CB 0449695
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TRADUCCIÓN Y ANÁLISIS DE LOS PROBLEMAS DE
TRADUCCIÓN DEL TEXTO LA LINGUISTIQUE TEXTUELLE:
INTRODUCTION À L’ANALYSE TEXTUELLE DES DISCOURS
DE JEAN-MICHEL ADAM
2
Agradecimientos
A Dios,
a nuestros padres que nos apoyaron durante esta etapa de nuestras vidas
a la profesora Emma Rodríguez por habernos guiado en este trabajo.
3
TABLA DE CONTENIDO
Introducción …………………………………………………………………………6
1. Justificación ………………………………………………………………………7
3. Objetivos ………………………………………………………………………..10
4. Antecedentes …………………………………………………………………...11
7. Metodología …………………………………………………………………….27
4
9. Conclusiones …………………………………………………………………...51
- Bibliografía ……………………………………………………………………….53
- Anexos: a. Texto original ……………………………………………………55
b. Texto traducido………………………………………………….97
c. Glosario terminológico………………………………………...148
5
Traduire signifie bien “dire la même chose que le texte original”, mais cela ne signifie pas
pour autant «dire les choses de la même façon».
Delisle (La traduction raisonnée p.169)
Introducción
este trabajo.
acerca del tema y del autor del texto, durante donde se hace la traducción
pertinentes a la traducción.
6
de una muestra representativa de los más significativos de cada uno de los
1. Justificación
7
Por otra parte, la editorial Armand Colin concedió los derechos de traducción
8
obra, Adam resalta que se enmarca más en la perspectiva procesual y que él
entre culturas diferentes. Este campo cobra vital importancia para muchos
una traducción que sea, a la vez, fiel al contenido y a las ideas que el autor
preguntas:
problemas?
9
¿Cómo abordar la terminología propia del campo del texto traducido?
3. Objetivos
Hacer la traducción al español del prólogo y del primer capítulo del libro La
traducción.
texto traducido.
10
4. Antecedentes
trabajo que vamos a realizar. Entre estos trabajos escritos por estudiantes
siguientes:
traduction raisonnée.
11
Por último, Varela y Muñoz (2004) en su trabajo: traducción del libro
12
5. Marco contextual
teoría del análisis del discurso. El profesor Adam, nació en 1947 en Francia,
siguientes:
13
L'argumentation publicitaire. Rhétorique de l'éloge et de la persuasion
(1997)
Le style dans la langue (1997)
Lingüística de los textos narrativos (1999)
Linguistique textuelle: des genres de discours aux textes (1999)
La linguistique textuelle: introduction à l’analyse textuelle des discours
(2005)
textual dentro de las ciencias del lenguaje. En los primeros capítulos el autor
concretos”.
14
6. Marco teórico
formales propios del texto académico que traduciremos. Para este tipo de
15
el libre (modificación de categorías semánticas y comunicativas) y el
entre éstos radica en su fuente; los problemas son inherentes al texto y son
los mismos para cualquier traductor, mientras que las dificultades, por su
los problemas textuales, es decir, los que se deben a la naturaleza misma del
original y meta en cuanto a léxico, sintaxis y prosodia. Por otro lado, las
16
dificultades se clasifican así: las dificultades textuales que tienen su fuente
que surge cuando hay un término de la LO que puede ser traducido por su
17
llamado “traducción por reflejo morfológico” no es del todo un error, pero que
de sus principales consejos es reconocer que cada sistema tiene sus propias
para escoger el estilo y el tono más apropiados para los temas tratados; la
18
eficacia de la comunicación y la legibilidad; y la aplicación de reglas de
Hurtado Albir (2001). Ella explica que entre los estudiosos no ha habido
de técnicas. Sin embargo, para abordar el tema, la autora hace una distinción
baseball (uno de los principales deportes en ese país) por fútbol que
19
La ampliación lingüística que se presenta cuando se añaden
término Ramadán.
20
La creación discursiva, cuando se establece una equivalencia
rebeldes.
o neutro, por ejemplo, traducir los términos ingleses stare, glare, gaze,
Vinay y Darbelnet.
21
del texto original; puede ser léxica y estructural. Véase problemas de
gaze.
lengua tal cual. Puede ser puro (sin ningún cambio), por ejemplo,
parecen como dos guisantes o She is reading por Ella está leyendo.
22
La variación, donde se cambian elementos lingüísticos o
niños, etc.
reproducir los ejemplos del original con una explicación bien sea en el mismo
que son herramientas de las cuales nos podemos valer para llevar a buen
23
6.1 Definiciones de traducción
traducción que dependen del punto de vista de los autores que las proponen.
24
Como acto de comunicación
Como proceso
25
6.2 La Traducción de textos especializados
Como plantea Hurtado Albir (2001 pág. 59), la traducción se puede clasificar
especialidad”.
26
eficiente casi al nivel de los hablantes nativos; para nuestro trabajo, fue
142).
7. Metodología
traducción siguiendo las etapas planteadas por Delisle mediante las cuales
Antes: en esta etapa reunimos información acerca del tema del libro y del
autor; también se tienen en cuenta el contexto y el campo dentro del cual fue
escrito. Luego hicimos la lectura completa del texto original con el objetivo de
27
obtener una idea general del trabajo por realizar. En nuestro trabajo,
como antes dijimos, el autor que es muy influyente en este campo, está
problema.
28
8. Análisis de los problemas en la traducción del texto La linguistique
textuelle de Jean-Michel Adam (1999)
nivel de experticia del traductor juega un papel muy importante para enfrentar
formación, nos hemos interesado en este campo, por esta razón, al llegar a
esta instancia de nuestra carrera, nos pareció una buena oportunidad hacer
más teórica y formal que pueda servirnos de base para futuros estudios.
(lingüística textual) así que lo primero que tuvimos que hacer fue
29
consultamos especialmente a dos autores Jean Delisle (La traduction
para proseguir.
fue necesario retomar la lectura sobre el tema, pero esta vez en francés.
traducción con el texto original. En este proceso, nos dimos cuenta que los
raisonnée, 1997).
30
ocasiones, tuvimos inconvenientes para ubicar un problema específico en
más problemas de los que resultaron en las instancias finales del trabajo.
considerablemente.
traducción de tipo léxico, los que están relacionados con una escogencia
31
Texto original Primera propuesta de Propuesta final
traducción
32
Análisis: En la primera versión tradujimos literalmente la expresión: très
justement por: muy justamente. Sin embargo, en una relectura, nos dimos
33
Texto original Primera propuesta de Propuesta final
traducción
ver el texto muy natural en la LM, puesto que issue no tiene el sentido de
34
Análisis: En la primera versión realizamos una traducción literal del término
apropiado en la LM.
español.
35
Análisis: El cambio de la traducción del término dégager en la propuesta
final nos pareció más adecuado que el de la primera versión que era una
traducción literal.
36
8.2 Problemas sintácticos
En este tipo de problemas, se encuentran todos aquellos que tienen que ver
hace un uso más frecuente de la voz pasiva, mientras que el español prefiere
hacer uso de la voz activa. A los largo de nuestra traducción, muchas veces
que difieren estas dos lenguas es que la lengua francesa hace uso de
preposicional. e.g. […] les pages qu‟on va lire, tout en pretendant apporter
textes. Equivalente en español: […] las páginas que vamos a leer, con el
análisis de textos.
como un gerundio e hicimos una traducción literal; sin embargo, al hacer una
investigación sobre este fenómeno, encontramos que en las dos lenguas las
37
A continuación, presentamos un listado de problemas de tipo sintáctico que
38
Texto original Primera propuesta de Propuesta final
traducción
para el lector. Por esta razón, decidimos reorganizar los elementos que
frase.
39
Análisis: En la lengua francesa se usa una estructura doble para la negación
Análisis: En la frase del texto original el referente (la lingüística textual) está
40
Texto original Primera propuesta de Propuesta final
traducción
5. […] la definición
[…] la définition saussureana de la lengua
saussurienne de la langue como stock o reservorio de
comme stock ou réservoir de signos-palabras. P.107
signes-mots. P.64
latín) para llegar al término actual en el idioma del TO. En una primera
41
analizar esta traducción nos dimos cuenta que la nuestra debería mostrar el
poco compleja y difícil de comprender, así que fue necesario realizar una
Técnica: Compensación. Para lograr una frase más clara fue necesario
versión.
42
Texto original Primera propuesta de Propuesta final
traducción
Análisis: Fue difícil traducir esta frase debido al uso del participio que se
tanto, tuvimos que plantear varias versiones para lograr una con sentido y
43
Técnica: Transposición. Realizamos un cambio en la categoría gramatical
LM.
10.
En changeant de support Cambiando de apoyo Al cambiar de soporte
matériel de diffusion et en material de difusión y material de difusión y al
choisissant L’Aurore, son escogiendo la Aurora, su escoger L’Aurore, su texto
texte est passé en premier texto fue puesto en primera fue puesto en la primera
page d‟un des rares página de uno de los pocos página de uno de los pocos
quotidiens dreyfusards. diarios dreyfusards diarios dreyfusards
(p. 88) (p. 137) (p. 137)
confusión, pero al leer repetidas veces la frase, nos dimos cuenta que
44
Técnica: Transposición. Además de la búsqueda en las diferencias entre las
encontramos que uno de los aspectos en los que más se diferenciaban las
la hora de reformular en la LM, fue la voz pasiva. Otros aspectos que fueron
45
Texto original Primera propuesta de Propuesta final
traducción
verbo. Así, pues, en esta frase vemos reflejado este fenómeno entre estas
dos lenguas.
estructural.
46
Análisis: Al leer la primera propuesta de traducción vimos que, al seguir la
hasta confusa para un lector de la traducción. Por esta razón, optamos por
reorganizar el inciso del texto original para darle mejor fluidez al texto
traducido.
inicio en el TM.
francesa, luego nos dimos cuenta que esta forma, tout en prétendant, en
español. Por esta razón decidimos cambiar la categoría gramatical por otra
47
Técnica. Transposición. Para lograr una redacción más propia del español,
TM.
empezar con la expresión a la luz del siglo XXI y agregar una coma antes del
la LT.
48
Texto original Primera propuesta de Propuesta final
traducción
general. Vol 1. Siglo XXI editores, S.A. 1979. Creemos que esta traducción
la lengua LM; por lo tanto decidimos hacer nuestra versión y dejarla como
Análisis: En la propuesta final hicimos una reducción que sirvió para evitar
redundancia de la frase del TO en la LM. También tradujimos el pronombre
relativo francés qui por el pronombre pronominal español que.
49
Técnicas: Compresión Lingüística. Para hacer que el texto tuviera estilo de
la LM fue necesario hacer una reformulación para evitar una frase
redundante en el TM.
necesario introducir una precisión por medio de esta técnica y realizar una
50
9. Conclusiones
51
y por medio de la técnica de modulación se superaron la mayor
cantidad de estos problemas.
52
Bibliografía
d‟Ottawa.
53
- Jakobson, Roman. (1959) On linguistic aspects of Translation. Harvard
University Press.
Press.
Valle.
54
ANEXOS
a. Texto original
Avant-propos
De nombreux linguistes ont critiqué le cantonnement de leur discipline dans les limites de la
phrase. Lors du colloque interdisciplinaire sur le style qui réunissait, à l’université d’Indiana,
en 1960, des linguistes, des anthropologues, des psychologues et des critiques littéraires,
Roman Jakobson dénonce ce qu`il considère comme une limitation abusive:
1
Les indications bibliographiques sont référencées dans la bibliographie générale qui figure en fin d`ouvrage. Le
nom de l’auteur est suivi d`une date de publication et d’un numéro de page. Pour faciliter l’accès alphabétique,
la bibliographie n’est pas subdivisée en sections.
55
Mikhaïl M. Bakhtine est assez proche de cette position dans la première étude d’un livre paru
l’année de sa mort, en 1975 :
La linguistique […] n’a absolument pas défriché la section dont devraient relever les grands
ensembles verbaux: longs énoncés de la vie courante, dialogues, discours, traités, romans, etc.
car ces énoncés-là peuvent et doivent être définis et étudiés, eux aussi, de façon purement
linguistique, comme des phénomènes du langage. [...] La syntaxe des grandes masses verbales
[...] attend encore d’être fondée; jusqu’à présent, la linguistique n’a pas avancé
scientifiquement au-delà de la phrase complexe : c’est le phénomène linguistique le plus long
qui ait été scientifiquement exploré.
Jusqu’à présent, les linguistes […] sont, pour l’essentiel, restés dans les limites de la phrase.
Car l’analyse du discours, sans être en soi un domaine vierge, l’est au moins du point de vue
technique, en ce sens qu’aucune de ses parties fondamentales n`a encore été sérieusement
pénétrée. Certes, il y a l’ouvrage bien connu de Harris, Discourse Analysis Reprints (1963),
mais son objet réel, les réarrangements structurels au niveau de la phrase, le rend tout à fait
étranger aux problèmes qui nous intéressent ici. En fait, et ce devrait être là un motif d’alarme
pour les linguistes, même si beaucoup d’entre eux commencent à se consacrer à cette
question, les principaux progrès sont venus des sociologues.
(Labov 1978 :223-224.)
Pour ne prendre qu’un autre exemple linguistique, Catherine Fuchs (1985 : 20) déplorait, il y
a vingt ans, le fait que la plupart des études portant sur l’ambiguïté et sur la paraphrase ne se
soient intéressées qu’aux ambiguïtés de phrases isolées et aux relations de synonymie entre
couples de phrases, sans prendre en considération un plus vaste co-texte. Elle regrettait
également le caractère encore limité des tentatives visant à tenir compte de certaines relations
entre phrases : « On ne dispose pas d’études systématiques sur l’ambiguïté et la paraphrase au
niveau du texte [alors que] bien des ambigüités potentielles de phrases isolées ne subsistent
pas dans un contexte plus large et, inversement, d’autres ambiguïtés sont engendrées par le
tissage progressif des significations au fil du texte » (1985 : 20-21). Pour s’engager
résolument dans cette direction, il est nécessaire, comme le préconisaient Michael A. K.
Halliday et Ruqaiya Hasan dès 1976, de ne pas grammaticaliser le transphrastique en
considérant le texte comme une grande phrase ou comme une simple suite de phrases :
56
Un texte […] n’est pas un simple enchainement de phrases [string of sentences]. En d’autres
termes, il ne s’agit pas d’une grande unité grammaticale, de quelque chose de même nature
qu‘une phrase mais qui en différerait par la taille — une sorte de superphrase. Un texte ne
doit pas du tout être vu comme une unité grammaticale, mais comme une unité d’une autre
espèce : une unité sémantique. Son unité est une unité de sens en contexte, une texture qui
exprime le fait que, formant un tout [as a whole], il est lié à l’environnement dans lequel il se
trouve placé.
Eugenio Coseriu, qui semble avoir été un des premiers, dès les années 1950, à employer le
terme « linguistique textuelle », propose très justement, dans ses derniers travaux, de
distinguer la « grammaire transphrastique » de l la « linguistique textuelle » (1994). Si la
première peut être considérée comme une extension de la linguistique classique, la
linguistique textuelle est, en revanche, une théorie de la production co(n)textuelle de sens,
qu’il est nécessaire de fonder sur l’analyse de textes concrets, C’est cette démarche que je
propose de développer et de nommer analyse textuelle des discours.
Dans les citations précédentes, on constate que les uns parlent de « discours » et d’analyse de
discours là où d’autres parlent de « texte » et d’analyse textuelle. Si elles naissent toutes deux
dans les années 1950, la linguistique du texte et l’analyse du discours n’ont ni la même
origine épistémologique, ni la même histoire. Entre mes Eléments de linguistique textuelle
(1990) et Linguistique textuelle. Des genres de discours aux textes(1999), l`évolution
théorique et méthodologique la plus importante est venue du renoncement a la
décontextualisation et à la dissociation entre texte et discours que préconisait encore mon
essai de 1990. Prenant acte de ce constat d’Henri Meschonnic, nous en partagerons aussi les
obligations en termes de théorie du langage et du discours :
La pensée du langage au XXe siècle tient dans le passage de la langue au discours. La notion
de langue est vénérable, elle a au moins 2500 ans de capital de pensée. La notion de discours
est très récente, elle date des années trente. Elle est fragile, instable. Logiciste dans la
pragmatique. Pourtant cette notion de discours est l’invention majeure du XXe siècle, dans la
pensée du langage. […]Le passage des catégories de la langue aux catégories du discours est
assorti d’un danger : croire qu`on pense le discours alors qu'on pense encore et encore le
discours dans les notions de la langue.
Les pages qui suivent s’inscrivent dans la perspective d’un positionnement théorique et
méthodologique qui, dans le but de penser le texte et le discours dans de nouvelles catégories,
situe résolument la linguistique textuelle dans le cadre englobant de l‘analyse de discours. Ce
« déplacement dialectique d’une contradiction bloquée », comme le dit très bien Jean-Marie
57
Viprey, « permet au spécialiste du texte de réinvestir une sphère du discours désormais
déplacée » (2006 : 168).
