Agustín de Hipona y El Pelagianismo

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Agustín de Hipona y el Pelagianismo

1. Introducción

El papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nos


advierte de dos grandes peligros que la Iglesia afronta no ad extra sino ad
intra es decir desde el modo en que la Iglesia misma se auto-concibe, estos
peligros son el Neo-gnosticismo y el Neo-Pelagianismo, este segundo peligro
es definido por el Papa de la siguiente manera

el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo


sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por
cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a
cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad
doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y
autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y
clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se
gastan las energías en controlar. (EG 94)

Es obvio que el papa no desea en la Exhortación explicar la profundidad de


los terminos empleados, sino unicamente a manera de slogan nombrar estos
dos peligros reales de la Iglesia, iluminandolos con los peligros que la Iglesia
a pasado a lo largo de su historia y cómo la Iglesia a sabido dar respuesta a
estos no solo de una manera doctrinal coerente sino también en su modo de
vivir.

Para entender el trasfondo de que podría significar este Neopelagianismo


evidenciado por el papa y que afecta a nuestro modo de vivir la fe, quisiera
exponer qué es el pelagianismo y cómo los distintos autores ortodoxos entre
ellos Agustín lograron contrarestarlo para bien de la Iglesia.

2. El Pelagianismo antes de Agustín

Son pocos los datos biográficos que tenemos de Pelagio ya que, como es
común con los herejes, la visión que tenemos de ellas viene filtrada por la
visión de los defensores de la ortodoxia, según aquel dicho que dice que son
los vencedores los que escriben la Historia. Sabemos que nació en Gran
Bretaña, vino a Roma mas o menos en el 380, se consagró como monje, pero
con una fuerte actividad evangelizadora entre los laicos, la vida ascética que el
monje llevaba lo hace una figura carismática que rápidamente cautivo a
muchos en la Urbs,entre ellos personajes provenientes de familias adineradas
como Celestio y Julian de Eclana, que serán los principales opositores de
Agustín en la última parte de la polémica. El interés de Pelagio versó sobre el
alcance que tienen las elecciones humanas y la salvación y sobre todo la
reflexión sobre cuanto estamos afectados por el pecado original.

En resumen la ideología de Pelagio, las enuncio pero a lo largo de la


conferencia las iremos analizando una por una:

 Autosalvación basada en el ejercicio del bien.


 Rechazo del Pecado Original y pérdida de importancia del bautismo.
 Rechazo de conceptos como: predestinación, gracia o elección.

Podríamos distinguir dos etapas en el desarrollo de la herejía pelagiana, la


controversia con Jerónimo y la controversia con Agustín, cada una de ellas
tendrá su particularidad o su acento. Brevemente expondremos la controversia
jeronomiana para pasar después a analizar con más profundidad la
controversia con Agustín.

La controversia con Jerónimo sucedió cuando Pelagio, huyendo de la


autoridad eclesiástica que le había condenado en el 411 en Cártago, donde
estuvo presente también Agustín, llegó a Belén lugar donde residía Jerónimo.
Fue en el 415 cuando Jerónimo interviene enviando una carta a Ctesifonte (la
133), el comentario a Isaías y un dialogo contra pelagianos en 3 libros, además
de estas obras Jerónimo envía a Agustín dos cartas (131-132) advirtiéndole del
peligro de la herejía y de cómo en Oriente, Pelagio había sido absuelto de su
condenación.

Tres son los puntos que Jerónimo defiende contra Pelagio:

 El hombre no es capaz por si mismo de evitar el pecado, necesita de la


gracia de Dios.
 Es útil y necesario que los niños se bauticen desde pequeños.

En las cartas enviadas a Agustín, Jerónimo reconoce que su capacidad


teológica y su edad no le permiten hacer frente a esta nueva herejía y admira
el alcance de Agustín como teólogo y le pide el poder defender a la Iglesia de
esta amenaza, Jerónimo morirá en el 419 sin ver el final de dicha herejía.
3. El pelagianismo en tiempo de Agustín

Como dijimos anteriormente la controversia entre Agustín y el pelagianismo


comenzó en el 411 y no logrará derrotarla del todo ya que morirá en el 430, es
por esta controversia que la historia nombrará a Agustín como el doctor
gratiae. Agustín dedicará trece obras a contrastar esta controversia, trece obras
que podemos dividir en 3 grandes bloques o etapas, etapas que serán nuestro
esquema en esta presentación.

