyes positivas dirigen al hombre al bien Común, pero es necesaria una ley revelada, una ley
de Dios, que nos conduzca a la felicidad sobrenatural
El Renacimiento
El Renacimiento fue una época de profundas transformaciones, la sociedad europea abandonó el mundo medieval
y se adentró en la modernidad. Aunque las fechas Son imprecisas, se sitúa en los siglos XV y XVI, extendiéndolo
hasta finales del siglo XVII.
En el contexto político, hubo un proces0 generalizado de centralización del poder que llevó a la formación de las
grandes monarquías. Terminó la guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia (1337-1453), pero surgieron
nuevos conflictos. En el contexto económico, se desarrolló el comercio y la economía monetaria. Las relaciones
comerciales impulsaron los viajes; la caída de Constantinopla provocó la pérdida de rutas comerciales importantes
y la búsqueda de otras nuevas. En este sentido, el descubrimiento de América tuvo una gran importancia. El
aumento demográfico y el desarrollo comercial estimularon el crecimiento de las ciudades y la burguesía. Se
mantuvo la organización feudal y la nobleza continuó acaparando los puestos de poder.
En el contexto religioso, el desmoronamiento del poder eclesiástico iniciado en el siglo XIV culminó con la
Reforma del siglo XVI. A la rebelión de Lutero frente al Papa y la Iglesia, siguen la de Calvino, la proclamación
de Enrique VIII como jefe de la lglesia anglicana y el trabajo de Erasmo de Rotterdam buscando la autenticidad
espiritual perdida, alejada de la ostentación. La lglesia católica respondió con la Contrarreforma, que tuvo como
objetivo fortalecer la lglesia y devolverle su prestigio.
En la primera, las ciencias estaban estancadas debido al método que utilizaban, basado en la lógica y
contaminada por la simple especulación deductiva.
En la segunda, están las nociones falsas y los "dolos" errores fuertemente arraigados en nuestras mentes.
Tiende a simplificar lo que no es simple, a buscar regularidades donde no las hay y a dar forma a
lo que no la tiene.
Una vez ha aceptado ciertas ideas, tiende a acomodar a ellas todos los datos que recoge.
No se detiene, intenta responder a preguntas que están más allá de su alcance. Se deja llevar por
lo que le dicen los sentidos. Según Bacon esta es la tendencia más vulgar y entorpecedora
2. Los ídolos de la caverna son los errores que provienen de nuestra individualidad, deformamos la realidad
a nuestra medida: según nuestras características físicas y psíquicas, nuestra educación y circunstancias
concretas.
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3. Los ídolos del foro son aquellos que surgen de la vida en sociedad y que se expresan en el lenguaje que
empleamos. Creemos que dominamos las palabras y así las utilizamos, pero en realidad ellas encauzan y
limitan nuestro pensamiento. Distingue dos tipos de palabras erradas: las que se refieren a seres que no
existen y aquellas que son imprecisas.
4. Los ídolos del teatro, son los ídolos de la filosofía. Bacon considera que todos los sistemas filosóficos son
solo obras en las que se representa un mundo imaginario.
1. Tabla de presencia o de "hechos positivos: en la que se registran los casos variados en los que se
experimenta un fenómeno.
2. Tabla de ausencia o de "hechos negativos": se apuntan los casos en los que tal fenómeno no tiene lugar
en Situaciones parecidas a los hechos positivos apuntados antes.
3. Tabla de grados: para registrar los casos en los que el fenómeno disminuye o aumenta.
4. Tabla de exclusiones: se apuntan las propiedades que no aparecen en los hechos de la tabla de presencia
para descartarlas como definitorias del fenómeno a estudiar.
La revolución científica
La revolución científica, periodo histórico referente al surgimiento de la ciencia que se produce entre los siglos
XVI y XVII en el campo de la astronomía y la física. El paradigma que se abandona es el del cosmos geocéntrico
descrito por la física aristotélica y compatible con la astronomía ptolemaica:
Según la descripción planteada por Aristóteles, el cosmos era limitado, esférico, con la Tierra en reposo
en su centro. Se podía dividir en dos mundos, el supra lunar perfecto, con varias capas o esferas de éter
que arrastran en círculo a los planetas) y el sublunar (imperfecto, sometido al cambio y compuesto por los
cuatro elementos). El movimiento de las esferas provenía del primer motor inmóvil y se propagaba de las
más externas a la más interna.
