IE. M3 (Inteligencia Emocional Módulo 3)
IE. M3 (Inteligencia Emocional Módulo 3)
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3. COMPETENCIAS EMOCIONALES
En este capítulo vamos a ver en qué consisten las competencias emocionales y qué
características tienen.
Si nos centramos en la definición que Bisquerra hace en su obra, establecemos que “la
competencia emocional es la capacidad para movilizar adecuadamente un conjunto de
conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para realizar
actividades diversas con un cierto nivel de calidad y eficacia”. Esta definición tiene las
siguientes características:
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Conciencia emocional
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Regulación emocional
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Autonomía emocional
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éticos que contribuyan al bienestar del individuo. De este modo, cada individuo
tiene la responsabilidad de escoger lo que es mejor y peor para él, y
aproximarse a lo mejor a través de comportamientos y actitudes positivas.
Actitud positiva. Tener una actitud positiva es la clave para lograr una buena
calidad de vida. No se trata de una tarea fácil, ya que a lo largo de nuestra vida
se presentarán malas situaciones en las que resultará difícil o casi imposible ver
el lado bueno y positivo. No obstante, será precisamente esa actitud positiva la
que nos ayude a superar esa situación y nos motive a seguir creciendo y
aprendiendo. La actitud positiva no solo es nivel individual, sino que es muy
importante en las relaciones con los demás.
Análisis crítico de las normas sociales. Es la capacidad de evaluar de manera
crítica los mensajes sociales, culturales y de los medios de comunicación
relacionados con las normas sociales y de comportamientos personales. Esta
capacidad de análisis evitará el surgimiento de comportamientos
estereotipados propios de una sociedad irreflexiva y acrítica.
Resiliencia. Responde a la capacidad que tiene una persona para enfrentarse
de manera exitosa a condiciones de vida adversas. El ser humano, a medida
que crece, debe concienciarse de que vive en un mundo en constante
movimiento, por lo que debe ser consciente de que su vida puede cambiar en
cuestión de segundos. Es bueno ser capaz de adaptarse a esos cambios, por
muy malos que sean. La automotivación y el pensamiento positivo ayudarán a
conseguirlo.
Competencia social
Las relaciones que tenemos que con los demás deben favorecer en todo momento
nuestro bienestar. Desde los tiempos más remotos, el ser humano ha sentido la
absoluta necesidad de relacionarse con los demás, así como de formar parte de un
grupo. Estas relaciones y este sentido de pertenencia son los que dan sentido a la vida
de cada individuo.
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Sin embargo, no todas las relaciones con las que topamos van a ser buenas, así que
debemos evitar aquellas personas y aquellas relaciones tóxicas que, en lugar de
contribuir a nuestro bienestar, intoxican y minan nuestra calidad de vida.
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3.2 EL ESTRÉS
Todas las personas, en mayor o menor medida, sentimos estrés a lo largo de nuestras
vidas. De pequeños, cuando estamos en el colegio, podemos sentir estrés por la gran
cantidad de deberes que nos mandan, además de los exámenes y las actividades
extraescolares. A medida que crecemos, empiecen a surgir problemas de tipo
sentimental, provocándonos otras situaciones de estrés. Las relaciones con la familia
pueden ser también un motivo de estrés, así como la conciliación de la vida laboral y
familiar, o el entorno en el que vivimos.
Cada persona se estresa de manera diferente y por una causa diferente, ya que el
estrés se define como un sentimiento de tensión física o emocional que proviene de
una situación o pensamiento que nos hace sentir frustrados o nerviosos. Se trata,
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pues, de una alteración puntual procedente de una situación que en ese momento nos
hace sentir incómodos y constituye una reacción del cuerpo a un desafío o demanda.
Una situación típica de estrés es la que nos encontramos cuando estamos en el coche
en medio de un atasco y tenemos prisa porque no queremos llegar tarde al trabajo. En
una situación así, nuestro cuerpo reacciona y demanda volver a la normalidad. Lo que
quiere es que se aligere el flujo de coches, para así poder llegar puntual al trabajo y no
tener que dar explicaciones. Esta situación constituye un pequeño episodio de estrés, y
cuando estos episodios se dilatan en el tiempo, pueden ser dañinos para nuestra salud,
convirtiéndose en ansiedad.
