CI9ER-Comunismo: Planiñcación Económica, Computadoras y Democracia
CI9ER-Comunismo: Planiñcación Económica, Computadoras y Democracia
CI9ER-Comunismo: Planiñcación Económica, Computadoras y Democracia
MAXI NIETO
E D I T O R I A L T R O T T A
C O L E C C IÓ N E S T R U C T U R A S Y P R O C E S O S
S e rie C ie n c ia s S o c ia le s
ISBN: 978-84-9879-721-3
Depósito Legal: M-27630-2017
Impresión
Gráficas Cofas, S.A.
CONTENIDO
I. LA PLANIFICACIÓN ECONÓMICA
EN LA ERA DE LAS COMPUTADORAS
7
A los comunistas
COMUNISMO Y COMPUTADORAS:
UNA ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA PARA EL SIGLO X X I
Maxi Nieto
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INTRODUCCIÓN
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COMUNISMO Y COMPUTADORAS
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IN I K O D U C C I Ó N
1. Para una introducción al análisis de M arx entendido como una teoría general de
la dinámica capitalista puede verse Nieto (2015).
2. El excedente es la parte del producto total anual de una economía que queda una
vez han sido repuestas las condiciones de producción existentes, reemplazando los medios
de producción consumidos y asegurando el sustento de los productotes.
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IN I R O D U C C I Ó N
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
4. Aunque hay debate sobre cuál fue el verdadero ritmo del crecimiento soviético,
es generalmente aceptado que la URSS creció significativamente más que EEUU entre 1928
y 1975, para a partir de esa última fecha desacelerarse hasta alcanzar el ritmo del crecimien
to estadounidense en los ochenta. Qué parte de esa ralentización es un resultado natural del
proceso de maduración económica que afecta a todas las economías desarrolladas una vez
concluido el período de industrialización más extensiva y qué parte es imputable a los espe
cíficos problemas del modelo soviético sería el verdadero tema de discusión.
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
7. Con el tiempo convertidos, al menos los tres últimos, al liberalismo más extre
mista de corte austriaco.
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INTRODUCCION
8. La historia detallada del proyecto Synco puede leerse eti Medina (2013).
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INTRODUCCIÓN
9, • Esta fue Sa orientación que trató de imprimir Yuri Andropov en 1 983, pero su pre
cario estado de salud hizo que su presidencia ni siquiera llegase al año, muriendo en 1984,
por lo que sus ideas y medidas no pudieron desarrollarse.
10. Si todo ello respondía a un plan preconcebido o si por el contrario fue fruto de
la simple improvisación y el oportunismo, en la forma de una huida hacia adelante ante
el curso que tomaban los acontecimientos, es todavía materia de controversia, aunque
hay indicios de que las intenciones de algunos de los principales protagonistas, como es
el caso de Alexander Yakovlev, serían claras desde el primer momento. Sobre el punto de
inflexión de los años 1987/88 en la política de «reforma» puede verse Ellmann y Kanto-
róvich (1 9 9 8 ), o también Keeran y Kenny (2014).
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11. Entre las medidas decisivas adoptadas en ese bienio clave están la disminución de
lus impuestos a las empresas (que les dejaba más dinero en sus manos) y la drástica reduc
ción de las adquisiciones garantizadas por el Estado a las industrias (que era la base de la
i nordinación administrativa de la economía nacional), todo ello con la intención de abrir
definitivamente el paso al mercado para que las empresas pudieran comprar y venderse
los productos directamente. Otra medida clave fue la ley de cooperativas desarrollada para
introducir a gran escala, pero de forma encubierta, la propiedad privada.
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INTRODUCCIÓN
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COMUNISMO Y COMPUTADORAS
11ms que proporciona también los fundamentos para desarrollar una al-
irnutiva emancipadora que, sobre la base de la propiedad colectiva de
l.is condiciones de producción, sea capaz de hacer realidad el autogo
bierno de la sociedad, o como apunta el Manifiesto, «la conquista de la
democracia». Pero para que el comunismo marxista no devenga mera
especulación utópica, el reto que se le plantea en el contexto de las so-
11edades complejas actuales es demostrar que se trata de una alternativa
no solo deseable desde un punto de vista ético (de la justicia social y la
libertad), sino también institucionalmente viable, explicando cómo po
dría funcionar otro sistema de producción y asignación de recursos sin
repetir los errores de experiencias pasadas. Para ello debe especificar los
principios económicos fundamentales en los que habría de basarse esa
mieva sociedad postcapitalista así como los dispositivos institucionales
que los harían operativos. La tarea consiste en desarrollar del modo más
'.istemático y consistente posible los fundamentos de una institucionali-
il.id alternativa viable (internamente coherente) y robusta (perdurable en
el tiempo), pues no puede fiarse el desarrollo del socialismo al impulso
vuluntarista de las masas, con apelaciones constantes a la moral revolu
cionaria, algo que por razones obvias no es posible sostener más allá de
episodios muy puntuales de movilización popular.
Lamentablemente, como habrá podido comprobar con desazón cual
quiera que en los últimos tiempos se haya interesado por el tema de la
planificación socialista, la producción teórica en este terreno ha sido
prácticamente abandonada desde el fin de la URSS tanto por las organi
zaciones políticas como por los economistas e intelectuales que se recla
man marxistas. Sin duda, esta situación es en muy buena medida con
secuencia directa del enorme retroceso del movimiento emancipador
ocasionado por el propio fin del experimento soviético. Pero a su vez,
la escasísima elaboración teórica en el desarrollo de ideas y propues
tas alternativas, capaces de hacer frente a los argumentos (a derecha e
izquierda) contra el socialismo y ofrecer un horizonte creíble para la
lucha revolucionaria, ha alimentado ese retroceso político en un bucle
un aparente fin. La única posibilidad electiva üe revertir esta tendencia
y hacer que las ideas del marxismo ganen nuevamente influencia entre
los trabadores pasa necesariamente por la reconstrucción paciente, pro
funda y sistemática de todo el ideario comunista, especialmente en su
parte económica, que es la que puede hacer materialmente viable una
institucionalidad democrática. Las ideas revolucionarias no ganan in
fluencia entre las clases populares con el mero activismo — por muy ne
cesario que sea para defender o conquistar derechos— , animando luchas
obreras y sociales de cualquier tipo — y mucho menos agitando consignas
iransicionales a la primera ocasión— , si la gente no percibe el socialis
mo como una alternativa creíble.
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INTRODUCCIÓN
En relación con este reto teórico, entendemos que para ser viable,
una economía socialista ha de reunir dos requisitos fundamentales que
conforman sus condiciones de posibilidad como orden social alternativo.
En primer lugar, ha de ser teóricamente consistente, es decir, lógicamen
te coherente y no contradictoria en los elementos que la definen, tanto
en lo relativo a sus principios de organización como a los dispositivos
institucionales que los pueden hacer efectivos. En segundo lugar, es ne
cesario contar con las condiciones tecnológicas necesarias para su ma
terialización. Una propuesta puede estar formalmente bien fundada, ser
internamente consistente, pero si su realización depende de condiciones
materiales que no están disponibles, el resultado será necesariamente in
satisfactorio. Este es típicamente el caso de la capacidad de computación
para determinar costes y balancear una economía socializada. En tiem
pos de la URSS, como ya dijimos, esto no era posible, lo cual constituye
una constricción objetiva, de carácter científico-técnico, que no admite
discusión. La eventual implantación del proyecto de planificación ciber
nética de Kitov y Glushkov en los años sesenta pudo haber cambiando la
historia, pero desafortunadamente no ocurrió. Otro ejemplo: si la conta
bilidad económica no se realiza directamente en términos laborales (po
sibilidad que depende igualmente de condiciones tecnológicas muy con
cretas), tal y como Marx proponía, tomando el tiempo de trabajo como
unidad de cuenta y retribuyendo a los productores en bonos laborales, y
en vez de todo ello se recurre al dinero, entonces las relaciones sociales
permanecen fetichizadas, pues queda velado el origen de las rentas y se
abre la puerta a la existencia de privilegios retributivos para los cuadros
dirigentes. El desarrollo del burocratismo, con la necesidad de contro
les y reglamentaciones crecientes, fue una consecuencia directa de estas
insuficiencias tecnológicas, como ya señalamos.
En el contexto histórico del triunfo de la revolución rusa, Mises pri
mero y Hayek después desafiaron a los marxistas al plantear que la única
forma posible de cálculo económico racional es la que proporciona es
pontáneamente el mercado a través del dinero y la formación competitiva
de preciéis, por !<r que en ausencia de estos, el socialismo sería un sistema
económico inherentemente ineficiente. En su seminal articulo de iyiU «El
cálculo económico en el sistema socialista» Mises señalaba que sin el cál
culo en dinero «sería como avanzar en la oscuridad» y sentenciaba:
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INTRODUCCIÓN
13. FLO PS, del inglés floatin g p oin t op eration s per se co n d , es una medida del rendi
miento de una computadora que indica el número de operaciones en coma flotante por
segundo.
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COMUNISMO Y COMPUTADORAS
1,os materiales que conforman este libro evalúan las posibilidades del
>cialismo y la planificación de la economía a la luz de las capacidades
■irntífico-técnicas actuales en los campos de la informática, las telecomuni-
■aciones y la inteligencia artificial, y proponen para el debate un modelo
de economía socialista democráticamente planificada viable y eficiente.
I I eje de la propuesta son los trabajos de Paul Cockshott, ingeniero in-
l'innático y economista de la Universidad de Glasgow, quien en las últi
mas dos décadas ha venido desarrollando en colaboración habitual con
rl economista Allin Cottrell, la contribución más ambiciosa, rigurosa y
■aigerente a la tarea de actualizar el proyecto económico socialista (y no
un sucedáneo estatista o mercantil), situando los argumentos en favor del
socialismo y la planificación nuevamente a la ofensiva. Por explorar las
enormes posibilidades que se abren para la planificación económica en
l.t era de la revolución digital, hemos denominado genéricamente (y con
imención meramente divulgativa) a esta propuesta ciber-comunismo.
Su objetivo no es, conviene dejarlo claro, ofrecer un modelo de eco
nomía socialista acabado en su diseño institucional, mostrando al detalle
los dispositivos y procedimientos concretos que lo definirían, sino algo
más esencial como es establecer los fundamentos económicos e institu
cionales que serían necesarios para el funcionamiento de una economía
planificada viable y eficiente. Nos ocupamos, por tanto, de las propie
dades formales de una economía socialista, señalando los principios ge
nerales y el mecanismo de funcionamiento que deberían regir en ella,
dejando deliberadamente de lado el tratamiento desarrollado de otros
aspectos que, siendo indispensables para organizar una genuina socie
dad comunista (institucionalidad política, organización interna de las
empresas, relación entre trabajo intelectual y manual, etc.), entendemos
une quedan lógicamente supeditados a la demostración previa de su via-
ñilidad como sistema económico no mercantil.
De acuerdo con estas intenciones, el modelo propuesto aspira a mos-
irar la superioridad de una economía socialista informatizada respecto al
modo de producción capitalista en un doble plano: i) el económico,
por su mayor capacidad para desarrollar las fuerzas productivas, al per
mitir asignar los recursos de un modo más eficiente que el mercado, sin
derroches materiales, desempleo y crisis; ii) el democrático, al permitir
el control social de la producción, orientando el desarrollo económico y
social hacia metas libremente elegidas por el conjunto de la sociedad, en
contraste con la plutocracia capitalista, donde se subordina el cuerpo so
cial a las exigencias de valorización y acumulación del capital.
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INTRODUCCIÓN
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COMUNISMO V COMPUTADORAS
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INTRODUCCIÓN
BIBLIOGRAFÍA
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I
LA PLANIFICACIÓN ECONÓMICA
EN LA ERA DE LAS COMPUTADORAS
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M a xi N ie to
F.I análisis que realiza Marx del funcionamiento del modo de producción
capitalista — del que desvela su lógica reproductiva y principales leyes
económicas— pone de manifiesto que la sociedad burguesa está atra
vesada por una contradicción esencial: por un lado se trata de la socie
dad que introduce en la historia el principio de racionalidad objetiva, la
exigencia de someterlo todo al dominio de la razón, lo que posibilita el
continuo desarrollo de las fuerzas productivas; pero, por otro lado, re
sulta que la aplicación de dicho principio y el desarrollo de esas fuerzas
licúen lugar por medio de la operación de un mecanismo ciego, como es
el mercado, no controlable por el hombre, por lo que la continuidad del
régimen capitalista de producción resulta a la postre incompatible con la
plena realización de esa racionalización que él mismo postula1. Esta con-
t radicción fundamental entre el desarrollo de las fuerzas productivas y
las relaciones capitalistas de producción, o lo que es lo mismo, entre las
posibilidades técnico-económicas de la sociedad y el corsé que les impo
ne la propiedad privada sobre los recursos productivos, habría alcanzado
hoy su cénit en el marco de la mundialización del capital.