Le présent ouvrage se distingue par la de deux livres de la collection « Cursus » aux objectifs
apparemment proches. L’Analyse textuelle, de Jean-Francois Jeandillou (1997), se présente
comme une synthèse de notions issues de la poétique, de la sémiotique littéraire et de la
grammaire de texte. Ce manuel ne propose pas une théorie unifiée originale, mais les grandes
lignes d’une approche résolument éclectique. Plus resserre du point de vue des disciplines de
référence et surtout centré résolument sur la phrase et ses procédures d’amplification, La
Construction du texte (1998) de Joëlle Gardes Tamine et Marie-Antoinette Pellizza a pour
objet l’écrit littéraire, comme le confirment les exemples étudies et le sous-titre choisi : De la
grammaire au style. A la différence de ces deux manuels, les pages qu’on va lire, tout en
prétendant apporter des réponses a la demande de propositions concrètes pour l’analyse des
textes, présentent une réflexion épistémologique et une théorie d’ensemble 2 . Le texte est
certes un objet empirique tellement complexe que sa description pourrait justifier le recours à
des théories différentes, mais c’est d’une théorie de cet objet et de ses relations au domaine
plus vaste du discours en général que nous avons besoin pour donner aux emprunts éventuels
de concepts à différentes sciences du langage un cadre nouveau et une indispensable
cohérence.
Par rapport à l’ambitieuse « sémiotique de la culture » développée par Francois Rastier
(2001), le présent ouvrage souhaite, dans le cadre des sciences du langage et d’une refonte
des sciences et disciplines des textes, fournir une définition de la textualité comme ensemble
d’opérations qui amènent un sujet à considérer à la production et/ou à la lecture/audition
qu’une suite d’énoncés forme un tout signifiant. Sur cette base, la linguistique textuelle a
l’ambition de donner des instruments de lecture des productions discursives humaines. La
linguistique n’est pas (ou plus) la « science pilote » des sciences de l’homme et de la société,
mais elle a encore beaucoup à dire sur les textes et son pouvoir herméneutique reste entier,
surtout si elle consent à s’ouvrir aux disciplines qui, de l’Antiquité à nos jours, ont le texte
pour objet (rhétorique et poétique, stylistique, philologie et herméneutique, théorie de la
traduction et génétique textuelle, analyse de données textuelles ou analyse de textes par
ordinateur, sans oublier l’histoire du livre et les diverses sémiotiques). Olivier Soutet a bien
souligné le paradoxe :
La linguistique textuelle est […] une discipline quelque peu paradoxale. Évaluée à l’aune de
ce qu’il est convenu d’appeler la linguistique moderne – celle qui nous conduit du
comparatisme historiciste du début du XIXe siècle au poststructuralisme du dernier tiers du
XXe siècle –, elle paraît toute jeune et en quête de légitimité; replacée dans la longue durée
2
La position défendue plus récemment par J. Gardes Tamine, dans Pour une grammaire de l’écrit,
s’appuie sur une réflexion épistémologique sur les limites de la grammaire et elle se présente comme
une démarche constructiviste dont nous sommes proches (2004: 16-18).
58
des savoirs et des techniques — philologie, littéraire et judiciaire — qui ont pour objet, sinon
le texte en général, du moins certains types de textes, elle semble n’en être que le
prolongement ou l’élargissement.
Le réexamen de ces disciplines anciennes et modernes est, à l’aube du XXIe siècle, un des
chantiers interdisciplinaires les plus stimulants, à condition toutefois de ne pas tomber dans
une illusion continuiste de l’histoire des sciences. Le développement du savoir passe par des
conflits, des débats, des controverses, le combat nécessaire contre les présupposés
métaphysiques, l`essentialisme et la négation de l’histoire. Nos deux chapitres introductifs,
qui décriront la place de la linguistique textuelle dans l’analyse de discours et la nature des
unités d’analyse textuelle, auront cette visée épistémologique de définition de notre objet et
de mise en relation de notre perspective avec des disciplines proches et des points de vue
voisins. Cependant le propos principal du présent ouvrage se limite aux bases d’une analyse
textuelle des discours qui a l’ambition de dessiner une alternative à l’explication de texte
traditionnelle et à l`analyse stylistique3.
Le terme « analyse textuelle » — auquel je substitue celui d’analyse textuelle des discours
— a déjà été utilisé par d’autres. Roland Barthes parle d’analyse textuelle en opposition à
l’analyse structurale, à l’occasion d’analyses d’un texte biblique (1972) et d’un conte d’Edgar
Poe (1973b), dans un des premiers ouvrages de langue française à faire une place à la
linguistique textuelle : Sémiotique narrative et textuelle (C. Chabrol éd.) 4 . Dans La
Production du texte, Michael Riffaterre oppose l’analyse textuelle à la stylistique et a la
rhétorique normatives ainsi qu’à la poétique qu’il juge trop généralisante: « Le texte est
unique en son genre » (1979 : 8) et l’analyse textuelle : « cherche a expliquer l’unique »
(ibid.). La « Textanalyse » est un domaine de la linguistique allemande (Heinrich F. Plett
1975 et Michael Titzmann 1977). Françoise Gardes-Madray et Robert Lafont ont proposé, en
1976, une Introduction à l’analyse textuelle. Cette analyse textuelle praxématique est très
proche de l’analyse du discours (Détrie etal. 2001 :8).
Le présent essai est situé dans le prolongement de L’Analyse textuelle. Méthode, exercices,
ouvrage paru en 1983, dans lequel la linguiste danoise Lita Lundquist ouvrait à un plus large
public le contenu de sa thèse de 1980, qui reste, en langue française, un ouvrage de
référence 5 . Nos chapitres II à V présenteront, par niveaux croissants de complexité, les
3
Position défendue dans Adam1997a,
4
En particulier l’introduction de Claude Chabrol (1973), Siegfried J. Schmidt (1973) et Teun A. Van
Dijk (1973).
5
Outre sa synthèse sur « La linguistique textuelle en France » (Lundquist 1988), nous conseillons les
lectures du chapitre III de Linguistique d’Olivier Soutet (2005 :323-346), de l’article de Michel
Charolles et Bernard Combettes sur l’histoire récente de l’analyse de discours (1999) et de l‘article de
Jean-Marie Viprey (2006) déjà cité plus haute. Pour se faire une idée de la reconnaissance
européenne du domaine, des présentations introductives existent en italien (Robert-Alain de
59
principes qui régissent les agencements textuels d’unités. Le chapitre VI proposera quant a
lui une approche du fonctionnement textuel des temps verbaux dans laquelle on retrouvera les
influences de la linguistique textuelle d’Harald Weinrich (1973). L’étude, diffractée en six
analyses partielles tout au long de l’ouvrage, d’un fragment des Caractères de La Bruyère, et
les analyses textuelles de l’Appel du 18 juin 1940 du général De Gaulle (chapitre VII) et d’un
court récit de Borges (chapitre VIII), auront pour objectif de livrer une exemplification aussi
synthétique et variée que possible de la méthode d’approche de textes très différents.
Beaugrande et Wolfgang Ulrich Dressler 1984), en espagnol (María Dolores Vivero García 2001,
Helena Casamiglia Blancafort et Amparo Tusón Valls 1999 ainsi que Juan Herrero Cecilia 2006), en
allemand (outre De Beaugrande et Dressler [éd. de 1981] et Weinrich déjà cités, voirMichael
Metzeltin 2007) et en français pour le domaine anglais (Van Dijk: l984 et ShileyCarter-Thomas 2000).
60
Avertissement de cette nouvelle édition
Le présent ouvrage reprend la matière du volume publié en 2005 sous le même titre. Il ne
corrige pas seulement les fautes de frappe, mais précise plusieurs points théoriques et propose
des exemples plus nombreux et plus variés. Les trois premiers chapitres ont été réorganisés et
réduits à deux. Le chapitre V (ancien chapitre VI) qui tient compte de recherches récentes sur
l’organisation non séquentielle des textes, change significativement de titre et met plus
fortement l’accent sur la double structuration linéaire et non linéaire des textes.
Cet ouvrage développe la matière des deux premiers chapitres de Linguistique textuelle
(Nathan, coll. « FAC», 1999). Les autres chapitres de ce livre de 1999 restent des
compléments de la théorie générale exposée ici. Seul le chapitre VI (« Rhétorique de l’appel :
De Gaulle et Pétain en juin 1940 ») a été réintroduit pour proposer une analyse de synthèse
d’un texte non littéraire et former un nouveau chapitre VII. Les thèses de Les Textes : types et
prototypes (1992), dont une nouvelle édition est en préparation, sont au centre d’une partie du
chapitre IV qui en propose une version partiellement remaniée.
61
Chapitre 1
Introduction à l’analyse
textuelle des discours
1 . (Re)partir de Saussure et de Benveniste
Bien qu’il mette la langue au centre de son programme, Saussure s’est aussi interrogé sur « ce
qui sépare » la langue proprement dite du « discursif ». Il parle d’ailleurs de « langage
discursif » (2002:95) aussi bien que de « parole» et établit une séparation en apparence très
ferme entre les signes-mots et la phrase : « La phrase n’existe que dans la parole, dans la
langue discursive, tandis que le mot est une unité vivant en dehors de tout discours dans le
trésor mental » (2002 : 117). Comme il le précise dans une « note sur le discours» à la
datation encore incertaine mais accessible aujourd’hui dans les Ecrits de linguistique
générale, le sujet parlant ne s’exprime pas par mots isoles :
62
Que faut-il pour que nous ayons l’idée qu’on veut signifier quelque chose, en usant des termes
qui sont à disposition dans la langue? C’est la même question que de savoir ce qu’est le
discours, et à première vue la réponse est simple : le discours consiste, fût-ce
rudimentairement, et par des voies que nous ignorons, à affirmer un lien entre deux des
concepts qui se présentent revêtus de la forme linguistique, pendant que la langue ne fait
préalablement que réaliser des concepts isolés, qui attendent d’être mis en rapport entre eux
pour qu’il y ait signification de pensée.
Cette note se trouve dans un cahier d’écolier sans titre (Ms. Fr. 3961) déposé à la
Bibliothèque publique et universitaire de Genève. Elle a été citée pour la première fois par
Jean Starobinski dans Tel Quel 37, en 1969, et reprise dans Les Mots sous les mots
(Starobinski 1971). Publiée par René Amacker avec l’indication des ratures et des ajouts
manuscrits, dans le numéro 43 des Cahiers Ferdinand de Saussure (1989 : 93-94), elle a été
commentée par Herman Parret (1987), Gérard Dessons (1995), Johannes Fehr (1995) et
J.M.Adam (2001a).
Cette note commence par une assertion qui fait du discours l’horizon de la langue et se
prolonge par une interrogation relative à la nature de la discursivité. Cette page de Saussure
rappelle, par certains côtés, un texte qu’il ne pouvait ignorer. Dans le dialogue du Sophiste de
Platon, l’Étranger explique à Théétète que des noms prononcés isolement, les uns après les
autres, et des verbes énoncés séparément des noms, comme la suite : « marche court dort »,
« sont incapables de produire un discours [logos]. […] De la même manière, quand on dit
"lion cerf cheval", c’est-à-dire les noms des agents des actions, cette série ne produira aucun
discours » (1993 : 192). Platon fonde sa définition du logos-discours sur une opération proche
du « lien » et de la mise en rapport de concepts de Saussure : « Mais a peine s’unissent-ils, la
première liaison produit directement le discours, le premier et le plus petit des discours »
(ibid). Des propositions comme « L’homme apprend » ou « Apulée raconte » sont des
énoncés assertifs minimaux. En dépassant la simple nomination par l’ « agencement-
entrelacement » de deux constituants, un acte de référence est
accompli, quelque chose est achevé, un ensemble est constitué qui relève du logos-discours.
Platon fait dire à l’Étranger : « […]non seulement il nomme, mais aussi […] il "lie", et c’est à
cet entrelacement que nous appliquons le nom de discours [logos]» (ibid. : 193). Avant
Saussure, cette idée a été radicalisée par la théorie du langage de Wilhelm von Humboldt :
« La langue consiste seulement dans le discours lié, la grammaire et le dictionnaire sont juste
comparables à son squelette mort » (traduction Meschonnic 1985 : 142). Humboldt définit la
langue comme une activité discursive, comme « l’acte de son émission réelle » (ibid. : 143),
et il souligne que ce n’est que dans « les enchainements du discours » que peuvent être perçus
les éléments les plus significatifs de la langue :
63
Le plus précieux et le plus fin […] ne peut donc être perçu ou senti que dans le discours lié.
C’est le discours qu’il faut penser comme le vrai et le primaire dans toutes les investigations
qui tentent de pénétrer dans l’essence vivante du langage. La fragmentation en mots et règles
n’est que le produit mort de la segmentation scientifique.
(Humboldt 1903-1936, vol. 7 :466)
Saussure définit, lui, son objet et son programme comme un retour du discursif vers la langue
comme « trésor mental », vers ce qui n’était pour Humboldt que « la projection
totalisante de [la] parole en acte » (1974 :183) :
Toute la langue entre d’abord dans notre esprit par le discursif, comme nous l’avons dit, et
comme c’est forcé, Mais de même que le son d’un mot, qui est une chose entrée également
dans notre for intérieur de cette façon, devient une impression complètement indépendante du
discursif, de même notre esprit dégage tout le temps du discursif ce qu’il faut pour ne laisser
que le mot.
(Saussure 2002 :118.)
6
« Gerade das Höchste und Feinste [...] kann nur [...] in der verbundenen Rede wahrgenommen und
geahndet werden. Nur sie muss man sich überhaupt in allen Untersuchungen, welche in die lebendige
Wesenheit der Sprache eindringen wollen, immer als das Wahre und Erste denken. Das Zerschlagen in
Wörter und Regeln ist nur ein todtes Machwerk wissenchaftlicher Zergliederung »Traduction
proposée par Jürgen Trabant(communication personnelle) ; nous soulignons.
64
2. dans la parole, les mots sont soumis à un genre de rapports indépendant du premier et
dépendant de leur enchainement, ce sont les rapports syntagmatiques.
(Saussure, in Bouquet 1997 1335.)
Dans le Cours de linguistique générale, Saussure définit la phrase comme l’unité maximale
de la syntagmation et il se demande jusqu’à quel point, soumise aux variations individuelles,
elle appartient à la langue (1967 :148). Il applique la notion de syntagme à des unités de
n’importe quelle grandeur qui relèvent de la langue: des mots simples comme désir-eux, des
mots composés comme im-pardonn-able, in-fatig-able, des phrases ou groupes demots
établis sur des patrons réguliers comme La terre tourne, des locutions toutes faites comme
prendre la mouche, rompre une lance, etc. Et Saussure ajoute :
Ce n’est que dans la syntaxe en somme que se présentera un certain flottement entre ce qui est
donné, fixé dans la langue et ce qui est laissé à l’initiative individuelle. La délimitation est
difficile a faire. Il faut avouer qu’ici dans le domaine de la syntaxe, fait social et fait
individuel, exécution et association fixe, se mêlent quelque peu, arrivent à se mêler plus ou
moins. Nous avouerons que c’est sur cette frontière seulement qu’on pourra trouver à redire à
une séparation entre la langue et la parole.
(Saussure, in Bouquet 1997 : 336-337.)
Dans le Cours de linguistique générale, les éditeurs transcrivent ce passage du cours ainsi :
« Mais il faut reconnaitre que dans le domaine du syntagme il n’y a pas de limite tranchée
entre le fait de langue, marque de l’usage collectif, et le fait de parole, qui dépend de la
liberté individuelle » (1967 :173).La mise en relation de la syntagmation et de la parole-
discours est à la fois affirmée et considérée par Saussure comme une question non résolue :
Toute phrase sera un syntagme. Or la phrase appartient à la parole et non à la langue. Alors
objection: […] ne mélangeons-nous pas les deux sphères langue-parole pour distinguer les
deux sphères syntagme-association? C’est en effet ici qu’il y a quelque chose de délicat dans
la frontière des deux domaines. Question difficile à trancher.
(Saussure, in Bouquet 1997 : 334-335.)
D’abord, qu’entendons-nous ici par Discours? Non pas un ouvrage entier, si court d’ailleurs
qu’on le suppose ; non pas même une suite, un enchainement de phrases ou de périodes sur un
même sujet; mais une phrase ou une période exprimant une pensée à-peu-près entière et
complète en elle-même, quoique tenant peut-être à d’autres pensées qui précédent ou qui
suivent.
(Fontanier 1977 :279.)
65
L’entrée « discours» de L’Encyclopédie de Diderot et d’Alembert cerne théoriquement le
sens du mot et se rapproche ainsi d’une définition plus textuelle de l’activité linguistique des
sujets parlants :
Rompant avec cet héritage rhétorique, la « note sur le discours» ne mentionne ni les genres
discursifs de la rhétorique, ni les parties de la dispositio ou composition textuelle dont nous
reparlerons au chapitre V en les intégrant à une théorie générale de la langue et du discours.
