Music

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U NIVERSIDAD M ICHOACANA

DE S AN N ICOLÁS DE H IDALGO
FACULTAD DE FILOSOFÍA “SAMUEL RAMOS”

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS “LUIS VILLORO”

DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO

TESIS
“MÚSICA Y ETHOS EN LA ANTIGUA FILOSOFÍA GRIEGA, APROXIMACIÓN A LOS
CONCEPTOS DE ARMONÍA Y RITMO EN PITÁGORAS, PLATÓN Y ARISTÓTELES”

PARA OBTENER EL GRADO DE:


MAESTRO EN FILOSOFÍA DE LA CULTURA

SUSTENTA:
ARTEMIO TOLEDO MIGUEL

Director de tesis:
DOCTOR EN FILOSOFIA VÍCTOR MANUEL PINEDA SANTOYO

Lectores:
DR. EDUARDO GONZÁLEZ DI PIERRO
DR. JUAN ÁLVAREZ CIENFUEGOS FIDALGO

Morelia, Michoacán, mayo de 2015

Trabajo apoyado con beca CONACYT para estudios de maestría 2013-2015


A la memoria de mis padres:
Lydia Ernestina Miguel López
Artemio Toledo Hernández

2
Agradecimientos

Expreso mi agradecimiento al Dr. Víctor Manuel Pineda Santoyo por haberme brindado su
confianza y apoyo para la realización de este trabajo, quien con sus asesorías y consejos
guió y alentó mi trabajo de tesis. Extiendo de igual forma mi agradecimiento a mis lectores,
el Dr. Eduardo González di Pierro, el Dr. Federico Marulanda Rey y el Dr. Juan Álvarez
Cienfuegos, quienes se tomaron el tiempo de leer este trabajo y hacerme oportunas
observaciones. Al igual mi agradecimiento a la Dra. Cristina Ramírez Barreto,
Coordinadora de Posgrado, por asumir su encomienda académica y administrativa con esta
generación de estudiantes de maestría. También agradezco el gesto amable del Dr. Ricardo
Salles, catedrático del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, quien aceptó
fungir como co-asesor y así poder brindarme la oportunidad de realizar una estancia
académica en dicho instituto. No omito mi agradecimiento a mi esposa Liliana y a mis hijos
Andrea y Ártol Andrés, quienes supieron respetar mi encomienda académica.

3
ÍNDICE

Introducción…………………………………………………………………………...…… 6

Capítulo I. Pitágoras y la proporción armónica

1.1 Pitágoras……………………………………………………………………..……. 11
1.2 Música y mito: el origen divino de la música………………………….................. 14
1.3 Música y filosofía…………………………………………………………………. 18
1.4 Etimofonía, una arqueología de la armonía…………………………….…………. 21
1.5 Número y armonía………………………………………………………...………. 26
1.6 La escala de Pitágoras…………………………………………………………….. 29
1.7 El impulso artístico de Pitágoras………………………………………..………… 34

Capítulo II. Platón y la armonía del alma

2.1 La influencia pitagórica en el pensamiento de Platón……………….…………… 41


2.2 La ciencia armónica…………………………………………………………...…. 45
2.3 Ritmo y armonía en Platón……………………………………………………….. 48
2.4 Sobre la armonía en el Timeo…………………………………………………….. 51
2.5 De la armonía cósmica a la armonía de la polis……………………………..…… 56
2.6 Sobre los modos musicales en Platón……………………………………….…… 60
2.7 El arco y la lira, o sobre el valor y la medida……………………………….……. 70

Capítulo III. Música y política en Aristóteles

3.1 La potencia de la música………………………………………………….……… 79


3.1.1 La música como potencia de placer……………………………………………. 83
3.1.2 La música como potencia de purificación………………………………..…….. 86
3.1.3 La música como potencia de educación………………………………….…….. 89
3.2 El ethos aristotélico……………………………………………………….……… 93
3.3 Politeía………………………………………………………………………..….. 96
3.3.1 Zoon politikón………………………………………………………………… 102
3.3.2 Música y política……………………………………………………………… 104
3.4 Sobre el movimiento sonoro……………………………………………….…… 108

Conclusión………………………………………………………………………….……. 114

Bibliografía………………………….……………………………………………………123

4
RESUMEN

En el presente trabajo se analizarán conceptos y problemas referentes al ritmo y a la


armonía en la antigua filosofía griega, y para llevar a cabo dicha tarea analizaremos las
posturas de tres grandes pensadores: Pitágoras, Platón y Aristóteles. El objetivo de esta
investigación es la de clarificar y comprender por qué el ritmo y la armonía son factores
determinantes en la conformación no sólo del ethos, sino también de la cultura. Y para esto,
incursionaremos en el campo de la música griega antigua con el fin de comparar
analógicamente a ésta con ese otro constructo llamado cultura.

PALABRAS CLAVE: RITMO, ARMONÍA, MÚSICA, ETHOS, CULTURA.

ABSTRACT

In this paper concepts and problems related to rhythm and harmony in ancient Greek
philosophy will be analyzed, and to carry out this task analyze the positions of three great
thinkers: Pythagoras, Plato and Aristotle. The objective of this research is to clarify and
understand why the rhythm and harmony are determining factors in shaping not only the
ethos, but also of culture. And for this, we will penetrate into the field of the Greek ancient
music in order to compare analogical this one with this another construct called culture.

KEYWORDS: RHYTHM, HARMONY, MUSIC, ETHOS, CULTURE.

5
INTRODUCCIÓN

El estudio de la música fue para los griegos un tema de

profusos resultados, concibiéndose conceptos fundamentales

que permitieron una mejor comprensión de ésta. Pitágoras como

buen matemático desarrolló una teoría musical que cimentó no

sólo el arte sonoro sino que también a la filosofía de la

música. Las repercusiones de estas investigaciones fueron

estéticas, morales, políticas y pedagógicas, lo cual fue

retomado y desarrollado posteriormente por Sócrates, Platón y

Aristóteles, quienes se encargaron de proseguir

principalmente en la indagación sobre la función ético-

política de la música.

¿Por qué la música era considerada como una ciencia y no

como mera fuente de placer auditivo? ¿Qué conceptos

revolucionaron la teoría musical? ¿Cuál era la función de la

música en la escuela pitagórica, en la Academia de Platón y

en el Liceo de Aristóteles? Para responder estas preguntas

revisaremos conceptos y problemas claves en la gestación y

surgimiento de la antigua música griega, logrando una

aproximación que permitirá un reconocimiento de la función de

la música en la filosofía clásica.

Sin duda que el estudio de la música no fue una

actividad banal para los griegos, sino al contrario, fue una

6
directriz que permitió concebir el modo del ser filosófico,

pues a través de la música concebían el movimiento armónico

del intelecto, y esta era la razón por la que no podían

deslindar a la música de la educación.

La tesis de nuestro trabajo asume la idea de que la

cultura está cimentada por dos elementos: el ritmo y la

armonía. Independientemente del carácter que le daban los

griegos a estos dos elementos, ya sea apolíneo o dionisiaco,

dorio o frigio, es indudable que el ritmo y la armonía han

configurado el movimiento y la forma de la cultura. Explicar

cómo y por qué estos dos elementos son fundamentos de la

cultura será razón de nuestra investigación, y para esto será

primordial diferenciar el ritmo ontológico y la armonía

cósmica del ritmo y la armonía netamente cultural. A la par

de esta diferenciación también será fundamental analizar la

dicotomía desorden-orden, pues esto nos dará pauta para

comprender por qué el ritmo y la armonía son ejes de la

cultura. Aclarando lo anterior nos facilitaremos explicar por

qué la educación musical era para los griegos la modalidad

que permitía generar de manera más genuina el sentimiento de

lo bello, esto a través del contacto directo con la armonía y

el ritmo, permitiendo así que el hombre lograra una

conversión más eficaz de lo estético a lo ético.

7
En un primer momento de nuestro proyecto de

investigación quisimos abordar los conceptos de ritmo y

armonía en la filosofía de Aristóteles, sin embargo, dos

razones nos orillaron a modificar nuestro tema, la primera

razón era la estrechez del tema musical en los tratados

aristotélicos, lo cual nos limitaba para la redacción de una

tesis sobre dicho tema; por otra parte, al estar rastreando

los conceptos de ritmo y armonía dentro de la tradición

griega nos percatamos de la necesidad de adentrarnos al

pensamiento de los antecesores de Aristóteles, ya que los

conceptos de ritmo y armonía cargaban con un antecedente

histórico ineludible para su comprensión. Por lo que las

preguntas obligadas que tuvimos que hacernos referente a los

conceptos de ritmo y armonía fueron las siguientes: ¿Quién

fue el precursor de la teoría armónica? ¿Aristóteles fue el

genitor de la filosofía de la música? Dichas preguntas nos

obligaron a indagar tanto en la tradición presocrática como

en la filosofía platónica con el fin de rastrear los orígenes

de la teoría musical. Las respuestas a nuestras interrogantes

las encontramos en el siglo VI a. c., descubriendo que fue

Pitágoras quien se desempeñó como precursor de la filosofía

de la música. Tal razón determinó modificar nuestro proyecto

de investigación, decidiendo abordar este periodo tan

importante, pues es a partir de Pitágoras cuando se genera

8
una serie de interrogantes sobre el valor de la música, dando

como resultado la teoría de la proporción armónica y la

teoría de la psicagogia. La primera es una teoría de la

armonía, mientras que la segunda es explícitamente una

pedagogía de la música. De manera general hemos descrito los

dos ejes que sustentaron las dinámicas filosóficas sobre la

música, exponiendo la razón del por qué decidimos abrir el

tema de la música hacia la doctrina pitagórica.

Por otra parte, para complementar el panorama de la

disertación filosófica sobre la música griega era importante

enfocar nuestra atención en Platón, ya que al ser él heredero

del pensamiento pitagórico era importante considerarlo como

pieza clave para armar el rompecabezas de la teoría musical.

Conocer los conceptos y argumentos platónicos sobre la música

también era fundamental para comprender los sentidos y

significados de la filosofía aristotélica, puesto que el

discípulo de Platón armó su filosofía de la música utilizando

los conceptos musicales de su maestro.

Sin duda que para hablar sobre la música antigua griega

es imprescindible abordar a Pitágoras, a Platón y a

Aristóteles, pues a nuestro parecer en estos tres autores la

consigna era practicar la música para facilitar la filosofía.

9
CAPÍTULO I
PITÁGORAS Y LA PROPORCIÓN
ARMÓNICA

10
1.1 Pitágoras

Hablar sobre Pitágoras puede parecer algo ocioso, ya que

él no dejó sus ideas o teorías por escrito, en este sentido

podría parecer que abordar su pensamiento sería como tratar

de describir la consistencia corporal de un fantasma. El

único texto que sí se le atribuye como de su autoría son los

Versos áureos, los cuales son un tipo de exhortaciones éticas

que, tal parece, eran un tipo de manual para los alumnos de

la escuela pitagórica. Aparte de este texto no se ubica

alguno otro que nos permita conocer con objetividad su

pensamiento. Sus biógrafos atribuyen esta falta de textos a

dos razones, la primera tiene como justificación el carácter

esotérico de la escuela pitagórica, lo cual prohibía la

divulgación de los escritos, hermetizándose aún más con el

voto de silencio que juraban los pitagóricos. Otros divulgan

que la causa de que no existan textos es porque sencillamente

Pitágoras no plasmó por escrito sus ideas, cosa que puede ser

verosímil si se compara con la infructífera redacción

literaria de Sócrates. Diógenes de Laercio en su texto Vida

de los filósofos más ilustres hace un recuento tanto de los

filósofos griegos que sí escribieron alguna obra como de los

que no dejaron texto alguno, incluyendo a Pitágoras en los

segundos, diciéndonos que sólo dejó algunas cartas. Sea cual

fuere la razón real de la inexistencia de textos de

11
Pitágoras, lo cierto es que no existen referencias

bibliográficas en obras de biógrafos y comentaristas respecto

a algún libro de Pitágoras, a excepción de los Versos áureos

que ya habíamos mencionado arriba. Lo que se conoce de

Pitágoras es debido a la dinámica de transmisión oral que se

ha propagado de generación en generación, siendo sus

biógrafos y comentaristas los principales difusores del

pensamiento de Pitágoras, por ejemplo, Platón, Aristóteles,

Herodoto, Plutarco, Diógenes, Porfirio, Jámblico, entre

otros, han sido los divulgadores no sólo del pensamiento de

Pitágoras sino también de las ideas pitagóricas. Porfirio

escribe un texto titulado Vida de Pitágoras, Jámblico escribe

su Vida Pitagórica, Aristóteles escribe un tratado sobre

Pitágoras, el cual según Guthrie fue extraviado, y en la

Metafísica retoma en el libro I los principales temas de la

escuela pitagórica, claro que como aporías. Estas fuentes

antiguas nos permiten conocer las ideas de Pitágoras, aunque

de manera indirecta no de manera superflua, puesto que

gracias a esto se pudo difundir el pensamiento de unos de los

hombres que bautizó el quehacer filosófico: el amor por la

sabiduría.

La figura de Pitágoras es una de las más evocadas en la

historia de las matemáticas, la astronomía y la música,

siendo el pensador de mayor influencia en la formulación y

12
consolidación de éstas, no sólo en territorio griego, sino en

todo occidente. Heredero de la cosmología egipcia y

babilónica, arraigada en la religión y en las matemáticas,

desarrolló una filosofía sustentada por el número, en el cual

veía el origen de la naturaleza, esto le permitió concebir su

teoría del cosmos, en tanto que el número era fundamento del

orden. Teón de Esmirna nos dice lo siguiente respecto a esta

afiliación matemática de los pitagóricos: “(…) según la

doctrina de los pitagóricos, los números son, por decirlo

así, el principio, la fuente y la raíz de todas las cosas.”1

Esta concepción matemática de la naturaleza llevó a Pitágoras

a defender la idea de que el universo es un número que

sustenta al cosmos, es decir, que la realidad es una cantidad

y una medida que regula la estabilidad de la naturaleza. Por

eso para Pitágoras tanto la aritmética como la geometría

permitían describir con certeza, y de manera general, las

leyes del universo. Y desde este cimiento matemático pudo

formular las leyes naturales que dan orden al mundo y al

universo. Tal era la necesidad de utilizar a la matemática en

el estudio de la naturaleza, pues según los pitagóricos, el

principio del equilibrio de las cosas, es decir, las leyes de

la naturaleza, es conmensurable matemáticamente.

1
Teón de Esmirna, “La utilidad de las matemáticas para entender a Platón”, en Jocelyn Godwin, Armonía de
las esferas, Atalanta, España, 2009, p. 59

13
1.2 Música y mito: el origen divino de la música

Cuando abordamos la cuestión de la música al menos dos

aspectos nos remiten a la antigua Grecia: 1. Cuando

preguntamos por la etimología de la palabra música; 2. Cuando

preguntamos sobre la relación entre música y filosofía.

Sobre el primer aspecto, podemos decir que el vínculo

entre música y la antigua Grecia lo percibimos en la

etimología de la palabra música, la cual proviene del vocablo

griego mousiké y éste a la vez proviene de mousa. Mousiké en

su sentido original y primario denotaba una manifestación

múltiple de las artes, así para los griegos tanto la danza,

como la música y la poesía eran unificadas en un mismo

concepto. Para los antiguos griegos la mousiké téchne

significaba, de manera general, el arte de las Musas.

Respecto a las Musas sólo queremos agregar que estas eran

nueve, y a cada una se le asignaba un arte o una ciencia:

(...) a Calíope la poesía épica; a Clío, la historia; a


Polimnia, la pantomima; a Euterpe , la flauta; a Terpsícore,
la poesía ligera y la danza; a Erato, la lírica coral; a
Melpómene, la tragedia; a Talía, la comedia; a Urania, la
astronomía.2

Estas Musas, independientemente de su arte o ciencia, habían

sido privilegiadas con una bella voz, su afinación vocal y la

afición por el canto de todas ellas debió de ser la razón por

la que se derivara el término mousiké del vocablo de Musas.

2
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Barcelona, 1981, p. 368

14
En La Ilíada, al final del canto I, Homero hace mención de

esta habilidad vocal de las Musas, relatando cómo eran

apreciadas en los festines de los dioses olímpicos, en donde

acopladas a la lira de Apolo el musageta hacían gala de sus

cualidades vocales.

Y prolongaron el festín todo el día, hasta que se puso Helios.


Y nadie entre ellos se privó de su ración equitativa de
manjares ni de los sonidos de la lira magnifica pulsada por
Apolo, a cuyo alrededor cantaban con linda voz las Musas.3

Dentro de esta perspectiva podemos visualizar una vertiente

de estudio sobre la música: el origen mítico de la música. En

este ámbito dioses y Musas son protagonistas no sólo en la

ejecución musical, sino también en el descubrimiento de la

música, así como en la invención de instrumentos musicales. Y

en este sentido el origen de la música va emparentado a la

invención de la lira, el aulós y la siringa, todas de

manufactura divina. Por ejemplo, la invención de la lira se

le atribuye a Hermes, hijo de Zeus y Maya, quien

ingeniosamente inventa este instrumento de cuerdas “con la

concha de una tortuga y algunas tripas de vaca”4. Se dice que

dicho descubrimiento fue de manera azarosa, que Hermes iba

caminando y tropezó con una concha de tortuga, la cual tenía

atravesado un tendón de cordero, y el cual produjo un sonido.

Y fue este sonido el que atrajo la atención de Hermes, quien

3
Homero, La iliada, Edimat, España, 2000, p. 43
4
Robert Graves, Los mitos griegos , Planeta, España, 2012, p. 65

15
se afanó por comprender dicho fenómeno acústico para después

idear la lira como instrumento musical. Respecto a la

encordadura del instrumento de la lira Robert Graves nos dice

que esta fue hecha con tripas de vaca, las cuales Hermes

extrajo del ganado de Apolo. Y Hermes por estar en deuda con

Apolo, pues tuvo que robarle algunas de sus vacas para

encordar su instrumento, le regaló a él su lira. Y según fue

así como Apolo se convirtió en un gran tañedor de la lira,

llegando a consagrarse como el dios de la música. Por otra

parte, respecto a la invención de la flauta Robert Graves nos

relata el mito sobre la invención de este instrumento,

dándole el crédito de la invención a la diosa Atenea:

Un día Atenea hizo una flauta doble con huesos de ciervo y


la tocó en un banquete de los dioses. No podía comprender al
principio por qué Hera y Afrodita se reían silenciosamente
tapándose el rostro con las manos, pues su música parecía
complacer a los otros dioses; en consecuencia se dirigió
sola a un bosque frigio, tomó otra vez la flauta junto a un
arroyo y contempló su imagen en el agua mientras tocaba.
Inmediatamente se dio cuenta de lo ridícula que le hacía
parecer el rostro azulado y los carrillos hinchados, por lo
que arrojó la flauta y maldijo a quienquiera que la
recogiera.5

También Aristóteles hace una referencia sobre este mito en el

libro VIII de la Política, aduciendo una razón más apegada al

factor cognitivo para explicar el por qué Atenea se deshizo

de este instrumento, y según fue porque la flauta no era un

instrumento útil para desarrollar las facultades racionales.

5
Obra citada, p. 80

16
(...) dicen que Atenea después de haberla descubierto, la
tiró. Y no está mal afirmar que la diosa lo hizo disgustada
porque la flauta deformaba su rostro. Sin embargo, es más
verosímil que fuera porque la enseñanza de tocar la flauta
no sirve en nada al desarrollo de la inteligencia y a Atenea
es a quien atribuimos la ciencia y el arte.6

Continuando con la invención de instrumentos musicales por

parte de las deidades griegas queremos señalar por último

el invento de la siringa, el cual es atribuido a Pan, quien

en su plan seductor con Siringe, y al ser mal correspondido

por ella inventa la siringa alineando varias cañas, el mito

lo describe de la siguiente manera:

En otra ocasión persiguió a la casta Siringe desde el monte


Liceo hasta el río Ladon, donde se transformó en una caña;
allí, como no podía distinguirla a ella de todas las demás,
tomó varias cañas al azar e hizo con ellas una siringa.7

Lo que queremos remarcar con esta breve descripción mítica de

la invención de los instrumentos es la versión no filosófica

ni científica del origen de la música. Para los antiguos

griegos el mito fue fundamental para corresponder la realidad

con la justificación o explicación de lo dado, es decir, el

mito permitía explicar verosímilmente fenómenos que se le

presentaban al hombre y que a falta de una explicación

científica era válido representar las causas del origen a

través del relato mítico.

