Reyes Villalba S Hair 2015
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FACULTAD DE DERECHO
BOGOTÁ 2015
1
EL SISTEMA DE RESPONSABILIDAD PENAL DE ADOLESCENTES EN
COLOMBIA: PROBLEMAS SANCIONATORIOS, PENITENCIARIOS Y
PROCESALES1
Palabras Claves
Juvenile justice, youth criminal liability, constitucional corpus, procedure code, due
process, procedural guarantees, punishment, prison, overcrowding.
Keywords
1
Este artículo se presenta como resultado de la investigación dentro de la especialización en Procedimiento
Penal Constitucional y Justicia Penal Militar de la Universidad Militar Nueva Granada.
2
Abogada por la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, Especialización en Procedimiento Penal
Constitucional y Justicia Penal Militar Universidad Militar Nueva Granada (en curso). Comisaria de Familia
Municipal de Yacopí Cundinamarca. Contacto: [email protected] / [email protected]
2
Justicia penal juvenil, responsabilidad penal de adolescentes, bloque de constitucionalidad
Código procesal, debido proceso, garantías procesales, sanciones, prisión, hacinamiento.
Abstract
The Law 1098 of 2006 (Child and adolescent code), that regulates the juvenile
criminal responsibility in Colombia, has lacks in the sanctionatory, penitentiary and
procedural scope. Thus, in the following article we will explain the difficulties arose from
the application of the Juvenal Criminal Responsibility System (JCRS) in Colombia. Some
of the problems that will be include in our investigation are: the defects in the due process,
the absence of an appropate procedural code, populist criminal policies and overcrowding
in inprisonment facilities, caused by the unreasonable use of detention measures for
juvenile offenders. These factors, without a doubt, leads to a system collapse and, based on
it, to an impossibility of an effective combat of juvenile delinquency.
Introducción
3
los parámetros internacionales?
Metodología
Para llevar a cabo esta investigación jurídica se identificó el marco normativo nacional e
internacional y se recurrió a la revisión de literatura y jurisprudencia colombiana. A su vez,
y sin ánimo de ser exhaustivos, fue útil la consulta de doctrina internacional (especialmente
española, libros en formato virtual, artículos de fuentes electrónicas), con el fin de
establecer preocupaciones comunes, aportando al lector algunos apuntes comparativos y
evidenciando algunas tendencias actuales en otros países sobre el derecho penal en
menores. Se utilizaron los métodos analítico-deductivo y comparativo.
Desarrollo
Suárez indica que es a partir de 1990 cuando se empiezan a gestar reformas de las
legislaciones en materia penal para jóvenes en América, pues antes, entre 1919 y 1990, se
utilizó un modelo paternalista represivo, cuya principal característica era adoptar medidas
de represión (ideología represión-compasión) frente a niños, niñas y adolescentes excluidos
de las políticas sociales básicas (2010, 94). Este modelo se ha denominado la doctrina o el
paradigma de situación irregular, que en palabras de García Méndez, resultó ser una
“aberración jurídica” (1997). La “situación irregular” podía ser declarada por el juez de
menores a partir de la comisión por parte de estos de una conducta punible, o incluso la
situación de pobreza y desprotección en la que se encuentre un niño o adolescente. (Suárez,
4
2010, 94)
5
tutelaba, lo que suponía reconocer que el menor no gozaba de los más mínimos derechos y
garantías sustanciales y procesales. (Suárez, 2010, 95)
Constituye una normativa central en este tópico “La Convención de los Derechos
del niño”, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York el 20 de
noviembre de 1989. Esta convención, que constituyó un cuerpo normativo básico y de
obligatorio cumplimiento para todos los Estados Miembros, reunió los derechos de la
6
infancia, formando un todo con las garantías de protección de los mismos4. A diferencia de
esta última normativa, las Reglas mínimas de Naciones Unidas para la administración de
justicia en menores, las Directrices de Naciones Unidas para la prevención del a
delincuencia juvenil, las Reglas de Naciones Unidas para la privación de menores privados
de libertad y las Reglas mínimas de Naciones Unidas sobre medidas no privativas de
libertad, carecen de valor de valor jurídicamente vinculante para los Estados, presentándose
como pautas, directrices o criterios a seguir en el tratamiento de la delincuencia juvenil
(González, 2010, 70).
