The Unhoneymooners - Christina Lauren
The Unhoneymooners - Christina Lauren
The Unhoneymooners - Christina Lauren
1Original
«Bridezilla»: Mezcla de las palabras bride (novia) y Godzilla. Término aplicado a las novias
que unos meses antes de su boda son capaces de arrasar todo, con tal de que su boda sea tal y
como habían soñado.
—No soy una noviadzilla —argumenta—. Soy una perfeccionista.
Encuentro mi lista y la sostengo por lo alto, ondeándola para
atrapar su atención. Es una pieza pesada de bordes festoneados
rosados de papelería que tiene escrito: «Lista de tareas pendientes de
Olive - Edición día de la Boda», escrita en caligrafía meticulosa en la
parte superior, que incluye setenta y cuatro (setenta y cuatro) artículos
que van desde: Comprobar la simetría de las lentejuelas en el vestido
de novia hasta Remover cualquier pétalo marchito de los arreglos de
mesa.
Cada dama de honor tiene su propia lista, quizás no tan extensa
como la de la Dama de honor, pero igualmente elegante y escrita a
mano. Ami incluso dibujó las casillas de verificación para que así
podamos registrar cuando cada tarea sea completada.
—Algunas personas llamarían a estas listas un poco exageradas
—le digo.
—Esas son «las mismas personas» que —responde—, pagarían
un brazo y una pierna para que su boda sea la mitad de agradable que
esta.
—Correcto. Ellos contrataron a un organizador de bodas para…
—Me remito a mi lista—, limpiar la condensación de las sillas media
hora antes de la ceremonia.
Ami sopla sus uñas para secarlas y suelta una risita de villano de
película.
—Tontos.
Ya sabes qué dicen sobre las profecías que se cumplen, estoy
segura. Ganar te hace sentir como un ganador, pero de alguna
manera… continúas ganando. Tiene que ser cierto, porque Ami gana
siempre todo. Ella tiró un boleto en una urna de rifa en la feria local y
regresó a casa con un set de boletos para el teatro de la comunidad.
Deslizó su tarjeta de presentación en una copa en el “Gnomo Feliz” y
ganó boletos para una hora de cerveza gratis por todo un año. Ha
ganado cambios de imagen, libros, boletos para la premier de películas,
una podadora, infinitas camisetas, incluso un automóvil. Por supuesto,
también ganó el set de caligrafía que utilizó para escribir las listas de
tareas pendientes.
Todo esto para decir, que tan pronto como Dane Thomas le
propuso matrimonio, Ami lo vio como un reto para evitarles costos a
nuestros padres para la boda. Como sucedió, mamá y papá pudieron
permitirse contribuir (son desordenados en muchos ámbitos, pero el
financiero no es uno de ellos), pero para Ami, librarse de pagarlo todo
es el mejor tipo de juego. Si antes del compromiso Ami veía los
concursos como deporte competitivo, la Ami comprometida los veía
como las Olimpiadas.
Nadie de nuestra enorme familia estaba sorprendido, entonces,
cuando planeó una elegante boda con doscientos invitados, un
banquete de mariscos, una fuente de chocolate y rosas de muchos
colores emanando de cada frasco y un globo; y despilfarró, como
mucho, mil dólares. Mi hermana trabaja intensamente para encontrar
las mejores promociones y concursos. Comparte todos los sorteos en
Twitter y Facebook que encuentra, incluso tiene un correo electrónico
apropiadamente llamado [email protected].
Finalmente, convencida de que no hay ninguna lentejuela
descarrilada, levanto el perchero de donde está suspendido en un
gancho de metal unido a la pared, con la intención de llevarle el vestido.
Pero tan pronto como lo toco, mi hermana y mi prima gritan al unísono
y Ami alza sus manos, sus labios rosado mate horrorizados en una O.
—Déjalo ahí, Ollie —dice—. Yo iré. Con tu suerte, te tropezarás y lo
romperás. No discuto: no está equivocada.
•••
MIENTRAS AMI ES UN TRÉBOL DE CUATRO hojas, yo siempre
he sido desafortunada. No lo digo para sonar dramática o porque
parezco no tener suerte en comparación; es una verdad objetiva.
Googlea: «Oliver Torres, Minnesota», y encontrarás docenas de
artículos e hilos de comentarios dedicados al suceso cuando escalé una
de esas máquinas de peluches y quedé atorada. Tenía seis, y cuando
el peluche de animal que había atrapado no cayó directamente en el
conducto, decidí ir a tomarlo.
Pasé dos horas adentro de la máquina rodeada de un fuerte olor
a químicos por los juguetes de osos. Recuerdo mirar a través del vidrio
borroso con marcas de manos, a una variedad de caras desesperadas
gritando órdenes ahogadas entre ellos. Aparentemente, cuando los
dueños del juego les explicaron a mis padres que ellos no eran
realmente los dueños del juego por lo tanto no tenían la llave para entrar,
el departamento de bomberos de Edina fue llamado, seguido por un
grupo local de noticias, quienes diligentemente documentaron mi
extracción.
Avanzando rápidamente veintiséis años (gracias, YouTube) el
video aún continúa flotando alrededor. Hasta la fecha, casi trescientas
mil personas lo han visto y descubierto que era lo suficientemente terca
como para subir y no tener la fortuna suficiente de alcanzar el lazo de
cinturón de salida, dejando a mis papás atrás con los osos.
Esta es solo una historia de muchas. Así que, sí, Ami y yo somo
gemelas idénticas: ambas medimos 1.62 con cabello oscuro indomable
a la mera señal de humedad, profundos ojos café, narices respingadas
y constelaciones de pecas a juego; pero ahí es donde las semejanzas
terminan. Nuestra mamá siempre intentó aceptar nuestras diferencias
para que nos sintiéramos como seres individuales en lugar de un par a
juego. Sé que sus intenciones son buenas, pero desde que tengo
memoria, nuestros roles estaban definidos: Ami es la optimista que
busca el lado positivo; yo suelo asumir que el cielo se está cayendo.
Cuando teníamos tres años, mamá incluso nos disfrazó de los Ositos
Cariñositos para Halloween: Ami era alegrosito. Yo era gruñonsito.
Y es claro que las plenas profecías funcionan en ambas
direcciones: desde el momento en que me vi a mí misma picándome la
nariz detrás de un grueso y mugriento espejo de vidrio en las noticias
de las seis, mi suerte no ha mejorado. Nunca he ganado un concurso
de dibujo o alguna apuesta en la oficina, ni siquiera un boleto de lotería
o juego de «Ponle la cola al burro». Me he roto la pierna, al menos,
cuando alguien se cayó de espaldas por las escaleras y me noqueó
(ellos se alejaron ilesos). Constantemente me tocaba estar en servicio
de limpieza de los baños durante cada extensa vacación familiar por
cinco largos años, me orinó un perro mientras me bronceaba en Florida,
me han cagado innumerables pájaros durante años, y cuando tenía
dieciséis, me alcanzó un rayo (sí, realmente) y sobreviví para contar la
historia; pero tuve que ir a clases en verano por que perdí dos semanas
al final del año.
A Ami le gusta recordarme que una vez adiviné correctamente el
número de shots que quedaban en una botella media vacía de tequila.
Pero después de beber la mayoría de ellas en alegría celebrando para,
posteriormente, vomitarlas de regreso, esa victoria no se sintió
particularmente afortunada.
•••
2
Seven up: bebida gaseosa de color verde sabor a lima-limón.
Ami ladea la cabeza, estudiándome.
—O sea, intencionalmente en el sentido que gané una rifa en el
Valley Baptist. Todos los vestidos de las damas de golpe, solo piensa
en el dinero que te ahorré.
—Somos católicos, no Bautistas, Ami. —Tiro de la tela—. Luzco
como la anfitriona en el O’Gara durante el día de San Patricio.
Me doy cuenta de mi error principal (no ver el vestido hasta hoy)
pero mi hermana siempre ha tenido un impecable gusto. El día de las
pruebas, estaba en la oficina de mi jefe, rogando inútilmente, para no
ser una de las cuatrocientas científicas que la compañía estaba
despidiendo. Sé que estaba distraída cuando me envió una foto del
vestido, pero no recuerdo que luciera tan satinado ni verde.
Me volteo para verlo desde otro ángulo y, Santo Dios, se ve
incluso peor por detrás. No ayuda que semanas de cocción por estrés
me hayan hecho, digamos… un poco más llena en las caderas y el
pecho.
—Colócame en la parte trasera de todas las fotos y podría ser tu
pantalla verde. Jules viene detrás de mí, pequeña y tonificada en su
propio conjunto verde.
—Te ves caliente con él. Créeme.
—Mami —llama Ami—, ¿Acaso el escote no hace lucir las
clavículas de Ollie?
—Y sus chichis. —La copa de mamá ha sido llenada una vez más,
tomando otro profundo y largo trago.
El resto de las damas de honor llegan a la suite; hay un ruidoso
alboroto conjunto emotivo sobre lo hermosa que Ami luce en su vestido.
Esta reacción es un estándar en la familia Torres. Me doy cuenta de que
esto puede sonar como una observación de la prima amargada, pero lo
juro, no lo es. Ami siempre ha amado la atención, y, como evidencia mi
grito en las noticias de las seis, yo no. Mi hermana prácticamente brilla
bajo los reflectores; yo estoy más que feliz de dirigirlos hacia ella.
Tenemos doce primas; todas nosotras metidas en los problemas
de las demás 24/7, pero con solo siete vestidos (gratis) incluidos en el
premio de Ami, difíciles decisiones tuvieron que hacerse. Algunas
primas aún actúan de forma pasivo- agresiva sobre ello, y se dirigen
hacia sus propias habitaciones para arreglarse juntas. Probablemente
fue lo mejor, de todas formas, esta habitación es muy pequeña para que
tantas mujeres maniobren sus fajas en sí mismas al mismo tiempo.
Una nube de laca para el cabello nos rodea, suficientes tenazas y
planchas, y varias botellas esparcidas en el mostrador para mantener
un salón de tamaño suficiente. Cada superficie termina pegajosa con
algún producto para estilizar el cabello, o escondido bajo el contenido
de alguna bolsa volcada de maquillaje de alguien.
Hay un golpe en la puerta de la suite, y Jules la abre
encontrándose con nuestro primo Diego parado del otro lado.
Veintiocho, gay y mejor arreglado de lo que yo nunca podría estar.
Diego chilló sexismo cuando Ami le dijo que no podía ser parte del
cortejo nupcial, y que tendría que pasearse con la del prometido. Si su
expresión mientras visualiza mi vestido sirve de indicación, él debería
considerarse bendecido.
—Lo sé —le digo, rindiéndome y caminando lejos del espejo—.
Es un poco…
—¿Ajustado? —adivina.
—No…
—¿Brilloso? Lo miro mal.
—No.
—¿Exótico?
—Iba a decir verde.
Ladea la cabeza mientras me rodea, absorbiéndolo desde todos
los ángulos.
—Me iba a ofrecer a maquillarte, pero sería una pérdida de mi
tiempo. —Agita una mano—. Nadie estará viendo tu cara el día de hoy.
—Nada de decirle prostituta, Diego —dice mi madre, y noto que
no estaba en desacuerdo con su evaluación, solo le dijo que no me
avergüence por ello.
Me rindo en preocuparme por el vestido (y cuánto pecho mostraré
durante toda la boda y la recepción) y le doy la espalda a todo el caos
de la habitación. Mientras las primas de la Guardia Estática se
preguntan entre ellas opiniones sobre zapatos, una docena de
conversaciones suceden al mismo tiempo. Natalia se tiñó el cabello de
marrón a rubio, y está convencida de que arruinó su cara. Diego
concuerda. Uno de los aros del sostén sin tirantes de Stephanie se soltó
y Tía María está intentando explicar cómo pegarse los pechos en su
lugar. Cami y Ximena están peleando sobre qué faja es de quién y mi
mamá puliendo su copa de champaña. Pero entre todo el ruido y
químicos, la atención de Ami se enfoca hacia su lista.
—¿Olive has chequeado a papá? ¿Ya llegó?
—Estaba en la recepción cuando llegué aquí.
—Bien. —Otra palomita.
Puede ser extraño que el trabajo de chequear a papá recaiga
sobre mí y no su esposa (nuestra madre) quien está sentada justo ahí,
pero, así es como funciona nuestra familia. Nuestros padres no
interactúan directamente, no desde que papá engañó a mamá y ella lo
pateó, pero se rehusó a divorciarse de él. Por supuesto que estábamos
de su lado, pero han pasado diez años y el drama continúa fresco como
si hubiera sucedido hace un día. No puedo pensar en alguna
conversación que hayan tenido que no haya sido a través de mí, Ami o
alguno de nuestros siete hermanos combinados desde que papá se fue.
Nos dimos cuenta, posteriormente, que era mejor de esta forma, pero
el persistente sentimiento que me queda de todo esto es que el amor es
agotador.
Ami alcanza mi lista, y me muevo para agarrarla antes que ella; la
falta de cosas marcadas la lanzaría hacia un ataque neurótico de
pánico. Escaneándola, estoy emocionada de ver que lo que sigue en la
lista requiere que deje esta cueva nublosa de laca.
—Iré a chequear que la cocina me prepare un platillo separado.
—El buffet gratis de la boda tiene un preparado de mariscos que podría
enviarme directamente a la morgue.
—Con suerte Dane también ordenó pollo para Ethan. —Ami
frunce el ceño—. Dios, eso espero. ¿Puedes preguntar?
Toda la charla en la habitación llega a un alto ensordecedor y once
pares de ojos se dirigen hacia mí. Una oscura nube me ensombrece
ante la mención del hermano mayor de Dane.
Aunque Dane es definitivamente adecuado, o más bien un poco
más como un hermano para mi gusto: piensa en gritos hacia la televisión
durante eventos deportivos, vanidad sobre músculos y un esfuerzo real
para igualar toda su ropa deportiva; hace a Ami feliz. Eso es suficiente
para mí.
Por otra parte, Ethan es un cabrón criticón.
Consciente de que soy el centro de atención, doblo mis brazos,
molesta.
—¿Por qué? ¿Es también alérgico? —Por alguna razón, la idea
de compartir algo en común con Ethan Thomas, el hombre vivo más
loco, me hace sentir irracionalmente violenta.
—No —dice Ami—. Él solo es quisquilloso con los buffets. Este
cretino es una burla para mí.
—Con los buffets. Está bien. —Por lo que he visto, Ethan es
quisquilloso con, literalmente, todo.
Por ejemplo, en la parrillada del cuatro de Julio de Dane y Ami, no
tocó nada de la comida que me pasé todo el día haciendo. En Acción
de Gracias intercambió de asiento con su papá para que no estuviera
sentado al lado mío. Y la noche anterior, en la cena de ensayo, cada
vez que tomaba un bocado de pastel, o Jules y Diego me hicieran reír,
Ethan masajeaba su sien en el acto más dramático de sufrimiento que
nunca haya visto. Finalmente, dejo mi pastel atrás y me dirijo al karaoke
con mi papá y Tío Omar. Quizás sigo furiosa por haber dejado tres
mordidas de pastel restante por culpa de Ethan Thomas.
Ami frunce el ceño. Tampoco es la mayor fan de Ethan, pero
debería estar cansada de esta conversación también.
—Olive. A penas lo conoces.
—Conozco lo suficiente. —La miro y digo una sencilla palabra—:
Requesón.
Mi hermana suspira, negando con la cabeza.
—Lo juro por Dios, nunca lo olvidarás.
—Porque si como, río o respiro, estoy ofendiendo sus delicados
sentimientos. ¿Sabes que he estado alrededor de él al menos quince
veces y él continúa haciendo ese gesto como si intentara recordar
nuevamente quién soy? —Hago un movimiento entre nosotras—.
Somos gemelas.
Natalia habla desde donde se encuentra jugueteando con la parte
decolorada de su cabello. ¿Cómo es justo que su pecho se las arregle
para acomodarse dentro del vestido?
—Ahora es tu oportunidad para ser amigos, Olive. Él es tan bonito.
Le doy una ceja alzada de disgusto a lo Torres como respuesta.
—Tendrás que ir a buscarlo de todas formas —dice Ami, y mi
atención se vuela hacia ella.
—Espera, ¿por qué?
Ante mi mirada de confusión, señala mi lista.
—Número seten…
El pánico se asienta inmediatamente ante la sugerencia de
hablarle a Ethan, y levanto una mano para que deje de hablar.
Efectivamente, cuando observo la lista en el apartado setenta y tres
(porque Ami no se molestaría en leerme la lista completa antes de
tiempo) es la peor tarea de todas: haz que Ethan te enseñe su discurso
de padrino. No dejes que diga algo horrible.
Si no puedo culpar a la suerte por esta carga; puedo culpar a mi
hermana.
Capítulo dos
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SALGO DEL PASILLO antes de recordar que mi vestido tiene una
enorme raja por toda la espalda. Mi culo está literalmente al aire libre.
En el lado positivo, de repente es lo suficientemente suelto como para
cubrir mis tetas. Volviendo a la suite, paso la llave tarjeta contra la
puerta, pero la cerradura parpadea de color rojo.
Voy a intentarlo de nuevo y la voz de Satanás suena de detrás de
mí.
—Tienes que —Un resoplido impaciente—. No, déjame te
muestro.
En este momento no hay nada en el mundo que quiera menos que
ver a Ethan aparecer, listo para explicar cómo deslizar la llave de un
hotel.
Me quita la tarjeta y la sostiene contra el círculo negro en la puerta.
Lo miro con incredulidad, escucho la cerradura soltarse, y empiezo a
agradecerle de manera sarcástica, pero él ya está embobado con la
vista de mi faja de color bronceado.
—Se te ha roto el vestido —dice amablemente.
—Tienes espinacas entre los dientes.
No las tiene, pero al menos lo distrae lo suficiente como para que
pueda escapar a mi habitación y cerrarle la puerta en la cara.
Por desgracia, llama a la puerta.
—Un segundo, necesito algo de ropa.
Responde con acento perezoso, a través de la puerta—: ¿Por qué
empezar ahora?
Consciente de que nadie más en la suite está remotamente
interesado en verme cambiarme, tiro mi vestido y mi faja al sofá y tomo
mi ropa interior y un par de jeans de mi bolso, saltando en ellos. Tirando
de mi camiseta, me muevo a la puerta y abro sólo una raja para que no
pueda ver a Ami dentro, acurrucada en una bola en su ropa interior
nupcial de encaje.
—¿Qué es lo que quieres?
Frunce el ceño.
—Necesito hablar con Ami rápidamente.
—¿En serio?
—En serio.
—Bueno, lo tendré que hacer yo, porque mi hermana apenas está
consciente.
—¿Entonces por qué la abandonas?
—Para tu información, me dirigía abajo a buscar un Gatorade —
digo—. ¿Por qué no estás con Dane?
—Porque no ha salido del baño en dos horas.
Asqueroso.
—¿Qué es lo que quieres?
—Necesito la información de la luna de miel. Dane me dijo que
llamara a ver si la pueden aplazar.
—No pueden —le digo—. Ya llamé.
—Vale. —Exhala largo y tendido, pasando una mano a través de
su fascinante pelo grueso sin razón alguna. —En ese caso, le dije que
yo iría.
Literalmente ladro una carcajada.
—Vaya, eso es tan generoso de tu parte.
—¿Qué? Él me lo ofreció.
Me enderezo a mi altura completa.
—Desafortunadamente, tú no eres su invitado designado.
—Solo tenía que decir su apellido. Por cierto, es el mismo que el
mío.
Maldita sea.
