El documento resume el libro de Roger Garaudy que denuncia los integrismos religiosos como generadores de violencia. En particular, critica el integrismo católico, musulmán y sionista, señalando que usan la religión para justificar la agresión y la apropiación de recursos como el petróleo en Oriente Medio. También argumenta que el sionismo político ha reemplazado a Dios por el estado de Israel y que usa el mito del Holocausto para ocultar su verdadera misión como "mercenario" de Estados Unidos
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El documento resume el libro de Roger Garaudy que denuncia los integrismos religiosos como generadores de violencia. En particular, critica el integrismo católico, musulmán y sionista, señalando que usan la religión para justificar la agresión y la apropiación de recursos como el petróleo en Oriente Medio. También argumenta que el sionismo político ha reemplazado a Dios por el estado de Israel y que usa el mito del Holocausto para ocultar su verdadera misión como "mercenario" de Estados Unidos
El documento resume el libro de Roger Garaudy que denuncia los integrismos religiosos como generadores de violencia. En particular, critica el integrismo católico, musulmán y sionista, señalando que usan la religión para justificar la agresión y la apropiación de recursos como el petróleo en Oriente Medio. También argumenta que el sionismo político ha reemplazado a Dios por el estado de Israel y que usa el mito del Holocausto para ocultar su verdadera misión como "mercenario" de Estados Unidos
El documento resume el libro de Roger Garaudy que denuncia los integrismos religiosos como generadores de violencia. En particular, critica el integrismo católico, musulmán y sionista, señalando que usan la religión para justificar la agresión y la apropiación de recursos como el petróleo en Oriente Medio. También argumenta que el sionismo político ha reemplazado a Dios por el estado de Israel y que usa el mito del Holocausto para ocultar su verdadera misión como "mercenario" de Estados Unidos
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ROGER GARAUDY (1913) Francia
Los integrismos, generadores de violencias y de guerras, son una enfermedad mortal de
nuestro tiempo. Este libro forma parte de una trilogía dedicada a combatirlos: Grandeza y decadencia del Islam, donde denuncio el epicentro del integrismo musulmán: Arabia Saudita. Dos obras dedicadas al integrismo católico romano que, mientras pretende “defender la vida”, disertando sobre el embrión, se calla cuando 13 millones y medio de niños mueren cada año de malnutrición y de hambre, víctimas del “monoteísmo del mercado” impuesto por la dominación americana. Estas obras se titulan: ¿Necesitamos a Dios? Y ¿Hacia una guerra de religión? (contra el monoteísmo del mercado). La tercera parte del tríptico: Mitos fundadores de la política israelí, denuncia la herejía del sionismo político que consiste en sustituir al Dios de Israel por el Estado de Israel, portaaviones nuclear e insumergible de los provisionales maestros del mundo: Los Estados Unidos, que pretenden apropiarse del petróleo de Oriente Medio, nervio del crecimiento a la manera occidental. (Modelo de “crecimiento” que, respaldado por el F.M.I., cuesta al Tercer Mundo el equivalente en muertos de una Hiroshima cada dos días). Desde Lord Balfour, que declaró, mientras entregaba a los sionistas un país que no le pertenecía: “Poco importa el sistema puesto en marcha para que conservemos el petróleo de Oriente Medio. Es esencial que este petróleo permanezca accesible.” hasta el secretario de Estado americano Crodell Hull: “Es necesario entender que el petróleo de Arabia Saudita constituye una de las más poderosas palancas del mundo”, una misma política asigna la misma misión a los dirigentes sionistas israelíes: la que definió Joseph Luns, antiguo secretario general de la O.T.A.N.: “Israel fue el mercenario más barato de nuestra época moderna.” Un mercenario no obstante bien pagado como, por ejemplo, de 1951 a 1959, dos millones de israelíes recibieron, cada uno, cien veces más que dos mil millones de habitantes del Tercer Mundo; y sobretodo mercenario bien protegido: de 1972 a 1996, los Estados Unidos han opuesto su veto treinta veces en las Naciones Unidas, contra toda condenación de Israel, mientras que sus dirigentes aplicaban su programa de desintegración de todos los Estados de Oriente Medio, programa expuesto por la revista Kivounim (Orientaciones) nº4, febrero 1982, p.50-59, en la época de la invasión del Líbano. Una política tan inconfesable en su fondo exige el camuflaje que mi libro tiene el propósito de desvelar: En primer lugar, una pretendida justificación “teológica” de las agresiones gracias a una lectura integrista de los textos revelados, que transforma el mito en historia: el grandioso símbolo de la sumisión incondicional de Abraham a la voluntad de Dios, y su bendición de “todas las familias de la tierra”, transformado en su contrario tribal: la tierra conquistada convertida en “tierra prometida”, como para todos los pueblos del Oriente Medio, desde Mesopotamia hasta los Hitítas y Egipto. Y además, una mitología más moderna: la del Estado de Israel que sería “la respuesta de Dios al Holocausto”, como si Israel fuese el único refugio de las víctimas de la barbarie de Hitler, mientras que el propio Itzac Shamir (que ofrecía su alianza a Hitler hasta que le arrestaron los ingleses por colaborar con el enemigo y por terrorismo) escribe: “Contrariamente a la opinión común, la mayoría de los inmigrantes israelíes no eran los restos supervivientes del Holocausto, sino judíos de países árabes, indígenas de la región.” Hacía falta pues inflar el número de víctimas. Hacía falta hacer creer, con el mito de los seis millones, que la humanidad había asistido “al genocidio más grande de la humanidad”, olvidándose de los 60 millones de indios de América del Norte, los 100 millones de Negros (10 muertos por cada cautivo), olvidándose también de Hiroshima y Nagasaki, y de los cincuenta millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial, entre los cuales se cuentan 17 millones de eslavos, como si el hitlerismo tan sólo hubiese sido un vasto pogromo y no un crimen contra la humanidad entera. ¿Bajo el pretexto de que la televisión no habla más que de unas víctimas y no de las otras, sería uno antisemita por decir que los judíos han sido muy duramente golpeados, pero que no fueron los únicos? Nuestro libro sólo tiene por objeto denunciar este camuflaje ideológico de una política, para impedir que se la confunda con la gran tradición de los profetas de Israel.