1-Ojos de Tormenta - La Atraccion - Daniela Gesqui
1-Ojos de Tormenta - La Atraccion - Daniela Gesqui
1-Ojos de Tormenta - La Atraccion - Daniela Gesqui
de TORMENTA
La atracción
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares y situaciones son ficticios. Cualquier parecido con
personas, establecimientos, hechos o situaciones,son meramente por coincidencia.
Prohibida su reproducción, almacenamiento y distribución por cualquier medio, total o parcial sin el permiso previo
y por escrito de los autores y/o editor.
Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red sin
consentimiento.
aparecería en el momento indicado para dar respuestas a sus preguntas… ¿pero eran
Prólogo
Era toda desolación. Tras retirarme de la oficina del oficial O´Neill esa mañana, fue
hacia aquel apartamento sin vacilar.
Desorden.
largo.
Las imágenes perturbadoras se suscitaban una y otra vez ante mi vista. Los agentes de
Sus móviles emitían frases inentendibles y entrecortadas tras los numerosos “prips” de
Las pesadas cortinas rojas caían a lo largo y ancho de las ventanas, impidiendo que
Los “por qués” retumbaban en las paredes blancas con un eco ensordecedor, haciendo
vibrar a los edificios vecinos. Cigarros a medio fumar, colillas desparramadas por doquier
y botellas de ron volcadas en el suelo, eran una combinación maliciosa y desesperada;
Droga. Ese maldito polvo blanco disperso sobre una lujosa mesa baja de vidrio.
Tarjetas de crédito, papeles plateados y color manteca. Imágenes propias de una película
de terror.
Un escalofrío se apropió de mi cuerpo como un latigazo. Estaba solo excepto por mis
Ya era tarde y la culpa hizo que mi garganta se cerrase en un nudo asfixiante. ¿Cómo
seguir? O tal vez sería mejor preguntarse ¿cómo empezar? ¿Por dónde?
Avanzando unos pasos, ingresé por completo al apartamento número 503 de la quinta
planta de la torre de edificios ubicados en Erie St. ante las negativas de los agentes de
policía quienes deseaban no adulterar la escena del crimen, la cual acababa de despedir el
─ Comprendo su dolor, pero déjenos trabajar. Coopere por favor ─ el amable agente
la vivienda.
hábilmente entre mis manos aquel elemento tan preciado que acababa de ver, solitario, sin
que nadie hubiese notado su presencia.
¿La respuesta a muchas preguntas? No lo sabía con certeza, pero tenía gusto a
afirmación.
Levemente satisfecho me retiré del lugar. Y por detrás, mi soledad.
1
─ Ross, pronto lo solucionaré─ dije tranquilamente al teléfono mientras cubría el
auricular y con el rostro hacía muecas de “qué pesado” a Caroline, quien me observaba
risueña.
Todas las mañanas la misma conversación con Ross, mi amigo y contador personal.
Gracias al cielo tenía los amigos suficientes como para presumir de ellos, quienes me
me dejaría aquella horrible situación de años pasados, era que la verdad por más dolorosa
que fuese, siempre debía prevalecer.
Tras colgar con Ross, me convencí que íbamos directo a la bancarrota, embargo o
cualquier tipo de situación financiera desfavorable. Pero no quedaba otra alternativa
orden del día y los proveedores golpeaban la puerta todas las benditas mañanas,
Car (aunque ella detestaba el diminutivo a mi criterio era muy bonito) era
familiar. Car era madre soltera; criando sola a su hijo Jason, se las arreglaba para educarlo.
Gracias al idiota que desapareció a poco de quedar encinta, se desempeñaba como
madre/padre.
“¡Qué bello es mi sobrino!… cuando duerme” completaba, al recordar que el niño era
una ardilla inquieta. Su melena rubia era como la de “Daniel el Terrible” y sus ojos
siempre tenían un brillo de travesura que desconcertaba y nos dejaba pensando “¿qué
Car solía traerlo a Lucky Library cuando su madre Susan no podía cuidar de él,
encontrarlo con sus crayolas garabateando una primera edición de “Por quién doblan las
Esa tarde estaría al borde de provocar una masacre: al niño por tocar aquello que no
debía, a la madre por traerlo y a Susan por reprogramar su clase de yoga y no poder
tenerlo en su casa.
Sin embargo, aunque me costase reconocerlo, el niño siempre lograba quitarnos una
sonrisa. Simplemente porque era eso: un niño de casi 4 añitos con la inocencia de un alma
pura que buscaba divertirse sanamente. Aunque eso incluyera escribir en cualquier
superficie.
Finalmente, di una larga exhalación tras la conversación con Ross, quitándome el peso
de una charla incómoda. Incliné el cuello de un lado al otro, crujiéndolo como si partiese
la cáscara de una nuez.
hijo, el terrible.
─ Ehh…no…sólo pensando en las cuentas… ─ giré sobre mis talones, dejando las
─ Sí, comprendo ─suspiró de igual modo ─, pero recuerda que falta poco para las
inscripciones a los talleres literarios, lo que nos permitirá mayores ingresos de dinero para
afrontar los gastos ─ sus palabras se diluyeron ante mi cara de “no me lo repitas”.
Cuando mi abuelo Scott falleció 10 meses atrás, me encontraría con el mayor desafío
cuando sucedió el trágico episodio de papá. Sin embargo, la mala racha no acabaría allí:
seis años después de aquel nefasto evento, las cosas dieron un inesperado giro…gracias a
mi madre.
blanco alado.
Pero no.
Al terminar cada libro era consciente que la vida no era una película de amor.
Con el correr del tiempo, me di cuenta que no podía ser tan egoísta de pensar que
Lucky Library era únicamente una bolsa de problemas: tener al alcance millones de obras
literarias para leerlas cuando me viniese en gana era un sueño hecho realidad. Sin
embargo, a cambio y con este insostenible ritmo de deudas, una vida opaca y envejecida.
Las deudas con los distribuidores parecían multiplicarse a cada segundo transcurrido;
todos, al conocer la noticia de su fallecimiento, no dejarían pasar ni diez minutos para
en paz.
Scott estaba mal, el último tiempo sus pulmones lo traicionaban a menudo, culpa de
años de nicotina y las neumonías que se agudizaban con cada episodio. Tres meses antes
de su adiós, me pediría pues, que asumiera el rol que tanto temía ocupar: el de dueña.
Menuda tarea endilgaría como herencia.
incómoda oficina: un pequeño cubículo blanco y sin decoración, de poco menos de diez
metros cuadrados y nula ventilación, repleto de cajas y libros que debían ser catalogados y
ordenados.
viejo hábito de la lectura, tan poco cultivada hoy en día. Con resignación, noté cómo todo
espaciosa oficina de grandes ventanales que permitiesen captar toda la luz exterior y que
diese a un hermoso patio verde; algo sin dudas relajante y tranquilo. Infaltable, un
Adoraba mecerme en ella, cruzando una pierna por debajo de la otra para acomodarme.
En mis fantasías habría lugar para unos bancos de madera e hierro forjado, a modo de
plaza urbana, llena de vida y sobre todo, silencio. Ideal para una buena lectura.
Sin embargo, toda esa vana ilusión se esfumaba al minuto al ver los números en rojo.
Una remodelación implicaría mucho dinero (el gran ausente) y el cierre de la librería hasta
que todo estuviese terminado. No se podrían dictar los cursos de escritura, ni los talleres
“Soñar no cuesta nada “… aunque con la suerte con la que venía aspectada
probablemente pronto se convertiría en un servicio pago.
“Que no lo sepan los del departamento de finanzas del banco. Caso contrario, mañana
mismo estaría recibiendo una notificación”. Reí para no llorar.
piso o quizás sobre una de las 1200 cajas que se empeñaban en multiplicarse como si
─Car ¿no podrías atender tú? ─ rolé los ojos, exhausta─, necesito ordenar un poco este
desastre, barrer y catalogar los libros de Anderson…─ enumeré moviendo las manos
alrededor de mi cabeza.
─ Sí…y créeme que lo sé, pero… ─ no se contentó con mis explicaciones ──, he
intentado persuadir a esta persona. Pero de una forma…cómo decir ─ dubitativa se mordía
el labio y se abanicaba con la mano ─ pues tú sabes…de un modo intimidante, me dijo
que no se iría hasta hablar contigo.
Definitivamente, quien fuese que deseaba verme había puesto nerviosa a mi amiga, ya
Caroline solía tener un carácter especial y no dejaba amedrentarse por cualquiera; esas
actitudes soberbias no iban con su personalidad. Sabía defenderse de los ataques, tal vez,
instinto desarrollado a partir de su vivencia personal como madre soltera.
Algo ofuscada por tener que dejar mis planes para después, ubiqué la última caja que
tenía entre manos en una pequeña esquina libre del que llamaba escritorio, suplicando para
que no se rompiese en ese mismo instante. Agité las manos en mis pantalones caqui para
desprender algo del polvo superficial y las finas hebras de papel que venían dentro de las
cajas para preservar los libros, a esas alturas esparcidas por doquier.
─ Está bien, que aguarde un instante, por favor ─ refunfuñé. Una vez en el diminuto
“¡¿El baño también es pequeño, todo aquí es pequeño?!”. Riñendo con mis voces
presencia.
“¿Quién será? ¿Y por qué se habría negado a ser atendido por Caroline?”.
“¡Dios quiera que no sea un acreedor! Bajo esas circunstancias mi día estaría más que
jodido. De ser así, cerraría el negocio dispuesta a que un alienígena me abduzca y me lleve
a su nave nodriza.
Repasé con mayor seriedad la lista de acreedores: ninguno estaba próximo a cobrar;
Ross se había encargado de ordenar las pagas minuciosamente para que éstas no se
superpusieran y las cuentas no me abrumasen en conjunto.
trabajada de la entrada de la librería, tratada con barniz brillante y con un bello diseño de
vidrios de colores. Sin dudas, sería una de las piezas de mi nueva librería.
Desorientada, volteé la cabeza en dirección a Caroline, quien permanecía detrás del alto
mostrador de entrada. Haciendo “montoncito” con la mano y enarcando ambas cejas,
pregunté “¿dónde?”; ella abrió muy grandes sus ojos e inclinando la cabeza hacia atrás,
Fue entonces, cuando dejamos del lado el cine mudo de 1900, para descubrir quién me
2
Extrañada y boquiabierta, observé a ese hombre tan apuesto que colmaba de luz a la
tienda como si fuese un enorme letrero luminoso de cine. Incorporándose desde el sofá de
terciopelo rojo retapizado que se encontraba a la entrada del lugar junto con una mesa baja
de estilo barroco, herencia de la bisabuela Anne (ambos, excelentes trabajos de mi amiga
Lo primero que vino a mi sofocada mente fue creer que estaba inmersa en un sueño
primaveral y que en la mitad de la calle estaba aparcado el caballo blanco de crines
atoraban en mi cabeza.
“¿Qué hace este hombre en mi tienda? ¿Sabría que esto es una librería discreta y no
un local de Giorgio Armani?”, especulé regresando a mi eje.
“Sí, si algo le debe sobrar es inteligencia, los hombres que lucen así siempre son
inteligentes, manejan empresas importantes y toda su vida es color de rosa. Poseen los
apellidos de ambos padres generalmente con números romanos que indican que son
Tras el arduo debate mental quise pellizcarme, acción que me ridiculizaría de pleno
“¿Es que acaso nunca he visto a un hombre guapo en mi vida? En la calle misma podía
seductores. ¿Por qué entonces, me sentía tan estúpidamente atraída por éste?
Dispuesta a pensar que quien tenía enfrente no era un ángel caído del cielo ni mucho
─ Licenciada Rutherford, ¿en qué puedo ayudarle? ─ extendiendo la mano con un tono
seguro de mí misma y clavando la mirada en ese espectacular hombre de pasado el metro
sosteniendo mi mano, mientras que con la otra se aplanó la corbata de seda azul lisa, la
cual avanzaría al compás de su cuerpo.
Ese hombre era arrolladoramente seductor aun sin haber dicho ni una sola palabra.
Repitiéndome a modo de taladro cerebral, me dije que había muchos jóvenes bellos en
Vancouver. No obstante, debía reconocer que éste no solo emanaba belleza exterior si no
Sin saber por qué, mis pensamientos se agolparon en mi cabeza como si fuera una
adolescente hormonalmente desestabilizada. Siendo que era una mujer de 29 años, madura
y emocionalmente equilibrada “gracias al Dr. Alliser” entonces ¿por qué sucumbir ante
imagen devuelta por el espejo del toilette minutos atrás al momento de lavar mis manos
antes de saludar a este príncipe encantador; sincerándome conmigo misma lo primero que
recaló mi mente era el aspecto de una luchadora callejera: cabello desordenado, sujeto con
─Arquitecto St. Thomas ─su voz era tan fuerte y sonaba tan grave como me imaginé,
lo suficiente como para sospechar que las tapas de los libros se habrían quebrado.
Incapaz de proseguir con divagues mentales, finalmente él me ahorró todo ese trabajo
forma privada.
El muchacho lucía cansado, como si hubiera permanecido un par de días sin dormir
tranquilamente, aunque nada empañaba sus ojos color azul intenso opaco, profundos, e
americano. No, mejor dicho, estadounidense. Esto de que se crean dueños de América
─ Disculpe, sigo sin entender ─ admití confundida y ansiosa por saber el por qué de su
insistente búsqueda.
Aún de pie, aguardó que yo tomase asiento en el otro sofá de un módulo situado en la
entrada del negocio.
─ Espero sepa comprender que he hecho muchos kilómetros para venir a verla─
arremetió contra este punto pero sin ahondar en detalles.
A esas alturas me sentía incómoda con su presencia, y lo que al principio parecía un
cuadro sacado de cuento de hadas, con su cabellera rubia ligeramente larga rozando el
cuello de su camisa súper costosa y sus ojos bellos, ahora no lo era tanto.
conteniendo las palabras y eligiendo cuidadosamente lo que quería decir, era intimidante
desde cualquier punto de vista.
Reclinado hacia adelante en el sillón, con sus antebrazos apoyados sobre sus muslos
delanteros, clavó su mirada en el piso. Meneó la cabeza desacomodando su cabello
Suspiró pesadamente.
El aire se cortaba con un papel. La intriga carcomía mis huesos mientras aguardaba
inquietamente que este misterioso hombre finalmente se dignase a hablar.
descomprimir el ambiente; no obstante, el rictus del rubio cambiaba para emitir una vaga
mueca similar a una sonrisa
Aún en foja cero después de varios minutos sin decir nada en concreto, realicé un gesto
a Caroline para que ésta se acercase a ambos.
─ Nada, gracias ─ dijo dedicándole una media sonrisa a Car, para ese momento, ya
─ Caroline, por favor cancela cualquier llamada o visita inesperada. El señor St.
Thomas y yo iremos a mi despacho a conversar a solas.
Levantándome del sofá tras diez minutos de nada misma, lo invité a seguir mi marcha
rumbo al cuartucho del terror. No sería un super ambiente con grandes vistas pero al
menos no estaríamos a la entrada del la librería, hablando de algo que aún no se sabía qué
destino podía tener.
─ Tome asiento ─ haciendo a un lado presurosamente un par de cajas, quité las que
había colocado en la esquina del escritorio las cuales aún desafiaban la gravedad y se
erigían cual tótem maya; cogí la silla más decente que encontré a mano y la puse a
disposición del arquitecto.
cuente qué lo trae por aquí ─ intentando volver al meollo de la cuestión y abstraerlo del
sonrojándome involuntariamente.
Mis ojos se abrieron inmediatamente como dos monedas de oro y mi mandíbula quedó
La acusación a la que era sometida caía como una cubeta de agua helada en plena nieve
canadiense. Incapaz de articular palabras, me levanté como un resorte clavando las manos
en el destartalado escritorio de haya, hasta quedar con los nudillos casi blancos de la
fuerza con la que lo presionaba. Estuvo a punto de crujir y estallar contra el piso. Poco
importaba. Lo pegaría con cinta adhesiva si fuese necesario.
Desorientada e incrédula lancé una pregunta histérica y desencajada.
alrededor de 30 años irguió su espalda, e imitando mi postura, con el torso inclinado hacia
hermano.
3
El llamado había sido temprano, y aunque ya estaba en mi oficina, preferí ni
molestarme en atenderlo.
─ Pero querido, es Adrian ─ del otro lado de la línea Claire, la señora regordeta de
unos sesenta y pico (mi mala memoria sólo registraba las décadas), buscaba persuadirme
discutido, así que si me disculpas, pretendo comenzar mi día sin hablar de él.
Claire siempre me había tratado como un niño. Y aunque fuera terco, mujeriego y
obstinado, confiaba en que en el fondo (quizás muy al fondo) mi corazón era noble y puro.
Esa señora allí sentada, del otro lado de mi puerta, de aspecto sereno pero carácter
firme, me conocía como pocas personas en el mundo. No sólo era mi secretaria, sino mi
segunda madre y como tal, nuestra relación era bastante peculiar: yo la respetaba, tomaba
en cuenta sus opiniones, pero no admitía intromisiones más allá de las necesarias.
Ella era muy amiga de mi madre y a pesar de que su posición económica era lo
suficientemente acomodada como para no necesitar de este trabajo, ella adoraba cuidar de
mí. Y de Adrian.
Aunque el precio fuese tolerar mi mal genio y los caprichos de mi hermanito menor.
Por ello recurría a Claire, no fiándome de otra persona en su lugar: cual rueda de
auxilio, cada viernes nos reuníamos pura y exclusivamente a delinear los puntos
principales de cada una de mis últimas conquistas, de las cuales, nada recordaba.
“Con esta es la segunda vez que cenas. Ya lo has hecho el pasado 26 de junio, cariño.
Ella es la rubia de largas piernas, que vive en Malibú y es veterinaria” eran algunas de
Solíamos dedicar aproximadamente media hora para hablar de las muchachas a las que
visitaría y de este modo, no pasar vergüenza. Desde luego, no resultaría muy caballeroso
ni elegante olvidar el nombre de la chica en cuestión y sólo llevármela a la cama para
descargar “tensiones”.
adultos como para hacer de esta incompatibilidad de opiniones con respecto a la falta de
compromiso, un debate.
Sin embargo, no perdía las esperanzas en que alguna mujer en todo el planeta Tierra
Parte de su tarea radicaba en agendar a cada una de mis conquistas destacándolas por
algún aspecto en particular: Jane, era “la holandesa” tan sólo porque le gustaban los
tulipanes; a Gillian era conocida como “Lady In Red”, ya que en nuestra primera cena ( y
la única hasta entonces) llevaba un entallado vestido color rubí con un tajo
despampanante; mientras que a Donna, sería tildada como “la maestra”, por sus 46 años y
Era extraño en cierto aspecto no sentir que usaba a las mujeres, ya que a ninguna le
prometía romance, sino tan sólo una relación despreocupada y sin ataduras. Aquella que
compartiera cama de hotel, baño de restaurante o cuarto de insumos, sabía que lo único
Sin esfuerzos, tenía a la mujer que quería; algunas, comprendían las reglas de este
Ni quería.
de Adrian.
El piso 28 del SkyTower, era literalmente eso: una torre que tocaba el cielo, la cual
exudaba modernidad y lujo, premisas al momento del diseño por parte de St.
Thomas&Partners, haciendo de mi oficina un mirador precioso de la hermosa ciudad de
Seattle.
Estrenada medio año atrás, elevándose solitaria a sus alrededores, contaba con detalles
de categoría en terminaciones y mobiliario combinando el brillo del acero y los tapizados
sobrios de gran calidad.
propias de la empresa. En el último piso dejaría mi sello, mi marca: la única planta con
una distribución diferente y más metraje cuadrado. Sobre el ala derecha, mi despacho era
el más amplio, en tanto que un extenso corredor unía los bloques de elevadores con la
recepción. El núcleo trasero de ascensores dividía el otro sector: las oficinas del personal
restante.
esfuerzo y horas de trabajo para que todo quedase perfecto logrando que cada minuto
invertido valiese la pena cada vez que recorría visualmente aquel lugar. Inmaculada, en
una comunión perfecta entre el acero y el vidrio, la oficina parecía levitar, como un
Pero como creador de esta torre, no todo se resumía en un grupo de muebles y mayor
pequeño dormitorio siendo este último causante de riñas antológicas con mi hermano
“¿Para qué demonios quieres una habitación en tu oficina, si para cualquier chica es
más excitante hacerlo en el escritorio? Cuesta menos dinero y no debes estirar sábanas”,
sabihondo, opinaba.
Recordando esa frase sonreí de lado, en un gesto muy propio de mí. Poco expresivo,
nubes de tormenta que amenazaban el cielo de julio. Viendo desde aquel piso 28 todo tan
pequeño, todo tan manejable me desdije en un santiamén; lo impredecible, lo desconocido
del destino me perturbaba.
espíritu competitivo me llevaba siempre a estar un paso por delante del resto, más arriba
del otro. Como un gran estratega, estudioso de las maniobras ajenas y atento en los
Fusionándonos con “Sea Construction” una empresa con una buena cartera de clientes,
empresa.
Una empresa que nuestro padre Dylan había fundado siendo muy joven y que gracias a
A mi edad, mi padre ni siquiera había logrado tener la mitad de lo que hoy, a mis 33,
Siendo muy bien vistos dentro del mercado, nos comparaban con una dupla de futbol
prima y por supuesto, de gente idónea que en lugar de quedar en la calle y desempleada, se
sumaban al equipo.
No obstante, una extraña sensación en mitad de mi pecho me decía a menudo que la
buena conducta de Adrian no sería eterna y que tarde o temprano su pasado saldría a al
Adrian era una bomba de tiempo, la cual estallaría en el momento menos pensado; su
Rubio como el oro, barba desprolija y una gran sonrisa, era el centro de cualquier
reunión. Rebelde, sociable, bromista y de buen talante, se llevaba los aplausos; en cambio
yo, era la mente pensante, estudiosa y metódica; mis silencios eran el preludio de una idea
hombres, éramos los mimados de todas a pesar de ser siempre visto como el “gruñón” de
los hermanos.
Las aves volaban a lo lejos surcando el firmamento y las gotas de la fuerte lluvia se
deslizaban por los enormes cristales de la oficina. Con una mano apoyada en el vidrio y la
otra en el bolsillo de mi pantalón negro Dolce&Gabbana, vagué la mirada sin hacer foco
─¡Ajax, por Dios, debes coger el teléfono ya mismo! ─sonaba sin cesar, pero mis oídos
parecían ignorarlo ─ .¡Es la policía! ─con voz agitada, sollozante y alterada, Claire
─ Correcto, dígame qué se le ofrece –impulsivo, noté que algo malo pasaba. Una
puntada en el pecho me anticipaba la desgracia.
La voz de O´Neill sonaba apesadumbrada. Desde luego era algo malo. Sin mediar más
palabras, quité su chaqueta del respaldo de la silla dispuesto a salir volando por la salida
“En qué maldito embrollo se habrá metido esta cabezota”, resultaría inevitable asociar
repletos de ebrios y matones de poca monta con los que se había metido en problemas.
Las fianzas eran equivalentes a pasajes de libertad; la compra de silencios, eran más
costosas aún.
Sin perder la vista del tráfico, puse el altavoz dentro del vehículo equipado con la
─ Robert, por favor, necesito que vayas a la oficina de policía ya mismo. Creo que
Adrian está metido en un gran problema ─ olfateando el futuro, pedí ayuda a mi letrado y
amigo.
─ Salgo ya mismo─ contestó sin dudar, sabiendo que mis pedidos de auxilio no eran
frecuentes.
4
─ ¡Te odio Monique! No puedo creer que prefieras quedarte con él, antes que velar por
tu hija, ¡ese maldito hijo de puta ha intentado violarme mamá! ¿Y tú sin más me echas de
─ ¡Tú lo has provocado! Con esas vestimentas de puta no haces más que llamar su
atención…ahora atente a las consecuencias. Junta tus cosas y vete. Aquí no tienes más
lugar
─ Señor St. Thomas ─ intenté tranquilizarme sin dejar de agitar mis manos─, creo
que no sabe de qué está hablando, yo ni siquiera sé quién es su hermano ─un tono agudo,
“Dudo que este hombre no pierda la audición si vuelvo a hablar con ese volumen”.
aquí es sólo para notificarla que en breve le llegara una citación judicial.
puerta de mi oficina y con ambas manos en sus bolsillos, demostraba un aire soberbio y de
Con los ojos al borde del colapso lacrimoso, le entregué la típica tarjeta blanca con la
balanza de la justicia en ella y cuyos datos profesionales se apilaban uno por debajo del
otro.
Rozándonos levemente las manos, la energía transmitida por ese sujeto fue de más de
300 voltios. Sin embargo, como si nada hubiese sucedido para él, llevó su mano a la
telefónico.
Aún en estado de shock, intenté digerir por qué este sujeto sexy y pedante me
su famosa notificación y no venir hasta aquí para hacerme sufrir por adelantado ─ asumí
ojos, en él.
Me propuse ni siquiera parpadear para que las lágrimas no rodasen por mi rostro,
estableciendo, entonces, un duelo de miradas.
Bajé la mirada con aquella imagen retenida en mi mente: era mi rostro…pero no lo era.
─ Usted está muy equivocado arquitecto. No sabe lo que dice ─inspiré profundo,
conteniendo el llanto, aunando fuerzas y apretando tanto los puños, que mis uñas se
Consciente del apuro que esta situación ameritaba, pensé en una rápida reunión con
Steve, adelantándome al posible contacto del abogado de St. Thomas. Si estaba dispuesto
No era ninguna niña, no me dejaría apabullar. Ya no. Y mucho menos por una batalla
que claramente, yo ganaría. Exhibiendo aquella foto como un trofeo, caía en un error
─ Le pido, si es tan amable, que se retire ahora mismo─ extendí la mano indicando la
salida─ . Nos veremos muy pronto.
Viendo el modo en que se marchaba del local, inevitablemente mis rodillas flaquearon
hasta dejarme sentada en el piso. Llevando mis manos hacia mi rostro, estallé en un crítico
llanto, para cuando Caroline corrió hacia mí colocándose a mi altura y abrazándome
fuerte.
─ Amiga, ¿qué sucede?─ preguntó preocupada buscando mis ojos detrás de las manos,
aferradas en mi rostro ─ . Por favor, dime qué te ha hecho ese patán para dejarte así.
Las lágrimas brotaban como cataratas. Estaba sonrojada y un fuego ácido me carcomía
de odio, bronca y tristeza de sólo pensar en los contactos de este tipejo tan bello como
perverso.
─ ¡Sophie, di algo por el amor de Dios! ─al ver mi falta de habla, se levantó de un
respingo jalando de mis manos, luchando contra mi debilidad para ponerme de pie.
─ Car ─ musité con el labio inferior temblando ─,este hombre ─mi llanto era
Perpleja.
“Asesina”.
Como era previsible, ese día acabaría del peor modo, siendo acaso el inicio de una
Destacable resultaría, sin embargo, mi reunión con Steve junto a quien delineé una
estrategia que dejara fuera de juego a este americano (estadounidense, mejor dicho)
arrogante y seductor.
Esa tarde, para mi hora de almuerzo, fui en dirección al Black Rook como siempre que
No podía darme el lujo de ausentarse por mucho tiempo, al igual que Steve, quien
también tenía sus asuntos que atender, pero al menos podría ponerlo sobre aviso de lo que
bufete de abogados a pocas calles de allí, cogería su auto velozmente (un Mustang del ´56)
para ir a mi rescate.
Steve tenía 32 años recién cumplidos y había sabido conformar una familia hermosa y
envidiable. Mariah y él, tras varios intentos fallidos, concebirían a sus mellizos Ginger y
En sus años de adolescencia, sería el mejor amigo de mi hermano Tyler el cual, a los 19
─ ¡Hey Sophie! ─Steve y yo nos fundimos en un fraternal abrazo, tan profundo, que
medialunas para mí y un café con una gran copa de crema montada para Sophie.
Lucas dio media vuelta tras anotar la orden y se dirigió a la barra de pedidos.
complicidad.
Visiblemente contenta con él, posé mi mano sobre la suya. Steve siempre se había
portado grandioso con nosotros, sobre todo al cobijar a Tyler quien tiempo después, viajó
─ ¿O sea que se presentó sin más?─ descreído de mi relato, tampoco entendía cuál era
el real motivo de la visita del Arquitecto St. Thomas, en mi tienda, días atrás.
─ Ha dicho que quería corroborar por sí mismo que yo era la mujer de la fotografía ─
te contacte. De más está decir que no pretendo hacer de esto un gran escándalo; por lo que
pude averiguar, es dueño de una empresa constructora muy importante en Seattle.
Tampoco quiero que quede esto guardado en un cajón, me han hecho daño tanto sus
palabras como su presencia ─ instantáneamente vino a mi mente el contacto eléctrico que
había sentido al momento de pasarle la tarjeta personal y de esos ojos tan filosos como
unas dagas. No obstante, llamarme “Asesina” había sido la puñalada más certera.
─ Aún a sabiendas que tienes las de ganar, no quieres iniciarle una demanda y sacarle
unos cuantos millones… ¿es así? ─ enarcó una ceja, confundido por mi desinterés
económico ─. ¡No puedo creerlo, Sophie! Quitarle algo de dinero permitiría que puedas
llevar unas finanzas más holgadas, linda─ llevó un trozo de medialuna a su boca, para
continuar escuchando mi relato.
lección, aunque reconozco que obtener un rédito financiero de este asunto sería de gran
palabra “perdón”.
─¡Vaya Sophie, te mereces que te canonicen como a la Madre Teresa! ─ con una gran
risotada Steve sujetó mi mano ─ .Cuenta conmigo, pequeña, tú sabes cuánto te estimo ─
tiempo de invitarme un vino costoso y una cena lujosa. Obviamente, a mí y a mis niños.
Steve mantenía el ceño fruncido probablemente sin estar del todo seguro de lo que
estaba por hacer su amiga, o sea yo, pero aún así, me dio luz verde.
Sonrió resignado.
─ Eres un ángel, Sophie. Eres espontánea, sincera y tienes un corazón enorme. Mereces
a un hombre que realmente te valore ─ tomando mis manos, las juntó en su boca para
darles un cariñoso beso─. No sé de donde sacas esa fuerza para soportar tanto dolor, tanta
injusticia.
─ Has sido un gran amigo. Nunca olvidaré todo lo que has hecho por Tyler.
nostalgia.
─ Fue más que eso; fue escuchar las plegarias que mi hermano elevó por años al cielo,
fue estar junto a nosotras cuando papá murió siendo tan joven…─ tragué con fueza, sujeta
al recuerdo lejano─. Aunque no lo creas, sigo preguntándome el por qué de las cosas, el
por qué de mi madre… ─ bajando la mirada hacia las tazas vacías, él levantó mi barbilla.
─ Recuerda las cosas bellas que ha tenido tu infancia; el modo tierno en que tu madre
las peinaba, el esmero con el que sujetaba sus coletas en un gran moño violeta. Recuerda
lo bella que era, sus ojos expresivos y llamativos, sus pómulos altos, su voz dulce al cantar
mientras cocinaba ─ enumerando con buen tino, Steve se preocupaba por mí─. El resto ha
─ ¿Aunque siga siendo una mojigata y aburrida que no quiera salir a divertirse un
─ Exacto. Aunque seas una anciana en un cuerpo de una joven y sigas sosteniendo que
has hecho muy bien en tener un solo novio en toooooda tu adolescencia ─ tocó la punta de
mi nariz con su dedo.
sólo para costear sus honorarios y una serie de impuestos correspondientes a los trámites
de inicio de juicio.
5
Horas más tarde, llegué a mi apartamento emocionado a pesar del drama, como un
ladrón que acaba de robar y aún no pude deshacerse de la adrenalina causada por el ilícito.
Adrian, aquel pequeño travieso de corazón sensible y quebradizo, aquel del que había
prometido cuidar, ya no estaba. Ni estaría nunca más. Tampoco discutiríamos sobre
básquetbol.
Colocando la cabeza aplomadamente sobre mis brazos cruzados, el dolor quemaba mis
órganos, calando en lo más profundo de mi ser.
“¿Por qué Adrian, por qué?” repetí alto, en busca de una repuesta que tenía en claro,
jamás llegaría. Los truenos de aquella noche hicieron eco en el silencio de mi alma,
devastada, necesitada de consuelo. Preso de irrefrenable ira, me puse de pie y arrojé con
fuerza el retrato que descansaba sobre el escritorio.
El vidrio se quebraría en mil pedazos consiguiendo que la imagen de nosotros dos
siendo niños, cayera desplomada sobre la alfombra. Arrepentido de semejante exabrupto,
la tomé para presionarla contra mi pecho. Con un dejo de tristeza y transportándome a ese
momento, rocé con el dedo el rostro del pequeño Adrian, de amplia e ingenua sonrisa.
chimenea en la que muchas fotos de Adrian y mis padres, se apropiaban de esa pequeña
barra horizontal de madera lustrada.
Los relámpagos se colaban por entre los enormes ventanales de este solitario
Mirando fijamente la barra de bebidas, aún con los ojos rojos e irritados del llanto y
con la pesadumbre inundando cada centímetro de mi cuerpo, llené un vaso de whisky. Iba
a tomarlo hasta no dejar ni una gota en él, con ansias de beber todo el alcohol que pudiese,
hasta caer rendido y con la esperanza de que alguien me levantase al día siguiente.
Sin embargo, excepto por Claire y Robert, nadie vendría. Nadie se preocuparía más que
ellos dos. “Madre, cuídanos” exhalé y sin tomar ni un sorbo, apoyé el vaso de cristal en el
escritorio.
opté por permanecer lúcido y pensar con claridad qué pasos debía seguir.
¿Por qué?
¿Estaría solo al momento del suicidio o habría alguien más con él?
de policía.
presencia, había huido de modo ruin y cobarde. No obstante y a pesar de las drogas y
pastillas desperdigadas por doquier, y las botellas vacías volcadas en la alfombra, me
“Tal vez alguien lo drogó para robarle sus pertenencias” pensé cayendo en una tonta
teorización; desechando esa idea absurda, ya no fui juez sino que me dejé arrastrar por un
Decidido a meditarlo sólo una vez más, me despojé de mi ropa de trabajo, almidonada
y aburrida, para darle lugar a los pantaloncillos cortos habituales para practicar con mi
bolsa de boxeo. Necesitaba descargar esa ira contenida y este drama abrumador; por dos
horas ininterrumpidas de transpiración, deseé que el sudor arrastrase las lágrimas de
Pero ni con todo el ejercicio del mundo podría sacarme de la mente que en mi escritorio
Ya estaba hecho.
telefónicos anotados de forma ilegible (Adrian tenía una pésima caligrafía) y una foto
pequeña, de unos 4cm x 4cm de nuestra madre, en blanco y negro.
que bien podían tener vínculo laboral con Adrian. Sin embargo, cuando ya estaba por
Aquella frase no hizo más que causarle un molesto escozor en sus extremidades.
Regresando a la imagen del dorso, el rostro de una mujer de aspecto angelical, aparecía
con luminosa sonrisa. Algo difusa y monocromática, la imagen daba cuenta de una
muchacha de cabello rubio con unos mechones más oscuros cayendo sobre sus mejillas de
Pasé saliva pensando en lo hermosa que era esa joven y la calidez que irradiaba aun sin
conocerla. Pero lejos de dejarme engañar por la adorable imagen que el papel me
¿Y si ella era la proveedora de Adrian?¿Si su aspecto celestial no era más que un medio
para conseguir compradores? Adrian era un adicto a toda clase de vicios, eso estaba más
que claro…pero era justo reconocer que poseía un talón de Aquiles: las mujeres. Y por
Pensando en esa muchacha como una posible pieza en mi rompecabezas mental, las
incógnitas giraron en torno a mi cabeza durante varios minutos, optando por descansar un
rato.
Extenuado por la actividad física, agobiado por la muerte de mi única familia y
sorprendido por mi descubrimiento, bebí agua a borbotones.
¿Hace cuánto que esa fotografía estaba allí metida? ¿Hace cuánto se conocían?¿Estaría
policía?
Froté mis sienes con las preguntas agolpadas como un tren descarrilado en mi cabeza.
Lujosa como el resto del apartamento, una generosa cama con un respaldo tapizado
color beis y remaches de bronce avejentado, me invitaba a tomar asiento en ella. A ambos
laterales unas mesas de noche y una banqueta a sus pies, completaban el conjunto.
cárcel.
“Lacras como ella no deberían existir. De seguro, con su aspecto inocente lograría
convencer a muchos hombres de consumir y de esa forma, llenar sus bolsillos a costa de
la adicción ajena.”
En segundo lugar, si ella nada tenía que ver con lo acontecido, ¿por qué estaba esa
el romanticismo, era fácil deducir que una mujer enamorada siempre firmaba con un “te
quiero, besos” o un “te amo, cariño” y más aún, cuando ese hombre estaba dispuesto a
conservar aquellas palabras entre sus pertenencias. “Marcar territorio”, lo solía llamar yo
en tanto que mi hermano, prefería decirle “declaración amorosa”.
Estaba solo, más que nunca. Recordé en primer lugar a mi padre, fallecido hacia diez
años atrás, a poco de mi graduación como arquitecto. Él me habría dicho, con lágrimas en
Acto seguido, la imagen de mi bella madre, con sus ojos brillantes y su cabello
componedora ducha y corrí las sábanas de seda gris para dar lugar a un profundo
descanso.
Sin embargo, el tictac del reloj emitía un sonido estruendoso y molesto; las horas
Mis neuronas chocaban entre sí, generando una maraña de pensamientos tanto inútiles
como sagaces.
Hasta que una locura disfrazada de verdad, sucumbió mi necesidad por llevarla a cabo.
incipiente plan.
Tomé el móvil dispuesto a llamarlo, pero con el poquitísimo gramo de cordura que aún
quedaba en mi mente, atiné a mirar el reloj de la mesa de noche, el cual marcaba las
4.38am.
estaría compartiendo lecho con ella y no pasando la noche en un sucio motel rutero,
esperando a que su mujer lo perdone por una de sus tantas infidelidades.
La diferencia entre Robert y yo, sin embargo, era que él estaba pagando con el
matrimonio el error de haber dejado embarazada a Iris, a quien había conocido solo tres
Sabía que llamar error al matrimonio era un error en sí mismo, pero lo hacía a
sabiendas de que esa clase de compromisos, no iban conmigo
Siendo una de las pocas cosas que me enternecía, el susurrarle canciones de cuna en
griego, tal como lo habría hecho mi madre cuando Adrian y yo éramos niños, estaba en
alcohol mediante, confesaría que deseaba que yo consiguiese una mujer para armar una
Lo cierto, es que esa niña me arrancaba una sonrisa enorme y hacía de ella, la primera
en mi lista de protegidos.
Convenciéndome finalmente del desacierto que sería llamarlo, prefirí esperar y pensar
en el modo de llevar a cabo por mí mismo esa estrategia que levemente se dibujaba en mi
cabeza: a grandes zancadas fui a la sala para tomar la cartera de mi hermano; más
precisamente, observar nuevamente la fotografía de aquella bella mujer que con cada
Pacientemente, sabiendo que sería un arduo trabajo, abrí uno a uno los papeles
desechados en el cesto de basura con los contactos telefónicos. Hechos un bollo, con la
tinta gastada, estudié su caligrafía minuciosamente. Todos, a excepción de uno, estaban
Aquel papel distinto, se destacaba por una tipografía redondeada y cuyas ies se
apropiaban de un punto exageradamente circular. Los números, no se alejarían de ese
Inquieto, frustrado, creyendo que quizás lo mejor sería intentar más tarde, una voz, del
6
Ese lugar era espantoso.
Por mayor esfuerzo con el que Francis intentaría disfrazar la realidad haciéndome creer
que era un hotel 5 estrellas, simplemente, no lo era. Deshaciéndose en elogios al lanzar
frases tales como “mira qué bella vista” u “observa que habitaciones tan confortables”
sumadas a decoradas patrañas, nada convertía en este sitio en algo digno de elogio.
La gran extensión de verde césped que se extendía a sus alrededores era bonita, sí,
debía reconocerlo, pero no cambiaba el escenario completo ya que los grandes pabellones
Cada paso que daba para ingresar al CAMH (Centre for Addiction and Mental Health)
Impulsada (o mejor dicho ayudada) por mi psicólogo, el Dr. Charles Alliser, mi amiga
El tiempo había curado algunas heridas y aunque quisiera, jamás podría sacarlo de mi
vida de un día para el otro; amigos desde pequeños, más precisamente desde mi
cumpleaños número 5, Francis se convertiría en uno más de la familia tempranamente.
“Esto es para ti” me habría dicho entonces Francis extendiendo ambos brazos con un
enorme oso de felpa como regalo de cumpleaños, juguete que lo superaba en tamaño,
Todas las tardes aguardaba por mi salida de la escuela para regresar juntos, con
Monique, mis hermanos y su madre Esther. Francis solía tomarme de la mano y sonreír
amistosamente, iniciando lo que después culminaría en un noviazgo con todas las letras.
Su cabello oscuro, corto y levemente ondulado, conjuntamente con sus ojos avellana,
hacían de él un hombre muy atractivo.
Otro cumpleaños, sin embargo nos tendría de protagonistas nuevamente: a mis 16,
Dudando si ese cariño era la versión moderna y juvenil de “Romeo y Julieta” o tan sólo
un cariño de amigos que resultaban ser incondicionales, Francis ocuparía un lugar
preponderante en mi corazón.
En este preciso instante, Francis se movía como pez en el agua señalando las
habitaciones: cubos blancos impolutos con camas de barrotes de hierro. Todo muy
aséptico y calculado.
Los cuartos tenían unos amplios ventanales de paños fijos, los cuales permitían ver el
enorme parque circundante.
Un amplio comedor general, con muchas mesas y sillas, se exhibían vacías a estas
horas…pero aunque estuviesen revestidas en oro y atiborradas de gente, este centro
médico no era más que un instituto mental. Un loquero en el más despectivo de los
términos.
Porque aunque a Francis no le gustase que lo llamara así y diera una explicación
extensa y aburrida con definiciones de libro universitario, nada podría quitar de mi mente
lo que en verdad era.
─ Buenos días Dr. Leroux ─ saludó una señora, vestida de enfermera y con medicinas
en sus bolsillos.
─ Hola Thomas, ¿te has portado bien hoy? ─ dirigiéndose al hombre guiñó su ojo.
─ Shhh… no digas nada Fran, pero creo que me estoy enamorando─ y con una sonrisa
“Tal vez algún día lo perdone”, la voz de mi consciencia susurraba a mis oídos a cada
paso que él daba.
Sacando de mi mente todas esas ideas volví en mí para no perderme detalle del relato
de Francis, quien entusiasta y expeditivo, me ofrecía su ayuda.
─ Cariño, confía en mí ─ acunando mis manos entre las suyas y con los mismos ojos
tiernos con los que me habría mirado la primera vez, en aquel cumpleaños número 5, trató
de animarme.
parte. Tenso, dejó en evidencia la atracción que aún mantenía sobre él, efecto que
─ Francis, siempre te estaré agradecida por esto y por muchas cosas más.
Simplemente, lo que pase de ahora en más, el tiempo lo dirá ─ quitando mi dedo de sus
─ Aquí deberás llenar el papeleo. Lilian, la directora, aún no ha llegado, por lo que
puedes sentarte y meditar con calma si piensas que esto es lo mejor para todos. Mientras
tanto, yo iré por mi ronda y regresaré para evacuar cualquiera de tus dudas, ¿te parece? ─
y con ese tono dulce que tanto lo caracterizaba, agitó su mano saludándome y perdiéndose
en el largo corredor…al igual que mis pensamientos.
─ Sí ─ afirmé con convicción ─, sé que no es la idea más cuerda que he tenido, pero
Steve me ha apoyado y cree que no entorpecerá la demanda que St. Thomas quiere llevar
Más tranquila después de hablar con Steve, sonreí para mí misma, enarbolando la
bandera de la venganza. A estas alturas, estaba obsesionada con verle la cara a ese
Por fortuna para mi cerebro, había llegado el fin de semana. El sábado era día de orden
en el apartamento y aunque aún me resultaba extraño llamarlo mío, debía aceptar que era
Cierta culpa e incomodidad por aquella decisión aún me atormentaba, aunque yo nada
Diez meses atrás, al momento de leer sus últimas voluntades en la escribanía del Dr.
Turner, mi sola presencia fue suficiente para dejar al descubierto la mala relación de
Scott.
Sumergida en esta vorágine diaria, en ninguna parte del testamento mi abuelo explicaba
lo difícil que sería llevar adelante un negocio de esta magnitud y bajo estas condiciones, lo
Su sitio.
7
La voz que devolvía el teléfono no era la que esperaba: un tono dulce, aterciopelado y
─ ¿Quién es?
─ Todos los que llaman a este número están buscando a esa muchacha ─ el tono
sarcástico y empastado de ese hombre me causó un extraño escozor. Roleando los ojos,
No me extrañó que Adrian frecuentase esa clase de lugares.
─ Coincido con usted en que Soli es inolvidable ─remató desde el otro lado de la línea.
Ese rostro mágico y angelical tenía nombre:“Soli”. Esos ojos tenían dueña. Esa letra,
─ Ha dejado de venir aquí desde hace un par de semanas, diría más bien meses, pero
tengo otras chicas que podrán complacerte…en un rato cerraremos, pero este domingo a
partir de las 11 de la noche estaremos como siempre, chico ─ el ruido era realmente
insoportable, haciendo un gran esfuerzo por comprender lo que decía este hombre y
─ Me encantaría, todas son muy bellas pero tú sabes… Soli es especial ─ redundé en su
nombre fingiendo conocerla; a esas alturas la adrenalina corría a una velocidad extrema,
como lava volcánica.
supongo que sabes dónde nos encontramos ─ volvió a reír, esta vez con fuerza.
Desinhibido, tal como lo necesitaba en ese preciso instante, ese hombre parecía
inseguro, mentí con la ilusión de que obtener algo más que un puñado de datos aislados.
en West End. Vente con tus amigos ¡aunque dudo que te haya quedado alguno vivo,
después de que tu esposa se haya enterado adonde te habían traído! ─ no supe dilucidar
si ese lado bromista era parte de su carácter o producto de varias copas de alcohol.
Ambos parecíamos tratarnos como grandes amigos, por lo que sin ser descortés, saludé
Obsesionado con saber quién era la mujer que me quitaba el sueño, por conocer más de
la dueña de esos bellos ojos color agua que se colaban en mi mente, intrusándola, evité
Sin un pelo de inocente pero cursi, Adrian era voluble y propenso a dejarse llevar de las
narices por aquella mujer que supiese cautivarlo.
Con la conciencia menos inquieta, regresé a la cama anhelando dormir al menos un par
de horas. Me esperaba una jornada agotadora: policía, morgue y sentarme a conversar con
Robert.
De niño pensaba que siendo agente de policía protegería a todos mis seres queridos;
lamentablemente a medida que fui creciendo, caería en la cuenta que la injusta muerte no
sólo se llevaba a la gente mala Indignado sobremanera, opté por continuar la tradición
familiar y abocarme a la construcción.
Siendo las 7:30 de la mañana, me permití dormitar por media hora más. Sin embargo,
daba vueltas inquietamente, optando por otra ducha en pocas horas con el fin de quitarme
de la mente la imagen de Adrian ya fallecido, cubierto con una funda negra plástica,
Sin conseguir mi objetivo, escogí el atuendo del día, tomé las llaves de mi automóvil y
por el rabillo del ojo le dediqué una mirada intrigante a la cartera de mi hermano.
─ Hemos pensado que esto debía quedarse con usted, ya que se han recabado las
pruebas suficientes y necesarias para seguir adelante con este caso ─ el oficial O`Neill me
hizo entrega de una bolsa de plástico con las llaves del departamento de Adrian, un
encendedor y un paquete de cigarros a medio terminar ─. Asimismo, mi deber es
adelantarle, Sr. St. Thomas, que mi experiencia personal me indica que esto ha sido un
claro suicidio. Oficialmente no puedo asegurarlo, aún falta conocer los resultados del área
de toxicología forense, pero con el respeto que me merece usted y mis más de 30 años al
frente de este departamento, esto se acerca a ser un caso cerrado.
descontrolado. Con la corbata floja y los dos primeros botones desabrochados, lucía tenso
varias veces por él, con una clara señal de desaprobación hacia lo que escuchaba.
─ No, no tiene una puta idea porque no es su hermano al que tiene que llorar ni enterrar
─ sentencié, visiblemente consternado ─. ¿Es que acaso nadie imagina que Adrian le ha
comprado droga a alguien? ¿Que alguien le ha provisto esta mierda? ─ el tono era potente
y autoritario.
pretendo estar en sus zapatos siquiera ─ dijo mientras yo tragaba con menor insistencia y
mi mandíbula se descomprimía ─. Debería saber que en estos casos la naturaleza es sabia;
Apretando con fuerza el escritorio del viejo policía, debí resignarme a escuchar solo
verdades. O´Neill estaba en lo cierto y me sentí un necio negador incapaz de ver la
Aun así, una chispa de orgullo se mantenía viva dentro de mi pecho al recordar el gran
─ Ahora ─ el oficial me devolvió al aquí y al ahora ─ le pido que se retire no sin antes
llevarse estos formularios ya que son necesarios para buscar el cuerpo de su hermano en la
forenses estará listo en un par de días, lo que, conjuntamente con el resultado de las
pericias que hemos realizado en toxicología, arrojarán el dictamen final. Lo siento mucho
hijo… ─ afectado, palmeó mi espalda. Dejando de lado la violencia del momento anterior,
Aceptando lo que vendría, me dirigí a la morgue, cumpliendo los formalismos del caso
teniendo bien en claro cuál sería el destino final del cuerpo de Adrian: sus restos serían
inhumados para ser arrojados en el Union Lake, a espaldas del SkyTower, sitio de culto al
A diferencia de nuestros padres, ubicados en una pequeña cripta familiar en las afueras
de Washington, decidí cumplir con los lineamientos de una vieja conversación sostenida
junto a Adrian. Para mi hermano, el alma trascendía el mundo, dejando a los huesos sin
valor alguno.
“¡Basta ya!” , me dije frotándome las sienes, frente a un semáforo a pocas calles de
SkyTower.
hacía?
─ No te culpes, nunca has dejado de brindar lo mejor de ti por él, Ajax. Adrian ha
esa muchacha golpeteaban mi mente como un latigazo violento que me dejaba en carne
viva. Con la duda del por qué de semejante atracción, coloqué el brazo derecho flexionado
para reposar mi cabeza en él.