El capitalismo es, en efecto, la vía por la que se establece histórica
mente el principio de racionalidad, la exigencia de que todas las cosas
sean sistemáticamente reducidas a parámetros objetivos, a cantidad o
parte (entre infinitas posibles) de una determinada magnitud, abriendo
1. El marco teórico de referencia para todo lo que sigue es L a filo s o fía d e «El ca p i
tal» (1983), de Felipe Martínez Marzoa, particularmente su capítulo X I.
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2. Del que puede formar parte, no obstante, la acotación de áreas específicas para
el trabajo autónomo o en cooperativa.
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Marzoa, 1983, cap. ix), y en el plano político, que no puede haber otra
democracia (adjetivada «obrera») distinta a la fundada en el derecho y la
libertad individual, pues el único principio coherente con el socialismo,
con el programa de regulación consciente de la producción, tampoco
puede ser otro que el de soberanía popular (en oposición a la soberanía
del capital) que encarna el modelo jurídico-político moderno de repú
blica democrática. En su significado más esencial, el comunismo repre
senta en Marx un proyecto de emancipación humana que, por la vía del
control social de la producción, asegure la independencia material de
los individuos, condición de su autonomía (extinguiendo cualquier tipo
de servidumbre o forma de opresión: género, clase, etnia...) y, con ella, del
autogobierno ciudadano.
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|u iv.idas de los dueños del capital guiadas por el objetivo del máximo
l u - I U‘ 1icio.
1.2. Asignación espontánea. Se trata de un proceso atomístico de
iIrrisión, que no atiende a ninguna consideración o plan de conjunto
lu.u'ional, sectorial, territorial, etc.), por medio del cual se determina:
i) l.i configuración específica del aparato productivo y, por tanto, de la
división social del trabajo; ii) la forma de asegurar la reproducción eco
nómica, es decir, la coordinación de la división general del trabajo, que
se impone a través de desequilibrios, fluctuaciones y crisis (sin alcanzar
mmea el «equilibrio general» y la plena utilización de los recursos). Es
mi proceso basado en la competencia (intra e íntersectorial), que implica
l.i subordinación de las necesidades sociales a la lógica del capital, a sus
rsigencias ilimitadas de valorización y acumulación; las necesidades se sa-
iislacen solo si están respaldadas por poder de compra y, en consecuencia,
solo se produce algo si es rentable o hay expectativas de beneficio. Se trata
de un mecanismo ciego y, por eso mismo, ingobernable, lo cual excluye
la posibilidad de determinar democráticamente el destino de la sociedad.
1.3. Contabilidad indirecta, en dinero, del valor (los tiempos medios
de trabajo) de los bienes y servicios, a través de la formación espontánea
de precios en el mercado. El trabajo es indirectamente social, debe va
lidarse socialmente (ser reconocido como parte de la división social del
irabajo) con la venta de los productos en el mercado.
2. Explotación: apropiación privada del excedente social.
2.1. La propiedad privada de los medios de producción crea una
relación de dependencia y explotación de los productores con respecto
,t los dueños del capital, donde estos últimos se apropian sin contrapar -
(ida alguna del excedente generado por los primeros. Una consecuencia
de ello es la tendencia a la polarización social, dado que los trabajadores
-com o clase— consumen improductivamente sus ingresos — a lo lar
go de su ciclo vital— en su subsistencia social, mientras los capitalistas
— también como clase— acumulan parte de los suyos, aumentando así
la fuente de su riqueza e ingresos futuros.
2.2. La extracción y apropiación (por la clase capitalista) uci exce
dente social generado por los productores tiene lugar a través de rela
ciones mercantiles, que son relaciones de valor expresadas en dinero.
Es un proceso descentralizado a nivel de cada unidad productiva que se
lleva a cabo por medio de negociaciones individuales (y eventualmente
colectivas) sobre salarios y jornada laboral, principalmente.
2.3. La explotación implica el control privado del excedente, cuyo
principal destino (aparte del sustento de la clase dominante) es la rein
versión.
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lil análisis que realiza M arx del funcionamiento del modo de produc
ción capitalista muestra la existencia de una lógica del capital basada
en la explotación del trabajo y la reinversión sistemática del plusvalor.
Se trata de una pauta de funcionamiento que se despliega de forma
espontánea y objetiva de acuerdo a determinadas leyes económicas y que
por eso mismo no puede ser corregida o alterada desde la acción polí-
i ica estatal. En tanto subsista la propiedad privada sobre los medios de
producción y la actividad productiva esté orientada al intercambio mer
cantil, el desarrollo económico seguirá sometido a las exigencias de va
lorización del capital y no a las verdaderas necesidades de la población.
Las implicaciones políticas de este análisis son evidentes, pues revela los
límites del reformismo (socialdemócrata o populista) y proporciona al
mismo tiempo las bases para una política comunista de transformación
revolucionaria de la sociedad.
El reformismo es la corriente política que, en abierta contraposición
al marxismo, aspira a acabar con los principales males de la sociedad
burguesa — como la desigualdad, el desempleo, la precariedad laboral, la
pobreza o las crisis— a partir de la intervención del Estado en la eco
nomía, sin necesidad de cuestionar la propiedad privada del capital y el
mecanismo mercantil de asignación. En su variante más a la izquierda se
propone superar el modo de producción capitalista de manera gradual
y pacífica, por medio de la acumulación de pequeñas reformas parcia
les con la confianza de que terminen provocando un cambio cualitativo
en las relaciones sociales de producción y de poder. La premisa funda
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los señoríos feudales sin que ello afecte al sistema mismo, al menos a
sus posibilidades de reproducción económica, ya que los feudos son en
buena medida islas autosuficientes.
Este carácter estructural de la dependencia del Estado respecto del
capital se comprende bien cuando se analiza el papel que juega en el ci
clo económico, que es el ciclo del capital regulado por la rentabilidad y
la inversión (Astarita, 2005). Durante la fase de expansión, cuando los
beneficios de las empresas y los salarios están al alza, el gobierno dispone
gracias al aumento de la recaudación fiscal de mayor margen de manio
bra tanto en materia de intervención económica como para implementar
políticas sociales, e incluso para exigir mayores compromisos a las élites
económicas y financieras. Si la fase alcista se prolonga y es especialmen
te intensa, parecen desaparecer las restricciones1que impone el proceso
de valorización del capital y se crea la ilusión del dominio de la política
sobre la economía. Pero cuando el desarrollo de los desequilibrios inhe
rentes a la reproducción capitalista acaban por provocar el cambio de
tendencia y sobreviene la crisis, o simplemente cuando hay desacelera
ción y empiezan las dificultades económicas, las políticas deben dar res
puesta a la nueva situación y la prioridad en esos momentos pasa a ser
cómo mejorar la competitividad, rebajando costes (empezando por los
laborales) y dando facilidades de todo tipo a las empresas. No hay ex
cepciones aquí por el signo político de los gobiernos: en tanto el Estado
no puede anular el ciclo, gestionando la reproducción capitalista para
evitar su carácter turbulento y destructivo, su política tampoco puede
entorpecer sistemáticamente las necesidades generales del capital que se
planteen en cada momento.
Contra toda esta evidencia que pone de manifiesto la relación orgá
nica entre capital y Estrado, es típico del reformismo plantear la discusión
política con los marxistas como una disyuntiva entre «moderados» y «ra
dicales» o «pragmáticos» y «maximalistas». Frente al «extremismo» mar-
xista el reformismo siempre presume de ofrecer respuestas «realistas» a
los problemas dentro de una estrategia gradual de transformación social,
que evite rupturas traumáticas que todo io empeoran. Pero tai disyuntiva
es falsa. El planteamiento marxista sobre las reformas es muy claro y se
basa en la distinción esencial entre reformas asumibles y no asumibles
dentro del capitalismo. Por un lado, no se renuncia a las reformas para
mejorar las condiciones de vida y de trabajo (de hecho los revolucio
narios son siempre sus más consecuentes defensores, buena parte de las
veces contra la propia socialdemocracia, cuyo «realismo» acaba siempre
aconsejándoles hacer recortes sociales), pero no se hace ilusiones y alerta
de que esas mejoras nunca son permanentes, siempre están amenazadas
por el capital, sobre todo en los momentos de dificultades económicas,
y en todo caso nunca solucionan los problemas de fondo. Pero por otro
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i) El sujeto de la revolución
8. Esta sería la posición del populismo posmarxista, que parte de una concepción
de la sociedad como mera yuxtaposición de instancias, grupos o identidades heterogéneas,
ninguna de las cuales ocuparía una posición central o dominante sobre las demás, esto es,
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n.irio, ya que cada uno de esos otros sectores ocupa una posición o bien
IMTiiórica o bien transversal con respecto a la relación social capitalista
v, por consiguiente, en la estructura social (lo cual no es óbice para que
muchos de esos sectores encuentren el modo más eficaz de defender sus
míe roses particulares acompañando activamente el proceso de trans-
Iurinación socialista, un proyecto que se propone acabar con toda forma
de opresión). Sustentar la política revolucionaria en la clase obrera no
es, por todo lo señalado, una preferencia ideológica o identitaria sino
.i!go que determina la propia estructura, ya que la lucha de clases (a di-
Ioronda de cualquier otro tipo de conflicto social) es el conflicto espe-
111ico por medio del cual se despliega la dinámica estructural del modo
do producción capitalista. Es el objetivo estratégico de terminar con la
explotación y la «anarquía de la producción» quien determina cuál ha
do ser el sujeto capaz de asumirlo. Por eso, cuando desde las corrientes
reformistas, de izquierda posmarxista y populista, se certifica la defun
ción de la clase obrera como sujeto revolucionario, lo que en verdad
so pretende (por mucha retórica radical que en ocasiones se emplee) es
sustituir el proyecto comunista de acabar con la explotación por el pro
grama utópico de humanizar el capitalismo y «democratizar» el Estado
sobre la base de la conciliación de clases.
no habría ningún principio articulador fundamental, por lo que la lucha de clases dejaría
de ser el conflicto central a través del cual se expresa la dinámica y despliegue histórico del
capitalismo. Se oculta así la explotación del trabajo, causa de la tendencia a la polarización
social, y se asume como horizonte político la «democratización» del Estado burgués.
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consciente) por la toma del poder. Efectuar ese paso requiere que los
trabajadores se organicen políticamente como partido, esto es, de forma
independíente a la burguesía (que cuenta con su propio sistema de par
tidos para defender sus intereses), y se doten de un programa socialista
y de una estrategia revolucionaria para la conquista del poder. Se trata
de pasar del estado de clase «en sí» al de clase «para sí». Que ese tránsito
no se encuentre nunca garantizado y haya de estar necesariamente media
do por la existencia del partido revolucionario es a lo que alude la célebre
fórmula leninista de que la «conciencia revolucionaria» ha de serle intro
ducida a la clase obrera «desde fuera» de su actividad y lucha espontánea
en el terreno laboral (y no, desde luego, que algún «partido» concreto se
autoproclame portador de las ideas y prácticas correctas).
Ahora bien, inevitablemente, esa toma de conciencia por las ma
sas trabajadoras no puede ser nunca uniforme (y mucho menos general)
como consecuencia de la propia hegemonía (política, ideológica y cultu
ral) burguesa, por lo que el partido solo puede ser en realidad una parte
de vanguardia, por su nivel de conciencia y compromiso, de la propia
clase. La posición de M arx, y más tarde de Lenin y los bolcheviques,
es que la lucha de clases no se desarrolla en un vacío ideológico, lo que
hace imprescindible la independencia política (ideológica, organizativa y
programática) de los trabajadores para hacer la revolución. No se trata,
obviamente, de que el partido «sustituya» a la propia clase en el proceso
revolucionario, sino de que la tome como juez de su línea política, de
sus propuestas y de su estrategia; como tampoco significa que el partido
revolucionario haya de ser el partido en el poder, ya que el poder obre
ro (la «dictadura del proletariado», como luego veremos) no se refiere
al poder de ningún partido concreto. Esta visión clásica de la tradición
marxista se opone tanto al «sustituismo» golpista (tipo Blanqui) que pro
pugna la toma del poder político por una minoría violenta al margen de
la acción de las masas, como del «espontaneísmo» obrero, que considera
que la mera experiencia de lucha puede generar una conciencia revolu
cionaria entre los trabajadores y asegurar el triunfo de la revolución, sin
necesidad de dorarse de una organización disciplinada, claruticar objeti
vos estratégicos y confrontar programas.
