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El Inconformismo

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EL INCONFORMISMO

Conformismo (latín conformis.)

Concepto que designa el pancismo, la acepción pasiva del orden de cosas existente, de las opiniones
dominantes, &c.
A diferencia del colectivismo, que presupone la participación activa del individuo en la formulación
de las decisiones de grupo, la asimilación consciente de los valores colectivos y, por consiguiente, la
correlación de la conducta propia con los intereses de la colectividad y la sociedad y, en caso
necesario, la subordinación a estos intereses, el conformismo es la ausencia de una posición propia,
el seguir sin principios y de manera no crítica a todo modelo que posee la mayor fuerza de presión
(opinión de la mayoría, autoridad reconocida, tradición, &c.).
El marxismo ve las raíces sociales del conformismo en las tradiciones históricas de la falta de
derechos políticos de las masas en la sociedad dividida en clases antagónicas. Sin superar el
conformismo, es imposible la transformación revolucionaria de la sociedad.
El conformismo es el cambio de creencias o conductas debido a la presión de un grupo, que modifica
las disposiciones previas del sujeto en la dirección de la norma establecida por el colectivo en
cuestión. El hecho de que haya una relación tensa y difícil entre el inconformismo social y un buen
conocimiento no quiere decir que el conformismo social favorezca un mejor conocimiento.

No es raro que los llamamientos en favor de un saber comprometido desemboquen en un


conocimiento deficiente y que el inconformismo social lleve el sello de un estilo de conocimiento
conformista. En una definición sencilla, la conformidad social trata de los individuos de un grupo
social que cambian su comportamiento, opiniones y actitudes para encajar con las opiniones del
grupo.

Muchas veces, y de forma inconsciente, “relajamos” nuestro criterio para no nadar contra corriente
y evitar posibles conflictos. Conformidad o Conformismo es el grado hasta el cual los miembros de
un grupo social cambian su comportamiento, opiniones y actitudes para encajar con las opiniones
del grupo. Hallamos, de un lado, una opinión muy severa sobre las mayorías sociales, a las que se
atribuyen unos valores poco o nada congruentes con los que se supone que son los valores de
izquierda (solidaridad, inconformismo, etc.)

Las respuestas equívocas dadas por el sujeto experimental inocente se consideran un indicador de
conformismo, de la tendencia a estar de acuerdo con la opinión consensual del entorno social. sobre
el conformismo: ante una mayoría que emite un juicio físico erróneo, las personas tienden a
conformarse a esta percepción social equivocada.

En un grupo control, sin presión de una mayoría que induce una respuesta errónea, Destacan los
estudios sobre olimpismo y las cuestiones de género. La mayoría son aportaciones acomodaticias y
conformistas con el discurso dominante. No obstante, la política editorial y la orientación
humanística imprimidas Estridentismo (1922-1927).

Nacido en México como mezcla de otros diversos movimientos de vanguardia, tuvo un espíritu
literario moderno, cosmopolita y urbano, de gustos inconformes, esnobistas e irreverentes, que
rechazaba todo lo antiguo. Su mayor antecedente fue el futurismo, en su vertiente rusa soviética.
Pareciera ser que el Conformismo fuera algo lejano o ajeno a nuestra sociedad, sin embargo, no es
así, se señala que el conformismo domina toda sociedad viva, pasa de la moda de Conformismo la
vestimenta a la moda de las ideas.

La razón de esto: parecerse a los demás. también señala que nada es más doloroso para un
individuo, es ser conformista se fundamenta en inhibir conductas sociales antisistémicas, es decir,
aquellas que contradigan o se enfrenten al poder legalmente constituido.

En este sentido, el conformismo social, por ejemplo, se apoya en un discurso elaborado cada vez
más institucionalizado que justifica y aclama al actual sistema, haciéndonos creer que el mundo del
siglo XXI ya está diseñado y constituido. Se plantea, además, que el conformismo social nos lleva a
actuar sólo cuando nos vemos afectados.

Dejamos Una persona sin objetivos personales o profesionales es conformista. El conformismo


implica la ausencia de retos y la búsqueda de situaciones que resulten conocidas y cómodas. Por lo
tanto, se trata de una debilidad que impide el desarrollo integral de las personas. El conformismo
puede esconder falta de confianza o miedo al fracaso.

Por eso, cultivar la autoestima puede ser el catalizador para buscar nuevas oportunidades que nos
ayuden a crecer.

Pereza

La pereza es una debilidad de quienes muestran un completo desinterés en algo. Esa falta de
disposición aleja a la persona de lograr objetivos personales, académicos o profesionales. Por ello,
se trata de una cualidad negativa que, junto con el conformismo, atenta contra el progreso
individual y colectivo.

Proponernos nuevos retos, buscar aquello que enciende nuestra chispa creativa pueden ser formas
de comenzar a combatir la pereza.

Afán de superación vs. Conformismo.

El afán de superación no es otra cosa que ambición, pero en su sentido positivo. Se trata de un deseo
vivo y manifiesto por mejorar, crecer y desarrollarse plenamente hacia la mejor versión de sí mismo.
El afán de superación de una persona puede animar a otros a superarse y crea bienestar a su
alrededor. La gente con un saludable afán de superación siempre es motivo de inspiración.

