Libro Desarrollo de Los Niños Paso A Paso Booksmedicos Reflejos

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Los primeros meses del recién nacido 47

– Succión irregular y tendencia a atrangantarse y a toser.


– Llanto continuo, dificultad para ser calmado.
– Al segundo mes, no disminuye el tono de flexión. Retraso en la aparición del
reflejo tónico-cervical asimétrico.
– Al tercer mes, no mantiene la cabeza en la línea media del cuerpo.

 Signos de alarma:

– Rigidez de la nuca en el recién nacido (dando la falsa impresión de que el bebé


sostiene la cabeza).
– Marcada hipotonía o hipertonía.
– Ausencia total de movimiento de extremidades y cabeza.
– A los tres meses, la cabeza no se sostiene ni se sitúa en la línea media del cuerpo.
– A los tres meses no manifiesta interés por el entorno. No fija su atención en el
rostro materno, ni a la voz o al tacto.

1.3. Los reflejos del bebé

Los reflejos son, en definición, de L. Coriat (1974), “reacciones automáticas desenca-


denadas por diversos estímulos”. Hay que distinguir los denominados reflejos arcaicos o pri-
marios de los no arcaicos o reflejos secundarios. Los primeros están ya presentes en el bebé
desde su nacimiento, mientras que los segundos emergen posteriormente. Algunos reflejos
son permanentes y están implicados en la supervivencia y protección del organismo. Otros
desaparecen a medida que avanza la maduración del sistema nervioso y emerge la con-
ducta consciente y la actividad psicomotriz voluntaria (Cabrera y Sánchez Palacios, 1980).
Aunque existen muchos reflejos, los detallados a continuación son algunos de los más
conocidos. Y en los reflejos secundarios podemos ver también una exploración visual rea-
lizada en niños. A pesar de que los reflejos nos pueden indicar el nivel de desarrollo madu-
rativo del bebé, sólo algunos de ellos –los que dan una información más precisa– forman
parte de la rutina habitual del examen neurológico del neonato.
Reflejos de los recién nacidos:

 Reflejos permanentes

– Respiratorio: de forma automática los pulmones toman oxígeno y expelen anhí-


drido carbónico.
– Control de la temperatura: el llanto, temblar o acurrucarse puede considerarse
una respuesta refleja al frío.
– Parpadeo o reflejo palpebral: cierre de ambos ojos ante luz intensa o aproxima-
ción de objeto.
– Patelar o sacudida de la rodilla: un golpecito en la rótula y el pie patalea hacia
arriba. Extensión rápida de la rótula.
– Estornudar: se expele aire por la nariz para limpiarla de mucosidad u objetos
extraños.
– Tos: se expele aire de la garganta para limpiarla de mucosidad u objetos extraños.
– Tragar, deglución: el contenido de la boca se envía al estómago. Protege del atra-
gantamiento.
– Movimiento pupilar: cambio de tamaño de la pupila, se ensancha cuando hay
poca luz y disminuye ante luz brillante.

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48 El desarrollo de los niños, paso a paso

 Reflejos no permanentes y arcaicos

– Succión: la succión rítmica tiene lugar como respuesta a la inserción de un obje-


to en la boca. Se ve reemplazada por la succión voluntaria a los dos meses. Para
elicitar el reflejo se puede introducir un dedo en la boca del pequeño. Se debe
observar la succión vigorosa y los movimientos de deglución.
– De búsqueda o de los puntos cardinales: gira la cabeza si se le toca la mejilla y abre
la boca intentando chupar. Si el dedo del examinador se desliza hacia el labio
superior o hacia la barbilla, el niño mueve la cabeza en dirección al estímulo.
Como el de succión, persiste hasta los dos meses. Ambos reflejos están implicados
en la capacidad de bebé para alimentarse. Desaparece a los cuatro meses.
– Reflejo glabelar: si damos al bebé un golpe en la frente, éste cierra los ojos. Hay
muchas variantes de estos reflejos. Por ejemplo, el de McCarthy consiste en un
parpadeo obtenido por estimulación del área supraorbital.
– Ojo de muñeca: parece ser un automatismo previo a la fijación ocular. Si se des-
plaza la cabeza del niño hacia un lado, los ojos no siguen esta dirección, sino que
se mueven en sentido contrario. Desaparece antes de finalizar el primer mes de
vida.
– Nistagmo o respuesta a la rotación: el examinador sostiene al bebé enfrente, lige-
ramente inclinado, y da dos o tres vueltas sobre su propio eje. Al rotar, los ojos
del bebé siguen el movimiento, pero al parar se desvían en dirección contraria.
– Reflejo tónico-cervical asimétrico: se encuentra presente en el recién nacido y
desaparece entre el tercer y el cuarto mes. Con la cabeza girada a un lado, el brazo
y pierna de ese mismo lado permanecen extendidos, mientras que las extremi-
dades del lado contrario están flexionadas. En posición boca abajo, el reflejo se
observa en forma contraria: en flexión los miembros correspondientes al lado en
que la cabeza está rotada y en extensión los del lado opuesto.
– Moro: al faltar el soporte de cuello y cabeza (por ejemplo, si sostenemos al bebé
en posición dorsal con su cabeza apoyada en nuestra palma a una distancia de
unos 3 cm y retiramos momentáneamente nuestro soporte), el neonato extien-
de los brazos y abre las manos –con los dedos girados hacia dentro– y luego los
cierra como si fuera a dar un abrazo. Desaparece después de unos cuatro meses.
– Reflejo de prensión palmar: cuando se presiona la palma de la mano del recién
nacido (por ejemplo con un dedo) éste la cierra automáticamente agarrando con
fuerza el objeto. Desaparece a los tres/cuatro meses, momento en el que es susti-
tuido por la presión voluntaria. El reflejo de prensión palmar permite realizar la
maniobra del pull-to-sit o incorporación provocada: se colocan los pulgares en la
palma del niño y una vez éste los agarra fuertemente, se estira el niño hacia
delante hasta sentarlo. Esta prueba se realiza para observar el esfuerzo del bebé
por levantar la cabeza.
– Reflejo de prensión plantar: es parecido al anterior. Si estimulamos la parte pos-
terior del dedo pulgar (con un lápiz, por ejemplo), el niño flexiona automática-
mente los cinco dedos del pie. Perdura hasta los nueve meses.
– Reflejo de retirada: se extienden las piernas o los brazos un par de veces; después
de dejarlas extendidas se observan los signos de retroceso.
– Reflejo de extensión cruzada: sujetamos una pierna por la rodilla, presionamos
con el dedo la planta del pie: la otra pierna se flexiona, realiza una aducción y
luego se extiende. Sólo vigente durante el primer mes.
– Clonus aquíleo: sujetamos la pierna a la altura de la rodilla. Con los dedos pre-
sionamos la planta del pie contra la pierna. Observamos una rápida flexión y
abducción de la cadera, flexión de la rodilla y dorsiflexión del pie.

