Un Tiempo de Rupturas
Un Tiempo de Rupturas
Un Tiempo de Rupturas
COLECCIÓN
FORMATO 15,5x23 RÚSTICA
BIBLIOTECA ERIC HOBSBAWM
Política para una izquierda racional (1993) DE RUPTURAS está considerado uno de los grandes
DISEÑO
La era del imperio, 1875-1914 (1998) al arte y a la cultura de la sociedad burguesa una vez esta sociedad formada por La era de la revolución, 1789- DISEÑO
Sobre la historia (1998) desapareció, en la generación posterior a 1914». Su destrucción 1848 (1997), La era del capital, 1848- 1875
se produjo como consecuencia de los efectos combinados de la (1998), La era del imperio, 1875-1914 (1998) REALIZACIÓN
Historia del siglo xx (1998)
revolución en la ciencia y la tecnología, del desarrollo de la sociedad e Historia del siglo xx (1998). Sus últimos
trabajos fueron Entrevista sobre el siglo xxi CARACTERÍSTICAS
Gente poco corriente (1999) de consumo y de la entrada de las masas en la escena política. Unas
(2000), Años interesantes. Una vida en el
sociedades inmersas en la constante presencia de nueva información
230mm
ERIC HOBSBAWM
compendio de todos sus estudios sobre
pero también su concepción de la cultura, que estaba asociada a las PAPEL
Revolucionarios (2000) America Latina, ¡Viva la revolución! (2018),
convenciones que gobiernan las relaciones humanas. Este libro, el todos ellos publicados por Crítica. PLASTIFÍCADO
UN TIEMPO
Industria e imperio (2001) último que dejó escrito Hobsbawm, es una gran aportación a la
UVI
La invención de la tradición (2002, historia de la cultura del siglo xx, como señala el profesor Richard
con Terence Ranger) Evans: «Leyendo este libro he aprendido una enorme cantidad de RELIEVE
Años interesantes:
una vida en el siglo xx (2003)
cosas que antes no sabía». Pero es también una reflexión sobre un
presente convulso, un tiempo de incertidumbre en que, nos dice
Hobsbawm, miramos hacia adelante con perplejidad, sin guías que
DE RUPTURAS BAJORRELIEVE
STAMPING
UN TIEMPO DE
RUPTURAS
Sociedad y cultura en el siglo xx
Traducción castellana de
Cecilia Belza y Gonzalo García
Crítica
Barcelona
Título original: Fractured times. Culture and Society in the Twentieth Century
[email protected]
www.ed-critica.es
ISBN: 978-84-9199-064-2
Depósito legal: B. 28764 - 2018
2018. Impreso y encuadernado en España
El papel utilizado para la impresión de este libro es 100% libre de cloro y está
calificado como papel ecológico.
No hará falta que les diga que Klein encontró a críticos que explicasen
su profundidad y marchantes que lo vendieran a los clientes. La Galería
Gagosian —que se ha reservado los derechos de copia del manifiesto— le
ha concedido la clase de inmortalidad que merecía.
Esto me lleva al contenido de los manifiestos proclamados a lo largo
de mi vida. Lo primero que me llama la atención, al echar la vista atrás, es
que el verdadero interés de esos documentos no está en aquello que recla-
man. Esto suele ser obvio, en su mayoría, incluso tópico; o bastarían para
construir grandes vertederos rebosantes o están destinados a una rápida
obsolescencia. Así le sucede incluso al gran e inspirador Manifiesto Co-
munista, que sigue tan vivo que, en los últimos diez años, ha sido redescu-
bierto por los propios capitalistas, ante la ausencia en Occidente de una
izquierda con verdadera relevancia política. La razón por la que lo leemos
hoy es la misma que me lo hizo leer cuando yo tenía quince años: prime-
ro, el maravilloso e irresistible estilo y brío del texto. Pero principalmente
es la magnífica visión analítica de cómo se transforma el mundo, recogida
en las primeras páginas. Buena parte de lo que aconsejaba realmente el
manifiesto es de interés puramente histórico, y en su mayoría los lectores
se lo saltan hasta el toque de rebato del final: el que afirma que los traba-
jadores que no tienen nada que perder, salvo sus cadenas, tienen un mun-
do por ganar. Trabajadores del mundo, uníos. Por desgracia, también esto
ha superado con creces su fecha de caducidad.
