0% encontró este documento útil (0 votos)
250 vistas3 páginas

Resumen - Las Instituciones Como Reglas Del Juego

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 3

Las instituciones como reglas del juego

Se puede hablar de la existencia de una corriente contemporánea en las ciencias sociales, llamada
nuevo institucionalismo.

Las instituciones son las reglas de juego en una sociedad o, más formalmente, son las limitaciones
ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana. Por con siguiente, estructuran
incentivos en el intercambio humano, sea político, social o económico. El cambio institucional
conforma el modo en que las sociedades evolucionan a lo largo del tiempo, por lo cual es la clave
para entender el cambio histórico [ CITATION Nor93 \l 2058 ].

Contra las formas tradicionales de observar la conducta, la teoría neoclásica supuso que la
conducta económica tenía su motor en el interés y que era, por ello, desapasionada y calculadora.
El homo económicus no era, pues, un hombre egoísta sino un hombre interesado, esto es,
racional.

Sidney Winter: los supuestos conductuales que emplean los economistas no implican que el
comportamiento de todo el mundo debe ser congruente con la elección racional, más bien
descansan en la idea de que las fuerzas competitivas propiciarán la superviviencia de quienes se
conduzcan de una manera racional.

En una situación evolutiva y competitiva (que cumple el presupuesto básico de toda la economía
neoclásica: escasez y competencia) la conducta más generalizada será la de la gente que ha
obrado de acuerdo con tales normas (osea con los supuestos conductuales).

Limitaciones según Jon Elster:

1. La formación de preferencias: el núcleo del modelo económico de la racionalidad es la


capacidad de preferir una cosa sobre otra: valorar las cosas y ordenarlas.
2. Las teorías de elección racional tienden a dejar de lado las distorsiones que las visiones del
mundo, precisamente los conjuntos valorativos, introducen en las decisiones racionales.

En el mercado mismo, que es para la teoría neoclásica el espacio privilegiado de los actores
racionales, la concurrencia de individuos interesados sólo proporciona estabilidad y prosperidad si,
aparte de egoístas, los actores son respetuosos de la legalidad y obedientes de la autoridad
estatal, o si ésta es capaz de hacer cumplir las normas como un tercer actor coercitivo.

A pesar de las consideraciones anteriores, la teoría de la elección racional puede ser una
herramienta muy útil para explicar el comportamiento de los actores tanto en la política como en
otros ámbitos de las relaciones sociales y económicas, siempre y cuando la identidad de los
actores y sus objetivos estén establecidos y las reglas de interacción sean precisas y conocidas por
los agentes interactuantes.

Herbert Simon: la primera acotación a la teoría de la elección racional, es que, para hacerla útil en
el análisis político, es necesario introducir que la racionalidad de los actores es limitada. En la
economía neoclásica, la persona racional siempre alcanza la decisión que, objetiva o
sustantivamente, es mejor en términos de una función de utilidad. El procesamiento subjetivo e
incompleto de la información, así como la ideología concebida como percepciones subjetivas,
juegan un papel sustantivo en la toma de decisiones.
Otra limitación principal, según Jorge Romero, es que la teoría de la acción racional pone de
relieve que no siempre la existencia de intereses comunes lleva a la movilización (y mucho menos
completa) del colectivo que comparte dichos intereses a fin de lograr su satisfacción. Esta es la
conocida paradoja del free rider.

Con base en lo establecido por Fernando Escalante, en esas condiciones, una acción es “racional”
si es coherente con una manera de hacer las cosas. La acción frecuentemente se basa más en
identificar el comportamiento normativamente apropiado que en calcular los beneficios esperados
de opciones alternativas. En la vida cotidiana, los hombres actúan como si siguieran las reglas;
saben cómo hacer las cosas y ese saber incluye una experiencia práctica, una experiencia
reflexiva y una orientación normativa.

Las instituciones y las rutinas de comportamiento, es lo que facilita la toma de decisiones


complejas. Reducen la incertidumbre: “no tenemos individuos que razonan, ni acciones ni aun
relaciones elementales, sino pautas, maneras de hacer las cosas; formas de vida”.

El enfoque basado en la teoría de la elección racional, le parece útil al autor debido a que es aquel
que centra su atención en las “maneras de hacer las cosas” y en los constreñimientos impuestos a
los actores racionales.

