114 19DTO JN 6, 41-51 Yo Soy Pan Vivo de La Vida Bajado Del Cielo 1re 19,4-8 Ef 4,30-5,2
114 19DTO JN 6, 41-51 Yo Soy Pan Vivo de La Vida Bajado Del Cielo 1re 19,4-8 Ef 4,30-5,2
114 19DTO JN 6, 41-51 Yo Soy Pan Vivo de La Vida Bajado Del Cielo 1re 19,4-8 Ef 4,30-5,2
✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.
✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.
Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén
✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: ES TU PAN VIDA PARA MIS MUERTES”
«Cafarnaún. ¿Éste el de José y Maria nos dice que ha bajado del cielo?»
1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Sal 73, 20. 19. 22. 23
Piensa, Señor, en tu alianza, no olvides sin remedio la vida de tus pobres. Levántate, oh
Dios, defiende tu causa, no olvides las voces de los que acuden a ti.
Monición de entrada
Jesús es el Pan vivo bajado del cielo, alimento necesario para los creyentes. El Señor
nos invita hoy a levantarnos de nuestra postración cómoda y anodina, para que
fortalecidos con el sacramento de la Eucaristía, seamos testigos de aquel que se hizo
carne para la vida del mundo у nos prometió la resurrección en el último día.
Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado
Misa del Domingo: XIX Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B. 08 de Agosto 2021
El profeta Elías, con la fuerza del alimento que le proporcionó el ángel del Señor —pan y
agua—, caminó hasta el monte de Dios (1 lect.). Se nos anuncia aquí la eucaristía,
nuestro alimento para el camino de la vida. En el Ev., Jesús se manifiesta como el Pan
bajado del cielo: no es solo ya la fe en él lo que nos da la vida eterna, sino el participar
en su sacrificio, comulgando, lo que nos salva (cf. orac. después de la comunión). Desde
ahí tenemos que vivir en el amor, que fue lo que llevó a Cristo a entregarse por nosotros
como oblación y víctima de suave olor (2 lect.).
• Como hijos queridos de Dios sigan a Cristo, amando a todos como Él nos amó, y
entregándose a Dios como ofrenda y sacrificio. Que el Señor Jesús esté siempre con
nosotros.
• La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.
Señor Jesús, te doy gracias por la especial protección que me has dado en este día.
Alcánzame la gracia de ser siempre fiel a tu amistad y haz que este momento se
convierta en un verdadero encuentro, un encuentro que me anime a hacer lo que debo
hacer, andar hacia donde Tú me llamas y, así, logre cumplir tu voluntad.
¿Qué es lo que mantiene a la gente, creciendo, sana y robusta? Por lo que respecta al
cuerpo: el alimento y la comida. Sin embargo, incluso para el cuerpo no solo son
necesarias la comida y la bebida, sino también el alimento del amor y de la seguridad...
¿Qué es lo que necesitamos para mantenernos caminando hacia adelante como
cristianos? Nuestra fe y confianza en Dios. Esa fe se mantiene viva y creciente en
nosotros a través de nuestra íntima relación con Cristo. Él nutre esta fe y amor en
nosotros con el alimento y bebida de su palabra, y con la fuerza que nos proporciona la
eucaristía. Este es nuestro “viático”, nuestro alimento y bebida para el camino de la
vida. Este “viático” nos da valor para alzarnos en favor de todo lo que es justo, bueno y
bello. Que el Señor Jesús nos dé en esta eucaristía el alimento y bebida de su palabra y
de su cuerpo.
• El profeta Elías, con la fuerza del alimento que le proporcionó el ángel del Señor —pan
y agua—, caminó hasta el monte de Dios (1 lect.). Se nos anuncia aquí la eucaristía,
nuestro alimento para el camino de la vida.
En el Evangelio, Jesús se manifiesta como el pan bajado del cielo: no es solo ya la fe en
Él lo que nos da la vida eterna, sino el participar en su sacrificio, comulgando, lo que nos
salva (cf. oración después de la comunión). Desde ahí tenemos que vivir en el amor, que
fue lo que llevó a Cristo a entregarse por nosotros como oblación y víctima de suave olor
(2 lect.).
✞ ✞ ✞ Acto penitencial
Con demasiada frecuencia hemos fallado en escuchar la palabra de Cristo, y no nos
hemos alimentado lo suficiente con el pan de vida de la eucaristía. Pidamos al Señor que
nos perdone. (Pausa)
Señor Jesús, tú nos das el alimento de tu palabra y nos mandas levantarnos de nuestro
pecado, y caminar.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú nos das el alimento de tu cuerpo en la comunión y nos mandas caminar
firmes y seguros, movidos por su fuerza.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú nos das el alimento de tu amor y nos mandas salir a encontrar y amar
a nuestro hermano.
Señor, ten piedad de nosotros.
• Señor Jesús, Tú que eres el eterno presente, el hoy, el ahora, y que nos llamas a la
Eucaristía dominical, tiempo de renovacion perpetua. Tu que no eres historia, sino, Pan
Vivo bajado del Cielo. Acéptanos indignos, pero prosternados humildemente, y
perdónanos por no aceptar tu cuerpo, tu sangre, tu alma y tu divinidad en muchas de
las misas en las que nos congregamos. O por recibirte aún sin haber perdonado a
nuestros hermanos. O comerte y beberte consciente de que no hemos tenido una
verdadera contriccion en nuestro propio corazón, una confesión sincera. !Dios Padre! en
el nombre de tu Hijo amado, instrúyenos y concédenos por tu infinita gracia Aceptar a
Cristo como nuestro Señor y Salvador, nuestro alimento que da Vida; para morir con Él,
caminar por Él y gozar en Él. Amén.
Ten misericordia de nosotros, Señor, y elimina todos nuestros pecados. Entrégate a
nosotros como alimento para el camino y llévanos a la vida eterna. Amén.
✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias. Señor Dios, rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único,
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica. Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque
solo Tú eres Santo, solo Tú Señor, solo Tú Altísimo, Jesucristo. Con el Espíritu Santo, en
la gloria de Dios Padre.
✞ ✞ ✞ Oración Colecta:
• Dios todopoderoso y eterno, a quien, instruidos por el Espíritu Santo, nos atrevemos a
llamarte Padre, renueva en nuestros corazones el espíritu de la adopción filial, para que
merezcamos acceder a la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo.
• Roguemos para que el pan de vida de Jesús nos sustente en este nuestro viaje de la
vida. (Pausa)
Dios, Padre de vida, tu Hijo Jesús es nuestro Pan vivo bajado de los cielos, que,
procediendo de ti, ha venido a nosotros y al mundo para darnos vida. Qué Él restaure
nuestra fuerza y valor mientras caminamos con Él a través de la vida y danos voluntad y
amor para compartir nuestro pan con los que lo necesitan, porque es Cristo quien, en
ellos, nos grita su hambre. Te lo pedimos en el Nombre del mismo Jesús, el Señor.
2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: 1 Reyes 19, 4-8
Pan para el Camino. Con la fuerza de aquella comida, caminó hasta el monte de
Dios.
