Lectura Opinión Pública
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OPINIÓN PÚBLICA
Este uso tiene unas connotaciones negativas en el sentido que se la opone a racional,
y se la relaciona con el sentimiento.
Por su parte, el término público proviene del latín publicus, que a su vez es una
derivación de poplicus o populus, que significa el pueblo. Pero había dos sentidos
diferentes del pueblo. En un primer sentido el término hace referencia al acceso
común, como “lugar público”, espacios comunes de acceso abierto (un mercado, una
plaza, etc.). El concepto de apertura, accesibilidad. Esta noción continúa en la
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actualidad. Por ejemplo, si decimos “hacer público” significa hacer algo accesible a la
mayoría.
El otro uso del término refiere a cuestiones de interés general o común, al bien común,
y más concretamente a asuntos relacionados con la administración o el Estado.
Afirmaba que “sólo los locos, los teóricos puros o los aprendices dejan de tener en
cuenta la opinión pública”.
En definitiva los cafés, y los salones de la Ilustración dieron lugar a la idea original de
opinión aunque los escritos del XVIII no terminaron, ni mucho menos, de precisar el
concepto, pero sí que se unió a la discusión, al intercambio de información al bien
común, perfilándose como un nuevo y poderoso instrumento para examinar las
acciones del gobierno. Sin embargo no son precisos en cómo la OP debía de influir en
el Estado.
Sería a lo largo del XVIII y principios del XIX, concretamente con los trabajos de Mil y
Bentham con los que se atribuye un papel político mucho más formal a la opinión
pública en el gobierno apoyándose en términos legislativos y electorales. Estos
autores piensan que la gente actúa por intereses egoístas y particulares, por lo tanto
era necesario un mecanismo que arbitrase intereses tan distintos. La solución: el
gobierno de la mayoría, establecido por elecciones. En esta visión la OP se asimila
con “la reunión de intereses de los hombres de una comunidad”.
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Por tanto el pensamiento liberal, como Rousseau, vio la opinión pública como una
forma de realizar la voluntad común, que se manifestaba en el debate igualitario y
razonado; mientras que en la nueva versión la OP se concreta en el gobierno de la
mayoría dentro de un modelo democrático en la que se asimila con “la idea más
comúnmente sostenida” (que no siempre se identifica con el bien común), la elección
de la mayoría expresada en elecciones regulares. El público que en un principio se
identificaba con las clases ilustradas que frecuentaban los cafés se identifica en esta
versión con el electorado.
Fue a finales del XIX cuando la Opinión Pública se encontró sometida a cada vez más
frecuentes análisis empíricos al estilo de las ciencias sociales, que cada vez cobraban
más fuerza y representatividad como disciplinas científicas. A los científicos les
intrigaba esa nueva fuerza social que iba ganado poder, y se expandía a una mayor
población, a través de los avances en educación y en medios de comunicación.
Veámoslos.
A) Falta de competencia: Refiere a las reservas sobre la capacidad del público para
opinar en los asuntos públicos.
Quizás una de las posturas más críticas sobre la Opinión Pública ha sido la de
Lippmann en su obra Public Opinion: Su tesis es que la democracia pide demasiado
altos ciudadanos ordinarios, máxime cuando éstos además tienen poco interés en ese
tipo de asuntos. El conocimiento correcto e incluso exacto que debieran tener los
ciudadanos para tener una opinión formada e informada es sencillamente imposible.
Afirma que "el mundo político queda fuera de su alcance, de su vista y de su mente”.
Los individuos forman sus opiniones a través de informaciones gravemente
incompletas, sesgadas cuando por ellos mismos (temores, prejuicios, ideas
preconcebidas, etc.) o por los medios de difusión (la prensa misma contribuye, para
este autor, a perjudicar la Opinión Pública)
Son muchos los analistas que han tratado este problema, y ven que ese poder pueda
resultar problemático. Incluso puede condicionar las actuaciones políticas, ya que los
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políticos estarán más preocupados por descubrir cuál es esa opinión y obedecerla
(tema violencia doméstica), que de crear una Opinión Pública sólida.
La solución indudablemente pasa una vez más por la formación de una individualidad
fuerte que asegure los asuntos minoritarios sean adecuadamente protegidos.
Aunque hay más temas que estos 5, todos ellos son de gran importancia en nuestra
sociedad actual, sobre las que se va investigando para abrir nuevas vías de estudio.