 Del 411-418: los escritos directos contra pelagio y contra su discípulo


en occidente Celestio (etapa contemporánea a Jerónimo)
 Del 420-430: la controversia contra Julián de Eclana (no logrará
terminarla porque Agustín muere en el 430)
 Del 426-430: la controversia con los monjes de Adrumeto

4. Del 411-418, Contra Pelagio y Celestio

Agustín estuvo presente en el sínodo de Cartago del 411 donde se condenó a


Pelagio y a Celestio, la razón era: ellos negaban que el bautismo a los infantes
les perdonará los pecados sino únicamente los ponía en contacto con la gracia.
Es preciso en este momento introducir que el término gracia para Pelagio no
significa un auxilio sobrenatural que Dios infunde en el alma para poder
disponerlo a que Dios actué en nosotros con el fin de que se dé la inhabitación,
que escuchamos ayer en el evangelio, vendremos a poner en él su morada.

La gracia para Pelagio es el ejemplo que Jesús nos dio, su vida nos muestra
que es posible vivir apegados a la voluntad de Dios, no por un auxilio externo,
sino por el esfuerzo y alcance de la propia voluntad. Unido a esta definición
de gracia tenemos también el significado de “pecado original” para Pelagio no
como una herida de la naturaleza humana que afecta a todos los hombres y
mujeres de la Historia, sino como el ejemplo negativo que Adán nos dio con
su desobediencia al plan de Dios. Entonces el pecado se trasmite no como
herida de naturaleza, como lo creemos los católicos, sino por imitación.
Viendo a Adán estamos tentados a caer en su error, viendo a Cristo podemos
por nuestro esfuerzo vencer la tentación y no caer jamás en el pecado.

Dado que el pecado se da por imitación, se niega la necesidad de bautizar a los


niños ya que ellos no tienen pecados personales. El Bautismo pondría en
contacto al niño con el ejemplo de Cristo, que siguió la voluntad del Padre a la
perfección.

Agustín responde a estos problemas argumentando que efectivamente Adán y


Cristo representan un ejemplo para nosotros, pero en el caso de Cristo su obra
efectivamente realiza la justificación en nosotros, sin su obra no pudiéramos
salvarnos, según lo dicho por Pablo: “todos pecaron y se hayan privados de la
gracia de Dios.” Esta salvación inicia en nosotros con el sacramento del
bautismo que nos abre a la vida de la gracia. Es en este contexto polémico
donde encontramos expresiones un poco exageradas como “los niños que
mueren sin bautizarse están destinados a la condenación” sabemos que la
Iglesia confía a los niños no bautizados a la misericordia de Dios pensando
que Él los tendrá gozando de su presencia.

Pelagio, es una persona muy positiva, confía que el Ser humano tiene grandes
alcances y capacidades extraordinarias de superarse y con esto también la
capacidad de una vida moralmente intachable, la voluntad humana y el
esfuerzo bastan por si solos para ser buenos, esta es una idea muy atrayente y
que permean muchas veces nuestro modo de ver el cristianismo como una
serie de normas, manual de etiqueta o prácticas para alcanzar la virtud que si
las seguimos podemos alcanzar la perfección. Agustín por su parte es más
realista, cree que el pecado de Adán ha herido en tal modo el intelecto y la
voluntad que la buena voluntad y el echarle ganas no bastan. El intelecto fue
herido con la ignorancia (ignorantia) con lo cual se nos dificulta conocer que
es verdad y que es falso y nos equivocamos aún en decisiones importantes de
nuestra vida, y la voluntad esta herida con la debilidad (infirmitas) con lo que
nos es difícil saber que es lo bueno y que es lo malo para nosotros y elegimos
muchas veces el mal. Ya Pablo con dramatismo nos dice “Hago el mal que no
quiero y el bien que quiero no lo puedo hacer.” Parafraseando a Pablo
podríamos decir si la santidad se obtiene por el cumplimiento de la ley, Cristo
murió en vano. Ya que es precisamente la muerte de Cristo lo que nos abre a
la posibilidad de ser santos, no como un mero ejemplo bueno sino como
posibilidad real, esto es lo que llamamos Gracia, un don gratuito de Dios a la
humanidad.

