Una Introducción A La Ecología Acústica
Una Introducción A La Ecología Acústica
Una Introducción A La Ecología Acústica
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13 http://www.econtact.ca/5_3/wrightson_acousticecology.html http://www.eumus.edu.uy/eme/ps/txt/wrightson.html
Kendall Wrightson
Trato de escuchar
la voz callada y pequeña que llevo dentro
pero no la puedo oír
a causa del ruido
de: "Little Audrey´s Story", por Eliza Ward
Como lector de esta revista, es posible que el sonido tenga para Ud. un significado
especial. Probablemente Ud. sea un músico, un ingeniero de sonido, un artista Foley de
efectos especiales, un biólogo marino o un compositor de arte acústico. Puede ser que
haya estudiado el sonido en ambientes cerrados, que lo haya usado en composiciones,
en películas o videos, o que haya investigado el sonido submarino y entre los animales.
Es posible que se haya dado cuenta de lo importante que puede ser el sonido para
comunicar el estado de ánimo, significado y contexto. Quizás al escuchar un "paisaje
sonoro" -sonido escuchado en un ambiente real o "virtual"- Ud. se ha transportado a
otro tiempo, a otro lugar. Recíprocamente, podría haber experimentado el "aquí y
ahora" en forma más aguda, como resultado de escuchar atentamente. El tema central de
la interdisciplina Ecología Acústica (conocida también como ecoacústica) es su
consciencia del sonido - específicamente su nivel de consciencia del entorno sonoro en
un momento determinado.
El contraste entre los ambientes sonoros pre y post industriales se expresa perfectamente
en el uso que da Schafer a los términos "hi-fi" (alta fidelidad), para caracterizar al
primero y "lo-fi" (baja fidelidad), para describir al segundo (1977a, 272). Schafer define
un paisaje sonoro hi-fi como un medio ambiente en el cual "el sonido se superpone
menos frecuentemente; donde existe una mayor perspectiva -frente y fondo" (1977a,
43). Al transcribir las grabaciones de ambientes hi-fi, el equipo de trabajo de Schafer
notó que el nivel de los sonidos de ambientes naturales, tales como el clima y los
animales, variaba en forma de ciclos repetitivos. El equipo elaboró un diagrama
rudimentario de nivel sonoro en función del tiempo, determinando las características
acústicas más prominentes del paisaje sonoro en un período de tiempo de más de doce
meses (reproducido en la Figura 1).
Figura 1: Los ciclos del paisaje sonoro natural de la costa oeste de la Colombia Británica (Canadá),
mostrando los niveles relativos de los sonidos (tomado de Truax 1984: 142).
Schafer concluyó que el intercambio oral entre las especies (evidente en la Figura 1)
probablemente constituya una característica de los paisajes naturales. Además del balance
rítmico del nivel sonoro que Schafer identificó en habitats naturales, Krause (1933) sugiere
que también existe un balance manifiesto a lo largo del espectro de audio. La posibilidad de
que exista un balance natural espectral se le ocurre a Krause durante sus largas estadías en
ambientes salvajes, intentando grabar vocalizaciones de ciertas especies animales. Al
escuchar atentamente el paisaje sonoro para captar sonidos específicos (muchas veces luego
de esperas de hasta 30 horas en un mismo sitio), Krause notó que "cuando un pájaro canta o
un mamífero o un anfibio emiten sonidos, parece que las voces encajaran en relación a
todos los demás sonidos naturales, en términos de frecuencia y ritmo" (1993, 159).
Otra característica del paisaje sonoro hi-fi de la revolución preindustrial es que el "horizonte
acústico" se puede extender por muchos kilómetros. Por lo tanto, los sonidos que provienen
de la propia comunidad del oyente pueden escucharse a considerable distancia, reforzando
el sentido de espacio y localización y manteniendo la relación con el hogar. Este sentido se
refuerza aún más cuando es posible escuchar sonidos que provienen de poblaciones
adyacentes, estableciendo y manteniendo relaciones entre comunidades locales.
En el paisaje sonoro lo-fi, los sonidos con significado (asi como cualquier coloración
acústica asociada), pueden ser enmascarados de manera tal que se produzca una reducción
del "espacio auditivo" de los individuos. En aquellos casos en que el efecto es tan
pronunciado que un individuo no puede escuchar más los sonidos reflejados de su propio
movimiento o voz, el espacio auditivo se ha reducido efectivamente hasta encerrar al
individuo, aislando al oyente del medio ambiente. Si el enmascaramiento de los sonidos
reflejados o directos es tan severo que un individuo no puede escuchar sus propios pasos -lo
cual es común en las calles de muchas ciudades- "...el espacio auditivo de las personas se ha
reducido por debajo de las proporciones humanas" (Truax 1984, 20). Bajo condiciones tan
extremas, o bien el sonido se asfixia (en el sentido de que no se escuchan ciertos sonidos
particulares), o bien los sonidos se funden y la información acústica se transforma en la
anti-información: "ruido".
Mientras que el paisaje sonoro hi-fi es, como lo sugieren los ecologistas acústicos, un
equilibrio entre nivel, espectro y ritmo, el paisaje sonoro lo-fi se caracteriza por un nivel
casi constante. Esto crea una "pared sonora" (Schafer 1977a, 93), que aísla al oyente del
medio ambiente. Espectralmente hablando, el paisaje sonoro lo-fi contemporáneo se desvía
hacia el rango de bajas frecuencias (gracias a los motores y los sonidos relacionados con la
corriente eléctrica). Debido a la existencia de una sociedad de 24 horas, los ritmos de la
rutina diaria se han erosionado en forma significativa en muchas localidades.