En aquel tiempo,
4 Elías se adentró por el desierto un día de camino, se sentó bajo una retama y,
deseándose la muerte, decía: -¡Basta, Señor! Quítame la vida, que no soy mejor que
mis antepasados.
5 Se tumbó y se quedó dormido, pero un ángel le tocó y le dijo: -Levántate y come.
6 Elías miró y vio a su cabecera una hogaza cocida, todavía caliente, y un vaso de agua.
Comió, bebió y se volvió a dormir.
7 De nuevo, el ángel del Señor le tocó y le dijo: -Levántate y come, pues te queda
todavía un camino muy largo.
8 Él se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquel alimento anduvo cuarenta días y
cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
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1. Un camino largo
1.1 La primera lectura nos deja ver el espantoso desaliento que padece uno de los
hombres más grandes del Antiguo Testamento.
1.2 Se trata de Elías, el campeón de la fe, el gigante de la profecía, que abrumado por la
soledad y las persecuciones se deja caer en el sueño de la depresión, no sin antes
anunciar su absoluta amargura: "¡Basta, Señor! Quítame la vida, que no soy mejor que
mis antepasados".
1.3 Elías había dado lo que podía dar. Se ha agotado tratando de sostener en sí mismo y
en los demás la fe verdadera, en tiempos en que todo parecía ser engullido por la
religión cómoda, prometedora y libertina de Baal. El fruto de su predicación es inmenso,
si pensamos en lo que logró y en los testimonios que leemos en la Biblia, pero el costo
es muy alto en términos de soledad y de zozobra. Finalmente, el peso doblega a nuestro
héroe, que se derrumba en silencio, en una caverna sin nombre. Allí envía Dios a su
ángel, para que lo consuele y levante, pero sobre todo para darle pan y nuevas fuerzas.
1.4 La frase del ángel es fundamental: "el camino es largo... es superior a tus fuerzas".
Necesitamos el pan de Dios para recorrer el camino de Dios. Uno puede "vivir" sin la
fuerza que Dios da, pero no para recorrer el camino que Dios ofrece. Porque es cierto
que el mundo da su propio pan, que sirve para hundirse en su jungla de engaños y
placeres. Y el demonio da su pan de orgullo, que sirve para perderse en las sendas del
odio y la locura. Y la carne da su pan sabroso de pecado, que sirve para acabar
ahogándose en el vacío y en la nada.
1.5 Pero para avanzar por el camino de Dios, que es el camino de la vida, se necesita el
pan de Dios, el Dios de la vida.
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El profeta Elías representa la fatiga y el desaliento que, más de una vez, ataca a todo
hombre. Huyendo de su compromiso con el Señor, Elías decide abandonarse en el
desierto. Espera la muerte, prefiere morir como víctima de su vida de predicador. Pero el
compromiso por la Palabra a ser más fuerte que el miedo de anunciarla. El Señor se
compromete a alimentar, a sostener y a acompañar a quien ha llamado a ser su voz y
testigo. Nada podrá tener más valor que responder al llamado del Señor.
✞ ✞ ✞ Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se
gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al
Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias.
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido
invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno,
es el Señor, dichoso el que se acoge a él.
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
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¿Le es posible a un hombre «hacer del amor la norma de su vida» {cf v. 2)? Sí, gracias
al hecho de haber recibido como don en el bautismo el sello del Espíritu Santo que había
sido prometido (cf. Ef 1,13; 4,30): es ésta una «idea fija» de la carta a los Efesios. El
Espíritu se hace presente de un modo tan personal y respetuoso de la libertad que las
decisiones del cristiano pueden «causarle tristeza» (v. 30). En el orden concreto, las
cosas que disgustan al Espíritu enumeradas en el pasaje son aspectos que podemos
encontrar en otros pasajes del Nuevo Testamento (por ejemplo, en Rom 1,29-31; Gal
5,19-21) o incluso en las obras helenísticas de tema moral. La «maldad» es la raíz que
provoca toda división y todo mal; vibra interiormente en la «agresividad, rencor, ira»; se
precipita contra los hermanos con la «indignación » y las «injurias» (v. 31). En este
contexto se refiere Pablo, de modo particular, a los vicios que resquebrajan la vida
comunitaria.
El crecimiento de la caridad pasa de la «bondad» a la «compasión» y a la cumbre del
«perdón mutuo» (v. 32). Entre las quince características de la caridad citadas en el
«Himno a la caridad» (1 Cor 13,4-7), hay ocho negativas (lo que no hace la caridad:
«No tiene envidia, ni orgullo, ni jactancia») y otras seis que tienen que ver con la
caridad en acción: «Todo lo aguanta» («es paciente y bondadosa [...] Todo lo excusa,
todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta»). ¿Qué es lo específico del perdón
cristiano, dónde está el límite ante el que podríamos pretender detenernos? «A cada uno
de nosotros, sin embargo, se le ha dado la gracia según la medida [literalmente, el
metro] del don de Cristo» (Ef 4,7); «Los amó hasta el extremo» (Jn 13,1).
Y vosotros «sed misericordiosos como también es misericordioso vuestro Padre» (Lc
6,36; cf. Mt 5,48). Así es para Juan (cf. 1 Jn 3,16), para Pablo (cf. Gal 2,20), para cada
cristiano que quiera ser causa de alegría para el Espíritu Santo.
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San Pablo nos exhorta a no entristecer al Espíritu Santo indicándonos cuál debe ser
nuestra conducta. A pesar que el cristiano vive ya la vida en y según el Espíritu, necesita
constantemente revisar su vida, para evaluar si está viviendo de acuerdo al don recibido
en el bautismo. Pero el criterio para examinar la vida no está en hacer una larga lista de
vicios y virtudes, de pecados y milagros realizados. Según lo que nos dice Pablo, el
criterio está en si vivimos o no como el Padre, Cristo y el Espíritu Santo quieren que
vivamos. La imitación de Dios que Pablo nos plantea aquí no supone una vida de
esfuerzos para divinizarse, sino vivir con el mismo amor de Cristo Jesús.
✞ ✞ ✞ Aleluya:
Aleluya Jn 6, 51
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo –dice el Señor–; el que coma de este Pan
vivirá para siempre.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
Pan para la Vida del Mundo. Lo mismo que necesitamos pan y alimento para
vivir, así también nos es necesario el Pan espiritual para la vida eterna. Jesús
es ese Pan para la vida del mundo.
En aquel tiempo,
41 los judíos comenzaron a murmurar de él porque había dicho: «Yo soy el pan que ha
bajado del cielo».
42 Decían: -Éste es Jesús, el hijo de José. Conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo
se atreve a decir que ha bajado del cielo?
43 Jesús replicó: -No sigáis murmurando.
44 Nadie puede aceptarme si el Padre, que me envió, no se lo concede, y yo lo
resucitaré el último día.
45 Está escrito en los profetas: Y serán todos instruidos por Dios. Todo el que escucha al
Padre y recibe su enseñanza me acepta a mí.
46 Esto no significa que alguien haya visto al Padre. Solamente aquel que ha venido de
Dios ha visto al Padre.
47 Os aseguro que el que cree tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de la vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y, sin embargo, murieron.