Ptolomeo, en el Almagesto (siglo II d. C.), estableció un sistema con el que era capaz de calcular cada
movimiento de los planetas desde el presupuesto de que la Tierra estaba en reposo en el centro. Su
sistema estaba basado en una serie de círculos que se combinaban: epiciclos y deferentes, siguiendo la
instrucción platónica de "salvar" la imperfección de las apariencias a partir de la perfección de la
geometría. De esta manera se consiguió describir el movimiento de retrogradación, es decir, el aparente
retroceso de los planetas (ya que en realidad la Tierra se está moviendo mientras se observan los planetas
y por ello se genera ese efecto)
Este paradigma aristotélico-ptolemaico era el vigente en tiempos de la revolución científica y había importantes
razones para mantenerlo:
Por la autoridad científica de Aristóteles y Ptolomeo.
Por la autoridad teológica de la lglesia.
Por el testimonio de nuestros propios sentidos, que nos muestran que son los astros los que se mueven.
Estos postulados fueron rebatidos por filósofos y científicos. Protagonistas de una revolución científica que tuvo
dos grandes momentos:
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En su obra Sobre las revoluciones de los Cuerpos celestes (1543), Copérnico propuso un sistema astronómico
basado en el movimiento circular que resultaba más simple que el ptolemaico. En este modelo se podían integrar
los movimientos de todos los planetas, mientras que Ptolomeo solo podía estudiar el movimiento de cada astro
por separado. Copérnico parte de varios postulados:
El sistema heliocéntrico propuesto por Copérnico estaba basado en la razón, no en los sentidos, ya que la vista nos
dice que se mueven el Sol y los planetas. La obra de Copérnico se publicó póstumamente, ya que sus postulados
contradecían a las Escrituras y no quiso tener problemas con la lglesia. El editor que redactó el prólogo
presentando la obra aclaró que la propuesta copernicana tan solo era un modelo ideal, hipotético, que podía ser
útil, pero no describía la realidad. A pesar de este prefacio, Copérnico consideraba que había presentado un
modelo físico real y no solo una hipótesis matemática. El nuevo sistema dejaba preparado el camino para los
astrónomos posteriores.
Kepler depuró matemáticamente el modelo de Copérnico, planteando las tres leyes del movimiento de los
planetas El movimiento de los planetas es elíptico, no circular. Esta idea, que fue corroborada por las
mediciones de su maestro Tycho Brahe, es revolucionaria, ya que el círculo era la figura perfecta que
correspondía al movimiento de los planetas. Esta ley refutaba la circularidad del movimiento planetario y
destruía uno de los pilares de la cosmología antigua y medieval.
ES un movimiento uniforme, es decir, que si trazamos una recta desde el centro de los planetas al Sol, se
comprueba que se van barriendo áreas iguales en tiempos iguales. Esto significa que los planetas varían
de velocidad según su distancia respecto al Sol; también esta ley invalidaba otro de la velocidad de los
planetas.
Establece una constante entre la relación de las distancias al Sol (d) y el período orbital de los planetas (t):
d'/t es igual para todos los planetas.
Tycho Brahe también había afirmado que las esferas materiales que supuestamente arrastraban a los
planetas en el modelo aristotélico tenían que ser consideradas solo órbitas (ya que había observado que
los cometas pasaban a través de ellas). De esta manera, sin esferas que transmitiesen el movimiento,
parecía que el Sol atraía a los planetas: tal idea resultó muy atractiva a Kepler, que, en la línea de algunas
creencias de su tiempo, concedía una significación espiritual al Sol.
Pero el punto más difícil de la argumentación era convencer de que el movimiento de la Tierra no era perceptible
es decir, que podíamos estar moviéndonos sin notarlo. Los defensores del modelo aristotélico argumentaban con
las evidencias de los sentidos: Si nos movemos, ¿por qué no lo notamos? ¿Por qué, por ejemplo, si tiramos algo
hacia arriba no cae transversalmente?
