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SL1884 2020

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CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

Magistrada ponente

SL1884-2020
Radicación n.° 79209
Acta 20

Bogotá, D.C., diez (10) de junio de dos mil veinte


(2020).

Decide la Corte el recurso de casación que LILIA


YANNETH MUÑOZ LÓPEZ interpuso contra la sentencia
que la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá profirió el 16 de mayo de 2017, en el
proceso que adelanta contra la ADMINISTRADORA
COLOMBIANA DE PENSIONES - COLPENSIONES.

I. ANTECEDENTES

La accionante solicitó que se condene a la demandada


a reconocerle y pagarle la pensión de sobrevivientes con
ocasión de la muerte de su cónyuge, a partir del 10 de mayo
de 2008, los intereses moratorios, la indexación, lo que se

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pruebe ultra y extra petita y las costas procesales. En


subsidio, reclamó la pretensión que le proporcione mayor
beneficio, si no procede el otorgamiento simultáneo de
intereses moratorios e indexación.

En respaldo de sus aspiraciones, narró que el 25 de


diciembre de 1982 contrajo matrimonio con José Manuel
Piñeros con quien convivió desde entonces hasta el
momento de su fallecimiento que tuvo lugar el 10 de mayo
de 2008, y que aquel cotizó al Instituto de Seguros Sociales
831.57 semanas en forma ininterrumpida, entre el 8 de
mayo de 1976 y el 30 de junio de 1996.

Expuso que reclamó a la entidad de seguridad social el


reconocimiento de la pensión de sobrevivientes y esta, a
través de la Resolución n.º 027372 de 9 de agosto de 2011,
la negó porque el afiliado no cotizó 50 semanas en los tres
años anteriores a su muerte, de modo que no cumplió con
la densidad que exige el artículo 46 de la Ley 100 de 1993,
modificado por la Ley 797 de 2003.

Manifestó que interpuso el recurso de apelación contra


el anterior acto administrativo, que la demandada confirmó
su decisión mediante Resolución n.º 03209 de 12 de
septiembre de 2012 y que le reconoció la indemnización
sustitutiva de la prestación de sobrevivencia en cuantía de
$17.714.422.

Por último, adujo que en su caso hay lugar a la


aplicación del principio de la condición más beneficiosa y,
por tanto, procede el reconocimiento de la prestación

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deprecada con fundamento en el Acuerdo 049 de 1990,


aprobado por el Decreto 758 del mismo año, toda vez que el
causante tenía más de 300 semanas cotizadas antes de la
entrada en vigencia de la Ley 100 de 1993 (f.º 14 a 21).

Al dar respuesta al escrito inaugural, Colpensiones se


opuso a las pretensiones. En cuanto a los hechos que las
soportan, admitió la existencia del vínculo matrimonial
entre la demandante y el causante, la fecha de fallecimiento
de este, la reclamación pensional y su respuesta negativa,
así como el reconocimiento de la indemnización sustitutiva
de la prestación deprecada.

En su defensa, propuso las excepciones de


prescripción, inexistencia del derecho y de la obligación y
ausencia de causa para demandar (f.º 29 a 32).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

A través de providencia de 26 de octubre de 2016, la


Jueza Veintinueve Laboral del Circuito de Bogotá decidió (f.º
63 y 64 y Cd 6):

PRIMERO: DECLARAR que (…) LILIA YANNETH MUÑOZ LOPEZ


(sic) (…) es la beneficiaria de la pensión de sobrevivientes en su
calidad de cónyuge supérstite del causante JOSE (sic) MANUEL
PIÑEROS (…).

SEGUNDO: CONDNENAR a la demandada ADMINISTRADORA


COLOMBIANA DE PENSIONES COLPENSIONES (…) a reconocer y
pagar a (…) LILIA YANNETH MUÑOZ LOPEZ (sic) (…) la pensión
de sobrevivientes en calidad de cónyuge supérstite del causante
JOSE (sic) MANUEL PIÑEROS (…), a partir del 10 de mayo de
2008, por 14 mesadas anuales, y el respectivo retroactivo
pensional (…).

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TERCERO: DECLARAR PARCIALMENTE PROBADA LA


EXCEPCIÓN DE PRESCRIPCIÓN de las mesadas pensionales
causadas con antelación al 17 de mayo de 2013.

