Construcción Conceptual de Las "Madres Solteras" en México

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Revista Punto Género N.º 10.

Diciembre de 2018
ISSN 0719-0417 / 60 - 82

Construcción Conceptual de las “Madres Solteras” en México

Conceptual Construction of the "Single Mothers" in Mexico

Rosa María Huerta Mata*

…………………………………………………………………………………………………………

Resumen

El trabajo aborda de manera breve un análisis socio-histórico, jurídico, demográfico y


político relativo al concepto de las madres solteras, con la finalidad de contextualizar y
comprender su recorrido, así como su relación con las representaciones que se manejan
sobre ellas en las políticas públicas que actualmente se tienen en México referentes a
esta población. La metodología consistió en el análisis documental de bibliografía sobre
historia, leyes mexicanas, datos de las estadísticas demográficas y las políticas públicas
que existen en el país, respecto a las madres solteras. En México existe la dificultad para
conceptualizar y visibilizar a las madres solteras, especialmente a las jóvenes que
dependen de manera económica y/o residencial de su familia de origen. El concepto se
configura como un constructo socio-político; tiene un origen social, después se utiliza
como concepto legal y en materia de políticas públicas se conserva su limitada legitimidad
frente a otras formas de maternidad.

Palabras clave: género e historia, demografía, concepto de madres solteras, políticas


públicas.

Abstract

This work is a brief socio-historic, legal, demographic and political relative concept
analysis of single mothers with the objectives of contextualizing and understanding their
evolution as well as their relationship with the representations that are currently present in
Mexico in reference to this population. The methodology consisted in a documental
analysis: bibliography in reference to history, Mexican laws, demographic statistic and
existing public policies in this country in reference to single mothers. Within the Mexican
Context it is a difficult to conceptualize and visualize single mothers, especially those
young mothers that depend economically and or residentially on their family of origin. This

*
Doctora en Ciencias Sociales por El Colegio de San Luis, México. Profesora Investigadora de
Tiempo Completo. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Escuela Superior de Actopan,
México

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concept is configured as a socio-cultural construct; it has its social origin based on a legal
concept, public political matters and a legitimist limited front conserved towards other
forms of maternity.

Key Words: Gender, History, Demography, Single Mother Concept, public policies.

Fecha de recepción: 15 de marzo 2017

Fecha de aprobación: 28 de diciembre 2018

Introducción

En el título del artículo presentamos entre comillas el concepto de madres solteras,


para marcar la necesidad de un análisis y construcción teórica más profunda sobre éste.
En el curso del artículo se utilizará el término madres solteras, con base en lo que Joan
W.Scott (2000) señala, que las categorías fijas en su interior tienen definiciones
alternativas o suprimidas, lo que las hace no unificadas. Esto nos permitirá acercarnos a
lo que no hemos escuchado sobre dicho término.
El concepto que se maneja en México es el de madre soltera, no obstante, en el
escrito procuramos presentarlo en plural (el singular lo ponemos en cursiva), pues remite
a la diversidad de identidades que sobre esta maternidad se han configurado a lo largo de
la historia de México.
Scott (2000) asegura que las palabras poseen la función de significar, pero
además tienen su historia. Por tanto, el significado de las palabras se modifica y/o
diversifica, participando en ello diversos aspectos sociales e institucionales. El objetivo de
este artículo es presentar un breve análisis socio-histórico, jurídico, demográfico y político
sobre el concepto de las madres solteras (Ver figura 1), con la finalidad de contextualizar
y comprender su desarrollo, así como su relación con las representaciones que
actualmente se tienen en México respecto a esta población. Se estructura así para
integrar antecedentes que nos permitan comprender la forma en que actualmente se
configura el concepto de las madres solteras desde las políticas públicas en México. Cabe
destacar que sobre la Colonia priman estudios de ilegitimidad (Potthast, 2010; Twinam,
2009; Gonzalbo, 1998, 1992), lo que aborda de manera tangencial a las madres solteras.
Y en la actualidad predominan investigaciones sobre madres jefas de familia (Echarri,
2009; López, 2006).
Partimos de la siguiente pregunta de investigación: ¿en qué medida las
definiciones jurídicas, sociales, demográficas que históricamente atravesaron las distintas
definiciones en torno a las madres solteras intervienen en las políticas públicas sobre esta
población en el México actual?
Establecer un acercamiento con perspectiva de género en la implicación de las
representaciones institucionales y sociales que en México se han construido sobre el

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concepto de madres solteras, posibilita profundizar en el análisis teórico y social de las


jóvenes en esta condición. Las dinámicas sociales son diversas, por tanto, las definiciones
que se generen y los cambios que en torno a estas mujeres se presenten, dependerán de
los contextos particulares y sus estructuras, lo que hace inexistente una conceptualización
universal de las madres solteras.
Entre los países integrantes de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el primer lugar en el índice de embarazos
en adolescentes, con una cifra de 64 embarazos por cada mil adolescentes (Gómez,
2016). Algo común en estas jóvenes es que en promedio desertan del sistema escolar a
los 16 años de edad (2014), lo que implica que no todas logren asistir a la universidad.1
El término madre soltera genera un reto metodológico, especialmente si las
jóvenes que son madres solteras no se asumen así, incluso si lo consideran peyorativo.
En México, las políticas públicas actuales pretenden lograr la equidad de género dentro
de las instituciones, incluidas las educativas, para ello es fundamental examinar los
conceptos utilizados para definir a las madres solteras, como medio para desarticular la
desigualdad de género que el término establece debido a las configuraciones históricas,
que deslegitiman y excluyen socialmente a esta maternidad.
Rossana Reguillo (2010) plantea que no podemos hablar de juventud sino de
juventudes, debido a la diversidad en que actualmente las y los jóvenes construyen sus
biografías. En la misma línea, para este trabajo planteamos la definición de madre soltera,
centrada en las jóvenes que no tienen un matrimonio civil, que viven dependencia
económica y/o residencial de manera total y/o parcial, de una red de apoyo familiar y/o
social. Lo que da paso a una diversidad de acuerdos residenciales y/o económicos, ya
sea con el padre de su hijo(a) o con su(s) red(es) de apoyo familiar o social más fuerte(s),
la(s) cual(es) también puede ser variada(s): familia nuclear, extensa, familia del padre de
su hijo(a), amigos, institución de acogida, entre otras. Además, estas mujeres configuran
sus vidas como madres solteras y jóvenes de forma diversa, haciéndose necesario
considerar las representaciones que sobre sí mismas están conformando. Pluralidad que
condiciona sus oportunidades y limitaciones sociales, elementos a contemplarse en las
políticas públicas para las madres jóvenes en México.

Políticas Socio-
Públicas Histórico
Concepto de
Madres
Solteras
Demográfico Jurídico

1 El presente escrito se deriva de la tesis doctoral titulada: Joven, mamá y estudiante:

Identidad materna de la “madre soltera”. Realizada en El Colegio de San Luis, A.C. con apoyo del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). México.

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Figura 1. Elementos de análisis para la construcción del concepto de las madres solteras
en México.