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(■L P R O Y E C T O COMUNISTA
■u-tlad que representa todo Estado. Esa toma del poder habrá de tener
mi carácter revolucionario, de ruptura violenta con la institucionalidad
burguesa (independientemente de la forma jurídico-política que adopte,
mas o menos parlamentaria o dictatorial), liquidando su aparato de Esta
do — cortocircuitando la operación de sus distintos organismos: militar,
indicia!, burocrático, político, etc.— para sustituirlo por otro nuevo que
garantice la participación activa de los trabajadores en la vida pública y
acometa las tareas económicas y políticas de la transición al socialismo.
La cuestión de qué clase detenta el poder, si la burguesía o el prole
tariado, no es algo que pueda decidirse nunca desde dentro del propio
marco político burgués (Martínez Mazoa, 1976 y 1983). La burgue
sía no puede ser desalojada del poder a través del juego parlamentario
porque su condición de clase dominante es económica, no política, por
lo que mantiene en todo momento la capacidad de sabotear cualquier
decisión parlamentaria que no le sea favorable gracias a su control de
la producción y del flujo de inversión. Aún en el caso de una mayoría
parlamentaria favorable al socialismo, la suspensión del marco «demo
crático» y de las libertades sería el recurso de la burguesía (a través de
sus múltiples vínculos con los distintos aparatos del Estado y sus apoyos
internacionales) para reconducir cualquier crisis de dominio. No cabe
lransición «pacífica» (por vía parlamentaria) y gradual (por reformas) al
socialismo por dos motivos fundamentales: de entrada porque ninguna
clase dominante en la historia ha renunciado a sus privilegios sin opo
ner una feroz resistencia, y en segundo lugar porque la lógica estructu
ral del capital no admite enmiendas o ser impugnada por etapas, acu
mulando pequeñas transformaciones que generen cambios cualitativos,
por ejemplo restringiendo gradualmente su radio de acción y socavando
progresivamente las condiciones de explotación del trabajo y reinver
sión del excedente.
Esta definición de la estrategia revolucionaria se deriva de la concep
ción marxista del Estado. Para Marx, como vimos en el apartado anterior,
el Estado en la sociedad burguesa siempre es, con independencia de la
lumia |urídica que asuma, íu fuerza material para la opresión de la clase
irabajadora, garante en último término de las condiciones generales de
la explotación capitalista. Por el contrario, las corrientes reformistas del
movimiento obrero se caracterizan por negar el carácter de clase del Es
tado, al que no consideran expresión del poder de la burguesía sino un
organismo neutro — un espacio de disputa política, donde se pueden ir
conquistando o perdiendo posiciones— situado por encima de las clases9.
Por ello, en vez de destruirlo a través de un proceso revolucionario para
69
LA P L A N I F I C A C I O N ECONÓMICA EN LA ERA DE LAS C O M P U T A D O R A S
70
r
lit P R O Y E C T O COMUNISTA
propaganda, ya que es conveniente evitar cualquier equívoco entre los trabajadores acerca
de] carácter liberador del proyecto comunista.
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EL P R O Y E C T O COMUNISTA
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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P a u l C o c k s b o t t y A ll i n C o t t r el l
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ARGUMENTOS l'ARA UN NUEVO SOCIALISMO
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AKGIJ M U Ñ IO S I ' AIIA U N NUEVO SOCIALISMO
2 . PREGUNTAS PLANTEADAS
3 . CAPITALISMO Y SOCIALISMO
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AKGIJM ÉNIOS PARA UN NUEVO SOCIALISMO
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ARGUMENTOS 1‘ A H A U N NUEVO SOCIALISMO
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ARGUMI'.NIOS PARA UN NUEVO SOCIALISMO
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1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 2030 2040 2050
I n\wa 1‘. Crecimiento del porcentaje de población activa no agraria china. Los datos a par
tir del 2001 son proyecciones basadas en una curva logística. Datos originales de Mad-
dison (1998).
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ARGUMENTOS l'AKA UN NUEVO SOCIALISMO
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ARGUMCNI05 l 'AKA U N NUEVO SOCIALISMO
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LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
tras exista una elástica oferta de mano de obra en China, India, Rumania
o en otros lugares.
La gran fuerza política que mantienen hoy los reaccionarios se basa
en el hecho de que mientras el capitalismo en las metrópolis ha logra
do sobrevivir a su papel histórico progresista, esto no es cierto a escala
mundial. A menos que nuevas revoluciones socialistas saquen de nuevo
a economías de tamaño continental del sistema capitalista mundial, la
acumulación extensiva de capital puede continuar durante algunas dé
cadas más. Sin embargo, al final la ley del aumento de la composición
orgánica del capital se impondrá como una restricción histórico-mun-
dial. Esto ocurrirá de manera desigual. Las áreas de Europa Oriental que
ahora se incorporan a la UE se verán afectadas mucho antes que la In
dia, por ejemplo, ya que ya están relativamente urbanizadas e industria
lizadas. Pero incluso en China, como se aprecia en la Figura 1, el punto
en el que llegará a la madurez capitalista está solo a unas pocas décadas
del inicio del siglo xxi. Por lo tanto, es inevitable que se produzca una
nueva crisis de reestructuración, aunque esta vez ocurrirá sin la opción
de la exportación de capital. Y en ese instante se volverá a presentar la
necesidad objetiva de abolir la propiedad privada.
Una de las lagunas más evidentes de Towards a New Socialism fue la au
sencia de una discusión sistemática del proceso de transición de la eco
nomía capitalista a la economía socialista, es decir, la transición de una
economía regulada por el intercambio de mercancías mediante el dine
ro, donde el excedente se extrae en forma de plusvalía, a otra regulada
m natura (en especie) por un plan, y con una extracción planificada del
producto excedente. En esta sección tratamos de remediar esa deficiencia.
En términos generales, creemos que la transición ocurrirá a través
de formas intermedias como las que representan las cooperativas y las
empresas capitalistas estatales, en un proceso de tres etapas.
Una primera etapa del transito implica pasar de un sistema de ca
pitalismo de accionistas a una combinación de capitalismo de Estado y
empresas de propiedad de los trabajadores. Una segunda fase tendría que
ver con el tránsito hacia una economía plenamente planificada.
Lo que hay que asegurar en este proceso es la continuidad de la pro
ducción material mientras cambian las relaciones de propiedad. Puesto
que en una economía capitalista es habitual que las empresas cambien de
propiedad, el mero cambio en la propiedad no tiene por qué amenazar
la continuidad de la producción. Hay una larga historia de transiciones
ordenadas de empresas de propiedad privada a estatal y viceversa. Todo
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A RGUM ÉNIO S R ARA U N NUEVO SOCIALISMO
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ARGUMENTOS PARA UN NUEVO SOCIALISMO
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ARGUMENTOS PARA UN NUEVO SOCIALISMO
Daré un ejemplo entre muchos. Hace algún tiempo se resolvió regular, en in
terés del cultivo del algodón, la correlación de precios entre el algodón y los
cereales, precisar los precios de los cereales que se venden a los cultivadores
de algodón y elevar los precios del algodón que se entrega al Estado. En rela
ción con ello, algunos dirigentes de nuestra economía y los camaradas que la
planifican hicieron una propuesta que no pudo por menos de asombrar a los
miembros del Comité Central (CC), ya que en la propuesta el precio de una
tonelada de trigo casi equivalía al de una tonelada de algodón, con la particu
laridad de que el precio de la tonelada de cereal se igualaba al precio de una
tonelada de pan. Cuando los miembros del CC observaron que el precio de
una tonelada de pan debía ser más alto que el de una tonelada de cereal, de
bido a los gastos complementarios de molienda y cochura y que el algodón,
en general, era mucho más caro que el trigo, como lo atestiguan también los
precios del algodón y del trigo en el mercado mundial, los autores de la pro
puesta no pudieron decir nada inteligible (Stalin, Obras Completas, 1953).
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LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
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A R G U M E N 1 O S I* Al t A U N NUEVO SOCIALISMO
3. Es de notar que Stalin (1953) se vio obligado a cuestionar la idea de que el pro
pósito básico de la actividad económica bajo el socialismo era la producción misma (véanse
sus críticas al camarada Yarochenko). Al igual que su crítica de los «excesos» de la colecti
vización forzada en la agricultura en D izzy ivitk Success (19 3 0 , reimpreso en Stalin, 1955),
este es sin duda un caso en el que Stalin ataca tardíamente una visión o práctica que había
,dentado anteriormente.
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LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN L A E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
4. Para las limitaciones en el tamaño de los sistemas de in pu t-ou tpu t que los plani
ficadores consideraban capaces de tratar, véase Tremí (1967), Ellman (1 9 7 1 ), Yun (1988),
Tremí (1989).
10 4
A RGUM ENIO S l' AHA U N NUEVO SOCIALISMO
5. Además de este tipo de problemas, Kushnirsky señala la mala calidad de los estu
dios de tecnología de planificación realizada en los institutos de investigación en el contexto
del proyecto ASPR. Constató que las cuentas producidas en los institutos no eran suscepti
bles de presentación algorítmica, y «era difícil determinar el propósito de estos materiales»
(19 8 2 , 124).
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LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
106
ARGUMGNIO .S l'/VHA U N NUEVO SOCIALISMO
los años ochenta y señalan que el sustancial retraso con los países occi
dentales se explica parcialmente por el aislamiento de esa industria: «nin
guna comunidad informática, incluida la de los Estados Unidos, podría
avanzar a su ritmo actual si tuviera severamente restringidos sus contac
tos con el resto del mundo».
Si bien nos pareció conveniente tomar los supercomputadores como
punto de referencia para elaborar nuestros cálculos, hemos expuesto en
otro lugar (Cockshott y Cottrell, 1989, apéndice) que ese mismo objeti
vo podría lograrse —más lentamente, pero dentro de un marco temporal
usumible a efectos prácticos— mediante una red distribuida de ordena
dores personales en las empresas y que estén comunicados con un orde
nador central relativamente modesto. Desde esta perspectiva, la restric
ción técnica más grave en el caso soviético era el atraso del sistema de
telecomunicaciones y no tanto la capacidad de computación. Goodman
y McHenry (1986) llaman la atención sobre la lentitud y la falta de fia
bilidad del sistema telefónico soviético así como de los problemas de
encontrar enlaces que fueran lo suficientemente buenos como para la
transmisión de datos. También citan la sorprendente estadística de que
hasta 1985 solo el 23 % de las familias urbanas tenían teléfono.
Una vez más, debemos señalar que no pretendemos sobreestimar la
tecnología. Los sistemas de información económica desarrollados por
Stafford Beer en el Chile de Allende (descrito en Beer, 1975) muestran
lo que se podría hacer con recursos modestos siempre que exista volun
tad política y claridad teórica sobre los objetivos del sistema. Si la Unión
Soviética hubiera tenido igualmente claro lo que esperaba lograr a tra
vés de la informatización de la planificación — aunque fuese imposible
implementar desde el inicio todo lo que esperaban— , habría estado en
condiciones de explotar los nuevos desarrollos de las tecnologías infor
máticas y de la comunicación a medida en que iban apareciendo. A decir
verdad, parece que los economistas soviéticos — o al menos los que eran
atendidos por la dirigencia política bajo Gorbachov— estaban poco in
teresados en desarrollar los tipos de algoritmos y sistemas informáticos
que hemos discutido. A mediados de los ochenta era evidence que habían
dejado de creer en el potencial de una planificación eficiente, y muchos de
ellos se habían subido al carro de la renacida economía de libre mercado
representada por las administraciones de Reagan y Thatcher.6
107
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA E N L A E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
ra. El proceso de lucha entre estas dos clases se caracteriza por una di
námica compleja en la que se generan constantemente tendencias hacia
la restauración capitalista. La aristocracia estatal, aunque propensa a la
corrupción y al uso privado de los recursos públicos, solo pudo consu
mir de manera personal una pequeña parte del excedente. Esto contras
ta con la situación de los países capitalistas afianzados, donde una gran
parte de la plusvalía termina financiando el consumo personal de las
clases altas. La aristocracia estatal tuvo la oportunidad de consumir re
cursos públicos solo en virtud de su posición pública en un estado que
se declaraba igualitario.
Su consumo privado, por lo tanto, parecía intrínsecamente vergonzoso
y solo se podía justificar, si acaso, por los antecedentes en tanto que patrio
tas y veteranos revolucionarios. A medida que fue pasando la generación
revolucionaria, sus sucesores miraban con anhelo el mundo capitalista, que
proporcionaba a gente como ellos no solo un estilo de vida mucho mejor,
sino también uno en el que el lujo era legítimo y no vergonzoso.