—Bueno... Ami también me lo ofreció. —No estoy planeando
tomar el viaje, pero que me aspen si Ethan lo consigue.
Parpadea a un lado y luego de vuelta a mí. He visto a Ethan
Thomas parpadear con esas pestañas y usar esa irregular y peligrosa
sonrisa para engatusar a Tía María de que le traiga tamales recién
hechos. Sé que puede ser encantador cuando quiere. Claramente, no
quiere serlo en este momento, porque su tono sale plano—: Olive, tengo
vacaciones que necesito tomar.
Y ahora el fuego se enciende en mí. ¿Por qué cree que se lo
merece?
¿Tenía una lista de papel de lujo con setenta y cuatro cosas por
hacer para la boda? No, no la tenía. Y ahora que lo pienso, ese discurso
suyo me ha resultado indiferente. Apuesto a que lo escribió en la suite
del novio mientras bebía Budweiser caliente de una jarra de plástico.
—Bueno —digo—. Estoy desempleada contra mi voluntad, así
que es probable que necesite las vacaciones más que tú.
Su ceño se profundiza.
—Eso no tiene sentido. —Se detiene—. Espera. ¿Te han echado
de Bukkake?
Con el entrecejo fruncido, contesto—: Es Butake, idiota, y sí. Me
despidieron hace dos meses. Estoy segura de que eso te da una alegría
inconmensurable.
—Un poco.
—Eres Voldemort.
Ethan se encoge de hombros y luego levanta el brazo rascándose
la barbilla.
—Yo supuse que iríamos los dos.
Frunzo el ceño y espero no verme como si estuviera mentalmente
analizando su declaración, a pesar de que lo esté haciendo. Sonó como
si él hubiera propuesto que fuéramos…
—¿A su luna de miel? — Pregunto escéptica.
El asiente
—¿Juntos?
De nuevo asiente
—¿Estás drogado?
—Ahorita no.
—Ethan, apenas podemos soportar sentarnos juntos en una
comida de una hora.
—Por lo que entendí, —dice él— tienen una suite. Será enorme.
Realmente no tendremos que vernos. Estas vacaciones ya están listas:
tirolesa, snorkel, caminatas, surf. Vamos. Podemos estar alrededor el
uno del otro por diez días sin cometer un crimen violento
Desde dentro de la suite nupcial, Ami se queja en voz alta —
Veeee, Olive.
Volteo para verla. —Pero… es Ethan.
—Maldición, —murmura Diego— si puedo llevar este bote de
basura conmigo, ire.
En mi visión periférica, Ami levanta un brazo pálido, agitándolo. —
Ethan no es tan malo.
¿No lo es? Volteo hacia él dándole un vistazo. Muy alto, muy
atlético, muy tradicionalmente hermoso. Nunca amigable, nunca
confiable, nunca ni un poco divertido. Con una sonrisa inocente en su
cara… inocente a simple vista: una línea perfecta de dientes, un
hoyuelo, pero en sus ojos se refleja un alma oscura.
Pero luego pienso en Maui: olas rompiéndose, piña, cócteles y la
luz del sol. Oh, la luz del sol. Una vista al exterior de la ventana muestra
pura oscuridad, pero sé del frío que hay fuera. Sé de la nieve amarillenta
cubriendo las calles. Sé que los días son tan fríos que mi cabello
húmedo se congelaría si no lo secara por completo antes de salir del
departamento. Sé que para cuando llegue abril y no esté del todo cálido,
yo estaré agotada y rendida, como si fuera un skeksis.
—Vengas o no, —dice él, cortando mi espiral mental— voy a ir a
Maui. —Se inclina— Y voy a pasar el mejor momento de mi vida.
Volteo a ver a Ami, quien asiente alentándome… aunque
lentamente… y un fuego surge de mi interior con el pensamiento de
estar acá, rodeada por nieve y el olor a vómito y el desolador paisaje
del desempleo mientras Ethan está recostado en la orilla de la alberca
con un cóctel en su mano.
—Está bien. —le digo, y me inclino hacia delante para presionar
un dedo en su pecho— Voy a tomar el lugar de Ami. Pero tú mantén tu
espacio y yo mantendré el mío.
El agita su mano. —No lo querría de otro modo.
Capítulo cuatro
•••
ASÍ QUE QUIZÁS THRIFTY JET NO SEA la aerolínea más
atractiva, pero no está mal y ciertamente no justifica el constante
nerviosismo y montón de pesados suspiros del hombre sentado junto a
mí.
—Sabes que puedo escucharte, ¿verdad?
Ethan se queda callado por un momento antes de darle la vuelta
a otra página de su revista. Desliza sus ojos hacia mí en silencio. —No
puedo creer que te puse a cargo de esto.
No estoy segura de haber visto a alguien hojear tan
agresivamente una copia de Knitting World antes de hoy. Es un toque
lindo tener revistas en la terminal como si estuviéramos en la oficina del
ginecólogo, pero es un poco desconcertante que ésta sea de 2007.
Reprimo el impulso de darle un golpe en su oreja. Se supone
debemos hacernos pasar como recién casados en este viaje; podría
empezar a fingir desde ahora.
—Así que, sólo para cerrar el círculo de esta estúpida discusión,
—le digo— si ibas a tener una opinión tan fuerte acerca de nuestro
vuelo, no debiste de haberme dicho que me hiciera cargo.
—Si hubiera sabido que nos ibas a reservar un vuelo en un galgo
con alas, no te lo hubiera pedido. —Mira hacia arriba y le echa un vistazo
al rededor con un asombro horrorizado— Ni siquiera sabía que esta
parte del aeropuerto existía.
Pongo los ojos en blanco y cruzo mi mirada con la mujer sentada
en frente de nosotros, quien claramente está espiándonos. Bajando mi
voz, me inclino con una sonrisa socarrona. —Si hubiera sabido que ibas
a ser tan quisquilloso, te hubiera dicho felizmente que te levantaras y te
consiguieras tu maldito boleto.
—¿Quisquilloso? —Ethan apunta hacia afuera en donde el avión
está estacionado a través de lo que creo es una ventana de plexiglás—
¿Has visto nuestro avión? No me sorprendería si nos mandaran a
nosotros a ponerle gasolina.
Arrebato la revista de sus manos y le hecho un vistazo a un
artículo de Summer Sherbet acerca de “¡Tops y geniales jerseys de hilo
de algodón!”. —Nadie te está forzando a tomar un soñado viaje a Maui.
—le digo— Y para que quede claro, no todos podemos comprar boletos
de avión caros para el mismo día. Te dije que mi presupuesto era bajo.
Suelta un bufido. —Si hubiera sabido a qué clase de presupuesto
te referías, te hubiera prestado lo que costara.
—¿Y tomar dinero de tu fondo de acompañante sexual? —
Presiono horrorizada mi mano en el pecho— No me atrevería.
Ethan toma la revista de vuelta. —Mira, Olivia. Sólo estoy sentado
aquí leyendo. Si quieres discutir, ve allá y pídeles a los oficiales de la
puerta que nos cambien a primera clase.
Me pregunto cómo es posible que esté yendo a Maui y aun así
sea más desagradable de lo usual cuando mi teléfono vibra en mi
bolsillo. Seguramente es alguno de las siguientes: A) Ami con una
actualización de vómito, B) Ami llamando para recordarme acerca de
algo que olvidé y que ahora aun así no puedo tener, C) alguno de mis
primos con chismes o D) Mamá queriendo que le pregunte algo a papá,
o que le diga algo a papá o llamar a papá para algo. Tan desagradables
como estas posibilidades puedan sonar, escucharía cualquiera de ellas
en vez de tener una conversación con Ethan Thomas.
Contestando el teléfono le digo: —Hazme saber si abordamos. —
Y obtengo a cambio nada sino un gruñido evasivo.
El teléfono sonó de nuevo, pero no era el número de su hermana
en la pantalla, sino un número desconocido con el código de St. Paul.
—¿Hola?
—¿Hablo con Olive Torres?
—Si, soy Olive.
—Soy Kasey Hugh, recursos humanos de Biociencias en
Hamilton. ¿Cómo estás?
Mi corazón se acelera a medida que recuerdo mentalmente la
docena de entrevistas que he tenido en los últimos dos meses. Todas
ellas fueron para el puesto de promotora de ciencias médicas (un
término elegante para los científicos que se reúnen con médicos para
hablar más profesionalmente que los vendedores acerca de los
medicamentos en el mercado), pero la de Hamilton estaba en la cima
de mi lista por el enfoque en la vacuna de la gripe de la compañía. Mis
conocimientos son en virología, y no tener que aprender un sistema
biológico completo en cuestión de unas semanas era un extra.
Pero para ser sincera, en este punto ya estaba lista para solicitar
trabajo en Hooters si eso es lo que se necesita para pagar la renta.
Con el teléfono presionado contra mi oreja, me dirijo a un lugar
más callado de la terminal y trato de no sonar tan desesperada como
me siento. Después del fracaso como dama de honor, soy mucho más
realista acerca de mi habilidad para llevar los shorts naranjas de hooters
pantimedias brillosas.
—Estoy bien, —contesto— gracias por preguntar.
—Llamo porque después de considerar a todas las candidatas
para el puesto, al señor Hamilton le gustaría ofrecerte el puesto de
promotora de ciencias médicas. ¿Aún está interesada?
Me doy media vuelta, volteando a ver hacia Ethan como si la pura
genialidad de estas palabras fuera suficiente para activar una bengala
de felicidad sobre mi cabeza. Él todavía está frunciendo el ceño ante su
revista de tejer.
—Oh por Dios. —digo, aplaudiendo frente a mi cara— ¡Si!
¡Absolutamente!
¡Un cheque de pago! ¡Un ingreso estable! Ser capaz de dormir en
la noche sin miedo a quedarme sin casa.
—¿Sabe cuándo podrá empezar? —pregunta— Tengo un dicho
del señor Hamilton que dice cuanto antes mejor.
—¿Empezar? —Hago una mueca, mirando alrededor a todos los
viajeros baratos con guirnaldas de plástico y playeras con estampado
Hawaiano— ¡Pronto! Excepto que no ahora, ahora. No por una semana.
Diez días de hecho. Puedo empezar en diez días. Tengo... —Un
anuncio suena por encima, y veo a Ethan levantarse. Con un
fruncimiento de cejas, él señala hacia donde las personas se están
formando. Mi cerebro va entre la emoción y el caos a toda velocidad—
Apenas tuvimos este asunto familiar y… y también, necesito ver a este
pariente enfermo, y...
—Está bien, Olive —dice ella calmadamente, afortunadamente
deteniéndome. Presiono mi frente, haciendo una mueca ante mi mentira
estúpidamente balbuceada— Apenas acabaron las vacaciones y todos
están todavía como locos. Te pondré una fecha tentativa de inicio para
el lunes ¿21 de enero? ¿Funciona para ti?
Exhalo para lo que se siente la primera vez desde que respondí al
teléfono: —Eso estará perfecto.
—Genial. —dice Kasey— Espera un correo pronto con una carta
de oferta, junto con papeleo que necesitamos que firme tan pronto sea
posible si escoge aceptar. Una firma digital o escaneada está bien.
Bienvenida a Biociencias Hamilton. Felicidades, Olive.
Camino aturdida de regreso con Ethan.
—Por fin. —dice el, con su equipaje de mano colgado en un
hombro y el mío en el otro— Somos el último grupo en abordar. Pensé
que iba a tener que... —Se detiene, fijando sus ojos en mi cara— ¿Estás
bien? Te ves… sonriente.
Mi llamada telefónica sigue repitiéndose una y otra vez en mis
oídos. Quiero checar el historial de llamadas y volver a llamar sólo para
estar segura de que Kasey tiene a la Olive Torres correcta. Me salvé de
una terrible intoxicación por alimentos, me las arreglé para escabullirme
en unas vacaciones gratuitas y se me ofreció un trabajo ¿en un lapso
de veinticuatro horas? Está clase de golpe de suerte no me pasan a mí.
¿Qué está pasando?
Ethan chasquea sus dedos y doy un brinco para encontrarlo
inclinado, mirándome como si deseara tener un palo para golpearme.
—¿Todo bien? ¿Cambio de planes o…?
—Conseguí trabajo.
Le toma un momento procesar mis palabras. —¿Justo ahora?
—Tuve una entrevista hace unas semanas. Empiezo después de
Hawái.
Espero verlo visiblemente decepcionado con el hecho de no estar
renunciando a este viaje. En vez de eso, alza su ceja y me dice en voz
baja: —Eso está genial, Olive. Felicidades. —Antes de dirigirme hacia
la línea de personas abordando.
Estoy sorprendida de que no me haya preguntado si me uniré al
servicio de limpieza o que al menos dijera que espera que en mi nuevo
trabajo vendiendo heroína a niños en riesgo me vaya bien. No esperaba
sinceridad. Nunca estoy en el lado que recibe su encanto, incluso si ese
encanto es simple; sé cómo tratar con el Ethan sincero tan bien como
se alimentar a un oso hambriento.
—Um, gracias.
Le mandó un mensaje rápido a Diego, Ami y a mis padres, (por
separado, por supuesto) para hacerles saber las buenas noticias, y
luego estamos parados en la entrada del puente de embarque,
entregando nuestros boletos. La realidad me llega y me funde de
alegría: con el estrés por trabajo aliviado, puedo dejar de verdad las
Ciudades Gemelas por diez días. Puedo tratar este viaje como unas
vacaciones de verdad a una isla tropical.
Sí, es con mi némesis, pero aun así lo tomaré.
•••
EL PUENTE DE EMBARQUE ES MÁS como un puente
destartalado que nos lleva de nuestra terminal chica a un avión a un
más chico. La línea se mueve lentamente a medida que las personas
en frente de nosotros intentan meter sus enormes bolsas a unos
compartimentos superiores diminutos.
Con Ami, voltearía y le preguntaría porque la gente no marca sus
bolsas para que podamos entrar y salir en tiempo, pero Ethan ha
logrado estar cinco minutos enteros sin encontrar algo acerca de lo cual
quejarse. No le voy a dar ninguna razón para que lo haga.
Nos sentamos en nuestros asientos; el avión es tan angosto que,
en cada hilera, hay solo dos asientos en cada lado del pasillo. Están tan
juntos entre ellos que son de hecho una banca con un delgado
reposabrazos entre ellos. Ethan está aplastado contra mí. Tengo que
pedirle que se apoye en una nalga para que pueda encontrar la otra
mitad de mi cinturón de seguridad. Después del desconcertante sonido
cascajoso del metal contra metal, se endereza y nos damos cuenta que
nos estamos tocando del hombro al muslo, separados solamente por un
duro e inamovible reposabrazos en el medio.
La mira hacia las cabezas de las personas en frente de nosotros.
—No confío en este avión.
Luego mira hacia el pasillo. —O en la tripulación. ¿El piloto estaba
usando un paracaídas? —Ethan es siempre (desagradablemente) la
personificación de lo fresco, calmado y completo, pero ahora que prestó
atención veo que sus hombros están tensos y su cara se ha vuelto
pálida. Creo que está sudando. Está asustado, me doy cuenta, y de
repente su estado de ánimo en el aeropuerto tiene mucho más sentido.
Mientras veo, él desliza fuera de su bolsillo un centavo y pasa su
pulgar sobre él. —¿Qué es eso?
—Un centavo
Dios mío, esto es encantador. —¿Quieres decir un centavo de la
buena suerte?
Con un ceño, lo desliza de nuevo en su bolsillo.
—Nunca pensé que tuviera buena suerte, —le digo, sintiéndome
gentil— pero mira. Mi alergia me salvó de comer del buffet, estoy yendo
a Maui y conseguí trabajo. ¿No sería divertido —me río y muevo mi
cabeza hacia él— tener un golpe de buena suerte por primera vez en
mi vida, sólo para tener un accidente de avión?
A juzgar por su expresión, Ethan no le ve lo chistoso. Cuando una
azafata pasa cerca, lanza su brazo en frente de mí, deteniéndola.
—Disculpe, ¿podría decirme cuántas millas son en el avión?
La azafata sonríe. —Los aviones no tienen millas. Tienen horas
de vuelo.
Puedo ver a Ethan tragarse su desesperación. —Bien, entonces
¿cuántas horas de vuelo son en el avión?
Ella inclina su cabeza, evidentemente confundida por su pregunta.
—Tendré que preguntarle al capitán, señor.
Ethan se inclina sobre mí para acercarse y yo me aprieto contra
mi asiento, aplastando mi nariz contra su odiosamente agradable olor a
jabón.
—¿Y qué piensan del capitán? ¿Competente? ¿Confiable? —
Ethan guiñe un ojo y me doy cuenta de que no está menos nervioso que
hace un minuto, pero lo está ocultando por medio del coqueteo— ¿Bien
descansado?
—El capitán Blake es un gran piloto —contesta ella, inclinando su
cabeza y sonriendo.
Veo de un lado a otro entre ellos y dramáticamente agito el anillo
de compromiso que tomé prestado de tía Sylvia. Nadie se da cuenta.
Ethan le sonríe, y wow, probablemente él le podría preguntar su
número de seguridad social, el de una tarjeta de crédito y que dé a luz
a sus hijos y ella le diría que sí.
—Por supuesto. —dice él— Quiero decir, no es como que haya
estrellado un avión o algo así, ¿verdad?
—Sólo una vez. —Contesta ella, antes de darle un guiño de su parte y
continuar caminando por el pasillo.
•••
4Edward Michael Grylls, más conocido como Bear Grylls, es un aventurero experto en supervivencia,
escritor, presentador y exmilitar británico.
—En realidad, no tenemos escocés —dice ella
—¿Una Ginebra con tónica?
Ella hace una mueca.
Los hombros de él caen.
—¿Una cerveza?
—Eso, sí que tenemos. —Mete la mano en un cajón y le da dos
latas de cerveza de aspecto genérico—. Son veintidós dólares.
—¿Veintidós dólares americanos?
—Tenemos también productos de Cola. Esos son gratis. —Él se
mueve para devolver las latas—. Pero si quieres hielo serán dos
dólares.
—Espera —digo, y busco en mi bolso.
—No vas a comprar mi cerveza, Olive.
—Tienes razón, no lo hago. —Saco dos cupones y se los
entrego—. Ami lo hace.
—Claro que lo hace.
La azafata continúa caminando por el pasillo.
—Un poco de respeto, por favor —digo—, la necesidad obsesiva
de mi hermana por conseguir cosas gratis es la razón por la que
estamos aquí.
—Y porque doscientos de nuestros amigos y familia estaban en la
habitación de emergencia.
Siento una picazón protectora por mi hermana.
—La policía ya dijo que no era responsable.
Él abre su cerveza con un satisfactorio pop.
—Y las noticias de las seis.
Quiero fulminarle con la mirada, pero estoy momentáneamente
distraída por la forma en que su nuez de Adán se mueve mientras bebe.
—No sé por qué estoy sorprendido —dice—. Fue una tontería de
cualquier forma.
La picazón se dispara a una llama completa.
—Hola, Ethan, esos son tu hermano y cuñad…
—Tranquila, Olive. No me refería a ellos. —Toma otro trago y
mira—. Me refiero a las bodas en general. —Se estremece y una nota
de repulsión cubre la siguiente palabra—. Romance.
Oh, es uno de esos.
Admito que mi modelo parental de romance había sido escaso,
pero Tío Omar y Tía Sylvia habían estado casados por cuarenta y cinco
años, Tío Hugo y Tía María habían estado casados por casi treinta.
Tengo ejemplos de relaciones duraderas alrededor mío, así que sé que
existen. Incluso si sospecho que posiblemente no existen para mí.