6
Aristóteles, Política, 1341b 5, Gredos, Madrid, 1988, p. 472
7
Robert Graves, Los mitos griegos , Planeta, España, 2012, p. 108

17
1.3 Música y filosofía

Por otra parte, respecto a la relación entre música y

filosofía podemos decir que las primeras indagaciones

filosóficas sobre la música están circunscritas dentro de la

antigua tradición pitagórica en tanto que es en este periodo

en donde empieza el cuestionamiento riguroso por dicho

fenómeno. Sin embargo, según María Zambrano a Pitágoras no lo

podemos considerar dentro de esta tradición en tanto que éste

hizo ciencia y no filosofía, esto lo dice de la siguiente

manera: “No fue el pensamiento filosófico en todo su rigor el

fruto del pitagorismo, sino de su desdeñoso antagonista

Aristóteles. Sus dones han sido: música y matemática, dos

hijas del número, no de la palabra.”8 Cierto que Aristóteles

tuvo la iniciativa de empezar a definir la realidad a través

del concepto, sin embargo, la labor pitagórica no la podemos

reducir a mero quehacer científico, ya que su teoría armónica

resquebrajó la esfera científica de la que surgió,

filtrándose al campo de la filosofía. Y si la ética es una

rama de la filosofía, entonces podemos comprender cuál fue el

aporte de Pitágoras en la apertura de este campo a través de

su teoría armónica, con esto podemos afirmar que marcó

históricamente no sólo el inicio de la teoría musical sino

también el inicio de la filosofía. Para María Zambrano y José

8
María Zambrano, El hombre y lo divino, Fondo de Cultura Económica, México, 1995, p.78

18
Vasconcelos esta numerología tiene un aspecto negativo en

tanto que la conversión de la realidad a número roba el

hálito de vida. En este sentido José Vasconcelos lanzó una

fuerte crítica a la teoría matemática de Pitágoras,

reprochando esa actitud científica de reducir a simple número

el ritmo musical:

El concepto de ritmo como nervio interno de todos los


fenómenos está contenido en la doctrina pitagórica del
número y la música. Pitágoras percibió el ritmo que gobierna
las cosas, como se percibe un dato puro de la conciencia;
pero se dejó engañar por una de las formas en que esa
percepción intima se expuso y llevado de ese engaño
intelectualizó, como decimos hoy, la noción del ritmo y
desde ese instante la aniquiló para identificarla con la
idea cuantitativa del número. Sustituyó un valor estético,
como es el ritmo musical, con un valor formal, con una idea,
con el concepto de número. Y al hacer este trueque de la
sustancia por una de sus expresiones, perdió traza de su
valor verdadero. […] el número en sí, nada significa, y la
ley numérica no nos determina la naturaleza del fenómeno
vibratorio.9

Lo primero que podemos preguntarnos respecto a esta cita es

si realmente Pitágoras habla sobre el ritmo como una

categoría fundamental de su teoría, o Vasconcelos confunde la

armonía con el ritmo, a mi parecer el concepto de armonía, y

no el de ritmo, es el eje rector en la sistematización

matemática de la música, por eso Pitágoras decía que lo más

bello era la armonía. Por otra parte, creo que hay una

exageración en condenar al número de Pitágoras, pues la

racionalidad no mata al fenómeno como lo piensan tanto

Vasconcelos como María Zambrano, yo diría que no hay que

9
José Vasconcelos, Pitágoras, una teoría del ritmo, Cultura, México, 1921, pp. 92-93

19
confundir el esqueleto de la radiografía con el cadáver

mismo. Schopenhauer en su libro Pensamiento, palabras y

música valora la teoría pitagórica, la cual se vislumbra no

desde su aspecto estético sino desde su aspecto empírico,

permitiéndonos así “[…] percibir, de modo directo y en

concreto, los grandes números y las relaciones numéricas.”10

Lo que queremos enfatizar en esta breve descripción sobre la

teoría musical de Pitágoras es su trascendencia dentro de la

filosofía. Sin duda que el aspecto matemático de la música no

fue el más abordado y explotado dentro de la filosofía, pero

sí fue un factor determinante para volver los oídos hacia el

fenómeno musical, lo que permitió la indagación y reflexión

por cuestiones más filosóficas que matemáticas, y así poder

edificar una filosofía de la música en épocas posteriores a

Pitágoras.

Sin duda que a Pitágoras se le conoce más como un frio

matemático, sin embargo, su posición como maestro y guía de

la escuela Pitagórica lo llevó a asumir seriamente el papel

de un sensible pedagogo, tomando a la música como un factor

determinante en la educación del ethos, y desde esta

perspectiva se puede uno percatar del desarrollo de temas

filosóficos, es decir del vínculo que se suscitó entre música

y filosofía, en el que se germinaron temas que serían

10
Arthur Schopenhauer, Pensamiento, palabras y música, Edaf, Madrid, 1998

20
desarrollados por venideros filósofos. Para Jaeger el

quehacer matemático de Pitágoras fue trascendental para la

conformación de la filosofía,

Basta recordar la importancia de la música para la educación


primitiva de los griegos, y la íntima relación de la
matemática pitagórica con la música, para ver que la primera
teoría filosófica sobre la acción educadora de la música había
de proceder de la consideración de las leyes numéricas del
mundo sonoro. La conexión de la música con la matemática
establecida por Pitágoras fue, desde aquel momento, una
adquisición definitiva del espíritu griego. De esta unión
nacieron las ideas pedagógicas más fecundas y de mayor
influencia entre los griegos. En aquella fuente se alimenta
evidentemente una corriente de nuevos conocimientos normativos
que se derraman sobre todos los dominios de la existencia. En
el siglo VI salen a la luz los maravillosos conceptos
fundamentales del espíritu griego que han llegado hasta
nosotros como una especie de símbolo de su más profunda
idiosincrasia y que parecen inseparables de su esencia. No
existieron desde un principio. Vieron la luz a través de un
proceso histórico necesario. La nueva concepción de la
estructura de la música constituye un momento decisivo de
aquella evolución.11

1.4 Etimofonía, una arqueología de la harmonía

Sin duda que el marco conceptual en el que se apoyó

Aristóteles para elaborar su teoría musical está fundado por

el pitagorismo y el platonismo. Pero esto no significa que su

pensamiento esté falto de originalidad, no se debe de creer

que por el simple hecho de que Aristóteles retomara temas de

sus predecesores éste tuvo que decir y pensar lo mismo que

aquellos. Para Aristóteles la filosofía antigua no estaba

agotada, al contrario, las aporías que afloraban en la

tradición filosófica eran indicios de la necesidad de

11
Werner Jaeger, Paideia, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 163

21
proseguir con el escrutinio filosófico. Cierto que los temas

y los conceptos que utilizó Aristóteles referente a la música

en el libro VIII de la Política, por ejemplo: ethos, armonía,

ritmo, modo musical, etc., son los que utilizó Platón en el

libro III de la República, sin embargo, Platón también tuvo

que echar mano de conceptos de la escuela pitagórica para

formular su filosofía, y esto no significó que Platón

careciera de un pensamiento original, puesto que la labor

filosófica de Platón no se cernió a la simple repetición del

discurso presocrático. En este sentido, la agudeza

intelectual, tanto de Platón como de Aristóteles, les

permitió que erigieran una genuina concepción filosófica, lo

que facilitó que la historia catalogara a estos dos grandes

pensadores como máximos representantes de la filosofía

griega.

El hecho de que Aristóteles tratara la paideia musical

no significó que asumiera la misma perspectiva de su maestro,

al contrario, su insubordinación lo desapegó del platonismo.

Aristóteles no sólo asumió a su tradición desde la

hermenéutica, sino que a través del ejercicio de la crítica

pudo resolver las aporías de sus predecesores.

Para Guthrie no es sencillo determinar la originalidad

de un sistema filosófico, y menos cuando la influencia de la

22
tradición marca y exige referencias conceptuales, respecto a

esto nos dice lo siguiente:

Señalar hasta qué punto un sistema filosófico deja de ser


una síntesis del pensamiento anterior y se convierte en una
creación original no es fácil en modo alguno. Pocos podrían
negar originalidad a Platón, aunque su filosofía pudiera ser
plausiblemente presentada como si hubiera surgido,
sencillamente, de la reflexión sobre las doctrinas de
Sócrates, los pitagóricos, Heráclito y Parménides.12

Para comprender la filosofía de la música, tanto de Platón

como de Aristóteles, es necesario aproximarse primero a la

base epistémica de la ciencia armónica postulada por

Pitágoras, es decir, es necesario reconocer el origen de la

teorización del sonido, ya que la teoría de la música explica

los conceptos de intervalo, tono, escala, harmonía, etc., los

cuales son fundamentales para la comprensión de los modos

musicales (dorio, frigio, lidio, etc.).

Es de suma importancia señalar que el concepto de

harmonía griega es muy diferente a nuestro concepto moderno,

el primero significa, en sentido pitagórico, ajuste,

concordancia o proporción, en referencia a una escala

musical; mientras que para el mundo moderno significa

enlazamiento de acordes. Con el fin de indagar por la

naturaleza de la harmonía griega realizaremos una analogía

entre el concepto de etimología y el neologismo etimofonía

vislumbrando cuál es el origen del concepto de harmonía.

12
W. K. C . Guthrie Historia de la filosofía I, Los primeros presocráticos y los pitagóricos, Gredos, Madrid,
1984, p. 29

23
¿Qué debemos de entender por etimofonía? La palabra

etimofonía es un neologismo que hemos compuesto por dos

vocablos: étimos (verdadero, real, auténtico) y foné

(sonido), con dicho término queremos designar la verdadera,

real y autentica raíz de la harmonía. La etimofonía tiene

como fundamento los conocimientos generados por la teoría

musical griega, en tanto que la racionalización del fenómeno

sonoro permitió la concepción de una teoría musical, cuya

matemática elevó su estatus epistemológico por encima de una

mera cuestión estética. Esta epistemología musical permite

entender a la etimofonía como el origen matemático de los

sonidos.

La palabra etimología, de la cual nos inspiramos para

crear el neologismo mencionado arriba, se entiende de manera

general como el estudio del origen de las palabras, pero en

sentido literal esta significa ciencia o enseñanza de lo

verdadero (étimos: verdadero, auténtico, y logía: tratado,

estudio). El primer sentido, de la palabra etimología que

mencionamos arriba, nos permite pensar en un origen no de las

palabras, sino de los sonidos, pues, así como hay una raíz

etimológica también existe una raíz etimofónica, la cual nos

da cuenta del origen de la tonalidad. La etimología es parte

de la filología y de la lingüística, mientras que la

etimofonía es parte de la musicología y de la teoría de la

24
música, la primera responde por el significado de las

palabras, mientras que la segunda responde por las

propiedades y relaciones armónicas del sonido. El sonido

armónico, también denominado intervalo, tono, escala,

consonancia, es un concepto que la etimofonía abordará para

así explicar su origen y naturaleza.

Hablar actualmente sobre la antigua música puede

parecerle a muchos un tema anacrónico, en tanto que la música

moderna tiene formas y contenidos muy distantes de las

antiguas, sin embargo, la etimofonía nos permitirá comprender

y valorar la episteme diatónica, cromática y enharmónica

(escalas griegas) como paradigmas armónicos que permitieron

el desarrollo del constructo sonoro llamado arte del tiempo,

el cual se ha maximizado conforme el hombre ha desplegado sus

fuerzas creadoras. Así, la teoría musical griega está

cimentada como un cantus firmus (canto fijo), generándose un

contrapunto cultural, en donde la voz griega permite el

desarrollo de la voz moderna. La escala de ocho notas,

sistematizada por Pitágoras, actualmente tiene una vigencia

en la conformación de nuestras melodías, canciones y

sinfonías, esto no significa que seguimos tocando como los

griegos, sino que seguimos jugando a combinar esas ocho notas

de la escala diatónica pero bajo parámetros modernos,

obteniendo como resultado un repertorio que se acrecienta

25
conforme el músico crea nuevos sentidos melódicos y

armónicos. Lo impresionante de esto es que hasta la fecha el

hombre aún sigue jugando a combinar esas ocho notas

musicales. De lo finito hemos pasado al plano de lo infinito,

pues no hay posibilidad de agotar las combinaciones y

posibilidades melódicas. De un plano epistemológico hemos

pasado a un plano estético, en donde la verdad se ha tornado

bella.

1.5 Número y armonía

Un caso particular de la conmensurabilidad pitagórica

fue la sistematización de la escala musical, la cual fue

representada o reducida a número. Desde esta perspectiva se

analizó la naturaleza del sonido, lo cual ameritó

diseccionarla, des-ritmarla, para así conocer el valor

intrínseco que la conformaba. La inquietud por discernir las

propiedades del sonido llevó a Pitágoras a realizar el

análisis acústico desde el campo de la matemática, puesto que

lo que le interesaba era traducir lo empírico en datos

formales, es decir, en números. Así, Pitágoras formalizó la

primera representación de la escala musical. De manera

analógica podríamos decir que tal representación era una

partitura exclusiva para lectores matemáticos, en la cual se

especificaba la naturaleza numérica de la escala, es decir,

del tono pitagórico.

26
El descubrimiento de la proporción numérica de la escala

musical es uno de los aportes más importantes de Pitágoras,

lo cual detonó en una convención armónica que fijó los

fundamentos universales de la música. ¿Al decir que la escala

diatónica es un descubrimiento pitagórico debemos de entender

que antes de esto no existía la música? En primer lugar

debemos de distinguir y aclarar la diferencia entre lo que

fue el descubrimiento de la sistematización de la escala y la

invención de la música. Para esto es importante señalar que

descubrir e inventar son dos conceptos con denotaciones

diferentes, la primera remite al encuentro de algo que ya

está dado, mientras que la segunda remite a algo que no

existía pero que debido a cierta capacidad de invención

existe, tal es el caso de la flauta, la cual es, según el

mito griego, invención de Atenea, mientras que el descubridor

de este instrumento fue Marsias. Respecto a este mito se

cuenta que Atenea inventó la flauta, pero que se deshizo de

ella porque cuando la tocaba su rostro se desfiguraba, por

tal razón Atenea la tiró en un bosque, teniendo la mala

fortuna de que Marsias la descubriera, digo la mala fortuna

porque terminó desollado por Apolo por jactarse de ser mejor

músico que él. Este mito nos permite dejar clara la

diferencia entre los conceptos de inventar y descubrir, lo

cual nos ayudará a entender que con la sistematización de la

27
escala musical no empezó la historia de la música, es decir,

Pitágoras no fue el inventor de la música, su mérito fue el

de haber abstraído las propiedades cuantitativas de la

música, lo cual fue un gran descubrimiento que propició y

consolidó el estudio de la música como una de las cuatro

ciencias que conformaron el plan de estudio dentro de la

escuela pitagórica, más adelante Boecio tradujo al latín a

este conjunto de disciplinas (aritmética, geometría,

astronomía y música) como cuadrivium, lo cual ilustra la

relevancia que tuvo el estudio de la música en épocas

posteriores.

El estudio matemático de la música por parte de

Pitágoras se centró específicamente en torno a los

intervalos, los cuales se obtenían de acuerdo a la

subdivisión de una cuerda, la cual al ser vibrada se lograban

diferentes alturas del sonido, por ejemplo, para Pitágoras

una octava era el resultado de dividir a la mitad la cuerda,

lo cual permitía obtener un mismo tono pero más agudo, esto

lo representaban con 1:2, mientras que si quería escuchar la

tonalidad de una quinta tenía que ser dividida la cuerda en

dos tercios, especificando la medida con 2:3, y para obtener

una cuarta dividían la cuerda en tres cuartos utilizando la

medida de 3:4. Para Pitágoras las proporciones de 1:2, 2:3 y

3:4 representaban las consonancias perfectas, puesto que veía

28
en su relación una combinación armoniosa. Para Pitágoras

estas medidas encarnaban a la tetractys, la cual era para él

“fuente y raíz de la naturaleza eterna”.13 La tetractys estaba

conformada por los cuatro primeros números enteros: 1, 2, 3,

4, los cuales sumados daban como resultado el número diez:

1+2=3+3=6+4=10. Por esta razón la armonía para Pitágoras se

encontraba en los intervalos de octava, quinta y cuarta, la

razón de esto nos la explica Sexto de la siguiente forma:

(...) la harmonía es un sistema de tres concordancias, la


cuarta, la quinta y la octava y las proporciones de estas tres
concordancias se encuentran en los cuatro números mencionados
—en el uno, dos, tres y cuatro.14

Con lo anterior podemos comprender cual era la relación entre

número y armonía, o al menos podemos entender cómo “el

estudio de las proporciones aritméticas podía explicar los

hechos de la armonía musical.”15

1.6 La escala de Pitágoras

La música es una convención tonal determinada por la

matemática. Cada instrumento plasma en su registro la regla

de la proporción, la cual debe de entenderse como la escala

que rige el orden de los intervalos. Así, el músico es un

caminante que recorre escalas, ascendiendo y descendiendo por

los grados que cualifican la altura del sonido, esto sin

perder su punto tonal, el cual es principio y fin de la

13
Jámblico, Vida pitagórica, 26, Gredos, Madrid, 2003, p. 108
14
G. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schofield, Los filósofos presocráticos, GREDOS, España, 1987, pp. 31-32
15
Ángel Ruíz Zúñiga, Matemáticas y filosofía, Universidad de Costa Rica, Costa Rica, 1990, p. 472

29
armonía. En este sentido podemos decir que el músico es un

Teseo que sabe recorrer laberintos sujetando el hilo de la

tonalidad, en donde la regla melódica que se tiene que seguir

para vencer al minotauro (ruido, horror, desarmonía) es

asirse a la escala, pues más allá de la proporción armónica

está la discordancia. El músico es un peatón melódico que

asciende y desciende escalas. Cuando vemos a un músico, por

ejemplo a un guitarrista, entrando y saliendo por laberintos

melódicos nos sorprendemos por la facilidad con la que

circula en el diapasón, y nuestra admiración crece cuando

vemos la velocidad de sus recorridos melódicos tan exactos y

precisos. Una pieza musical que nos permite comprender esto

es El vuelo del moscardón, de Nikolái Rimsky-Kórsakov, este

interludio orquestal se caracteriza por la velocidad de su

ejecución, cuyo movimiento representa a un moscardón, aquí lo

interesante es escuchar cómo el músico recorre la escala (con

sus accidentes cromáticos) ascendiendo y descendiendo con la

mayor naturalidad. ¿Cómo es que no pierde el rumbo melódico?

¿Cuál es la pauta que le permite orientarse por esa melodía

laberíntica?

La música tonal tiene como referente a la escala

diatónica, la cual ha sido el campo de acción de los músicos,

convirtiéndose en el paradigma musical que ha permitido

desplegar melodías y armonías por más de dos mil años. La

30
formulación de este paradigma armónico tiene sus antecedentes

en la escuela pitagórica, atribuyéndosele al gran matemático

de Samos: a Pitágoras.

Pitágoras es el fundador del paradigma armónico, al

menos así lo han propagado sus biógrafos. Jámblico en su

libro Vida pitagórica nos describe la forma en que Pitágoras

pudo concebir su ciencia armónica. Según Jámblico ésta la

concibió al escuchar los sonidos producidos por el martillo

contra el hierro en el yunque del taller de un herrero,

dichos golpeteos producían tonos específicos. “En ellos

reconocía la consonancia de la octava, de la quinta y de la

cuarta.”16 Este hallazgo le permitió a Pitágoras lubricar su

entendimiento, permitiéndole concebir su teoría de la

proporción armónica, para esto tuvo que realizar experimentos

con cuerdas tensadas por pesos específicos, las cuales

producían las tonalidades que había percibido en el taller

del herrero, Jámblico lo describe de la siguiente manera:

(...) encontró que la diferencia de sonido radicaba en el


peso de los martillos, pero no en la fuerza de los que los
golpeaban, ni en la forma de los martillos, ni en el cambio
de posición del hierro tratado. Tomó exactamente pesos y
tamaños totalmente iguales a los de los martillos y regresó
a casa. Y de un clavo fijado en un ángulo de los muros, para
que no se dejara ver diferencia alguna por ello o supusiera
enteramente una singularidad por la peculiaridad de los
clavos, colgó cuatro cuerdas del mismo material y
componente, de idéntico grosor y trenzado, las enlazó entre
sí, y les colgó además un peso por la parte de abajo,
logrando que las longitudes de las cuerdas fueran
exactamente iguales.