La lluvia seguía cayendo en Seattle con la misma intensidad que lo hacía la tristeza en
mi ser. Sin embargo, un destello de algo llamado ilusión iluminó mi rostro afligido: hasta
anterior.
“Voulez Vous”.
insistiendo en el mercado canadiense como apto para la apertura de una nueva sucursal,
inundaron mi cabeza. Vancouver era una ciudad cosmopolita y muy interesante, pero aun
era un plan que no había madurado, ya que Adrian regresaba sin nada en concreto.
Ubicado a poco de la intersección de las calles entre Trounce Alley y Carroll St., en
Canadá, obtenía la localización exacta. Nervioso, tamborileando mis dedos sobre el cristal
del escritorio e indeciso ante el próximo paso a dar, pensé tan sólo un poco más.
Dando click en la reserva, acababa de adquirir un pasaje a Vancouver para viajar al día
siguiente, tras la ceremonia de despedida de Adrian.
─ Con algo de fortuna llegaré para el horario de entrada y tendré que armarme de
paciencia para obtener información sin herir susceptibilidades─ dije a Robert por
teléfono.
─ ¿Acaso enloqueciste?─ mi amigo no daba crédito a lo que oía ─ .No sólo has
cometido una grave falta al retirar evidencia del lugar sino que además, viajarás a Canadá
en busca de alguien que ni siquiera trabaja en ese lugar. ¡Has perdido la cabeza por
completo Ajax!
─ Robbie, el oficial ha admitido que todo conduce a ser un caso cerrado. Se han dado
por vencidos atribuyendo que Adrian era un drogadicto y que lo que paso con él era la
crónica de una muerte anunciada. ¿Tú crees que con la cartera en su poder hubieran hecho
algo distinto?
─ Ajax, estás dolido y créeme que lo entiendo. Pero no me parece que logres nada
metiéndote en este embrollo. Debes saberlo.─ respondió con tono pausado y resignado.
─ Amigo, es lo único que me queda por hacer. Si esta muchacha resulta ser quien yo
pienso, meterla en prisión me sacará una enorme presión de mis espaldas, me devolvería
el sueño. Y si no lo es, al menos seré yo quien le dé la noticia que su buen amigo Adrian
ha muerto.
atento ─ Robert sonrió destilando ironía –. Ajax, vamos…te conozco. Hay algo que te
perturba y va más allá de esta situación. Estás cansado, dolido y necesitas que alguien
pueda darte una explicación convincente. Todo es muy reciente….no puedo impedirte que
─ Por favor, mide las tuyas entonces. No acoses a nadie y compórtate, te conozco y sé
código penal y las leyes vigentes en Canadá para sacarte de ese país?
Ambos reimos.
─ Dalo por hecho. Te lo prometo. Mañana nos vemos ─ colgué… mientras descruzaba
los dedos.
8
Monique Brossel era una mujer encantadora, servicial y buena anfitriona. Vivía para
sus hijos y marido, era la madre ideal y la esposa que cualquier hombre podría presumir de
tener en su hogar. Al menos, esa era la imagen que todos, incluida yo misma, teníamos de
mi mamá.
médicas privadas para la prestación de sus servicios, como así también arreglos con
distribuidoras de insumos para equipar los laboratorios.
Con un empleo de medio tiempo, pero llevándose algo de trabajo siempre a casa,
gastos educativos. Se compraba zapatos y bolsos nuevos casi todos los meses en tanto que
a nosotros tres nos llenaban de juguetes.
Papá era un buen hombre, gracioso y charlatán, pero su afán de riqueza, su codicia,
En la sala de casa, los invitados ya estaban ubicados hablando de cosas del espectáculo,
riendo a carcajadas y con el sonido de la TV de fondo. Francis agitaba sus brazos
hablando de básquet con Tyler en tanto que mamá disponía los platos frente a cada
invitado.
─ Mami, ¿dónde está papá? ─con voz dulce, mi hermana preguntó a mamá, a poco de
nuestra ubicación.
─ No lo sé, tal vez en su cuarto, ¿por qué no subes y lo llamas?…dile que estamos
todos aquí abajo aguardándolo para servir el postre ─ respondió mamá con ternura,
dándole un beso suave en la coronilla a su hija yendo rumbo a la cocina, en busca del
pastel de cumpleaños.
─ ¿Papá, estas allí dentro? ─ desde abajo se podía oír su voz, fuerte y aguda al
momento de llamar a nuestro padre ─.¡Papá…!─ repitió con un grito aún más vibrante.
Los invitados no emitieron sonido, excepto por mamá, quien llevó ambas manos a su
boca y desesperadamente subió los escalones de dos en dos hasta llegar, algo agitada, a la
oficina de su marido.
Nunca había sido impulsiva. Todo lo contrario, siempre me destacaría por ser una
persona centrada, en eje y cauta. Pero este hombre lograba sacar lo peor de mí misma. No
sólo me endilgaba livianamente un hecho que no había cometido, sino que además
A la defensiva por completo, la tensión que atrapó mi cuerpo al rozar sus dedos, me
perturbó en demasía.
Los ojos del arquitecto transmitían un odio indescriptible y al mismo tiempo, una
sensación de soledad y temor muy grandes. Por las pocas palabras que habíamos cruzado,
(dejando de lado el “buenas tardes” y las presentaciones de rigor, el resto serían absurdas
Incluso quedando consternada por aquel desconocido, nada justificaba su infundada ira.
Recorrer tiendas y ver un par de obras teatrales que estaban en cartelera eran parte
secundaria de un plan bastante austero a juzgar por las finanzas de Lucky Library.
Tres noche en Seattle que debían ser exprimidas al máximo y ver la cara de idiota de
St. Thomas al momento de tener que tragarse sus palabras una a una, eran mis metas.
Para ello en primer lugar reservaría una habitación simple en un hotel tres estrellas, el
Mediterranean Inn, que a juzgar por las imágenes de intenet, lucía acogedor. Ubicado en
la Queen Anne Avenue North, poseía unas hermosas vistas a la costa y estaba próxima a
Escogiendo uno de los primeros vuelos de la mañana, en tan sólo dos horas estaría en
practicar qué información era conveniente dar ya que en caso de llegar a una instancia
judicial, todo podía ser utilizado en mi contra.
tan sólo bastaría un pedido sincero de disculpas. Pero Steve, con buen tino, me haría
recordar que por algo era un buen abogado al sugerirme que aceptando parte de ese dinero
bien podría emplearlo en la fundación y el negocio, lo que me permitiría estar al día con
El reloj de pared devolvió las 7 de la noche. Otra vez viernes. Otra vez sola.
Ella estaba soltera y solía frecuentar sitios repletos de muchachos que jugaban al vóley
o practicaban surf, un estilo que no encajaba con mi forma de ser. Erin Palmer era alta y
delgada en tanto que su figura se destacaba en cualquier lugar, al igual que su larga
cabellera rizada color azabache.
Tras empacar (y comprimir) todo lo que llevaría al viaje, me vestí con mi viejo pijama
Con una taza de té caliente en la mano y pantuflas en los pies, tomé asiento con las
Adoraba estar en mi casa: un viejo apartamento reciclado de una sola planta, con altos
techos de ladrillo y piso de parquet color habano plastificado hacía poco tiempo,
reciente: los colores manteca predominaban en la sala principal, mientras que en los tres
cuartos restantes, los tonos pastel resultarían ganadores.
La cocina estaba integrada al comedor mediante una barra con mostrador de madera
St. y Pentincton , con un gran patio trasero, más bien cuadrado, que alternaba áreas de
césped con unas veredas de tablones de madera barnizadas, sobre los que descansaban
a mi mente.
“¿Por qué se habría disparado? ¿Por qué había sido tan cobarde? ¿Por qué nos había
abandonado?”
Encendí el televisor dispuesta a ver alguna película o serie, cualquier cosa que me
como la hierba.
9
El vuelo se había retrasado.
Prefiriendo inspirar profundo y olvidar el mal trago por sobre el mal augurio de esta
iniciativa, agregué algo de entusiasmo a la ocasión.
Animado con la idea de obtener más información sobre la mujer misteriosa y ese
mensaje enigmático que mi hermano conservaba tan celosamente entre sus pertenencias,
De gran estructura, tenía unas vistas amplias e interiores confortables. Por primera vez
reconocí que necesitaba sentirme cobijado en un lugar con ambiente familiar.
Con la pregunta recurrente de que si sería posible formar una familia como en la que
habíamos crecido, instantáneamente la negativa desterraba cualquier atisbo de
posibilidad.: yo era hombre de una noche, o dos como mucho y la rutina de una pareja
Acomodando las pocas prendas que había cargado conmigo, desconociendo cuántas
noches serían las necesarias para obtener resultados esperados, faltaba mucho para que
Abrigándome hasta el último pedacito de piel, me coloqué guantes, no sin antes cerrar
apartamento.
Adrian por aquel sitio. Tras avanzar aproximadamente dos calles hasta la costanera,
vislumbré un pintoresco restaurant de extensa marquesina azul con gigantes letras en
blanco.
contigua a la enorme superficie aterrazada que se abría ante la playa. Todos los platos del
menú parecían apetitosos; finalmente, aposté por un salmón con puré de manzana y una
botella de Cabernet Sauvignon.
“Caymus por favor” ordené al mozo devolviéndole la carta y dedicándole una mirada
amistosa. Estaba de buen genio a pesar de mi ansiedad, como en las viejas épocas de
estudiante universitario.
su pedido.
Mañana rentaría un coche para poder movilizarme con total independencia. Extrañaba
conducir mi BMW. Además de mis prácticas semanales de remo y las clases de boxeo
domiciliario, conducir era algo que me serenaba, más aún, cuando el destino era incierto.
Sin embargo, el hecho de tener un chofer cuando bebía de más, era una ventaja. Quizás,
─ A Trounce Alley y Carrall St., por favor─ solicité al conductor rogando no quedar en
evidencia tan rápidamente.
─ ¿Al Voulez Vous?─ a la sonrisa cómplice del chofer se le sumó un descarado guiño
de ojo.
─ Los domingos por la noche el Voulez Vous suele llenarse de hombres como usted.
Incliné mi torso hacia adelante, entre medio de los dos asientos, acercándome al
desplomé con gracia sobre el respaldo del asiento trasero extendiendo ambos brazos sobre
el tapizado.
─ Dis…disculpe, no era mi intención ofenderlo, admito que lo que dije ha sido con un
poco envidia ─ su voz sonó extraña─. ¿Sabe? Allí sólo entran aquellos que poseen mucho
Dispuesto a sonreír forzadamente y a desear que el viaje termine de una vez por todas,
pensé en que este era un lugar que encajaba a la perfección en la clase de ambientes que
alma melliza, aunque los lugares en los cuales buscaba, no serían tal vez los más
indicados. Ninguno de los dos terminábamos una noche de juerga sin compañía femenina
─ Es aquí joven─ el coche se detendría sobre una callejuela secundaria, la cual cortaba
a una de las avenidas principales.
─ ¡Oh! Gracias─ di más dinero que lo que costaba el viaje y con una palmadita en el
hombro del chofer, dije ante la mirada impávida del hombre que contaba los dólares
El club nocturno pasaba muy desapercibido si no fuese por el letrero que daba cuenta a
su nombre: no era más que una superficie metálica un tanto oxidada, con letras blancas
chapa negra, con un gran picaporte grueso de bronce; la fachada de ladrillo desgastado,
extendía al menos, por veinte metros.
“El show debe continuar”, cité quitándome los guantes y sin perder detalle de aquel
antro.
Y continuó.
Traspasé la entrada y en una superficie no mayor al metro cuadrado me topé con una
segunda puerta (en realidad eran unos barrotes de hierro con un cerrojo) y aguardé
conteniendo lógica impaciencia.
esperando saber de qué manera alguien se enteraría que yo estaba allí y me rescataría de
Había quedado atrapado y cuando la desesperación hizo mella en mis ojos, noté que
pendiendo del techo, había una cámara que supuse, sería de seguridad. Hice una mueca
moviendo mi mano y repentinamente (acción que me valió un gran susto) abrieron el otro
panel de chapa, el que estaba por detrás de la puerta de barrotes.
─ Todavía no está abierto al público─ un hombre de más de dos metros, de piel oscura
─ Aguarde por favor─ filtré los brazos por entre los barrotes cual preso deseando la
libertad─ ¡He venido buscando a esta chica! –trabajosamente, con una denotada fatiga por
tratar de moverme en un espacio tan reducido, saqué la fotografía de Soli ─ . Necesito
verla, a ella ─ señalé la imagen.
─ Imposible. No trabaja más aquí─ y cuando el gigante estaba por cerrar la puerta
─ Por favor, ayer hablé con el dueño de este lugar. Me ha dicho que venga, que me
presentaría a una de sus chicas. He venido desde Estados Unidos─ invocando un
patriotismo absurdo e inentendible, apelé a su última arma─ , tengo una empresa y mucho
dinero. Contactos que podrían perjudicarte. Tan sólo deseo que me abras la puerta y pagar
por una hermosa velada─ para alivio de mi aprisionado cuerpo y dolorido pie, la puerta
finalmente se abriría.
Del otro lado ya no estaba el gigante de ébano, sino un tipo con varios kilogramos de
más, bigotudo, vestido con una camisa con dibujos coloridos de palmeras, sumamente
ridícula.
─ ¡Hey amigo! ¿Me recuerdas? ─ fingí un interés extremo por estar allí.
físico enfrascado en una jaula, sino porque además, el abrigo pesaba demasiado
restringiéndome espacio de movimiento.
─ Las muchachas aún no están listas, ellas empiezan el show a partir de las 2.30 a.m.
Ahora puedes elegir algún trago y regodearte las vistas con las camareras que te atenderán.
¡Sue! ¡Mila! vengan aquí ─ambas muchachas se acercaron al dueño cuando agitó sus
Intimidado porque yo nunca había pagado por sexo, desde mis 15 años (edad de mi
debut sexual) me las arreglaría bastante bien para tener a quien quisiera entre mis sábanas.
Con detenimiento, tracé paralelismos con los típicos bares bar nocturnos de las
películas clase B de Hollywood en los que había un par de mesas dispuestas en el centro
del salón, las cuales rodeaban una tarima con los caños lustrados de pole dance; de lado,
las cortinas de terciopelo rojo tapaban lo que era el sector VIP, lugares en los cuales se
De sólo pensarlo, el color atrapó mis mejillas, pero no por el pudor; por el contrario,
pocas cosas en esta vida me avergonzaban, sino que mis resquemores eran por imaginarme
al bello rostro de esa tal chica “Soli” desperdiciado en un sitio como este.
Sue y Mila eran hermosas mujeres, sin dudas. En otras circunstancias hubiera pedido
más que su número de móvil y no hubiese dudado un segundo en llevarlas a mi amplia
cama tal como haría en aquella noche de memorable dueto en Estocolmo; sin embargo, en
ese preciso momento, debía tener los sentidos alerta y no recordar mis aventuras sexuales.
Necesitaba recabar información de esa extraña mujer de ojos color de mar, que ya no
trabajaba allí, infortunadamente.
De las dos muchachas, Sue era la más simpática. Me seducía mirándome por entre sus
pestañas profusas, impregnando sus ojos de deseo. Era de tez morena, con una cabellera
afroamericana muy sensual. Sus labios estaban pintados de un rojo intenso al igual que sus
Yo sonreía y colocaba un billete en su profundo escote, cada vez que ella se acercaba.
Las muchachas que servían los tragos, no eran quienes ofrecían los bailes, según las
reglas que siguió explicándome Donatello, el bigotón dueño del antro. Ellas sólo eran
Aclarado ese tema, mi alma vio un poco de sosiego, deseando que Soli fuese una
mí poco me importaba; recorriendo el lugar con la mirada, mientras bebía algo de alcohol,
le di las gracias y tomé asiento en una de las viejas mesas de madera que habría vivido
tiempos mejores.
Todavía no había público presente, pero las camareras de a poco salían de una estrella
portezuela que aparentaba ser un vestuario; todas salían de allí con idénticas prendas y
10
Ese whisky era bastante malo; pasándolo con asco, opté por seguir con otra bebida la
próxima ronda.
la primera víctima de mis encantos: ella lucía como materia dispuesta a colaborar con la
“¿Paradójico, no?”
Yo, que me cansaba de tener mujeres de una noche, de un par de horas, hablaba de no
usar a una en pos de beneficio personal.
De a poco, el lugar se iba llenando de hombres. ¿Acaso ya eran más de las 11?
El conductor del taxi tendría razón: a ese lugar (de aspecto austero y vulgar) iban
jóvenes con un target similar al mío. Del grupo de 20 personas que entraron en primer
lugar (después perdería la cuenta) rondarían los 30 y 40 años. Tenían un aspecto preparado
para la seducción y lucían adinerados.
mi rostro.
─ Gracias Mila. Pero preferiría que en 30 minutos me alcanzaras una copa de brandy.
Mila guiñó uno de sus ojos perfectamente delineados dedicándome una sonrisa sexy.
Ella también era muy apetecible. Más alta que Sue, pero con más pechos, sin duda era
La música fuerte retumbaba de manera grosera, no era nítida ni mucho menos era
Entrecerrando los ojos, y haciendo visera con la mano, intenté ver de dónde provenía el
sonido, hasta ubicar en un entrepiso bastante oculto entre los cortinados a un joven que
Las horas pasarían sin más, los tragos iban a venían, y sin embargo se empecinaban en
ser uno peor que el otro. Inentendiblemente, ese bar estaba atiborrado de hombres con
mucho dinero como yo, de aspecto profesional, como yo, y apuestos…como yo.
Sin dudas, las chicas del Voulez Vous eran la verdadera atracción de aquel sitio, el
anzuelo que pescaría a esas masas de solteros y aquellos que no lo eran también, porque
hasta entonces, las 10 chicas que estaban desperdigadas por la sala sirviendo a los
presentes eran sumamente atractivas.
No hacía ni más ni menos que vivir lo que Adrian: una vida superficial, vacía…
Una puntada triste y aguda me hizo ver que parte de mi vida, era así. Cada vez que
llegaba a mi apartamento, nadie me esperaba. La comida estaba preparada en el
refrigerador (la Sra. Uppertown se encargaba de ello todas las tardes); los platos guardados
vestidor.
Era un espacio sin vida, inerte. Ni una planta, ni una mascota, pocos retratos.
Impersonal.
Convenciéndome con que no tenía tiempo para dedicarle a la casa, estaba demasiado
ocupado en los negocios y diseños que poco podían encajar entre los planes de formar una
familia. Sin embargo, la pequeña Laura, la hija de Robbie, con sus bucles dorados y
sonrisa picara, era mi debilidad. Ella me quería sin pedirle nada a cambio, ni siquiera
juguetes; la niña de 5 años, sacaba mi lado tierno. Y para mí, era suficiente muestra de
sensiblería.
voces estruendosas de los hombres de las mesas cercanas, una de las camareras llamada
Paula, se acercó más de la cuenta para susurrarme al oído:
─ ¿Tú sabes dónde está ella?¿Dónde puedo encontrarla?─ disparé sin más preludios.
─ Verás, por la política de privacidad que contamos en este bar, no se me permite darte
información de ninguno de los empleados; nuestros nombres incluso, son irreales, por lo
que se te será imposible obtener información estando aquí dentro ─ su voz fue una queja
sincera.
─ Soli era una buena muchacha, muy reservada, tanto, que se ha ido de un día para el
otro y no volvimos a saber de ella ─ atrapé su mano, disimulando cercanía. Quise,
asimismo, transmitirle confianza y serenidad suficiente para que continuase hablando. Con
─ No, pero sin dudas algún taxi me llevará ─ sonreí, gentil ─. Y acepta esto─
introduje una mano en el bolsillo de mis pantalones para sacar algo de dinero y colocarlo
─ ¡No! ¡No, no quiero que me des dinero! ─ con gesto de horror hizo un bollo de los
billetes.
─ Paula, no tienes idea lo mucho que necesito saber de Soli. Tú eres muy importante en
este momento. Déjame recompensarte de antemano que quieras ayudarme.
─ Mañana lunes, a las 15, en el Nelson Park ─ confirmé y ella asintió con la cabeza.
Un alivio enorme me embargó al creer que ya podía retirarme de ese bar con alguna
un crudo invierno.
Frotándome las sienes, intenté sumar dos analgésicos con vaso cargado con mucha
agua, para borrar las marcas del alcohol de la noche anterior. En el cuarto de ducha, el
vapor chocaba contra el vidrio y la profusa lluvia caería por mi espalda. Una vez
finalizada aquella ceremonia, enrollé un toallón en mi cintura y a lo lejos, el sonido de mi
─ ¡Hola amigo! No me has avisado si llegaste bien ─ Robert me regañaba del otro lado
de la línea.
─ Pues si me preguntas a mí, también creo que haya sido así Ajax; sé que estás dolido
a la que intentas localizar, tal vez ha sido solo una aventura, una más del montón.
La inocente dueña de una pequeña tienda de libros que había conocido una semana
agradaba.
mostraba día a día, sino por la luz que irradiaba cuando nos dimos la mano. Yo había
sentido un cosquilleo en todo el cuerpo, como una señal de alerta.
porquerías con las que se intoxicaba Adrian, bastaba para calificarla como una criminal
Aquella tarde, su modo de vestir me causaría gracia y hasta pena: unos pantalones
anchos, sosos y aburridos, una camisa color manteca y un peinado improvisado, la hacían
lucir diametralmente opuesta a la imagen de las mujeres que me rodeaban a menudo, las
cuales se pasaban horas dedicándose a su figura.
distinguir sin embargo que su trasero era respingado y sus pechos, también. Por fuera de
cualquier estándar, esta mujer tenía “algo” especial.
Su cabello era sumamente lacio, con una largo flequillo ubicado de lado (no como en la
foto) y color castaño. Su piel era porcelana blanca y sus labios delineados poseían la carne
justa para dar un buen beso. El aroma a cerezas tan dulce que la envolvía le daba un tinte
aniñado logrando perfumar mi alma dormida.
Frente a ella había vacilado de manera infantil creyendo que no podría articular
ninguna de las mil palabras que me había propuesto decir. Con habilidad en el manejo de
la dialéctica y la persuasión, confrontarla, resultaría un calvario.
─ Dile que pase, Claire. Y postérgame la reunión de las 13 horas, por favor ─ ordenó
enérgicamente.
Pasando los dedos por mi cabello y acomodando el nudo de la corbata negra, bebí un
Lo peor del caso, es que no entendía el por qué. Y como todo aquello que no podía
controlar, me fastidié.
Dudé por un instante en llamar a Robert; tomando el tubo del teléfono por un momento,
lo dejé. Caminé hacia el enorme ventanal, pero me detendría a los pocos pasos ¿Sería
correcto esperarla de pie o acomodado en mi imponente sillón de jefe?
Esta intriga adolescente me quemaba como una úlcera. ¿Qué querría esa mujer? Yo ya
le había dicho todo lo que necesitaba saber; en breve mi amigo finalizaría la demanda
¿Por qué lo había hecho: ¿por caridad? ¿por amabilidad? ¿O por qué quería conocer a
la dama de la foto misteriosa? Concluí en que todas eran respuestas válidas.
─ Ajax, la Srta. Rutherford está aquí ─la voz suave de Claire rompería ese momento de
diálogo entre el silencio y mi mente.
11
Inspirando profundo antes de entrar al imponente SkyTower, llené mis pulmones de
oxígeno dispuesta a enfrentar lo que vendría.
Dueño de una arquitectura muy elitista y moderna, combinada con sobriedad y buen
pisos del prepotente arquitecto. Una sonrisa maliciosa se dibujó en mis labios de sólo
Steve, embargaba mis sentidos sino también, el hecho de percibir ese halo de seducción
que envolvía a St. Thomas, una llama que calentaba mis venas.
Debía reconocer que era fabulosamente sexy y que tras esa placa de acero había un
hombre sombrío que de seguro, aún estaría llorando por su hermano; ese simple gesto, lo
Aún sin tener en claro el hecho que me endilgaba, su fecha y sus motivos para
acusarme, pude notar la sensibilidad latente en cada palabra dicha, en cada silencio
guardado, en cada acusación lucubrada. Su rostro anguloso y sus ojos fríos me habían
Ingresando por la pesada puerta giratoria (a la que debería empujar con bastante fuerza)
todo lucía sumamente pulcro, aséptico, como en un sofisticado hotel. Un aroma a lavanda
inundó mi nariz y la hermeticidad del edificio bloqueó el fuerte ruido que provenía del
exterior.
Mercer Av. era ampliamente transitada, y la gente que caminaba por esa zona era
centígrados.
el portafolio con algunos papeles (incluida la demanda semi-oficial elevada al Arq. Ajax
St. Thomas) me dirigí con prisa y paso firme hacia el lugar de atención al público
dominado por un alto y enorme mostrador de mármol travertino color negro con vetas
blancas. Destacándose en el centro de esa gran planta libre, sólo flanqueada por unas
gruesas columnas revestidas con placas de acero inoxidable, hasta ese mueble era
imponente. El piso brillaba como un espejo, por lo que agradecí llevar pantalones.
Las dos muchachas que estaban atendiendo a los visitantes parecían sacadas de una
revista de modas, o bien de una pasarela italiana. Ambas longuilineas, con camisa blanca y
falda negra hasta las rodillas hablaban animosamente por unos pequeños micrófonos que
Detrás de ellas, un extenso letrero de vidrio opaco indicaba el nombre de las compañías
que ocupaban cada planta con sus oficinas, pero la letra era demasiado pequeña (para mi
─ Buenos días, necesitaría ver al Arq. Ajax St. Thomas, por favor ─ solicité a la
ubicada sobre la izquierda.
─ ¿Tiene cita con él? ─ la de cabello caoba, su compañera, sonrió de mala forma.
─ Lo lamento mucho señorita, pero no podemos dejarla pasar excepto que la secretaria
personal del arquitecto nos autorice su acceso─ prosiguió con su sonrisa de propaganda
dental.
─ Estoy segura que él querrá recibirme ─ abrí mi atiborrado portafolios de cuero negro,
─ Inténtelo. Por favor ─ rogué conteniendo la indignación con la que esa mujer se
Próxima al mostrador de ingreso, aguardé algún otro comentario por parte de la chica
caoba, pero al ver que ninguna de las dos recepcionistas se inmutaba ante mi presencia,
retrocedí decidiendo esperar en una de las tantas sillas modelo “Barcelona” tapizadas en
color blanco, distribuidas en el amplio hall de acceso.
La iluminación natural invadía todo el ambiente, logrando hacer un bello dibujo con la
malla de acero que sostenía la cáscara vidriada del acceso, sobre el piso de porcelanato.
Mucha gente entraba y salía de ese sitio; los hombres con impecables trajes oscuros
cruzaban los sensores de ingreso, mientras que las mujeres, en grupo de dos o tres,
cotilleaban con mayor informalidad.
Para estas alturas, mi corazón parecía desbordarse de su pecho. Había viajado muchos
kilómetros con un plan a cuestas que vería un punto flaco a poco de concretarse: el acceso
restringido en las oficinas del SkyTower.
─ Srta. Rutherford ─ una arrastrada voz llamaba haciendo eco en el inmenso hall.
comenzado.
─ Parece que es su día de suerte, aquí tiene la tarjeta de visita─ de muy mala gana, la
joven caoba me entregó el pase de visitas, la que aceptaría con una sonrisa igual de fingida
No dando mayor relevancia al mal momento, presioné el botón nro. 28 con prisa, cuyo
destino era el mismísimo castillo del terror. Varias personas ingresaron tras de mí con
tumultuosamente, conversando y con bolsas con comida en sus manos. Quedando detrás
Por fortuna, la mayor parte de los ocupantes descendería a pocos pisos de subir, por lo
que durante algunos segundos logré respirar más tranquila y disfrutar del oxígeno que aun
quedaba en el recinto.
espaldas.
“Es más amplio que mi propia oficina”, suspiré, subiendo una ceja divertidamente en
Finalmente las puertas se abrirían ante mis ojos. Ya no había tiempo de volver atrás.
Estaba en territorio enemigo.
─ Sí, estoy. Tiempo presente. Primera persona del verbo estar por si prefiere más
precisión ─ había logrado mi cometido: ponerlo nervioso, ¡y en tiempo récord!
escritorio. La oficina era tal como supuse: austera, sofisticada, gigante…y fría.
Volvió a sonreír.
A punto de emitir sonido, Ajax elevó la palma mano indicando que cerrara mi boca;
presionó el botón del intercomunicador y habló a su secretaria.
─ Claire, ¿puedes alcanzarnos un café con crema para mí y para la Srta. Rutherford…?
─ detuvo sus palabras para mirarme, levantar la ceja y esperar una respuesta de mi parte.
una extensa tarima de madera oscura─ . Un café con crema para mí está bien también, por
favor.
también te agrada el café con crema? Es un gusto extraño en las mujeres, muchas suelen
¿Me trataba de gorda o sólo era un comentario aislado? O peor aún, ¿me consideraba
un bicho raro? Instantáneamente supe que no era descabellado pensarlo, no encajaba con
el prototipo de mujer ideal con las que saldría este hombre, a mi criterio “Mujeres
cuerpo necesario para dejar de ser sólo un líquido oscuro aburrido. Se complementan
consiguiendo hacer una buena dupla, tal como en un matrimonio─¿En serio Sophie has
dicho esa estupidez? Comentario cursi si los había.
Ajax sonrió. Por tercera vez en un lapso de 10 minutos. ¿Sería una buena señal acaso?
─ ¡Vaya concepto que tiene del matrimonio Srta. Rutherford! ─ se recostó sobre su alto
respaldo extendiendo sus brazos y cruzando sus manos sobre el escritorio. Tenía unos
─ Creo que es un concepto bastante estándar ─ definí sin mucho énfasis, esperando
Sobre el escritorio colocó: una bandeja de plata, preciosa y antigua, con asas
delicadamente labradas, unas servilletas negras de tela, dos tazas de café oscuro, sobres de
azúcar y edulcorante conjuntamente con dos pequeños cuencos de porcelana con crema
montada. Evidentemente, por la rapidez en que traería el café y la crema, supuse que no
era pura casualidad que ya estuviese lista; sería tal vez, un pedido recurrente del
arquitecto.
─Muchas gracias ─ le sonreí a la mujer con amabilidad. Ella se había mostrado muy
afable al considerar mi ingreso, contrariamente a las arpías del hall de de planta baja.
Abrí un sobre de azúcar, algo que también observaría Ajax con cierta curiosidad.
Revolví para integrar el azúcar y cogí una cucharada espesa de crema. Giré nuevamente
la cuchara y en un acto espontáneo, lamí la cremosa crema que había quedado pegada a la
superficie fría de la cuchara.
Ajax se retorció de sólo mirarme con un extraño brillo depositado en sus ojos.
Tras ese momento de intimidad asombrosa, tomé la taza con ambas manos y sorbí algo del
café con su mirada penetrante e incómoda. Sus ojos color tormenta, me desnudaban.
─ ¿Nota lo que digo? La perfecta comunión entre la fuerza de un buen café oscuro, y la
¡Demonios!, era un simple café (muy bueno, reconocí) y me estaba dirigiendo hacia él
Ajax me llenaba de dudas y preguntas…sin embargo, yo estaba allí para hacerlo sufrir.
─ Señor St. Thomas, déjeme decirle que estoy al tanto de su sorpresa por mi visita de
esta tarde ─ coloqué la taza de porcelana sobre el pequeño plato festoneado─, lo percibo
gracias a la expresión de su rostro y sinceramente, me alegra ─sonreí irónicamente─ .
lengua por su labio superior, eliminando cualquier rastro de crema. Fue un movimiento
seductor que me erizó la piel─ . Y por favor, llámame Ajax─ la oscuridad de su voz hizo
galopar a mi corazón.
─ Está bien, Ajax ─ saboreé su nombre tal como lo hice con la crema del café ─, pero
sin caer en una visita sinsentido ─ abrí mis ojos y lancé un puñal certero a su orgullo ─, yo
Volteé la cabeza notando que sus ojos se clavaban en la vena de mi cuello mientras
hurgueteaba mis portafolios, en busca del sobre con los papeles que Steve me había dado.
excepto….─ dejé en suspenso la frase sumando tensión al momento. El aire era denso,
Ajax no dejaba de observarme seriamente y el color de sus ojos eran como dos nubes
─ ¿Excepto qué, Srta. Rutherford? ─ interrumpió con voz gruesa, casi amenazante.
improperios. Caso contrario, aténgase a lo que pido en esta demanda ─ volví a agitar el
sobre de papel de manila que Steve me había dado para presentar a la justicia apenas me
llagase la carta con la demanda del arquitecto.
Salió por detrás del escritorio y lo seguí con la mirada, girando levemente mi cuerpo
para no perderle pisada. Crucé las piernas y apoyé ambos brazos dejándolos caer por el
respaldo de la silla.
Se tocó la barbilla, seguía nervioso a pesar de querer intimidarme con sus modos y
tonos. Ajax estaba irritado. Yo le estaba ofreciendo una tregua antes de una demanda
oficial. Estaba de espaldas a mí, pensativo, creí leer lo que su cabeza lucubraba. Había
alto y fibroso. Su espalda llenaba el traje color plata de Armani como si estuviese
─ Sigo sin entender qué ganaría yo con todo esto ─ se decidió a decir poniéndose
frente a mí con su torso inclinado y sus manos sobre el mismo respaldo en el que yo
estaba apoyada, mirándome a escasos centímetros, respirando mi oxígeno.
Abrumada por su cercanía y el olor a café de su aliento, aclaré mi garganta para resultar
lo más convincente posible.
─ Mantenerse fuera de una situación escandalosa, ya que pondría en juego su prestigio
en manos de una calumnia absurda. Rápidamente los medios descubrirían que usted ha
obrado de mala fe y que en su afán vengativo culpó a alguien inocente. El cotilleo puede
resultar ser más perjudicial que una bala de plata, Señor St. Thomas ─ volví a llamarlo por
su apellido.
─ Y cabe mencionar, el dinero, por supuesto ─poco me importaba eso, pero no sabía
hasta que punto su jugosa cuenta bancaria le importaba más que su honor e intachable
nombre.
Deseaba incluir algo más en mi discurso, seguir arrojando balas, cuando su teléfono
enojo. El muy soberbio no estaba dispuesto a pedir perdón. ¡Maldito arrogante! Le estaba
sirviendo en bandeja la posibilidad de su vida y aun así no la aceptaba. ¿Tan importante
era su orgullo?
Aprovecharé para decirle que usted está aquí─ agregó tapando el auricular.
Un aire glorioso me envolvió el cuerpo por completo. Descrucé las piernas, giré para
tenerlo de frente, volví a cruzar las piernas pero hacia el otro lado colocando ambas manos
sobre mi rodilla derecha.
Le dirigí una sonrisa victoriosa; estaba un 90% segura del tema por el cual su abogado
lo estaba llamando.
─ Vamos amigo, estoy frente a la señorita Soli Rutherford. Lo que debas decir sobre
─ ¿De qué rayos hablas? ─ ese tal Robert estaba desencajado a juzgar por su voz.
─ Ella está al corriente que en breve será demandada por la muerte de mi hermano. Me
he encargado de avisarle personalmente días atrás que pretendo hacer justicia por Adrian y
que ella no saldrá limpia de esta causa.
─ Ufff ─ silencio posterior ─ .¡Vaya hermano que la has cagado! ─ agregó Robert con
total resignación.
verdaderos problemas, recuerdo haberte dejado bien en claro que no debías jugar al
investigador del FBI porque no se te da bien. Dime qué le has dicho exactamente y quita
Ajax se movió nervioso, silenció el altavoz tal como pidió su amigo, observó al
escritorio y bajó su tono pretendiendo que yo no escuchase. Para darle intimidad y no ser
blanco del posible infarto que podría darle al oír la verdad que estaba por presenciar, tomé
mi abrigo, mi portafolio, tamborileé los dedos en el punto donde él fijaba su vista para que
notase mi retiro del lugar y con una sonrisa tímida, preferí salir.
Subió su pulgar pero luego agitaría la mano con ligero desdén, aprobando mi decisión.
─ Por favor, no se vaya. Quédese con Claire por un minuto más ─pidió.
superior.
─ Oh nada….bueno, sí…─ dudé por un instante, pero me sinceré─. Sucede que su jefe
es insufrible ─ me desahogué.
Claire rió dando una carcajada amplia llevándose las manos a su pecho, casi al borde
del llanto.
─ ¡Déjame decirte tienes toda la razón del mundo, querida! ─ limpió sus ojos por las
pequeñas lágrimas que le había causado la broma─ ¿Otro café? ─ ofreció de buenos
modos, mientras tomé asiento en el cómodo sillón de cuero negro que había en su
recepción.
escandalizar a Ajax.
Solange acababa de presenciar el suicidio de papá. De sus ojos las lágrimas brotaban a
mares. Incrédula, perdida en sí misma, sintió que mamá la retiraba de la escena fatal con
brusquedad, jalándola del codo, pero ni la fuerza de un huracán podría borrar esa imagen
de su pequeña mente.
Bajó las escaleras como un cuerpo sin alma, mientras a sus espaldas, los gritos
desgarradores nuestra madre inundaban la enorme casa de dolor.
─ Soli, ¿qué sucede? ─ la sacudí de los brazos─, ¿qué ha sido ese estallido? ¿Por qué
están todos arriba?… ¿por qué mamá llora desconsoladamente? ─ las lágrimas también
cámara lenta, con el llanto apoderándose de sus fuerzas. La sujeté rodeándola, sintiendo
12
Froté y soplé mis manos con mi cálido aliento para subir la temperatura de mis palmas,
sumamente heladas. Eran poco más de las 3 de la tarde y Paula no aparecía.
Nelson Park era un sitio muy bello, con el césped prolijo, unas pérgolas de madera y
gran arboleda; sin dudas un sitio propicio para que muchos niños correteasen por doquier,
aprovechando el sol que ese lunes se ponía a lo alto, a pesar de las bajas temperaturas.
Por quinta vez miré el reloj. Veinte minutos pasadas las 15.
Ofuscado, exhalé con resignación, creyendo que tal vez había sido un grave error
confiar en una completa desconocida. Sentado, con el torso semi inclinado, volteé la
De pie, cual resorte, me aproximé a ella a pasos agigantados, liberando el aire que
demorada.
─ Despreocúpate, lo importante es que has venido hasta aquí ─ minimicé fingiendo que
Paula me saludó con un efusivo beso sobre la mejilla, cerca de la comisura de mis
─ Hace mucho frío, te invito un café, pero deberás indicarme dónde podremos
encontrar uno. Es la primera vez que visito Vancouver─ levanté los hombros,
─ Es justo que me presente ─ extendí mi mano─: soy Ajax. Ella miró mi gesto e
─ Y yo, Katherine.
Los siguientes 10 minutos que transcurrieron hasta llegar al “Cactus Club Café” fueron
en completo silencio. Ante el miedo que la cita resultase ser un fiasco, tomé la iniciativa
apenas no ubicamos en una de las mesas de dentro de la cafetería y pedimos algo caliente
que beber.
─ ¿Soli trabajaba contigo verdad?─ rompí el hielo con una pregunta más que obvia.
─ Sí. Durante tres años compartimos turno, ella estaba en el Voulez Vous antes de mi
llegada.
─ Sí, aunque Donatello solía insistirle para que baile a cambio de una importantísima
suma de dinero, incluso superior a la que le daría a cualquiera de nosotras por el mismo
trabajo ─ mordiendo su labio, hablaba con cierto celo ─. Con Soli todos se comportaban
distintos; ella poseía un magnetismo particular. Sin embargo, nunca aceptaría la propuesta
porque no deseaba exhibirse, ll menos no de esa forma ─ dio un soplido con la nariz, sin
mirarme─. Debo reconocer que en principio, sentí algo de envidia porque ella era muy
bonita y todos los hombres querían llamar su atención, hasta que finalmente comprendí
que su sensualidad era algo innato, no forzado. Nadie podría resistirse─ frunció la boca.
─ Tal como lo hizo con Adrian…─ murmuré en voz baja mirando el menú.
que no sospechase mis verdaderas intenciones─. Él murió tres días atrás y he realizado
este viaje para conocer exclusivamente a Soli. ¿Sabes dónde puedo encontrarla?
Katherine enmudeció al escuchar las noticias sobre Adrian, llevando sus manos a su
─ Ajax, mi más sentido pésame ─puso su mano sobre la mía; incómodo la deslicé para
quitarla de su contacto. Ella reconoció el medido rechazo─. Debo decirte a pesar de haber
sido su compañera de trabajo durante mucho tiempo, no hablaba mucho de sí misma o de
inmediato, para terminar siendo algo más que cliente y camarera─ agregó sarcásticamente.
Efectivamente, sus suposiciones con respecto a un vínculo amoroso entre la bella pero
peligrosa chica de la fotografía su hermano menor, cobraba fuerza. Sin embargo, ¿era
razonable fiarse de una muchacha de un club nocturno a quien había conocido menos de
24 horas atrás?
─ Ajax, lo único que me consta es que su familia posee una tienda de libros en Pender
St., es muy conocida en la zona, pero me es imposible asegurarte en un ciento por ciento,
dónde se encuentra ella. Han pasado alrededor de cuatro meses de su último día en el
bolígrafo. Pasando las hojas con dibujos, frases sin sentido y números telefónicos de poca
importancia, entregué a la chica:
─ Por favor, escribe el nombre del lugar, la calle…todo aquello que sepas, todo lo que
recuerdes sobre ella ─ me vi desesperado.
tienda se llamaba Lucky Library o algo así, si buscas en internet, quizás obtengas algo más
de detalle. Una vez mencionó que estaba próxima a varios institutos de educación
secundaria, tal vez eso sea de tu ayuda ─ cerrando mi pequeño diario, me lo entregó─.
Ahora, si me disculpas, debo irme. Esta noche trabajo donde tú sabes ─ quitando su sacón
de lana y piel del respaldo de la silla, afirmó con un pestañeo seductor y liberado. Pero
lejos de sentirme atraído e incluso, dispuesto a continuar este coqueteo por fuera de este
─ Aguarda, debo hacerte tan sólo una pregunta más─ mi pedido fue a corazón abierto.
─ ¿Sí? ─ sus ojos se llenaron de ilusión. Pero debía romperla: yo estaba aquí con un
solo objetivo y su pseudónimo era “Soli”.
─ ¿Cuál es su verdadero nombre? No creo que conserve su nombre original porque de
hecho, tú lo has cambiado.
─ Solange. Su nombre es Solange Rutherford, pero es Soli para todos, incluso su padre
solía llamarla así… ¿irónico no? Él habría escogido ese sobrenombre para su pequeña hija
y ella lo utilizaría ni más ni menos que en un Club Nocturno de poca monta ─ enarcó una
─ Katherine, déjame agradecerte la confianza que has tenido en mí, soy un completo
desconocido y sin embargo me has ayudado sin ningún reparo. Has sido magnífica.
─ De nada lindo, tantos años trabajando en un sitio como el Voulez Vous te permite
conocer a la gente más de lo que tú crees, y me has parecido un hombre de bien, que
vuelves a ver, por favor, dile que llame. Todas la extrañamos mucho.
Caminé por Comox St. hasta llegar al apartamento rentado, el cual, por fortuna, se
emplazaba a poco de una plaza por la que podía salir a correr por espacio de 45 minutos y
tomar un tiempo para disfrutar de la calma.
Eran las 7 de la tarde y me sentía agotado, no sólo por el exceso de alcohol (y del malo)
sino además, por las altas horas hasta las que había permanecido en aquel lugar. Sin dudas,
mi cuerpo me reprochaba por mi falta de juventud.
Cené algo liviano, miré algo de televisión y rápidamente concilié el sueño. Al día
siguiente, la gran luz ambiente me recordó que estaba en el sofá, acurrucado, pero
Maldiciendo, fui rumbo al cuarto de baño dispuesto a seguir adelante con mi recorrido.
a las bellas residencias vecinas, elegantes, con una impronta que combinaba lo moderno
con lo clásico.
Numerosos matrimonios paseando a sus niños de la mano, señoras mayores con sus
perros en brazos….todo me resultaba tan extrañamente reconfortante que por un instante
me ilusioné con la posibilidad de ser uno más de ellos: una persona común, con una
familia y con niños inquietos que jalaran de mis pantalones en busca de dulces, tal como
deseaba Adrian para sí mismo. Cruelmente el destino (y él mismo) no lo harían posible.
Con la mirada vaga y meditabunda, sorbí el último trago de vainilla latte (con extra
crema) y me enfrenté al mundo exterior.
Crucé al otro lado de la calle Davies, observé una tienda de ropa, seguí mi marcha y
magnetizado por la playa fui en dirección hacia ella, donde la arena se mezcló con mis
La luz tenue que entraba por los cristales de la oficina, hacían brillar su cabello y sus
ojos de una manera celestial. Lucía unos vaqueros perfectamente almidonados, de raya
media impecable y una blusa de seda color violeta pálido de mangas holgadas, pero de
Cubierta hasta el cuello, una hilera de pequeños botones de perlas se unía en su espalda
cerrando la prenda. La muchacha sugería más de lo que exhibía, algo que sin dudas me
estaba volviendo loco.
resultado una joven bonita que no explotaba sus encantos muy lejos de una femme fatal,
sin embargo ahora estaba allí, vestida elegante y sugerente, con un brillo distinto en su
Centrándome obsesivamente en el color de sus ojos, que no eran celestes, sino un verde
muy claro con destellos grises, perdí contacto con mi entorno, pensando en el modo en
que se verían sus negras pupilas al dilatarse por el deseo durante una noche de pasión.
─ ¿Qué? ─ Robert estaba furioso; aun no sabía exactamente el por qué de tanto enojo
─. ¡Eres un gran idiota, un minuto que te dejo solo y lo arruinas todo!
─ Perdona amigo, pero sigo sin entender cuál es el verdadero problema en haberle
─ ¡Cierra tu maldita boca antes que continúes diciendo estupideces! Quédate allí, estoy
a 5 minutos y no acuses más a esa muchacha, por Dios; si tenemos suerte, podremos
persuadirla de no presentar cargos contra tí… aunque te lo tendrías merecido por imbécil.
Pocas veces en nuestros más de 15 años de amistad había escuchado a Robert tan fuera
13
─ ¡Déjame entrar Claire, antes que lo muela a golpes! ─ Robbie ingresaba arrollando
─ Robert, no seas maleducado ─ resultaba graciosa la forma en que esa mujer regañaba
al abogado como si fuese su madre, al igual que lo hacía con Ajax ─. La señorita
charla telefónica. Sería tiempo suficiente para confraternizar con Claire. Evidentemente no
mucha gente iba con ánimo de hablar como lo estaba yo, porque la mujer resumiría su
Supe a partir de nuestro intercambio, que era viuda hacia más de 15 años, no tenía hijos
y adoraba a Ajax y Adrian como si lo fueran. Comentaría además que era muy amiga de la
madre de sus muchachos, Theresa y que ambas habían logrado ingresar en la Universidad
sexagenaria mujer, ignorando lo que estaría pasando en el despacho del señor de piedra.
Y fue para entonces cuando apareció Robert enfundado en su traje de Robin, dispuesto
a ayudar a Batman.
de a poco iba haciéndose más y más interesante ─: dile a la señorita Rutherford que pase.
Me incorporé tras escuchar mi nombre, estiré mis vaqueros con las manos y comprobé
que mi blusa estuviese bien, que por suerte era de seda y no se arrugaba. Inspiré profundo
cuando Claire elevó su pulgar deseándome suerte; ya que acababa de entrar a la jaula de
los leones…
─ Siéntese otra vez y disculpe que haya tenido que esperarme fuera. Pero sabrá
comprender que necesitaba llamar a mi abogado antes de seguir hablando con usted.
─Si mal no recuerdo, él lo llamo a usted. Pero para el caso es lo mismo─ corregí y
Ajax presionaba su mandíbula muy fuerte, tanto que pensé que se quebraría los
─¿Estás seguro? ─Robbie lo miró fijo, suponiendo que su amigo preferiría estar a solas
con él.
─¿Por qué no tendría que estarlo? ─ contestó con una gélida mirada.
Smithson colocó unos papeles sobre el escritorio. Se sentó a mi lado, cruzó sus piernas,
desabotonó su saco color caqui y comenzó a monologar. O al menos, eso fue lo que
pretendió.
ojos tormentosos me miraron para luego hacer lo propio con Robert ─. ¡Habla de una
jodida vez!
─ ¡Por supuesto que se quién soy, St. Thomas!─ intervine levantando mi mano con
rudeza, impidiendo que sea Robert quien lo pusiese en su sitio─. Admito que mi error tal
vez residió en no aclarar que mi nombre era Sophie, por lo que creo pertinente hacerlo
ahora─ extendí la mano con una sonrisa de oreja a oreja, ese hombre se ponía color fresa
presentación.
O había poca comunicación entre ellos, o realmente, como decía Robert, Ajax la había
─ Gracias Robert por ahorrarme el trabajo de explicarle quién soy. Para la próxima
oportunidad sugiérale a su cliente, que con el costo del pasaje a Vancouver y su estadía
allí, hubiera pagado a un muy buen detective, que de seguro, hubiera hecho un efectivo y
más rápido trabajo que él. Ahora, lo siento, pero tengo un compromiso, he oído demasiado
por hoy─ alejándome del escritorio, cogí mi abrigo y con un ligero movimiento de cabeza,
me despedí ─: Doctor Smithson, Arquitecto St. Thomas, de seguro en breve nos veremos
ante la justicia.
Salí airosa, ancha. Le había hecho pasar el ridículo frente de su propio abogado.
Con una sonrisa gigante, fuera de la oficina, me despedí de Claire con un beso en la
mejilla y me dirigí hacia el ascensor; eran alrededor de las dos de la tarde y tenía un
apetito voraz.
Al llegar a la planta de acceso, dejando atrás los 27 pisos restantes, dejé mi tarjeta de
visitante a la muchacha de cabello caoba en la recepción del edificio, y a metros de
atravesar la puerta giratoria en busca de mis lauros tan merecidos, la voz de Ajax
aclamaba por mí.
─ ¡Sophie!
Volteé ante el exagerado grito para observar el modo en que Ajax corrió hacia mí.
Como una estaca quedó inmóvil. Luego, tras un debate de miradas me tomó por los codos
producto de la corrida de 100 metros llanos que acababa de hacer en el hall del SkyTower.
Aunque a juzgar por si condición física, eso equivaldría a una mínima entrada en calor─ .