Quiero creer que Ami no había empezado algo estúpido, que ella puede
ser feliz de verdad con Dane.
Ethan termina al menos la mitad de su primera cerveza en un largo
trago, y trato de juntar el alcance de mi conocimiento de Ethan. Tiene
treinta y cuatro, dos años mayor que nosotras y Dane, se gana la vida
con… las matemáticas, lo que explica por qué se ríe tanto. Lleva al
menos una forma de desinfectante personal todo el tiempo, y no come
en los bufetes. Creo que era soltero cuando nos conocimos, pero no
mucho tiempo después él se metió en una relación que parecía al
menos medio sería. No creo que a su hermano le gustara porque
recuerdo claramente a Dane despotricando una noche sobre lo mucho
que jodería si Ethan se la propusiera.
Oh, Dios mío, ¿voy a Maui con el prometido de alguien?
—¿No estás saliendo con nadie ahora mismo verdad? —
pregunto—, ¿cuál era su nombre… Sierra o Simba o algo?
—¿Simba? —Casi se ríe. Casi.
—Sin duda te sorprende cuando alguien no sigue de cerca tu vida
amorosa. Su frente se arruga con el ceño fruncido.
—No habría ido en una luna de miel falsa contigo si tuviera una
novia. — Hundido de nuevo en el asiento, cierra los ojos otra vez—. No
más charla. Estás en lo cierto, sacude el avión.
•••
Lo sé. Lo siento.
7Pourone out: Es poner una bebida alcohólica en el piso típicamente como respeto o tributo a alguien
muerto o encarcelado.
de Maui. Jadeo, deslizándolos hacia un lado y salgo a la cálida brisa de
enero. La temperatura es tan agradable, tan no Minnesota, me
sorprende en una conciencia surrealista: estoy en Maui, en una
habitación de ensueño, en un viaje con todo incluido. Nunca había ido
a Hawaii. Nunca había hecho nada como un sueño, punto. Empiezo a
bailar, pero solo me doy cuenta de que lo hago cuando Ethan sale al
balcón y arroja un enorme cubo de agua sobre mi alegría, aclarando su
garganta y entrecerrando los ojos a través de las olas.
Parece que está pensando, eh. He visto mejores.
—Esta vista es impresionante —digo, casi confrontándolo.
Lentamente parpadeando hacia mí, dice.
—Al igual que tu propensión a compartir en exceso.
—Ya te dije que no era una buena mentirosa. Me puse nerviosa
cuando estaba mirando la identificación de Ami, ¿vale?
Levanta las manos en una rendición sarcástica. Con el ceño
fruncido, escapo del Sr. Aguafiestas y vuelvo a entrar. Justo a la
derecha de la entrada, hay una pequeña cocina que pasé
completamente por alto en mi camino al balcón. Pasando la cocina hay
un pasillo que conduce a un pequeño baño y, justo después de él, el
opulento dormitorio principal. Entro y veo que hay otro baño enorme con
una bañera gigante para dos personas. Me doy la vuelta para
enfrentarme a la cama gigante. Quiero rodar en ella. Quiero quitarme la
ropa y meterme en la sedosa…
Siento que las llantas se detienen dentro de mi cerebro…
Pero… ¿cómo? ¿Cómo hemos venido hasta tan lejos sin discutir
la logística de los arreglos para dormir? ¿Los dos habíamos asumido de
verdad que la habitación de luna de miel tendría dos habitaciones? Sin
ninguna duda, los dos podríamos morir felizmente en la colina «No
compartiré una cama contigo», pero ¿cómo decidimos quién se queda
con la única habitación? Obviamente, pienso que yo debería… pero,
conociendo a Ethan, él probablemente piensa que él cogería la cama y
yo felizmente construiría mi pequeño fuerte debajo de la mesa del
comedor.
Salgo de la habitación justo cuando Ethan está cerrando las
amplias puertas dobles, y entonces estamos encerrados en un
momento incómodo de una no preparada convivencia. Nos giramos al
unísono para mirar nuestras maletas.
—Wow —digo.
— Sí —concuerda.
—Es muy bonito.
Ethan tose. Un reloj hace tic tac en algún lugar de la habitación,
demasiado alto en el incómodo silencio.
Tick.
Tick.
Tick.
—Es esto. —Levantó la mano y se rasco la nuca. Las olas del mar
chocan en el fondo— Y, obviamente, tú eres una mujer. Deberías tomar
el dormitorio.
Algunas de esas palabras son las que quería escuchar, y algunas
de ellas son solo terribles. Incline mi cabeza, frunciendo el ceño. —No
consigo el dormitorio porque soy mujer. Consigo la habitación porque
mi hermana la ganó.
Él se encoge de hombros y dice: —Quiero decir, si vamos a pasar
esos estándares, entonces deberías conseguir la habitación, ya que Ami
la obtuvo en parte usando el estado de Dane en el Hilton.
—Ella todavía logró organizarlo todo. —le digo— Si fuera por
Dane, estaría quedándome en el Doubletree en Mankato esta semana.
—Te das cuenta de que solo estás discutiendo conmigo por el
simple hecho de discutir, ¿verdad? Yo ya te dije que podías quedarte
con la habitación.
Lo señalo —¿Lo que estás haciendo ahora no es discutir?
Suspira como si yo fuera la persona más irritante del mundo. —
Toma la habitación. Yo dormiré en el sofá —Él lo mira, se ve lujoso y
agradable, claro, pero sigue siendo un sofá y estaremos aquí por diez
noches—. Estaré bien —Agrega con un dejo grande y fuerte de martirio.
—Está bien, si vas a actuar como si estuviera en deuda contigo,
entonces no la quiero —Exhala lentamente y luego se acerca a su
maleta, la levanta y la lleva a la habitación.
—¡Espera! —Lo llamo— Lo tendré de vuelta. Sí quiero el
dormitorio.
Ethan se detiene sin girarse para mirarme. —Solo voy a poner
algunas cosas en los cajones, no voy a vivir con mi maleta en la sala de
estar por diez días —Me mira por encima del hombro—. ¿Supongo que
eso está bien?
Él es tan cuidadosamente equilibrado y generoso con ser pasivo—
agresivo que estoy completamente confundida acerca de cuán imbécil
es realmente. Lo hace que me hace imposible medir la dosis correcta
de gruñidos.
—Está bien —digo, y agrego magnánimamente—. Toma todo el
espacio del tocador que quieras.
Escucho su resoplido desconcertado cuando desaparece de mi
vista.
La conclusión es que no nos llevamos bien. Pero la otra conclusión es
que ¡realmente no necesitamos hacerlo! La esperanza me llena como
el helio. Ethan y yo podemos movernos entre nosotros sin tener que
interactuar, y hacer lo que queramos para que estas sean nuestras
vacaciones individuales soñadas.
Para mí, este pedazo de paraíso incluirá el spa, tirolesa, snorkel y
todas las aventuras que pueda encontrar, incluidas las aventuras con la
gran variedad de alcohol. Si la idea de Ethan de unas vacaciones
perfectas es la melancólica, quejarse y suspirar exasperadamente,
seguramente puede hacerlo en cualquier lugar que quiera, pero no
donde tenga que soportarlo.
Reviso rápidamente mi correo electrónico y veo uno nuevo de
Hamilton. La oferta es... buena, basta con decir que no necesito revisar
nada más para saber que la tomaré. Podrían decirme que mi escritorio
estaba posado en el borde de un volcán, y aceptaría en un instante por
esa cantidad de dinero.
Saco mi iPad, firmo digitalmente todo y lo envío.
Prácticamente vibrando, hojeo la lista de actividades del hotel y
decido que el primer orden del día es un exfoliante facial y corporal de
celebración en el spa. Sola. No creo que Ethan sea del tipo de mimos,
pero lo peor sería que levantara una rodaja de pepino refrescante de mi
párpado y el estuviera mirando hacia abajo mientras estoy descansando
en una bata.
—Ethan —lo llamo— ¿Qué estarás haciendo esta tarde?
En el silencio de su respuesta, siento su pánico de que podría
estar solicitando su compañía.
—No pregunto porque quiero acompañante —agrego
rápidamente.
Duda de nuevo, y cuando finalmente responde, su voz sale débil.
Como si realmente hubiera estado asustado. —Gracias a Dios.
—Bien. Probablemente yo voy a ir al spa.
—Haz lo que quieras. Simplemente no uses todos los créditos de
masaje — añade.
Frunzo el ceño, a pesar de que no puede verme. —¿Cuántas
veces crees que iré a qué me masajeen en una sola tarde?
—Prefiero no imaginarlo.
Volteo mi mirada en su dirección, consulto el directorio para
confirmar que el spa tiene duchas que puedo usar, agarro mi tarjeta
llave y dejo a Ethan desempacando hoscamente.
•••
•••
S.O.S.
AMI
DETENTE
TRANQUILIZATE
Lo siento, lo siento
No desperdicies mi viaje.
Enséñame a mentir.
¿Quién es?
BIEN.
Mi nuevo jefe.
Enséñame, Yoda.
LO SIGUIENTE.
Conoce la historia.
No trates de inventarla en
el momento. Dios, eres muy
mala para eso.
No te muevas nerviosamente
y no dudes, no toquetees tu
cara. Haces eso también. Solo
siéntate quieta.
Eww, es mi jefe.
Diego.
Eres una científica.
Investiga un poco.
•••
MIENTRAS CAMINAMOS HACIA EL ELEVADOR, RECUERDO
el supremo desbalance del universo; incluso con la luz poco
favorecedora encima, Ethan se las arregla para lucir bien. De alguna
manera las sombras afilan sus facciones en lugar de exagerarlas de
forma poco atractiva. De pie en frente del reflejo de las puertas, noto
que el resultado no es el mismo en mí.
Como si estuviera leyendo mi mente, Ethan empuja su cadera con
la mía.
—Basta. Te ves bien.
«Bien —pienso—. Como una mujer que ama su requesón. Como
una mujer cuyas tetas salen de su vestido de dama de honor. Como una
mujer que merece tu desprecio porque no es perfecta».
—Puedo oírte pensando en la palabra leyendo más allá de lo que
quise decir. Luces genial. —Una vez adentro, presiona el botón hacia el
vestíbulo y agrega—. Siempre lo haces.
Esas últimas tres palabras golpean alrededor de mi cráneo antes
de ser absorbidas. ¿Siempre luzco bien? ¿Para quién? ¿Ethan?
Los pisos hacen su cuenta regresiva y se siente como si el
elevador estuviera aguantando la respiración junto conmigo. Encuentro
mis ojos en el reflejo de las puertas y le lanzo una mirada a Ethan.
Siempre lo haces.
El color de sus mejillas aumenta, y parece como si estuviese feliz
si los cables se rompieran y la muerte nos tragara enteros.
Aclaro mi garganta.
—En un estudio de 1990, los investigadores mostraron que es
más fácil atrapar a alguien diciendo una mentira la primera vez que la
dicen. Deberíamos de saber qué vamos a decir.
—¿Necesitabas que Google te dijera eso?
—Lo hago mejor cuando estoy preparada. Ya sabes, la práctica
hace la perfección.
—Cierto. —Se detiene, pensando—. Nos conocimos a través de
un amigo (técnicamente no es una mentira, entonces será más difícil
para ti que lo eches a perder) y nos casamos la semana pasada. Soy el
hombre más suertudo que existe, etcétera.
Asiento estando de acuerdo.
—Nos conocimos por unos amigos, salimos por un tiempo y, oh
por dios, estaba tan sorprendida cuando me suplicaste que me casara
contigo.
Los labios de Ethan se curvan.
—Me arrodillé mientras acampábamos en el lago Moose. Te lo
pedí con un anillo de dulce.
—¡Los detalles son buenos! Apestamos a leña todo el día
siguiente —digo—, pero no importó porque estábamos tan felices
teniendo un montón de sexo de celebración.
El elevador cae en un terrible silencio. Miro alrededor con una
extraña combinación de horror y alegría al ver que me las había
arreglado para dejarlo sin palabras con la posibilidad de tener sexo
conmigo. Finalmente, murmura—: Bueno. Probablemente podemos
dejar ese detalle aparte para tu jefe.
—Y recuerda —digo, adorando su incomodidad—, no te mencioné
a ti, o haber estado comprometida, siquiera en el almuerzo casual de la
entrevista, así que tenemos que dejarlo correr del todo.
El elevador timbra, y las puertas se abren hacia el vestíbulo.
—No creo que tengamos ningún problema dejando eso fuera.
—Y sé encantador —digo—. Pero no como, encantador
agradable. Pasablemente encantador. No deberían irse queriendo
pasar realmente tiempo contigo. Porque probablemente vas a morir o
terminar siendo terrible al final. —Alcanzo a ver su pequeño e irritado
ceño fruncido cuando se dirige hacia el lobby y no puedo evitar
disfrutarlo un poco—. Básicamente se tú mismo.
—Hombre, voy a dormir tan bien esta noche. —Se estira, como si
se estuviera preparando para echarse como estrella de mar a la cama—
. Para tu información, ten cuidado con el lado izquierdo del sofá. Estaba
leyendo ahí hace rato y noté que hay un resorte que sobresale un poco.
La suave música hacía eco a través del vestíbulo mientras
caminábamos hacia la salida. El restaurante está justo a la orilla de la
playa; era conveniente porque cuando todo esto explotara en mi cara,
solo tendría que hacer un corto recorrido para ahogarme en el océano.
Ethan abre la puerta del extenso patio y gesticula hacia mí para
que guiara el camino a través de la iluminada vereda.
—¿Me repites cuál es esta compañía? —pregunta.
—Biociencia Hamilton. Son una de las más famosas compañías
de biología contratadas en el país y, en el lado de los descubrimientos,
tiene una nueva vacuna para la gripe. Por todos los papeles que he
leído, suena muy innovador. De verdad quiero este trabajo, así que tal
vez menciona cuán feliz estoy de que me contrataran, y que es lo único
de lo que he hablado desde entonces.
—Se supone que estamos en nuestra luna de miel, y ¿quieres que
diga que has estado hablando de su vacuna para la gripe sin parar?
—Sí, eso quiero.
—¿Cuál era tu trabajo? ¿Conserje?
Oh. Ahí está.
—Soy una intermediaria de la medicina y la ciencia, Eragon8.
Básicamente hablo con los médicos sobre nuestros productos desde un
•••
•••
•••
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•••
CERCA DE LA PARTE TRASERA DEL BARCO, EMERGEMOS
empapados y sin aliento. La adrenalina danza a través de mí, quiero
decirle a Ethan que deberíamos hacer esto todos los días de las
vacaciones. Pero tan pronto como nos quitamos nuestras máscaras y
salimos del agua, la realidad vuelve. Nuestros ojos se encuentran y lo
que sea que él estaba planeando decir, muere de manera similar en su
garganta.
—Eso fue divertido —digo simplemente.
—Si. — Se quita el chaleco del traje de neopreno, se lo entrega a
Nick, y luego da un paso hacia adelante cuando ve que estoy luchando
con mi cremallera. Estoy temblando porque está frío, así que lo dejo
abrirla, y trabajo muy duro para no notar lo grandes que son sus manos
y cuán hábilmente trabajan para liberar la cremallera atascada.
—Gracias. —Me agacho, revolviendo en mi bolso mi ropa seca,
no estoy encantada por él. No lo estoy—. ¿Dónde debo cambiarme?
Nick hace una mueca.
—Solo tenemos un baño y tiende a estar bastante lleno cuando
comenzamos a regresar y los cócteles de todos están golpeando su
vejiga. Sugeriría que bajemos pronto, pero ustedes dos son bienvenidos
a entrar juntos.
—¿Entrar... juntos? —pregunto. Miro hacia los estrechos
escalones del baño y observo que la gente ya está empezando a juntar
sus cosas para usarlas en sí mismos.
—¡Nada que no hayas visto antes! —dice Ethan con una sonrisa
malvada. Le envío una milicia de pensamientos dañinos.
Pronto se arrepiente de ser tan caballeroso. El baño es del tamaño
de un armario de escobas.
Un armario de escobas muy pequeño con un piso muy
resbaladizo. Nos amontonamos en el espacio empapado, pegando
nuestra ropa a nuestro pecho. Desde aquí abajo, parece que el bote
está en medio de una tormenta; somos víctimas de cada pequeña
sacudida e inclinación.
—Tú primero —dice.
—¿Por qué yo primero? Vas primero.
—Ambos podemos cambiarnos y terminar con esto —dice—. Te
pones de frente a la puerta, y yo mirando hacia la pared.
Escucho el sonido húmedo de sus pantalones cortos mientras
estoy trabajando con mi bikini bajando por mis piernas temblorosas, y
soy muy consciente de que el trasero de Ethan probablemente está solo
a pulgadas de distancia del mío. Experimento un momento de puro
terror cuando imagino qué mortificante sería tocar nuestras frías y
húmedas nalgas.
Un poco asustada, busco mi toalla y me resbalo, mi pie derecho
va directo a un charco poco profundo de agua cerca del fregadero. Mi
pie se engancha en algo, Ethan grita sorprendido, y me doy cuenta de
que ese algo era de la espinilla de Ethan. Después de que su mano
golpea ruidosamente contra la pared, también pierde el equilibrio.
Mi espalda golpea el piso, y con un golpe, Ethan aterriza encima
de mí. Si hay dolor, estoy demasiado distraída por el caos para
registrarlo, y hay un momento de horroroso silencio cuando ambos nos
damos cuenta de lo que sucedió: estamos completamente desnudos,
mojados y pegajosos, una maraña de brazos y piernas desnudos y otras
partes, en el más mortificante juego de Twister que alguien haya
experimentado.
—¡Dios mío, sal de encima! —grito.
—¿Qué demonios, Olive? ¡Me derribaste!
Intenta ponerse de pie, pero el piso está resbaladizo y en
movimiento, lo que significa que él sigue cayendo sobre mí mientras
lucha por encontrar el equilibrio. Una vez que estamos de pie, está claro
que los dos queremos morir de mortificación. Nos movemos frente a la
puerta y frente a la pared increíblemente rápido; no hay forma de que
hagamos esto sin destellos de trasero y tetas y todo tipo de cosas
colgantes, pero a este punto, no nos importa.
Ethan se apresura a ponerse unos pantalones cortos limpios, pero
me toma alrededor de cuatro veces más de tiempo acomodar mi ropa
sobre mi cuerpo mojado. Afortunadamente, él se viste relativamente
rápido y se da vuelta, presionando su frente contra la pared, ojos
cerrados mientras lucho con mi sostén y mi camisa.
—Quiero que sepas, —le digo mientras los acomodo en mi torso—
y estoy segura de que escuchas mucho esto, pero esa fue la peor
experiencia sexual de mi vida.
—Siento que deberíamos haber usado protección.
Me vuelvo para confirmar lo que escuché en su voz, una risa
reprimida de nuevo, y lo atrapo sonriendo, todavía frente a la pared.
—Puedes darte la vuelta ahora —le digo—. Estoy decente.
—¿Alguna vez lo estás realmente? —pregunta, volviéndose,
sonrojándose y sonriendo. Es mucho para asimilar.
Espero la reacción molesta, pero no llega. En cambio, me doy
cuenta con sorpresa que ver su verdadera sonrisa apuntando hacia mí
se siente como recibir un cheque de pago.
—Tienes un buen punto.
Parece igualmente sorprendido que no le haya gruñido, y logra
pasar para abrir la puerta.
—Me siento mareado. Salgamos de aquí.