El estrés es una alteración física y emocional de nuestro cuerpo. La manera que tiene
de reaccionar al estrés es mediante la liberación de hormonas, que hacen que el
cerebro esté alerta y que los músculos se tensionen y aumente el pulso. A corto plazo,
este tipo de reacción puede ser positiva, ya que nos da información sobre una
determinada situación y la reacción que provoca en nuestro cuerpo puede ayudarnos a
controlarla.
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Sin embargo, antes de que se manifiesten estos problemas, el cuerpo nos manda
señales indicando que algo no va bien. Estas señales pueden ser físicas o emocionales,
como los casos de diarrea o estreñimiento, mala memoria, dolores de cabeza
frecuentes, falta de energía, problemas sexuales, cansancio, insomnio, malestar en el
estómago, uso del alcohol y las drogas para relajarse, o la pérdida y el aumento de
peso.
En cuanto a sus causas, variarán según la persona. Algunos ejemplos pueden ser
casarse o divorciarse, tener problemas en el trabajo o de dinero, un despido, la
jubilación, tener un bebé, una mudanza, una enfermedad o una sobrecarga de tareas y
responsabilidades.
Dejando de lado las causas, nos interesa ver cómo las diferentes situaciones nos
afectan para determinar si el estrés que provocan es positivo o negativo. Ya hemos
comentado que los episodios puntuales de estrés nos pueden ayudar a conocernos y a
hacer frente a esa situación. Sin embargo, en caso de que el estrés sea negativo y se
prolongue durante un tiempo largo, deberemos acudir a un profesional para que nos
ayude a superar ese período.
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Si contestamos las preguntas, habremos logrado las fases de identificación del motivo;
la identificación de la emoción que la situación de estrés provoca en nosotros; y la
identificación de cómo nos ha hecho actuar esa situación.
Por lo tanto, examinaremos cómo hemos actuado delante de una situación concreta, y
determinaremos si esta actuación ha sido buena o mala para nosotros y para nuestro
bienestar. Si nuestra valoración no es positiva, determinarnos unos objetivos e
intentaremos alcanzarlos.
Siguiendo con el ejemplo que hemos planteado, la situación puede manejarse tanto
desde un cambio de situación como de reacción: si sabemos que todas las mañanas
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nos encontramos con un atasco, tenemos la opción de evitar este estrés y modificar el
factor estresante saliendo antes de casa para no topar con el atasco, planear una ruta
alternativa y de menos flujo de tráfico o utilizar el transporte público.
La situación aquí presentada es una de las muchas situaciones que pueden provocar un
episodio de estrés. Algunas pueden ser mucho más complejas y con mayor
repercusión, y otras más sencillas. Lo que nos interesa no es la magnitud de la
situación, sino las emociones que provocan, la manera cómo reaccionan los individuos,
la valoración positiva o negativa de estas reacciones y el posterior manejo del estrés.
Evitar el estrés
No todas las situaciones de estrés se pueden evitar, pero podemos seguir las siguientes
recomendaciones para evitar aquello que no nos hace sentir bien:
Es importante que cada persona conozca sus límites y no los sobrepase. Esto
significa que debe aprender a decir “no” en determinadas situaciones o
responsabilidades que no es capaz de asumir y que le pueden llevar a sentir
estrés.
Cada persona tiene su carácter y personalidad y hay personas que, por su
forma de ser, provocan estrés. Debemos ser capaces de analizar y ver cuándo
una persona nos estresa para limitar o cortar nuestra relación con ella.
Dependiendo de la relación que tengamos con esa persona (familiar o laboral),
resultará difícil terminar por completo la relación, pero sí podemos racionar el
tiempo que pasamos con ella. A la larga, es probable que esta relación acabe
terminando.
Es importante conocer el entorno en el que nos movemos y evitar todas
aquellas cosas que nos pueden provocar estrés. Aquí podemos incluir evitar el
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Aceptar el estrés
Aceptar determinadas situaciones puede ser complicado, pero es peor vivir siempre
con la sensación de que algo nos molesta e irrita. La aceptación es un proceso largo,
pero no imposible. Estas consideraciones pueden ayudarnos a conseguirlo:
El primer paso es adoptar una actitud positiva ante la vida: si vemos el lado
bueno de las cosas, será más fácil hacerles frente. Cuando estemos ante
situaciones difíciles y retos complicados e ineludibles, debemos verlos como
una oportunidad para crecer personalmente y estar mejor con nosotros
mismos. Lo importante no es evitar las malas situaciones, sino superarlas y
aprender de ellas.