─ Ajax ─ me cortó en seco─, dime Ajax…no soy mucho más mayor que tú─ sonrió,
elevando mi temperatura a pesar de la refrigeración del edificio.
de que esto no pase a mayores. Me has denigrado y no conforme con haber venido a mi
tienda lo hiciste frente a tu abogado y amigo también. Ni siquiera me has dado lugar a
─Lo sé…por eso es que no puedo dejar de repetirme lo estúpido que he sido.
─Y yo me lo diré mil en un minuto si no logro que me disculpes─ sus ojos eran muy
azules, sin una pizca de otro color. Esta vez, tenían un brillo especial.
Inspiré profundo. No sabía si apelaba a su sinceridad o era una treta para que no lo
demande y le sacase un puñado de dólares, que poco me interesaban.
Levanté mi ceja.
lanzando una carcajada. No pude contener mi broma, la cual salió disparada de mi boca.
─Eres cruel, mujer ─ él, sin embargo, contendría sus ganas de reír, después de todo era
una persona importante en el SkyTower y las exhibiciones de su parte, no correspondían.
─Dime dónde te hospedas y pasaré por tú a las 7. Si te parece bien, por supuesto.
─ Está bien, acepto. Pero conste que es sólo porque no me gusta golpear a mi rival
cuando está tendido en el suelo.
noche.
Liberé mi mano suavemente, cautiva entre las suyas para irme de allí dedicándole la
¿Por qué me estaba sonriendo como una bobalicona cuando ese sujeto me había tratado
como una criminal hacía no menos de una hora atrás? Un escalofrío recorrió mi espalda.
Ese hombre me gustaba y mucho. Pero no iba con mi modo de ser: era inestable y
arrogante sin mencionar la fama de mujeriego empedernido que se había hecho desde
joven. Google daba cuenta de ello.
Aún admitiendo que me resultaba atractivo e interesante, debía ser realista y asumir que
yo no era de su tipo.
“Basta, Sophie, come algo y verás que ya no te importará lo que piense St. Thomas de
ti.”
14
Tras un día de paseo y organizar mis ideas, desayuné en Black Rook, una pequeña
Pedí su tradicional café con crema más unas galletas de avena y me dispuse a leer el
periódico para matar el tiempo. El día anterior había pasado distraídamente por la puerta,
para ver el movimiento de la tienda: había identificado que abría a las 10hs, cerraba a las
13hs (en la hora del almuerzo) y 14:30hs reabrían sus puertas para dar clases de idiomas, o
asignaturas de escuela primaria. Todas esas actividades, estaban escritas en una gran
El lugar no llamaba demasiado la atención, pero todas las personas a las que había
abordado en plan de espionaje, coincidían en que era un lugar muy bien atendido por su
dueña y que en algún momento habían requerido de sus servicios como docente.
para aguardar un poco más para no quedar en evidencia tan prontamente. Fue para
entonces cuando releí los titulares de los matutinos, sin brindarles demasiada atención ya
que en gran parte, comentaban noticias locales de poca importancia personal.
Recalé, sin mayor alternativa, en el horóscopo. Leyendo en voz baja, tuve tiempo de
reírme un poco.
─ Géminis: SALUD: deberá cuidar su estómago─ ¡patrañas! ─. DINERO: cuide sus
finanzas. Puede verse en problemas si no es prudente─ ¡Más patrañas! ─. AMOR:
del Norte.
Sinceramente sus dotes como astróloga poco importaban en ese momento; su voz era
demasiado aguda, aunque sus gemidos eran estimulantes. Sin embargo, como solía pasar
todos los lunes desde mis debutantes 15 años, la rutina se adhería a mis huesos y ese
romance, pasaba directamente a ocupar una serie de renglones.
Claire ya criticaba el poco esmero en colocarle apodos bonitos a mis “Fridays‘s girls”.
Doblé el periódico en dos partes, lo coloqué en la alta encimera de pedidos tal como lo
había encontrado, saludé gentilmente al camarero y me fui rumbo a la aventura.
Fiel a mi extrema puntualidad, miré mi reloj platino; sus agujas marcaban las 9:57 am.
Ni aunque quisiese llegar tarde hubiera podido pero al ver que el letrero de “abierto”
estaba puesto, entré con el corazón bombeando más de la cuenta. Casi tanto como cuando
La puerta era de madera lustrada, evidenciando sus antiguos orígenes mientras que una
campanilla chillona que funcionaba con un sensor que no supe localizar, anunció mi
ingreso.
Los pisos de roble estaban perfectamente lustrados y todo olía a cerezas. Demasiado
dulce para mi estilo, pero tenía su encanto. Un amplio mostrador, algo alto casi de metro
veinte, indicaba el lugar de la caja para abonar en tanto que sobre la izquierda, dos
hermosos sillones antiguos de reciente tapicería, se mostraban orgullosamente.
El lugar era acogedor, un tanto angosto y abarrotado de mercadería, pero allí había
esmero y dedicación. Unas largas estanterías (algo curvadas por el sobrepeso) se extendían
sobre las paredes laterales, simulando terminar más allá del infinito. La luz natural era
algo escasa, pero con una enorme y estrecha ventana de vidrio que recorriese lo largo del
techo, sería suficiente para añadir un toque de modernidad, estilo y por supuesto,
iluminación.
Para mi sorpresa, unas mesas de escasa altura (que casi atropello) pintadas de colores
estridentes y con formas infantiles, se situaban próximas a muchas de aquellas repisas.
“Sector de niños” velaba un cartel que colgaba del techo. Ya no había un solado de
madera, sino una alfombra de goma plástica, con letras y números encastrables, el cual se
extendía a lo largo y ancho de esa lúdica área. Numerosos ejemplares de cuentos para
niños, revistas, juguetes por doquier, animaban ese sitio.
Habiendo querido hurguetear un poco más, una de las empleadas me sacó del análisis
arquitectónico.
─ Buenos días… ¿en qué puedo ayudarlo? ─una joven mujer de menos de 30 años
─ Si no logra ponerse de mejor humor con este ejemplar de hombre, la internaré por
Un peso enorme dejaba de presionarme las costillas. Largué el aire, no sin antes mirarle
al trasero a esa mujer que acababa de colocar un letrero de “idiota” en mitad de mi frente.
Bajo esa gruesa y áspera tela de jean, se vislumbraban unos glúteos redondeados y bien
formados. Caminaba alegremente, el viento soplaba su cabello el cual flotaba libre y
─Esa muchacha es un sol, cariño─ afirmó Claire apenas vio que pisé el último piso de
la torre.
─¡Vamos, no te hagas el tonto! Nunca te había visto salir corriendo con tanta velocidad.
─Era eso una demanda mi querida Claire─ minimicé mi accionar tomando asiento
frente a mi secretaria.
─ Yo más bien diría que era eso o una bofetada, bien puesta por cierto─ sonrió la
mujer─. Por cierto, es la única persona que conozco además de tí que adora el café con
─ Encarga la comida para mí y para Robbie, por favor ─antes de cerrar la puerta elevé
el dedo, agregando ─. Haz la reserva de una mesa para dos en Petit Toulouse a las 8pm.
Claire revisó sus anotaciones pasando hoja por hoja de manera grosera.
─ Pensé que me convertiría en árbol aquí dentro, amigo. ¿Has podido detenerla? ¿Le
─Ella no es de las que pide dinero por su silencio─ fui rudo en el tono.
─ Ajax, todo tenemos un precio. Tú deberías saberlo a estas alturas, pero no soy nadie
brazos.
─ Ahora que estamos solos ─ tomé un sorbo de agua y maldije entre dientes porque no
estaba fría─: cuéntame qué has averiguado; ¿o tendré que contratar a un detective tal
─ ¿Así que ahora la llamas Sophie? Veo que han avanzado mucho allí abajo.
─¿Es su nombre, verdad? No hago más que llamarla como lo deben hacer todos los que
la conocen.
─Si, en efecto, pero creo recordar que minutos atrás, era una asesina serial para tí.
─ Lo que ha sucedido sólo la exime a ella de culpa, pero no así a su hermana; para mí
el caso no está cerrado. Sólo pienso que se ha bifurcado el camino y tendré que investigar
un poco más.
─¿Tú crees que esta muchacha, Sophie, aguardará por una disculpa sin pedir nada a
cambio? ¡ Por favor, no seas tan inocente! Puede que sea un lobo con piel de cordero.
Sacando de contexto esa frase, la piel se me erizó de solo pensar en que tal vez no me
incomodaría verla jugando a ser una loba, pero en privado.
─¡Hey, amigo! ─Robbie chasqueó sus dedos sacándome de mis fantasías sexuales─.
Debemos estar preparados por cualquier eventualidad, ella tiene todas las de ganar. Así
que o buscamos alguna mancha en su pasado que la perturbe como para tener un arma de
─Por ahora solo iré a cenar con ella esta noche y le ofreceré mis disculpas. De hecho
antes de que tú vinieses ella sólo quiso que me disculpase sinceramente, afirmando que
─¿Estás hablando en serio? ─Robbie salió de su confortable postura para mirarme con
cierto descreimiento.
─Es más noble de lo que pienso…─ algo en mi interior confiaba en que ella no era
─Deja de intrigas Robbie, larga lo que sabes, en breve vendrá el almuerzo y después
disponiéndose a leer:
─Lo que pude averiguar es que “tu” ─enfatizó el pronombre pasando su mirada por
sobre las gafas en mi dirección ─ Sophie se ha graduado con muy buenas calificaciones en
para chicos con capacidades diferentes; habla idioma de sordomudos, posee una tienda en
Pender St, situada en Vancouver en la que da clases de apoyo escolar y vende libros, cosa
que sabrás, lógicamente, ─ me observó por sobre sus lentes, con ironía ─, pero la frutilla
del postre es que tiene una melliza llamada Solange, quien desapareció de la faz de la
tierra.
─…hace más de 4 meses…─ murmuré mientras deambulaba por la sala escuchando las
palabras de Robert.
─¿Y tú como lo sabes? No creo que su melliza fantástica te lo hubiera dicho… ¡Ah, no,
cierto! ─agregó con sarcasmo ─: tú no sabías que tenía una versión idéntica de sí
misma…
Cerré los ojos, tolerando contra mi voluntad las bromas de mi amigo simplemente,
porque me lo tenía merecido por apresurado e impulsivo.
─ 29 años, cumple años el próximo noviembre, tiene un hermano mayor llamado Tyler
viviendo en Ohio; familia oriunda de Ottawa, padre fallecido, madre casada en segundas
nupcias con un empleado bancario…no puedo decirte mucho más, amigo.
─Está bien Robbie, con lo que me has dicho es suficiente, temo que me he equivocado
y mucho…
─Si, bastante. Pero si estás tan creído que esta chica es la reencarnación de Gandhi,
pues inténtalo, averigua por tí mismo qué es lo que pensaba pedirte en caso de que tú la
demandases. Eso y otras cositas más que tal vez te interesen…─ deslizó guiñando su ojo.
Sonreí a desgano. Era un maldito hijo de perra que me conocía como nadie.
Conduje mi coche hasta el Mediterranean Inn. Los rayos de sol estaban ocultándose,
para dejar su paso a la noche cálida de Seattle. Con el corazón dándome vueltas como el
de un adolescente una tonta sonrisa no dejaba de dibujárseme en el rostro.
Ese viaje a Vancouver había cambiado mi vida por completo, de hecho desde la muerte
El vuelo había sido una total muestra de inmadurez e impulsividad que distaba de mi
“¿Tanto valen unas disculpas?” “¿Tan pura y noble es?” pensé, incrédulo.
Aparqué en la puerta del Hotel en el cual se hospedaba. Deseaba verla, tenerla cerca
otra vez. Abrí la puerta de doble hoja para ingresar, cerré con los botones mi impecable
─ Buenas noches ─ saludé caballerosamente al empleado que estaba detrás del
mostrador de ingreso─, busco a la señorita Sophie Rutherford.
Sin mediar palabras, el joven indicaría con su bolígrafo que me voltease hacia atrás.
Obedecí y quedé plácidamente desconcertado: esa mujer libraba su propia batalla entre
de mí toda clase de sentimientos. Sentada en un angosto sofá en el lobby del hotel, mis
Era una bomba de tiempo. Su metro cincuenta y dos desplegaba una sensualidad
indómita; ese vestido holgado en las partes donde debía serlo, y ceñido en sus curvas más
peligrosas conjuntamente a sus ojos color de mar enmarcados en oscuro maquillaje, hacían
de Sophie una gata salvaje. El cabello le caía en una trenza imperfecta de lado, terminando
Pocas veces me había sentido en desventaja con una mujer, pero ella tenía el don de
Así parecía ser: una mujer simple, bromista, con una vida tranquila y un futuro incierto,
pero que no se quejaba de las cosas que le faltaban si no que, por el contrario, agradecía lo
15
Vagamos por el frío sin saber qué hacer. Teníamos apenas 16 años y nuestra madre no
nos quería con ella. Cada una había cogido un bolso con pertenencias primordiales: ropa
cómodas como para caminar un largo rato. Nos esperaba una larga noche.
Destruidas por el dolor, pero más por la impotencia, nos tomamos de las manos y
fuimos rumbo a la Iglesia de San Juan Evangelista, que distaba unas 20 cuadras de nuestra
casa.
Gracias a las clases de lengua y literatura que impartí en casa el año anterior había
ahorrado algo de dinero con el propósito de alistarme a la Universidad. La suma no era
Solange era distinta a mí: liberal, rebelde, sociable y extrovertida. Todos los chicos la
fregaba la ropa.
Soli tareas hogareñas. Soli debía limpiar la cocina y el baño, yo lavar y planchar, y nuestro
hermano Tyler, juntar las hojas del parque, cortar el césped y cuidar de Tobi, nuestro perro
que ya estaba mayor y poco se movía. Desde la muerte de papá, Monique (hacía largo rato
había desistido mencionarla como mamá) había dado un giro 360º en su personalidad.
No sólo bebía desmedidamente y ahogaba sus penas en whisky y ron, sino que había
comenzado a fumar. Se irritaba con facilidad, y solía arrojarnos objetos (el primero que
Tres meses antes de huir, en nuestro cumpleaños 16, se había declarado en el parque de
mi casa ante todos los que habían ido a visitarnos. Al principio sentí vergüenza, no me
gustaba ser el centro de atención porque para eso estaba Solange, pero él me quería mucho
y yo a él.
Nos conocíamos desde niños, hacia 11 años que jugábamos juntos, que crecíamos a la
fondo de reserva, al menos hasta que consiguiese empleo y pudiese solventar mis gastos
universitarios.
Llegamos con Solange a la Iglesia a poco de mitad de la noche. Las luces permanecían
encendidas y tocamos la puerta de entrada. Algo de gente aun estaba dando vueltas por la
calle, quienes nos miraban al pasar. Éramos muy parecidas aunque muy distintas, la
Finalmente, para nuestra fortuna, el Padre Keith nos abrió las puertas para acogernos
esa misma noche brindándonos asilo en un pequeño cuarto el cual contaba con una sola
cama. Se disculpó por sólo disponer de ese lugar a lo que respondimos con un grato
agradecimiento.
Nos acomodamos en ese colchón como pudimos: Solange de los pies y yo del lado de
la cabeza sin dejar de aferrarnos al grueso cobertor de lana. Intentamos conciliar el sueño
Cogimos rápidamente nuestras cosas y tras desayunar un café (muy agrio por cierto)
junto a un pan untado con algo de mantequilla, nos dirigimos hacia la estación de trenes de
Ottawa para empezar con nuestro recorrido rumbo a Union Station, en Toronto. Ese viaje
duraría poco más de 4 horas. Si teníamos suerte, abordaríamos “El Canadiense” con la
mira puesta en los tres días que nos esperaban de trayecto.
Al llegar a nuestro primer destino, consulté la hora: eran más de las 12 del mediodía.
Tal vez Francis estuviera solo en su casa ya que padres, los días miércoles, trabajaban
No quería alarmarlo, pero debía decirle que no me encontraría más en la que hasta
horas atrás, había sido mi casa. Debía decirle, que me había ido por culpa de la inhumana
─Sólo le dejaré un recado a Francis, serán dos minutos, permíteme despedirme de él.
Asentí con la cabeza mientras introducía las monedas en la ranura del artefacto.
Vancouver, donde vive mi abuelo Scott, el padre de Monique…─ con la voz entrecortada,
exhalé y continué─. Es una larga historia que no puedo contarte ahora…me temo que
hasta aquí hemos llegado, no volveremos a Ottawa, al menos no por un tiempo. Avísale a
Tyler, no hemos podido siquiera despedirnos de él. Espero que la vida nos vuelva a
cruzar…sé feliz. Te echaré de menos ─ al colgar, derramé una lágrima de desilusión.
─Vamos hermana, Francis te adora. Estoy segura que hará todo lo posible por
encontrarte─ apoyé mi cabeza en el hombro de Soli y caminamos rumbo al andén de la
estación.
─ ¿Qué haces? ─en un ademán quise quitarle el cigarro, pero rápida de reflejos lo sacó
de mi vista.
─¡Por fin puedo hacerlo sin presiones! ─ dio otra pitada y dirigió su mirada hacia mí ─.
¡Ya deja de observarme así, Madre Teresa! No pretendo que aceptes mis vicios, sólo
Así era Solange. Impertinente. Frontal. Pero era mi melliza y yo la amaba. Muchas
veces la estudiaba pretendiendo buscar una similitud fuera de nuestro aspecto físico. Y no
la encontraba. Era una versión distinta de mí. Opuesta.
como de seguro nunca lo había hecho, pidió disculpas de una manera poco ortodoxa a mi
entender (pero disculpas al fin) y me habría invitado a cenar esa misma noche.
Caminé algunas calles motivada por el espíritu lujurioso que aun se apoderaba de mí,
hasta detenerme en Domino´s pizza, dispuesta a ingerir una buena porción de harinas que
permitiese a mis neuronas recobrar un poco del sentido común perdido desde que había
conocido a ese sujeto con nombre de procedencia griega y que no hacía otra cosa más que
alterarme.
Tomé asiento en una pequeña mesa solitaria en plena acera para no perder contacto con
la realidad (bastante ausente había estado durante las casi dos horas que permanecí en
Me regañé por estar pensando por milésima vez en esos ojos color tormenta y ese
Volviendo al papel en blanco que aguardaba por ser escrito, comencé a anotar los sitios
y eventos que deseaba presenciar a la vez que desplegaba el mapa de la ciudad. En
principio, tendría que organizarme por zonas y horarios para optimizar mi viaje. Aun tenía
un par de horas más aquí, pero no me resultarían suficientes, siendo que una noche, ya la
“Esta noche cenaré con el hombre más perturbadoramente sexy que he conocido en
“¿Podría ser que aunque estuviese hablando del presidente, él estaría allí para
Agradecí que la joven me alcanzara la comida, y de ese modo, echar por tierra su
presencia en mi cabeza.
El Museo de Arte e Historia, estaba ubicado justo por detrás del SkyTower.
con una sonrisa, deseando poder realizar todas aquellas cosas que me propuse sin saber si
Tras degustar una riquísima comida y dejar propina, arribé al hotel, una hermosa
construcción en esquina de no más de 4 plantas de altura, que se erigía sobre la Queen Av.
Mi habitación no era una de las más costosas, sin embargo la vista del perfil urbano de
Seattle era preciosa. Los rayos de sol ingresaban por las mañanas, inundándome de
No solo poseía un pequeño escritorio (que admito era muy útil para desplegar todo mi
arsenal de papeles) sino también una pequeña cocina, ideal para prepararme algo de comer
Eran las 5 de la tarde y debía ponerme lo más bonita posible, en dos horas el príncipe
Me exalté un poco al no saber qué tipo de vestimenta tendría que usar, comportamiento
típico de mujeres. Asimismo, no tenía muchas opciones para escoger: carecía de tiempo
para comprarme algo nuevo (aunque la idea era tentadora mi cuenta bancaria lo sufriría el
mes siguiente) y lo más elegante que tenía en la maleta, era un vestido color azul zafiro, de
un solo hombro el cual cruzaba de lado a lado formando unos pliegues que sólo marcarían
las curvas de mi busto, en tanto que otra tira ancha de tela me cubría las piernas por
encima de las rodillas. El vestido era corto, pero sobrio, como yo. Las sandalias plateadas
de plataformas, con una fina pedrería en la tira que recorría mi empeine, iban a la
perfección.
El maquillaje (mal que me pesara debía usar algo de rímel y color) no sería recargado;
mi amiga Erin, en muchos de sus intentos por aceptar que fuese de juerga con ella, había
practicado conmigo un nuevo estilo de maquillaje de ojos. El famoso “smokey eyes”, que
nunca pensé usar. Hasta esa noche.
Antes de vestirme para asistir a la cena, tras una componedora ducha, llamé a Francis
desde el teléfono de la habitación. Hacía varios días que no hablaba con él.
─ Sophie, cariño, ¿cómo estás? ─ algún día tendré decirle que no me agradaba que me
y recorrer museos era parte de mi estudio de mercado para mejorar mi negocio. Si quería
─ Ha sido todo bastante apresurado, lo admito ─ esbocé con algo de culpa como me
solía pasar cuando hablaba con él─, pero en breve estaré de regreso. Y luego, iré a
visitarlos.
palabras.
─ Francis, por favor. Otra vez no, bien sabes cuánto me incomoda esto.
─ Sophie, daría cualquier cosa por estar a tu lado otra vez. Necesito una segunda
oportunidad, no te arrepentirás, te lo prometo─ escuchar semejante súplica por parte de
─ Vamos Fran…tú más que nadie sabes que el amor no es algo que uno saque de un
libro y lo aprenda con sólo leerlo. Siempre te querré ─ como amigo.
─Y pues entonces, ¿por qué no regresas conmigo?─ insistió, irritándome un poco más
de la cuenta.
─¿Sabes? debo colgar, el costo de la llamada aquí es bastante alto, pero te prometo
presentaría la oportunidad de ser uno de los jefes del sector de Pacientes Transitorios, en el
CAMH. Y fue para entonces cuando nos separamos… al menos físicamente, ya que mi
corazón se habría ido de su lado mucho tiempo atrás.
Descendí a la recepción del hotel y me dispuse esperar a Ajax allí, bajo la atenta mirada
del conserje y un puñado de empleados que estaban en planta baja yendo hacia el comedor
16
Describir el rostro de mi abuelo cuando vio que estábamos de pie y muertas de frío
─ Hijas por Dios santo, ¿qué hacen aquí? ¿Dónde está su madre? ─ preguntó al
hacernos pasar a su casa. Olía a bizcocho recién salido del horno, como siempre─, ¿acaso
no deberían estar en la escuela?
El viejo era un poco cascarrabias, pero tendría que esperar a que calentáramos un poco
nuestros cuerpos para poder hablar.
─¿Pero qué locura adolescente es esta? ─ nos sentamos en el sofán de paño gris y
derroido del abuelo, para cuando él fue a la cocina en busca de un té caliente─. ¿Su madre
sabe que se escaparon? ─ el grito de Scott se escuchó tan fuerte como un trueno que
acababa de romper.
─ No, ni queremos que lo sepa─ Soli fue la única que articulaba palabra porque yo no
dejaba de tiritar acurrucada en el sofá ubicado al lado de la gran chimenea de mármol que
calentaba toda la casa.
hermana por intensa lluvia que nos había empapado minutos atrás─ , esto que han hecho
no está bien, ustedes son menores de edad, ¿cómo han llegado hasta aquí?
─ En tren. Hace casi 4 días que estamos viajando, atravesamos el país entero para
albergarnos acá. Por favor, no nos abandones tú también─ rompí en llanto y sujeté a Scott
El abuelo estaba a punto de llorar también, pero de rabia. Conocía a su hija, pero esta
no era la Monique que él había criado. Desde la muerte de nuestra abuela Iris hacia más de
8 años, que él no estaba acompañado. Y supe en ese instante que su corazón agradecía que
estuviéramos ahí.
─ Mis amores─ nos cobijó con un cálido abrazo y besó nuestras coronillas a la par─ .
Jamás las dejaré.
Esa noche tomamos una sopa caliente. Nos reímos de viejas anécdotas vividas en su
casa y se sorprendió cuando le confesamos que saltábamos en su cama de resortes,
─¡Ahora entiendo el daño del colchón! ─ una carcajada salió de la boca de los tres al
unísono.
Estaba algo impaciente, quería verlo, pero aun no sabía si eso era algo bueno o no,
Levantándome con premura, deslicé mi vestido hacia abajo con ambas manos y caminé
hacia él. Sus ojos no dejaban de observarme con un brillo muy especial, casi lujurioso.
─Hola─ con un tono casi inocente, tímido, lo saludé. No era capaz de seguir emitiendo
palabra.
─Déjame verte mejor ─ tomando mi mano libre, hizo que girara sobre mis pies─.
¡Luces genial!
por qué no habría mujer que no se resistiese a sus encantos. Su mirada me había quemado
la piel y sus palabras me prendían fuego a medida que salían de esa boca tan sensual y
carnosa.
─Me alegro que sea mutuo. Tú no me has permitido concentrarme desde que te conocí
la semana pasada.
¡Zas! Jamás había sido tan directa ni tan sincera en toda mi vida. Acababa de lanzar un
cumplido fatal a un hombre que debía poseer un harem con sólo chasquear sus dedos
exponiéndome de una manera básica e infantil, dejándome en ridículo.
Los siguientes tres metros hacia lujoso coche de Ajax fueron eternos. El no había
respondido a mis palabras, y al instante, me arrepentí de haberlas formulado. Gentil, abrió
la puerta del acompañante invitándome a pasar. Acomodé mi falda (por enésima vez) y
me hospedaba.
Pensando en una confusión de mi mente por compartir cabina de viaje con Ajax,
aguardé porque saliera de su BMW. Incorporándome hacia adelante para salir del
vehículo, cruzamos nuestras miradas cuando besó mis nudillos con galantería ya fuera del
coche.
Quedando frente a él, me observaba desde su altura; incliné la cabeza para seguir
Noté la forma en que su nuez se movía al pasar saliva por su garganta. Su respiración
¿De qué se arrepentiría? Otra frase más para archivar en el catálogo de “dudosas”.
desde lo más alto, cayendo sobre las mesas como gotas color ámbar.
Caminé con cuidado, intentando no tropezar, ya que los tacones de mis sandalias eran
algo fino para el piso adoquinado y mi experiencia con esa clase de calzado, tampoco era
demasiada. La gente vestía bien, no de etiqueta, pero me sentí cómoda al ver que mi
vestido y yo encajábamos bien en ese entorno.
Tras una seña cómplice con el camarero, Ajax me dirigió hacia una mesa en un sitio
reservado, detrás de unos paneles revestidos con madera, donde pocas parejas ya estaban
cenando.
Nos sentamos uno frente al otro y en un abrir y cerrar de ojos, tuvimos ambas
cartulinas de menú en nuestras manos, listas para poder ordenar.
lucir una sonrisa inquieta de mi parte. Ansiaba hacerle muchas preguntas, pero preferí
callar y que la conversación se diera lo más natural posible…hasta ser vencida por mi
genio.
─¿Acaso no tienes miedo de cenar con una asesina serial como yo?
La carcajada que lanzó Ajax fue despreocupada y aligeró la tensión que comprimía mis
piernas.
─Creo que podré pasar esta noche sin problemas. He tomado la precaución de avisarle
a Robert que venía a cenar contigo por lo que sugirió que dejase una carta incriminándote.
En caso de ocurrirme algo, pues sería tu culpa.
Sonreí ampliamente. Estábamos satirizando una situación que había sido realmente
agresiva y difícil para mí.
─ Mira Sophie, me he comportado como un novato, y te he inculpado de una forma
indescriptible ─por primera vez en la noche sus ojos se entristecieron. Tragó saliva para
seguir hablando del tema ─. La muerte de Adrian me ha afectado más de lo que supuse y
mi conducta se vio alterada, arrastrándome a hacer cosas que jamás imaginé. Incluso, esta
Sentí un latigazo en el estómago. Si quiso ser cordial, le salió el tiro por la culata.
que esta cena es gracias a toda la confusión que se dio a partir de lo que sucedió con
Adrian. Si no, no nos hubiéramos siquiera conocido.
Opté por dar el tema por concluido. Me dolía que hubiera sugerido que la cena fue
forzada por haberme maltratado, logrando lavar sus culpas con mi aceptación.
tengo padres y mi único hermano se quita la vida. Mal que me pese asumirlo, Adrian era
adicto a las drogas y al alcohol.
─Mi padre también se suicidó cuando yo tenía 10 años. Ese día marcó un antes y un
─Propongo un brindis─ súbitamente, Ajax alzó la copa de vino blanco que había
pedido para ambos. Yo imité su movimiento─. ¡Por los seres que siempre querremos!
─¡Salud!─ culminé, teniendo ante mí una versión inimaginada del hombre de concreto,
y no porque hubiese bebido más de la cuenta, al contrario, era la primera copa que
lo mucho que su padre trabajaba, como habían logrado alzarse con el imperio de St.
mente.
─¡Vamos! No seas cobarde…¡Dilo! ─con un leve movimiento corrió su plato, cruzó los
─Es que ahora que lo pienso mejor, me avergüenza preguntarlo─ tímidamente, coloqué
la servilleta al lado de mi plato casi vacío. El filete de pescado al Roquefort estaba
fabuloso─. ¿Para qué querrías una habitación en tu propia oficina? ¿Tan lejos vives de tu
lugar de trabajo que necesitas con urgencia un Plan “B”? ─cierta ironía se desprendería de
mi voz─ curvó sus labios, perverso.
─Respondiendo de atrás hacia adelante: no vivo tan lejos, sólo a un par de calles de
SkyTower, pero no lo suficientemente cerca como para cuando necesito la cama para otros
menesteres que nada tienen que ver con dormir ─su sinceridad me provocó estupor.
Tosí por lo bajo. Tomé mi copa y bebí un sorbo del frío vino para aclarar mi garganta.
─¿Puedo ser yo quien te pregunte algo personal ahora? ─ me tomó por sorpresa.
─Sí, por supuesto ─ me preocupó imaginarme qué era aquello que querría saber.
El camarero llegó para salvarme, retirando los platos e invitándonos a elegir algún
postre de la carta. Ajax levantó una ceja, pero negué con sutileza.
─¿Café? ─preguntó a sabiendas de mi afirmación─. Dos cafés con crema extra─ cerró
Cogí mi clutch y caminé hacia la dirección indicada, con la cabeza que me daba vueltas
y mi corazón, latiendo desbocado.
17
En un comienzo, las cosas parecían complicarse porque habíamos perdido el año
escolar. Aun así, con mucho esfuerzo, conseguiría un tutor para Solange como para mí…
completamente en vano en el primer caso ya que Solange abandonaría el estudio, cosa que
Aprobando las asignaturas pendientes para terminar el año lectivo, me alisté para los
para ayudarme. Pero yo no quería no ganarme las cosas en buena ley, por lo que le ofrecí
─¡Vamos abuelo! No puede decirme que no es una excelente idea, estás buscando a
alguien que ayude en la tienda y ¡qué mejor que yo para echarte una mano! ─lo seguí por
toda la casa intentando convencerlo─. Lo haría por poco dinero…¡por favor!¡por favor!
¡por favor!
Scott tenía debilidad por mí, siempre lo sabría. Sentado en una de las viejas sillas de
madera torneada, lo abracé desde atrás tomándolo por el cuello en un gesto que lo animó
─Pero no recortaré tu salario y te tomarás los días necesarios cuando debas estudiar.
No quiero que pierdas horas de estudio, la Universidad a la que deseas ingresar no está
Yo estaba feliz…pero no lo suficiente, ya que Soli era un caso perdido. Ella retrocedía
Se levantaba pasadas las 12 de la mañana, perdía tiempo mirando TV, salía a caminar
sin rumbo fijo y volvía a altas horas de la noche sin decir qué había hecho durante el resto
del día.
Su actitud era preocupante, irascible la mayor parte del tiempo, cuando alguien
intentaba formularle alguna pregunta, cerraba la puerta del cuarto con violencia.
Los días pasaban rápidamente y la dinámica de Lucky Library era asombrosa, al igual
que la tierra acumulada en muchas de las estanterías. Ciertamente ese negocio había
quedado detenido en el tiempo.
La gente entraba frecuentemente, encontrando una sección destinada a los saldos con
libros económicos y viejas ediciones de revistas. Desde aquel día en el que ingresé por
primera vez a ese angosto escaparate a la edad de 8 años ,cuando papá todavía estaba vivo
Los dorados de los lomos se entremezclaban con el colorido de las revistas, generando
un círculo cromático perfecto. Para ese entonces, habíamos venido de vacaciones a
Vancouver, y con nosotros Francis. Mi amigo infaltable.
A ese lugar le faltaba modernizarse, ser un poco vanguardista, pero mi abuelo era lo
suficientemente terco como para dejar en manos de una niña de 17 años la innovación de
Library, opinaría con conocimiento de causa y sin temor a equivocarme. Pero para ese
entonces, jamás me imaginaría ser la dueña a menos de cumplir las tres décadas.
A poco de arribar a su casa por la tarde, con el sol poniéndose de fondo, comencé a
preparar la cena.
Scott se quedaría hasta más tarde en una reunión con la Sra. Martha Fisher, la
contadora personal y amiga de mi abuelo. Me reí sola, pensando en que era una buena
compañera.
Cocinar era otro de mis pasatiempos favoritos: mis brownies eran mi especialidad en
cuanto a dulce mientras que el pollo a la mostaza se destacaba entre mis preferencias
saladas.
Ese día estaba inspirada. Pero el sonar del teléfono me abstrajo de entre las recetas y las
sartenes. Sequé mis manos en el viejo delantal de mi abuela y levanté el auricular del
teléfono.
─¿Hola?
─¡Cuánto me alegro que estés tú del otro lado! ─la cálida voz de Francis me llenó el
alma e hizo que una lágrima rodara por mi rostro. Hacía más de 5 meses que nos habíamos
ido de Ottawa.
─Discúlpame por lo tonta que he sido, te juro…─mis palabras se ahogaban en mi
garganta antes de salir de ella─…he sido una completa egoísta.
─Shhh bonita….deja de lado las culpas. Mira, debo colgarte pronto, sólo deseaba
─No me queda cerca de ti. De todos modos, he avanzado lo suficiente como para
Esa declaración no hacía más que demostrarme lo mucho que Francis me amaba…pero
yo no le era correspondida.
Él había sido mi primer hombre, eso siempre lo llevaría conmigo, pero éramos jóvenes
e inexpertos, y la exploración sexual no era algo que tuviéramos muy en claro aún.
Sin embargo, cambiaría toda su vida por mí; yo sabía que no era un simple cambio de
distrito escolar, sino que habría una riña familiar bastante pesada de fondo. El matrimonio
Leroux era lo suficientemente absorbente como para admitir que su hijo se trasladara
tantos kilómetros por un capricho juvenil. Aún así, Francis se habría impuesto llenándome
de ternura.
─Si.
Debía reconocer que esa cena, imprevista y todo, sería un gran hallazgo, porque no sólo
había podido conocer a un Ajax informal y despreocupado, sino también una pincelada
humorística que rozaba lo sarcástico, arrancándome una carcajada bastante a menudo.
Eran pasadas las 11 de la noche, al día siguiente era jornada laborable y si bien yo
estaba de visita, Ajax debería ir a descansar. Sentí una punzada de dolor cuando nos
Ajax no había permitido que pagase mi parte de la cena, y ni siquiera dejó que le diese
me dirigí hacia mi lado del coche para abrir la puerta; él se apresuró poniéndose por
delante, impidiendo que lo hiciera por mis propios medios.
Fijamente, posó sus ojos color tormenta en los míos, desnudándome por completo y de
A él. Y ya.
─ Si no hago esto ahora mismo, me regañaré por el resto de mis días─ sus manos
acunaron mi rostro para depositar un suave beso en mis labios. Fue un toque íntimo,
breve, pero cargado de erotismo. Primero sería tibio, reconociendo mi textura, para luego
Aturdida, quité sus manos de mi rostro y las envolví con las mías dedicándole una de
─ Esto no está bien, ¿lo sabes? ─en lo profundo, yo sabía que si algo más sucedía esa
noche, sería producto de un momento de hervor y nada más y yo no era mujer de una sola
noche.
Con el orgullo devastado, nada tendría que ofrecerle en materia sexual a este hombre
atrás, mis relaciones amorosas se verían resumidas en un montón de nada. Mi cuerpo, era
Sin responder a mi frase, se preocupó por besar mi frente, abrir la puerta de mi lado e
invitarme a ingresar al coche. Acto seguido caminó por delante del automóvil para
ubicarse en su butaca.
más de la cuenta. Adrede. Quise hacer referencia a ese instante, pero preferí callar.
trompa del automóvil, abrió la puerta de mi lado e hizo una reverencia para permitirme
salida.
sobre mí─, debo agradecerte la cena, ha resultado muy agradable, más de lo que hubiese
─Tenía pensado visitar algunos sitios que me apunté como interesantes. De hecho el
─¡Desde mi oficina tienes una vista privilegiada! ─como niño, guiñó su ojo y posó otro
beso sobre mi mejilla─. Desde luego será un honor para mí poder mostrarte el museo y
otros edificios que tengas en tu lista de “imperdibles”. Me apetecería ser tu guía turístico.
─No por favor, tú estás muy ocupado visitando potenciales asesinas─ mi verborragia
─Eso hago en mis tiempos libres; cuando trabajo prefiero acompañar a hermosas
señoritas a visitar diferentes atractivos regionales.
Ambos sonreímos. Ese Ajax impenetrable no hacía más que seducirme con su carisma.
Y note ahí mismo que estaba en graves problemas si continuaba pensando de ese modo.
─¿A muchas señoritas les haces ese favor? ─mi incontinencia lingüística y yo. Parte
dos.
Caminábamos por una cornisa de la que yo tenía miedo caer al vacío y de la que no
saldría ilesa. Ajax era un hombre acostumbrado al coqueteo y a tener grupos de mujeres
Hice una mueca en señal de desaprobación, pero Ajax puso sus manos en gesto de rezo,
─Está bien…pero tendrás que decirle a Claire que me apunte en tu agenda. Las
empleadas de la primera planta no han sido muy amables conmigo hoy; me han tildado de
suertuda cuando aceptaste verme sin haber tenido cita previa contigo─ hice un puchero
inconsciente.
Puso gesto adusto y temblé por las secretarias modelos. Había hablado de más. Otra
vez.
─Ajax, debo entrar al hotel, hace un poco de frío y tú tienes que ir a trabajar mañana.
labios. Ese contacto breve bastó para ser la gota del veneno más potente del mundo.
─Sophie, aguarda…─ sujetó mi codo tras avanzar unos pasos hasta alcanzar mi línea─,
arquitecto y un pequeño papel, en el que anotó varios dígitos─. Si tienes pesadillas por la
─No creo que sea necesario, pero agradezco de todos modos la sesión de terapia que
me ofreces─ miré el papel─. Será hasta mañana.
adepto al coqueteo deliberado sino todo lo contrario. Desde nuestro compromiso, a mis 16
años, él siempre había deseado tener una familia e incluso, pensado en nombres de niños.
Sin embargo, a pesar de habernos tenido mucho cariño, yo nunca había logrado ir más
allá. Para aquel entonces ambos éramos muy jóvenes y el plan de maternidad, era un plan
muy a futuro. Con carreras universitarias en agenda, mucho trabajo y pocas ansias, no era
lo mejor.
Como así tampoco haber escogido el matrimonio a los 21 años de edad como escape a
18
Mi cabeza giraba en trompos como si hubiese bebido litros del peor tequila del mundo;
lo peor, era imaginar que sería parte de un conjuro perpetrado por esa pequeña mujer de
ojos hechiceros.
Simpática, locuaz pero medida, la sonrisa de Sophie iluminó cada rincón de mi rostro,
haciéndome sentir como si en el restaurante hubiésemos cenado sólo nosotros dos. Ella
lograría transportarme hacia un sitio de paz y relajación extrema gracias a sus carcajadas
durante toda la noche, sucumbiendo a sus ocurrencias y palabras dulces.
Porque Sophie era así, dulce como la miel. Un brebaje con futuro de adicción letal. Al
besarla de modo romántico y sensible, no hacía más que declararle la guerra a mi rudeza
característica.
Despertando emociones que creí ni siquiera tener, deseaba saberlo todo sobre ella,
saborearla, tomarla en mis brazos y no liberarla, pero no de una forma primitiva y
autoritaria, no, por el contrario, quería hacerle el amor. Recorrer su cuerpo sin apuros, con
la calma de la eternidad.
Inseguro, me preguntaba ¿hasta qué punto esa muchacha tan simple y tierna quisiera
involucrarse con un tipo inescrupulosos como yo que había ignorado a su hermano antes
de morir? ¿Un tipo que acallaba voluntades por un manojo de billetes; que cambiaba de
ninguna conclusión. Sólo sabía que intentaría disfrutar de ella el tiempo que pudiese. La
magia tenía fecha de vencimiento y deseaba sentirme vivo un par de horas más.
expuesto.
Alegué demencia al caer en la cuenta que la conocía desde hacía una semana.
descansar por un período de 6 horas de corrido, hasta que el reloj arrojó las 7 de la mañana
y los rayos de luz atravesaban la pesada tela de la cortina.
rasurarme para lucirme algo más jovial y menos formal, y de mi enorme y apelmazado
closet escogí un traje de dos piezas color gris plomo, una camisa blanca ─ una de mis
preferidas y habituales ─ y una corbata que descartaría alegremente.
─Buenos días querido… ¿te sientes bien? ─ su voz de sorpresa fue evidente. Volteé mis
ojos.
─Supongo que la chica Rutherford ha tenido algo que ver con ello, ¿verdad?
─¡Ajax, por Dios! ¿sabes que estás hablando con la mujer que organiza tus citas de los
viernes?
Ambos soltamos una carcajada a dúo, sin dudas, con Claire como ganadora de la
contienda verbal.
─Pero Ajax…─ se oía el pasar de las hojas─el sábado tienes la cena con el dueño de
Yard Hotels & Suites, el francés viejo y arrogante que deseaba construir una nueva sede de
su hotel en Colombia.
─ Esa cita está concertada hace más de 20 días, él viene especialmente desde Londres
para verte a tí─ apuntó, mientras esquivé un tonto carro aparcado en tercera fila. Resoplé
por la imprudencia del vehículo y por mi mala fortuna─. Es en el Canlis a las 20pm,
¿recuerdas?
pretendes que apunte mentalmente a este hombre? ─ admití avergonzado ─ .¿Sabes que
eres mi secretaria favorita, no?
─Ya hablaremos de eso en un rato ─ curvé mis labios─, de momento lo único que
deseo es que canceles todo lo previsto para hoy y mañana. ¡Ah! Y por favor, asegúrate que
─¿Hoy también la tendremos por aquí? ─ su pregunta se tiño de ironía, como era de
esperar.
─Ya, ya, Ajax, deja de inventar excusas. Tampoco debes pedirme permiso, eres un niño
grande. Ahora, apresúrate. Tienes mucho trabajo demorado y llamados por responder.
Inquieto, tamborileando los dedos sobre mi escritorio, aguardé por aquella mujer a la
que estaba ocupando mi cabeza más tiempo del previsto. Con una gran pila de papeles por
analizar, certificaciones de avances de obra por cotejar y algunos bocetos e nuevos
De pie en medio de la oficina, dibujé un profundo surco mientras definía qué hacer y
qué no.
un adolescente descarriado ante su primera experiencia sexual. ¿Acaso yo no era Ajax St.
mujer se le resistía?
botella con agua del bajo refrigerador de la pequeña cocinita que se encontraba a poco del
¿La usaría con Sophie en algún momento? Me senté en la cama, ancha y vestida con un
edredón negro con rayas delgadas color blanca.
Bebiendo, recordé las citas que en estos meses habría acabado allí: tres mujeres se
enredarían unos pocos minutos en esas sábanas. Las tres, durante la tarde. Sin
comprenderlo, una puntada molesta comprimió mi pecho alertándome: ¿qué era lo que me
causaba tanto temor: alejarme de mi vida sin horarios, libertina, sin ataduras o acercarme a
Saliendo al espacio de oficina, propiamente dicho cogí mi móvil. Cuatro veces busqué
el contacto de Sophie Rutherford, con la intención de telefonearla… ¿pero para qué?
Nuestra cita era a la 1 de la tarde, aún faltaba un poco.
deseado decirle lo que esta muchacha me había generado sin esperarlo. No obstante, si mi
Sonreí ante la triste paradoja: Dios parecía quitarme algo y luego compensarme con
otra persona. Sin embargo, desestimé la opción al recapacitar y pensar que ninguno de los
Mirando hacia el Union Lake, dialogué en silencio con Adrian. ¿Cómo sería Soli
Sophie habría evitado hablar del tema; sus ojos delatarían pesar y dolor.
Por otra parte, Sophie había estado casada…¡casada! Lo que significaba que conocía a
Más y más preguntas en torno a una muchacha de apariencia sencilla y vida chata. Una
vida que no hacía más que generarme intriga.
─ Sí, Le Yardelian. Quiso asegurarse que recuerdes la cita del sábado─ lo maldije. Si
no tuviera ese compromiso, mis planes serían otros─. ¿Alguna otra persona?
Por enésima vez consulté mi reloj. Por enésima vez, busqué el nombre de Sophie en el
Justo a tiempo, llegué al hotel en un taxi. El fuerte tráfico había jugado a mi favor,
permitiéndome tardar un poco más y llegar sobre la hora; no tan afable resultaría para mis
estadía de horas atrás allí. ¿O era cortesía? No podía juzgarlo, quizás sí se acrodaba de mí
y yo no de él.
─Buenos días, princesa mía─ fui extremadamente cordial, pero mi voz le había ganado
a mi cordura.
─Estaba saliendo.
─ Ok, me parece correcto que seas puntual y despreocúpate por el taxi. Estoy
Definitivamente la había tomado por sorpresa; mi pecho cantó hurras, por fin las cosas
Hojeando una revista de pesca, la dejé en su sitio para vislumbrar, por el rabillo del ojo
deseaba exponer mis cartas tan pronto. Sin embargo, al momento de zozobra le siguió uno
extraño, como si sus ojos se hubieran oscurecido de pronto.
─¡Qué ecológico de tu parte! ¡Es increíble que no te hayas perdido! Hombres como tú
suelen tener el tapizado del asiento tatuado en el trasero ─ cambiando el semblante,
agradecí que me diera una nueva oportunidad de ver su rostro fresco y ligeramente
maquillado. Era hermosa de cualquier modo. Pasé saliva, encomendándome a sus ojos
angelados.
─Uf, eso ha sido un golpe bajo, licenciada, pero le concedo el punto ─ aventajándola,
abrí la puerta permitiendo su salida─. En realidad he venido en taxi, para llegar más
rápido, pero mi idea es caminar… aunque tendría que haber imaginado que no era lo que
19
Sin haber quitado su perfume de mi mente, desperté a las 9. Bastante tarde para lo que
había planeado, pero bien valía la pena.
tanto que el EMP Museum, combinaba la modernidad de su arquitectura con los íconos de
Extendí los brazos desperezándome, cogí ropa cómoda y bajé a desayunar. Luego, me
vestí con algo un tanto más arreglado (no debía olvidar que me esperaba el dueño de St.
Thomas&Partners) ya que Ajax se había ofrecido a ser mi tutor de turismo.
Saboreé las medialunas junto con el vaso de leche, leí los matutinos locales y tomé
realidad americana, me dispuse a subir a mi habitación, poner en orden mis cosas (al día
siguiente, por la madrugada, volaría a Canadá nuevamente) y regresar a mi realidad:
números en rojo, boletas impagas, los talleres de lectura…o sea, la vorágine de siempre.
Algo desconcertada por el clima (actualmente más fresco que lo indicado con
anterioridad por los pronósticos meteorológicos, escogí mi atuendo entre pocas opciones
posibles.
Unos vaqueros oscuros ceñidos a mi trasero, de corte recto hasta mis tobillos en donde
se ensanchaban y una camisa blanca con unas finas rayas azules arremangada hasta medio
Las botas negras de caña baja con taco fino crearían una ilusión óptica, haciéndome
parece más alta, aunque al lado de Ajax, me sentía diminuta. Me maquillé tenuemente,
dando un aspecto natural: solo rímel y algo de laca labial. Mis ojos sumaban potencial con
Tomé mi bolso rumbo a la puerta de salida, cuando el móvil sonó y obtuve el primer
plano del nombre de Ajax en el visor. ¿Se habría arrepentido?¿Estaría por cancelar el
encuentro?
─Buenos días, princesa mía─ mi corazón se encogió. Su voz al decirme “princesa” era
habitación intentando a su vez que el móvil no cayera al piso, haciendo equilibrio con el
─ Ok, me parece correcto que seas puntual y despreocúpate por el taxi. Estoy
Debía reconocer, sin embargo, que el gesto de sobreprotección que tenía para conmigo
me generaba un cosquilleo especial. Las veces que alguien había querido ocuparse de mí,
tarde o temprano se iba de mi vida: Tyler, en Ohio terminaría lejos de toda la familia, Scott
nos había dejado hacia menos de un año en manos de la muerte y Francis…Francis tal vez
representaba el otro plato de la balanza.
Divertido por el hecho, sonrió de costado sin mirarme, hasta que con sus ojos color
─Hola, princesa─ se puso de pie, tomó mi manos y besó mis nudillos, evidenciando
de inmediato admitiendo que a medida que pasaban los minutos, él me atraía un poquito
más…
“Oh, oh”. Eso sólo significaba una cosa: era inadmisible dejarme seducir por los
era yo.
Maldije en silencio. No debía permitirme caer en sus redes pero mucho menos en el
sadismo de las mías; debía convencerme que Ajax tan sólo estaba siendo cortés, agradable
y también, interesado en que yo no le hiciera un juicio por calumnias. Tragué en seco,
dispuesta a borrar de mi cabeza los últimos dos minutos de conjeturas proponiéndome
disfrutar de la compañía de este hombre tan bello que la naturaleza ponía frente a mí.
─Has enmudecido de golpe ─su voz retumbó en mi mente volando de un plumazo mis
pensamientos.
─Eh…no…─ mentí.
─¡Qué ecológico de tu parte! ¡Es increíble que no te hayas perdido! Hombres como tú
suelen tener el tapizado del asiento tatuado en el trasero ─ me burlé agregando una risa
divertida.