El conformismo, en cambio, es una debilidad que consiste en conformarse con la propia realidad e
instalarse en ella, mostrando desinterés absoluto por mejorar las cosas y progresar. Las personas
conformistas son muy propensas a instalarse en lo que hoy se llama "zona de confort". Esto es
contrario al valor de la superación.

Es decir, la persona condescendiente suele ser bondadosa y por ello es que puede modificar sus
gustos o comodidades en un momento específico, para satisfacer a un tercero.
Ahora bien, en un sentido negativo la condescendencia puede indicar conformismo, indolencia o el
sentimiento de ser amable por obligación.
Como tal, es un refrán popular, de origen español, que se ha extendido y usado en toda el habla de
hispana. En una definición sencilla, la conformidad social trata de los individuos de un grupo social
que cambian su comportamiento, opiniones y actitudes para encajar con las opiniones del grupo.
Muchas veces, y de forma inconsciente, “relajamos” nuestro criterio para no nadar contra corriente
y evitar posibles conflictos.

una finalidad muy concreta: el mantenimiento de la estructura económica, política y social.

Para conseguir ese fin abordan una tarea de adoctrinamiento social, que pone énfasis en los peligros
de la ambición y las ventajas del conformismo en las clases inferiores, y en la presentación del
gobernante y del poderoso como un personaje cuya característica principal es la compasión y la
misericordia.

Casi un 60% de esas narraciones son cuentos de índole moral, y, conforme a la idea de Sánchez
García, de «una moral dirigida a los inferiores», se trata de cuentos de adoctrinamiento social. La
idea fundamental que se quiere transmitir es un conformismo social que acepte sin reservas las
estructuras del poder social y político.

CITAS

Cuando las cosas no quieren conformarse con nosotros, nosotros debemos conformarnos con ellas.
[sin fuentes] Bernard Le Bouvier de Fontenelle

El conformismo es la forma moderna del pesimismo. [sin fuentes] Antonio Escohotado

“En virtud de la ideología de la industria cultural, el conformismo sustituye a la autonomía y a la


conciencia; jamás el orden que surge de esto es confrontado con lo que pretende ser, o con los
intereses reales de los hombres”. Theodor Adorno Fuente: La industria cultural.

Refranes, Proverbios Y Frases Hechas

A falta de pan buenas son tortas. [sin fuentes]

En este sentido, es un refrán del cual también se infiere la idea del conformismo, de resignarnos
siempre con aquello que ya tenemos o conocemos, y de evitar los cambios que siempre nos obligan
a transitar territorios desconocidos.

A falta de pan buenas son las tortas es un refrán que significa que un individuo se conforma con algo
que sustituye otra cosa. En este sentido, se puede decir que este refrán está relacionado con el
conformismo y resignación de lo que se tiene a lo que realmente se quería como primera opción.

¿Qué quieres que le haga, si la vida es así? [sin fuentes]

La palabra conformismo está integrada por los siguientes términos derivados de la lengua latina: el
prefijo de globalidad “con”, el sustantivo “forma”, con idéntico significado, que indica modo o
configuración, y el sufijo “ismo” que indica que se trata de una ideología.
El conformismo es una actitud personal de evitar la confrontación y la lucha, aceptando lo que el
destino depara sin quejarse ni enojarse, resignándose y adecuándose a las circunstancias, por más
adversas que sean.

El conformismo, además, no discute ideas, se adapta a la opinión del grupo, y suele resignar
propuestas, aceptando las de las demás, aunque no les parezcan convenientes, oportunas o que
cumplan los objetivos, con tal de no discutir.

El conformismo que puede ser individual o grupal tiene como ventaja no tener que luchar, y por lo
tanto evita riesgos y gastos de energía; pero como contrapartida impide el progreso y la consecución
de metas personales o sociales gratificantes y únicas, según el gusto y los deseos de cada uno.
Porque el conformista no es que está conforme con lo que le pasa y es feliz disfrutando de ello, sino
que se adapta, aunque no le alcance, a pesar de no ser feliz o de no estar de acuerdo.

Es todo lo contrario al luchador y ambicioso que nunca se conforma y siempre quiere más, lo que
tampoco es positivo. Lo ideal es disfrutar lo que se ha logrado y tratar de alcanzar lo que aún se
desea, sin tomar una actitud pasiva e indiferente.

La abulia es típica del conformismo, que puede traer consecuencias graves si se llega al extremo de
aceptar condiciones de vida deplorables, gobiernos tiránicos, maltratos, discriminación, etcétera.

El miedo es también otra causa, pues los cambios en general, asustan, y se tiende a mantener lo que
se tiene seguro y estable. Ejemplos: “Nunca estuve feliz en mi trabajo, pero por conformismo me
quedé en él hasta jubilarme, me daba miedo renunciar y no conseguir otro empleo mejor”, “El
conformismo social impide las revoluciones, la gente prefiere mantenerse en un sistema corrupto y
aniquilador de garantías que enfrentarlo con heroísmo” o “Por conformismo, acepto la opinión de
mi grupo de amigos, así me mantengo tranquilo y me incluyen siempre en las actividades, y aunque
no me gusten, me agrada sentirme parte”.
... contrariamente al animal, los instintos ya no le indican al hombre lo que tiene que hacer, y las
tradiciones no le dicen lo que debe hacer y, a menudo, éste ni siquiera parece ya saber lo que quiere.
Tanto más se inclina entonces, ya sea a querer lo que hacen los demás, o bien a hacer sólo aquello
que los demás quieren. En el primer, caso se trata de conformismo, en el último de totalitarismo, la
expectativa de Asch era que no se deberían dar respuestas erróneas ante estímulos físicos sin
ambigüedad. Además, este efecto de conformidad se ha comprobado en diferentes áreas y temas
(Pérez, 1994).