Junto con la actitud positiva, es importante recordar que no podemos controlar
todas las situaciones que se dan en la vida, incluyendo los comportamientos y
actitudes de los demás. Tenemos, pues, que aceptar que algunas cosas escapan
de nuestro control, y en vez de centrarnos en lo que no podemos hacer y
frustrarnos, nuestra mente debe enfocarse en las cosas que sí podemos
controlar.
Una vez más, recordamos la importancia y la necesidad de expresar a otra
persona nuestros sentimientos y emociones. Aun sabiendo que no podemos
cambiar la situación que nos produce estrés y que debemos aceptarla, es
bueno que seamos capaces de contarle a alguien cómo nos sentimos. De
hecho, compartir nuestros sentimientos y problemas hará que nos sintamos
mejor y podremos conocer la opinión de alguien de fuera, lo que nos dará una
perspectiva diferente de la situación que nos ayudará a aceptarla y a adoptar
una actitud positiva.
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Adaptarse al estrés
Debemos ser capaces de ver el lado bueno de las cosas. Siguiendo con el
ejemplo del atasco, tenemos dos opciones de ver la situación: poniéndonos
nerviosos porque es una pérdida de tiempo o tomando esa situación como un
espacio de tiempo en el que nos podemos dedicar a nuestros pensamientos.
Se debe tomar cierta perspectiva de la situación, valorando aspectos como la
importancia de esta situación dentro de un tiempo determinado o si de verdad
esta situación es merecedora de una actitud negativa. Si creemos que la
respuesta a tales cuestiones es no, debemos adaptarnos a la situación y dedicar
nuestras energías a aspectos que tengan más importancia.
Cuando se presenta una situación a la que solo podemos adaptarnos, es
importante dedicar nuestra energía a aspectos más agradables. Si somos
capaces de valorar las cosas buenas que nos rodean, podremos adaptarnos
mejor a las situaciones desagradables.
Además, existen dos estrategias que pueden ayudarnos a afrontar el estrés, que
presentamos a continuación.
Adoptar una actitud positiva ante la vida y los retos que nos presenta ayudará a
controlar el estrés, aunque también disponer de tiempo para nosotros y emplearlo
como queramos, sobre todo a la relajación y a la diversión, lo que nos ayudará a alejar
la mente de nuestros problemas y de nuestra actividad diaria.
Tal y como defienden los seguidores del mindfulness, una disciplina que estudiaremos
en el apartado de la relajación, debemos centrarnos en la actividad que estamos
realizando en lugar de lo que tenemos pendiente.
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La relajación nos permitirá evadirnos de la realidad y recargar pilas para seguir con
nuestra rutina. Algunas actividades que nos ayudarán serán salir a dar un paseo, estar
en contacto con la naturaleza, hablar con un amigo, hacer ejercicio, leer un buen libro,
escuchar música o realizar cualquier actividad placentera, como cocinar, cuidar del
jardín, tejer, escribir, hacer fotos, etc. En este sentido, es importante tener en cuenta
los siguientes elementos:
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Somos lo comemos. Por lo tanto, es muy importante llevar una dieta sana y
equilibrada, evitando alimentos tóxicos que ensucien nuestro organismo.
Además, es importante conocer los alimentos que nos sientan bien y los que no
para evitarlos, así como reducir las cantidades de cafeína y azúcar para
sentirnos más relajados y dormir mejor.
El alcohol, el tabaco y las drogas, aunque puedan parecernos buenos para
relajarnos y evadirnos de la realidad, suponen un efecto nefasto a largo plazo.
Dormir lo suficiente ayuda a que no nos sintamos tan irritables, por lo que
podremos afrontar y tolerar mejor las situaciones de estrés.
3.3 LA FRUSTRACIÓN
Igual que sucede con el estrés, la frustración es un tipo de sentimiento que puede
resolverse con inteligencia emocional y con una actitud positiva y motivadora.
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A pesar de que cada persona sienta diferente, existen causas generales que provocan
malestar:
Los efectos emocionales que la frustración puede tener en nosotros son ansiedad,
desánimo, depresión, agresividad, desmotivación y baja autoestima, entre otros.
El primer paso para superar la frustración es identificar lo que nos hace sentir mal y
analizar cuáles son nuestras emociones y sentimientos ante esa situación y cuál ha sido
nuestra reacción. La idea es cambiar la actitud del individuo. Muchas veces la solución
no reside en cambiar o evitar algo, sino en asumir ese algo como un reto y adoptar una
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actitud positiva para superarlo. Estos factores nos ayudarán a tolerar y superar la
frustración:
Hay que aceptar que a veces nos propondremos metas que no podremos
conseguir. Esto no significa fracasar en nuestros proyectos: aunque no hayamos
conseguido lo que nos hemos propuesto, hemos pasado por un importante
proceso de aprendizaje que nos ha hecho crecer.
