Cristo La Esencia de La Navidad

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Cristo, la esencia de la Navidad

Texto: Juan 1:1-18

Idea central: La celebración de la Navidad implica la encarnación de Cristo, el Hijo de


Dios, como un ser humano en este mundo. Cristo, siendo Dios al igual que el Padre y el
Espíritu Santo, no se aferró a ser igual a Dios, sino que se encarnó para hacer hijos de
Dios de quienes le reciben, y para revelar a Dios mismo, su gracia y verdad.

Amados hermanos, estando a vísperas de Navidad es menester tener un tiempo de


reflexión y meditación acerca de esta festividad que se celebra en la mayoría de países
del occidente; pero que con el paso de los años ha ido perdiendo el sentido y se ha
vuelto mas que nada una excusa de las grandes corporaciones para campañas
millonarias de ventas y un tiempo de afanes y trajines de las personas en la loca carrera
de comprar y vender. Aún así, hay cierto “espíritu navideño”, cierta predisposición de
las personas a pensar mas en la familia, en los niños. Muchas personas incrédulas aún se
organizan y realizan actividades donde hacen llegar chocolatadas y regalos a niños en
situación de necesidad. En general, en todo el mundo se respira cierto ambiente peculiar
a estas fechas. Pero, mas allá de esto, ¿Por qué celebramos la Navidad? ¿Qué es lo que
celebramos en estas fechas? La respuesta mas obvia es el nacimiento de nuestro Señor
Jesucristo; pero debemos tener en cuenta que detrás de ese establo en Belén hubo toda
una serie de actos y propósitos que Dios estaba desarrollando a la par y en medio del
devenir de la historia humana.

Hoy vamos a ver que el nacimiento del Señor Jesucristo implica su encarnación en este
mundo como un ser humano, implica su humillación al despojarse de su gloria y
revestirse de sangre y carne, hueso y debilidad humana, e implica la gloriosa bendición
de que Dios el Hijo vino a esta tierra a revelarnos al Padre, su gracia, misericordia,
favor y verdad que alumbran este mundo frente a la oscuridad espiritual en la que todo
ser humano vive por causa del pecado.

Para entender mejor esto, leamos el evangelio de Juan, capitulo 1, versos 1 al 18:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en
el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha
sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz
en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un
hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que
diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para
que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre,
venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no
le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio
testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de
mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y
gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la
verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo,
que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”

Oremos al Señor.

1. Cristo es Dios y en Él está la luz y la vida de los hombres (v. 1-5)

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era
en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo
que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra
ella”

 El apóstol Juan empieza con 3 declaraciones concisas y definitivas, que van a


marcar todo el tono de su evangelio:

o En el principio de todas las cosas el Verbo ya era, ya existía. Juan usa el


término griego logos que es traducido al español como “verbo” o
“palabra”. En el mundo helenista en el que Juan vivía, “logos” era
entendido por filósofos como Heraclito como “palabra meditada” o
“razonamiento u orden cosmico”, un orden que se encontraba en el
mundo y en el interior de cada persona. Juan utiliza el mismo termino
pero lo asigna a la Palabra encarnada de Dios, El Hijo Unigenito del
Padre, una persona, no una idea abstracta o razonamiento vacío. Para
seres finitos limitados por el tiempo, el apóstol Juan trata de explicar en
términos que podamos entender: Aunque Dios no es limitado por el
tiempo, en el principio de la dimensión temporal de esta creación, el
logos, el Verbo de Dios era, existía, estaba presente
o También menciona que el “verbo era con Dios”, lo cual nos habla de la
multiplicidad y unidad de la Deidad. La Palabra encarnada, Cristo era
con Dios, tenia comunión con Dios eterna, perfecta, tal como el mismo
lo declaró: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me
diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con
aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:4-5)
o En tercer lugar, Juan dice: “el verbo era Dios”. En el escrito original, la
posición del sujeto theos (Dios” va delante del vocablo logos; es decir, la
frase literalmente se lee: “Dios es el verbo”. Esto es así porque Juan está
enfatizando la divinidad del Hijo de Dios, como uno igual en naturaleza,
poder y gloria que el Padre y el Espiritu Santo, pero diferente a ellos, en
el sentido de que son personas diferentes y un mismo y unico Dios.

 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a


los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo,
a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el
cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y
quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado
la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:1-3)