50 Éste es el pan del cielo, y ha bajado para que quien lo coma no muera.
51 Jesús añadió: -Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come de este pan vivirá
siempre. Y el pan que yo daré es mi carne. Yo la doy para la vida del mundo.
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.
• Las precedentes revelaciones de Jesús sobre su origen divino -«Yo soy el pan de vida»
(v. 35) y «yo he bajado del cielo» (v. 38)- habían provocado el disentimiento y la
protesta entre la muchedumbre, que empieza a murmurar y se muestra hostil. Es
demasiado duro superar el obstáculo del origen humano de Cristo y reconocerle como
Dios (v. 42). Jesús evita entonces una discusión inútil con los judíos y les ayuda a
reflexionar sobre su dureza de corazón, enunciando las condiciones necesarias para
creer en él.
La primera es ser atraídos por el Padre (v. 44), don y manifestación del amor de Dios a
la humanidad. Nadie puede ir a Jesús si no es atraído por el Padre. La segunda condición
es la docilidad a Dios (v. 45a). Los hombres deben darse cuenta de la acción salvífica de
Dios respecto al mundo. La tercera condición es la escucha del Padre (v. 45b). Estamos
frente a la enseñanza interior del Padre y a la de la vida de Jesús, que brota de la fe
obediente del creyente a la Palabra del Padre y del Hijo.
Escuchar a Jesús significa ser instruidos por el mismo Padre. Con la venida de Jesús, la
salvación está abierta a todos, pero la condición esencial que se requiere es la de
dejarse atraer por él escuchando con docilidad su Palabra de vida. Aquí es donde precisa
el evangelista la relación entre fe y vida eterna, principio que resume toda regla para
acceder a Jesús. Sólo el hombre que vive en comunión con Jesús se realiza y se abre a
una vida duradera y feliz. Sólo «el que come» de Jesús-pan no muere. Es Jesús, pan de
vida, el que dará la inmortalidad a quien se alimente de él, a quien interiorice su Palabra
y asimile su vida en la fe.
www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
Juan 6. resumen
“Yo soy el Pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no
tendrá sed jamás” (v. 35). Jesús acaba de alimentar a cinco mil personas (vv. 1-15),
pero la multitud no comprendió el significado del milagro y respondió solo al almuerzo
gratuito. Jesús aconseja, “De cierto, de cierto os digo, que me buscáis, no porque habéis
visto las señales, sino porque comisteis el pan y os hartasteis. Trabajad no por la comida
que perece, mas por la comida que á vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre
os dará: porque á éste señaló el Padre, que es Dios” (vv. 26-27). Jesús ofrece
proveerles sus más profundas necesidades, pero no pueden ver más allá de sus
estómagos.
La multitud pregunta, “¿Qué haremos para que obremos las obras (plural) de Dios?
Respondió Jesús, y díjoles: Esta es la obra (singular) de Dios, que creáis en el que él ha
enviado” (vv. 28-29). La multitud quiere saber como cumplir con la ley, pero Jesús
responde con la simple declaración que crean en él.
La multitud, notando la radical naturaleza de la respuesta de Jesús, pide que Jesús
verifique sus declaraciones. “¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos?
¿Qué obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan
del cielo les dio á comer” (vv. 30-31). No mencionan el hecho que Jesús acaba de
alimentar a cinco mil personas.
Jesús les corrige. No fue Moisés, sino Dios, el que regaló pan del cielo a los israelitas,
“mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo” (v. 32). No como el maná que solo
sustentó la vida física – solo para los israelitas – y solo por corto plazo – el pan de Dios
“da vida al mundo” (v. 33). La gente responde, “Señor, danos siempre este pan” (v.
34).
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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Oración inicial
Shadai, Dios de la montaña, que haces de nuestra frágil vida la roca de tu morada,
conduce nuestra mente a golpear la roca del desierto, para que brote el agua para
nuestra sed. La pobreza de nuestro sentir nos cubra como un manto en la obscuridad de
la noche y abra el corazón para acoger el eco del Silencio para que el alba
envolviéndonos en la nueva luz matutina nos lleve con las cenizas consumadas por el
fuego de los pastores del Absoluto que han vigilado por nosotros junto al Divino
Maestro, el sabor de la santa memoria.
1. Lectio
a) El texto: Juan 6, 41-51
b) Clave de lectura:
El sexto capítulo del evangelio de Juan presenta un carácter unitario que desarrollándose
en torno al tema de la fiesta de la Pascua, análogamente se articula a través de un
prodigio ( 5, 1-9a 6,1-15) a quien sigue un discurso (5,16-47; 6,22-59). Presenta una
parte de la actividad de Jesús en Galilea y precisamente el momento culminante: Jesús
se autorevela como pan de vida para ser creído y comido para poder ser salvos. En los
vv. 1-15 encontramos el gran signo de la multiplicación de los panes cuyo significado
viene desvelado por el discurso del día siguiente en los vv. 26-59: el don del pan para el
hambre del pueblo prepara las palabras sobre el pan de la vida eterna. Entre los vv. 16-
21 tenemos la narración del camino de Jesús sobre las aguas. En los v. 60-71 Jesús
invita a los discípulos a decidirse, ya conociendo su incredulidad (vv. 60-66), ya
solicitando la fe de los doce (vv. 66-71).
El discurso completo sobre el pan de vida (6,25-71) presenta semejanzas con algunos
testimonios judaicos, de modo particular de Filón.
c) Momento de silencio: Dejamos que la voz del Verbo resuene en nosotros.
2. Meditatio
a) Algunas preguntas:
- Murmuraban de él: ¿cuántas voces de murmuración cuando se trata de Dios?
- Yo soy el pan bajado del cielo: ¿dónde tomamos el pan que comemos cada día?
- Ninguno puede venir a Mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado: ¿el Padre nos
atrae o más bien vamos tras sus pasos criticando lo que dice a nuestra vida de cada día?
- Si uno come de este pan, vivirá para siempre: nosotros nos alimentamos de la Palabra
de Dios y del Pan repartido, una vez a la semana o a lo mejor todos los días...¿por qué
no corre la vida eterna en nuestras palabras y en nuestra experiencia humana?
b) Clave de lectura:
Murmurar. ¿Qué mejor instrumento para no vivir profundamente lo que el Señor nos
pide? Miles de razones, plausibles...miles justificaciones, válidas...miles motivaciones,
lícitas...para no masticar una Palabra que rompe toda razón, toda justificación, toda
motivación para dejar ecos nuevos de un cielo no lejano que habita en los corazones de
los hombres.