Es en este contexto de gratuidad donde se coloca el tema del mérito, que es


tema completamente actual en nuestra vida espiritual. Creemos que con
nuestros actos podemos arrebatarle a Dios algo, arrancarle un milagro. Como
si nuestro Dios fuera un Dios tacaño, poco generoso ajeno a nuestras
necesidades y somos nosotros que, con nuestro esfuerzo, nuestra piedad,
nuestras liturgias, nuestros rezos le recordamos a Dios que aquí estamos. Nos
olvidamos que la gracia que Cristo nos trae es precisamente un acto libérrimo
de Dios para con nosotros, el no tiene necesidad de nosotros, el nos crea, nos
ama y nos salva por su infinito amor “por que se le da la gana.” Y es esta
lógica lo que hace bella el cristianismo, gratis accipistis, gratis date. Dios
conoce nuestras necesidades antes de que se las pidamos, Dios desea que
nuestro corazón arda de amor por él. Agustín era consciente de esto y en una
carta dirigida a Proba, la carta 130, nos habla del porque tenemos que orar sin
desfallecer, no para convencer a Dios sino para convencernos a nosotros que
lo que Dios quiere es lo que nos conviene.

Para Agustín el hombre necesita la ayuda de la gracia, los auxilios divinos


para mantenernos en los buenos propósitos, para hacer el bien. El bien que
hacemos es si fruto de nuestra voluntad, pero una voluntad ayudada por la
gracia redentora de Cristo. Es esta idea lo que esta a la base de algunas
expresiones cotidianas pero cargadas de profundidad teológica: “Si Dios
quiere” y “Gracias a Dios”.

Estos problemas que pudieran parecer hasta ahora meramente teológicos,


tienen repercusiones directas a aspectos muy concretos de la vida eclesial.
Pelagio argumentaba por ejemplo que creer en el pecado original me orilla
necesariamente a declarar el matrimonio y la procreación como situaciones
negativas. Agustín responde a esta acusación diciendo que el mal no esta en el
matrimonio o en la procreación sino en la concupiscencia que se manifiesta en
modo muy plástica en la pasión sexual de los esposos. En el paraíso antes del
pecado las relaciones matrimoniales eran puras porque el matrimonio en si es
algo bueno, pero el pecado hace que nuestros actos se mezclen entre bondad y
maldad y así de la procreación que en si es algo bueno viene trasmitido el mal
del pecado a la naturaleza humana.

5. Del 420-430, Contra Julián de Eclana

Esta visión del matrimonio nos lleva a la segunda etapa de la crisis. Agustín
será muy criticado por esta visión del matrimonio como algo originalmente
bueno que ahora es necesario pero mezclado con el mal. Agustín escribirá
algunos libros para defender su postura que no cambiará tanto. El matrimonio
fue originalmente bueno y ahora después del pecado es algo bueno porque
hace posible que los niños se bauticen y ayuda a evitar la fornicación y el
adulterio, pero desgraciadamente es la vía de la trasmisión del pecado original.
Ante esta situación un nuevo partidario de Pelagio, comenzó su contraste con
Agustín, se trata de Julian de Eclana que acusó a Agustín de maniqueísmo al
defender que el matrimonio es malo. Agustín se defenderá de esta acusación
con algunos escritos, entre estos el más completo será el Contra Iulianum en
seis libros.

Especialmente en este libro se toca el tema de la virtud, la libertad y la gracia.


Porque si decimos que podemos hacer el bien únicamente por el auxilio de la
gracia recibida por el bautismo, ¿los infieles pueden hacer cosas buenas?
Agustín distingue entre los actos virtuosos en si (officium) y los motivos por
los que tenemos que hacer (finis), el infiel puede hacer actos virtuosos, pero
sin la motivación correcta que se da por la gracia es decir hacer las cosas por
la gloria de Dios. En este texto Agustín es muy duro ya que afirma que aún los
héroes paganos tendrán el mismo fina que los peores criminales. Esto en
cuanto a la voluntad.

Julián responde a Agustín con una obra de ocho libros pero solo recibe cinco
de estos y comienza por las noches a escribir la confutación a Julian,
desgraciadamente Agustín morirá antes de terminar dicha obra, esta la
conocemos como el Contra Iulianum opus imperfectum o La obra incompleta
contar Julian.

6. Del 426-430. Los monjes de Adrumeto y Marsella

La importancia que Agustín daba a la cuestión de la gracia generó en algunos


sectores especialmente los monásticos ciertas perplejidades, la pregunta es si
la gracia realiza todo en mi ¿qué valor tiene mis esfuerzos en vistas a la
salvación? Es más ¿qué valor tiene el hacerse monje?