Al describir la capacidad del paisaje sonoro para transmitir información, Truax (1984)
describe al sonido como el mediador entre el oyente y el medio ambiente. Esta relación se
ilustra en la Figura 2.
Figura 2: La relación mediadora entre un individuo y el medio ambiente por medio del sonido (modificado de Truax
1984, 11).
Una investigación sobre las actitudes públicas frente al ruido, realizada en 1993 en el Reino
Unido, enumera a los "vecinos" -y específicamente a las fuentes de transmisión o grabación
de sonido (a las cuales Schafer llama sonido "esquizofónico)- como la primera causa de
irritación, destronando al tráfico del lugar número uno que ocupó por muchos años
(Grimwood, 1993). Tal como informa Slapper (1996): "A nivel nacional, los concejos
reciben cerca de 300 quejas al día por ruidos inaceptables producidos por los vecinos " y
algo que es aún más perturbador: "En los últimos cuatro años han muerto 18 personas"
(debido a disputas entre vecinos por ruidos molestos).
El significado psicológico del sonido utilizado como fuerza de control -como arma
(ofensiva) o como barrera (defensiva) en contra del paisaje sonoro- es que el medio
ambiente y la comunidad se convierten en el enemigo. Igual que en cualquier guerra, el
medio ambiente se convierte en campo de batalla y sufre tanto como sus habitantes. Schafer
calcula que la batalla entre la expresión sonora y el control ha ayudado a incrementar los
niveles de sonido ambiental en alrededor 0.5 a 1 decibel por año - un "generador de ruido"
como se ilustra en la Figura 3.
Ruido Interno
Desde mi punto de vista, el ambiente hi-fi representa un profundo miedo psicológico para
cualquiera cuyo propósito (consciente o inconsciente) sea evitar sus sentimientos. En una
amplia gama de experimentos psicoterapéuticos, he sido testigo muchas veces -en mí
mismo y en los demás- de cómo el permanecer silencioso tiende a hacer que las emociones
salgan a la superficie. Como psicólogo, James Swan, citado en Gallagher (1993, 203) nos
dice: "Tan solo sentándose silenciosamente en esa atmósfera (un lugar silencioso) permite a
la mayoría de las personas procesar una cantidad de emociones y problemas que no podían
manejar."
Schafer sugiere que hay dos formas de mejorar el paisaje sonoro. Por un lado, incrementar
la competencia sonológica por medio de un programa educativo que intente inculcar en las
nuevas generaciones la valoración del sonido ambiental. Él cree que con esto se podrá
desarrollar un nuevo acercamiento al diseño -la segunda forma- que incorporará una
valoración del sonido, reduciendo así la pérdida de energía que representa el ruido.
Las ideas de Schafer son loables y yo las comparto. Sin embargo, es vital que los
ecologistas acústicos no subestimen lo que Schafer está pidiendo; para poder oír, tenemos
que parar o al menos reducir el ritmo -física y psicológicamente-, transformándonos en
seres humanos en vez de en "seres hacedores". "Esté aquí ahora" es uno de los principales
mensajes que surge durante la década de los 60, y uno de los más importantes dogmas de la
multitud de filosofías orientales que fueron importadas a occidente desde ese entonces. Para
el homo urbanus, el parar y escuchar es un llamado vigoroso, aun cuando muchos lo siguen
intentando. Para otros, el estar acá ahora, escuchando el paisaje sonoro, evaluando el paisaje
sonoro, es un anatema. Porteus (1990) lo confirma en su crítica a las investigaciones
originales del Proyecto Paisaje Sonoro Mundial, diciendo que los "expertos" siempre traen
consigo su propia agenda. En este caso, dice, la agenda es que los
individuos deberían evaluar el paisaje sonoro, específicamente uno balanceado; las
encuestas de opinión pública, dice, indican que los individuos -los "inpertos"- no lo hacen.
El interés por la ecología acústica crece hoy en día, gracias a las actividades del Foro
Mundial de Ecología Acústica (WFAE), fundado durante la Primera Conferencia
Internacional sobre Ecología Acústica realizada en Banff, Alberta, Canadá, en agosto de
1993. El conocimiento de la ecología acústica, así como las actividades del Foro Mundial
de Ecología Acústica se han comenzado a difundir a una audiencia más amplia por medio
de boletines, de esta revista (6), de conferencias regulares (desde 1993) y, más
recientemente, con una lista de correo electrónico y un sitio en la red accesible a cualquiera
que tenga ingreso a la internet. Westerkamp (1995) informa que el Foro Mundial de
Ecología Acústica ha conseguido representantes para su comité directivo en Europa, en la
región Asia-Pacífico, en América Central y del Sur y en los Estados Unidos de América y
que ha tenido una dirección internacional que funciona muy bien desde 1998.
En resumen, entonces, según mi punto de vista, los valores defendidos por la ecología
acústica -el valor de escuchar, la calidad del paisaje sonoro- constituyen valores que vale la
pena evangelizar. Sin embargo, es vital que no subestimemos la magnitud de lo que estamos
solicitando al final del siglo más comercial y ruidoso que la historia haya registrado.