4Al respecto ver: Rodríguez, A., Mayorga, M. & Madrid, D.(2009). Los menores en un Estado de Derecho.
Málaga, España: Dykinson S.L.
7
ámbito (regla 6). Así mismo se garantizan los derechos procesales básicos, la presunción de
inocencia, el derecho a ser notificado de las acusaciones, el derecho a no responder, el
derecho al asesoramiento, el derecho a la presencia de los padres o tutores, el derecho a
confrontación con los testigos y a interrogar a estos y el derecho de apelación ante una
autoridad superior (regla 7). También se plantea una especial protección de la intimidad del
menor, y en principio no se publicará ninguna información que pueda dar lugar a la
individualización del delincuente (regla 8) y, siendo la protección de la intimidad también
proyectada en relación los registros de los menores (regla 21).
8
prevalecen en el orden interno. Los derechos y deberes consagrados en esta Carta,
se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre derechos
humanos ratificados por Colombia. (Constitución Política de 1991, art. 93)
Al respecto, recuerda Arias López: “(…) Así, conforme a esa dogmática, hay que
concluir que, según la jurisprudencia de la Corte, hacen parte del bloque en sentido
estricto (i) el Preámbulo, (ii) el articulado constitucional, (iii) los tratados de límites
ratificados por Colombia, (iv) los tratados de derecho humanitario, (v) los tratados
ratificados por Colombia que reconocen derechos intangibles, eso es, derechos que no
pueden ser suspendidos o limitados en estados de excepción.” (2010, 33)
Es por ello que aquellos instrumentos internacionales que regulen los derechos de
los niños hacen parte misma de la Constitución y por ello deben ser estudiados y aplicados
en su integridad, pues la ficción jurídica del Bloque de Constitucionalidad los hace parte de
la misma, y los convierte no solo en el texto jurídico, sino también en la guía de la
legislación de menores en Colombia.
Valga recordar que en Colombia, partir de la Ley 599 de 2000, actual Código Penal,
la situación del menor frente al derecho penal sufrió una modificación considerable con
respecto a la normatividad anterior, puesto que la presunción del menor como inimputable
fue retirada del ordenamiento jurídico para dar paso a un tratamiento especial. Así las cosas
el Código Penal Colombiano señala en su artículo 33:
9
En su aparte final, es claro que los menores de edad son remitidos a una jurisdicción
penal especial. Como lo señala, ya no son inimputables por definición legal ni se debe
entrar a probar su incapacidad para cometer ilicitudes con el fin de ser tratados como
inimputables, sino que simplemente deben ser extraídos del sistema penal ordinario. Este
cambio es importantísimo puesto que el menor, siendo un imputable a la luz de la ley penal
actual, debido a esta situación, es remitido a una jurisdicción penal basada en pilares
distintos y con objetivos diferentes a los de la justicia penal ordinaria.
5
C-839 de 2001
6
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, Sentencia de febrero 24 de 2010, MP. José Leonidas
Bustos Martínez.
10
El SRPA regulado en el libro II del CIA, se afilia directamente a las garantías
específicas y proclamadas en los artículos 37 y 40 de la Convención de los derechos del
niño (CIDN). En relación con los adolescentes que han realizado de una conducta definida
como infracción penal, se cualifica las libertades y garantías inherentes al debido proceso7
(que ya se analizará en el aparte de problemas procesales) que son obligatorias con respecto
de todas las personas. Esto es así en cuanto se reconoce a los adolescentes como seres
cuyos derechos son prevalentes y frente a los cuales se predica una protección especial.
Garantizar, proteger y cuidar son los pilares fundamentales que debe tener el
(SRPJ), en cuanto al manejo de un menor infractor. Por consiguiente, se requiere algo más
que una obligación y un discurso que englobe cualquier tipo de intensión por parte de las
personas que integran la sociedad, pues es un deber de todo ciudadano velar porque no le
sean vulnerados los derechos garantizados y establecidos en un Estado Social de Derecho, a
7
ARTICULO 29, Constitución Política de Colombia. El debido proceso se aplicará a toda clase de
actuaciones judiciales y administrativas. Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto
que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de
cada juicio. En materia penal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable. Toda persona se presume inocente mientras no se la haya
declarado judicialmente culpable. Quien sea sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un
abogado escogido por él, o de oficio, durante la investigación y el juzgamiento; a un debido proceso público
sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y a controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar
la sentencia condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho. Es nula, de pleno derecho, la
prueba obtenida con violación del debido proceso.
