Disciplinas y Teorias Cientificas

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GREGORIO KLIMOVSKY

LAS DESVENTURAS DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO


Capítulo 1: EL CONCEPTO DE CIENCIA

Disciplinas y teorías científicas

Cuando se habla de ciencia, por otra parte, conviene hacer ciertas distinciones. Para iniciar y
llevar a cabo una discusión es necesario adoptar determinada unidad de análisis (entre las que se
destacará la noción de teoría) y por ello debemos preguntarnos qué alternativas se nos ofrecen en
este sentido. Conviene pensar en la ciencia en estrecha vinculación con el método y con los
resultados que se obtienen a partir de él, sin necesidad de entrar por el momento en polémicas
acerca de la naturaleza de éste. Sin embargo, hay una unidad de análisis más tradicional, ¡a
disciplina científica, que pone el énfasis en los objetos en estudio y a partir del cual podríamos
podríamos hablar de ciencias particulares: la física, la química, la sociología. Aristóteles, por
ejemplo, habla de disciplinas demostrativas (las que usan el método demostrativo que luego
comentaremos) y caracteriza a cada una de ellas según el género de objetos que se propone
investigar. La física, por ejemplo, debería ser caracterizada indicando de qué tipo de objetos se
ocupa, lo cual no es del todo fácil. Tentativamente podríamos afirmar que se trata de cuerpos o
entidades que se hallan en el espacio y el tiempo reales. La geometría se ocuparía de figuras, la
biología de seres vivos y la psicología de cuerpos que manifiestan conducta o psiquismo.
Pero hay buenas razones para creer que este enfoque disciplinar no es realista ni conveniente.
Los objetos de estudio de una disciplina cambian a medida que lo hacen las teorías científicas:
ciertos puntos de vista son abandonados o bien, en otro momento de la historia de la ciencia,
pueden ser readmitidos. No es lo mismo hablar de la óptica en un sentido tradicional, es decir,
como una disciplina que estudia la luz, que hablar de una teoría ondulatoria que unifica en una
sola disciplina lo que fueron dos: ¡a óptica y e! electromagnetismo. Por ello, en lugar de pensar en
disciplinas es preferimos pensar en problemas básicos que orientan distintas líneas de
investigación. Lo que nos lleva a considerar una nueva unidad de análisis, la teoría científica.
una teoría científica, en principio, es un conjunto de conjeturas, simples o complejas, acerca del
modo en que se comporta algún sector | de la realidad. Las teorías no se construyen por capricho,
sino para explicar aquello que nos intriga, para resolver algún problema o para responder
preguntas acerca de la naturaleza o la sociedad. En ciencia, problemas teorías van de la mano.
Por todo ello, ¡a teoría es la unidad de análisis fundamental del pensamiento científico
contemporáneo. Gran parte de este libro estará destinado a aclarar esta noción, establecer sus
propiedades, aclarar las estrategias qe involucran su empleo en la práctica científica y en materia
tecnológica.

Filosofía de la ciencia, epistemología, metodología

A propósito de nomenclaturas, corresponde aclarar el significado de la palabra epistemología.


