Requisitos de La Compensación Unilateral
Requisitos de La Compensación Unilateral
Requisitos de La Compensación Unilateral
2.2. Que las obligaciones sean líquidas Constituye requisito esencial de la compensación la
liquidez de ambas obligaciones. Una deuda es líquida cuando los sujetos de la relación obligatoria
conocen con certeza la cuantía de su objeto. Se ha expresado que la liquidez supone dos
condiciones de la obligación, a saber, certeza en cuanto a su existencia y determinación respecto a
su cuantía.
Así las cosas, constituyen obligaciones de dudosa certeza aquéllas negadas o discutidas en un
proceso arbitral o judicial, en tanto que son obligaciones líquidas, por ejemplo, el crédito
proveniente de una cláusula penal, el crédito que corresponde a un legatario de bien
determinado, el crédito que emana de un título valor o aquéllas contraídas con arreglo al
nominalismo.2
Ahora bien, cabe formularse la interrogante de por qué la ley civil peruana exige la liquidez de
ambas obligaciones para que se configure la compensación. A nuestro modo de ver, dicha
exigencia obedece a razones de orden práctico. Si por la compensación se extinguen dos o más
obligaciones hasta la concurrencia de sus respectivos montos, resulta evidente que para ello se
precisa conocer la cuantía de las obligaciones compensables.
De lo contrario, sería poco probable saber si ambas obligaciones o sólo una se extinguió
totalmente y, en este último caso, cuál es el monto del saldo pendiente de pago. De otro lado y en
opinión nuestra, no resulta posible efectuar la compensación unilateral, en tanto una o las dos
obligaciones materia de este acto sean ilíquidas.
Dentro de tal orden de ideas, queda claro que son deudas compensables las obligaciones líquidas,
mas no las ilíquidas.
Aun cuando las obligaciones ilíquidas no pueden constituir objeto de compensación, resulta de
interés efectuar algunas precisiones en torno a las mismas, ya que la iliquidez de la obligación
versa en la indeterminación de su cuantía. Cabe señalar que la iliquidez de una obligación se
presenta no sólo cuando el valor de la prestación no se ha determinado con certeza, sino también
en los casos que, a manera de ejemplo, anotamos a continuación: - Si la determinación de su
monto o cuantía se confía a un tercero.
2.3. Que las obligaciones sean exigibles El tercer requisito es que las obligaciones sean exigibles.
La exigibilidad de las obligaciones constituye, entonces, presupuesto esencial para que opere la
compensación.
Dicha exigibilidad versa, a nuestro modo de ver, en la facultad que asiste al acreedor de requerir,
judicial o extrajudicialmente, el cumplimiento forzoso de la obligación.
Siendo, pues, la exigibilidad de las obligaciones un requisito medular para la posibilidad de oponer
la compensación unilateral, podemos concluir en que no son deudas compensables por carecer de
exigibilidad, los siguientes créditos, que utilizamos a manera de ejemplos representativos:
Así, por ejemplo, queda claro que no podría compensarse si una de las obligaciones fuese civil,
pero la otra hubiera devenido en una obligación natural pues, como bien sabemos, en las
obligaciones naturales el deudor si quiere no paga, y el acreedor no tendría mecanismo legal
alguno para exigirle el cumplimiento de la prestación debida.
Además de los requisitos de reciprocidad, liquidez y exigibilidad de las obligaciones, para oponer
unilateralmente la compensación es indispensable que las prestaciones sean fungibles y
homogéneas. Al respecto, consideramos que el Código Civil incurrió en un error de redacción al
referirse a este requisito, pues lo centra en las prestaciones y no en el objeto de éstas.
La homogeneidad requerida por nuestra norma (artículo 1288 del Código Civil) alude, pues, a una
sintonía de género, especie y calidad entre los objetos de ambas prestaciones.
En este punto, nos parece pertinente señalar que tal fungibilidad también podría darse en las
obligaciones de hacer, en la medida en que el objeto de ellas lo permita. La doctrina y la mayor
parte de las legislaciones no contemplan este supuesto, debido a que se considera que no puede
presentarse en la realidad de los hechos. Pero podrían existir casos en los que, a nuestro criterio,
aparecieran las características necesarias de fungibilidad, a pesar de sus muy escasas
probabilidades de ocurrencia práctica. Un ejemplo podría ser el siguiente:
Una persona, Javier, se halla comprometida a sembrar césped de calidad «A–1» en el jardín de
otra, Ana. Este jardín tiene una extensión de 200 m². Posteriormente, en virtud de otro contrato,
Ana se obliga a sembrar el mismo tipo de césped en el jardín de Javier, cuya área es de 120 m². En
este punto, suponiendo que ambas obligaciones hayan vencido y sean exigibles, cualquiera de las
dos partes podría oponer a la otra la compensación, ya que el objeto de sus prestaciones es
equivalente y, por tanto, intercambiable; esto es, fungible.