Los factores que un meta-análisis mostró asociado al conformismo eran, en orden de importancia:

a) La mayor presencia de mujeres en el grupo: La asociación entre mayor porcentaje de mujeres


entre los sujetos del grupo experimental fue positiva y significativa. Un meta-análisis parcial anterior
había encontrado que en mujeres se observaba un mayor efecto de la influencia social en
situaciones cara a cara y sobre temas en los que eran menos expertas.
El meta-análisis más global de Smith y Bond encontró que la tendencia de las mujeres a ser más
conformistas no disminuye en los años subsiguientes (se podría pensar que la tendencia a la
reducción de la conformidad con el aumento del individualismo se reflejaría particularmente en el
caso de las mujeres) ni tampoco se da más fuertemente cuando la interacción social se da cara a
cara (Smith y Bond, 1993).
La explicación que se ha dado a esta mayor sugestibilidad o vulnerabilidad a la influencia social de
las mujeres son las siguientes:

1) menor status y poder: se sabe que los sujetos de mayor status son más reticentes a ser
influenciados, lo que explicaría que los hombres muestren este perfil;

2) menor necesidad de unicidad e independencia de las mujeres: las mujeres puntúan más bajo en
necesidad de unicidad y dado su rol expresivo, interpretan la conformidad como un medio para
reforzar la cohesión del grupo. Los hombres, en cambio, interpretan la no conformidad como un
signo de independencia.

b) Las personas pertenecían al endogrupo:

El conformismo era mayor cuando las personas que influenciaban al sujeto pertenecían a su
endogrupo (eran estudiantes de la misma universidad frente a extraños, p.ej.)

Cuanta mayor semejanza entre la mayoría que realiza la presión grupal y el sujeto, más probable es
que sea percibida como un grupo de referencia válido o apropiado, por lo que es razonable que se
dé una mayor conformidad. Turner (1991) postula que para que un efecto de influencia social sea
viable, la persona debe percibir cierta concordancia entre su identidad colectiva y la de la mayoría.

Es decir, tanto la persona a influenciar como el agente de influencia deben compartir una
determinada categoría social. La persona debe:

1) categorizarse o clasificarse en el mismo grupo social que la mayoría que busca influenciarlo;

2) autoestereotiparse como miembro del grupo; aprender las normas estereotipadas de éste y por
ende atribuirse las creencias y las conductas prototípicas del grupo;

3) debido a este proceso mostrar conformidad con la mayoría (Pérez, 1994).


Varios estudios, manipulando directamente el carácter endo versus exogrupal de la mayoría que
busca influir, han confirmado la importancia de la pertenencia al endo-grupo para la influencia
social.

c) Tamaño del grupo: El conformismo era mayor cuando el grupo que influenciaba era de tamaño
superior.

Según Asch, cuanta más gente hay, más se percibe que el consenso existe en el grupo. Otros autores
postulan que el aumento de una mayoría contraria a la opinión del sujeto aumenta su auto-
consciencia y la incertidumbre: “¿por qué responden todo lo contrario de lo que percibo?” “¿estaré
equivocado?” (Pérez, 1 1994).

Algunos estudios mostraron que el aumento de la mayoría - a partir de 3-4 personas - no aumentaba
el conformismo. Estableciendo un paralelismo con la investigación en percepción física, se postuló
que había una relación negativa decreciente entre el impacto positivo del tamaño de la mayoría y
su efecto en el conformismo.
En el caso de la percepción de estímulos físicos, el impacto visual de pasar de una habitación oscura
a una con un foco de luz encendido es muy fuerte.

Este impacto aumenta, pero menos, con dos focos, al pasar de dos a tres focos, etc. Cuando hay
muchos focos encendidos, que se prenda uno más no impacta mucho en la percepción de
luminosidad (Brown, 2000).

Sin embargo, el meta-análisis de Smith y Bond (1993) confirma que hay una relación lineal entre el
tamaño del grupo y su influencia, aunque no es muy fuerte. Se supone que la categorización de las
fuentes también es importante.