La préoccupation principale de Saussure est l’opération qui permet d’abstraire le système de
la langue à partir des faits de discours. Emile Benveniste va très précisément reprendre la
question à l’ envers en privilégiant, lui, la mise en discours, ce qu’il va progressivement
designer comme l’énonciation.
Le « sens » (dans l’acception sémantique s’accomplit dans et par une forme spécifique, celle
du syntagme, à la différence du sémiotique qui se définit par une relation de paradigme. D’un
côté, la substitution, de l’autre la connexion, telles sont les deux opérations typiques et
complémentaires
(Benveniste 1974 :225.)
7
Pour deux autres points de vue sur l’importance des travaux d’Emile Benveniste, lire « Champ,
schéma, sujet : les contributions de Bühler, Barlett et Benveniste à unelinguistique du texte» de
David D. Clarke et Brigitte Nerlich (1999) et le bel essai deGérard Dessons : Emile Benveniste,
l’invention du discours (2006). La thèse de Aya Ono (2007) sur La Notion d’énonciation chez Emile
Benveniste est une intéressante miseaupoint en raison de sa lecture systématique de la presque
totalité des écrits publiésde Benveniste, Elle dresse une histoire assez complète du système des
concepts de cedernier.
66
Benveniste reste très proche de la note sur le discours de Saussure quand il affirme : « C’est
dans le discours, actualisé en phrases, que la langue se forme et se configure. Là commence
le langage» (1966 : 131). Mais il se sépare de Saussure en instaurant dans la langue « une
division fondamentale, toute différente de celle que Saussure a tentée entre langue et parole »
(1974 :224).
Il distingue les domaines du « sémiotique» (langue comme système) et du « sémantique »
(linguistique de l’énonciation) :
[…] En réalité le monde du signe est clos. Du signe à la phrase il n’y a pas transition, ni par
syntagmation ni autrement. Un hiatus les sépare. Il faut alors admettre que la langue comporte
deux domaines distincts, dont chacun demande son propre appareil conceptuel. Pour celui que
nous appelons sémiotique, la théorie saussurienne du signe linguistique servira de base à la
recherche. Le domaine sémantique, par contre, doit être reconnu comme séparé. Il aura besoin
d’un appareil nouveau de concepts et de définitions.
(Benveniste 1974 :65.)
67
Schéma 1
68
toutes les unités de rang subphrastique : un morphème se définit comme une suite ordonnée
de phonèmes, un syntagme comme une suite ordonnée de morphèmes et l’unité prédicative
(niveau catégorématique8) est identifiable comme une suite ordonnée de syntagmes. Au-delà,
la décomposition de textes en phrases et même de phrases périodiques complexes en unités
prédicatives ne se fait pas avec la même régularité combinatoire que la décomposition des
syntagmes, morphèmes et phonèmes. Comme le résume Olivier Soutet : « Dans le cas
particulier du texte, le rapport du tout a la partie ne relève pas du même type de prévisibilité
que celui qui existe entre chacune des unités subphrastiques et leurs constituants immédiats»
(1995 :325). Mais la phrase pose déjà des problèmes de description, comme nous le verrons
au chapitre II. En effet, les catégories multiples de phrase « simple », « complexe »,
« nominale» ou « verbale» prouvent, par leur diversité, que le concept de phrase n’est pas
définissable de façon ferme. Pour Benveniste, la phrase est une unité d’un autre ordre : « La
phrase appartient bien au discours. C’est même par le qu’on peut la définir : la phrase est
l’unité du discours. [...] La phrase est une unité, en ce qu’elle est un segment de discours »
(1966 : 130). Il fait de cette unité le centre d’une autre linguistique :
La phrase, création infinie, variété sans limite, est la vie même du langage en action. Nous en
concluons qu’avec la phrase on quitte le domaine de la langue comme système de signes, et
l’on entre dans un autre univers, celui de la langue comme instrument de communication,
dont l’expression est le discours.
Ce sont là vraiment deux univers différents, bien qu’ils embrassent la même réalité, et ils
donnent lieu à deux linguistiques différentes, bien que leurs chemins se croisent à tout
moment.
(Benveniste 1966 : 129-130.)
Benveniste distingue une linguistique de la langue-système ou « Sémiotique », qui signifie,
dont le fonctionnement est paradigmatique, qui a pour unité centrale le signe (Schéma 1), et
une linguistique du discours ou « sémantique », qui communique et dont l’unité est la phrase9.
Dans un premier temps, Benveniste exclut le « texte de l’énoncé » du champ (« sémantique»)
de la linguistique de l’énonciation :
Le discours, dira-t-on, qui est produit chaque fois qu’on parle, cette manifestation de l’énonciation,
n’est-ce pas simplement la « parole »? Il faut prendre garde à la condition spécifique de l’énonciation :
c’est l’acte même de produire un énoncé et non le texte de l’énoncé qui est notre objet. Cet acte est le
fait du locuteur qui mobilise la langue pour son compte.
(Benveniste 1974:80.)
8
Benveniste reprend le terme grec « katégoréma » qui correspond très exactement au
latin« praedicatum » dont dérive le français « prédicatif ».
9
Benveniste introduit cette distinction dans « Sémiologie de la langue »,paru dans la revue Semiotica,
en 1969,
69
Cependant, en esquissant avec « L’appareil formel de l’énonciation » (1974 :79-88) une
première revue des concepts opératoires et une définition des contours de la linguistique de
l’énonciation, il ne se contente pas d’ouvrir l’analyse intralinguistique à la sémantique de
l’énonciation. En effet, si la théorie de l’énonciation a pour objet la production d’énoncés et
non le « texte de l’énoncé », c’est qu’une troisième branche de la linguistique est appelée à
prendre ce dernier en charge. Il l’explique dans ces lignes sur lesquelles la maladie qui
l’atteint au seuil des années 1970 ne lui laissera pas le temps de revenir :
En conclusion, il faut dépasser la notion saussurienne du signe comme principe unique, dont
dépendraient à la fois la structure et le fonctionnement de la langue. Ce dépassement se fera par deux
voies :
- dans l’analyse intralinguistique, par l’ouverture d’une nouvelle dimension de signifiance, celle du
discours, que nous appelons sémantique, désormais distincte de celle qui est liée au signe, et qui sera
sémiotique;
- dans l’analyse translinguistique des textes, des œuvres par l’élaboration d’une métasémantique qui se
construira sur la sémantique de l’énonciation.
Ce sera une sémiologie de « deuxième génération », dont les instruments et la méthode pourront aussi
concourir au développement des autres branches de la sémiologie générale.
(Benveniste 1974 :66.)
Schéma 2
70
est à peine commencé. On ne peut pas dire que l’objet de l’étude et la méthode à employer
soient encore clairement définis. Il y a des tentatives intéressantes, mais qui montrent la
difficulté de sortir des catégories utilisées pour l’analyse du langage ordinaire » (ibid. :37).
Henri Meschonnic (1997 : 323-324) est un des rares linguistes à parler de cette troisième
dimension de la signifiance pour inscrire sa poétique dans la lignée de la « translinguistique
des œuvres » :
Partant de Benveniste, on peut mieux distinguer l’opposition et l’interaction entre écriture et littérature.
Car l’écriture est plus proche du sémantique que du sémiotique, mais elle crée à son tour du
sémiotique, en produisant ce qui devient littérature, ˗ elle ne l’a pas toujours été. Ce qui s’ouvre pour la
connaissance de l’écriture, c’est un domaine spécifique, « translinguistique », qui ressortit à
l’élaborationd’ une métasémantique qui se construira sur la sémantique de l’énonciation». Elle en
bénéficiera, et lui apportera aussi ce qu’elle conceptualise.
(Meschonnic 1973 :174-175.)
10
J’aborde cette question de l’évolution de la position de Barthes dans Adam 2001b: « Barthes en
1970:de la translinguistique à la déconstruction ».
71
pourra se situer, me semble-t-il, la sémanalyse. […] Nous appelons sémanalyse ce qu’il
désigne comme une sémantique et une translinguistique » (1972 : 345). Kristeva utilise le
mot « translinguistique » dès son article de Langages 12, où elle définit « le texte comme un
appareil translinguistique qui redistribue l’ordre de la langue » (1969b : 103).
Le programme interrompu de Benveniste a tellement influencé Julia Kristeva, Tzvetan
Todorov11 et les traducteurs français des écrits du Cercle de Bakhtine que ceux-ci ont été
traduits et transposés en termes énonciativo-discursifs. La traduction du concept très flou de
« metalingvistika » de Mikhaïl M. Bakhtine par « translinguistique » a induit une fausse
continuité avec la position de Benveniste. Les recherches philologiques actuelles sur ces
écrits prouvent que les deux perspectives ne coïncident pas du tout. Au début du « Problème
du texte »12, Bakhtine définit la « metalingvistika » comme une transdiscipline qui « ne traite
ni de linguistique, ni de philologie, ni de littérature, et ne relève d’aucune spécialisation »
(1984 : 311). Il la situe « dans les sphères limitrophes, aux frontières de toutes les disciplines
mentionnées, à leur jointure, à leur croisement » (ibid.). Cette méta-discipline n’est pas du
tout dans le prolongement « translinguistique » de la linguistique de l’énonciation de
Benveniste. Il semble évident que les traducteurs français ont vu dans le programme du
Cercle de Bakhtine une ouverture qui correspondait au déplacement de leurs préoccupations
théoriques très au-delà de la linguistique. Au lieu de poursuivre le programme plus
proprement linguistique de Benveniste et de rester dans le cadre en cours de constitution de la
linguistique du discours, les traducteurs ont déplacé le centre épistémologique et
méthodologique de l’étude des textes. La lecture benvenistienne et sociolinguistique des
écrits du Cercle de Bakhtine explique la faveur dont ils ont bénéficié. Nous avons nous-
mêmes contribué à cette lecture et à cet engouement. Afin d’éviter d`entretenir ce
malentendu, nous serons ici plus prudent et nous limiterons nos références aux écrits de
Bakhtine aux liens entre son « dialogisme » et ce que Jacqueline Authier-Revuz appelle la
« non-coïncidence interlocutive » et aux liens qu’elle y voit, comme nous, avec « cette autre
forme ‘‘d’inappartenance foncière du langage’’ qu’est l’interdiscursivité […]. L’interlocution
est, en elle-même chez Bakhtine, toujours prise comme le fait d’individus socialement ancrés
dans une situation historique de ce ‘‘milieu des autres discours’’ où se produit tout discours et
tout sens » (1995 I : 171).
11
Rappelons que Tzvetan Todorov a dirigé le premier numéro de la revue Langages consacré à
l’énonciation, le n° 17, paru en 1970.
12
Je m'appuie ici sur les travaux du GRECLECO de l’université de Lausanne, engagé dans des
retraductions et un travail philologique sur les écrits du Cercle de Bakhtine et, en particulier, sur
Marxisme et philosophie du langage, sous la direction de Patrick Sériot.
72
2. Place de la linguistique textuelle
dans l’analyse de discours
Ce dont il s’agit ici, ce n’est pas de neutraliser le discours, d’en faire le signe d’autre
chose et d’en traverser l’épaisseur pour rejoindre ce qui demeure silencieusement en
deçà de lui, c’est au contraire de le maintenir dans sa consistance, de le faire surgir
dans la complexité qui lui est propre.
(Foucault 1969 :65.)
Depuis leur émergence, dans les années l950, l’analyse de discours et la linguistique textuelle
se sont développées de façon autonome. Elles ne se sont guère croisées que dans les travaux
de Denis Slakta, dans les années 1970 : « Entre grammaire de texte et analyse de discours
quels rapports articuler? » (1977 :8). C’est sur de nouvelles bases que nous proposons de
mettre aujourd’hui en relation une linguistique textuelle débarrassée de la grammaire de texte
et une analyse de discours émancipée de l’analyse de discours française (ADF). Nos
références bibliographiques rendront explicite ce qui nous sépare du cadre strict de l’ADF et
nous oriente plutôt vers l’analyse de discours telle que Dominique Maingueneau en dessine
les contours (1991a, 1995). Postulant, à la fois, une séparation et une complémentarité des
tâches et des objets de la linguistique textuelle et de l’analyse de discours, nous définissons la
linguistique textuelle comme un sous-domaine du champ plus vaste de l’analyse des
pratiques discursives. Ce que représente le Schéma 3, dont la partie droite sera complétée
plus loin (Schéma 5) :
Schéma 3
73
prennent des formes infinies, mais les genres et les langues interviennent comme facteurs de
régulation.
13
Bien qu’inscrit essentiellement dans le champ de la philosophie, M. Foucault a influencé l‘analyse
du discours française avec l’Archéologie du savoir (1969) et avec sa leçon inaugurale du Collègue de
France, le 2 décembre 1970 :L’Ordre du discours (1971).
14
Pour une histoire du concept d’interdiscours, voir la mise au point de Marie-Anne Paveau 2006 et
pour une présentation des filiations hétérogènes des concepts d’intertextualité et d`interdiscours
ainsi que de préconstruit et de présupposition, celle de J.-M. Adam 2006. En parlant ici
d’interdiscours et d’interdiscursivité, nous ne cherchons pas à faire un usage conforme au cadre
lacano-althusérien du concept d‘interdiscours. Considérant les langues et les genres comme les
composantes systémiques de base de l’interdiscursivité, nous définissons cette dernière comme un
réservoir mémoriel rendant possible (prescrivant ou proscrivant) la mise en forme(s) des énoncés tant
à la production qu’à l’interprétation, dans des communautés sociodiscursives d’auteurs, d’éditeurs
(au sens large d’instances responsables de la fixation et de la diffusion d’un texte sur un support-
médium) et de lecteurs-auditeurs (interprétants).
74
symbolique, qui ont pour condition et conditionnent en même temps une culture donnée »
(ibid. : 426). Nous retiendrons cette définition : « Le concept de discours […] est défini par
les traits suivants : une stabilisation publique et normative, et la possibilité d’un statut
institutionnel »(ibid. :425). C’est dans les genres de discours que nous localiserons cette
« stabilisation publique et normative » qui opère dans le cadre du système de genres de
chaque formation discursive.
Dans L’Archéologie du savoir (1969), Michel Foucault montre qu’une unité linguistique
(phrase ou proposition) ne devient unité de discours (énoncé) que si on relie cet énoncé à
d’autres :
Il ne suffit pas de dire une phrase, il ne suffit même pas de la dire dans un rapport déterminé à un
champ d’objets ou dans un rapport déterminé à un sujet pour qu’il y ait énoncé pour qu’il s’agisse
d’un énoncé : il faut la mettre en rapport avec tout un champ adjacent […] On ne peut dire une phrase,
on ne peut la faire accéder à une existence d’énoncé sans que se trouve mis en œuvre un espace
collatéral. Un énoncé a toujours des marges peuplées d’autres énoncés.
(Foucault 1969: 128.)
Ce ne sont ni la même syntaxe, ni le même vocabulaire qui sont mis en œuvre dans un texte écrit et
dans une conversation, sur un journal et dans un livre, dans une lettre et sur une affiche ; bien plus, il y
a des suites de mots qui forment des phrases bien individualisées et parfaitement acceptables, si elles
figurent dans les gros titres d’un journal, et qui pourtant, au fil d’une conversation, ne pourraient
jamais valoir comme phrase ayant un sens.
(Ibid. :133.)
Afin d’exemplifier ce point, considérons brièvement les deux vers qui composent un petit
poème de Paul Eluard15 et montrent bien à quel point la langue est traversée de valeurs et
d’échos d’autres emplois des mots :
75
poèmes de la section, tous plus courts, plus étroits que les autres poèmes du recueil.
L’économie verbale de ces pièces brèves est donc semblable à celle de vêtements dépourvus
de tissu superflu. La polysémie du titre de la section tient à une « pluriaccentuation »
(Bakhtine-Volochinov 1977 :44) qui est un aspect du caractère « plurilingual » (Bakhtine
1978 : 104) de mots toujours, d’une certaine manière, « étrangers».Les sens religieux
(intertextualité évangélique), profane et poétique (espace co-textuel du recueil) se mêlent ici.
Ce petit texte a été considéré par Eluard comme assez important pour qu’il le reprenne à cinq
reprises. Paru d’abord, en 1924, comme deuxième des six poèmes de la section « Les petits
justes » de Mourir de ne pas mourir, il est inséré dans Capitale de la douleur, en 1926, en
deuxième position d’un groupe de onze poèmes. Publié en revue en 1928, il est encore repris,
en 1941, dans
Choix de poèmes. Eluard ira même jusqu’à calligraphier un jour ces vers sur une assiette,
chez un potier de Vallauris. Ces textualisations successives, qui sont autant de changements
de régime de matérialité discursive, font bouger le sens. L’énigme-devinette tracée sur
l’assiette place le texte dans une situation d’énonciation plus facilement interprétable : la
question est attribuée à l’objet lui-même, beau parce que décoré, et l’on peut parler d’une
prosopopée de l’assiette qui fixe une identité du « je ». Quant à l’acte de laver l’assiette, il
devient un geste des plus ordinaires accompli par son « maître », qui la nettoie et en prend
soin.