La tendencia hacia la restauración capitalista se mantuvo bajo control
mediante la política, ya fuese el «poder soviético», la tiranía, la dictadura
del partido comunista o el entusiasmo revolucionario de las masas. Nuestro
punto de vista es, sin rodeos, que las clases revolucionarias en la sociedad
socialista no lograron descubrir una forma estatal adecuada para la tarea
de preservar y desarrollar el socialismo a largo plazo. Las formas caracte
rísticas del Estado socialista han sido, hasta la fecha, la tiranía revolucio
naria o la aristocracia revolucionaria. La tiranía es funcional mientras el
héroe-rey original sobreviva. Como lo demuestra Castro, ello puede ser
bastante tiempo, pero es algo difícil de mantener. La aristocracia revolu
cionaria, o el «papel dirigente del partido comunista», independiente de
la mortalidad individual sobrevivió más tiempo. El gobierno del partido
leninista comienza como el gobierno de los representantes más conscientes
y abnegados de los oprimidos, pero por la ley de hierro de la decadencia
de la aristocracia se transforma en una oligarquía egoísta.
Contra estas formas políticas, los reformistas y los entusiastas revo
lucionarios han plantcadw do» uheriiaiivas.
1. Desde la derecha socíaldemócrata surgió la defensa de la «de
mocracia» parlamentaria convencional. Esta ha sido la posición cohe
rente y honorable de los socialdemócratas, que se remonta a la crítica
de Karl Kautsky a la naciente URSS. En lugar de la monarquía socialista,
o la dictadura del partido, han defendido elecciones parlamentarias li
bres y abiertas.
2. Desde la extrema izquierda surgió una defensa de un Estado tipo
Comuna de París. En este caso, los delegados debían ser elegidos por los
distritos, revocables por sus electores, y recibir un ingreso no superior al
salario medio de los trabajadores.
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AKGUMEN10S I'ARA UN NUEVO SOCIALISMO
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ARGUM tNtOS l'AKA UN NUEVO SOCIALISMO
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V
ARGUMENTOS I’ Al t A U N NUEVO SOCIALISMO
6. Con la excepción de los cargos por prescripciones médicas fuera del hospital. Estos
se gravan a una tasa fija no relacionada con el valor de los productos básicos dispensados.
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LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
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ARGUM ENIO S l'AKA UN NUEVO SOCIALISMO
H, I. Planificación en especie
L a mente de un solo hom bre, por astuta que sea, es demasiado débil para
poder comprender la importancia de cualquiera de los incontables bienes
de orden superior [aquellos que no satisfacen directamente las necesidades
humanas pero que se utilizan para producir bienes de orden inferior, que
si las satisfacen directamente]. Ningún hombre puede dominar jamás todas
las posibilidades de producción, por ser innumerables, como para estar en
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LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN L A E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
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A R G U M L N I OS HARA U N NUEVO SOCIALISMO
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rr
AHGUMENIOS P AHA UN NUEVO SOCIALISMO
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LA P L A N I F I C A C I O N ECONOMICA EN LA E RA DE LAS C O M P U T A D O R A S
8.4. L a n g e y el so c ia lis m o n e o c lá s ic o
12. Esto no es diferente al punto de vista de M arx de que la distribución de los in
gresos se rige por el modo de producción (específicamente la distribución de los medios
de producción; véase, por ejemplo, M arx, 1968, 2 3 ). En ambos casos, el argumento da
lugar a una actitud de incredulidad en relación a las propuestas de redistribución radical
de los ingresos bajo el capitalismo.
120
AKGUMENIOS I’ A R A UN NUEVO SOCIALISMO
13. Si bien es consciente de que bajo ciertas condiciones pueden surgir problemas
con soluciones múltiples e inestabilidad de equilibrio, Lange asume que un equilibrio ge
neral único y estable es la norma.
121
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN L A E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
El obsesivo afán que a los teóricos socialistas últimamente les ha entrado por
demostrar que su sistema en modo alguno exige suprimir la competencia
cataláctica ni los precios de mercado constituye abierto (o tácito) reconoci
miento de cuán fundado es el diagnóstico y cuán irrefutable resulta la impla
cable crítica que contra las doctrinas socialistas formulan los economistas.
14. La referencia aquí es a Léon Waíras, quien en sus E lem en tos de E con om ía política
pura de 1874 introdujo la ficción teórica de un subastador para toda la economía.
122
AKGUMEN1CJS HAKA UN NUEVO SOCIALISMO
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LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA E N LA E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
Tal vez deberíamos hacer una pausa en este punto. La acusación de
que la naturaleza «estática» del sistema de Lange le priva de cualquier apli
cación a la realidad es el aspecto clave del resurgimiento moderno de la
corriente austríaca y, aunque nuestras propuestas son sustancialmente di
ferentes a las de Lange, podría entenderse que son vulnerables al mismo
tipo de crítica. Particularmente relevante para nuestras ideas es la afir
mación de Mises y Hayelc de que los planificadores socialistas, fuera de
una economía estática, no pueden disponer de la información completa
y actualizada que necesitan sobre las posibilidades de producción. En la
medida en que tal suposición se basa en los límites de las comunicaciones
y de la capacidad de almacenamiento de datos, y en el presente esa con
sideración ha quedado obsoleta, ¿habría alguna otra base? Lavoie sugiere
que el problema radica no tanto en la recolección de información como
en la propia creación de la información relevante. Es cierto que si la tec
nología y la demanda de los consumidores cambian a lo largo del tiem
po, la mejor manera de alcanzar cualquier objetivo no siempre (o incluso
generalmente) podrá conocerse de antemano. En este punto la experi
mentación es necesaria. En la medida en que los empresarios capitalistas
llevan a cabo tal experimentación, desempeñan una importante función
social. Pero nos parece infundada la idea de que solo los empresarios ca
pitalistas son capaces de realizar esa función15. Una economía socialista
podría establecer un «presupuesto para la innovación» por el cual una
fracción acordada del tiempo de trabajo social se dedica exclusivamente
a dicha experimentación con nuevos procesos y productos. Las empresas
existentes o grupos de personas con nuevas ideas podrían solicitar par
ticipar de ese presupuesto. Tal presupuesto podría dividirse entre dos o
más agencias paralelas para que los eventuales innovadores tengan más
de una oportunidad de financiar sus ideas (disminuyendo así el riesgo de
«osificación» del proceso). A medida que estén disponibles los resultados
de esa experimentación, se podrán incorporar los nuevos productos que
hayan tenido éxito al plan ordinario, mientras que las tecnologías igual
mente exitosas podrán quedar «registradas» como un elemento más de
1a estructura reguiar de la cania mput-output de la economía. Para abun
dar en todo esto pueden verse los capítulos 6 y 9 de nuestro citado libro.
La tercera objeción se refiere a los incentivos, en relación a la fun
ción social que cumplen los capitalistas. Lange plantea en su modelo que
los gerentes socialistas sigan ciertas reglas para lograr la asignación óp-
15. El aspecto cierto de que una economía dinámica debe estar buscando constan
temente nuevos métodos y productos, y por lo tanto la información sobre la «función de
producción» no está dada de una vez por todas, tiende a deslizarse en Mises y Hayek ha
cia el «misticismo del empresario», un subjetivismo radical para el que no encontramos
ninguna justificación científica.
124
ARGUMENTOS f' ARA U N NUEVO SOCIALISMO
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1
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA E N L A E R A DE L A S C O M P U T A D O R A S
16. Véase Ochoa (1989), Petrovic (1987), Shaikh (1984), Valle Baeza (1994), Cockshott
y Cottrell (1997), Cockshott, Cottrell y Michaelson (1995), Cockshott y Cottrell (2003).
126
A K G U M t: N 1 O !¡ l ' A H A U N NUEVO SOCIALISMO
17. M arx critica el sistema de Proudhon en su M iseria de la F ilo so fía ([1847] 1963),
y trata a John Gray en su C on tribu ción a la C rítica d e la E c o n o m ía P olítica de 1859 (cuya
sección pertinente se reimprime como Apéndice a M arx, 1963), mientras Engels aborda
la variante de Rodbertus en su Prefacio de 1884 a la primera edición alemana de M iseria
de la F ilo so fía (otra vez, en M arx, 1963). Entre M arx en 1 8 4 7 y Engels en 1884 encon
tramos una línea consistente de ataque a tales propuestas.
127
LA P L A N I F I C A C I O N ECONÓMICA EN LA E RA DE L AS C O M P U T A D O R A S
18. La cita directa no es siquiera necesaria pata establecer estos aspectos. Véase, por
ejemplo, M arx (1 9 6 3 , 17-2 0 , 6 0 -6 1 , 6 6 -6 9 , 2 0 3 -2 0 6 ).
128
ARGUMENTOS TAHA UN N U E V O SOCIALISMO
19. En su libro L a revolución social (1902, 129-133), Kautsky ofrece una breve y bas
tante ambigua discusión sobre la «ley del valor» y el socialismo que combina aspectos de
las tesis marxistas clásicas con comentarios incongruentes sobre lo «indispensable» del di
nero. En su obra posterior, L a R evolución d el T rabajo (1925, 261-2 7 0 ), las formulaciones
de M arx y Engels se abandonan en favor de un argumento general sobre la necesidad del
dinero y los precios. Este argumento parece tener alguna deuda con la «crítica al dinero la
boral» discutida arriba; también se basa en la idea de que el contenido laboral es imposible
de medir — «no podría lograrse con la maquinaria estatal más complicada que se pueda ima
ginar» (p. 2 2 6 )— . A propósito de esto, Kautsky (1925) es muy crítico con la «planificación
en especie» de Neurath y utiliza los mismos argumentos que Mises y Hayek.
129
LA P L A N I F I C A C I O N ECONOMICA EN L A E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
Los bonos de trabajo de los que M a rx habla aquí son muy diferentes
del dinero. N o circulan, ya que se anulan conform e se adquieren bienes de
consum o con un contenido de trabajo equivalente, y solo pueden ser utili
zados para los bienes de consum o: no pueden com prar medios de p rod uc
ción o fuerza de trabajo, y por lo tanto no pueden funcionar co m o capital.
130
A R G U M G N I O S I1A H A U N NUEVO SOCIALISMO
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
1 32
AHGUMFNIOS l' AHA U N NUEVO SOCIALISMO
P aul C o c k s h o tt
Coordinación
1 34
PROIII tM A S R EAL ES Y R E S P U E S T A S
El ejem plo del acero es algo fo rzad o , ya que ese grado de diferencia-
<mu era aún bastante manejable p o r los m étodos administrativos trad icio
nales. Los objetivos de tonelaje aún podían fijarse en corresp on d en cia
■mi los distintos tipos de a ce ro . P e ro si ob serv am o s el caso de los p ro
ductos de co n su m o , co m o la ro p a , vajilla, e tc ., en ton ces la variedad de
productos era dem asiado am plia y los objetivos com en zaron fijarse en
i elación a la p rod u cció n m on etaria. El plan especificaba un crecim ien to
i ii el valor de la p rod u cción de ro p a, m uebles, e tc ., y en lo que esto fina
mente se trad u cía en térm in os de p ro d u cció n dependía de la estructura
de precios existente. P ara prevenir otras form as de engaño p o r p arte de
Lis em presas en la planificación, era im portan te que los precios fueran
econ óm icam ente realistas. Si el p recio de las sillas es m uy alto co m p a
rado con el de las m esas, p ara las fábricas resulta racional con centrarse
en la p rod u cción de sillas.
R ecu rrien d o a los objetivos m o n etario s, las eco n o m ías socialistas
estaban con cedien do la razón a p arte de los argum entos de M ises. R e
currían al cálculo m on etario que él había d eclarad o que era vital p ara la
racionalidad econ óm ica. Los econom istas liberales sostienen que resulta
imposible p ara los planificadores hallar unos precios racionales, cosa que
solo el m ercad o com p etitivo es capaz de h acer. L a planificación requie
re agregación ; la agregación im plica objetivos m o n etario s; los objetivos
m onetarios requieren precios racionales; los precios racionales requieren
el m ercado. P ero si tienes m ercad o puedes prescindir de la planificación.
/\sí pues, la planificación im plicaba dialécticam ente la superación de la
propia planificación.