v. 41. Murmuraban de Él los judíos porque había dicho: "Yo soy el pan bajado
del cielo". Jesús apenas había afirmado: Yo soy el pan de la vida (v.35) y he bajado del
cielo (v.38) y esto provoca desacuerdo entre la gente. Judíos, término teológico en Juan,
podemos considerarlo como su homónimo: los incrédulos: En realidad se trata de
Galileos que se llaman Judíos a causa de su murmuración contra Cristo, porque sus
palabras sobrepasan las categorías usuales. Un lenguaje familiar el del pan bajado del
cielo. Los hijos de Israel conocían el pan de Dios, el maná, que en el desierto había
saciado el hambre, y la precariedad de un camino de horizontes que se recorrían sin un
final. Cristo, maná del hombre que en el desierto de su hambre inapagada invoca al cielo
como sostén de su caminar. Único pan que quita el hambre. Las palabras de los judíos
son objeciones contra la persona de Jesús y al mismo tiempo paso para introducir el
tema de la incredulidad. En relación con otros pasajes en los cuales el pueblo “bisbisea”
(7,12.32)) en este capítulo tenemos sobre Jesús un “murmurar” sobre lo que Él dice, o
sea sobre sus palabras. Este murmurar claramente deja ver la incredulidad y la
incomprensión.
v. 42. “¿No es éste Jesús el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros
conocemos? ¿Pues cómo dice: Yo he bajado del cielo? La ironía es sutil. Los incrédulos
conocen los orígenes terrenos de Cristo, conocen ciertamente al hijo de José, pero no al
Hijo de Dios. Sólo los creyentes conocen su origen transcendente por intervención
directa de Dios en la Virgen Santísima. El pasaje de un lenguaje netamente material, un
pan de agua y harina, a un lenguaje espiritual, un pan para el alma humana. Como otra
vez en el desierto, los judíos murmuraban: no comprenden el origen ni el don de Jesús:
Como en otro tiempo los padres rechazaron el maná, porque era un alimento muy
ligero, ahora los hijos rechazan al Verbo hecho carne, pan bajado del cielo, pero de
origen terreno. Los judíos toman de lo que Jesús había dicho, sólo la afirmación: Yo he
bajado del cielo (V.38). Porque es ésta lo que da fundamento a los precedentes
anuncios, al ser el pan de la vida (V.35). La pregunta. ¿No es quizás éste... está
presente, en un contexto de estupor, en los evangelios sinópticos. En Mateo o en Lucas
el lector a través de la narraciones de la infancia ya ha tenido conocimiento de la
concepción virginal de María. En Juan los Judíos tienen delante a quien declara que ha
bajado del cielo sin poner en discusión su naturaleza humana. Hijo de José, quiere decir
entonces ser un hombre como todos (cfr 1,45).
v. 43-44. Jesús respondió: “No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí
si el Padre que me ha enviado no le trae; y yo lo resucitaré en el último día”. Jesús no
parece firmarse sobre su origen divino, pero subraya que sólo el que es traído del Padre
puede ir a Él. La fe es pues un don de Dios que tiene como condición la apertura de
parte del hombre, la escucha... pero, ¿qué quiere decir que el Padre lo trae? ¿Es que no
es libre el hombre en su caminar? La atracción es sólo en la trayectoria de un deseo
escrito en aquellas tablas de carne que todo hombre lleva consigo. Es por tanto libertad
plena, adhesión espontánea a la fuente del propio existir. La vida no puede ser atraída
sino por la vida, sólo la muerte no se deja traer.
v. 45. En los Profetas está escrito: «Y serán todos enseñados de Dios». Todo el
que oye a mi Padre y recibe su enseñanza, viene a mi. El seguimiento está determinado
por un orden bien preciso. No es una invitación, es un imperativo. La palabra de Dios
creadora, en vez de llamar a la luz y a las otras criaturas de la nada, llama a su imagen
a participar de la nueva creación. El seguimiento no brota de una decisión autónoma o
personal, sino del encuentro con la persona de Jesús y su llamada. Es un acontecimiento
de gracia, no una elección del hombre. Jesús no espera una libre decisión, sino que
llama con autoridad divina, como llamaba Dios a los Profetas en el Antiguo Testamento.
No son los discípulos quienes eligen al Maestro como sucedía con los “rabbi” del tiempo,
sino es el Maestro quien escoge los discípulos como depositarios de la herencia de Dios
que es más que una doctrina o enseñanza. La llamada comporta el abandono de los
familiares, de la profesión, un cambio total de existencia por una adhesión de vida que
no admite espacios al autocentralismo. Los discípulos son hombres del Reino. La llamada
para convertirse en discípulos de Jesús es una “llamada escatológica”. La frase del
profeta del destierro babilónico dice textualmente: “y todos serán sus hijos [de
Jerusalén]” en referencia a los hebreos. El uso de: “todos serán” es una expresión de la
universalidad de la salvación de la que Cristo es el cumplimiento.
v. 46. No que alguno haya visto al Padre, sino sólo el que está en Dios, ése ha
visto al Padre. Sólo Jesús, que viene de Dios, ha visto al Padre y lo puede revelar
definitivamente. El hombre es llamado a venir de Dios. El conocimiento de Dios no es
una conquista, es una proveniencia. El movimiento no es externo. Si yo busco la
proveniencia externa puedo decir que tengo un padre y una madre, criaturas del mundo
creado. Si yo busco la proveniencia profunda de mi significado existencial puedo decir
que vengo del Padre, Creador de toda vida.
v. 47. En verdad, en verdad os digo: El que cree tiene la vida eterna. Creer a la
palabra de Jesús, a su revelación, es condición para obtener la vida eterna y poder ser
“amaestrado por el Padre”. Creo, me apoyo en una roca. La estabilidad no está en mi
límite de creatura, ni en la realización de mi perfectibilidad humana. Todo es estable en
Aquel que no tiene enganches naturales. ¿Cómo puede una criatura apoyarse sobre sí
misma, cuando no es dueño de un solo instante de su vida?
v. 48. Yo soy el pan de vida. Se vuelve a presentar el tema del pan de vida que
enlaza con el de la fe, y el de la vida eterna. Jesús es el verdadero pan de vida. Este
versículo está ligado al 51. “Yo soy el pan vivo”. Sólo el que se alimenta de este pan, el
que asimila la revelación de Jesús como pan vital, podrá vivir.
v. 49. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron.
v. 50 Este es el pan que baja del cielo, para que el que lo coma no muera. El pan
que baja del cielo es contrapuesto al maná que alimenta a los padres sin preservarlos de
la muerte. Este pan que da la vida eterna y proviene de lo alto es el Verbo Encarnado de
Dios. El tema eucarístico apuntado en algunas expresiones precedentes, ahora se
convierte en central. La experiencia de la muerte terrena no contradice esta experiencia
de vida si se camina por las sendas de lo transcendente. El límite no es un límite para el
que se alimenta de Él.
v. 51. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para
siempre y el pan que yo le daré mi carne, para la vida del mundo. Alimento vital para el
creyente será la “carne” de Jesús. El término carne (sàrx) que en la Biblia indica la frágil
realidad de la persona humana de frente al misterio de Dios, ahora se refiere al cuerpo
de Cristo inmolado sobre la cruz y a la realidad humana del Verbo de Dios. No es un pan
de vida metafórico, o sea la revelación de Jesús, porque el pan es la misma carne del
Hijo. Para la vida del mundo indica en favor y pone de relieve la dimensión sacrificial de
Cristo donde por el mundo expresa la salvación que de esta dimensión brota.
c) Reflexión:
Murmurar. Si nuestra murmuración fuese como la de un viento ligero haría de
acompañamiento armonioso a las palabras eternas que se hacen nuestra carne: Yo soy
el Pan vivo bajado del cielo. Qué sorpresa entonces, sabiendo que este Pan eterno no es
un extraño, sino Jesús, el hijo de José, un hombre del que conocemos el padre y la
madre. Porque el que come de este pan vive para siempre. Un Pan que nace de un amor
de Padre. Estamos invitados a escuchar y a aprender para llegar a Él sobre la senda de
la atracción, sobre la huella de aquella fe que permite ver. Pan con pan, Carne con
carne. Sólo aquel que viene de Dios ha visto al Padre. El hombre lo ha visto cuando ha
hecho de su carne el pesebre del Pan vivo. Desierto y muerte, cielo y vida. Un dulce
connubio que se cumple en cada Eucaristía...sobre cada altar, aquel altar del corazón en
el cual la vida del Soplo divino consuma la arcilla desfigurada del hombre perdido.