8
Puede ampliarse en: Lineamientos técnicos administrativos para la atención de los adolescentes en el sistema
de responsabilidad penal en Colombia, elaborado por la subdirección de Lineamientos y Estándares del ICBF,
De las Memorias del seminario del Código de la Infancia y Adolescencia, Universidad Externado de
Colombia. 2006, pág. 30
11
niños, niñas y adolescentes. Se trata de una responsabilidad que adquieren todas las
entidades que integran el ordenamiento territorial, tanto públicas como privadas, puesto que
es de vital importancia que, bajo el principio de corresponsabilidad, el Estado y la sociedad
actúen de manera conjunta y logren una unificación para brindar la mejor atención y
preservar los derechos de los niños.
9
Al especto ver , entre otros: JAKOBS, G. (1997). Derecho penal, Parte General. Fundamentos y teoría de la
imputación. Madrid: Marcial Pons; JESCHECK, H. & Thomas W. (2002). Tratado de Derecho penal. Parte
general, 5ª edición, , Granada: Comares; MIR PUIG, S. (2005), Derecho Penal. Parte general, 7ª Edición,
Barcelona: Reppertor. ROXIN, C. (1997), Derecho penal. Parte general, t. I, traducción de la 2ª Edición
alemana por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal,
Madrid: Civitas; WELZEL, H. (1970), Derecho penal alemán. Parte General, 11ª ed., traducción de Juan
Bustos Ramírez y Sergio Yáñez Pérez, Santiago de Chile: Editorial Jurídica de Chile.
12
“El sistema de responsabilidad penal para adolescentes es el conjunto de principios,
normas, procedimientos, autoridades judiciales especializadas y entes
administrativos que rigen o intervienen en la investigación y juzgamiento de delitos
cometidos por personas que tengan entre catorce (14) y dieciocho (18) años al
momento de cometer el hecho punible”.
Visto lo anterior y conforme al artículo 143, al menor (de catorce años) que incurra
en la comisión de una conducta delictiva, se le aplicará una medida de verificación de
garantía de sus derechos. De esta manera, se vincularán a procesos de educación y
protección dentro del Sistema Nacional de Bienestar Familiar10, lo que, conforme señala
Suárez, debe mirarse detenidamente y con lupa, antes de que se conviertan de facto en
auténticas medidas penales (2010), pues ante todo lo que prima, como se ha visto, es el
interés del menor.
10
Artículo 143 CIA. Niños y niñas menores de catorce (14) años. Cuando una persona menor de catorce (14)
años incurra en la comisión de un delito sólo se le aplicarán medidas de verificación de la garantía de
derechos, de su restablecimiento y deberán vincularse a procesos de educación y de protección dentro del
Sistema Nacional de Bienestar Familiar, los cuales observarán todas las garantías propias del debido proceso
y el derecho de defensa.
13
El CIA no contiene ninguna regulación expresa sobre la imputabilidad o
inimputabilidad del adolescente infractor mayor de 14 años de edad. Por ello, es adecuado
decir que tal asunto queda abierto para ser debatido en la doctrina. Para algunos autores es
claro que un menor de catorce años queda exento de responsabilidad penal, mientras que
los adolescentes entre catorce y dieciocho responderán bajo los preceptos del SRPA. Esto
no implica decir que aquel será tratado como un adulto, pero tampoco supone que sea
imputable per sé, pues perfectamente podría considerársele un sujeto inimputable11, pero
aun así responsable penalmente, pero no se le impondría una pena, sino una medida de
seguridad. Así que, según plantea Suárez, el establecimiento de si es imputable o
inimputable permite definir qué tipo de sanción penal se aplicaría al menor, así como la
finalidad de dicha sanción. (2010). Al respecto se tiene que:
11
A cerca del debate de la imputabilidad o inimputabilidad en adolescentes véase: Silva Sánchez, J. (1998).
El derecho penal juvenil en la encrucijada. En: J. Silva Sánchez. Perspectivas sobre la política criminal
moderna (105 a 143). Buenos Aires: Editorial Ábaco de Rodolfo Depalma.