─Uf, eso ha sido un golpe bajo, licenciada, pero le concedo el punto─abrió la puerta
del hotel permitiéndome salir en primer lugar ─. En realidad he venido en taxi, para llegar
más rápido, pero mi idea es caminar… aunque tendría que haber imaginado que no era lo
Las idas y vueltas de las provocaciones que se suscitaban entre nosotros eran
consciente que estábamos a milímetros de la línea de fuego. Ajax respondía a mis bromas
Por fortuna, en ese caso, no habría dicho: “no, no podré cargarte porque estás excedida
camaradería; en la acera, manteníamos cierta distancia entre nosotros sin invadir nuestro
Deshilvanando la escena del beso de la noche anterior, opté por fingir que no la
recordaba (¡aunque cómo hacerlo!) comprendiendo que tal vez era lo más sano para los
dos.
en una esquina, de amplios ventanales, con asientos confortables de cuero naranja que se
Tras mi recorrida visual, nos sentamos en una de las mesas que estaban arrimadas a la
pared, cercana a la puerta de ingreso.
─ ¿Te agrada el sitio? ─ preguntó.
─Oh si….es muy bonito, aunque un tanto extraño ─ asumí señalando los objetos
─Es cierto, pero aquí encontrarás verdadera comida americana─ respondió con el
Y no se equivocaría.
En ese mismo instante, me encontré entonces, con un hombre con aspecto de niño:
Ajax gesticulaba, sonreía, hacía mohines raros siendo suficiente para provocarnos reír
Sin chaqueta, recostada en el extremo de la banca en la que estaba sentado, Ajax lucía
animado, de buen talante, fresco y más jovial de sus 33 años reales. Envuelta en su mágico
carisma, lo miré embelesada por las dos horas que habían transcurrido allí dentro, sin
motivos que me llevaban a estar allí, sentada frente a Ajax St. Thomas. Yo ya había sido
engañada una vez, no me podía permitir tropezar con la misma piedra tan sólo por gusto.
Miré mi reloj.
─Desconozco los horarios del museo Ajax, ¿pero no crees que deberíamos
marcharnos?
Sí, lo sabía, había roto en mil pedazos el momento de regio monólogo que Ajax me
brindaba, pero debía escapar de allí antes que mi voluntad cediese y me arrojase en sus
brazos admitiendo que me estaba derritiendo con cada una de sus palabras.
─Tienes razón ─ bebió la última gota de la soda cola de su copa y pidió la cuenta.
ansiosa por llegar a sus destinos. La vorágine nos absorbía, pero a pocas cuadras, Ajax
Ese hombre estaba despertando cosas en mí de las cuales tuve miedo. Bajé mi mirada
dentro del vehículo, silenciando mis sentimientos e ignorando que realmente me estaba
afectando mucho la complicidad que lográbamos tener.
Sin dudas, pronto terminaría todo; mi regreso a Lucky Library era inminente y esta
¿O no?
Seattle, frente a un gran manto verde de césped y a la costa del Union Lake. Su vista era
maravillosa a pesar de la densa niebla que cubría, por sectores, aquella tarde.
las que pendía un avión ligero, ocupaban el centro de la escena, de la cual se desprendían
unas pasarelas por las que los visitantes caminaban observando las diferentes obras que
allí se exhibían.
Supe entonces que la vida naval del lugar era más que importante, ya que dentro de las
planeadores, botes e incluso un periscopio…por el que observé como si fuese una niña,
haciendo una eterna fila, entre numerosos pequeños que deseaban hacer lo mismo.
caricia visual. Cuando me incliné para observar por el periscopio, Ajax no pudo evitar
sacar su móvil del bolsillo de su pantalón y tomarme una foto sin flash. Sus ojos eran
─¡Oh mi Dios! ─ presioné mi pecho con la palma, abriendo mis enormes ojos verdes y
No sólo había decenas de ejemplares del mejor chocolate puestas en una deliciosa
Ajax permanecía absorto en sus pensamientos, excepto por alguna sonrisa que
intentaba contener con disimulo. Dispuestos a estacionarnos allí, tomamos asiento en unas
sillas en donde se llevaba a cabo la degustación conjuntamente con infografía alusiva y
datos históricos.
Tomé uno con rapidez, mordisqueé una parte y lo saboreé con exagerada sensualidad,
cosa que Ajax disfrutaría ver plenamente. Recorrí mis labios con la lengua transformando
una simple conducta en un hecho erótico cargado de intimidad, la cual bajaría las defensas
de Ajax, ennegreciendo sus ojos a la par de la dilatación de sus pupilas.
entreabrí mi boca a punto de decir algo, mis palabras se dispusieron a no salir. Ajax
acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja y posó sus labios de una forma sutil
Cerré los ojos en tanto que Ajax sostenía mi barbilla, dibujando una hilera de besos de
─Vamos fuera. Aún tengo algo para ti─ tomando mi mano con fuerza nos escabullimos
por entre las personas que recorrían el museo perdidas en las láminas que colgaban de las
paredes, y en los enormes objetos que completaban la exhibición.
20
Salimos torpemente, conmigo tomándolo del antebrazo y sonriendo nerviosamente.
embarcaciones.
─Supongo que la respuesta es sí. ¡Vamos! ─me arrastró hacia el lugar de embarque.
Popeye.
─¡Hola amigo! ¿Qué tal te encuentras? ─ palmeó la espalda de Ajax y al verme tras él,
el viejo hizo una reverencia muy antigua y un tanto exagerada, inclinándose sobre su
cintura. Muy gentil de su parte, de hecho─. Mucho gusto señorita.
─Aquí tienes las llaves Ajax y .recuerda: sólo unos 30 minutos. ¿Crees que te serán
suficientes? ─ el viejo realizó un guiño con cierta connotación sexual el cual lograría
Sin más, nos despedimos del hombre y nos dispusimos a entrar al pequeño navío, para
“Corsario” era una embarcación para unos pocos pasajeros, de pequeña talla aunque lo
suficientemente amplia para que Ajax y yo disfrutáramos del atardecer que pronto caería
Una punzada se apoderó de mi pecho al sólo pensar que la complicidad entre el viejo
Charlie y Ajax venía de antaño. ¿Acaso habría llevado a recorridos marítimos a muchas
de sus conquistas? Una oleada de celos estúpidos me congelaba la capacidad de
raciocinio.
─Luces pensativa ─él se despojó de su chaqueta, subió las mangas de la camisa hasta
sus codos y aflojó un botón más de su cuello, dejando parte de su pecho dorado en
─Intuyo que sabes manejar esta cosa, o ¿debo pensar que quieres matarme, deshacerte
─Si quisiera matarte no hubiera dejado que Charlie te conociese, ¿no lo crees? ─
malicia pura desprendían esos ojos que con la luz del sol se aclaraban.
─En todo caso, tendrías que asesinarlo a él también. Serían muchos cadáveres en una
─Es cierto, pero estimo mucho a Charlie como para eliminarlo…─ meneó su cabeza,
retirándome la mirada.
Me autoimpuse entonces, disfrutar de la magnífica caída del sol y del reflejo de los
Inmersa en ese juego de tonos amarillos y ocres, mezcla de cielo y agua, me abracé
para calentar un poco mi cuerpo, ya que la temperatura había comenzado a descender y el
viento soplaba con más intensidad por la velocidad que prontamente tomó el barco.
Como si Ajax leyera mi mente, viró tenuemente su cuello, se detuvo por un instante y
mantuvo su mirada sobre mí sin decir una palabra. El agua a nuestro alrededor nos
cielo se veía más azul y la nave debía estar de regreso en el puerto. Para entonces, Ajax se
aproximó con su andar sensual e intimidatorio, poniéndose frente a mí.
Sonreí dulcemente.
pies─. ¡Menos mal que yo soy el abuelo que necesita descanso! ─ Divertido, se vengó de
A las 12 de mañana siguiente tendría mi vuelo. Poco más de 12 horas me separaban del
se corrigió─, estabas mirando hacia tu interior ─entrecomilló con sus dedos acompañando
aquel gesto con una mueca irónica en su rostro─Claire me ha llamado para decirme que
mi ausentismo de hoy, ha tenido sus consecuencias.
─Existen ciertos detalles que debo definir ahora mismo y son para mañana a primera
dejarme engañar por un par de ojos hermosos─. Créeme que adoraría llevarte al
aeropuerto pero tengo una reunión muy importante…aunque…─aclaró su garganta y con
ambas manos echó su cabello, largo hasta sus hombros, hacia atrás─ desearía que
─Ajax, no puedo…
─No te preocupes por el dinero. Yo cubriría los gastos de hotel, de comida, todo lo
frente al negocio algunos días pero sólo a la espera que yo regrese. No puedo hacerle
esto─ elevé mis hombros, como niña inocente.
─Cena conmigo, ahora. Al menos no me sentiré tan culpable por no estar contigo
mañana.
Culpa. Una vez más esta maldita palabra se interponía entre ambos. La culpa, parecía
─Ajax, descuida, no es necesario que sigas siendo tan atento conmigo; si tu deseo es no
sentirte mal por cómo ha empezado todo esto, ya has cumplido con creces. Lo hecho,
hecho está. Yo no tengo rencores para contigo, tú tampoco conmigo, por lo que supongo
─He sido grosero y traté de resarcirme. Fue difícil asumir que me he equivocado, soy
muy obstinado, pero eso no significa que en estos dos días no haya encontrado en tí una
Él sentía que había estado a gusto conmigo, mientras que yo sentía unas bocanadas de
fuego en mi interior cada vez que me rozaba. Sus besos, sus caricias, todo complotaba en
mi contra.
pero mi voluntad flaqueó cuando tomó mi rostro entre sus grandes manos.
─Mmmm está bien─ resulté ser una mantequilla─, pero antes de medianoche quiero
estar en el Mediterranean.
Como dos niños corrimos (mis pies insultando) la explanada que separaba el
embarcadero de las oficinas de Ajax. Ingresamos a toda velocidad por una entrada de
jerárquico para entrar en un elevador secundario que nos guiaría a un estrecho corredor en
Una vez en la cabina, Ajax extendió las mangas de su camisa, ajustó sus botones,
─Si tenemos suerte, Claire no estará. Caso contrario, nos pedirá explicaciones.
sonrojé y reparé en que mi tono de voz había resultado ser un tanto agudo.
─No es por eso, princesa…es que…─se acercó peligrosamente hacia mí y descubrí que
precisamente allí empezaban todos los problemas: la proximidad. Estar a milímetros de él,
conseguía que mis rodillas tiemblen como gelatina─ Claire es muy persuasiva. Me volverá
loco toda la semana hasta que le cuente qué hicimos y qué no.
─No es muy difícil Ajax: comimos, estuvimos en el museo y viajamos en bote por un
tabique nasal y las hebras doradas de su cabello, rozaban mi cuello, haciéndole unas
suaves cosquillas.
Cuando las puertas se abrieron, salí eyectada del elevador con un ardor en todo mí ser,
Mi boca deseaba un beso profundo y salvaje desde temprano, sin embargo lo había
la cual se encontraba Claire con el tubo del teléfono en mano. Disimulé mi agitación por la
situación vivida.
frente al escritorio.
─Claire, te he dicho que cancelaras las citas de hoy, ¿por qué tanta alharaca? ─ fue
─Lo sé, pero también hay cosas para mañana que debes solucionar hoy cariño. Y ya
mismo.
embargo, quedaría de pie en la recepción con Claire resoplando por lo bajo y contando
para que los discutas con él este sábado. Michel desea hablar contigo mañana por la
noche, y no acepta un no como respuesta. Antes de viajar hasta aquí, quiere saber qué te
Ajax tomó unos planos y los miró cautamente. Enarcó una ceja. De pie en la puerta de
─¡Son una mierda! ─Disparó con una tranquilidad pasmosa. Su mal genio estaba de
mi casa, no me pagan por hacer horas extras─ la señora mayor se acercó a Ajax, le dio un
cálido beso y salió de la oficina para saludarme gentilmente a mi también─. ¿Te quedaras
aquí? ─ la mujer me tomó de las manos amigablemente. Las tenía muy frías.
─Sólo un rato. Creo que cenaremos aquí…─admití algo vergonzosa, con la voz
diluyéndose con el correr de las letras. Ella contuvo una sonrisita maliciosa.
─En la agenda encontrarás números de restaurants que entregan las órdenes a domicilio
─señaló su escritorio y un corto anaquel─. Llama cuando te apetezca─a mitad de
corredor, giró repentinamente para concluir─: y por cierto, buen viaje linda, tengo
entendido que te marchas mañana.
─ Si. Mañana temprano─ dejé mis palabras en el aire para cuando Ajax apareció en
─Si cariño….pero socializar con alguna de tus citas no está mal─ lanzó un beso al aire
─¿Qué ha querido decir con “alguna de tus citas”? ─ Cuestioné, curiosa, a sabiendas
─Es vergonzoso pero admito que es ella quien lleva mi agenda sentimental─ refunfuñó
─Soy muy malo con los nombres…y ella me ayuda para no hacer el ridículo.
─¿A todas les cuentas esto o es que estás en busca de una secretaria que suplante a
Claire cuando ya no trabaje más aquí? ─ dejé mi abrigo en un bajo sofá. O en esa oficina
hacía calor, o la conversación estaba subiendo la temperatura.
─No, licenciada. Jamás le permitiría tener acceso a esa información a nadie que no sea
obvié hacerlo. Después de todo, no estaba segura de querer estar al tanto de mayores
detalles.
¿Que querría? Tomando distancia de Ajax, me aparté en dirección a uno de los hermosos
ventanales de la torre. La ciudad estaba iluminada por las luces nocturnas, la vista era
─Por favor, ya hemos hablado de esto…¿qué necesitas? ─continué con un tono de voz
casi imperceptible, tapando mi boca de lado.
─Francis, mañana vuelo a Vancouver. Prometo comunicarme para definir los detalles
de mi próximo viaje. Hasta entonces necesito que dejes de llamarme.
─¡No me digas más cariño! ─ Lamentablemente, esa palabra me irritó tanto que al
─¿Deseas que ordene la cena? Claire me ha dicho donde están los números de envío─
─Sí, claro. Hoy escogerás tú qué comer ─ por fortuna, Ajax continuó inmerso en el
papel y su afán por redibujar sobre él. Sin más, fui en dirección al escritorio de su
secretaria.
─¿Tienes una preferencia en particular? ¿Alguna comida que te disguste? ─ grité desde
la puerta─. ¿Alergias o algo por el estilo?
El lugar de trabajo de Claire estaba precisamente ordenado. Sin embargo maldije que
todas las agendas eran del mismo color, formato y grosor. Fruncí mi ceño.
Tomé la primera de la fila, la que tuve más a mi alcance, abriendo las hojas a la mitad.
“Lucy von Kirsten, restauradora de cuadros, 24 años, St John E, rubia, ojos grises,
buena figura. Separada, padres divorciados, mascota: perro caniche llamado Puppet.
Conversación: 3, aspecto 8, inteligencia: 5, sexo: 8”
semejante descripción. Estaba frente a la famosa agenda de citas de Ajax. Deseé dejarla
donde estaba, pero la curiosidad fue más fuerte. Continué por un par de renglones más
aprovechando que Ajax estaba entretenido con otros menesteres. Por sobre mi hombro,
“Walquiria Kingston, 32 años, madre de Ian y Peter, ingeniera hidráulica, buenas tetas
Pasé unas hojas más, velozmente, sin poder dar crédito al material que tenía entre
manos.
─¡Supongo que no querrás de cena a alguna de estas muchachas! ─la voz de Ajax sonó
como un trueno a mis espaldas. Por un momento, pensé que se quebrarían los cristales,
─Y no conforme con ver que no era eso lo que buscabas, continuaste leyendo─me
reprendió y con justa razón. Sus ojos eran oscuros, su rostro, enojado.
ganaba la partida─. Aunque debo confesar que me extraña tu “clasificación” ─reí como
una tonta aunque me comían los nervios. Acaba de cometer una invasión absoluta a la
privacidad de Ajax y me estaba dando el lujo de seguir hablando del tema…¡lo mío era
Levantó la agenda del piso y la colocó en el escritorio. Cruzó los brazos y aguardó por
mi respuesta, la cual tardaría en llegar. Balbuceé. Como una tonta. Debía darle una buena
─Si pretendes saber cuál es la descripción que haría de ti…─su rostro se transfiguró e
Con cierta mezcla de decepción, alivio y desazón, golpeé su brazo, el cual era un
bloque de concreto.
─¡Y tú una chismosa! ─Tomó su estómago sumamente divertido ante las carcajadas
que no dejaba de emitir─. Ten, aquí está la agenda de los restaurantes y por favor, no te
equivoques otra vez─ guiñando su ojo, entregó otra agenda para cuando mi corazón hizo
crack y se quebró.
21
Tras pasar varios números me dije: ¡debo comer hamburguesas en el país de las
hamburguesas!
Llamé entonces al “Blue Moon Burguers” ubicado a pocas calles del SkyTower, el cual
tenía entrega domiciliaria y unas opciones apetitosas.
─Genial ─ asintió Ajax sin despegar los ojos del papel enajenadamente dibujado.
Tomé asiento frente a él intentando comprender aquello que observaba talo sometía a
trazos gruesos, flechas y algunos diseños paralelos. Meneaba su cabeza, realizaba breves
─¿Está tan mal? ─ mi pregunta era inocente, no por eso poco amable.
─Horrible es poco, este tipo no tiene idea de diseño, parece hecho por un novato…Pero
lo que más me preocupa es que será difícil persuadirlo de que esto no es viable.
─Verás, hace mucho tiempo que pretendo tenerlo de cliente. Es dueño de varios hoteles
sobre todo en Europa. Viene especialmente desde Londres a negociar conmigo, cuestión
que me halaga, pero no deja de ser un gran desafío.
─Ajax, estarás a la altura, despreocúpate por ello. El tipo verá que eres bueno en tu
trabajo y se convencerá que no hay otro que puedo hacerlo mejor─ dije como si no lo
pesadamente.
─Eres especial Sophie, sueles sacar lo mejor de las cosas malas y siempre tienes una
─No siempre soy así, no te confundas Ajax─ tomé el lápiz y jugueteé con él dibujando
cosas en el extremo de una hoja en blanco que encontré entre la maraña de planos─. La
vida me ha lastimado lo suficiente como para creer que no todo es tan malo como parece.
amas, el dolor de sentirte traicionada por quien menos lo esperas ─se me hizo un nudo en
la garganta──. También, convivir con el dolor de no ser confiable para algunos… ─ elevé
mí.
─¿Te han lastimado mucho? ─ Unas lágrimas cayeron sobre mis mejillas, miré fijo a
mis pies encontrando a su dulce mano a mitad de camino levantando mi mentón para
recoger cada gota con suavidad─. No puedo creer que haya gente que te maltrate princesa,
me has demostrado que eres un sol.
Inclinándose hacia mí, colocó mi cabeza en su pecho. Me abrazó para que pudiera
llorar y por un momento creí haber tocado el cielo con las manos. Su tórax era fuerte,
amplio y su corazón latía con fuerza. Sentí el calor de la compañía en cada fibra de mi
cuerpo.
Era la cena.
─Darte dinero para la cena─ sujeté un puñado de billetes pero no tuve respuesta, para
Con él fuera, examiné su pequeña cocina y encontré unos pequeños manteles de cuero
negro, con la leyenda “St. Thomas&Partners” grabadas en ellos, en color rojo. Tomé unas
copas, unas servilletas de tela y un vino que había sin empezar en el bajo refrigerador.
Lavé mis manos y para cuando giré, Ajax ya estaba con sendas bolsas de papel en sus
manos.
─¡Qué forma tan elegante de comer hamburguesas! ─Acomodó los paquetes y se ubicó
en la mesa servida.
─Sería un pecado irme de aquí sin probar las hamburguesas, ¡lucen muy bien!
─Olfateé sobre las porciones y agité mis manos como una niña pequeña.
─Espero te agraden, me he pasado todo el día cocinando para tí ─sonriendo, destapó el
vino, sirvió mi copa y propuso un brindis.
─Por tus ojos color tormenta ─ choqué su copa y bebimos sin dejar de mirarnos.
Si hubiera apostado a que las siguientes dos horas estaría con su agenda de citas en la
mano, recostada en su amplio sofá negro, con los pies extendidos sin botas sobre la
Bebí más vino (muy mala idea ya que mi índice de alcohol en sangre era catastrófico) y
─Las mujeres maduras suelen tener ciertos encantos que una jovencita no.
─¿Como las tetas caídas? ─el color carmesí inundó mis mejillas sin impedir que
─No, Sophie─ Ajax posó la copa con desdén sobre la mesa alta en la que habíamos
cenado, para sentarse en el sillón, a mi lado y explicar con tranquilidad─, después de los
40 las mujeres se desinhiben. La mayoría de ellas ha atravesado la edad de la maternidad y
se encuentran aburridas por ser esclavas de matrimonios con más de 15 años, en los que su
marido no las satisface. Están ávidas de otras sensaciones, tienen ciertos trucos adquiridos
“No, yo no sabía nada de técnicas desarrolladas ni truquitos sexuales”.
Volví a reír groseramente, volcando mi cabeza hacia atrás. La bebida estaba haciendo
estragos, pero si bien estaba un poco mareada y más atrevida, nunca hasta el punto de
─¿Deseas casarte? ─al instante noté que el filtro “cerebro/boca/cuerdas vocales” estaba
con ciertos problemas de conexión y quise retractarme, pero ya era demasiado tarde.
─¿Por qué?
─Disiento contigo─ bebí un poco más ─; no creo que signifique atarse, sino más bien
es estar acompañado. El matrimonio es un compromiso desinteresado, en el que siempre
importa el otro por sobre uno mismo. Amas sin esperar nada a cambio, te preocupas sin
temor a ocupar al otro. Es entregarse sin condiciones, es mirarse y saber qué pasa por la
mente del otro….es amarse. Simple como eso─ soné realmente cursi.
─¿Has estado casada? ─ habíamos llegado a la cornisa. Pero no podía escapar. Era caer
o seguir adelante.
─Sí, es por eso que lo digo. Yo no he amado a mi esposo y eso me convierte en una
egoísta.
─¿Y por qué te has casado, entonces? No pregonas lo que dices, no clasificas para el
caso, licenciada.
─Éramos jóvenes, yo tenía muchos problemas y creí que teniéndolo a mi lado, la carga
allá de todo lo que nos ha sucedido como pareja, hemos crecido juntos.
─Aún te ama.
─Sophie, ese hombre te ama; si aun después de dos años sigue llamándote
frecuentemente y diciéndote cariño, es porque algo siente por tí. ¿No lo ves?
─¿Y tú qué deseas? ─ me desnudaba con esa pregunta. No estaba preparada para
responder.
─¿Perdón?
─Es simple. ¿Qué es lo que tú deseas con él? ─la cabeza me giró buscando respuestas.
Francis me acorralaba día tras día con esa pregunta, y la podía sortear, pero ahora Ajax,
─Debo irme Ajax, son más de las 12─dije suavemente cogiendo mis cosas,
El reflejo de un rayo parpadeó en la oficina tenuemente iluminada por las escasas luces
─¿Piensas irte así?¿Descalza? ─ la mirada traviesa de Ajax me seguía por todos lados.
Saqué mi lengua aceptando que él me había pillado distraída y sin perder tiempo, me
dirigí hacia el sillón contiguo a uno de los ventanales de la torre en donde descansaban
Yo estaba demasiado confusa, alterada y caliente como para digerir el peso de sus
Con fuerza jaló de mi chaqueta, arrojándola por sobre su hombro, y con destreza, pero
con suavidad, abrió uno a uno los botones de mi camisa, sin dejar de besar mi quijada.
El frío tacto de sus dedos por delante y del vidrio por detrás, sacudía mi mente con
Pero algo dentro mío sentenciaba que no podía hacer esto porque si traspasábamos este
límite, ya no habría tiempo de volver atrás….yo me convertiría en una conquista más para
él, mientras que Ajax para mí, sería el filoso puñal que atravesaría mi corazón,
desgarrándolo para siempre.
Con el mismo impulso que había provocado esta situación, lo aparté antes que
desabotonara por completo mi blusa. Con los ojos más tormentosos que nunca, no logró
comprender mi reacción. Yo tampoco, pero debía hacerlo para preservarme.
─Ajax─ su nombre salió agitado desde mi pecho─, mañana me iré de aquí, Vancouver
no es tu lugar y este no es el sitio para mí, no volveremos a vernos….y…no es esto lo que
─¿Y qué es lo que quieres? ─dio otro beso a mi cuello haciéndome estremecer. Mi piel
excitada pedía por más.
─Nada de lo que tú deseas, y no es justo para ninguno de los dos─logré zafarme de sus
brazos con dificultad, abroché mi camisa torpemente, tomé mis cosas y escapé como rata.
Troté por el corredor, presioné el botón del elevador y rogué porque llegara antes que
Ajax para escapar sin cargos de conciencia. Para cuando arribé a la primera planta, la
gente de seguridad se sorprendió al ver que aún había alguien en las instalaciones del
edificio.
lluvioso y oscuro, salí del SkyTower , empapándome por completo un minuto más tarde.
Caminé encorvada un par de metros hasta que las luces de un taxi iluminaron mi
bolso. No quería sus llamadas, sus palabras, ni nada que siguiera seduciéndome.
Debía olvidarlo.
22
El desconcierto se apoderó de mi cuerpo por unos angustiantes momentos; una
Sophie se había escapado alegando que no quería lo mismo que yo…pero acaso, ¿yo
qué era lo que quería?
La lluvia caía desesperadamente sobre la ciudad, el azul metálico del cielo se mezclaba
con los fogonazos de la madre naturaleza bramando por tormenta. Cuando mis piernas
cobraron fuerza y mi cabeza algo de razón, busqué mi teléfono y presioné su contacto.
“¿Qué hago?”
Le había casi suplicado que se quedara y bien sabía que ella no podía ya que era
ponerla entre la espada y la pared y que su vida era esa tienda de mala muerte pero de gran
valor sentimental.
No podía ser tan egoísta; Lucky Library era como St. Thomas&Partners para mí,
entonces, ¿por qué me sentía rechazado? ¿Por qué no podía tolerar que regresara a su día a
“Tarde, idiota”.
Vulnerado, desorientado, me mantuve de pie junto a amplio ventanal, testigo del atraco,
apoyándome contra el marco de acero. Aún sin disolverse, el calor de Sophie permanecía
Apreté mi puño y me contuve de estallar el vidrio en mil pedazos. Juré que rompería el
blindado si me lo proponía. No pasaba aire por mi garganta y mis ojos ardían por su
Ella huía argumentando saber de qué iban mis sentimientos, con una seguridad
Observé la botella de vino a mitad de camino y me serví lo que quedaba en una copa.
Recostado en el sofá, aún con el calor del cuerpo de Sophie en él, cogí la agenda
abierta.
Frío y sabía áspero, como el resabio de sabor que le quedaba a mi boca tras el escape
“Tamara Burkova─ 30 años, entrenadora personal, soltera, vive con una amiga en un
piso en Madison St y 8th av. Acento interesante. Conversación: 4, aspecto 9, inteligencia:
7, sexo 9”.
lidiar con la frivolidad de la vida que había elegido para mí, ¿por qué esta vez era distinto?
un acordeón y con la boca pastosa. Los vestigios del día anterior arrojaban la botella vacía,
las copas en el piso y la sedosidad del cabello de Sophie impregnada en mis huellas
digitales.
Con una molesta jaqueca y los rayos del sol impactando en mis ojos, agradecí tener un
tocador digno para darme una ducha y despojarme de los estúpidos pensamientos que me
habían agobiado durante buena parte de la madrugada con el mero objetivo de poder
concentrarme en las numerosas reuniones del día y la llamada del insistente Le Yardelian.
aún, al notar el desorden en mi oficina ─.¿Has pasado la noche aquí? ─ señaló la botella
vacía sobre la otomana, y las copas sin lavar.
─ Oh querido, los detalles son innecesarios─ exageró el gesto─, sin embargo, a juzgar
por tu voz la decisión de no hacerlo no ha sido de mutuo acuerdo─ enarcó una ceja,
fastidiándome.
─Preferiría no hablar de tema.
─¿Estás seguro? Lacan solía decir que lo no dicho, enferma ─ Claire tomó asiento sin
permiso y me cogió las manos a pesar de mi resistencia─ .Esta muchacha parece ser
especial Ajax, supongo que lo has notado, pero no soy yo quien debe darse cuenta de ello.
─¿Y que ha dicho? Supongo que habrá caído como algo de muy mal gusto.
machista.
indefenso.
─ Mira, yo soy muchos más vieja que ustedes dos y lo único que tengo para decirte es
que si ella está realmente interesada en ti, pronto volverás a tener noticias suyas. A veces
la han pasado genial compartiendo el rato, pero eso tampoco significa que estén
enamorados. Necesitas tener la mente fría, no seas como Adrian que creía enamorarse a
primera vista…
─ Creía porque existe. Y sólo el tiempo será el encargado de decirte si esta muchacha
aumentar tu mal genio con suposiciones ─ ella rió maternalmente. Pellizcó mi mejilla
como lo hacía desde mis 8 años, besó mis manos y mi frente para ponerse de pie─. Ajax,
debo dar fin a la sesión de terapia. El teléfono está sonando.
─Por supuesto, sé constatar unos simples movimientos bancarios. No sé por qué te has
empeñado en darle ese dinero. La demanda no ha llegado a instancia judicial, ambos
desistieron denunciarse…
─ ¡No puedo creer su orgullo! ─ girando en mi silla, llevé mis manos a la cabeza. Esa
muchacha era obstinada, terca y…y muy bella.
─No sé a quién me recuerda… ─la ironía se escabulló por entre los labios de Robert.
─No quiere mi ayuda… ─ bajé la vista, con extraño pesar. ¿Acaso dándole dinero
pensaba que ella volvería a mí, agradecida y dispuesta a un par de cenas más?
─Ajax, tienes dos opciones: si la chica te interesa, no tienes más que volar y decirle qué
te sucede con ella. Si por el contrario, poco te importa, dejarás que el tiempo fluya y listo.
El ataque espiritual de Robert me dejó sin habla. Al menos hasta que estudié una
─Estas muy cursi, Robbie, prefiero terminar con esta charla tan sentimental.
─¡Y aquí vamos! No quieres hablar del tema porque sabes que estoy en lo cierto─ mi
amigo se puso de pie, acomodó su silla y tomó su maletín.
Necesitaba boxear, dar unos cuantos azotes a la bolsa con el único fin de desahogar este
impotencia. Ya no bastaba sufrir por la pérdida de Adrian sino que ahora, la ausencia de
Ciego, incapaz de ver si sólo la deseaba para una aventura o para algo más, lo cual
tampoco sabía qué era, continué haciendo de mis puños la descarga de dolor.
Ingresando al cuarto de baño, éste era negro y gris metálico. Muy varonil, duro y
masculino como yo, poseía una antesala con dos lavabos de vidrio trasparentes apoyados
sobre una encimera de granito negro mientras que por detrás, el sector destinado a la
ducha y el retrete.
Los pisos eran de un negro profundo y las cerámicas en las paredes eran gris plomo y
blanco, formando una trama horizontal muy interesante.
El agua fría, casi helada, golpeaba mi torso caliente, generando más vapor, empañando
la mampara de vidrio de la ducha, deseando que mis dudas tomasen el mismo camino.
La pequeña Sophie había logrado mover mi estructura, como un sismo, tan sólo en un
par de días y horas compartidas, ella me había devuelto una sonrisa poco conocida,
Recordando los planos y bosquejos que había analizado el día anterior, las ideas del
magnate hotelero eran desastrosas, sin diseño y con poco criterio arquitectónico.
Mi tarea radicaba en ser cauteloso y desechar de plano esas ideas para hacer de mi
nueva propuesta, algo que satisfaga las necesidades del cliente sin caer en lugares
comunes.
Había permanecido todo el viernes diseñando, aprovechando las cataratas de ideas que
fluían de mi cabeza, tras el encuentro del día anterior con Sophie. No había necesitado
ponerme de pie y contemplar Seattle desde las alturas para inspirarme porque con sólo
recordar su cabello alborotado por el viento, esos labios brillosos moviéndose mientras
comía un bombón de chocolate, la comisura de su boca manchada, bastaría.
Impecablemente vestido, trataría cara a cara con mi cliente, tal como mi padre solía
hacer. Cogí entonces una carpeta con nuevos bocetos, esquemas tridimensionales y un
presupuesto aproximado. Una buena presentación hacía la diferencia en estos casos.
Le Yardelian estaba obsesionado en que nuestra empresa se alzara con el proyecto así
tanto como yo quería obtener esta oportunidad inimaginada.
El tráfico era fluido, más de lo que solía ser a esas horas sobre Queen Anne Av. Y al
pasar por el Mediterranean Inn y voltear hacia la butaca del acompañante, los recuerdos
de horas atrás me avasallaron inconscientemente. Enterrando ese sentimiento de “no─
saber- qué- mierda-siento” en 20 minutos me encontré en el restaurant esperando por el
“señor millones”.
Canlis estaba próximo a la 6th avenida y Aurora Ave N. y poseía una amplia y
privilegiada vista hacia el Union Lake, aquel sitio donde navegué a Corsario, con Sophie
como parte de mi tripulación.
Ladeando la cabeza, inspiré profundo y pasé el dedo aflojando mi corbata; debía lucir
profesional y sin fisuras. No conocía personalmente al empresario francés aunque las
dispuse a que esta sea la excepción, a pedido exclusivo del dueño del imperio hotelero.
El camarero había reservado una mesa apartada del resto, en planta baja, con la
La ubicación era inmejorable: en una esquina, con vistas abiertas del lago en todo su
esplendor. Las luces exteriores se reflejaban dibujando pinceladas de colores surcando el
azul profundo del lago. La madera se entremezclaba con los amplios paños de vidrio y los
pilares de ladrillo a la vista, siendo a panorámica del margen costero simplemente,
impresionante.
Con las manos entrecruzadas, los codos en la mesa y la vista perdida en el horizonte,
las afueras de Londres, la cual, años más tarde y bajo su gestión, sería convertida en un
hostal de alta gama para jóvenes estudiantes. El negocio prosperaría a pasos agigantados,
familia.
invitado.
─¡Este lugar es exquisito! ─dijo el francés mientras el joven camarero se acercó con las
─Dos filetes y el mejor Sauvignon Blanc de su bodega, por favor ─ afirmé con un
agradecimiento.
─Michel, deseaba disculparme con usted. He tenido ciertos problemas personales que
han pospuesto esta reunión.
manera gentil.
─Gracias, ha sido una gran pérdida─ no entré en escabrosos detalles─ ,sin embargo,
aquí estamos, dispuestos a que St. Thomas&Partners continúe adelante con el proyecto.
─¡Por el gran éxito que tendremos!─ chocamos las copas y bebimos un sorbo, con el
sabor del triunfo bajando por mi garganta.
que había recibido era insulso─ , y debo decirle, para serle sincero, que este me parece un
proyecto poco funcional, para nada atrevido y hecho por un principiante.
─Yo sé exactamente lo que su cadena necesita. Hemos investigado el estilo de sus otros
hoteles y pudimos ver que no tienen… cómo decirle… ─ me rasqué la barbilla buscando
la palabra precisa ─ , ese efecto que los hace diferente del resto de las cadenas. Y si
aliviar el tono y resultar sarcástico de manera elegante ─ pues debe comenzar por tener
El delgado hombre miraba con atención, incluso, sin registrar que el camarero ya nos
Por más dos horas, intercambié bocados de comida con líneas, cartulinas con
─Ajax, ha sido una grata sorpresa reunirme con usted y la espera ha valido la
pena….estoy expectante por ver los diseños finales y el presupuesto final. Debemos
establecer un buen producto a un buen precio, esto no deja de ser un negocio en el que
todos debemos ganar, St. Thomas. Asimismo, no quiero dejar pasar mucho más tiempo, la
promesa del nuevo hotel en Colombia es inminente. Hemos adquirido el lote y tenerlo sin
aprovechamiento alguno, es una gran pérdida de tiempo y dinero que no puedo darme el
lujo de tener. Mi hijo Paul está a cargo del departamento de arquitectura de la empresa, y
no me será fácil decirle que deberán coordinar con ustedes los detalles finales.
─Por supuesto, esta misma semana trabajaré con mi equipo en ello y cuando tengamos
todo lo suficientemente definido, si así lo desea, podemos volver a concretar una
reunión…
acomodó algo nervioso en su silla y disparó─ : quiero que el proyecto preliminar esté listo
para ser presentado en mi oficina de Londres en tres semanas. Cuatro como máximo.
Sin siquiera tener tiempo para procesar su oferta, Le Yardelian abrió su chaqueta, tomó
su elegante pluma plateada y la chequera del bolsillo interno y puso todo sobre la mesa ya
despejada de platos.
─Por favor Michel, no es cuestión de dinero pero usted comprenderá que este apuro
Tragué con dificultad, esta alianza implicaría trabajar muchas horas, más de lo habitual,
incluso, quizás hasta sería necesario contratar personal temporario para ayudarnos.
hotelera, algo de lo que St. Thomas carecía y con ello, la posibilidad latente de abrir el
─Michel─ elevé mi copa, con el reciebte balance laboral en mi mente─ brindemos por
─Perfecto, St. Thomas─ sostuvo su mirada en mí─: pues en 20 días, nos veremos las
23
Eran pasadas las 2 de la tarde y por fin estaba en casa. Tras un vuelo demorado por
problemas de niebla y algún que otro chubasco, llegué a Vancouver, tomé un taxi y sin
pasar por Lucky Library (como me había dispuesto en principio) caí desplomada sobre mi
nueva cama.
Mis ojos permanecían hinchados del intenso llanto que me había envuelto por la noche
y parte del día. Había pasado más tiempo llorando que durmiendo. Giré, hasta quedar de
espaldas mirando fijamente el ventilador que se destacaba del blanco techo de yeso. Todo
había empezado con una gran confusión y terminado de igual manera.
Durante ese puñado de días en Seattle descubrí el lado sensible de un hombre frío y
calculador, de un profesional intachable y recto que se había mostrado humano, dulce y
Lo cierto es que me había marchado hacia SkyTower con la frente bien alta, con aire
Resoplando como una niña caprichosa y ofuscada, borré su número de contacto. Era
inútil mantener su móvil si deseaba olvidarlo, tomando aquel gesto como el primer paso
la camisa, los vaqueros. Los coloqué en la lavadora como si eso fuera suficiente para
despojarlos del aroma de su cuerpo apretado contra el mío y el contacto de sus dedos en
Debería aniquilar mis recuerdos pero, ¿por qué ahora presentía que me costaría
Con la última gota de fuerza que se acopiaba en mi interior, preparé la tina. Esa enorme
pieza de losa antigua con patas de bronce torneadas similares a los de un león, sería mi
alrededor, lleve mi I-Pod y puse play a mi lista de melodías. Coloqué una toalla sobre el
enfrentar una nueva etapa. Había logrado conciliar el sueño después de varias vueltas en la
cama para ganar finalmente la batalla al cansancio.
Con un té soso en el estómago, me vestí con la ropa que siempre utilizaba para ir a la
tienda: pantalón caqui y camisa celeste.
“¡Qué aburrido!”, pero poco me importó. Iba acorde a mi vida y podría lidiar con ello
fácilmente.
Siendo las 9 llegué a destino; faltaba una hora para que Lucky Library abriese sus
puertas al público y además un poco de tiempo extra no me vendría mal para echar un
estudio de Ajax, hallé lo mismo de siempre: cuentas por pagar en breve, algunos volantes
de promoción de libros infantiles (cosa que me interesó si deseaba incorporar nuevas
agradecí.
─Ja- ja─ separé en silabas ─.¿Qué tienes para decirme hoy? ¡No termino de colocar un
─¡¿He ganado la lotería sin haber jugado?!─ pregunté exaltada, descreyendo que podía
existir alguna buena noticia.
─Se podría decir que algo así ha pasado…excepto que tengas una explicación más
─Pues debe de ser un error, ¡es imposible! Yo no lo he hecho, no hay dudas en eso ─
debatiéndome a duelo con mi memoria, aseguré.
Mi estómago se retorció, la bilis subió a mi garganta y quise gritar de furia si acaso esa
¿Qué demonios quería conseguir con ese dinero? Invitarme a cenar y a pasear en bote
no le daba derecho a pensar que podía pagarme como si fuese una ramera. Esa actitud me
─Disculpa Ross, debo colgar. Pronto averiguaré por qué apareció ese dinero y te
Maldije por no tener su número: horas atrás me engañé creyendo ser valiente pensando
que por ignorar su contacto de mi teléfono todos mis problemas y sentimientos hacia él
Scott me había ametrallado literalmente con las palabras “estás loca”, pero ni así me
convencería de aceptar esa suma de dinero.
─Buenos días, Robert…, perdón Dr. Smithson ─ aclaré mi garganta ─ , habla Sophie
─¡Qué grata sorpresa Sophie! Pero por favor, llámame Robert, me haces sentir mayor
─ compuso cómicamente ─. ¡Cómo no recordarte!
─ Ya hemos arreglado nuestras diferencias, lo que supone el fin del problema. ¿Por qué
darme dinero?¿Qué pretende comprar con ello? ─ deseaba que mi voz sonara firme.
qué ha decidido hacerlo. Me ha explicado tan sólo que como tu negocio no pasa una buena
─Ajax toma decisiones sin consultar a nadie. Buscó asesorarse por cuestiones legales
en cuanto a la donación y listo. Quiso dártelo, de buena fe. No trates de buscar ningún
fantasma.
“¿Por qué los hombres sintetizan todo creyendo que siempre pensamos más de lo que
corresponde?”
─Puedes arrojarlo al mar si lo deseas, Sophie. Pero estáte segura que habrá
consecuencias. Y no muy gratas.
─De acuerdo, gracias Robbie, ha sido un placer hacer negocios contigo ─ ironicé
furiosa, obviamente.
Tras una ceremonia sumamente íntima con mi hermano bendiciendo los anillos, Francis
poco católico.
Los días habían estado magníficos, el sol había bronceado mi piel blanquecina dándole
un tinte dorado que hacia resaltar mis ojos claros. Francis se mostraba cariñoso, amable
como siempre, pero algo en mí continuaba abrumándome, gritándome por las noches que
él no era el indicado llevándome a la tortura de pensar en qué cómo era posible tener un
esposo con las cualidades de Francis y no sentir la completa felicidad junto a él.
El sexo inclusive era bueno, tradicional y previsible, pero ambos nos sentíamos a gusto
con ello, presuponiendo que eso era un paso importante. Con él estaba a salvo, segura y
protegida.
Licenciatura) el tema de formar nuestra familia era algo recurrente en él, mientras que
para mí, solo era un tópico molesto.
Adoraba a los niños…pero que Francis fuera el padre (seguramente un padre
encantador y presente) no estaba en mis planes en lo inmediato. Éramos jóvenes y aún
planificar nuestro futuro de manera ordenada y programada mientras que yo prefería que
el tiempo decantase ciertas cosas. A veces, su obstinación me perturbaba, pero Francis era
Éramos la típica pareja incapaz de levantarse la voz delante de otros, nos movíamos en
bloque a cualquier reunión y evento y siempre nos brindábamos gestos cariñosos, como
una tímida sonrisa o un beso en la frente. Él solía tomarme de la mano pero no de forma
Francis había tomado un trabajo de jornada completa en el Hospital de St. Paul como
médico de urgencias, aunque su verdadero afán de progreso lo llevaría a buscar nuevos
rumbos. Era listo, responsable y muy buen profesional, por lo que no tardarían en llegarle
nuevas propuestas como especialista en psicología. Numerosas clínicas privadas requerían
Nuestra vida era ideal, monótona y sencilla. Excepto por esa tarde en que todo
cambiaría.
Tras un día difícil en Lucky Library (unos malvivientes habían entrado a punta de
pistola amenazando a Scott, pero por fortuna sin hacerle daño) yo llegaría muy tensa a
Nuestra casa era bella y acogedora; distribuida en una planta y media, la habitación
estaba suspendida en el entrepiso, balconeando hacia el espacio común de visitas; la
cocina era más estrecha de lo yo que hubiese deseado, pero el vecindario era tranquilo y la
renta no tan alta. Parte de su encanto residía en el muro de la sala principal la cual exhibía
toda su superficie de ladrillo sin estuco, dándole un aspecto rústico que le imprimía
A poco de las 5 de la tarde, abrí la puerta como siempre, pero con una extraña
gustaba a Francis, los cojines apilados unos sobre otros y una botella con algo de líquido
vertida en el piso. ¿Otro intento de robo?¡No lo podía resistir!
Mi esposo no estaba en casa, eso era claro, ya que el orden era una de sus prioridades.
Sigilosamente, cogí un cuchillo del cajón de la cocina y como en las películas de terror,
que siempre me había negado a mirar, subí lentamente por los escalones flotantes,
lágrimas temerosas se agolpaban en mis ojos a punto de salir. Faltando un par de peldaños
para llegar al piso de mi cuarto noté que nuestra cama estaba deshecha. Un manto de rara
tranquilidad aquietó a mi pecho cuando el suave ruido de la ducha desde el cuarto de baño
daba cuenta de una presencia, que de seguro no sería un ladrón.
Acercándome con algo de lentitud corrí las sábanas, hallando finalmente los pantalones
y los calzones azules de Francis enredados en ellas.
Bajé la guardia dejando el utensilio de cocina en la mesa de noche, no había nada más
por lo qué temer. Pícara, me quité las botas con una sonrisa tonta en el rostro; con suerte
podía darle una sorpresa y lograr un poco de la intimidad perdida (muchas) semanas atrás.
blusa al caminar.
vez.
Sin dar crédito a lo que tenía frente a mis ojos, llevé ambas manos a mi boca.
─Qué… ¿Qué es esto? ─un grito histérico se ahogó en mi garganta y las lágrimas
Para entonces, Soli rápidamente se cubrió con uno de los toallones que descansaba
sobre la tarima de la bañera saliendo velozmente del cuarto en tanto que Francis intentaba
detenerme, aun desnudo.
poco me importaban. Acababa de ser víctima de la traición de las dos personas más
importantes en mi vida.
Y Solange…yo daría cualquier cosa por su felicidad, la protegía como una niña
indefensa, estaba tras ella siempre que me necesitaba, era su amiga y confidente, ¿por qué
con ternura como lo hacía frecuentemente cuando deseaba que yo me calme. Sin embargo,
─¡Ni se te ocurra tocarme! ─ levanté las manos impidiendo cualquier clase de contacto,
No supe en qué momento Francis se habría vestido con sus joggings, siendo que para
Supuse que mientras yo deambulaba como un espectro por la casa, ella se habría
─¡No quiero volver a verte! ─ mis palabras lo hirieron como dos dagas calientes.
24
Los días pasaron, al principio de manera tediosa; otros no tanto, pero aun así no podía
deshacerme del sinsabor de haberme ido como una cobarde de Seattle y sin siquiera
Yo misma me encontraría bajando los brazos; yo, que solía pelear en varios frentes al
mismo tiempo, yo que era una luchadora incansable…me estaba dejando vencer por el
Sin embargo, Ajax no era el ogro con el que me encontré aquí, en Vancouver sino que
era un hombre herido por la muerte de su hermano y movilizado por una necia sed de
Entonces, ¿porque me atemorizaba rotundamente arriesgarme a ver qué había más allá?
Yo siempre había tenido a Francis a mi lado para facilitarme las cosas; conteniéndome,
¿Acaso eso era propio de una mujer cuerda pensar que su traición no había sido
suficiente dolorosa? ¿Estaba considerando una segunda oportunidad? Estaba
enloqueciendo, claramente.
involucrándome con nada que respectara a Lucky Library y postergando incluso los
estuviese tan repleto de gente no ayudaba a mi falta de energías. Las cuentas de a poco se
Transcurría noviembre y pronto cumpliría 30 años. Erin estaba encantada con la idea de
salir de tragos, pero yo no estaba de ánimos para festejar nada porque me sentía como un
fantasma ambulante.
Dos tardes juntos, un viaje en barco, dos noches de cenas y ya me sentía perdida por él.
Bueno… no debía omitir el beso apasionado de aquel jueves ni los besos que me
mío…
Siempre me había caracterizado por ser clara con mis sentimientos y si algo detestaba
en la vida era el imprevisto algo poco ligado, de hecho, a mi vida con Francis.
Ajax tenía todo para generarme esa sensación de incertidumbre que me calaba tan
hondo.
─No gracias, debo terminar con unos papeles. Iré después─ dije arrojando los vidrios al
─Sophie, ¿cuándo dejarás de sufrir y ser tan autodestructiva? Ni siquiera tras tu disputa
con Francis has estado así, como un alma en pena─ maternalmente, me corrió el felquillo
largo de lado─. Es evidente que este hombre te ha dado duro niña. Y no me refiero al
sexo… ¡que no puedo creer que no hayas tenido! ─ intenté contener la gracia de su
comentario.
─Deténte ya, Caroline…─ finalmente, lloré. Las lágrimas que tenía contenidas hace
Mi amiga, a la que debía hacerle un podio, me cobijó entre sus brazos sin dejar de
─Si realmente no puedes sacarlo de tu cabeza, ¿por qué no tratas de comunicarte con
él? Yo no estaría tan segura de que te haya olvidado.
─¡Pero si tú misma te has encargado de hacerlo desaparecer de tu vida! Has sido una
perra cruel ─mis ojos se abrieron como platos ─. Le has rechazado el dinero de la
donación, no contestaste sus llamados apenas te fuiste, borraste su número, hiciste añicos
su tarjeta personal…─ ella me abofeteaba el orgullo una y otra vez ─ . Lamento ser tan
─¿Y qué te hace pensar que aun estará allí esperando por mí?
lágrimas que había derramado y las acertadas palabras de mi amiga. Sequé mis mejillas
con el dorso de mi mano y al ver que eran pasadas las 5 de la tarde, decidí irme.
La tarde estaba nublada, el cielo gris plomizo y la amenaza de lluvia rondaba por la
atmósfera. Preferí caminar, el aire frío despejaría el alma, aunque no curaría mi corazón.
“Ilusa. Ingenua. Tonta, ilusa, ingenua, tonta… Perra…Perra cobarde”, me dije hasta
concluir con un doloroso “basta” que no me mortificase más. Mi suicidio interior estaba
Al llegar a casa solo quise prepararme un consomé caliente e ir a la cama sin importar
que la claridad todavía penetrara las cortinas de mi habitación. Quería dormir por días…o
años, daba igual.
