El Enves de Las Ondinas
El Enves de Las Ondinas
El Enves de Las Ondinas
revista de literatura
Año 2, n.o 8, junio 2018
Resumen
Abstract
The work analyzes the story “Las ondinas” by the Costa Rican
writer Rafaela Contreras Cañas, published for the first time in
1890. This reading aims to show how, from the appropriation
of the signs enthroned by Romanticism and Modernism, the
writer manages to position herself in front of the construc-
tions around the woman that had been carried out in the can-
onized works and, at the same time, dialogue with some of the
debates that feminism had in Latin America at the time.
Ninfas, dríadas, sirenas, ondinas, hadas, pueblan los campos, los bos-
ques, los lagos, los mares, las landas. Nada más anclado en el corazón
de los hombres que este animismo. Para el marino, la mar es una
mujer peligrosa, pérfida, difícil de conquistar, pero a quien mima
a través de su esfuerzo para domarla. Orgullosa, rebelde, virginal y
malvada, la montaña es mujer para el alpinista que, con peligro de
su vida, quiere violarla. A menudo se pretende que esas compara-
ciones manifiesten una sublimación sexual; expresan más bien entre
la mujer y los elementos una afinidad tan original como la misma
sexualidad. El hombre espera de la posesión de la mujer otra cosa que
no sea la satisfacción de un instinto; ella es el objeto privilegiado a
través del cual somete a la Naturaleza.
Es pertinente recordar que esta compilación lleva por título Rafaela Con-
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san mucho tiempo sin tener noticias de la hermana mayor, así que
Espumina, la segunda, decide subir a la tierra a buscar novedades.
Ahí se entera de que, una vez transformada en humana, Coralina
había decidido marcharse y había dejado al trovador nuevamente
solo. La segunda hermana siente compasión y le pide a este hombre
que se convierta en un ser marino porque los humanos no pueden
amar con sinceridad. Armando acepta, pero esa unión también se
disuelve porque él termina enamorado de una sirena a la que luego
abandonará por alguien más. En los párrafos finales, Coralina, que
es un ser finito por elección, fallece y se transforma en un perla
negra, Espumina muere de tristeza y Perlina es transformada en un
hada que puede hacer que las lágrimas se vuelvan perlas blancas.
Si se lee desde la anécdota simple, se podría entender esta
historia bien como lo hizo Magda Zavala (2017), para quien el ges-
to rupturista de Rafaela Contreras consistía en “salirse del canon re-
alista costumbrista” (97) o bien como lo hizo Consuelo Meza Már-
quez (2017), para quien “Las ondinas” es “un cuento de hadas y
sirenas, que muestra lo volátil del concepto amor y la insatisfacción
de las relaciones amorosas” (31); sin embargo, si se toma en cuenta
que, como ya lo habían advertido Judith Moris Campos (2007),
Sylvia Molloy (1984), Luis Jiménez (1999), Willy Muñoz (2012)
y otros investigadores, las escritoras latinoamericanas de fines del
siglo xix tendieron a apropiarse de los símbolos establecidos desde
la literatura mayor para darles voz en sus propias escrituras, se verá
que este relato está marcado por una serie desplazamientos y rearti-
culaciones que van a permitir la redefinición del signo mujer.
En otras palabras, si —como se ha demostrado en los estu-
dios antes mencionados— Delmira Agustini le confiere la voz al
cisne; Juana Borrero, a la enferma decadente; Carmela Eulate San-
jurjo, a la muñeca; y Lindaura Anzoátegui, a la heroína excepcional
para resemantizar estos signos y, así, para dar cuenta de sus propias
subjetividades dentro del campo intelectual, no es extraño que la
escritora costarricense haya usado las ondinas como herramienta
para reflexionar sobre su irrupción en el proyecto modernista. Des-
de este marco, no parece ser casual que, desde las primeras líneas del
cuento, ya se presente a estos tres personajes femeninos debatiendo,
sin la mentoría de un sujeto masculino, acerca de un tema que de-
bía estar prohibido para las mujeres.
198 mariana libertad suárez
—Debe ser cierto, pues eres tan divinamente bella como Cora-
lina
—Y tú, ¿cómo te llamas?
—Me llamo Armando
—Qué lindo nombre
—¿Te parece?
—Sí, tan hermoso como tú
—Ah, si así fuese, no me habría olvidado tu hermana
—Te olvidó porque fue mujer . . . Yo no te olvidaría nunca
—¿Las ondinas no olvidan?
—No. Ellas no pueden amar sino una sola vez
—¿Me amarías tú?
—Te amo
—¿Cómo te llamas?
—Espumina
—Menos blancas que tú son las espumas. Eres en verdad
muy bella
—¿Tanto como qué?
—Como un sueño de ventura
—¿Me amarías?
—No, porque al ser mujer, me dejarías de amar como tu her-
mana
—¡Oh! entonces no seré mujer. Vente tú conmigo y te amaré por
toda una eternidad
un espacio donde los cines, las enfermas, las muñecas, las heroínas y
los seres mitológicos pueden contar su experiencia histórica.
Bibliografía
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2009 “El cuento que desafía. Las narradoras costarricenses y el gesto
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