16
Jámblico, Vida pitagórica, 26, Gredos, Madrid, 2003, p. 90

31
A continuación, golpeando al mismo tiempo las cuerdas de dos
en dos alternativamente, encontró las consonancias
anteriormente mencionadas, en diferentes pares. En efecto,
comprobó que la que estaba tensada por el peso mayor
respecto a la que tenía suspendido un peso más pequeño
producía el sonido de la octava.17
Nicómaco de Gerasa también comparte esta anécdota en su

Tratado de armónica, tal descripción no varía de la de

Jámblico, incluso concuerdan en la descripción sobre los

resultados que obtuvo Pitágoras con el experimento, y sobre

la traslación de éstos a los instrumentos musicales, lo cual

nos permite comprender no sólo la valía del descubrimiento,

sino también el proceso por el cual Pitágoras pudo discernir

la medida de la proporción armónica:

Después de haber ejercitado su mano y su oído en el estudio de


los pesos suspendidos, y habiendo establecido a partir de
estos pesos las proporciones indicadas, transfirió
ingeniosamente los resultados obtenidos por las cuerdas
colgadas de un clavo colocado en el rincón de su casa a la
tabla armónica de un instrumento que el llamaba ≪cordótono≫,
en el que la tensión, elevada a un punto proporcional al que
producían los pesos, pasaba al movimiento de las clavijas
colocadas en la parte superior. Una vez instalado en este
terreno, y poseyendo, por decirlo así, un gnomon infalible,
amplió su experimento llevándolo a cabo con diferentes
instrumentos: por ejemplo, golpeando vasos, con flautas,
siringas, monocordios, trigones, etc. Invariablemente,
encontró que la determinación numérica era consonante y
fiable.18

Esta determinación numérica de la que nos habla Nicómaco

debemos de entenderla como la medida de tensión a la que debe

ser sometida la cuerda, con el fin de obtener tonalidades

específicas, sin esto, no estaríamos percibiendo cuartas,

17
Obra citada, 26, pp. 90-91
18
Nicómaco de Gerasa, “Tratado de armónica”, en Armonía de las esferas, Godwin, Joselyn, Atalanta,
España, 2009, p. 55

32
quintas ni octavas. Víctor Gómez Pin en su libro La tentación

Pitagórica, Ambición filosófica y anclaje matemático19 habla

de ondas armónicas para referirse al concepto de proporción,

las cuales son producto de ciertas propiedades del sonido

como longitud, frecuencia, periodo, velocidad e intensidad. Y

las diferencias numéricas de estas propiedades es lo que

permite definir los tonos de la escala musical.

¿Por qué a la teoría armónica de Pitágoras se le puede

contemplar como un paradigma musical? En primer lugar debemos

de entender que el término paradigma significa modelo, así lo

maneja Platón en su teoría de las ideas, siendo el mundo

inteligible el paradigma del mundo sensible. Paradeigma

(paradigma) es aquello que sustenta a la mimesis y a la

reproducción, pero también, en un sentido lúdico, a la

recreación. En este sentido podemos afirmar que el paradigma

musical de Pitágoras ha sido la base modélica que permitió

que la música aflorara en tonalidad diatónica, la cual no es

mas que una escala conformada matemáticamente por tonos y

semitonos, dando por resultado dos tetracordios, es decir,

ocho grados, los cuales son los eslabones que permiten

ascender y descender por el laberinto de la música. La escala

de Pitágoras es análoga al hilo de Ariadna, pues ambos son

19
Víctor Gómez Pin, La tentación Pitagórica, Ambición filosófica y anclaje matemático, Síntesis, España,
1999

33
guías que permiten adentrarse, sin temor de perderse, por los

caminos laberínticos de Creta y de la mousiké.

1.7 El impulso artístico de Pitágoras

Para Pitágoras la música no sólo tenía valor festivo, es

decir, a la música no sólo se le coronaba como la reina de la

fiesta, sino que también la consideraba como buena mentora de

las pasiones, e incluso la consideraba como una medicina para

el cuerpo, al menos así nos lo hace saber Porfirio cuando nos

refiere que Pitágoras vislumbró en la proporción musical un

poder que servía no sólo para educar al ethos, sino también

para equilibrar la salud del cuerpo, respecto a esto,

refiriéndose a Pitágoras, nos dice lo siguiente:

También tenía para las enfermedades somáticas cánticos


guerreros; al entonarlos, restablecía a los enfermos. Había
otros que provocaban el olvido del dolor, calmaban los
arrebatos de cólera y eliminaban los deseos absurdos.20

Tanto para el cuerpo como para el alma existían curas

melódicas, y Pitágoras conocía perfectamente cómo usar los

efectos medicinales de la música. Su incursión en la música

no sólo la hizo como matemático, sino también como

instrumentista, pues él mismo ejecutaba la lira, y gracias a

esta experiencia directa con la música sabía cuáles eran los

ritmos y las armonías idóneas para corregir los desajustes

somáticos y psíquicos. Por lo común tenemos la idea de que

Pitágoras tuvo sólo un acercamiento científico hacia la

20
Porfirio, Vida de Pitágoras, Argonáuticas órficas, Himnos órficos, Gredos, Madrid, 1987, p. 44

34
música, que su empeño frío, calculador y analítico, tal como

lo exige la matemática, no le permitió conocer las

palpitaciones del ritmo y la melodía, sin embargo, su

educación musical lo habilitó en la práctica de la música,

instruyéndolo en el arte de la meloterapia. Tanto Porfirio

como Jámblico nos permiten conocer esta faceta de Pitágoras

como músico, describiéndolo como un tañedor de lira, la cual

utilizaba para acompañar sus cantos y ensalmos. Respecto a

esto Porfirio nos dice lo siguiente:

En efecto, desde el alba ocupaba su tiempo conversando en el


umbral de su casa, acompasando su voz a la lira y cantando
algunos peanes antiguos de Teletas. Entonaba también los
versos de Homero y Hesíodo que, estimaba, suavizaban el alma.21

En esta cita podemos señalar como característica pitagórica

el uso del peán, este canto era una plegaria dedicada a

Apolo, el dios del arco y la lira, lo cual muestra el gran

fervor religioso por parte de Pitágoras, evidenciando que fue

este tipo de prácticas lo que lo llevó adentrarse al mundo de

la música. No olvidemos que para los griegos la música tenía

una función religiosa, pues a través de ésta era como el

griego podía acercarse a sus dioses. Y conociendo la

religiosidad dentro del círculo pitagórico podemos entender

una de las razones del por qué a Pitágoras se le describe

como músico. Además, hay que tener presente que la práctica

musical era fundamento de la educación de los griegos, y esta

21
Obra citada, p. 43

35
se inculcaba en los niños desde los siete años. Lo cual nos

permite entender el por qué Pitágoras tenía conocimientos

musicales. Pero tampoco hay que exagerar creyendo que

Pitágoras era un músico profesional, el aprendizaje de los

elementos básicos de la música le fue suficiente para tañer

la lira y entonar cantos en honor a Apolo. Dicho lo anterior,

podemos entender las referencias que hacen Porfirio y

Jámblico sobre la participación directa de Pitágoras en la

ejecución musical.

Si nos hemos sorprendido al conocer la faceta de

Pitágoras como intérprete musical, nos sorprenderá más saber

que él también incursionó en el campo de la poíesis, su

inventiva no sólo fue fecunda en el campo de la matemática,

sino que también lo hizo en el campo de la música. Según

Jámblico la actividad poiética de Pitágoras consistió en la

creación de ciertas melodías vocales que tenían propiedades

curativas, las cuales apaciguaban las excitaciones del alma,

tanto pasiones, impulsos y apetitos eran controlados por los

efectos medicinales de la música. Jámblico nos da cuenta de

esto en la siguiente cita:

Determinados cantos tenían como objetivo la curación de las


pasiones del alma, los desánimos y las duras pesadumbres (que
los había concebido precisamente Pitágoras como de una gran
ayuda) y, a su vez, otros para los arrebatos de cólera, la ira
y todas las alteraciones del alma de este tipo; y también para
los apetitos inventó otra clase de melodía.22

22
Jámblico, Vida pitagórica, 26, Gredos, Madrid, 2003, pp. 87-88

36
La invención de melodías por parte de Pitágoras nos muestra

la otra cara de su faceta racional: su espíritu creador. Su

capacidad de intuir formas melódicas, las cuales estaban

cargadas de sortilegios benéficos para restaurar el buen

semblante del cuerpo y del alma, le permitió enfatizar en el

aspecto pedagógico de la música. Para Pitágoras la

importancia de utilizar a la música como medicina para el

alma era fundamental, puesto que esto permitía que el alma

experimentara una especie de purificación. Según Guthrie esta

creencia era similar a la de Orfeo puesto que “(...) ambos

proclamaban el mismo objetivo: la kátharsis o «purificación»

del alma.”23 Esta potencia de la música fue lo que llevó a

Pitágoras adentrarse al campo de la psicagogia, creando

melodías idóneas para el buen encauzamiento del ethos.

Respecto a este arte de conducir y educar al alma

(psicagogia) Tatarkiewicz nos refiere lo siguiente:

Según los griegos, la danza y aún más la música, tenían un


poder «psicagógico», podían conducir al alma a un buen o mal
«ethos». En base a esta creencia surgió una disciplina
dedicada a investigar el «ethos» de la música, es decir, su
función «psicagógica» y educativa, que se convirtió en un
elemento permanente de la doctrina musical de los griegos, más
popular aún que su interpretación matemática. En nombre de
esta disciplina, los pitagóricos y después los seguidores de
ese pensamiento atribuyeron gran importancia a la distinción
entre buena y mala música.24

23
W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega, EUDEBA, Argentina, 1970, p. 220
24
Wladyslaw Tatarkiewicz, Historia de la estética I, La estética antigua, Akal, Madrid, 2000, p. 89

37
Según Aristóteles los defectos o los excesos del alma no se

pueden erradicar, por lo que la idea de curar las pasiones

debemos de entenderlas en un sentido de moderación. Si las

enfermedades crónicas y degenerativas del alma no son

curables, sí es posible controlarlas por la música, por eso

para Pitágoras la música funcionaba como una medicina que

tranquilizaba el ánimo. Tal fue la razón por la que se dio a

la tarea de crear un repertorio melódico que le permitió

atender los desajustes del alma. La idea pitagórica sobre la

armonía del alma consistía en moderar los impulsos, los

apetitos y las pasiones, logrando con esto que el hombre

lograra dinamizar la parte racional. Esta visión sobre la

educación del ethos fue preponderante en la escuela

pitagórica, siendo Pitágoras uno de los primeros en

reflexionar sobre la paideia musical de los griegos.

La música fue uno de los ejes fomentados dentro de la

escuela pitagórica ya como estudio de la armonía, ya como

musicoterapia para el alma, e incluso como actividad creadora

de melodías útiles al buen desarrollo del ethos, Jámblico

deja un testimonio sobre esto:

(...) toda la escuela pitagórica realizaba el llamado arreglo,


la composición armónica y la ejecución de determinadas
melodías apropiadas, que llevaban útilmente las disposiciones
del alma a sus afectos contrarios.25

25
Jámblico, Vida pitagórica, 121, Gredos, Madrid, 2003, p. 89

38
Lo anterior nos permite conocer el lado artístico de

Pitágoras, aspecto poco conocido y reconocido entre sus

críticos, y debido a este desconocimiento ha sido catalogado

como un científico lúgubre con el ritmo, sin embargo, a lo

largo de esta investigación nos hemos percatado que tanto el

ritmo como la armonía fueron los dos ejes rectores que

cimentaron su pensamiento, y esto es plausible analizando,

por ejemplo, su psicagogia, la cual estaba integrada por

ambos elementos. Por otra parte, el gusto que tenía Pitágoras

por la práctica musical lo arraigó en las dinámicas del ritmo

y la armonía, lo que le permitió tener una concepción bien

fundamentada sobre la música. Theodor Gomperz menciona que

gracias a este gusto por la ejecución musical Pitágoras pudo

educar el oído, permitiéndole con esto elucubrar su teoría de

la proporción armónica:

Pitágoras cultivó con ardor el arte musical que en el círculo


de sus adeptos ocupaba siempre el lugar principal como medio
para excitar y apaciguar los afectos. Pero sin esta afición
artística no hubiera llegado seguramente nunca a su
descubrimiento más importante y lleno de consecuencias: a la
comprensión de que la altura del sonido depende del largo de
la cuerda en vibración.26

26
Theodor Gomperz, Pensadores griegos, Herder, Barcelona, 2000, p. 144

39
CAPÍTULO II

PLATÓN Y LA ARMONÍA DEL ALMA

40
2.1 La influencia pitagórica en el pensamiento de Platón

La música fue un tema que no pasó desapercibida en el

pensamiento de Platón, bien podemos decir que fue uno de los

principales temas que se pueden enumerar como característicos

de su filosofía. Pero, ¿por qué la música fue de primera

índole en el pensamiento de Platón? ¿Cuál fue la razón

principal por la cual Platón la adoptó como cimiento

filosófico? ¿Podemos olvidar o ignorar el valor de la música

en la comprensión de la filosofía de Platón?

Sin duda que Platón no planteó su concepción musical de

manera genuina, es decir, Platón no parte de cero en la

elaboración de su teoría musical, sus pensamientos respecto a

este tema nacen debido a la música de la esfera pitagórica,

pues es esta escuela la que insemina en su pensamiento los

conceptos de ritmo y armonía.

Si se quiere comprender la filosofía de la música de

Platón es de primer orden entender que esta tiene rasgos

esenciales de la teoría pitagórica, los cuales fueron

adquiridos cuando Platón caminó por la senda arcaica de los

pitagóricos, por ejemplo, el concepto de armonía es un

término pitagórico que Platón utilizó no sólo para

fundamentar su mousiké, sino también para elaborar su

filosofía de lo suprasensible y lo sensible, permitiéndole

plantear una filosofía idealista que afirmaba la existencia

41
de un orden preestablecido del universo, del cual participa

el mundo, y del cual el hombre también debería de participar.

Para Platón la armonía era un tipo de combinación

perfecta que establecía un orden entre los elementos. Ya la

misma idea de orden (cosmos) es una marca pitagórica en el

pensamiento de Platón, lo cual nos permite reconocer la

influencia pitagórica en la conformación conceptual de su

filosofía. Otro concepto que Platón recupera de la escuela

pitagórica es el de proporción, aplicándolo como fundamento

de su metafísica y de su moral, es decir, de lo suprasensible

y lo sensible.

El logro de Platón consistió en des-arcaizar el concepto

de armonía y darle un status más amplio, para esto, utilizó

una categoría estética que englobaba no sólo a la armonía

sino también a la medida (metrón) y a la proporción

(symmetria): el concepto de belleza. Para Platón lo bello era

armonía, medida y proporción, y a la vez la armonía, la

medida y la proporción manifestaban la categoría de lo bello

(kalón). En el campo estético lo bello era la categoría que

predominaba, mientras que en el campo moral la categoría de

lo bueno era la que determinaba un criterio loable, sin

embargo, tanto en el campo estético como en el moral, el

concepto de armonía fue preponderante para definir lo bello,

y lo bueno.

42
Sin duda que para Platón la noción de armonía pitagórica

fue una óptima y contundente influencia para determinar la

trascendencia de su filosofía. Tatarkiewicz visualiza en

Platón no sólo una influencia pitagórica, sino también la

adopción del concepto pitagórico de armonía, dicho concepto

fue de gran utilidad para fijar fundamentos geométricos y

aritméticos para la configuración de su visión cosmogónica.

Respecto a la similitud entre el concepto platónico de

belleza y el concepto pitagórico de armonía Tatarkiewicz nos

dice lo siguiente:

“(…) el concepto de Platón y el de los pitagóricos se


complementaban mutuamente, ya que la Idea de la belleza no
podía consistir sino en la regularidad y en la armonía.
Incluso en los años posteriores Platón insistió más en el
concepto pitagórico que en el suyo, confiriendo a sus
meditaciones sobre la belleza formulaciones mas bien
matemáticas que idealistas, y transmitiendo a la posterioridad
una estética matemática y metafísica.”27

En el Timeo, podemos constatar lo dicho anteriormente por

Tatarkiewicz, en donde los argumentos elucidados respecto a

la creación del universo están fundamentados aritmética y

geométricamente, lo cual indica claramente la simpatía y

beneplácito que tenía Platón por la teoría pitagórica, pues

para él la armonía era fundamento matemático de su

cosmovisión. Algo importante que aclarar respecto al concepto

de armonía es la sinonimia entre este concepto y el de

proporción, por lo que debemos de entender la razón de dicha

27
Wladyslaw Tatarkiewicz, Historia de la estética I. La estética antigua, Akal, Madrid, 2000, p. 125

43
equivalencia. En primer lugar debemos dejar claro que tanto

para Pitágoras como para Platón la armonía era proporción, en

tanto que ambos conceptos denotan la idea de orden. En

sentido estricto la armonía hace referencia al resultado de

estabilidad de un conjunto de elementos, mientras que la

proporción es la razón o el por qué de la relación entre uno

y otro elemento. Esta descripción que damos nos permite

visualizar la diferencia entre la armonía y la proporción, y

a la vez, también nos permite comprender la relación o

simbiosis que existe entre ambos fenómenos. Sin duda que el

concepto de armonía es preponderante al de proporción, sin

embargo, la armonía no existiría si no se diera la

proporción. Platón en el diálogo del Timeo nos explica la

consistencia y la función de la proporción de la siguiente

manera:

“El vínculo más bello es aquél que puede lograr que él mismo y
los elementos por él vinculados alcancen el mayor grado
posible de unidad. La proporción es la que por naturaleza
realiza esto de la manera más perfecta.”28

De acuerdo a la cita anterior Platón considera a la

proporción como la condición que propicia la medida, en este

sentido podemos considerarla como causa de la perfección, en

tanto que es ésta la que establece la relación equilibrada

entre uno y otro elemento. Para Platón lo bello es perfecto,

y lo perfecto es sinónimo de proporción.

28
Platón, Timeo, 31c, Gredos, España, 1992, p. 175

44
Para comprender aún más la diferencia y la similitud

entre armonía y proporción podemos comparar ambos conceptos

con los conceptos de principio y causa, por una parte el

concepto de armonía es similar al de principio, y por otra el

concepto de proporción es similar al de causa. En síntesis

podemos afirmar que la proporción es causa de la armonía, y

la armonía es principio del orden. En este sentido, la noción

de tono o semitono no son más que representaciones de la

proporción, mientras que la escala musical es representación

de la armonía. Aristóteles explica esto de manera más clara

de la siguiente manera:

“Las causas se dicen tales, pues, en muchos sentidos, y entre


las de la misma especie unas son anteriores y posteriores
respecto de otras: por ejemplo, el médico y el hombre de arte
son causa de la salud, y de la octava lo son el doble y el
número,”29

2.2 La ciencia armónica

La ciencia armónica siempre ha generado una confusión

entre los lectores de Platón, por una parte se cree que el

estudio de la música en la Academia consistía en practicar la

música para convertirse en un hábil músico, y por otra parte

se cree que la ciencia armónica hace referencia a la cuestión

estética emanada de la inspiración de los músicos. Para

Platón la música englobaba dos vertientes, la primera, desde

un enfoque teórico, se encargaba de estudiar las medidas

29
Aristóteles, Metafísica, V 1013b, 30, Gredos, Madrid, 1994, p. 209

45
existentes entre los intervalos, y la otra, desde un enfoque

práctico, se enfocaba al estudio del carácter de las

armonías.

Es importante distinguir entre ciencia armónica y

armonía musical con el fin de distinguir los dos conceptos

que subyacen en el discurso de Platón, ya que ambas tienen

diferentes connotaciones. Respecto a la primera sabemos ya

que esta surgió con Pitágoras y que fue el resultado de sus

investigaciones sobre la proporción tonal. De manera general

a esta ciencia se le conocía como la ciencia de la proporción

armónica, la cual hablaba de la medida aritmética que

imperaba en la escala musical. Para Pitágoras la armonía de

las esferas era el modelo que regía el canon de la ciencia

armónica, y de esta ciencia armónica se desprendían las leyes

acústicas que fijaban la armonía en los instrumentos

musicales. Por lo tanto, son dos discursos los que

encontramos en la mousiké, uno referente a las leyes

armónicas establecidas por los pitagóricos, y otro referente

al carácter moral de las armoniai.

Por otra parte, respecto a la armonía musical podemos

decir que esta sí es una ciencia que trata sobre la música en

tanto fenómeno sustentado por el ritmo y la armonía, la cual

es manifestada a través de peanes, himnos, etc. La mousiké es

de dominio público, mientras que la ciencia armónica es de

46
dominio privado, pues su estudio competía a un reducido grupo

de matemáticos, quienes, según Platón, “buscan números en los

acordes”30, lo cual significaba que se enfrascaban en un

análisis matemático y no en una mera apreciación estética del

fenómeno musical como lo hacía y lo sigue haciendo el público

en general. Joaquín Zamacois cree señalar de manera

pertinente la diferencia entre estas dos maneras de percibir

la música preguntándose si “la música ¿es Arte o Ciencia?”31,

respondiendo que la música se le catalogaba como una ciencia

en tanto que la labor pitagórica así lo demarcó. Dicha

respuesta pareciera dejar claro el asunto, pues para él como

moderno, la música es arte o ciencia según el uso o enfoque

que se le asigne. Pero en el caso del estudio de la música

como ciencia armónica, la cual es una visión pitagórica, y de

la que no hay duda de su estatus epistemológico, no es fácil

hacer una distinción entre arte y ciencia, puesto que en la

antigua Grecia el concepto de techne hacía de estos dos

conceptos una sinonimia, así pues, para los griegos la

matemática era tanto el arte como la ciencia de los números.