Salimos con la cara roja por razones que se malinterpretan de
inmediato, Ethan se choca los cinco con un par de hombres que nunca
hemos conocido. Me sigue al bar, donde ordeno una margarita y él
ordena una bebida de jengibre para ayudar a su estómago.
Una mirada hacia él me dice que no estaba bromeando sobre sentirse
mareado, se ve verde. Encontramos asientos dentro, fuera del sol, pero
cerca de una ventana, y él se inclina hacia adelante, presionando su
cabeza contra el panel, tratando de respirar.
Culpo este momento aquí, por crear una pequeña fractura en su
papel como mi némesis. Un verdadero enemigo no muestra debilidad,
y seguro, cuando me acerco a frotar su espalda, un verdadero enemigo
no se inclinaría hacia mí, gimiendo de alivio. No se movería para poder
alcanzarlo más fácilmente, y ciertamente no se desplazaría por el banco
y descansaría su cabeza en mi regazo, mirándome en agradecimiento
cuando suavemente paso mis dedos por su cabello, calmándolo.
Ethan y yo estamos comenzando a construir más de estos buenos
momentos que malos; eso hace que la balanza se incline en una
dirección desconocida.
Y creo que realmente me gusta.
Lo que me pone demasiado incómoda.
—Todavía te odio —le digo, apartando un rizo oscuro de su frente.
El asiente.
—Sé que lo haces.
Capítulo nueve
•••
•••
12(1980) Cómo eliminar a su jefe. Película de comedia protagonizada por Jane Fonsa, Lily Tomlin,
Dolly Parton y Dabney Coleman.
Él asiente y se queda en silencio mientras mi mente va por el túnel
de la locura, imaginando la tragedia de la cabeza de una cebra montada
en la pared de su sala. O de un león. Dios mío, ¿Qué si es una de esas
horribles personas que van a África y cazan rinocerontes?
Mi furia hacia esta versión de Ethan Thomas empieza a volver con
toda su fuerza y caliente esplendor, pero luego añade.
—Aunque solo al campo de tiro con Dane unas cuantas veces. Es
más cosa suya que mía. —Hace una doble toma cuando ve mi cara—
¿Qué?
Tomo una enorme bocanada de aire, dándome cuenta de que
acabo de hacer lo que siempre parece ser que hago, lo cual es pensar
inmediatamente en el peor escenario posible.
—Antes de que lo aclararas, tuve una imagen de ti con un
sombrero de safari y tu pie encima de una jirafa muerta.
—Detén eso —dice él—. Asqueroso.
Me encojo de hombros, haciendo una mueca.
—Es solo como soy.
—Trata de conocerme, entonces. Dame el beneficio de la duda.
Dice las palabras con tanta calma, casi sin pensarlo, luego frunce
el ceño hacia una hebilla de cinturón encima del mostrador donde se
lee, La primera regla de seguridad de armas: No me cabrees.
Pero todavía estoy tambaleándome en la profunda enormidad de
su percepción, y cuan repentinamente expuesta me siento, cuando
Hogg regresa, gruesos brazos llenos con equipos. Nos pasa a cada uno
un par de overoles de camuflaje y guantes, un casco, y un par de gafas
de protección. La pistola es de plástico y muy ligera, con un largo cañón
y un cargador fijo encima, donde las bolas de pintura son puestas. Pero
todo lo demás es pesado. Trato de imaginarme corriendo en esto y no
puedo.
Ethan inspecciona su equipo y se inclina sobre el mostrador—.
¿Tienes alguna, eh, protección?
—¿Protección?
Las puntas de las orejas de Ethan se vuelven rojas, y sé en ese
momento que lee las mentes y que vio mis imaginarios choques de
pintura sobre toda su entrepierna. Mira a Hogg de forma significativa,
pero Hogg solo sacude su cabeza riéndose.
—No te preocupes por eso, amigo. Vas a estar bien. Palmeo su
hombro.
—Sí, amigo. Yo te cuido la espalda.
• ••
15Marca de caramelos de fruta, descendiente de la marca “sparkies”. Hace referencia al vestido que
llevo a la boda de su hermana.
—En realidad, —digo, mirándolo— es…
—Entonces debes ser bastante bueno. —le dice Ethan a Clancy.
Clancy cruza los brazos sobre su pecho
—He llegado a nivel prestigio en Call of Duty unas doce veces, así
que dejaré que ustedes sean los jueces.
No puedo evitarlo.
—Si no te importa que te pregunte, ¿Por qué no llevas una
camiseta? ¿No te dolerá cuando te den?
—El dolor forma parte de la experiencia.
Explica Clancy. Ethan asiente como si eso explicará todo, pero ahora
que lo conozco lo suficiente bien veo la diversión en sus ojos.
—¿Algún consejo para los nuevos? —pregunto.
Clancy está claramente encantado de que le haya preguntado.
—Usen los árboles, son mejores que las superficies lisas porque
te puedes mover a través de ellos, realmente furtivo. Para vigilancia,
siempre doblados por la cintura. —hace una representación para
nosotros, subiendo y bajando varias veces—. Mantengan el resto de su
cuerpo protegido. No lo hagan, y ya sabrán lo que se siente que les den
a tus galletitas con el poder de una bola a doscientos setenta pies por
segundo. —parpadea en mi dirección—. Sin ofender, Skittle.
Ondeo mi mano.
—A nadie le gusta que le den en las galletitas.
Él asiente, continuando.
—Lo más importante, nunca jamás se tiendan en el suelo, golpean
el suelo y están muertos.
La gente alrededor de nosotros aplaude cuando Bob termina de
hablar y empieza a dividirnos en dos equipos. Ethan y yo nos
desanimamos un poco cuando ambos terminamos en el equipo Trueno.
Esto significa, tristemente, que no estaré cazándolo por el bosque. Su
desaliento se profundiza cuando ve al equipo contrincante: un pequeño
puñado de adultos y un grupo de siete chicos de 14 años que vinieron
por un cumpleaños.
—Espera. —dice Ethan, gesticulando en su dirección— No
podemos disparar a un montón de niños.
Uno con tirante y la gorra volteada da un paso adelante.
—¿A quién estás llamando niño? ¿Asustado, abuelito?
Ethan sonríe fácilmente.
—Si tu madre te trajo aquí, eres un niño.
Sus amigos se ríen detrás de él, alentándolo.
—En realidad, tu madre me trajo aquí. Tomó mi polla en el asiento
trasero.
A esto, Ethan suelta una carcajada.
—Sí, eso suena exactamente a algo que Barb Thomas haría. —
se gira y aleja.
—Mírenlo esconderse como una pequeña perra —el niño dice.
Bob se acerca y nivela a los adolescentes con la mirada.
—Vigilen sus bocas. —se gira a Ethan—. Guárdalo para el campo.
—Creo que Bob me acaba de dar permiso para eliminar a ese
pequeño gilipollas.
Dice Ethan maravillado, bajando sus gafas.
—Ethan, es un flacucho.
—Es decir que no gastaré mucha munición en él.
Coloco una mano en su brazo.
—Puede que te lo estés tomando un poco muy en serio.
Me sonríe y guiña para que vea que solo está divirtiéndose. Algo
revolotea vivo en mi pecho. Juguetón Ethan es la evolución más
reciente de mi compañero de viaje y estoy completamente aquí por ello.
•••
18N.de T. En el original Jet-setting. Característica de una persona con dinero y estilo que viaja por
el mundo y frecuentemente por placer.
en Minneapolis. Sé eso. Pero nunca la vi por ahí. Y definitivamente no
sabía que estaba comprometida.
—¿Cómo te sientes al respecto?
Golpea con su dedo el borde de un palo y mira a la distancia.
—No estoy seguro. ¿Sabes de lo que mi di cuenta en el bote?
Terminamos en julio. Ella dijo que se conocieron mientras él estaba
acomodando materiales escolares. ¿Eso es agosto? ¿Quizás,
Setiembre? Esperó un mes. Yo era un desastre después de… como
mucho tiempo. Creo que parte de mí pensó que volveríamos a estar
juntos hasta que la vi en el hotel, y de repente me di cuenta de que
estaba siendo totalmente iluso.
—Lo siento —digo, francamente.
Él asiente, sonriéndole al piso: —Gracias. Apesta, pero estoy
mejor ahora.
Que esté mejor ahora no quiere decir, necesariamente, que la
haya superado, pero no puedo pedirle una aclaración porque me
interrumpen unos disparos que suenan en el aire, los cuales parecen
estar demasiado cerca como para ser cómodo. Los dos saltamos, e
Ethan se levanta para asomarse por el borde mientras yo tropiezo a su
lado.
—¿Qué pasa?
—No estoy seguro… —Se mueve de un lado al otro del recinto,
observando, sus dedos descansando sobre el gatillo.
Me aferro al arma en mi costado, mi corazón latiendo tan fuerte
que lo puedo sentir pulsando en mis oídos. Solo es un juego, y
técnicamente podría rendirme en cualquier momento, pero mi cuerpo
no parece entender que esto no es real.
—¿Cuántos disparos te quedan? —me pregunta.
Como estuve un poco en modo francotirador al inicio del juego,
disparé muchas ráfagas aleatorias sin realmente enfocar a un objetivo.
Mi arma se siente ligera.
—No muchos. —Miro en el cargador, donde encuentro cuatro
bolas amarillas moviéndose dentro del contenedor de plástico—.
Cuatro.
Ethan abre el suyo y deja caer dos bolas más en el mío. Se
escuchan pasos en el lodo. Es Clancy, aún sin camisa y nada más que
un borrón de piel pálida mientras dispara y se esconde detrás de un
árbol.
—Corran —grita.
Ethan se estira por mi manga y tira de mí, alejándome del muro
mientras apunta hacia el bosque.
—¡Vamos!
Me lanzo a correr, mis pies golpeando el suelo mojado. No estoy
segura de que me esté siguiendo, pero corro hacia el árbol más próximo
y me escondo detrás. Ethan se detiene en medio del claro y mira hacia
atrás. Solo hay un jugador vagando por ahí.
—Es ese niño bocón —susurra, sonriendo—. Míralo, está solo.
Escaneo el bosque a nuestro alrededor, insegura.
—Quizás está esperando a alguien.
—O quizás está perdido. Los niños son estúpidos.
—Mi primo de 10 años construyó un gato robot con algo de goma,
un par de tornillos y una lata de Coca Cola —le digo—. Los niños de
hoy en día son mucho más listos de lo que fuimos nosotros en su
tiempo. Vamos.
Ethan sacude su cabeza.
—Primero hay que eliminarlo. Solo le queda una vida.
—A nosotros también nos queda una vida.
—Es un juego, el objetivo es ganar.
—Tenemos que sentarnos en todo el camino de vuelta. A mi
magullado trasero no le importa si ganamos.
—Démosle dos minutos. Si no podemos conseguir un disparo
limpio, corremos.
Acepto a regañadientes e Ethan hace señas para que cortemos
entre tres árboles y lo sorprendamos desde el otro lado. Lo sigo de
cerca, escaneando el bosque y manteniendo mis pasos silenciosos.
Pero Ethan tiene razón, no hay nadie cerca.
Cuando llegamos al final del claro, el niño aún está ahí, vagando,
pinchando algunos troncos con su arma. Ethan se inclina, su boca cerca
de mi oreja.
—Trae puestos unos malditos audífonos. ¿Qué tan arrogante
tienes que ser para escuchar música en medio de una zona de guerra?
Retrocedo para ver su cara.
—Realmente estás disfrutando esto, ¿no?
Su sonrisa es enorme—. Oh, sí.
Ethan levanta su arma, apuntando silenciosamente conmigo a su
lado.
Avanzamos dos pasos hacia el claro cuando el niño levanta la
cabeza con una mueca burlona en su cara, labios curvados alrededor
de un conjunto de frenillos. Levanta su dedo medio y solo entonces me
doy cuenta de que es una trampa. No nos giramos a tiempo para ver a
su compañero venir detrás de nosotros, pero lo siguiente que sé es que
mi trasero está completamente morado.
•••
—NO PUEDO CREER QUE NOS ENSEÑARA EL DEDO antes
de que su amigo nos disparara —gruñe Ethan—. Pequeña mierda
presumida.
Estamos en la sala de relajación del spa del hotel, vestidos con
batas blancas a juego, esperando a que nos llamen. Estamos tan
adoloridos que ni siquiera nos negamos cuando nos acordamos de lo
que significaba la parte de «pareja» en los masajes en pareja: estar
desnudos y cubiertos de aceite en la misma habitación.
La puerta se abre y una mujer sonriente de cabello negro entra.
La seguimos por un largo pasillo tenuemente iluminado hasta una
habitación aún más oscura. Un jacuzzi hundido burbujea en el centro de
la habitación; el vapor levantándose de forma tan tentadora.
Ethan y yo nos miramos a los ojos y luego apartamos la mirada
rápidamente. Me arropo más en mi bata, consciente de que no llevo
nada debajo. Pensé que iríamos directamente a las camas de masaje,
soportando solo unos pocos minutos de incomodidad mientras nos
deslizáramos bajo nuestras respectivas sábanas.
—Pensé que sólo habíamos reservado masajes —digo.
—Su paquete incluye tiempo en el jacuzzi para un remojo previo,
y luego su masajista vendrá a buscarlos. —Su tono es calmado y
liviano—. ¿Necesitan algo más, Sr. y Sra. Thomas?
El instinto me hace abrir la boca para corregirla, pero Ethan
reacciona rápido.
—Creo que estamos bien —dice él, dándole su sonrisa más
encantadora—. Muchas gracias.
—Disfruten. —Se inclina y luego cierra la puerta lentamente tras
ella. El jacuzzi burbujea entre nosotros.
Su sonrisa desaparece y levanta la mirada hacia mí, sombrío.
—No llevo nada debajo de esto. —Señalando al nudo de su bata,
añade—, supongo que tú tampoco…
—Sip.
Observa el agua caliente, su anhelo casi palpable.
—Mira —dice alargándolo—. Haz lo que tengas que hacer, pero
yo apenas puedo caminar. Voy a meterme.
Apenas termina de hablar, jala el cordón y yo obtengo un vistazo
rápido de su pecho. Me volteo rápido, repentinamente muy interesada
en la mesa con aperitivos y botellas de agua que se encuentra contra la
pared. Se escucha el sonido de la tela cayendo al suelo antes de que
gima un bajo y profundo «Oh, Dios». El sonido es como un diapasón
que dispara un temblor a través de mi cuerpo.
—Olivier, tienes que meterte.
Tomo una copa pequeña con frutos secos, y cojo un puñado—.
Estoy bien.
—Ambos somos adultos, y de cualquier forma no se ve nada. Mira.
Me volteo y miro a regañadientes sobre mi hombro. Tiene razón,
las burbujas del jacuzzi llegan justo por debajo de sus hombros, pero
aún hay un problema. ¿Quién diría que tengo algo por las clavículas?
Sus labios forman una sonrisa y se inclina hacia atrás, recargando sus
brazos hacia los costados y suspirando dramáticamente.
—Dios, esto se siente increíble.
Cada uno de mis moretones y adoloridos músculos prácticamente
lloriquean en respuesta. El vapor es como un juego de dedos que me
incitan a entrar. Burbujas, chorros de agua y la sutil esencia de lavanda
en todo el lugar.
Clavícula desnuda.
—De acuerdo —digo—, pero, cierra tus ojos. —Lo hace, pero
apuesto a que aún puede ver—. También cúbrelos. —Pone una palma
sobre sus ojos, sonriendo—. Usa las dos manos.
Una vez que está lo suficientemente ciego, lucho por salir de la
bata.
—Cuando me apunté a esta luna de miel, no tenía pensado que
incluiría mucho desnudismo.
Ethan ríe detrás de sus manos, y yo meto mi pie en el agua. La
calidez me envuelve —está casi demasiado caliente— y siseo mientras
me hundo más en el agua. Se siente irreal, todo el calor y las burbujas
sobre mi piel.
Dejo escapar un suspiro tembloroso—. Oh Dios, se siente tan
bien.
Se endereza.
—Ya puedes ver. Estoy decente —digo.
Baja sus manos, su expresión cautelosa—. Eso es debatible.
Chorros de agua chocan contra mis hombros y las plantas de mis
pies. Inclino mi cabeza hacia un lado.
—Esto se siente tan bien que ni siquiera me importa lo que digas.
—Bueno, entonces desearía tener la energía para decir algo
realmente brillante.
Resoplo y río. Me siento borracha.
—Estoy tan agradecida de ser alérgica a los mariscos.
Ethan se sumerge aún más en el agua.
—Sé que en este momento estamos pagando las consecuencias,
pero ¿te divertiste hoy?
Quizás solo sea el hecho de que el agua caliente me haya dejado
más como gelatina que como músculos adoloridos y moretones, pero
realmente me divertí.
—Aun teniendo en cuenta, que tuve que tirar mi par favorito de
tenis y que apenas me puedo sentar. Sí, me divertí. ¿Tú?
—También. De hecho, sin contar todo el asunto de Sophie, estas
vacaciones no han sido tan terribles.
Le echo una mirada con un solo ojo.
—Guau, tranquilo con los halagos.
—Ya sabes a lo que me refiero. Pensé que estaría por mi cuenta
en la alberca, comería mucho y volvería a casa con un bronceado.
Pensé que solo tenía que soportarte.
—Creo que debería estar ofendida por lo que acabas de decir,
pero… realmente pensé lo mismo.
—Por eso es tan raro estar aquí. —Ethan gesticula hacia la
habitación antes de estirarse para coger un par de aguas embotelladas
que estaban en el borde del jacuzzi. Mis ojos siguen todos sus
movimientos, la manera en la que los músculos de su espalda se
contraen y luego se estiran, la manera en la que el agua se escurre por
su piel. Mucha piel—. Dios, tu hermana enloquecería si nos viera ahora
mismo.
Parpadeo de vuelta a la realidad, estirándome por la botella que
me tiende.
—¿Mi hermana?
—Sí.
—Mi hermana piensa que eres genial.
—Ella… ¿En serio?
—Sí. Odia todos los viajes que tú y Dane hacen, pero no tiene mi
«Odio hacia Ethan».
—Uh —dice, considerando lo que acabo de decir.
—Pero no te preocupes, no le voy a decir que he disfrutado de
pequeños fragmentos de tu compañía. La Ami presumida es la peor
Ami.
—¿No crees que sea capaz de saberlo? ¿Ustedes no tienen algo
así como telepatía entre gemelas?
Me río mientras abro mi botella—. Lamento decepcionarte, pero
no.
—¿Qué se siente tener una gemela?
—¿Qué se siente no tener un gemelo? —replico, y él se ríe.
—Touché.
Ethan debe haber entrado en calor porque se desliza un poco
hacia atrás antes de moverse a otro lugar del jacuzzi, un lugar que está
un poco más alto y deja más piel expuesta al aire.
El problema, como veras, es que eso también deja más piel
expuesta para mí. Mucha más.
Veo sus hombros, clavícula, pecho… y cuando levanta el brazo
para quitar el cabello de su frente, alcanzo a vislumbrar un pedazo de
los abdominales bajo sus pezones.
—Ustedes siempre han sido tan… —Se calla, agitando
perezosamente una mano como si supiera de lo que está hablando.
Cosa que hago.
—¿Diferentes? Sí. Según mi madre, desde que éramos bebés. Lo
cual es bueno porque tratar de seguirle el ritmo a Ami ya me habría
vuelto loca.
—Definitivamente es un montón. ¿Es raro ahora que está casada?
—Ha sido diferente desde que conoció a Dane, pero eso estaba
destinado a pasar, ¿sabes? La vida de Ami sigue su curso como
debería. Mientras que la mía se estancó en algún momento.