Tres individuos pertenecientes a tres grupos distintos influencian más que tres pertenecientes al
mismo grupo ya que en el primer caso, se percibe que tres fuentes independientes coinciden en la
presión social.
d) Disminución del efecto desde los años 50 hasta la actualidad: La tendencia al aumento del
Individualismo se reflejaría en una reducción de la conformidad. Los estudios más antiguos
muestran tasas de conformidad mayores 4.

e) El conformismo era mayor cuando el estímulo era ambiguo: Un indicador de la ambigüedad del
estímulo se asoció negativamente al tamaño del efecto Como Asch pensaba, mientras más claro
fuera el estímulo los sujetos se dejarían influenciar menos por la mayoría.

f) El conformismo no era mayor en las interacciones cara a cara comparadas con las influencias
efectuadas con el sujeto aislado recibiendo la información de la mayoría de forma indirecta (por vía
visual p.ej., sin ver a la mayoría): Se había planteado - y algunos estudios habían encontrado - que
el efecto en los juicios de las personas sometidas a la influencia de la mayoría era mayor cuando sus
respuestas eran públicas y estaban disponibles a la visión de la audiencia. En cambio, en condiciones
de anonimato, y dado que se supone que la influencia mayoritaria produce sumisión pública pero
no acuerdo privado, se esperaba una menor influencia.

Esta tendencia no se ha encontrado e inclusive se ha comprobado la opuesta: hay mayor


conformidad cuando la tarea se lleva a cabo en el paradigma experimental de Crutchfield (sujeto
aislado recibiendo visual o auditivamente la información de la mayoría) en comparación con el
paradigma de Asch, en el que la mayoría está presente real y visiblemente.

Una posibilidad explicativa estaría en el rol de la auto-conciencia privada, que sería mayor en el
experimento de Crutchfield: al estar la persona sola frente a la información discrepante de la
mayoría, su incertidumbre se vería exacerbada por una situación que le obliga a pensar sobre sí
mismo (no hay otro estímulo social en quién focalizar la atención). Pero ésta es sólo una explicación
especulativa.

g) La consistencia de opinión de la mayoría refuerza débilmente y de forma no significativa la


conformidad: Algunos estudios habían mostrado que una mayoría consistente (que daba respuestas
erróneas de forma sistemática, continua y sin contradecirse) influenciaba más que una mayoría que
vacilaba. Varios estudios habían mostrado que un sujeto de la mayoría que disiente, aunque no
apoye la posición correcta de la persona sometida a la presión grupal, disminuía la conformidad
(Pérez, 1994).
Previamente se había encontrado que, a mayor nivel de proporción de respuestas equivocadas de
la mayoría, mayor conformidad. Como indicador de consistencia se tomó la razón del número de
respuestas en las que la mayoría daba una respuesta equivocada orientada a presionar al sujeto
experimental, sobre el total de respuesta - a menor razón, mayor consistencia - (p.ej., si se daban 4
respuestas equivocadas por la mayoría orientada a presionar sobre doce, 12/4=3, si se daban seis
12/6=2, si se daban ocho, 12/8=1,5 etc.)

En conclusión, se dará más conformidad en grupos compuestos por personas de género femenino
(e inferencialmente, por personas de menor status y menos orientadas hacia la unicidad), cuando
la mayoría que influencia pertenezca a un grupo que la persona íntegra en su identidad colectiva,
cuando el tamaño del grupo sea mayor, en épocas de mayor tradicionalismo y cuando el estímulo
sea ambiguo.

Una primera fuente de la influencia social es la interdependencia o importancia del conformismo de


la persona con el grupo para que éste obtenga sus metas. La uniformidad de conductas y creencias
puede ser instrumental para lo que Festinger denominaba la locomoción del grupo, es decir, que el
grupo se mueva hacia la resolución exitosa de sus tareas y alcance sus metas. Sin embargo, también
se ha constatado influencia social en circunstancias que no implicaban tareas grupales concretas ni
grupos interdependientes.

De hecho, la experiencia princeps de Asch es una tarea de juicio perceptivo sin implicaciones
instrumentales (Brown, 2000). Una segunda fuente es la dependencia de los grupos para formarse
una impresión adecuada de la realidad. Aceptar la presión del grupo significa aceptar su influencia
informativa: el grupo entrega información que define la realidad. El hecho de que haya conformidad
cuando el estímulo es ambiguo confirma esta idea. La presión informativa sería más grande a mayor
cantidad de personas que emiten la opinión. Aunque también recordemos que se daba influencia
social cuando el estímulo no era ambiguo.

Una tercera explicación es la presión normativa: las personas siguen la opinión de la mayoría para
evitar el rechazo y ser aceptado por el grupo social. A favor de esto están los resultados que
muestran que a mayor tamaño - y si la fuente pertenecía al endogrupo - había mayor conformidad,
así como estudios que muestran que la conformidad correlaciona de manera positiva con la
atracción sentida hacia los miembros del grupo.

Es decir, coherentemente con la importancia de la influencia normativa, la conformidad es mayor


cuando las personas que buscan influirnos pertenecen a un grupo con el que uno se identifica y al
cual pertenece. Sin embargo, recordemos que la influencia se daba igual o más en situaciones de
anonimato - la importancia de la presión normativa sugeriría que en situaciones cara a cara la
influencia debería ser más fuerte -.

Finalmente, se ha propuesto que el proceso central es el de la influencia referencial, que no se


vincula a la interdependencia de objetivos o dependencia instrumental, ni a la dependencia
informativa (cognitiva) ni a la normativa (de aprobación y castigo social).