Metodología

De julio del año 2013 a julio del año 2014 se realizó la búsqueda documental sobre
investigaciones en torno a las madres solteras en México y Latinoamérica. Para ello se
revisaron libros y artículos producto de estudios históricos, así mismo, se consultaron las
leyes mexicanas, datos de las estadísticas demográficas, además de las políticas públicas
existentes en el país respecto a las madres solteras.
En México se acudió a la Biblioteca del Colegio de San Luis, A.C., y a la biblioteca
de posgrado de Universidad Autónoma de San Luis Potosí. En Brasil se consultaron libros
en las bibliotecas de: la Universidade Estadual de Campinas y de la Universidade de Sao
Paulo; y en Chile se indagó en la Biblioteca Nacional de Chile y en la biblioteca de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe(CEPAL). Así mismo, se investigó en
la Hemeroteca del estado de San Luis Potosí, México.
Se utilizó la base de datos en línea Jstor, donde se rastrearon artículos en inglés,
español y portugués, usando las siguientes palabras clave de búsqueda: Madre soltera,
madres solteras, madres solteras en México, concepto de madre soltera, concepto de
madres solteras, madres solteras en Latino América, historia de las madres solteras en
Latino América, single mother, single motherhood, mae solteira, maes solteiras, la
maternidad en Latinoamérica, ¿qué son las madres solteras?
Las fuentes documentales a las que se tuvo acceso para realizar este trabajo
determinaron que se abordara el periodo de la Colonia hasta la actualidad. En función a
un análisis de contenido de los documentos identificamos cuatro ámbitos centrales a partir
de los cuales se va configurando el concepto de madre soltera en México: socio-histórico,
jurídico, demográfico, y políticas públicas. Posteriormente clasificamos la información que
se podía integrar y analizar en cada una de estas áreas y articulamos algunos puntos de
convergencia entre las definiciones propuestas en cada ámbito, para plantear la manera
en que dicha construcción conceptual interviene en las políticas públicas sobre esa
población.

Las madres solteras: Construcción social e histórica

Al plantearnos la pregunta: ¿cómo se han conformado las representaciones en torno a la


figura social de las madres solteras en México?, nos ubicamos de inicio principalmente en
la Época Colonial, pues se caracteriza por el origen de un alto número de mujeres en esta
situación. El predominio de las madres solteras en México surge de relaciones de
sumisión y dominio colonial, que dan paso a la ilegitimidad: comienzo de la raza mestiza,
somos un pueblo que representa mayormente un origen ilegítimo.

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En México la legislación española vigente durante la colonia estipula dos


clasificaciones sobre los nacimientos, por un lado los hijos legítimos, nacidos dentro del
matrimonio, y los ilegítimos, los cuales se clasifican como:

…naturales cuando son de mujer soltera “a quien el hombre tiene como


amiga” (barragana), adulterinos, incestuosos, sacrílegos (de religiosas),
mánzeres (de prostitutas), espurios (de barragana infiel) y notos (de mujer
casada adúltera) (Montero, 1983:437-438).

El análisis en este apartado sobre los datos de ilegitimidad, no integra las diversas
categorías mencionadas arriba, debido a que no aparecen de esta forma en los
documentos que exponen la ilegitimidad (como se aprecia en Twinam, 2009), por lo tanto,
no existe una relación directa entre madres solteras e hijos ilegítimos, no obstante,
podemos suponer que fue representativa la cantidad de hijos ilegítimos de madres
solteras. Así lo indica Ann Twinam en un registro de las razones para no casarse, dadas
por los padres de ilegítimos; de un total de 187 frecuencias distribuidas en 15 razones, el
que la madre estuviera casada sólo aparece cuatro veces. La más alta es la opción de
votos previos (32), dividida en dos: el padre ya es casado (21) o es sacerdote (11)
(Twinam, 1999. Apéndice, tabla 8). Por tanto, nos proponemos trabajar con los datos de
ilegitimidad en la Colonia, como un ejercicio de aproximación sobre el análisis de las
madres solteras. Recuperando a Ann Twinam (2009), durante los primeros tres siglos de
la colonia:

…en Hispanoamérica las tasas totales de ilegitimidad2 eran comúnmente el


doble, el triple o incluso el cuádruple que las europeas o angloamericanas […]
los datos más llamativos siguen siendo los de México […]. Los demógrafos
muestran que mientras las tasas totales de ilegitimidad oscilaron entre el 7% y
casi el 50% en el siglo XVII, declinaron en general en el siglo XVIII, tiempo en
que oscilaron entre el 7% y el 35% (Twinam, 2009:11).3

A pesar del declive de la ilegitimidad en el siglo XVIII, podemos observar que sigue siendo
representativo el porcentaje de mujeres que paren hijos fuera del matrimonio, por lo tanto,
en la época Colonial el patrón de crecimiento demográfico del país está fuertemente
relacionado con la presencia de hijos ilegítimos y, por tanto, de mujeres en condición de
madres solteras. Ellas son figuras principales en el aumento poblacional y en la
conformación de los grupos sociales, es decir, “piezas” fundamentales de la sociedad
Colonial, lo anterior en un sentido de subordinación, pues estas mujeres se convierten
originalmente en madres solteras por llevar a cabo relaciones sexuales con hombres de
mayor jerarquía, especialmente en el periodo inicial de la Colonia.
Sin embargo, el origen de las madres solteras en esta época no puede entenderse
de manera lineal, existen varias formas a través de las cuales las mujeres llegan a dicha

2 Tasa total de ilegitimidad: es la cantidad total del registro de nacimientos fuera del matrimonio.
3 Traducción elaborada por la autora de este artículo.

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condición; desde convertirse en el resultado de una situación de victimización y abuso del


poder, hasta deberse a los acuerdos establecidos entre las mujeres y los hombres.
Cualquiera que haya sido el medio, es una cuestión de relaciones de género la que en
muchas ocasiones determina el ingreso a esta maternidad como destino, ante lo cual las
mujeres sólo pueden ejercer, en todo caso, acciones de resistencia social.
No obstante, dadas las características de flexibilidad de la sociedad colonial4, las
mujeres cuentan con una capacidad de agencia, como es el caso de muchas jóvenes
quienes prefieren establecer relaciones sexuales con hombres blancos, ya que
relativamente les es conveniente en cuestión de posición social y estatus económico. Si
esto deriva en que se conviertan en madres solteras, puede favorecer los intereses de las
que están en posiciones más precarias, incluso a su descendencia, debido a que pueden
estar bajo la protección de un hombre económicamente más poderoso, en comparación
con los que pertenecen a su raza y/o clase. Por tanto, el acceder a este tipo de
maternidad se convierte en una estrategia ante la vulnerabilidad social. Como Barbara
Potthast afirma acerca de las esclavas negras en la época de la Colonia:

…ellas reconocían las ventajas que conllevaba tener relaciones con un blanco
o con un capataz negro, y en algunos casos las buscaban en forma
consciente y activa […] también podía ser suficiente razón para una esclava el
interés de alimentarse bien y vestirse adecuadamente, y tal vez de obtener la
libertad para sí, sus hijos y sus padres, para no importarle la carencia de
afecto, o incluso para intentar provocarlo (Potthast, 2010: 153,154).