La principal aportación de Galileo fue rebatir estos argumentos introduciendo dos conceptos fundamentales de la
física:
Sistema mecánico: los movimientos Siempre se describen respecto a un sistema de referencias, es decir
son relativos. Una persona que va en un coche sentada al lado de otra está quieta respecto a esa otra
persona. pero se mueve respecto a los Objetos externos al coche Por lo tanto algo puede estar quieto y en
movimiento a la vez. La Tierra con su atmósfera, según Galileo, forma un sistema mecánico.
Principio de conservación del movimiento (inercia): en ausencia de obstáculos externos, la materia
puede estar en movimiento indefinidamente.
La conclusión es que la Tierra es un sistema mecánico que además está en movimiento inercial, dentro del cual no
sería posible decidir si nos movemos o no. La Tierra se mueve y nosotros con ella; así que no podemos percibir
este movimiento porque participamos de él. Con estos conceptos Galileo hizo compatible la descripción
heliocéntrica copernicana con la experiencia de los sentidos. Pero la autoridad teológica se ciñó a un fragmento de
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la Biblia en el que se dice que Dios paró el Sol en su camino: Galileo fue obligado a abjurar por la Santa
Inquisición.
La revolución científica culminó con la obra de Isaac Newton llamada Principios matemáticos de la filosofía
natural En esta obra, crucial para el pensamiento moderno y la historia de la ciencia, pretende "reducir los
fenómenos naturales a leyes matemáticas". Newton presenta una teoría física con el rigor de la deducción, es
decir, partiendo de ciertos axiomas y definiciones para establecer las tres leyes de la mecánica: la ley de inercia, la
ley de fuerza y la ley de acción y reacción.
A partir de estas tres leyes, Newton presenta la ley suprema del universo, que rige todos sus movimientos, desde
la caída de un objeto hasta el girar de los planetas: la ley de la gravitación universal. Lo que demostró es que la
fuerza de atracción entre dos cuerpos del universo, una fuerza de atracción a distancia, dependía de su masa y su
distancia. Con estas leyes se podía explicar detalladamente cualquier movimiento del universo y por qué la Tierra
oscilaba sobre su propio eje.
Las reflexiones de Nicolás Maquiavelo han tenido gran influencia en la historia del pensamiento politico. Su
planteamiento es fruto de una reflexión despiadadamente realista tras una intensa vida política en uno de los
períodos más violentos de la historia italiana.
A finales del siglo XV, Italia estaba dividida en varias ciudades Estado, que se encontraban en continuo conflicto
entre ellas y que, además, estaban amenazadas por los franceses y los españoles.
La vida de Maquiavelo, como secretario de la Cancillería de la República de Florencia (controlada por los
Médicis), estuvo sometida a los vaivenes de la lucha por el poder. Maquiavelo fue testigo directo del
funcionamiento real de la política y de sus horrores. Y a partir de esta experiencia escribió su obra.
La originalidad de su planteamiento radica sobre todo en la ruptura con los sistemas ético-políticos del pasado.
Para Platón, la reflexión sobre la justicia implicaba esencialmente tanto la ética como la política y ambas
estaban dirigidas hacia la idea de Bien.
igualmente, para Aristóteles había una unión entre ética y política por su misma naturaleza práctica; la
política, al buscar el bien común de la polis, tenía una nobleza que la ponía por encima del resto de las
ciencias.
Santo Tomás también estableció una continuidad: de la ley eterna del Dios bondadoso deriva la ley
natural de la ética y, de acuerdo con ella, habría de establecerse la ley positiva, que pone orden en los
Estados.
Sin embargo, Maquiavelo desplaza el objeto de interés del bien al poder: por eso se dice que separa la política
de la moral. Cómo Conseguir y mantener el p0der será la preocupación de su realismo político. Así desarrolla
"una ciencia del Estado separada e independiente de toda consideración moral', cuyo método es la inducción:
observar y extraer las regularidades de la historia. La finalidad es práctica: utilizar estas reglas para conseguir
los objetivos políticos que se plantean. Pero no debe malinterpretarse su propuesta como una búsqueda del
poder por el poder. El mejor modelo de gobierno para Maquiavelo no era la monarquía absoluta, sino la
república libre, ya que permitía la libertad del pueblo.