—Pero eso está a punto de cambiar. Eso tiene que ser
emocionante.
—Lo es. —Es raro platicar de estas cosas con Ethan, pero parece
genuinamente sincero e interesado. Me hace querer platicar, hacerle
preguntas.
—Sabes, no creo que sepa en qué trabajas. ¿Algo relacionado
con matemáticas? Te apareciste en el cumpleaños de Ami vestido en
traje y corbata, por lo que solo asumí que, o habías desahuciado
algunos huérfanos, o cerrado algunos negocios familiares.
Ethan pone los ojos en blanco.
—Soy un planificador de identificación digital para una compañía
de investigación.
—Eso suena inventado. Como en «El Padre de la Novia» cuando
ella le dice a Steve Martin que su prometido es un consultor de
comunicaciones independiente, y él le responde que ese es un código
para «desempleado».
Se ríe sobre la tapa de su botella de agua.
—No todos podemos tener trabajos que se explican por sí solos
como «vendedores de droga».
—Ja, ja.
—Siendo específico —dice—. Me especializo en desglose y
análisis presupuestario, pero en términos simples, yo le digo a mi
compañía cuánto dinero nuestros clientes deberían gastar en publicidad
digital.
—¿Es la manera elegante de decir «¡Promueve esta publicación
de Facebook!» O «¡Pon tanto en Twitter!»?
—Sí, Olive —dice secamente—. Eso es a menudo lo que es. En
su mayor parte estás en lo correcto, es un montón de matemáticas.
Hago una mueca—. No, gracias. Paso.
Suelta una sonrisa tímida que hace vibrar mis huesos.
—¿Honestamente?, siempre me han encantado los números y los
datos, pero esto es otro nivel.
—¿Y en serio te gusta?
Se encoge de hombros, levantando distraídamente un musculoso
hombro.
—Siempre quise un trabajo en donde pudiera jugar con los
números todo el día, examinándolos de manera diferente, tratando de
descifrar algoritmos y anticipar patrones… este trabajo me permite
hacer todo eso. Ya sé que suena súper nerd, pero en verdad lo disfruto.
Uh. Mi trabajo siempre ha sido solo eso, un trabajo. Amo hablar
de la ciencia, pero no siempre me entusiasma el aspecto comercial de
mi empleo. Básicamente, lo tolero porque es de lo que he estudiado y
porque soy buena en ello. Pero escuchar a Ethan hablar de su trabajo
es sorprendentemente sexy. O tal vez es solo el agua caliente, que
continúa burbujeando entre los dos. El calor me está haciendo sentir
adormilada y ligeramente mareada.
Atenta de mantener mis bubis bajo el agua, me estiro por una
toalla.
—Siento que me derrito —digo.
Ethan murmura un «Emmm» en acuerdo—. Voy a salir primero
para informarle a la masajista que estamos listos.
—Suena bien.
Usa su dedo para indicarme que debería voltearme.
—Nada que no hayamos visto ya —dice. Lo escucho secarse, y
esa imagen en mi cabeza, lanza escalofríos extraños por todo mi
cuerpo—. El baño de la perdición ya se encargó de eso.
—Siento que te debo una disculpa —le digo—. Vomitaste justo
después de eso.
Se ríe quedamente, bajo su aliento.
—Como si esa fuera a ser mi reacción al verte desnuda, Olive.
La puerta se abre y cierra de nuevo. Cuando me volteo para
preguntarle a qué se refiere, ya no está.
•••
Me reporto en el número
de bajas.
Igual.
Ah, salió
¿Salió?
19Fraggle Rock fue una serie infantil de los años 80, protagonizada por muñecos (diferentes tipos de
títeres) llamados Fraggles.
―¿Y a ti qué te pasa?
Miro hacia abajo para entender a qué se refiere. Estoy sentada
derecha y rígida, con el antifaz para dormir en la frente, las sábanas
apretadas sobre contra pecho y los ojos bien abiertos.
La honestidad siempre funcionó mejor para nosotros—: Estoy un
poco asustada porque sugeriste pasar el día juntos, solo nosotros, y la
idea no hace que me quiera tirar por el balcón.
Ethan se ríe.
―Prometo ser lo más irritante posible. ―Luego se gira, volviendo
al salón mientras grita―: Y lo más presumido también.
Con este recordatorio del día de ayer, mi estómago da un vuelco
y mis partes femeninas se despiertan. Esto es suficiente. Empujándome
con los codos, lo sigo, ya no me importa que me vea en mi pequeño
pijama, o que él esté en boxers y una remera desgastada. Después de
nuestro encuentro en el baño del barco, el jacuzzi y sus manos sobre
mi piel aceitada ayer, no quedan más secretos.
―¿Podríamos ir a la pileta? ―sugiero.
―Gente.
―¿Playa?
―También gente.
Miro por la ventana, para pensar.
―¿Podríamos alquilar un auto y manejar por la costa?
―Ahora me hablas. ―Coloca las manos detrás de su cabeza y
sus bíceps aparecen, distrayéndome. Pongo los ojos en blanco (a mí
misma, por supuesto, por darme cuenta) y porque es Ethan y nada se
le escapa, el muy descarado lo hace otra vez―. ¿Qué estás mirando?
―Empieza a alternar entre sus brazos, hablando con ritmo desigual
para seguir el de las flexiones de sus bíceps―. Parece-que-a-Olive-le-
gustan-los-músculos.
―Me recuerdas tanto a Dane ―digo, tratando de no reír, pero no
hace falta porque la risa muere en mi garganta al ver cómo cambia la
postura de Ethan.
Baja sus brazos y se inclina hacia adelante, apoyando los codos
sobre sus muslos―. Está bien, entonces.
―¿Es un insulto? ―Pregunto.
Sacude la cabeza, pero después parece pensar su respuesta por
un momento. Suficiente tiempo como para que me aburra y me vaya a
la cocina para hacerme un poco de café.
Al final, dice―: Tengo el presentimiento de que no te gusta mucho
Dane.
Uh, este es un territorio peligroso.
―Me cae bien ―contesto de manera evasiva y le sonrío ―. Me
cae mejor que tú.
Sigue un silencio raro. Raro porque los dos sabemos que es
mentira. El ceño de Ethan se va transformando en una sonrisa con
lentitud.
―Mentirosa.
―Vale, admito que ya no eres Satanás, pero definitivamente eres
uno de sus secuaces. Me refiero ―digo, mientras llevo dos tazas al
salón y dejo la suya en la mesa ratona―, siempre pensé que Dane era
más como un chico de fraternidad y, como, del tipo que toma cerveza
Budweiser con un koozie20, pero lo que me confundía es cómo podías
ser peor cuando parecías mucho más apañado.
―¿A qué te refieres con «peor»?
20Fundade tela o espuma que está diseñada para aislar térmicamente un recipiente de bebidas,
como una lata o una botella.
―Vamos ―le digo―, ya sabes. Siempre lo llevabas a viajes
increíbles cuando Ami tenía algo planeado. El día de San Valentín en
Las Vegas. Su aniversario el año pasado, lo llevaste a surfear a
Nicaragua. Lo llevaste a esquiar a Aspen en su; bueno, nuestro treinta
y un cumpleaños. Terminé comiéndome el postre gratuito de Ami en
Olive Garden porque estaba muy borracha como para agarrar un
tenedor.
Ethan se me queda mirando, confundido.
―¿Qué? ―pregunto.
Sacude la cabeza, todavía mirándome. Al final, dice―: Yo no
planeé esos viajes.
―¿Qué?
Riendo sin gracia, se pasa la mano por el pelo. Su bíceps sale de
nuevo.
Lo ignoro.
―Dane planea todos los viajes. Incluso me metí en problemas con
Sophie por ir a Las Vegas en San Valentín. Pero no tenía idea de que
se estaba perdiendo eventos. Simplemente asumía que necesitaba un
tiempo de hermanos.
Durante un par de segundos en silencio revivo en mi memoria todo
esto, porque me doy cuenta de que está siendo sincero. Recuerdo en
específico estar ahí cuando Dane le dijo a Ami del viaje a Nicaragua,
cómo iba a tener que perderse el aniversario de su primera cita, y ella
se veía devastada. Dijo―: «Ethan, el muy idiota, compró pasajes no
reembolsables. No puedo decir que no, nena».
Estoy a punto de decirle esto a Ethan cuando habla antes.
―Estoy seguro de que no se dio cuenta de que estaba cancelando
los planes que hacía ella. No haría eso. Dios, se sentiría horrible.
Por supuesto que lo vería así. Si esto fuera al revés, haría o diría
cualquier cosa para defender a mi hermana. Pensándolo mejor, debo
admitir que este no es el momento de discutir esto, y tampoco somos
los que deberían hacerlo. Esto es entre Ami y Dane, no Ethan y yo.
Ethan y yo estamos en un buen lugar; no lo arruinemos, ¿está
bien?
―Seguro que tienes razón ―digo, y me mira con gratitud, y quizás
con un poco más de claridad también. Todo este tiempo pensé que era
él quien estaba detrás de todos esos viajes, ahora lo entiende. No es
solo que no sea el imbécil sentencioso que creí que era, sino que
tampoco es la terrible influencia que hizo que lastimaran a mi hermana.
Es mucho que procesar.
―Vamos ―le digo―. Vistámonos y consigamos un auto.
•••
21Esun tipo especial de fuente termal que emite periódicamente una columna de agua caliente y
vapor al aire.
y el viento está azotando lo suficientemente fuerte para ceñir su camisa
contra el pecho. Detrás de él, el géiser Nakalele erupciona
majestuosamente a casi cien pies en el aire.
—Deberías enmarcar esa para tu nueva oficina —dice.
Lo miro sobre el hombro, insegura de si está bromeando. Una
rápida inspección a su expresión no me aclara las cosas.
—Sí, no lo creo. —Ladeo la cabeza—. Es extrañamente obscena.
—¡Había viento! —protesta, claramente pensando que me refiero
al hecho de que cada contorno de su pecho es visible bajo la camiseta
azul.
Lo cual... Sí, pero—: Hablaba de la enorme eyaculación detrás de
ti.
Ethan se calla, y lo miro de nuevo, sorprendida de que no haya
rehuido de esta. Parece que se está mordiendo la lengua. Admito que
he virado del territorio del insulto para correr precipitadamente hacia el
de la conversación sexual. Creo que está evaluando si pretendía ligar
con él.
Y entonces parece decidir que no—lo cual es cierto, pero ahora
que lo pienso, quizá debería haberlo hecho—y se inclina para morder la
última porción de su taco. Exhalo, pasando a la siguiente foto: una
imagen que me tomó de pie frente a la famosa roca con forma de
corazón. Ethan mira sobre mi hombro otra vez, y siento como ambos
nos quedamos quietos.
Ciertamente es una gran fotografía de mí. Mi pelo está recogido,
pero suelto de la trenza. Mi sonrisa es enorme; no me veo como la
pesimista que soy. Parezco totalmente embelesada con el día. Y
mierda, con el viento aplastando mi camisa contra el torso, las gemelas
se ven increíbles.
—Envíame esa, ¿vale? —dice en voz baja.
—Claro. —Se la envío, y escucho el pequeño ring cuando su
teléfono lo recibe.
—No hagas que me arrepienta.
—Necesito una buena imagen para mi muñeca vudú.
—Bueno, siempre y cuando esa sea tu intención.
—¿Si no cuál? —Se inclina por un tono pícaro, y no aparta la
mirada, que de repente grita «spank bank22».
Mi estómago se retuerce de nuevo. Una insinuación de
masturbación. Humor sugerente. Esto se siente como una caída libre
sin paracaídas. Puedo manejar a Ethan cuando es terrible; pero no sé
cómo manejarlo cuando está dirigiendo su encanto legendario hacía mí.
—¿Qué haremos por la noche? —pregunta, apartando la mirada
mientras parpadea, relajando inmediatamente el ambiente.
—¿Realmente queremos forzarlo? —pregunto—. Hemos estado
juntos por... — Tomo su brazo y miro el reloj—. Como casi ochenta años
ya. Hay moretones, pero aún ningún derramamiento de sangre. Digo
que renunciemos mientras podamos.
—¿Qué implica eso?
—Yo me quedo con la habitación y Netflix, tú deambulas por la
isla para echarle un vistazo a tus horrocruxes escondidos.
—Sabes que para crear un horrocrux debes asesinar a alguien,
¿verdad?
Alzo la mirada hacia él, odiando el pequeño aleteo que se produce
en mi pecho ante el hecho de que entiende la referencia de Harry Potter.
Sabía que era un amante de la lectura, ¿pero ser el mismo tipo de
amante de la lectura que yo? Hace que mi interior se derrita.
22Spank bank: Colección de imágenes, pensamientos, sueños y deseos que uno evoca para
aumentar la excitación para conseguir el clímax, cuando se está en plena masturbación.
—Has hecho de mi broma algo muy oscuro, Ethan.
Aplasta entre sus manos la envoltura del taco y se reclina sobre
sus manos.
—¿Sabes qué quiero hacer?
—Oh... Me sé esta. Quieres cenar en un bufet.
—Quiero emborracharme. Estamos en una isla, en una luna de
miel falsa, y está jodidamente hermoso afuera. Sé que te gustan tus
cócteles, Octavia Torres, y no te he visto achispada ni una sola vez. ¿No
suena divertido la idea de unas cuantas copas?
Titubeo—. Suena peligroso.
Eso le hace reír.
—Peligroso, ¿como si fuéramos a acabar o bien desnudos o bien
muertos?
Escucharle decir eso se siente como un puñetazo, porque es
exactamente a lo que me refería, y la idea de terminar muerta no me
asusta ni de cerca como lo hace la otra alternativa.
•••
23Happy trail en idioma original. Hace referencia al vello abdominal masculino que empieza bajo el
ombligo y termina en su vello púbico.
de la pared, un pirata con un mural de barco pirata en la esquina, un
cangrejo con un salvavidas colgado de una red.
Ethan silba en respuesta.
—Esto es otro rollo.
—Está siendo un día tan bueno al no estar asesinándonos, que
voy a ser cortés y sugerir que podemos ir a algún lugar un poco más
ostentoso si lo prefieres, pero no veo un bufet en ningún lado, así que...
—Deja de actuar como si fuese un esnob. Me gusta este sitio. —
Se sienta, toma un pringoso menú y lo lee detenidamente.
Un camarero vestido con una camiseta del Cheeseburger Maui se
para junto a nuestra mesa y llena los vasos de agua.
—¿Quieren comida, o solo bebidas?
Puedo ver que Ethan está a punto de decir solo bebidas, pero me
le adelanto—. Si nos vamos a quedar aquí por un buen rato, vas a
necesitar comida.
—Acabo de comer tacos —reprocha.
—Mides casi dos metros y pesas como noventa kilos. Te he visto
comer, y esos tacos no van a saciarte por mucho tiempo.
El camarero coincide con un murmuro apreciativo detrás de mí, y
alzo la vista hacia él.
—Le echaremos un vistazo al menú.
Pedimos las bebidas, y entonces Ethan apoya sus codos sobre la
mesa, examinándome.
—¿Te estás divirtiendo?
Pretendo que estoy concentrada en el menú y no en el remolino
de inquietud que siento ante el tenor sincero de sus palabras.
—Shh. Estoy leyendo.
—Venga ya. ¿No podemos tener una conversación?
Pongo mi mejor cara de confusión.
—¿Una qué?
—El intercambio de palabras. Sin cháchara. —Exhala
pacientemente—. Te pregunto algo. Me respondes, luego tú me
preguntas algo.
Con un quejido, digo—: Vale .
Ethan me mira.
—Dios mío, ¿qué? —Pregunto—. ¡Pregúntame algo, entonces!
—Te pregunté si te estabas divirtiendo. Esa era mi pregunta.
Tomo un sorbito de mi agua, giro el cuello, y le doy lo que quiere.
—Vale. Sí. Me estoy divirtiendo.
Continúa observándome, expectante.
—¿Te estás divirtiendo? —pregunto obedientemente.
—Sí, me estoy divirtiendo —responde sencillamente, apoyándose
contra el respaldo de su silla—. Esperaba que esta isla tropical fuera el
infierno sobre la tierra, y estoy gratamente sorprendido de que solo
quiera envenenar tu comida la mitad del tiempo.
—Progreso. —Levanto mi vaso de agua y brindo con el suyo.
—¿Entonces, hace cuánto de tu último novio? —Pregunta, y casi
me ahogo con un trozo de hielo.
—Caray, esto ha escalado rápido.
Se ríe y hace una mueca tan adorable que quiero derramar el agua
sobre su regazo.
—No quería sonar raro. Solo que justo ayer hablamos de Sophie,
y me di cuenta de que no había preguntado nada sobre ti.
—Está bien —le aseguro con un ademán relajado—. Me parece
bien no hablar de mi vida amorosa.
—Ya, pero quiero saberlo. Ahora somos como amigos, ¿no? —
Unos ojos azules parpadean cuando sonríe, el hoyuelo hace acto de
presencia, y aparto la mirada, dándome cuenta de que los demás
también notan su sonrisa—. O sea, ayer te masajeé el culo.
—Deja de recordármelo.
—Anda ya. Te gustó.
Me gustó. La verdad es que sí. Respiro hondo, y le digo—: Mi
anterior novio era un chico llamado Carl, y...
—Perdona. ¿Carl?
—Mira, no todos tienen nombres sensuales como Sophie —digo,
e inmediatamente me arrepiento porque le hace fruncir el ceño, incluso
cuando el camarero coloca una gran bebida alcoholizada llena de frutas
frente a él—. Bueno, se llamaba Carl, y trabajaba en 3M24, y... Dios, esto
es ridículo.
—¿Qué es ridículo?
—Rompí con él porque cuando todo el asunto de 3M y la
contaminación del agua se fue cuesta abajo, defendió a la empresa y
simplemente no pude soportarlo. Se sintió muy corporativo y tosco.
Ethan se encoge de hombros—. A mí me parece una razón muy
justa para dejarlo.
Le choco los cinco sin pensarlo, y entonces anoto mentalmente lo
genial que ha sido que me chocase los cinco en ese momento.
—De todas formas, eso fue... hace bastante, y aquí estamos
ahora. —Se ha pimplado ya como la mitad de su mai tai, por lo que se
lo devuelvo—. ¿Ha habido alguien desde Sophie?
27Vikings es una serie de televisión de drama histórico creada y escrita por Michael Hirst para el
canal History.
28La Boundary Waters: en español significa literalmente Aguas Fronterizas, también llamada
Quetico-Superior country, o país de Quetico-Superior— es una región virgen situada a caballo entre
la frontera de Estados Unidos y Canadá.
—Demasiado bien quizá. —Me inclino hacia el escape... Digo,
hacia el camino hacia el ascensor.
—Solo tomen este y llegarán arriba.
Ethan levanta un dedo y atrae a Chris—. ¿Quieres saber un
secreto?
Uhhhh...
Divertido, Chris se inclina—. Claro.
—Ella me gusta.
—Eso espero —Chris contesta en un susurro—. Es tu esposa.
Un estallido recorre mi corazón. Está borracho, me digo. No es
algo que diga en serio, solo son palabras de un borracho.
A salvo en la suite, no puedo evitar dejar que Ethan caiga sobre
la enorme cama por esta noche. Va a tener un fuerte dolor de cabeza
por la mañana.
—Dios, estoy tan cansado —se queja.
—¿Un duro día de turismo y bebida?
Se ríe, levanta una mano que aterriza pesadamente sobre mi
antebrazo—. No me refiero a eso.
Su pelo ha caído sobre un ojo, y estoy muy tentada a apartárselo.