14
las finalidades preventivas (principalmente preventivo-especiales) propias las
sanciones penales aplicables a los adolescentes y son (o, al menos, deben ser) menos
aflictivas, por lo que deberían preferirse a la luz del principio del interés superior del
niño. (Suárez, 2010, 98)
15
Estado reaccione mediante sanciones en gran medida diferentes a las de los adultos.
12
Artículo 15. Ejercicio de los derechos y responsabilidades. Es obligación de la familia, de la sociedad y del
Estado, formar a los niños, las niñas y los adolescentes en el ejercicio responsable de los derechos. Las
autoridades contribuirán con este propósito a través de decisiones oportunas y eficaces y con claro sentido
pedagógico.
16
menor consiste en que, a nivel de educación13, aquel adquiera responsabilidad y conciencia
de cada uno de sus actos. En todo caso, la finalidad de las medidas consiste en proteger,
educar y restaurar14, atendiendo a las circunstancias individuales del adolescente.
Los menores que hayan cometido una conducta delictiva tendrán garantías. Entre las
que es posible mencionar aquí, puede destacarse al debido proceso, que establece que los
menores serán juzgados teniendo en que cuenta que si son jóvenes entre 12 y 14 años no
habrá privación de la libertad, solo en el caso en que se incumplan las sanciones, medidas o
compromisos impuestos por el juez. Los jóvenes de 14 a 18 años son responsables de
delitos que se castigan con privación de la libertad dependiendo la conducta. En este orden
de ideas es importante aclarar que el juez puede modificar la sanción impuesta según se
observe la evolución y la superación de los motivos que fundamentaron la imposición de
aquella, por tanto es el mismo juez quien deberá examinar la ejecución y la aplicación de la
medida o sanción.
13
Respecto a la finalidad educativa ver también: Cámara Arroyo, S. (2010) La finalidad educativa de los
centros de internamientos de menores: el hospicio como antecedente. Anuario Facultad de Derecho –
Universidad de Alcalá III, pp. 521-554.
14
Artículo 178: Finalidad de las sanciones. Las sanciones señaladas en el artículo anterior tienen una
finalidad protectora, educativa y restaurativa, y se aplicarán con el apoyo de la familia y de especialistas. El
juez podrá modificar en función de ¡as circunstancias individuales del adolescente y sus necesidades
especiales las medidas impuestas.
15
Artículo 181. Internamiento preventivo. En cualquier momento del proceso y antes de la audiencia de
juicio, el juez de control de garantías, como último recurso, podrá decretar la detención preventiva. Se
ejecutará en centros de internamiento especializados donde los adolescentes procesados deben estar separados
de los ya sentenciados. -Al respecto ver también pagina web: Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
lineamientos técnico administrativos para la atención de adolescentes en el sistema de responsabilidad penal
en Colombia
https://www.icbf.gov.co/icbf/directorio/portel/libreria/pdf/ATENCIONDEADOLESCENTESENELSRPAmar
zo29de2010.pdf
17
lugar en el que permanecen los adolescentes después de la captura, siendo el tiempo
máximo de permanencia de 36 horas. El fundamento de esta medida radica en la necesidad
de que el adolescente pueda estar en un lugar adecuado mientras que el Fiscal competente
resuelve si es procedente presentar el caso ante el Juez de Garantías de acuerdo con el
artículo 19116 del CIA. La construcción y mantenimiento de los Centros estará a cargo de
los entes territoriales y la dotación estará a cargo del ICBF.
16
Artículo 191. Detención en flagrancia. El adolescente sorprendido en flagrancia será conducido de
inmediato ante el Fiscal Delegado para la autoridad judicial, quien dentro de las 36 horas siguientes lo
presentará al Juez de Control de Garantías y le expondrá cómo se produjo la aprehensión. Por solicitud del
fiscal, la cual contendrá la acusación, el juez de control de garantías enviará la actuación al juez de
conocimiento para que este cite a audiencia de juicio oral dentro de los 10 días hábiles siguientes. En lo demás
se seguirá el procedimiento penal vigente, con las reglas especiales del proceso para adolescentes establecidas
en el presente libro.