Algunos de los estudios que no siguieron esa línea fueron los de Park8, a quienes la
atribuye el acierto de entender que tanto la multitud como el público son mecanismos
de adaptación social y cambio, formas sociales transitorias utilizadas por los grupos
sociales para transformarse en nuevas organizaciones. Pueden ser caminos para la
creación de entidades sociales totalmente nuevas. Ninguno de los dos son grupos
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formalmente organizados (están en formación). Y ambos están dominados por una
fuerza colectiva, pero que aún no se ha convertido en norma social.
Park indica diferencias entre ellos. Mientras que la multitud se une por emociones
compartidas donde lo único que se necesita es empatizar o compartir un sentimiento;
el público se caracteriza por la oposición y el discurso racional, se genera como
respuesta meditada a una cuestión. Afirma que cuando el público deja de ser crítico se
convierte en multitud.
Lo que une a las masas no es una emoción compartida (como sucede en la multitud)
ni el desacuerdo o la discusión (el público) sino un foco de interés común, algo que
atrae a la gente fuera de lis límites de su experiencia restringida. Lo que consigue la
masa es según Blúmer “atraer la atención de la gente fuera de su cultura local y su
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esfera vital, dirigiéndola hacia un universo más amplio, hacia áreas que no están
definidas o cubiertas por reglas...”.
Este mismo autor nos indica que la conducta de masa va creciendo significativamente
en las sociedades industriales, modernas y urbanas, como consecuencia entre otras
cosas de haberles alejado de “sus raíces costumbristas” lanzarlos a un mundo más
amplio, la creciente movilidad, los medios de comunicación de masas y la educación.
Es más pensaba que la masa iba poco a poco sobrepasando al público, porque
factores como el desarraigo de la vida local, expansión de las agencias de
comunicación, multiplicidad de asuntos públicos, ha empujado a actuar “más a la
gente por selección natural, más que participando en una discusión pública”. Como
consecuencia el público y la masa están cada vez más entremezclados, y son más
difíciles de distinguir.
Esta misma idea fue desarrollada por Mills quien opina que la masa había suplantado
al público en la sociedad americana. Piensa que en las condiciones modernas
favorecen mucho más la masa que la op, en especial por cuatro razones:
1) Son muchas menos las personas que expresan opiniones que las que la
reciben, ya que la mayoría se convierte en una serie abstracta de personas
receptores de información transmitida por los media.
2) En los sistemas de comunicación mediática es imposible la respuesta
inmediata.
3) La realización de la opinión está controlada por autoridades que controlan y
organizan los canales de acción.
4) La masa no tiene autorización de las instituciones, sino que al contrario agente
de las instituciones autorizadas se incorporan a esta masa (periodistas de
simpatizantes).
Como resultado de todo esto hay pocas discusiones reales en la vida política
moderna, y cualquier discusión que se produzca no puede considerarse del todo
auténtica, ya que está mediatizada en gran medida por los medios de comunicación.
Otros autores han adoptado puntos de vista más optimistas, pero la distinción básica
conceptual entre masa y público se mantiene: desde la perspectiva sociológica el
público se considera como una colectividad imprecisamente organizada que surge en
el transcurso de una discusión en torno a una cuestión; mientras que la masa se basa
sólo en una atención común hacia un asunto y compuesta por respuestas
idiosincrásicas formadas lejos de cualquier debate o discusión; el público se distingue
por una resolución colectiva de algún problema por medio de argumentos o réplicas.
A) Fases de desarrollo.
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1) Fase del problema. Una situación es considera como problemática por una persona
o por un grupo determinado y con el tiempo es considerado como tal. En estafase la
indeterminación caracteriza al problema y a sus consecuencias. Hay un alto grado de
indeterminación en la gente que a menudo no sabe lo que quiere.
Esta fase acaba con una decisión para llevar a cabo un plan específico de acción.
B) Composición y variación.
Los actores son los que intentan influir directamente en los asuntos públicos. Sedan
cuenta del problema. Proponen soluciones e intentan persuadir a los demás. Los
espectadores, componen la audiencia de los actores. Sin embargo hay que aclarar
que la distinción entre actores y espectadores no es definitiva, y que lo más frecuente
es que haya mezcla de los dos. Además los miembros de estos estratos cambian
según el tema, no están totalmente definidos.
Por otra parte, los asuntos no surgen sólo por los esfuerzos de los actores ¿por qué
unos asuntos calan en una audiencia amplia y otros no? Muchos temas potenciales de
la comunidad no consiguen convertirse en asuntos públicos porque se ven
desacreditados por fuertes antagonismos, otros son fácilmente relacionables con
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grupos de intereses; por otra parte las mismas características del tema (complejidad,
importancia social etc.) pueden influir. Pero la clave del éxito está en la forma en que
los actores definen el problema y las acciones alternativas. Las primeras fases de la
formación de la opinión (del problema y de la propuesta) determinan las facciones del
electorado que se activará y por tanto hasta qué punto y con qué profundidad se
dividirá el público durante la fase política. En la conclusión de la fase política, una vez
que el asunto está debatido y decidido, su público, en principio, retrocede debido al
agotamiento y la reducción de la comunicación. Pero las asociaciones, alienaciones y
escisiones formadas en la respuesta pública al problema persisten. El público
remanente de un asunto forma así la materia prima para nuevos asuntos y nuevos
públicos.
