Bienes Baldíos C595 95
Bienes Baldíos C595 95
Bienes Baldíos C595 95
¿Qué son?
Los baldíos son bienes públicos de la Nación catalogados dentro de la categoría de bienes fiscales
adjudicables, en razón de que la Nación los conserva para adjudicarlos a quienes reúnan la
totalidad de las exigencias establecidas en la ley.
Bien inmueble de propiedad de la Nación y ubicado en zonas rurales que, como regla general,
debe ser adjudicado a quienes lo ocupen y cumplan con los requisitos previstos por la ley de
reforma agraria
- Propiamente dichos
- De uso publico
- Adjudicables (que carecen de un dueño)
Ellos están determinados por la ley, pero a la vez, son limitados para el Estado. Un ejemplo claro
de ellos es cuando: Los campesinos, quienes SÍ pueden habitar por el simple hecho de haber sido
despojados de sus tierras pueden tener una adjudicación puntual de terrenos baldíos. Sin
embargo, y muy distinto a la realidad, en la que personas no aptas inician un proceso de
prescripción inquisitiva de dominio para hacer entrega del bien SIN el elemento social (LEY 160)
La propiedad de los terrenos baldíos adjudicables, sólo puede adquirirse mediante título traslaticio
de dominio otorgado por el Estado a través del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, o por
las entidades públicas en las que delegue esta facultad.
Los ocupantes de tierras baldías, por ese solo hecho, no tienen la calidad de poseedores conforme
al Código Civil, y frente a la adjudicación por el Estado sólo existe una mera expectativa.
Quiere decir, El Estado entrega el título a través de la agencia nacional de tierras o agencia
correspondiente. Para ellos se necesita la formalización del proceso y la razón social de los bienes
baldíos
BALDÍOS – ADJUDICACIÓN
La función social de la propiedad se incorpora al contenido de ella para imponer al titular del
dominio obligaciones en beneficio de la sociedad. En otros términos, el contenido social de las
obligaciones limita internamente el contenido individual de facultades o poderes del propietario,
según la concepción duguitiana de la propiedad función. En el caso de las tierras baldías rurales
dicha función social se traduce en la obligación de explotarla económicamente y destinarla
exclusivamente a actividades agrícolas, en no explotar el terreno si está destinado a la reserva o
conservación de recursos naturales renovables, etc, en una palabra, la función social consiste en
que el derecho de propiedad debe ser ejercido en forma tal que no perjudique sino que beneficie
a la sociedad, dándole la destinación o uso acorde con las necesidades colectivas y respetando los
derechos de los demás.
SENTENCIA C-595-95
Norma demandada: art 3 de la ley 48 de 1882, art 61 de la ley 110 de 1912, inciso segundo del
artículo 65 y un aparte del inciso segundo del artículo 69 de la ley 160 de 1994.
ART 3 – LEY 48 DE 1882 Las tierras baldías se reputan bienes de uso público, y su propiedad no se
prescribe contra la Nación, en ningún caso, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 2.519
del Código Civil.
ART 61 – LEY 110 DE 1912 El dominio de los baldíos no puede adquirirse por prescripción.
ART 65 – LEY 160 DE 1994 La propiedad de los terrenos baldíos adjudicables, sólo puede
adquirirse mediante título traslaticio de dominio otorgado por el Estado a través del Instituto
Colombiano de la Reforma Agraria, o por las entidades públicas en las que se delegue esta
facultad.
"Los ocupantes de tierras baldías, por ese solo hecho, no tienen la calidad de poseedores
conforme al Código Civil, y frente a la adjudicación por el Estado sólo existe una mera
expectativa".
ART 69 – LEY 160 DE 1994 En todo caso, deberá acreditarse una ocupación y explotación previa no
inferior a cinco (5) años para tener derecho a la adjudicación. La ocupación anterior de persona
distinta del peticionario, no es transferible a terceros, para los efectos contemplados en este
inciso.
Argumentos del demandante: El accionista alega que con la expedición de la Constitución de 1991
no es posible sostener "la imprescriptibilidad de los baldíos” porque haciendo una comparación
entre la carta política de 1886 y la de 1991, el ARTICULO 332 que expone concretamente: El
Estado es propietario del subsuelo y de los recursos naturales no renovables, sin perjuicio de los
derechos adquiridos y perfeccionados con arreglo a las leyes preexistentes, referente a que la
nación es dueña en de toda la tierra comprendida en el territorio COLOMBIANO. Además de
afirmar que se desprotege el trabajo de los campesinos y empresarios agrícolas que por su trabajo,
han agregado un mayor valor. (no incluyó en el artículo 332)
en cualquier momento y en forma arbitraria pueden ser desposeídos por el Estado además de que
el campesino no podría vender las mejoras plantadas y la adecuación de las tierras, pues su
posesión no es transferible ya que los cinco años exigidos para la adjudicación de la tierra
trabajada "deben ser exclusivos del peticionario", considerando que quien ha explotado
económicamente la tierra "tiene derecho a la propiedad del suelo que ha explotado" pues el
trabajo que el campesino incorporó a la tierra, es por Constitución título suficiente para adquirirla
Adjudicación de bienes baldíos – requisitos que siempre deben deben tenerse en cuenta
3.- en forma especial, promover el acceso a ella de los trabajadores agrarios, disposiciones que no
se respetaron, pues "en vez de proteger el trabajo de los campesinos que explotan
económicamente la tierra, impiden y limitan su acceso a la propiedad" al disponer que "los baldíos
son imprescriptibles según las dos primeras normas acusadas, y su explotación es una mera
ocupación y genera una simple expectativa, es decir un simple interés y no un derecho subjetivo"
Resolución:
En efecto, el artículo 102 del Ordenamiento Superior al prescribir que: "El territorio, con los bienes
públicos que de él forman parte, pertenecen a la Nación" está consagrando no sólo el llamado
"dominio eminente", que como es sabido, se encuentra íntimamente ligado al concepto de
soberanía, en razón de que el Estado sólo ejerce sobre el territorio un poder supremo, pues “no es
titular del territorio en el sentido de ser ‘dueño de él, sino en el sentido de ejercer soberanía sobre
él”, sino también a la propiedad o dominio que ejerce la Nación sobre los bienes públicos que de él
forman parte.
