La Educacion Afectiva

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“Año 

del Bicentenario del Perú: 200 años de Independencia”

UNIVERSIDAD NACIONAL “HERMILIO


VALDIZÀN”

FACULTAD DE PSICOLOGIA
ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGIA

TEMA:

LA EDUCACION AFECTIVA

Docente : Leo Cisneros Martínez

Curso : Psicología Educativa II

Semestre :

Integrantes: Lugan Rojas, Vanesa

HUÀNUCO - PERÙ
2021
¿COMO HACER LA EDUCACIÓN AFECTIVA, ACADEMICAMENTE?

La afectividad, emociones, sentimientos y pasiones, desempeña un papel


importante en nuestras vidas. Están arraigadas biológicamente en nuestra
naturaleza y forman parte de nosotros, lo queramos o no. Con la ira
expresamos malestar y puede servir para defendernos de una situación de
peligro; la ansiedad nos permite estar en estado de alerta ante situaciones
difíciles; la tristeza es una forma de expresar el dolor que llevamos dentro o nos
lleva a pedir ayuda; con las rabietas, manifestamos insatisfacción y frustración,
etc. Las emocionas, sentimientos, etc. son necesarios; ahora bien, las
emociones, pasiones… pueden dispararse en momentos determinados sino se
ejerce el debido control sobre ellas, pueden salir de nuestro control y esto
puede llegar a afectar a nuestro bienestar psicológico o repercutir en los
demás, de ahí la necesidad de una adecuada educación afectiva.

La educación en la afectiva se realiza por “contagio social”. No es necesaria


una programación para educar afectivamente, se realiza de forma espontánea
y natural mediante la educación familiar, escolar y mediante el proceso de
socialización y culturización ambiental. Dicho esto, hay que matizar esta frase
afirmando que el desarrollo emocional del niño es un tema complejo, difícil de
delimitar, por las múltiples conexiones que la esfera afectiva tiene con los
restantes procesos físicos y psíquicos del niño. Las emociones desempeñan un
papel de máxima importancia en la vida del niño. Añaden placer a sus
experiencias cotidianas, sirven de motivación para la acción. Las respuestas
afectivas se vinculan con todas las situaciones y relaciones humanas: con los
padres, con el entorno, con el grupo de iguales, en el trabajo o aula, en la
actividad sexual, social y moral, en los procesos cognitivos, etc. Condicionan
todos los ámbitos de la vida de la persona.

FACTORES INFLUYENTES

 LA FAMILIA

La familia es el primer contexto de desarrollo del niño y el más duradero, por


supuesto, otros escenarios o contextos sociales también modelan el desarrollo
de los niños, pero en cuanto al poder y a la extensión, ninguno iguala a la
familia.
La familia constituye el medio natural en el que el niño comienza su vida e
inicia su aprendizaje básico a través de los estímulos y de las vivencias que
recibe, las cuales le condicionan profundamente a lo largo de toda su
existencia; la estabilidad y equilibrio en su relación materna-paterna, así como
con el resto de los miembros familiares, definen el clima afectivo, en el que
transcurre la primera etapa de su vida.

La armonía y el equilibrio familiar es la fuente permanente de armonía y


seguridad en la vida de los hijos. De los padres, principalmente, aprende los
“papeles” que tienen que desarrollar en la vida adulta, es más, el propio
ambiente familiar es el contexto adecuado en el que el niño ensaya y
experimenta los roles que tendrá que realizar cuando sea adulto. Los padres
enseñan a sus hijos cómo y cuándo debe producirse el control de las
emociones, sentimientos, etc. De una forma o de otra el desarrollo emocional
está configurado por los hábitos sociales que se derivan de los valores de la
cultura en la que vive la familia. Es decir, ayudan a sus hijos a tener una
afectividad serena y segura o, todo lo contrario, generando la “deprivación
afectiva” (me ocuparé más tarde de este extremo) cuando falta la paz y la
concordia en el hogar familiar.

Los padres, en todo tiempo y lugar, durante la infancia, adolescencia y


juventud, de forma voluntaria o involuntaria influyen sobre sus hijos, son sus
modelos. En el ejercicio de modelaje los padres deben ir muchas veces
contracorriente, no deben dejarse arrastrar por tal o cual tendencia «de última
moda», deben enseñar a sus hijos a saber decir NO en muchas ocasiones, a
saber, renunciar no sólo a un placer ilícito, sino al lícito a corto plazo, pero
perjudicial en 3 un futuro próximo; deben saber discriminar entre lo permitido y
lo que es más conveniente en cada momento y esto exige esfuerzo. Lo
cómodo, lo que no exige sacrificio, es decir a sus hijos siempre SI: sí a sus
deseos, sí a ceder en todo, aunque sepamos que es negativo para ellos, desde
el punto de vista moral o psíquico o social.