Así como en el ejemplo anterior, la compensación unilateral podría operar en otras situaciones,
como en el caso de dos partes que se encuentren recíprocamente obligadas a pintar la vivienda de
la otra o a transportar hasta un punto determinado una carga de similares características de peso
y volumen, etc.
La calidad de la fungibilidad no se exige, con relación a las cosas consideradas en sí mismas, sino
con respecto al objeto de la otra obligación. De esta forma, la obligación de entregar gasolina no
se compensa con el crédito por una suma de dinero, pese a ser ambos objetos fungibles, puesto
que no hay «fungibilidad recíproca».
El deudor de gasolina no puede imponer a su acreedor que reciba dinero como pago, así como
tampoco quien debe dinero puede pretender liberarse entregando cualquier otro bien fungible.
Por ello es que la fungibilidad no debe ser independiente, sino recíproca.
De la misma forma, una obligación contraída en moneda extranjera (por ejemplo, en dólares de
los Estados Unidos de América) no puede ser compensada con un crédito por un monto en otro
tipo de moneda, también extranjera (como por ejemplo, reales brasileños).
Ambas obligaciones recíprocas son susceptibles de compensación si las dos monedas resultan
fungibles entre sí, es decir, si corresponden al mismo país. Así, puede compensarse una obligación
de entregar pesos argentinos con otra que también consista en dar pesos argentinos, etc.
A nuestro entender, la exigencia de la fungibilidad como requisito para la compensación unilateral,
se da en dos niveles: el primero, al interior del objeto de cada prestación; y el segundo, entre los
objetos de ambas prestaciones.
Este segundo nivel de fungibilidad es lo que nuestra norma denomina «homogeneidad», para no
confundirlo con el primero. Ambas deudas de bienes fungibles deben ser, por tanto, homogéneas,
es decir, fungibles entre sí.
Ahora bien, podría constituir un exceso de nuestra norma la exigencia de ambos niveles de
fungibilidad mediante los términos fungibilidad y homogeneidad, ya que bastaría con decir «[...]
de prestaciones fungibles entre sí [...]» para que la fungibilidad opere respecto de ambos niveles.
En efecto, si los objetos de ambas prestaciones son fungibles entre sí, esto implica la fungibilidad
individual de cada uno. Basta que un objeto sea fungible con otro para que el concepto de
«fungible» se aplique a ambos indistintamente.
Entonces, si el objeto de una prestación es fungible con el objeto de la otra, no sólo serán
fungibles entre sí sino que implícitamente son objetos fungibles al interior de la prestación misma.
De igual manera, en términos conceptuales, un bien fungible debe ser homogéneo respecto de los
bienes con los que es intercambiable o equivalente.
Por otra parte, como anteriormente hemos expresado, el requerimiento de fungibilidad entre los
objetos de las prestaciones, para que pueda operar la compensación, no debe tomarse en su
sentido más estricto; a saber, que los objetos de ambas prestaciones deban ser idénticos tanto en
naturaleza como en magnitud, supuesto de muy difícil ocurrencia.
Ciertamente es muy poco probable que en dos momentos distintos dos personas o partes se
obliguen a ejecutar una respecto de la otra y la otra respecto de la primera exactamente lo mismo
y en idéntica cuantía.
Así, de acuerdo a este criterio, si tuviésemos de un lado la obligación de pagar 4,300 nuevos soles,
sólo podríamos compensar dicha obligación con otra cuyo monto exacto fuese de 4,300 nuevos
soles.
O si César debiese entregar a Juan 275 gramos de sal refinada, no podría compensar su deuda a
menos que Juan llegase a adeudarle 275 gramos del mismo producto, ni más ni menos. Se estaría
hablando de identidad no sólo en cuanto a especie y calidad, sino también en cantidad,
entorpeciendo sin sentido la utilidad práctica de esta figura jurídica.
Por ello, reiteramos que la fungibilidad no debe entenderse como equivalencia de los objetos de
las prestaciones hasta sus últimas consecuencias; es decir, pretendiendo que todos los detalles de
lo adeudado sean idénticos a los de la otra prestación. El elemento «cantidad» constituiría,
prácticamente, un obstáculo insalvable para lograr el objetivo de la figura jurídica de la
compensación, y por ello no debe tomarse en cuenta. La compensación tiene como finalidad
eliminar unilateralmente el «doble pago».
Como ambas obligaciones son (en la mayoría de casos) producto de actos jurídicos
independientes, se mantienen autónomas en todos sus extremos, por lo que el incumplimiento de
una no se relaciona con el incumplimiento de la otra.
Por eso, no sería improbable el supuesto de que una persona que debe dinero a otra que a su vez
también le adeuda una suma de dinero, no se sienta proclive a pagar su parte por temor a que
luego la otra no le abone lo que le debe. Posiblemente, la otra parte sienta lo mismo, y por ello
tampoco cumpla su obligación.