La identificación del público con la totalidad de la población arraigó con fuerza en los
círculos de investigación y pronto se consideró el sustrato que sostiene la mayoría de
las prácticas de encuesta. Los iniciadores de las encuestas de opinión (años30),
estaban entusiasmados con la idea de proporcionar una voz al pueblo, y que ésta
soyera con fuerza. La decisión de considerar al público como el conjunto de todos los
ciudadanos fue una decisión democrática populista.
Pero el público en general, en este sentido no es como se identifica con el sentido más
tradicional del término. Muchos años de investigación han confirmado los temores de
Liman y Bryce15acerca de que la mayor parte de la población es desinteresada y
desinformada sobre los asuntos públicos. Key descubrió ya en 1961que casi un 10%
no presta ninguna atención a las elecciones presidenciales. Neumann llegó a la
conclusión de que un 66% de la población americana tiene poco o ningún interés por
la política.
Los puntos de vista dados a los encuestadores son en gran medida opiniones dela
masa. Lo que no significa que carezcan de importancia o de significado social. Es
más, el hecho de que los sondeos de opinión tengan un protagonismo
institucionalizado en la esfera política ha dado a la opinión de masas un impulso
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creciente en la esfera política. Aunque se reconoce que la opinión de masas es
superficial, se sigue equiparando con el público en muchos estudios.
Otra entidad identificada con el público es el electorado: el público que vota. Se trata
de un colectivo indiferenciado que supone aproximadamente el 70% de la población
occidental y en algunas elecciones la cifra es menor. El electorado es una delas
definiciones operacionales más comunes del público, y los resultados electorales ese
ejemplo más gráfico de la opinión pública de la sociedad occidental.
No hay duda de que el acto de votar es una clara manifestación de una opinión, es
incluso una forma de participación en el debate público. Sin embargo, el hecho de que
haya participado en unas elecciones no supone que haya reflexionado sobre todas las
posibilidades. Las investigaciones demuestran que gran parte del electorado va a votar
sin mucha información que manejar en su decisión (votantes desinformados).
Otra concepción es la que cita como el público atento. Del 70% de las personas que
van a votar, sólo el 50% está realmente atento a los problemas públicos. En el
electorado se incluyen muchas personas que ni están implicadas en temas sociales ni
son activas políticamente.
La investigación sobre la atención a las noticias políticas confirma la idea de que hay
un estrato más o menos estable de la población que presta atención a estos temas.
Devine utiliza 5 medidas de reconocimiento: interés general en política, interés
encampanas electorales, hablar sobre política y lectura sobre política en revistas.
Sobre esta base clasificó a un tercio de la población como generalmente atento. Es un
grupo bastante heterogéneo, aunque las variables socioeconómicas guardan bastante
relación con pertenecer a esta categoría.
Este colectivo son mucho más activos que los otros en los debates públicos, suenen
con mayor facilidad a las manifestaciones o llevan emblemas de las campañas, y
tienen unas diez veces más probabilidades de escribir sobre temas de interés público.
Si damos un paso más nos encontramos con el público activo. Se trata de un grupo
mucho más pequeño que puede ser el 15% del público atento. Son los actores en el
esquema anterior.
Estos miembros activos a veces se les consideran como la elite, término que se usa
con bastante frecuencia. Incluso hay analistas que equiparan la opinión de la elite con
la opinión efectiva: quien moviliza a las elites moviliza al público.
Sin embargo, y a pesar de todo ello los dos conceptos tienen matices diferentes.
Concretamente se apunta a tres diferencias básicas:
2) Aunque los dos impliquen acuerdo o desacuerdo, la actitud incide más en el afecto
(gustos o fobias), y la opinión, indica más hacia el conocimiento, a modo de decisiones
conscientes de apoyo u oposición.
3) La actitud se entiende más como una orientación global, perdurable, mientras que la
opinión se entiende como más coyuntural, referida a un tema concreto en una
situación determinada.