Pero para llegar a este tipo de Estado era necesario antes que un único regente estabilizara el complejo
panorama político italiano. Se necesitaba la acción de un príncipe que pudiera mantener el poder para
comenzar la unificación
El Príncipe
La obra más famosa de Maquiavelo, El príncipe, hace un análisis de los tipos de gobierno y de las acciones y
decisiones de algunos gobernantes de la historia, con el propósito de aconsejar al nuevo príncipe de Florencia
sobre cómo mantener su poder de la manera más eficiente
La amoralidad de algunos consejos políticos es el aspecto más llamativo de la obra de Maquiavelo, tanto así, que
se acuñó al lenguaje el término "maquiavélico", que significa "que actúa inmoralmente con astucia y doblez". La
obra, presenta un nuevo modelo de príncipe alejado de las virtudes tradicionales. Entre las ideas más destacadas
de su obra se encuentran las siguientes:
Para describir la virtud del príncipe, Maquiavelo parte de un hecho aprendido en su carrera política: el
papel determinante de la fortuna en las empresas políticas. Las circunstancias son cambiantes y requieren
diferentes talantes para sacar provecho de los conflictos: unas veces será mejor ser cauto, otras convendrá
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ser decidido. Sin embargo, Maquiavelo apuesta por el ímpetu, la audacia y el sentido de la ocasión, ya
que la fortuna suele responder mejor a esta actitud.
Un asunto fundamental para el mantenimiento del poder es la imagen del príncipe frente a sus súbditos.
Maquiavelo, que fue testigo del brutal linchamiento de los Pazzi por parte del pueblo cuando se
levantaron contra Lorenzo de Medicis, se da cuenta de que contar con el favor del vulgo para la
perpetuación del poder es imprescindible, para ello recomendará el cuidado de las apariencias:
El príncipe ha de parecer virtu0S0, pero debe estar preparado para no serlo, pues a veces ser bueno será
perjudicial. La virtud ética, por tanto, estará reñida con la virtud política del gobernante
Enfatiza el poder de la religión, a la que considera una institución de control social, valioso por el orden
moral que impone y que pondría de su lado al mismo Dios, con el temor y reverencia que ello supone.
El príncipe debe utilizar la magnificencia de las artes y los espectáculos para proyectar su propio poder,
en esto los Médicis fueron expertos. El arte renacentista tuvo un fuerte vínculo con la nobleza, que utilizó
las diversas expresiones artísticas (retratos, estatuas, grandes edificios, etc.) com0 recordatorio social de
su poder y elevada posición.
La concepción antropológica de Maquiavelo puede resumirse en esta convicción: el ser humano es malo. Es una
fuente de deseos insaciable: por naturaleza solo puede disfrutar de algunas cosas, así que se encuentra en un
permanente estado de insatisfacción. Por eso los seres huma nos son "cobardes, avariciosos y envidiosos. Estarán
contigo mientras tengas éxitos; te ofrecerán su alma, su propiedad, hasta su familia. Pero tan pronto como no les
des nada que calme sus deseos se volverán contra ti".
Esta visión del hombre es muy alejada del discurso del humanismo y la dignidad humana.
La reflexión de Maquiavelo sobre el poder abre el camino a la autonomía del pensamiento político respecto al
ámbito de la moral. Introduce el concepto de razón de Estado, que establece que la seguridad y los intereses del
Estado están por encima de cualquier otra consideración y por este motivo los gobernantes de los Estados pueden
verse forzados a violar todo tipo de normas (jurídicas, morales, políticas) que en situaciones normales han de
considerarse de obligado cumplimiento.
Bibliografía
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Editorial Santillana. Bogotá – Colombia. 2018.
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Archila Ruiz Leandro y otros. Filosofía 10°. Editorial Santillana Siglo XXI. Bogotá
Colombia. 2000
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%C3%ADa.Apuntes/Agust%C3%ADnSelectividad.pdf
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