CUARTO: CONDENAR a la demandada ADMINISTRADORA


COLOMBIANA DE PENSIONES COLPENSIONES a RECONOCER Y
PAGAR EL RETROACTIVO pensional causado desde el 17 de
mayo de 2013 y hasta el momento en que se materialice su pago.

QUINTO: CONDENAR A Colpensiones a INDEXAR EL


RETROACTIVO PENSIONAL CAUSADO de conformidad con el IPC
certificado por el DANE al momento de su pago.

SEXTO: AUTORIZAR a Colpensiones en caso de haberse


cancelado LA INDEMNIZACIÓN SUSTITUTIVA, a debitar el valor
del pago del retroactivo concedido.

SEPTIMO (sic): CONDENAR A COLPENSIONES al pago de las


costas del proceso (…).

OCTAVO: ABSOLVER A Colpensiones del pago de los intereses


moratorios solicitados.

NOVENO: EN CASO DE NO APELARSE LA PRESENTE DECISION


(sic) REMITASE (sic) AL SUPERIOR EN EL GRADO
JURISDICCIONAL DE CONSULTA.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Por apelación de la demandada y en virtud del grado


jurisdiccional de consulta, mediante fallo de 16 de mayo de
2017, la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá revocó la decisión del a quo, absolvió a
Colpensiones de todas las pretensiones incoadas en su
contra y se abstuvo de fijar costas en la alzada (f.º 75 y 76 y
Cd 7).

En lo que interesa a los fines del recurso


extraordinario de casación, el ad quem afirmó que para
resolver el asunto debía acudir a la Ley 797 de 2003, puesto
que la muerte del afiliado ocurrió en el año 2008, que aquel
no reunió los presupuestos contemplados en tal normativa

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porque no tuvo cotizaciones en los tres años anteriores a su


fallecimiento, y que el último aporte lo efectuó el 30 de junio
de 1996.

Expuso que, de aplicarse, el principio de la condición


más beneficiosa sería para acudir al artículo 46 original de
la Ley 100 de 1993, pero que, conforme a tal precepto, el
afiliado fallecido tampoco dejó causados los requisitos para
el reconocimiento de la prestación de sobrevivencia a sus
beneficiarios, debido a que no era cotizante activo al
momento de su muerte y no efectuó contribuciones en el
año anterior a su deceso.

Asimismo, señaló que no era posible analizar la


concesión de la pensión deprecada bajo el Acuerdo 049 de
1990, pues el principio de condición más beneficiosa solo
permite remitirse al precepto inmediatamente anterior a la
norma vigente al momento de la muerte. Para afianzar su
postura refirió las sentencias CSJ SL 41671, 14 ag. 2012 y
CSJ SL4650-2017 y explicó que, si bien tal criterio es
contrario al precedente judicial de la Corte Constitucional,
acogía la doctrina de esta Sala de Casación al considerar
que no había fundamentos suficientes para apartarse de tal
entendimiento, pese a que el planteamiento de la
demandante era respetable.

Por último, indicó que tampoco era viable acudir al


parágrafo 1.º del artículo 46 de la Ley 100 de 1993,
modificado por el artículo 12 de la Ley 797 de 2003, dado
que el de cujus no era beneficiario del régimen de transición
porque al inicio de la vigencia de la Ley 100 de 1993 no

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tenía «35 años» de edad ni 15 años de cotizaciones, de modo


que debía reunir la densidad de semanas establecidas en la
Ley 797 de 2003, las cuales no acreditó.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

El recurso extraordinario de casación lo interpuso la


demandante, lo concedió el Tribunal y lo admitió la Corte
Suprema de Justicia.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte «case totalmente» la


sentencia impugnada para que, en sede de instancia,
confirme la decisión del a quo.

Con tal propósito, por la causal primera de casación


formula un cargo, que fue objeto de réplica.

VI. CARGO ÚNICO

Acusa la sentencia de trasgredir la ley sustancial, por


la vía directa en la modalidad de interpretación errónea de
los artículos 48 y 53 de la Constitución Política de 1991, la
aplicación indebida de los artículos 12 de la Ley 797 de
2003 y 46 original de la Ley 100 de 1993 y la infracción
directa de los artículos 6.º y 25 del Acuerdo 049 de 1990,
aprobado por el Decreto 758 del mismo año.

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La recurrente manifiesta que su inconformidad radica


en la aplicación del principio de la condición más
beneficiosa, pues el Colegiado de instancia se basó en la
interpretación que al respecto ha adoctrinado esta Sala de
Casación (CSJ SL, 14 ag. 2012, rad. 41671 y CSJ SL4650-
2017), cuando, a su juicio, debió acoger el criterio
jurisprudencial que la Corte Constitucional ha establecido
en las sentencias T- 401-2015, T-464-2016, T-721-2016 y
T-735-2016.

