Clase 010 - Virtudes - Pureza

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Destinar los primeros 5 minutos de la clase para conversar y realizar seguimiento a la tarea propuesta sobre la

lectura de los capítulos del libro de la Imitación de Cristo.

Es la virtud blanca: Es la virtud de la belleza, de la blancura del alma.


Es la virtud clara: es la virtud de la luz, el alma casta está envuelta en la claridad de la luz divina.
Es la virtud de María: es la más querida, buscada y custodiada de la Santísima Virgen María.

Castidad: Es la virtud sobrenatural moderativa del apetito sexual. Es verdaderamente angélica, por cuanto hace
al hombre semejante a los ángeles. Se logra a base de continua vigilancia, oración y fuerte mortificación.

Es la virtud que "concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar" (Catecismo, 2332). La


castidad se ordena al amor; y sin ella no se puede vivir la caridad. Es una exigencia de la ley moral natural

“Bienaventurados los puros de corazón– dijo el Señor –porque ellos verán a Dios” (Mt 5, 8). La castidad es una
exigencia de la dignidad del cuerpo humano, con el que debemos amar a Dios en esta tierra: "¿O no sabéis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os
pertenecéis?" (I Cor 6,18-19).

Es una virtud que es necesaria vivir en todos los estados de vida. Para un laico que no ha contraído matrimonio o
es viudo es la virtud que se practica en la continencia. Para una persona que ha tomado la vida consagrada se
practica la abstención voluntaria y perpetua de los actos conyugales.

Aun en todos los casos es virtud que modera y regula y ordena los apetitos desordenados de la carne.

La lujuria es el vicio más vil y degradantes de todos cuantos se pueden cometer, aunque no sea el mayor de
todos los pecados.

El placer, en sí mismo, no es malo. Lo que es malo es su desorden.

A raíz de la caída original del género humano se rompió el equilibrio de nuestras facultades, que sometía
plenamente a la razón nuestros apetitos inferiores; y, a consecuencia de esa ruptura, el apetito al placer se
levanta muchas veces contra las exigencias de la razón y nos empuja hacia el pecado.

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El uso inmoderado de los placeres lícitos sirve con frecuencia de aliciente e incentivo a los desordenados e
ilícitos.

Los apetitos carnales tienen las dos tendencias más necesarias para la conservación del individuo y de la especie:
la nutrición (comer) y la generación (acto sexual). Esta inclinación es natural y buena… el problema viene cuando
se desordena.

Los placeres de la mesa preparan los de la carne; la gula es la antesala de la lujuria. Modera tu manera de comer
y controlarás tus pasiones.

“El hombre animal no percibe las cosas del Espíritu de Dios; son para él locura y no puede entenderlas, porque
hay que juzgarlas espiritualmente”(1 Cor 2,14).

Decía San Hilarión a su espíritu carnal: “Yo haré, asnillo, que no tires coces, porque te quitaré la cebada y te daré
solamente paja; te mataré de hambre y de sed; te pondré cargas pesadas, te fatigaré con calores y hielos, para
que así piense antes en la comida que en la lascivia”1

La lucha contra la propia sensualidad no se acaba sino con la muerte.

4.5.4.1 REMEDIOS DE ORDEN NATURAL


Mortificación en las cosas lícitas
Amar el sufrimiento y la cruz
Combatir la ociosidad
Huir de las ocasiones de pecado

4.5.4.2 REMEDIOS DE ORDEN SOBRENATURAL


Considerar la dignidad del cristiano
Considerar el premio de la virtud y el castigo del pecado: “Un momento dura lo que deleita y
eternamente lo que atormente” (San Gregorio)
Meditar la pasión de Cristo
La oración humilde y perseverante
Una entrañable devoción a la Virgen María
La frecuencia de los Sacramentos

1
Citado en: Osés, S. (s.f.) Sed Perfectos. Quito: Jesús de la Misericordia. Pág. 500.

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No es bueno recordar los pecados de lujuria que cometimos pues éstos, en vez de generar contrición, serán
tentación.

