Adamson G - E.Pichon Rivire - Baruch de Spinoza
Adamson G - E.Pichon Rivire - Baruch de Spinoza
Adamson G - E.Pichon Rivire - Baruch de Spinoza
Enrique Pichon Rivière y Baruch de Spinoza
Dra Gladys Adamson
¿Por qué relacionar a dos autores de tan distinta procedencia teórica: la Psicología
Social y la Filosofía? ¿Por qué relacionar (intentar articular) dos pensadores con
producciones tan distantes en el tiempo como: E. Pichon Rivière 19071977 y Spinoza
16321677? Porque pienso que, a pesar del tiempo y los campos de saber que los
separan, sus ideas “se componen” al encontrarse y, por lo tanto, se potencian. Esperemos
que el desarrollo de este artículo pueda dar cuenta de lo fructífero de este encuentro
disímil y heterogéneo.
La gran tesis de Spinoza ha sido concebir al Universo como una sola substancia
con infinidad de atributos: “las criaturas” que son sólo diferentes modos de esta
substancia única. Este Panteísmo significa, entonces, que no habría un Dios creador,
trascendente y moral.
Otra insolencia de este filósofo en los inicios de la modernidad y el cartesianismo
(hay que considerar que, a mediados del siglo XVII, la Moral se basaba en el principio de
“dominio de las pasiones por la conciencia: cuando el cuerpo actuaba, el alma padecía” y
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viceversa “el alma no actuaba sin que el cuerpo padeciese ” ) fue proponer a los filósofos
instituir al cuerpo como modelo y no a la razón. Spinoza postula prohibir instaurar una
primacía del alma, el espíritu sobre el cuerpo y viceversa. Hay un paralelismo que es una
Tesis teórica celebre de Spinoza: “no sabemos lo que puede un cuerpo”, pero también “el
pensamiento supera la conciencia que se tiene de él”. Spinoza propone un inconsciente
(una no conciencia) del pensamiento no menos profundo que lo “desconocido del cuerpo”.
La conciencia es el lugar de la ilusión: recoge los efectos pero ignora las causas.
Hasta aquí su filosofía. Hay tramos de la misma que asombran por su similitud a lo
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eleuze, G.: Spinoza: filosofía práctica , Fabula Tusquets editores, Buenos Aires, 2012. pág. 28
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planteado por E. Pichon Rivière: dice Spinoza: “Cuando un cuerpo se encuentra con otro
cuerpo distinto o una idea con otra idea distinta suceden” o bien “las dos relaciones se
componen formando un todo más poderoso o bien una de ellas descompone a la otra y
destruye la cohesión entre sus partes” o “El orden de las causas es así un orden de
composición y descomposición de relaciones que afecta sin límite a la naturaleza entera”.
Si, para Spinoza, la conciencia es el lugar de la ilusión que recoge los efectos pero
ignora las causas. ¿Cuáles son sus efectos de los que sí tenemos conciencia?
“Experimentamos alegría cuando un cuerpo se encuentra con el nuestro y se compone
con él, cuando una idea se encuentra con nuestra alma y se compone con ella o por el
contrario, tristeza cuando un cuerpo o una idea amenazan nuestra propia coherencia”.
Estos son los efectos de lo que llegamos a tener conciencia, pero, de nuestro cuerpo y de
nuestra alma y de las reglas por las que se componen y se descomponen todas estas
relaciones, de todo esto nada sabemos. Solo llegamos a tener ideas inadecuadas,
confusas y mutiladas ya que son efectos separados de sus propias causas.
Para este filósofo podemos que decir que las causas de nuestra alegrías y de
nuestras tristezas se sintetizarían en “cuando dos cuerpos o dos ideas se componen
surge potencia y pasiones alegres. Cuando dos cueros o dos ideas se descomponen se
produce impotencia y pasiones tristes”. Esta idea es muy cercana a mi reflexión acerca de
que, el bienestar o el malestar anímico, se experimenta a partir de la calidad de nuestros
vínculos en la familia o en el trabajo o con los amigos etc.
Por otro lado Spinoza sustituye las ideas del Bien y del Mal por las de lo bueno y lo
malo. Dice: “ no nos inclinamos por algo porque lo consideramos bueno, sino que, por el
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contrario, consideramos que es bueno porque nos inclinamos por ello ” . Spinoza define el
deseo como “el apetito con conciencia de sí mismo”. Un apetito que “no es más que
esfuerzo por el que cada cosa se esfuerza en perseverar en su ser, cada cuerpo en la
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eleuze, G, Op. Cit. Oág.31
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extensión, cada alma o cada idea en el pensamientos” (conatus).