Une autre interprétation possible passe par un script social. Le rôle de « maître » transforme
le statut de « je » soit en esclave, soit en animal de compagnie. Jean-Charles Gateau rapporte
que, selon des familiers du poète, il s’agirait d’une petite chienne (1994 : 73). Dans ce cas,
par prosopopée hypocoristique, le maître lui-même prête à l’animal femelle la question qu’il
(re)formule et loue ainsi autant la beauté de la chienne que les soins qu’il lui prodigue. Il y a
prosopopée dans le cas de la chienne qui parle ou forme de langage hypocoristique dans le
cas du maître qui parle à la place de son chien.
Partant du fait que « l’énoncé est toujours donné au travers d’une épaisseur matérielle, même
si elle est dissimulée, même si, à peine apparue, elle est condamnée à s’évanouir » (1969 :
132), Foucault envisage le cas particulier de la même phrase (ou proposition) qui n’est
cependant jamais identique à elle-même, en tant qu’énoncé, lorsque les coordonnées de sa
situation d’énonciation et son régime de matérialité changent :
76
Composée des mêmes mots, chargés exactement du même sens, maintenu dans son identité
syntaxique et sémantique, une phrase ne constitue pas le même énoncé, si elle est articulée par
quelqu’un au cours d’une conversation, ou imprimée dans un roman ; si elle a été écrite un
jour, il y a des siècles, et si elle réapparait maintenant dans une formulation orale. Les
coordonnées et le statut matériel de l’énoncé font partie de ses caractères intrinsèques.
(Foucault 1969 1 132.)
Bakhtine fait exactement la même réflexion :
L`identité absolue entre deux propositions (ou bien plus) est possible (en superposition, telles
deux figures géométriques, elles coïncident). De plus, nous devons admettre que toute
proposition, fût-elle complexe, dans le flux illimité de la parole peut être répétée en un
nombre illimité de fois, sous une forme parfaitement identique, mais, en qualité d`énoncé (ou
fragment d'énoncé), nulle proposition, quand bien même elle serait constituée d’un seul mot,
ne peut jamais être réitérée : on aura toujours un nouvel énoncé (fût-ce sous forme de
citation).
(Révision de la traduction16 de Bakhtine 1984 : 316-317.)
Afin d’illustrer cette observation en traitant un cas de transposition d’un texte entier,
examinons les transformations que Blaise Cendrars fait subir à un fait divers pour en faire le
dixième texte de ses Dix-neuf poèmes élastiques17. Le texte journalistique auquel se réfère la
parenthèse finale du poème de Blaise Cendrars a été retrouvé par Jean-Pierre Goldenstein18
Nous proposons une transcription de l’édition de Paris-Midi du 21 janvier 1914 :
16
Je m’appuie sur la traduction inédite d’lnna Aguéeva (2003 :29).
17
Voir l’analyse comparée de ces deux textes au chapitre VIII de Linguistique textuelle (Adam 1999 :
175-188).
18
Jean-Pierre Goldenstein (Dix-Neuf Poèmes élastiques de Blaise Cendrars, Paris, Klinsieck, 1986) a
été le premier à s’être intéressé au poème de Cendrars et à en avoir proposé une analyse.
77
Les gardiens peuvent approcher
Ils trouvent les forçats morts le corps criblé de balles
Mr. Thomas, ancien membre du Congrès qui visitait la prison
Félicite la jeune fille
(Télégramme-poème copié dans Paris-Midi.)
T3 Tragique évasion de forçats en Amérique
[P0] Oklahoma, 20 janvier [P1] Trois forçats se sont évadés ce matin de la prison de Mac-
Alester, dans les circonstances suivantes :
[P2] Ayant pu se procurer des revolvers, ils prirent de force les clés d’un
geôlier et se précipitèrent hors de leurs cellules en tirant sur les gardiens dont
quatre furent tués.
[P3] Les forçats s’emparèrent d’une jeune fille employée comme sténographe
dans la prison et réussirent à se protéger en la maintenant entre eux et les
personnes qui les poursuivaient. [P4] La jeune fille fut blessée d’un coup de
feu tire par un des gardiens.
[P5] Devant la porte de la prison, les forçats montèrent dans une voiture qui les
attendait et qui partit à toute vitesse pendant que les gardiens déchargeaient
leurs revolvers dans la direction des fugitifs.
[P6] Quelques gardiens sautèrent à cheval et se lancèrent à la poursuite des
forçats. [P7] Des deux côtés des coups de feu furent échangés.
[P8] Une balle ayant frappé à mort le cheval qui emportait la voiture, les
gardiens purent approcher et trouvèrent les forçats morts, le corps criblé de
balles.
[P9] M. Thomas, ancien membre du Congrès, comme représentant de l’Illinois,
qui visitait la prison à été tue par les forçats au moment où ceux-ci prenaient
la fuite.
78
poème T2, en revanche, n’est ni vrai ni faux relativement au monde, il institue un ordre
propre de vérité-validité. À une intentionnalité dominée par l’information à transmettre
succède une intentionnalité poétique.
Pour ne prendre qu’un exemple, dans le fait divers, le titre et le premier paragraphe au passé
composé que l’on peut considérer comme le « chapeau »de l`article sont soumis à une loi
d’écriture que le journalisme emprunte à la rhétorique : répondre d’entrée aux questions Qui?
Quoi? Où? Quand?, puis Comment ?et Pourquoi ? Le titre est composé de telle manière qu’il
précise d’abord de quoi il s’agit (« évasion ») en ajoutant à cette information une précision
imposée par la loi journalistique de dramatisation : « tragique ». Il précise ensuite qui sont les
acteurs principaux (« forçats ») et où la scène s’est déroulée (« en Amérique »). Le premier
paragraphe-chapeau reprend ces trois éléments en les précisant et en ajoutant l’indication
temporelle qui manquait : « Oklahoma » et « prison de Mac-Alester » (Où?), « 20 janvier » et
« ce matin » (Quand ?), « trois forçats » (Qui?) et « se sont évadés » (Quoi?). La dernière
indication (« dans les conditions suivantes ») ouvre sur la suite de l’article, en annonçant à la
fois une réponse à la question Comment? et probablement une élucidation du choix de
l’adjectif initial du titre (« Tragique »), soit une forme de réponse à Pourquoi cette évasion
est-elle qualifiée de « tragique »?
L’énigmatique brièveté du poème d’Eluard et les effets des variations opérées autour du fait
divers de Paris-Midi posent de façon aiguë la question de la contextualisation interprétative
des énoncés et nous forcent à une mise au point relative au concept de contexte.
79
2.2. (Re)penser les rapports entre contexte,
co-texte et texte(s)
Pour avancer dans ce sens, il est nécessaire de repartir du fait que l’on confond trop souvent
le contexte comme « éléments qui complètent ou qui assurent l’interprétation globale d’un
énoncé » et « les sites d’où proviennent, soit directement, soit indirectement, c’est-à-dire par
inférence, ces éléments » (Kleiber 1994a :14). Se mêlent alors les données de
l’environnement linguistique immédiat (co-textuelles) et les données de la situation
extralinguistique. Il ne faut pas oublier que nous n’avons pas accès au contexte comme
donnée extralinguistique objective, mais seulement à des (re)constructions par des sujets
parlants et/ou par des analystes (sociologues, historiens, témoins, philologues ou
herméneutes). Les informations du contexte sont traitées sur la base des connaissances
encyclopédiques des sujets, de leurs préconstruits culturels et de lieux communs
argumentatifs. D’un point de vue linguistique, il faut dire que le contexte entre dans la
construction du sens des énoncés. En effet, tout énoncé, aussi bref ou complexe soit-il, a
toujours besoin d’un co(n)texte. Les phrases hors co(n)texte des livres de grammaire, de
syntaxe, de sémantique, voire de pragmatique, deviennent des énoncés interprétables en
faisant appel à un co(n)texte par défaut (ibid. : 16).
80
Nous écrivons « co(n)texte » pour bien dire que l’interprétation d’énoncés isolés porte autant
sur la (re)construction d’énoncés à gauche et/ou à droite(co-texte) que sur l’opération de
contextualisation qui consiste à imaginer une situation d’énonciation qui rende possible
l’énoncé considéré. Cette (re)construction d’un co(n)texte pertinent part économiquement du
plus directement accessible : le co-texte verbal et/ou le contexte situationnel de l’interaction.
Si, dans une interaction orale, il peut y avoir concurrence entre co-texte et contexte de
l’énonciation, à l’écrit, le co-texte est la donnée la plus immédiatement accessible. Si ce co-
texte est disponible et s’il s’avère suffisant, l’interprétant ne va pas chercher ailleurs.
19
Voir à ce propos le décapant Contre saint Proust ou la fin de la littérature de Dominique
Maingueneau (2006).
81
(puisqu’il n’y a plus rien à droite et que le livre est fini) une aide à la désambiguïsation de ce
mystérieux énoncé. La contextualisation opère à partir de la mémoire du texte qu’on vient de
lire et, à défaut, de la mémoire des textes qu’on a lus. On est ainsi amené à passer de la fin de
Nadja au début de L’Amour fou. Dans ce qui apparait comme une sorte de suite de Nadja,
Breton revient sur la « beauté convulsive » en précisant que « Les "beau comme" de
Lautréamont constituent le manifeste même de la poésie convulsive ». Ainsi se crée un
intratexte auctorial dans lequel l’énonce mystérieux commence à prendre sens : celui d’une
poésie écrite après Les Chants de Maldoror et les Poésies d’Isidore Ducasse.
[…]ni dynamique ni statique, la beauté je la vois comme je t’ai vue. […] Elle est comme un
train qui bondit sans cesse dans la gare de Lyon et dont je sais qu’il ne va jamais partir, qu’il
n’est pas parti. Elle est faite de saccades […] La beauté, ni dynamique ni statique. Le cœur
humain, beau comme un sismographe.
Le Larousse du XXe siècle ajoute un sens figuré qui nous met sur une autre piste intertextuelle
: « Fig. : Les CONVULSIONS du désespoir. Les CONVULSIONS politiques. » Outre la
même graphie en majuscules de la forme nominale de l’adjectif, cette définition nous guide
vers une autre phrase, présente dans la mémoire intertextuelle. Élu chef du pouvoir exécutif
de la République française par l’Assemblée nationale, en février 1871, Louis-Adolphe
Thiers, dans un message adressé à l’Assemblée nationale du 13 novembre 1872, a résumé sa
doctrine politique par cette phrase : « La République sera conservatrice ou elle ne sera
pas. » Cet énoncé politique est une donnée du contexte de la clausule de Nadja, si l’on
considère la phrase de Breton comme un col1age-détournement de nature à la fois littéraire et
politique. Dans le champ littéraire, cette phrase est une application de la poétique de
Lautréamont-Isidore Ducasse et de son jeu favori avec le plagiat-détournement des phrases
des « Grandes-Têtes-Molles » : « Le plagiat est nécessaire. Le progrès l’implique. Il serre de
près la phrase d’un auteur, se sert de ses expressions, efface une idée fausse, la remplace par
l’idée juste20.» Dans le champ politique et révolutionnaire de l’engagement surréaliste, le
détournement de la phrase « idée fausse » de celui qui fut chargé de réprimer si durement
20
Poésies II, édition établie par Jean-Pierre Goldenstein, Paris, Presses-Pocket, 1992 :275.
82
l’insurrection de la Commune devient particulièrement pertinent. La presque identité de
structure syntaxique se prolonge dans les échos des signifiants CONSerVatrICE et
CONVulSIVE : même syllabe d’attaque et redoublement du phonème /s/dans le premier, /v/
dans le second et, pour finir le mot, appui sur la même voyelle /i/ suivie d’une des deux
consonnes /s/ ou /v/ et d’une finale muette identique :/is-/ et /iv-/. La phrase-clausule de
Breton n’a donc pas qu’un intertexte mais plusieurs : les intertextes des Chants de Maldoror
et des Poésies croisent la phrase de Thiers et le discours médical de la neuropsychiatrie et de
la psychanalyse.
Tout texte construit de façon plus ou moins explicite son contexte d’énonciation. Ce que
Frédéric Cossutta et Dominique Maingueneau (2004) disent de l’œuvre littéraire ou
philosophique vaut graduellement pour tout discours écrit ou oralisé :
L’œuvre s’énonce à travers une situation qui n’est pas un cadre préétabli et fixe : elle présuppose une
scène de parole déterminée qu’il lui faut valider à travers cette parole même. L’œuvre se légitime à
travers une boucle paradoxale : à travers le monde qu’elle met en place, il lui faut justifier tacitement la
scène d’énonciation qu’elle impose d’entrée.
(Cossutta 2004 :206.)
Aussi bien l’Appel du 18 juin 1940 que « Vive le Québec libre ! » ne deviennent des actes de
discours possibles qu’au terme d’une (re)définition-schématisation de la situation politique
d’énonciation. Cela peut être très brièvement fait lorsque De Gaulle prononce son discours de
Montréal du 24 juillet 1967, plus longuement au début de l’Appel du 18 Juin où sa légitimité
à proférer un appel à la désertion et à la Resistance ne va pas de soi (voir le chapitre vii). En
dépit des contraintes de la politique internationale, De Gaulle accomplit des actes de discours
légitimés à la fois par la dynamique interne de chacun de ses discours et par chacune de ses
(re)définitions-schématisations du contexte. L’interprétation de toute schématisation
discursive21 mobilise des savoirs partiels, utiles momentanément. Elle peut convoquer des
savoirs encyclopédiques stockés en mémoire à long terme, mais elle opère prioritairement
avec des savoirs (énoncés et textes) disponibles en mémoire de travail et à court terme. D’un
21
Je développe longuement l’intérêt du concept de « schématisation » de Jean-Blaise Grize (1990 et
1996) dans Adam 1999: 101-117.
83
point de vue co-textuel, une fois apparue, une unité linguistique devient un support potentiel
de reprises : en d’autres termes, les entités textuelles apparues deviennent des candidats
potentiels d’anaphores et « employer un anaphorique, ce n’est rien d’autre que marquer une
énonciation comme relative à un certain état de la mémoire » (Berrendonner 1983 :231). Cela
explique le fait que nombre d’anaphoriques ne possèdent pas un antécédent précis,
identifiable dans le co-texte à gauche ni même à droite. Une expression déictique doit moins
être définie par le site de son référent que par le fait qu’elle introduit une entité nouvelle (ou
seulement renouvelée) dans le co-texte.
84
d’autre que des suites d’énoncés » (1995 : 235). Ce réductionnisme radical 22 a pour
conséquence le fait que non seulement le texte n’a, selon eux, pas d’existence théorique, mais
que le discours, réduit aux unités qui le composent, « n’est pas une catégorie naturelle
scientifiquement pertinente » et ils ajoutent : « Il n’adonc pas besoin d’un traitement propre et
l’économie scientifique consiste à s’en tenir à l’étude du fonctionnement d’une catégorie
naturelle scientifiquement pertinente, à savoir l’énoncé » (ibid. :246).
L’analyse de discours a, elle aussi, manqué« le texte en tant que tel ». C’est du moins le
reproche que lui adresse Georges-Élia Sarfati :
Compte tenu du primat accordé à l’examen des conditions d’émergence des textes,
l’[analyse du discours] n’a pas produit de réflexion spécifique sur le statut du texte,
moins encore de théorie spécifique du texte théorie qui eut été congruente avec ses
problématiques.
(Sarfati 2003 :432.)
C’est pour cette raison que la linguistique textuelle a cherché ses modèles théoriques dans la
Textlinguistik allemande des années 1960-1970 et dans la Textpragmatik des années 1980. En
français, seuls Frédéric Nef (1980), Francis Jacques (1987 :62) et Umberto Eco, dans
l’introduction de la traduction française de Lector in fabula (1985a : 7), ont utilisé très
occasionnellement l’appellation « pragmatique textuelle » 23 . Dès que le texte est défini
comme une « occurrence communicationnelle » (de Beaugrande et Dressler 1981), la
linguistique textuelle peut apparaître comme une pragmatique textuelle. Mais le terme
« pragmatique textuelle », que j’ai moi-même employé dans le passé (1989a et b et 1995),
n’est plus aussi facile à utiliser aujourd’hui en raison de l’ancrage de la « pragmatique du
discours » de Moeschler et Reboul dans les théories de l’esprit. Cette pragmatique
revendiquée comme non linguistique a démontré qu’elle était incapable de traiter dans leur
continuité des textes de quelque ampleur. Par rapport aux pragmatiques textuelles
allemandes, la régression est notable et regrettable. C’est particulièrement sensible quand on
relit « Grammaires textuelles et structures narratives », écrit par Teun A. Van Dijk en 1973.
Dans cet article, pourtant fortement influencé par la grammaire générative, la grammaire de
texte était inscrite dans la pragmatique naissante et, envisageant différents niveaux de
22
Tous les faits linguistiques observés sont réduits au principe de pertinence emprunté à LaPertinence
de Dan Sperber et Deirdre Wilson 1989.
23
L’un des rares numéros de revue à parler de la Textpragmatik est le n° 2 de la revue Mots(1981).