Asimismo, destaca que el Colegiado de instancia


estimó que en la aplicación de dicho principio debe
considerarse la norma inmediatamente anterior a la vigente
al momento del fallecimiento del afiliado, en este caso, el
artículo 46 original de la Ley 100 1993, sin que sea posible
la búsqueda de otra disposición anterior, mientras que para
la Corte Constitucional el juez está facultado para auscultar
otra normativa, siempre y cuando se acrediten las
exigencias establecidas durante su vigencia.

Señala que al existir una duda respecto de cuál


interpretación debe utilizarse para efectos de decidir sobre
el derecho pensional reclamado, debe optarse por la
jurisprudencia de la Corte Constitucional, puesto que es el
órgano de cierre en materia constitucional y la encargada
de determinar el alcance de los derechos fundamentales en
el ordenamiento jurídico colombiano.

Por otra parte, trascribe apartes de las sentencias T-


401-2005 y T-084-2017 y resalta los siguientes argumentos

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de la autoridad judicial sobre la aplicación del aludido


principio:

1. Es posible dar aplicación a una norma anterior para


efectos del reconocimiento de la pensión de
sobrevivientes, en aplicación de los principios de buena
fe, confianza legítima y favorabilidad, si el afiliado
realizó sus cotizaciones en vigencia de tal norma, el
legislador no hubiese previsto un régimen de transición,
la muerte hubiese tenido lugar con posterioridad a
dicha fecha y existe otra disposición posterior
desfavorable a su derecho para acceder a tal prestación.

2. El artículo 53 de la Constitución Política de 1991


garantiza la protección de las expectativas legítimas de
los ciudadanos que efectuaron sus cotizaciones bajo el
régimen pensional vigente para la fecha de su afiliación
al sistema de seguridad social con el objetivo de obtener
su pensión o la de sobrevivientes en favor de los
beneficiarios, el cual no impone un límite temporal al
funcionario judicial para determinar la norma más
favorable al trabajador.

3. El criterio jurídico de aplicar únicamente la norma


anterior a la vigente a la fecha del fallecimiento no
brinda un adecuado desarrollo a las garantías
constitucionales; por el contrario, impone una
restricción a los principios de favorabilidad, igualdad,
confianza legítima y al derecho al mínimo vital.

4. Frente a dos interpretaciones posibles sobre la


aplicación de la condición más beneficiosa, debe

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escogerse el precedente constitucional en vigor, que es


vinculante para todos los funcionarios judiciales, con el
fin de garantizar los derechos fundamentales y la
igualdad en la aplicación de la ley.

5. El acceso a la pensión de sobrevivientes resulta


necesario para la protección del derecho fundamental al
mínimo vital, especialmente en aquellos casos en que se
evidencia una dependencia económica del cónyuge o
compañero permanente supérstite, respecto del afiliado
fallecido.

Conforme lo anterior, afirma que al no interpretar


correctamente el principio de la condición más beneficiosa
y, por tanto, no aplicar los artículos 6.º y 25 del Acuerdo
049 de 1990 para reconocer la prestación reclamada, el
Tribunal vulneró los artículos 48 y 53 de la Constitución
Política de 1991, que consagran el derecho irrenunciable a
la seguridad social, y que «la ley, los contratos, los acuerdos
y convenios del trabajo no pueden menoscabar la libertad, la
dignidad humana ni los derechos de los trabajadores»; al
paso que aplicó indebidamente el artículo 46 de la Ley 100
de 1993, modificado por el 12 de la Ley 797 de 2003, que si
bien era la disposición vigente al momento del fallecimiento
no regula el derecho pensional pretendido, en virtud del
principio de la condición más beneficiosa.

VII. RÉPLICA

La opositora manifiesta que el cargo tiene deficiencias


de técnica, puesto que la recurrente no precisó el dislate

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interpretativo en que incurrió el ad quem, toda vez que


reconoció que su decisión se ajustó a los precedentes de la
Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia y
se limitó a señalar que debía aplicarse la jurisprudencia de
la Corte Constitucional.