 Juan continúa diciendo: “Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por
él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba
la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y
las tinieblas no prevalecieron contra ella”. Con esto menciona 3 características
mas de la deidad del Señor:

o El verbo era en el principio con Dios. Se reafirma una vez mas la


comunión que el Verbo tiene con el Padre
o Todas las cosas de la creación, terrenales y espirituales, todo fue creado
por El, y nada de lo que ha sido creado, ha sido creado sin El. El verbo es
el agente de la creación y quien sostiene todas las cosas, como dice la
Escritura: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda
creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en
los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos,
sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por
medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas
en él subsisten” (Colosenses 1:15-17)
o Por último, Juan dice que en El esta la vida, la luz de los hombres. Pedro
ya lo manifestaría mas adelante al decir: “El Dios de Abraham, de Isaac
y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a
quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste
había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros negasteis al Santo y al
Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la
vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros
somos testigos” (Hechos 3:13-15)
 No sólo Cristo es Dios, sino que es agente activo en la creación y sustentación
de todo cuanto existe. El autor del libro de los Hebreos dice al respecto: “Mas
del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el
cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te
ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros. Y: Tú,
oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos.
Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una
vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados; pero tú eres el
mismo, Y tus años no acabarán” (Hebreos 1:8-12).
 Cristo, por derecho propio, es Dueño y Señor de todo lo creado. El es Jehová de
los Ejercitos, igual en gloria al Padre y el Espíritu Santo, quien ha creado todas
las cosas con la Palabra de su Poder y quien las sustenta con su misericordia y
gracia. No podemos entender completamente la Navidad sino damos una mirada
a la deidad, gloria y poder de nuestro Señor Jesucristo, y esto es lo que Juan nos
esta llevando a mirar en primer lugar. Sólo cuando comprendemos la gloria del
Señor Jesucristo es que podemos entender la magnitud del sacrificio y la
humillación a la que El voluntariamente se expuso por obediencia al Padre y por
amor a la humanidad.

2. Cristo se encarnó para hacer hijos de Dios de quienes le reciben (v. 6-13)

“Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por
testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que
alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él
fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”

 Vemos aquí que Dios levanta a un hombre como testigo y mensajero, como
aquel que prepararía el camino y anunciaría la maravillosa noticia: Dios amó de
tal manera al mundo que envió a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en
El crea no se pierda, sino que tenga vida eterna. Ese hombre era Juan el Bautista,
una voz en el desierto, con el poder y el espíritu del profeta Elías, que no
reclamaría la gloria para sí, sino que daría testimonio de la luz verdadera que
venía a este mundo.

 Aquí Juan por un momento cambia de figura y no se refiere a Cristo Jesús como
el Verbo sino ahora como la luz verdadera que alumbra a todo hombre. El Señor
Jesucristo dijo: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el
que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan
8:12). Asimismo, mas adelante, el Señor también testificó: “Jesús clamó y dijo:
El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al
que me envió. Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en
mí no permanezca en tinieblas. Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no
le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que
me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he
hablado, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado por mi
propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de
decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así
pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho” (Juan 12:44-50)

 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-
8)

 “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a


vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos” (2 Corintios 8:9)

 Juan nos está hablando de la encarnación del Hijo de Dios. Cristo, siendo Dios,
se hizo hombre y vino como la luz de este mundo para alumbrar las tinieblas del
pecado y la muerte en los que todos los hombres vivimos por naturaleza. El
verso 10 del capitulo 1 de Juan dice: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue
hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre,
ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Cristo vino al
mundo, a un mundo que El mismo había creado. Cada célula, cada molécula,
cada átomo, cada ser vivo, cada partícula de este universo ha sido creado por
Cristo y es mantenido por su poder. Sin embargo, dice Juan que el Verbo vino a
los suyo, pero los suyos no le recibieron. Esta es la gran tragedia de la
humanidad: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta
es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace
lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean
reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea
manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3:18-21). Hermanos, quiero
que reflexionen conmigo: ¡Dios camino entre los hombres!. Uno de los nombres
con el que se conocería al Señor aquí en la tierra era Emanuel, como vemos en el
siguiente texto biblico: “Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le
apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu
mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz
un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por
medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un
hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”
(Mateo 1:20-23)

 La maravillosa noticia del evangelio de Juan es que aunque muchos no


recibieron al Señor, a la Luz del mundo, al Verbo de Dios, la promesa es esta: A
todos los que le reciben, a los que creen en su nombre, El les da potestad de ser
hechos hijos de Dios, quienes no nacen o son hechos conforme a la genética
humana o a la normal descendencia del hombre, sino que son engendrados de
Dios, hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús y salvados de sus pecados y de ese
corazón perverso y lleno de oscuridad con el que todos los seres humanos
venimos a este mundo y que sólo puede ser transformado por Dios.

 Entonces, Cristo se encarnó, haciendose hombre y viniendo a este mundo en


santidad perfecta, como la luz del mundo, para hacer hijos de Dios a quienes le
reciben con los brazos abiertos de la fe, quienes abandonan su pecado, quienes
dejan de comer con los cerdos y recapacitan y vuelven a la casa de su Padre
Celestial, viéndole con los ojos de la fe y recibiéndole. ¡Pecador! A ti te hablo en
esta noche. Corre a los pies de Cristo Jesús. Hay un hermoso coro que dice: “El
Hijo de Dios no encontró lugar en el mesón; sin embargo Ven a mi corazón Oh
Cristo, porque en el hay lugar para ti, ven a mi corazón, oh Cristo ven, porque en
el hay lugar para ti”. Abandona la oscuridad de tu pecado y vuélvete a la luz del
Señor. Prepara tu corazón y clama a Dios para que Cristo more por la fe en tu
corazón y te salve.