Es dentro de ese contexto que la compensación puede aparecer como una suerte de
«intromisión» entre dos contratos independientes y abre la puerta a su vinculación por vía
unilateral, siempre y cuando se verifiquen los requisitos señalados. Entendiendo la razón de la
compensación unilateral, queda claro por qué el elemento «cantidad» no debe tomarse en cuenta
al hablar de fungibilidad. Si lo que se busca es eliminar el «doble pago», resulta irrelevante que
ambas deudas sean distintas en cuantía, ya que de todas maneras una de ellas la menor se
extinguirá.
No obstante, lo señalado, nuestro Código Civil consideró necesario reafirmar este criterio,
empleando la expresión «hasta donde respectivamente alcancen». Conviene ahora advertir que
nuestra legislación excluye la compensación legal, ya que exige que una de las partes la oponga y,
además, no retrotrae sus efectos al momento de la coexistencia de ambas deudas, sino al instante
en que una es opuesta a la otra.
De este modo, por ejemplo, la diferencia entre los intereses que devenguen ambas obligaciones
deberá ser reintegrada por el deudor obligado a pagar mayores intereses, hasta el día en que se
opone la compensación y no basta el día en que ambos créditos iniciaron su coexistencia.
Luego de esta fecha, se seguirán devengando intereses, pero solamente respecto del saldo no
compensado. La compensación legal es la que se produce por simple ministerio de la ley, sin
intervención alguna de las partes. Sólo hace falta que se den los requisitos de reciprocidad,
exigibilidad, liquidez y fungibilidad de dos o más obligaciones entre acreedor y deudor, para que la
ley las declare compensadas hasta el monto de la de menor valor de no ser ellas iguales, aun sin
conocimiento de las partes. Opera, pues, de pleno derecho
3. Requisitos
Que dos personas sean simultáneamente deudoras y acreedoras la una de la otra en dos
obligaciones distintas, pudiendo extinguir sus respectivas deudas hasta por el monto de la menor.
Ello ocurriría, por ejemplo, si «X» debe a «Y» la suma de 6,000 nuevos soles en virtud de un
contrato de mutuo, en tanto que «Y» adeuda a «X» igual cantidad por concepto del precio de un
bien que «X» le vendió. En esta hipótesis se advierte que «X» es deudor de «Y», al hallarse
obligado a la devolución del dinero que le fue prestado mediante un contrato de mutuo, y que
«X», simultáneamente, es acreedor de «Y», por cuanto este último le adeuda el pago del precio
del bien materia del contrato de compraventa. (Osterling Parodi y Castillo Freyre, 2008, pp. 716-
717)
En otras palabras, se tiene que conocer el monto determinado o cuantía del objeto de las
obligaciones sobre las que se practicará la compensación.
– Los créditos sujetos a plazo suspensivo. (Osterling Parodi y Castillo Freyre, 2008, pp. 721-722)
En otras palabras, que los acreedores puedan reclamar el cumplimiento de estas obligaciones ya
sea judicial o extrajudicialmente.
En la práctica, decir que dos obligaciones son fungibles y homogéneas es algo reiterativo pues, en
definitiva, son fungibles por ser intercambiables; y, si son intercambiables, es porque tienen
prestaciones iguales, es decir homogéneas. La fungibilidad no se exige en relación a las cosas
consideradas en sí mismas, sino respecto al objeto de la otra obligación. De esta forma, la
obligación de entregar gasolina no se compensa con el crédito por una suma de dinero, pese a ser
ambos objetos fungibles, puesto que no hay fungibilidad recíproca. El deudor de gasolina no
puede imponer a su acreedor que reciba dinero como pago, así como tampoco quien debe dinero
puede pretender liberarse entregando cualquier otro bien fungible. (Castillo Freyre, 2018, p. 131)
De igual manera, en términos conceptuales, un bien fungible debe ser homogéneo respecto de los
bienes con los que es intercambiable o equivalente. La homogeneidad es la característica principal
de la fungibilidad, está incluida en ésta; alude particularmente a la equivalencia de calidad entre
los bienes. Así, lo que es fungible es por esencia homogéneo. Lo heterogéneo no puede ser
fungible. En conclusión, resultaría reiterativo emplear el vocablo «homogéneos» al aludir a los
objetos de estas prestaciones. En cuanto a la posible confusión relativa al espectro que debe
abarcar la fungibilidad, este problema se resolvería haciendo explícito en la norma que los objetos
de las prestaciones han de ser «fungibles entre sí». (Osterling Parodi y Castillo Freyre, 2008, p.
724)
En otras palabras, resulta reiterativo señalar que las prestaciones además de fungibles deban de
ser homogéneas ya que las primeras incluyen a las segundas. En estricto, los que deberían de ser
fungibles son los objetos de las prestaciones entre sí. Resultando estas por tanto intercambiables
además de iguales.