Leche de Loba
Leche de Loba
Leche de Loba
Aurora
Rómulo
Leche de loba
"Que lo que no me des
y no te pida
será para la muerte..."
Federico García Lorca
Primer acto
Aurora: (Con un mohín tierno y sonriendo.) _ ¡Te estás poniendo viejito, eh!
Rómulo: _ ¿Viejito yo? (Le da una palmada suave.) ¿No fuiste vos la que dijo
que no podía más, o me estoy equivocando?
Aurora: (Frunciendo la nariz.) _ Sí, pero era por los zapatos… Aunque, si no
lo vas a usar en mi contra, también te confieso que esta trasnochada me está
matando.
Rómulo: (Burlón.) _ Se nota que la nena está grande… ¿hasta cuánto sabés
contar?
Rómulo: _ ¿Un par de horas dijiste? Pero… ¿qué hora es? (Extiende el brazo
y mira su reloj.) ¡Ya la una!
Aurora: (Se sonríe.) _ ¡No me hagas reír que me vas a agregar varias más!
Rómulo: _ ¡Pero si me encanta! Las voy a mirar con una lupa y voy a decir:
esta arruguita es mía, y ésta, y esta otra también…
Aurora: _ ¡Te voy a dar arruguita! Mejor decí: esta boquita es mía y, por mi
bien, la voy a hacer callar…(Se mira atentamente las manos, de un lado y del
otro.) Rómulo…
Rómulo: _ ¿Qué?
Aurora: (Ofuscada.) _ ¿Me decís cómo hacés para reírte de esas cosas?
Rómulo: _ ¡Nada! ¡No me hagas caso! Son esas fantasías inexplicables que
uno tiene de chico. ¿Viste que no hay nada más artificial que los muñecos de
torta? Bueno, yo siempre pensé que la torta también debe ser artificial…
Rómulo: _ Sí, más que raro es un poco tonto… pero de chico, a uno, esas
cosas lo intrigan. Mirá si la torta es de mentira y esperan hasta muy tarde, hasta
que quedan sólo los íntimos, para cortarla y no romper el encanto.
Rómulo: _ Sí, tengo algunas de esas crónicas. Lo demás, para qué mentirte, es
estupidez de lo más adulta.
Rómulo: (Tomándola con las dos manos y poniéndola frente a él.) _ Sos una
demandante de historias. No hay día en que no estés ávida porque te cuente
alguna. Así no hay cantidad que alcance.
Aurora: _ Y... la culpa la tenés vos con tus misterios, porque cada vez que me
decís "algún día" yo creo que te queda alguna más…
Rómulo: _ Sí, es como un frasco del que voy tomando mis historias. O, más
bien, como una alcancía a la que, durante toda mi vida, fui llenando. Y, ahora,
puedo sacar de lo que hay adentro, de a poco, por la ranura. Son historias
solitarias que puedo liberar de a una.
Y siempre habrá mientras haya…
Rómulo: _ ¿Qué?
Rómulo: _ Como una historia infinita… Cuando me hablaban del libro de las
mil y una noches, yo, me imaginaba que ese era el título y que mil uno era el
número hasta el que quien se lo puso sabía contar. Pensaba que al abrirlo
podría encontrarme una noche mil dos o mil tres. O que, tal vez, al llegar a la
mil uno las historias volverían a empezar.
Aurora: (Enojada y triste.) _ ¡Qué! ¿No te gustaría una vida infinita conmigo?
Aurora: _ ¡Ay! ¿Por qué me querés siempre mendigántote una tregua? Decís
tantas cosas que me desilusionan. A veces pienso que no me tenés ...
Aurora: _ Decime, ¿algún día vamos a tener una fiesta como esta?
Rómulo: (Seguro.) _ Nunca.
Rómulo: _ Tampoco.
Aurora: _ No, pero me parece que no nos costaría mucho llegar a eso… en
unos años más… Debe haber alguna forma…
Aurora: _ Soy humana… o vos ¿no te lavás los dientes todos los días?, ¿no le
das de comer a tu gata? ¿Por qué?
Aurora: (Lo agarra de las solapas y pone voz de nena caprichosa.) _¡Entonces
casémonos!
Rómulo: (Con tono socarrón.) _ ¡No! Pero si vos bien sabés que eso no es
todo…
Aurora: _ ¡Vamos Rómulo, terminemos esta farsa! Los dos sabemos que,
como mucho, tu maldad es la de un cirujano frustrado…
Rómulo: (En tono burlón.) _ ¡Ah, ya sé! Vos me lo preguntás porque como yo
toco todos los días la flauta traversa, que mate una gallina te extraña… o
porque querrías que me dedicara a los pasitos de ballet que practicaba hace un
tiempo…
(Serio.) Lo hago porque es mi trabajo Aurora, mato cientos de gallinas por mes
y me conociste haciendo esto.
Aurora: _ ¡Siempre!
Rómulo: _ ¡Ah, pero bueno! Te faltó decir que es lo mismo porque bien loba
habrá tenido que ser mi madre para ponérmelo. ¡No seas infantil Aurora, si ni
vos te lo creés!