Las madres solteras son pieza de vinculación social de los españoles con los
indígenas y negros, entre los españoles y los criollos, así como entre los mismos
españoles; por ello, la presencia de madres solteras es un fenómeno de género, ya que
se presenta en todos los estratos sociales5. No obstante, experimentan distintas formas
de valoración social: estas mujeres, a pesar de vivir de manera generalizada una
maternidad desprestigiada socialmente, también acceden a cierta apertura sobre el valor
que culturalmente se les asigna, lo cual depende de la clase y la raza a las cuales
pertenecen. Las madres solteras que deben cuidar de un prestigio social, transitan
socialmente ocultas, en tanto la figura de la madre soltera es más abierta y por lo tanto
reconocida en las capas sociales inferiores. En consecuencia, éstas son asociadas desde
su origen a la pobreza, así pues, se podría suponer que en este último estrato las

4Pilar Gonzalbo (1992) explica que en el siglo XVI la Iglesia católica y la corona española regulan
las relaciones familiares a partir de establecer criterios morales que indicanque los hijos debían ser
legítimos, sin embargo, esto difícilmente se cumple, pues la española es una sociedad apegada a
normas religiosas pero presenta altos índices de ilegitimidad, la misma autora indica que las
“costumbres sexuales laxas”, predominan en España y en la Colonia, esta última superalos índices
de ilegitimidad que existen en España-, lo que se debe a la complejidad en la organización social y
económica de la Colonia, lo cual da lugar al incumplimiento de normas. Además, en España se
debe a que su incorporación a las estructuras económicas modernas no es inmediata, sino
gradual.
5 Los libros de bautizos de la segunda mitad del siglo XVII sugieren que más de la mitad de las

mujeres sin marido, tomando en cuenta solteras y viudas, mantienen relaciones irregulares, que
dan como fruto el nacimiento de uno o más vástagos ilegítimos (Gonzalbo, 2004).

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cuestiones de honor son menos consideradas. Sin embargo, Gutiérrez (1984) explica que
el honor es importante en ambas clases, solo que la vigilancia sobre el comportamiento
sexual de las mujeres de clases altas es más rígida y, por otro lado, dicho control es más
difícil que suceda en las clases bajas, debido a que sus miembros dedican gran parte de
su tiempo a las actividades productivas.
Twinam (2009) indica que en la élite hispanoamericana la maternidad en las
mujeres solteras no se asume públicamente, ya que esto pone en peligro el poder y la
economía de la joven y su parentela. Su honor es protegido mediante la no develación de
su identidad, por esta razón las madres solteras de los estratos sociales altos
generalmente figuran en lo oculto e innombrable, esta restricción social del
reconocimiento y ejercicio de la maternidad, marca la desigualdad de género, debido a
que los hombres pueden reconocer a sus hijos y criarlos, sin dañar su prestigio social.
Aún es distante el ideal de la madre abnegada, constructo social de épocas posteriores; el
amor maternal que en la modernidad es determinado como incondicional, en la Colonia
está fuertemente condicionado a dinámicas sociales de evitación del riesgo de la
devaluación social y del poder económico y político del apellido que representan estas
mujeres.
En contraparte, Twinam (2009) también señala la presencia de reglas no tan
rígidas para las mujeres de la élite, pues pueden acceder a la crianza de sus hijos como
madres solteras, siempre y cuando su situación se mantenga en la vida privada, y exista
un compromiso matrimonial. Se establece cierta tolerancia sobre el reconocimiento social
de esta maternidad, al parecer se considera una circunstancia transitoria al matrimonio;
esto se convierte en una forma de regulación social sobre la presencia de las madres
solteras en el contexto Colonial.
Las mujeres de esta época son madres solteras de forma multicausal, esto marca
una diversidad de identidades, indicando que en México, desde sus primeros
antecedentes, no existe homogeneidad en las características de las mujeres como
madres solteras. Quienes pertenecen a los estratos sociales altos y pueden ejercer esta
maternidad, construyen primordialmente identidades de forma privada, bajo el
ocultamiento de esta situación, y condicionadas a un previo compromiso matrimonial, el
cual, de no cumplirse, las mantiene como madres solteras. Las que nunca ejercen esta
maternidad, llevan identidades secretas que en la mayoría de los casos jamás son
develadas. Por tanto, podemos vislumbrar otras dos estrategias de las primeras madres
solteras en México: el ocultamiento, y la creación de una red de apoyo social para este
objetivo. Si bien en la élite el ocultamiento es una estrategia más marcada, no deja de
presentarse en las clases menos favorecidas.

… los blancos tenían dos veces más probabilidades de bautizar a los


ilegítimos como de “padres no conocidos” (54%) que la población de raza
mezclada (21%). Era menos probable que los blancos identificaran a la madre
(13%) que las castas (45%) (Twinam cita a Mannarelli, 1994:168).

Las mujeres que ingresan a la maternidad siendo solteras, y cuentan con una
prolongada promesa de matrimonio, se ubican en una situación provisional de madres

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solteras, este acuerdo es hasta cierto punto una forma en que ellas ejercen agencia,
siempre y cuando se cumpla dicha promesa. Si no fuese así, la prolongación de esta
promesa representa para muchas un tiempo de protección y sustento para ellas y sus
descendientes, por parte del padre de sus hijos. Pero no olvidemos que esto sólo se
presenta con las mujeres blancas de clase alta, y aquí se marca un contraste en la
subordinación de las mujeres, que va diferenciado por la clase, si pertenecen, al igual que
sus parejas, al nivel socioeconómico alto, pueden ejercer mayor poder para crear
acuerdos de convivencia. Por tanto, desde sus inicios las madres solteras se matizan no
sólo con la variedad de orígenes y representaciones sociales, sino además con una
diversidad de agencias marcadas por la clase y la raza.
Sin embargo, tanto para ricas como para pobres, la ilegitimidad de su maternidad
conlleva una fractura en la confirmación que como mujeres y madres tienen ante la
sociedad. Representan una maternidad devaluada, sin el estatus que tiene la maternidad
efectuada dentro del matrimonio. Aunque al parecer los hijos ilegítimos -y por tanto las
madres solteras- son parte cotidiana de la dinámica social en la colonia, Twinam (2009)
indica que a finales del siglo XVIII, más de la mitad de las personas que realizan
solicitudes de legitimación6 lo hacen debido a que viven conductas de discriminación por
parte de las élites.
De este modo, los(as) hijos(as) ilegítimos(as), y con ellos(as), las madres solteras,
comienzan a vivir cuestionamientos y segregación social de forma más marcada, por
tanto, estigmatizada. De acuerdo con Pilar Gonzalbo (1998), a partir de la segunda mitad
del siglo XVIII se establece un mayor control civil y religioso en torno a las familias, pues
la ilegitimidad entorpece la ideología de la modernidad, la cual pretende el orden social,
generando una menor tolerancia hacia la ilegitimidad, así pues: “A partir de 1775 se inició
en las parroquias el sistema de utilizar libros separados para los nacimientos ilegítimos”
(Gonzalbo, 1998:22). Mientras que las madres solteras figuran como “piezas” importantes
por sus funciones reproductivas para el establecimiento y desarrollo demográfico y
cultural de la Colonia, en el momento en que esta sociedad alcanza su consolidación, son
rechazadas y catalogadas de manera más abierta como personas inferiores en la escala
social.