Sin duda, este es el problema de cualquier escrito que trate sobre el
futuro: no podemos conocerlo. Sabemos qué nos disgusta del presente y
por qué nos disgusta; por eso, en lo que sobresalen todos los manifiestos
es en la denuncia. En lo que atañe al futuro, solo podemos tener la seguri-
dad de que lo que hagamos tendrá consecuencias involuntarias.
Si todo esto es cierto en un texto tan perdurable como el Manifiesto
Comunista, aún lo es más para los manifiestos de las artes creativas. Para
muchos artistas, tal como me dijo en una ocasión un músico de jazz en un
club nocturno, «las palabras no son mi instrumento». Hasta cuando lo
son, como sucede con los poetas, incluso con los mejores, la creación no
sigue la senda del «pienso y luego escribo», sino una mucho menos con-
trolable. Este es el problema, si se me permite decirlo así, del arte concep-
tual. Desde la perspectiva intelectual, los conceptos del arte conceptual
suelen carecer de interés, a menos que puedan leerse como bromas, al es-
tilo del urinario de Duchamp o las obras —a mi juicio, mucho más diver-
tidas— de Paul Klee.
Por lo tanto, leer la mayoría de los manifiestos artísticos por el signifi-
cado que pretenden es una experiencia frustrante salvo, quizá, como per-
formance. E incluso en este caso, son mejores como textos de ingenio y
humor que en el modo oratorio. Por eso, probablemente, Dadá —con su
estilo de comedia en vivo— sigue siendo el recurso habitual de tantos
manifiestos actuales: su humor es al tiempo divertido y negro, como el
surrealismo, y no pide una interpretación, sino el juego imaginativo, lo
cual es, a fin de cuentas, la base de todo trabajo creativo. Y en cualquier
caso, la valoración de las cosas depende de la experiencia que vivamos
con ellas, no de cómo se las describa.
Por eso los creadores de arte han alcanzado éxitos mayores que sus
manifiestos. En mi Age of Extremes escribí: «Por qué los brillantes dise-
ñadores de moda, una raza notoria por no ser analítica, en ocasiones anti-
cipan mejor la forma de las cosas por venir que los profesionales de la
predicción es una de las cuestiones más oscuras de la historia y, para el
historiador de las artes, una de las más fundamentales».* Aún no sé la
respuesta. Al examinar las artes de la década anterior a 1914, podemos
observar que había en ellas muchas cosas que anticipaban la caída de la
civilización burguesa después de esa fecha. El Pop Art de las décadas de
1950 y 1960 reconocía las consecuencias que la economía fordista y la
sociedad de consumo de masas implican y, de este modo, la abdicación de
la antigua obra de arte visual. ¿Quién sabe? Quizá un historiador que es-
criba de aquí a cincuenta años diga lo mismo de lo que sucede en las artes,
o lo que se hace bajo el nombre de arte, en nuestro momento de crisis ca-
pitalista, y se retire a las ricas civilizaciones de Occidente. Igual que en la
extraordinaria película —casi un documental— Man on Wire, aunque con
mucha mayor inquietud, las artes caminan sobre la cuerda floja entre el
alma y el mercado, entre la creación individual y la colectiva, incluso en-
tre los productos creativos reconocibles e identificables como humanos y
el asalto que han sufrido por parte de la tecnología y el ruido omnipresen-
te de internet. En su conjunto, el capitalismo tardío ha proporcionado una
buena vida a más personas creativas que nunca, pero por suerte no ha he-
cho que se sientan satisfechas ni con su situación ni con la sociedad. ¿Qué
anticipaciones leerá el historiador de 2060 en las producciones culturales
de los últimos treinta años? No lo sé ni puedo saberlo, pero mientras tanto
se habrán proclamado unos cuantos manifiestos.
* Hay traducción castellana: Historia del siglo xx, 1914-1991, Barcelona: Crítica,
1995, 2011. (N. de los t.)
* Referencia a la serie de ocho documentales de historia del arte The shock of the
new, producida por la BBC en 1980. (N. de los t.)