Recordemos que el concepto de arte que nosotros los modernos

manejamos es muy diferente al que usaban los antiguos, para

ellos la techne englobaba el arte y la ciencia, mientras que

para nosotros dichos conceptos tienen connotaciones


30
Platón, República, 531c, Gredos, España, 1988, p. 363
31
Joaquín Zamacois, Temas de estética y de historia de la música, Labor, España, 1975, p. 226

47
diferentes, por lo que no se puede hablar en un sentido

estricto sobre arte o ciencia para referirse a la música de

los antiguos griegos.

2.3. Ritmo y armonía en Platón

En el campo de la música ritmo es lo que mueve y armonía

lo que entona. El ritmo y la armonía más que dos simples

términos son dos conceptos vitales que han dado forma

eurítmica a la cultura griega.

Sin duda que dentro de la música el ritmo es un fluir con

medida, es decir, con métrica, por lo que el ritmo lleva

dentro de su expresión a la métrica. Sin embargo, ambos

conceptos denotan significados muy propios, puesto que cada

uno es una cosa diferente a la otra. Mientras que el ritmo

es, de manera general, movimiento cadencioso, en donde la

sucesión continua de sonidos generan una secuencia o una

serie, la métrica es aquella parte racional que limita el

ímpetu y le da orden o medida al movimiento. Por una parte,

el ritmo es una manifestación natural, un fluir espontáneo.

Adolfo Salazar nos dice que “rythmós procede de réein, que

significa, simplemente, lo que fluye, una corriente de algo

como réethron, reoo, el arroyo, un riachuelo”32, mientras que

la métrica es más racional en tanto que es conciencia de la

duración y por lo tanto medición de lo que fluye. Para San

32
Adolfo Salazar, La música en la cultura griega I, El colegio de México, México, 1954, p. 506

48
Agustín el ritmo es número, y el metro es medida33, según él

el ritmo no es métrica pero la métrica sí es ritmo, respecto

a la idea de que el ritmo es número San Agustín se refiere a

esto en el sentido de que el ritmo se da debido a una

cantidad de pies, y estos pies tendrán ritmo cuando

“discurran en continuado encadenamiento”.34 Sin embargo, ya al

denominar cuantitativamente al ritmo podemos percatarnos que

también se le está racionalizando, al menos pensar el ritmo

pitagóricamente, es decir, representarlo a través del número

es claramente una comprensión matemática de éste. Por lo que

podemos decir que tanto el ritmo como la métrica agustiniana

tienen una connotación racional, lo cual es fundamental en el

arte. Sin embargo, es importante señalar que también el

ritmo, como fluir cinético sin objetivación racional, es

principio de dinámicas no sólo musicales, sino de otras cosas

más, por ejemplo, la dinámica cardiaca, la dinámica de

rotación de la tierra, la dinámica de las mareas, por

mencionar sólo algunas, con esto queremos valorar el impulso

vital que representa el ritmo. Vasconcelos se percata bien de

esto, y denomina a este movimiento perpetuo como “ritmo

primario de donde nacen a un tiempo la unidad y la

variedad”35. Nuestro interés en remarcar el ritmo perenne y el

33
San Agustín, Sobre la música, III 2, Gredos, Madrid, 2008, p. 193
34
Obra citada, III 1, Gredos, Madrid, 2008, p. 192
35
José Vasconcelos, Pitágoras, una teoría del ritmo, Cultura, México, 1921, p. 74

49
ritmo musical, es con la finalidad de percatarnos de la

transición por la que el ritmo atraviesa, de lo ontológico

pasa a lo cultural, transitando de un movimiento natural a

una tecnificación de éste. Y efectivamente, el ritmo musical

es una tecnificación del movimiento. Platón se percata bien

de este ritmo ontológico, y visualiza los riesgos que corre

el hombre al dejarse arrastrar por él, por lo que la

exhortación que hace es la de darle un orden al movimiento,

puesto que el ritmo es la forma de moderar la efusión

ontológica. Platón lo describe de la siguiente manera:

“La naturaleza de todos los jóvenes, al ser fogosa, no sería


capaz de tener en calma ni su cuerpo ni la voz, sino que
hablaría siempre de manera desordenada y estaría dando
brincos, y que ninguno de los otros animales percibiría el
orden de estos dos, pero que la naturaleza del ser humano
sería la única que tiene esa capacidad. El nombre del orden
del movimiento sería ritmo, al de la voz cuando se mezclan lo
agudo y lo grave de ella se aplicaría el nombre de armonía.”36

El énfasis en la educación de los jóvenes por parte de Platón

estriba en la forzosa canalización de las fuerzas del cuerpo

y del alma, denominadas también como apetitos, instintos,

pulsiones, etc. Estas fuerzas si no son controladas terminan

por habituar al hombre en el vicio, en cambio, según Platón,

si se trabajan conforme a ritmo y armonía el alma estaría

siendo educada, de tal modo que se le enseñaría a moderar

esos impulsos para generar un modo de ser virtuoso. Es por

eso que Platón deifica el valor de la música, puesto que el

36
Platón, Leyes, II 664e, Gredos, Madrid, 1982, p. 268

50
ritmo y la armonía son dos elementos divinos que permiten el

orden y la gracia entre los mortales.

(…) cuanto de la música utiliza la voz para ser escuchado ha


sido dado por la armonía. Ésta, como tiene movimientos afines
a las revoluciones que poseemos en nuestra alma, fue otorgada
por las Musas al que se sirve de ellas con inteligencia, no
para un placer irracional, como parece ser utilizada ahora,
sino como aliada para ordenar la revolución disarmónica de
nuestra alma y acordarla consigo misma. También nos otorgaron
el ritmo por las mismas razones, como ayuda en el estado sin
medida y carente de gracia en el que se encuentra la mayoría
de nosotros.37

2.4 Sobre la armonía en el Timeo

Timeo, catalogado por Critias como un experto en

astronomía y conocedor de la naturaleza del universo, relata

las razones proporcionales que dieron origen al mundo. Para

Timeo la desproporción era lo que imperaba en un principio,

pero debido a la benevolencia de dios el orden fue una

necesidad ontológica. Agua, aire, tierra y fuego fueron los

elementos que bajo una “relación proporcional mutua”38

generaron las condiciones físicas del mundo. Para Timeo la

amistad es la expresión lograda por la proporción, en tanto

que existe una relación moderada entre los elementos

conjuntados. Cuando hay discordia hay desproporción, y como

el telos de lo divino no es el desorden, sino lo bello,

entonces tuvo que amistar lo que estaba distanciado, y por

ende, armonizar lo que antes era caos. Para Timeo el caos era

37
Platón, Filebo, 47c, Gredos, España, 1992, p. 197
38
Platón, Timeo, 32b, Gredos, España, 1992, p. 175

51
aquello que no tenía relación numérica, al menos no bajo la

proporción, por eso expone cómo el Demiurgo a través de

divisiones, sustracciones y adiciones matemáticas logra

imponer el orden, y por orden debemos de entender aquello

“que está construido de manera armónicamente bella.”39

En el texto del Timeo se aprecia una dicotomía

preponderante: el desorden/orden, la cual sustenta el

discurso metafísico de Timeo. Es esta dicotomía la que le

genera a Platón sus ideas filosóficas, las cuales tratan

sobre la génesis del universo. En el fondo existe una

pregunta filosófica que indaga sobre el origen del mundo,

pero de antemano sabe ya que el orden que percibe no es

producto del azar sino de una entelequia que lo dispuso todo

conforme a “forma y número”40, “proporción y medida”41,

“cantidad”42 y “equilibrio”43, o en otras palabras, armonía y

ritmo. Tanto la creación del cuerpo como la del alma del

universo están forjadas bajo estricta racionalización

matemática, en tanto que el Demiurgo está formulando un mundo

sensible a semejanza del formal. David Ross hace una

distinción importante entre el demiurgo y el mundo de las

39
Obra citada, 41b, p. 188
40
Ob. Cit. 53b, p. 206
41
Ob. Cit. 53, p. 206
42
Ob. Cit. 56c, p. 211
43
Ob. Cit. 57d, p. 213

52
Formas, lo cual permite comprender cómo se da el proceso de

imitación entre lo formal y lo sensible:

“Las Formas y el Demiurgo son independientes entre sí. En


ningún momento Platón da base para creer que el demiurgo se
identifica con la Forma del bien, o con el conjunto de las
formas o que el demiurgo fabrique las formas”.44

Según Platón, dios es una conciencia creadora que a partir

del eidos fundamenta el alma y el cuerpo del mundo, lo que le

permite que el universo esté participando de los cánones del

ritmo y la armonía, los cuales son principios del orden. Para

Platón Dios es la razón que maneja el orden, y sólo debido a

esta intencionalidad divina de ordenar el caos es como las

cosas tienen su lugar apropiado. Dios no es un mago o un

hechicero que hace aparecer y desaparecer las cosas, sino más

bien es un Demiurgo, un creador, un artesano que inmerso en

la eternidad genera a través de la medida la realidad.

De manera general denominamos creación a aquello que

manifiesta un ser, ya generado o producido, en este caso,

hablando de dios como creador, se debe de entender no como

una generación que proviene de la naturaleza, sino de lo

divino. Recordemos que Timeo especifica su discurso aclarando

que tratará sobre la generación del universo, por lo que se

visualiza en el desarrollo del diálogo una respuesta

afirmativa respecto a una intervención divina en la

generación de éste. Según Timeo para que se haya logrado

44
David Ross, Teoría de las ideas de Platón, Cátedra, Madrid, 1989, p. 153

53
dicha creación o generación se debió de haber cumplido con el

principio de la proporción, lo cual hace pensar en la figura

de dios no como fin de sí mismo, sino como un puente que

vincula lo formal con lo sensible. Sin Demiurgo no hay

teleología, en palabras aristotélicas podemos decir que no

habría causa final, es decir, orden.

¿Cuál es el fin del dios de Timeo? Sin duda que la

respuesta que encontramos en varias partes del relato es el

orden, y es debido a esta benevolencia del Demiurgo que el

desorden fue dispuesto bajo la proporción, produciendo a

imagen y semejanza del mundo formal un nuevo mundo tangible,

y para que este estuviera animado también bajo el mismo

principio de proporción creó, con anticipación al mundo, el

alma que gobernaría el cuerpo del mundo. Para Timeo el acto

de composición por parte del Demiurgo es parecido a la de un

matemático, sino es que hasta la de un científico, pues su

conocimiento y manejo de los elementos con magnánima o

excelsa maestría lo hacen aparecer como “hacedor y padre de

este universo.”45

Sin duda que la intención de Platón respecto al relato de

Timeo es la de hacernos comprender la necesidad de imitar al

Demiurgo en la creación de un orden social, cultural y

espiritual, con la finalidad de experimentar los beneficios

45
Platón, Timeo, 28c, Gredos, España, 1992. P. 171

54
de la medida, la proporción y la armonía. Recordemos que

Timeo es un pitagórico, y que la armonía de las esferas es

una constante en el pensamiento de Platón, lo que significa

que para él el orden cósmico es una fuente que inspira a

armonizar el cuerpo y el alma, sin olvidar que el mundo

formal es el modelo primitivo por excelencia. Apreciar el

orden cósmico puede estimular la racionalidad del hombre para

que éste pueda entender y comprender las leyes intrínsecas

que conforman el orden, para así despertarle en él un

sentimiento de emulación, que le permitan generar un

pensamiento, una acción y un entorno bello y bueno. Según

Platón el sentido de la vista nos fue proporcionado por dios

con la siguiente finalidad:

“dios descubrió la mirada y nos hizo un presente con ella para


que la observación de las revoluciones de la inteligencia en
el cielo nos permitiera aplicarlas a las de nuestro
entendimiento, que le son afines como pueden serlo las
convulsionadas a las imperturbables y ordenáramos nuestras
revoluciones errantes por medio del aprendizaje profundo de
aquellas, de la participación en la corrección natural de su
aritmética y de la imitación de las revoluciones completamente
estables de dios.”46

Para Platón el hombre no sólo tenía que imitar las

revoluciones de la inteligencia del cielo, sino que también

tenía que imitar al gran Filósofo, aquél dios que lo sabía y

conocía todo, por eso en la Academia de Platón era

fundamental aprender astronomía, geometría, aritmética y la

46
Obra citada, 47b-c, pp. 196-197

55
ciencia armónica, pues éstas eran las ciencias que dios usó

para la generación del universo. Ya en el Timeo podemos ver

cómo el poder de estas ciencias, regidas, según Platón, por

la inteligencia y la necesidad, le permitieron al Demiurgo

transformar el caos en cosmos.

2.5 De la armonía cósmica a la armonía de la polis

Para Platón era una necesidad filosófica presentar su

cosmología, pues esto le permitía justificar de manera más

precisa sus argumentos sobre la justicia, la verdad, lo

bello, lo bueno, etc., los cuales tenían como fundamento la

medida, la proporción y la armonía. Estos conceptos eran para

Platón definiciones o expresiones de la entelequia divina,

por lo que era conveniente explicarlos a partir de una

perspectiva cosmológica con la finalidad de hacer ver cómo el

hombre participa de lo divino. Efectivamente, Platón estaba

convencido de que el hombre era creación de los dioses, por

lo tanto, era parte de su naturaleza que tendieran hacia el

bien. Pero, ¿cómo librar al cuerpo y al alma de los

accidentes del mal? Respecto a la cuestión del mal Platón

afirma que “nadie es malo voluntariamente, sino que el malo

se hace tal por un mal estado del cuerpo o por una educación

inadecuada.”47 Respecto a la idea platónica de que “nadie es

malo voluntariamente” Taylor lo interpreta en el sentido de

47
Ob. Cit. 86d, p. 253

56
que el hombre confunde lo malo con lo bueno, sin embargo,

dicha interpretación es llana o muy general, en tanto que lo

que Platón trató de decir en el Timeo es que hay causas

corporales (enfermedades) que inducen a la acción mala.

Cierto que Platón también habla sobre el placer como causa de

nuestras elecciones, sin embargo, en la cita mencionada es

muy clara la idea del determinismo volitivo que plantea

Platón. Taylor lo interpreta de la siguiente manera:

“Lo que se quiere dar a entender es que aquel que prefiere el


mal al bien, no es a causa de la maldad sino a “pesar” de
ella. Sufre la ilusión, o se ilusiona a sí mismo, con la
creencia de que el mal que elige es un bien, previamente a la
selección.”48

Para Platón lo que origina la mala acción no es una ilusión o

confusión, sino la enfermedad que padecen los cuerpos, los

cuales terminan transmitiéndosela al alma y ésta a la vez

padeciendo y respondiendo a dicha causa. Y respecto a esto,

Platón estudia en el Timeo las enfermedades del cuerpo y del

alma, enfatizando que las segundas son a consecuencia de las

primeras. Para Platón lo que origina el desajuste en el

cuerpo es su “exceso o carencia”49 lo cual repercute en el

“orden natural de las revoluciones.”50 Véase pues que para

Platón no había hombres que fueran malos voluntariamente,

sino que debido a patologías del cuerpo y del alma eran

48
Alfred Edward Taylor, El platonismo y su influencia, Nova, Argentina, 1946, p. 97
49
Platón, Timeo, 82, Gredos, España, 1992. P. 246
50
Obra citada, 87, p. 247

57
inducidos involuntariamente a hacer el mal. Y si había que

buscar algún responsable de estas conductas malas, entonces,

se tenía que culpar, según Platón, a los padres y a los

maestros en tanto que los primeros no cuidaron la salud

corporal del hijo, mientras que los segundos no educaron

adecuadamente al discípulo. Para Platón lo que sí era

preocupante era no corregir los desajustes del cuerpo, al

igual que los del alma, si sí es cierto que tales desajustes

no fueron asumidos voluntariamente tampoco se pueden ignorar,

puesto que lo que afecta no sólo es la salud particular del

intemperante, sino la armonía social de la polis.

Respecto a la idea de armonía cósmica podemos comprender

la necesidad platónica de emular a ésta. Y para ello

visualiza en la figura del educador un papel fundamental para

regular los desajustes (desorden) tanto del cuerpo como del

alma. Dar orden a la ciudad implica trabajar en la educación

de los ciudadanos y no meramente en constituir un orden

estético de la ciudad, por lo tanto, el espíritu de la

paideia griega era la de armonizar las partes del alma con la

misma finalidad que el demiurgo divino introdujera la razón

al alma del mundo. Según Platón el alma está conformada por

tres facultades distintas, la del aprendizaje, la de la

pasión y la del deseo, él lo enumera de la siguiente manera:

“por medio de uno de estos géneros que hay en nosotros


aprendemos, por medio de otro somos fogosos y, a su vez, por
58
el tercero deseamos los placeres relativos a la alimentación,
a la procreación y todos los similares a ellos.”51

La idea de armonizar el alma consistía para Platón en generar

un orden entre las tres facultades, a tal grado de que

ninguna se impusiera sobre otra, sino que se sujetaran a la

razón, y no al ímpetu de los impulsos, pues para Platón el

exceso no conlleva a lo bueno, sino a la injusticia y por lo

tanto a la desarmonía. Platón hace uso de una analogía entre

la armonía del alma y la armonía de la escala musical para

clarificar aún más la idea de orden descrito arriba:

Tal hombre ha de disponer bien lo que es suyo propio, en


sentido estricto, y se autogobernará, poniéndose en orden a sí
mismo con amor y armonizando sus tres especies simplemente
como los tres términos de la escala musical: el más bajo, el
más alto y el medio. Y si llega a haber otros términos
intermedios, los unirá a todos; y se generará así, a partir de
la multiplicidad, la unidad absoluta, moderada y armónica.”52

Vemos pues cómo Platón toma como ejemplo a la armonía

musical, planteando la necesidad de imitarla para que así el

hombre pueda estabilizar sus fuerzas internas y adquirir un

orden que le permita interactuar con sus semejantes sin

fricción. Para Platón la idea de orden es fundamental, pues

bajo esta premisa es como se puede hablar de una armonización

del alma del hombre, pues sin esto, también el alma de la

ciudad estaría regida por el desorden.

Dicen los sabios, Calicles, que al cielo, a la tierra, a los


dioses y a los hombres los gobiernan la convivencia, la
amistad, el buen orden, la moderación y la justicia, y por

51
Platón, República, IV 436a, Gredos, Madrid, 1998, p. 228
52
Obra citada, IV 443e, p. 152

59
esta razón, amigo, llaman a este conjunto ≪cosmos≫ (orden) y
no desorden y desenfreno.53

2.6 Sobre los modos musicales en Platón

Los nomos o modos musicales no son mas que una expresión

de la cultura musical de los pueblos lidio, frigio y dorio.

Para Adolfo Salazar tanto la armonía lidia como frigia eran

“estilos procedentes de los países fronteros a la extensión

griega.”54 Mientras que la armonía dórica se le consideraba

como una armonía nacional. Cada pueblo tenía un tono propio

que caracterizaba su escala musical, con el cual manifestaban

un sentimiento idiosincrático, o en otras palabras un

carácter regional. Adolfo Salazar, como experto en esta

dilucidación sobre la antigua música griega, nos permite

comprender ciertos conceptos fundamentales que se exponen en

el libro III de la República de Platón. Para iniciar dicha

comprensión es importante, en primer lugar, definir qué es un

modo musical. Según Adolfo Salazar el término modo es una

traducción latinizada de nomos, el cual significa ley, y

respecto al nomos o modo nos dice lo siguiente:

En calidad de patrones-tipo para las formaciones melódicas, se


entendió que el vocablo nomos, era equivalente a ley: por
decirlo así, el nomos era lo que regía la fórmula melódica y
lo que le daba su valor expresivo, más tarde entendido como
ethos.55

53
Platón, Gorgias, 508ª, Gredos, España, 2004, p. 118
54
Adolfo Salazar, La música en la cultura griega, El colegio de México, 1954, p. 113
55
Obra citada, p. 269

60
Referente a esta fórmula melódica podemos también entenderla

como armonía, puesto que para los griegos un nomos era un

tipo de figura o patrón melódico, lo cual daba como resultado

una determinada escala regida por el ajuste de dos

tetracordios. Según Salazar armonía es un “vocablo que

literalmente significa esa manera de ajuste”56, significado

muy diferente al concepto moderno de armonía, pues el primero

tiene como base el melos, es decir, un desarrollo monódico,

mientras que el segundo tiene una connotación polifónica.

Respecto a la noción de ajuste ésta se da cuando el primer

tetracordio, por ejemplo, (mi-re-do-si) se unifica con un

segundo tetracordio (la-sol-fa-mi), entonces es cuando se da

la armonía doristi. Estas ocho notas al ser ejecutadas

producen una melodía cargada de cierto afecto. En el caso del

modo doristi ésta, según Platón (República III 399b)

despierta en el espectador un sentimiento de moderación. Pero

prosiguiendo con análisis de los modos musicales podemos

concluir respecto a esto diciendo que la noción de ajuste va

emparentada a la idea de proporción, incluso para Pitágoras

la escala musical es una armonía en tanto que sus elementos

(tonos y semitonos) están agrupados bajo un orden, lo cual

manifiesta netamente una armonía.