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– Babinksi: sujetamos la pierna por encima del tobillo. Cuando se roza el lado del
pie –de arriba abajo o viceversa–, el bebé flexiona el dedo gordo en sentido dor-
sal; separa hacia fuera los otros dedos –como si fuese un abanico– y tuerce el pie
hacia dentro. Desaparece al término del primer año.
– Apoyo y marcha automática (también denominados de posición y deambula-
ción): si se sostiene al bebé verticalmente tocando una superficie plana, el bebé se
apoya momentáneamente. Si imprimimos al bebé un suave movimiento de
balanceo, el pequeño hace movimientos semejantes a pasos. Desaparece aproxi-
madamente entre el segundo y tercer mes de vida.
– Sorteo del obstáculo: cuando la parte anterior de la pierna entra en contacto con
una superficie plana, el niño coloca el pie sobre ella. Desaparece aproximada-
mente al tercer mes de vida.
– Reflejo de reptación: el bebé colocado boca abajo, cabeza en línea media, iniciará
espontáneamente movimientos de arrastre. Si presionamos un poco las plantas de
sus pies se facilita la respuesta.
– Natatorio: al situar el bebé horizontalmente en el agua, alterna movimientos de
piernas y brazos y exhala aire por la boca. Desaparece a los seis meses.
– Reflejo de Galant: sigue una pauta muy parecida al anterior. Con el niño en posi-
ción ventral, el examinador estimula la parte lateral de la columna o la parte lum-
bar, lo que provoca una flexión del tronco del lado del estímulo.

 Reflejos secundarios

– Reflejo de Landau: si suspendemos al niño en posición ventral, se observa un


enderezamiento del tronco junto con una elevación de cabeza y extremidades. Al
flexionar la cabeza hacia dentro, el tronco y las piernas también se flexionan auto-
máticamente. Emerge en torno a los cuatro meses y desaparece al final del primer
año.
– Reflejo de paracaidismo: es un reflejo de protección que emerge hacia los seis
meses y perdura toda la vida. Se consigue sujetando al niño en posición vertical
cabeza abajo e inclinándole de forma brusca como si tocase el suelo. Se observa
que el niño extiende sus manos hacia la superficie en un intento de protegerse del
impacto.
– Reflejo de apoyo lateral y posterior: similar al anterior y aproximadamente a la
misma edad de emergencia. Con el niño sentado, lo inclinamos bruscamente
hacia un lado o hacia atrás. El pequeño extiende los brazos buscando apoyo. No
se extingue.

1.4. Capacidades sensoriales y perceptivas

En este apartado nos centraremos en las capacidades que los neonatos y los bebés de
pocos meses tienen para aprender cosas con respecto a los objetos y personas que los rode-
an. A pesar de que la experiencia influye en el desarrollo perceptivo, el bagaje biológico tam-
bién tiene un peso importante en relación con la forma en que experimentamos las cosas
que suceden a nuestro alrededor.
No todos los sentidos están desarrollados en el mismo grado. El tacto, el gusto y el olfato
son plenamente funcionales para el recién nacido. La vista del bebé, en cambio, precisa aún
de cierta maduración (Gottlieb, 1983). Algunos autores consideran que el desarrollo paulati-
no o escalonado de los diferentes sentidos tiene una razón de ser: reduce el caos de sensa-

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