En relación al primero, digamos que Thurstone fue uno de los primeros analistas que
diseñó una distinción conceptual entre ambos conceptos. Al intentar medir actitudes,
observó que nunca eran directamente accesibles al investigador. Había que inferirlas
de las opiniones expresadas o de cualquier otra conducta pública. Definía actitud
como una disposición subyacente a responder ante una situación de una forma dada,
y la opinión como la respuesta misma. Las opiniones eran expresiones manifiestas y
por tanto indicadoras de actitudes latentes no directamente observables.
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Aunque para este autor esta distinción resultaba ser más metodológica que real (el
mismo en bastantes ocasiones los utilizaba indistintamente), sí que esta distinción caló
en ámbitos científicos, de tal manera que para poder hablar de opiniones éstas debían
estar expresadas.
Allport afina un poco más e insiste en que aunque las opiniones han de ser
verbalizadas, los estudios sobre la opinión no deben olvidar aquellas opiniones que las
personas pueden tener y no expresar, porque las opiniones pueden pertenecer
también al ámbito de lo privado o internas. A lo cual se responde que las expresiones
para tener un peso social han de manifestarse públicamente.
No obstante, tampoco está distinción se mantiene con mucha fuerza ya que los
investigadores son conscientes de que las opiniones muchas veces no son tan
meditadas, sino impulsivas, respuestas o a sentimientos concretos. De manera, que
ninguno de los términos se pueden identificar plenamente con afecto, uno y
racionalidad, el otro, de forma tajante.
El tercer aspecto indicado, entiende las actitudes como una especie de cimentación
básica de la que van saliendo posiciones a temas concretos. Opiniones como
adaptaciones de las actitudes ante situaciones concretas. Las opiniones eran
respuestas ante sucesos concretos mientras que las actitudes referían a los motivos
más profundos que subyacían a esos posicionamientos.
De manera, que ambas pueden divergir, sobre todo cuando un tema enfrenta dos
actitudes potencialmente conflictivas. Hay ocasiones en que las personas pueden
ocultar sus verdaderos sentimientos, y además la opinión puede implicar una elección
meditada entre alternativas concretas en un entorno determinado.
Está constatado que las personas pueden expresar opiniones muy diferentes de sus
verdaderos puntos de vista privados o íntimos, sobre todo si están sujetos a presión
social. Cuando se espera oposición, puede haber cambio de posiciones expresadas, o
incluso abstenerse de dar opiniones. Por otra parte, es cierto que no es necesario
haber desarrollado un juicio subyacente o una preferencia para expresar una opinión
sobre un tema.
Hay investigaciones que demuestran que las respuestas que se dan en las encuestas
son inestables, son respuestas no formadas y sobre las que no se ha meditado.
A veces incluso, cuando se analizan, son respuestas inconsecuentes con sus puntos
de vista políticos o sociales. Todo ello sugiere que las opiniones son sólo conductas o
respuestas superficiales que no implican necesariamente una actitud o resolución
subyacente (en contra de todo lo dicho anteriormente). Las opiniones pueden ser sólo
respuestas efímeras construidas en el momento.
Pero pese a todo ello, se sigue investigando, y mucho, sobre los elementos que
sostienen la opinión (actitudes, esquemas, valores, identificaciones de grupo) que se
caracterizan por:
A) Esquemas.
Un esquema es una estructura cognitiva que representa el conocimiento general que
alguien tiene sobre algo. Un sistema de ideas inferidas relacionadas con cualquier
concepto (persona: María, grupo: los profesores, acontecimiento: la guerra, etc.)El
esquema una vez activado funciona como un filtro perceptual a través del cuales pasa
y se selecciona la información relevante sobre una cuestión pública.
Estos esquemas pueden formar la base para una serie de inferencias hechas en
respuesta a informaciones sobre cuestiones públicas. Un esquema activado trae a
lamente un conjunto de ideas interrelacionadas que afectan, influyen y condicionan las
asociaciones que las personas hacen al considerar información nueva.
Las teorías sobre el procesamiento de información esquemática han tenido una gran
influencia en las investigaciones sobre la opinión pública. Incluso el concepto de
actitud ha sido últimamente recreado como una subclase especial de esquema. Según
esta concepción, las actitudes serían redes de creencias interconectadas respecto a
un objeto particular unido a un sentimiento general (bueno o malo) respecto a él.
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Las actitudes sirven como instrumentos perceptuales y cognitivos que ayudan a
organizar los pensamientos sobre los objetos. Su función principal es la de simplificar
la labor de evaluar objetos. Si las estructuras de actitud existen se reduce muchísimo
la necesidad constante y pesada de evaluar la nueva información. Cuando una actitud
queso sostiene durante tiempo respecto a algo concreto se evoca, se puede formar
rápidamente un juicio en la mente, de manera que la información y procesos cognitivos
subsiguientes quedan sujetos a una interpretación selectiva.