Me deshice del abrigo abotonado, la pañoleta del cuello y friccioné mis brazos
Mi teléfono sonó con los acordes sacudiendo el pesado silencio de la sala a la que
recién le daba temperatura. El objeto ruidoso estaba sobre la mesa y vibraba
incansablemente, me apresuré para no perder la llamada, sin reparar en el número del
─¿Sí?─ respondí
La sangre se agolpaba en mis oídos como si sus palabras hubieran sacudido mi masa
encefálica. Era él, el dueño de esa voz que tanto echaría de menos y que me ponía los
pelos de punta.
Tres semanas habría pasado de mi vuelo desde Seattle y excepto por sus llamadas al
salir del SkyTower, no había vuelto a comunicarse conmigo ni siquiera, tras mi plática con
Deseaba responder como si nada de todo aquello me afectara, pero era imposible.
creí que ninguna encajase con ese momento. Para mi alivio él continuó hablando, dando
fin a mi duelo mental.
─Lo único que necesito es que no cuelgues ─ ansiosas y desesperadas, sus palabras
hicieron eco en mis entrañas ─, deseo hablar contigo…
─Ajax ─ fue lo único inteligente que se pude decir: su nombre, ¡vaya idiota!
─Sophie, te he echado de menos ─ ¿sería cierto?
─Deseo verte, deseo que hablemos seriamente. Sin huir. Prometo no acorralarte─ la
sospeché que estaría meneando su cabeza buscando explicaciones que yo no podía darle.
─Tras mi viaje… no…─ mi voz se cortaba como un hilo ─ no me has llamado. ¿Por
qué ahora?
─Han pasado muchas cosas en estos días, admito que no he podido ponerme en
contacto contigo pero sería muy largo de contar. ¿Quieres tomar un café conmigo? ¿Con
mucha crema?─ preguntó provocando una oleada de calor que se apoderó de toda mi piel.
Respire hondo.
Pensé e hice una rápida evaluación de la situación: ¿valía la pena verlo, volver a sentir
esa estampida de mariposas y hormonas revueltas sólo para ser muchacha de un rato,
aliviar su entrepierna y volver con el corazón aun más destruido?
─Sophie, me encuentro frente a Lucky Library. Sal ahora y tomemos un café aquí a la
vuelta.
─Me he ido de la tienda más temprano, Ajax ─ ¡Mierda!¡Un día que me marchaba
temprano y zas, él estaba allí!…─. Y ahora estoy con mis pijamas dispuesta a irme a
dormir ─ intenté persuadirlo con una mentira cruel. Tal vez se apiadaría y desistiría,
retrocediendo en su voluntad de venir a verme.
“¡Qué tonta soy! ¿Él? ¿Aceptar un no como respuesta? Jamás. No debí darle una
─¿Dónde vives?
─Ajax, no creo que sea una buena idea que vengas… ─ mordí mi labio.
─ ¿Ah sí?─ lo desafié como hacía tiempo no sucedía, sintiéndome levemente más
─ Lucky Library está abierta por lo que deduzco, siendo atendida por tu amiga.
Escoge tú el modo en que obtendré la dirección.
─ Muy astuto, arquitecto, pero ¿qué le hace pensar que Caroline podría darle la
información que necesita?─ me con las piernas elevadas sobre el respaldo del sofá como si
tuviese 12 años y hablase con mi noviecito de la preparatoria.
¿Por qué este hombre me convertía en una mujer tan inestable con tan sólo esbozar un
“hola”?
Esa frase sonaría letal para mi fortaleza psicológica. De mala gana, admitiendo mi
─ ¿Tienes para anotar? Es Triumphs St. 2653. Es una casa de estuco pintado de blanco,
─En 5 minutos estoy allí, no escapes, por favor ─ pidió antes de colgar definitivamente
Había soñado con este momento mañanas, tardes y noches, durante estos 20 días de
algo más presentables. Restaban tres minutos de sus prometedores cinco para continuar
revolviendo el closet para conseguir una blusa color negra que gritaba “elígeme” desde
una percha.
descubierto, sólo surcado por el tirante de mi sujetador. Con mis pulgares, barrí con la
La campanilla sonó con furia; ¿ya habían pasado cinco minutos? ¡Caray que el tiempo
Pero debía abrir de inmediato, a menos que quisiera que Ajax muriera de frío.
puerta y sujeté el picaporte parecieron ser dos horas, durante las cuales pasaron por
delante los recuerdos de mis días con Ajax. Exactamente dos días, los necesarios para
esplendor: de pie, con sus manos en los bolsillos de su largo Montgomery negro hasta la
mitad de sus rodillas y unos vaqueros. Lucía cansado y ligeramente más delgado. La
sombra de barba dorada de un par de días lo hacían ver aún más sexy de lo que mis
hormonas recordaban.
Con dos grandes pasos, sin pensarlo, se abalanzó sobre mí y bebió de mi boca
desesperadamente, tanto que el impacto inicial fue doloroso. Aunque un dolor dulce, por
cierto.
─Necesitaba besarte otra vez para corroborar que no eras sólo parte de un sueño ─
confesó tomando distancia por unos centímetros, respirando mi aire, mirándome fijo. Sus
Sonreí ante el significado de la pregunta. Abrí los ojos y en puntillas de pie besé su
mejilla.
Esta misma tarde, volvería a tomar café con crema. Con él.
Acurrucados en el sofá, él con sus piernas extendidas sobre una banqueta baja y yo con
la cabeza sobre su hombro, Ajax pasaba su mano sobre mi cabello mientras que la mía se
Insegura por exponer mi cuerpo desnudo frente a otro hombre que no fuera Francis era
Sin embargo, debía convencerme que él estaba allí, conmigo, en mi sofá, bebiendo un
El masaje de Ajax en mi cabeza era seductor y sedativo, tanto, que ronroneé como un
Parpadeé dificultosamente, la luz estaba apagada. Con algo de esfuerzo, reconocí estar
acostada, tapada y en mi cama.
realmente. Escuché ruidos provenientes de la sala, llevé las manos a mi pecho al notar que
mi corazón estaba intranquilo. Quité la pesada manta de mis piernas, me puse de pie y fui
Ahí estaba él, de espaldas, ordenando las tazas de café en los gabinetes sobre la
─¿Cómo has dormido, princesa?─ volteó su cuerpo hasta quedar frente a mí. Noté al
estar sólo con calcetines puestos que él me superaba en altura por casi 30 centímetros.
─Bien, yo también quería constatar que fueses cierto ─ recosté mi cabeza en su pecho,
y me abrazó fuerte.
─¿Quieres comer fuera? La noche es fría pero me agradaría hablar contigo en terreno
neutral. Me has secuestrado desde que llegué a Canadá y no dejaste que te dijera los
Lo observé intrigada, asustada.
─Despreocúpate, Sophie ─ rozó mis labios con ternura─, está claro que vine a verte,
pero debo platicar de otros asuntos contigo. Y cerca de tu cama, no puedo─ ¡el seductor
sus estudiadas citas─ no será taaan divertida como la tuya, pero quizás encuentre algo
interesante allí.
Ambos reímos, con naturalidad, tal como deseaba desde hacía 20 larguísimos días.
Aunque fuera efímero, debía darme la oportunidad de vivir este maravilloso sueño, aún
a sabiendas que las consecuencias del amor no correspondido serían más duras que el
dolor que mi alma que había experimentado en estos últimos días sin él.
25
Sin avisar que llegaba más temprano a casa, fui directo a ella. La profesora Hummings,
Aún era de día y con suerte cruzaría a Soli, excepto que se hubiese fugado a lo de una
más irascible día tras día y con ello, sus adicciones, ya que fumaba a escondidas y no
simples cigarros.
Durante el último año su peso había bajado mucho y si no fuera por mi insistencia para
Soli era todo aquello que yo por un día me hubiese gustado ser: liberal, con carácter,
firme, y rebelde. Hacía lo que le venía en gana y en su caso, las curvas que ambas
heredamos de mi madre, sobresalían de su espigada figura.
Todos adoraban a Soli: los más bonitos, los más altos, los líderes del equipo de vóley,
todos suspiraban cuando Solange movía sus caderas y agitaba su largo cabello ondulado
con reflejos dorados mientras alardeaba de sus pestañas oscuras de forma sensual.
Sus ojos no eran verdes como los míos, sino que era de un celeste tan claro, que se
asemejaban al agua de un lago cristalino.
Mientras que ella no tenía ojos para nadie en particular sino para todos en general (no
le conocía un novio pero sí, cien conquistas) yo afianzaba mi relación con el espigado y
Con 16 años, ella era una chica libre; ninguno de esos hombres que la solían llamar a
casa, se escondían bajo identidades como “viajero”, “rudo” o “coyote”. Yo, opté por
Caminando por la calle, con los chicos en sus bicicletas disfrutando de los rayos de sol
Sin saber con certeza el motivo sino tan sólo intuyendo que el sándwich del almuerzo
me había caído mal, cubrí mi boca ante el gusto ácido de la bilis trepando por mi garganta.
Saqué las llaves de mi bolsillo, separé del manojo las de la puerta principal y encendí las
Dejé mi pesada valija del instituto sobre el sofá, me quité la corbata del uniforme que
me sofocaba del calor y al subir las escaleras comencé a escuchar unos quejidos extraños
Con cuatro habitaciones ( la que era la oficina de mi padre y actual depósito de objetos
de descarte y por qué no, recuerdos; la de Tyler, la que compartíamos con Solange y la de
mi mamá, la cual era ocupada por ella y su nuevo novio Sean y sector para su “estudio
contable”, tras un murete de metro y medio de altura). Un grito, agudo y breve, llamó mi
Por el bien de la casa, rogué que fuera la última opción; por mi sanidad mental, ninguna
de las tres.
La puerta estaba ligeramente entreabierta, apenas una hendija de luz daba cuenta que
alguien estaba dentro de la alcoba. Apenas ingresé, lo hice con cautela y con un miedo de
muerte.
siesta, algo imposible de hecho, ya que ella y Sean salían tarde de sus empleos.
Sin embargo, no conforme con mis conjeturas, avancé rumbo a ese pequeño sector que
Sean había condicionado a modo de escritorio, desde su mudanza con nosotros hacía no
en la soledad marital, comenzó a probar suerte con distintas compañías masculinas; Sean
no sería la excepción.
Di pasos cortos, con la respiración agitada. Por un momento creí que mi mente no
estaba lo suficientemente despierta y hasta me permití pensar que era todo producto de mi
imaginación o de alguno de los libros de fantasía que tanto me agradaba leer en lo de mi
abuelo. Pero no.
se asomó como un latigazo detrás de ese tabique bajo, lo que provocó una ira terrible en
mí y la necesidad de salir eyectada hacia esa dirección; ni más ni menos que donde vería
espasmódicos y sin escuchar una palabra de la boca de mi melliza, supe que lo peor había
pasado.
Cuánto tiempo había pasado con ella allí, ni cuánto tiempo ese hijo de perra la habría
obligado a su sumisión, yo no tenía ni idea, pero las pagaría de algún modo. Hablaríamos
dibujada en su rostro. Secándose los ojos furibundamente con el dorso de la camisa del
uniforme de colegio, jaló de mis manos obligando a que me incorporase de golpe,
intempestivamente. Como era ella.
Pude ver entonces que su camisa tenía casi todos sus botones descosidos (a causa de
Sean, probablemente); algunos rasguños en su rostro el cual estaba rosado por mi abrazo
sostenido y la falda gris a tablones algo desajustada. Una vez que las dos estuvimos de pie,
ella acomodó su cabello peinándolo con los dedos (todo esto sin emitir sonido) y cerró sus
ropas de modo brusco.
La Solange que estaba delante de mí era sin dudas la peor versión de sí misma.
Acompañé sus pasos deseando que la pesadilla pronto terminase; por detrás de su
marcha, la seguí.
¿Cómo decirle que el hombre al que había metido en nuestra casa era un monstruo que
había intentado violar a una de sus hijas?
Por un momento temí que mamá no quisiera echarlo de casa; él realizaba un aporte
días y la dinámica laboral que hay una entidad como esa, le facilitaría la inserción en un
lugar en la que los recuerdos no las mortificarían.
Lo que no tendría en cuenta este buen hombre, es que ella tenía tres hijos que aún
necesitaban su presencia y que sus recuerdos no serían tan fácilmente borrados, mucho
(erróneamente) que su sola presencia la deprimía en tanto que a Solange y a mi, nos
trataba como dos chicas del servicio doméstico.
que necesitábamos, el sostén emocional y la imagen de hombre que tanto nos hacía falta.
Sin embargo, sus constantes peleas con Monique y sus reproches en torno a su
definitivamente.
hombres distintos, de los cuales conocíamos sus rostros al salir de la habitación de ella, o
bien, mientras desayunábamos en la cocina antes de irnos al colegio.
Monique lo engañaría con Greg, el número 3; Christopher, dueño de una agencia de bienes
raíces muy prestigiosa de la zona que era casado; fue el cuarto en tanto que Sean,. el
atención, nunca dejaba de clavarle los ojos como lo hacían los chicos del club o de su
clase.
Engañada por mi sobreestima hacia mi melliza, pensé que todo era acto de mis
pensamientos. Nada más lejos de la realidad.
Sean McCormick era alto, bien parecido, de cabello rubio y ojos oscuros, casi negros,
penetrantes e intimidantes. Su voz era ronca y gruesa, producto en parte por su adicción al
tabaco.
─Él es Sean, se quedará con nosotros en casa ─ sin otra opción, acatamos su unilateral
decisión.
Y así pasarían los días junto a él, entre medio de bromas machistas, mirando algunos
Bajando la escalera, más lento que Soli, llegamos a la sala. La luz de la cocina y el
ruido de un cuchillo cortar unos pimientos sobre la gruesa tabla de madera, nos indicaba
arrastraban su máscara de pestañas, dibujando dos rayas negras sobre sus pálidas mejillas.
En cámara lenta, abandonó el cuchillo sobre la encimera de cuarzo para abrir la boca; la
sangre se agolpaba en sus ojos, la ira se dibujaba en ellos trazando llamaradas de odio.
Sin esperarlo, mamá avanzó para abofetear a Soli de tal manera que el eco de su mano
impactando en su mejilla retumbó en toda la casa, cargando a su rostro de un tono rosado
intenso.
Yo llevé las manos a mi boca, impactada, sin entender lo que allí ocurría. Solange
Yo era invisible.
─Sean me ha contado que intentaste seducirlo, que te le has tirado encima como una
zorra a cambio de algo de dinero para tus estúpidos cigarros. ¿Acaso estas demente?
─mamá hacía ademanes con las manos en su cabeza, acentuando su acusación.
─¿Qué te ha dicho qué? ¡Él fue quien quiso abusar de mí, mamá!─ en una competencia
─Mira niña, soy tu madre y tengo bien en claro en qué clase de persona te estás
convirtiendo; no sólo eres una adicta sino que además, una puta de baja calaña.
─Mamá, por favor, créeme….yo jamás me hubiera lanzado a… ─ y sin siquiera dejarla
terminar la frase, Monique la sacudió de los antebrazos, clavando sus uñas en la piel
delicada de su hija.
26
La noche era cerrada, las nubes cubrían por completo la luna, anunciando prontas
lluvias. Toda la jornada había permanecido imprevisible. Tal como lo era mi destino hasta
entonces.
muy apartado de mi casa ni de Lucky Library; Vito Spaghetti Chiesa era un sitio
netamente italiano, con poco público durante el día de semana y platos exquisitos.
─¡Ciao Vitto! ─agité la mano en dirección al dueño, un hombre regordete con espeso
bigote negro al entrar junto a Ajax.
─¡Cara mía, Sofía!─ respondió del otro lado del mostrador el dueño del lugar mientras
indicaba a Tommy (Tomasso para él) que nos alcanzara la cartulina con el menú.
suplía cualquier déficit de infraestructura y glamour. Deseé que Ajax se sintiera a gusto
─¿No estás acostumbrado a un restaurant tan lujoso, verdad?─ apunté con sarcasmo.
─¡Lo sabía! ¡Estaba segura que no estarías a gusto aquí!─me preocupé sobremanera,
─¿Acaso estás loca, mujer?─ Ajax exhibió su perfecta dentadura. Me había confesado
abuelo le gustan cada vez más los ambientes con poca gente y poco ostentosos.
Respiré aliviada, llevando las manos a mi corazón. El chico camarero se acercó para
tomar el pedido.
─¡Que sean “due”!─ fue gracioso escuchar a Ajax no sólo decir dos en italiano sino
también, marcarlo con los dedos como si a Tommy no le fuera suficiente para entender ─ .
Ah, y además, tráenos el mejor vino tinto de la casa.
mismo idioma─ reí profusamente al verle sonrojarse por mi verdad tomando los
cubiertos, jugueteando con ellos como un niño que acababa de ser reprendido por su
madre─ . Ahora dejando el ridículo de lado ─ suavicé sus rasgos ─ .¿Dónde te estás
hospedando?
Sin dudas, la frase nos haría reír muy fuerte. Ambos entendíamos el doble sentido.
─Sophie, sé que aún dudas de mi presencia aquí y no te culpo. Pero hay algo que
cosas. Supongo que tal vez me asusté, no sé muy bien por qué…─ mentí y rogué que me
creyera. No podía decirle que me comportaría como una adolescente temerosa por su
rechazo y que me aterraba ser una aventura en su vida, el ser un nombre con un par de
números de evaluación absurda en su estúpida agenda negra.
─Está bien, lo dejaremos para más adelante pero prométeme que seguiremos hablando
del tema. No me gustan las cosas inconclusas ─ asentí mientras mi alma volvía a mi
cuerpo ─. Ahora, bien, poniendo esto de lado, existe un motivo tanto o más importante por
mismo por no entender por qué me dolía tanto no poder verte, si tan sólo habíamos
aire.
Mi corazón galopaba con fuerza. ¿Me estaba confesando lo que sentía por mí (algo que
aún no tenía bien en claro él siquiera) o era sólo el malestar de no poder cerrar un capítulo
lo que lo perturbaba?
─ Fue difícil darme cuenta que tu ausencia me afectaba, pero debía superarlo en pos de
continuar adelante con mi trabajo: días posteriores a tu partida─ levantó los ojos y
comprendí que la palabra “partida” era sutil para lo que pensaba acerca de mi rapto de
cobardía ─, estuve reunido con una persona de gran envergadura dentro de la industria
hotelera que no podía postergar bajo ningún concepto. Yo realmente quería que te
quedaras un par de días más en Seattle…
─No podía hacerlo, Ajax ─ corté su frase para beber el vino de la casa.
─Lo sé, Sophie ─ mi nombre sonaba delicioso saliendo desde su paladar─, y más allá
de aquella desalineación planetaria de la que hemos sido víctimas, este hombre
como si fuera la exquisitez más grande que habría cenado en toda su vida─ .Mmmm, ¡es
cosas a la vez: comer, hablarme, saludar al dueño, sin perder el hilo de la conversación?
─. Le comenté cuál era mi idea para aumentar la rentabilidad de su compañía y darle una
imagen fuerte en el mercado; inicialmente ocupándome del diseño del nuevo hotel, que
reuniría todo aquello que desea incluir y mostrar al mundo, para luego continuar
refaccionando las sedes ya existentes con el objetivo de modernizarlos y darles ese toque
personal del que carecen hoy en día.
Comí sin dejar de quitar los ojos de sus labios, los que se movían sin parar mientras
hablaba. Los seguí al abrirlos para introducir un trozo de la pasta, cuando los cerraba para
─¿Estás escuchándome? ─fijó sus ojos en mí, buscando una respuesta, intuyendo que
niña.
─Bueno, pero sólo porque tú me lo pides ─ devoró el último bocado y siguió adelante
─Sí, además de darnos 20 días de plazo para tenerlo listo y hacer su presentación en
Londres.
Silencié mis preguntas. Me dejé caer sobre el respaldo de la silla. Si las cuentas no me
─¡Suena muy bien! ─lo felicité con una sonrisa un poco fingida, sintiendo algo de
nostalgia. Lo tenía de vuelta aquí, confesándome sus dudas, cenando frente a mí para que
toda esta ilusión se desvaneciera como el humo.
─ Sí, es una oportunidad extraordinaria. Yard Hotel&Suites puede ser una plataforma
de despegue para el estudio. Este cliente vale oro.
─¡Oh! ─ me ahogué con la última porción de lasaña que estaba en mi plato ya fría, bebí
Corrió ambos platos hacia los costados para tomar mis manos entre las suyas,
penetrándome con sus ojos tormentosos, aguardando por mi compostura.
─Sophie…ha sido difícil tomar la decisión de venir hasta aquí, reconocer que quería
verte, que eras alguien especial y ahora que estamos frente a frente no quiero que este
esfuerzo haya sido en vano ─tragó en seco, bajó la barbilla, inspiró profundo y volvió a
Hacía menos de 12 horas andaba lloriqueando por los rincones deseando que la tierra
me tragase y ahora que estaba frente al dueño de mis sueños dorados no sabía qué decisión
tomar.
─Ajax…no puedo ─balbuceé elevando mis hombros ─, no puedo dejar Lucky Library.
─Sí que puedes, Sophie y sin mal no recuerdo lo has hecho cuando viniste a Seattle a
vueltas no podía vaticinar un futuro juntos pero al menos parecía dispuesto a intentarlo.
─Cómo negarme, ¿verdad? ─ mi corazón hacía bum, bum, bum─. ¿Mañana mismo
viajas?
completo.
─Ajax, quiero que comprendas que yo no soy una acompañante ni pretendo ser una de
Mis manos estaban un poco sudorosas por la tensión; sin dudas, esto era un gran salto
al precipicio. Sin embargo, estaba a punto de cumplir 29 años, tenía una vida chata y a
menudo luchaba por salir de mi mediocridad, sin lograrlo.
¿Qué tendría de malo viajar a Londres con todo pago y con semejante guapetón?
─Está bien, acepto viajar contigo ─la sonrisa plena de Ajax me llegó al fondo del
corazón.
Con una sonrisa de publicidad acunó mis manos y besó mis nudillos, sin exaltarse pero
mostrando gratitud.
El tac, tac de las gotas de lluvia chocar contra la vidriera de la tienda no se hizo esperar,
siendo acaso el único ruido capaz de desmagnetizarnos de nuestro propio aliento a
oportunidad.
rápidamente. Eran más de las 11 de la noche y debía hacer mi equipaje…otra vez más.
─Deberíamos irnos─ sugerí─ debo arreglar un par de cosas antes de viajar. Hablar con
Caroline, Ross y todo mi séquito. Ellos deben tener en claro qué tendrán que hacer en
─¿Y si cierras Lucky Library? No creo que a tu amiga le vengan mal tomarse unos días
de vacaciones.
─Shhh….─ tapó mi boca con su dedo dejándome con los ojos como platos ─. ¿Acaso
piensas que los 25.000 dólares quedarían en mi poder? No, señorita, de ningún modo:
volverán a tu cuenta y solventarán los gastos que ocasionará el cierre de tu tienda por estos
días. Además volveremos el fin de semana, tendrás tiempo para acomodarte nuevamente.
─¿Siempre tienes todo tan diabólicamente orquestado?─ entrecerré los ojos y fruncí el
ceño con indignación. Era inútil no pensar que era una opción fantástica
Ambos largamos una carcajada estruendosa. No sólo era sexy sino también, gracioso…
¿qué más pedir además de que este enamoramiento juvenil fuera recíproco?
─Espérame aquí mientras pido un taxi ─ yendo hacia el mostrador de Vitto, pagó con
de un coche.
En menos de dos minutos estaba empapado de pies a cabeza, su cabello caía sobre su
cara pegándose en ella y la tela de sus jeans se adhería a sus piernas. Agradecí al cielo por
─ Será mejor caminar─ elevé mis voz tras él y esquivando el ruido del vendaval─, ya
estamos mojados, ¿qué peor?
Acurrucada contra su torso, pasamos la verja y nos guarecimos bajo el ancho cobertizo
De pie frente a la puerta de entrada, saqué las llaves del bolsillo trasero de mis
pantalones pero una fuerza voraz me hizo girar sobre mi propio eje para besarme con
─¿Podrías invitarme una taza de café con mucha crema? ─ronroneó sin dejar de mirar
hacia mi boca.
con la cabeza. Alterada de la emoción, tres veces intenté abrir la puerta sin resultado
─Puedes dejar la chaqueta en el respaldo de esta silla ─señalé una vieja silla ubicada
próxima a la chimenea ─, con fortuna estará algo más seca cuando te vayas─ agregué
un poco húmeda, ésta marcaba la figura torneada que había debajo. Mi baba no tenía fin.
Con una sonrisa boba, tosí para aclarar mi voz y me dirigí rumbo la cocina dispuesta a
preparar café.
─Tú también deberías quitarte algo de ropa; no sería bueno que viajes resfriada ─ por
detrás de mí, sugirió. Sentí sus dedos conectándose con mi piel al tomar el extremo de mi
Gemí cuando colocó sus dedos fríos sobre la cintura de mis vaqueros, merodeando la
zona de mi ombligo.
nuca liberada y en un rápido movimiento de manos, subió para acunar mis pechos.
─¿No querías un café?─ susurré arrastrando las palabras, comenzando a sentir que mi
Friccionando mis senos, acariciándolos para darle calor, Ajax levantaba temperatura
tanto como yo; sus jadeos en mi cuello, su bajo vientre abultado sobre la curva de mi
─Déjame saborearte, pero no aquí ─ tomándome por la cintura me giró para tenerme
frente a él y jalar de mi labio inferior.
Ardiente, inquietante, acunó mi rostro entre sus manos para besarme con
desesperación. Echando mi cuello hacia atrás le permití beber de mi perfume de mujer.
Tomando la iniciativa, tomé sus manos juguetonas para conducirlo hacia mi cuarto.
La penumbra era la iluminación perfecta, los rayos tal como esa noche en SkyTower,
penetraban por entre las hendijas de las celosías, creando un mágico efecto de luces y
sombras.
Vi sus ojos cargados de deseo. Sus labios conteniéndose para un próximo beso y a su
pecho, subir y bajar con vibrante emoción. Sin embargo, una confesión vigente atrapada
─Ajax, hace mucho tiempo que no estoy con un hombre ─ susurré con algo de
─ Eso lo hace más interesante para mí, pequeña─ me consoló, demoliendo mis miedos.
Estampó sus labios contra los míos, lentamente. Sentada en el borde de la cama,
expectante, sentí cada uno de sus besos en mi cuerpo, en mi piel ardiente y predispuesta a
su contacto. Tan sólo con el sostén en mi parte superior, aguardé por cada uno de sus
pasos.
─Eres tan hermosa Sophie─ regó de besos mi quijada─ quiero hundirme en esos
pechos tan llenos y suaves como la seda ─ su lengua empezó a explorarlos provocándome
una oleada de calor indescriptible. Bordeó el sujetador para después hacerlo con la yema
de sus dedos con los cuales liberó mis pezones para pellizcarlos posesivamente. Un grito
ahogado salió de mi garganta.
Con sus hábiles manos, los liberó de la tortura del encaje dejándolos a su merced;
chupándolos, succionando mis pezones, me llevó hacia el primer escalón del paraíso.
Con mi torso inclinado, sólo sostenido por mis brazos, pensé que los codos se me
saldrían de lugar y se me quebraría la espina dorsal. Sus besos eran cada vez más
Deslizándome por el colchón, mantuve mis brazos hacia arriba, enredando mis manos
Las deslizaba con precisión y convicción: primero los vaqueros y después las bragas
para dejarme expuesta, desnuda ante la tenue luz de luna.
Me retorcí de goce, mi cabeza iba de un lado al otro buscando escapar, sin quererlo.
Sin pudores ni vergüenza, liberé mis temores como nunca lo había hecho. Mis
Las vueltas de la vida me enfrentaban de la manera más intima que podía con ese dios
del Olimpo por el que sufrí durante semanas por haberme escapado como una cobarde,
movilizada por el miedo. Miedo que permanecía en mí, pero que no estaba dispuesta a
dejarlo aflorar…al menos no de momento.
Mis caderas se contorsionaban deseosas por recibirlo, pero el muy condenado se hacía
esperar.
segundo pensando en nuestro cuidado. Cuando estuvo listo, preguntó con su mirada si ya
Acompasadamente, entró una y otra vez con la dulce cautela del desconocimiento mutuo,
a la que no pensé que sería adepto; Ajax era agradable en su trato, sensible en su modo de
penetrarme. Sus gemidos se mezclaban con los míos, fundiéndonos en una espesa nuble de
Pero yo sabía que ese Ajax era la punta del iceberg…porque de a poco, los embates
fueron más duros, rudos; eran empujoncitos cortos, toscos y calientes. Demasiado.
¡Qué bien se sentía tenerlo dentro de mí, abrazándome, poseyéndome, besándome sin
piedad!
Mis piernas se abrían permitiéndole acceso franco a cada una de mis terminaciones
nerviosas, clavando mis talones en su culo rígido y musculoso, el cual se comprimía con
cada estocada.
Su lengua era ambiciosa y me recorría la vena gruesa que surcaba mi cuello de arriba
hacia abajo; sus dedos estaban entrelazados con los míos generando más palanca,
empujando a fondo, consumiéndome como un papel.
cuerpo no se quedaría por detrás, como en un latigazo, eché a volar todos mis temores, mis
Sus manos apretaron fuertemente a las mías, dejando blanco a mis nudillos.
abandonaba su gentileza.
─ Mucho mejor que antes….─ expresé con una leve carcajada. La penumbra acentuaba
sus pómulos altos, su boca pequeña y el perfil de su fina nariz. La luz aclaraba sus ojos,
transformando su color en el de una nube menos densa. Sonrió de lado, meneó su cabeza y
se apartó de mó, no sin antes morder mi barbilla eróticamente.
─ Princesa, esto también es nuevo para mí. ─ dijo intuyendo seguramente que mis ojos
se llenarían de lágrimas ─, y por favor, no me mires así ─giró como trompo al oír el
sorbido de mi nariz. El temor de su retiro y lo que era peor, a su no regreso, hizo mella en
mi pecho sin ropa pero vestido de dudas.
Sin abotonar su camisa se colocó frente a mí, en busca de mis húmedos ojos, que
perdidos por el piso.
tanto extraño quedarme aquí; me agrada amanecer solo, sin que nadie me platique.
Tragué fuerte, tanto, que sentí que la habitación se inundó el sonido de mi saliva
abrigué mi cuerpo con un grueso sweater colgado en una de las sillas de mi cuarto; calcé
─Mañana pasaré por ti a las 15:30horas, en Lucky Library ─ su aliento rozó mi piel; mi
mirada tenía destino en su pecho ─. Excepto que prefieras almorzar juntos ─ suavizó su
pseudo abandono.
─¡Oh no! Mejor dejémoslo así ─ mi voz volvió a mi garganta, con el llanto atascado
en ella ─. Necesito hablar con Caroline acerca del viaje y sus vacaciones ─ sonreí con más
Ajax acarició mi mejilla con sus nudillos, colocó sus manos tras mis orejas, rozó con
sus pulgares ambos lóbulos rodeando las pequeñas perlas que los perforaban y buscó mis
ojos, vidriosos.
Tomó mi cabeza y la colocó en su pecho, lugar propicio para que mis lágrimas brotasen
─ Perdóname tú a mi, Ajax. Parezco una niña sin su paleta ─me alejé obnubilada por
─¡Qué bueno que eres buscando sinónimos! ─ sonreí algo más compuesta.
─ Así es como quiero verte Sophie, con tu joya más preciada: tu sonrisa. He venido
hasta aquí a buscarte, no me perdonaría renunciar a tí.
Volvió a besarme (ya perdería la cuenta cuántas veces lo había hecho en el trascurso de
ese día) y seguí su andar hasta que se adentró en la noche ya sin lluvia, con la promesa de
Cerré la puerta y con el pecho comprimido por la desazón de su partida, fui hasta mi
alcoba a contemplar en hermético mutismo las sábanas revueltas. Acababa de hacer el
amor con un hombre tan increíble como imposible.
Maldije tener un corazón tan endeble y me arrojé a la cama, aún vestida. Retorcí la
27
─¿Acaso estás por morir? ─la voz chillona de Caroline haría eco en el ancho total de la
tienda.
Le di un golpecito a su brazo.
─ Serán un par de días en Londres, con él ─ bebí un sorbo de mi té, lo único que
entraba en mi estómago a esas horas ─ . Pero eso no es todo… necesito que tú…
─¡Error! ─dije burlonamente ─, necesito que te tomes estos días libres para descansar
y aproveches para disfrutar a tu hijo ─volví a tomar la taza caliente entre mis manos,
bebiendo ante la insólita mirada de mi amiga ─ . Ajax ha comprado dos tickets para que
viajen a Disney. Fue una de las condiciones que le impuse para acompañarlo.
Caroline enmudeció, no sólo por escucharme tan serena hablar del cierre de Lucky
Library sino por el asombro de tener esos dos boletos al maravilloso mundo de Mickey
Mouse.
Acomodándome en la silla que rechinó por la falta de aceite en sus patas, admití que
ella tenía razón. Esquivé su mirada inquisidora, inútilmente, ya que a esas alturas era
evidente que yo estaba hasta la coronilla por él.
Con ese instinto maternal que Caroline tenía incorporado en su ADN, colocó sus manos
sombre las mías, que aún permanecían envolviendo mi tazón negro de cerámica.
─ Adoro verte tan animada, Sophie. Te lo has ganado en buena ley y si eso incluye que
me des un par de días libres y un viaje a Disneyworld, no dudaré en acatar órdenes. ¡Para
Caroline era una gran persona y me daba pena que no hubiese ningún hombre con los
pantalones bien puestos capaz de hacerla feliz y aceptarla con su hijo. Era bonita, lista,
Yo siempre había querido conseguirle novio, aun cuando el bastardo de Oscar noviaba
Para fortuna de mi amiga tanto Susan como Daniel, padres de Caroline, habían
apoyado su decisión de tener a la criatura y aceptaron que ambos viviesen con ellos,
─ No hace falta, gracias ─ señalé la maleta que había cargado con algo de ropa de
─¿Qué?
─ ¡Que me contarás hasta el último detalle de ese viaje! Eso, sin olvidar que me debes
una extensa charla sobre lo que sucedió anoche. No me convence mucho la historia de que
ha venido aquí a convencerte que te tomes unos días y te vas, sin más ─ subió su ceja
derecha, sabiendo exactamente de lo que hablaba ─ .Te conozco Sophie Giselle
─¿No puedes pensar que tal vez he decidido repentinamente que un poco de aventura
viene bien a mi vida? ─ era tonto creer que Caroline no vería que mis mejillas se tornaron
rojas como tomate.
¿Me recogería finalmente? ¿O la noche de ayer sería parte de su estrategia para formar
El reloj de péndulo marcaba las 15:15 y el tic tac de sus agujas retumbaba en mi cabeza
como un martillo en una viga de madera. Las miré fijamente como si tuviese telequinesis
y pudiera moverlas con sólo posar la vista en ellas, pero no.
─ Cenicienta….tu príncipe está en la puerta ─ dijo las tan ansiadas palabras por mí.
─ Calma, princesa, no me iré sin ti ─ la voz serena de Ajax fue un bálsamo para mis
sentidos. ¿Habría visto mi torpeza?
Acercándose para ayudarme, levantó libros a la par mía colocándolos sobre mi vieja
pieza de madera llamada escritorio, para dar lugar a un cálido abrazo, como si leyese en
─ Ven aquí, pequeña ─me besó con fuerza pero sin perder la sutileza. Su calor me
invadió, su perfume traspasaría mis poros ─ .¿Por qué creo que tenías miedo que no
viniera?
─ No lo sé─ puse los ojos en blanco. El maldito tenía una gran intuición.
─ Bueno, mejor así. Ahora, vámonos ya…antes que siga imaginando qué podríamos
Quedé morada de la vergüenza, con los pensamientos más calientes que pudieron haber
La maleta, la cual acarreaba Ajax, pesaba una tonelada aún habiéndola cargado con
muy pocas cosas. Mi atuendo no era nada fastuoso y ni siquiera contaba con prendas
costosas o de gala; sin embargo me las arreglaría bastante bien como para seleccionar lo
Sin dudas, la lencería costosa de Victoria´s Secret formaría parte del equipaje.
después de una gran demora en el vuelo por serias inclemencias climáticas. La diferencia
horaria complicaría mi sueño; realmente estábamos muy cansados, por lo que a pesar del
corto trayecto hacia el hotel que Ajax reservó me quedé dormida en el taxi. Suavemente,
─Tranquila cariño, esta noche será sólo para dormir ─ aun sin comprender el completo
significado de sus palabras por mi catastrófico cansancio, asentí para no ser descortés.
Al bajar del vehículo, ingresamos rápidamente al hotel, impulsados por la espesa lluvia
que caía sin cesar. Confirmando identidades, disponiendo de un joven botones que nos
ayudara con el equipaje, mis ojos se abrieron de par en par cuando entramos al penthouse
en el que nos hospedaríamos en este breve tiempo. Mis ganas de dormir se habían
esfumado.
Mi mandíbula casi cae al suelo al ver semejante paraíso hecho realidad: el apartamento
(excedía lo que yo conocía como habitación convencional) constaba de dos plantas unidas
mediante una escalera de mármol travertino impactante. El primer piso estaba destinado a
actividades sociales el cual contaba con un amplio living de largos espejos, arreglos
florales de estilo y una chimenea de ensueño en tanto que la planta superior albergaba las
habitaciones: eran dos, cada uno con su propio cuarto de baño y ambos con sectores
─Este es el closet –indicó abriendo sus puertas ─ sé que no nos quedaremos por
muchos días pero tendrás espacio suficiente para sacar tus cosas de la maleta y
─¿A gusto? ¡Esto es una mansión Ajax! ¿Cómo puede ser tan…tan…?─ las palabras se
empecinaban en no salir pero el señor que estaba frente mío poco a poco conocería cómo
─¿Tan grande?─ dijo la palabra justa, con un soplidito de nariz ─ .Quería asegurarme
que estuvieras cómoda, que puedas relajarte cuando yo no estoy. Ahora, acompáñame por
favor ─tomó mi mano y salimos hacia una de las terrazas contiguas al cuarto que me había
Las vistas eran simplemente impresionantes; todo el perfil urbano de la capital inglesa
se distinguía a la perfección. Ese sitio, sin dudas, estaba a la altura de los ambientes
restantes tanto por la finura de la decoración como la enormidad de su superficie.
Unos faroles en el suelo con luces ambaradas que se encendían al comenzar la noche,
─Ajax, no tengo palabras para agradecer tu insistencia para traerme hasta aquí─ sonreí
─Sophie ─ su ceño se frunció preparando una respuesta importante, sin dudas ─ pocas
veces en la vida he sido amable con gente que no lo merece. Y tú sin dudas eres una
persona muy especial…créeme que esto es poco en comparación con lo que debería
ofrecerte.
Deseaba con todas mis fuerzas decirle que no hacía falta que continuara
Siempre decía cosas bonitas, era caballero, pero ¿cómo no pensar que lo hacía solo por
gentileza? Un hombre como él sin dudas tendría muchas conquistas a las que sólo lo uniría
un poco de estima.
Besé la palma de sus manos grandes y fuertes y cerré mis ojos, disfrutando de su roce
sobre mi pálida y de seguro, fría piel. Deseé detener el tiempo, pensar en que él sentía este
abrupto enamoramiento…pero fiarme de aquello equivalía al suicidio. Debía ser cauta,
─Es tarde ya, ¿deseas salir a cenar o prefieres que pida servicio de habitación?
─Lo mejor será que nos quedemos así nos recostamos temprano. Mañana tienes una
─¡Sé que puedes arreglártela con eso, Ajax! ─ respondí irónicamente obteniendo la
tierna imagen de su rostro sacando su lengua como niño juguetón.
el horizonte, sumergiéndome aun más en el cuento de hadas del que no quería escapar a
Recostándome sobre el murete que impedía que cayese al vacío físico, me pregunté
cuántas veces había soñado con sentir este burbujeo en la barriga…y mi respuesta, fue
mil. Entrecerrando los ojos, deseando no despertar, sentí los largos brazos de Ajax
─En treinta minutos tendremos lista la cena ─su voz era ruda, sensual─. He ordenado
pastas, algo fácil de digerir y un jugo de frutas. ¿Te parece bien dejar el vino para mañana?
─Por supuesto─ giré mi cuerpo para tenerlo cerca, mezclando nuestras respiraciones.
Mi cuerpo fue presionado contra el mampuesto del balcón gracias al torso de Ajax,
quien investigaba mi boca de forma paciente. Su sabor me embriagaba, llevándome a una
Incorporándose en su vertical, sonrió sosteniéndome la mirada.
─¿Puedo preguntarte algo? ─parecía pedir permiso, como en aquella primera noche en
la que cenaríamos juntos.
─En nuestra primera cena has evitado hablar de tu hermana, y no es que desee
incomodarte, pero saber de ella me genera mucha intriga. Recuerda que he ido a
Vancouver a buscarla y…bueno…pues el destino tuvo otra cosa guardada para mí.
Inspirando profundo gané tiempo, suponiendo que la verdad estaba cerca de ser
confesada si pretendía continuar con Ajax junto a mí; él había sido generoso y abierto
─…sólo que no puedes dejar cosas inconclusas ─rematé su frase de cabecera ─ .Ajax,
es muy duro confesarte esto y deseo de todo corazón ser clara y sincera contigo. Es una
historia demasiado dolorosa ─ comencé a temblar. El sólo recuerdo de mi hermana me
─¡No! ¡No, princesa! No pretendo atormentarte ─ volvió a abrazarme con cariño, mojé
su camisa y la manché con algo de maquillaje.
─Ajax, juro por Dios que quiero contarte…pero hoy simplemente…hoy no ─mis ojos
─Esperaré, cielo ─me entregó su pañuelo para secar mi rostro ─…aguardaré hasta que
hablar del tema ya no sea una carga para tí….─acarició mi cabello y apoyó su mejilla en
mi coronilla─ . Vayamos a la sala y preparemos las cosas para la cena ─ tomó mi mano y
la cual nos reflejábamos desde todos los ángulos posibles. Nuestros cuerpos se replicaron
infinidad de veces, dando un espectáculo un tanto escabroso a mi juicio. Para Ajax, sería
lo contrario:
─Creo que a esta sala la usaremos para otra cosa ─ sonrió pícaramente, con
pensamiento voyeurista─. De momento, aproximémonos a la chimenea, ya ha refrescado.
Tras la cena, nos despedimos con un bello beso y nos dispusimos a dormir cada uno en
¿Se enamoraría de mí aun sabiendo que era un monstruo? ¿Que lo que más amaba en el
mundo lo había erradicado como a una plaga contagiosa?
Tras una noche difícil para conciliar el sueño, amanecí a la mañana siguiente con una
Restregando mis ojos para despabilarme, la leí, forzando mi vista y tomando asiento en
mi cama.
agitado y conmocionante. He ido rumbo a las oficinas de Le Yardelian, a poco del Hotel.
Besé la esquela como una colegiala, la llevé a mi pecho y me mecí con ella como una
insomnio me había jugado una mala pasada, y allí estaba, en esa inmensa habitación y a
poco del mediodía.
Tras una ducha breve y necesaria para sacarme el amilanamiento de esa mañana, me
vestí con unos cómodos jeans (mis aliados ciento por ciento), una blusa blanca fina de
gasa y una chaqueta aguamarina. Un look casual, de hecho, por fuera de lo habitual, pero
que me sentaba de maravillas. Unas bailarinas cómodas serían perfectas para caminar por
un largo rato.
Sujeté mi cabello a lo alto, bajé las extensas y enruladas escaleras del castillo real y
salí.
matar el tiempo extra. Solange era buena en eso, sin dudas le encantaría estar en un lugar
como este para dar forma a su vicio. El vicio de la fotografía era el único sano que tenía,
por cierto.
igual nombre, convirtiéndose así en mi primera víctima a retratar; al igual que con el Big
Ben haría lo mismo con cualquier otro ícono lugareño. Debía aprovechar al máximo ese
viaje. La gente rodeaba cada sitio con idénticas intenciones, causando mi demora por
La hora pasaría rápido, por lo que apresuré el paso. Sin tener bien en claro si debía
aguardar fuera o si Ajax habría reservado una mesa, me dispuse a llamarlo cuando
La gente caminaba de un lado al otro, algunos muy de prisa mientras que otros lo
hacían lentamente observando escaparates o tan sólo disfrutando del paisaje con
Aguardando por Ajax en la puerta del restaurante, demarcado por dos grandes
¡Hasta bajando de un coche exudaba una sexualidad que me dejaba sin habla!
anterior. Aunque fuese por lástima o por ganas, Ajax había tocado cada centímetro de mi
piel, transformándolo en cenizas.
Contenta por esa gran y desconocida victoria para el resto de los mortales, la sangre
corría por mis venas a toda prisa, acelerando mi pulso y exacerbando mis palpitaciones.
Temí por un ataque de presión arterial. Era más peligroso tenerlo cerca que comer sal en
exceso.
Las mujeres, sin importar su edad, no dudaban en verlo; no faltaba quien exagerase sus
contorneos y contrariamente a lo que hubiese imaginado de él, Ajax sólo miraba hacia
─Mi pequeña Sophie ─ tomó mi rostro con sus manos, mis brazos colgaban a los
laterales casi inertes por su arrebato para besarme posesivamente. Elevé mis talones sobre
las puntillas de mis pies compensando la gran diferencia de alturas ─. ¡Debemos festejar!
Sentí que las miradas de las transeúntes se clavaban como dagas en mi espalda.
“¡Chicas! estoy con el hombre más guapo del mundo…y almorzará conmigo. Ja-ja”
─He reservado una mesa hoy temprano, la de allí ─ dándome paso, entramos. El
camarero enseguida se acercó a nosotros.
─¡Wau! ─ mirando todo a mi alrededor, aquel restaurante era muy lujoso y la gente
que allí comía, ejecutivos de alto nivel. La zona de la barra era de madera oscura, lustrosa
por doquier y exhibía la extensa bodega de vinos─. A alguien que yo conozco le ha ido
bien, ¿verdad? ─ tomando asiento, le dije divertida.
─Sí, pero yo estoy en este negocio dispuesto a optimizar los recursos de Le Yardelian y
El joven camarero interrumpió para tomar la orden. Ambos observamos el menú y con
─Pues serán dos cazuelas de pollo con dados de pan tostado y unas patatas asadas con
salsa de hongos silvestres. Y para beber una botella de Dom Perignon─ pidió de un tirón,
sin siquiera respirar. El muchacho anotó para dejarnos solos.
─ Si señora bromista, a usted─ dijo al untar una tostada con una pasta similar a un
Masticó, aprobó el bocado diciendo “está muy bueno” y limpió sus labios para seguir
asistiremos todos aquellos que formamos parte de este proyecto, no más de 30 personas de
hecho─ comió otro tozo de pan untado ─ . Pretende brindar por el lanzamiento oficial del
Colombia Yard Hotel&Suites y yo deseo que seas mi acompañante.
Quedé boquiabierta.
Lo miré, algo sonrojada por mi falta de vestuario esperando que quizás aquello lo
persuadiera.
─ No tengo ropa adecuada, tendré que conseguir algo bonito para estar a la altura de
─ Cariño, eso no será inconveniente, porque tú eres bonita. Cualquier cosa que te
─ Todavía no puedo creer que sigas avergonzándote ante algún cumplido después de
haber estado desnuda frente a mí ─finalmente sólo serían eso para él, cumplidos.
─Te compraré un vestido ─ ordenó sin dar lugar a una negativa de mi parte. Elevando
la copa se la llevó a la boca, con el dulce sabor de haberse salido con la suya…
28
Tras la exitosa reunión con el equipo de Michel Le Yardelian por la mañana, el festejo
se extendería en el restaurant L`Atelier próximo a Covent Garden sobre la West Street, a
pocos metros de la oficina del empresario de origen francés.
Era el primer evento de índole pública en el que me mostraría junto a Ajax y sin tener
en claro qué tipo de vínculo nos unía. Yo era profesional, sabía de modales y protocolo, no
haría un mal papel, pero tenía bien en claro que no pertenecía a ese mundo de ricos y
Sumergiéndonos en varias tiendas de ropa a dúo, supuse que llevarme de compras era
el modo más sutil que tenía Ajax de garantizarse que yo no lo pondría en ridículo con la
elección de mi vestuario; después de todo él tenía que causar buena impresión a su nuevo
equipo de trabajo.
Contando con 4 horas, el reloj corría y mi aberración por las compras se acentuaba aún
hermana Soli dormía durante el día para trabajar de noche y para ser sincera, mi tiempo
libre se circunscribía en mirar TV, salir con Erin y buscar sitios de subastas de libros por la
web.
¡Vaya plan!
Esta vez, en cambio, era completamente distinta: Ajax insistiría mil y una vez para
regalarme un vestido. Mil veces me negué. Hubo una─ la última –en la que desistí. Podía
Pero habría una condición de por medio que enaltecería mi orgullo: yo compraría los
zapatos y un pequeño accesorio de mano; aunque me costase el salario de todo un año de
tiendas y yo, sin probarme ninguno ya sea por muy angostos o porque simplemente no
eran de mi talla.
acercábamos a la hora de la gala. Lo cierto es que necesitaba vestirme con algo que nos
impactara a ambos: a mí, para demostrarme que podía ser una mujer sensual y a él, que
podía presumir de una mujer que no era modelo pero sí igual de guapa que una.
Finalmente, un minuto antes de bajar mis brazos y frotar mis adoloridos pies, un
vestido llamó nuestra atención: la mujer de la tienda estaba quitándolo de uno de los
maniquíes.
Las instalaciones del escaparate eran grandiosas; muebles de estilo victoriano, grandes
combinaban a la perfección con las empleadas del sitio, dos mujeres que aparentaban salir
de un museo, no sólo por la edad, si no por la fineza y la vestimenta: chaqueta y falda de
Mrs. Paulette era una mujer de más de 60 años de cabello tirante y recargado
maquillaje, entrelazaba sus manos delante de su regazo. A paso vivo, se acercó a Ajax, no
Era lógico pensar que una muchacha de vaqueros de jean y blusa de una galería de
rebajas, no era digna de entrar a una tienda con vestidos exclusivos para mujeres de 20
kilogramos.
─Buenas tardes, señor, ¿en qué podría ayudarlo? ─ la mujer mayor preguntó con voz
dulce mientras Ajax observaba minuciosamente el vestido que nos había gustado a ambos.
tímidamente.