A h o ra bien, con vien e d estacar que este es un arg u m en to en b u e
na m edida teórico. En los últimos tiem pos de la URSS este argum ento se
sostuvo con m uchas evidencias an ecdóticas, p ero la evidencia em pírica
respecto a la eficiencia m acro e co n ó m ica del m ercad o es m u ch o m enor,
incluso la que se pueda co m p arar co n la de la planificación clásica so
viética. Tal y co m o m u estra R o b ert Alien ( 2 0 0 3 ) , la única eco n o m ía ca
pitalista cuya tasa de crecim ien to a largo plazo superaba a la de la URSS
me la de Japón, cuyo m odelo era en cierto m od o e¡ del capitalism o no
planificado. En com p aració n con o tro s países que p artiero n del mismo
nivel econ óm ico en la d écada de 1 9 2 0 , la URSS crecía m u ch o más ráp i
dam ente. Se p uede argu m en tar que esto tuvo co m o cau sa las ventajas
m acroeconóm icas de la planificación, ya que al eliminar la incertidum bre
sobre la futura dem anda del m ercado perm itió fom entar una m ayor in
versión, y puede que esta ventaja m a cro e co n ó m ica superara cualquier
ineficiencia m icroecon óm ica asociada a los planes.
L a m ay o r evidencia de que los m ercad o s pueden fu n cio n ar m ejor
que los planes vendría de C hina, sin duda de la p erspectiva o rto d o x a
china. El argu m en to es que una eco n o m ía socialista de m ercad o evita
135
ADENDA
136
I ' ROI .I I I M A S M Í A L E S Y R E S P U E S T A S
■Mas tecnologías, los distintos cen tros de trabajo pueden disponer de in-
li'iTnación tan válida co m o la de los precios p ara elegir en tre diferentes
irenicas de p rod ucción.
Hay límites al uso de los valores-trabajo del mismo modo que los hay
i un cualquier otra medida escalar como pueda ser el precio, ya que las
i rstricciones productivas pueden obedecer a diversos factores. No solo
la fuerza de trabajo, sino también los recursos naturales y las considera-
i iones ecológicas obstaculizan lo que podemos hacer. Ninguna medida
escalar puede controlar esto. Pero el problema de cómo tratar con múl-
11pies obstáculos como estos ya fue resuelto por las economías socialistas
allá en los años treinta. Kantoróvich diseñó una técnica general para sa
ber cómo establecer un plan socialista sometido a restricciones que van
más allá de la del tiempo de trabajo (Kantoróvich, 1969). El método de
Kantoróvich es una forma de cálculo en especie, es decir, no monetaria.
No era práctico usarlo a nivel de toda la economía soviética durante su
época porque los recursos informáticos eran escasos, pero desde los años
noventa los ordenadores se han extendido definitivamente. Podemos en
contrar una buena introducción a este tema en la obra Abundancia Roja
ile Francis Spufford (2011).
Por lo tanto, en relación al momento en que Mises lo formuló, el
problema central del cálculo económico en el socialismo sin contar con
el dinero está resuelto. No era aplicable a la URSS por dos razones: a) la
tecnología informática no existía; b) hubiese significado reemplazar el
cálculo y el pago monetarios por una contabilidad laboral no transferible.
listo habría supuesto un paso radical hacia una mayor igualdad social.
Igualdad
137
ADENDA
trabaja, la implicación a priori es que sucede algo raro. Adoptar esa for
ma de contabilidad implica una gran presión hacia la nivelación, tanto
entre diferentes categorías de trabajo, como entre hombres y mujeres.
Obviamente elimina por completo la posibilidad de no percibir ingresos
y establece al mismo tiempo la presunción moral de que el trabajo es la
única fuente legítima de ingresos. Cualquier otro ingreso (a los mayores,
los enfermos, las familias con hijos) debe ser una deducción explícita y
voluntaria de los ingresos de aquellos que trabajan.
No hay nada especialmente original en este sistema que de manera
sucinta acabamos de describir, que he explicado más desarrolladamen
te en otros de mis trabajos. Simplemente se trata de una elaboración li
teral y detallada de las propuestas de M arx en sus comentarios al bo
rrador del programa de 1875 de los socialistas alemanes. La idea sería
que la gente disponga de tarjetas electrónicas de crédito laboral, cuyo
crédito solo se puede canjearse y no circular1. No se podrían hacer in
gresos a las cuentas de otras personas, pero sí canjearlos por productos
en las tiendas comunitarias, lo cual elimina por completo la posibilidad
del mercado negro.
Para el correcto funcionamiento de este sistema es absolutamente
esencial que la distribución de los valores-trabajo de los bienes sea realis
ta. Un gobierno socialista debe evitar la tentación de valorar a la baja los
productos que se ofrezcan en las tiendas comunitarias, pues si lo hace se
generará un exceso de poder adquisitivo en términos de los créditos labo
rales existentes. Si producir pan requiere 3 0 0 millones de horas-hombre
pero se vende solo a 100 millones de horas, se debería expedir el exceso
de 2 0 0 millones de créditos a los panaderos, molineros, granjeros, etc.
Este tipo de subestimación, lo sabemos por la amarga experiencia, solo
nos lleva a las colas y a una imagen de escasez.
Si los precios se igualan al contenido laboral de los productos, en
tonces las desviaciones de las ventas con respecto a la producción actual
se pueden utilizar para ajustar los objetivos de la planificación en tiem
po real, redistribuyendo el trabajo de los productos que tengan poca de
manda hacia aquellos que se están agotando.
No obstante, en una economía planificada seguirían existiendo desvia
ciones del precio de distribución con respecto al contenido de trabajo por
razones medioambientales. Si el sistema de planificación tuviera una restric-
1. Para una idea desfasada de cómo podría funcionar puede verse la novela M iran
d o atrás (1888) del socialista utópico Bellamy. Inventó la idea de las tarjetas de crédito.
Sus tarjetas estaban basadas en la tecnología de tarjetas perforadas del siglo XIX. Se recibi
ría una tarjeta nueva cada mes y con las compras que se realizasen se irían canjeando de la
tarjeta. La tienda fue concebida como un cruce entre Argos y Amazon. Seleccionabas los
productos de un catálogo en la tienda, y luego eran entregados directamente a casa me
diante un sistema de tubos neumáticos.
138
I'ROBI.EMAS REAL ES Y R ES PU EST A S
E x ced en te
139
ADENDA
140
I ' K OI U. I. MA S K í A L ES Y R E S P U E S T A S
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
141
3
EL MECANISMO DE FUNCIONAMIENTO
DE UNA ECONOMÍA SOCIALISTA
DEMOCRÁTICAMENTE PLANIFICADA
M a xi N ie to
1 42
¡1 MECANISMO OI- I U N I I O N A MI I - N I O D íi U N A ECONOMÍA SOCIALISTA
143
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN L A E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
2. Naturalmente esto no significa que los trabajadores no tengan libertad para ele
gir ocupación dentro de la oferta existente, pues es solo esta estructura productiva y ocu-
pacional Lo que determina el plan.
3. Tomamos la analogía de Cockshott y Cottrell (19 9 3 , cap. 4).
144
I I MECANISMO DE I UNI IUNAM IÍN IU Dfc U N A ECONOMÍA SOCIALISTA
145
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
146
EL M E C A N I S M O DE FUNCIONAMIENTO DE U N A E C O N O M I A SOCIALISTA
147
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
148
EL M E C A N I S M O DE FUNCIONAM IENTO DE U N A ECONOM ÍA SOCIALISTA
149
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
3. PRINCIPIOS GENERALES
DE LA PLANIFICACIÓN ECO N Ó M ICA SOCIALISTA
i) La medida de costes
1 50
I I MECANISMO DI. M I N C I O N A M I F . N I O D E U N A E C O N O M Í A SOCIALISTA
TT = TD + TI
= TD + (TD 1 + TI1) = TD + TDX+ (TD2 + TI2)... =
= TD + TD1 + TD2 + ... TD"
151
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA E N L A E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
152
i; l m e c a n i s m o de fun cion am ien to de u n a economía socialista
1-1 otro principio de cálculo propuesto por M arx para organizar una eco
nomía socialista es el de la remuneración de los trabajadores mediante
hunos de trabajo. Dado que el coste de los bienes y servicios se marca con
el trabajo requerido para obtenerlos, el ingreso de los productores ha de
ser establecido también directamente en tiempo de trabajo a través de un
sistema de bonos. Pensemos que el tiempo de trabajo total objetivado en
los bienes y servicios finales de una economía es, por definición, la suma
de las diferentes jornadas de trabajo individuales realizadas en el mismo
período. Este producto final es el que, una vez deducido lo que corres
ponde al fondo común dedicado a mantener a los sectores pasivos de
la población y los servicios gratuitos (sanidad, educación, etc.), será dis
tribuido individualmente por medio de estos bonos laborales. La igualdad
básica en la que se sustenta este principio es:
10. Cada trabajador dispondría de una tarjeta laboral (similar a las tarjetas de crédi
to actuales), que sería también de ahorro, donde se registrarían tanto los ingresos como los
gastos en bonos laborales (Guerrero, 2 0 0 7 ). Si existiese un ahorro neto por parte de los con
sumidores, se derivarían recursos de la producción de medios de consumo a la inversión.
153
LA P L A N I F I C A C I O N ECONOMICA EN LA E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
154
EL M E C A N I S M O DE EU N C I O N A M I GN T O DE U N A ECONO M ÍA SOCIALISTA
12. Conviene recordar que las tablas insumo-producto, de uso habitual en la conta
bilidad nacional actual (aunque muy poco desagregadas por ramas), fueron originalmente
ideadas por W. Leontief en el marco de su participación durante los años veinte en las ta
reas de planificación en la Unión Soviética y se inspiraban en los esquemas de reproduc
ción de M arx que presentan una formalización de la interdependencia sectorial como un
sistema de ecuaciones.
155
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
13. Cockshott y Cottrell (2008, 171), citando como fuente el estudio de O. Yun Im -
p rov em en t o f S oviet E co n o m y Planing, M oscow, 1988,
14. Bettelheim (1974) estudia con detalle los problemas derivados de este hecho.
156
I. L M E C A N I S M O DE F U N C I O N A M I E N T O D E UNA ECONOMÍA SOCIALISTA
157
LA P L A N I F I C A C I O N ECONOMICA EN LA E R A D E LAS C O M P U T A D O R A S
158
I
I I. M E C A N I S M O OI! F U N C I O N A M I E N T O DE U N A ECONOMÍA SOCIA LISTA
16. Todo s e g ú n los datos del D irectorio C en tral d e E m presas (in e , enero de 2 0 1 6 ) y
de la Dirección General de Industria.
159
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E R A DE LAS C O M P U T A D O R A S
16 0
EL M E C A N I S M O D l¿ I U N C. I O N A M I L N 1 O D E U N A E C O N O M Í A S O C I A L I S T A
161
LA P L A N I F I C A C I O N ECONOMICA EN L A E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
162
EL M E C A N I S M O DD F U N C I O N A M I E N T O DE U N A ECONOMIA SOCIA LISTA
163
LA P L A N I F I C A C I Ó N ECONÓMICA EN LA E RA DE LAS C O M P U T A D O R A S
164
ti. M E C A N I S M O Dt FUNCIONAMIENTO DE U N A E C O N O M Í A SOCIALISTA
165
LA P L A N I F I C A C I O N ECONOMICA EN L A E R A DE L AS C O M P U T A D O R A S
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
166
LL M E C A N I S M O DE F U N C I O N A M I E N T O DE U N A ECONO M ÍA SOCIALISTA
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168
II
EL DEBATE ACTUAL
SOBRE EL CÁLCULO ECONÓMICO
EN EL SOCIALISMO
r
CONTRA HAYEK
P a u l C o c k s h o tt y A llin C o t t r e ll
171
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
1 72
C O N I KA H A Y E K
Prácticamente cualquier individuo tiene alguna ventaja sobre los demás por
cuanto posee información única que se puede usar en forma beneficiosa,
pero que solo se puede utilizar si las decisiones que se refieren a ese cono
cimiento están en manos de ese individuo o se toman con su activa coope
ración (Hayek, 1999,3 3 5 ).
173
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
Supongan que en algún lugar del planeta surge una nueva oportunidad para
usar una materia prima — por ejemplo, el estaño— o que se ha eliminado
una Ue las mciiies ue o lm a de estaño. Para nucsiru proposito no importa,
y es significativo que no importe cuál de esas dos posibles causas lleva a que
el estaño sea más escaso. Todo lo que los compradores de estaño necesi
tan saber es que parte del estaño que solían consumir ahora se emplea más
lucrativamente en otra parte y que, en consecuencia, deben economizarlo.
No es necesario que la gran mayoría de ellos sepan siquiera dónde hay una
mayor necesidad de estaño o con qué otras necesidades deben compartir la
oferta (Hayek, 1999, 340).
174
C ON IRA HAYEK
Es más que una metáfora describir el sistema de precios como una maquinaria
que registra los cambios o como un sistema de telecomunicaciones que per
mite que los productores individuales observen únicamente el movimiento de
unos pocos indicadores —así como un ingeniero solo de observar unos pocos
diales— para ajustar sus actividades a cambios de los que nunca saben más que
aquello que se refleja en los movimientos de precios (Hayek, 1999, 341).