El proceso básico sería el antes descrito de autocategorización: si el sujeto se clasifica como


perteneciente al mismo grupo que la mayoría, asimila las normas de esta categoría y se atribuye a
sí mismo los atributos de ésta, es decir, opina como su grupo y muestra conformismo (Pérez, 1994).
Tanto los resultados que muestran como la conformidad es mayor cuando la mayoría que influencia
se percibe como perteneciente a la misma categoría social, como los que presentan el hecho de que
la influencia sea igual o mayor en situaciones en las que no hay interacción cara a cara, refuerzan la
pertinencia de esta explicación con énfasis en los procesos cognitivos de auto-percepción.

Cultura y Conformismo Una revisión meta-analítica encontró que el conformismo, evaluado según
la tarea de Asch y de Crutchfield, era más marcado en los países colectivistas.
Este metaanálisis de 133 estudios en 17 países confirmó que las personas de cultura colectivistas
cometían más errores o mostraban mayor conformismo en las tareas de Asch. La influencia
significativa del colectivismo se manifestaba con diferentes indicadores de Individualismo-
Colectivismo y controlando las características del estudio y de las muestras (Smith y Bond, 1998)

Comparados con los países más individualistas - como Inglaterra, Alemania, Holanda o el mismo
EEUU -, los efectos del conformismo eran más altos en los países más colectivistas, como los
africanos (Zaire, Ghana, Zimbabwe), en una región de cultura china como Hong Kong y en Japón y
Brasil (ver Gráfico 2).

El conformismo fue mayor en los países con mayor puntuación en Distancia Jerárquica en el estudio
de Hofstede. Estas culturas aceptan y legitiman las diferencias de status, ya que es probable que en
estos se valore más la aceptación de la opinión del grupo y el respeto ante otros, aunque sean
iguales.

La asociación fue aún más fuerte con las puntuaciones de Individualismo de Hofstede 9 y una
regresión múltiple confirmó (controlando otras variables culturales y las características del
experimento) que el grado de Colectivismo de la nación era un factor que específicamente predecía
mayor conformismo, (Hofstefe, 2001).

El nivel de conformismo también se asociaba negativamente a las puntuaciones de Schwartz de


valores de autonomía intelectual y afectiva. Se presupone que, dada la mayor integración social y la
mayor valoración del seguimiento de las normas del endogrupo, las personas de culturas
colectivistas serán más obedientes a la autoridad y más conformistas.

Dos de los factores que se encontraron en el meta-análisis antes descrito favoreciendo el


conformismo estarán probablemente más presentes en las sociedades colectivistas.

El tamaño de las familias y grupos primarios es mayor en los países colectivistas. Además, las
personas interactúan más con miembros del endogrupo (de la familia, p.ej.).

Recordemos que el conformismo se muestra más patente cuando el grupo que influencia es de
mayor tamaño. Del mismo modo, la influencia social se da con más fuerza cuando las personas
pertenecen al propio grupo. son mayores, encontramos algunos estudios que muestran como los
colectivistas asiáticos interactúan más en grupos.

En este sentido es razonable pensar que en las sociedades colectivistas la influencia social sea más
usual (Matsumoto, 2000). En el caso del conformismo, la presión informativa es mayor cuando
mayor es la cantidad de personas que emiten opinión y centrándonos en la influencia social, la
presión normativa y referencial es mayor cuando las personas pertenecen a un grupo al que uno se
identifica y pertenece.
Ahora bien, el grado de colectivismo cultural seguía asociado a una mayor tasa de conformismo,
aún controlando las características de los experimentos, incluyendo el tamaño del grupo y el
carácter exo o endogrupal de la mayoría que buscaba influenciar a la persona. La explicación del
mayor conformismo en las culturas colectivistas no se limita sólo a la constatación que en esas
culturas se dan con mayor intensidad algunos procesos de refuerzo de la conformidad.
También hay que tomar en cuenta el significado diferente que tiene la conducta conformista en
sociedades con diferentes valores.

Es razonable pensar que en las culturas individualistas el conformismo es valorado negativamente.


De hecho, un estudio en EEUU mostró que las personas evalúan más positivamente a las personas
que actuaron independientemente en la tarea de Asch. Además, como otra manifestación del valor
negativo del conformismo en una sociedad individualista, una revisión sistemática encontró que los
libros norteamericanos de Psicología Social enfatizan que un tercio de los juicios eran erróneos, lo
cual muestra la importancia del conformismo.

Esta interpretación es contraria a la de Asch, quien quería mostrar que las personas no eran
conformistas y que la mayoría de los juicios eran correctos (Smith y Bond, 1998).

Al contrario, en las culturas colectivistas la valoración de la armonía social en el endogrupo llevará


a asociar conformismo y cohesión social.

En estas culturas es importante evitar la vergüenza pública y responder de forma conformista


significa evitar perder imagen social (Bond y Smith, 1996). Sin embargo, no hay que pensar que las
culturas colectivistas refuerzan el conformismo en general. De hecho, un estudio mostró que los
sujetos colectivistas no mostraban más conformismo que personas individualistas cuando la
mayoría que buscaba persuadir pertenecía a un exogrupo.
En otras palabras, los colectivistas serán conformistas en relación a su grupo de pertenencia y no en
relación a otros grupos (Bond y Smith, 1996).