Tsebelis: las instituciones prevalecientes (las reglas del juego) determinan el comportamiento de
los actores, el cual, en su momento, tiene consecuencias políticas o sociales. Sin embargo, en la
relación entre individuos existen incertidumbres producto de la información incompleta sobre la
conducta de otros individuos.

El proceso de reproducción social, en tenso equilibrio entre la paz y la violencia, ha ido generando
dos tipos de reglas para nombrar el comportamiento: por un lado, las que establecen
constreñimientos de carácter informal, prácticas sociales provenientes de una información
socialmente transmitida y que forman parte de la herencia que llamamos cultura; por el otro,
aquellas normas formales jerárquicamente ordenadas que constituyen el mundo del derecho.

La historia está marcada precisamente por el proceso de cambio y adecuación de esas rutinas de
intercambio. Se establecen algunas consideraciones adicionales:

 Los sujetos de cambio no son individuos aislados sino actores que muchas veces tienen
expresión colectiva, si bien la acción social está determinada por los intereses individuales,
se vuelven necesarias entidades intermedias que permitan explicar la conducta de los
individuos agregados.

Para North, por ejemplo, las organizaciones son los espacios que dotan de una estructura a la
acción humana y le permiten cumplir su papel en la división social del trabajo. Las organizaciones
en sí mismas funcionan a partir de rutinas repetidas que evitan tener que definir cada vez el
comportamiento que hay que seguir frente a los conflictos. En este sentido, son organizaciones las
empresas que pretenden maximizar sus ganancias a partir de alguna ventaja comparativa en el
mercado, los partidos políticos que actúan en determinado régimen, el Congreso, las
universidades, los aparatos burocráticos, etc.
Para North, la incertidumbre sobre el comportamiento de los otros dificulta la capacidad de los
entes sociales, o mejor dicho de las organizaciones, para cumplir los fines que socialmente se les
ha atribuido en la división del trabajo. Es por ello que tienen que dedicar parte de sus recursos a
averiguar cómo se comportarán tanto en el entorno natural como en el entorno social, esto es, los
llamados costos de transacción del intercambio social.

transacción del intercambio social: se trata de los costos derivados de deficiencias y asimetrías
en la información que poseen las organizaciones sobre el entorno en el que se desarrollan. Las
rutinas institucionales existen fundamentalmente para reducir estos costos  nota Valeria:
justamente porque reducen la incertidumbre.

Tsebelis: las instituciones ni necesariamente ni frecuentemente son diseñadas para ser


socialmente eficientes; al contrario, por lo general (al menos las reglas formales) son creadas para
servir a los intereses de aquéllos con el poder de negociación suficiente para desarrollar nuevas
reglas.

Existe un proceso simbiótico entre instituciones y organizaciones, que debiera permitir la


adaptación (dependiendo de la capacidad adaptativa).

La experiencia histórica no permite ser muy optimista en torno a los procesos de cambio
institucionales: a pesar de que en un entramado institucional puede ver limitada su capacidad de
permitir el intercambio (debido a modificaciones en su entorno), la relación simbiótica entre las
instituciones y las organizaciones, que se han desarrollado como consecuencia de la estructura de
incentivos provista por esas instituciones, tiende a reproducir los comportamientos rutinarios.

Los actores están constantemente jugando un conjunto de juegos iterados y entrelazados –con
múltiples jugadores- , entre los cuales se encuentra el del cambio institucional.

En consecuencia, la pertinencia de las rutinas reproducidas culturalmente, lo mismo que la


relación entre preferencias y recursos al alcance de los actores, imponen al cambio institucional un
carácter fundamental progresivo. Incluso después de cambios violentos en el orden social, las
nuevas reglas del juego acaban por incorporar muchas rutinas previamente existentes, por lo que
no se dan soluciones de continuidad en la historia institucional.

Además, los cambios revolucionarios se enfrentan a la supervivencia de las reglas no formales. Con
todo, es posible afirmar que las instituciones no deben ser consideradas solamente como
constreñimientos heredados que limitan la acción de los actores sino que también son objeto de
cambio a partir de la actividad humana.

También podría gustarte