56
Ob. Cit., p. 407

61
Los modos musicales predominantes en la antigua Grecia

eran tres: el doristi, el frigisti y el lydisti,

diferenciándose por el tono en el que iniciaban, mientras que

el doristi empieza en un tono de mi, el frigisti tiene como

fundamental el tono de re, y el lydisti el tono de do.

Recordemos que las escalas griegas tenían un desenlace

descendente por lo que las escalas mencionadas están

compuestas de la siguiente manera:

armonía doristi: mi-re-do-si-la-sol-fa-mi

frigisti: re-do-si-la-sol-fa-mi-re

lydisti: do-si-la-sol-fa-mi-re-do

Si analizamos la composición de los intervalos de cada

armonía notaremos que el orden de los tonos y semitonos es lo

que genera una sensación emotiva diferente, mientras que en

las primeras cuatro notas de la armonía doristi (primer

tetracordio) tenemos de mi a re un tono, de re a do un tono,

y de do a si tenemos un semitono; en la armonía frigisti

tenemos de re a do un tono, de do a si un semitono, y de si a

la un tono, es decir, mientras que en el primer tetracordio

del doristi tenemos tono-tono-semitono (t-t-s), en el

frigisti tenemos tono, semitono y tono (t-s-t). Esta

articulación de tonos y semitonos es lo que le da el carácter

a cada modo musical. Si lo comparamos con el cromatismo de

los colores entenderíamos la diferencia que hay entre el modo

62
doristi con el frigisti, así como la hay entre el color rojo

y el amarillo. Goethe habla de esta relación entre el color y

los afectos en el alma, diciéndonos lo siguiente “Y también

en el alma. La experiencia nos enseña que los distintos

colores determinan estados de ánimo bien definidos.”57 Incluso

Salazar se atreve a decir que los modos musicales son como

los colores, esto en referencia con el carácter de los modos

musicales.

Después de esta breve descripción, respecto a la

composición armónica de los modos es conveniente analizar las

armonías que menciona Platón en la República, específicamente

por las que Sócrates pregunta a Glaucón:

¿Cuáles son las armonías quejumbrosas? …Dímelo ya que eres


músico.
La lidia mixta, respondió, la lidia sostenida y otras
semejantes.58

Respecto a esta cita es importante señalar el tipo de

tonalidad que tienen estas armonías con el fin de

diferenciarlas del resto de las armonías que se mencionan en

el desarrollo de este tema. Respecto a la lidia mixta, cuya

palabra griega corresponde a mixolidia (, esta

empieza en un tono de si, teniendo una estructura de si-la-

sol-fa-mi-re-do-si; mientras que referente a la armonía lidia

sostenida, cuya palabra griega corresponde a syntolidisti

57
Johann W. Goethe, Esbozo de una teoría de los colores, en Obras completas I, Aguilar, Madrid, 1987, p.
587
58
Platón, República, 398e, UNAM, México, 1971, p. 93

63
(), esta empieza en un tono de la, teniendo una

estructura armónica de la-sol-fa-mi-re-do-si-la. Según

Salazar esta armonía tiene un parentesco con la armonía

hypolidisti, nombre que suplió el de syntonolidysti, también

relacionada con el nomo eolio. Respecto al prefijo hypo

Salazar nos comenta lo siguiente:

“En cuanto algunos tonoi hypo, en realidad no eran sino nuevos


nombres para harmoniai antiguas, así el hypodórico, que era un
nombre nuevo en tiempos de Heráclides del eolio anterior, el
cual nombre parece que había dejado de usarse en tiempos de
Platón, mientras que el hypofrigio en tiempos de Heráclides
era el jónico conocido por Pratinas.”59

Esta cita es de gran valor para comprender la diversidad de

nombres de armonías que se mencionan en los textos de Platón,

de Aristóteles y de Aristóxeno, y si no tuviéramos

conocimiento de estas modificaciones en los nombres de las

antiguas armonías caeríamos en una confusión respecto al

referente tonal de cada armonía.

Hechas las observaciones anteriores volvamos al tema del

ethos de las harmoniai tratadas por Platón. Respecto al

segundo par de armonías que se mencionan en la República

Sócrates pregunta lo siguiente:

¿Cuáles son, pues, las armonías muelles y usadas en los


banquetes?
Ciertas armonías jónicas y lidias, replicó, que se denominan
relajadas.60

59
Adolfo Salazar, La música en la cultura griega, El colegio de México, 1954, p. 338
60
Platón, República, 399a, UNAM, México, 1971, p. 94

64
Respecto a la armonía jónica es importante recalcar que esta

corresponde a la armonía hypofrigisti, pues también fue

suplido el nombre antiguo por éste. Esta observación es

importante, pues a veces pensamos que la armonía jónica es

diferente a la hypofrigia. Respecto a la armonía lydisti esta

mantuvo el mismo nombre, siendo reconocida así tanto por

Platón, Aristóteles y Aristóxeno. El orden o los grados de

estas dos armonías son los siguientes:

Hypofrigia: sol-fa-mi-re-do-si-la-sol

Lydia: do-si-la-sol-fa-mi-re-do

Por último, respecto a las dos últimas armonías que se

mencionan en la República Sócrates dice lo siguiente: “De

ninguna manera, respondió, y por lo visto no te quedan otras

que la dórica y la frigia.”61 Referente a estas dos armonías

ya habíamos descrito sus escalas, sin embargo, volvemos a

recalcar que la armonía dórica empieza en un tono de mi,

mientras que la armonía frigia empieza en un tono de re,

correspondiéndole a cada una el siguiente orden:

dórica: mi-re-do-si-la-sol-fa-mi

frigia: re-do-si-la-sol-fa-mi-re

Platón menciona un total de seis armonías, las cuales son

diferentes entre sí, tanto por el tono en el que inician como

por su estructura armónica.

61
Obra citada, 399a, p. 94

65
Muchos de los que leen sobre los modos musicales en

Platón catalogan a estos como mera teoría sin referente

musical, en tanto que, supuestamente, la música antigua la

desconocemos, sin embargo, muchos musicólogos, por ejemplo,

West62 o Chailley63 se han dado a la tarea de recopilar la

música antigua, presentándonos en transcripciones fragmentos

de diversas obras antiguas, por ejemplo, himnos, peanes,

invocaciones, etc. También existen grabaciones fonográficas,

las cuales nos permiten captar y conocer el espíritu musical

de los antiguos griegos, por ejemplo, escúchese Musike de la

Grèce Antique de Gregorio Paniagua64, el cual es un excelente

referente para conocer la música antigua griega.

Nuestro énfasis en describir las estructuras de las

armonías mencionadas por Platón, es con el fin de tener una

aproximación al fenómeno musical griego, y con esto poder

comprender la consistencia de los modos, pues es de máxima

importancia conocer la estructura melódica para así percibir,

aunque sea de manera llana, el ethos de las armonías que

Platón expone en la República.

En términos aristotélicos podemos decir que para Platón

los modos musicales tenían una potencia que se actualizaba en

el ánimo de quien lo escuchaba. Esta potencia era un tipo de

62
M. L. West, Ancient greek music, Clarendon Press-Oxford, 1992
63
J. Chailley, La musique grecque Antique, Les belles lettres, París, 1979
64
Gregorio Paniagua, Musike de la Grèce Antique, Harmonia Mundi, France, 1979

66
sortilegio que movía y conmovía al escucha, quien de manera

involuntaria respondía al pronunciamiento melódico de la

lira, del aulos o del canto. Para Platón el receptor primario

de la música era el pathos, y no la razón, el cual al

percibir la música se regocijaba en el placer que esta

producía. Por esta razón la pasión se incendia con la chispa

de la música, a tal grado que los cuerpos bailan como el

fuego, cuerpos ígneos erotizados por la flauta e hipnotizados

por el ritmo y la armonía dionisíaca son propensos a la

desmedida.

La música es un placer involuntario, este placer no nace

por sí mismo, es generado por fuerzas exteriores, y tal

pareciera que nuestra condición humana es vulnerada por el

torrente de vibraciones sonoras. Para Platón la música es una

de las enfermedades menos silenciosas, la cual ataca al alma

y al cuerpo, descomponiendo su equilibrio, y haciendo padecer

fuertes espasmos febriles. Ya más arriba hablábamos que para

Platón no habían hombres malos, sino patologías somáticas que

hacían actuar involuntariamente a los hombres, y en este

mismo sentido podemos comprender el por qué para Platón la

mayoría de la música era un tipo de enfermedad, la cual

inducía a la acción desenfrenada, a la concupiscencia, a la

intemperancia báquica. Para Manuel Valls el espíritu erótico

era una constante entre los antiguos griegos, lo cual se

67
puede apreciar en diversos objetos, Valls lo describe de la

siguiente manera:

La presencia de un ente sonoro en el quehacer erótico queda


atestiguada en infinidad de documentos –imagen que representa
el abrazo de los amantes al son de cítaras, aulos y de otros
instrumentos. En pinturas murales, en dibujos, en vasos y
cráteras, en frescos y en muestras plásticas de diversa índole
(de las que son ejemplo las que adornaban las casas de
Pompeya) se hace tangible el trasfondo musical imprescindible
para acompañar el juego del amor.65

Este espíritu erótico que predominaba entre los griegos, y

que de una u otra manera arraigaba sentimientos más propios

de la pasión que de la razón (sentimientos moderados) era

contra lo que Platón disentía. Cierto que no era una actitud

voluntaria de los hombres, sino inducida por los modos

musicales predominantes de esa época. Por eso Platón veía la

necesidad de modular la armonía y cambiarla a un tono menos

exaltado. A la música podía considerársele, según Platón,

como una enfermedad o como una medicina, según fuera el modo

que se ejecutase, por ejemplo, en el libro III de la

República se catalogan como “perniciosas” a cuatro armonías:

la lidia mixta, la lidia sostenida (las cuales tenían un

carácter quejumbroso), la jónica y la lidia (estas son, según

Platón, muelles y relajadas); mientras que sólo dos armonías

eran consideradas como saludables y óptimas para el alma: la

dórica y la frigia. La primera era altamente recomendada en

tanto que era un aliciente para despertar la “sabiduría” y la

65
Manuel Valls, La música en los brazos de Eros, Tusquets, Barcelona, 1982, p. 36

68
“moderación”, lo cual era excelente para la conformación del

ethos; mientras que la segunda armonía era apreciada en tanto

que esta infundía el valor que se necesitaba para afrontar

las contingencias bélicas. Cierto que el modo frigio era la

armonía que por su naturaleza festiva era considerada como

una melodía dionisíaca, pues esta era el modo musical

empleado por las bacantes, quienes gustaban del éxtasis que

producía el desprendimiento de la moderación. Sin embargo,

Sócrates, consciente de esto, alinea la armonía frigia con un

ritmo mesurado, de tal modo que el resultado de esto fuera

idóneo para despertar un espíritu guerrero y no un estado

voluptuoso del alma. Incluso, se percata de la necesidad de

seleccionar los instrumentos musicales adecuados a la

moderación, y para esto desecha al instrumento más

dionisíaco: la flauta, prefiriendo en lugar de éste los

instrumentos apolíneos: la lira y la cítara. Sócrates se

expresa de la siguiente manera respecto a la elección de los

instrumentos: “Nada nuevo haremos, mi amigo: escogeremos a

Apolo y sus instrumentos antes que a Marsias y los de éste.”66

Para Sócrates la lira y la cítara son los instrumentos

apolíneos, sin embargo hace una excepción e incluye la

siringa entre los instrumentos seleccionados pero con la

condición de que éste sea utilizado en el campo por los

66
Platón, República, 399d, UNAM, Gredos, 1988, p. 172

69
pastores, mientras que la lira y la cítara serían utilizadas

en la ciudad. Para Platón, tanto el modo dórico como el modo

frigio eran suficientes y necesarios para conformar el ethos

del nuevo hombre que habitaría la ciudad platónica, dicho

hombre sería diferente al resto por caracterizarse por el

valor y la moderación, lo cual es el resultado de la práctica

de los modos musicales modo y frigio.

Estas dos armonías, la violenta y la libre, y que son las que


mejor imitan los acentos de la desdicha, de la felicidad, de
la sabiduría, de la valentía, éstas, déjanoslas.67

2.7 El arco y la lira, o sobre el valor y la medida

¿Para qué hombres sabios y valientes? La pregunta por la

factibilidad del hombre ideal de la República platónica no se

pone en duda cuando la posibilidad de su existencia emana de

la filosofía, por lo que para Platón el hombre bueno y

valiente no es sólo una posibilidad sino también una

necesidad vital, pues su aparición permitiría instaurar un

orden social fundamental para la sana convivencia entre los

hombres. Para Platón el hombre ideal de su república está

encarnado en la figura de Sócrates, pero en un plano divino

Apolo es la representación por excelencia de la moderación y

de la valentía, incluso el arco y la lira son dos símbolos de

estas dos virtudes que Platón elogia e induce para su

adquisición. La ciudad ideal de Platón es una ciudad

67
Platón, República, 399c, UNAM, México, 1971, p. 94

70
apolínea, en donde el arco y la lira serían los ejes que

determinarían el carácter de los ciudadanos. Hombres

valientes y prudentes, capaces de tender la cuerda del arco y

de la lira, serían los elegidos para habitar una ciudad en

donde la desmesura y la cobardía no tendrían lugar. Y para

esto, Platón encumbra dos fuerzas, una guerrera y otra

racional, la primera fundada por la valentía, la segunda

caracterizada por la medida. El hombre elegido por Platón

para habitar la ciudad ideal estará equipado con los dos

instrumentos de Apolo, el arco para la guerra y la lira para

la paz. Dadas las circunstancias bélicas por las que Atenas

fue marcada era razonable fomentar el espíritu guerrero, pues

la patria y la familia deberían de ser defendidas, y para

esto los hombres deberían de estar no sólo equipados con

armamento, sino que también deberían de estar constituidos de

valentía, pues sin esta virtud no se afrontan las guerras.

Por otra parte, respecto al segundo instrumento de Apolo, la

lira, podemos decir que este es un símbolo del espíritu

dórico, el cual representa la medida, y por lo tanto la forma

del ser racional. El valor y la medida, según Platón, son la

combinación perfecta para forjar un buen carácter en los

hombres, pues ambas cualidades son la antítesis de la

desmesura y de la cobardía, estas últimas censuradas por no

ser indispensables para la constitución de una persona buena,

71
en cambio, el valor y la medida inculcados en la personalidad

de los hombres conllevan a la instauración no sólo de gente

buena, sino también de una ciudad acorde a los preceptos de

lo bueno y lo bello. Pero, ¿cómo dotar al hombre de estas dos

cualidades? El énfasis de Platón por el asunto de la música

es una respuesta a esta pregunta, pues ve que el poder de la

música doma fieras, y alienta a descender a los infiernos, es

decir, educa el instinto y exalta el valor. Por eso Platón

desarrolla con énfasis esta idea sobre la educación musical

de los jóvenes tanto en la República como en las Leyes, ya

que para él el fundamento que debe de imperar en la ciudad

debe de ser aquel que propicie un estado eurítmico, y es,

según Platón, la música la que moldea de forma adecuada el

alma de los hombres. Sin embargo, la teoría musical de Platón

conlleva a una crítica de la música, separándola en dos

tipos: música sobria y ordenada, y música servil. En el libro

VII de Leyes lo expresa de la siguiente manera:

“Toda práctica musical desordenada que ha recibido un orden,


aunque no la acompaña la música dulce, es mucho mejor. El
placer es común a todo tipo de música. Pues si uno vive desde
niño hasta la edad adulta e inteligente criado en un tipo de
música sobria y ordenada, al escuchar la contraria, la odia y
la llama servil, pero si se ha criado en la popular y dulce,
dice que la contraria a ella es fría y desagradable. Por
tanto, como acabamos de decir, el placer o displacer no son
mayores en ninguno de los dos casos, pero uno hace a los
hombres educados en él mucho mejores, mientras que el otro los
hace peores.”68

68
Platón, Leyes, VII 802c. d, Gredos, Madrid, 1982, pp. 102-103

72
Para Platón el problema sustancial de la música reside en los

contenidos armónicos y rítmicos de ésta, los cuales generan

dos tipos de emociones: una mejor y otra peor. El asunto de

las emociones era fundamental analizarlo en tanto que a

partir de éstas se edificaban los modos de ser en sociedad.

Por lo que para Platón era necesario primero enfocarse en una

crítica musical con la finalidad de analizar el carácter de

ésta y valorar la pertinencia de su uso educativo. Para

Platón era indispensable erradicar las emociones exacerbadas

y dejar aquellas que no corrompieran el orden, y por orden

podemos entender aquello que la moral platónica estipulaba

como bueno, verdadero y bello, pues sin estos cimientos la

ciudad apolínea era imposible de edificarse. La música que se

armonizaba dentro de la filosofía de Platón estaba regida

bajo parámetros morales, pues sólo bajo esta perspectiva era

viable abordar a las pasiones, y por lo tanto, realizar una

reformación de la sociedad griega. Para Platón el vínculo

entre música y moral tenía como finalidad la de crear

armonías idóneas para la conformación de hombres prudentes

capaces de maniobrar la vida personal y social acorde a la

justicia y a la verdad, y en este sentido Platón justificaba

su tesis sobre la necesidad de vincular la música con la

moral. Boecio comprendía bien las razones platónicas sobre

este asunto y en tal sentido decía que “la música, en

73
realidad, no sólo está ligada a la especulación, sino también

a la moralidad.”69

El trasfondo de la educación musical de Platón era

religioso, y esto era la razón por la cual una moral se

instituía. Y nos atrevemos a hablar de un trasfondo religioso

en tanto que el dios Apolo era la fuente de inspiración,

recordemos que las influencias órficas tanto en la escuela

pitagórica como en la platónica cimentaron este trasfondo, y

se entiende el por qué para Platón la figura preeminente era

la de Apolo, sólo que Platón desarrolló estos contenidos bajo

la argumentación filosófica. Por eso en Platón vemos un

desapego no sólo del mito, sino también de la figura de

Dionisio, así, la postulación del logos le permitió rebasar

la doctrina órfica, aunque para Giorgio Colli no es correcto

hablar de una doctrina órfica puesto que según él “hablar de

doctrina resulta inadecuado, puesto que Orfeo cuenta mitos.”70

Sin embargo, lo que sí es cierto es que Platón superó a

través de la filosofía el antiguo estilo de la narración

poética, al menos, para Platón la filosofía era más que la

poesía. Respecto al trasfondo religioso y al tema de la

música Eugenio Trías nos dice que Orfeo fue precursor de

estos temas, y ese mérito lo vincula con la tradición

69
Boecio, Sobre el fundamento de la música, Gredos, Madrid, 2009, p. 61
70
Giorgio Colli, La sabiduría griega I, Trotta, Madrid, 2008, p. 40

74
pitagórica y platónica, la siguiente cita lo expone de la

siguiente manera:

Adelantándose al pitagorismo y a Platón, la religión órfica es


consciente del gran poder de la música, o de la conjunción de
la música y palabra en el cántico. En la economía de la
liberación y salvación del alma el cultivo de la música es
necesario. Ese poder de la música es un poder religioso,
fundado en un mensaje de salvación.71

Es indudable que a Orfeo, Pitágoras y Platón la

compatibilidad temática los unificaba, pero la forma de

expresarlo los diversificaba. Mientras que el ámbito de

expresión de Orfeo era netamente religioso, Pitágoras se

movía entre lo religioso y el ámbito de la matemática, en

cambio en Platón vemos una decidida elección de tomar el

segundo camino vislumbrado por Pitágoras, optando por

adentrarse al camino de la filosofía, sin embargo, vemos

claras evidencias en varios de sus diálogos de que Platón

también se auxiliaba del mito, aunque no lo usaba cuando

abordaba contenidos epistemológicos, sino cuando lo referente

a la moral lo ameritaba, lo cual era viable en tanto que para

Platón la verosimilitud era otra forma de hacer entender las

cosas.

