Kyba
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Tres iniciados
INTRODUCCIÓN
No hay porción de las enseñanzas ocultas poseídas por el mundo que haya sido tan
cuidadosamente guardada como los fragmentos de las enseñanzas herméticas que han
llegado hasta nosotros a lo largo de las decenas de centurias que han transcurrido desde la
vida de su gran fundador, Hermes Trismegistus, el «escriba de los dioses», que residió en el
antiguo Egipto en los días en que la raza presente de los hombres estaba en su infancia.
Contemporáneo de Abraham, y, si las leyendas son verdaderas, un instructor de ese venerable
sabio, Hermes fue, y es, el gran sol central del ocultismo, cuyos rayos han servido para
iluminar las innumerables enseñanzas que han sido promulgadas desde su tiempo. Todas las
enseñanzas fundamentales y básicas contenidas en las enseñanzas esotéricas de toda raza
pueden ser atribuidas a Hermes. Incluso las más antiguas enseñanzas de la India tienen
indudablemente sus raíces en las enseñanzas herméticas originales.
Desde la tierra del Ganges muchos avanzados ocultistas viajaron a la tierra de Egipto, y se
sentaron a los pies del maestro. De él obtuvieron la llave maestra que explicaba y reconciliaba
sus puntos de vista divergentes, y así fue firmemente establecida la doctrina secreta. De otras
tierras vinieron también los instruidos, todos los cuales consideraban a Hermes como el
maestro de maestros, y su influencia fue tan grande que a pesar de las desviaciones del
sendero por parte de los cientos de instructores en estas diferentes tierras, aún puede
encontrarse un cierto parecido y correspondencia básicos que subyacen a las muchas y a
menudo divergentes teorías mantenidas y enseñadas por los ocultistas de estas diferentes
tierras hoy en día. El estudiante de las religiones comparadas será capaz de percibir la
influencia de las enseñanzas herméticas en toda religión merecedora del nombre, conocida
ahora por el hombre, sea una religión muerta o una en completo vigor en nuestro propio
tiempo. Hay siempre una cierta correspondencia a pesar de los rasgos contradictorios, y las
enseñanzas herméticas actúan como el gran reconciliador.