Saberse más débil de lo que cree:“El sabio teme el mal y de él se aparte, el necio es arrogante y se confía” (Prov
14,16). Por debilidad de carne cayó Adán, David, Salomón y Sansón ¿eres tú más fuerte que ellos? ¿Por qué
entonces eres tan imprudente?

Guarda de la mirada

“No conviene mirar lo que no es lícito desear; porque os llevarán las cosas tras sí; si las miráis, arrebatarán y
robarán vuestro corazón, y cuando menos lo penséis, os hallaréis preso y cautivo” (San Gregorio)2.

El Rey David pecó porque “vio” (cf. 2 Sam 11,2).

“Con mis ojos hice el pacto de no fijarme en doncella” (Job 31,1).

El Señor advierte sobre las miradas: “Pues yo os digo que todo el que mira con deseo a una mujer ya cometió
adulterio con ella en su corazón” (Mt 5,28)

El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios
para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia
a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. "La castidad nos
recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos" (S. Agustín, conf. 10,29; 40).
(Catecismo, 2340)

4.5.6.1 LA INTEGRIDAD DE LA PERSONA

“La castidad comporta un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La
alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace
desgraciado (cf Si 1,22). "La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección
consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego
impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda

2
Citado en: Osés, S. (s.f.) Sed Perfectos. Quito: Jesús de la Misericordia. Pág. 489.

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esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los
medios adecuados" (GS 17)”. (Catecismo, 2339)

“La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de razón
las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana. El dominio de sí es una obra que dura toda la vida.
Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo repetido en todas las edades
de la vida (cfTt 2,1-6). El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma
la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.

La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la imperfección y, muy a
menudo, por el pecado. "Pero, el hombre, llamado a vivir responsablemente el designio sabio y amoroso de
Dios, es un ser histórico que se construye día a día con sus opciones numerosas y libres; por esto él conoce,
ama y realiza el bien moral según las diversas etapas de crecimiento" (FC 34).

La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica también un esfuerzo cultural pues "el
desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad misma están mutuamente condicionados"
(GS 25,1). La castidad supone el respeto de los derechos de la persona, en particular, el de recibir una
información y una educación que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida humana.

La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto de la obra espiritual (cfGál
5,22). El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de
Cristo (cf 1 Jn 3,3)”. (Catecismo, 2341-2345)

4.5.6.2 LA INTEGRIDAD DEL DON DE SI

“La caridad es la forma de todas las virtudes. Bajo su influencia, la castidad aparece como una escuela de
donación de la persona. El dominio de sí está ordenado al don de sí mismo. La castidad conduce al que la
practica a ser ante el prójimo un testigo de la fidelidad y de la ternura de Dios.

La virtud de la castidad se desarrolla en la amistad. Indica al discípulo cómo seguir e imitar al que nos eligió
como sus amigos (cfJn 15,15), se dio totalmente a nosotros y nos hace participar de su condición divina. La
castidad es promesa de inmortalidad. La castidad se expresa especialmente en la amistad con el prójimo.
Desarrollada entre personas del mismo sexo o de sexos distintos, la amistad representa un gran bien para
todos. Conduce a la comunión espiritual”. (Catecismo, 2346-2347)

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4.5.6.3 LOS DIVERSOS REGÍMENES DE LA CASTIDAD

“Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha "revestido de Cristo" (Gal 3,27), modelo de toda
castidad.

Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de
su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.

La castidad "debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el
celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras,
de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o celibatarias" (CDF, decl. "Persona
humana" 11). Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad
en la continencia.

Existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las viudas, la tercera de la
virginidad. No alabamos a una con exclusión de las otras. En esto la disciplina de la Iglesia es rica (S.
Ambrosio, vid. 23).

Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento
del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios.
Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal.
Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad”. (Catecismo, 2348-2350)

Gal 5, 19
1 Cor 6, 9 – 11. 15. 18 - 19
1 Tes 4, 3 – 8
Col 3, 5 – 7
1 Tim 9 – 10
Ef 5, 3 – 8

TAREA:
Leer los capítulos 35 al 46 del libro Tercero de la Imitación de Cristo.
Capítulo 35: En esta vida no hay seguridad contra las tentaciones.
Capítulo 46: Confiemos en Dios cuando murmuren de nosotros.

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