Origen de La Constitucion en La Humanidad

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RESEÑA HISTÓRICA SOBRE EL ORIGEN DE LAS CONSTITUCIONES

Las primeras organizaciones


En la prehistoria, la unidad del grupo estaba dada por la pertenencia a la especie humana y la
creencia en deidades comunes. Carecían de estructuras económicas y políticas claras.
En los reinos del antiguo Oriente -Egipto, Babilonia, Asiria y Persia- surgieron y subsistieron
gobiernos teocráticos, con dinastías descendientes de los dioses. Persiste el vínculo con la religión,
pero con una estructura sociopolítica más organizada.

La antigua Grecia: las “constituciones” de Platón y Aristóteles

Platón y Aristóteles, pensadores de la antigua Grecia, dedicaron gran parte de sus vidas
académicas al estudio de los órdenes políticos.
A pesar de que nunca pensaron el término “Constitución” en el sentido que lo entendemos hoy
-como un conjunto de normas que regulan el poder del Estado-, sí fueron pioneros en clasificar las
distintas formas de gobierno de la Polis -Ciudad Estado-. Ejemplos de estas son la monarquía, la
aristocracia y la democracia. Dos textos clásicos para conocer estos estudios son la República de
Platón y la Política de Aristóteles.
Aunque no hay seguridad absoluta de que sea de su autoría -podría ser de alguno de sus alumnos-,
se le suele atribuir a Aristóteles la escritura del texto “Constitución de los Atenienses”, el cual
describe más de 150 sistemas políticos diferentes de ciudades griegas y bárbaras -no griegas-. Para
el griego, la organización política surgía por naturaleza, y la mejor forma de gobierno era la que
más acercaba a los ciudadanos a la felicidad, a la vida de acuerdo con la virtud.

La Edad Media: monarquías y poder absoluto

La Edad Media en Europa se caracterizó por tener un orden político y social basado en las
monarquías absolutas y el feudalismo. Se consideraba que el poder del Rey no tenía más límite
que la ley de Dios.
Las reglas que regían eran las consuetudinarias -no escritas- o las que emanaban de pactos
escritos entre privados. Los derechos y deberes de las personas sólo podían reconocerse en los
acuerdos que regulan las relaciones feudales y corporativas.
No existían la mayoría de los elementos comunes a los órdenes políticos modernos: soberanía del
pueblo, democracia representativa, Estado Nación, separación de poderes, entre otros. En
conclusión, este período de la historia se caracterizó por la ausencia de límites explícitos al poder
del gobernante.

Carta Magna de 1215: los primeros límites al poder del Rey

Luego de una oleada de cobros de impuestos que se consideró abusiva, los Barones de la nobleza
se rebelaron contra el Rey Juan I de Inglaterra, monarca absoluto. Para resolver el conflicto, el
Arzobispo Stephen Langton redactó lo que se conoce como la Carta Magna de 1215, un conjunto
de reglas que pretendían limitar el poder del soberano.
Dentro de las libertades y garantías consagradas en ella se encuentran: el derecho de los
ciudadanos a recibir herencia, la regulación de los impuestos para evitar excesos, la libertad de la
Iglesia respecto al gobierno y la creación de un cuerpo de Barones para custodiar la paz, sirviendo
de contrapeso al monarca.
La Carta Magna es considerada por muchos constitucionalistas como la primera Constitución de la
historia, pues refleja el primer esfuerzo escrito por limitar el poder del gobernante. Algunos de sus
pasajes siguen teniendo vigencia en el orden constitucional inglés actual, como el que se refiere a
la libertad de la Iglesia.

Constitucionalismo consuetudinario inglés

El Reino Unido no cuenta, hasta el día de hoy, con una Constitución escrita. Más bien se trata de
un conjunto de textos “no codificados” que incluyen leyes, sentencias judiciales, tratados,
convenciones constitucionales e incluso prerrogativas reales. Entre ellos se encuentran algunos
artículos de la Carta Magna de 1215 y del Bill of Rights – Declaración de Derechos– de 1689,
documento que buscaba recuperar y fortalecer potestades parlamentarias desaparecidas bajo el
reinado de los Estuardo, para controlar el poder del Rey.
Sin duda, uno de los elementos más distintivos del modelo británico es la predominancia del
parlamento como mecanismo de contrapeso al poder del monarca. La moderación del poder
político es un elemento esencial del constitucionalismo inglés y se mantiene vigente hasta
nuestros días.