Por comodidad, por supuesto.
Extiendo la mano, cuidadosamente recorriendo el cabello por su
frente, y él alza la mirada con tal intensidad que me congelo con mis
dedos cerca de su sien.
—¿A qué te refieres, entonces? —pregunto con voz queda. No
rompe el contacto visual. Ni por un respiro.
—Es tan agotador pretender que te odio.
Eso me detiene brevemente, y —aunque ahora lo sé, la verdad
todavía me sorprende— le pregunto—: ¿Entonces no me odias?
—Nop. —Sacude la cabeza dramáticamente—. Nunca lo he
hecho.
¿Nunca? —Parecías hacerlo.
—Eras muy agresiva.
—¿Yo era agresiva? —pregunto confundida. Rememoro la
historia mentalmente, intentado ahora verla desde su perspectiva. ¿Fui
agresiva?
—No sé qué hice. —Frunce el ceño—. Pero de todas formas no
importó, porque Dan me dijo que ni me molestara.
Estoy tan perdida—. ¿Qué te dijo que no hicieras qué?
Sus palabras son un murmullo silencioso—: Dijo: «Ni de coña».
Estoy empezando a entender qué es lo que me está diciendo, pero
repito sus palabras de todas formas—: ¿Ni de coña al qué?
Ethan levanta la mirada hacia mí, su vista danzando, y se estira
para tomar mi nuca. Sus dedos juegan con mi trenza por un
contemplativo segundo, y luego tira de mí hacia abajo con una mano
sorprendentemente cuidadosa. Ni siquiera me resisto; es casi como si,
en retrospectiva, hubiese sabido que este momento llegaría sí o sí.
Mi corazón bombea en mi garganta mientras nos movemos juntos;
unos breves besos exploratorios seguidos por el alivio no solicitado de
algo más profundo, con pequeños sonidos de sorpresa y hambre
provenientes de ambos. Sabe a alcohol barato y contradicciones, pero
sin duda alguna es el mejor beso de mi vida.
Separándose, parpadea diciendo—: Esto.
Tendré que ver si hay algún médico en el hotel mañana. Algo está
definitivamente mal con mi corazón: está latiendo demasiado fuerte,
demasiado firme.
Los ojos de Ethan se cierran, y me tira a su lado en la cama,
enroscando su largo cuerpo alrededor del mío. No puedo moverme,
apenas puedo pensar. Su respiración se iguala, y sucumbe a un sueño
borracho. El mío llega mucho después, bajo el perfecto peso de su
brazo.
Capítulo once
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Demacrada, aburrida,
casada con un amigo.
¿Y mamá, papá?
Te extraño, mami.
Te extraño también.
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32Aventura acabada: es un juego de palabras en inglés, literalmente «fling flung». Ethan hace
referencia a otro de los chistes malos de Olive.
—¿Acabamos de decidir algo? —pregunta.
Sonrió con los ojos cerrados.
—Eso creo.
—Bien. Porque estoy un poco loco por ti.
Conteniendo la respiración admito con tranquilidad—: Yo también
estoy loca por ti.
Sé que, si me girara a ver su cara, estaría sonriendo. Lo siento por
como sus brazos se tensan alrededor de mí.
Observamos el cielo mientras se transforma cada pocos
segundos, un lienzo irreal que cambia constantemente frente a
nosotros. Me hace sentir como una niña pequeña otra vez, y en vez de
imaginar un castillo en el cielo, estoy viviendo en él; es en verdad lo
único que podemos ver a nuestro alrededor es este dramático cielo
pintado.
Toda la audiencia cae en un silencio unificado, y mi propio hechizo
se rompe cuando el sol es grande y brillante y la masa de cuerpos
comienza a prepararse para irse. No me quiero ir. Quiero sentarme justo
aquí, apoyada en Ethan, por toda la eternidad.
—Disculpe —le dice Ethan a una mujer que va pasando en un
grupo—. ¿Podría tomarnos una foto a mí y mi novia?
Bueno… quizá es hora de volver a la habitación del hotel.
Capítulo catorce
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33Original
“I’ve been sacked”. Quiere decir ser despedido o golpeado, pero Dane lo interpreta de
forma sexual, lo cual sería un “me han golpeado con las bolas (masculinas)”. Un equivalente podría
ser «me han follado» (al haberme despedido del trabajo).
fallando, en darle un poco de ligereza a mi estado de ánimo, pero Dane
malinterpreta lo que quiero decir y pone la mano para chocar los cinco.
—¡Obviamente sí! —Dane grita, con la mano extendida.
No quiero dejar al pobre hombre colgando, así que toco un dedo
en el medio de su palma y sacudo mi cabeza.
—Me refiero a, despedida —aclaro, e Ethan lo sigue con un
tranquilo—. No de la forma sexy.
La boca de Dane se contrae en la forma de un pequeño y extraño
ano, y suelta un comprensivo—. Oooh, eso apesta.
Ni siquiera está haciendo nada tonto en este momento, pero lo
juro, su barba perfectamente bien cuidada, las gafas falsas que ni
siquiera necesita y su camisa de vestir de moda rosa me hace querer
tirarle mi Martini a la cara.
Pero esa reacción es muy... Olive, ¿no es así? ¿Estoy de vuelta
en la ciudad por solo unos pocos días y ya estoy en un mal estado de
ánimo? Señor.
—Estoy tan gruñona —digo en voz alta, y Dane se ríe como si
dijera «Lo sé, ¿verdad?» pero Ethan se inclina hacia mí.
—Para ser justos, acabas de perder tu trabajo —dice en voz baja,
y le sonrío sombríamente—. Por supuesto que estás gruñona.
Dane nos mira fijamente.
—Va a ser difícil acostumbrarme a verlos juntos, chicos.
—Apuesto que sí —digo con un significado casi intencional, y lo
miro a los ojos.
—Estoy seguro de que tuvieron mucho de qué hablar en la isla. —
Me guiña un ojo y luego agrega alegremente—. Habiéndose odiado a
muerte de antemano.
Me pregunto si Ethan está teniendo el mismo pensamiento que
yo, que esto es algo muy extraño de decir, pero exactamente lo que
alguien que teme ser descubierto diría.
—Lo hicimos —dice Ethan—, pero todo está bien.
—No tenías que decirle a Ethan que paso enojada todo el tiempo
—le digo, incapaz de evitarlo.
Dane desestima eso.
—Eh, contigo, es una apuesta segura. Odias a todos.
Eso se revuelve dentro de mí, sonando a falso. Por mi vida que no
puedo pensar en una solo persona que odie en este momento. Excepto
quizás a mí misma, por mentirle al Sr. Hamilton y terminar en este lugar,
donde no estoy segura si seré capaz de pagar la renta dentro de un
mes… otra vez.
Ethan pone su mano sobre la mía, un silencioso «déjalo ir». Y
verdaderamente, no parece que merezca la pena discutir con Dane, ya
sea ahora ni nunca.
—¿Dónde está Ami? —pregunto, y Dane se encoge de hombros,
mirando la puerta sobre su hombro. Lleva quince minutos tarde y es
desorientador. Mi hermana es la más puntual; Dane es el tardón y ya
está señalando a la camarera por una segunda cerveza.
—Así que, ¿fue esta la oferta de trabajo que recibiste en el
aeropuerto? —Dane pregunta una vez que ella se fue.
Asiento con la cabeza.
—¿Era, como, el trabajo de tus sueños?
—No —le digo—, pero sabía que sería buena en eso. —Levanto
el palillo y giro la aceituna en mi copa de Martini—. ¿La mejor parte? Me
despidieron porque vi a mi nuevo jefe en Maui, y le mentimos acerca de
estar casados.
Una risa brota de la boca de Dane antes de que pueda contenerla.
Parece darse cuenta de que estoy siendo sincera.
—Espera. ¿En serio?
—Sí, y la esposa, Molly, realmente amó a Ethan y lo invitó al club
de cónyuges y todas esas cosas. Creo que el Sr. Hamilton se sintió
incómodo confiando en mí sabiendo que había mentido por completo
durante toda una comida con él, y no puedo decir que lo culpe.
Dane parece que quiere seguir riéndose, pero sabiamente no lo
hace.
—¿Por qué no simplemente le dijiste que estabas tomando las
vacaciones de tu hermana?
—Esa, Dane, es la pregunta del siglo.
Deja escapar un silbido largo y bajo.
—Por cierto, podemos hablar de cualquier otra cosa —digo—. Por
favor.
Dane cambia hábilmente el tema a sí mismo, su día de trabajo,
cuán mejor se siente. Cómo ha bajado una talla de pantalón. Tiene
algunas entretenidas historias sobre diarrea explosiva en baños
públicos, pero en su mayor parte solo se siente como el Show de Dane.
En el momento en que Dane hace una pausa para echarse unos
cuantos maníes a la boca, Ethan se excusa para ir al baño, y Dane hace
un gesto a la camarera por una tercera cerveza. Una vez que se va de
nuevo, se gira hacia mí.
—Es una locura cuánto tú y Ami se parecen —dice.
—Idénticas, dicen. —Tomo un envoltorio de una pajita y lo enrollo
en una espiral apretada, sintiéndome extrañamente incómoda sentada
aquí sola con Dane. Lo extraño es cómo solía ver el parecido familiar
entre Ethan y Dane, pero en este momento, no se parecen en nada.
¿Es porque ahora conozco a Ethan íntimamente, o es porque es un
buen humano y su hermano parece estar podrido por dentro?
Es especialmente incómodo porque todavía me está mirando. A
pesar de que no lo miro a los ojos, puedo sentir su enfoque en un lado
de mi cara.
—Apuesto a que Ethan te contó todo tipo de historias.
Y oh. Mi mente está zumbando de inmediato. ¿Está hablando de
lo que creo que está hablando?
—¿Sobre él mismo? —me desvío.
—Sobre todos nosotros, toda la familia.
Los padres de Dane e Ethan son dos de las personas más
moderadas que he conocido en mi vida, el epítome de la amabilidad
Minnesota, pero también extremadamente aburrida, así que creo que
tanto Dane como yo sabemos que Ethan no compartiría muchas
aventuras sobre toda la familia. ¿Es mi eterno filtro escéptico lo que me
hace pensar que está hablando acerca de los viajes de hermanos
siendo idea de Dane y, por supuesto, de todas sus novias antes del
compromiso?
Lo miro por encima del borde de mi copa. Estoy tan en conflicto.
Le dije a Ethan (y a mí misma) que dejaría ir esto. Que Ami es una mujer
inteligente y sabe en lo que se está metiendo. Que siempre soy yo la
pesimista matadora de ánimos.
Dane obtiene una última oportunidad, y eso es todo.
—Todos tenemos historias, Dane —le digo de manera uniforme—
. Tú y Ethan tienen las suyas. Ami y yo tenemos las nuestras. Todos las
tenemos.
Se mete un par de maníes en la boca y me sonríe mientras
mastica, con la boca abierta, como si me hubiera superado. Por irritante
que sea, puedo ver que está realmente aliviado. Si fuera alguien más
sonriéndome así, me sentiría honrada de ser claramente bienvenida en
su círculo interno. Pero con Dane, me hace sentir falsa, como si no
estuviera apoyando a mi hermana sino a su esposo, como si la estuviera
traicionando.
—Entonces te gusta mi hermano mayor, ¿eh? —pregunta.
El ronco silencio de su voz me inquieta.
—Es bueno, supongo —respondo en broma.
—Es bastante bueno —dice, y luego agrega—, incluso si él no soy
yo.
—O sea —digo, forzando una sonrisa tonta—, ¿quién lo es?
¿Cierto?
Dane agradece a la camarera cuando entrega la cerveza fresca y
luego toma un sorbo espumoso, todavía estudiándome.
—Si alguna vez quieres intercambiar, házmelo saber.
Mis ojos vuelan a su cara y siento la forma en que la sangre
abandona mi cara en un instante. No hay forma de que esté
malinterpretando su significado.
—Disculpa. ¿Qué?
—Solo una noche de diversión —dice alegremente, como si tan
solo no se hubiera ofrecido a engañar a su esposa con su hermana
gemela.
Golpeo mi barbilla con un dedo, sintiendo el calor de mi cuello, mi
cara sonrojada.
Lucho por mantener mi voz uniforme.
—Sabes, creo que rotundamente voy a pasar de dormir con mi
cuñado.
Se encoge de hombros como si no le importara, y silenciosamente
confirma que sus vagas palabras significaban exactamente lo que
pensé que significaban, pero entonces sus ojos atrapan algo sobre mi
hombro. Supongo que Ethan está caminando de regreso, porque Dane
sonríe, inclinando la barbilla.
—Sí —dice mientras Ethan se acerca—, supongo que él es
bueno.
Me quedo boquiabierta al ver cómo regresa casualmente a
nuestra conversación anterior.
—¿Estaban ustedes dos hablando de mí? —pregunta Ethan,
sentándose en el taburete al lado mío y presionando su sonrisa en mi
mejilla.
—Lo estábamos —dice Dane. Lo miro. No hay ni siquiera una
advertencia en su expresión, ni siquiera miedo de que pueda decirle
algo a Ethan sobre lo que acababa de suceder. ¿Al decirle que todos
tenemos historias, al implicar que no voy a presionar en su pasado, he
indicado que estoy bien siendo eternamente cómplice de algún modo?
Dane mira su teléfono cuando vibra en la barra superior a su lado.
—Oh, Ami llegará con una hora de retraso. Me paro
abruptamente, como un robot.
—Saben, está bien. No estoy en el mejor ánimo esta noche. ¿Lo
dejamos para otro momento, chicos?
Dane asiente con facilidad, pero Ethan parece preocupado,
estirando una mano para detenerme.
—Oye, oye. ¿Estás bien?
—Sí. —Paso una mano temblorosa por mi cabello, mirando más
allá de él. Me siento nerviosa y asquerosa y como si, de alguna manera,
hubiera sido desleal a Ethan y a mi hermana. Necesito alejarme de
Dane y tomar un poco de aire.
—Creo que solo quiero ir a casa y revolcarme un poco. Ya sabes
como soy. Él asiente como si lo supiera y me libera con una sonrisa
comprensiva.
Pero de repente siento que no sé nada. Estoy aturdida
Eso no es del todo cierto. Sé algunas cosas. Por ejemplo, sé que
perdí mi trabajo hoy, y sé que el esposo de mi hermana la engañó antes
y está aparentemente feliz de volver a hacerlo. Con su gemela. Necesito
conseguir algo de claridad y averiguar cómo demonios voy a contarle a
Ami todo esto.
Capítulo deciseis
•••
EL CAMINO A CASA ES BORROSO. ME ALTERNO entre estar
molesta conmigo misma por todo esto y aterrada por mi futuro ingreso,
furiosa con Dane, triste y decepcionada con Ethan y absolutamente
devastada por Ami. No es suficiente con esperar que Dane le dé la
espalda a una nueva página después de estar casado. Es un mal tipo,
y mi hermana no tiene ni idea.
Intento no ser tan dramática y pensar demasiado lo que dijo Ethan.
Intento darle el beneficio de la duda e imaginar cómo me sentiría si
alguien acusara a Ami de hacer esto. No tengo siquiera que pensar en
ello: haría cualquier cosa por mi hermana. Y ahí es cuando me cae de
golpe. Recuerdo la cara sonriente de Dane en el aeropuerto, y la
sorpresa de que hoy se me insinuara con su hermano a meros pasos
de distancia. La confianza de Dane en ambos casos no es sobre mi o la
habilidad de mantener su secreto. Era sobre Ethan y su inhabilidad de
creer que su hermano intencionalmente haría algo malo. Ethan era su
todo-o-nada.
Considero en ir con Ami y esperarla, pero si Ami planeaba
esperarlos en el restaurante, no estaría ahí de todas formas. Vendrán
juntos después también. Y definitivamente no quería estar ahí cuando
Dane regresara.
No creí que fuera posible, pero mi humor se bajonea aún más
cuando me estaciono. No solo está el coche de mi madre ahí (y
estacionado en mi espacio designado) pero también el de Diego y mi
prima Natalia, lo que significa que la tía María probablemente está ahí
también. Por supuesto.
Con mi coche estacionado del otro lado del complejo, camino a
través del lodo y subo las escaleras a mi departamento. Casi ya puedo
escuchar la rebuznada risa de la tía María, ella es la hermana de mi
madre y la más cercana en edad a ella, pero las dos no podrían ser más
diferentes: mi madre es fina y quisquillosa, tía María es casual y se ríe
constantemente. Mientras que mi mamá sólo me tiene a mí y a Ami
(aparentemente tener gemelas fue suficiente para ella), la tía María
tiene siete hijos, cada uno con dieciocho meses de diferencia. No fue
hasta que estaba en quinto grado que me di cuenta que no todos tienen
diecinueve primos hermanos.
Aunque nuestro núcleo familiar es relativamente pequeño
comparada al resto de los Torres y González, un extraño nunca sabría
que solo cuatro de nosotros vivía en nuestra casa cuando crecíamos
porque al menos dos personas más siempre estaban ahí. Los
cumpleaños eran grandes eventos, las cenas de los domingos rutinarias
tenían al menos treinta personas en la mesa, y nunca había oportunidad
de estar sola de mal humor. Aparentemente no había cambiado mucho.
—Estoy bastante segura que es lesbiana. —dice tía María
mientras cierro la puerta detrás mío. Voltea a ver por el sonido y apunta
hacia Natalia— Dile, Olive.
Desenrosco mi bufanda alrededor de mi cuello y pisoteo la nueva
fuera de mis botas. Después del fangoso camino a través del
estacionamiento, mi paciencia es poca. —¿De quién estamos
hablando?
Tía María está parada a lado del mostrador de la cocina, cortando
tomates.
—Ximena.
Ximena, la hija menor del hermano mayor de mi mamá y tía María,
tío Omar
—Ella no es lesbiana. —digo— Está saliendo con ese chico,
¿Cuál era su nombre?
Volteo a ver a Natalia que les dice. —Boston.
Chasqueo, señalando. —Es cierto. Dios, que nombre tan terrible.
—Así es como nombras a tu perro, —acepta Natalia— no a tu hijo.
Me quito mi abrigo y lo aviento encima del respaldo del sillón. Mi
mamá inmediatamente se aleja de la masa que está estirando y cruza
la habitación deliberadamente para colgarlo. Deteniéndose enfrente de
mí, empuja mi cabello húmedo lejos de mi frente.
—Te ves terrible, mija —voltea mi cara lado a lado— Come algo.
—Besando mi mejilla, regresa a la cocina.
La sigo, sonriendo agradecidamente cuando Natalia coloca una
taza enfrente de mí. Por mucho que me queje de que mi familia esté
siempre metiéndose en mis asuntos… tenerlos aquí es honestamente
bastante bueno. Pero también significa que no puedo evitar decirle a
mamá que me despidieron.
—Un corte de cabello no significa que alguien sea gay, mamá. —
dice Natalia.
Tía María la mira inadecuadamente. —¿La has visto? Está todo
corto por los lados y azul encima. Lo hizo exactamente después de…
—baja la voz hasta que es casi un susurro— la boda.
Ambas, mi mamá y tía María se persignan.
—¿Por qué te importaría si es gay? —Natalia señala a donde
Diego se encuentra viendo TV en mi sillón—. Diego es gay y no te
importa.
Al escuchar su nombre se voltea hacia nosotras.
—Diego salió del vientre gay —dice tía María y se vuelve hacia
él— Lo juro, tenías copias de Vogue debajo del colchón en lugar de
revistas porno.
—Ya nadie ve porno en revistas, mamá. —dice Natalia.