“Si, vieja presumida, tendrás que atender a esta mujer de piernas cortas y sin estilo”.
prototipo de mujer que hacía uso de sus vestidos. Mrs. Paulette plegaba su piel en torno a
talla─ .¿Sucede algo malo? Si cree que no está capacitada para ayudarnos, buscaré a otra
empleada que sí lo pueda hacer ─sus ojos color tormenta ennegrecieron súbitamente, su
─No señor, de ninguna manera…es sólo que…no importa─ agitó sus manos
minimizando sus propios pensamientos ─. Dígame si han visto algún modelo en particular
─Me gusta este ─ señalé el modelo que habíamos visto con Ajax al ingresar ─ pero
para serle sincera, no estoy muy segura de saber qué tipo de vestidos podría sentarme
mejor…necesitaría de su ayuda─ odiaba tener que decir eso, pero si pretendía terminar
con esta larga e infructuosa jornada, debía bajar el orgullo propio.
El móvil de Ajax sonó justo en ese momento en el que más lo necesitaría.
Me derretí y ante los ojos enormes de la vieja bruja, curvé mis labios, victoriosa.
Mrs. Paulette me haría recorrer todo el local. Evidentemente, se había tomado muy a
pecho las palabras de Ajax, por lo que supuse que querría hacer bien su trabajo.
Todos los vestidos colgados allí eran exquisitos, confeccionados en telas lujosísima y ni
qué hablar de la pedrería, digna obra de los dioses. Lamentablemente, todos necesitaban
alguna reforma para que fueran perfectos; no contábamos con tiempo para arreglos, por lo
que debía decidirme por uno que sea “hecho para mí”.
─Aquí tengo uno querida─ la voz baja y ahora amable de Mrs. Paulette me sacaría de
la intriga por la conversación ajena, poniendo frente a mí un vestido corto hasta las
rodillas el cual simulaba una confección en dos piezas ─. Hemos buscado vestidos largos,
pero a ti, claramente, no te favorecen ─ dijo sin abandonar el sarcasmo ─ , pero este sin
dudas hará que tus piernas simulen ser más largas y al ajustarse a tu cintura, parecerás más
pequeña todavía.
La mujer había dado en el clavo. Debía reconocer que sabía exactamente lo que hacía.
Entusiasmada por primera vez en esa tarde, lo tomé entre mis manos y me dirigí hacia
el enorme vestidor, incluso más grande que mi triste despacho sin ventanas en Lucky
Library. Unos espejos enormes con grandes volutas doradas rodeaban las tres paredes del
box en tanto que la puerta de ingreso a éste, era altísima.
Coloqué en una banqueta lateral la ropa que llevaba puesta y al notar que la espalda del
vestido era descubierta, me quité el sostén. Con cuidado, fui acomodándolo de a poco en
mi cuerpo, abroché el único botón de la pieza que rodeaba mi cuello por detrás y giré para
verme de todos los ángulos posibles.
La parte superior era de seda blanca, sin mangas, mientras que unos sutiles bordados
realizados con pequeñas perlas en los hombros, lo hacía lucir sofisticado. La tela se
cortaba debajo de la línea del busto donde se daba inicio a una cinturilla de no más de 5
recogido ayudaría a exhibir el trozo de espalda que quedaba al descubierto. Con los
quité sin darle la oportunidad que la vendedora me viera y mucho menos Ajax. Sería una
sorpresa, sin dudas.
Salí un poco acalorada por el encierro, cuando noté que Ajax estaba con Mrs. Paulette
─ Mrs. Paulette me ha dicho que han encontrado algo de tu agrado─ subió las cejas,
─¡Pues será una sorpresa! No seas ansioso, ya me lo verás puesto ─ respondí con
alegría y sin pensarlo besé su mejilla con dulzura. No me gustaban las demostraciones
públicas y al hacer aquello, dudé que Ajax no se incomodase. Fuera de cualquier
pronóstico, posó un beso en la comisura de mis labios.
─Vamos─ dijo tomando el vestido dispuesto a pagar─ aun tenemos que comprar los
A poco de salir de la tienda, encontré los zapatos perfectos: negros, de punta abierta y
taco fino. Agradeciendo el poco tiempo empleado para ello, cogimos un taxi para ir
Durante el viaje nos mantuvimos en un pesado silencio, Ajax sostenía mi mano con la
─ Lo siento mucho Ajax…─ besé sus nudillos con ternura.
─ Siempre lo supe pero algo dentro de mí no deseaba asumirlo. Preferí creer que otra
persona era la culpable…─ voz se cortó de golpe. Pasó saliva y regresó la vista al cristal─
. Supuse que tú, mejor dicho, tu hermana─ se corrigió─ tendría que ver con toda esta
mierda.
mirarme.
hermanos conflictivos. Mi relación con Solange no era mejor de la que él la habría tenido
con Adrian y sin embargo, algo en ello no nos dejaba ser felices con nosotros mismos.
Los dos sentíamos la presión de la culpa por no haber podido salvar a nuestros
Subimos a la suite, dejé mi vestido colgado sin haberlo sacado de su estuche de tela
negra y organicé la ropa interior, los accesorios y los zapatos para el evento, ganando algo
de tiempo.
─ Sophie─ con dulzura Ajax se puso de pie detrás de mí, tomándome por la cintura,
colocando su mentón sobre mi hombro─ , me haces muy feliz.
salvajemente después, cuando sentí sus manos revolviendo mi cabello y su lengua furiosa
explorando mi boca.
Su respiración era muy fuerte, violenta, agitada. La mía estaba sincronizada con la
suya.
avancé esquivando su figura─ . Iré a ducharme así estoy lista cuanto antes.
─ Deseo con fervor poder verte con ese vestido. Mrs. Paulette dijo que te sentaría de
Hora quince más tarde, Ajax estaba listo mientras que yo aún luchaba con unos
invisibles para acomodar mi cabello. De frente al espejo, de espaldas a él, podía ver el
hambre con el que me observaba. ¿Se avergonzaría de mi presencia? Todo daba a entender
que no.
─ Cariño─ apareció por detrás, me quitó el invisible de la mano y peinó mi cabello con
sus gruesos dedos─ luces preciosa─ besó mi nuca, estremeciendo mi piel.
─ Lo sé, pero necesito que nos vayamos ahora mismo. Caso contrario, te arrancaré el
La reunión en L´atelier transcurría apacible. Algo más de 50 personas (no treinta como
supuso Ajax) nos mezclábamos en un sector vip apartado del grueso del público, ubicado
prestaba para disfrutar al aire libre. Las luces se mezclaban entre las enredaderas que
escalaban las paredes y adentrándose a la parte cubierta, unos pesados cortinados rojos y
De a poco, con el transcurrir de las horas, pude conocer gracias a una breve explicación
de Ajax y el saludo de rigor, a Michel Le Yardelian, a los jefes de cada una de las aéreas
Primaban los hombres de entre 35 y 55 años, siendo yo, una de las pocas mujeres.
Pocos, irían con acompañados por sus parejas o esposas, algo que en un comienzo me
afectó ya que no tendría a nadie con quién hablar.
invitándolo a un choque de copas como señal de felicitación por el diseño exitoso del
Rutherford”.
Sin rótulos. Sin títulos. Era sólo Sophie Rutherford. Ese detalle, mínimo, me molestaría
más de la cuenta. ¿Pero qué derecho tenía a reclamar algo más? Sin dudas, esta noche yo
era una compañera, una mujer que estaba en su vida y nada más.
Los bocadillos pasaban de un lado al otro, los camareros ofrecían constantemente algo
de comer y las copas siempre estaban con líquido en su interior. El champagne era gustoso
Supuse que por una cuestión lógica y comercial, Ajax siempre se encontraría rodeado
de gente, con la que hablaba sin parar y agitaba las manos, en lo que yo entendía, era el
Mirando con adoración cuando gesticulaba con esa efusividad característica, Ajax
Lo que me ocurría con ese hombre era inexplicable y doloroso a la vez. Me estaba
enamorando de él, pero no por lo guapo y seductor que era, sino también por ese lado
sensible que mostraba al hablar de su hermano. Sin dudas, debajo de esa coraza, tenía un
corazón de gladiador.
Perdida en conversaciones ajenas, de pie y aburrida, las doce tocaron. Por fortuna, el
dueño del imperio Le Yardelian tintineó su copa solicitando la atención de los
concurrentes.
discurso:
─ Buenas noches a todos─ respondimos en voz baja─ , quiero agradecer a todos los
aquí presentes por haber venido a este sitio –aplaudimos suavemente y prosiguió tras
avergonzarse por ello ─ para festejar que pronto estaremos lanzando al mercado el
proyecto de “Colombia Yard Hotel & Suites” con un diseño innovador y vanguardista, que
de no ser por el arquitecto Ajax St. Thomas, hubiera sido muy difícil de conseguir.
Los aplausos fuertes, pero medidos, fiel al estilo conservador inglés, no se hicieron
opuesta a la mía, con el torso levemente apoyado sobre una de las banquetas de la barra
junto a una pelirroja despampanante que hacía largo rato le hablaba cerca de su oído.
La mujer acariciaba los 25 años y el vestido azul noche que llevaba puesto le calzaba a
Hasta yo siendo mujer, debía admitir que era una hembra fatal.
Su cabello cobrizo bajaba hasta su cintura, al estilo Jessica Rabbit y sus labios color
Y de la mía también.
Como era de imaginar, la chica coqueteaba con Ajax, siendo el saludo inicial
sumamente íntimo y repleto de confianza. Por el contrario, a mi apenas me rozaría con su
─ Déjenme agradecer a mis hijos Paul y Fred, quienes siempre han estado a mi lado
para crecer en este negocio junto a mí ─los jóvenes se acercaron a él ante el pedido del
empresario. Ambos eran altos como su padre, pero las facciones de Paul, el menor, no
eran las mismas que las de Michel: guapo, de cabello castaño ondulado, bien podía ser un
modelo de pasarela. Su andar, seguro, no era ni más ni menos que el de un hombre con
Tras las palabras finales de Michel y el gran aplauso, los invitados se disiparon,
Sin conversar con nadie hasta entonces, sólo dedicaría unas sonrisas forzadas y
quitaban los ojos de encima ni por un instante. Ella le quitaba pelusas imaginarias de su
chaqueta, él, sonreía mostrando sus dientes perfectos gracias a su plan dental.
Desilusionada por el andar de las cosas, siendo una estatua en la terraza, me prometí
quedarme hasta el final y beber tan solo una copa más.
Tomé un sorbo de champagne, degusté sus notas y al tragar, una mano pesada se posó
De cerca, era aun más atractivo de lejos; sus ojos eran azul profundo, su cabello prolijo
y castaño formaba una onda sobre su frente, ancha y perfecta. Seductor, su sonrisa era
─ Buenas noches, soy Paul ─ su acento inglés era exquisito. El hoyuelo en su mentón,
un detalle personal y sensual ciento por ciento. Tomó mi mano y besó mis nudillos,
─ Mucho gusto, soy Sophie ─ saludé agradeciéndole a los santos que se acordasen de
─¿Tú no eres del equipo de mi padre? Sin dudas te recordaría ─ su voz era muy grave.
Parecía locutor de radio. Si no estuviese enamorándome del patán que estaba con la guapa
─ No, no entiendo nada de hoteles─ bromeé sonriendo como una tonta ─ vine…
acompañando a alguien ─ bebí hasta el fondo de la copa, los nervios me jugaban una mala
─ Pues dile a tu compañía que es muy afortunado pero que hace muy mal al dejarte
aquí, en soledad, y con tanto hombre cerca ─ sonrió curvando sus labios, añadiendo
sensualidad a una simple apreciación. Pero realmente era amable porque me había visto
sola, o yo le interesaba como mujer? ¿Me habría observado antes o se acercaría por su
propio aburrimiento?
─ Oh, lo siento mucho, no quise… ─ como acto reflejo extendí mi mano, rozando la
Colombia, lo llena de energías y eso me alegra. Ha estado mucho tiempo pensando en este
emprendimiento hasta que finalmente ha podido dar con el arquitecto que supo captar lo
“Ajax”.
─ Porque yo fui quien hizo el proyecto preliminar, el que fue descartado de pleno por
St. Thomas. Fue muy frustrante que mi padre prefiriera seguir con él que elegir mis
diseños, pero supongo que es lo mejor. Esto no deja de ser un negocio del que se quiere
obtener dinero ─ aceptó elevando sus hombros con resignación y bebiendo de su copa.
─ Un negocio que debe prosperar por el bien de tu futuro financiero ─el alcohol me
─¡Veo que no te andas con rodeos, Sophie! ─para mi alivio, Paul sonrió e introdujo su
─ Buenas noches Paul, veo que ya has conocido a Sophie ─el heredero se incorporó
─ Sí, como también acabo de conocer al afortunado con el que ha venido─ observé
alegremente el duelo de miradas de aquellos dos machos alfa. Jamás me había sucedido;
dos hombres marcando territorio. Un territorio del que yo era el tesoro más preciado.
─ Mejor así ─ en una actuación digna de un Oscar, Ajax observó su Rolex y fingió
premura ─ . Sophie, ya debemos irnos ─ besó mi coronilla en un gesto posesivo ─ . Paul
─ Ha sido un gusto Ajax ─ el más joven de los dos levantó la copa ─ y Sophie, desde
ya que me ha gustado conocerte─ se despidió, amablemente.
Y allí estábamos Ajax y yo, volando del evento. Con un gesto exagerado agité mi mano
saludando al hijo de Le Yardelian mientras que Ajax le dedicó una mirada gélida y
amenazante.
29
Dentro del taxi, miré mis uñas conteniendo una sonrisa victoriosa. Ajax, era de piedra.
Una vez en el elevador del hotel, rumbo a nuestra suite, aclaró su garganta para hablar
─ ¿Estaba coqueteando contigo, verdad? ─ Ajax clavaba sus ojos en las puertas del
ascensor, con ambas manos en los bolsillos de sus pantalones y meciéndose sobre sus
talones.
─No se comportaba ni más ni menos que del mismo modo que Jessica Rabbit lo hacía
─¿Jessica Rabbit? ─giró hacia mí manteniendo su postura soltando una carcajada ante
mi ocurrencia.
─Niégame que no sabes a quién me refiero. ¡No te hagas el tonto que no te sienta! ─
rolé mis ojos sin despegar mis ojos de las puertas.
La suite que Ajax había reservado era excelsa tal como todo lo que lo rodeaba. Tenía
amplias vistas hacia el Támesis y su decoración era en colores crema y dorados, además
elevador.
La ira inundó mis mejillas deseando no haberla conocido. Aun de frente a la mesa,
terminé de quitarme los largos pendientes que acariciaban mis hombros, subí la extensa
escalera y fui en dirección a mi habitación, sin despedirme, cuando un huracán me
cuerpo contra la puerta del cuarto de baño. Con un instinto salvaje me presionó con fuerza
elevándome los brazos y tomando a mis dos muñecas con su mano izquierda. Sus rodillas
─Eres mía Sophie y no quiero que nadie se acerque con intenciones de estar contigo.
Antes lo mato.
─¿La pelirroja te ha dejado caliente? ─ solté con ironía en pleno uso de mis facultades
mentales.
─Desde que te he conocido, nadie ha podido calentarme como tú, así que deja de lado
el sarcasmo. Toda la noche estuve pensando en follarte. Duro, fuerte.
Esas palabras retumbaron en mis oídos excitándome aun más. Con su mano libre
levantó la falda de mi vestido hasta mi cintura.
negro y unas bragas muy pequeñas, ¡qué dulzura! ─ lamió mi vena─.Ahora deja las
manos en alto con las palmas abiertas completamente. ¡Voltéate y no te muevas! ─ ordenó.
Asentí con la poca voluntad que permanecía dentro de mí, cerrando los ojos y
dejándome llevar por las emociones y por la sensibilidad extrema a la que Ajax me
conducía.
Pensé que me vendría en ese mismo instante y aun no habíamos llegado a lo mejor.
Ajax desenganchó los tirantes que unían las medias con el liguero para liberar el acceso
a mis bragas de encaje negro, con el vil objetivo de besar mi humedad.
Mi espalda se encorvaba con cada exploración y ante mis espasmos, él posó una mano
en el fin de mi espalda, en el hueco entre mi columna y trasero, para fijarme con fuerza a
la puerta.
Lo peor del caso es que me dejaría al borde del clímax, solo para torturarme. Recorrió
mi espina con la yema húmeda de su dedo, colocándose de pie nuevamente, tras de mí.
─Buena niña ─ levemente inclinado sobre mi espalda, sus dedos me penetraron con
Estaba matándome. Sin dejar de pestañear, mis rodillas flaqueaban, tenía la piel en
carne viva y mi boca entreabierta envolvía sonidos guturales.
Otra vez me dejaría al borde del precipicio, a punto de caer. Agitada, confundida y
agobiada.
vacío y violento.
Ajax rechinaba los dientes con rudeza, respiraba entrecortado y un sonido ronco salía
─ Eres hermosa.
Mi cabello caía revuelto sobre mi espalda para enredarse entre los dedos de mi amante,
Sentí latir el corazón de Ajax muy fuerte contra mí, como el galope de un caballo
desbocado. Unas gotas de sudor caían de su frente y sus ojos estaban casi negros de la
pasión.
Mis pezones duros pegados a la tela del vestido, se mantenían sensibilizados por el
contacto de su piel dentro de mí sexo. Bajé las piernas con lentitud, un poco adolorida
para cuando Ajax quitó su miembro de mi interior, apoyando mi frente en su pecho;
exhausto.
─El abuelo necesitara una siesta reparadora ─dije con burla, sin reparar en que yo
también estaba aniquilada.
Sus palabras martillaron mi cabeza, la barrera que creí jamás traspasar estaba siendo
Sin cuestionamientos, aunque con más dudas que certezas, tomé la mano que extendió
frente a mí: estaba endemoniadamente desprolijo, sus pantalones sin cinto, pero con la
cremallera alta, su camisa fuera y con los tres primeros botones desabrochados.
Seguí su paso a toda velocidad hacia la habitación que había destinado para mí,
imponente tal como la suya. Las vistas a la ciudad eran extraordinarias; la luna se
Con sutileza, acomodó las sábanas en el extremo de la cama. Los numerosos cojines de
De pie, observé el modo en se quitaba los gemelos de oro de su camisa y dejaba sus
zapatos impecablemente lustrados a un costado, con una coordinación digna de una
coreografía.
─Ven aquí Sophie, quiero que desabroches mis botones ─empezó a besarme tan
tortuosamente como antes ─ y que me quites los pantalones.
“¿De dónde sacaba más fuerza después de la impresionante follada instantes atrás?”
─No dije que no lo hiciera, pero más tarde princesa, más tarde ─ con su parsimonia
característica movió sus piernas mientras yo bajaba despojándolo de sus ropas tal como
me lo había pedido.
“Era mi turno”.
A medida que deslizaba la tela hacia abajo, mis labios saborearon su piel, sus rodillas;
mis dedos haciéndole cosquillas a cada centímetro, generando que flaqueara y bramara de
deseo.
─Nunca has dicho que no podría incurrir en ella ─lo miré por sobre mis pestañas,
desnudo excepto porque conservaba su prenda íntima, la cual, pronto eliminé de cuadro.
Una vez de pie, al momento en que quiso besarme, lo esquivé, causando su enojo.
─ No, Ajax. Ahora me toca a mí ─ dije victoriosa ante su desesperación por ser
tomado.
bóxer pasando por su ombligo y por la suave línea del vello dorado que desembocaba en
su miembro.
Sus manos agitaban los mechones de mi cabello, pero sin caer en el movimiento
trillado típico de los hombres cuando su mujer rodea esa zona erógena.
─Esto está de más, bebé ─ indiqué en un tono más grave por el calor acumulado en mis
cuerdas vocales.
Colocando mis dedos entre su piel y su prenda de algodón, comencé a jalar de él, ávido
de acción, pleno. Tras brindarle la libertad que tanto anhelaba, lo lamí haciendo que la
garganta de Ajax emitiera un quejido. Afiancé mis manos en su cadera y comencé a bajar
desde su base hasta su cúspide, en un solo movimiento. Lo acuné entre mis labios, lo
saboreé hasta guardarlo completamente en mi boca. Mi saliva lo envolvía, le brindaba
protección al roce, permitiéndome entrar y salir de él con delicadeza, disfrutando el
momento.
─Sophie, por Dios, no me quieras pagar con la misma moneda ─Ajax tenía la habilidad
de leer mi mente, ya lo había descubierto antes.
Sin desconcentrarme volví a tomarlo, pero esta vez con mis manos, mientras me relamí
los labios en un gesto propiamente sensual, avivando los latidos de Ajax. El agite de su
pecho lo delataba, acrecentando mi excitación.
Me desabroché el único botón que formaba parte de mi vestido y este cayó de pleno al
piso Lo saqué por debajo de mis piernas para arrojarlo de lado, quedando mi cuerpo
cubierto solo con las pantis, el liguero desenganchado y los zapatos que tanto habían
seducido a Ajax.
Volteé en su dirección acatando su orden y allí estaba él, contemplándome desde las
Ahogué una risa para darle lugar a sus besos apasionados; Ajax rodeó mi cintura con
sus manos elevándome sutilmente, para rotar y arrojarme en la cama.
Me quitó los zapatos con apuro al igual que las pantis, dejando para lo último a mis
bragas, húmedas y sobrante a estas alturas; luego, separó mis piernas y rozó mis cálidos
a mi disposición.
Sin más preludio, me penetró hasta el fondo, una y otra vez, con mis gemidos a flor de
piel y sus sonidos guturales seduciendo a mis oídos, poseyéndome de una forma violenta y
enardecida, logrando que ambos llegáramos a lo más alto por segunda vez en esa noche.
Furia ciega, habla entrecortada y la promesa de algo más que aún no tenía nombre, se
apoderó de nuestros cuerpos.
Desplomado sobre mi torso con una capa de sudor, evidenciando muestras de agitación,
dedos en su cabello, sedoso, largo hasta pasar su nuca y fino como una hebra de oro, para
observarlo fijamente.
─¡Viviría aquí toda mi vida! ─ dijo jugueteando divertidamente con ellos, mezclando
Muy a nuestro pesar, Ajax se apartó para recostarse sobre su lateral, sosteniendo su
cabeza con su brazo. Imité su postura la cual tuvo a mis pechos como protagonistas,
─¡Tendré que cubrirme con algo si continúas mirándome con esos ojos libidinosos!─
dije tapándome con parte de la sábana, avergonzada.
─¡No por favor! ¡No me prives de esa vista espectacular! ─ tironeó de ella y besó mi
─Que te asesore y otras cosillas mas ─ rozó mi mejilla con su dedo pulgar.
─¿Y tú que tienes para decir de Jessica Rabbit? He podido percibir que se conocen
─¿Ah sí? ─ con una ola de celos a cuestas, bajé los ojos hacia las sábanas.
─En lo que se refiere a diseños y decoración, sí, es muy buena… ¿por qué? ¡Recuerda
que puedo leer tu mente!
─¿Ella forma parte de tu agenda? ─sí, lo pregunte, no podría esperar mucho más sin
hacerlo.
Ajax echó la cabeza hacia atrás, rió fuerte y aclaró mis dudas.
─Si te deja más tranquila saberlo, pues sí, Karen ha sido una mujer muy cercana a mí
nos hicimos grandes amigos, hasta que en una fiesta, con un poco de alcohol en nuestras
Enmudecí.
¿Querría saber más detalles de su relación? Sí, necesitaba conocer a mi rival… ¿o no?
Era mejor no saber nada de ella, porque claramente yo tenía más que perder que ganar.
─¿Ha obtenido buen puntaje? ─ prometí coserme la boca apenas pusiera un pie en
Canadá.
─No recuerdo con exactitud porque como sabes mi memoria es pésima pero no fue
nada del otro mundo. Sus pechos son artificiales ─ hizo una mueca desdeñosa con la boca.
“¡Lo sabía!”
Me sonrojé.
─Pero ella es muy bonita, atractiva y sexy ─reconocí finalmente con toda la envidia del
mundo.
No había nada más por decir, con ella practicaban un juego de seducción mutuo,
sumamente palpable, ¿pero qué podía decir yo? Conmigo se estaba entreteniendo, pasando
un buen momento, éramos como amigos con beneficios….aunque yo sintiera algo más.
─¿Qué piensa esa cabecita? ¿Hay algo que aun ronda ahí dentro? ─ rozó mis sienes con
ternura.
“¿Acaso tenía un cartel luminoso en mi frente con todo lo que surcaba mi mente?”
Con uno de mis dedos enredé las sábanas dibujando pequeños círculos, mirando hacia
abajo.
─ ¡Vamos princesa, dilo! Si hay algo que me agrada de tí es que no andas con rodeos.
─ admitió con sinceridad.
─ Pues es que hay algo que aun no te he preguntado y no has tenido oportunidad de
contarme.
─ ¿Qué cosa?
palpitaciones.
30
El relato comenzaría con una introducción bastante acotada de su relación con Adrian,
el descubrimiento de la escena de su muerte y pormenores que lo entristecían.
Sentía devoción por él tanto como yo por Solange, comprendiendo cada centímetro del
dolor que ahogaba en su pecho al contar que no había podido salvarlo, con la culpa latente
─ Para todo el mundo, Adrian era sinónimo de jovialidad, era el más gracioso, al que
todos esperaban en alguna reunión para reírse de sus bromas e historias de vida, aunque
reyertas, peleas en cantinas y bares, de hecho, lo he sacado de prisión muchas veces. Eso,
sin contar que he sobornado a Dios y a María Santísima para que el escándalo no envuelva
a la empresa. Algún que otro artículo lograría ser publicado pero en pequeños magazines
locales y revistas sensacionalistas; chismes baratos que serían sacados de circulación
gracias a la suma de dinero que St. Thomas&Partners depositaba a cuenta de los editores.
Adrian, sin dudas, ha sido mi mayor inversión ─ dijo con una sonrisa medida y
final. Creo que su muerte lo afectó mucho más de lo que creí. No era tan fuerte como
evidenciaba.
aterradora. El olor de esa sala jamás podré olvidarlo, ni en mil años…─ inspiró, ahogó
─No puedo negarte que me he debatido entre abrirla o no, pasaron horas y tragos, hasta
que la duda por ver si realmente podía ayudarme más allá de lo que la policía investigaba.
Me obsesioné buscando algo, o mejor dicho, a alguien que aliviara mi dolor, a alguien a
quien perseguir, un chivo expiatorio que me hiciera sentir menos culpable y fue allí donde,
junto a pequeños papeles rotos y números telefónicos, estaba la fotografía que te mostré al
conocerte en Vancouver.
─La de mi hermana…
─Sí. Detrás de la foto está escrita la reseña “si quieres más, sabes dónde buscar. S.”.
Enloquecería buscando el significado de esa frase, creyendo o queriendo creer que se
trataría de una vendedora de drogas o algo así…─ abrí mis ojos como soles ─ .¡Sí,
Sophie! ¡No me mires con esa cara de horror! ─ se justificó ─. Debo serte honesto y
reconocer que algo en ella me cautivó para llevar a cabo esta locura. Su cara de ángel, su
mirada clara, su sonrisa plena….algo en esa foto me cautivó al punto de sentir la
que tal vez sería una buena idea ir a Lucky Library. Así empezó la historia. Al menos la
desconocida para tí.
Me removí sobre su pecho algo incómoda. Era la primera vez que alguien hablaba
verdad no lo era. Coqueteaba y seducía a los hombres, muchos de los cuales se atribuían
haber pasado la noche con ella por dinero, cosa que no era cierta. Solange no follaba con
cualquiera.
Deseé adentrarme más en su relato, que me explicase con sus propias palabras cómo
sería conocerme.
─¡Oh, no! ─ cerró su brazo en torno a mí torso, besó mi coronilla y finalizó ─. Eso es
para otra noche.
A diferencia del día anterior, diáfano y cálido, Londres amanecería gris y con la densa
niebla que tanto caracterizaba a la ciudad. Ajax no estaba a mi lado y un extraño vacío se
apoderó de mi pecho.
Miré el reloj, eran más de las 9. Preferí darme una ducha rápida, había traspirado lo
suficiente como para habérmela ganado, por lo que me sumergí en la preciosa tina de
porcelana blanca, rodeada del lujo y confort de ese cuarto de baño majestuoso.
Todo se combinaba en torno a los colores crema y mostaza, las flores decoraban el
lugar haciéndolo lucir sofisticado y elegante mientras que la espuma del gel de ducha
inundaba mis sentidos de olor a dulce vainilla.
instante, supuse que Ajax se habría perdido en algún rincón de la enorme suite que había
rentado, exagerada como todo lo suyo…y cuando decía todo, era todo.
en mi piel.
─¿En qué estarás pensando? ─me sobresalté al escuchar su voz golpetear el interior del
baño.
─¡Casi me matas del susto! ─admití salpicándolo un poco al acomodarme. Allí estaba,
gruesas venas que surcaban su piel lo convertían en un ejemplar más sexy de lo que
realmente era.
─ No me has respondido ─ y sin dejar que emitiera sonido, metió su mano en la tina
para tomar a uno de mis pies, masajeándolo suavemente. Presionando el arco y luego al
fin de mis dedos con fuerza, era una sensación orgásmica.
tuviese la posibilidad de escoger un momento para plasmar en la eternidad, este sería uno
─ ¿Nunca perderás la arrogancia, verdad? ─ siguió por el otro pie. Y sentí que me
desmayaba
mansajes en todo el cuerpo pero tengo una reunión importante, supongo que al mediodía
estaré libre, podríamos almorzar juntos si te apetece.
─¿En el mismo sitio de ayer? ─ pregunté algo acongojada, realmente ansiaba compartir
─ No lo sé, todo dependerá del tiempo que ocupe en esta reunión. Hagamos una cosa:
te envío un mensaje con la dirección apenas sepa la hora en que me desocuparé.
la poca colaboración del clima, salí a la terraza a observar el Big Ben, cubierto por la
densa niebla pero perder el encanto del paisaje circundante.
Las nubes parecían entremezclarse caprichosas por entre los iconos arquitectónicos de
la ciudad, eligiendo de a momentos a quién ocultar y a quién no.
Decepcionada por querer desayunar con Ajax, debía conformarme con las emociones
vividas hasta entonces: tenía sexo como nunca antes y no porque Francis no fuera bien
dotado, sino porque con él todo me resultaba monótono y previsible. Las últimas veces
que habíamos tenido intimidad, nos besábamos un momento, manteníamos relaciones y
cada uno se volteaba a su lado de la cama, sin emoción, sin deseo, pura rutina.
Ajax me hacía sentir una mujer con todas las palabras porque degustaba mi cuerpo, no
Por primera vez enterré los prejuicios sobre mi cuerpo y disfruté a la par de él. Me
entregaba entera, sin tapujos, exhibiéndome en toda mi plenitud. Ese había sido mi mayor
desafío.
generándome unas desagradables cosquillas. Tal como había dejado claro desde un
intentarlo.
Era obvio que estaba interesado en mí, se divertía y la pasábamos bien juntos. Siempre
contándonos anécdotas, siendo profundos y sinceros con nosotros mismos, ¿pero bastaría
Intentando botar todas las conjeturas que mi cabeza había sacado en menos 2 minutos,
el sonido de mi móvil sonó. Corrí hacia la mesa de la primera planta ilusionada con que la
reunión de mi príncipe fuera más corta de lo previsto. Sin embargo, el visor arrojó el
nombre de Francis. Atendí, a regañadientes
─ Hey, linda, ¿cómo estás? ─siempre tan agradable, me sentí culpable por no estar
tan animada por hablar con él.
Silencio.
─ En Londres, Francis ─ repetí a desgano ─. Es una larga historia así que otro día te
─Sé que debería alegrarme, Sophie. Pero tú bien sabes que no puedo, ¡me reprocho
su error otra vez─ .Te has equivocado, es cierto y también te he perdonado, por lo tanto, es
un tema terminado. De todos modos, los dos sabemos que no ha sido sólo lo que ocurrió lo
que dio fin a nuestro matrimonio. Seamos coherentes ─ exigí con una seguridad que jamás
tuve.
─ No.
Fue la primera vez que una simple palabra me generaba tanta opresión y alivio al
mismo tiempo. Muchas veces había querido sincerarme en un ciento por ciento, pero mi
conciencia no me lo permitía. Una mezcla de culpa, cariño e ilusión por pedir que mis
oportunidad perfecta.
saber.
─¿Volarías a Vancouver?
─ Adiós Francis ─ acongojada, di por terminada la charla con una lágrima rodando por
mi mejilla.
La sequé con el dorso de mi mano y me dispuse a volar del penthouse. Caminar haría
que el tiempo fluya y de hecho sería más fácil sobrellevar la espera hasta que Ajax se
Caminando por The Mall, con el palacio de Buckingham de fondo como remate de
aquella arteria principal, paseé por los pequeños parques los cuales se entremezclaban
Todavía no eran las 12, por lo que me dispuse a ingresar al Instituto de Artes
Contemporáneas el cual acababa de abrir sus puertas. Sin dudas el edificio era una joya
arquitectónica. En su interior, se mostraban filmes de diversa índoles y pinturas de autores
tanto vernáculos como extranjeros, no había mucha concurrencia de gente, quizás por ser
día de semana.
pasando más tiempo con él…me estaba convirtiendo en una adicta a su perfume. Tomé
convenido para la cita: con una vista panorámica, se asentaba circularmente por el amplio
parque cuyas vistas hacia el lago San James, lo rodeaban. Numerosas especies de aves se
posaban sobre sus aguas. La madera abrazaba horizontalmente a la curva de entrada con
tablones los cuales conformaban bancas donde numerosas personas tomaban asiento para
Sin dudas, de todos los lugares en los que habíamos estado (dejando de lado a mi
Vancouver adorado) este era el mejor. No resaltaba por su majestuosidad en cuanto a
instalaciones ni exagerado lujo sino porque era un sitio apacible, de amplios ventanales
con sillas de caño cromado anchas, algo retro, tapizadas de cuero brilloso.
El cielorraso era íntegramente de madera bañada con algún barniz lustroso y los
artefactos de iluminación respondían a formas orgánicas, como si fuesen hongos que caían
del techo.
Cada tantos metros se dividían los sectores con paneles de granito, generando aéreas de
mayor intimidad. La paz de ese lugar me desconcertó, era un oasis en medio de una ciudad
muy cosmopolita y atestada de gente.
Hablando de paz, ésta sin dudas se vería alterada cuando a grandes zancadas Ajax se
─Ambos almorzaremos Ojo de bife ahumado con puré de cebolla y patatas fritas. Lo
─Mmmm eso suena bien…─ frotó sus manos como un niño que acaba de pedir el
─¿Cómo te ha ido? ─ pregunté mientras comí un palillo de queso que era parte del
servicio de mesa.
─Bien. Hemos tenido que definir una serie de cuestiones, como los proveedores que
participaran en el proyecto con nosotros. Imagínate que muchas cosas deberán ser
─¿Tendrías que viajar a Colombia muy a menudo? ─me preocupó pensar que así era su
también es arquitecto y será parte activa de este proyecto, lo que probablemente implique
que por un tiempo esté en una dependencia cercana, o mismo, en el SkyTower, trabajando
codo a codo. En cuanto a nosotros aun debemos estructurar la empresa después de la
partida de Adrian ─le era difícil mencionar la tan horrible palabra muerte ─. Aun nos
queda por reestructurar algunas áreas dentro de la oficina. De hecho, aun no he decido un
asesor de finanzas. Adrian se encargaba de los números y de la apertura de nuevos
mercados, de hecho siempre pensó en Vancouver como una alternativa, algo de lo que he
─Mira tú a Jessica ¡consolando a hombres solitarios!─ podía ser muy ácida cuando me
lo proponía.
─No seas sarcástica, Sophie. Entiendo tu doble discurso y creí haber dado por claro ese
asunto, hemos pasado buenos momentos juntos, pero si fuese de mi interés para algo más
con su dedo ─ pero aunque cueste creerlo, la muerte de Adrian me ha hecho replantear
─¡Eres…!─ contuvo sus palabras risueñamente y aceptó con gusto el plato que la
camarera nos acercó. Esa joven estaba dándole su mejor miradita, pero Ajax parecía ni
inmutarse. ¿Era tan tonto de no darse cuenta el efecto que provocaba o era una elegante
Disfrutando de mi acertada elección, reímos sin parar hasta que, como un rayo que
acaba de caer en la playa, Ajax me sorprendió con otra de sus preguntas certeras. Si
─¿Yo, qué?
Finalicé mi bocado y limpié mi boca con la servilleta, dispuesta a hablar sobre otro de
mis fantasmas pasados; sin embargo sería del que mejor me había repuesto gracias al paso
del tiempo.
─Yo he tomado la decisión de separarme de Francis ─admití con una gran fortaleza
interna.
─De eso no me cabe la menor duda ─Ajax se dejó caer pesadamente sobre el respaldo
de su silla.
─Bueno, sí…pero déjame seguir ─ me quejé. Ajax elevó sus manos en señal de
rendición ─ . Conozco a Francis desde que tengo uso de razón. Siempre ha estado
conmigo, fue mi compañero fiel, en las buenas y en las malas. Lo sabe todo de mí ─noté
que Ajax ensombreció su mirada ─ .Sí. Todo ─bajé la mirada sonrojándome. Excepto por
el destape sexual de los últimos días junto a Ajax, Francis me conocía de la punta de los
Mi compañero de almuerzo resopló algo ofuscado. Pero debía entender que así
ceño, fruncido.
─Yo ya no sentía lo mismo por él aunque siempre le tenga cariño, pero como un amigo,
─No.
─Creo que no ─ y en comparativa con lo que me pasaba cada vez que tenía a Ajax
cerca, ni siquiera podía hablar de amor hacia Francis. Muchas noches dudaría en creer que
mis sentimientos hacia Ajax sólo estaban fundamentados en una poderosa atracción física,
una mala jugada de mi cuerpo deseoso de un revolcón, pero él suplía en demasía todo
aquello que yo deseaba en un hombre. Aún siendo tan cabezotas, no podía pensar siquiera
en alejarme de él ni un instante. Yo amaba a Ajax St. Thomas. Del derecho y del revés.
Pero nunca tendría que saberlo. En mi época estudiantil, supieron decirme que del
ridículo no se regresa y yo ya no era una adolescente confundida por mis sentimientos: yo
quería estar con un hombre que no fuese de una sola noche, que me tomase impunemente
y que me tuviese a su lado para satisfacer sus necesidades primitivas. Yo deseaba algo
más. Algo que Ajax no podría darme simplemente porque no estaba en su esencia, en su
ADN. En mi interior deseé fervientemente que su intención por cambiar ciertos aspectos
de su vida fuese sincera, pero lo dudaba. Hombres como él y con más de 30 años, pocas
veces alteraban sus hábitos.
Cuando se cansase de mí, cuando notase que yo no era una mujer para tomar a la ligera,
preferiría sumergirse en las aguas de alguna Jessica Rabbit que sacie sus necesidades más
básicas.
medicina.
─¿Y tú? ¿Te has enamorado alguna vez?─ su rictus se ablandó, balanceándose hacia
─No. Nunca. Siempre lo he visto como algo lejano. Incluso muchas veces me he
burlado de Adrian por ser tan enamoradizo y cursi en lo que respecta a las relaciones
amorosas. Pero cuando vi la foto de Solange, su mensaje, algo me dijo que ella no era una
más del montón para él. Me temo que nunca lo sabré; mi hermano ya no está para evacuar
Pasando saliva por mi garganta, creí que sería la oportunidad de terminar con la
pregunta del día anterior, aquella que me tanto me perturbaría.
─Existe un modo, Ajax ─admití algo turbada por el paso que estaba a punto de dar.
─¿Cómo dices?
─Solange podría ayudarte a dar por concluido el rompecabezas que vienes cargando
sobre tus espaldas.
31
El tema no volvería a tocarse durante lo que quedaba del almuerzo, lo cual agradecí
profundamente. Tal vez Ajax necesitaba pensar con claridad para no dejar nada librado al
Corinthia Hotel.
El semáforo se puso en rojo en The Mall, situación en la que Ajax aprovechó para
intempestivo viaje a Canadá) siendo tan o más almidonado que yo, no obstante, estaba
rompiendo sus estructuras para saborearme en la mitad de la calle.
continuamos camino como dos adolescentes hasta el arribar al hotel, momento en el cual,
mi columna se congelaría de repente.
desaprobaría besando mis nudillos y soltando mi mano, sin siquiera dirigirme la mirada.
─¡Karen, querida! ─Ajax dijo acercándose a la pelirroja, dándole dos besos en sus
mejillas para comenzar su conversación con ella en tanto que yo quedé cinco pasos por
hacer; si me quedaba, parecería una niña celosa y posesiva que custodiaba a su chico, caso
contrario, si me iba, aceptaba dejarle el camino libre a esa perra.
Preferí la segunda opción, siendo consciente que de todos modos, ella saldría
victoriosa.
Sin que Ajax se percatase, (estaba animadamente hablando con su amiga) me retiré
hacia el sector de elevadores, ocultando mi ira y desconcierto. No sólo porque Ajax habría
ignorado mi presencia, dejándome sola mientras hacía relaciones públicas con esa femme
fatal, sino que además, quién sabe cuál sería el verdadero motivo de la visita de la
diseñadora.
¿Qué tema tan urgente tendrían que tratar? ¿Cómo sabría ella dónde se hospedaba
Ajax?
A punto de ser consumida por la desilusión, invadida por los celos, deseé regresar a la
habitación y empacar, gritarle en la cara que era un mentiroso y que sólo estaba conmigo
por compasión o lo que era peor aún, para averiguar dónde estaba mí hermana.
dónde estaba Solange; después de todo ella siempre había sido su verdadero objetivo,
siendo yo, producto de una irrisoria confusión.
Caí desplomada en una de las sillas de la sala atando cabos y sintiendo una terrible
sensación de desconcierto apoderarse de mi pecho; ahora, sin saber el rumbo que tomaría
huesos.
Cada minuto sin él era angustioso, pero seguir engañándome resultaría más cruel
todavía.
─Te he estado buscando abajo, pero el recepcionista me dijo que huiste hacia los
ascensores ─ susurró cerca de mí, abriendo mi cabello con su nariz.
─No parecías necesitar mi presencia, de hecho apenas viste a Karen soltaste mi mano e
ignoraste automáticamente que yo estaba allí ─ disparé con los ojos inyectados en furia,
corriendo mi rostro, evitando que Ajax me acariciara siquiera.
─ Ella ha tenido la gentileza de acercarse a saludarme, eso es todo, me detuve sólo para
hablale. Lamento mi grosería, espero aceptes mis disculpas, princesa.
─Ajax, no me creas tan tonta, ella es el tipo de mujer que debe estar aquí, disfrutando
modesta biblioteca atiborrada de deudas y una casa heredada de mi abuelo. Lo siento, pero
Ajax quedó atónito, con los ojos abiertos, sorprendido por completo.
más romántica ni la más ortodoxa, lo admito, pero sabes cuáles son mis miedos, intenté
dilucidar mis fantasmas a tu lado y déjame decirte que tú no haces más que excluirme de
¿Sonaba real o mi voluntad se convencía de no caer ante esos ojos perturbadores color
tormenta?
─Ahora estoy confundida─ agité mis manos alejando mis sombrías deducciones. Giré
sobre mis talones, huyendo, como últimamente lo hacía. Bajé a la planta inferior y me
acurruqué hasta hacerme un ovillo en el sofá color crema, frente a la chimenea que Ajax
Comprimí mis párpados muy fuerte, como si ello me hiciera invisible; surgiendo efecto
opuesto, lo único que conseguí fue que un par de lágrimas se deslizaran sobre mis
pómulos.
El sofá se hundió a mi lado, por el peso del cuerpo de Ajax, quien se sentó para
tomarme entre sus brazos a pesar de mi negativa y mi resistencia mental. Pero no pude
salir de allí .No quise. Mi voluntad cedería (otra vez) a sus encantos.
─Sophie, dime qué te sucede, ¿cuáles son tus fantasmas? Quiero saberlo todo de tí,
pero si no me dejas entrar allí, no puedo ─ su tono era una quimera, una súplica, partiendo
mi alma en dos. En su interior deseaba ser lo que Francis para mí, saberlo todo al igual
que él.
desde hace cuatro meses─ mis cuerdas vocales temblaron, con el dolor apretándolas de a
una─. No existe un puñetero día de mi vida que no me arrepienta de haberlo hecho─ solté,
sorbiendo mi nariz, llorando sin contención─. Ahora que sabes que soy un monstruo, no
merezco tu compasión ni gratitud. Mientras que tú lo has hecho todo para rescatar a tu
hermano, yo he buscado la solución más fácil.
Mi confesión, lejos de amedrentarlo lo acercaría más a mí.
─Princesa ─me abrazó más fuerte─ tienes una gran carga sobre tus pequeños hombros.
Es bueno liberarla y yo no soy nadie para juzgarte. Tus motivos habrás tenido para
Debía admitir que me sentí más liviana. Algo menos por contar, algo más para explicar.
Abrí los ojos. Era de madrugada y la luna continuaba en lo alto, reflejándose en los
cristales de mi habitación.
¿Era mi habitación? No, no lo era. Entonces, ¿cómo había llegado hasta allí?
de Ajax a mi lado, ambos en su cama, volteado de espaldas hacia el techo con los brazos
abiertos de par en par, a tal punto, que uno me atrapaba a la altura del pecho.
No quise despertarlo, su respiración era profunda y aunque debía salir de allí, no podía
dejar de contemplar su cuerpo desnudo a merced de las sábanas.
nuestra primera noche juntos, se colaba para reflejar lo mejor de sus facciones.
dedo. Delineé su hombro fuerte y redondeado para continuar con su torso. Las costillas le
asomaban vagamente por su espalda.
Las acaricié una por una silenciosamente. La yema de mi dedo estaba sumamente
receptiva.
Atraída al ver que las vértebras de su espina también se marcaban bajo la fina capa de
piel, sentí el impulso de tocarlas notando que poco a poco, su cuerpo se tensaba ante mi
contacto. Un acto reflejo, una cosquilla, no lo sabía, pero su piel reconocía mi toque.
respiración. Llegaría entonces, hasta los huecos de su cadera encontrándome ante dos
─¡Quítala o no respondo de mí! ─ como una orden, como un ruego, su voz retumbó a
Ante mi quietud, movió con rapidez su brazo y tomó mi mano, giró sobre sí mismo en
un experto movimiento y sin dejar la sábana de lado se colocó clavando su mirada en mis
ojos.
hacía corcovear sobre su espalda, con los ojos cerrados y apretando la mandíbula ─ .
¡Sácala del medio de una maldita vez, por favor! ─su gruñido ahogado me excitó
profundamente, acatando su pedido.
Lo humedecí con el calor de mi boca, como el día anterior. Sabía que eso le gustaba, lo
sacaba de las casillas, pero a diferencia de mi primera felación, apartó mi cabeza de ese
trabajo.
─ Te necesito sobre mí. Dómame como una fiera salvaje, lo deseas, lo veo en tus ojos
Sophie; quieres que te folle tanto como yo lo anhelo─ su beso fue bestial, a tal punto que
una pequeña mancha de sangre nos inundó los labios en partes iguales.
─ Heridas de combate ─ acepté con el poco aliento que mi garganta dejaba escapar.
maldición por llevar bragas puestas; no obstante, se las ingeniaría como para dejarla de
lado hábilmente. Con protección puesta, finalmente me deslizaría por el látex caliente.
Él plegó las piernas con destreza, subió sus caderas y me penetró fuerte, intensamente.
Mi espalda se recostaba en sus rodillas flexionadas y mis manos se aferraban a sus muslos,
Ajax elevaba su cintura, mientras que sus manos tomaban mis pechos. Los acunaba en
Sin salir de mí, me tomó por la espalda y se sentó, extendiendo sus piernas, con su
espalda contra el cabecero de la cama; mis ojos en blanco giraban descontrolados, sin
rumbo. Jalando mis caderas hacia abajo, con cada embate lograba una oleada de calor en
mi interior. Presuroso, arrebataba a mi camisón quitándolo por lo alto para poder disfrutar
plenamente de mis senos.
Sumergió sus labios entre medio de ellos, golpeteando adrede su rostro de manera
divertida pero sin perder de vista lo erótico del momento. Por la inestabilidad de sus
Con sus pupilas dilatadas por el deseo, su nariz buscando oxígeno y su pecho rígido, la
estocada final sería profunda, me sacudiría despiadadamente para dejarme sin aliento y
extenuada. Exhalé el grito ahogado de mis pulmones en su oído para que su mente
Yo no sé que le habría hecho a él. Pero si se qué me haría él a mí.
Por primera vez en esa ciudad, desayuné con Ajax. Era nuestra última mañana juntos
en Londres y me dolió pensar en eso. La realidad golpearía a mi puerta muy pero muy
pronto.
Frente al espejo notaría que mi labio tenía un pequeño corte. ¿Tan caliente habíamos
estado?
Una sonrisa burlona encontré de parte de Ajax cuando ingresó al cuarto de baño y
─Si continuamos de este modo tendremos que contratar un seguro de vida que nos
─No lo sé, tal vez desea una cena íntima con su “Golden Boy”.
impactante primer plano de su parte genital ─es probable que Karen asista; pero tranquila,
─¿Estará presente Paul? ─necesitaba ponerlo en jaque, yo también sabía jugar. Pero
─¿Para qué lo preguntas? ¿Aun conservas su número entre tus pertenencias? ─ inquirió
─Es una simple pregunta, Ajax. ¿No es parte de la empresa, acaso? ─ elevé una ceja,
desafiante.
─Desde luego que sí porque no es ni más ni menos que el futuro heredero─ preparando
su vestuario meneó su cabeza para completar su opinión con respecto al menor de los Le
Intentando disimular lo que estaba pasando por su mente, se calzaba sus pantalones de
Sin esperar exactamente ese tipo de pregunta me acerqué lentamente hacia él con la
bata del hotel puesta. Estaba cabizbajo, como un niño al que le quitan un dulce de la
mano.
─ Por supuesto que lo es y si dijera que no, estaría mintiéndote─ fui honesta─. Pero
despreocúpate, nadie a tu lado tiene chance…
Aquella reunión de la cual dudaba si asistir, resultaba por demás agradable: Michel era
un hombre atento, considerado con las visitas y gran cocinero, por cierto.
Durante la velada en aquel enorme apartamento de dos plantas, supe que el padre de
discurso dos noches atrás) en tanto que Paul era soltero y dueño de un piso en las
proximidades de Covent Garden. Fred, el mayor de sus dos hijos, vivía en Suiza, ya que su
Para mi fortuna, con la ausencia de Jessica, Cindy y yo éramos las únicas mujeres en el
lugar. Ella colaboraría con su suegro en el aspecto culinario, mientras que Ajax y yo
Cómo el fiel reflejo de la historia vivida en ese apartamento, las imágenes del
emotividad: Marianne, Michel, Paul y Fred dominaban con su fuerza centrífuga a los
retratos restantes, los cuales parecían emerger desde la figura central.