Prosiguiendo con la figura de Apolo, como símbolo de la

moderación y del valor, es importante señalar que para Platón

era más importante vivir bajo los preceptos de este dios que

de los de Dionisio, incluso estaba convencido de que la

71
Eugenio Trías, El canto de las sirenas, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2012, p. 41

75
filosofía era la única forma de aproximarse al espíritu

apolíneo, es decir, de adquirir prudencia y valor. Jean-

Pierre Vernant habla respecto de esto de la siguiente manera:

Para el oráculo de Delfos, «Conócete a ti mismo» significó:


Sabe que tú no eres dios y no cometas la falta de pretender
serlo. Para el Sócrates de Platón, que hace suya la fórmula,
ésta quiere decir: Conoce al dios que, en ti, es tú mismo.
Esfuérzate en asemejarte en lo posible al dios.72

Para Platón la figura de Sócrates fue el prototipo de hombre

prudente y valiente, es decir, de hombre apolíneo, quien en

vida mostró un carácter dórico, una actitud netamente moral,

y por otra parte una actitud guerrera. Prudencia y valor

fueron los estandartes de Sócrates, quien en vida no sólo se

dedicaba a hablar de la moral del buen ciudadano, sino

también la predicaba con el ejemplo. Ya en el diálogo del

Banquete Alcibiades se encargó de resaltar estas dos virtudes

de Sócrates, caracterizándolo como un hombre recto y

valiente. Respecto a la inquebrantable rectitud de Sócrates

cuenta Alcibiades que este frustró su plan de seducirlo

debido a esa gran fuerza de continencia que imperaba en él. Y

respecto a la segunda virtud Socrática nos dice Alcibiades

que por su valor mostrado en el campo de batalla debió de ser

condecorado con el premio al valor:

“Y ahora, si queréis, veamos su comportamiento en las


batallas, pues es justo concederle también este tributo.
Efectivamente, cuando tuvo lugar la batalla por la que los
generales me concedieron también a mí el premio al valor,

72
Jean-Pierre Vernant, Mito y tragedia en la antigua Grecia I, Taurus, España, 1997 p. 57

76
ningún otro hombre me salvó sino éste, que no quería
abandonarme herido y así salvó a la vez mis armas y a mí
mismo. Y yo, Sócrates, también entonces pedía a los generales
que te concedieran a ti el premio, y esto ni me lo reprocharás
ni dirás que miento.73

Sin duda que Sócrates, este hombre divino, representa el

espíritu apolíneo, incluso podemos decir que para Platón era

el hombre ideal de su república, en tanto que poseía ritmo y

armonía, dos cualidades que adquirió, como lo venía diciendo

Vernant, esforzándose por asemejarse a un dios, claro que sin

arco y sin lira pero sí con mucho valor y medida.

“Pero como es este hombre, aquí presente, en originalidad,


tanto él personalmente como sus discursos, ni siquiera
remotamente se encontrará alguno, por más que se le busque, ni
entre los de ahora, ni entre los antiguos.”74

73
Platón, Banquete, 220d, Gredos, España, 1988, p, 281
74
Obra citada, 221d, Gredos, España, 1988, pp, 282-283

77
CAPÍTULO III
MÚSICA Y POLÍTICA EN ARISTÓTELES

78
3.1 La potencia de la música

Para Aristóteles, así como para Pitágoras y Platón, la

música era una potencia que podía afectar el ánimo de los

hombres, ya sea positiva o negativamente. Recordemos que para

Pitágoras era fundamental mover el alma acorde a la armonía

en tanto que la música permitía vincularla matemáticamente

con el universo, pues esto conllevaba a perfeccionarla. Aquí

vemos cómo el influjo musical servía para proporcionar orden

en las pasiones del hombre, es decir, para armonizar el alma.

Ciertamente que Pitágoras fue el primer crítico musical al

fundar su teoría de la armonía, puesto que encumbraba una

escala musical como eje de la buena música, y esta era la

razón por la que se servía de las bondades de ésta para

configurar el ethos colectivo de su escuela, sólo que el

interés principal de Pitágoras era la de custodiar el alma de

sus discípulos, y no tanto la de sus conciudadanos. Cornford

se percata de esta tendencia elitista de Pitágoras y respecto

a esto nos dice lo siguiente:

(...) Pitágoras (y esto lo subraya Platón en el único sitio en


el que menciona su nombre) era valorado preeminentemente por
su conversación privada con sus discípulos, a los que legó un
«modo de vida» que los distinguiría del resto de la humanidad
(Rep. 600B).75

Diferente a este hermetismo educativo o elitismo pedagógico

Platón mostró una postura diferente a la de Pitágoras, quien

75
F. M. Cornford, Platón y Parménides, VISOR, Madrid, 1989, p. 66

79
aparte de impartir sus enseñanzas dentro de la Academia

también se preocupó por exteriorizar su filosofía, mostrando

así una injerencia social. Grube nos dice que Platón al

asumir esta encomienda “se estaba ofreciendo a sí mismo, en

realidad, como maestro del bien”.76 Así, Platón, heredero de

la tradición pitagórica y conocedor de las potencias de la

música, abre la educación musical al exterior de la academia,

con el fin de erradicar conductas contrarias a la moral, las

cuales se agudizaban por la falta de valores que regularan

las pasiones de los ciudadanos. Esta situación obligó a

Platón a mirar al exterior de la academia y tomar el rol de

legislador educativo, haciendo extensiva a toda la ciudadanía

el uso de la buena música, esto con el fin de que no sólo los

individuos gozaran de una buena salud del alma, sino que

también el alma de la ciudad fuera similar a la concordancia

de la música. Por esta razón sus diálogos, y específicamente

la República y las Leyes tienen como eje una reforma

educativa, todo tendiente a la adquisición del bien, de lo

bello, de la prudencia, y en resumidas cuentas de la virtud.

Para Platón, al igual que para Pitágoras, la música tenía una

función fundamental en la armonización del alma, y para esto

tenía que ser crítico con las armonías utilizadas por sus

contemporáneos, puesto que la música que más se tocaba o se

76
G. M. A. Grube, El pensamiento de Platón, Gredos, Madrid, 1973, p. 274

80
escuchaba era, según Platón, de índole perniciosa para el

ciudadano. A comparación de Pitágoras, quien se empeñó en

fomentar la buena música dentro de su círculo, Platón legisló

el canon musical, sin embargo, su postura reglamentaria

increpaba toda tendencia libertaria, es decir, censuraba toda

expresión que no se rigiera bajo el fundamento moral.

Referente a la paideia musical, la cual era el punto de

convergencia de los filósofos griegos, podemos preguntarnos

¿existen diferendos que marcan una ruptura entre platonismo y

aristotelismo? Sin duda que no sólo en la Metafísica se

evidencian críticas contra las aporías platónicas (en este

caso de corte epistemológico), sino que también en la

Política se señalan desacuerdos respecto a temas sobre

educación musical, por ejemplo, para Aristóteles era

incongruente que en la República se desecharan los

instrumentos frigios y que se legislara a favor del modo

frigio, o que se equiparara el placer musical con los

placeres intemperantes, o que la simbiosis música-moral fuera

la única expresión artística oficial del estado.

Aristóteles, más condescendiente que Platón, valora los

diferentes tipos de música sin menoscabar la libre expresión

artística. La actitud de Aristóteles referente a la teoría

pitagórica y platónica no es desdeñosa, pero tampoco se

empecina en desterrar al artista de la ciudad. Adolfo Salazar

81
visualiza un rasgo ecléctico en Aristóteles, lo cual está

originado por la teoría pitagórica y por las innovaciones en

teoría musical por parte de los especialistas en música

(musikós), respecto a esto nos dice lo siguiente:

(...) al hablar de la música, se muestra ecléctico, unas veces


como pitagórico, pues que no era posible renunciar a
principios tan sólidos como los obtenidos en esta escuela, y
otras veces como praktikón, reconociendo el valor empírico de
la otra parte de la ciencia musical.77

Pero a esto también debemos de agregarle las expresiones del

imaginario griego lo cual en conjunto con las otras dos

razones mencionadas arriba le determinó un juicio estético

que se igualó al juicio moral, y esto lo llevó a desviarse

de la postura ortodoxa de Platón, asumiendo una actitud

pluralista con la cultura y con los artistas.

Para Aristóteles la música no tenía ningún carácter

utilitarista, pero sí cumplía con una serie de funciones, ya

fueran sociales, estéticas o pedagógicas, y por esta razón en

el libro VIII de su Política habla de tres tipos de melodías:

las melodías prácticas, las entusiásticas y las éticas. Cada

una de estas melodías satisfacían un fin para el espectador,

ya fuera la diversión, el juego, la purificación o la

educación, y por estas razones Aristóteles no simpatizaba con

la idea de sólo darle un carácter moral al arte, puesto que

veía indispensable que el ciudadano se sirviera también de

77
Adolfo Salazar, La música en la cultura griega I, El colegio de México, México, 1954, p. 131

82
los otros beneficios mencionados arriba. Respecto a esto

Aristóteles lo expresa de la siguiente manera:

(...) la música debe practicarse no a causa de un solo


beneficio, sino de muchos (pues debe cultivarse con vistas a
la educación y a la purificación; (...) en tercer lugar debe
cultivarse para distracción, para relajamiento y para descanso
tras la tensión del trabajo).78

De una u otra manera lo que indujo a Aristóteles a considerar

los diferentes beneficios de la música fueron los usos que la

gente le daba para satisfacer su ocio, por lo que la música

como potencia, es decir como el arte de mover los afectos,

era imposible de circunscribirla a un solo fin como lo quería

hacer Platón.

3.1.1 La música como potencia de placer

Respecto a las potencias de la música Aristóteles nos

dice que éstas son potencia de placer, potencia de

purificación, y potencia de educación. Referente a la primera

Aristóteles la cataloga como detonante del juego y de la

diversión, por tales razones era apreciada por la mayoría de

los individuos. Pero, ¿cuáles son los elementos que permiten

que la música sea placentera? Respecto a esto Aristóteles

afirma que el placer musical es producto del ritmo y la

armonía. En el libro de los Problemas, específicamente en la

sección XIX dedicado a la música, Aristóteles habla sobre el

movimiento ordenado como una causa del gusto por la música, y

78
Aristóteles, Política, VIII 7, 1341b 35, Gredos, España, 1999, p. 474

83
es esta condición armónica y rítmica lo que permite que la

música sea potencia del placer, Aristóteles nos dice al

respecto lo siguiente:

¿Por qué todo el mundo disfruta con el ritmo, el canto y, en


general, con las composiciones musicales? ¿Es porque
naturalmente nos agradan los movimientos acordes con la
naturaleza? La prueba es que a los niños recién nacidos les
gustan. Por la costumbre disfrutamos de los modos de los
cantos. Nos agrada el ritmo por tener un número conocido y
fijo, y porque nos excita de forma mesurada: pues el
movimiento ordenado es más familiar por naturaleza que el
desordenado, de modo que también es más conforme a la
naturaleza.79

Para Aristóteles, independientemente del modo musical que se

utilice, el placer es inherente a la música, pues la armonía

tiene como fundamento a lo bello, y lo bello es causa de

placer, en este sentido nos dice Aristóteles que “la música

implica un placer natural y por eso su uso es grato a

personas de todas las edades y caracteres.”80 Sin duda que la

valoración que hace Aristóteles es respecto al placer

estético, y es esta valoración la que lo distingue de las

apreciaciones platónicas, apreciaciones cargadas de un

dogmatismo moral. Ingemar Düring nos dice que el tipo de

placer del que nos habla Aristóteles en el libro VIII de la

política es un placer inocuo, Düring lo refiere así:

Aquí considera que su tarea es demostrar, como de ordinario en


oposición a Platón, que aquellas formas de música que sirven
sólo para diversión y recreo, producen un gozo inocuo. (...)
El deleite que se experimenta por una música amena o por una
representación teatral, artísticamente mala por cierto, pero

79
Aristóteles, Problemas, XIX 38, 920b30, Gredos, España, 2008, p. 270
80
Aristóteles, Política, VIII 5, 1340a, Gredos, España, 1999, p. 466

84
alegre, no tiene que ver nada con educación (paideia); no se
va ahí para aprender algo, sino para reponerse de las fatigas
del día.81

Mientras que para Platón el arte sin telos pedagógico era un

descarrío del alma, para Aristóteles este placer inocuo, aún

vivenciándolo en exceso, no era perjudicial, ya en la Ética

Nicomáquea y en la Ética Eudemia expone las razones del por

qué deslinda este tipo de placer de lo intemperante, dejando

en claro que el placer estético no debe de enjuiciarse bajo

parámetros morales, Aristóteles lo dice de la siguiente

manera:

Así, también, con los placeres del oído. A los que se deleitan
con exceso en las melodías o las representaciones escénicas
nadie los llama licenciosos, ni moderados a los que lo hacen
como es debido.82

Hay que señalar que el análisis que hace Aristóteles sobre el

placer que producen los sentidos, el cual es abordado en sus

tratados de ética, le permite escindir los placeres de la

música de aquellos que emanan de otras actividades

licenciosas, catalogando a los primeros como placeres nobles,

y es esta la razón por la cual valora a la música como

potencia de placer estético, el cual es altamente recomendado

por Aristóteles para disfrutarlo en horas de ocio.

81
Ingemar Düring, Aristóteles, UNAM, México, 2010, p. 275
82
Aristóteles, Ética Nicomáquea, III 10, 118a5, Gredos, Madrid, 1993, p. 202

85
3.1.2 La música como potencia de purificación

Pasando al tema de la música como potencia de

purificación Aristóteles nos señala que esta se da, por un

lado, en el campo de la religión y, por otro, en la melodía

frigia. En relación a la catarsis religiosa nos dice

Aristóteles que esta se experimenta con los cantos

religiosos, los cuales arrebatan el alma, lo cual podemos

entenderlo como una especie de éxtasis en el que el individuo

se desprende de lo terrenal para compenetrarse con lo divino,

la siguiente cita nos ilustra al respecto: “cuando se usan

las melodías que arrebatan el alma vemos que están afectados

por los cantos religiosos como si encontraran en ellos

curación y purificación.”83 Para Aristóteles la purificación

ha sido un fenómeno inherente a la religión, por ejemplo, en

los ritos dionisíacos describe cómo la purificación es el

culmen de la resolución de los sentimientos exaltados, por

eso se entiende esta como purgación o desahogo. Para

Aristóteles la catarsis no es exclusiva del éxtasis

religioso, sino que también se experimenta con melodías que

conmueven a la pasión, y aquí Aristóteles se está refiriendo

específicamente al modo frigio, pues es esta armonía a la que

se le consideraba como música pasional. En la poética

encontramos otra referencia a la catarsis, sólo que aquí en

83
Aristóteles, Política, VIII 7, 1342a10, Gredos, España, 1999, p. 474

86
lugar de la música se considera a la tragedia como generadora

de purificación. Para Aristóteles este drama en acción, es

decir, la tragedia, es una manera de purificar al espectador,

puesto que “mediante compasión y temor lleva a cabo la

purgación de tales afecciones.”84 Con esta mención de la

tragedia queremos señalar cómo la catarsis es experimentada

tanto en la música como en la tragedia, y no olvidemos que

dentro de la tragedia la música jugaba un rol importante.

Aristóteles habla someramente de la catarsis en la

Poética, al igual que en la Política, y tal parece que para

él no era suficiente ese acercamiento, al menos así lo

expresa en la Política, en donde indica que este concepto lo

volvería a abordar en la Poética para desarrollarlo con más

detalle, la cita que refiere esto es la siguiente: “qué

queremos decir con el término «purificación», que ahora

empleamos simplemente, lo explicaremos, de nuevo, más

claramente en la Poética.”85 Al parecer Aristóteles no cumplió

con lo prometido, puesto que no existe en la Poética un

desarrollo posterior de este concepto, al menos esto es lo

que se puede interpretar al no haber texto que confirme lo

dicho, sin embargo, para muchos biógrafos y traductores de

Aristóteles sí hubo un desarrollo posterior del concepto de

catarsis tal como lo había anunciado Aristóteles, sólo que el


84
Aristóteles, Poética, , I 6, 1449b25, Gredos, Madrid, 1974, p. 145
85
Aristóteles, Política, VIII 7, 1341b40, Gredos, España, 1999, pp. 474

87
libro en el que plasmó estas ideas se perdió. Manuela García

Valdez, traductora de la Política, explica la anterior cita

diciéndonos que:

Tal vez la alusión que hace Aristóteles en el presente pasaje


corresponde al libro II de la Poética, hoy perdido; en él
parece que exponía ampliamente la naturaleza de la kátharsis,
purificación.86

Esta idea de la pérdida del libro II de la Poética es muy

generalizada y aceptada por la mayoría de los estudiosos de

la obra aristotélica. Pero, aún no teniendo el libro II de la

Poética Aristóteles sí especificó en el libro I de la Poética

y en el libro VIII de la Política el rasgo más común y

general de la catarsis: el ser poseídos por la pasión, lo

cual deja en claro que este tipo de movimiento emotivo

involucra involuntariamente al espectador, en donde las

emociones son manipuladas a tal grado que la persona es

conmovida al máximo, pues sin este máximo no se podrían

derramar los sentimientos, y hay que entender este

derramamiento como una acción de desahogo, por lo tanto,

efervescencia y desahogo emocional parece ser la dinámica de

la catarsis:

Esto mismo tienen forzosamente que experimentarlo los


compasivos, los atemorizados y, en general, los poseídos por
cualquier pasión, y los demás en la medida en que cada uno es
afectado por tales sentimientos, y en todos se producirá
cierta purificación y alivio acompañado de placer. De un modo

86
Cita 1573, en Aristóteles, Política, Gredos, España, 1999, p. 474

88
análogo, también las melodías catárticas procuran a los
hombres una alegría inofensiva.87

3.1.3 La música como potencia de educación

Así como Aristóteles jerarquizó en la Metafísica los

diversos modos de conocer (sensación, experiencia y arte o

ciencia) también hizo lo mismo con los diversos tipos de

música, dando el máximo grado a la música ética, claro que

con esto no buscaba obtener un conocimiento de causa como lo

exige el arte y la ciencia, pero sí consideraba a la música

ética como una causa máxima para la educación. En este

sentido, la exhortación aristotélica era la de considerar a

la música ética como la vía más efectiva para lograr

transformaciones benignas del carácter de los jóvenes, lo

cual los dispondría para la adquisición de la virtud

política, pero también para adquirir fuerza de voluntad en el

control de sus instintos e inclinaciones naturales. Pero,

¿cómo es que la música ética influye en la conformación del

carácter? Respecto a esto Aristóteles lo explica de la

siguiente manera:

(...) la música incita de alguna manera a la virtud, en lo que


ella es capaz; como la gimnasia proporciona al cuerpo ciertas
cualidades, también la música infunde ciertas cualidades al
carácter, acostumbrándolo a poder recrearse rectamente.88

En primer lugar es importante señalar que para Aristóteles la

música ética era aquella que genera “un estado de ánimo

87
Aristóteles, Política, VIII 7, 1342a10, Gredos, España, 1999, pp. 474-475
88
Obra citada, VIII 5, 1339a20, Gredos, España, 1999, pp. 464

89
intermedio y recogido, como parece hacerlo el modo dorio

únicamente.”89 Con esta postura Aristóteles se deslinda de la

valoración platónica, la cual prefería tanto el modo dorio

como el frigio. Aristóteles, de acuerdo a su teoría del

término medio (mesótes), reprocha a su maestro el querer

imponer el modo frigio dentro de las actividades educativas

de los jóvenes, pues “el modo frigio (...) lleva al

entusiasmo y al delirio báquico.”90 Para Aristóteles esto es

negativo ya que en lugar de aquietar el ánimo lo lleva a un

estado de exceso, lo cual es inconveniente para el carácter,

pues lo habituaría a la experiencia de la desmesura afectiva,

pasional, teniendo como consecuencia un modo de ser

incontinente, licencioso, o desenfrenado, y según

Aristóteles, la cosa no pararía ahí, pues habría

repercusiones sociales, éticas y políticas inminentemente

perjudiciales. Sócrates había deliberado ya sobre este estado

emocional que genera el modo frigio, percatándose de que

efectivamente dicho modo musical perturbaba al alma, pero le

adjudicaba este efecto de agitación más al timbre de la

flauta que a la propia escala musical, por lo que señaló como

suficiente la exclusión de la flauta de los instrumentos a

usarse en la educación, dejando la escala frigia para

infundir en el alma una cualidad guerrera, esto último por


89
Ob. Cit. VIII 5, 1340b3, Gredos, España, 1999, p. 469
90
Aristóteles, Problemas, XIX 48, 922b20, Gredos, España, 2008, p. 277

90
razones beligerantes. Para Aristóteles dicha disertación

socrática sobre el modo frigio le pareció infundada, puesto

que “el modo frigio ejerce entre los modos exactamente la

misma influencia que la flauta entre los instrumentos: uno y

otro son orgiásticos y pasionales.”91 Por tal razón excluyó

Aristóteles el modo frigio de la música ética, postulando el

modo dorio como la excelencia de las armonías. Y si Sócrates

hubiera tenido razón en la recomendación del modo frigio como

aliciente del valor ¿con qué otro modo musical o actividad

suplió Aristóteles el fomento de la valentía al eliminar el

modo frigio de la paideia musical? Parecería que Aristóteles

fue pusilánime frente al tema de la guerra, y que tal actitud

lo llevó a desinteresarse en ella, sin embargo, para

Aristóteles la actividad idónea para fomentar e incentivar el

valor era la gimnasia, y entiéndase ésta como el ejercicio de

entrenamiento militar, la lucha, el boxeo, las carreras, y

todo tipo de ejercicios practicados en los gimnasios, lo cual

era para Aristóteles suficiente para incitar el valor. Según

Aristóteles la gimnasia “contribuye a desarrollar la

hombría.”92 Y a la vez es “útil para la salud y la fuerza”93,

y por dichas razones creía que la gimnasia era suficiente

91
Aristóteles, Política, VIII 7, 1342b1. Gredos, España, 1988, p. 476
92
Obra citada, VIII 3, 1337b 25, Gredos, España, 1999, p. 458
93
Ob. Cit. VIII 3, 1338a 15, Gredos, España, 1999, p. 459

91
para el fomento del valor, sin necesidad de recurrir al uso

de la escala frigia como lo sugería Sócrates.