Tía María la ignora. —No me importa si es gay. Solo creo que
deberíamos saber para así conseguirle una buena chica.
—¡Ella no es gay! —afirma Diego.
—¿Entonces por qué encontré un consolador en su cajón de
calcetines? —pregunta tía María a todos en la habitación.
Diego gruñe poniéndose una almohada en la cara —Aquí vamos.
Natalia se vuelve hacia su madre. —Ella tiene treinta y tres. ¿Qué
estabas haciendo en su cajón?
Tía María se encoge como si esa información fuera irrelevante
para la historia — Organizando. Era morado y enorme con una
pequeña…—mueve su dedo enfrente de ella indicando lo que quiere
decir— ondulación en uno de sus lados.
Natalia presiona una mano en su boca intentando sofocar una risa
mientras yo tomo un trago de mi té. Sabe cómo a tristeza y agua
caliente.
Mi mamá deja de cortar y baja el cuchillo. —¿Por qué eso significa
que sea lesbiana?
Tía María parpadea. —Porque las lesbianas usan esos tipos de
arneses.
—Mamá, detente. —dice Natalia—. Muchas personas tienen
vibradores. Yo tengo una caja entera de ellos. —agita la mano en mi
dirección— Deberías de ver la colección de Olive.
—Gracias, Nat.
Mi mamá toma su copa de vino y da un largo trago. —Suena
inteligente ser lesbiana en la actualidad. Los hombres son horribles.
Ella no se equivoca.
Me apoyo casualmente contra el mostrador. —Así que, ¿Por qué
están cocinando en mi departamento? —Pregunto—. ¿Y cuándo
regresan a casa?
Natalia apaga la estufa y mueve la olla hacia una hornalla vacía—
. Tu papá necesitaba algunas cosas de la casa —Eso es toda su
respuesta y en esta familia significa mucho. Papá raramente va a la
casa, vive solo en un condominio cerca del Lago Harriet, pero cuando
va de visita, mi mamá evacua las premisas inmediatamente. Las raras
veces que se siente lo suficientemente valiente para quedarse, ella
causaría algún sabotaje mezquino. Una vez, sacó su colección de
discos de vinilo y los utilizó como trípodes y portavasos. Otro tiempo,
cuando fue de visita después de una larga semana de viaje de trabajo,
puso una trucha fresca entera debajo de los asientos de su coche y no
se dio cuenta hasta que llegó a su casa. Eso fue en agosto.
—Desearía haber nacido lesbiana —Dice mi mamá.
—Pero entonces no me hubieras tenido —Contraataco. Ella me
acaricia la mejilla. —Está bien.
Me encuentro con los ojos de Natalia por sobre mi taza y lucho
contra una risa burbujeando dentro de mí. Me preocupa que si se
escapa, se convierta en carcajadas histéricas para luego volverse en
sollozos ahogados.
—¿Qué sucede contigo? —pregunta tía María, y me toma un
momento comprender que está hablando conmigo.
—Ella probablemente está cansada por su nuevo novio —Natalia
canturrea y hace un bailecito sexy cerca de la estufa— Me sorprende
que no estuviera contigo. Solo entramos porque notamos que su coche
no estaba estacionado. Dios sabe que veríamos.
Todos giran fuera de control sobre Ethan y yo por algunos
minutos. (¡Finalmente! ¡Se te va a pasar el tren34! Tan perfecto y tan
divertido por que se odiaban entre ellos. Gemelas saliendo con
hermanos: ¿Es eso legal?)
Antes de que logre hacerlos regresar a la tierra, Diego camina
hacia la cocina y se quema intentando agarrar a hurtadillas algo del
sartén.
—No estoy segura que sigamos siendo algo. —les advierto— Tal
vez lo somos. Tuvimos una pelea. No lo sé.
Todos jadean y una pequeña disociada parte de mi quiere reír. No
34La frase original del libro está en español, al igual que cada mención de la palabra tía/o.
es como si Ethan y yo saliéramos por años. Mi familia solo invierte
mucho de manera rápida. Pero nuevamente, yo también lo hago.
No puedo pensar en cosas mientras nosotros estamos separados.
Empuja un aumento de dolor en mí.
Y wow, arruiné el ánimo. Me debato por tres segundos si me voy
a molestar en decirles que perdí mi empleo también, pero sé que lo haré.
Si Dane le dice a Ami, y luego Ami habla con uno de mis primos y mi
madre de entera que me despidieron y no le dije, llamará a sus demás
hermanos y antes de que lo sepa, tendré cuarenta y cinco mensajes de
texto de todos mis tíos y tías demandando que llame a mi mamá
inmediatamente. Afrontarlo ahora será terrible, pero es definitivamente
mejor que la alternativa.
—Por cierto. —digo, haciendo una mueca— Perdí mi empleo.
El silencio nos traga a todos. Lenta, muy lentamente, mi mamá baja su
copa de vino y mi tía María la recoge. —¿Perdiste tu empleo? —
cautelosamente un alivio se apodera de su rostro cuando dice— Te
refieres al trabajo de Butake.
—No, Mami35, el que comencé hoy.
Todos jadean, y Diego se acerca, envolviendo sus brazos
alrededor de mí.
—No —susurra— ¿Enserio?
Asiento. —En serio.
Tía María toma mi mano y luego echa un vistazo hacia mi mamá
y Natalia con los ojos abiertos. Su expresión grita, está tomando todo
en mí no llamar a mi familia ahora.
Pero la atención de mi mamá continúa intensamente enfocada en
mí, es la expresión sobreprotectora de mamá-oso que me dice que está
lista para luchar.
35Original en español.
—¿Quién despidió a mi hija en su primer día de trabajo?
—De hecho, el fundador de la compañía. —Y antes de que pueda
desencadenar una diatriba sobre la injusticia de todo esto, le explico que
sucedió. Se sienta en el taburete y sacude la cabeza.
—Esto no es justo. Estabas en una situación imposible.
Encojo los hombros. —Me refiero, es totalmente justo. Tuve
vacaciones gratis. No tuve que mentir sobre eso. Es solo mi suerte que
él se haya mostrado y yo fuera descubierta.
Natalia rodea el taburete para abrazarme y trago cada ciertos
segundos para evitar llorar, porque la última cosa que quiero es que
mamá se preocupe por mi cuando (aunque ella no lo sepa) va a tener
que guardar toda su simpatía maternal para Ami.
—Llama a tu padre, —dice mi mamá— dile que te de algo de
dinero.
—Mami, no le voy a pedir dinero a papá.
Pero mi mamá ya se encuentra mirando a Natalia, quién toma su
teléfono para mandarle mensaje a papá de mi parte.
—Déjame hablar con David —dice tía María, refiriéndose al hijo
mayor del tío Omar y tía Sylvia, el dueño de un par de restaurantes
populares en el Cities—. Apuesto a que tiene un puesto para ti.
Tiene algunos beneficios el tener una familia enorme: nunca estas
sola al resolver problemas. No me importaría que David me pusiera a
lavar platos —el prospecto de un empleo es un gran alivio que siento
que me derrito—. Gracias, tía.
Mi mamá le da una mirada a su hermana. —Olive tiene un
postgrado en biología. ¿Quieres que sea camarera?
La tía María avienta sus manos hacia arriba. —¿Vas a
desagradecer el empleo? ¿De dónde llegará el dinero para su renta?
—Nadie en esta familia es muy buena para cualquier trabajo
siempre que nos ayude a pagar las cuentas —me paro entre ellas,
besando la mejilla de tía María y después la de mi mamá—. Aprecio
cualquier tipo de ayuda que pueda tener. —Después de Butake, apliqué
a todos los trabajos locales para los que estuviera calificada de todas
formas, y solo Hamilton me ofreció un puesto. Ahora estoy tan exhausta
que no me siento quisquillosa— Dile a David que lo llamo mañana, ¿sí?
En este punto del día, me estoy quedando sin energía. Con al
menos un estrés asentado, el prospecto de un empleo, mi cuerpo se
desflexiona y siento como si pudiera quedarme dormida parada. Aunque
la comida que están haciendo huele increíble, sé que tendré el
refrigerador lleno mañana y no tengo hambre ahora. Farfullo un
«Buenas noches», y nadie discute cuando me arrastro abajo hasta mi
habitación.
Dejándome caer en la cama, miro mi celular. Tengo un par de
mensajes de Ethan que leeré mañana, pero abro los mensajes con Ami.
Me escribió hace una hora.
Te llamaré mañana.
36Esuna reunión anual de competencias recreativas entre la población de uno de los estados de
EE.UU., que suele celebrarse a finales de verano o principios de otoño.
a nadie en el mundo—. Creo que Dane quería mantenernos a Ethan y
a mí alejados porque no quería que a él se le escapara que Dane había
estado viendo a otras mujeres cuando ustedes estuvieron juntos por
primera vez.
Ami retira su mano como si hubiera sido golpeada.
—Olive, eso no es gracioso. ¿Por qué dirías eso?
—Escúchame. No sé exactamente las fechas, pero Ethan dijo algo
en Maui sobre ti y Dane no siendo exclusivos hasta poco antes del
matrimonio.
—¿Ethan dijo qué? ¿Por qué él…?
—Solo asumió que lo sabías. Pero tú y Dane eran exclusivos todo
el tiempo, ¿verdad?
—¡Obviamente que sí!
Yo ya sabía eso, pero, aun así, siento una punzada de culpa.
Conozco a mi hermana.
Se levanta y camina hacia el otro lado de la sala. Ami ya no está
animada ni vertiginosa del entrenamiento. Está callada y frunciendo el
ceño. Mi hermana se mueve nerviosamente cuando se siente ansiosa,
y ahora mismo está tocando su anillo, girándolo ausentemente
alrededor de su dedo.
Ser una gemela significa sentirse a menudo responsable por el
estado emocional de la otra, y ahora mismo todo lo que quiero es retirar
lo que dije, fingir que estoy bromeando y viajar al tiempo en el que no
sabía nada de esto. Pero no puedo. Puede que nunca logre saber mi
concepto de relación ideal, pero sí sé que Ami merece ser suficiente
para alguien, ser amada completamente. Tengo que seguir.
—¿Todos los viajes que hicieron? Dane te hizo creer que fueron
idea de Ethan, que él los había planeado…
—Fueron su idea. O sea, con objetividad —dice—. Dane no
planearía ese tipo de cosas sin hablarlo primero conmigo. Ethan planeó
esas cosas para superar a Sophie, y porque está soltero, o lo estaba.
—Soltó un extraño y sorprendido resoplido—, él solo asumió que Dane
también estaba libre en todas esas vacaciones.
—La mayoría de esos viajes fueron antes de Sophie, o durante.
—Veo como intenta buscar más razones que puedan explicarlo todo, y
digo—. Mira, entiendo por qué eso era lo que Dane quería que
pensaras. —Espero a que me vea a los ojos, esperando que vea que
estoy siendo sincera—. Quedaría mejor si fuera Ethan quien
constantemente lo arrastraba alrededor del mundo en esas locas
aventuras. Pero Ami, Ethan odia viajar. Deberías haberlo visto en el
avión a Maui, apenas pudo soportarlo. También se marea. Y realmente,
es de los que prefieren quedarse en casa, como yo. Y honestamente no
puedo imaginarme a Ethan planeando un viaje de surf a Nicaragua, la
mera idea me da risa. Dane estaba usando a Ethan como excusa para
hacer cosas y ver a otras mujeres. Hay, al menos, una mujer que Ethan
mencionó.
—¿Dónde mierda está tu sombrero de aluminio37, psicópata? —
gruñe Ami—. ¿Se supone que tengo que creer que mi esposo es así de
manipulador? Que ha estado engañándome por… ¿cuánto? ¿Tres
años? ¿Realmente lo odias tanto?
—No lo odio, Ami… al menos, no lo hacía.
—¿Tienes idea de cuán ridículo suena todo esto? ¿Tienes la
palabra de alguien más aparte de la de Ethan?
—La tengo… porque Dane se me insinuó anoche. En el bar.
Parpadea muchas veces.
37Tinfoil hat: Es un sombrero designado para las personas que creen en teoría conspirativas.
—Disculpa, ¿qué?
Le explico lo que pasó, acerca de Ethan yéndose al baño y Dane
sugiriendo que nos intercambiáramos si estuviéramos en el humor. Veo
la cara de mi hermana, tan parecida a la mía, pasar de confusión, a
dolor, y a algo que se acerca a la rabia.
—Maldición, Olive. —Me mira boquiabierta—. ¿Por qué eres así?
¿Por qué eres tan cínica sobre todo? —Recoge su vaso y camina hacia
la encimera. Su cara está tan contraída y triste que luce enferma de
nuevo, y mi estómago se sacude por la culpa—. ¿Por qué siempre
quieres ver lo peor en la personas?
Ni siquiera sé que decir. Estoy completamente muda. En silencio,
Ami abre el grifo con un agresivo tirón y empieza a lavar el vaso.
—¿Estás hablando en serio? Dane no se te insinuaría. No te tiene
que gustar, pero tampoco tienes que siempre asumir que sus
intenciones son terribles.
La sigo a la cocina, mirando mientras enjuaga el vaso antes de
que le eche jabón y vuelva a lavarlo.
—Cariño, te lo prometo, no quiero pensar lo peor de él…
Cierra el grifo de golpe y se gira para enfrentarme.
—¿Le dijiste algo de esto a Ethan?
Asiento lentamente.
—Justo antes de que me fuera. Me siguió hasta la calle.
—¿Y?
—Y…
Su expresión se aclara.
—¿Es por eso por lo que no han hablado?
—Él quiere creer que su hermano es una buena persona.
—Sí. Conozco el sentimiento. —Los segundos pasan, y no sé qué
más puedo decir para convencerla.
—Lo siento, Ami. No sé qué más decir para que me creas. Nunca
quise…
—¿Nunca quisiste qué? ¿Arruinar las cosas entre Dane y yo?
¿Entre tú e Ethan? Eso duró, ¿qué? —Se ríe mordazmente—. ¿Dos
semanas enteras? Siempre estás tan feliz de creer que todo solo te
pasa a ti. «Mi vida es como es porque tengo muy mala suerte» —dice,
imitándome con una voz dramática y sacarina38—. «Solo las cosas
malas le pasan a la pobre de Olive, y las cosas buenas le suceden a
Ami porque tiene muy buena suerte, no porque quizás se las haya
ganado».
Sus palabras sostienen un vago eco de las de Ethan, y
repentinamente me siento enfadada.
—Guau. —Retrocedo un paso—. ¿Crees que quería que esto
pasara?
—Creo que es más fácil para ti creer que cuando las cosas no van
a tu manera, no es por algo que hiciste, sino porque eres un peón de
algún juego cósmico de la suerte. Pero, noticias de último momento,
Olive: te quedaste sin trabajo y sola por las elecciones que hiciste.
Siempre has sido así. —Me mira, claramente exasperada—. ¿Por qué
siquiera intentar cuando el universo ya ha decidido que fallarás? ¿Por
qué poner algo de esfuerzo en tus relaciones cuando ya sabes que
tienes tanta mala suerte en el amor, y terminarán en desastre? Una y
otra vez como disco rayado. En realidad, nunca lo intentas.
Mi cara está caliente, y me quedo ahí parpadeando, con la boca
abierta y lista para responderle, pero nada sale. Ami y yo discutimos a
veces, es lo que los hermanos hacen, pero ¿esto es lo que realmente
piensa de mí? ¿Piensa que no lo intento? ¿Piensa que terminaré
38Muy dulce.
desempleada y sola? ¿Y recién me estoy enterando de esta visión que
tiene de mí, ahora?
Coge sus cosas y se mueve hacia la puerta.
—Tengo que ir a trabajar —dice, tratando de deslizar la tira por su
hombro—. Algunos de nosotros de hecho tenemos cosas que hacer.
Auch. Avanzo, estirándome para detenerla.
—Ami, en serio. No te vayas en medio de todo esto.
—No puedo estar aquí. Tengo que pensar y no puedo contigo a
mi alrededor. Ni siquiera puedo mirarte ahora mismo.
Me empuja al pasar. La puerta se abre y luego se cierra de golpe
de nuevo, y por primera vez desde que todo esto empezó, lloro.
Capítulo dieciocho
40Nombre de una tira cómica satírica. La trama se desarrolla en el contexto de lo cotidiano para
millones de empleados de oficina.
Mirando mi reloj, veo que tengo siete horas hasta que Ethan
llegue. Limpio, hago las compras, tomo una siesta, memorizo el menú
de Camelia, horneo por estrés… y todo eso solo me toma cinco horas.
El tiempo está pasando muy lentamente. Este día va a durar una
década.
No puedo llamar a Ami y divagar sobre nada de esto, porque estoy
segura de que todavía no me habla. ¿Cuánto tiempo va a seguir con
esto? ¿Es posible que le crea a Dane indefinidamente? ¿Y tenga que
comerme mis palabras incluso cuando, de nuevo, no he hecho nada
malo?
Coloco el menú sobre la mesa de café y me tumbo sobre la
alfombra. La posibilidad de que esta brecha entre Ami y yo pueda
volverse permanente me deja aturdida. Quizás sería una buena idea
pasar el rato con alguien para distraerme, pero Diego, Natalia, y Jules
están trabajando, mamá solo se preocuparía si se enterara de lo que
está pasando, y llamar a alguien más de mi familia solo resultará en
quince personas apareciéndose en la puerta de mi casa con comida de
simpatía más tarde, cuando Ethan y yo estemos tratando de arreglar las
cosas.
Afortunadamente, no me hace esperar. Llega justo a las siete, con
comida para llevar de Tibet Kitchen que huele mucho mejor que la pizza
que había pedido para compartir.
—Hola —dice, y me ofrece una pequeña sonrisa. Se agacha,
como si fuera a besar mis labios, pero entonces se desvía en el último
segundo, aterrizando sobre mi mejilla en su lugar.
Mi corazón se cae.
Doy un paso hacia atrás, dejándolo pasar, y de repente hace
mucho calor en mi apartamento; todo se ve muy pequeño. Miro a
cualquier lugar menos a su cara, porque sé que si lo miro y siento que
las cosas entre nosotros no están bien, no voy a ser capaz de
contenerme para la conversación que debemos tener.
Es tan extraño. Me sigue hasta la cocina, sacamos platos para la
comida, y luego nos sentamos en el suelo del salón, a los lados
opuestos de la mesa de centro, uno al frente del otro. El silencio se
siente como una enorme burbuja a mí alrededor. Durante las últimas
semanas Ethan prácticamente ha vivido aquí. Siento como si fuéramos
extraños otra vez.
Pincha su arroz.
—Prácticamente ni me has mirado desde que he llegado.
La respuesta a esto se consume en mi garganta: porque cuando
has llegado me has besado en la mejilla. No me acercaste a ti, ni nos
perdimos en un largo beso. Siento como si casi no te hubiese tenido, y
ahora ya te has ido.
Así que, en lugar de contestar en voz alta, lo miro por primera vez
y trato de sonreír. Observa mi intento fallido, y claramente se entristece.
Un dolor se crea y expande en mi garganta hasta que no estoy segura
de poder formar palabras a su alrededor. Odio esta dinámica sombría
más que el hecho que estemos peleados.
—Esto es tan extraño —digo—. Sería mucho más fácil ser
sarcásticos.
Él asiente, moviendo su comida.
—No tengo la energía para ser sarcástico.
—Yo tampoco. —Lo único que realmente quiero hacer es
arrastrarme por el suelo hasta su regazo y que se burle de mí por mi
excesivamente pequeño brasier o por cómo no puedo estar lejos de él
lo suficiente como para terminar mi cena, pero es como si la cara
fraternal de Dane estuviera entre nosotros, no dejándonos actuar de
manera normal.