Las madres solteras: Construcción jurídica

A fines del siglo XVIII los Borbones generan reformas para ejercer mayor control sobre las
familias y los nacimientos ilegítimos, constituyendo un primer antecedente indirecto de la
categorización de las madres solteras como grupo, básicamente para lograr un mayor
control en la estratificación social y económica de la población. Con la Colonia se
establecen las categorías de legitimidad e ilegitimidad, y ante la mayor visibilidad de esta
última, comienza a bosquejarse la categoría institucional de las madres solteras.

6Las y los hijos ilegítimos pueden acceder a la compra de cédulas que les dotan de honor, esto
para poder casarse, ejercer una profesión y heredar.

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Elizabeth Dore (2000) plantea que a lo largo del siglo XIX en América Latina se
promulgan leyes que derivan en mayores inequidades de género que las vividas durante
el último periodo de la Colonia. Señala que en México se “institucionalizó la familia
patriarcal”, la secularización del matrimonio trae el reforzamiento de la subordinación de
las esposas a la autoridad patriarcal, de manera que se configura un mayor control sobre
las familias, sus hijos y su dinero, como consecuencia del incremento de la propiedad
privada. Las madres solteras y sus hijos son relegados socialmente porque amenazan la
institucionalización de la familia, símbolo y medio de consolidación social, económica y de
estatus de una nación.
En el siglo XIX la maternidad después del matrimonio se implementa con más
fuerza como un modelo hegemónico, de esta manera, la categoría de madre soltera como
tal, surge a partir del establecimiento de un orden social dentro del cual la existencia de
madres solteras significa inconvenientes para la sociedad y se determina hacia ellas una
fuerte carga de censura, matizada con valores de orden político, moral y religioso.
Todo ello genera dinámicas sociales distintas en las madres solteras,
especialmente en el siglo XIX, cuando el desarrollo industrial del país tiene un alto
porcentaje de migración de mujeres solas hacia las urbes, identificándose como otro
momento histórico del incremento de esta figura social. Ana Lidia García (2004) señala
que en México, en el siglo XIX, estas mujeres conforman todo un sector dentro de las
clases populares de la capital. Identifica que ellas al buscar la protección legal de la que
carecen, construyen ante las leyes un estereotipo de debilidad, establecen su maternidad
como el resultado de haber sido seducidas por los padres de sus hijos(as). Se convierten
en madres solteras bajo relaciones consensuadas con fines económicos, además de
aprovechar sus embarazos como una forma de solicitar un respaldo económico por vía
legal. La misma autora señala que posteriormente, las Leyes de Reforma de 1857
prohíben la investigación de la paternidad, lo que deja en mayor desprotección a las
madres solteras, y estas cambian su discurso de seducción por uno que implica su
dificultad para manejar sus pasiones, un argumento menos moral. Si el hombre niega la
paternidad, la mujer pierde el juicio legal, pero ellas acuden a otras estrategias; como
muchos de los hombres a los que demandan son casados, estas mujeres crean
convenios económicos a cambio de su silencio.
Lo anterior indica varias cosas: en esa época no todas las mujeres se identifican
con el modelo de la maternidad dentro de la familia nuclear, de abnegación y renuncia
absoluta, incluso la clase puede representar un elemento fundamental en la forma en que
se impone y se asume esa maternidad hegemónica. Además de maneras precursoras a
través de las cuales las mujeres aprovechan las ambigüedades legales respecto a ellas,
para obtener un beneficio por ser madres solteras.
Otro caso representativo de una amplia presencia de madres solteras se presenta
a principios del siglo XX con las soldaderas de la revolución mexicana quienes
acompañan a los hombres como proveedoras de alimentos y cuidado de los hijos, la
mayoría de estos nacidos fuera del matrimonio. Se podría considerar que en la historia de
México, son las primeras madres solteras que de manera generalizada se desempeñan
en el espacio público de forma grupal, sin ocultar su maternidad ni vivenciarla de manera
aislada, sino en conjunto con otras mujeres que comparten las mismas condicionesde

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vida. La revolución posiblemente se convierte en un hito en cuanto al ejercicio de la


sexualidad de las mexicanas, ejercida en gran medida por mujeres que son madres
solteras. Después, con la consolidación del Estado pos-revolucionario, se busca regular el
comportamiento sexual de las mujeres al mantener una moral rigurosa, para disminuir en
número este tipo de maternidad.
Más adelante, a mediados del siglo XX, dentro el crecimiento urbano debido a la
industrialización en el país, se observa la presencia de madres solteras como un
fenómeno en aumento, especialmente en las clases menos favorecidas. Oscar Lewis
(1978) lo atribuye a la cultura machista, donde las mujeres van configurando una posición
pasiva, y donde el maltrato de sus familiares, especialmente al contar con menor poder
frente a sus padres y hermanos, las acostumbra al control de otros, de este modo, no
logran ejercer frente a sus parejas un poder de decisión sobre su sexualidad; lo que tiene
como consecuencia la proliferación de madres solteras. Ante el advenimiento en los años
70 de la píldora anticonceptiva -que genera una revolución sexual en las y los jóvenes- se
incrementa el embarazo adolescente; de donde devienen muchas madres solteras,
debido a la falta de sistematización en el uso de métodos anticonceptivos por parte de
muchas mujeres (por la fuerte influencia de preceptos culturales y morales), aunque
también se debe considerar que, ante la postura de mayor libertad sexual de las mujeres,
existen quienes acceden a convertirse en madres solteras por elección.
El patrón de las madres solteras asociadas fuertemente a la pobreza, ha sido
constante desde el origen social de estas mujeres, así mismo, podemos observar que en
los momentos en los cuales se han presentado profundas modificaciones sobre las
dinámicas sociales, políticas y económicas en México, se ha incrementado el número de
madres solteras, indicador de su histórica vulnerabilidad social.
Desde la Colonia y hasta principios de siglo XX, tanto por la Iglesia como por el
Estado, la maternidad se reconoce como una condición estrictamente biológica y afectiva,
más no del orden legal. Con las Leyes de Reforma de 1857 las mujeres no adquieren
ningún derecho sobre sus hijos, la patria potestad sólo la tiene el padre y la madre la
obtiene en casos excepcionales.
Es hasta 1917, con la Ley sobre Relaciones Familiares expedida por Venustiano
Carranza, que las mujeres tienen acceso a la patria potestad, y el hijo(a) nacido(a) fuera
del matrimonio es reconocido como natural (Ley sobre Relaciones Familiares 1917).
Podemos identificar en este momento cuando las madres solteras adquieren personalidad
jurídica, no obstante de forma limitada, pues si se encuentran casadas, no pueden
reconocer a sus hijos naturales nacidos antes del matrimonio, sino es con el
consentimiento del marido, derecho que sí pueden ejercer los hombres. Así mismo, si las
mujeres contraen segundas nupcias, pierden la patria potestad de sus hijos(as).
El diccionario de la Lengua Española (2017) define “soltero(a)” como: que no se ha
casado, suelto o libre. Si asociamos el adjetivo de libre a la maternidad, en el concepto
de madre soltera, esto podría indicar la capacidad para adquirir autonomía, por ello
contradice al sistema patriarcal, donde las relaciones de género marcan el significado de
esta maternidad, no como una posición de autogobierno de las mujeres, sino como una
condición determinada por las decisiones de abandono de los hombres, ante una
inminente paternidad. Por tanto, en el imaginario social la madre soltera, más que