18
De otro lado, existen las medidas aplicables a delitos menos graves, que no tienen
internamiento preventivo. Así, se puede mencionar a la libertad vigilada, que hace
referencia a aquellas intervenciones que se realizan de manera psicosocial con los
adolescentes y su familia. La sanción no podrá durar más de 2 años y el servicio debe
ubicarse en el domicilio del adolescente. Otro tipo de medidas son: internación en medio
17
semi-cerrado externado , medio semicerrado internado y medio semicerrado de
internamiento abierto.
17
Artículo 186. Medio semi-cerrado. Es la vinculación del adolescente a un programa de atención
especializado al cual deberán asistir obligatoriamente durante horario no escolar o en los fines de semana.
Esta sanción no podrá ser superior a tres años.
19
A partir de lo expuesto, es posible decir que los adolescentes son responsables
penalmente a partir de los catorce años de edad. Sin embargo, entre los doce y los catorce
años podrán ser privados de la libertad cuando incumplen las medidas o compromisos que
hayan sido impuestos por el juez. El CIA consagra penas privativas de la libertad para los
delitos de homicidio, secuestro y extorsión. Cuando no proceda la pena privativa se
impondrán medidas como la amonestación, la imposición de reglas de conducta, prestación
de servicios a la comunidad, libertad asistida o vigilada.
El derecho penal (de menores) sin lugar a duda es una manifestación del ius
puniendi del Estado y siendo la función de este la tutela jurídica de bienes e intereses, es
esta también la función que se le debe atribuir a las medidas. La finalidad que se persigue
20
mediante la imposición de la sanción, como ya se precisó, es la de facilitar la reeducación al
sujeto, atendiendo a sus particulares características. Pues es preciso tener en cuenta que el
menor es un sujeto inmaduro con una imputabilidad muy específica y por ello las medidas
deben ir direccionadas hacia la educación. Son entonces fines preventivo-especiales los que
motivan la ejecución de las medidas. Siguiendo a Colás, se ha venido discutiendo en la
doctrina sobre la influencia de las finalidades preventivo generales en las medidas
juveniles, sin embargo parece que estas han de estar relegadas a un segundo plano, evitando
reformas de endurecimiento de medidas para los delitos cometidos por menores (Colás,
2011, 219). Sobre este asunto nos ocuparemos en el siguiente apartado, referido al
populismo punitivo.
Entonces es claro que el Derecho penal queda reservado exclusivamente para los
ataques más graves e intolerables a aquellos valores esenciales para la sociedad y el
individuo, adquiriendo tales valores la categoría de “bien jurídico protegido”. Esta mínima
intervención puede tener especial relevancia en el derecho penal de menores, sobre todo en
la determinación legislativa de la reacción penal, frente a infracciones penales leves,
21
primando siempre el interés superior del menor. (Benítez, 2010, 66)
“el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), se han fugado más de 1.100
personas de las 34 correccionales, siendo las ciudades de Cali y Bogotá, los centros
más afectados. Se escapan de los sitios dispuestos para su resocialización, mientras
que otros, lejos de salir recuperados para la sociedad, terminan de convertirse en
delincuentes en estos espacios donde frecuentemente reinan las armas y las drogas.
Desde luego ha fracasado en prevenir la delincuencia”. (Vanguardia liberal, 2015,
24 de mayo)
22
sanciones como si los menores fueran adultos y, en general, desflexibilizar el sistema actual
manejado para reprimir las infracciones cometidas por adolescentes” (Torres & Rojas,
2013, 74), lo que no solo no se puede sustentar conforme a los principios del derecho penal,
sino que también deja en claro que la persistente pretensión de delegar a la sanción penal la
posibilidad de solucionar tal escenario conflictivo no resulta nada efectiva.
18Sobre estudios empíricos en España véase: García Pérez, O. (2008). La reforma de 2006 de la Ley de
responsabilidad penal de menores: la introducción del modelo de seguridad ciudadana. En A. Jorge
Barreiro y B. Feijoo Sánchez (dirs.) ¿Que hacer con los menores delincuentes? El nuevo derecho penal de
menores desde una perspectiva interdisciplinar. Atelier: Barcelona.
23
necesidad de aumentar la construcción de nuevos sitios de reclusión y expansión del
sistema punitivo.