Sonriendo nostálgicamente por aquellas fotografías que emanaban un calor familiar del
que francamente yo no había disfrutado nunca, me acerqué con decisión, notando una en
particular: la graduación de Paul. Con la toga y el título de arquitecto bajo su brazo, tan
solo los hombres de la familia formaban parte de ella.
La voz gruesa de Paul por detrás de mí no sólo me sobresaltó sino que además, me
quebró el alma en mil pedazos. Con los ojos llorosos por semejante confesión, giré la
─ Paul, esté donde esté, tu madre sí te ha visto como arquitecto, lo hace día a día de
─ Gracias Sophie. Eres una gran mujer─ asintió y me ofreció una copa.
─¿Y tú, Paul? ¿No tienes pareja? ─ de regreso al retrato, pregunté limpiando mis ojos.
─ Continúas siendo tan directa como en lo has sido en L´Atelier ─ su mirada turquesa
disculpa.
─ No, por favor, Sophie, admiro tu espontaneidad. Hoy en día las mujeres suelen tener
cierto apego a fingir. Fingen que les interesa lo que les hablas, fingen que son inteligentes,
Algo en esa última frase hizo sonar una señal de alerta, permitiéndome detectar que
Sus grandes ojos se abrieron sorprendidos. Otra vez en ridículo frente a él, mi lengua
─ Tal vez…eso lo dirá el tiempo─ bebiendo, giro sobre sus talones para unirse a los
demás.
De vuelta en la sala tomé la mano de Ajax, él posó un beso en mi frente y dispuso que
lo mejor era irnos porque era muy tarde.
─ ¿Te sientes bien? ─ preguntó Ajax algo preocupado por verme fruncir el rostro con
señal de dolor.
─ Sí, aunque ser mujer tiene su precio ─ agregué apretando mi bajo vientre, molesta.
tono divertido.
─ Si así lo prefieres…─ bajé la mirada, un poco triste, pero admitiendo que tal vez era
lo mejor.
─ ¡Vamos Sophie! Era sólo una broma…pero me temo que no estás de ánimo para mis
Acurrucándome contra su pecho, con mi cabello conviviendo con sus cálidas caricias,
respondió:
─Sí, pero existen los aviones, los automóviles, los teléfonos móviles… ─ nada parecía
perturbarlo.
─¡Vamos Ajax! ─fruncí mi boca desaprobando las respuestas que daba, odiaba que se
pusiera jocoso no sin antes ser claro. ¿O era que yo estaba dispuesta a escuchar lo que
trabajar desde Vancouver con mi portátil…tú quizás organizar un viaje por mes…veremos.
─¿Me lo prometes? ─el dolor atravesó mi rostro, y no era por la molestia de mis
ovarios. Estaba insegura de nuestra relación a futuro, deseando profundamente que me
─Sí, Sophie, te lo prometo ─ elevó su mano como un boy scout, asintiendo que lo
haría.
32
Con la emoción corriendo por mis venas, los 7 días que nos separaron fueron eternos.
Animada, ingresé al SkyTower y a diferencia de la última y única vez que había sido
atendida por las brujas de control de acceso, mi bienvenida sería más que cordial.
─ Buenos días señorita Rutherford, esperamos tenga un buen día ─Rosaline recordó mi
nombre. Ajax le habría lavado el cerebro, de eso estaba segura. Agradecí que al menos no
la habría despedido ─. Pase por favor─ entregó la tarjeta de visita y agregó indicando el
hablaban entre ellos aunque por el rabillo de sus ojos miraban mi atuendo: no vestida de
rigurosa falda y blusa como la mayoría de las mujeres que se empleaban allí, era bicho
raro. Poco me importó, estaba a punto de ver a mi hombre, con quien acababa de hablar
antes de tomar mi vuelo. Excitada como una adolescente, nada parecía borrar la sonrisa
de mi rostro.
Relamiéndome por lo que vendría y con el deseo de acabar lo que varias semanas
dejaría inconcluso, subimos al elevador en bloque. Fui testigo por unos breves minutos de
sus aburridas charlas financieras. Al fondo de la cabina, volteé los ojos hacia el techo. Por
fortuna, el viaje sería más corto de lo previsto. Llegando en soledad al último piso de la
torre, aquel perteneciente a la firma de construcción y emprendimientos inmobiliarios,
ingresé al corredor.
Avancé sin notar la presencia de Claire en su puesto de trabajo. Mirando hacia ambos
Había planeado todo milimétricamente: durante días había pensado en esta posibilidad,
sorprenderlo in fraganti, inesperadamente. No había pasado ni una sola noche desde
Observando hacia ambos lados como si fuese a cruzar la calle, todo en la planta número
28 estaba impecablemente ordenado, tal como lo recordaba excepto por un gran ramo de
¿Ella sabría que habría leído lo de la agenda de citas? Me sonreí nerviosa de sólo
imaginarlo.
De pie, aguardando por ella, no tenía noticias y mi impaciencia por anunciarme, crecía.
¿Su jefe le habría permitido ir al baño? ¡Vaya que eres cruel, Sophie!
De brazos cruzados, algo ansiosa, finalmente opté por aproximarme hasta la puerta de
la oficina de Ajax.
¿Estaría en una reunión? No era probable, ya que las juntas importantes se realizaban
del lado opuesto a este sitio, próximo a las oficinas del área financiera y de proyecto.
impactante de lo previsto.
Sin embargo, esa calma aparente, se vio alterada por unas risitas femeninas. En estado
¿De dónde provenía esa voz? ¿Vendría del cuarto de Ajax, de aquel diseñado
tanto o más que yo se detuvo de inmediato; altiva, sin perder la jugada, sonrió
sarcásticamente, remojó sus labios con su lengua y extendiendo su falda, alisó inexistentes
arrugas. La muy perra estaba indicándome con sus movimientos que algo habría ocurrido
entre ellos.
adolorida y desconcertada.
de trabajo.
Pretendí mantener mi orgullo y mis buenos modales intactos. Esto era un asunto para
arreglar con mi chico.
¿Habría sido mío en algún momento? Dos minutos atrás hubiese jurado que sí. Pero al
ver a esa leona pelirroja salir de su habitación y con sólo imaginar qué habrían estado
─¡Hola Sophie! Un gusto verte nuevamente ─la muy descarada extendió su mano, con
─Sí, un gusto enorme ─encorvé los labios falsamente, era la tercera vez que nos
veíamos.
─Karen, agradezco tu visita, pero por hoy ya hemos terminado. Nos mantendremos en
británica y aunque ella no esperaba ese gesto de su parte, aceptó agradecida y sin chistar.
lágrimas no pidieron permiso y cayeron sin cesar. Volteé mi cabeza, acusando a Ajax con
mi angustia.
pelirroja salen de tu “oficina” del amor. Si no follaron, ¿entonces qué hicieron? ¿Jugando
con naipes? ¡Ella estaba acomodando sus ropas Ajax, no soy estúpida! Ya me han
engañado lo suficiente y ya he perdonado una vez, pero dos veces no tropezaré con la
misma piedra.
─ ¡Te juro Sophie que no sé a qué te refieres! Karen ha venido a… ─ sus manos eran
─¡Basta ya! ¡No es necesario que continuemos con esto! ─detuve el final de su frase
─¡No me llames nunca más así! No soy tu princesa, ni tú pequeña ni ninguna de esas
cursilerías; sé que lo has dicho para congraciarte conmigo. Hemos estado juntos por
compasión y porque por lo único que te ha importado seguir a mi lado, es porque estabas
seguro que tarde o temprano te diría donde está Solange. Sólo deseabas atosigarlas con tus
preguntas y así, concluir con tu bendito rompecabezas mental─ con el rostro enardecido
no medí palabras.
Lake, ni cenas…
─¡Aquí tienes! ─ arrojé el papel sobre el cristal de su escritorio, acto seguido lo hice
con su pluma preferida ─. Mi hermana se encuentra internada en el pabellón de adictos del
Center for Addiction and Mental Health, en Toronto ─ lancé con los ojos inyectados en
pesar y la voz firme─. Pregunta por su psiquiatra, el doctor Francis Leroux. Dile que vas
de mi parte y él sabrá decirte en qué momento será posible que hables con ellas y te salgas
de dudas.
─ Sí.
Confundido, retrajo unas palabras. Antes de caer en sus fauces, opté por escapar.
Ese edificio no hacía más que provocarme la necesidad imperiosa de huir de allí.
A centímetros de la puerta, giré sobre mis talones y con el último aliento y pizca de
orgullo, dije:
─ Gracias Ajax por el viaje a Londres, por las maravillosas salidas y por el sexo
fabuloso. Si aumenta tu ego saber que me has follado como nadie lo ha hecho, bien por tí,
Di un portazo frenético, sin importar que no estábamos solos en ese sitio: Claire
permanecía de pie, a poco del despacho.
─¡Querida Sophie! ─ su dulce voz me llamó pero si me detenía, apostaba a que Ajax
─ Disculpa Claire, pero debo irme ─ fue lo único que mi garganta me permitió decir.
ser mi compañero para volar hacia Toronto, dispuesta a enfrentar los fantasmas los cuales
eran dueños de mis pesadillas por las noches; sin embargo, no haría más que enfrentarme
al Ajax que siempre tendría dentro suyo. Ser un mujeriego incorregible era parte de su
esencia, jamás cambiaría.
Mil cosas pasaron por mi mente, ¿cómo perdonarlo? Desde el comienzo le había dicho
que no era una de esas muchachas a las que follaba y botaba a la calle sin explicaciones.
¿Por qué hacerme sentir distinta y especial si todo resultaría ser completamente lo
contrario? ¿Por qué el destino se empeñaba en azotarme con la misma vara dos veces?
Arribé a Toronto más tarde de lo planeado y sin cenar siquiera fui rumbo al hotel.
llegada que desde luego lo tendría rebosante de felicidad. Todo lo contrario a mí.
La imagen de su engaño se coló entre mis recuerdos, al mismo instante en que me dije
Había escapado, otra vez, sin darle derecho a réplica. Meneando la cabeza me repetí
que era una mujer fuerte y decidida, que no estaba equivocada y que seguro, el destino me
─¿Sophie? ¿Cariño, eres tú? ─ preguntó aclarado su voz─ .¡Vaya sorpresa! ¿Cómo
estás? Te noto algo…tensa ─ él me conocía mejor que nadie.
¿Sería una señal? ¿Tendría que volver con él? Yo también lo conocía lo suficiente
como para saber que Francis no repetiría su error nuevamente. A su lado me sentiría
duda.
─Sí, lo estoy. He tenido días mejores ─ durante mucho tiempo Francis fue mi
confidente y mejor amigo, pero no estaba de ánimos como para contarle mi riña con Ajax.
Además, todo terminaría en un sermón dominical que no deseaba recibir en ese momento;
el viaje me había agotado.
─¿Dónde te encuentras?
─Te he llamado para decirte que estoy en Toronto, no desde hace muchas horas.
─¡¿Pero por qué no me has dicho nada!? Hubiera ido por ti al aeropuerto─ rezongó
levemente exasperado. Nada en él era exagerado: ni sus modos, ni sus maldiciones ni sus
bendiciones ─ .¿Has conseguido hospedaje? Bien sabes que puedes venir a casa, quedarte
aquí y…
─Está bien Sophie, no lucharé contra eso… Pero dime al menos dónde estás
precisamente.
─Sí, está próximo al Centro Médico. Si quieres, esta noche podríamos cenar, aun estoy
alrededor de las 10. Sobre la calle Queens hay un restaurante llamado URSA, es muy
conocido aquí.
─Perfecto ─ asentí pero sin finalizar─ y una cosa más: deja de llamarme cariño, me
irrita.
Colgué sin esperar más respuestas, deseé borrar las últimas horas de mi cabeza,
arrojándome en la cama.
¿Cómo se podría ser tan feliz y en un instante terminar con el corazón desgarrado?
mejor para el cuidado de ella. La conocía a Solange (demasiado más de lo deseado por mí)
pero la seguridad e integridad de mi hermana estaba en juego.
Recordar el día de su internación era echar sal a la herida; presa de una furia ciega,
Francis la había sedado para poder trasladarla. Golpeándome, insultándome y diciendo
Su vida errante la encontraba por las noches trabajando en un bar nocturno de mala
un torbellino incontrolable.
fondo. Caroline estaría a mi lado, apoyándome para que tomara aquella opción; algo había
para ambos.
Desesperada por enviar un mensaje a Ajax, deseaba decirle que necesitaba verlo,
Los rayos de sol se clavaron en mis parpados, obligándome a abrirlos y despertar.
Cansinamente, quité hacia un costado las mantas de mi cuerpo y me vestí con algo de
prisa.
Tan sólo dos veces había estado en Toronto y ninguna por causas agradables: una, para
tomar el tren que nos llevaría a lo de nuestro abuelo Scott y la otra, para internar a
Solange.
Hoy tenía planeado hablar con Francis y recorrer el historial clínico de mi hermana on
el objetivo de visitarla al día siguiente y con un obsequio.
Debía tener cuidado al elegirlo ya que al ser una paciente con tendencia a la depresión
Para cuando llegué al URSA, Francis aún no estaba presente. Me quité el abrigo,
URSA era un bonito lugar, una larga barra de madera dominaba el espacio con muchas
banquetas altas arrimadas a ella. Las bombillas colgaban de cuerdas blancas, dando un
aspecto moderno e interesante al sitio.
El murmullo era controlado y bajo, las pocas personas allí sentadas vestían chaquetas
blancas típicas de médico con una pequeña inscripción en sus bolsillos, de las que pude
distinguir con algo de dificultad las iniciales “CAMH” bordadas prolijamente en color
azul.
tomar mi pedido.
Perdida en los estantes con bebidas, Francis apareció. Era tonto no reconocer que mi ex
esposo era muy sexy. Más aún con su chaqueta y sus lentes de montura gruesa que tanto se
Ese bello hombre que caminaba en mi dirección con una sonrisa de lado había sido mi
─¡Sophie! ─su cálido abrazo me llenó de alegría inesperada ─. Me agrada volver verte
─ tomó mi barbilla y me examinó como lo que era, un analista de mentes ajenas ─. Has
estado llorando como una condenada, ¿verdad?
─¿Quién ha sido el hijo de puta que te hizo daño Sophie? ─ el tono apesadumbrado de
lado.
Como buen psicólogo y psiquiatra, Francis tenía un don para escuchar a la gente,
especialmente a mí.Era sumamente paciente, más de lo normal, cauto con sus consejos y
recomendaciones.
Una vez que se acomodó pidió mi café favorito “¿aun sigues tomándolo con tanta
crema y azúcar?” mientras que él escogería un simple café. Bien negro de hecho.
Más conversador que de costumbre, explicaría con pesar que esa noche tenía guardia y
por lo tanto, sería complicado salir a cenar juntos.
Devolviéndole una sonrisa sin respuesta, agradecí tener un día más de tiempo para
meditar lo que me sucedía con Ajax y la impresión que Francis constantemente causaba en
¿Era amor lo que sentía por Ajax o un simple capricho por aquello que deseaba tener
pero no correspondía?
¿Era amor lo que sentía por Francis, y por eso lo había perdonado a pesar de su
traición?
─Ahora, háblame de tí. La última vez que lo hicimos estabas en Londres y sonabas
─Como te he dicho, hay alguien… ─ exhalé rodeando mi vaso con café ─ y es justo
reconocer que todo ha sido todo muy extraño, el contexto y las circunstancias en las que
nos hemos conocido, de hecho, bueno…tú sabes… intimamos y…es un hombre
importante ─ siempre tendría pudor al hablar abiertamente de ciertos temas con Francis, y
más aun sabiendo que él estaba dispuesto a una segunda oportunidad.
─Sí, lo entiendo y aunque no me agrade escuchar que han llegado más allá, realmente
me alegra que estés conociendo a alguien─ Francis era muy comprensivo y para nada
bien. Pero lo extrañaba lo suficiente como para volar hacia Seattle antes de lo previsto ─la
mirada de Francis se oscureció de pena, sabiendo si yo había sido capaz de dejar Lucky
Library por unos días, era por una razón más que poderosa ─. Fue entonces que decidí ir
─Hasta el día de ayer, Ajax sólo estaba al tanto de la internación de Solange, pero no
─Entonces, dime qué ha sucedido como para que todo aquello quedase trunco.
Mis ojos fueron un mar de lágrimas, dispuesto a caer como catarata. Pero me contuve,
sin pestañear.
─ Cuando lo ví salir de una pequeña sala de descanso que Ajax tiene en su oficina con
esta mujer, quise morirme.
me vio que estaba allí, frente a ellos! ─ elevé el tono, un tanto histérica.
─Sophie, déjame entender ─ tomó mis manos, acariciándola con sus palmas─.
Intentaré ser lo más racional posible, por lo tanto quiero saber si es que ¿acaso los viste
teniendo sexo o fueron suposiciones de tu parte simplemente porque la mujer se
─¿Ajax estaba desvestido, o al igual que ella, con la ropa mal acomodada?
─No, él lucía impecable─ admití ─. Incluso invitó a Karen a irse de allí con
diplomacia, como si nada hubiera ocurrido.
Francis se quitó las gafas colocándolas sobre la barra y restregó sus ojos. Algo no
─No quise, estaba demasiado ofuscada. Le dije que agradecía sus gestos, sus palabras y
sus noches inolvidables, y que no quería que me usase para llegar a Solange.
─¡Rayos!
Todo lo que decía era cierto, por tanto debía contar la historia por completo.
─El hermano de Ajax se ha suicidado semanas atrás y él, dolido por la situación trató
de conseguir un culpable, sin aceptar que Adrian era un adicto. Enredado en esa tonta
cacería, haló en la cartera de su hermano una foto de Solange con el número del bar en el
que trabajó hasta que la trajimos aquí. La ha rastreado, pero no lo suficiente bien, ya que
terminaría dando conmigo y no con ella. Siempre sospeché que sus verdaderos motivos
para estar conmigo eran porque él quería saber el motivo del suicidio de su hermano y yo
─Sophie, ese hombre tiene que ser un jodido manipulador para hacer eso. Es un plan
maquiavélico. Además, en lugar de escoger el camino más largo, que era enredarse
contigo, ¿no hubiera sido más fácil continuar investigando hasta dar con Solange y fin de
la historia?
─Sí, bueno…tal vez ─ vacilé ─ tiene algo de sentido si lo ves desde esa perspectiva
─ ¿Tan solo “algo” de sentido? Piénsalo bien Sophie, no te daré respuestas, ni consejos,
pero sí te daré las herramientas para que reflexiones coherentemente ─hice puchero ante
su tarea.
─Porque quizás es lo que debes hacer─ pasando el pulgar tiernamente por mi pómulo,
Francis posó sus ojos oscuros en los míos. Bajé la vista, algo incómoda. Él retrajo sus
manos, comprendiendo mis gestos─, Sophie, te conozco como pocas personas en el
mundo y escucharte me hace creer que estás tan asustada por sentir lo que es obvio que
sientes por él, que intentas erradicarlo de tu vida. No has sido sincera con él al no hablar
de Solange y estoy convencido que te ha costado mucho decirle que seguimos
más que paternal, protectora, como prometió que haría desde la muerte de mi padre ─ .
Mira, lo último que te diré es que a mí me has perdonado, ha sido difícil, lo sé, lo imagino
y nunca podré resarcirme y sin embargo aquí estamos, intentando ser amigos nuevamente,
confiándonos cosas un tanto más privadas de lo que me gustaría, lo admito ─ su risa era
franca─ .Te he traicionado de una manera baja. He sido poco hombre y tu miedo al
─Aún así, es a él a quien amas─ puso ante mí, la conclusión más clara de la mañana.
Francis se volvió hacia el joven de la barra para abonar ambas órdenes, se puso de pie
pagues con dolor─ quedé boquiabierta─.Y cierra esa boca. Se te caerá al piso. Ahora
vamos, te llevaré de paseo.
Caminamos por el Trinity Bellwoods Park, un predio enorme con sectores para
practicar varios deportes sumergido en pleno corazón de Toronto. Las calles aledañas eran
estrechas, a excepción de la Queen St. West, por donde caminábamos con el tráfico
paralelo a nosotros.
Finalmente llegamos a The Paper Place, un sitio paradisiaco para los amantes de los
papeles decorados y elementos de diseño de la primera hora. Reconociendo que no era mi
artístico de Ajax.
Era un sitio algo estrecho, atiborrados de pequeñas cosas para el arte manual. Todo lo
que había allí era hermoso, de hecho resultaría ser un disparador de cuestiones a proponer
en Lucky Library.
pensar a que era una niña nuevamente. Tomé una fotografía con mi teléfono y se la envié
por mensaje a Caroline, ella me envidiaría al saber que estaba allí rodeada de ese abanico
Recorrí el local enérgicamente, con los ojos abiertos observando todo y reteniendo en
mis retinas todo aquello que me gustaba hasta posar mi vista sobre una esfera de vidrio
con una casita dentro, rodeada de diminutos copos blancos que imitaban a la nieve. Mi
rostro se llenó con mi sonrisa porque supe que ese el regalo exacto para Solange, pues ella
los coleccionaba de niña.
─Por su bien, no poseerá ningún objeto que pueda usar contra sí misma en su
habitación pero se lo guardaré personalmente hasta que obtenga el alta definitiva.
Tras pedir a la amable vendedora que me informara el precio de la mayor parte de los
productos que estaban en venta, compré varias cosas para el sector lúdico de Lucky
Library. Mi sonrisa llegaba de oreja a oreja, y agradecí que Francis me hiciera sentir así de
─ Creo que lo mejor será irnos, caso contrario nos quedamos aquí hasta vaciar los
gabinetes.
Andando con mis bolsas por Queen, nos detuvimos justo frente al centro médico
CAMH. Francis acomodó mi cabello detrás de mis orejas y me abrazó muy fuerte,
sosteniéndome con sus brazos más musculosos de los que los recordaba.
escuchar. La verdad es amarga, pero es preferible antes que una dulce mentira─ sugirió
con amabilidad.
pie para saludarlo con un beso en la mejilla. Él era una gran persona.
─Mañana tendré guardia hasta el mediodía, pero a la noche podremos salir a festejar tu
cumpleaños─ dijo en tono animado.
Él sonrió mostrando resignación pero paciencia. Nunca se cansaría de luchar por mí…
¿o sí? Perdiéndose en el manto verde de césped de la clínica, saludó y yo, continué mi
camino.
33
A las 10 de la mañana del día siguiente me encontré tocando la puerta de la oficina de
Francis. Por la demora en la apertura, supuse que estaría descansando después de la larga
noche de desvelo. Sin embargo, fiel a su estilo, pasadas las 12 de la madrugada me había
llamado deseándome un feliz cumpleaños. Dudaba que la palabra feliz acompañara a mis
─Muchas gracias…
─Tengo un obsequio para tí ─ impaciente y un poco más despabilad fue hacia el cajón
─Francis, no era necesario…─ abrí la caja y encontré unos aretes preciosos. Unos
pongo.
Hice presión para colocármelos. Eran tan bonitos…sin dudas Francis tenía un gusto
exquisito.
─Supongo que has pensado qué hacer con respecto a lo que platicamos ayer.
─Sí ─asentí mintiendo. No había ni dormido y mucho menos llegado a una jodida
conclusión.
─Mientes ─ contrapuso.
querrá atenderme, tal vez piense que soy una niña tonta con un berrinche de colegiala.
─El miedo paraliza y es norma, pero si ese hombre realmente siente algo por tí,
Sonaba tan fácil, cada una de sus palabras era una solución a mis sistemáticos
problemas.
─Pero bueno, ya arreglaremos ese asunto ─ determinó dispuesto a comenzar con otra
gran etapa─. Ahora olvídate de esto y vamos adonde Solange. Estaba inquieta esperando
por ti.
─Solange esa sedada sólo cuando se violenta y por fortuna hace semanas que no tiene
esos episodios. El resto del tiempo está consciente, la medicación la tiene estabilizada,
pero no como un fantasma, despreocúpate.
─Me alegro mucho. No deseo que deambule como un zombi por los pasillos sin noción
del tiempo o espacio.
─Sophie, ella está bajo mi supervisión. Y bien tú sabes que no haría nada para
depresiva.
Pocos metros nos separaban del cuarto de mi melliza, los suficientes como para tener a
mis manos sudando y mi cuerpo tenso.
Sostuve con fuerza el paquete con el regalo para Solange. Estaba ansiosa por verla.
─Sophie, antes de ingresar quiero que sepas que cuentas con todo mi apoyo. Estaré
fuera por si quieres llamarme ─ aquietó mi nerviosismo─. Y tranquila, todo saldrá bien ─
besó mi frente con ternura.
Hubiera dado mucho por tener frente a mí a Ajax diciéndome esas palabras y no sólo a
Francis, pero las vueltas de la vida no lo habían querido así. Y yo tampoco, por una
estupidez enorme.
Francis me dio ingreso a la habitación de mi hermana el cual irradiaba una luz inmensa
“Orgullo y prejuicio”
─Recuérdame para tu próximo cumpleaños regalarte otro libro. Ese lo debes saber de
memoria─ a pesar de ser poco cursi, esa novela era su talón de Aquiles.
Cerró las tapas con rudeza, volteando su cuello como látigo. Lucía apagada,
demacrada; aún así, continuaba siendo hermosa.
En cámara lenta dejó el libro sobre el asiento que ocupaba para caminar en mi
dirección.
La túnica blanca que llevaba puesta parecía flotar por el aire, su delgadez era
impresionante y sentir que era una versión enferma de mí, causó una extraña sensación en
Su sonrisa se amplió a medida que se acercaba, hasta dar unos pasos más ligeros para
Tragando fuerte, obvié decirle lo delgada que estaba. Ella por lo pronto, tomó mi rostro
entre sus manos venosas y pálidas. Ciertas líneas de expresión se habían acentuado en su
rostro, sobre todo las que rodeaban sus labios blanquecinos.
─Lo has recordado….─ expresó con nostalgia.
─¡Tienes razón!─ rió con fuerza─. ¡Feliz cumpleaños para tí también! ─ gritó en la
habitación, jalándome de las orejas, como si fuéramos dos niña otra vez.
─Te he traído algo─ giré en dirección al regalo que descansaba sobre la pequeña mesa
de entrada donde tenía un vaso y una jarra con agua. La expresión inexplicable de su
rostro me llenaría el alma, dejando de lado la culpa por primera vez en mucho tiempo.
mientras que sus ojos se abrían inmensos, al ver la bola de cristal. Agitó la figura con
fuerza, dando lugar a que los copos blancos caigan bañando a la figura de nieve falsa.
─¡Me encanta Sophie! ¡Mira, mira cómo cae la nieve! ─ mostraba con la boca imitando
una gran O.
─Gracias por velar por mí. Por cuidarme. Por perdonarme sin merecerlo ─ su mirada
cristalina se perdió en el piso.
─Soli ─con mis dedos subí su barbilla ─ eso ya pasó. Ahora debes recuperarte para
salir de aquí lo antes posible.
─Sabes, muchas veces me he preguntado por qué siempre has sido tan buena conmigo.
Te he hecho la vida imposible y he llegado a una conclusión ─ dándome la espalda, enfiló
─¿Y cuál es?─ yo aun de pie con los brazos cruzados sobre mi pecho aguardé por su
respuesta.
─ Que todos necesitamos un ángel guardián y tú eres el mío. Es hora de que ahora
Inquieta, tomó asiento sobre una de las dos sillas del cuarto mientras yo intentaba
seguirle el ritmo.
─Tienes muy largo el cabello Soli, luce muy bonito─ dije. Ella se acomodó sobre los
cojines y me entregó un cepillo. Enarqué una ceja, consciente de lo mucho que le agradaba
Monique solía hacerlo cuando pequeña y para nosotras era la máxima expresión de
supongo que me lo envidia ─ soltó una risa estruendosa, semejante a las que yo daba
cuando algo me resultaba muy gracioso. Mientras yo desenredaba su maraña color miel,
Solange luchaba con el envoltorio de un chocolate que le había traído junto con el regalo
de cumpleaños ─. Te debo tu regalo ─volteó su cabeza y me miró con pena.
─El año próximo me darás dos ─ respondí rápidamente. Soli era una niña, nunca
dejaría de serlo.
─Muchas veces te he envidiado a lo grande ─ como un rayo cayéndome sobre la
cabeza dejé de peinarla. Su confesión era absurda pero su voz sonaba convencida.
─¿Envidiarme? ¿Por qué tendrías que hacerlo? ─incrédulamente, giré hasta colocarme
─Tú has sido siempre la buena estudiante, la más brillante… ─sus ojos celestes se
oscurecieron. Bajó la mirada para continuar hablando, compungida─ .Siempre has tenido
─Solange ─extendí mi mano y la pasé por su rostro, compasiva ─las dos siempre
fuimos distintas, ni yo mejor que tú, ni viceversa, nuestros padres nos querían a las dos de
igual modo y si bien no eras buena estudiante, yo tampoco sería la chica popular y alocada
a la que todos tenían como líder en la clase. Has sido la “Reina de la Primavera”, Solange.
¿Lo recuerdas? ─ con alegría, evoque una anécdota bella, obteniendo una sonrisa muy
aclaré mi voz.
me disgustaba que siempre estuviese entre medio de nosotras; metido como una niña
llorona. Lo maldije muchas veces, de hecho ─sonrió y balanceó su cabeza sonrojándose─
pero luego, cuando crecimos, mientras más trataría de ignorarlo más se metía en mi
corazón. Debo confesarte que cuando se comprometieron en nuestro festejo de
Le habíamos roto el corazón. Viejas heridas salían del fondo de su alma dolida.
─Por mucho tiempo tuve mucho rencor contenido en mi cuerpo deseando ser tú. Pero
como no era inteligente ni tenías buenas calificaciones, comencé por explotar todo aquello
que tú no estabas interesada en usar, como tu propio cuerpo. Y así comencé..¡no me ha ido
tan mal! ─ fruncí mi rostro ante su última frase.
─Soli, la mitad de Vancouver conocía tus tetas. ¡Eso no podía hacerte sentir orgullosa!
sabes? Yo era camarera y si bien mostraba a las “chicas” con ciertos reparos, nunca me
interesaría en cobrar por sexo ni desnudarme ante muchos hombres, al menos no al mismo
tiempo ─ admitió con picardía.
─Perdóname Sophie, perdóname por haberte traicionado con Francis. Él no quiso, él,
que accedería a tener relaciones conmigo porque vería en mí, tu reflejo ─ nuevamente sus
ojos se ensombrecían mientras crujía el papel metalizado del chocolate que ya había
comido.
─Solange, eso es parte del pasado. Ya los he perdonado y mas allá de ser una herida
muy grande, ha cicatrizado. La vida es corta para vivir de rencores y atada a viejos y
malos recuerdos. Francis siempre estará en mi vida y tú eres mi hermana, mi única familia
y te amo. Incondicionalmente.
Por primera vez en muchos años estábamos teniendo una conversación adulta,
profunda, cargada de intensos sentimientos. Ella estaba totalmente lúcida, abriendo su
─No ─ exhalé pesadamente ─. Creo que lo que sucedió entre ustedes ha sido un punto
de partida para mí en muchos aspectos. Francis es especial, siempre lo será, pero no. No lo
amo.
─¿Pero tú sabes que él sí te ama? ─ sonrió como una niña que acaba de contar un
chisme.
─Suele ser así de persuasivo. Con mis medicinas hace lo mismo. ¡Me repite las cosas
No quise romper la magia del momento pero la duda me carcomía, sintiéndome entre la
espada y la pared. ¿Sería el momento preciso para preguntar por Adrian? ¿O sería mejor
consultarlo con Francis? Me encomendé a pensar que los planetas estaban alineados, una
pequeña pregunta no le haría daño.
─Soli… ─me coloqué nuevamente de pie, frente al ventanal que Solange tenía como
telón de fondo en la habitación.
hombro transmitiéndome una paz que ella difícilmente habría conseguido de otro modo si
no fuese por la internación y su arduo trabajo.
─¿No han habido otros chicos…? Tú sabes… ─ sujeté sus manos, al pie de mi cuello.
─Sí, bueno…sí ─ asentí aflojando los músculos de mi pecho, con la terrible imagen de
su boca en el miembro de mi esposo─. Quiero decir, si es que no has salido con otros…
─Lógicamente Sophie, soy humana…─ resopló ─ . Antes de todo lo que sucedió con
─¿Ah sí? ─me entusiasmé al notar que lentamente abordaríamos el tema. No quise
mostrarme muy insistente pero sí, interesada─ . ¿Y? ¿Qué paso? ─ fingiendo la excitación
“Como su hermano”.
─De comienzo, coqueteaba con todas las muchachas del bar, su sonrisa era sumamente
seductora y tenía un cuerpo terriblemente caliente… ─ se abanicó con la mano ante mis
ojos abriertos─. ¡Sí! ¡He dicho caliente!, así que no te sonrojes como una tonta mojigata.
Solía beber bastante, pero nunca lo suficiente como para terminar ebrio. Aparecía por el
Voulez Vous una vez al mes, luego, en cada quincena hasta que en el último tiempo, fue
frecuente verlo por allí cada dos o tres días ─ dijo sujetando su cabello, anudándoselo con
sus propias hebras en la parte superior. Unos mechones caían desordenados por su
anguloso rostro ─ .Una noche, un tipo sumamente borracho quiso propasarse conmigo
cuando le dije que yo no era de las chicas que cobraban por sexo, causándole una gran
comenzamos a hablar con mayor frecuencia. Esa misma noche, aguardó fuera del club a
que terminase mi para acompañarme hasta casa. ¡Obviamente, nunca te enteraste porque
dormías como un oso!
─ Adrian me besó de un modo muy dulce, sabía a licor de y no por casualidad era lo
último que había bebido─ traviesa, rememoró─. Días después me confesó que lo había
hecho adrede, sabiendo que tomaría la iniciativa de besarme esa misma noche, a pesar del
idiota del que me había salvado.
“Los St. Thomas teniendo todo orquestado… ¡no podía ser verdad!”.
─ Me contó que era de Seattle, que estaba en Vancouver por negocios, lo que supuse
sería cierto a juzgar por su aspecto de niño rico y adinerado. Realmente se mostraba
interesado en mí… hasta que pasaríamos un puñado de noches juntos, que entre nosotras
─ agitó su mano invitándome a decirme algo a mi oído ─ ¡follaba como los dioses! ─
susurró divertida.
─¡Solange! ¡No era necesario que me detalles semejante intimidad! ─le di un golpecito
─Una noche de mucho alcohol, desperté en la habitación que compartimos por una
noche bastante mal. Con la poca lucidez que tenía, le dejé una fotografía mía para que no
me olvidase; él sabría que si quería más de mí, me podía encontrar donde siempre.
sido el amor de tu vida por un simple egoísmo de mi parte. Inclusive, tal vez yo misma he
causado el suicidio de Adrian”.
Tapé mi boca horrorizada por mis pensamientos. Era una asesina…tal como me había
dicho Ajax por error. Sin quererlo, sin pensarlo, era la causante indirecta de ello. Traté que
Solange no notara mi espanto. ¿Cómo se lo explicaría?
34
─Lucky Library buenas tardes─ el teléfono había resonado varias veces antes que
alguien levantara el tubo.
No era tonto y sabía que la pelirroja, alias Jessica Rabbit, deseaba reeditar algun que
otro encuentro sexual, pero bien le había dejado en claro durante el evento en L´Atelier
que estaba muy bien acompañado y que por primera vez en mi vida, me sentía a gusto con
la monogamia.
Sus ojos habrían quedado como dos monedas y midiendo su carcajada, tapó su boca
con la mano.
Angustiado, con la corbata floja y con sombra de barba, no sólo me estaba entregando a
una mujer que nunca antes sino que era la primera vez que no era infiel y sin embargo,
─Caroline ─ del otro lado de la línea, me respondió quien no deseaba. Pero al menos,
─Necesito de tu ayuda.
─No está aquí y no soy tu empleada para obedecer tus órdenes ─ Caroline se mostraba
áspera y sumamente fiel. No era necesario ser brillante para deducir que ella estaba al
tanto de la discusión entre su amiga y yo.
─¿Y dónde está, entonces? No responde mis mensajes, la llamo y su móvil no tiene
─Seré honesta contigo porque conozco a mi amiga: la has dejado hecha polvo, no creo
que quiera verte excepto para darte una buena patada en ese trasero vestido de Armani─
con esto.
─¿Acaso eres sordo St. Thomas? Ella no querrá verte, le has dado dónde más le duele.
─No creo que follarte a una de tus ex amantes en sus propias narices sea un
malentendido; Sophie ha tenido suficiente con Francis para que tú le pagues de igual
forma.
─Caroline, Dios, puedes llegar a ser tan exasperante…─ esta mujer me sacaba de
quicio. ¿Por qué no me decía todo de una puñetera vez y nos dejábamos de jugar a policías
y ladrones?
─El sentimiento es mutuo─ escupió poniendo a prueba mi paciencia una vez más─, y
ahora si me disculpas, debo seguir trabajando. No genero dinero con observar los pájaros
volar.
─ Caroline, por favor, escúchame tú por un momento─ aposté a su razón más que a su
apresuradas tan sólo porque me vio platicando a solas con una ex novia…o algo así.
─ Caroline, estoy hecho un idiota; no puedo respirar siquiera. Estas horas han sido una
mierda, no sirvo ni siquiera para servirme un estúpido café. He suspendido todas mis
reuniones porque no soy capaz de pensar con claridad cómo hacer para que me escuche.
Estoy pagando por los errores que he cometido en un pasado, pero te juro, te juro y
─ No me fío de ti. Todos dicen lo mismo; te enredan con palabras dulces para que
desde que la vi por primera vez en Lucky Library, duermo pensando en su voz y me
levanto pensando en sus ojos. He ido a buscarla hasta allí con el corazón en mi mano la
primera vez se lo ofrecí completamente, pues ahora no temo hacer lo mismo. Estoy sin
─Bueno, cálmate rey…. ¿todo lo que dices es cierto? Júrame que no es una mentira.
─Como que me llamo Ajax ─ me desinflé, exhausto por luchar por lo que hasta
─Está bien, te ayudaré ─ lo tan esperado por mí, apareció─ pero no le digas que me
convenciste con tu discurso shakesperiano ni mucho menos. Me cortara en pedacitos.
─Lo prometo.
─ Sophie viajó a Seattle con dos boletos de avión a cuestas con destino a Toronto,
Ajax. Quería darte una sorpresa, decirte que esperaba que la acompañes a ver a Solange…
─¿Dos…boletos?
Me puse de pie de golpe, con la esperanza reavivando su llama en mitad de mi pecho.
Agitado, al mismo momento que hablaba con Caroline, pensé cuáles serían mis próximos
pasos.
suficientemente grave entre Francis y Sophie como para ocasionar su ruptura, pero
necesito saberlo.
mi bocota lo suficiente.
emocionalmente.
─ Suma a nuestra lista de secretos uno más. ¡Que Dios me perdone! ─ pude imaginar a
la amiga de Sophie persignarse en múltiples oportunidades para no ser castigada con el
infierno.
─Trato hecho.
─Sophie ha encontrado a Francis teniendo sexo con otra mujer─ pestañeé, con el deseo
irrefrenable de golpearle la quijada por su tontera, pero eso acaso no sería lo pero─; esa
mujer era Solange, Ajax.
Una extraña sensación de asco subió por mi garganta. Engaño, traición, desilusión.
Poniéndose por un momento en el lugar de su amada, entendió su escape…aunque no que
ni siquiera le diera la posibilidad de explicarle que él no había hecho nada más que
intercambiar sonrisitas de compromiso con Karen.
─ Caroline, has sido de gran ayuda…─ esbocé cansado pero contento por la victoria
conseguida.
Cómo un huracán, tomé la chaqueta del respaldo de mi silla y salí disparado hacia el
elevador. Nadie a mi alrededor con pedidos poco importantes retrasarían mis recientes
Aparcando con un taxi frente al Center of Addiction and mental Health pagué al
conductor. Atravesando el parque frontal, me dispuse a ingresar a ese gran pabellón de
¿Esta clínica funcionaba como cualquier hospital en el que uno pedía por un paciente y
ya? Con algo más de claridad, creí necesario conversar con Francis Leroux, el ex esposo
de Soli y por más que me molestase en demasía, el doctor a cargo de la salud de Solange.
Con los puños comprimidos, abordé a la señora de la entrada, protegida por un alto
─ Buenos días, necesitaría tener una entrevista con el doctor Francis Leroux─ cordial
entrelacé mis dedos sobre la superficie que custodiaba la recepción.
─ Oh, no, no…no es mi intención internar a nadie aquí. Lo busco por un tema
sumamente personal.
─ ¿Cuál es su nombre?
La mujer de redondos ojos azules vaciló por un instante, sin dejar de ser agradable.
─ Necesito que firme esta ficha de acceso. Le daré una tarjeta de visita ─
entregándome un papel repleto de renglones y un bolígrafo, explicó.
─Disculpe doctor, pero aquí hay alguien que quiere verlo. Es por algo personal─ la
mujer afirmó mi versión. ─. No. Es un hombre llamado Ajax St. Thomas, se ha mostrado
Firmando al pie de la hoja, recibí la tarjeta para habilitar los molinos de la entrada.
Las enfermeras caminaban de un lado al otro con ritmo constante; saliendo y entrando
de diferentes puertas.
Noté tres oficinas: una de administración, otra con el cartel de archivo en la puerta y la
tercera, de admisión y la del reconocido psicólogo y psiquiatra que tenía la llave para
Tocando con mis nudillos, esperé tener frente a mí al causante de una de las cicatrices
¿Sería apuesto? Ladeé mi cabeza, echando por el suelo mis pensamientos celosos.
─ Buenos días─ el doctor era más joven y bienparecido de lo que lo imaginaba. Tosí
aclarando mi garganta, parecía ser un buen oponente─. Soy el doctor Francis Leroux ─ se
─ Pase por favor ─ manteniendo las distancias, su mirada era la de alguien que sabía de
qué iba la cosa. El doctor conocería perfectamente quién era yo, sin embargo, se mostraba
afable ─. Me han dicho que deseaba verme. Me intriga saber el motivo de su visita─
Francis rodeó el escritorio para sentarse en su silla. Me ofreció un vaso de agua y le dije
que no─. Pues dígame en qué puedo ayudarlo.
─¿De quién? ─ la mirada inquisidora de Francis era profunda, analizando hasta mi más
mínima expresión.
─Solange Rutherford.
─¿Y por qué motivo? ¿Tiene algún parentesco con ella? ─ el muy jodido disfrutaba de
su cuestionario y mi nerviosismo.
─No. No nos une ningún vínculo, es sólo que…─ vacilante, no tenía idea cómo debía
─ Señor St. Thomas, espero sepa comprender que no cualquiera puede venir hasta aquí,
sea de donde sea, averiguando sobre un paciente como si nada y menos aún si ese paciente
¿por qué tendría que permitirlo? ─ alzando sus cejas, él se manejaba dentro de su zona de
confort.
─ Comprendo y el planteo es lógico. Usted verá doctor ─ sin dejar los formalismos a
pesar de tener edades similares, Ajax trataba de no enredarse en sus palabras ─ yo no
pretendo violar ningún protocolo de ética médica ni mucho menos, entiendo la situación
tanto de Solange como la suya, y la respeto, pero le estoy pidiendo un gran favor…ni más
ni menos que por la memoria de mi hermano.
Al grano. Directo.
Empujando con saliva el nudo que mantenía en mi garganta, confesé mis verdaderos
motivos ante el especialista que tenía delante.
─Reconozco que es muy extraño hablar de esto con usted, sinceramente ni yo sé qué
hago aquí… ─ pasé los dedos por mi cabello, sumamente nervioso ─ pero mi hermano ha
fallecido semanas atrás y Solange es una de las últimas personas que quizás lo han visto
con vida, antes de su suicidio ─ tragué saliva, desmenuzando el punto de conflicto─.
Deseo revivir a través de su relato los últimos instantes de mi hermano Adrian. No he sido
bueno con él… ─ conteniendo un sollozo, volqué mi cuerpo hacia delante, perdiendo la
pie, fue hacia un fichero bajo, buscó una carpeta celeste y releyó algo dentro de ella.
Asintió con un movimiento de cabeza y regresó a su sitio, como si mi relato le hubiera
─ Y dime Ajax, ¿cómo ha llegado hasta aquí? ─ sospeché que parte de su pregunta
mucho tenía que ver con sus averiguaciones personales más que profesionales. Sin
─Por su hermana.
─¿Por Sophie?
─Sí. Por medio de tu ex esposa es que me he enterado de este lugar y que tú no eras
simplemente su ex pareja ─¡zas! Exponiendo mis cartas en este preciso instante ambos
─¿A qué te refieres con “no salieron como esperaba”? ─ la intriga del doctor en torno
─Francis, no creo que esto sea de tu incumbencia─ incomodo, fulminé como rayo.
─Lamento discrepar contigo ─ por primera vez desde que estábamos retándonos a
duelo, Francis se puso de pie ─: todo lo referido a Sophie me concierne. Porque no sólo se
El ambiente se tornó hostil, listo para cortarse con cuchillo. Una cosa era su
─¿Quieres lo mejor para ella? ─repetí con sarcasmo, también de pie; a la altura de sus
ojos puse los míos─ . ¿Por eso te follaste a su hermana?
Ese había sido un golpe bajo, muy pero muy bajo. Pero yo no conocía de sutilezas ni de
lidiar con las miserias humanas tal como el hombre que tenía frente a mí.
─Buena jugada St. Thomas, pero contrariamente a lo que debes estar pensando, no
hace más que reforzar lo que digo ─ detrás de su escritorio abrió el cajón, sacó una
pequeña franela naranja y limpió sus gafas─ . Precisamente porque ella me importa y
porque he sido un bastardo imbécil que le ha roto el corazón, es que deseo fervientemente
lo mejor para ella. No podría permitir que nadie sea igual o más canalla de lo que he sido
yo.
Guardando mis manos en los bolsillos de mi pantalón, quedé atónito ante la cruda
sinceridad del doctor. Realmente no me esperaba su mea culpa.
─Así es St. Thomas, he sido un maldito hijo de puta. Y si tú lo eres con ella te juro que
soy capaz de molerte a golpes.
─¿Asombrado verdad? ─ retrucó el doctor─. Sophie está aquí, con su hermana y
festejando su cumpleaños. Si lo arruinas, mi promesa de golpearte sigue en pie.
─Ha ido a buscarte a tu propia oficina para pedirte que la acompañases en este
momento tan duro. Desde que ha internado a Solange en este instituto hace casi 5 meses,
no ha venido a verla y no porque no quisiera, si no porque siente que ha sido muy cruel
con su hermana. Teóricamente, sus sentimientos para contigo significan lo suficiente como
para que contar con tu presencia la otorgue la seguridad que ella necesita para afrontar
esto. No obstante, está convencida que le has fallado. Lamentablemente, tanto Solange
como yo cargaremos con la cruz de haberla decepcionado lo que dice a las claras, que no
sino hace unos poquísimos días, cuando…─ por mi cabeza pasaron imágenes del
─ Exacto. Pero nada ha ocurrido, lo juro por lo que más amo en este mundo─ mis ojos
─Lo juro por Sophie, Francis.
35
─ Solange ha ingresado en un estado calamitoso. No sé cuánto te ha contado Sophie
sobre su melliza, pero no sólo pesaba como pluma sino que debí sedarla para su traslado
médico.
Con la imagen de Adrian bebido y drogado, babeando en su cama por días, me figuré la
─ Fue difícil lidiar con Soli. Desde luego no quería estar aquí hasta que cobró
dimensión de que era esto, o una muerte segura. Ella es una mujer muy frágil, tan bella
había hecho perder la cabeza por mucho tiempo y que, inconscientemente, me arrastraría
al amor de mi vida.
aún necesito evaluar su estado emocional durante el día de hoy. Ha estado con su hermana,
es su cumpleaños, sin dudas son estímulos importantes para su avance. Después,
conversaremos en detalle sobre la forma de abordar su relación con Adrian; si ella fue
importante en la vida de tu hermano, es probable que se haya dado el vínculo inverso por
lo tanto, notificarla de su muerte, podría provocar un efecto contraproducente…
padre.
momento devastador.
Conteniendo mis ganas por vomitar, me imaginé a los hermanos Rutherford sufrir por
aquella situación. Francis era amigo de la familia, un niño al igual que ellos. Desde luego,
─ Ambas crecieron como han podido, Ajax. Mientras que Sophie eligió las letras y
sacar a flote un negocio familiar con más pérdidas que ganancias, Soli escogió un camino
desde afuera; luego, apartaré a Sophie y conversarán sobre lo sucedido entre ustedes.
─Oye, a pesar de los tensos minutos que transcurrieron allí dentro, déjame darte las
gracias sinceramente. Puedo comprender por qué Sophie te ha elegido como compañero
Francis me agradeció con una tenue curvatura de labios y aunque le costase aceptarlo,
asintió replicando:
Dándonos una tregua, plantamos bandera blanca para caminar en silencio los treinta
metros restantes hasta la primera reja de gruesos barrotes, tras la cual se disponían una
serie de puertas y más lejos, un lugar semejante a un comedor.
Para cuando estuvimos del otro lado, nos paramos frente la puerta correspondiente al
cuarto de Soli, la cual tenía un visor de vidrio espejado por el que se podía ver hacia
Ansioso, puse mi rostro a escasos centímetros del cristal. Una puntada de dolor rasgó
mi pecho al focalizarme en el rostro de Solange a quien sólo conocía por aquella
desgastada fotografía que Adrian conservaría en su poder hasta el día de su suicidio.
Ella lucía desmejorada y con un color blancuzco extremo en su piel. Muy delgada, la
irradiaba un brillo único, extraño pero cautivante. No me extrañaba que sus ojos me
Con una gran sonrisa estampada en su rostro, no dejaba de mover sus labios. Tomada
de las manos de su hermana, mi amada y amante Sophie, se mostraba feliz, al igual que su
melliza.
Compartiendo carcajadas, gestos con sus manos y momentos de aparente zozobra, las
hermanas eran hermosas a su modo.