Agrega que el hecho de que la actuación del Tribunal


no se ajuste al querer de la impugnante, por sí mismo no
significa la trasgresión de la ley sustancial, así como
tampoco la aplicación indebida de los artículos
denunciados, ni que se hubieren desconocido las
disposiciones del Acuerdo 049 de 1990, puesto que, al
tratarse de una pensión de sobrevivientes, esta surge a
partir de la muerte del causante y, por tanto, el asunto debe
resolverse con la norma vigente a dicho momento.

Respecto al asunto objeto de debate, expone que: (i)


para proteger la expectativa de la pensión en cuestión frente
a un cambio legislativo, debe aplicarse la norma
inmediatamente anterior a la vigente a la muerte del
causante, situación que verificó el juez plural con base en la
Ley 100 de 1993, pero determinó que no se cumplieron los
requisitos bajo dicha normativa; (ii) la aplicación del
principio de la condición más beneficiosa no puede ser
indefinido en el tiempo; (iii) la última cotización que hizo el
causante se registró el 30 de junio de 1996, y (iv) este no
era beneficiario del régimen de transición, de modo que no
es procedente la aplicación del Acuerdo 049 de 1990.

VIII. CONSIDERACIONES

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La Sala advierte que no le asiste razón a la opositora


respecto de la deficiencia técnica que le enrostra al cargo,
puesto que, precisamente, el ataque se fundamenta en la no
aplicación del precedente judicial de la Corte Constitucional
referido al principio de la condición más beneficiosa y aduce
las razones por las cuáles, en su criterio, debe acogerse
dicha jurisprudencia. De esa forma, el ataque reúne los
requisitos para su estudio.

Por tanto, la Corte debe determinar si en virtud del


principio de la condición más beneficiosa, es jurídicamente
posible aplicar ultraactivamente las disposiciones del
Acuerdo 049 de 1990 a efectos de conceder la pensión de
sobrevivientes al beneficiario de un afiliado que falleció en
vigencia de la Ley 797 de 2003.

Para una mejor comprensión del asunto, es oportuno


referirse a los siguientes puntos: (i) la protección de los
derechos adquiridos y de las expectativas legítimas frente a
cambios normativos; (ii) el principio de la condición más
beneficiosa; (iii) la fuerza vinculante del precedente
constitucional, y (iv) por último, se abordará el estudio del
caso en concreto.

1. La protección de los derechos adquiridos y las


expectativas legítimas en caso de cambio
normativo

En la actualidad, en el campo jurídico no hay


discusión alguna frente a la potestad que tiene el legislador

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para definir la configuración de un sistema pensional y


determinar los riesgos que cubre, las prestaciones que
reconoce y los requisitos que se requieren para acceder a
cada una de ellas, de acuerdo a los derechos, principios y
valores constitucionales.

Tal facultad también comprende la de hacer las


modificaciones en los aspectos que considere convenientes
a fin de evitar la petrificación de las disposiciones jurídicas
y adecuar los objetivos y finalidad de tal sistema a las
realidades sociales, culturales y económicas que se
requieran en un momento determinado, criterios que, en
defensa del interés general, deben prevalecer sobre el
particular. Así lo ha reconocido la jurisprudencia de la
Corte Constitucional, entre otras, en sentencias C-781-
2003, C-177-2005 y C-428-2009.

Ahora, cuando se produce un cambio normativo en


materia de seguridad social, en un Estado garante de los
derechos fundamentales de sus asociados, las
modificaciones del sistema pensional deberían, cuando
menos, considerar lo siguiente: (i) respetar los derechos
adquiridos (en armonía con el art. 58 de la CP) de aquellos
afiliados que hubieren consolidado determinada prestación
bajo las reglas o condiciones de la normativa anterior; (ii)
evitar introducir abruptamente nuevas reglas sin considerar
la situación de aquellas personas que han avanzado en el
cumplimiento de los requisitos o están próximas a
consolidar un derecho pensional (C-428-2009), a menos
que exista una justificación razonable y proporcionada

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acorde con los fines del Estado social de derecho, y (iii) en


este último evento, establecer diferencias frente a las
posibles situaciones en las que están los afiliados al sistema
pensional, en relación con el cumplimiento de las exigencias
para determinada prestación y consagrar un régimen de
transición a fin de proteger las expectativas legítimas frente
al derecho que están próximos a consolidar.

Por ello, con el fin de mitigar los efectos de los cambios


en las estructuras normativas, el legislador usualmente
prevé regímenes de transición o de reserva de la ley
anterior, con el propósito de proteger las expectativas
legítimas de las personas que comenzaron a efectuar
cotizaciones al amparo de una normativa para adquirir un
derecho pensional, pero que, durante su vigencia, no
alcanzaron a consolidar.