Admite que los ajustes que se producen por medio del sistema de
precios no son perfectos en el sentido de la teoría del equilibrio gene
ral, pero que sin embargo es un hecho «maravilloso» de coordinación
económica.
El ejemplo que pone Hayek del mercado de estaño merece un examen
cuidadoso. Debemos hacer dos apuntes preliminares. En primer lugar, el
sistema mercantil consigue alcanzar un grado razonable de coordinación
de las actividades económicas. La «anarquía del mercado» está lejos del
completo caos. Es a través de la fluctuación de los precios como rige, en
última instancia, la ley del valor. Las oscilaciones de los precios sobre
los valores acaban regulando la asignación del trabajo entre las diferentes
ramas de la producción. En segundo lugar, incluso en una economía pla
nificada siempre habrá expectativas insatisfechas, con el fracaso de proyec
tos que parecían promisorios ex ante, etc. Los errores de coord in ación
no se limitan, por tanto, a ios sistemas de mercado.
Dicho esto, es evidente, no obstante, que Hayek exagera claramen
te su ejemplo. Con el fin de poder tomar decisiones racionales con res
pecto al uso que cada cual haga del estaño, se debe saber si el aumento
del precio será permanente o más bien transitorio, lo que requiere saber
por qué el precio ha aumentado. En sí misma, la señal del precio actual
nunca es suficiente. ¿Está coyunturalmente más caro el estaño debido,
pongamos, a una huelga minera? ¿O porque estamos ya cerca de agotar
las reservas disponibles? Las acciones que resultarían racionales en un
caso serían inapropiadas en el otro.
175
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
176
CONTRA HAYEK
Iuliiro y, aunque estén convencidos de que tendrá lugar algún cambio (no
especificado), se apoyan sistemáticamente en la convención de asumir que
los precios de mañana serán iguales a los de hoy. Esto les permite llevar a
i abo una evaluación convencional de la rentabilidad vinculada a la produc-
i ion de las diferentes mercancías, utilizando únicamente la información de
los precios actuales; pero el coste de este enfoque (desde el punto de vis-
la del defensor de la eficiencia del mercado) es el reconocimiento de que
lales valoraciones ex ante estarán regular y sustancialmente equivocadas.
Los precios transmiten información objetiva acerca de los costes so
ciales de producción, y la señal del valor-trabajo brilla a través del ruido
de sus fluctuaciones. Debido a ello, pueden funcionar como un regula
dor de ja producción. Las divergencias de los precios por encima o por
debajo de los valores pueden atraer o repeler recursos de trabajo hacia
y desde distintas ramas de producción. Una cosa es reconocer que esto
es posible y otra evaluar su importancia en la regulación de la econo
mía. Los precios corrientes no son el único sistema de comunicación que
liene la economía. Los pedidos reales de mercancías son otro. Las em
presas fijan los precios y reciben pedidos que se especifican en cantida
des, calidades y tiempos. Un pedido especifica en especie lo que se está
solicitando y cuándo entregarlo. Si un gerente comercial solo prestara
atención a los precios de venta e ignorara las cantidades que se piden, la
empresa no sobreviviría mucho tiempo. No se puede decir a priori si el
canal de precios o el canal en especie (en cantidad) es más significativo
para regular la economía.
Para ello deberíamos saber cuál es la flexibilidad real que tienen las
empresas cuando ajustan sus precios en respuesta a las ventas, para des
pués compararlo con la frecuencia con la que ajustan sus actuaciones en
respuesta a los cambios en los pedidos. Tomemos el ejemplo de un su
permercado: ¿cuántos ajustes de precios hace en un día en comparación
con el número de nuevos pedidos que hace a su almacén? O considere
mos una fábrica de televisores: ¿con qué frecuencia responde la fábrica
a los pedidos con cambios en los precios, comparado con la frecuencia
con que responde ajustando ei nivel de producción.'1Consideremos tam
bién a un ingeniero de diseño que debe decidir qué componentes usar
en una nueva Set Top Box para la televisión digital. ¿Debería el ingenie
ro basarse únicamente en el precio de los componentes o deberá tener
en cuenta otra información, como la disponibilidad, el stock con el que
cuentan los proveedores o la existencia de fuentes secundarias?
La importancia relativa de los canales de precios y en especie en la
comunicación inter-empresarial es una cuestión que permanece abierta.
Se podría tratar de responder mediante estudios empíricos del mundo
de los negocios o por simulaciones multi-agente con las tablas input-
ouput que reflejan los flujos inter-industriales. Dado un modelo, se po
1 77
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
drían modificar las reglas que siguen las empresas para responder a los
pedidos entre una variante en la que se responda primordialmente a las
señales de cantidad y otra en la que se responda principalmente a las se
ñales de precios. Algunas investigaciones iniciales que hemos llevado a
cabo apuntan a que las que se basan fundamentalmente en las señales de
precios pueden estar sujetas a desequilibrios catastróficos. Las fluctua
ciones en las entregas de los pedidos pueden conducir a industrias clave
al colapso y al hundimiento de toda la economía.
Ciertamente Hayek tiene razón cuando dice que los precios implican una
economía de información, ya que el proceso por el que se forman los pre
cios reduce la entropía. Si tomamos una tabla de input-output, nos dare
mos cuenta de que se trata de una matriz cuadrada. La tabla input-output
completa de una economía con n productos contendría n2 números. Pero
los precios de esos productos pueden ser codificados mediante un vector de
solo n números distintos. Asumamos que la entropía de la interconexión
de una economía Hj está codificada en la tabla input-output, entonces la
entropía del vector de precio H p crece de acuerdo a la ley
Hp^ H 1
178
C O N I HA I-I A Y E K
4. La evidencia empírica indica que el vector de precios con el que converge se en
cuentra en algún punto entre el vector de valores-trabajo y el vector de precios sraffiano.
I’etrovic (1 9 8 7 ), Ochoa (1 9 8 9 ), Cockshott y Cottrell (1 9 9 7 ), Michaelson e t al. (1995),
Shaikh (1 9 9 8 ), Cockshott y Cottrell (2003).
179
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
5. Toda función susceptible de ser computada físicamente puede serlo por una má
quina de Turing. De forma informal, la tesis de Church-Turing afirma que nuestra noción
de algoritmo puede formularse de manera precisa y que los ordenadores pueden ejecutar
esos algoritmos. Además, un ordenador puede teóricamente ejecutar cualquier algoritmo;
en otras palabras, todos los ordenadores convencionales son iguales entre sí en términos
del teórico poder computacional, y no es posible construir un dispositivo de cálculo que
sea más potente que e1 más --enci'i' ' de los ordenadores (la máquina de Turing).
6. La complejidad computacional de la determinación iterativa de valores-trabajo
es relativamente baja, y significativamente menor que ia del proceso de computación de una
matriz inversa estricta, que es el modo habitual según la literatura. La inversión de matri
ces tiene una complejidad N 3 pero existen versiones óptimas con complejidad N ~3S (ver
N u m éricalR ecip ies S oftw are, 1 988, 104). El método de aproximación iterativa tiene com
plejidad kN 2, donde k es el número de iteraciones requeridas para obtener una respuesta
adecuada. La respuesta converge rápidamente, por lo que se obtienen resultados acepta
bles con & <10. De hecho, las matrices in pu t-ou tpu t desagregadas son típicamente disper
sas, con la mayoría de elementos en cero, lo que permite más aceleraciones mediante la
compactación de los datos para eludir los elementos cero. La complejidad resultante es de
orden kN.M, donde M es el número medio de insumos directos que van a corresponder a
un producto. En las tablas completamente desagregadas, M crece más lentamente que N ,
por lo que la complejidad total es significativamente menor que N 2.
180
CONTRA HAYEK
181
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C A L C U L O ECONÓMICO EN EL S O C I A L I S M O
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CONTRA HAYEK
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C O N I KA H A Y E K
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Pasos omitidos
186
L Ü N I R A I -I AYEK
187
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
Tabla 3.2. T e m p o r iz a c ió n p a r a a p l ic a r e l a l g o r it m o d e p l a n if ic a c ió n
d el A p é n d ic e A a m o d e l o s d e e c o n o m ía s d e d if e r e n t e s t a m a ñ o s .
L as temporizaciones s e realizaron en un Intel Z eon 3 G hz
con L inux y 2 GB d e memoria
N M Segundos Bytes
10000 40 1,6 2 ,4 MB
100000 50 5,8 4 0 MB
1000000 60 6 8 ,2 4 8 0 MB
188
( U N I KA I I A Y E K
189
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E E L C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
190
C O N I K A 1-1 A Y E K
* Esta última frase difiere del artículo original en inglés, donde la referencia no
está presente debido a un error tipográfico. Ai comentarlo con Paul Cockshott en una co
municación personal, me sugirió cambiarla por la presente redacción. [N. d e l T.]
191
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
192
CONTRA I HAYEK
l{kt\e)-c
5 l% )
193
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194
CON IRA II A Y E K
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196
C O N I KA H A Y E K
19 7
JAL SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
EL DEBATE ACT U,
5. CONCLUSION
198
C O N [ HA H A Y E K
dos no eran una tabla rasa. Se trataba de países cuyos residentes mantenían
creencias sobre el mundo y la estructura de la sociedad.
Tabla 5 .2 . M u er t es e n e x c e s o s ig u ie n d o
L A S P O L ÍT I C A S H A Y E K IA N A S E N R U S I A
1986 1 4 9 8 ,0 0,0
1987 1 5 3 1 ,6 3 3 ,6
1988 1 5 6 9 ,1 71,1
1989 1 5 8 3 ,8 85,8
1990 1 6 5 6 ,0 158,0
1991 1 6 9 0 ,7 192,7
1992 1 8 0 7 ,4 3 0 9 ,4
1993 2 1 2 9 ,3 631,3
1994 2 3 0 1 ,4 8 0 3 ,4
1995 2 2 0 3 ,8 705,8
1996 2 0 8 2 ,2 5 8 4 ,2
1997 2 0 1 5 ,8 517,8
1998 1 9 8 8 ,7 4 9 0 ,7
1999 2 1 4 4 ,3 646,3
2000 2 2 2 5 ,3 727,3
2001 2 2 5 1 ,8 753,8
Total de muertes
6 7 1 1 2 0 0 ,0
en exceso
10. Esto recuerda a la forma en que las «algas venenosas del pasado» en la mente de
los hombres se usaba como explicación para los problemas económicos de China durante
la Revolución cultural.
11. Puede objetarse que esta distinción en M arx tiene un carácter metafórico. Y es
cierto. Pero más de un siglo de escritos teóricos por parte de otros matxisras le ha dado
199
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
un contenido socio-teórico denso a lo que en su inicio no eran más que metáforas arqui
tectónicas. Queda por ver si la escuela austríaca puede conseguir un desarrollo teórico si
milar a la dicotomía sintaxis/semántica de Boettke.
12. Cosa que admiten con cierto reparo al decir: «Desde la caída del comunismo, los
países del antiguo bloque soviético han experimentado un período extremadamente difícil
en su transición a una economía de mercado» (Boettke y Subrick, 2 0 0 2 [Sección 4]).
200
C O NIIIA 11 A Y E K
201
5
P a u l C o c k s h o tt
202
M I S E S , K A N I O K Ó VI C 11 Y EL C A L C U L O ECONÓMICO
2 03
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
Toda esta mano de obra debía ser alimentada, por lo que se necesita
ban panaderos, cerveceros y carniceros (Davif, 1996, capítulo 6). El, o sus
escribas, debían calcular cuántos de estos comerciantes se requerían. Ten
drían que estimarse las cantidades de grano y de ganado. En el sentido más
amplio del término, todo esto era cálculo económico, pero se realizaba sin
dinero, que aún no había sido inventado. Se podría objetar que esto no es
lo que Mises entendía por cálculo económico, ya que el cálculo «en espe
cie» de Imhotep no era en verdad un cálculo económico sino un cálculo de
ingeniería, una mera enumeración de prerrequisitos y lo que faltaría sería
la valoración o cálculo de costes de todos estos insumos. Es cierto que esto
no es lo que Mises entendía por cálculo económico, pero la cuestión es
si tiene razón al limitar este concepto de cálculo al cálculo monetario. Los
cálculos de Imhotep revelan que el concepto de Mises es seguramente muy
estrecho. Suponiendo que la pirámide fuese construida hoy, una gran parte
de los cálculos requeridos serían los mismos. Sería necesario determinar la
cantidad de piedra que se tendría que utilizar, la cantidad de mano de obra,
la forma de transportar la piedra, etc. Esta sería la parte difícil del cálculo,
sumarla en dinero resulta comparativamente más fácil.