3. Oratio
Salmo 33 (32)
Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos, por el aliento de su boca todos sus
ejércitos. Él recoge, como un dique, las aguas del mar, mete en depósitos los océanos.
Yahvé frustra el plan de las naciones, hace vanos los proyectos de los pueblos; pero el
plan de Yahvé subsiste para siempre, sus decisiones de generación en generación. Los
ojos de Yahvé sobre sus adeptos, sobre los que esperan en su amor, para librar su vida
de la muerte y mantenerlos en tiempo de penuria.
4. Contemplatio
La experiencia del alimento que aleja del corazón el hambre, me recuerda, Señor, que
podré andar de la imperfección al cumplimiento para ser espejo tuyo no anulando el
hambre, sino interrogándola para no encontrar jamás en ella un homo sapiens, que no
se interroga nunca, que vive sin intereses, que no quiere ver ni sentir, que no se deja
tocar, que vive en el miedo, superficialmente más que en profundidad y en los sucesos
se muestra quedando en posición horizontal, dormitando, o destrozando todo lo que
encuentra...sino como homo vigilans, que está siempre presente a sí mismo y a los
demás, capaz de apagarse en el trabajo y servicio, aquél que responsablemente no se
acaba en lo inmediato, sino que sabe madurar en la larga y paciente espera, aquél que
expresa todo lo que es en cada trozo de su vida, aquél que no tiene miedo de sentirse
vulnerable, porque sabe que las heridas de su humanidad pueden transformarse en
hendiduras a través de la cuales la vida llega con el fluir del tiempo, una Vida que,
pudiendo realizar finalmente su Fin, canta al Amor con su “corazón llagado” envuelto en
una “llama que consuma y no da pena” y además de encontrarlo definitivamente está
dispuesta a “romper la tela”. El hambre ya no es hambre. Porque queda como dulce
peso del límite, protegido por la deliciosa llaga y siempre abierto al dulce encuentro que
saciará todo deseo: “Mi Amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las
ínsulas extrañas, los ríos sonorosos... .es como noche calma, música silenciosa, soledad
sonora...¿quién podrá sanar este mi corazón llagado?... Es llama que consuma y no da
pena... ¡Oh Amado rompe la tela de este dulce encuentro!
www.santaclaradeestella.es
No hay reflexion.
www.fraynelson.com
“Yo soy el Pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este Pan vivirá eternamente.
Aleluya…” Laudes EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO.
(Oración de la mañana)
Invitatorio
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo el Señor, el Pan de vida, venid, adorémosle.
Salmo 94 Invitación a la alabanza divina
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su
presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las
simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo
hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es
nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de
Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón
extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán
en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo el Señor, el pan de vida, venid, adorémosle.
Himno: Sin dejar la derecha de su Padre
Sin dejar la derecha de su Padre, y para consumar su obra divina, el sumo Verbo, que
ha venido al mundo, llega al fin a la tarde de su vida. Antes de ser, por uno de los
suyos, dado a quienes la muerte le darían, en el vital banquete del cenáculo se dio a los
suyos como vianda viva.
Se dio a los suyos, bajo dos especies, en su carne y su sangre sacratísimas, a fin de
alimentar en cuerpo y alma a cuantos hombres en este mundo habitan. Se dio,
naciendo, como compañero; comiendo, se entregó como comida; muriendo, se empeñó
como rescate; reinando, como premio se nos brinda.
Hostia de salvación, que abres las puertas celestes de la gloria prometida: fortalece y
socorre nuestras almas, asediadas por fuerzas enemigas.
Glorificada eternamente sea la perpetua Deidad, que es una y trina, que ella finalmente
nos conceda, en la patria sin fin, vida infinita. Amén.
Salmodia
Ant 1. Alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles y les enviaste pan desde el cielo.
Aleluya.
Salmo 62, 2-9 – el alma sedienta de Dios
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene
ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el
santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis
labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares
exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando
medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi
alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles y les enviaste pan desde el cielo.
Aleluya.
Ant 2. Los sacerdotes consagrados ofrecen a Dios incienso y panes. Aleluya.
Cántico: Toda la creación alabe al Señor – Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio,
bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos,
bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y
nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al
Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con
himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la
tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al
Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y
ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres,
bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado
y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Los sacerdotes consagrados ofrecen a Dios incienso y panes. Aleluya.
Ant 3. Al vencedor le daré del maná escondido y un nombre nuevo. Aleluya.
Salmo 149 – Alegría de los santos
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con
danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con
la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con
vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de
los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los
nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus
fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al vencedor le daré del maná escondido y un nombre nuevo. Aleluya.
Lectura breve Ml 1, 11
Desde el oriente hasta el poniente es grande mi Nombre entre las naciones, y en todo
lugar se ofrecerá incienso a mi Nombre y una oblación pura, porque mi Nombre es
grande entre las naciones -dice el señor de los ejércitos-.
Responsorio breve
V. Sacas pan de los campos. Aleluya, aleluya.
R. Sacas pan de los campos. Aleluya, aleluya.
V. Y el vino que alegra el corazón del hombre.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sacas pan de los campos. Aleluya, aleluya.
Cántico evangélico
Ant. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este pan vivirá
eternamente. Aleluya.
Cántico de Zacarías. El Mesías y su precursor lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había
predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la
misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento
que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados
de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos
nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del
Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus
pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de
lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar
nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el Pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este Pan vivirá
eternamente. Aleluya.
Preces
Oremos, hermanos, al Señor Jesús, Pan de vida, y digamos llenos de gozo: Dichosos los
invitados a comer el Pan en tu reino.
Cristo Jesús, sacerdote de la alianza nueva y eterna, que sobre el altar de la cruz
presentaste al Padre el sacrificio perfecto, enséñanos a ofrecerlo contigo en el sacrificio
eucarístico.
Cristo, Señor nuestro, rey supremo de justicia y de paz, que consagraste el pan y el vino
como símbolo de tu propia oblación, enséñanos a ofrecernos contigo al Padre en el
sacrificio eucarístico.
Cristo Jesús, verdadero adorador del Padre, cuyo sacrificio ofrece tu Iglesia desde la
salida del sol hasta el ocaso, reúne en tu cuerpo a los que alimentas de un mismo pan.