En otros términos, su fundamento es el de


salvaguardar las aspiraciones de quienes están cerca de
acceder a un derecho específico de conformidad con el
régimen anterior y su propósito es el de evitar que la
subrogación, derogación o modificación del régimen
anterior, impacte excesivamente las aspiraciones válidas de
los asociados; especialmente, si existe la posibilidad de
minimizar esa incidencia y de armonizar las expectativas
ciudadanas, y es el legislador quién define qué protección
concede y el lapso por el cual la otorga (C-428-2009 y C-
663-2007).

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De tal modo, el legislador no está obligado a mantener


permanentemente en el tiempo el amparo a la protección de
expectativas, por ello, los regímenes de transición tienen un
límite temporal. Dicho período de reserva se ha establecido
para las prestaciones de vejez, en las que los requisitos
dependen de la edad y de un número específico de
cotizaciones.

Por otra parte, en Colombia, dadas las características


en la larga duración del proceso de configuración del
sistema pensional, a partir de la vigencia de Ley 100 de
1993 -artículo 2.° literal b)- se introdujo como principio del
mismo el de universalidad, el cual propende porque todos
los ciudadanos participen de los beneficios que aquel ofrece.

Ahora, en el ordenamiento jurídico existen reglas para


la aplicación de la ley en el tiempo. Así, el artículo 16 del
Código Sustantivo del Trabajo establece que la ley laboral y
de seguridad social por ser de orden público, tiene efecto
general inmediato, no retroactiva y es retrospectiva. Esto
último implica que una nueva normativa se aplica a
situaciones que están en curso o que no quedaron definidas
conforme a ley anterior y que puede ser ultractiva, lo que
significa –bajo la teoría de los derechos adquiridos-,
reconocer efectos jurídicos a una disposición que está
derogada en aquellos casos en que una prestación se
consolidó durante su vigencia.

Conforme lo anterior, en principio, la norma que define


el derecho pensional en el caso de la prestación de

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sobrevivientes es la vigente a la fecha de la muerte del


afiliado. No obstante, puede suceder que el deceso ocurra
en vigencia de la nueva disposición y que, bajo sus
parámetros, el afiliado no deje causada la pensión en
referencia, mientras que sí lo hizo bajo la disposición
anterior.

Pues bien, para esos casos y ante la ausencia de


regímenes de transición en materia de la pensión de
sobrevivencia, cobra importancia la aplicación del principio
de la condición más beneficiosa, que se explica a
continuación.

2. El principio de condición más beneficiosa

Como quedó visto, este principio tiene gran


importancia a efectos de definir la norma aplicable en caso
de un cambio normativo y, en materia de seguridad social,
consiste en la preservación de las condiciones o de los
requisitos establecidos en la disposición anterior para
acceder a una prestación, cuando aquella ha sido
sustituida por otra.

Tal principio en nuestro ordenamiento jurídico ha sido


objeto de desarrollo jurisprudencial con anterioridad a la
vigencia de la Constitución Política de 1991, a partir de la
interpretación de algunas normas del Código Sustantivo del
Trabajo, como el artículo 13 -mínimo de derechos y
garantías-; no obstante, dicho estatuto constitucional lo
consagró en el artículo 53.

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En efecto, el citado precepto establece que «la ley, los


contratos, los acuerdos y convenios del trabajo, no pueden
menoscabar la libertad, la dignidad humana ni los derechos
de los trabajadores»; esto es, que las situaciones
individuales y concretas previamente reconocidas deben
conservarse ante una sucesión normativa. En otros
términos, la nueva norma debe respetar el régimen previo.

A diferencia de los derechos adquiridos (art. 58


ibidem), el principio de la condición más beneficiosa no
procura –exclusivamente- por la protección de situaciones
jurídicas consolidadas, en tanto que su campo de acción es
mucho más amplio y cobija derechos o situaciones
próximas a consolidarse, pues conserva los efectos de un
estatuto normativo que, si bien ha sido objeto de
derogatoria total o parcial, eventualmente es aplicable
ultraactivamente.

En el caso de la prestación de sobrevivientes, la


institución de la condición más beneficiosa protege las
expectativas legítimas de los beneficiarios de un afiliado al
sistema general de pensiones que fallece, siempre que haya
cotizado la densidad de semanas establecidas en la ley
anterior para cubrir tal contingencia, pero cuyo hecho
generador -la muerte- ocurre en vigencia de la normativa
posterior.