Consideremos ahora la cuestión de elegir la alternativa más económica.
Sin duda, Imhotep tuvo que abordar esta cuestión. Construir una pirámi
de es, incluso para los estándares modernos, una misión gigantesca. Para
terminarla no solo tenía que abordar cuestiones de estabilidad estructural,
sino también idear un método práctico mediante el cual poner las piedras
en su lugar. Que esta no fue una tarea fácil lo revela el hecho de que to
davía no sabemos con certeza cómo se logró. Se han hecho varias suposi
ciones: rampas inclinadas en ángulo recto a la pared de la pirámide; ram
pas en espiral alrededor de la pirámide; rampas de túnel internas; grúas
operadas manualmente; etc. Si hoy cabe pensar en una gran variedad de
posibles formas de hacerlo, es de suponer que los constructores originales
también lo hicieron antes de decidir el método que utilizaron. Los recur
sos de mano de obra disponibles no eran ilimitados, por lo que tuvieron
que descubrir algún enfoque que fuera técnica v económicamente factible,
hste es el tipo de elección racional que Mises consideraba imposible sin
dinero, pero el hecho de que se hayan construido las pirámides indica
que hubo algún cálculo de este tipo.
La restricción última aquí era la mano de obra disponible, ya que ningún
arquitecto sensato se embarcaría en un proyecto de construcción que em
pleara mucho más trabajo que otro. En una economía pre-mercantil como
la del antiguo Egipto esta restricción laboral aparece de manera directa,
mientras que en una economía mercantil la restricción laboral en cuestión
aparece indirectamente en forma de costes monetarios. Los economistas
clásicos argumentaron que las relaciones monetarias disfrazaban u oculta
ban las relaciones subyacentes en términos de trabajo, de tal modo que los
204
MI S i I S , K A N I O R Ú V I C I I V EL C A L C U L O ECONÓMICO
i osles monetarios ocultaban los costes laborales. Para Adam Smith, el dine
ro era en última instancia el poder de mando sobre el trabajo de los demás.
2. PLANIFICACIÓN EN ESPECIE
2 05
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
Cuando Mises avanzó sus argumentos por primera vez, en los años veinte
y principios de los treinta, no se conocían esas técnicas algorítmicas. Pero
en 1939 el matemático soviético V. Kantoróvich ideó un método, conoci
do posteriormente como programación lineal (u optimización lineal), por
el que más tarde fue galardonado con los premios Stalin y Nobel. Descri
biendo su hallazgo escribió:
Descubrí que toda una serie de problemas de muy diverso carácter relaciona
dos con la organización científica de la producción (cuestiones de distribución
óptima del trabajo de máquinas y mecanismos, minimización de la chatarra,
mejor aprovechamiento de las materias primas y de los materiales Locales,
combustible, transporte, etc.) conducen a la formulación de un solo grupo de
problemas matemáticos (problemas extremos). Estos problemas no son di
rectamente comparables a los problemas considerados en el análisis matemá
tico. Es mas acertado decir que suil lormatmente similares e incluso resul
tan ser muy sencillos formalmente, pero el proceso de resolverlos con el que
uno se enfrenta [es decir, mediante el análisis matemático] es desde un punto
de vista práctico completamente inviable, ya que para resolverlo requiere la
solución de decenas de miles o incluso millones de sistemas de ecuaciones.
He conseguido encontrar un método general relativamente sencillo para
resolver este conjunto de problemas, que es aplicable a todos los que he men
cionado, y es suficientemente simple y eficaz para que su solución se pueda
alcanzar plenamente a efectos prácticos (1939, 368).
206
M I S E S , K A N I OH Ó V I C I - I Y EL C Á L C U L O ECONÓMICO
Tabla 1. P r im e r e je m p l o d e K a n t o r ó v ic h
Tabla 2. E je m p l o s d e a s ig n a c ió n d e r esu lt a d o s d e K a n t o r ó v ic h
207
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
208
MISES, K A N I O K Í J V I C I I Y EL C A L C U L O ECONÓMICO
Figura 1. El ejemplo de Kantoróvich como diagrama. El «plan ray» corresponde a los puntos
donde el resultado de A es igual al resultado de B. La frontera de posibilidades de produc
ción está formada por segmentos de línea recta cuyas pendientes representan las producti
vidades relativas de las distintas máquinas para los dos productos. En su conjunto, forman
un polígono. El objetivo del plan se cumple de manera óptima en el punto donde el «plan
ray» cruza el límite de este polígono.
209
1
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
Algoritmo 1. El e je m p l o d e K a n t o r ó v ic h e n f o r m a d e e c u a c io n e s de
A;
m l< = 3 ;
m 2<=3;
m3 < = 1;
A-B = 0;
m l-0 ,1 x l a - 0,05 x l b = 0 ;
m 2-0,05 x2a - 0 ,0 3 3 3 3 3 x 2 b = 0 ;
m 3- 0,0 3 3 3 3 3 x3a - 0 ,0 1 2 5 x 3 b = 0 ;
x la + x 2 a + x 3 a - A = 0 ;
x lb + x 2 b + x 3 b - B = 0 ;
int A;
Variable Significado
A número de unidades de A producidas
B número de unidades de B producidas
MI número de fresadoras utilizadas
M2 número de tornos de torreta utilizados
M3 número de tornos de torreta automáticos utilizados
Xij número de unidades de j producido en la máquina i
A-B = 0
MI <= 3
210
MISES, K A N I O H 0 V I C . i l Y LL C A L C U L O ECONÓMICO
M I - 0 ,l x l a - 0 ,0 5 x lb = O
x l a + x2a + x3a - A = 0
211
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO EN EL S O C I A L I S M O
queño grupo de máquinas. Pero sabía, incluso en 1939, que las aplica-
ciones potenciales de la planificación matemática eran mucho más am
plias. Examinaremos dos cuestiones que considero importantes para la
aplicación más general del método.
1) Producir los productos en una proporción establecida en vez de
en cantidades estrictamente iguales.
2) Considerar el consumo de materias primas y otros insumos.
Supongamos que en lugar de querer producir una unidad de A por
cada unidad de B — como podría ser el caso si estuviéramos haciendo coin
cidir motores de automóviles con carrocerías— , quisiéramos producir 4
unidades de A por cada unidad de B, como sería el caso si estuviéramos
emparejando las ruedas con los motores de los automóviles (e ignorando
las ruedas de repuesto). ¿Podría el método de Kantoróvich lidiar también
con ello? Observemos de nuevo la Figura 1. En ella el «plan ray» se mues
tra en un ángulo de 45°, una pendiente de 1 a 1. Si dibujamos el «plan
ray» en una pendiente de 4 a 1, la intersección con la frontera de produc
ción proporcionaría la solución. Dado que este enfoque geométrico solo
funciona para dos productos, consideremos las implicaciones algebraicas.
Deberíamos convencernos ahora de que es posible resolver el pro
blema original de Kantoróvich6 por medios algebraicos. En el Algorit
mo 1 especificábamos que A-B = 0 o, en otras palabras, A = B; si se
quisieran 4 unidades de A para cada B deberíamos especificar A = 4B o,
expresándolo en la forma estándar utilizada en la optimización lineal,
A—4B = 0. Supongamos que A son motores y B son ruedas. Si ahora in
dicamos que las ruedas vienen en paquetes de 4, entonces podemos re
formular el problema en términos de producir el mismo número de
paquetes de ruedas y de motores. Introduciendo una nueva variable
¡3 = 4B para representar paquetes de ruedas y reescribiendo las ecua
ciones en términos de p podemos volver a una ecuación que especifica la
mezcla de resultados en la forma A—(3 = 0, que sabemos que es soluble.
¿Cómo abordamos el consumo de materias primas o dé productos
intermedios?
En nuestro anterior ejemplo temamos variables como x 1 b que repre
sentaban el resultado del producto B en la máquina 1. Esto siempre es
una cantidad positiva. Supongamos que hay un tercer bien a conside
rar: la electricidad, y que cada máquina consume electricidad en diferen
tes cantidades dependiendo de lo que esté produciendo. Llamemos a la
electricidad C e introduzcamos nuevas variables xlac, xlb c, etc., que se
refieren a la cantidad de electricidad consumida por la máquina 1 pro
duciendo los resultados de A y B. A continuación, agreguemos las ecua-
212
r
M I S E S , K A N I O l i o V I C I - I Y EL C A L C U L O ECONÓM ICO
2 13
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C A L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
Tabla 3. V a r ia b l e s e n la e c o n o m ía d e seg u n d o e je m p l o
f comida
V valles
W molinos de viento
tv máquinas
d represas
h tierras altas
fh
alimentos producidos en tierras altas
214
MISES. K A N I O H Ó V I C H Y t L CÁLCULO ECONÓMICO
Tabla 4 . L im it a c io n e s d e r ec u r so s y p r o d u c t iv id a d e s
Número de valles v = 4
Consumo de energía em
m
+ e„v + e.h + e„c = e
2 15
EL D E B A T E ACTUAL S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO EN EL S O C I A L I S M O
Tabla 5. P l a n pa r a e c o n o m ía d e seg u n d o e je m p l o u sa n d o l p _ s o l v e
d (presas) 0
e 270500
f 200218
h 0,0108889
m 6172,71
u 4
V 4
66739,3
eh 108889
em 123 454
eV 80000
fh 217778
fv 200000
le 2164
lh 108889
61727,1
K 40000
me 2164
mh 8,71111
m, 4000
216
MISES, KANIOKÓVICII Y EL C A L C U L O ECONÓMICO
3. VALORACIÓN
217
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C A L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
2 18
MISES, K A N I O K Ó V I C N Y EL C Á L C U L O ECONÓMICO
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EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C A L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
4. COMPLEJIDAD
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MISES, K A N I O KÓ V ICII Y EL C Á L C U L O ECONÓMICO
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EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
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M I S E S , K A N I O K O VI C11 Y EL C A L C U L O ECONÓMICO
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EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
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MISES, K A N i O H Ó V I C H Y EL C Á L C U L O ECONÓMICO
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EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
T
nos de trabajo en el artículo en cuestión (es decir, a trabajar más horas
para adquirirlo) que el verdadero tiempo de trabajo que cuesta produ
cirlo. Pero a su vez esto indica que el trabajo dedicado a este producto
tiene una «eficacia social» por encima del promedio. Por el contrario, si
el precio que equilibra el mercado cae por debajo del valor-trabajo, esto
indica que los consumidores no «valoran» el producto de acuerdo a su
verdadero contenido laboral: la mano de obra dedicada a este bien es
de una eficacia inferior a la media. La paridad, o una proporción de 1,0,
es una condición de equilibrio: en este caso, el consumidor «valora» el
producto, en términos de su propio tiempo de trabajo, en la cantidad
exacta de trabajo que le cuesta a la sociedad producirlo.
La viabilidad de utilizar el tiempo de trabajo para expresar los pre
cios depende de poder calcularlo. Esto puede parecer una tarea inasumi-
ble, pero en realidad implica resolver un conjunto similar (aunque algo
más fácil) de ecuaciones lineales como las requeridas para elaborar un
plan coherente. La tarea es por tanto manejable en términos computa-
cionales por los motivos anteriormente explicados. Mises objetó que «el
defecto del cálculo en términos de trabajo es el desconocimiento de las
diferencias cualitativas del trabajo» (1935, 114). Mises toma nota de la
afirmación de M arx de que el trabajo cualificado (o «complejo») cuenta
como un múltiplo de (y por lo tanto puede ser reducido a) el «trabajo
simple», pero argumenta que no hay forma de efectuar esta reducción,
a excepción de la comparación de los productos de diferentes trabajos
que se establece en el propio proceso de intercambio mercantil. Los di
ferenciales salariales pueden parecer una solución, pero el proceso de
igualación en este caso «es un resultado de las transacciones del mercado
y no su antecedente». Mises supone que la sociedad socialista funcionará
con una política de ingresos igualitaria, de modo que las tasas de salarios
determinadas por el mercado no estarán disponibles como guía para el
cálculo. La conclusión es entonces que «el cálculo en términos de trabajo
tendría que establecer una proporción arbitraria para la sustitución del
trabajo complejo por el trabajo simple, lo cual excluye su empleo con
tiñes de admimsrracion económica» (1935, 115).