Un article de Guilhaumou et Lüsebrink y rend compte du courant de l’Historische Textpragmatik et
des travaux allemands sur la Révolution française. Voir également, dans cette perspective élargie à la
rhétorique, l’article sur la mort de Marat d’Hans Ulrich Gumbrecht: « Persuader ceux qui pensent
comme vous » (1979; 363-384). J.M.Schaeffer appuie également sa définition du concept de « texte »
(1995 :494-504) sur la Textpragmatik.
85
l’organisation des textes, le chef de file actuel de l’analyse critique du discours ne donnait pas
de l’énoncé une définition étroitement phrastique24. Comme l’écrivait Rainer Warning à la fin
des années 1970 : « Une théorie pragmatique du texte qui ne se contente pas de s’arroger ce
nom n’aura pas pour objet des phrases performatives selon Austin, mais des types de discours
institutionnalisés » (1979 : 325). Le lien avec l’analyse des discours est alors envisageable et
l’objet semble mieux défini : des pratiques discursives institutionnalisées, c’est-à-dire, pour
nous, des genres de discours dont la détermination par l’histoire doit être prise en compte via
l’interdiscursivité.
Dans les années 1920, bien avant la philosophie du langage, la pragmatique et ce qu’on
appelle aujourd’hui le « tournant actionnel », Charles Bally a insisté sur le caractère
indissociable du langage et de l’action :
Lorsqu’il nous arrive de dire qu’il fait chaud, qu’il fait froid ou qu’il pleut, il ne s’agit presque
jamais d’une simple constatation, mais d’une impression affective, ou bien d’un jugement
pratique, susceptible de déterminer une action.
[…] Le langage reflète encore, cela va sans dire, la face positive de la vie, cette aspiration,
cette tension, ce besoin perpétuel de réaliser une fin. C’est la raison d’être d’un autre caractère
du langage spontané, son caractère actif, c’est-à-dire cette tendance qui pousse la parole à
servir l’action. Le langage devient alors une arme de combat : il s’agit d'imposer sa pensée
aux autres.
(Bally.1951 : 17-18.)
En allant dans ce sens, le Schéma 4 permet de préciser le Schéma 3 en dessinant les niveaux
ou plans (N) qu’il est linguistiquement possible de distinguer :
24
Il y a dans la « pragmatique du discours» une amnésie des recherches des trente dernières années,
sensible également dans l’absence de référence aussi bien à l’analyse de discours française qu’aux
travaux de psycholinguistique textuelle comme ceux de Michel Fayol, 1985et 1997, ou de Pierre
Coirier et al., 1996.
86
Schéma 4
La mise en évidence de l’action langagière (niveau N1) accomplie au moyen d’un texte
explique l’efficacité de l’action sociodiscursive accomplie, par exemple, au moyen de
« J’accuse !... » par Émile Zola, texte publié en première page du journal L’Aurore du 13
janvier 1898. L’efficacité de la publication (N2) de la lettre ouverte (N3) de Zola est le fruit
d’une mise hors la loi du signataire de l’article et de la rédaction de L’Aurore. Zola aurait pu
accuser (N8) sans effets si les conditions de production et de réception(N2) n’avaient pas eu
le poids légal des articles 30 et 31 de la loi sur la presse de l’époque, c’est-à-dire des textes
juridiques qui circulent dans la formation sociodiscursive (N3). Il ne suffisait pas de dire
« J’accuse » (N8), il fallait encore un dispositif légal et des institutions (presse écrite,
tribunaux). Les paramètres distingués par le Schéma 4 permettent d’approfondir ces
observations.
La généricité (N3) de ce texte est complexe : il s’agit d’abord d’une lettre ouverte, genre
journalistique d’opinion adoptant le modèle du plan de texte de la lettre et la double adresse :
directe à un destinataire nommé et indirect eaux lecteurs du journal. Mais cette lettre paraît en
première page, ce qui n’est pas courant et lui donne un statut d’éditorial, et, par ailleurs, elle a
toutes les caractéristiques des genres rhétoriques judiciaire (accuser / défendre) et épidictique
(Zola fait successivement la louange du président Félix Faure et le blâme de la plupart des
acteurs de l’affaire Dreyfus). Un texte ne relève que rarement d’un seul genre. La
combinaison de la lettre ouverte, de l’éditorial et du genre judiciaire permet à« J’accuse… ! »
de prendre la forme d’une lettre adressée au plus haut magistrat de l’État, par le moyen le
média au sens propre d’un journal qui augmente la prise en charge des propos en
l’élargissant, au-delà de l’auteur lui-même, à la rédaction de L’Aurore.
87
Du point de vue de la matérialité discursive de ce texte et de la définition de ce qu’est une
formation sociodiscursive, il faut savoir que Zola avait fait imprimer une brochure qui avait
pour titre : Lettre à monsieur Félix Faure, président de la République, qui n’a jamais été
diffusée sous cette forme. Zola, qui collaborait auparavant au Figaro, avait écrit trois articles
relatifs à l’affaire Dreyfus qui firent scandale. Les désabonnements des lecteurs du Figaro
l’ont poussé à la démission. En changeant de support matériel de diffusion et en choisissant
L’Aurore, son texte est passé en première page d’un des rares quotidiens dreyfusards. Ce
changement a eu des conséquences sur les conditions de production et de réception de son
texte. La situation d’interaction est devenue judiciaire. Le texte rappelle d’ailleurs l’acte
illégal que réalise sa publication :
En posant ces accusations, je n’ignore pas que je me mets sous le coup des articles 30 et 31 de
la loi sur la presse du 29 juillet 1881, qui punit les délits de diffamation. Et c`est
volontairement que je m’expose.
88
subissent deux types d’opérations de textualisation. D’une part, elles sont découpées par
segmentation (typographique à l’écrit, pause, intonation et/ou mouvements des yeux et de la
tête à l’oral). La discontinuité de la chaîne verbale va de la segmentation des mots
permanente à l’écrit et plus faible à l’oral (liaisons, amalgames), à celle du marquage de
paragraphes ou strophes et de subdivisions de parties d’un texte à l’écrit. D’autre part, les
unités textuelles sont, sur la base des instructions données par les marques de segmentation et
par divers marqueurs dont nous reparlerons, reliées entre elles par des opérations de liage
qui sont des constructions d’unités sémantiques et une fabrique du continu à laquelle se
reconnait un segment textuel. On peut dire que seules les opérations [1] et [2] entrent dans le
Schéma 1 de Benveniste (p. 20) et relèvent des réglages grammaticaux.
Schéma 5
Ces unités (périodes et/ou séquences) sont elles-mêmes l’objet d’une nouvelle segmentation
[6] qui délimite leurs bornes initiale et finale. Le liage [7] de ces unités de second rang
aboutit aux paragraphes de prose ou aux strophes constitutives d’un plan de texte [8] et à une
unité textuelle elle-même délimitée par une sixième opération de segmentation, que l’on peut
dire péritextuelle [9] dans la mesure où elle fixe les bornes ou frontières matérielles d’un
texte.
Le chapitre III sera entièrement consacré aux divers types de liages [4], les chapitres IV et V
porteront sur les unités que forment ces liages et sur celles que les liages [7] déterminent, à
un niveau supérieur de composition. Avec Joëlle Gardes Tamine, nous définissons notre
89
position comme constructiviste au sens où« elle définit et explicite un nombre minimal
d’opérations énonciatives fondamentales qui permettent de passer des notions et des schémas
abstraits de la langue aux unités observées dans les textes. Ces opérations ne sont ni logiques,
ni psychologiques, ni cognitives, elles sont strictement métalinguistiques et n’ont de valeur
qu’en tant qu’elles permettent d’analyser les faits envisagés » (2004 : 6).
4. Etablissement du texte et construction
de l’objet d'analyse
Parler de matérialité discursive et d’analyse textuelle nous oblige à une certaine cohérence
méthodologique et à nous donner les moyens d’un tel travail sur les textes. Comme le dit
Michel Charles, à propos de l’analyse littéraire, la croyance naïve en l’évidence de
l’existence des textes est un « préjugé critique » que le rejet de la philologie a
malheureusement aggravé au point que l’on doive parler aujourd’hui d’un déficit
philologique des sciences du langage. Retenons cet avertissement comme une précieuse mise
en garde :
Soit un texte, je vais l’étudier. Tout se passe comme si le texte existait hors du regard que je
porte sur lui, hors de l’expérience que j’en ai, hors des opérations que je lui fais subir pour
que précisément il devienne texte.
(Charles 1995 :40.)
Faute de place, nous considérerons deux exemples assez différents pour donner une
consistance à nos propositions (les textes choisis pour le chapitre VII prolongeront largement
cette première réflexion). Le premier est un écrit littéraire du XVIIe siècle sur lequel nous
reviendrons à plusieurs occasions pour en compléter l’analyse. À ce stade, il s’agira
seulement de s’interroger sur les variations surprenantes des éditions modernes de ce court
texte. Le second est un grand discours politique d’André Malraux prononcé lors d’un
hommage national rendu à l’occasion du décès de Georges Braque. Ce texte de l’ère de la
télévision en noir et blanc présente la même instabilité entre sa version écrite et sa version
audiovisuelle.
Avant d’étudier, comme nous le ferons à plusieurs reprises par la suite, le fragment 128 de la
section « De l’homme » des Caractères de La Bruyère, il nous faut établir son texte en
examinant plusieurs éditions. Il faut d’abord dire que ce fragment à été ajouté, en 1689,1ors
de la quatrième édition du recueil. Ce fragment se présente, du point de vue de la
segmentation par la ponctuation, comme une seule longue phrase typographique comportant
quatre segments (A, B, C, D) qui forment chacun une phrase périodique. Toutefois les cinq
grandes éditions dont nous disposons actuellement divergent à propos des marques de cette
90
segmentation. Ces différences sont toutes signalées entre crochets, en ajoutant, pour faciliter
la lecture, les absences correspondant aux marques présentes dans une des autres éditions.
Cette édition est la seule à diviser le texte en deux phrases comportant chacune deux
segments : P1 [A; B.].P2 [C; D.]. Deux autres éditions procèdent, en revanche, à une
segmentation en quatre segments égaux :
L’on voit certains animaux farouches, des mâles et des femelles[,] répandus par la campagne, noirs,
livides et tout brûlés du soleil, attachés à la terre qu’ils fouillent [ ] et qu’ils remuent avec une
opiniâtreté invincible; ils ont comme une voix articulée, et quand ils se lèvent sur leurs pieds, ils
montrent une face humaine, et en effet ils sont des hommes[ ;] ils se retirent la nuit dans des tanières [ ]
où ils vivent de pain noir, d’eau, et de racine [ ;] ils épargnent aux autres hommes la peine de semer, de
labourer et [de] recueillir pour vivre, et méritent ainsi de ne pas manquer de ce pain qu’ils ont semé.
L’on voit certains animaux farouches, des mâles et des femelles[,] répandus par la campagne, noirs,
livides et tout brûlés du soleil, attachés à la terre qu’ils fouillent [ ] et qu‘ils remuent avec une
opiniâtreté invincible; ils ont comme une voix articulée, et quand ils se lèvent sur leurs pieds, ils
montrent une face humaine, et en effet ils sont des hommes [ ;] ils se retirent la nuit dans des tanières[ ]
où ils vivent de pain noir, d’eau, et de racine[s ;] ils épargnent aux autres hommes la peine de semer,
de labourer et [de] recueillir pour vivre, et méritent ainsi de ne pas manquer de ce pain qu’ils ont semé.
Les choix de segmentation de Soler et Benda sont très proches. Le texte se présente comme
une structure linéaire plate de quatre segments égaux : [A; B; C; D.]. Ces deux éditions ne
diffèrent que par le pluriel à « racines » et la virgule après « tanières » (suivant, en cela,
Garapon). Les deux dernières éditions, que nous prendrons comme référence par la suite, ne
divergent que sur un point :
Emmanuel Bury supprime la majuscule à « Soleil » que Louis Van Delft relève. Cette
segmentation aboutit à une structure linéaire de trois segments égaux et d’un quatrième,
introduit par un double point : [A; B; C :] [D.].
91
TD. Éditions d’Emmanuel Bury (Paris, Le Livre de Poche n° 1478, coll. « Classiques de poche»,
1995) et de Louis Van Delft (Paris, Édition de l’Imprimerie nationale, 1998) :
L’on voit certains animaux farouches, des mâles et des femelles [] répandus parla compagne, noirs,
livides et tout brûlés du [S]soleil, attachés à la terre qu’ils fouillent[,] et qu’ils remuent avec une
opiniâtreté invincible; ils ont comme une voix articulée, et quand ils se lèvent sur leurs pieds, ils
montrent une face humaine, et en effet ils sont des hommes [;] ils se retirent la nuit dans des tanières []
où ils vivent de pain noir, d’eau, et de racine [:] ils épargnent aux autres hommes la peine de semer, de
labourer et [] recueillir pour vivre, et méritent ainsi de ne pas manquer de ce pain qu’ils ont semé.
Si l’on se réfère à la conception de l’écriture du XVIIe siècle, nous avons affaire à un texte
composé de quatre phrases périodiques. Tandis que le grammairien du XVIIIe siècle Beauzée
lie encore essentiellement la ponctuation à la proportion des pauses de la lecture oralisée,
Condillac distingue le/ ;/ des / :/ sur la base d’une complétude différente du sens. Entre les
trois membres de la structure [A; B; C], le sens est comme suspendu chaque fois et ne se
stabilise que par la réunion des trois segments. En revanche, entre ce qui précède les / :/ et ce
qui suit, un sens que Condillac dit « fini» est établi à gauche [A + B + C], d’une part, et à
droite [C], d’autre part. L’édition Garapon (TA) propose une autre structure, avec deux unités
de sens « fini » ; [A + B] et [C + D], et les éditions Benda (TB) et Soler (TC) une seule unité
de sens [A + B + C + D]. Les éditions de Bury et de Van Delft (TD) respectent au mieux le
dernier manuscrit révisé par La Bruyère. Bury dit avoir « rétabli la ponctuation du texte
d’origine, en reprenant les virgules, les points-virgules et les deux-points tels qu’ils sont
utilisés par La Bruyère » et il ajoute : « Cela nous semble correspondre au caractère oratoire
de sa prose » (éd. cit.: 54). C’est bien cette piste qui nous pousse à considérer ce dernier état
éditorial comme le plus intéressant.
92
du monde, il y avait dans la nuit pluvieuse une voix indistincte qui disait merci; et une main
usée de paysanne, qui était la main de la France, et qui se levait une dernière fois dans
l’ombre pour caresser doucement ses cheveux blancs. »
En recoupant les archives sonores (vidéos et enregistrements sur bande magnétique), le texte
du discours prononcé est différent et, pour en étudier le caractère oratoire, il est nécessaire de
rendre certains aspects de sa matérialité discursive orale qui sont la trace de son oralité
rythmique même, c’est-à-dire de son énonciation. Comment rendre le ton très particulier de la
voix et du phrasé asthmatique d’André Malraux? La chose n’est pas impossible. Le point le
plus marquant est la fréquence des allongements de syllabes (notés :ou ::, selon la durée), les
liaisons (notées par deux tirets ), les (e) marqués (notés E) et, à l'inverse, leur élision
(notée =). Trois types de pauses sont signalés afin de rendre la segmentation orale qui
ponctue littéralement la parole :
les simples pauses de souffle [/], de pertinence moindre, mais qui constituent un
ponctuant rythmique de la parole :
les pauses marquées [//] sont des indices forts de la segmentation du discours
marquée par l’orateur. Ces pauses soulignent des mots ou des syntagmes;
les pauses longues [///] délimitent ce que l’on peut considérer comme des
paragraphes oraux ( § ). Ces pauses sont les ponctuants des grands segments de
textes. Elles sont les démarcateurs de parties ou d’arguments, les traces d’une
rythmicité choisie par l’orateur. Cette transcription a pour but de montrer comment
on établit minimalement un texte sur lequel il devient possible de commencer à
travailler.
§l sam=di / nous avons retrouvé une tristesse:: très lointai::ne / mais bien connue:: //
celle qui nous avait saisis naguère:: //
quand nous avions entendu:: / Debussy est mort ///
Ce type de transcription rend compte d’une forme d’oral situé entre l’oral et l’écrit. Parmi les
traces caractéristiques du phrase de Malraux, citons les allongements en milieu (Bra::que) ou
en fin de mot (hier::, son art::) qui étirent la phrase sans pause de souffle (/). Les nombreuses
élisions de (e)sont aussi fréquentes au milieu d’un mot (légitim=ment, sam=di) qu’entre un
93
déterminant ou une préposition et un nom (d=la France, d=Corot). Ce relâchement relatif de
l’articulation syllabique contraste avec les liaisons très marquée (l’exprimait:-t-avec, voix-z-
indistincte) et avec les (e) prononcés (dE Varen=ville, indistinczE, sE l=vait, GeorgEs).
Parmi les traces d’une variation entre texte écrit et texte dit, il faut mentionner deux faits.