Ha de tenerse presente que la aplicación del principio


en referencia tiene, además, las siguientes características:

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(i) no es absoluta ni atemporal; (ii) procede en caso de


cambio normativo, y (iii) permite la aplicación de la
disposición inmediatamente anterior a la vigente al
momento del fallecimiento, si el afiliado aportó la densidad
de semanas requeridas para el reconocimiento del derecho
pensional.

La característica relativa a que no es absoluto e


ilimitado en el tiempo, significa que no puede utilizarse para
garantizar la perpetuidad de un régimen que en un tiempo
pretérito estuvo vigente y le era aplicable a un sujeto o a un
grupo de personas, dado que, bien comprendido, su ámbito
de aplicación se orienta a conservar un régimen normativo
anterior, cuando quiera que el titular haya cumplido una
condición relevante del mismo que, si bien no es definitiva
para adquirir el derecho, juega un rol fundamental en su
consolidación.

En este sentido, la condición más beneficiosa se sitúa


en un lugar más allá de la simple expectativa para ubicarse
en el concepto de expectativa legítima tutelable por el
ordenamiento jurídico, en la medida en que no desconoce y
ampara la consolidación de una exigencia relevante, que si
bien no es suficiente para alcanzar el derecho en tanto no
se ha cumplido otra condición ulterior, sí genera la
confianza fundada que el régimen en que estaba incurso y
en el que cumplió algunos presupuestos, será respetado.

Sin embargo, su aplicación no puede ser irrestricta al


punto de petrificar la legislación e impedir la puesta en

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marcha de reformas sociales de interés general, de las


cuales dependa la realización y efectividad de los derechos
de la comunidad o la supervivencia de instituciones y
prestaciones fundamentales para la sociedad. En otras
palabras, su aplicación debe ser razonable y proporcional, a
fin de no lesionar o comprometer severamente otros
derechos de interés público y social.

En esta dirección, la Sala Laboral de la Corte Suprema


de Justicia en sentencia CSJ SL, 4 dic. 1995, rad. 7964
indicó que este postulado «no es absoluto y en manera
alguna conduce al anquilosamiento de la normatividad
laboral, pues de lo que se trata es de proteger al trabajador
que construye su vida y la de su familia alrededor de unas
expectativas económicas y jurídicas generadas en su propia
labor, de manera que un cambio desfavorable de esas
expectativas sólo (sic) es humana y jurídicamente admisible,
cuando en cada caso concreto medien serias circunstancias
justificantes, verbigracia el interés general reconocido […]».

De ahí, que el delimitar la aplicación del principio de


la condición más beneficiosa a la norma inmediatamente
anterior sirve a varios propósitos:

(i) Si la potestad de configuración de un sistema


pensional permite al legislador introducir cambios a fin de
garantizar los principios y objetivos del sistema, no tiene
sentido mantener en el tiempo disposiciones anteriores,
puesto que ello haría nugatorios todos los propósitos

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económicos y sociales que pretenden lograrse con una


reforma.

(ii) Si los regímenes de transición, en esencia, siempre


son temporales, no hay razón alguna que justifique que la
aplicación del principio de condición más beneficiosa deba
mantenerse indefinidamente en el tiempo, así bajo su
vigencia se haya dado inicio o se hayan efectuado
cotizaciones para obtener el amparo que se pretende.

(iii) Tal restricción contribuye a la preservación de otro


valor fundamental: la seguridad jurídica, que ofrece certeza
a los ciudadanos sobre las reglas jurídicas que emplearán
los jueces en la solución de las controversias que se
sometan a su consideración, sin que les sea posible acudir
a una búsqueda histórica para determinar la norma que
más convenga a una situación particular; la aplicación del
principio amplia e ilimitadamente genera incertidumbre en
los actores del sistema pensional y en los ciudadanos en
general, respecto de las reglas que definen el acceso a un
derecho pensional.

En conclusión, si la finalidad del principio de la


condición más beneficiosa es proteger expectativas legítimas
que puede cambiar el legislador con apego a los parámetros
constitucionales, no tiene sentido que su aplicación permita
acudir a cualquier normativa anterior o, en otros términos,
resulte indefinida en todos los tránsitos legislativos que
puedan generarse en la configuración del sistema
pensional, de por sí, de larga duración.