Del monasterio de Adrumeto llegaron a Hipona dos monjes para que les
explicara el sentido de uno de sus textos. En la que se exponía que el hombre
sin la ayuda de Dios no puede tener ni siquiera la buena voluntad. Con este
texto en el monasterio de Adrumeto se comenzaba a predicar que Dios no nos
había dotado de libre albedrio y que al final no seremos juzgados según
nuestras obras ya que todo es dejado a la gracia de Dios.

Agustín escribe uno de los tratados más complejos de toda la controversia


especialmente para este monasterio De gratia et libero arbitrio, donde se
buscan rechazar el extremo pelagiano de excesiva confianza a la voluntad
humana y el exceso de la postura Agustiniana, pensar que todo lo que hago no
tiene ningún valor. Agustín presenta que en realidad su postura es un término
medio.

Algo si es claro en la postura de Agustín, nadie puede adjudicarse méritos


delante de Dios, ya que Dios no le debe nada a nadie. La gracia es un acto
libre de la voluntad de Dios que quiere salvarnos y hace que nuestra voluntad
se mueva hacia el bien, aunque seamos nosotros aquellos que elegimos bien,
es la gracia la que nos movió a la conversión y la santidad. Existe una relación
de cooperación entre la gracia y la libertad humana, pero es la gracia, es decir
la iniciativa divina la que precede.

Esta idea que es la gracia la única que ayuda a la voluntad a seguir el bien, fue
mal entendido en el monasterio y se comenzó una campaña de rechazo a la
corrección de los superiores, argumentado que será Dios quien le llevará a la
recta vía, a nosotros nos toca nada mas orar por los desviados. Ante esto
Agustín responde con ejemplos de la escritura en donde los apóstoles
enseñaban, predicaban y corregían y también argumentando que la corrección
ayuda al pecador a orar con mas insistencia a Dios para disponer su corazón al
cambio. La desobediencia es una elección libre que es contrario a los
preceptos divinos y a una falta de perseverancia de parte de los ya bautizados.

Este tema de la perseverancia desató una objeción aún mayor, si la


perseverancia es un don de Dios, ¿qué culpa tiene un bautizado que no
persevera si Dios no se la ha querido dar? Lo mismo se pudiera objetar sobre
la oración Si decimos que la oración es un don de Dios, ¿por qué regaño a mi
marido o mis hijos o mis feligreses? ¿talvez Dios todavía no les ha dado ese
don? Sin duda las preguntas son muy sugestivas. La respuesta de Agustín es
clara permanecer o no en el bien depende del libre albedrio que es sostenido
por la gracia, si decides permanecer en el bien Dios te ayudará con el don de
la perseverancia si decides permanecer en el mal Dios te ayudará con el
arrepentimiento.

Estos documentos llegaron a distintas partes de Europa, en algunos lugares


tuvieron aceptación y en otros no, como es el caso de Marsella donde encontró
mucha resistencia. Estos serán llamados posteriormente semipelagianos, ya
que aceptaban algunos puntos de la fe ortodoxa, como el pecado original y la
necesidad de la gracia para hacer cualquier obra buena, la necesidad de la fe
que debe ser aceptada libremente para la salvación. En cambio, había otras
posiciones contrarias como el hecho que Dios rechazó a los niños no
bautizados y a los pueblos que no recibieron el evangelio de antemano o el
hecho de que la fe no depende de un don de Dios sino de un acto de voluntad
personal, del cual por el merito de haber creído se nos da la gracia

Los semipelagianos tenían miedo a declarar que los méritos de los santos no
tenían ningún valor ya que lo único que hicieron es no oponerse al flujo de la
gracia. Agustín declara que tanto la fe como la perseverancia son dones de
Dios, ya que la gracia de Dios no se nos da según nuestros méritos. No hay
duda que el que cree, quiere creer, pero la voluntad buena es preparada y
sostenida para que pueda ser capaz de la fe. Sobre la perseverancia Agustín se
mantendrá en la idea de que es un don que Dios da pero en esta etapa se
extenderá sobre el tema de la relación entre perseverancia final y
predestinación. Sobre el tema de la predestinación en Agustín no quisiera
profundizar ya que nos llevaría muy lejos.

Esta sería en síntesis la polémica pelagiana, que en definitiva se juega sobre la


relación entre la gracia y la libertad, vimos que los puntos extremos nos llevan
a perdernos o a posiciones contrarias a la fe, mientras que la ortodoxia y la
verdadera virtud esta en el punto medio, saber que entre gracia y libertad hay
una relación de colaboración, ya que, aunque efectivamente la salvación es un
regalo inmerecido, es nuestra libertad la que se abre a recibirlo y aceptarlo.

Muchas gracias.

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