El Cuento Dentro Del Cuento

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El cuento dentro del cuento: del yo a la Madre Tierra y al Universo

Imaginando nuestra gran esfera planetaria desde el espacio, me veo como un insignificante
granito vivo, pero también autorregulador. Mi cuerpo autorregula su metabolismo. La
psiquis autorregula, a veces muy bien, mi comportamiento y busca la expresión de lo que
yo quiero hacer y lograr. Al mismo tiempo, soy parte de la evolución de la especie humana
y con esto, de la Madre Tierra.
Repasando mi trayectoria, encuentro que con mi vivir estoy contando la historia o el
cuento de un ser humano. Mi apariencia física, el modo en que me visto, cómo y qué
pienso, lo que hablo y lo que hago, lo que siento y lo que anhelo producen mis
comportamientos conscientes o inconscientes. Con todo esto, el granito terrestre viviente
está creando el cuento de su vida. Mis aventuras, mis dolores y gozos, mi profesión y
hobbies son parte de este cuento.
La idea de que cada persona, viviendo, cuenta el cuento de su vida, nos abre a una
percepción diferente de nuestra existencia. Con mi presencia sobre la Tierra, estoy dejando
las huellas indelebles de un ser humano que incluye todo lo que vivo, veo, percibo y,
francamente, lo que soy. Por grandes o pequeñas que sean, estas huellas contribuyen con
un hilo único al tejido de la fábrica de la humanidad. Mi responsabilidad es vivir-contar
mi cuento de la vida, de la mejor manera posible.
Grupos en conjunto también viven o construyen un cuento explicativo. Podríamos decir
que la psiquis humana, como conciencia colectiva, es a su vez una historia gigantesca. Este
cuento es imperecedero debido a que, junto con otros cuentos humanos, crea el universo,
es parte del cuento del universo que está desarrollándose.
Mi cuento es un cuento que actúa no solamente sobre los cuentos de otros hombres, sino
también sobre la sustancia del universo, utilizando la memoria colectiva de los campos
mórficos. Hay muchos campos mórficos, tanto religiosos como económicos, nacionales y
culturales. Rupert Sheldrake –un biólogo inglés innovador- propuso la idea de los campos
mórficos o morfogenéticos, la cual plantea que, dentro de un grupo de unidades del mismo
tipo, unas influyen en las otras, por resonancia mórfica.1
La relación con las personas es parte de mi cuento, que a veces me deleita, a veces me
irrita o me orienta.
Los guías, gurúes, maestros y eruditos ofrecen sus cuentos. Cuando el cuento es
compartido, lo reconozco como verdad, lo tomo, lo acepto. En realidad, damos permiso al
maestro o gurú para que él sea mi maestro, el maestro para mí. Existen muchos gurúes,
pero uno es MI maestro: Sai Baba, Bambi Baaba, Mahatma Gandhi. Esto también vale
para los fundadores o innovadores de las grandes religiones y movimientos espirituales:
Cristo, Mahoma, Buda, Moisés, Lao Tzé.
Al mismo tiempo, cada cuento es un cuento único de un universo de por sí completo, el
universo de mi conciencia. Solamente yo estoy dentro de mi conciencia. Solamente yo
estoy a cargo de contar-vivir la vida. La conciencia, por sí misma, es un fenómeno
extraordinario. Viviendo en mi conciencia, estoy creando continuamente un relato
evolutivo.
A partir del año 2000, sobre la Tierra existen seis mil millones de maravillosas
conciencias, universos que están interactuando y contando sus cuentos únicos, o sea,
¡creando vidas únicas! ¿Será que este coro de cuentos individuales, interdependientes y
entrelazados, constituye el Gran Cuento Evolutivo de la Humanidad?

1
Rupert Sheldrake, 1985. Los campos mórficos y su resonancia son como hábitos que refuerzan a las tradiciones y
costumbres humanas y ayudan a aprender cosas nuevas, si estas ya han sido aprendidas por otros. Así sucede cuando
cantamos reiteradamente una melodía; muchas otras personas la repiten más fácilmente. Las leyes universales, sugiere
Sheldrake, son como hábitos del universo y de la materia, modelos de comportamiento que quedan como una ley.
A través de su vivir planetario, la Madre Tierra también está constantemente narrándonos
su historia, “su cuento”, el cuento creativo de la vida de la Madre Tierra. Lo cuenta a través
de sus rocas, de sus dinosaurios, de sus mares, lo cuenta a través del vivir de toda la
variedad de sus plantas y animales y de los humanos. Bacterias, virus, animales primitivos,
arañas, estrellas de mar, conejos, cóndores y águilas, plantas marinas y árboles de las
selvas, los campos de maíz y trigo, son actores en el teatro evolutivo de la Madre Tierra. A
través de todos ellos, y de nosotros, sigue adelante el cuento de la Madre Tierra. Y este
estupendo relato de la evolución creativa ha durado ya casi cinco millones de años.
En realidad, si retrocedemos aún más en el pasado translejano, creo que podemos
descubrir que hay también un cuento, poco comprensible para nuestras mentes, que el
universo nos narra.
El cuento creativo –la evolución creativa- comienza unos 20 mil millones de años atrás con
el “Surgir Original”, llamado el Big-Bang, una “explosión” cósmica por la cual la realidad
primordial se fragmentó y la materia entró en existencia.
Poco a poco fueron tomando forma las galaxias, estrellas y planetas. Este despliegue
cósmico seguía su evolución creativa y surgieron entidades del espacio profundo:
supernovas, cometas, gigantes rojos, enanos blancos, agujeros negros, estrellas de radio. La
creación evolutiva continúa y a través de ella el Universo sigue contando su historia.
El Universo y la Tierra cuentan sus cuentos exactamente como lo hacemos cada uno de
nosotros: ¡Viviendo nuestra vida!
El cuento del Universo, el cuento de la Tierra, el cuento del Ser Humano. La relación entre
estos tres cuentos, nos da la oportunidad de “percibir” lo que es nuestra vida.
El Universo cuenta su cuento cósmico, la Madre Tierra narra el cuento planetario de
su existencia y cada uno de nosotros cuenta el cuento de la vida humana.
Si nuestro cuento creativo utiliza la imaginación para crear nuevos cuentos y si nuestra
imaginación es un aspecto consciente de la imaginación que actúa a través de todo el
mundo natural, entonces nosotros somos creadores-participantes en el crecimiento y
creación del Universo. Vemos que aparentemente hay una interdependencia significativa y
que somos parte del mismo “Cuento Cósmico Total”.

Roze, Janis (2000). Evolución y magia. El camino del hombre. Buenos Aires. Kier

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