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3. La fuerza vinculante del precedente


constitucional

La Corte Constitucional ha definido el precedente


judicial como aquel antecedente del conjunto de sentencias
previas al caso que se habrá de resolver que, por su
pertinencia para la resolución de un problema jurídico
constitucional, debe considerar necesariamente un juez o
una autoridad determinada al momento de resolver el
asunto de su competencia.

Asimismo, ha precisado que su precedente tiene fuerza


vinculante, puesto que, sin duda, la jurisprudencia es una
fuente formal del derecho y la hermenéutica que elaboran
las autoridades judiciales que poseen la facultad de
unificarla y otorgarle comprensión a normas superiores,
precisamente contribuye a determinar el alcance de
disposiciones normativas y a desarrollar principios básicos
del Estado Constitucional, como el de seguridad jurídica;
además, permite materializar el respeto de los principios de
igualdad, supremacía de la Carta Política, debido proceso y
confianza legítima (C-539-2011).

No obstante, también ha diferenciado entre las


decisiones derivadas del control abstracto de
constitucionalidad; es decir, aquellos fallos que determinan
el contenido y alcance de la normativa superior y el
precedente en vigor; esto es, el que deriva de las
providencias de acciones de tutela.

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El primero, tiene fuerza vinculante especial y


obligatoria en razón de sus efectos erga omnes y su
desconocimiento significa una trasgresión a la Constitución
Política (C-083-1995, C836-2001, C-335-2008 y C-539-
2011); mientras que el segundo, aunque también tiene
fuerza vinculante, le permite al juez apartarse de sus
postulados siempre que cumpla con el deber de
trasparencia y argumentación suficiente, en armonía con los
derechos y los principios constitucionales; ello, debido a los
efectos inter partes que produce la jurisprudencia en estos
casos (SU-611-2017).

En ese contexto, teniendo en cuenta que los principios


constitucionales no son absolutos y su aplicación debe ser
proporcional -a fin de no quebrantar otros bienes jurídicos
Superiores valiosos para los individuos y la sociedad-, esta
Sala de la Corte Suprema de Justicia, frente a los efectos
inter partes y a la ratio decidendi de la sentencia SU-05-
2018, se aparta de su contenido -deber de transparencia-, por
las razones que se expone a continuación - deber de
argumentación suficiente- (C-621-2015 y SU-354-2017).

En esa providencia, dicha autoridad judicial estableció


que es posible la aplicación plus ultractiva de la condición
más beneficiosa, cuando se cumplan los siguientes
requisitos: (i) se trate de un afiliado al sistema general de
seguridad social en pensiones que fallece en vigencia de la
Ley 797 de 2003, (ii) no acredite 50 semanas de aportes
durante los tres años anteriores al deceso, para dejar
causado el derecho a la pensión de sobrevivientes, (iii) pero

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sí reúne el número mínimo de semanas cotizadas exigidas


en el régimen anterior.

Igualmente, asentó que es procedente la acción de


tutela para reclamar la pensión de sobrevivientes, cuando
se cumplan con las siguientes condiciones del test de
procedencia: (i) pertenecer a un grupo de especial protección
constitucional o encontrarse en uno o varios supuestos de
riesgo, tales como analfabetismo, vejez, enfermedad,
pobreza extrema, cabeza de familia o desplazamiento; (ii)
tener afectación directa de la satisfacción de necesidades
básicas, esto es, su mínimo vital; (iii) depender
económicamente del causante antes de su fallecimiento, de
tal manera que la pensión de sobreviviente sustituye el
ingreso; (iv) al afiliado no le fue posible seguir cotizando las
semanas previstas en el sistema general de pensiones para
dejar causada la pensión de sobrevivientes, y (v) la persona
reclamante tuvo una actuación diligente en adelantar las
solicitudes administrativas o judiciales para solicitar el
reconocimiento de tal prestación.

A juicio de esta Sala de Casación Laboral de la Corte


Suprema de Justicia, en la práctica, esa decisión significa la
aplicación absoluta e irrestricta del principio de la
condición más beneficiosa e impone reglas diferentes a las
legales para el reconocimiento de la prestación de
sobrevivencia, las cuales, a su vez, pueden afectar la
eficacia de las reformas introducidas al sistema pensional.
Así mismo, desconoce los principios de aplicación en el

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tiempo de la legislación de seguridad social, principalmente


los de aplicación general e inmediata y de retrospectividad.