Desde este punto de vista, la definición de lo que es el endo-grupo y lo que se valora en la relación
será diferente según el tipo de colectivismo: en África, la tribu y las relaciones familiares extensas;
en China el clan familiar y las redes personalizadas de intercambio; en América Latina los pares de
compadrazgo y la familia extensa, aunque no el clan familiar.

Empíricamente, estudios de uso del tiempo han encontrado que los adolescentes y jóvenes asiáticos
pasan más tiempo con su familia que los jóvenes norteamericanos y europeos occidentales, quienes
a su vez pasan más tiempo con los pares. Los estudios sugieren que la familia en las culturas
colectivistas y los pares en las individualistas serán la fuente respectiva de influencia y conformismo
social.

El concepto de campo social en Bourdieu

En la teoría de Bourdieu, el concepto de habitus es inseparable del de campo (y del de capital). La


historia hecha cuerpo y la historia hecha cosa. El habitus es el resultado de la interiorización de la
exterioridad y el campo lo es de la exteriorización de la interioridad. Materializaciones
institucionales de un sistema de habitus efectuadas en fases precedentes del proceso histórico
social. Para entender un campo, Bourdieu primero aclara que debe diferenciárselo de la noción de
espacio social. Por esto último hay que entender un sistema de posiciones sociales que se definen
las unas en relación con las otras. El valor de cada posición se mide por la distancia social que las
separa de otras posiciones inferiores o superiores. Es decir, el espacio social es un sistema de
diferencias sociales jerarquizadas en función de un sistema de legitimidades socialmente
establecidas en un momento dado. En un espacio social determinado, las prácticas de los agentes
tienden a ajustarse de manera espontánea, en periodos normales, a las posiciones sociales
establecidas entre posiciones. Es la dosis de conformismo requerido para el buen funcionamiento
del sistema. Lo que no excluye que en épocas de crisis se transgredan o se redefinan las distancias
sociales (Vázquez García, 2002: 95; Jiménez, 2005: 83-90). Bourdieu define al campo social como
una esfera de la vida social que se ha ido autonomizando de manera gradual a través de la historia
en torno a cierto tipo de relaciones, intereses y recursos propios, diferentes a los de otros campos.
22 Los campos sociales son espacios de juego relativamente autónomos: son “campos de fuerzas,
pero también campos de luchas para transformar o conservar estos campos de fuerzas”. Sólo
pueden funcionar con los agentes “que invierten en él, en los diferentes significados del término,
que se juegan en él sus recursos [capitales], en pugna por ganar, contribuyendo así, por su propio
antagonismo, a la conservación de su estructura o, en condiciones determinadas, a su
transformación” (Bourdieu, 2002a: 50-52). Más que hablar de interés en el juego, la noción de
illusio, inversión o libido, son más rigurosas para Bourdieu. La illusio (que según Huizinga deriva de
la raíz latina ludus, juego) es el hecho de estar metido en el juego, cogido por el juego, creer que el
juego vale la pena, que vale la pena jugar. Hay tantas especies de illusio o libido como juegos hay
(Bourdieu, 1997: 141-143). Para estudiar un campo, considera Bourdieu, es necesario reparar en
tres momentos “internamente conectados”. Primero, y en este aspecto se aprecian claras
diferencias con Elias, se debe analizar la posición del campo frente al campo del poder (el de la lucha
de clases: relación del campo con clases dominantes y dominadas). Segundo, trazar un mapa de la
estructura objetiva de las relaciones entre las posiciones ocupadas por los agentes o las instituciones
que compiten por la forma legítima de la autoridad específica del campo. Tercero, hay que analizar
el habitus de los agentes, los diferentes sistemas de disposiciones que han adquirido al interiorizar
un determinado tipo de condición social y económica, condición que en su trayectoria dentro del
campo encuentra oportunidades más o menos favorables de actualización. No deja de ser cierto,
sin embargo, que en una situación de equilibrio el espacio de las posiciones tiende a comandar el
espacio de las tomas de posición (Bourdieu y Wacquant, 2008: 142-143). La especificidad de cada
campo viene dada por el tipo de recursos (o capitales) que moviliza (o la combinación de ellos).
Recursos que pueden agruparse en tres grandes categorías. Recursos de naturaleza económica,
entre los que el dinero ocupa un lugar prominente por su papel de equivalen- te universal. 23
Recursos de naturaleza cultural, aquí los diplomas escolares y universitarios han cobrado
importancia creciente. Recursos sociales, que consisten en la capacidad de movilizar en beneficio
propio redes de relaciones sociales más o menos extensas, derivadas de la pertenencia a diferentes
grupos de clientelas. Recursos simbólicos, son propiedades impalpables y cuasicarismáticas que
parecen inherentes a la naturaleza del agente mismo (autoridad, prestigio, reputación, fama,
talento, gusto…). El capital simbólico no es otra cosa que el capital económico o cultural “en cuanto
conocido y reconocido”. Es una forma de crédito otorgado a unos agentes por otros agentes
(Jiménez, 2005; Vázquez García, 2002; Wacquant, 2008). El campo es también una especie de
mercado porque en ellos se negocian, valorizan e intercambian capitales específicos. Aunque las
especies de capital son diferentes, están estrechamente entrelazadas. Hay una tasa de con-
vertibilidad entre sus diferentes especies (se puede conseguir un empleo, capital económico, gracias
a un padrino, capital social). Si bien es difícil jerarquizar el peso de estas especies de capital,
Bourdieu cree que el económico es el que tiene el peso preponderante (lo que le ha valido la
etiqueta de determinista). Lo que se observa en realidad es una estructura de distribución del capital
específico más o menos dispersa o concentrada según la historia de cada campo, y por lo mismo
según las luchas por la apropiación del capital (Vázquez García, 2002: 93, 97; Jiménez, 2005: 85-86).
Aquí sólo ilustraré el modo en que Bourdieu considera una de esas especies de capital: el cultural.
Contra la teoría de la autonomía del mundo de las ideas o del “conocimiento objetivo sin sujeto
conocedor” y “de los procesos sin sujeto” (en “las que se encuentran Althusser y Popper”), Bourdieu
precisa que el capital cultural objetivado no existe y no subsiste como capital cultural material y
simbólicamente actuante más que en, y por las luchas que se desarrollan en, el terreno de los
campos de producción cultural (campo artístico, campo científico, etc.) y, más allá, en el campo de