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relacionarla con aspectos de autonomía, se asocia con la soledad, ausencia, incompletud;


identidades definidas como carentes de un hombre que les otorgue respaldo, así como,
una confirmación e integración social y legal.
Si abordamos el término madre soltera desde el ámbito jurídico, se define como
aquella mujer que no tiene un vínculo conyugal reconocido legalmente al momento de
registrar a sus hijos ante el Estado. El término hace referencia a que se encuentra “sola”,
la soledad entendida como la falta de una figura masculina que reconoce y mantiene a los
hijos, ideología patriarcal que permea aún el imaginario de la maternidad ideal, la cual se
da bajo la protección de una figura masculina. Lo anterior se confronta con la realidad,
pues esto no siempre coincide con la vida cotidiana de muchas madres solteras, debido a
que no necesariamente se encuentran solas. Pueden vivir en pareja con hombre(s) y/o
mujer(es), de manera permanente u ocasional, vivir dentro de la familia extensa, y
cohabitar en el mismo hogar con otros parientes, o de manera independiente, en
sociedades de convivencia o en alguna institución pública. Depender económicamente de
manera total o parcial, o bien, compartir gastos con sus padres y/o familiares, institución u
otra(s) red(es) de apoyo. Por tanto, actualmente son vigentes una serie de combinaciones
referentes a las organizaciones y acuerdos familiares, no circunscritas a la definición
jurídica de la madre soltera, debido a lo cual las leyes mexicanas están basadas en
representaciones culturales que no se ajustan a las diversas realidades actualmente
vividas por estas mujeres, en especial las jóvenes madres solteras.
Las madres solteras han sido interpretadas en la sociedad mexicana de diversas
maneras, las cuales han sido en su origen y evolución de enorme influencia extranjera, es
decir, es una concepción que adoptamos de sistemas sociales impuestos por la Colonia, y
posteriormente por una relación de influencia ideológica con el mundo occidental,
“desarrollado”, donde es instituido el sistema patriarcal como forma primordial de
organización social. Al limitar el término a una significación jurídica de un estado civil, se
restringe el conocimiento de la experiencia de vida de estas personas y se naturaliza su
significado: ¿qué se puede estudiar sobre el concepto de madres solteras? Ya existe una
definición, la cual se caracteriza por su origen vertical, como expresión del poder que
busca dar certeza sobre la clasificación de la población, así como para normar una
maternidad hegemónica.
Por tanto, el concepto de madre soltera tiene un origen socio-político, ya que el
Estado reconoce categorías civiles, las cuales socialmente son aceptadas o rechazadas,
de este modo, las personas son legitimadas socialmente a través de relaciones de poder.
Una forma de manifestarlo es al mantener en las actas de nacimiento la clasificación de
“ilegítimo” a las y los hijos que nacen fuera del matrimonio. Con el ingreso de los
Derechos Humanos, en 1978, deja de aparecer esta categoría en las actas de nacimiento,
y visibiliza a las solteras y sus hijos como personas con derechos civiles igualitarios, y el
Estado reconoce en ellos el mismo poder civil al que acceden los demás ciudadanos. 7

7Marta Lamas (1978) expone que en 1978, en el acta de nacimiento de los hijos naturales no se
pone el nombre de los abuelos maternos. Por lo tanto, el reconocimiento legal que logran en ese
mismo año, es parcial, se convierte en un privilegio de los legítimos el poder ser identificados
legalmente como descendientes de sus abuelos, inferioridad jurídica que imposibilita una amplia
integración social en los hijos de madres solteras.

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Joan Scott (2008) determina que la diferencia sexual no es la causa de la


discriminación hacia la mujer, sino la consecuencia, de esta manera, la política establece
características físicas y psíquicas como naturales con relación al lugar que deben ocupar
las mujeres en la sociedad. Al diferenciar la maternidad entre aquélla que se legitima legal
y socialmente, y la que no entra en esos parámetros, las madres solteras son
representadas por el Estado, la Iglesia y la sociedad en general, como una categoría
moralmente inaceptable. Esto permite regular el comportamiento sexual de la época y
limitar la proliferación de acuerdos de pareja que crean variaciones a la norma establecida
matrimonio-reproducción. Las madres solteras representan una amenaza para la
sociedad, pues son un modelo contrario a la función de procreación dentro del
matrimonio, y en consecuencia refleja el deseo sexual de las mujeres, elemento que
trastoca las normas sociales imperantes.
En términos legales, hasta el año de 1974, en la reforma al artículo 4º
constitucional (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos), se reconoce la
igualdad jurídica del hombre y la mujer, así como el derecho de ambos de decidir sobre el
número de hijos y el momento de tenerlos. Antes de esta reforma las mexicanas no tenían
acceso a métodos anticonceptivos a menos que estuvieran casadas y contaran con el
permiso de sus esposos. Por esta razón, las relaciones sexuales fuera del matrimonio, en
muchos casos están determinadas a un irremediable embarazo, pues tampoco cuentan
con la opción del aborto -al menos de manera legal-. En este sentido, la categoría de
madre soltera es creada social y jurídicamente; al entrar en ésta no sólo mantienen una
posición legal en desigualdad frente a otros y otras, además se suma el que son mujeres
“descarriadas”, “promiscuas” o en el mejor de los casos “ingenuas”. Así se reconoce que
las mujeres no acceden de manera igualitaria a los hombres a información sobre
sexualidad, así se atribuye el término “seducción”, cuando el hombre “induce” a una joven
a llevar a cabo relaciones sexuales pre-maritales. La falta de educación sexual y la falta
de derechos reproductivos para las mujeres, destina a muchas -que de no acceder de
manera clandestina a la realización de un aborto, y ser doblemente transgresoras al
romper con normas religiosas y sociales al respecto-, a vivir como madres solteras
cumpliendo con la maternidad, independientemente de la forma en que se presente, como
destino insoslayable.
En este marco socio-histórico y jurídico se conforma el concepto de madres
solteras, y deja su impronta en las representaciones actuales. Si bien las circunstancias
culturales e históricas han sido distintas para estas mujeres en México, las
representaciones sociales sobre ellas las han posicionado fuera de lo socialmente
esperado, por ende son minimizadas en importancia y excluidas al perder valor social e
incluso moral. Es representativo que conforme se va consolidando el país como nación,
estas madres son más visibilizadas como categoría jurídica y adquieren derechos sobre
sus hijos, pero a la vez son estrictamente censuradas moral y socialmente.
Ante el fortalecimiento del patriarcado a través de la ideología del Estado y la
Iglesia que se centra con más fuerza en la misión de la mujer-madre mexicana, después
de la revolución mexicana se va conformando la maternidad dentro del matrimonio como
el imaginario social de las madres, esto configura una representación de la madre soltera,
cuya soledad es producto del abandono del hombre que no responde a sus obligaciones

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como padre, y las ubica como un anti-modelo para las otras jóvenes que aún no son
madres, pero además, son sujetas de lástima y compasión social si su situación se
justifica como resultado de ingenuidad, ignorancia, incluso romanticismo. De esta manera,
se tiene mayor tolerancia hacia ellas, condicionada por mantener una crianza adecuada
hacia sus hijos y recato sexual. Por otro lado, si son aceptadas por otro hombre, su valor
social es casi restaurado al ejercer la crianza dentro del modelo de la familia nuclear,
situación que les otorga el estatus perdido como madres, pero además como mujeres.
Al no formar parte de las expectativas sociales, las madres solteras han
permanecido como figuras marginales que ocupan un acceso limitado en materia de
leyes, posicionamiento cultural que denota cierta naturalidad de su existencia, por
consiguiente ha generado en ellas formas particulares de ser y estar, ante la indiferencia
de la sociedad y sus normas jurídicas.