Muchos autores franceses e ingleses la utilizan para designar lo que en nuestro medio se llama
“teoría del conocimiento” o “gnoseología”, es decir, un sector de la filosofía que examina el
problema del conocimiento en general: el ordinario, el filosófico, el científico, etc. pero en este libro
el término “epistemología” será empleado en un sentido más restringido, referido exclusivamente a
los problemas del conocimiento científico, tales como las circunstancias históricas, psicológicas y
sociológicas que llevan a su obtención y los criterios con los cuales se lo justifica o invalida. La
epistemología sería, entonces, el estudio de las condiciones de producción y de validación del
conocimiento científico.
El epistemólogo se formula una pregunta de crucial importancia para comprender y analizar la
significación cultural de la ciencia en la actualidad: por qué debemos creer en aquello que afirman
los científicos. No acepta sin crítica el conocimiento científico sino que lo examina del modo más
objetivo posible: para él es igualmente de interés una teoría nueva, contemporánea, que las
teorías tradicionales que en su memento tuvieron gran prestancia (como la mecánica newtoniana).
Al igual que un filósofo, frente a cualquier teoría y con independencia de que esté apoyada por la
tradición o sea muy reciente, se preguntará por su aparición como fenómeno histórico social o
psicológico, por qué hay que considerarla como buena o mala, o cuáles son los criterios para
decidir si una teoría es mejor o peor que otra. La epistemología es por ello una actividad crítica
que se dirige hacia todo el campo de la ciencia. La orientación que le hemos dado a este libro es,
precisamente, la de una discusión fundamentalmente epistemológica.
Estrechamente vinculada a la epistemología se halla la filosofía de la ciencia, que muchos autores
identifican con aquella. Sin embargo, no es conveniente hacerlo así, porque la filosofía de la
ciencia, como la filosofía en general, abarca muchos problemas que no son estrictamente
epistemológicos. Un problema filosófico sería, por ejemplo, tratar de decidir si la realidad existe o
si es una ilusión de los sentidos; en este ámbito, el filósofo de ¡a ciencia puede interesarse por la
cuestión de si la física, por ejemplo, presupone una metafísica particular que afirme la existencia
de una realidad externa a la subjetiva. Pero éste no es un problema central para la epistemología.
Se puede sostener que los criterios de validación de una teoría no son necesariamente
dependientes de criterios metafísicos. Es asunto de controversia. Hay quienes admiten que los
cánones del método hipotético deductivo son totalmente independientes de las opiniones que se
sustentan acerca de la realidad objetiva o de las sustancias primarias que constituyen el universo.
Para otros no es así. Los presupuestos filosóficos que existen en la ciencia influirían de un modo
esencial en la adopción de este o aquel criterio epistemológico. De manera que el término
“filosofía de la ciencia” es más amplio que el término “epistemología”, y esta sería tal vez una
disciplina independiente de aquella, si bien las conexiones entre ambas y las presuposiciones
epistemológicas constituyen de por sí asunto del mayor interés filosófico. En este texto no
evitaremos en algunas ocasiones mencionar algunas de tales cuestiones filosóficas, pero al solo
efecto de exponer los criterios epistemológicos utilizados para juzgar a favor o en contra de las
teorías científicas.
Una tercera palabra que suele compartir un mismo discurso con el término “epistemología” es
"metodología". En general, y a diferencia de lo que sucede con el epistemólogo, el metodólogo no
pone en tela de juicio el conocimiento ya obtenido y aceptado por la comunidad científica. Su
problema es la búsqueda de estrategias para incrementar el conocimiento. Por ejemplo, está fuera
de discusión para el metodólogo la importancia de la estadística, pues ésta constituye un camino
posible para obtener, a partir de datos y muestras, nuevas hipótesis. En cambio, el epistemólogo
podría formularse, a modo de problema, la pregunta por el pretendido valor atribuido a los datos y
muestras.
El uso de la palabra “metodología” para referirse al abordaje de problemas epistemológicos es sin
embargo frecuente. En su famoso libro La lógica de la investigación científica, cuya primera
edición data de 1935, Popper se ocupa esencialmente de cuestiones vinculadas con la
justificación de las teorías científicas y muy poco de los modos de hacer progresar el
conocimiento, por lo cual debería ser considerado autor de un tratado de epistemología. Pese a
ello ciertos lectores, tales como el recordado filósofo argentino Vicente Fatone, lo conciben como
un libro cuya temática es metodológica. En la acepción que adoptaremos, epistemología y
metodología abordan distintos ámbitos de problemas, aunque es obvio que el metodólogo debe
utilizar recursos epistemológicos pues, si su interés radica en la obtención de nuevos
conocimientos, debe poseer criterios para evaluar si lo obtenido es genuino o no lo es, ya que no
podría ser adepto a una táctica que lo llevara a tener por válido un ‘conocimiento equivocado’. La
metodología, en cierto modo, es posterior a la epistemología. In embargo, y tal como sucede con
la relación entre ciencia y tecnología, a veces un procedimiento metodológico se descubre
casualmente, se emplea por razones de heurística y entonces el epistemólogo se ve en la
necesidad de justificarlo en términos de su propio ámbito de estudio.