la lucha de clases sociales, y en las que los agentes comprometen unas fuerzas y obtienen unos
beneficios proporcionales al dominio que ellos tienen de ese capital objetivado, y por tanto a la
medida de su capital incorporado (Bourdieu, 2002b: 225). En el campo cultural, las clases dominadas
sólo intervienen a título de punto de referencia pasivo, de contraste, en las luchas simbólicas por la
apropiación de las propiedades distintivas que confieren su fisonomía a los diferentes estilos de
vida, y sobre todo en las luchas por la definición de las propiedades que merecen ser apropiadas y
del modo de apropiación legítima. La naturaleza contra la cual se construye en este caso la cultura
no es otra cosa que todo lo que es “pueblo”, “popular”, “vulgo”, “común”. Por consiguiente, aquel
que quiere “medrar” debe pagar su precio a todo lo que define a los hombres propiamente humanos
con un verdadero cambio de naturaleza; “promoción social vivida como una promoción ontológica,
o como un proceso de civilización (Hugo habla del ‘poder civilizador del arte’), un salto de la
naturaleza a la cultura, de la animalidad a la humanidad”. Pero al haber introducido la lucha de
clases, que se encuentra en el propio centro de la cultura, está destinado a la vergüenza, al horror,
“incluso al odio del hombre viejo, de su lenguaje, de su cuerpo, de sus gustos, y de todo aquello de
que antes era solidario —el genos, el origen del padre, los pares, a veces incluso la lengua materna—
y de lo que a partir de ahora se encuentra separado por esa frontera más absoluta que todas las
prohibiciones juntas” (Bourdieu, 2002b: 248). A pesar de ser relativamente autónomos los campos,
afirma Bourdieu, operan siempre sobre el telón de fondo de las clases sociales (que son el campo
de los campos). De hecho, aduce Bourdieu, la inscripción de los agentes en las clases sociales
sobredetermina su inscripción en un campo particular y es ello lo que explica las homologías (un
polo dominante y uno dominado) entre los diferentes campos (Bourdieu, 2007a: 227; Jiménez,
2005: 85-87; Vázquez García, 2002: 103). Para Elias, como se verá, el concepto de figuración engloba
el concepto de campo, pero no se reduce a éste. Otra diferencia sustancial entre Bourdieu y Elias es
que en este último no hay un tratamiento teórico de las clases sociales en el que se las considere
como el “campo de campos”, que imprime su huella a todos los demás. Empero, argumenta
Bourdieu, no basta con hablar de espacios para afirmar la existencia de las clases sociales. Éstas no
existen como tales. Lo que existe es un espacio social de diferencias, en el que las clases existen en
cierto modo de estado virtual, en punteado, no como algo dado sino como “algo que se trata de
construir”. Que se construyen en la cooperación y el conflicto. Pero no se construyen en el vacío
social: la posición ocupada en el espacio social, es decir, la estructura de la distribución de las
diferentes especies de capital, que asimismo son armas, ordena las representaciones de ese espacio
y las tomas de posición en las luchas para conservarlo o transformarlo (Bourdieu, 1997: 24-25). La
mínima distancia objetiva en el espacio social puede coincidir con la máxima distancia subjetiva:
entre otras razones, porque el más “vecino” es el que más amenaza la identidad social, es decir, la
diferencia (y también porque el ajuste de las esperanzas a las oportunidades tiende a circunscribir
en la vecindad inmediata las pretensiones subjetivas). La propia lógica de lo simbólico es
transformar en diferencias absolutas, de todo o nada, las diferencias infinitesimales. Las luchas de
competencia que dividen a los cercanos, a los vecinos, a los semejantes, son la antítesis más perfecta
y la negación más eficaz de la lucha contra otra clase, en la cual se constituye la clase. Las estrategias
institucionales de distinción “por las cuales los grupos de estatus apuntan a volver permanentes y
cuasinaturales, y por ende legítimas, las diferencias de hecho, redoblando simbólicamente el efecto
de distinción asociado al hecho de ocupar una posición rara en la estructura social, son la conciencia
de sí de la clase dominante” (Bourdieu, 2007a: 222-223). El móvil de la lucha de clases está
constituido por bienes y clasificaciones (capital simbólico). Las clasificaciones, y la noción misma de
clase social, no serían un asunto en juego tan decisivo en la lucha (de clases) “si no contribuyesen
a la existencia de las clases sociales añadiendo a la eficacia de los mecanismos objetivos (las otras
especies de capital: económico, cultural, social) que determinan las distribuciones y que aseguran
su reproducción el refuerzo que les proporciona el acuerdo de los espíritus que ellas estructuran”
(Bourdieu, 2007a: 227). Hay cierta correspondencia entre clase y trayectorias de los agentes. A un
volumen determinado de capital heredado corresponde un haz de trayectorias más o menos
equiprobables que conducen a unas posiciones más o menos equivalentes; y el paso de una
trayectoria a otra depende a menudo de acontecimientos colectivos —guerras, crisis, etc.—, o
individuales —ocasiones, amistades, protecciones, etc.—, que comúnmente son descritos como
casualidades, aunque ellas mismas dependan estadísticamente de la posición y de las disposiciones
de aquellos a quienes afectan (Bourdieu, 2002b: 108-109). Las estructuras cognitivas clasificadoras
que elaboran los agentes sociales para conocer prácticamente el mundo social son unas estructuras
sociales incorporadas. El conocimiento práctico del mundo social que supone la “conducta
razonable” son producto de la división objetiva en clases (clases de edad, clases sexuales, clases
sociales) y que funcionan al margen de la conciencia y del discurso. Las oposiciones en apariencia
más formidables “de esa mitología social” siempre deben su eficacia ideológica al hecho de que
remiten, más o menos discretamente, a las oposiciones más fundamentales del orden social: “las
que inscritas en la división social del trabajo se establece entre dominantes y dominados, y las que
fundamentadas en el trabajo de dominación enfrenta en el seno de la clase dominante, dos
principios de dominación, dos poderes, dominante y dominado, temporal y espiritual, material e
intelectual, etcétera” (Bourdieu, 2002b: 480-481). No obstante, el planteamiento de Bourdieu está
muy anclado en la continuidad más que en la discontinuidad, en la imposición de las estructuras
sobre los agentes más que en la subversión de aquéllas. Por ello, De Jong acierta al decir que la
dinámica social en Bourdieu aparece como las olas de un lago: ofrecen la sensación de movimiento,
pero en realidad se trata de agua estancada (De Jong, 2001). No es el caudaloso río de la historia
que sí observa Elias.