 LA ESCUELA

Influye en el desarrollo integral del niño, ya que no sólo interviene en la


transmisión del saber científico, culturalmente organizado, sino que influye en
la socialización e individualización del niño, desarrollando las relaciones
afectivas, la habilidad para participar en las situaciones sociales (juegos,
trabajos en grupo), las destrezas de comunicación, las conductas presociales y
la propia identidad personal. Respecto a la identidad personal el niño cuando
entra en la escuela viene acompañado de un grupo de experiencias previas
que le permiten tener un concepto de sí mismo que se va a encontrar
reafirmado o no por el concepto que los demás van a tener de él, lo que
supondrá una ampliación de su mundo de relaciones.

En el desarrollo afectivo-social del niño, la escuela y los compañeros ocupan


un lugar muy importante. El comportamiento del niño está influenciado por el
tipo de relaciones que tiene con “sus iguales”. El lugar que ocupa en clase y las
calificaciones que obtenga son indicadores de su posición con respecto a sus
compañeros, cuando se siente aceptado, el sujeto reafirma su autoestima y
autoconcepto, por el contrario, cuando existe rechazo, infravalora su propia
estima.

La escuela contribuye a desarrollar la capacidad intelectual del niño. En esta


etapa comenzará a recibir evaluaciones de sus maestros, de sus compañeros y
de sus padres, de acuerdo a sus disposiciones naturales y a su rendimiento,
dicha evaluación influirá en su autoconcepto y en la forma de percibir su propio
proceso de aprendizaje, lo que contribuirá a mejorar o a dificultar dicho
rendimiento. En esta etapa en el niño se va desarrollando el pensamiento y las
capacidades intelectuales básicas.

Desde los 6 años, las relaciones con otros niños aumentan y se consolidan; así
se van formando las "sociedades" infantiles que son clave en el desarrollo de la
autonomía infantil. Los padres y educadores deben fomentar dichas relaciones,
nunca inhibirlas para no interferir en su consecución. Entre los 8 y 11 años
pueden comenzar a manifestarse algunos trastornos de la vida afectiva y lo
hacen a través de dificultades de aprendizaje. Niños que hasta el momento han
mantenido un ritmo académico satisfactorio empiezan a cambiar, sus
calificaciones se resienten sin motivo aparente que lo justifique. La vida afectiva
del preadolescente se caracteriza por un afán de emancipación, independencia
y libertad, ya no es un niño y no quiere que se le trate como tal, quiere hacer lo
que le agrade sin que nadie le diga lo que tiene que hacer. Este afán de
independencia y autodeterminación es la raíz de una serie de formas de
comportamiento que han llevado a designar a este estadio como "segunda
edad de obstinación". A consecuencia de esto, la unión con la familia es menor,
se sublevan ante todo lo que representa sujeción y tutela, en casa se
comportan de forma extraña, no quieren salir con sus padres y se avergüenzan
de ellos, los critican y se inicia un distanciamiento comunicativo, pero al mismo
tiempo tienen sentimientos contradictorios, saben que dependen de ellos y que
los necesitan, pero su deseo de libertad e independencia es más fuerte y eso
los lleva a verlos como "controladores de su vida"

Si a los cambios evolutivos, le añadimos problemas carenciales, ambientales-


familiares, los niños-adolescentes buscan un padre o una madre ideales, pero
no suelen encontrar esa figura y… viene la decepción, entonces el profesor
puede convertirse en ese ideal que no han encontrado en el hogar familiar. El
profesor debe comprender la situación y no rechazar esa relación, pero debe
saber actuar para que no exista confusión en el niño respecto a los roles que
11 cada uno representa, debe ser consejero, orientador, educador, servirle de
apoyo, etc. pero nunca debe intentar “suplir” la figura del padre o de la madre.
Siempre debe contar con los padres y hacerles participar en el proceso
educativo de sus hijos para evitar intervenciones, de la escuela y de la familia,
opuestas y contraproducentes. Actuando así, ambas instituciones contribuirán
a mejorar el desarrollo intelectual, afectivo y social del niño.

 LA SOCIEDAD

El niño es un ser social desde el momento de su nacimiento, necesita de los


demás para resolver sus necesidades básicas, entre estas necesidades, como
estoy comentando a lo largo de esta exposición, se encuentra el desarrollo de
la afectividad.

La relación que el niño establece con su entorno no es algo pasivo, sino que
está basada en la transmisión de su modo peculiar de actuar y pensar, es
decir, de su propia individualidad, frente al grupo en el que se desenvuelve;
pero a su vez, dicho grupo le influye en la adquisición de una serie de actitudes
(responsabilidad, solidaridad, toma de decisión, etc.) que determinan su
conducta y sus relaciones con los demás miembros del grupo. Según va
satisfaciendo sus necesidades biológicas, psíquicas, sociales, culturales, etc. el
niño se va motivando para incorporarse de forma efectiva al grupo,
estableciendo una serie de relaciones interpersonales conductuales, tan
necesarias para él como para el grupo.

De forma generalizada, se puede decir que los adolescentes que tienen buena
relación con los amigos, en general, también tienen buenas relaciones con los
padres y la mayoría de los adolescentes necesitan de ambos para realizar una
transición sana hacia la vida adulta.

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