Las madres solteras: Construcción demográfica

Los autores más recientes que hablan sobre las nuevas composiciones familiares
en México (Echarri, 2009, 2010; Arriagada, 2010), no contemplan a las madres solteras -
que son jóvenes y forman parte de la familia extensa-, y a sus hijos como un núcleo
familiar representativo, son disueltas en una perspectiva global de la familia extensa, de
este modo, favorecen la representación sociodemográfica de menor autonomía e
individualidad de estas mujeres respecto a su familia de origen y/o red principal de apoyo,
limitando su alcance teórico, así como el desarrollo de su estatus de categoría familiar.
Los actuales cambios sociodemográficos demandan un mayor conocimiento
respecto a cómo se organizan los hogares, así el Estado instituye cada vez mayores
esfuerzos para analizar en profundidad las categorías poblacionales que van surgiendo,
para lograr más control y conocimiento sobre estos grupos, sus distribuciones y
dinámicas; elementos que, además, sirven en las decisiones económicas del gobierno.
Sin embargo, las dinámicas sociales son tan diversas que muchas de ellas no se
contemplan. Como hemos analizado, las madres solteras no son un fenómeno reciente, y
aun así han escapado del interés estadístico, no obstante esta población también ha
tenido sus propias dinámicas, por tanto, ha generado diversas identidades y
representaciones; todo lo anterior ha sido poco investigado, y presenta una mínima
consideración en los estudios demográficos realizados en el país.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) (2017) cataloga los
hogares en: nucleares, ampliados, compuestos (todos ellos se clasifican en biparentales o
monoparentales) y no familiares. No se genera información cuantitativa sobre los núcleos
monoparentales que forman parte de los hogares ampliados, por tanto, las jóvenes
madres solteras y sus hijos que viven en estas condiciones, no se contabilizan como
núcleos familiares independientes. Tal vez porque desde el imaginario patriarcal se
establece a muchas de estas mujeres como parte de la familia extensa, y se cree que
estarán siempre protegidas por algún miembro de la red de parentesco; sin embargo, esto
no siempre sucede. O bien se piensa que por su juventud, esta situación es a corto plazo,
así se vela el hecho de que las otras familias reconocidas en los censos poblacionales,

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tienen en la actualidad una vigencia que tampoco se puede garantizar. Los cambios en
los grupos familiares se están dando de manera constante, por ende merece atención el
considerarlos a todos de manera detallada, como un criterio de democratización.
El INEGI, en sus datos censales sólo identifica a las jóvenes madres solteras al
momento del nacimiento del niño(a), a través de los certificados de nacimiento8, pero no
se contabiliza a quienes se convierten en madres solteras en etapas posteriores de su
vida, ya que en México, al parecer, el patrón de embarazo temprano tiene actualmente
como consecuencia más que el matrimonio por “reparación”; el que las parejas vivan en
unión libre9. Se puede pensar con base en estos datos estadísticos, que las madres
solteras a edades tempranas (11-24 años), no son tan representativas; sin embargo,
habrá que identificar también a las jóvenes que después de unos años dentro de una
relación de unión libre, vuelven a una red de apoyo familiar y/o institucional como madres
solteras. Todo lo anterior, deja invisibilizadas a las jóvenes madres solteras que por
razones socioeconómicas no son jefas de familia; y a su vez limita la existencia y el
desarrollo de políticas de género dirigidas a esta población.
En Chile se ha desarrollado una cultura estadística que concreta categorías
poblacionales no consideradas en otros países de Latinoamérica, incluido México. En ese
país la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), se ha aplicado
cada dos o tres años, desde 1985. Identifica la composición poblacional de los hogares,
considera al jefe o jefa de núcleo primario, como jefe(a) del hogar, y al jefe o jefa de
núcleo secundario, como las personas que viven dentro del núcleo familiar primario, y
dependen de éste (Ministerio de Desarrollo Social. Gobierno de Chile), situación en la que
viven muchas jóvenes madres solteras, las cuales son identificadas al ser consideraa
ellas y sus hijos como uno de los núcleos independientes que componen un hogar.
Para el caso de las madres solteras adolescentes que no han salido del hogar de
sus padres, o bien continúan viviendo con otros familiares, Julieta Palma (2009), realiza
una investigación con datos de la encuesta CASEN, donde identifica que estas jóvenes
conforman el 53.1% de los núcleos secundarios en Chile, así mismo, el 71.6% de estos
núcleos secundarios pertenecen a la población más pobre del país. El 45.7% de estas
jóvenes no trabaja remuneradamente. El 20.4% acceden a educación superior, tienen
incluso mayor presencia en este nivel escolar en comparación con sus parejas, los cuales
en un 18.5 % son estudiantes universitarios. No obstante, la autora asegura que la
formación educativa de estas jóvenes es principalmente en carreras técnicas, podemos
observar en esto la manifestación de una posible agencia de la madre soltera actual, el

8Estos datos deben considerarse con cautela, Mier y Terán (2013) exponen que en México no se
ha logrado que de manera generalizada se elaboren los certificados de nacimiento.
9 El estado civil de las mujeres al momento del nacimiento de sus hijos en el año 2011, se

distribuye de la siguiente manera: de 11 a 24 años de edad, el mayor porcentaje de nacimientos se


concentra en las mujeres que están en relaciones de unión libre, seguidas por las casadas y
después por las solteras. A partir de los 25 a los 45 años, el mayor porcentaje se concentra en las
mujeres casadas, seguidas por la unión libre y las madres solteras. De los 45 años en adelante se
vuelve a invertir el patrón, al momento del nacimiento de sus hijos, existe un mayor número de
mujeres en unión libre, seguidas por las casadas y las madres solteras. (Estos datos no se
presentan en los censos publicados, los obtuvimos de la página de internet del INEGI, a través de
una consulta interactiva, por medio de la combinación de variables) (INEGI, 2014).