Es cierto que el trabajo no es homogéneo, pero no está justificada la
creencia de que el factor de reducción del trabajo complejo a simple tiene
que ser arbitrario bajo el socialismo. Existen dos enfoques posibles:
1) El trabajo cualificado se puede tratar del mismo modo que Marx
trata los medios de producción en El Capital, es decir, como un insumo
producido que «transfiere» (a lo largo del tiempo) al producto el trabajo
que lleva incorporado. Dado el tiempo de trabajo que se requiere para
producir las destrezas laborales y dado también un horizonte de deprecia
ción para dichas destrezas, se puede calcular una «tasa de transferencia»
implícita del tiempo de trabajo incorporado en las destrezas. Si llamamos
226
r
a esta tasa, para la destreza i, ri, entonces el trabajo de este tipo debe ser
contabilizado como un múltiplo (1 + ri) de trabajo simple, con el propó
sito de «calcular el coste» de sus productos. Se necesita un procedimiento
iterativo: primero se calculan las tasas de transferencia como si todos los
insumos fueran trabajo simple, después se usan las tasas de transferencia
de la primera ronda para reevaluar los insumos de trabajo cualificado, re
calculando las tasas de transferencia y así sucesivamente hasta alcanzar la
convergencia.
2) Alternativamente se puede usar el enfoque defendido por Kan-
toróvich (1965) que muestra que a trabajadores cualificados en dis
tinto grado se les puede asignar una VOD en función de sus diferentes
productividades.
6 . CONCLUSIÓN
22 7
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C A L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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MISES, K A N I O R Ó VI C 1-1 Y E L C Á L C U L O ECONÓMICO
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EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
230
6
M a x i N ie to
231
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C A L C U L O ECONOM ICO EN E L S O C I A L I S M O
232
rr
INFORMACIÓN, MERCADO Y CÁLCULO ECONÓMICO
1. El argumento inicial de Mises era que sin propiedad privada no hay mercado de
medios de producción, por lo que tampoco puede haber precios monetarios, y sin precios
que reflejen la escasez relativa de medios de producción los agentes no pueden calcular
los diferentes usos alternativos.
233
1
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
234
I NI O í t M A C I Ó N , MERCADO Y CÁLCULO ECONÓMICO
tor que ante un cambio meteorológico modifica las tareas previstas para
el día — supongamos que deja de labrar y se dedica a empaquetar alguna
cosecha— y afirma que «no es posible [...] transferir esa información, que
es resultado de muchos años de experiencia y de trabajos realizados en el
campo, a un hipotético órgano director (digamos, por ejemplo, a un Mi
nisterio de Agricultura en la capital) quedando a la espera de recibir ins
trucciones» {ibid.., 99).
De acuerdo con todo lo anterior, se considera entonces que el:
235
1
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
236
1
INI-OIIMACIÓN. M ER CA DO Y CÁLCULO ECONÓMICO
237
▼ 1
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO EN EL S O C I A L I S M O
6. Fue Hayek quien, en respuesta a los argumentos de los partidarios del socialis
mo, redefinió después el problema del cálculo en los sistemas complejos para convertirlo en
un problema de disponibilidad de información.
238
r
INFORM ACION. MERCADO Y CALCULO ECONÓMICO
7. En el intercambio de dos mercancías distintas entre sí, cada una de ellas con un
precio, supongamos, de 2 0 euros, la utilidad es lo que explica que se produzca el cambio
entre ellas, y desde ese punto de vista los dos agentes implicados en la transacción «salen
ganando». Pero la utilidad no puede explicar la proporción exacta a la que se establecen
los intercambios (de 1 a 1 en nuestro ejemplo), el hecho de que desde el punto de vista del
v a lo r nadie gane y que exista intercambio de equivalentes.
239
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E E L C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
240
I
241
EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
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INFORMACION, MERCADO Y CÁLCULO ECONÓMICO
243
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E E L C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
Todo esto es lo que sucede bajo el capitalismo. Pero si las naves indus
triales y las máquinas se encuentran socializadas, la información necesa
ria para la coordinación no está dispersa y no se requiere de ninguna
iniciativa atomizada de los agentes para, mediante tanteos, tratar de sa
tisfacer las necesidades sociales. En este caso, una oficina territorial de
planificación, por ejemplo, tiene conocimiento exacto en cada momento
de los recursos disponibles y somete a deliberación técnica y económica
cuál puede ser la forma más eficiente posible de emplearlos y que mejor
satisfaga las preferencias de los consumidores. Imaginemos una localidad
turística donde la demanda de plazas hoteleras supera sistemáticamente
la oferta existente. La autoridad competente decide dentro de las restric
ciones presupuestarias construir un nuevo complejo hotelero. No existe
ningún impedimento de tipo formal para que en una economía socialis
ta buena parte de las decisiones productivas se tomen de forma descen
tralizada, involucrando en ese proceso a una gran variedad de actores e
instancias (a diferencia de lo que se sucede en el mercado donde solo los
capitalistas deciden la inversión). Las necesidades sociales y los desajus
tes que inevitablemente surjan en el proceso económico (por cambios en
las preferencias individuales, innovaciones, fallos de gestión, accidentes,
etc.) pueden detectarse por vías muy diversas, pero darles respuesta solo
está al alcance, obviamente, de quien dispone de los recursos: bien los
capitalistas indirectamente buscando ganancias privadas en el mercado,
bien los organismos públicos (consejos de productores y consumidores)
de manera descentralizada en el socialismo.
Todo el hallazgo de los austriacos se reduce, en definitiva, a comprobar
que el mercado — el sistema de interacción humana basado en el intercam
bio— es la única forma posible de cálculo económico... ¡en el mercado!,
esto es, en una estructura productiva atomizada donde los recursos son
privados y además están desigualmente repartidos. Y es que, efectivamente,
afirmar que la clave de la «acción humana» consiste en detectar «oportu
nidades de ganancia» presupone ya una producción atomizada basada en
la propiedad privada v el intercambio. Constituve una falacia areumental
tratar de probar que e! cálculo económico requiere el mercado tomando
justamente como premisa del razonamiento la existencia del propio mer
cado. Lo que sucede es que no discutimos cómo se crea y difunde la in
formación necesaria para el cálculo económico y la coordinación social
en el modo de producción capitalista sino en el socialismo, una econo
mía sin libre concurrencia — donde no se impone la necesidad de buscar
oportunidades de ganancia individuales, ya que el sustento material de la
población está garantizado— porque se ejerce un control social sobre los
medios de producción y el excedente, lo que permite orientar el desarro
llo de la sociedad hacia metas democráticamente elegidas.
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INFORMA* I Ó N , MARCADO Y C Á L C U L O ECONÓMICO
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EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
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INI Ü K M A U t ' l N . MI I U . . A D O Y C A L C U L O ECONÓMICO
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EL D E B A T E A C T U A L SOBRE EL C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
1
modifica las tareas del día ante un cambio meteorológico — supusimos
que dejaba de labrar y se dedica a empaquetar alguna cosecha— y afir
ma que no es posible transferir esa nueva información a ningún «órgano
director» (ibid., 9 9 )10. Pues bien, aunque es del todo evidente que esa in
formación sí puede transferirse (no hay impedimento técnico alguno para
hacerlo), lo que no sabemos es qué falta haría para el buen funcionamien
to de la economía o de la empresa. No nos explica qué necesidad hay de
que ese agricultor informe a nadie (y menos aún al «órgano director»)
de si ha cambiado sobre la marcha sus planes del día. Una apreciación tan
absurda como esta, a partir de la cual se pretende probar nada menos que
la imposibilidad de la coordinación y del cálculo no mercantiles, deriva de
una completa confusión acerca de cuál es la verdadera función de la agen
cia de planificación central en una economía socialista, que no es ninguna
pretensión de omnisciencia, como creen los austríacos, sino únicamente
llevar a la práctica los objetivos de desarrollo democráticamente elegidos
para lo que se sirve de técnicas de optimización y planeación. El «centro»
no aspira a conocer los fines y circunstancias individuales (¿para qué tendría
que hacerlo?) como tampoco crea la información (más allá de especificar
procedimientos para la asignación) ni sustituye a los agentes (empresas y
consumidores) en sus valoraciones, simplemente se encarga de procesar la
información que estos le transmiten para la coordinación general y estraté
gica, dentro de la cual se planifica detalladamente por ramas, clusters indus
triales y territorios involucrando en ese proceso a una pluralidad de actores.
Hayek afirma que la información relativa a «las circunstancias parti
culares de tiempo y lugar», supuestamente esencial para el cálculo eco
nómico, no puede ser conocida por la autoridad central y este hecho
imposibilitaría la planificación. El tipo de ejemplos que pone en su célebre
artículo «El uso del conocimiento en la sociedad» de 1945 son clarificado
res para comprender dónde veía el problema del conocimiento subjetivo:
10. Este tipo de cambios en las tareas ante circunstancias no previstas son consus
tanciales a infinidad de actividades, especialmente las escasamente mecanizadas o con un
alto componente personalizado: un cirujano que toma decisiones sobre la marcha de una
intervención quirúrgica, un informático reparando una red, un conductor que debe des
viarse de la ruta ante algún problema circulatorio, etcétera.
248
r
INEOKMAClON. MEKCAÜO Y CALCULO ECONÓM ICO
249
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
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I NI O H M A C U ' l M , MUtCADQ Y CALCULO ECONÓMICO
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1
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C A L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
252
f
I N I UU M A l IÓN MERCADO Y CALCULO ECONÓMICO
El criterio racional para aplicar una mejora técnica es que permita obte
ner un producto con menos trabajo (o alternativamente, uno mejor con
el mismo esfuerzo), es decir, que eleve la productividad laboral y abara
te el producto. Pero bajo condiciones capitalistas el criterio es, sin em
bargo, más estrecho. Como el capital únicamente compensa con el pago
del salario el valor de la fuerza de trabajo y no el valor rendido por el
obrero (que, como norma, excede a la primera magnitud), la introduc
ción de una nueva máquina solo se acomete si el coste que tiene para la
2 53
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO EN EL S O C I A L I S M O
Por esta razón, si los salarios son bajos o están fuertemente presiona
dos a la baja, se desincentiva el uso de nueva maquinaria y se ralentiza el
progreso técnico. En una economía socialista no operaría este criterio es
trecho, pero ello depende de que exista una contabilidad laboral rigurosa
de costes, cosa que en tiempos de la URSS no sucedía, por lo que no dispo
nía de un criterio preciso para economizar trabajo de manera sistemática.
254
r
INFORMACIÓN. MERCADO Y CÁLCULO ECONÓMICO
11. «El actual triunfo fascista en ciertos países es tan solo un episodio, un episodio
más de la larga lucha en torno al derecho de propiedad [...] Admitamos que los dictadores
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1
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C A L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
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V
IN r O K MA C IÓ N . M E R C A D O Y CALCULO ECONÓMICO
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EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓM ICO E N EL S O C I A L I S M O
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INIORMAClON, MERCADO Y CÁLCULO ECONÓMICO
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INI -OKM A C I Ó N , MCUCADO Y CÁLCULO ECONÓMICO
2 61
1
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓMICO E N EL S O C I A L I S M O
15. Los austríacos sostienen que en el socialismo tanto los bienes y servicios a pro
ducir como las tecnologías a emplear se imponen desde «arriba», como si en el capitalismo
lo hiciesen desde «abajo», por el conjunto de trabajadores de acuerdo a consideraciones
técnicas y con el fin de satisfacer las necesidades de la población.
16. M itos y realidades d el E sta d o em p ren d ed or (2 0 1 6 ), informe elaborado por el Ins
tituto Juan de Mariana.
262
r
i) Planificación estratégica
26 3
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C Á L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
que exista siempre más de un único productor para cada bien, evitando
el monopolio de cualquier producto salvo que haya convincentes motivos
para evitar la duplicidad (costes, externalidades, etcétera).
264
INt U K M A C I Ó N , MERCADO Y CÁLCULO ECONÓMICO
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
265
I
EL D E B A T E A C T U A L S O B R E EL C A L C U L O ECONÓM ICO EN EL S O C I A L I S M O
266
ÍNDICE GENERAL
C o n te n id o ................................................................................................................... 7
I
LA PLANIFICACIÓN ECONÓMICA
EN LA LKA DL LAb U.JM PU I ADOKAb
267
CIBER-COMUNISMO
2 68
INDICE GENERAL
Igualdad................................................................................................................ 137
Exceden te............................................................................................................ 139
Referencias bibliográficas .................... 141
II
EL DEBATE ACTUAL SOBRE EL CÁLCULO ECONÓMICO
EN EL SOCIALISMO
269
CIBER-COMUNISMO
4. Complejidad.............................................................................. 220
4.1. Clases de complejidad....................................................... 221
4.2. Clase de complejidad de la planificación económica.......... 222
5. Derivar el «plan ray»................................................................. 223
6. Conclusión................................................................................. 227
Referencias bibliográficas ................................................................. 228
270
!
I
i
Paul Cockshott
M axi Nieto