—Hablé con Dane anoche, —dice él, y añade— tarde. Fui allí
tarde en la noche.
Ami no mencionó esto. ¿Sabía siquiera que Ethan pasó por allí
anoche?
—¿Y? —digo tranquilamente. No tengo apetito y básicamente
estoy empujando un pedazo de carne por el plato.
—Le sorprendió mucho que te tomases así lo que dijo —dice
Ethan. Ácido llena mi estómago.
—Qué sorpresa.
Ethan deja el tenedor y se recuesta sobre ambas manos
mirándome.
—Mira, ¿qué se supone que debo hacer? Mi novia piensa que mi
hermano flirteó con ella, y él dice que no lo hizo. ¿Acaso importa quién
tiene razón? Ambos están ofendidos.
A este punto ya no sé qué pensar.
—Se supone que debes creerme. Y por supuesto que importa
quién tiene razón.
—Olive, hemos estado juntos como por dos semanas —dice con
impotencia.
Me toma unos segundos descifrar el montón de palabras que caen
en mis pensamientos.
—¿Estoy mintiendo porque nuestra relación es nueva?
Suspirando, se pone en pie, pasando una mano por su cara.
—Ethan —digo con calma—. Sé lo que escuché. Se me insinuó.
No puedo simplemente pretender que no lo hizo.
—Simplemente pienso que no quería decir lo que tú entendiste.
Creo que estás predispuesta a pensar lo peor de él.
Parpadeo hacia mi plato. Sería tan fácil hacer las paces con Ethan
y Ami y solo decir «¿Sabes qué? Probablemente tienes razón», y dejarlo
ir, porque después de todo esto, desde luego que estoy predispuesta a
pensar lo peor de Dane, y podría fácilmente dejarlo en paz para
siempre. Pero no puedo hacer eso. Hay muchas banderas rojas; ¿acaso
soy la única que puede verlas? No es porque soy pesimista o porque
veo lo peor de las personas; sé que esa no es la verdad sobre mí, ya
no. Después de todo, me enamoré de Ethan en esa isla. Me emociona
trabajar en Camelia para así tener tiempo para pensar sobre cómo
quiero realmente que se vea mi vida. Estoy tratando de arreglar todas
las partes de mí que no funcionan porque sé que puedo decidir cómo
va mi vida —que no todo es la suerte— pero tan pronto como trato de
ser proactiva, es como si nadie quisiera dejarme serlo.
¿Y por qué Dane no está aquí con Ethan tratando de arreglar las
cosas conmigo? En realidad, sé porque: está tan seguro de que nadie
va a creerme, de que todos pensaran «Oh, Olive solo está siendo
Olive». Simplemente creyendo lo peor de los demás. Mis opiniones
tienen tan poca importancia porque a sus ojos siempre voy a ser la
pesimista.
—¿Has hablado con Ami? —me pregunta.
Siento cómo el calor sube por mi cuello hasta mi cara. El hecho
de que mi gemela esté de lado de Ethan y de Dane de veras me está
matando. Ni siquiera lo puedo admitir en voz alta, así que solo asiento.
—¿Le contaste que él salió con otras personas antes de que
fueran exclusivos? —pregunta. Vuelvo a asentir—. ¿Y sobre lo de ayer?
—Sí.
—Pensé que no le ibas a decir nada a ella —dice exasperado.
Lo miro boquiabierta.
—Y yo pensé que Dane no flirtearía con la hermana de su esposa.
Supongo que ambos te hemos decepcionado.
Me mira fijamente por un largo momento.
—¿Cómo se lo tomó Ami?
Mi silencio le hace notar que Ami tampoco me creyó.
—Ella no sabía sobre las otras mujeres, Ethan. Piensa que Dane
ha estado comprometido desde el primer día.
Ethan me mira lastimosamente y me hace querer gritar.
—¿Así que no vas a poder superar esto? —Pregunta. Mi
mandíbula literalmente cae.
—¿Qué parte? ¿El esposo de mi hermana engañándola antes de
que se casaran, tu hermano flirteando conmigo, o mi novio no creyendo
nada sobre eso?
Su mirada vuelve a mí, luce compungido pero inquebrantable.
—De nuevo: no creo que su intención haya sido la que tú crees
que fue. No creo que haya flirteado contigo.
Le dejo oír la conmoción en mi voz.
—Entonces tienes razón —digo—. Lo pasaré mal mientras supero
esto.
Cuando se inclina hacia delante, pienso que va a comenzar a
comer, pero en su lugar se apoya para levantarse.
—Me gustas mucho —dice calmadamente. Cierra los ojos y pasa
una mano por su cabello—. En realidad, estoy loco por ti.
Mi corazón se encoge dolorosamente.
—Entonces da un paso atrás y mira esta situación desde otro
ángulo —imploro—. ¿Qué puedo ganar mintiéndote sobre Dane?
Hemos tenido tantos desacuerdos, y en comparación, todos han
sido hilarantemente menores. El requesón, el avión, los Hamilton,
Sophie, el vestido. Ahora lo entiendo; todas fueron oportunidades para
tener contacto el uno con el otro. Esta es la primera vez que hemos
tenido una verdadera disputa y ya sé qué va a decir antes siquiera de
que lo suelte.
—Creo que deberíamos terminar, Olive. Lo siento.
Capítulo diecinueve
•••
¿Y si me está engañando?
¿Y si me ha estado engañando
todo este tiempo?
Mi corazón se parte justo por la mitad. Una mitad le pertenece a
mi hermana, por lo que va a sufrir; la otra mitad va a seguir latiendo para
mí incluso cuando nadie más lo haga.
¿En su teléfono?
Tengo miedo.
41TheBig Sick (titulada «Por eso lo llaman amor» en Hispanoamérica y «La gran enfermedad del
amor» en España) es una película estadounidense de comedia romántica.
Ami se atraganta con su vino y después me mira, los ojos brillando
de diversión y tensión.
—Cariño, hay lasaña en el horno si quieres un poco.
Puedo sentirlo todavía mirándome la nuca (sé que lo hace) pero
solo se queda detrás de mí por unos pocos segundos más antes de
decir en voz baja—: Está bien, tomaré un poco y las dejaré.
—¡Gracias, cariño! —grita Ami.
Le da un vistazo a su reloj y después alcanza el control remoto,
bajando el volumen.
—Estoy tan nerviosa, tengo náuseas.
—Ami —digo, inclinándome— ¿Qué está pasando?
—Les mandé un mensaje —dice, y mi mandíbula cae—. Estoy
gritando por dentro —lo veo, también por la tensión alrededor de sus
ojos, puedo decir que está conteniendo las lágrimas—. Tenía que
hacerlo de esta forma.
—¿Hacer qué exactamente, Ami? —pregunto.
Pero antes de que pueda responder, suena el timbre.
La atención de Ami cae sobre mi hombro, hacia la puerta que
conduce a la cocina, y escuchamos cómo Dane camina a través de las
baldosas del recibidor para responder. Lentamente, pero muy despacio
puedo ver está temblando. Ami se pone de pie.
—Vamos —me dice en voz baja, y después le grita a Dane con
una clara calma que no puedo creer—. ¿Quién es?
Sigo a Ami justo cuando Dane está tratando desesperadamente
de guiar a una mujer de vuelta afuera, y mi presión arterial cae.
¿Les mandó un mensaje a las mujeres como Dane, y las invitó
aquí?
—¿Quién es, cariño? —repite Ami, inocentemente. La mujer pasa
empujando a Dane.
—¿Quién es esa?
—Soy su esposa, Ami. —Ami le extiende la mano—. ¿Cuál eres
tú?
—¿Cuál soy? —repite la mujer, demasiado atónita para devolver
el saludo de Ami. Echa un vistazo a Dane, y su cara palidece, también—
Soy Cassie.
Dane gira, lívido, y mira fijamente a mi hermana.
—Bebé.
¡Por primera vez, veo la mandíbula de Ami contraerse ante el
apodo, y quiero lanzar un cohete de alegría al cielo porque sabía que lo
odiaba y sólo pretendía que le gustaba! ¡Poderes de gemelos por la
victoria!
—Disculpa, Dane —dice Ami dulcemente—, estoy en medio de
una presentación con una de tus novias.
Puedo ver el pánico en sus ojos.
—Bebé, esto absolutamente no es lo crees.
—¿Qué creo que es, bebé? —pregunta ella, ojos bien abiertos con
curiosidad fingida.
Otro auto estaciona en la entrada, y una mujer emerge
lentamente, observando la escena frente a ella. Luce como si apenas
saliera de trabajar: viste una bata de enfermera y su cabello en un moño.
Se me ocurre que así no es como te vistes para alguien a quien tratas
de impresionar; así es como vistes para alguien que has conocido por
un largo tiempo y con quien estás cómodo.
No puedo evitar mirar a Dane. Que completo desgraciado.
Ami me mira por encima de su hombro y me dice—: Esa debe ser
Trinity.
Oh, Dios mío. Mi hermana está explotando el juego de Dane en
este momento, y ni siquiera necesita un listado para hacerlo. Es un nivel
nuclear de locura.
Dane tira a Ami a un lado, inclinándose para encontrar sus ojos.
—Oye. ¿Qué estás haciendo, cariño?
—Pensé que debía conocerlas. —Su mandíbula tiembla, y es
doloroso de ver—. Vi los mensajes en tu teléfono.
—Yo no he… —empieza.
—Sí —dice Cassie en voz baja—. Tú sí. La semana pasada. —
Mira a Ami, después a mí—. No sabía que estaba casado. Juro que no
tenía idea.
Se gira y camina de vuelta a su auto, pasando a la otra mujer, que
está parada a varios metros de distancia. Puedo decir por la expresión
de Trinity que ha descubierto qué está pasando.
—Estás casado —dice tajante, desde lejos.
—Está casado —confirma Ami.
Trinity mira de vuelta a Dane cuando se sienta en el umbral y pone
la cara en sus manos.
—Dane —dice—. Esto es una mierda.
Él asiente.
—Lo siento.
Para crédito suyo, Trinity mira directamente a Ami.
—No hemos estado juntos durante un tiempo, si eso ayuda.
—¿Qué es «un tiempo»? —pregunta Ami. Trinity alza un hombro,
lo deja caer.
—Cinco meses más o menos.
Ami asiente, respirando profundo y rápido, luchando por no llorar.
—Ami —digo—, ve adentro. Acuéstate. Estaré adentro en un
segundo.
Se gira y rápidamente esquiva la mano extendida de Dane cuando
pasa. La puerta de un auto se cierra de golpe en la calle y mi corazón
se tambalea; ¿cuántas mujeres van a mostrarse esta noche?
Pero no es otra mujer. Es Ethan. Viene del trabajo, viste un
pantalón gris ajustado y una camisa de vestir azul, luciendo bastante
bien para escalar.
Estoy conmocionada por lo que está pasando y tratando de
controlar mi mierda para poder ser fuerte por Ami, pero todavía siento
como si hubiera estado patas para arriba en su presencia.
—Oh —dice Ami desde la puerta, lo suficientemente alto como
para que todos escuchemos—, invité a Ethan, también, Ollie. Creo que
te debe una disculpa. —Y después cierra suavemente la puerta de
entrada detrás de ella.
Trinity me mira a los ojos y me da una sonrisa seca.
—Buena suerte con esto. —Mirando hacia abajo a Dane, dice—:
Pensé que era raro que me escribas para venir después de desaparecer
hace meses. —Mordisquea su labio, luciendo más asqueada que
triste—. Espero que te deje. —Con eso, se sube a su auto y sale de la
entrada.
Ethan se ha detenido a unos pasos para mirar esta interacción,
sus cejas arrugadas en reconocimiento. Vuelve su atención hacia mí.
—¿Olive? ¿Qué es lo que pasa?
—Creo que sabes lo que pasa.
Dane mira hacia arriba, con los ojos rojos e hinchados.
Aparentemente ha estado llorando detrás de sus manos.
—Ami las invitó aquí, creo. —Levanta su mano, derrotado—.
Maldita sea, no puedo creer lo que acaba de pasar.
Ethan me mira otra vez y después de vuelta a su hermano.
—¿Pero no estabas todavía…?
—Sólo unas cuantas veces con Cassie —dice Dane.
—Y Trinity hace cinco meses —agrego amablemente. Este
momento no se trata sobre mí e Ethan, pero no puedo evitar darle mi
mejor cara de te lo dije.
Dane gime.
—Soy tan idiota.
Puedo ver cuando Ethan se da cuenta de lo que está escuchando.
Es como si una mano invisible lo golpeara en el pecho, y da un paso
atrás antes de mirarme con la claridad que debería haber tenido hace
dos semanas.
Dios, debería ser gratificante, pero no lo es. Nada de esto se
siente bien.
—Olive —dice suavemente, la voz cargada de disculpa.
—No —digo. Tengo una hermana adentro que me necesita y no
tengo tiempo para él o su despreciable hermano—. Llévate a Dane
contigo cuando te vayas.
Girando, camino de vuelta dentro de la casa y ni siquiera me
vuelvo a mirar a Ethan cuando cierro la puerta detrás de mí.
Capítulo veinte
42Menards es una cadena de tiendas de mejoras para el hogar ubicadas en el medio oeste de los
Estados Unidos.
Ami asiente, con la cara en su copa de vino, y mamá empieza a
hablar.
—Por supuesto que se va a divorciar de él.
Todos la miramos fijamente, sorprendidos, y finalmente suspira
con exasperación.
—¡Ya basta! ¿Creen que mi hija es tan tonta como para enredarse
en el mismo juego estúpido que sus padres han estado jugando por dos
décadas?
Ami y yo nos miramos la una a la otra, y después estallamos en
carcajadas. Después de un fuerte golpe de incrédulo silencio, la
habitación entera hace lo mismo, y finalmente incluso mamá está
riendo, también.
En mi bolsillo, mi teléfono suena otra vez. Miro, pero no lo escondo
de nuevo lo suficientemente rápido porque Ami echa un vistazo a mi foto
de contacto de Ethan en la pantalla antes de que pueda negar la
llamada.
Ya borracha, se inclina hacia mí.
—Oh, esa era una buena foto. ¿Dónde la tomaste?
Honestamente es un poco doloroso recordar ese día, cuando
Ethan y yo alquilamos el Mustang verde lima horrible y manejamos por
la costa de Maui, llegando a ser amigos por primera vez. Me besó esa
noche.
—Fue en el géiser de Nakalele —le conté.
—¿Fue lindo?
—Lo fue —digo despacio—. Increíble, la verdad. El viaje entero lo
fue. Gracias, por cierto.
Ami aprieta sus ojos cerrados.
—Me alegra tanto que Dane y yo no fuéramos.
Mirándola fijo, pregunto—: ¿En serio?
—¿Por qué me arrepentiría ahora? Hubiéramos tenido incluso
más recuerdos arruinados. Debería haber sabido que era un mal
presagio cuando literalmente todos menos Ethan y tú se enfermaron en
la boda. —Subió sus ojos vidriosos hacia mí—. Fue una señal del
universo...
—Dios —interrumpe mamá. Diego levanta un dedo.
—Beyoncé.
—…que tú y Ethan son los que deberían estar juntos. —Ami
arrastra las palabras—. No Dane y yo.
—Estoy de acuerdo —dice mamá.
—Yo también —anuncia tío Omar desde la cocina. Alzo mis
manos para detenerlos a todos.
—No creo que lo nuestro vaya a pasar, chicos.
Mi teléfono vuelve a sonar, y Ami me mira fijamente, con ojos de
repente claros.
—Él siempre ha sido el hermano bueno, ¿verdad?
—Ha sido el hermano bueno, —concuerdo— pero no el mejor
novio o el mejor cuñado. —Me inclino besando su nariz— Tú, por otro
lado, eres la mejor esposa, hermana e hija. Y eres muy amada.
—Estoy de acuerdo —dice mamá de nuevo.
—Yo también —dice Diego recostándose sobre nuestros regazos.
—Yo también —anuncia un coro desde la cocina.
•••
EL HERMANO BUENO CONTINÚA llamándome unas cuantas
veces más al día durante la siguiente semana, y luego se convierte a
textos que dicen simplemente:
Lo lamento.
•••
•••
•••
DÍA DOS Y COSTÓ UN POCO convencer a Ami de que aceptara
hacer tirolesa. Para empezar, no era gratis. Y, además, hacer tirolesa
requiere básicamente saltar de una plataforma, confiar en el arnés, y
volar a través del aire con la esperanza de que realmente haya una
plataforma al otro lado. Para una mujer como Ami, a quien le gusta
mantener el control sobre todas las variables posibles en un momento
dado, la tirolesa no es ideal.
Pero es una de las pocas cosas que Olive y yo no conseguimos
hacer en nuestro primer viaje, y mi novia no acepta un no por respuesta.
Buscó el mejor lugar, compró las entradas, y ahora nos lleva a la
plataforma para nuestro primer salto con un movimiento de mano
sensato.
—Acérquense —dice.
Ami se asoma al borde de la plataforma e inmediatamente da un
paso atrás.
—Guau. Está alto.
—Eso es algo bueno. —Olive la tranquiliza—. Sería mucho menos
divertido hacer esto desde el suelo.
Ami la mira sin expresión alguna.
—Mira a Lucas —dice Olive—. Lucas no está asustado.
Se da cuenta de que es centro de toda nuestra atención mientras
se está ajustando en el arnés.
Lucas la saluda de manera casi imperceptible, pero yo ladeo la
cabeza.
—Es probable que Lucas no tenga miedo porque Lucas hace
paracaidismo a menudo.
—Se supone que estás en mi equipo —gruñe Olive—. El equipo
«Escucha a Olive porque será divertido, joder».
—Siempre estoy en ese equipo. —Hago una pausa y le dedico
una sonrisa triunfante—. Pero ¿es buen momento para sugerir un
nombre de equipo mejor, o no?
Me intimida con la mirada y yo reprimo una sonrisa, porque si
ahora le dijese que, con esos pantalones cortos azules, ese top sin
mangas blanco, el arnés azul y el casco amarillo que le han dado se
parece a Bob el Constructor, me asesinaría con sus propias manos y
me daría como alimento a las criaturas del suelo del bosque.
—Mira, Ami —dice con la boca curvada en una sonrisa
deleitada—, yo iré primero.
El primer descenso está 15 metros sobre un barranco con una
plataforma a 50 metros de distancia. Dos años atrás, Olive hubiese
esperado hasta que todos estuvieran a salvo al otro lado antes de tomar
su turno, segura de que su mala suerte quebraría el cable o rompería la
plataforma y acabaría con todos nosotros estampados contra el suelo
del bosque. Pero ahora veo cómo se coloca detrás de la verja, sigue las
instrucciones de esperar hasta que su cuerda esté amarrada a las
poleas, y entonces baja a la plataforma. Duda por solo un momento
antes de coger carrerilla, saltar y navegar (gritando) a través de las
copas de los árboles.
Ami la ver partir.
—Es tan valiente.
No lo dice como una epifanía; solo lo dice como un hecho, algo
que todos hemos sabido siempre de Olive, una cualidad natural. Y
claramente es verdad, pero estas pequeñas verdades, finalmente
dichas en voz alta, son diminutas y perfectas revelaciones que caen
como joyas sobre las palmas de Olive.
Así que, aunque Olive no lo oiga, sigue siendo genial ver a Ami
maravillada, cuidando de su hermana gemela, como si siguiese
descubriendo cosas de esta persona, a quien conoce tan bien como a
su propio corazón.
•••
•••