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formar un núcleo secundario y no biparental, esto para ampliar sus oportunidades de


adquirir una formación profesional.
Por otro lado, se minimiza la representatividad de las madres solteras bajo el ideal
de la transición demográfica. Actualmente la transición demográfica es un indicador de
desarrollo para los países, se presenta cuando bajan los niveles de natalidad, al posponer
las mujeres la maternidad por más tiempo, y por el aumento de la esperanza de vida.
Entre los países latinoamericanos, México se encuentra en una posición de transición
demográfica intermedia, transición que encierra sus contradicciones, pues una amplia
población se encuentra desfasada de la norma estadística, y es donde se ubican las
maternidades a temprana edad. Esta población es marcada desde el imaginario del
Estado como una amenaza, debido a que va en contra de la modernidad, sin embargo, se
deja de lado el que no acceden o lo hace de manera limitada a los beneficios de ésta;
reflejan que la modernidad no se ha alcanzado de manera lineal y es inútil una postura de
indiferencia, ya que las madres adolescentes, así como las madres solteras, siguen
presentes.
Soledad Guevara (1994), realiza una aportación conceptual, y propone hablar del
término madresolterismo, más que de madre soltera, considera que en la sociedad actual
no es una situación aislada, sino se ha conformado como una población representativa,
por tanto debe significarse como un fenómeno generalizado, principalmente en la
población en pobreza. El madresolterismo va de la mano con la transición demográfica en
Latinoamérica, manteniéndose en los estratos pobres, manifestando la desigualdad
social, económica y educativa, en cuanto a la educación sexual y las opciones de vida. En
consecuencia, la transición demográfica no es uniforme, y vislumbra la falta de
democracia.
Socialmente se puede presentar una postura de minimización de la problemática
de las madres solteras ante las interrogantes de: ¿por qué sigue habiendo madres
solteras, si existe la planificación familiar? ¿Por qué tendría que destinarse un estudio
sobre esta población, si cuenta con medios para evitar un embarazo? En la actualidad es
un sector poblacional que más que generar las estigmatizaciones del sistema patriarcal al
romper con el ideal de la mujer-madre, representa fuertes controversias al existir, debido a
las diversas formas de prevenir y/o interrumpir un embarazo, ubicando a esta maternidad
en un entorno de menor tolerancia social que en el pasado; sobre todo si no se presenta
en las clases sociales menos favorecidas.
Esta postura de desvincular la situación de las madres solteras de múltiples
factores, e individualizarla en las mujeres que la presentan, genera una posición moralista
que culpabiliza sus conductas como socialmente inconscientes e irresponsables, y resta
compromiso social para la comprensión y acercamiento a sus situaciones de vida. Bajo
esta óptica se convierte más que en una población en riesgo, en una amenaza para el
desarrollo social, al transgredir modelos de modernidad.

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Las madres solteras: Construcción desde las políticas públicas

En el siglo XX las madres solteras se convierten en sujetas de opinión de otras mujeres


con fuerte influencia en el espacio público, las cuales demandan que el gobierno
reconozca las necesidades de estas madres. La primera psiquiatra mexicana, Mathilde
Rodríguez Cabo (1902-1967), nacida en San Luis Potosí, lucha por la despenalización del
aborto; y para que los hijos de las madres solteras sean reconocidos legalmente por sus
padres, a partir de una investigación de la paternidad, para obligarlos al auxilio de su
manutención (Sosenski y Sosenski, 2010).
En el año de 1960, Concepción de Nava Martínez (esposa del entonces presidente
municipal de San Luis Potosí), expresa ante la prensa su postura sobre la presencia de
las madres solteras en la sociedad.

El aspecto más doloroso, pero que como todas las grandes tragedias, siempre
toca a los límites de lo sublime, es el de la madre sola, sin compañero;
mujeres que en un 99% de los casos sacrifican absolutamente su
personalidad, para entregarla totalmente a los hijos, se frustran, envejecen y
mueren, luchando siempre por que el hijo de su amor, supere su nivel social.
Pienso que cualquier gobierno debe poner toda su atención en tan importante
aspecto social, a fin de que estas mujeres abnegadas obtengan el apoyo
absoluto de sus semejantes, desde el preciso instante en que son madres; en
este aspecto tengo entendido que los actuales gobernantes están por realizar
proyecciones generosas y grandes planes de extraordinario humanismo
(Marín de Vázquez, 1960: 1ª plana, 6).

Concepción de Nava reflexiona sobre la maternidad con argumentos que


reproducen su naturalización, bajo las ideas dominantes de la época sobre el sacrificio,
abnegación y la auto-anulación de la identidad de las mujeres que son madres, sin
embargo, su discurso aporta a la visibilización de las madres solteras, al considerar
importante el que reciban atención por parte del Estado. A pesar de este tipo de
pronunciamientos como manifestación de una clara solidaridad de género hacia las
madres solteras, no es hasta el reconocimiento del incremento en la feminización de la
pobreza, aunado a acuerdos internacionales tales como los objetivos del milenio
(establecidos en la declaración del milenio en el año 2000), que a principios del siglo XXI
el gobierno mexicano comienza a generar discursos sobre políticas públicas centradas,
principalmente, en las jefas de familia.
La idea de la madre jefa de familia como la más vulnerable socialmente se
encuentra generalizada en las políticas públicas en Latinoamérica10, en cuanto a México,

10En Chile, en las encuestas de población se reconoce a una cantidad representativa de mujeres
como madres solteras que continúan dentro del núcleo familiar primario, sin embargo, las
investigaciones sobre ellas son casi inexistentes. Por tanto, se les considera de forma cuantitativa,
sin mayor profundización al respecto, lo que es una manera de mantenerlas en una posición
periférica en los estudios, como una forma de exclusión social. En el mismo país, las políticas
públicas se han desarrollado más hacia las jefas de hogar, que sobre las jefas de núcleo.

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Javier Echarri (2009) y Silvia López (2006) han cuestionado esto fuertemente, al señalar
que no en todos los casos están tan desprotegidas. Las madres jefas de familia han
obtenido mayor legitimación política y social en comparación con las madres solteras que
no se encuentra en una situación total y/o parcial de independencia económica, si bien la
situación de pobreza de las mujeres, lleva al estudio de las jefas de familia -sin demeritar
que en México muchas de ellas viven en pobreza, incluso pobreza extrema- también es
importante señalar que actualmente están más protegidas por programas sociales y
gubernamentales. Consideramos que en el caso de las jóvenes madres solteras
dependendientes de una familia nuclear, y/o otras redes de apoyo, es posible que si se
aborda en detalle su condición económica real, encontremos una pobreza patrimonial y
monetaria: muchas de estas jóvenes viven como allegadas, con una situación de mínima
posesión material propia. Su realidad es más precaria si la consideramos individualmente,
desvinculándola de la representación de una economía implícita a la de su red de apoyo,
y si contemplamos los posibles escenarios a los que se pueden enfrentar, de no contar
con ese soporte.
Otra postura política que mantiene velada a esta población, es el contabilizarlas de
manera global dentro del grupo de mujeres que son viudas y/o separadas. Como ejemplo:
“Un estudio de la Cámara de Diputados devela que en México existen 4.5 millones de
madres solteras, separadas o viudas” (NOTIMEX Nacional, 2013). A las jóvenes madres
solteras no se les estudia con mayor detalle como un grupo particular, pues son incluidas
en otros conjuntos poblacionales, que aparentemente no cuentan con una figura
masculina. Se utiliza la categoría de madre soltera para obtener datos cuantitativos, pero
no se considera en particular a la diversidad de madres solteras y se reduce su
comprensión a características generales, en consecuencia se les mantiene segregadas
de un reconocimiento institucional más amplio.
Al abordar desde el marco institucional del Estado la forma en que se define a las
madres solteras, encontramos coincidencias en los programas sociales de gobierno. El
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT, 2017), las especifica como
madres jefas de familia, usa como sinónimos de esto: madre soltera, divorciada, viuda,
separada. Por su parte, el Instituto Aguascalientense de las Mujeres las define: “las
madres solas comprenden al grupo de mujeres que por diversas situaciones llevan su
maternidad sin ayuda de una compañera o compañero, éstas se dividen en: solteras,
separadas, divorciadas o viudas” (Ortiz y Maza, 2010: 32).
El concepto de madre soltera inicia en una lógica de clasificación y polarización
social, como repuesta del orden patriarcal para la regulación de esta población.
Actualmente, desde las políticas públicas es un concepto definido en una lógica
económica, como madre soltera equivalente a jefa de familia, por tanto, en México se
presenta un problema de indistinción conceptual entre madres solteras y jefas de familia.
Los discursos oficiales se centran en: madres jefas de familia, las cuales se definen como
las principales proveedoras económicas de la familia. De estar en esta condición, las
jóvenes podrán acceder a las becas de educación superior ofrecidas por el CONACYT, y
se excluye a las jóvenes que viven de allegadas, pues desde las políticas públicas su
nivel socioeconómico se asimila a su red principal de apoyo, como la familia extensa. Esto
resulta paradójico, debido a que la mayoría de estas jóvenes dada su condición de