Une répétition effacée à l’écrit :
et une main:: très simple:: / une main usée dE paysa::nne / qui était la main d=la Fran::ce
devient simplement :
aux marin::s et aux cultivateurs:: dE Vareng=ville // qui aimaient GeorgEs Bra::queévidemment sans
comprendrE son art::
est changé en :
Ici aussi un troisième segment disparaît et la structure reste binairement articulée autour du
relatif. Ainsi, l’allusion dépréciative à l’inculture des marins et paysans normands est effacée
et l’éthos du ministre de la Culture, ministre d’État du général de Gaulle, apparait comme un
peu moins élitiste et donc plus consensuel.
94
nous l’avons vu, particulièrement éclairante. Étudiant au chapitre VII l’Appel du18 Juin du
général De Gaulle et au chapitre VIII un petit texte de Borges, nous nous rendrons compte
des problèmes que posent les faits de variation que proposent non seulement les éditions mais
également les traductions successives des textes. Nous montrerons comment les choix d’un
traducteur comme Roger Caillois touchent en profondeur le texte de Borges et en font un
autre texte. Selon une très juste expression d’Henri Meschonnic :« La traduction est le mode
le plus banal, le plus admis, le plus visible des transformations qui font qu’un texte est à la
fois toujours le même et un autre» (1999 : 175).
Le texte apparaît bien ainsi comme une unité construite pour l’analyse. François Rastier a
raison de dire que nous devons retenir au moins cet enseignement de la philologie : « La
philologie rappelle que les textes ne sont pas des données, mais des constructions
problématiques issues de diverses procédures » (2001 2 :82). Cela ne touche pas seulement
les procédures éditoriales de fixation des textes sur des supports matériels de diffusion, mais
aussi notre propre établissement de notre objet d’étude. Cela nous place dans l’obligation
d’échapper aux présupposés de la philologie classique que résume ironiquement et
lucidement Henri Meschonnic :
Immobilité, ou fixité, il semble que ce soit un des traits qui définissent un texte sous-
entendez « littéraire », les corollaires de ce qu’on a appelé, dans la période structuraliste, sa
clôture. Sa constitution, philologiquement. Son unicité. Que pouvait parfaire une clôture du
sens, l’unicité-vérité du sens, dans une interprétation définitive. Le triomphe d’un
rationalisme, terminus de la raison. […]
Il faut présupposer ce rationalisme du sens, et du texte, pour admettre qu’un texte se confond
avec sa condition philologique, avec son établissement, qui lui assure, dans la plupart des cas,
l’apparence du définitif.
(Meschonnic 1999:168.)
C’est contre cette vision fixiste de la textualité que travaille l’analyse textuelle des discours
en mettant en cause les frontières mêmes de la textualité (péritextualité) et l’idée d’un
extérieur (contexte) qui s’opposerait à son intérieur (clôture structurale).L’idéal est
95
d’atteindre, avec la prise en compte de la variation constitutive de la textualité, la conscience
du fait que :
Ce qui bouge dans un texte, et par lui, c’est les notions du langage qu’il met en œuvre, qui se
modifient selon la reconnaissance du texte, autant que le texte se modifie selon la
transformation des notions avec lesquelles on le lit. À travers le bougé d’un texte, c’est la
notion de texte elle-même qui bouge.
(Ibid. :174.)
96
b. Texto traducido
PRÓLOGO
A Jakobson le agradaba tanto esta idea y el trabajo que esta implica, que la
retomó unos años más tarde, enfatizando esta vez, en el análisis del discurso
más que en la poética:
25
En este trabajo todas las traducciones de citas son nuestras (nuestra traducción). Comparar con la
traducción existente.
26
Las indicaciones bibliográficas están referenciadas en la bibliografía general que figura al final de la
obra. Al nombre del autor le siguen la fecha de publicación y el número de página. Para facilitar el
acceso alfabético, la bibliografía no se ha subdividido en secciones.
97
Mikhaïl M. Bajtín se asemeja a esta posición en el primer estudio de un libro
publicado en el año de su muerte, 1975:
Hasta ahora, los lingüistas […] se han quedado, básicamente, en los límites
de la frase. Porque, el análisis del discurso, sin ser un campo virgen en sí
mismo, lo es al menos desde el punto de vista técnico, en el sentido de que
ninguna de sus partes fundamentales ha sido aún penetrada seriamente. En
efecto, existe la obra muy conocida de Harris, Discourse Analysis Reprints
(1963), pero su objeto real, las reorganizaciones estructurales al nivel de la
frase, lo hace completamente ajeno a los problemas que nos interesan aquí.
Lo que debería ser un motivo de alarma para los lingüistas es que, aunque
muchos de ellos se dedican a esta cuestión, los principales progresos
provienen de los sociólogos.
Por tomar sólo otro ejemplo lingüístico, Catherine Fuchs (1985: 20)
lamentaba, hace veinte años, el hecho de que la mayor parte de los estudios
sobre la ambigüedad y sobre la paráfrasis, no se hayan interesado sino en
las ambigüedades de frases aisladas y en las relaciones de sinonimia entre
pares de frases, sin considerar un más amplio co-texto. Lamentaba
igualmente el carácter tan limitado de las tentativas que pretenden tener en
98
cuenta algunas relaciones entre frases: “No se dispone de estudios
sistemáticos sobre la ambigüedad y la paráfrasis al nivel del texto [mientras
que] muchas ambigüedades potenciales de frases aisladas se disipan en un
contexto más grande y, a la inversa, otras ambigüedades se generan por el
tejido progresivo de las significaciones a lo largo del texto” (1985: 20-21).
Para adentrarse resueltamente en esta dirección, es necesario, como lo
recomendaban Michael A. K. Halliday y Ruqaiya Hasan desde 1976, no
gramaticalizar lo transoracional considerando el texto como una gran frase o
como una simple secuencia de frases:
Eugenio Coseriu, quien parece haber sido uno de los primeros, desde los
años 1950, en usar el término “lingüística textual”, propone con razón, en sus
últimos trabajos diferenciar la “gramática transoracional” de la “lingüística
textual” (1994). Si la primera puede ser considerada como una extensión de
la lingüística clásica, la lingüística textual es, por el contrario, una teoría de la
producción co(n)textual de sentido, que es necesario fundar sobre el análisis
de textos concretos. Es este procedimiento el que pretendo desarrollar y
denominar análisis textual del discurso.
99
compartiremos también las obligaciones en términos de teoría del lenguaje y
del discurso:
27
La posición defendida más frecuentemente por J. Gardes Tamine, en Para una gramática de lo
escrito, se apoya en una reflexión epistemológica sobre los límites de la gramática y se presenta
como una estrategia constructivista del cual estamos cerca. (2004: 16-18)
100
empírico tan complejo que su descripción podría justificar el recurrir a
diferentes teorías, pero es una teoría de este objeto y de sus relaciones en el
campo más vasto del discurso general, lo que necesitamos para dar a los
préstamos eventuales de conceptos de diferentes ciencias del lenguaje un
nuevo marco y una coherencia indispensable.
101
negación de la historia. Nuestros dos capítulos introductorios, que describirán
el lugar de la lingüística textual en el análisis del discurso y la naturaleza de
las unidades de análisis textual, tendrán la pretensión epistemológica de
definir nuestro objeto y de poner en relación nuestra perspectiva con las
disciplinas cercanas con puntos de vista cercanos. Sin embargo, el propósito
principal de la presente obra se limita a establecer las bases de un análisis
textual de los discursos que tiene como objetivo diseñar una alternativa a la
explicación de texto tradicional y al análisis estilístico28.
102
presentarán, en niveles crecientes de complejidad, los principios que rigen
las disposiciones textuales de unidades. El capítulo VI propondrá un enfoque
del funcionamiento textual de los tiempos verbales en el cual encontraremos
las influencias de la lingüística textual de Harald Weinrich (1973). El estudio,
dividido en seis análisis parciales a lo largo de la obra, de un fragmento de
los Caracteres de La Bruyère, y los análisis textuales de El Llamamiento del
18 de junio de 1940 del general De Gaulle (capítulo VII) y de un cuento corto
de Borges (capítulo VIII), tendrán como objeto dar una explicación tan
sintética y variada como sea posible del método de abordaje de textos muy
diferentes.
103
Advertencia sobre esta nueva edición
Esta obra retoma el tema del volumen publicado en 2005 bajo el mismo
título. No solamente corrige los errores de digitación, sino que precisa
muchos puntos teóricos y propone ejemplos más numerosos y variados. Los
tres primeros capítulos han sido reorganizados y reducidos a dos. El capítulo
V (antes capítulo VI) que tiene en cuenta investigaciones recientes sobre la
organización no secuencial de los textos, cambia significativamente de título
y enfatiza con mayor intensidad en la doble estructuración lineal y no lineal
de los textos.
104
Capítulo 1
Benveniste, Problemas de lingüística general. Vol 1. Siglo XXI editores, s.a. 1979
105
Esta serie de palabras, por rica que sea, por más ideas que evoque, jamás
indicará a un individuo humano que otro individuo, al pronunciarlas, quiera
significarle algo. ¿Qué se necesita para que pensemos que se quiere
significar algo usando términos que están a nuestra disposición en la
lengua? Es lo mismo que querer saber qué es el discurso, y a primera vista
la respuesta es sencilla: el discurso consiste, aunque sea rudimentariamente
y por vías que ignoramos, en afirmar una relación entre dos de los conceptos
que se presentan revestidos de forma lingüística, mientras que la lengua,
previamente, sólo realiza conceptos aislados, que esperan ser relacionados
entre ellos para que haya significación de pensamiento.
Esta nota comienza con una aserción que hace del discurso el horizonte de
la lengua y se prolonga con una interrogación sobre la naturaleza de la
discursividad. Esta página de Saussure recuerda, en ciertos aspectos, un
texto que él no podía ignorar. En el diálogo del Sofista de Platón, el
Extranjero explica a Teeteto que los nombres pronunciados de manera
aislada, unos después de otros, y los verbos enunciados separadamente de
los nombres, como la secuencia: «camina corre duerme», «son incapaces de
producir un discurso [logos]. […] De la misma manera, cuando decimos “león
ciervo caballo”, es decir, los nombres de los agentes de las acciones, esta
serie no producirá discurso alguno» (1993:192). Platón basa su definición de
logos-discurso en una operación cercana al « vínculo » y a la relación de
conceptos de Saussure: «Pero apenas ellos se unen, la primera conexión
produce directamente el discurso, el primero y más pequeño de los
discursos» (ibid.). Proposiciones como «El hombre aprende» o «Apuleyo
relata» son enunciados asertivos mínimos. Yendo más allá de la simple
nominación por la «disposición-enlace» de dos constituyentes, se realiza un
106
acto de referencia, algo se concluye, un conjunto que sale del logos-discurso
se constituye. Platón hace decir al Extranjero: « […] no sólo nombra, sino
también […], “liga”, y es este enlace lo que nosotros llamamos discurso
[logos] » (ibid.: 193). Antes de Saussure, esta idea fue radicalizada por la
teoría del lenguaje de Wilhelm von Humboldt: «La lengua consiste solamente
en el discurso ligado, la gramática y el diccionario sólo son comparables a su
esqueleto muerto» (traducción Meschonnic 1985:142). Humboldt define la
lengua como una actividad discursiva, como «el acto de su emisión real»
(ibid.:143), y resalta que es sólo en «los encadenamientos del discurso»
donde se pueden captar los elementos más significativos de la lengua:
Lo más precioso y lo más fino […] sólo puede ser captado o sentido en el
discurso ligado. El discurso es lo que debe pensarse como lo verdadero y lo
primario en todas las investigaciones que intenten penetrar la esencia
viviente del lenguaje. La fragmentación en palabras y reglas no es más que
el producto muerto de la segmentación científica.
107
nota habla de «términos disponibles en la lengua» y, más precisamente de
conceptos (significado) revestidos de una forma lingüística (significante). La
definición del discurso como vínculo entre conceptos revestidos de una forma
lingüística deja abierto el asunto de la naturaleza y de la extensión de estas
disposiciones. La nota sólo hace alusión al establecimiento de un vínculo
entre signos “que esperan ser relacionados” y es necesario entonces, buscar
en el Curso y en las notas del curso una descripción de la naturaleza y de la
extensión de estos vínculos.
En síntesis, sólo en la sintaxis, se presentará un cierto flote entre lo que es dado, fijo
en la lengua y lo que se deja a la iniciativa individual. Es difícil hacer la delimitación.
Es necesario reconocer que aquí en el campo de la sintaxis, hecho social y hecho
individual, ejecución y asociación fija, se mezclan un poco, llegando a mezclarse
más o menos. Reconoceremos que solamente en esta frontera podremos poner en
entredicho la separación lengua habla.
108
En el Curso de lingüística general, los editores transcriben este pasaje del
curso así: “Pero es necesario reconocer que en el campo del sintagma no
hay límite demarcado entre el hecho lingüístico, marca del uso colectivo, y el
acto de habla que depende de la libertad individual” (1967: 173) la relación
de la sintagmación y del habla-discurso es afirmada y considerada por
Saussure como un asunto no resuelto:
En primer lugar, ¿qué entendemos aquí por Discurso? No una obra entera, ni
siquiera tan corta como se podría suponer; tampoco una sucesión, un
encadenamiento de frases o de periodos sobre un mismo tema; sino una
frase o un periodo que explica un pensamiento casi entero o completo en sí
mismo, aunque relacionados con otros pensamientos que preceden o que
siguen.
Las partes del discurso, según los antiguos, eran el exordio, la proposición o
la narración, la confirmación o prueba y la peroración. Nuestros alegatos aún
retienen esa forma; un corto exordio precede el relato de los hechos o el
109
enunciado del asunto de derecho; siguen las pruebas o los medios y
finalmente las conclusiones.
110
[…] En realidad el mundo del signo es cerrado. Del signo a la frase no hay
transición, ni por sintagmación, ni de ninguna otra manera. Un hiato los
separa. Hay entonces que admitir que la lengua está compuesta por dos
campos distintos que demandan, cada uno, su propio sistema conceptual.
Para lo que nosotros llamamos semiótica, la teoría saussureana del signo
lingüístico servirá de base a la investigación. El campo semántico, por el
contrario, debe reconocerse como separado. Necesitará un nuevo aparato
de conceptos y de definiciones.
111
Esquema 1
112
segmentación y de conmutación permite identificar todas las unidades de
rango suboracional: un morfema se define como una secuencia ordenada de
fonemas, un sintagma como una secuencia ordenada de morfemas y la
unidad predicativa (nivel categoremático33) se identifica como una secuencia
ordenada de sintagmas. Más allá, la descomposición de textos en frases e
incluso de frases periódicas complejas en unidades predicativas no se hace
con la misma regularidad combinatoria como la descomposición de
sintagmas, morfemas y fonemas. Como lo resume Olivier Soutet: “En el caso
particular del texto, la relación del todo a la parte no evidencia el mismo tipo
de previsibilidad que existe entre cada una de las unidades suboracionales y
sus constituyentes inmediatos” (1995:325). Pero ya la frase plantea
problemas de descripción, como lo veremos en el capítulo II. En efecto, las
múltiples categorías de frase “simple”, “compleja”, “nominal” o “verbal”
prueban, por su diversidad, que el concepto de frase no puede definirse de
manera tajante. Para Benveniste, la frase es una unidad de otro orden: “La
frase pertenece al discurso. Incluso es por ahí que se la puede definir: la
frase es la unidad del discurso. […] La frase es una unidad, por cuanto es un
segmento de discurso” (1966: 130). Éste hace de esta unidad el centro de
otra lingüística:
La frase, creación infinita, variedad sin límite, es la vida misma del lenguaje
en acción. Concluimos que con la frase salimos del campo de la lengua
como sistema de signos, y entramos en otro universo, el de la lengua como
instrumento de comunicación, cuya expresión es el discurso.
Son realmente dos universos diferentes, aunque abarquen la misma
realidad, y dan lugar a dos lingüísticas diferentes, aunque sus caminos se
crucen en todo momento.
(Benveniste 1966:129-130) nuestra traducción
33
Benveniste retoma el término griego “katégoréma” que corresponde exactamente al latín
“praedicatum” del cual s
e deriva el español “predicativo”.
34
Benveniste introduce esta distinción en “Semiología de la lengua” publicado en la reviste Semiotica,
en 1969.
113
Benveniste excluye el “texto del enunciado” del campo (“semántico”) de la
lingüística de la enunciación:
Diremos que el discurso que se produce cada vez que hablamos, esta
manifestación de la enunciación, ¿acaso no es simplemente el “habla”? -
Hay que estar atentos a la condición específica de la enunciación: que
nuestro objeto es el acto mismo de producir un enunciado y no el texto del
enunciado. Este acto, es el acto del locutor que moviliza la lengua por su
cuenta.
114
Esquema 2
Henri Meschonnic (1997: 323-324) es uno de los pocos lingüistas que habla
de esta tercera dimensión de la significación para inscribir su poética en el
linaje de la “translingüística de las obras”:
115
La “poética” de Henri Meschonnic, en la que el poema es el corazón y la
literatura el objeto principal, no permite cumplir nuestro programa de
descripción de todas las producciones discursivas humanas.