“Lo bueno tiene lugar cuando un cuerpo compone directamente su relación con la
nuestra y aumenta nuestra potencia con parte de la suya o con toda entera. Por ejemplo
un alimento. Lo malo tiene lugar, para nosotros, cuando un cuerpo descompone la
relación con el nuestro como actúa un veneno que descompone la sangre”.
En Spinoza lo bueno y lo malo tienen un primer sentido objetivo, aunque relativo y
parcial: lo que le conviene a nuestra naturaleza y lo que no le conviene. También tiene un
segundo sentido, subjetivo y que califica dos tipos o dos modos de existencia del hombre:
se llamará bueno (o libre o razonable o fuerte) a quien en lo que esté en su mano, se
esfuerce en organizar los encuentros, unirse a lo que conviene a su naturaleza, componer
su relación con relaciones combinables y de este modo, aumentar su potencia. La bondad
es cosa del dinamismo, de la potencia y composición de potencias. Se llamara malo o
esclavo, débil o insensato a quien se lance a la ruleta de los encuentros conformándose
con sufrir los efectos sin que, esto, acalle sus quejas y acusaciones cada vez que, el
efecto sufrido, se muestre contrario y le revele su propia impotencia.
En este autor la Moral se refiere siempre a la existencia de valores trascendentes.
Para moralizar basta con no comprender. En el momento en que no comprendemos una
ley se nos muestra como moral, como obligación. Se tiende, entonces, a concebir a la ley
como un mandato.
Al respecto Spinoza denuncia en toda su obra tres figuras ejemplares: 1º) El hombre
de pasiones triste (el esclavo). 2°) El hombre que se sirve de estas pasiones tristes y que
las necesita para asentar su poder (el tirano). 3°) El hombre a quien entristece la
condición humana, las pasiones del hombre en general y que se burla o se indigna (el
sacerdote). A estas tres figuras: el esclavo, el tirano y el sacerdote, las denomina la
trinidad moralista: “el gran secreto del régimen monárquico, su interés profundo, consiste
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en engañar a los hombres disfrazando con el nombre de religión el temor con que se les
quiere meter de modo tal que luchen por su servidumbre como si se tratase de su
salvación” afirma el filósofo.
El tirano necesita para triunfar la tristeza de espíritu de igual modo que los ánimos
tristes necesitan a un tirano para propagarse y satisfacerse. Lo que los une, es el odio a la
vida, el resentimiento contra la vida. Este hombre del resentimiento para quien toda
felicidad es una ofensa y hace de la miseria o la impotencia su única pasión. Y pone el
ejemplo de los niños y jóvenes que no pudiendo sobrellevar con firmeza de ánimo las
represiones paternas se refugian en el oficio militar prefiriendo las dificultades de la guerra
y la autoridad de un tirano aceptando cualquier carga con tal de vengarse de sus padres.
Lo que envenena es el odio comprendiendo a este, también, como el odio vuelto
contra sí mismo: la culpabilidad. Las pasiones tristes se encadenan: primero la tristeza,
después el odio la aversión, la burla, el temor, la desesperación y luego la piedad, la
indignación, la envidia, la humildad, la vergüenza, la cólera, la venganza, la crueldad.
Lleva tan lejos su análisis que hasta en la esperanza y en la seguridad encuentra ese
poco de tristeza que basta para hacer de ellas sentimientos de esclavos. Una pasión
triste, para Spinoza, no puede ser nunca buena bajo ningún aspecto. Con esto denuncia
los valores en cuyo nombre despreciamos la vida. No vivimos, dirá, sino que llevamos una
apariencia de vida, solo pensamos en evitar la muerte y toda nuestra vida es un culto a la
muerte.
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Para Spinoza un individuo es primero una esencia singular: un grado de potencia. A
este grado de potencia le corresponde un poder de afección. El poder de afección se
presenta como potencia de acción (afecciones activas) pero también como potencia de
pasión. Pero es necesario distinguir acción de pasión.