Rómulo: _ ¡Qué va! Como si necesitara de mi ayuda, ella se las arregla bien
solita… La muerte siempre tiene una excusa, Aurora.
Aurora: _ La hice con mis flores y se la puse con mis manos… (Con furia.)
pero a la gallina, no a tu amada…
Rómulo: (Con los ojos enormes de asombro.) _ ¿La muerte mi amada? ¡La
muerte mi amada!
Rómulo: _ ¡Vamos! Si ellas saben que no van a estar mejor cuidadas que en
mis manos.
Aurora: _ Claro, por eso se dejan. Confían y se dejan agarrar tan fácil…
naturaleza de no picotear la mano que les da de comer.
Rómulo: _ Esas que dan la muerte. ¿O sólo hay amor en las que sueltan el
aliento vital?
Aurora: _ ¿Amor?
Rómulo: _ Amor a mis gallinas muertas. El amor exacto que ya nada puede
cambiar, que ellas no pueden cambiar. El amor que se siente en esa forma
acabada, solamente, por quienes ya no respiran…
Rómulo: _ Otra es la misma, para mí las gallinas son siempre las mismas.
Aurora: _ ¡Ay! (En ese momento se pincha con la espina de una rosa y
aprovecha la excusa para ponerse a llorar. Llora desconsolada mientras agarra
un pañuelo y lo ata, de manera exageradamente visible, sobre su mano. Sin
parar de llorar sale corriendo hacia el otro lado del mercado.)
(Telón.)
Tercer acto
(El escenario está divido por una pared con una puerta. De un lado de la pared
se ve el baño del mercado. Hay un inodoro y una bacha con sus canillas sobre
una mesada. Del otro lado de la pared se ve parte del mercado. Ambos lados se
ven iluminados. Aurora está dentro del baño del mercado y Rómulo afuera, al
lado de la puerta. Ella sigue llorando mientras, bruscamente, se desata el
pañuelo que le cubre el dedo pinchado, lo abolla y lo tira con furia en el
inodoro. Rómulo, del otro lado, golpea la puerta.)
Rómulo: _ Vine a buscar la escoba del armario. Saliste como una ráfaga y
arrasaste con varios floreros a tu paso… ¿Puedo pasar?
Aurora: _ ¡No!
Aurora: _ No busco hacerte sentir eso... sólo te estoy diciendo que no podés
pasar... además, no creo... al menos no creía... que fuera a resultarte tan pesado
ese sentimiento.
Rómulo: _ Aurora...
Aurora: _ Me enamoré de vos el día en que te vi quedarte sin monedas de
darle a tantos mendigos por el camino... a lo mejor, por eso, no podía hacer
otra cosa que caminar a tu lado, siempre esperando...
Aurora: _ Es una pena, creo que yo tampoco tengo tanta. Es otra pena... todo
llega para los pacientes...
Aurora: _ Sí, supongo que es eso, soy chiquilina, pero nunca la chiquilina de
la que vos hablás... eso le decías a Mauro, el otro día, cuando él te hablaba de
mí, de tu mujer, y vos le preguntaste riéndote: ¿qué mujer?
Creo que tenías razón... tu mundo me es tan ajeno que a veces pienso que yo
sigo jugando en el mío mientras te siento lejos, borroso, viviendo tu adulto
mundo a mi costado. Sin duda soy una nena porque te miro extrañada; no te
comprendo y mi soledad es infinita...
Rómulo: _ ¡Pero qué hacés! Vamos a tener que secar esta laguna antes de que
llegue la gente del mercado… ¡Tanto lío por un tajito en el dedo!
(La toma de la cintura para que saque la cabeza del agua.) A ver… mostrame
por dónde te estás desangrando…
Rómulo: (Apoya sus manos sobre las piernas de Aurora que cuelgan de la
mesada.) _ No te reconozco así...
Aurora: (Apoya sus manos sobre las de Rómulo.) _ Y, sin embargo, sigo
siendo Aurora... bueno, podría concederte que soy una de las Auroras
posibles... la más salvaje...
Rómulo: _ Ahora te podría contar alguna de mis historias que tanto te gustan y
podríamos jugar... (Le toma la cabeza e intenta besarla.)
Rómulo: (Se trata de acercar pero ella mantiene su pierna firme.) _ ¿Quién?
Aurora: (Carcajada. Tira su cabeza hacia atrás) _ Ay, mi lobo de loba fiera, la
pequeña hermana de tu amada...
(Se baja de la mesada y va saliendo del baño, caminando hacia atrás, mirando a
Rómulo y cantando acompañada por una música muy dulce.)
"...Una muerte pequeña...
...Sola mi mano izquierda
atravesaba montes sin fin
de flores secas...
... Prado mortal de luna.
La nieve gime y tiembla
por detrás de la puerta..."1
(Se corta la música, queda Rómulo iluminado, y se cierra la puerta del baño
con un fuerte portazo.)
(Telón.)
FIN
1
"Canción de la pequeña muerte", Federico García Lorca.