35
Abordo esta cuestión de la evolución de la posición de Barthes en Adam 2001b: “Barthes en 1970:
de la translingüística a la deconstrucción”.
116
El programa interrumpido de Benveniste influenció tanto a Julia Kristeva,
Tzvetan Todorov36 y los traductores franceses de los escritos del Círculo de
Bajtín que han sido traducidos y transpuestos en términos enunciativo-
discursivos. La traducción del concepto bastante impreciso de
“metalingvistika” de Mikhaïl M. Bajtín por “translingüística” indujo una falsa
continuidad con la posición de Benveniste. Las investigaciones filológicas
actuales sobre estos escritos prueban que las dos perspectivas no coinciden
completamente. Al comienzo del “Problema del texto” 37 , Bajtín define la
“metalingvistika” como una transdisciplina que “no trata ni de lingüística, ni de
filología, ni de literatura y que no hace parte de ninguna especialización”
(1984:311). La sitúa “en las esferas limítrofes, en las fronteras de todas las
disciplinas mencionadas, en su empalme, en su cruce” (ibid.). Esta
metadisciplina no es del todo la prolongación “translingüística” de la
lingüística de la enunciación de Benveniste. Parece evidente que los
traductores franceses vieron en el programa del Círculo de Bajtín una
apertura que correspondía al desplazamiento de sus preocupaciones
teóricas mucho más allá de la lingüística. En lugar de seguir el programa más
precisamente lingüístico de Benveniste y de mantenerse en el marco en
curso de constitución de la lingüística del discurso, los traductores
desplazaron el centro epistemológico y metodológico del estudio de los
textos. La lectura benvenistiana y sociolingüística de los escritos del Círculo
de Bajtín explica el favor del cual se han beneficiado. Nosotros hemos
contribuido a esta lectura y a este entusiasmo. Con el fin de evitar mantener
este malentendido, seremos muy prudentes y limitaremos nuestras
referencias a los escritos de Bajtín, a los vínculos entre su “dialogismo” y a lo
que Jacqueline Authier-Revuz llama la “no-coincidencia interlocutiva” y a los
vínculos que ella encuentra, como nosotros, con “esta otra forma „de no
pertenencia innata del lenguaje‟ que es la interdiscursividad […]. La
interlocución, en sí misma, en Bajtín, siempre es tomada como el hecho de
individuos socialmente anclados en una situación histórica de este „entorno
de los otros discursos‟ donde se produce cualquier discurso y sentido” (1995
I: 171).
36
Recordemos que Tzvetan Todorov dirigió el primer número de la revista Langages consagrado a la
enunciación, el número 17, publicado en 1970.
37
Me apoyo aquí en los trabajos del GRECLECO de la universidad de Lausanne, comprometido con las
retraducciones y un trabajo filológico sobre los escritos del Círculo de Bajtín y, en particular,
Marxismo y filosofía del lenguaje, bajo la dirección de Patrick Sériot.
117
2. Lugar de la lingüística textual en el análisis del discurso
118
Esquema 3
[Las] formaciones discursivas […] determinan lo que puede y debe ser dicho
(articulado bajo la forma de una arenga, de un sermón, de un panfleto, de
una exposición, de un programa, etc.) a partir de una posición dada en una
coyuntura dada: el punto esencial aquí es que no se trata solamente de la
naturaleza de las palabras empleadas, sino también (y sobre todo) de las
construcciones en las cuales estas palabras se combinan, en la medida en
38
Aunque esencialmente inscrito en el campo de la filosofía, M. Foucault influenció el análisis del
discurso francés con La arqueología del saber (1969) y con su lección inaugural del Collègue de
France, el 2 de diciembre de 1970: El orden del discurso (1971).
119
que ellas determinan la significación que toman esas palabras […], las
palabras cambian de sentido según las posiciones de quienes las emplean;
[…] las palabras “cambian de sentido” pasando de una formación discursiva
a otra.
39
Para una historia del concepto de interdiscurso, véase la elaboración de Marie-Anne Paveau 2006 y
para una presentación de las filiaciones heterogéneas de los conceptos de intertextualidad e
interdiscurso, así como de conocimiento previo y de presuposición, la de J. M. Adam 2006. Al hablar
aquí de interdiscurso y de interdiscursividad, no buscamos hacer un uso conforme al marco lacano-
althuseriano del concepto interdiscurso. Al considerar las lenguas y los géneros como los
componentes sistémicos de base de la interdiscursividad, definimos esta última como una reserva de
memoria que hace posible (prescribiendo o proscribiendo) la(s) realización(es) de los enunciados
tanto en la producción como en la interpretación, en las comunidades sociodiscursivas de autores,
editores (en el sentido amplio de instancias responsables de la fijación y la difusión de un texto sobre
un soporte-médium) y de los lectores-oyentes (intérpretes).
120
pública y normativa” que opera en el marco del sistema de géneros de cada
formación discursiva.
En La arqueología del saber (1669), Michel Foucault muestra que una unidad
lingüística (frase o proposición) sólo se convierte en unidad de discurso
(enunciado) cuando este enunciado se relaciona con otros:
No basta decir una frase, ni siquiera decirla en una relación determinada con
un campo de objetos o en una relación determinada con un tema para que
haya enunciado – para que se trate de un enunciado: es necesario ponerla
en relación con un campo adyacente. […] No se puede decir una frase, no es
posible hacerla llegar a una existencia de enunciado sin que se active un
espacio colateral. Un enunciado siempre tiene márgenes habitadas de otros
enunciados.
Con el fin de explicar este punto, consideremos brevemente los dos versos
que componen un pequeño poema de Paul Eluard40 y que ilustran bien hasta
qué punto la lengua es atravesada por valores y ecos de otros usos de las
palabras:
121
El título de la sección de Capital del dolor en donde se encuentra este poema
– “Los pequeños justos”– tiene connotaciones bíblicas. Además, no remite
tanto a los miembros del grupo surrealista como a un sociolecto que Eluard,
hijo de costurera, no desconocía en absoluto. Desde el siglo XVIII, el
vocabulario de la moda designa como “petit juste” una prenda de vestir
femenina que moldea estrechamente el cuerpo (Gateau 1994:72). Es el
sentido que, a partir de étroit = estrecho y ajusté = ajustado, da el compuesto
justaucorps, que designa una prenda ajustada al talle. De este sentido se
deriva otra referencia posible a los poemas de la sección, todos más cortos,
más estrechos que los otros poemas de la selección. La economía verbal de
estas piezas breves es entonces comparable a la de las prendas sin tejido
superfluo. La polisemia del título de la sección se debe a una
“pluriacentuación” (Bajtín-Volochinov 1977:44) que es un aspecto del
carácter “plurilingüe” (Bajtín 1978: 104) de palabras, de alguna manera
siempre „ajenas‟. Los sentidos religiosos (intertextualidad evangélica),
profano y poético (espacio co-textual de la antología) se mezclan aquí.
Este corto texto fue considerado por Eluard tan importante que lo retomó
cinco veces. Publicado por primera vez, en 1941, como el segundo de los
seis poemas de la sección “los pequeños justos” de Morir de no morir, se
encuentra en Capital del dolor, en 1926, en la segunda posición de un grupo
de once poemas. Fue publicado en una revista en 1928, retomado, en 1941,
en Selección de poemas. Eluard llegará incluso a caligrafiar un día sus
versos en una vasija, donde un alfarero de Vallauris. Estas textualizaciones
sucesivas, que son muchos cambios de régimen de materialidad discursiva,
hacen cambiar el sentido. El enigma-adivinanza trazado en la vasija ubica el
texto en una situación de enunciación fácilmente interpretable: la pregunta se
atribuye al objeto mismo, bello porque está decorado, y podemos hablar de
una prosopopeya de la vasija que fija una identidad de “yo”. En cuanto al
acto de lavar la vasija, se convierte en un gesto de los más ordinarios llevado
a cabo por su “maestro”, quien la asea y cuida de ella.
122
amo mismo presta al animal hembra la pregunta que él (re)formula y exalta,
así, tanto la belleza de la perra como los cuidados que él le prodiga. Hay
prosopopeya en el caso de la perra que habla o forma lenguaje hipocorístico
en el caso del amo que habla en lugar de su perro.
41
Me apoyo en la traducción inédita de Inna Aguéeva (2003:29).
123
Con el fin de ilustrar esta observación tratando un caso de transposición de
un texto entero, examinemos las transformaciones que Blaise Cendrars hace
pasar a un suceso para convertirlo en el décimo texto de sus diecinueve
poemas elásticos42. El texto periodístico al que se refiere el paréntesis final
del poema de Blaise Cendrars fue encontrado por Jean-Pierre Goldenstein43.
Proponemos una transcripción de la edición de Paris-Midi del 21 de enero de
1914:
42
Véase el análisis comparado de estos dos textos en el capítulo VIII de Linguistique textuelle (Adam
1999: 175-188).
43
Jean-Pierre Goldenstein (Diecinueve poemas elásticos de Blaise Cendrars, Paris, Klinsieck, 1896) fue
el primero en interesarse en el poema de Cendrars y en proponer un análisis.
124
Felicita a la muchacha
(Telegrama-poema copiado en Paris-Midi.) nuestra traducción
[P8] Una bala había herido de muerte al caballo que tiraba el carro,
entonces los guardianes pudieron acercarse y encontraron a los
prisioneros muertos, sus cuerpos acribillados a bala.
125
precisa el lugar de la muerte de los cuatro guardianes (en el patio). Estos
cambios afectan la estructura semántica del mundo representado y partiendo
de la relación del “telegrama-poema” con la información. Esta diferencia de
materialidad discursiva es también una diferencia de formación
sociodiscursiva de pertenencia y una diferencia genérica, lo que afecta no
sólo los enunciados de cada uno de los dos textos (lo veremos en el capítulo
II), sino su relación con la verdad y, de esta forma, sus condiciones
semántico-pragmáticas de lectura. El texto periodístico T3 está sometido
semánticamente a la ley vericondicional de la información: o bien reporta
fielmente los hechos, o bien miente deformándolos. El poema T2, por el
contrario, ni es verdadero ni falso en relación con el mundo, instituye un
orden propio de veracidad-validez. A una intencionalidad dominada por la
información por transmitir sucede una intencionalidad poética.
126
alusión, en este caso, ciertamente al género periodístico de la información,
pero sobre todo a las ideas de los futuristas, fascinados por la rapidez de la
circulación moderna de la información. Más adelante veremos que los versos
de Cendras reducen la extensión y la complejidad de las frases del suceso
periodístico. La desaparición de la puntuación y la versificación de los
enunciados copiados modifican profundamente el sentido de las “mismas”
frases.
127
Para avanzar en este sentido, es necesario volver a partir del hecho de que
con frecuencia confundimos el contexto como “elementos que completan o
que aseguran la interpretación global de un enunciado” con “los lugares de
donde provienen -ya sea directa o indirectamente, es decir, por inferencia-
estos elementos” (Kleiber 1994a: 14). Se mezclan entonces los datos del
ambiente lingüístico inmediato (co-textuales) y los datos de la situación
extralingüística. No hay que olvidar que no tenemos acceso al contexto como
dato extralingüístico objetivo, sino solamente a las (re)construcciones hechas
por los sujetos hablantes y/o por los analistas (sociólogos, historiadores,
testigos, filólogos o hermenéuticos). Las informaciones del contexto son
tratadas sobre la base de los conocimientos enciclopédicos de los sujetos, de
sus conocimientos culturales previos y de los lugares comunes
argumentativos. Desde un punto de vista lingüístico, hay que decir que el
contexto entra en la construcción del sentido de los enunciados. En efecto,
todo enunciado, ya sea breve o complejo, necesita siempre un co-
texto/contexto. Las frases fuera de co-texto/contexto de los libros de
gramática, de sintaxis, de semántica, incluso de pragmática, se convierten en
enunciados interpretables que apelan a un co-texto/contexto por defecto
(ibid.: 16).
128
ambigüedades de los poemas de Eluard y de Char, reconstruyendo, por
medio del marco histórico y de la biografía de los dos poetas, “la situación
capaz de proporcionar una lectura unívoca del texto” (ibid.: 281). La
presuposición de una comunicación en interacción directa transparente hace
posible el fantasma del restablecimiento del justo sentido de los enunciados,
de la “verdadera lectura” (ibid.: 284). Para “leer totalmente” El Desastre de
Émile Zola, sería necesario que el lector hubiese vivido la experiencia del
desastre militar y que proyecte su experiencia vivida sobre los textos.
Mientras que Char escribe, en Furor y misterio: “Petirrojo, mi amigo, que
llegabas cuando el parque estaba desierto, este otoño, tu canto hace que se
derrumben los recuerdos que a los ogros les gustaría escuchar”, según
Mounin, hace falta haber visto personalmente un petirrojo y la “clave
situacional” del lexema “ogros” se encuentra en la fecha de publicación: “esta
clave es la reintegración del poema en el contexto del volumen del cual se
extrajo, Feuillets d’Hypnos (1946), diario de ruta de la Resistencia, que es
suficiente para hacer leer correctamente los ogros como los nazis” (ibid.:
275). Al reconocer “el carácter propiamente lingüístico del comentario
filológico” (ibid.: 284), Mounin le reduce su “misión” a la revelación de las
situaciones en el marco de las cuales el texto estudiado “adquiere su pleno
sentido” (ibid.: 284). Restablecer el sentido mediante la situación-contexto, es
restablecer el Habla, como lo han propuesto conjuntamente filología y
hermenéutica religiosas. El obstáculo hermenéutico que presenta este tipo
de convocación de contexto-situación (macro o micro) se debe a su
fundamento religioso-literario al menos tan preocupante como los límites del
enfoque estructuralista-formalista44.
44
Véase a propósito de esto el revelador Contre saint Proust ou la fin de la littérature de Dominique
Maingueneau (2006).
129
aparece como un tipo de secuencia de Nadia, Breton retoma la “belleza
convulsiva” precisando que “Los „bello como‟ de Lautréamont constituyen
el manifiesto mismo de la poesía convulsiva”. Así se crea un intratexto
del autor dentro del cual el enunciado misterioso comienza a tomar sentido:
el de una poesía escrita después de Les Chants de Maldoror y las Poésies
de Isidore Ducasse.
[…] ni dinámica ni estática, veo la belleza como te he visto. […] es como un tren que
se mueve sin cesar en la estación de Lyon y que yo sé que jamás va a partir, que no
partió. Está hecha de sacudidas […]. La belleza, ni dinámica ni estática. El corazón
humano, bello como un sismógrafo.
130
lo implica. Se apropia de la frase de un autor, utiliza sus expresiones, elimina
un concepto falso y lo reemplaza por uno verdadero45”. En el campo político
y revolucionario del compromiso surrealista, el cambio de la frase - “concepto
falso” de quien fue encargado de reprimir fuertemente la insurrección de la
Comuna46 llega a ser particularmente pertinente. La estructura sintáctica casi
idéntica se prolonga en los ecos de los significantes CONSerVatrICE y
CONVulSIVE47: misma sílaba de ataque y repetición del fonema /s/ en el
primero, /v/ en el segundo y, para terminar la palabra, apoyo sobre la misma
vocal /i/ seguida de una de las dos consonantes /s/ o /v/ y de una sílaba final
sorda idéntica: /is-/ y /iv-/. La cláusula principal de Breton no tiene entonces
un sólo intertexto, sino varios: los intertextos de los Cantos de Maldoror y de
las Poesías entrecruzan la frase de Thiers y el discurso médico de la
neuropsiquiatría y del psicoanálisis.
45
Poésie II, Edición realizada por Jean-Pierre Goldenstein, Paris, Presses-Pocket, 1992 : 275
46
La Comuna de Paris fue un movimiento insurreccional que gobernó Paris por un corto período e
instauró el sufragio universal y un proyecto político comunista autogestionario.
47
Aquí decidimos trabajar sobre los términos franceses para conservar el sentido del texto original.
131
Tanto el Llamamiento del 18 de junio de 1940 como el “Viva Quebec libre”
sólo se convierten en actos de discurso posibles al término de una
(re)definición-esquematización de la situación política de enunciación. Esto
puede hacerse brevemente mientras De Gaulle emite su discurso de
Montreal del 24 de julio de 1967, y más ampliamente, al inicio del
Llamamiento del 18 de junio donde su legitimidad para proferir un llamado a
la deserción y a la Resistencia no es evidente (véase el capítulo VII). A pesar
de las exigencias de la política internacional, De Gaulle logró actos de
discurso legítimos por la dinámica interna de cada uno de sus discursos y por
cada una de sus (re)definiciones-esquematizaciones del contexto. La
interpretación de toda esquematización discursiva 48 moviliza saberes
parciales, útiles momentáneamente. Ésta puede convocar saberes
enciclopédicos almacenados en la memoria a largo plazo, pero opera
prioritariamente con saberes (enunciados y textos) disponibles en la memoria
de trabajo y a corto plazo. Desde un punto de vista co-textual, una unidad
lingüística, en cuanto aparece, se convierte en un apoyo potencial de
referentes: en otros términos, las entidades textuales que aparecen se
convierten en candidatas potenciales de anáforas y “emplear una anáfora no
es otra cosa que marcar una enunciación como relativa a un cierto estado de
la memoria” (Berrendonner 1983: 231). Esto explica el hecho de que muchas
anáforas no posean un antecedente preciso, identificable en el co-texto ni a
la derecha ni a la izquierda. Una expresión deíctica se debe definir no tanto
por la ubicación de su referente sino por el hecho de que introduce una
entidad nueva (o solamente renovada) en el co-.