3. Cristo se encarnó para revelarnos a Dios, su gracia y verdad (v. 14-18)

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de
él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes
de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia
sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad
vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que
está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”

 En esta ultima sección, el apóstol Juan vuelve a tocar el tema de la encarnación


de Cristo Jesús, enfatizando en el hecho de que el Verbo de Dios, el Santo
Unigenito del Padre, Jehova el Hijo, El Dios Todopoderoso, espíritu santo,
purísimo, tres veces santo, omnipotente, omnisciente, eterno, mas allá de toda
nuestra compresión, ese Dios se hizo carne. Cristo se hizo hombre y estableció
su morada en la tierra, con la carne y la sangre, participando de las limitaciones
de la vida humana, como muestra la Palabra del Señor: “Así que, por cuanto los
hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para
destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda
la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:14-15)

 Ahora, a pesar de que Cristo participó de la experiencia y las limitaciones


humanas, el seguía siendo santo, puro y Dios mismo hecho hombre. Juan dice en
el verso 14: “(y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de
gracia y de verdad”. Juan mismo dio testimonio de El, diciendo: “Este es de
quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero
que yo”. Esto vemos también en el evangelio de Lucas: “respondió Juan,
diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más
poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él
os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y
limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego
que nunca se apagará” (Lucas 3:16-17). El apóstol Pedro también dio
testimonio de Cristo diciendo: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y
la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como
habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de
Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que
decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos
esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo” (2 Pedro
1:16-18)

 “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por
medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del
Padre, él le ha dado a conocer” (v. 16-18)

 Vemos aquí 3 razones por las que Cristo se encarnó y que son muy importantes
de considerar:

o Cristo nos muestra la gracia y la plenitud de Dios: “Mirad que nadie


os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las
tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no
según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la
Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo
principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados con
circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo
pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el
bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe
en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando
muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida
juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de
los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los
principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando
sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:8-15). Cristo nos muestra la gracia
de Dios. Nos muestra de que Dios ama a la humanidad y que no desea
que esta se pierda. Al inicio de su ministerio, el Señor Jesús declaró su
propósito: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo
entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se
le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el
lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha
enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a
los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a
predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:16-19)

o Cristo nos muestra la gracia, la verdad y el verdadero espíritu de la


Ley de Dios: Dice Juan que la Ley vino por Moisés, pero fue Cristo
Jesús quien trajo y nos mostró la gracia y la verdad. Donde la Ley nos
condenada, Cristo nos da gracia. Donde la Ley nos maldice, “Cristo nos
redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque
está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas
3:13). Jesucristo nos salva de la maldición, cargando El la maldición de
la Ley, pagando la ira de Dios, trayéndonos salvación y vida eterna.

o Cristo nos revela al Padre: Dice Juan en el verso 18 del capitulo 1 de su


evangelio que a Dios nadie lo ha visto jamás. Esto fue lo mismo que
Jehová le dijo a Moisés cuando le pidió ver su gloria: “El entonces dijo:
Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo
mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante
de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente
para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro;
porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:18-20). El apóstol Pablo
declaró esto mismo a Timoteo: “Te mando delante de Dios, que da vida
a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena
profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin
mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la
cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de
reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en
luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al
cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén” (1 Timoteo 6:13-16).
Ningun ser humano pecador puede ver a Dios. Ni aun los santos ángeles,
pues ellos cubren sus rostros con sus alas mientras claman: “Santo,
Santo, Santo, Jehová de los Ejercitos, toda la tierra está llena de tu
gloria”. Sin embargo, Cristo Jesús, el Unigenito del Padre, quien habita
en su seno, El lo ha dado a conocer.

4. Aplicaciones

 Acompañeme hermano a leer este pasaje en el capitulo 14 del evangelio de Juan:


“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa
de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy,
pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar,
vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros
también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor,
no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si
me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le
habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le
dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe?
El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el
Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que
yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en
mí, él hace las obras” (Juan 14:1-10)

 Cristo es Dios y en El está la vida y la luz de los hombres. Cristo se encarnó para
hacer hijos de Dios a quienes le reciben con fe; y por ultimo, Cristo se encarnó
para revelarnos a Dios, su gracia y su verdad. La Navidad es la celebración del
maravilloso y glorioso misterio de la encarnación del Santo Dios en un ser
humano, para la gloria de Dios, por obediencia al Padre, para amar y salvar a los
seres humanos perdidos. Por ello es que los ángeles dicen a los pastores: “Pero
el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que
será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:10-11). Celebramos la entrada en
la tierra del descendiente de David, el Rey de Israel, el Salvador del mundo, el
Cristo de Dios, el Señor de Señores y Rey de Reyes, Dios el Hijo, Emanuel,
Jesús el Cristo, en cuyo nombre se anuncia perdón de pecados, salvación y vida
eterna, porque no hay otro nombre debajo del cielo en el que podamos ser
salvos.

 Oremos al Señor.

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