B) Valores.
Los valores son otra construcción teórica subyacente a la formación de las opiniones.
Los valores se conceptualizan como creencias evaluadoras, pero tiene la cualidad de
ser creencias sobre lo que es deseable y lo que no, sea como un fin o un estado; que
funcionan normalmente como pautas para la conducta personal o social, y como
planes que guían la acción personal.
Los valores han sido incorporados a la investigación sobre los efectos de los medios
de comunicación y empleados, sobre todo, en estudios sobre la opinión pública.
Filman descubrió que las mediciones del apoyo hacia algunos valores políticos básicos
podrían explicar una cantidad sustancial de variaciones en las opiniones sobre
políticas públicas específicas (ejemplo: apoyo a la igualdad de género)
C) Identificaciones de grupo.
Otro concepto que encontramos tras las opiniones es lo que se viene denominando el
auto concepto, que en gran medida se basa en las diferentes identificaciones de los
grupos a los que pertenecen o se identifican las personas.
Muchos estudios de psicosociología se han interesado por ver cómo la unión con los
grupos puede influir en los pensamientos y conductas de los individuos, o qué
perspectiva de grupo emplea una persona al definirse y reaccionar en diferentes
situaciones (ejemplo: madre o profesional)
Turner define el auto concepto como un sistema integrado cognitivo que incluye dos
subsistemas primarios: la identidad personal, o creencia sobre la unicidad delas
propias características, gustos personales y atributos (ejemplo: soy honrado, soy
equilibrado, soy visceral); y la identidad social, compuesta por las creencias sobre la
propia pertenencia a varios grupos o categorías sociales formales o informales
(ejemplo: soy católica, soy madre, soy profesora).
De manera, que una opinión expresada resulta de una especie de cálculo mental.
Porque una opinión meditada y calculada depende en gran medida de las creencias
específicas, las actitudes, los valores o las identificaciones de grupo evocadas por
lamente, unidos a los diferentes entornos en los que se puede encontrar la persona
querocharan diversas opiniones incluso en el mismo individuo.
La gran aportación de Lippmann sobre otros autores del SXX fue su realismo y su
entendimiento de las emociones y razonamiento humano. Captó con gran suspicacia
la diferencia entre las percepciones que tienen las personas de primera mano, y las
que proceden de otras fuentes, especialmente de los medios de comunicación. Y
observó cómo esa diferencia se difumina tanto que la gente no es consciente de ella.
Las personas tienden a adaptar la experiencia indirecta tan completamente que sus
experiencias directas e indirectas se convierten en indiscernibles.
Las imágenes de la realidad son la realidad. No importa cuál sea la realidad, sólo
cuentan nuestras suposiciones sobre ella, ellas determinan lo que hacemos. Lo que no
se cuenta no existe, o si se prefiere, sus posibilidades de formar parte de la realidad
percibida son mínimas.
La cultura mediática consiste en lo que seleccionan del mundo y nos ofrecen los
medios de comunicación. Parece que la opinión pública y la opinión publicada son
básicamente lo mismo. Se ve lo que se espera ver. En definitiva, su mayor logro
consistió en mostrar cómo se transmite y cómo se impone la opinión Nuestro otro
autor, Niklas Luhmann, coincide con Lippmann en describir conoce realiza el consenso
social, la reducción de la complejidad cognitiva que hace posible la comunicación. Los
contenidos de los dos son muy parecidos, incluso parece que sóleos distinguen en los
términos que usan. Mientras que uno habla de estereotipos el otro habla de la
necesidad de encontrar fórmulas verbales para que comiencen los procesos de
opinión
Las fórmulas son necesarias para hacer que un tema merezca ser discutido o
negociado. Para Luhmann la opinión ha cumplido su función cuando ha llevado un
tema la mesa de negociación. Los procesos de opinión, regulan el foco de la atención
pública. La atención general se orienta durante un tiempo hacia un tema apremiante, y
en ese breve espacio de tiempo hay que encontrar una solución, porque en el campo
dela comunicación de masas hay que contar con rápidos cambios de interés.
a) agenda de los medios periodísticos: repertorio destacado por los medios, temas que
éstos consideran relevantes.
b) Agenda política: temas que, de manera generalizada, la colectividad estima que son
los temas a tener en cuenta, o son considerados de referencia común general.
Esto es, los medios, como afirma Fermín Bouza, han terminado por configurar una
nueva realidad, especialmente en el mundo político, en la que los propios medios son
sus más destacados protagonistas. La astucia y sutileza comunicativa se ha
convertido en una fuerza de poder en sí misma.
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