Cristo, Señor nuestro, maná bajado del cielo, que alimentas a tu Iglesia con tu cuerpo y
con tu sangre, fortalécenos con este alimento en nuestro camino hacia el Padre.
Cristo Jesús, huésped invisible de nuestro banquete, que estás junto a la puerta y
llamas, entra en nuestra casa y cena con nosotros.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Pidamos al Padre, como Cristo nos enseñó, nuestro pan de cada día:
Padre nuestro…
Oracion
Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de
tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu
sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú
que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
Conclusión
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
www.evangelizacion.org.mx
Oración en familia
Sacerdote: Jesús, en el evangelio de hoy nos llama a entrar en el ámbito de la
eternidad, de la vida futura y no quedarnos en lo mundano, en lo que no puede darnos
la felicidad. Oremos con fe pidiéndole:
Todos: Jesús, eleva nuestro corazón y nuestra mente a las cosas del cielo.
Papá: Jesús, te pedimos que le des fuerza y vitalidad a nuestro pastor, el Santo Padre
Francisco, para que sea incansable en la predicación del evangelio.
Todos: Que, como Elías, recobre continuamente la fuerza en cada Eucaristía para que
conduzca a tu Pueblo hasta las puertas del cielo.
Todos: Jesús, eleva nuestro corazón y nuestra mente a las cosas del cielo.
Mamá: Señor Jesús, protege a nuestras familias de toda la mundanidad que hoy entra a
nuestras casas por los medios de comunicación.
Todos: Dales a los padres de familia la sabiduría y tu gracia para que ayuden a sus hijos
a conocer cada día más tu misterio.
Todos: Jesús, eleva nuestro corazón y nuestra mente a las cosas del cielo.
Hijo(a): Señor, tú sabes que nuestro mundo ha quitado la vista de las cosas que
verdaderamente valen la pena.
Todos: Ilumina la mente de quienes dirigen los medios de comunicación para que se
den cuenta del mal que hacen al apartarse de las cosas del cielo.
Todos: Jesús, eleva nuestro corazón y nuestra mente a las cosas del cielo.
Hijo(a): Te pedimos hoy también por los profesores de todas las escuelas, para que
puedan descubrirte y conocer tu misterio.
Todos: Dales la plenitud de tu Espíritu e inspira en ellos pensamientos que eleven su
mente para que su enseñanza esté permeada de ellos.
Todos: Jesús, eleva nuestro corazón y nuestra mente a las cosas del cielo.
Hijo(a): Señor, te pedimos por todos los trabajadores, para que no se afanen sólo por
el pan cotidiano.
Todos: Eleva sus corazones para que busquen el pan que da la vida eterna y lo
compartan con sus familias como comparten el pan material.
Todos: Jesús, eleva nuestro corazón y nuestra mente a las cosas del cielo.
Sacerdote: Escucha Padre Santo todas estas súplicas, y concédenos participar siempre
de tu mesa y de tu amor. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas, por los siglos de los
siglos.
Todos: Amén
www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
Las revelaciones de Jesús sobre su origen divino -«Yo soy el pan de vida» (v. 35), «Yo
he bajado del cielo» (v. 38)- provocan disentimiento y protestas entre la muchedumbre,
que se vuelve hostil y murmura contra el Maestro. Es demasiado duro superar el
obstáculo del origen humano de Cristo. Jesús, con su respuesta, intenta evitar una
discusión inútil con los que le escuchan y les ayuda a reflexionar sobre la dureza de su
corazón. A continuación, eleva el discurso a un nivel superior, el de Dios, enunciando las
condiciones necesarias para creer en él.
La primera es la de ser atraído por el Padre (v. 44). La atracción del Padre es un don
hecho al hombre que empuja hacia Jesús al que lo recibe: nadie puede ir al Verbo hecho
carne si no le atrae el Padre. La segunda condición es la docilidad ante Dios (v. 45a).
Los hombres deben darse cuenta de la acción salvífica de Dios respecto almundo y no
oponerse a es ta atraccion del Padre. La tercera condición es la escucha del Padre (v.
45b): estamos ante la enseñanza interior del Padre y ante la enseñanza de la vida de
Jesus. Para ser enseñados por el Profeta de Nazaret es preciso ser instruido por Dios.
Ahora bien, ser instruidos por Dios coincide con el dejarse «atraer» por Jesus (12,32).
En este punto del discurso el texto presenta una nueva revelación, una revelacion que
ilumina el misterio: quien come a Jesus-pan no muere. Es preciso corner el pan vivo
bajado del cielo para sobrevivir y entrar en comunion íntima con Jesus. La revelacion
divina consiste en el pan que contiene la eficacia de comunicar vida mas alla de la
muerte. Es Jesús-pan de vida el que da la inmortalidad a quien se alimenta de el, a
quien interioriza su Palabra en la fe y asimila su vida. La escucha interior de Jesus es
alimentarse del pan celeste y saciar el hambre que cada hombre tiene en sí mismo. La
vida eterna que tendran los que se alimenten de este pan sera la resurreccion, la
participacion definitiva de toda la realidad humana en la vida trinitaria de Dios.
www.catholic
El camino de la vida. En el siglo primero los recorridos que la gente hacía podían durar
días e incluso semanas, de forma que debían unirse diversas personas para cuidarse
unos a otros. Caminaban a un mismo ritmo, a una misma dirección, a una misma meta.
Al compartir el tiempo y el pan, surgía una relación. Al sentirse acompañados no se
ocultaban ni desaparecían las dificultades, pero rompiendo con los obstáculos que
alejan, como la autosuficiencia, y buscando la unidad, sabían que siempre contaban con
un amigo a su lado.
Nosotros vamos por el camino de la vida y no podemos ir solos. Necesitamos compañía.
Por eso Dios ha querido recorrer este camino a nuestro lado. Se trata de un Dios que
permanece junto a nosotros y que da el impulso para levantarnos cada día. Así, el Padre
se ha preocupado por darnos el alimento que da las fuerzas para seguir adelante. Se
trata del Pan que da la vida.
Esta compañía, que Dios da gratuitamente, sólo pide que nos dejemos acompañar cada
vez que vamos a la Eucaristía y escuchamos interiormente sin la ayuda de palabras. Es
en el sagrario donde podemos ver, sin hacer uso de nuestros ojos, podemos sentirnos
acompañados al estar delante de un pedazo de pan que sin manos, da palmadas de
consuelo, y sin pies, camina siempre a nuestro lado.
Cristo se ve necesitado de nosotros en la medida que nosotros le necesitemos. Por eso
optó por darse como alimento que da las fuerzas. El camino es largo y Él lo sabe. Nos
comprende y también nos sabe exigir para que seamos más conscientes de lo mucho
que valemos. La compañía que Cristo ofrece desde el sagrario implica un encuentro
constante y, por pura gracia, se va haciendo profunda y personal.
Pero debemos permanecer a su lado.