RESUMEN

Normalización es la construcción entre iguales de patrones de conducta, sentimiento y acción.


Conformismo es el cambio de creencias y actitud en el sentido de la orientación dominante en el
grupo.

El conformismo es mayor cuando las personas que influencian pertenecen al endogrupo y cuando
el grupo es mayor y el estímulo es ambiguo, lo cual refuerza el papel del grupo como fuente de
validación del conocimiento.

El conformismo es mayor en culturas colectivistas, en las que éste indica cohesión social y se asocia
a la armonía social. La obediencia se refiere al hecho que una persona sigue las ordenes de una
autoridad. Entre un 33 y un 66% de las personas seguirían órdenes de dar un castigo extremo a
personas desarmadas / inocentes.
La obediencia aumenta si la autoridad es legítima, es próxima, es consistente (no hay divisiones
entre los superiores que dan órdenes), si se está distante física e ideológicamente de la víctima y se
juega un papel de auxiliar.

El aprendizaje e implicación paulatina, así como la atribución de la responsabilidad a la autoridad y


la aceptación de esta también refuerzan la obediencia. La cercanía física e ideológica, la rebelión
de los pares y el conflicto entre autoridades debilitan la obediencia.

Minorías sin poder ni estatus logran innovar y cambiar las normas y actitudes sociales Las mayorías
ejercen más influencia directa y sobre opiniones públicas que las minorías y estas últimas provocan
más cambios indirectas y privadas.

Las minorías inducen una actividad cognitiva más innovadora y cuando son definidas como grupos
conflictivos producen más impacto indirecto, probablemente por el mayor conflicto cognitivo
provocado.

Mayoría y minoría ejercen una influencia en medidas públicas y directas de forma similar. Las
minorías tienen menos influencia cuando su mensaje va en contra de la tendencia sociocultural
general, se las clasifica como ajenas al grupo de pertenencia y se explica su desviación por déficits
psicológicos. Las minorías tienen mayor influencia en culturas igualitarias, de baja evitación de la
incertidumbre que no rechazan lo extraño – aunque la evidencia es limitada -.

Los adolescentes tempranos son más conformistas y se insertan en grupos más numerosos. Los
colectivistas son más conformistas ante la familia y los individualistas ante los grupos de pares.
Aunque los adolescentes no difieren mucho de sus padres en valores sociales, las instituciones
educativas pueden influenciar en contra de los valores familiares y las actitudes de los estudiantes
si estos se identifican con los grupos y la institución educativa.

Estudiantes de carreras de ciencias sociales muestran actitudes más “progresistas” (atribuyen más
la pobreza por causas externas) sin que esto se explique por las actitudes previas a su ingreso en la
universidad.

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