Pero este no resulta ser el único problema que se avizora en el sistema penitenciario
y carcelario, pues en el interior de estos centros suelen enseñarle actividades, realizando así
una transformación técnica de los adolescentes en sujetos con un saber productivo a través
de la enseñanza de labores como manualidades, arte, madera, panadería, agricultura y
ebanistería.
A juicio de Huertas et lat., el SRPA, sufre esta gravísima falencia, encubriéndose detrás de
su supuesta finalidad educativa y sancionadora de la pena, principios constitucionales e
internacionales, medidas pedagógicas y de protección integral, en su implementación en
realidad cumple funciones de intimidación, incapacitación y demarcación sobre los jóvenes
de los sectores marginales de las ciudades.
El CIA tiene algunas alusiones al tratamiento procesal que deban tener los
adolescentes dentro del sistema, pues deja en claro que el proceso debe garantizar la justicia
restaurativa, la verdad y la reparación del daño, para lo cual se debe tener en cuenta las
reglas de procedimientos especiales definidas en el artículo 144 del Código de infancia y
adolescencia (las que, por lo demás, son escasas). Pero además se señala con claridad que el
procedimiento del sistema penal se regirá conforme a normas consagradas en la Ley 906 de
2004 (Sistema Penal Acusatorio aplicable para adultos), eso sí, excepto aquellas normas
24
que sean contrarias al interés superior del adolescente (Artículo 144 CIA).
En el CIA se declara que los adolescentes que cometan delitos tienen derecho al
debido proceso penal, esto es, a las garantías procesales básicas tales como: la presunción
de inocencia, el derecho a ser notificado de las imputaciones, el derecho de defensa y de
contradicción, el derecho al asesoramiento, el derecho a la presencia de los padres o tutores,
el derecho a guardar silencio, el derecho a la confrontación con los testigos e interrogar a
estos, el derecho de apelación ante autoridad superior y las demás garantías consagradas en
la Constitución, la ley y los tratados internacionales (Artículo 151 CIA). Y dentro de este se
esclarece que el derecho a la defensa dentro de todo el proceso es indiscutible: “El
adolescente durante toda la actuación procesal y aún antes de la imputación deberá tener un
apoderado que adelante su defensa técnica. Ninguna actuación procesal tendrá validez si no
está presente su apoderado. El adolescente podrá designar apoderado, quien tendrá derecho
a revisar las diligencias y a actuar desde el momento de la noticia criminal”. De esta
manera, el derecho a la defensa se entiende como la oportunidad reconocida a toda persona,
en el ámbito de cualquier proceso o actuación judicial o administrativa, de ser oída, de
hacer valer las propias razones y argumentos, de controvertir, contradecir y objetar las
pruebas en contra y de solicitar la práctica y evaluación de las que se estiman favorables,
así como de ejercitar los recursos que la ley otorga (Ospina, 2014).
De ello es posible decir que la ley aquí referida reviste al adolescente de todos los
derechos y garantías penales, sustanciales y procesales, propios del derecho penal de los
adultos, pero además le concede otros derechos adicionales que son una consecuencia de su
condición de persona en desarrollo y que se basan en los principios de la protección integral
y del interés superior del niño (Suárez, 2010). Por lo que en cuanto a principios y derechos
procesales puede decirse que estos se reconocen de manera expresa, y que además son
plenamente conformes con el marco normativo internacional que se ha mencionado.
25
derecho de defensa que les asiste a los adolescentes. Ospina (2014) asegura que el derecho
a la defensa19 se irradia por la especialidad que debe primar en el proceso que se adelanta
contra un menor de edad y por lo tanto, los asistentes o abogados designados en su defensa
deben estar capacitados en derechos de los niños y especializados en materia de justicia
juvenil. Así se deja claro en el CIA, donde se alude de manera general a que la designación
de quienes conforman el SRPA deberá recaer en personas que demuestren conocimiento
calificado de derecho penal, y de infancia y familia, y de las normas internas e
internacionales relativas a derechos humanos (Artículo 16, parágrafo 2º).
19 “el derecho a la defensa material supone, entre otras garantías, el derecho del sindicado a comparecer
personalmente al proceso, a enfrentar los cargos que pesan en su contra, haciendo él su propio relato de los
hechos, suministrando las explicaciones o justificaciones que considere pertinentes en su favor […],
ejerciendo actos positivos de oposición a las pruebas de las cuales se desprende su señalamiento como posible
autor o partícipe de la comisión de un delito[…], a ver el expediente[…] y a escoger libremente el derecho a
guardar silencio como estrategia de defensa […]”. Ver más en : sentencia C – 425 de 2008.