• El Señor sale a nuestro encuentro con una fragilidad amorosa que es la Eucaristía. En
el Pan de vida, el Señor nos visita haciéndose alimento humilde que sana con amor
nuestra memoria, enferma de frenesí. Porque la Eucaristía es el memorial del amor de
Dios. Ahí "se celebra el memorial de su pasión", del amor de Dios por nosotros, que es
nuestra fuerza, el apoyo para nuestro caminar. Por eso, nos hace tanto bien el memorial
eucarístico: no es una memoria abstracta, fría o conceptual, sino la memoria viva y
consoladora del amor de Dios. Memoria anamnética y mimética. En la Eucaristía está
todo el sabor de las palabras y de los gestos de Jesús, el gusto de su Pascua, la
fragancia de su Espíritu. Recibiéndola, se imprime en nuestro corazón la certeza de ser
amados por él. (Homilía de S.S. Francisco, 18 de junio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me tomaré un pequeño rato para ser acompañado por Jesús en el sagrario.
www.BibliaStraubinger
41. Nótese, como siempre, la ingratitud con que responden los hombres a las
maravillosas revelaciones que Jesús acaba de hacerles. Véase v. 34 y nota.
44 s. Cf. Is. 54, 13; Jr. 31, 33-34; Mt. 16, 17. Es decir que Dios nos atrae
infaliblemente hacia Jesús (si bien, como dice S. Agustín, no contra nuestra voluntad).
Es el misterio del amor del Padre al Hijo. El Padre está engendrando eternamente al
Hijo, el cual es todo su tesoro (Mt. 17, 5); no obstante ello fue el mismo Padre quien nos
lo dio, lo cual hace aún más asombrosa esa bondad. Justo es entonces que el Padre sea
el solo Dispensador de su Hijo y Enviado, infundiendo a los que Él elige, el Espíritu Santo
(Lc. 11, 13), que es quien nos lleva a Jesús. Cf. 14, 23.
46. Esto es: al hablar (en el v. 45) de los que han “escuchado” al Padre, no digo que lo
hayan visto directamente, como me ven a Mí, sino que el Padre habla por boca del Hijo,
como se vio en Él v. 40 y nota.
51. Hasta aquí Jesús se ha dado a conocer como el pan de vida. En este v. se llama el
pan vivo, y en vez de que baja (v. 50) dice que bajó. Pirot anota a este respecto: “La
idea general que sigue inmediatamente en la primera parte del v.: Si uno come de este
pan vivirá para siempre –repetición en positivo de lo que se dice negativamente en el v.
50– podría aún, en rigor, significar el resultado de la adhesión a Cristo por la fe. Pero el
final del v.: y el pan que Yo daré es mi carne... para vida del mundo introduce
manifiestamente una nueva idea. Hasta ahora el pan de vida era dado, en pasado, por el
Padre. A partir de ahora, será dado, en el futuro, por el Hijo mismo. Además, el pan que
hasta aquí podía ser tomado en un sentido metafórico espiritual, es identificado a la
carne en Jesús (carne, como en 1, 14, más fuerte que cuerpo)... La única dificultad que
aún provoca el v. es la de saber si el último miembro: Para la vida del mundo se refiere
al pan o a la carne. La dificultad ha sido resuelta en el primer sentido por algunos raros
manuscritos intercalando la frase en cuestión inmediatamente después de daré: el pan
que Yo daré para la vida del mundo es mi carne. Pero la masa de los manuscritos se
pronuncia por el segundo sentido. No parece, pues, dudoso que Juan haya querido
establecer la identidad existente entre el pan eucarístico y la carne de Cristo en su
estado de Víctima inmolada por el mundo”. El mismo autor cita luego como acertada la
explicación del P. Calmes, según el cual en esa frase “se hallan confundidas la predicción
de la Pasión y la promesa del pan eucarístico, y esto sin que haya equívoco, pues la
Eucaristía es, al mismo tiempo que un sacramento, un verdadero sacrificio, un memorial
de la muerte de N. S. J.”. Cf. Ef. 2, 14; Hb. 10, 20.
http://www.ciudadredonda.org
✞ ✞ ✞ Profesión de Fe
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su
único Hijo, nuestro Señor,
Se inclina levemente la cabeza en señal de respeto.
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen.
Se finaliza la inclinación de la cabeza.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a
los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y
muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos,
el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)
*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
• Acepta complacido, Señor, los dones que en tu misericordia has dado a tu Iglesia para
que pueda ofrecértelos, y que ahora transformas con tu poder en sacramento de nuestra
salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
• Oh Dios, Padre nuestro: Tú nos atraes a ti por medio de Jesús, a quien nos lo enviaste
como el Pan de vida. Haz que nos convirtamos en esto que estamos a punto de comer,
en el cuerpo vivo de Cristo, unidos como hermanos, siendo sus testigos y llevando su
vida al mundo. Te lo pedimos en el Nombre del mismo Jesús.
R/ Amén.
• Levantemos con alegría nuestros corazones y nuestras voces para dar gracias a Dios-
Padre por su bondad. Él es el poder que nos salva, la fuerza que nos mantiene en la
brecha, por Jesucristo que se nos da en la eucaristía.
a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Plegaria Eucarístiva IV
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tú
eres el único Dios vivo y verdadero que existes desde siempre y vives para siempre; luz
sobre toda luz.
Porque tú solo eres bueno y fuente de vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus
bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia, contemplando la gloria de tu rostro, te
sirven siempre y te glorifican sin cesar.
•• Gracias Jesús por concederme este momento de encuentro y diálogo contigo. Gracias
porque te hiciste hombre, para que podamos alcanzar la salvación, la plenitud de
nuestra vida humana. No dejes, Buen Señor, que el temor me haga flaquear y que se
debilite mi fe. Que siempre encuentre en Ti la fortaleza; como Pan Vivo bajao del Cielo,
para afirmar tu verdad y pueda iluminar al mundo entero con tu Palabra de vida.
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz, las demás criaturas,
aclamamos tu nombre cantando:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o recita
las alabanzas a Dios.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes
la reciban.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa; es la
transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de
Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el Santísimo sacramento
del Altar!
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo
Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando principalmente su
bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen del
pueblo.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y de
abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amor.
a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a cada
persona de la tierra.
• Con las palabras de Jesús, Hijo fiel de Dios, roguemos al Padre de todos pidiendo
fuerza y vida.
• Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al
Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
R/ Padre Nuestro...
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan
mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan.
Líbranos, Señor. Líbranos, Señor de todos los males y sobre todo del pesimismo y
desaliento. Cuando los recursos se nos acaban y nuestra fuerza se desmorona,
ayúdanos a aceptar nuestras limitaciones y danos el pan de fuerza de tu Hijo para
mantenernos entusiastas en gozosa esperanza hasta la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión
de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)
d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Cf. Sal 147, 12. 14
Glorifica al Señor, Jerusalén, que te sacia con flor de harina.
O bien: Cf. Jn 6, 51
El Pan que yo daré es mi carne para vida del mundo, dice el Señor.
4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que
cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.
✞ ✞ ✞ Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!