De acuerdo a Spinoza cuando nos encontramos con un cuerpo exterior que no
conviene al nuestro, es decir cuya relación no se compone con la nuestra, todo ocurre
como si la potencia de este cuerpo se opusiera a nuestra potencia operando una
substracción, una fijación: nuestra potencia de acción ha quedado disminuida o impedida
y la pasión torna a la tristeza. Por el contrario cuando nos encontramos con un cuerpo que
conviene a nuestra naturaleza y cuya relación se compone con la nuestra, se diría que su
potencia se suma a la nuestra, nos afectan las pasiones de alegría, nuestra potencia de
acción ha sido aumentada. Esta alegría no deja de ser una pasión. A lo que tiende
Spinoza es llegar a una transmutación hacia su beatitud: de ser poseedores de alegrías
activas . Para él la Ética es, necesariamente, una ética de la alegría: solo la alegría vale,
solo la alegría subsiste en la acción, la pasión triste siempre es propia de la impotencia.
La esencia del hombre es el deseo: al que denomina conatus.
Spinoza no es racionalista no pertenece al racionalismo cartesiano de su época para
quien, la esencia del ser humano, es la racionalidad, lo espiritual, la mente. La esencia del
ser humano, para Spinoza, es el conatus, el impulso, el deseo, el movimiento, la fuerza
impelente que mueve, que abre. Spinoza, en ese sentido, libra un combate con el
racionalismo, contra la razón y la moral. Para Spinoza la Moral es consecuencia del
racionalismo, de esta aspiración a llegar a una Ley universal, Spinoza va a hablar de un
deseo de lo común , u
n deseo de comunidad .
Los filósofos políticos del siglo XVII distinguían las asociaciones libres de
individuossociedades, que podían basarse en un “contrato” entre sus miembros de los
Estados –caracterizados por una estructura jerárquica de poder y la posibilidad de ejercer
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coacción. Así Thomas Hobbes (15881679), que es considerado el primer gran filósofo
político moderno, intento demostrar, en Leviatán, que la sociedad y el gobierno no son
naturales ni impuestos por Dioses. Que el Estado es una creación artificial que no tiene
nada de natural, pero que resulta esencial a la vida humana ya que los seres humanos
son criaturas incansables e inestables, impulsadas en todas direcciones por sus apetitos y
aversiones. Criaturas mezquinas programadas para interesarse solo por su propia
supervivencia y prosperidad.
Hobbes, Loocke, Hume pensaron una instancia superadora a la comunidad, el Estado,
para regular sus impulsos. Para Spinoza, por el contrario, el ser humano no es bueno ni
malo. Las pasiones no son un vicio. Las pasiones son la “expresión más bella de la
naturaleza humana”. Spinoza desarrolla un pensamiento relacional y, en este sentido, es
antisubstancialista. Para él no somos un ser fijo, inalterable: estamos hechos de
relaciones, de encuentros y desencuentros. No tenemos la estabilidad de una piedra sino
lo impredecible que es la humana potencia.
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Spinoza no comienza en el uno y luego construye alguna mitología para llegar a lo
social. Parte de lo social. Del entre: que es la interlocución. No concibe al mundo como
gobernado por la idea del bien sino que dirá “Queremos, apetecemos, lo deseamos y
luego nos parecen buenas. No existe el Bien y el Mal como instancias morales,
universales sino lo bueno y lo malo”. Para este filósofo el Bien y el Mal, como universales,
tienen que ver con la Moral, con los mandatos, con las obligaciones y deberes que los
hombres se imponen para obedecer a los poderes.
No sabemos lo que puede un cuerpo en el encuentro con otros, con otras ideas. En
términos de Pichon Rivière diríamos “nadie sabe la potencia de un grupo, lo que les
posible alcanzar como objetivo a un grupo” Es indudable que los “encuentros en los
grupos producen bienestar y potencia” Es un observable clínico que un grupo dejado a
pensar libremente al poco tiempo expresa alegría, “pasiones alegres”. El pensar juntos
permite experimentar la potencia de un grupo. Las obras de teatro experimentales surgen
de un pequeño grupo, las madres de Plaza de Mayo comenzaron siendo un pequeño
grupo, el matrimonio igualitario se logra porque pequeños grupos deciden juntarse y
plantar este logro.
El cuerpo afectivo tiene intensidades: afectamos y nos afectan. Habría un cuerpo
sonoro: verbal, colectivo, social y, ese cuerpo colectivo, es de la comunidad. El Conatus
es el deseo que se puede llegar a acrecentar y a construir entre los muchos sumando las
potencias. La instancia de la multiplicidad es la libertad y la libertad es una conquista, es
una producción. Lo más rico, lo más fecundo es lo común. Se trata de multiplicar los
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buenos encuentros. Poder alimentar nuestra potencia. Nuestros deseos.
Indudablemente Spinoza desarrolla a un pensamiento muy afín y que aporta un
fundamento filosófico importante a la Psicología Social de E. Pichon Rivière del Siglo XX.
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