26
igualdad de armas al interior del proceso penal (así mismo sucede en el Sistema Penal
Acusatorio). De igual forma, las condiciones y los medios que tienen los defensores
públicos para ejercer la defensa técnica son insuficientes, ya que no cuentan con una planta
física que permitan garantizar la privacidad, o un ambiente de confidencialidad entre
defensor y defendido (adolescente). Una vez capturados, los adolescentes son llevados al
Centro de Servicios Judiciales para adolescentes donde permanecen a la espera de la
entrevista con un defensor público, entrevista que, según el estudio de Ospina, no siempre
se realiza con antelación a la audiencia. De ser esto así, no se estaría cumpliendo con el
deber del abogado consistente en explicar de manera suficiente al adolescente sobre los
alcances del proceso al que se somete, así como tampoco es claro si el defensor ha
estudiado los hechos del caso debidamente, lo que, al mismo tiempo, puede deberse a la
alta cantidad de procesos que le son asignados (al poseer la calidad de defensor público).
20
Artículo que resulta constitucional conforme a decisión de la Corte Constitucional en la sentencia C – 055
de 2010, toda vez que, contrario a ser una medida arbitraria, promovía las reglas generales del procedimiento
y la procura de hacer efectivas las garantías connaturales a un debido proceso. Adicionalmente, consideró que
el artículo 158 del Código de la Infancia y de la Adolescencia no establecía “una discriminación positiva
desproporcionada que desborde los límites constitucionales del poder de configuración del legislador, sino
que se encuentra ajustada al garantismo procesal penal propio a la Constitución. Se trata, por cierto, de
medidas que con referencia al cuarto requisito con el que se juzga la validez de la disposición ejercida en el
marco de la potestad normativa del Congreso, satisfacen la realización material de los derechos del procesado,
como menor, como sujeto de especial protección respecto del cual se procura su interés superior, así como la
eficacia de su derecho sustancial”.
27
razones, como por ejemplo el desconocimiento del caso por parte de los defensores
suplentes.
El artículo 153 CIA establece la reserva de las diligencias, lo que indica que las
actuaciones procesales adelantadas en el SRPA sólo podrán ser conocidas por las partes,
sus apoderados y los organismos de control. Marafioti aduce que respecto a un proceso no
público o una gestión de lo penal entre bastidores, no esta claro si es lo más conveniente o
llevaría a la posibiblidad de realizarse procesos más “ilegales”, lo que sería un interrogante
sin pronta respuesta. Para este autor es claro que el proceso penal de menores debe
apoyarse sobre un mecanismo de verificación centrado en el “hecho” y concebido para el
“hecho” del delito, que descanse en pruebas genuinas y que sea organizado de acuerdo con
las garantías fundamentales. En el ordenamiento penal italiano se puede apreciar una
diferencia importante en cuanto al principio de publicidad. Así, si bien se encuentra
amparado constitucionalmente, la publicidad en la audiencia viene siendo considerada
peligrosa, como medida de protección de la personalidad del menor, que queda así a
resguardo de la turbación derivada del clamor de los medios informativos y de la morbosa
curiosidad del público. Según el artículo 33.1 dRP n. 448/1988 “la audiencia (…) se celebra
a puerta cerrada”, salvo que el imputado de 16 años pida lo contrario, en cuyo caso se
valorará la oportunidad y el fundamento de aceptar esta petición, atendiendo
“exclusivamente al interés del imputado” (art. 33, 2, dPR n. 448/1988) (Marafioti, 2010,
50). Lo cual resulta bastante interesante en el sentido que ha reconocerse lo que a juicio del
adolescente resulta necesario y satisfactorio de derechos como procesado.