Es importante señalar que para Aristóteles la música

ética no convierte a los hombres en ciudadanos buenos, pero

sí los hace más sensibles a la justicia, al bien, a lo

correcto, y por lo tanto más propensos a deliberar sobre

aquello que excede el término medio. ¿Por qué o cómo es

posible esto? Para Aristóteles esto es posible porque la

música ética infunde un sentimiento de belleza, de bien, de

moderación, de orden, de armonía, el cual impera ante

situaciones contrarias a estos principios. Con esto podemos

entender que la música permite cimentar en el carácter el

poder de la moderación, lo cual dispone a los hombres a

regular sus estados de excitación. Sintetizando, podemos

decir que a través de la música se adquiere un gusto

estético, el cual influye no sólo en la apreciación de la

representación bella, sino que también de la acción bella,

así, la música ética permite conjugar lo bello con lo bueno

en tanto que ambos son condiciones del término medio. Esto no

significa que la educación musical inmunice contra el exceso

y el defecto, sino que produce una cierta resistencia a lo

grotesco, a lo caótico, en fin, a la desproporción. En

términos ético-políticos, es decir, en cuanto a afecciones y

acciones, para Aristóteles esto es benéfico en tanto que

92
permite que los individuos no vivan bajo sus facultades

irracionales, sino que se despotencialicen por dictámenes

racionales.

Aristóteles creía conveniente, al igual que Platón, que

a los jóvenes se les debería de imponer leyes que los

indujeran a adquirir hábitos regulados por la racionalidad,

así, bajo lo permisible y lo prohibitivo el carácter era

modelado, logrando que la personalidad de los jóvenes se

distinguiera por amar el bien, lo bello y lo verdadero, y

esto era fundamental para lograr modos de ser acordes a la

virtud política, pues, según Aristóteles, “siempre el

carácter mejor es causante de un régimen mejor.”94 Y por

supuesto que la música ética fungía un papel determinante en

la educación del carácter de los jóvenes, y esta era la razón

por la que se legislaba en favor de ella.

3.2 El ethos aristotélico

Otra de las características conceptuales que distinguen

la filosofía Aristotélica de la Platónica es sin duda su idea

de la educación del carácter, la cual es presentada para

sustituir la teoría platónica de la armonización del alma.

Para Aristóteles la idea de armonizar el alma era

insostenible, puesto que para el maestro estagirita el alma

es una sustancia, lo que significa que el alma no está

94
Ob. Cit. VIII 1, 1337a15, Gredos, España, 1999, p. 455

93
conformada por diversos elementos, y si no está conformada

por elementos entonces no hay posibilidad de armonizar estas

partes, por tal razón, descartaba la posibilidad de

armonizarla. Por lo anterior creía conveniente y necesario

desarraigar dicha creencia platónica, respecto a lo anterior

Aristóteles lo argumenta como sigue:

(...) encaja mejor con los hechos aplicar la palabra armonía a


la salud y, en general, a las virtudes corporales que al alma:
para comprobarlo sin lugar a dudas, bastaría con intentar
atribuir las afecciones y acciones del alma a cualquier tipo
de armonía; a buen seguro que resultaría difícil encajarlas.
Más aún, puesto que al utilizar la palabra armonía se suele
aludir a dos cosas distintas -de una parte y en sentido
primario se aplica a la combinación de aquellas magnitudes que
se dan en seres dotados de movimiento y posición, cuando
encajan entre sí de tal modo que no dejan lugar a ningún
elemento del mismo género; de otra parte y derivadamente, se
alude a la proporción de los elementos en mezcla- ni en un
sentido ni en otro es correcto aplicarla al alma.95

Aristóteles argumenta la dificultad de aplicar la armonía al

alma, y desiste de esta idea, sin embargo, prosigue con el

escrutinio filosófico sobre la armonía de los afectos y las

acciones de los hombres, y para esto toma un rumbo diferente,

internándose en el campo de la ética, en donde opta por

tratar la educación del carácter.

La cuestión de la educación del carácter es desarrollado

enfáticamente en la Ética Nicomáquea, en donde se hace una

distinción entre virtudes dianoéticas y virtudes éticas,

estas últimas referidas netamente al carácter. Barnes hace

95
Aristóteles, Acerca del alma, I 4, 408a5, Gredos, Madrid, 1978, pp. 152-153

94
una aclaración sobre el término ética, diciéndonos lo

siguiente:

El propio Aristóteles se refiere a sus tratados como «ethika»


y la trasliteración de esa palabra griega da el título de
«Ética». Pero el término griego significa «cuestiones
relacionadas con el carácter», y un título mejor sería Sobre
cuestiones de carácter.96

En la Ética Nicomáquea Aristóteles nos aclara la relación

existente entre ética y costumbre, con el fin de marcar la

diferencia existente entre las virtudes adquiridas por el

hábito y aquellas que son adquiridas a través de la

enseñanza, estas últimas denominadas virtudes dianoéticas,

referente a esto Aristóteles lo explica de la siguiente

manera:

(...) la ética, en cambio, procede de la costumbre, como lo


indica el nombre que varía ligeramente del de «costumbre». De
este hecho resulta claro que ninguna de las virtudes éticas se
produce en nosotros por naturaleza, puesto que ninguna cosa
que existe por naturaleza se modifica por costumbre.97

De ahí la preocupación de Aristóteles por educar el ethos,

pues acostumbrarlo al término medio no era cosa sencilla,

sino cosa pedagógica, y por supuesto que la razón de esto era

la de cuidarlo del exceso y del defecto, pues estos dos

extremos son principios de destrucción, mientras que para

Aristóteles seguir el término medio era realizar la causa

final del ethos: la virtud. “Así pues, la moderación y la

virilidad se destruyen por el exceso y por el defecto, pero

96
Jonathan Barnes, Aristóteles, Cátedra, Madrid , 1999, p. 130
97
Aristóteles, Ética Nicomáquea, II 1, 1103a15, Gredos, Madrid, 1993, p. 158

95
se conservan por el término medio.”98La insistencia de

Aristóteles sobre la idea de que el que quiera ser virtuoso

tiene que practicar la virtud no es mas que la sensata

convicción de forjar un carácter acorde a los ideales de la

virtud. En la Ética Nicomáquea Aristóteles se preguntaba ¿Qué

ethos es el más idóneo para nuestra alma? Y su respuesta

perfilaba ya a la apertura de una reflexión en torno a la

virtud política.

3.3 Politeía

Una de las interrogantes que surgen de la lectura del

libro VIII de la Política de Aristóteles trata sobre el

propósito de incluir cuestiones de índole musical en un

tratado de política. En este sentido nos preguntamos ¿Cuáles

son los fundamentos aristotélicos que sustentan las prácticas

musicales dentro de la política? o en otras palabras, ¿Cuál

es la finalidad política de contemplar dentro de la educación

las prácticas musicales?

Para comprender el sentido de la educación musical es

necesario indagar primero sobre algunos conceptos y temas de

la filosofía de Aristóteles, por ejemplo: el concepto de

politiká, los tipos de gobierno, la idea del zóon politikón,

el concepto de frónesis, y por último, los conceptos de ritmo

y armonía. Esto nos permitirá tener una mejor comprensión de

98
Obra citada, I 2, 1104a25, Gredos, Madrid, 1993, p. 161

96
la filosofía política de Aristóteles y a la vez de su ideal

de politeía.

Para Aristóteles la praxis artística debe de tener un

fundamento político, bajo esta idea se podría pensar en una

coerción del individuo por parte de un régimen político, es

decir, podemos creer que se está hablando de una sumisión del

artista para reproducir una ideología política, sin embargo,

el sentido viene siendo otro. Para Aristóteles arte y

política pueden ser vinculados por el factor educativo.

Las figuras del legislador y del artista son

predominantes en la enmienda pedagógica, por una parte la

tarea del legislador será la de formular leyes que contemplen

las prácticas musicales dentro de la sociedad, y por otra

parte, la figura del artista también será fundamental para

atender estas indicaciones legislativas. Ambos tendrán la

responsabilidad de arraigar en el campo pedagógico el telos

político con el fin de erigir al ciudadano ideal que

ennoblezca con su modo de ser virtuoso a la polis griega.

¿Cuál es el fin de la política? Según Aristóteles “el fin de

la política no es el conocimiento, sino la acción.”99 Y, ¿cuál

es el fin de la acción? Si dicha acción es una elección, es

decir, un acto intencionado, y si la intención es interactuar

con otras voluntades políticas, entonces el fin de la acción

99
Ob. Cit. I 3, 1095a6, Gredos, Madrid, 1985, p. 132

97
será la política. La acción política, para Aristóteles,

siempre alcanza un bien, no un bien particular, sino un bien

general, en este sentido, la política es un bien máximo que

garantiza la administración de todos los bienes del hombre y

para el hombre. En el caso de que el bien no fuera general

sino particular, entonces no se estaría hablando de una

política positiva, sino de un retrógrado afán de poder.

Aristóteles de acuerdo a este mezquino deseo menciona tres

tipos de gobierno, los cuales son corrupciones de la

monarquía, la aristocracia y la república:

Las desviaciones de los regímenes mencionados son: la


tiranía de la monarquía, la oligarquía de la aristocracia
y la democracia de la república. La tiranía es una
monarquía que atiende al interés del monarca, la
oligarquía al interés de los ricos y la democracia al
interés de los pobres; pero ninguno de ellos atiende al
provecho de la comunidad.100

Antes de proseguir creemos que es necesario definir el

significado del término politeía, con el fin de entender el

sentido que Aristóteles le adjudica, además también es

importante conocer las diferentes acepciones que tiene el

término, pues esto nos llevará a comprender la connotación

que Aristóteles le da a este concepto.

La traducción al español más común y general de politeía

es la de república, por ejemplo, en la traducción que

presenta la editorial Gredos de La Política de Aristóteles, a

100
Aristóteles, Política, III 7, 1279b5 Gredos, Madrid, 1988, p. 172

98
cargo de Manuela García Valdés, encontramos el término de

república, sin embargo, la traductora es consciente que este

término griego tiene varios sentidos, y en una nota a pie de

página de la Política hace mención de cuatro acepciones de

este término:

El término griego politeía tiene diversas acepciones. Puede


referirse a la organización jerárquica de las diferentes
magistraturas: el régimen. Puede designar el conjunto de
ciudadanos: el cuerpo cívico. O bien los derechos cívicos y
políticos: la ciudadanía, acepción que parece ser la
adecuada en el presente pasaje. Y también puede indicar la
constitución moderada o mixta, que Aristóteles llama, a
falta de otro término, politeía, que traducimos
frecuentemente por república.101

Respecto al término de república cabe señalar que este viene

del latín res-pública (república: la cuestión pública) el

cual fue utilizado para traducir el concepto de Politeía de

Platón, por lo que se hizo una tradición traducir el término

de politeía como república.

Para Ross la politeía debe de traducirse como

constitución, distanciándose con esto del término de

república, Ross nos dice al respecto lo siguiente:

“Aristóteles da a esta constitución, a falta de un término

propio para designarla, el nombre genérico de politeía,

constitución. En Ética a Nicómaco 1160a36 la llama timocracia

o constitución basada en la consideración de la propiedad.”102

101
Nota 138 en Aristóteles, Política, Gredos, Madrid, 1988, p. 88,
102
W. D. Ross, Aristóteles, Gredos, 2013, Madrid, p. 297

99
Este mismo sentido de politeía como constitución lo

enfatiza Ingemar During, no sin antes marcar su sentido

social, el cual debe de entenderse como pauta que unifica a

una sociedad, During lo expresa de la siguiente manera: “Como

ya he advertido, la mayoría de las veces debemos de traducir

politeía por constitución; el sentido del término, sin

embargo, es la forma de vida de los ciudadanos, el orden

político.”103

La Politeía en sentido aristotélico, ya sea como

república, constitución o timocracia, tiene una definición

que rebasa la simple asociación política interesada en

satisfacer ya sea el interés particular, el de los ricos o el

de los pobres. Para Aristóteles la politeía, en tanto modo

político, es la constitución por excelencia en tanto que es

la ley la que imperará en la coexistencia social entre ricos

y pobres. La politeía aristotélica se aparta de la politeía

platónica, caracterizándose como un tipo de gobierno emanado

de la democracia y la oligarquía, así pues, la politeía de

Aristóteles es término medio entre dos regímenes imperfectos.

Por otra parte, respecto al concepto de democracia,

debemos de entender las circunstancias histórico-políticas

por las que Aristóteles se refiere a ella de manera

despectiva, aunado a esto, es de igual importancia comprender

103
Ingemar Düring, Aristóteles, UNAM, 2000, México, p. 767

100
su concepto de politeía como régimen de su simpatía, lo cual

lo dispone a catalogar a la democracia como una desviación de

ésta. Manuela García Valdés en su introducción al texto

Constitución de los atenienses de Aristóteles explica la

razón por la que la democracia pierde méritos ante los ojos

del estagirita:

Aristóteles se sitúa en el mundo real griego, atiende a los


hechos y analiza un panorama histórico bien definido: las
consecuencias de la guerra del Peloponeso y aparición de dos
bloques políticos, representados por Atenas y Esparta que
apoyan las democracias y las oligarquías respectivamente,
las hegemonías sucesivas de bloques (Atenas, Esparta, Tebas,
Macedonia), las luchas internas de Estados griegos y la
crisis de la democracia de su tiempo. Esta realidad política
induce a Aristóteles a presentar las constituciones como si
hubiese sólo dos formas: oligarquía y democracia.104

La cita anterior nos permite comprender por qué para

Aristóteles la democracia no era el régimen óptimo para la

polis, en este sentido se entiende su intención de escribir

una Politiká, ya que para él era fundamental criticar los

gobiernos imperantes de su tiempo, pues éstos se

caracterizaban por darle más valor a la voluntad del pueblo

(democracia) o de la minoría (oligarquía) que a la ley.

Respecto al valor que Aristóteles le daba a la democracia

podemos entender la razón de su juicio sobre ella, sin

embargo, nos dice en su Ética Nicomáquea que “La democracia

es la menos mala de las desviaciones, porque se desvía poco

104
Aristóteles, Constitución de los atenienses, Gredos, Madrid, 1984, p. 36

101
de la forma de la república.”105 Pero aun siendo la menos mala

de los regímenes nunca fue aprobada ni por Aristóteles, ni

por Sócrates, ni Platón. El hecho de que la democracia fuera

un gobierno vigente en la antigua Atenas, y que fuera

respaldada por el pueblo esto no la exentaba de la crítica

filosófica, “en este periodo el demos ateniense es, sin duda,

soberano y, como señala Aristóteles en tono de reproche,

podía hacer todo aquello que deseara.”106

3.3.1 Zoon politikón

El zoon politikón de Aristóteles es uno de los conceptos

que cimenta su filosofía política. Este concepto separa al

hombre que vive bajo un estado de naturaleza del que tiene

una natural disposición hacia la vida comunitaria. El animal

político es para Aristóteles la conversión del estado natural

al social. Para Aristóteles el hombre en estado natural se

caracteriza por sus apetitos, lo cual lo aleja de la

comunidad por no respetar el principio social que es el

bienestar común y lo acerca a la jauría o al deambular

solitario. Incluso podemos afirmar que la ética, como parte

de la política, es un tratado dedicado al hombre que vive

bajo el instinto, o al menos es una alusión a la

irracionalidad humana, la cual debe de ser moderada con la

105
Aristóteles, Ética Nicomáquea, VIII 10, 1160b15, Gredos, Madrid, 1985, p. 340
106
Del águila, Rafael, “Los precursores de la idea de democracia: la democracia ateniense”, en La
democracia en sus textos, Alianza, Madrid, 1998, p. 25

102
intención de alcanzar el telos político, es decir, el bien de

la polis.

El animal político se puede comparar con el estado civil

de Rousseau en tanto que en ambos se renuncia a la libertad

natural con el fin de poder integrarse a una polis o a un

Estado. En ambos filósofos podemos visualizar que la voluntad

particular, egoísta, individualista, tiene que ser moderada,

pues tanto el bien común como la voluntad general son actos

racionales que exigen una disposición contraria a la del

simple animal, por eso dice Aristóteles que “así como el

hombre perfecto es el mejor de los animales, así también,

apartado de la ley y de la justicia, es el peor de todos.”107

Para Aristóteles la democracia venía careciendo de un

apego a la ley y ese era el gran defecto que le criticaba a

este régimen. La falta de virtud de los ciudadanos y de sus

gobernantes hacía de los animales democráticos seres

imperfectos, y esto a la vez perjudicaba a la misma ciudad

convirtiéndola también en una ciudad imperfecta. Sin duda que

para Aristóteles era más importante delinear a la ciudad, ya

que el todo era más importante que la individualidad.

Pues aunque sea el mismo el bien del individuo y el de la


ciudad, es evidente que es mucho más grande y más perfecto
alcanzar y salvaguardar el de la ciudad; porque procurar el
bien de una persona es algo deseable, pero es más hermoso y
divino conseguirlo para un pueblo y para ciudades.108

107
Aristóteles, Política, I 2, 1253a5, Gredos, Madrid, 1988, p. 52
108
Aristóteles, Ética Nicomáquea, I 2, 1094b5, Gredos, Madrid, 1985, p. 131

103
El concepto de animal social o animal político hace

referencia a la actitud de comunión, y no tanto a la

definición de régimen, es decir, para Aristóteles un animal

político podía ser monárquico, aristocrático o republicano, o

en su defecto miembro de un régimen tiránico, oligárquico o

democrático. Sin embargo, para Aristóteles el animal político

ideal era aquél que tenía como mira de sus acciones el bien

común, y para que este bien comunitario fuera efectivo tenía

que sustentarse en dos aspectos primordiales: la ética y el

apego a la ley. Tal modo de ser era fundamental para poder

erigir la politeía. Para Aristóteles era necesario moderar

los regímenes de su época, y en este sentido podemos entender

a la politeía como un Estado Moderado, lo cual significa que

“la república es, por decirlo sencillamente, una mezcla de

oligarquía y democracia.”109

3.3.2 Música y política

El concepto de moderación en Aristóteles nos remite a un

ejercicio de racionalidad. Los excesos y los defectos son

extremos de los cuales debemos de tender hacia el término

medio. Pero, ¿cómo sacamos al ser de lo ideal para hacerlo

real? Es decir, ¿cómo puedo practicar el término medio? O en

otras palabras ¿cómo pasamos de la teoría a la práctica?

109
Aristóteles, Política, IV 8, 1293b3, Gredos, Madrid, 1988, p. 240

104
Respecto a este ideal político Aristóteles visualiza una

forma que posibilita que el ser del animal social se

perfeccione y logre una conversión en animal virtuoso, en

otras palabras, si Aristóteles nos dice que practicando la

justicia nos hacemos justos, entonces practicando la armonía

nos hacemos armoniosos.

El vínculo que debe de existir entre política y música

debe de ser de índole pedagógico, y lo que se pretende con

este tipo de educación es forjar un ethos acorde a la virtud

política, por lo tanto el tipo de educación que Aristóteles

propone es una educación del carácter, por lo que el

legislador debe de tener en cuenta la educación de los

jóvenes como principio de la formación de buenos ciudadanos.

Para Aristóteles la politeía debe de transmitir su carácter a

todos los ciudadanos con la finalidad de que los miembros de

una misma polis compartan el mismo modo de ser. Una de las

razones que expone Aristóteles respecto a la necesidad de

educar a través de la música es porque a través de la armonía

doria se podría infundir un carácter justo. Dicha idea

propició que esto se asumiera como un imperativo ético-

político, lo cual fue fundamental para clasificar a la música

no sólo como mero juego y diversión sino como una actividad

educativa para la adquisición de la virtud política. Para

Aristóteles la conversión de los modos de ser acordes a los

105
ideales de la polis tenía que efectuarse a través de la

música, ya que “la música puede imprimir una cierta cualidad

en el carácter del alma.”110 Sin embargo, la recomendación

aristotélica no era simplemente la de ser meros espectadores,

sino la de participar directamente en la ejecución de un

instrumento, ya que este tipo de experiencia musical permite

tener un acercamiento más genuino con la armonía musical,

pues la idea no es contemplar al justo para hacernos justos,

sino practicar la justicia para hacernos justos. Por lo

tanto, la práctica musical debería de ser, según Aristóteles,

en tono dórico, pues este modo musical era el más excelso

para adquirir la virtud política. Para Aristóteles la

experiencia artística era la modalidad más efectiva para que

el carácter se templara a ritmo moderado y armonía dórica.