Consagración a María
Salve, Reina de los Cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso
a nuestra luz. Alégrate, Virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada
doncella, ruega a Cristo por nosotros. Que con el auxilio de tan dulce intercesora,
seamos siempre fieles en el terreno caminar. Amén
✞ ✞ ✞ Bendición
El Pan de vida que hemos comido nos compromete a darnos a los demás. Si somos uno
con el Señor, tenemos que ser también uno con los hermanos. Si Él se entregó por
nosotros a costa de su vida, tenemos que entregarnos viviendo los unos para los otros
y procurar que entre nosotros nadie sea marginado ni pisoteado.
Podemos llevar a cabo esta misión en la vida con la bendición de Dios todopoderoso, el
Padre, el Hijo ✠ y el Espíritu Santo.
R/ Amén.
Podemos ir con el Señor y acompañarnos unos a otros como hermanos y amigos en la
vida.
R/ Demos gracias a Dios.
✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16
DIRECTORIO HOMILÉTICO
Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica
Ciclo B. Decimonoveno domingo del Tiempo Ordinario.
“Haced esto en conmemoración mía”
1341 El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras "hasta que venga"
(1Co 11, 26), no exige solamente acordarse de Jesús y de lo que hizo. Requiere la
celebración litúrgica por los apóstoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su
vida, de su muerte, de su resurrección y de su intercesión junto al Padre.
1342 Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a la orden del Señor. De la Iglesia de
Jerusalén se dice:
"Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, fieles a la comunión fraterna, a
la fracción del pan y a las oraciones… Acudían al Templo todos los días con
perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el
alimento con alegría y con sencillez de corazón" (Hch 2, 42. 46).
1343 Era sobre todo "el primer día de la semana", es decir, el domingo, el día de la
resurrección de Jesús, cuando los cristianos se reunían para "partir el pan" (Hch 20, 7).
Desde entonces hasta nuestros días la celebración de la Eucaristía se ha perpetuado, de
suerte que hoy la encontramos por todas partes en la Iglesia, con la misma estructura
fundamental. Sigue siendo el centro de la vida de la Iglesia.
1344 Así, de celebración en celebración, anunciando el misterio pascual de Jesús "hasta
que venga" (1Co 11, 26), el pueblo de Dios peregrinante "camina por la senda estrecha
de la cruz" (AG 1) hacia el banquete celestial, donde todos los elegidos se sentarán a la
mesa del Reino.
“Tomad y comed todos de él”: la Comunión.
1384 El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la
Eucaristía: "En verdad en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y
no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn 6, 53).
1385 Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan
grande y santo. S. Pablo exhorta a un examen de conciencia: "Quien coma el pan o
beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.
Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come
y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo" ( 1Co 11, 27-29). Quien
tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la
Reconciliación antes de acercarse a comulgar.
1386 Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y
con fe ardiente las palabras del Centurión (cf Mt 8, 8): "Señor, no soy digno de que
entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme". En la Liturgia de S.
Juan Crisóstomo, los fieles oran con el mismo espíritu:
"Hazme comulgar hoy en tu cena mística, oh Hijo de Dios. Porque no diré el secreto a
tus enemigos ni te daré el beso de Judas, sino que, como el buen ladrón, te digo:
Acuérdate de mí, Señor, en tu Reino".
1387 Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben
observar el ayuno prescrito por la Iglesia (cf CIC can. 919). Por la actitud corporal
(gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en
que Cristo se hace nuestro huésped.
1388 Es conforme al sentido mismo de la Eucaristía que los fieles, con las debidas
disposiciones (cf CIC, can. 916), comulguen cuando participan en la misa (cf CIC, can
917. Los fieles, en el mismo día, pueden recibir la Santísima Eucaristía sólo una segunda
vez: Cf PONTIFICIA COMMISSIO CODICI IURIS CANONICI AUTHENTICE
INTERPRETANDO, Responsa ad proposita dubia, 1: AAS 76 (1984) 746): "Se recomienda
especialmente la participación más perfecta en la misa, recibiendo los fieles, después de
la comunión del sacerdote, del mismo sacrificio, el cuerpo del Señor" (SC 55).
1389 La Iglesia obliga a los fieles a participar los domingos y días de fiesta en la divina
liturgia (cf OE 15) y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en
tiempo pascual (cf CIC, can. 920), preparados por el sacramento de la Reconciliación.
Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles recibir la santa Eucaristía los domingos
y los días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los días.
1390 Gracias a la presencia sacramental de Cristo bajo cada una de las especies, la
comunión bajo la sola especie de pan ya hace que se reciba todo el fruto de gracia
propio de la Eucaristía. Por razones pastorales, esta manera de comulgar se ha
establecido legítimamente como la más habitual en el rito latino. "La comunión tiene una
expresión más plena por razón del signo cuando se hace bajo las dos especies. Ya que
en esa forma es donde más perfectamente se manifiesta el signo del banquete
eucarístico" (IGMR 240). Es la forma habitual de comulgar en los ritos orientales.
1385 Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan
grande y santo. S. Pablo exhorta a un examen de conciencia: "Quien coma el pan o
beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.
Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come
y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo" ( 1Co 11, 27-29). Quien
tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la
Reconciliación antes de acercarse a comulgar.
1386 Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y
con fe ardiente las palabras del Centurión (cf Mt 8, 8): "Señor, no soy digno de que
entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme". En la Liturgia de S.
Juan Crisóstomo, los fieles oran con el mismo espíritu:
"Hazme comulgar hoy en tu cena mística, oh Hijo de Dios. Porque no diré el secreto a
tus enemigos ni te daré el beso de Judas, sino que, como el buen ladrón, te digo:
Acuérdate de mí, Señor, en tu Reino".
1387 Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben
observar el ayuno prescrito por la Iglesia (cf CIC can. 919). Por la actitud corporal
(gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en
que Cristo se hace nuestro huésped.
1388 Es conforme al sentido mismo de la Eucaristía que los fieles, con las debidas
disposiciones (cf CIC, can. 916), comulguen cuando participan en la misa (cf CIC, can
917. Los fieles, en el mismo día, pueden recibir la Santísima Eucaristía sólo una segunda
vez: Cf PONTIFICIA COMMISSIO CODICI IURIS CANONICI AUTHENTICE
INTERPRETANDO, Responsa ad proposita dubia, 1: AAS 76 (1984) 746): "Se recomienda
especialmente la participación más perfecta en la misa, recibiendo los fieles, después de
la comunión del sacerdote, del mismo sacrificio, el cuerpo del Señor" (SC 55).
1389 La Iglesia obliga a los fieles a participar los domingos y días de fiesta en la divina
liturgia (cf OE 15) y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en
tiempo pascual (cf CIC, can. 920), preparados por el sacramento de la Reconciliación.
Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles recibir la santa Eucaristía los domingos
y los días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los días.
1390 Gracias a la presencia sacramental de Cristo bajo cada una de las especies, la
comunión bajo la sola especie de pan ya hace que se reciba todo el fruto de gracia
propio de la Eucaristía. Por razones pastorales, esta manera de comulgar se ha
establecido legítimamente como la más habitual en el rito latino. "La comunión tiene una
expresión más plena por razón del signo cuando se hace bajo las dos especies. Ya que
en esa forma es donde más perfectamente se manifiesta el signo del banquete
eucarístico" (IGMR 240). Es la forma habitual de comulgar en los ritos orientales.