No debemos dar más importancia al fracaso de la que se merece. Es importante
ser consciente de que nos podemos equivocar, así que debemos contemplar el
error como una parte más de nuestro proceso vital. Es normal sentirse mal
cuando no se consigue lo deseado, pero no debemos permitir que esta
emoción nos torture durante mucho tiempo. El fracaso debe ser una emoción
pasajera.
Cuando las cosas no salen como deberían salir es porque algo hemos hecho
mal. Lo más importante es analizar cómo lo hemos hecho y buscar soluciones
que nos permitan conseguirlo.
No rendirse a la primera de cambio es de valientes. Algo que de buenas a
primeras parece fácil, puede que no lo sea, pero eso no significa que no
debamos insistir. Si de verdad queremos conseguir algo, debemos ponerle
ganas, tiempo y mucha actitud positiva y motivación. No rendirse y aportar
soluciones creativas a un problema es clave para su superación.
No debemos dejarnos influir por lo que nos diga nuestro entorno. A lo largo de
nuestra vida nos encontraremos con personas que creerán y confiarán en
nosotros y con personas que no lo harán. No debemos hacer caso de aquellos
comentarios negativos que carezcan de contenido. Lo importante es que cada
individuo conozca sus posibilidades y sus límites, y se sirva de ellos a favor de
sus objetivos, metas y bienestar.
Siempre aparecerán contratiempos que desbaratarán nuestros planes. Ante
ellos, debemos hacer buscar un plan B que nos permita superarlos.
Si algo no sale según lo previsto, debemos analizar de manera racional por qué
ha salido mal. Es muy importante ser capaces de ver los verdaderos motivos, ya
sean de la propia persona o no. Asumir la responsabilidad de nuestras acciones
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problema. Relajar la mente y descansar es clave para solucionar los problemas, ya que
lo haremos de una manera mucho más racional.
3.4 LA RELAJACIÓN
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3.4.1 Respiración
Las técnicas de respiración se caracterizan por hacer que de inmediato notemos los
efectos de relajación y bienestar que proporcionan. Durante los primeros días, los
notaremos solamente durante la práctica del ejercicio, pero con la práctica diaria, los
notaremos durante todo el día.
Observar la respiración
La respiración abdominal
La respiración completa
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Respiración y meditación
3.4.2 Visualización
Lo que pretende esta técnica es asociar imágenes a la emoción que sentimos a causa
de la tensión que queremos eliminar y a la relajación que deseamos obtener. Consiste
en imaginar lo que tenemos y lo que queremos tener, concentrándonos en la imagen
de lo que queremos obtener para lograr borrar de nuestra mente la imagen de la
tensión.
Visualización de un paisaje
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Este último ejercicio tiene como objetivo hacernos recordar vivencias pasadas, así
como lo que sentimos y cómo reaccionamos, y valorar si nuestra actuación fue la
mejor para nuestro bienestar.
Consiste en seleccionar una vivencia pasada negativa y recordar qué pasó, cómo nos
sentimos y cómo reaccionamos. Si nuestra valoración es negativa, el ejercicio propone
que imaginemos de qué manera podría ser solucionada. El objetivo, pues, es analizar
nuestros actos pasados y aprender de los errores que cometimos para actuar mejor y
en beneficio propio la próxima vez que la vida nos depare una mala experiencia.
Otra de las virtudes y habilidades que poseen las personas emocionalmente fuertes es
la capacidad para resolver conflictos de manera coherente y racional, donde no tienen
cabida los comportamientos agresivos e impulsivos.
El conflicto es definido como el conjunto de dos o más hipotéticas situaciones que son
excluyentes la una de la otra. En otras palabras, supone un enfrentamiento entre dos
ideas, acciones o puntos de vista que no pueden darse de manera simultánea.
Existen dos tipos de conflictos: los conflictos intrapersonales, que son los que ocurren
en el interior de cada individuo; y los conflictos interpersonales, que ocurren entre las
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Durante un conflicto, cada parte está posicionada en una idea u otra, y si lo que se
pretende es que el conflicto se resuelva de manera favorable hacia ella, deberá
emplear varias de las pautas de las que hemos hablado. De este modo deberá:
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