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 674 del Código Civil "Se llaman bienes de la Unión
aquellos cuyo dominio pertenece a la República. Si además su uso pertenece a todos los
habitantes de un Territorio, como el de calles, plazas, puentes y caminos, se llaman bienes de la
Unión de uso público o bienes públicos del Territorio.
En este orden de ideas no queda duda de que los baldíos son bienes públicos de la Nación
catalogados dentro de la categoría de bienes fiscales adjudicables, en razón de que la Nación los
conserva para adjudicarlos a quienes reúnan la totalidad de las exigencias establecidas en la ley.
El legislador, como ya se ha expresado, está plenamente facultado por el Constituyente (art. 150-
18) para expedir normas sobre la apropiación, adjudicación y recuperación de tierras baldías, y en
desarrollo de ella reguló la forma como se adquiere la propiedad de las mismas, el mecanismo de
la adjudicación y los procedimientos a seguir en cada caso. Obsérvese cómo la misma norma
constitucional alude a la figura de la adjudicación de baldíos.
Las tierras baldías, a diferencia de lo que ocurre en materia civil con los inmuebles en general, no
se adquieren mediante la prescripción, sino por la ocupación y posterior adjudicación, previo el
cumplimiento de los requisitos establecidos en la ley vigente -160 de 1994-, a saber:
3. que la explotación que se ha adelantado en dichos predios corresponda a la aptitud del suelo,
establecida por el INCORA en la inspección ocular. y
4. que el solicitante no sea propietario o poseedor a cualquier título de otros predios rurales en el
territorio nacional.
Al tenor de lo dispuesto en la ley 160 de 1994 los terrenos baldíos podrán ser adjudicados a
personas naturales, empresas comunitarias y cooperativas campesinas (art. 65); a las entidades de
derecho público, para la construcción de obras de infraestructura destinadas a la instalación o
dotación de servicios públicos, o cuyas actividades hayan sido declaradas por la ley como de
utilidad pública o de interés social, con la condición de que si no se cumple esta finalidad, los
predios revertirán al dominio de la Nación; y a las fundaciones o asociaciones sin ánimo de lucro
que presten un servicio público, o tengan funciones de beneficio social por autorización de la ley
(art. 69)
El inciso segundo del artículo 65 acusado, dispone que "los ocupantes de tierras baldías, por ese
sólo hecho, no tienen la calidad de poseedores conforme al Código Civil, y frente a la adjudicación
por el Estado sólo existe una mera expectativa", mandato que el actor impugna por considerar que
quien posee un bien debe adquirir con el transcurso del tiempo la propiedad del mismo, criterio
que no comparte la Corte, pues como ya se ha dicho, si el legislador debidamente autorizado por
el artículo 63 del Estatuto Superior podía establecer la imprescriptibilidad de los terrenos baldíos,
consecuencia necesaria de tal carácter es que la propiedad de esos bienes no se extingue para su
titular (Nación), por ejercer un tercero la ocupación de los mismos durante un tiempo
determinado, pues sobre esos bienes no se adquiere la calidad de poseedor, necesaria para
usucapir.
Función social
Se incorpora al contenido de ella para imponer al titular del dominio obligaciones en beneficio de
la sociedad. En otros términos, el contenido social de las obligaciones limita internamente el
contenido individual de facultades o poderes del propietario, según la concepción duguitiana de la
propiedad función. En el caso de las tierras baldías rurales dicha función social se traduce en la
obligación de explotarla económicamente y destinarla exclusivamente a actividades agrícolas, en
no explotar el terreno si está destinado a la reserva o conservación de recursos naturales
renovables, etc, en una palabra, la función social consiste en que el derecho de propiedad debe
ser ejercido en forma tal que no perjudique sino que beneficie a la sociedad, dándole la
destinación o uso acorde con las necesidades colectivas y respetando los derechos de los demás.
En primer lugar, se debe definir si el bien sobre el que recae la discusión es de naturaleza privada o
pública, pues es así como se determina la figura jurídica que debe operar, la prescripción
adquisitiva en el primer caso y la adjudicación en el segundo.