Pues a igual que en el campo de la ética lo importante no era

tener un concepto de ésta, sino una práctica de la ética, así

también en el campo de la música quien no ejecuta una armonía

no es capaz de darle un sentido a la teoría de la armonía,

pero más que un sentido teórico se trata de encontrar una

vivencia transformadora, una sensación de armonía, la cual,

ejercitada periódicamente generará un estado armonioso en las

personas. Si la música doma fieras, entonces es posible que

también eduque a ese animal llamado hombre. Tocar una

110
Ob. Cit. VIII 5, 1340b12, p. 469

106
melodía, una escala, o un tono musical es de las experiencias

estéticas más fructíferas para la educación, ya que el

sentimiento de lo bello, la sensación de equilibrio, de

proporción, y de orden que transmite la música permiten

transformar los modos de ser del hombre. En este sentido para

Aristóteles un modo de ser musical es más valioso que muchos

discursos sobre ética, ya que los conceptos se imprimen en la

memoria, mas la armonía se imprime en el carácter. Y como la

armonía es una influencia en la formación del carácter

Aristóteles advierte sobre el uso de armonías contrarias al

término medio, por ejemplo, la armonía frigia, la cual genera

un carácter efusivo, impidiendo con esto que los jóvenes

estabilicen sus impulsos y sus instintos, en este sentido

para Aristóteles la armonía dórica debe de ser un preludio

para la vida política.

Respecto al modo dorio todos reconocen que es el modo más


grave y es el que mejor expresa un carácter viril. Además,
puesto que alabamos el medio entre los extremos y declaramos
que es preciso seguirlo y el modo dorio ocupa esta posición
natural en relación a los otros modos, es manifiesto que las
melodías dorias convienen preferentemente a la educación de
los jóvenes.111

111
Ob, Cit, VIII 5, 1342b13, p. 476

107
3.4 Sobre el movimiento sonoro

Este último apartado posiblemente esté inconexo con los

anteriores, sin embargo, queremos agregarlo para dar cuenta

de un análisis ontológico de la música desde ciertos

conceptos elementales de la física aristotélica. Aquí

pretendemos dejar en claro que la música no es el arte del

tiempo, definición muy moderna, sino el arte de los sonidos,

lo cual nos llevará a revisar el concepto de movimiento y la

teoría de la causa eficiente de Aristóteles.

Muchos sobrevaloran la idea de que la música sea el arte

de los sonidos, y terminan subsumiendo al sonido en el

tiempo, afirmando que la música es el arte del tiempo, claro

que esto ha servido para diferenciarla de las artes del

espacio, pero también para confundir el concepto de música,

pues el tiempo es inherente a toda expresión artística, tanto

de las plásticas como de la sonoras. Respecto a la música

podemos decir que lo que prevalece en la duración, en la

temporalidad, es el sonido, y es esta cualidad la que permite

que podamos afirmar que la música es el arte de la

combinación tonal, claro que regida por un criterio estético.

Los instrumentos musicales son, más que generadores de

tiempo, generadores de sonidos, una vibración es sonora, y

también es temporal en tanto que la duración es la realidad

que muestra el sonido, puesto que el tiempo es la condición

108
ontológica de la música. Sin embargo, no debemos de confundir

el elemento sonoro con el tiempo. Para Aristóteles el sonido

y el tiempo son dos cosas diferentes, la primera es un tipo

de movimiento y de cambio, mientras que la segunda es la

condición inherente al ser, lo cual quiere decir que el

sonido es un tipo de ser que se da en el tiempo, y no que el

tiempo es un tipo de movimiento y de cambio. Cierto que

Aristóteles en la Física no habla específicamente sobre el

fenómeno del sonido, sin embargo, cuando habla del cambio y

del movimiento se refiere a todo tipo de ser que se mueve y

cambia. Aristóteles lo expresa de la siguiente manera:

(...) puesto que se piensa que el tiempo es un cierto


movimiento y un cierto cambio, habrá que examinar esto.
Porque sólo hay cambio y movimiento en la cosa que está
cambiando o allí donde se dé el caso que algo se mueva o
cambie; pero el tiempo está presente por igual en todas
partes y con todas las cosas.112

Desde esta perspectiva podemos comprender que la música es un

tipo de movimiento y de cambio. Es un tipo de movimiento en

tanto que es una vibración sonora, y es cambio en tanto que

el sonido es tonalidad. Estos dos elementos son el fundamento

de la música, lo cual permite comprender el por qué la música

no es el arte del tiempo y sí es el arte de los sonidos.

Muchos dicen que la música está compuesta por sonidos y

silencios, cierto, aunque el silencio no se escucha sí se

percibe a través de la duración de éste. ¿El silencio es

112
Aristóteles, Física, IV 10, 218b 10, Gredos, Madrid, 1995, p. 268

109
ausencia del sonido o es reposo del móvil? Para Aristóteles

todo el ser que participa en el tiempo tiende al movimiento o

al reposo, referente a la música podemos entender esto

observando la cuerda de un instrumento musical, mientras esta

vibre el movimiento generará ondas sonoras, y mientras esté

en reposo no habrá más que ausencia de sonido, es decir,

silencio. Tanto el sonido como el silencio son perceptibles

por la conciencia, por eso la música es una racionalización

tanto del sonido como del silencio, pues la expresión

caprichosa no establece una medida, sino sólo aquella que

respeta la métrica. Y como producto de esta exigencia nació

el metrónomo, el cual es la herramienta que divide el tiempo,

acompasando las duraciones de los sonidos y de los silencios,

permitiendo unificar en una secesión regular de tiempos estos

elementos, dando como resultado la agógica musical, es decir,

los tipos de movimientos o tempos con los que se interpreta

una obra musical.

La música es, en el sentido aristotélico, ser en el

tiempo, “porque «ser en el tiempo» es «ser medido por el

tiempo», y el tiempo es la medida del movimiento y el

reposo.”113 La música discurre en el tiempo, se manifiesta en

él, pero a la vez representa el tiempo. La música es una

representación del tiempo, así como para Paul Ricoeur la

113
Obra citada, IV 12, 221b 20, p. 281

110
narración permite representar al tiempo, así la música

también permite representarlo. La música no define al tiempo,

pero sí permite sentirlo, apreciarlo, y mostrarlo. Al menos

la vertiginosidad del presente como límite, según

Aristóteles, la podemos caracterizar musicalmente,

visualizándola como flecha melódica que atraviesa el tiempo.

La teoría del movimiento de Aristóteles nos permite

comprender cuál es la física de la música, es decir, nos

permite conocer y comprender los principios del sonido. ¿Por

qué es posible interpretar la música con la teoría del

movimiento de Aristóteles? En primer lugar, esto es posible

en tanto que esta teoría retoma un principio que es atributo

del ser en general, para Aristóteles el movimiento es una

manifestación de la physis, por lo que su investigación no se

ocupa de cierto tipo de objeto en particular, sino de los

principios generales que afectan a los particulares. Por lo

que la física de Aristóteles se puede aplicar a todos los

fenómenos que manifiestan movimiento, y siendo la música un

fenómeno que se caracteriza por el movimiento y el cambio no

podemos excluirla de esta teoría, al contrario, la ontología

de la música es un fenómeno que se puede discernir a partir

de estos postulados aristotélicos.

Volviendo al tema de la escala musical, hemos analizado

el movimiento sonoro para discernir sobre el valor de la

111
tonalidad, concluyendo que es el sonido el que le da un matiz

al tiempo. Decir cuando suena el tiempo es porque lleva

música significa simplemente que cuando suena la música suena

el tiempo, pues de acuerdo a la teoría del movimiento de

Aristóteles el tiempo no es un movimiento, en cambio el

movimiento sonoro es un movimiento en el tiempo. La música es

el arte del movimiento sonoro en tanto que la tonalidad y el

ritmo son fundamentos que sonorizan el tiempo. Con esto

queremos decir que el tiempo es insonoro, a menos que la

gracia del músico nos revele lo contrario, pues este como

causa eficiente es capaz de armonizarlo y ritmarlo. Ya

Aristóxeno hablaba de esto, quien abordando el tema de la

rítmica y desde una perspectiva aristotélica lo expresa de la

siguiente manera:

(...) el ritmo no se puede dar a menos que haya una materia


ritmable y alguien o algo que divida el tiempo; pues el tiempo
no se divide a sí mismo –como ya hemos señalado- sino que
necesita de un agente que lo divida.114

Recordemos que el ritmo ontológico es un ímpetu que impulsa

al ser, es un movimiento innato, es un exceso vital, por lo

que es importante, según el maestro estagirita, regular este

impulso de vida, y para esto es necesario que nuestro

carácter confluya con los principios de la música, para que

así nuestro ser en el tiempo sea con ritmo y armonía.

114
Aristóxeno, Elementos de la rítmica, II 6, en Carmen Chuaqui, Musicología griega, UNAM, México, 2000,
p. 254

112
CONCLUSIONES

113
Conclusiones

La incursión que realizamos por el mundo musical de la

antigua Grecia nos ha permitido, en un primer momento, una

concepción más clara de la musiké, esto nos ha facilitado

encontrar respuestas a la pregunta ¿Qué es la musiké?

Retomando la idea aristotélica sobre las diversas maneras de

entender el ser, podemos decir que la musiké en la antigua

Grecia también se entendía de muchas maneras, en primer

lugar, esta se entendía como el arte de las Musas; o como la

expresión unificadora de las artes, en donde la danza, la

poesía y la música eran englobadas en el término musiké. Por

otro lado, para Pitágoras la música era una representación de

la proporción armónica, de ahí la idea de la música de las

esferas. Mientras que para Platón la musiké era aquella que

comprendía texto, ritmo y armonía, al menos así lo especifica

en la República.115 Sócrates también da dos acepciones de

música en el Fedón, diálogo en el que comenta que en sueños

escuchaba que le decían “¡Sócrates, haz música y aplícate a

ello!”116 La primera acepción a la que Sócrates hace

referencia alude a la filosofía, diciéndonos que “la

filosofía era la más alta música.”117 Por otra parte, como

115
Véase Platón, República, III 398d, Gredos, Madrid, 1988, p. 169
116
Platón, Fedón, 60e, Gredos, Madrid, 1988, p. 32
117
Obra citada, 61a, p. 33

114
segunda acepción hace referencia a la poesía, diciéndonos que

versificar el mito era una manera de hacer música, y en este

sentido cumplió la exhortación de hacer música versificando

las fábulas de Esopo. Esta segunda acepción tiene una

connotación diferente a las referidas arriba, ya que en este

diálogo Sócrates hace referencia a la musiké como una

actividad más apegada a la métrica que a la armonía, es

decir, más poética. Aristóteles por su parte nos dice que la

música era aquella actividad artística que podía ser

expresada ya sea con ritmo y armonía, como lo hacía la

citarística o la aulética (música instrumental). Pero que

también la música podía contener ritmo, armonía y palabra,

como era el caso de la aulodia y la citarodia (música vocal-

instrumental). Dadas las anteriores características podemos

entender por qué la musiké tenía sus diversas acepciones, y

a la par de estas acepciones estaban los usos y funciones que

incrementaban su valor. Las diversas acepciones de la música

que presentamos arriba nos dejan ver claramente que para los

griegos la música era un concepto polisémico, al igual que

poli-funcional, pero a pesar de las diferentes acepciones que

tenía el término musiké es importante señalar que todas

estaban regidas por el ritmo y la armonía.

Por otra parte, el estudio de la etimofonía que hemos

realizado nos ha permitido detectar que nuestra moderna

115
teoría musical está arraigada en la episteme pitagórica, lo

cual significa que somos herederos de esa tradición musical.

Incluso nuestros términos musicales como tono, escala,

melodía, intervalo, son propios de la semántica musical

antigua. En el capítulo I de este trabajo118 habíamos expuesto

ya la diferencia entre el concepto de armonía antiguo y el

moderno, pero es importante señalar que el segundo concepto,

el cual significa de manera general “enlace de acordes”, no

se sustentaría sin el primero, puesto que la idea de

proporción, ajuste o concordancia (significado de la armonía

antigua) determinan el concepto moderno de acorde, recordemos

que un acorde no es más que una agrupación de dos o más

tonos, lo cual nos remite a la idea de escala, y esto a la

vez nos remite a la idea de proporción. Otra característica

fundamental de la influencia griega es la analogía de la

escala mayor moderna con la escala de Pitágoras, y esto no es

una mera coincidencia sino una clara evidencia de la

atribución que tuvo la ciencia armónica de Pitágoras en la

teoría musical moderna, analicemos ambas escalas para

comprender lo dicho:

T T S T T T S
Escala de Pitágoras: Mi-re-do-si-la-sol-fa-mi
Escala mayor moderna: Do-re-mi-fa-sol-la-si-do

118
Véase p. 22

116
Ambas escalas están conformadas por el mismo orden de tonos

(T) y semitonos (S), es decir, por las mismas proporciones,

lo cual deja en claro que nuestra música moderna es una

evolución de lo que en un principio se plasmó en la escuela

pitagórica.

Sin duda que el concepto de música que rige nuestra

modernidad es diferente al de la antigua Grecia, pero esto no

nos desvincula de nuestros antecesores, desvincularnos sería

como afirmar que la filosofía moderna es ajena a la filosofía

antigua. Las perspectivas son diferentes, y es parte de la

cultura el despliegue heterodoxo. La heterodoxia no es

disidente de la nada, sino de su misma tradición, puesto que

la cultura se crítica a sí misma. En este sentido podemos

valorar la evolución musical y entender la diseminación de

formas, géneros y corrientes musicales, las cuales fueron

desarraigándose paulatinamente de la axiología matemática y

de la moral.

Otro de los temas que abordamos en esta investigación

fue el de la educación musical griega, con la finalidad de

comprender las posturas de los tres filósofos que abordaron

dicho tema. Más allá de las diferencias entre Pitágoras,

Platón y Aristóteles lo que queremos remarcar es la

existencia de un punto de común acuerdo entre ellos: la

aprobación de la primacía de la música para la conformación

117
de hombres buenos. Para los tres filósofos el vínculo entre

música y moral era indisoluble, pues esto era idóneo ya para

armonizar el alma, o ya para forjar el carácter. Según ellos

el contacto directo con la armonía y el ritmo permitía que el

hombre pudiera lograr una conversión más eficaz de lo

estético a lo ético. Por lo tanto, la educación musical debía

de considerarse como una actividad preponderante dentro de la

educación.

El tema de la música como medio de conversión moral es

un tema ríspido para nuestros oídos, pues nos es difícil

creer que esta pueda transformarnos en buenas personas, sin

embargo, la paideia musical griega es más convincente si

señalamos y atendemos ciertas condicionantes que anteponían

tanto Platón como Aristóteles para el cumplimiento de dicho

objetivo, dichas condicionantes son las siguientes: a) que la

educación debe darse a partir de la etapa de la juventud; b)

que los magistrados e inspectores deben de vigilar la

conducta de los jóvenes para que se cumpla la ley sobre

educación musical. Sin estas dos condiciones, las cuales las

podemos rastrear en la República y en las Leyes de Platón,

así como en la Política de Aristóteles, la educación musical

sería un mero simulacro, como lo es la tentativa moderna de

la educación artística en primarias y secundarias de nuestro

país. Respecto a la primera condicionante es comprensible la

118
necesidad de empezar a educar en la etapa de la juventud, ya

que la psique o ethos de los jóvenes no está tan maleado,

pervertido, o viciado como la de los adultos. Respecto a

estos últimos, según Platón, es más difícil hablar de una

conversión moral de éstos, puesto que ya tienen un “alma

arisca y salvaje de la que nacen innumerables injusticias.”119

El remedio que ponen Platón y Aristóteles para regular este

tipo de bríos pasionales sería el atarlas con la cuerda de la

ley, y he ahí la importancia de la actividad legislativa que

practicaban los antiguos griegos.

Platón y Aristóteles, como expertos en el tema del alma,

sabían que ésta tendía a su destrucción o a su perfección, y

por esta razón, su discurso filosófico ancló en el tema de la

paideia, pues sabían que la educación, como memoria histórica

de lo que hace bien al hombre, era un factor determinante e

imprescindible para la construcción de un modo de ser

elogiable. A veces creemos que porque somos hombres del siglo

XXI, hombres en el límite del tiempo, o como dijera Octavio

Paz “contemporáneos de todos los hombres”120, ya no

necesitamos de teorías pedagógicas para discernir sobre

nuestras conductas. En realidad no somos el efecto

antropológico de teorías éticas y pedagógicas, no encarnamos

la evolución social, tampoco nacemos programados para actuar


119
Platón, Leyes, II 649e, Gredos, Madrid, 2007, p. 239
120
Octavio Paz, El laberinto de la soledad, , F. C. E., México, 1973, p. 174

119
conforme a las más lúcidas teorías ético-sociales,

simplemente somos el eterno retorno de la ignorancia, somos

cavernícolas a la usanza postmoderna, somos carne cruda

impulsada por el deseo, y por esta razón cada generación y

cada individuo tiene que iniciarse y adentrarse en el plano

de la ética, pues la convivencia colectiva exige un

movimiento unísono, una acción moderada.

Pero la educación musical no es suficiente con el simple

hecho de escuchar música, está bien que a la música se le

considere como mágica, sin embargo, su encantamiento debe de

ser evocado por la pedagogía y vigilada por el Estado. Para

Platón e igualmente para Aristóteles el Estado debería de

asumir el compromiso y la obligación de velar por la

educación de los jóvenes, pues el Estado sería el primero en

beneficiarse con la conversión de los hombres, y a la vez los

hombres se beneficiarían con la conformación de un Estado

integrado por hombres justos. Actualmente habrá quien se

desinterese por esta idea, y se preguntará ¿para qué hombres

buenos? Pero también habrá quien reproche el perjuicio que

producen ciertos géneros musicales, principalmente de

aquellos que marcados por la mercadotecnia y el respaldo de

la libertad de expresión saturan con melodías y letras

fútiles el ambiente de los jóvenes, por ejemplo, los

narcocorridos son un género musical que incita a través de

120
sus letras a imitar el estilo de vida de delincuentes

prófugos de la justicia. Respecto a este género musical es

importante señalar que en el año dos mil once hubo un

dictamen en el congreso del poder legislativo de Chihuahua en

contra de este tipo de música, en donde se aprobó la ley

contra el narcocorrido, ley que en el fondo tiene

reminiscencias platónico-aristotélicas, puesto que emana el

tema de la censura contra la mala música. La razón de esta

censura es porque en este género musical se evidencia una

clara apología del narcotráfico, lo cual no es favorable ni

para la salud mental de los jóvenes, ni para los programas de

seguridad del Estado. Dicho dictamen expresa lo siguiente:

“Tristemente, a pesar de la abrumadora cantidad de


devastadoras historias y evidencias de las consecuencias de
las actividades del narcotráfico, aún existen sectores de la
sociedad que pretenden exaltar y justificar las actividades de
estas cobardes organizaciones delincuenciales, plasmando en
canciones las historias y vidas de estos asesinos, fomentando
una reprochable cultura que apologiza el narcotráfico y lava
el cerebro de nuestros jóvenes.”121

La anterior cita nos hace comprender que la música también

puede tener una función desfavorable en el aspecto conductual

de los ciudadanos. Lo peor de esto es que las conductas

criminales son una forma de autodestrucción no sólo del

individuo sino también de su sociedad. Y este es un ejemplo

que nos permite comprender la idea de tocar un instrumento en

121
Diario de los debates del Poder Legislativo del Estado de Chihuahua, Año I, II P. O., de la LXIII Legislatura,
Tomo III, Número 66, con fecha del día 3 de mayo de 2011, Dictamen 6.1, p. 1500

121
lugar de tocar un arma, pues los ritmos de vida son más

convenientes que los ritmos de muerte. Cierto que nuestra

cultura está sustentada por el impulso de Eros y el impulso

de Tánatos, pero gracias a la conciencia del ritmo y la

armonía hemos regulado las tendencias de destrucción y tomar

la vida bajo un principio de armonía.

Nuestro estudio sobre los conceptos de ritmo y armonía

en la antigua Grecia nos ha llevado a comprender que estos

dos conceptos son cimientos de nuestra cultura. Y esto fue lo

que comprendieron los filósofos antiguos. Por tal razón

Pitágoras decía que la armonía era lo más bello, y que era

fundamental que los hombres emularan el cosmos, tal

influencia impregnó el pensamiento de Platón, quien cimentó

el tema de la euritmia para contraponerla a la libre

manifestación de las pasiones. Por su parte Aristóteles habló

en este mismo sentido sobre el animal político, en tanto que

este era la moderación de la naturaleza humana. Esto nos deja

ver y comprender que el ritmo y la armonía son principios de

toda aspiración cultural, social y espiritual en tanto que

las creaciones de este tipo imponen un orden, el cual es

imprescindible para la vida bella, buena y verdadera.

122
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