Contextos

Aludiremos finalmente a una importante distinción, muy puesta en tela de juicio en la actualidad,
acerca de los diferentes sectores y temáticas en los que transcurren la discusión y análisis de
carácter epistemológico. Hans Reichenbach, en su libro Experiencia y predicción, discrimina entre
lo que llama "contexto de descubrimiento" y "contexto de justificación". En el contexto de
descubrimiento importa la producción de una hipótesis o de una teoría, el hallazgo y la formulación
de una idea, la invención de un concepto, todo ello relacionado con circunstancias personales,
psicológicas, sociológicas, políticas y hasta económicas o tecnológicas que pudiesen haber
gravitado en la gestación del descubrimiento o influido en su aparición. A ello e opondría por
contraste el contexto de justificación que aborda cuestiones de validación: cómo saber si el
descubrimiento realizado es auténtico o no, si la creencia es verdadera o es falsa, si un teoría es
justificable, si las evidencias apoyan nuestras afirmaciones o si realmente se ha incrementado el
conocimiento disponible.
En primera instancia ambos contextos parecen referirse a problemas independientes y
Reichenbach aboga para que no se los confunda. E l contexto de descubrimiento estaría
relacionado con e campo de la psicología y de la sociología, en tanto que el de justificación con la
teoría del conocimiento y en particular con la lógica. Sin embargo, en la actualidad, son muchos
los filósofos de la ciencia que afirman que la frontera entre los dos contextos no es nítida ni
legítima, pues habría estrechas conexiones entre el problema de la justificación de una teoría (y de
sus cualidades lógicas) y la manera en que se la ha construido en la oportunidad en que ella
surgió. En particular, tal es la opinión de Thomas Kuhn. Si bien este epistemólogo reconoce que la
distinción aún podría ser útil, convenientemente reformulada, a su entender los criterios de
aceptación de una teoría deben basarse en factores tales como el consenso de una comunidad
científica, de lo cual resultaría que los procedimientos mediante los cuales se obtiene, se discute y
acepta el conocimiento resultan de una intrincada mezcla de aspectos no sólo lógicos y empíricos
sino también ideológicos, psicológicos y sociológicos. En tal sentido, Kuhn interpreta que toda
separación entre contextos sería artificial y daría una visión unilateral y distorsionada de la
investigación científica. Se trata, sin duda, de una de las polémicas más intensas a las que se
asiste hoy en día en materia epistemológica y que comentaremos más adelante. Anticipamos sin
embargo que, pese a que hay argumentos muy atendibles por parte de ambos bandos en disputa,
en este libro trataremos de mostrar que la distinción de Reichenbach es aún válida y útil, y por ello
la emplearemos con cierta frecuencia.
A los dos contextos que menciona Reichenbach se agrega un tercero, el contexto de aplicación,
en el que se discuten las aplicaciones del conocimiento científico, su utilidad, su beneficio o
perjuicio para la comunidad o la especie humanas. Se trata de un conjunto de cuestiones que
incluso tienen pertinencia para comprender los problemas propios de los contextos de
descubrimiento y de justificación. El uso práctico de una teoría, en tecnología o en otras
aplicaciones, tiene alguna conexión con los criterios para decidir si ella es adecuada o no desde el
punto de vista del conocimiento. En general, las discusiones epistemológicas (y en ciertos casos
también las metodológicas) pueden llevarse a cabo en cualquiera de los tres contextos, lo cual
motiva el problema de analizar la eventual relación entre ellos. Del tema nos ocuparemos cuando
tengamos ocasión de considerar en detalle las características del método científico.
Aunque los problemas propios de los contextos de descubrimiento y de aplicación son de enorme
importancia, tanto teórica como práctica, en este texto daremos preferencia casi exclusiva a las
cuestiones que atañen al contexto de justificación. Nuestra preocupación principal será la de
indagar acerca de los elementos de juicio por los cuales una determinada teoría científica merece
ser considerada como conocimiento legítimo, de los criterios que permiten decidir por una teoría a
favor de otras y, en general, de justificar la racionalidad del cambio científico. Los contextos de
descubrimiento y de aplicación no serán ignorados, pero su tratamiento en detalle nos obligaría a
la redacción de otro libro.

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