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estudiantes y la situación económica del país, carecen de recursos para prescindir de una
red de apoyo económica, lo que las definiría como jefas de familia.La diferenciación
conceptual de las jóvenes madres solteras y las jefas de familia, permitirá romper con la
generalización del concepto, y contemplar desde una contextualización particular, que las
madres solteras con cada vez mayor presencia en la sociedad, cuentan con poca fuerza
dentro de los discursos educativos, políticos y sociales.
Madre soltera como concepto implica el no entrar en la categoría de maternidad
que responde al imaginario de la familia tradicional -actualmente cada vez con menor
presencia y /o permanencia. Es una maternidad en situación de carencia, aunque si
quitamos el velo del patriarcado, de carencia de visibilidad para lograr en la mayoría de
las ocasiones una vida con mejores oportunidades para ellas y sus hijos(as), podrían ser
asumidas como ciudadanas dentro de las políticas públicas.
A las jóvenes madres solteras en México se les ha clasificado en términos
prácticos, sin una profundización en torno a la relación del análisis teórico del concepto
con la realidad social; la imprecisión conceptual sobre las madres solteras también
representa el poco trabajo teórico elaborado. ¿Qué tanto esta contradicción de que a
pesar del tiempo y de la diversidad de contextos socio-históricos, en México continúa la
unicidad en la definición del concepto de madres solteras, es resultado de la indiferencia,
de una carencia de cuestionamiento, pero además de la naturalización que ha legitimado
su significado? No podemos dejar de lado que es un concepto representado y legitimado
desde las políticas públicas como sujeto a generalización, y en algunos aspectos,
inamovible, sin embargo, se sigue construyendo y de-construyendo en la vida diaria y en
las reflexiones cotidianas sobre estas mujeres.

Conclusiones

Los actuales cambios sociales respecto al género, exigen un análisis centrado en las
redefiniciones de la identidad materna, pues los significados no son unilineales. Joan
Scott (2000) establece que el género le da significado al poder; y el poder le da un
significado al género, es decir, el género es un espacio en el cual se organiza y se
simboliza al poder, y es a través de la distribución del poder, que se legitiman las
diferencias sexuales y las formas en que son significadas y representadas las relaciones
entre las personas. El acercarnos a la construcción del concepto de madre soltera desde
la perspectiva de género nos permite comprender las transformaciones y/o
reproducciones sociales entretejidas en torno a las jóvenes madres solteras. (Ver
Glosario).
A lo largo de la historia de México las instituciones han desarrollado diversas
estrategias para regular y minimizar la presencia de las madres solteras en la sociedad,
conviertiéndolas en figuras toleradas, pero no ideales, posicionadas desde su origen en
las condiciones de mayor marginación, social, política y teórico-conceptual. Por eso, el
concepto de madre soltera como constructo social ha sufrido aparentemente pocas
modificaciones en el devenir histórico, a pesar de que se diversificaron las formas en que
se definen y convierten las mujeres en madres solteras.

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El concepto de madre soltera tiene un origen socio-político y después asume un


espacio en el entorno legal, aunado a la ausencia de estadísticas en detalle sobre esta
población, las políticas públicas han mantenido su escaso reconocimiento. El término
madre soltera se gesta históricamente en relaciones sociales que significan a estas
mujeres en subordinación, ante lo cual, ellas logran establecer ciertos márgenes de
agencia, fundamentalmente en el ejercicio de acciones creativas para la conformación de
esta identidad materna.
En México se presentan problemas para definir a las madres solteras: no se han
generado conceptos que visibilicen la diversidad de esta población. Tanto en la academia
como en las estadísticas poblacionales las madres solteras que dependen de manera
económica y/o residencial de la familia de origen no son representadas como un núcleo
familiar independiente de la familia extensa; y desde las instancias de gobierno el
concepto se usa de manera indistinta con los de separada, viuda y jefa de familia. Por tal
motivo presentan un aparente reconocimiento político, situación que las expone a una
mayor vulnerabilidad social.
México vive un grave problema de embarazo en mujeres adolescentes, en muchos
casos esto tiene como consecuencia el abandono de la escuela, situación que limita la
obtención de capacitación para incorporarse al mundo laboral o, en caso de lograrlo, sea
en empleos precarios. Según Molyneux (2007) en México los programas de políticas
públicas como Progresa/Oportunidades, refuerzan y centralizan el papel maternalista de
las mujeres, yr propone que para alcanzar la justicia social y poder sacarlas de la
pobreza, debe incluirse la voz de las mujeres en la negociación y desarrollo de las
políticas públicas. A lo anterior, agregaríamos la necesidad de visibilizar a las jóvenes
madres solteras que están siendo integradas en estos programas, quienes pueden ir
engrosado las filas de mujeres en pobreza cuyas labores de maternidad y cuidado son la
condición central para que obtengan apoyos económicos por parte del Estado. Por tanto,
es importante tomar en cuenta la voz de esta población, para identificar y comprender las
representaciones y formas de conceptualizarse a sí mismas como madres solteras,
elementos fundamentales para el desarrollo de políticas públicas con perspectiva de
juventud, que permitan evitar la segregación de las jóvenes madres al mundo privado, es
decir, que posibiliten otros medios para que ellas negocien una digna integración social.

Glosario

Jefa de familia: no necesariamente está sola, puede vivir en pareja y ser la que hace la
mayor aportación a la economía familiar. Su estado civil puede ser casada, soltera, viuda,
divorciada, separada, unión libre.

Madre soltera: Mujer que tiene hijos y nunca ha establecido un vínculo conyugal
reconocido legalmente (matrimonio civil).

Madre sola: mujer que desarrolla su maternidad sin el apoyo directo de una pareja, puede
ser como resultado de la migración del varón. Se incluye a mujeres divorciadas,
separadas, abandonadas y viudas.

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Maternidad en soltería: este término es utilizado en las jóvenes entre 30 y 45 años de


edad, que deciden ser madres fuera del matrimonio e incluso sin convivir con una pareja,
puede ser por medio de inseminación artificial, de forma natural o por adopción.
Generalmente es una maternidad planeada y la mujer cuenta con una independencia y
solvencia económica para mantener a su hijo(a).

Madresolterismo: término que especifica una generalización de la presencia de madres


solteras en el estrato socioeconómico bajo.

Soltera-madre: término que se expone en una página de Facebook titulada: Soy madre
soltera y qué!!!! (2009). Algunas usarías se identifican anteponiendo el ser solteras a ser
madres.

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