28
ordinario de muchos países (Marafioti, 46). Lo mismo ocurre en Colombia donde se
encuentra dentro de las prohibiciones especiales la pno procedencia de acuerdos entre la
fiscalía y la defensa (art. 157)
Este autor que se ha venido haciendo mención respecto del proceso penal para
menores en Italia, refiere que existen otras peculiaridades tales como: la posibilidad de
impugnar la sentencia el titular de la patria potestad, si bien, en caso de contradicción debe
prevalecer la impugnación realizada por el imputado. También, que en la aplicación de la
pena privativa de la libertad se considera, como el internamiento cautelar, una extrema
ratio, por lo que se opta por dar prioridad a otras posibles sanciones sustitutivas de dicha
pena (Marafioti, 51).
29
Ante esta singularidad, se plantea el cuestionamiento de si el ordenamiento procesal
existente es suficiente o no para resolver las peculiaridades del menor. Para un sector
doctrinal es exigible una normativa procesal autónoma para los menores que no se limite a
una traducción de la establecida para los adultos. En palabras de Marafioti “se precisa de un
sistema que, corriendo el riesgo inevitable de estar atravesado por almas diferentes, vaya en
busca de un punto de equilibrio entre las exigencias en conflicto” (2010). Por otro lado, la
demanda más o menos emotiva de severidad sancionatoria, por otro, el control de la
tendencia a imponer sanciones y “tratamientos sin verificación”, o al menos cuando se
pretende prescindir de esta verificación, que se presenta como una tendencia que no afecta
en exclusiva el ámbito procesal de los menores, pero que puede encontrar un terreno fértil,
so pretexto de las necesidades pedagógicas y reeducativas. Pero no se puede dejar de lado
la exigencia, de reglas procesales lo más taxativas posibles, sin objeto de recuperar un nivel
más elevado de garantías procesales, que actúe a su vez como contrapeso a la inevitable
huella paternalista y pedagogista que caracteriza a la justicia de menores.
21
La sentencia C-740/08 realizó un estudio de constitucionalidad integral de la Ley 1098 de 2006. En esa
sentencia, la Corte –con base en el hecho de que la ley establece que los fines del proceso y de las medidas en
el Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes, SRPA, son de carácter pedagógico, específico y
diferenciado en busca de una protección integral, entre otros objetivos– consideró que son parámetros que
permiten identificar la vigencia de los principios de diferenciación y especificidad que demandan diversos
instrumentos internacionales de protección de derechos humanos, en especial los que regulan los derechos de
los menores de edad en la legislación penal de menores en Colombia, lo cual dio lugar a la declaratoria de
exequibilidad de los artículos 144, 151 inciso 2 y 163 numerales 1 y 5. Esta postura fue reiterada en la
30
Aplicar el mismo procedimiento tanto a adultos como a menores de edad es,
conlleva sin duda la desnaturalización de los fines de un sistema de responsabilidad
penal para menores, toda vez que no puede pretenderse que materialmente un
mismo procedimiento funja como medio idóneo para materializar los fines propios
de la pena impuesta a un mayor de edad delincuente y, a la vez, opere perfectamente
como instrumento procesal apto para la aplicación de medidas correctivas en un
menor de edad (Ruíz-Hernandez, 2011, 341)
sentencia C-684/09, cuando la Corte expone como ejemplo del trato diferenciado y específico entre la
legislación penal de adultos y la de menores de edad la especial regulación de la situación de captura en
flagrancia, figura esta bajo examen de constitucionalidad en esa sentencia. Corte Constitucional, Sentencia C-
740/08, 23 de julio de 2008. Magistrado ponente Jaime Araújo-Rentería.
22 Al respecto se puede ver también: García Perez, O. (1999) Los actuales principios rectores del
derecho penal juvenil: un análisis crítico. Revista de Derecho Penal y Criminología (3), 33 y ss.; Higuera
Guimerá,j J.F. (2003). Derecho Penal Juvenil. S.A. Bosch: Barcelona.
31
(Morillas, 2010, 16).
Según se ha visto, existen algunos problemas procesales específicos que permiten concluir
que en la prática resulta difícil satisfacer el derecho al debido proceso en el SRPA, sin
embargo se plantea un problema mucho más genérico identificado por la doctrina como la
inexistencia de un código procesal autónomo puede dotar al sistema de elementos
procesales mucho más acordes a las necesidad y derechos de los adolescentes.
Conclusiones
32
(especialmente, en los referidos al derecho a la defensa), ajustándose aquellos debidamente
a la doctrina de la protección integral y el interés superior, conforme al marco normativo
internacional.
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38
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39