Constitucionalismo francés
 
La Revolución Francesa (1789) es un conflicto que surge a partir del esfuerzo de los franceses por
derribar el antiguo régimen y las instituciones heredadas de la Edad Media: la monarquía absoluta
y el feudalismo.
El objetivo de la revolución era radicar la soberanía en el pueblo. La primera gran manifestación de
la voluntad general del pueblo fue la creación de la Declaración de los Derechos del Hombre y el
Ciudadano (1789), que reconoce principios como la libertad, la igualdad ante la ley y los derechos
naturales. Además, estipula que la soberanía reside en la nación.
A ello siguió la Constitución Francesa de 1791 y también la de 1793. Esta última incluía la elección
democrática de representantes, pero no establecía mecanismos claros para limitar el poder
político.

Constitucionalismo norteamericano

Una vez firmada la Declaración de Independencia de los Estados Unidos  (1776), el país inició un proceso
para consolidar su propio orden institucional.
En ese proceso fue particularmente importante El Federalista, un conjunto de ensayos redactados
por Alexander Hamilton, James Madison y John Jay que incluían algunos de los conceptos más
importantes del constitucionalismo americano: la idea de que la constitución está por encima de
cualquier otra ley -”supremacía constitucional”-, de que los poderes del Estado deben tener
atribuciones para fiscalizarse unos a otros -“pesos y contrapesos”- o de que debe existir un órgano
encargado de asegurar que las leyes simples sean coherentes con la Constitución -”control
constitucional”-.
Todos esos límites al poder fueron incluidos en la Constitución de Estados Unidos (1787). Más
tarde, los estadounidenses crearían el Bill of Rights (1791), carta que incluía derechos como la
libertad de expresión, la libertad religiosa y la libertad de prensa.
Constitucionalismo alemán

Para el Sacro Imperio Romano Germánico no existía una Carta Fundamental propiamente tal, sino
un conjunto de leyes que propiciaban un sistema menos feudalista, buscando darle más libertad a
los “no privilegiados”. En 1871, y ya con un texto constitucional propio de corte imperialista y
federalista, se estableció el bicameralismo -dos cámaras de representantes- y el voto solo para
hombres mayores de 21 años.
En la República de Weimar nace el primer texto constitucional democrático, que además
establecía el semi presidencialismo como forma de gobierno y la economía social de mercado
como modelo de desarrollo. Esta es la gran influencia del modelo alemán hasta hoy, destacando
un marcado acento social en su modelo legal y constitucional.
Actualmente, Alemania posee una “Ley Fundamental”, aprobada en 1949, que no rigió en todo el
país sino hasta 1990, con la caída del muro de Berlín y la reunificación. Así, Alemania retomó los
principios y valores fundamentales de la cultura occidental, destacando el sistema democrático y
del orden económico y social.

Constitucionalismo del siglo XX

El siglo XX es la época de consolidación de las constituciones democráticas. Para fines del período,
prácticamente todos los países de occidente contaban con regímenes democráticos.
Luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, surge la Declaración Universal de los Derechos
Humanos (1948), promulgada por acuerdo de los países pertenecientes a la Organización de las
Naciones Unidas (ONU). Desde entonces, la figura de los tratados internacionales se ha ido
consolidando no solo como pactos bilaterales, sino que también como una manera de proteger
derechos fundamentales, teniendo incluso rango supra constitucional -con más autoridad que la
Constitución- en algunos sistemas jurídicos.
Además, durante este siglo gran parte de las constituciones del mundo establecieron capítulos
exclusivamente dedicados a consagrar derechos. A los civiles y políticos, se suman también los
derechos económicos y sociales (como el derecho a la educación o el derecho a la salud) y el
reconocimiento de derechos como el sufragio para las mujeres y los derechos de las minorías
étnicas.

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