Le daría las gracias por guiarme hacia Solange en primera instancia y erróneamente, a
Sophie en segunda, por mostrarme el camino del amor a primera vista, tan trillado y
Salvando las distancias hacia su oficina, ingresé a ella, con la expectativa del
Víctima del aburrimiento y el nerviosismo por tener a Sophie nuevamente frente a mí,
caminé dentro de aquella sala bastante bien decorada, repleta de libros de psicología
El escritorio, un pesado ejemplar de roble, poseía un grueso vidrio que atrapaba varias
fotografías dispersas, ubicadas sin rigor.
pequeñas que él vestidas idénticas y con sendos osos de felpa entre sus manos.
Un rayo de sol aparecía entre las siluetas del chico y una de las dos niñas.
Con una sonrisa en el rostro, no me fue difícil reconocer a Sophie a pesar de la gran
similitud entre ambas: la expresión en sus ojos, la delataba. Más redondeados que los de
indescriptible.
La amaba. Como nunca había amado a nadie en mi vida. Yo, un cazador furtivo, el rey
de la jungla, acababa de ser flechado por un tierno bambi de ojos verdes…el mismo que
Alejándome del enamoramiento voraz que me transmitía aquella imagen, fui hacia el
Perdido entre los árboles, en el escaso murmullo de la avenida y el ruido de las alarmas
de las rejas al permitir paso, me pregunté si yo hubiera tomado la misma decisión que
Sophie con respecto a la internación de su hermana.
El tintineo de unas llaves, el clack del picaporte y el “tienen mucho que hablar”, dicho
por Francis a mis espaldas, fue suficiente para que mis piernas me temblaran.
─Hola Sophie…─ avancé con firmeza hacia ella. ¡La había echado tanto de menos!
─ Feliz cumpleaños ─ con algo de temor, acaricié sus mejillas sonrosadas para
continuar delineando sus pómulos, su quijada y sus labios. Cómo si fuera un plano,
─ Gracias…
Cómo niña, acarició los botones de mi abrigo, quizás, como modo de aquietar su
nerviosismo.
─Es a mí a quien tienes que perdonar por haberte dicho cobarde, nunca he conocido
una mujer con tantas agallas─ reconocí, reconfortado por saber que no escaparía de alló
─Algunas veces, pero eso no quita que esté hablando seriamente este momento. Nunca
te engañaría Sophie, después de haberte conocido, me es imposible estar con alguien más.
Grata fue la sorpresa cuando confesó que le agradaría estrenar la cama conmigo.
Pero ahora, mis planes eran distintos, más calmos a los que estábamos habituados.
─Ajax, le he prometido a Francis que iría a cenar con él… ya sabes, ha sido muy bueno
conmigo, nos ha dejado este lugar para conversar… ─ el jodido Francis no daba paso en
falso.
Un minuto más, y se le tiraba a la yugular de Sophie.
─Debía haberlo sospecharlo, has tardado en venir menos de lo que canta un gallo. Lo
único que te importaba era saber quién demonios era Solange ─ apartándome de ella, no
─Sophie, escúchame por favor, pero esta vez déjame hablar ─ llevándola hasta el
oficina.
─ Cuando Francis me dijo que estabas aquí, con tu hermana, creí estallar. Pensaba
buscarte…no sé…tal vez persuadiéndolo a él para que me dijese dónde encontrarte. Por lo
pronto, me acercaría a ver a Solange…pero ahora, mi princesa, no sabes cuánto deseo que
duermas conmigo esta noche.
─No lo sé…
─Sophie, estas horas han sido una tortura, mi piel estaba adolorida por no rozarte, mi
cabeza no podía dejar de pensar en ti. Mil veces pensé en llamarte, pero tuve miedo.
Miedo de que me volaras al demonio y perderte para siempre. Fui un alma en pena y odio
─ ¿Quieres las estrellas? Pues las bajaré para que titilen junto a ti. ¿Quieres el sol? No
me importa quemarme. ¿Quieres que recoja el mar? Pues todo con tal de tenerte a mi lado,
cariño─ explotando mi lado poeta, desconocido pero sincero, apelé a un último recurso─:
haré todo lo que sea posible y hasta lo imposible por estar contigo, excepto una cosa.
Conteniendo una carcajada, aflojó los hombros para cuando el hombre en cuestión
36
─ Sophie, Solange, lamento interrumpir este cotilleo pero la hora de visitas ha
finalizado ─ Francis caminó hacia mí, mientras Solange miraba con un dejo de tristeza.
has sacado de encima! ─ vivaz, su comentario ridículo nos quitó una sonrisa.
Francis intuía que sería blanco de muchas bromas, pero lidiaba con ello
─¡No es justo Solange! Son dos contra uno ─dijo Francis, comprendiendo el sarcasmo
de su ex cuñada.
trasero de nuestra casa en Ottawa, cuando reíamos sin parar, cuando correteábamos junto a
Toby…
colocándome el abrigo.
abdomen. Cómica, juntó las manos en un rezo y enfrentando desde su pequeño metro
Francis se tocó la barbilla fingiendo pensar el pedido. Era una escena graciosísima.
─¡Está bien! Pero con una condición… ─ Francis me miró y yo abrí los ojos
─¡Trato hecho! ─dije ampliando mi sonrisa y viendo el modo en que Solange salticaba
festejando.
─¡Aburrridooooo!─ Soli puso en blanco sus ojos y giró su pulgar hacia abajo en señal
de desaprobación.
arropada. Era pleno invierno, pero poco importaba si un simple helado conseguía la
felicidad de mi hermana.
─ Mañana vendré, no lo dudes ─ aseguré envolviendo su gélido rostro con mis manos
cálidas.
─¡Eres una perra interesada! ─susurré por lo bajo convirtiendo mis ojos en una línea
risueña.
─¡Oh por Dios! ¡Has dicho, perra! ¡Sophie ha dicho algo impropio doctor! ─Solange
tomó su propio rostro mostrando horror, mofándose de mí abiertamente.
Agité mi mano y lancé un beso al aire, despidiéndome de ella con suma alegría.
Para cuando estuvimos fuera, abracé a Francis con todas mis fuerzas ante su
desconcierto.
─ Gracias por impulsarme a venir. Sin tu insistencia, esto no hubiera sido posible.
─ Shhh, no me agradezcas. Siempre estaré aquí por tí, por ustedes ─ besó mi coronilla
y agitó mi pelo al presionar mi espalda sobre su amplio torso─ .Ahora, ven a mi oficina.
─¿A mí?
Francis asintió con la cabeza y tomó la mano para moverme. Estaba de pie, dura,
¿Caroline? ¡De ningún modo! No abandonaría a su niño y a Lucky Library por nada en
el mundo. Me era fiel y muy trabajadora; de haber un problema en la tienda, llamaría por
teléfono.
¿Ross? Él solía arreglar las finanzas a distancia y ya habíamos platicado más temprano.
Para cuando Francis abrió la puerta encontré a Ajax tal como sospeché: de espaldas,
miraba hacia fuera. El reflejo de la luz del mediodía quedaba eclipsado con el cuerpo
ancho de mi amante.
Al escuchar la voz de mi ex esposo, el rubio de mi vida giró para posar sus ojos color
tormenta sobre los míos. Mis piernas temblaban, sólo él era capaz de generarme esto.
─ Tienen mucho que hablar ─ Francis cerró la puerta detrás de mí.
“Traidor”.
parecieron eternos. El aire era irrespirable, mi pecho estaba inquieto y mis hormonas se
derretían con mirarlo.
Hipnotizada, conectada con sus ojos color tormenta, sin saber si debía abrazarlo,
siempre y mi nariz agradeció tener su aroma tan cerca otra vez. Mi cuerpo lo extrañaba.
─ Hola ─ logré decir con calma, casi susurrando. Su presencia era un bálsamo.
Me tomó de las manos y bajó sus ojos para perderse en los míos.
─ Feliz cumpleaños ─ acarició suavemente mi mejilla con sus nudillos para continuar
con mi rostro, que se escabulló al compás de su tacto.
─ Gracias…
─ Discúlpame por no haberte traído ningún presente ─ sin dejar de regodearme con su
la suavidad de su contacto deseaba que supiera que el mayor regalo era tenerlo allí,
conmigo, sintiendo el roce de sus pulgares en mis pómulos sellando mi boca con un beso
dulce, húmedo y ligero.
Estábamos unidos por la punta de nuestras narices y por sus manos que me acariciaban
la nuca. Apoyé mis manos en su pecho, enredando mis dedos entre los toscos broches de
─ Es a mí a quien tienes que perdonar por haberte dicho cobarde, nunca he conocido
una mujer con tantas agallas.
─ Algunas veces…─ sonreímos a dúo ─ pero eso no quita que esté hablándote
seriamente en este momento. Nunca te engañaría Sophie, después de haberte conocido, me
“Ouch”
─ Todo lo que necesito es estar contigo ─ confesó en voz baja, sin mucho volumen.
─ Yo también….pero…
Por un instante, había olvidado que en el último tiempo estaba rodeaba de expertos en
lectura mental: primero Francis con sus conocimientos de psiquis humanas y luego Ajax,
hace.
Fruncí mi boca.
─¡En los diseños de muebles de oficina, pequeña mal pensada!─ sonrió leyendo otra
vez mi mente.
Volví a fruncirla.
─ Como sea, ha venido de sorpresa a mi oficina. No pude impedir que pase a ver.
─ ¡Sí, cómo no! ─ rolé los ojos, conteniendo más sarcasmo─. ¿Por qué pretendes
reformar un edificio que tiene menos de un año de inauguración? ¡Es absurdo!─ recurrí a
la lógica.
a qué giro se refería. Desconfiaba de los motivos de la visita de la pelirroja, no lucía como
─¿Recuerdas la habitación que está en la oficina? ─Cómo olvidarla, la tuve entre ceja
desde que la vi─. Pues pretendo quitarla, transformarla, colocar una gran biblioteca, algún
televisor de plasma, armar una sala de entretenimientos allí─ enumeró moviendo las
─ Su especialidad son los muebles funcionales y creí que sería una buena idea que me
asesorara. Sin embargo jamás pensé que vendría hasta Seattle y mucho menos, que lo
hiciera apenas se lo comenté.
─¿Por qué querrías quitar ese cuarto, acaso no representa el ícono de virilidad por el
que te has enfrentado con Adrian?
─ Sí, es cierto. Pero precisamente por haber sido resultado de una estupidez propia de
un adolescente en celo, es que quiero darle otro futuro. Ese sitio es parte de una vida
hacia mis dedos. Los tomó con violencia, sorprendiéndome y llevárselos a su boca en un
acto de sensualidad extrema que me aguijonó la columna. Los succionó uno por uno y
tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para recordar que estábamos en el consultorio de
Francis y que pronto vendría a recoger sus cosas para dar por finalizado su turno.
─¿Tienes alguna duda de que quiero comenzar de cero contigo? Esa habitación
representa una vida libertina que no me interesa conservar. Y lo que has visto ha sido un
evaluase el potencial del lugar y cuando salmos de ella, ¡bang! Ya estabas frente a
─ Sophie, nunca he usado esa cama con alguien, pero bueno, si deseas ser la primera…
ahora.
Me miró esperanzado.
─¡Trato hecho, princesa! ─me besó pero intensamente, con la respiración brotando
bruscamente por su nariz en busca de un oxígeno esquivo.
─ Ajax…─ exhalé con calor, pero consciente que no era el sitio para encendernos más.
─¿Esta noche?
─ Ajax, le he prometido a Francis que iría a cenar con él, ya sabes, ha sido muy bueno
conmigo, nos ha dejado este lugar para conversar… ─ intenté persuadirlo de que tal vez
Sin embargo, una extraña sensación de engaño ajeno trepó por mi espalda. Rígida,
recapitulé.
─ Espera un momento… ¿Tú has estado conversando con él antes, verdad?─ recordé
que Francis me condujo hasta ahí porque Ajax me esperaba.
─ Debía haberlo sospecharlo, has tardado en venir menos de lo que canta un gallo. Lo
único que te importaba era saber quién demonios era Solange ─ solté un grito agudo,
apartándolo bruscamente con mis manos en su pecho ¿Por qué estaba siendo tan
─ Sophie, escúchame por favor, pero esta vez déjame hablar ─ tomando mis antebrazos
mensajes, tu teléfono parecía bloqueado, me preocupé. Pensé que habrías corrido hacia
Vancouver apenas saliste de mi oficina ─ explicaba con calma pero con el ceño fruncido ─
. Déjame decirte que tu amiga es un perro de caza, me ha saltado a la yugular y sacarle
información es como tratar con el mismísimo FBI ─ tuve que contener una risita nerviosa.
dijo que estabas aquí, con tu hermana, creí estallar de alegría. Pensaba buscarte…no sé…
tal vez persuadiéndolo a él para que me dijese dónde encontrarte. Por lo pronto, me
acercaría a ver a Solange pero ahora, mi princesa, no sabes cuánto deseo que duermas
conmigo esta noche.
─ Sophie, estas horas han sido una tortura, mi piel estaba adolorida por no rozarte, mi
cabeza no podía dejar de pensar en ti. Mil veces pensé en llamarte, pero tuve miedo.
Miedo de que me volaras al demonio y perderte para siempre. Fui un alma en pena y odio
─ ¿Quieres las estrellas? Pues las bajaré para que titilen junto a ti. ¿Quieres el sol? No
me importa quemarme. ¿Quieres que recoja el mar? Pues todo con tal de tenerte a mi lado,
cariño─ me fui derritiendo con cada letra dicha─: haré todo lo que sea posible y hasta lo
imposible por estar contigo, excepto una cosa─ temblé─.Ni loco te dejaré cenar a solas
con Francis.
─Lamento incomodarlo chicos, pero debo irme. Espero hayan podido solucionar sus
problemas─ Francis se quitó su guardapolvo blanco para colgarlo meticulosamente en un
Ajax y yo nos pusimos de pie, comprendiendo que debíamos irnos y liberar finalmente,
el lugar de mi ex esposo.
─Francis ─ Ajax tomó la palabra─ gracias por darnos este espacio. Eres un gran
hombre ─ le dio un abrazo desconcertante que fue respondido─, con respecto al cumple
─ Sí, aunque supongo que ahora que tiene otra compañía mi invitación ya no tiene
─ Desde luego que no. Has sido muy amable y a pesar de la extrañeza de mi propuesta,
creo que es justo que ambos estemos junto a ella en este día tan especial ─su actitud me
había dejado sin habla, realmente no esperaba ese grado de mesura de su parte.
─Piénsalo, por favor. Aunque no sea de mi total agrado, eres muy importante para
Sophie.
─Está bien, lo haré─ dijo Francis no del todo convencido. Lo conocía, mi ex esposo era
gentil, jamás daría un no como respuesta, no sin antes meditarlo por un tiempo. Nada en él
era apresurado.
─Oh, excelente decisión─ Francis abrió sus ojos, evidentemente con conocimiento del
sitio.
Francis asintió con la cabeza, sin dar una respuesta final. Lucía algo desilusionado,
pero consciente de que sus probables planes para conmigo se desmoronaban en presencia
─ Esperamos verte allí─ dijo Ajax en nombre de los dos, ya fuera de la oficina
obteniendo la mano agitada de Francis como saludo y su figura diluyéndose por entre el
manto de césped.
Ajax conocía las reglas del juego; Francis siempre estaría en mi vida y que reconociera
eso, lo enaltecía.
Froté mis manos con el frío de noviembre calando mi cuerpo; bajé mi gorro de lana
casi hasta tocar mi nariz. Divertida observé a Ajax, quien se rió por mi gesto exagerado.
─¡Te llegará a las rodillas!─ besó mi nariz y pasó su mano por mi hombro,
Marchando por Ossington Av. como dos adolescentes enamorados, nos detuvimos en
Böhmer, un restaurant francés con una estética moderna y sencilla que nos atrajo de
inmediato siendo lo más distintivo del sitio, los cristales que caían del cielorraso como
gotas de lluvia, un toque de buen gusto que me dejó sin habla. Un leve cosquilleo me
poseyó al recordar el ruido de la lluvia golpeteando las ventanas de mi habitación, en
Durante las semanas transcurridas junto a Ajax, habría conocido más restaurants que en
─Puedo verlo, mi amor ─ era la primera vez que me llamaba “amor”. Sonaba bello
escucharlo desde sus labios.
─ Ver a Soli serena, sin la ira contenida de los últimos tiempos, me ha tranquilizado.
Supongo que la desintoxicación a la que está sometida deja lo mejor de ella, su verdadera
esencia, salga a flote. Francis sostuvo que está medicada por su patología mental, pero que
no por ello está inconsciente y fuera de sí, algo que realmente me aterraba.
Ajax me observaba con atención. Y me deshice de sólo pensar que esa noche la pasaría
a su lado.
─Deberás acostumbrarte si pretendes estar a mi lado por muuucho tiempo más ─su
letra “u” fue muy prolongada.
Ajax quedaría paralizado. Sus ojos se mostraron algo confusos, sin enojo pero más que
asombrados. Limpió su boca con la servilleta, la colocó prolijamente sobre la mesa y puso
notita que has llevado a Canadá…ella lucía esperanzada hasta…hasta que la interné aquí.
─Princesa ─ acercó sus manos a las mías, cubriéndolas ─deja de culparte. Solange es
una persona frágil. Ambas han tenido un pasado muy doloroso y lidiar con ello no ha sido
fácil para ninguna de las dos; la diferencia radica en que ante una misma situación, cada
una ha decidido tomar su propio camino, convirtiéndose en polos opuestos ─ sus palabras
reducían mi angustia, tenía mucha razón─ sin embargo, hoy, cuando las vi juntas…
Sorprendida, até cabos; no sólo habría estado hablando previamente con Francis, sino
que también estaría observándonos. ¿En qué momento habría sido? Recordé los cristales
espejados de la habitación.
─…el vidrio espejado…─ dije casi en un susurro llevando mis pensamientos hacia mi
boca.
─Así es, Leroux consideró impropio entrar en contacto con ustedes por el efecto
hermanas Rutherford saben cómo seducir a un St. Thomas! ─ saqué mi lengua por su
he hablado con Francis con respecto a Adrian. Me ha dicho, con buen tino sin dudas, que
prefiere hacer una evaluación del impacto de tu visita para luego decidir si es una buena
idea o no que me conozca. Aunque admito, ya no me es necesario hablar con ella.
Quedé helada. ¿Acaso él, quien odiaba dejar inconclusas las cosas, prefería dejar el
eslabón de la cadena abierto?
devolverá a Adrian; ni las fotografías, ni los recuerdos, ni el relato de nadie. Dudo que
también sea algo conveniente para Solange, mucho más si se le habla sobre la muerte de
mi hermano.
─ Francis nos guiará hacia lo mejor. Dejemos que él sea quien decida.
─Pocas veces me oirás decir esto, pero Francis es un hombre excepcional ─ exhaló
pesadamente, arrancándome una sonrisa─, me alegro que puedas mantener contacto con
él. Es un gran apoyo en sus vidas.
─No tienes idea el alivio que me provoca escucharte ─ dije acariciando su quijada,
fuerte, delineada─ porque la relación con Francis nunca se acabará y mucho menos con
Solange de por medio. Se ha ocupado de cada detalle, es amable con ella, se ha puesto
sobre los hombros su cuidado. Ha sido el hermano mayor que Tyler no ha sido.
Ajax rozó mi nariz con la suya y sin dudarlo, hizo una pregunta muy incómoda:
─¿Sigues con tus dotes de investigador privado? Recuerda que no te ha ido muy bien…
─ bebí agua de la copa.
─¿Tú crees? Yo no creo que me haya ido tan mal, de hehco─ guiñó el ojo con el
─Ha sido muy difícil… ─ inspiré tomando coraje─. Sucedió una tarde en la que
regresé más temprano de Lucky Library. Todo estaba extrañamente desordenado, por lo
que pensé inmediatamente en un asalto. Subí por las escaleras del apartamento y de
encontrándome que Francis no estaba sólo sino con mi hermana…arrodillada frente a él─
no lo miraba, enredando mis manos en torno al pie de la copa.
─Perdóname princesa, no medí las consecuencias de tu relato…─ pasó sus pulgares por
porque reconocí que se habría equivocado, que era un hombre y yo como esposa le estaba
fallando, ya no lo amaba y no le prestaba cuidado. Asumo mi error ante esta situación sin
justificar su actitud. Sin embargo, con Solange fue más difícil; al instante que los descubrí
dejó el apartamento. Cuando volví a confrontarme con ella pidiendo explicaciones, estaba
tan ebria que aseguraba no recordar absolutamente nada. Con el tiempo, su carácter
desmejoró, siendo su momento de mayor crisis cuando intentó agredirme ─ sostuve
intentando no llorar ─ . Hoy temprano, durante nuestra charla, confesó que siempre había
amado a Francis y que en esa ocasión, ella lo había provocado ─ inspiré, bebí y proseguí
─ . No intento santificar a Francis, ambos me traicionaron, pero bueno, simplemente he
aprendido a convivir con ello ya que no está en mi esencia ser rencorosa y menos con dos
personas a las que quiero tanto.
Ajax me observó con ojos enamorados, con sus ojos color tormenta despejados…
37
Tras el almuerzo nos dirigimos al hotel, para recoger mi equipaje e ir hacia donde se
hospedaba Ajax. Una vez allí, cuando nos acomodamos en la amplia habitación (cualquier
elección de Ajax era sinónimo de gigante) corrió un mechón de cabello perdido sobre mi
dando en el blanco.
“quítatelos” ─ . Son bonitos, el bastardo tiene buen gusto─ torció la boca, sin mediar más
palabras.
El modo de observarlos fue detallado. Mirándo a Ajax por el rabillo del ojo supe que
algo se traía entre manos para esta cena. Él tendría la última palabra o como en este caso,
para la cena de esta noche. Pensando en numerosas combinaciones, sentí sus cálidas
─Mmm hueles delicioso─ llenó sus fosas nasales en un gesto erótico e intimidante
continuando la línea de mi cuello con su lengua. Toda mi piel reaccionó ante su contacto.
Aún de espaldas, extendí mis brazos tomándolo por la nuca atrayéndolo hacia mí,
Con su mano derecha tomó mi quijada, en un gesto posesivo y fuerte, cuando la otra se
escabulló por entre mi camisa y mi piel desnuda, subiendo lentamente, demarcando la
línea media de mi torso hasta alcanzar el borde inferior de mi sostén. Recorrió este límite
Metió su mano por las copas de mi prenda íntima dejando mis pezones al descubierto,
rozando la tela fría de mi blusa agudizando el dolor de mi entrepierna. El calor me
Revestido en piezas de mármol blanco con pinceladas de gris, el cuarto era moderno y
elegante. La bañera era profunda y mágicamente, ya contaba con agua en su interior y
algunos pétalos de rosas flotando sobre ella. Ajax se llevaba cada vez mejor con el
Solitario ante mis ojos hambrientos, él no permitiría que lo tocase, rompiendo mis
nervios.
sus bíceps marcados y una vena gruesa que los atravesaba a cada uno de igual forma.
Sentada en el borde la bañera, observaba con la boca seca su acto de liberación masculina.
Tal como si hubiesen levantado la barrera para que pasara el tren, me abalancé sobre él,
─ …relájate…
Como una pitonisa del sexo, me quité la blusa, me deshice del sostén a medio poner y
junté mis senos envolviendo su miembro entre ellos. Lo acuné fuertemente para subir y
Ajax ronroneó como un gato en celo, con su pecho buscando oxígeno y dus dedos
Adoré verlo tan concentrado, disfrutando mi felación. Divertida, fui testigo y victimaria
de su éxtasis.
─No tengo inconvenientes con la temperatura de las comidas ─sostuve, mirándolo por
sobre las pestañas.
Aún sentado abrió sus piernas en v, para colocarme en el medio de ellas; con una toalla
me secaría los restos de su almíbar, para acto seguido, hundir su rostro en mis pechos.
─Nunca estaré saciados de ellos─ los mordisqueó, relamiéndose con cada centímetro
Finalmente se puso de pie, me arrinconó contra la puerta y sin dejar lugar a mi reacción
arrastró mis pantalones junto a mis bragas; al cabo de tres tirones, ya no lo tenía ni cerca.
pecho.
Él mojó mi cabello dulcemente con el mando manual, para masajearlo con champú y
Empujó mi cuello hacia él, haciendo que mi cabeza encajase en su hombro. Con mi
garganta tensa y mis brazos extendidos volcados hacia ambos lados de la bañera, el áspero
contacto de la esponja en mis senos despertó hasta la última de mis hormonas, mis
sobre él, frotando su erección en mi espalda, la cual palpitaba cada vez más potente.
. Entraban y salían y el roce del agua tibia no hacía más que encenderme. Gemí. Cada
vez más fuerte. Las aletas de mi nariz se abrían y cerraban, mi cuerpo estaba a punto de
─Ajax, por favor…─imploré con lágrimas en los ojos. No aguantaba más, mi explosión
interior se acercaba a pasos agigantados.
Besó mi oreja y con un tacto experto, me llevó hacia la cima. Y más allá también…
Los siguientes dos minutos fueron de calma, nuestras pulsaciones se aquietaron y sus
disfrutamos nuestras pieles mojadas y el aroma a rosas de las esencias del agua.
La relajación fue tan profunda, que estuvimos a punto de quedarnos dormidos. Por
Fuera de esa burbuja de sexo e ilusión, escogí una sudadera de tirantes finos, color
blanca junto a un sweater grueso de lana, color ocre. Al ser cruzado, remarcaba mi escote.
corte pitillo. Sonreí frente al espejo por mi atuendo y tocando los bellos aretes, regalo de
Francis.
Para cuando agité mi cabello, Ajax ya estaba listo, con su chaqueta impecable y esos
vaqueros de ensueño que ajustaban cada músculo de sus piernas.
─¿Vamos?─ tomó las llaves del carro rentado, cogimos nuestros abrigos y fuimos
directo al restaurant.
Gossip era un sitio muy bonito y las vistas eran simplemente espectaculares. Las mesas
estaban cuidadosamente ubicadas generando tanto áreas privadas para eventos
corporativos, como sectores para una cena casual, tal como nuestro caso.
Próxima a un patio trasero, nuestra mesa lindaba con una extensa superficie de madera
desgastada con unos bancos de igual material. Desde nuestra ubicación, podíamos
ambientación sobria contrastaba con el juego de luces de colores que se reflejaban en los
Al sentarnos en la mesa, Ajax no fue para nada inocente: frente a mí, controlaba todos
los ángulos en los que exhibía mi músculo. A menudo hacía gestos con sus manos, para
─ ¡Ya, Ajax! ─ dije para cuando apareció un descansado y muy guapo Francis.
─¡Aun tienes los aretes! ─ algo sorprendido, tomó asiento al lado de Ajax, sabiendo de
antemano cuál era su ubicación en la mesa.
Un joven camarero se acercó para tomar nuestras órdenes. El silencio reinó durante
unos breves minutos, pero rápidamente, sacaría a relucir un tema que fácilmente nos haría
queso.
─La medicación surte efecto con el tiempo por lo tanto, es lógico que tras cuatro meses
aquí, los cambios ya de notan. Sin embargo, mucho tiene que ver con ella; ha
comprendido que la mejor decisión para su salud fue estar allí. Sin ánimos de quedarse
como si fuese un hotel, entiende que es parte del proceso por el que debe pasar para lograr
su mejoría. Tú sabes Sophie ─volteó para mirarme─ Solange es un poco rebelde y a veces
no quiere tomar la medicación─ resopló por la nariz, acomodándose sus gafas.
Nos reímos los tres a mis expensas, sabiendo exactamente de qué estaba hablando.
Ajax parpadeó, impactado. Yo podía sentir el bombeo ansioso de su corazón bajo su
pecho de hierro.
─¿Preparado?
─Tal como hablamos previamente, es necesario que sepas que probablemente Soli no
responda de la mejor manera a la noticia de la muerte de Adrian. Sin embargo, repasando
sus analíticas, sus últimas sesiones y la posibilidad de un alta transitoria a mediano plazo,
dentro de las esferas del centro médico, será más fácil contenerla en caso de algún
desborde.
suicidio. Sin embargo no es idiota y sabe diferenciar las cosas que le hacen bien de las que
Ajax no decidió en ese momento, sino que se tomaría el tiempo necesario para hacerlo.
Sin dudas, muchas cosas estaban en juego y todas, eran opciones con consecuencias para
nada agradables.
obviamente, un dulcísimo café con crema montada; pillé a Francis cuando frunció el ceño
ante el pedido de Ajax.
─Evidentemente se pertenecen el uno al otro. Aún no puedo creer que tome el café tan
dulce y encima con crema ─ sonrió, para palmearle la espalda a su contrincante ─.
Hermano, permíteme felicitarte. Te has ganado la lotería.
Su voz sonaba tan sincera como dolida; conocía a Francis y sus intentos fallidos de
regresar conmigo deberían ahogarse de ahora en más. Sabía que por más que lo intentara,
Fuera de Gossip, Ajax se ofreció a llevar a Francis, pero este habría ido en su propio
automóvil.
─Mañana nos vemos, Sophie, y recuerda el helado. Caso contrario no permitiré que te
El cálido brazo de Ajax se posó sobre mí, sus labios posaron un beso en mi cabello
─ No sientas culpa, Sophie. Él ya encontrará a su ángel guardián, tal como nosotros nos
hemos encontrado el uno al otro.
38
La mañana siguiente despertamos enredados, sus piernas entre las mías, su cabeza
sobre mis hombros y sus brazos aferrados a mí. Ajax parecía atrapar un tesoro al que no
ojos.
─ Está bien…pero que conste que te libero solo porque mojarás la cama.
Vivaz pero no menos inquieta por el gran paso que daríamos con respecto a Soli poco
me importó el clima gélido y las nubes amenazantes en el horizonte; nada me alejaría de
Abrigada hasta los dientes, con unos gruesos guantes de lana, sostenía una bolsa con
Para cuando entramos al centro médico, completamos los datos solicitados por la
rigurosa admisión divisando a Francis al final del corredor, del otro lado de las rejas,
hablando amenamente con una de las enfermeras. Firmó unas planillas y elevó la mirada,
encontrándonos a Ajax y a mí con una gran sonrisa. Agitando su mano, aguardó por
nuestro acceso al corredor y nos saludó con un chascarrillo poco común en él.
─¡Hey chicos, no digan que hace frío! ─ él podía ser mordaz y sarcástico, pero no se
distinguía por el ser el bromista del grupo, más bien todo lo contrario. Sin embargo,
celebré ese mínimo cambio en su conducta ─ .Veo que te has tomado muy a pecho lo de la
admisión─ sujetó las bolsas tras estrechar su mano con la de Ajax ─. Vamos a mi oficina,
necesito que hablemos un poco sobre la visita de hoy.
─ Intuyo lo nervioso que te encuentras Ajax, pero déjame decirte que cuentas con todo
mi apoyo─ sin preámbulos, avanzó en la charla─. Estaré junto a ti y estaré dispuesto a
intervenir cuando te sea necesario. Por lo pronto será de gran ayuda que todo aquello que
─No es necesario incurrir en ciertos detalles. No expliques demasiado las escenas, tan
─Para serte sincero, no tengo la receta perfecta Ajax. Soy psicólogo pero no mentalista
y si bien puedo prever las reacciones de mis pacientes es imposible introducirme en sus
mentes y predecir sus comportamientos.
─Está bien.
Los tres nos pusimos de pie como coreografiados para caminar con gran expectativa
preferido para cuando escuchó el ruido de nuestro ingreso. Cómo látigo giró la cabeza con
los consigues.
Dueña de un humor versátil, muchas veces ácido y de mal gusto, ahora mismo permitía
Quizás impresionado por la delgadez de Soli o por encontrar ciertas similitudes entre
ambas, no se movía.
─No he tenido tiempo de preparar el desayuno, chicos, pero las visitas son bien
recibidas ─ activa, nos acercó las únicas dos sillas que había en la habitación ─. Los
muchachos de la mudadora no me han traído el sofá, así que de momento puedo invitarlos
a que se sienten en estas sillas horribles o en la cama─ señaló encadenando broma tras
otras.
─¡Pues vives en un monoambiente muy acogedor! ─Ajax liberó su presión con ese
─¡Oh, sí, su renta es muy baja a pesar del hermoso parque que tengo!
Las carcajadas de Solange rebotaron por la sala ante las ocurrencias de mi compañera
en tanto que Francis también sonreía, recostado en la puerta y tomando unas notas.
─Me gusta este muchacho, Sophie… para ti lógicamente. Con Francis me ha bastado y
No obstante, Francis ladeó la cabeza. Él aún cargaba con responsabilidades
compartidas.
Soli le sacó la lengua, manteniendo un vínculo único con él. Jovial, hoy se mostraba
alegre; sin la amplia túnica hospitalaria, lucía unos pantalones de yoga gris un poco
anchos, tal vez de una talla más a la necesaria y una sudadera blanca de algodón de cuello
pico. Sus senos, de tamaño medio, aún conservaban cierto encanto bajo la tela.
─Me parece justo…─ respondió Soli ─. ¡Pues bien! Ahora díganme, ¿desde cuándo
son novios ustedes dos? ¡No me has dicho nada al respecto!─ cruzada de brazos expuso
fingiendo ofuscación.
Inspiré profundo con la verdad en la punta de mi lengua, una verdad que la tenía como
protagonista de un asesinato que no había cometido y con una búsqueda errónea por parte
de Ajax.
me topé con tu hermana, quien sinceramente, no me atendió para nada bien─ abrí la boca
ante su recortado pero no menos efectivo relato.
─¿Perdón?─ me encontré diciendo─ .¡Sí mal no recuerdo tú no serías más amable!
─Chicos, no se peleen frente a mí…─ Solange agitó sus brazos, risueña, divertida por
─Sea como fuese, me marché de allí con sus ojos clavados en mi cabeza. No pude
─¿Tú? ¿Has viajado a Estados Unidos sólo para verlo?─ Solange no salió de su
asombro.
─ Sí, bueno, se había olvidado algo… ─ mentí buscando no enredarme en los detalles.
─¿Haces eso con todos los clientes de Lucky Library? ¡Vaya servicio de lujo!
─¡No, tonta!─ respondí ofuscada─ . Pero mejor dejemos que siga él…iba bien con su
─Tu hermana Sophie vino a verme porque ella tampoco podía sacarme de su mente ─
Solange se retorció de la risa en la silla. Apostaría que se iba a hacer pis encima.
─Una cosa llevó a la otra…y aquí estamos…felices, ¿no lo crees amor? ─la mirada de
Ajax fue tierna. Besó mis nudillos sin dejar de mirarme y acarició mi mandíbula con en
dorso de su mano. Francis permanecía de pie, con la mirada perdida en sus papeles.
─Vamos Fran, no seas tan estricto, intento agradarle a mi cuñado ─se puso de pie y nos
Francis surcó la habitación con sus pasos y tomó a Solange por la espalda,
precisamente de sus codos, para girarla y dominarla con su mirada. Era increíble el poder
que ejercía sobre ella. Mi corazón bombeó fuerte, vaticinando el momento para el que nos
veníamos preparando.
─Ahora bien Soli, basta de cháchara─ fue recio─, necesitamos que te sientes y prestes
atención ─las palabras suaves de Francis calmaban a las más indómitas fieras.
Sorprendida con justificación, Francis la sentó en la cama. Frente a ella, peinó los
mechones delanteros de su cabellera rubia, respirándole muy cerca.
La conversación nos aislaba por completo a Francis a mí, a esas alturas nos
Los tres, cada uno desde su ubicación, nos focalizamos en el inexpresivo rostro y en la
indescifrable reacción de Solange. Sin embargo, pude leer de inmediato la recapitulación
de su pasado. Fue para entonces cuando parpadeó rápidamente y dirigió la mirada hacia
mí:
─¿Qué mierda significa todo esto? ─ su voz frágil sonó a cuerda de violín.
─Yo sé que se han conocido y que has sido importante para él ─ Ajax hablaba sereno,
haciendo una buena tarea─. Él…él tenía una foto tuya entre sus pertenencias.
fuerte.
─ Supongo que es la que le dejé un día…Allí estaba el número del bar nocturno para el
que trabajaba. El Voulez Vous ─ afirmó ruborizándose al admitir dónde era su empleo─ .
Pero él jamás me llamó después de esa oportunidad─ elevó su hombro, con la tristeza
instalada en los músculos de su rostro─ su cabeza se inclinó hacia abajo, para cuando
Ajax la levantó por su barbilla.
─Solange, tú sabías que mi hermano era un adicto, ¿verdad? ─ él tragó con dificultad.
Este tema era muy delicado. Miré a Francis, quien me respondió con un guiño de ojo.
El labio inferior de Soli comenzó a temblar, como gelatina. Conteniendo las lágrimas,
─Pude reconocer su adicción apenas lo ví. Sin embargo, puedo jurarte que estando
conmigo, sólo bebía…algunas veces más que otras…─ llevó una uña a su boca,
mordisqueándola. Exhaló una sonrisa nerviosa con una apreciación certera─…ahora que
te observo más detenidamente, te pareces mucho a él─ en cámara lenta acarició el mechón
rubio que solitariamente caía sobre la frente de mi hombre ─. El color de sus ojos, el
modo de mirar, algo en su sonrisa…¿tú también has usado ortodoncia? ─ el aire se aligeró
─Sí, mi madre era una obsesiva de las dentaduras perfectas ─ admitió con suavidad.
Francis irguió su espalda, sin esperar semejante reacción por parte de ella.
uno de sus músculos, Ajax sorbió su nariz, estudiando el modo de confesar el cruel destino
de su hermano. Solange tragó en seco y posó sus palmas sobre los hombros del mayor de
Conteniendo mis ansias por participar, presioné mis puños con fuerza para continuar
oyendo la versión de Solange.
motel, dejé una fotografía mía, con mi número. Si al menos no me quería como pareja al
menos me tendría como amiga. Ese llamado nunca llegó…ni antes ni después de mi
internación.
─Lo siento Soli, en su nombre te pido disculpas….─las lágrimas rodaron por el rostro
perfecto de Ajax. Cómo resorte salí de mi silla y friccioné su espalda dándole contención.
─No sé por cuánto tiempo estaré aquí, pero me agradaría visitar su tumba cuando
salga…─ deslizó.
─No lo he dado sepultura Solange, sino que he esparcido sus cenizas en Union Lake.
Él adoraba navegar después de una jornada agotadora de trabajo.
El Union Lake, aquel hermoso sitio por el que navegaríamos nuestra primera salida,
─¿Es el mismo lago donde navegaron con Sophie?¿Cuando ella se quedó dormida?─
─Sí, ese mismo. ¿Y sabes por qué la llevé hasta allí? Porque quería que Adrian la
Las palabras de Ajax nos llegaron al alma. Francis tan sólo inspiraba y exhalaba, con
resignación.
─Me agradaría poder llevarte allí algún día, si Francis me autoriza, lógicamente ─ Ajax
se volteó para encontrar al doctor diciendo que sí con su cabeza y caminando hacia la
cama, donde estábamos los tres, con un abrigo en sus manos.
─Ahora, Solange, es momento de comer tu helado, de otro modo me lo quedaré para
mí ─ Francis cubrió a mi melliza con un tapado de paño muy grueso, el cual extrajo de un
─ Aquí no tendremos problemas en que nos tilden de locas─ metiendo la cuchara con
estaba internada.
Sentadas en una banca de madera y hierro forjado, bajo una manta de franela propiedad
de Francis Leroux, nos mecíamos entre anécdotas y detalles de mi relación con Ajax. Soli
Por detrás de nosotras, Ajax y Francis murmuraban entre ellos; tanto Soli como yo
─Prométeme que cuidarás de ella─ Francis no se iba con rodeos, a estas alturas, no los
necesitaba.
─¿No ha sido suficiente el amor que ves en mis ojos? Vamos, Francis, tú eres experto
en leer gestos y analizar pensamientos ─ Soli simuló besar a su cuchara con la lengua;
─¿Aún la amas?
─Siempre lo haré, a mi modo. Pero ella nunca lo ha hecho, de eso quédate seguro,
jamás he visto ni un ápice de lo mismo que veo cuando te mira a tí, Ajax.
─¿Y tú? ¿Cuidarás de ella?─ ambas nos miramos con disimulo ante la pregunta de
Ajax.
Epílogo
El mes de abril arribaba con un clima sumamente agradable, más de lo habitual. Las
temperaturas nos estaban acompañando y el día del compromiso no sería la excepción.
Seattle, Ajax tenía su oficina allí y era más difícil coordinar todo desde la lejanía, siendo
yo la que se mudaría a su hermoso apartamento en 2nd Ave W, en Archstone Elliott.
Al principio extrañaría no discutir con Ross sobre las finanzas de Lucky Library, pero
rápidamente me acostumbraría a ello. Las cuentas saldadas y con números rebosantes, era
hogar: programaba los encargos por internet que luego enviaría a Vancuver ¡y listo!
Caroline estaba algo apenada por no verme a menudo, pero la distancia en kilómetros
no era tanta como para que volase algún que otro fin de semana a verla y supervisar todo
in situ. Sus responsabilidades habían crecido, al igual que su salario, cosa que me
agradeció. Nunca sería lo suficiente para compensar lo fiel que era.
Había sido una tarde soleada de marzo. Tal como había prometido, en una de las salidas
consensuadas con Francis, Solange volaría con nosotros hacia Seattle a pasar unos días en
nuestra nueva casa (nueva para mí, pero reacondicionada para Ajax), la cual contaba con
suficientes cuartos para que ella esté cómoda.
Congeniaban de una manera sorprendente; Solange tenía un humor aún más ácido que
el mío y esa característica le divertía mucho a Ajax. Una leve brisa de celos invadió mi
mente, pero al ver los ojos enamorados de Ajax cuando me miraba, cualquier rastro de
duda se disipaba instantáneamente…aquellos viejos fantasmas se habrían evaporado.
Solange había ganado algo de peso, pero siempre tendría una contextura pequeña, más
que la mía. Vestida por un vestido blanco con flores en azules y rosas, su belleza reflotaba
dentro de la embarcación.
La contemplé de pie, con los brazos en la barandilla acerada del bote y la mirada
─Me hubiese gustado que Adrian esté aquí, para que festejemos los 4 juntos.
─Él debe estar orgulloso de ti, Ajax. Debe estar agradeciéndote por haber traído a
Con ese recuerdo en mente continué acomodando los arreglos florales que había
traslado.
El amplio patio trasero estaba lleno de vida, gracias a la primavera que estaba entre
nosotros, las flores desbordantes de colores y los aromas perfumaban el aire.
Tomados de la mano, recibimos a los invitados .
Claire, Caroline ─sin Daniel el terrible─, el Dr. Alliser, Ross y su mujer, Erin, Robert y
su esposa, Steve, mi abogado preferido con su mujer Mariah (a punto de parir); Charles y
Ajax, y Paul Le Yardelian, quien se había trasladado a Seattle para coordinar y ayudar a
poco le agradaría a Ajax la idea de reclutarlo en el SkyTower sobre todo por haber
coqueteado conmigo pero prontamente, guardaría sus palabras en su bolsillo. Paul era
inteligente, astuto y un gran dibujante, conformando un equipo más que interesante con el
Francis había telefoneado por la mañana, pero como estábamos muy entretenidos en el
cuarto de baño, sólo había podido dejar un recado en la contestadora felicitándonos y
Ubicándose por el jardín, con copas en sus manos, comiendo unos bocados de queso
─¿Piensas que vendrá? ─murmuré a Ajax, cuya sombra dio cuenta que se me acercaba.
Manejé mi ansiedad platicando con los presentes, contando anécdotas y riéndonos ante
los comentarios sarcásticos de Claire sobre su jefe. Esa mujer me adoraba y no olvidaba
repetirme lo feliz que la hacía verme con Ajax. Para mi sorpresa, anunciaría que serían sus
─Querida, tengo más de 60 años. Deseo viajar, disfrutar, Ajax ya está encaminado,
podrás cuidarlo tú solita ─me guiñó el ojo y nos fundimos en un cálido abrazo, cuando
─¡No creas nada de lo que diga sobre mí a esa vieja bruja! ─lanzó él risueñamente.
Moviéndose entre los asistentes, Paul se acercó por un instante extendiendo su copa,
─Sí, tal vez. No pierdo las esperanzas ─ algo acongojado perdió su mirada en la bebida
La campanilla de entrada sonó fuerte y algo sobresaltada, me disculpé ante Paul y corrí
hacia la puerta.
─¡Hermana!─ nos abrazamos en un gesto eterno─.¡Me alegra tanto que estés aquí!
Mi melliza colocó su pequeño bolso de mano en el sofá en tanto que yo la tomé por la
espalda dirigiéndola hacia el patio, donde permanecían los demás.
─Ufff, hay mucha gente…─resopló. Era cierto, las personas a la que estaba
acostumbrada en este último tiempo no era “esta” clase de gente, no solía tener contacto
con los pacientes de la clínica y las posibilidades de socializar eran escasas bajo aquellas
condiciones.
─Cariño─ la tranquilicé─ son conocidos que trabajan con nosotros y algunos amigos,
no tendrás inconvenientes.
Respiró más aliviada. Yo era consciente del reto qué significaba la presencia de
Solange allí, luchando con sus fantasmas y evitando caer en la tentación de beber alcohol.
─¿Tú crees? ─engreídamente meneó sus caderas exhibiendo lo que vestía: una falda
corta algo acampanada, color beige y una camisa sin mangas negra, con unas
transparencias del cuello hasta el escote corazón que era de una tela algo más gruesa. Su
pesada melena estaba surcada por una trenza a modo de tiara que empezaba y terminaba
en su nuca.
Sus ojos estaban vivaces, enmarcados en rímel negro. Sus pestañas siempre habían sido
─¡Gente! ─ acallé a los invitados, que con un par de copas de más, estaban algo
chillones a esa hora─. Les presento a Solange ─ agitó su mano inocentemente y abrió su
boca en una amplia sonrisa ─es mi hermana melliza, para aquellos que no lo sabían y no
se ha percatado de ello ─la tomé del hombro pegándola hacia mí en un gesto tonto pero
simpático.
─Te traeré una soda, ¿sí? ─dije─ Deseo que te sientas cómoda aquí de vuelta en casa.
─Oh, sí…gracias.
De regreso a la cocina, observé que Sophie saludaba a los presentes mientras que
Caroline la abrazaba efusivamente. Agitaban sus manos y pronto se hizo del grupo de Car,
Ross y señora, mientras que Paul se integraría más tarde.
─Estás feliz ¿verdad? ─ la voz de Ajax por detrás de mí adivinó mi pensamiento, como
era de imaginar.
Gracias a Ajax, podía tener mi amplia oficina con puertas francesas que se abrieran
hacia el patio bellamente diseñado. Ya no sería un lugar para arrumbar trastos y cajas
vacías, sino que todo cobraba vida bajo el lápiz de oro de mi arquitecto preferido.
Mientras que los interiores estaban repletos de vida con las arañas colgantes de cristal,
madera en direcciones opuestas, brindaba una trama particular al diseño del jardín, del
Caroline y yo estábamos muy animadas porque Lucky Library nuestro “bebé” al que
Las reservas para el concurso literario se agotarían de inmediato. Los niños que
Caroline cruzaba por la calle, se preguntaban cuándo abriríamos para venir a curiosear o
Los números ya no estaban en rojo, permitiéndonos contratar dos chicas más tiempo
Apenas realizamos la apertura, mucha gente se agolparía dispuesta a ver qué tanto se
había renovado Lucky Library. Los chicos del restaurant de Vitto, Ted y Louis de
Starbucks, algunos amigos de Car; mucha gente allí nos deseaban calurosos éxitos.
Los niños adoraron ese lugar apenas lo vieron: el sector infantil era colorido, con
Ajax me tomó de la mano, observando con atención mis reacciones. Estaba feliz
simplemente, porque me veía a mí serlo.
Corsario, dos meses atrás, ahora nos encontrábamos allí, en el punto de partida, donde
apartamento cercano a nuestra casa en Seattle a cambio de tomar sesiones cada 20 días
con el fin de no perderle el rastro médico. Pero no sólo esas serían las novedades: tras la
baja de Claire, Ajax contraría a Solange como el reemplazo de su secretaria en el
SkyTower.
Menudo desafío. Sin embargo, ella lucía animada y dispuesta a aprender todo lo
Revoloteando entre los presentes y el bullicio, allí estaba mi melliza, tal como había
prometido.
atendía el abuelo esto apestaba; ahora es más moderno, ya no tiene ese terrible olor a
─ ¡Eso es porque ha sido reformado por St. Thomas&Partners, linda!─ agregó Ajax
─ Nada que no pudiese hacerse con un par de botes de pintura cuñado ─Soli adoraba
provocar a Ajax, sabiendo que él no se quedaba atrás con ese juego tan particular que los
─¿Te has dado cuenta que le falta una buena follad…?─ con Soli fuera de escena
susurró a mi oído para cuando lo detuve antes de finalizar con su última letra.
─ Ajax, por Dios… ¡no seas grosero!─ agité mi mano contra mis oídos.
encontrarme a Paul, mirando vagamente a través de los cristales, esperando que alguien le
diera paso.
─ Pasa Paul, ¡qué sorpresa!─ besé su mejilla y lo invité a entrar, estaba con un pequeño
─ Es una tontera…─ me entregó el paquete que abrí como una niña emocionada. Ajax
Del envoltorio, saqué un extraño adorno. Unas piezas cerámicas tensadas con finas
─¡Es muy bonito! ─ extendí el brazo dejando que cuelgue y busqué de inmediato un
lugar donde colocarlo.
─ Le he dicho a Paul que viniese porque él me ha ayudado con algunas de las reformas,
debemos darle algo de crédito después de todo ─ Ajax farfullaba amistosamente,
codeando a Paul. Para ese entonces, su confianza iba en ascenso, pues ambos compartían
oficina.
el regalo de Paul.
─¿Un qué? ─Soli frunció el rostro y estuvo a punto de largar una carcajada a lo
─¡Oh, si me lo dices tan convincente! ─ mi hermana subió sus hombros y volteó sus
ojos ─ . Será mejor que así lo crea, “segundo jefe”.
Paul se echo a reír. Muy pocas veces lo había escuchado hacerlo de esa forma ya que
era un señorito inglés en la mayoría de las oportunidades.
Contemplé esa breve conexión: mi hermana mirando fijamente a Paul y éste a ella, por
lo que silenciosamente me retiré, tomando el llamador de ángeles entre mis manos, sin
hacerlos sonar para no distraerlos.
Sigilosa me aproximé a Ajax, contemplando unas flores del patio trasero para, a pocos
metros, señalar a Solange.
─ Míralos, ni modo que el regalo de Paul ha comenzado a surtir efecto… ¡ya ha hecho
su primer llamado!