48
Desarrollo ampliamente el interés del concepto de “esquematización” de Jean-Blaise Grize (1990 y
1996) en Adam 1999: 101-117.
132
campos de la memoria (Moirand 2006 y 2007) permite decir que las
proposiciones enunciadas en un enunciado anterior – otra parte del texto u
otro texto – hacen parte de la memoria discursiva de los sujetos.
49
Todos los actos lingüísticos observados se reducen al principio de pertinencia tomado de La
Pertinencia de Dan Sperber y Deirdre Wilson 1989.
133
El análisis del discurso no ha abordado, “el texto como tal” o, al menos, es la
crítica que le hace Georges-Élia Sarfati:
Es por esta razón que la lingüística textual buscó sus modelos teóricos en la
Textlinguistik alemana de los años 1960 y 1970 y en la Textpragmatik de los
años 1980. En francés, sólo Frédéric Nef (1980), Francis Jacques (1987: 62)
y Umberto Eco, en la introducción de la traducción francesa de Lector in
fabula (1985a: 7), han utilizado muy ocasionalmente el apelativo “pragmática
textual” 50 . Desde que el texto se definió como una “ocurrencia
comunicacional” (de Beaugrande y Dressler 1981), la lingüística textual
puede aparecer como una pragmática textual. Pero el término “pragmática
textual”, que yo mismo empleé en el pasado (1989a y b y 1995), no es
tampoco fácil de utilizar hoy en día debido al arraigamiento de la “pragmática
del discurso” de Moeschler y Reboul en las teorías de la mente. Esta
pragmática reivindicada como no lingüística demostró que era incapaz de
tratar en su continuidad textos de alguna amplitud. Con relación a las
pragmáticas textuales alemanas, la regresión es notable y lamentable. Es
particularmente sensible cuando uno relee “Gramáticas textuales y
estructuras narrativas”, escrito por Teun A. Van Dijk en 1973. En este
artículo, sin embargo, fuertemente influenciado por la gramática generativa,
la gramática textual se inscribía en la pragmática naciente y, al proyectar
diferentes niveles de la organización de los textos, el líder actual del análisis
crítico del discurso no daba una definición estrictamente frástica 51 del
50
Uno de las pocas ediciones de revista en hablar de la Textpragmatik es la n° 2 de la revista Mots
(1981). Un artículo de Guilhaumou y Lüsebrink informa de la corriente del Historische Textpargmatik
y de trabajos alemanes sobre la Revolución francesa. Véase también en esta perspectiva ampliada a
la retórica, el artículo sobre la muerte de Marat de Hans Ulrich Gumbrecht: “Persuadir a los que
piensan como tú” (1979: 363-384). J.-M. Schaeffer también apoya su definición del concepto de
“texto” (1995: 494-504) en la Textpragmatik.
51
Hay en la “pragmática del discurso” una amnesia de las investigaciones de los últimos treinta años,
notoria igualmente en la ausencia de referencia tanto en el análisis del discurso francés como en los
trabajos de sicolingüística textual como los de Michel Fayol, 1985 y 1997, o de Pierre Coirrier et al.,
1996.
134
enunciado. Como lo escribía Rainer Warning a finales de los años 70: “Una
teoría pragmática del texto que no se conforma con atribuirse este nombre
no tendrá como objeto frases performativas según Austin, sino tipos de
discurso institucionalizados” (1979: 325). El vínculo con el análisis del
discurso es entonces posible y el objeto parece mejor definido: prácticas
discursivas institucionalizadas, es decir, para nosotros, géneros de discurso
cuya determinación por la historia debe tomarse en cuenta por medio de la
interdiscursividad.
Cuando decimos que hace calor, que hace frío, que llueve, casi nunca se trata de
una simple constatación, sino de una impresión afectiva, o un juicio práctico,
susceptible de determinar una acción.
135
Esquema 4
INTERDISCURSO
Lengua(s)
Género(s)
Genre(s) TEXTO
136
plan de texto de la carta y la doble dirección: directa, a un destinatario
nombrado e indirectamente, a los lectores del periódico. Pero esta carta
aparece en primera página, lo cual no es frecuente, y le da un estatus de
editorial, y además, tiene todas las características de los géneros retóricos
jurídicos (acusar/defender) y epidíctico (Zola elogia sucesivamente al
presidente Félix Faure y lo culpa por la mayor parte de los actores del caso
Dreyfus). Rara vez un texto se refiere a un sólo género. La combinación de la
carta abierta, del editorial y del género jurídico le permiten a “ Yo acuso…!”
tomar la forma de una carta dirigida al más alto magistrado del Estado, por
medio – los medios de comunicación en el sentido propio – de un periódico
que asume con responsabilidad las declaraciones extendiéndolo, más allá
del autor mismo, a la redacción de L’Aurore.
Cuando planteo estas acusaciones, no ignoro que me pongo bajo el efecto de los
artículos 30 y 31 de la ley de prensa del 29 de julio de 1881, la cual castiga los
delitos de difamación. Y me expongo voluntariamente.
137
absolución de Esterhazy), la celebridad de su autor y del destinatario ficticio
Félix Faure, le dan todo el sentido, la fuerza y la eficacia potencial a este “Yo
acuso…!”. Toda acción del lenguaje se inscribe, como lo vemos, en un sector
dado del espacio social que debe ser pensado como una formación
sociodiscursiva, es decir, como un lugar social asociado a una lengua
(sociolecto) y a los géneros del discurso.
138
[1] y [2] entran en el esquema 1 de Benveniste (p. 13) y tienen que ver con
reglas gramaticales.
Esquema 5
TEXTO
139
de operaciones enunciativas fundamentales que permiten pasar de nociones
y de esquemas abstractos de la lengua a las unidades observadas en los
textos. Estas operaciones no son ni lógicas, ni psicológicas, ni cognitivas,
son estrictamente metalingüísticas y sólo tienen valor cuando permiten
analizar los hechos que se van a considerar” (2004: 6).
Voy a estudiar un texto. Todo sucede como si el texto existiera fuera de la mirada
que le doy, fuera del conocimiento previo que tengo de él, fuera de las operaciones
que le hago sufrir para que se convierta en texto.
(Charles 1995:40)
140
es necesario establecer su texto examinando varias ediciones. Primero que
todo hay que decir que este fragmento fue agregado, en 1689, a la cuarta
edición de la selección. Este fragmento se presenta, desde el punto de vista
de la segmentación por la puntuación, como una sola frase tipográfica larga
que contiene cuatro segmentos (A,B,C,D) que forman, cada uno, una frase
periódica. Sin embargo, las cinco grandes ediciones de las cuales
disponemos actualmente divergen acerca de las marcas de esta
segmentación. Estas diferencias están todas señaladas entre corchetes,
agregando, para facilitar la lectura, las ausencias correspondientes a las
marcas presentes en una de las otras ediciones.
Vemos algunos animales salvajes, machos y hembras [,] esparcidos por el campo, negros,
lívidos y todos quemados por el sol, atados a la tierra que excavan [ ] y que remueven con
una obstinación invencible; tienen como una voz articulada, y cuando se levantan sobre sus
pies, muestran una cara humana, y en efecto son hombres [. E]llos se retiran en la noche a
sus guaridas [,] donde viven de pan negro, de agua, y de raí[ces;] le evitan a los hombres la
pena de sembrar, de arar y [de] recolectar para vivir, y merecen que no les falte el pan que
han sembrado.
Esta edición es la única que divide el texto en dos frases donde cada una
contiene dos segmentos: P1 [A; B.] P2 [C; D.]. Otras dos ediciones proceden,
en cambio, a una segmentación en cuatro segmentos iguales:
TB. Edición de Julien Benda (Paris, Gallimard, col. “Biblioteca de la Pléyade” 1951):
Vemos muchos animales salvajes, machos y hembras [,] esparcidos por el campo, negros,
lívidos y todos quemados por el sol, atados a la tierra que excavan [ ] y que remueven con
una obstinación invencible; tienen como una voz articulada, y cuando se levantan sobre sus
pies, muestran una cara humana, y en efecto son hombres [;] ellos se retiran en la noche a
sus guaridas [ ] donde viven de pan negro, de agua, y de raíz [;]le evitan a los demás
hombres la pena de sembrar, de arar y [de] recolectar para vivir, y merecen que no les falte
el pan que ellos han sembrado.
Vemos muchos animales salvajes, machos y hembras [,] esparcidos por el campo, negros,
lívidos y todos quemados por el sol, atados a la tierra que excavan [ ] y que remueven con
una obstinación invencible; tienen como una voz articulada, y cuando se levantan sobre sus
pies, muestran una cara humana, y en efecto son hombres [;]se retiran en la noche a sus
guaridas [,] donde viven de pan negro, de agua, y de raí[ces;] le evitan a los demás hombres
141
la pena de sembrar, de arar y [de] recolectar para vivir, y merecen que no les falte el pan
que han sembrado.
Vemos muchos animales salvajes, machos y hembras [ ] esparcidos por el campo, negros,
lívidos y todos quemados por el [S]sol, atados a la tierra que ellos excavan [,] y que
remueven con una obstinación invencible; tienen como una voz articulada, y cuando se
levantan sobre sus pies, muestran una cara humana, y en efecto ellos son hombres [;] ellos
se retiran en la noche a sus guaridas [ ] donde viven de pan negro, de agua, y de raíz [:]
ellos le evitan a los hombres la pena de sembrar, de arar y [ ] recolectar para vivir, y
merecen que no les falte el pan que ellos han sembrado.
142
prosa” (ed. Cit.: 54). Es esta pista la que nos lleva a considerar este último
estado editorial como el más interesante.
[…] El sábado, nos encontramos de nuevo con una tristeza muy lejana, pero
bien conocida; la que antaño se había apoderado de nosotros cuando
escuchamos: “Debussy murió”. Mañana en la mañana, Señora, que digan a
los marinos y a los cultivadores de Varengeville, que amaban a Georges
Braque: “Ayer, cuando él estaba frente al palacio de los reyes y el primer
museo del mundo, había en la noche lluviosa una voz que no se distinguía
que decía gracias; y una mano estropeada de una campesina, que era la
mano de Francia, que se levantaba por última vez en la sombra para
acariciar dulcemente sus cabellos blancos.”
143
La pausas marcadas [//] son indicios fuertes de la segmentación del
discurso marcada por el orador. Estas pausas subrayan palabras o
sintagmas;
Las pausas largas [///] delimitan lo que podemos considerar como
párrafos orales (§). Estas pausas son las marcas de grandes
segmentos de textos. Son los indicadores de partes o de
argumentos, las marcas de un ritmo escogido por el orador. Esta
transcripción tiene por objetivo mostrar cómo se establece
mínimamente un texto sobre el cual es posible comenzar a trabajar.
Este tipo de transcripción da cuenta de una forma oral situada entre lo oral y
lo escrito. Entre las marcas características del fraseo de Malraux, citemos los
alargamientos en medio (Bra::que) o al final de palabra (hier::, son art::) que
alargan la frase sin pausa de respiración (/). Las numerosas elisiones de (e)
son tan frecuentes en el medio de una palabra (légitim=ment, sam=di) como
entre un determinante o una preposición y un nombre (d=la France,
d=Corot). Este relajamiento relativo de la articulación silábica contrasta con
52
En esta transcripción se conservó el idioma original debido a que es un ejemplo dado por el autor
del texto original, y cualquier intento de traducción haría perder el sentido al texto. Se recomienda
usar la forma de transcripción como modelo.
144
las conexiones muy marcadas (l’exprimait:-t-avec, voix-z-indistincte) y con las
(e) pronunciadas (dE Vareng=ville, indistinct E l=vait, GeorgEs).
Entre las marcas de una variación entre el texto escrito y el texto oral, se
deben mencionar dos hechos. Una repetición que desaparece en lo escrito:
et une main:: très simple ::/ une main usée dE pays ::nne / qui était la main d=la Fran ::ce
El ritmo ternario de este segmento periódico, que repite tres veces el lexema
alegorizado “main”, se reduce a un segmento binario sintácticamente
simplificado y articulado alrededor del relativo. Un sorprendente segmento,
como diríamos hoy en día “políticamente incorrecto”, desaparecería en la
versión escrita:
aux marins et aux cultivateurs de Varengeville, qui aimaient GeorgEs Bra::que évidement
sans comprendrE son art::
se convierte en:
145
Lo que acabamos de constatar acerca del fragmento 128 de Caracteres de
La Bruyère ha comprobado que es necesario tener en cuenta, de manera
crítica, las variaciones que las ediciones sucesivas imponen al/los texto(s)
más que las variantes puntuales. La comparación de los estados editoriales
de un texto – lo que llamaremos sus textualizaciones – es, como ya lo hemos
visto, particularmente esclarecedor. Estudiando en el capítulo VII el
Llamamiento del 18 de junio del general De Gaulle y en el capítulo VIII un
pequeño texto de Borges, nos daremos cuenta de los problemas que
presentan los hechos de variación que proponen no solamente las ediciones,
sino también las traducciones sucesivas de los textos. Mostraremos cómo las
elecciones de un traductor como Roger Caillois tocan profundamente el texto
de Borges y hacen de él otro texto. Según una expresión muy precisa de
Henri Meschonnic: “La traducción es el modo más banal, el más admitido, el
más visible de las transformaciones que hacen que un texto sea siempre el
mismo y a la vez otro” (1999: 175).
De este modo, el texto aparece como una unidad construida para el análisis.
François Rastier tiene razón al decir que debemos conservar por lo menos
esta enseñanza de la filología: “La filología recuerda que los textos no son
datos, sino construcciones problemáticas que resultan de diversos
procedimientos” (2001: 82). Esto no sólo toca los procedimientos editoriales
de fijación de los textos sobre los soportes materiales de difusión, sino
también el establecimiento de nuestro propio objeto de estudio. Esto nos
pone en la obligación de dejar a un lado los presupuestos de la filología
clásica que resume irónica y lúcidamente Henri Meschonnic:
Inmovilidad, o firmeza, parece que éste es uno de los rasgos que definen un texto
que se sobreentiende como “literario”, los corolarios de lo que se ha llamado, en el
periodo estructuralista, su clausura. Su constitución filológicamente. Su unicidad.
146
Que podría perfeccionar un cierre del sentido, la unicidad-veracidad del sentido, en
una interpretación definitiva. El triunfo de un racionalismo, final de la razón. […]
Es necesario presuponer este racionalismo del sentido, y del texto, para admitir que
un texto se confunde con su condición filológica, con su establecimiento, que le
asegura, en la mayor parte de los casos, la apariencia de lo definitivo.
Lo que se mueve en un texto, y a través suyo, son las nociones del lenguaje que
éste lleva a cabo, que se modifican según el reconocimiento del texto, así como el
texto se modifica según la transformación de las nociones con las cuales se lee. A
través del movimiento de un texto, es la misma noción de texto la que se mueve.
147
c. Glosario terminológico
Estilística
(Ibid.)
Gramática de texto
148
textuales de oraciones. Considerar la gramática oracional como una subparte
de la gramática de texto implica tratar de explicar por qué un texto no es ni
un montón ni una simple serie de oraciones, así como fundamentar el hecho
de que la significación de un texto es otra cosa que la suma de
significaciones de las oraciones que lo componen.
(Ibid.)
Lingüística textual
149
centrarse exclusivamente en las reglas transoracionales de encadenamiento,
esta lingüística no es sólo microestructural ascendente (de las unidades más
pequeñas hacia las más grandes) sino que, teoría igualmente descendente,
formula hipótesis sobre las macroestructuras textuales (superestructuras,
secuencias, y géneros de discurso).
(Ibid.)
Pragmática
150
parte le corresponde al componente pragmático. En general, para los
pragmáticos, la significación de las oraciones se concibe como el producto
de instrucciones asignadas a ciertas clases de palabras. Pero es preciso
oponer a quienes reivindican una pragmática específicamente lingüística (cf.
O. Ducrot) y a quienes, desde una perspectiva cognitivista (cf. D. Sperber y
D. Wilson), piensan que el tratamiento pragmático no está especializado sino
que dependería del funcionamiento central del pensamiento. Una postura de
compromiso consiste en postular una interacción entre pragmática y
lingüística (cf. Moeschler y Reboul, 1994, pág. 459).
(Ibid.)
Praxemática
151
los que se manifiestan tensiones entre un valor de uso propio del sujeto y las
reglas de la comunicación social (Barbéris, 1998; Siblot, 1997).
(Ibid.)
Semanálisis
(Ibid.)
152
Transoracional
(Ibid.)
153