Por otra parte, la aplicación ultractiva de normativas


derogadas en una sucesión de tránsitos legislativos, afecta
el principio de seguridad jurídica, pues genera
incertidumbre sobre la disposición aplicable, en la medida
en que el juez podría hacer un ejercicio histórico para
definir la concesión del derecho pensional, con aquella que
más se ajuste a los intereses del reclamante, en detrimento
de los de carácter general, lo cual, a juicio de la Sala, no es
posible (CSJ SL 1683-2019, CSJ SL1685-2019, CSJ
SL2526-2019, CSJ SL1592-2020 y CSJ SL1881-2020).

Por otra parte, debe advertirse que la financiación de


todo sistema pensional depende de variables demográficas,
fiscales o actuariales que deben ajustarse en diferentes
momentos, de modo que las reformas en determinados
contextos pueden privilegiar aspectos que antes no
contemplaban o potenciar algunos de ellos, por ejemplo,
darle mayor peso a la permanencia en la afiliación para la
adquisición de un derecho pensional que a la sola
acreditación de un número específico de semanas.

En consecuencia, la introducción de reglas ajenas a


las legales puede alterar la estabilidad y las proyecciones
financieras sobre las que se ha diseñado el sistema de
pensional y comprometer la realización de los derechos de
las generaciones futuras. Por este motivo, el reconocimiento
de las pensiones debe sujetarse al cumplimiento estricto de

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cada una de las condiciones exigidas por las leyes para su


causación y pago.

En síntesis, es preciso indicar que no se trata de


desconocer el principio de la condición más beneficiosa sino
de delinear correctamente su campo de aplicación y
actualizarlo conceptualmente bajo la égida del modelo
constitucional de prevalencia del interés general sobre el
particular, la solidaridad y la garantía de efectividad de los
derechos fundamentales sociales.

Por ello, de manera reiterada y pacífica esta


Corporación ha adoctrinado que, respecto de las exigencias
para acceder a la pensión de sobrevivientes, el juez no
puede realizar un examen histórico de las leyes anteriores a
fin de determinar la que más convenga a cada caso en
particular.

4. Análisis del caso en concreto

En este asunto, no es objeto de discusión que José


Manuel Piñeros falleció el 10 de mayo de 2008, y no tuvo
cotizaciones en los tres años anteriores a su fallecimiento,
esto es, entre el 10 de mayo de 2005 y el mismo día y año
de 2008.

De acuerdo con estas premisas, la norma aplicable al


caso es el artículo 12 de la Ley 797 de 2003, vigente para la
data del deceso. Tal precepto consagra el derecho pensional
en favor de los beneficiarios del afiliado que «hubiere
cotizado cincuenta semanas dentro de los tres últimos años

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inmediatamente anteriores al fallecimiento», requisitos que


no se acreditaron, conforme lo dicho en precedencia.

En ese contexto, no es viable, en virtud del principio


de la condición más beneficiosa, acudir a los artículos 6.º y
25 del Acuerdo 049 de 1990, toda vez que la ley aplicable es
la vigente a la fecha de fallecimiento del afiliado y el
principio de la condición más beneficiosa se predica en
relación con los cambios normativos inmediatamente
anteriores y siempre que comporten sustituciones en los
regímenes o trasformaciones en los esquemas que las
soportan. Dicho en otras palabras, en virtud de este
postulado no es posible realizar una búsqueda histórica de
las leyes anteriores con el propósito de identificar la que se
acomode más a la situación del demandante.

En consecuencia, el cargo no prospera.

Las costas en el recurso extraordinario estarán a cargo


de la parte demandante. Se fijan como agencias en derecho
la suma de cuatro millones doscientos cuarenta mil pesos
($4’240.000) m/cte., que se incluirán en la liquidación que
se practique conforme lo dispuesto en el artículo 366 del
Código General del Proceso.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO

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CASA la sentencia que la Sala Laboral del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Bogotá profirió el 16 de
mayo de 2017 en proceso ordinario laboral que LILIA
YANNETH MUÑOZ LÓPEZ adelanta contra la
ADMINISTRADORA COLOMBIANA DE PENSIONES –
COLPENSIONES.

Sin costas.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al Tribunal de origen.

LUIS BENEDICTO HERRERA DÍAZ

Presidente de la Sala

GERARDO BOTERO ZULUAGA

FERNANDO CASTILLO CADENA

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

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IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ

OMAR ÁNGEL MEJÍA AMADOR

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN

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