Las Primicias

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Las Primicias

Apóstol Sergio G. Enríquez O.


Tercer Servicio
Guatemala, 9 de abril del Año De La Revelación

Apocalipsis 14:1-5 (LBA) Miré, y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el Monte Sion, y con
El ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre de El y el nombre de su Padre escrito en la
frente. Y oí una voz del cielo, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de un gran
trueno; y la voz que oí era como el sonido de arpistas tocando sus arpas. Y cantaban* un cántico
nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; y nadie podía
aprender el cántico, sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra.
Estos son los que no se han contaminado con mujeres, pues son castos. Estos son los que siguen
al Cordero adondequiera que va. Estos han sido rescatados de entre los hombres como primicias
para Dios y para el Cordero. En su boca no fue hallado engaño; están sin mancha.

Hay varios aspectos que podríamos explicar de estos versículos, por ejemplo: que estas personas
están en el monte Sión, que previo fueron sellados en la frente, que cantaban un cántico nuevo
que nadie puede aprender, lo cual es impresionante, pues nos deja ver que ni las potestades
angélicas pueden cantar lo que cantamos, ya que podemos elevar un cántico que brota de un
corazón que ha sido redimido, de hecho somos la prueba viva de la misericordia de Dios, pues a
los ángeles no auxilio, (Hebreos 2:16), pero a nosotros, siendo menores que ellos (Salmos 8:5) y
fallando más que ellos, nos perdona y sigue llamando justos después de haber caído (Proverbios
4:16). Otro aspecto importante es que fueron rescatados de la tierra, (esto nos habla del
arrebatamiento), no se contaminaron con mujeres, que tipifica las religiones falsas.

Tomaremos entonces como punto central del tema Apocalipsis 14:4 en la parte final en donde
dice: fueron rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero, es decir
que para acompañar al Cordero a donde quiere que vayamos, primero debemos ser primicias.
Para entender qué es una primicia es necesario ir a la cultura israelita y entender que ésta se
basaba en la agricultura, aun sus fiestas tenían relación con la agricultura, ellos dividían su
siembras en tres grupos; primicias, cosecha y rebusco.

Las primicias eran los frutos que maduraban primero, y eran llevados a Dios, estas no podían ser
consumidas por ellos, porque eran para Dios, estas primicias daban la pauta de que la cosecha
estaba cerca. La cosecha la podían disfrutar ellos y su casa, y por último dejaban el rebusco para
los pobres, extranjeros, viudas y huérfanos.

Este principio sigue vigente, los diezmos son del Señor, la cosecha es para nosotros y nuestra
familia y debemos de apartar una parte para los necesitados, este orden ha querido ser cambiado,
argumentando que nuestra primicia o diezmos podemos adminístralo nosotros mismos y darlo a
los necesitados, pero realmente este es un pensamiento humano como lo tuvo Judas, quien juzgo
al ver que María derramaba el perfume de gran precio a los pies de Jesús, no porque pensara en
los necesitados, sino porque quería sacar un provecho para sí mismo. Por eso ese orden no puede
ser cambiado, debemos poner siempre primero lo primero.

Cuando logremos entender que es lo primero nos volveremos primicias para Dios y para el
Cordero, entonces, las primicias son los que entienden y ponen en práctica lo primero, esto no
puede ser entendido con la mente humana, sino con el Espíritu de Dios, por esa razón en la
conquista de Canaán la primera ciudad que conquistaron que fue Jericó, de la cual Dios les pidió

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que destruyeran todo lo había en ella, porque era la primicia para Dios, no se podían quedar con
nada, pero del resto de las ciudades pudieron disfrutar del fruto de la tierra.

Después de haber expuesto lo anterior, veremos qué cosas debemos hacer primero para llegar ser
primicias.

Lucas 10:5 (LBA) En cualquier casa que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."

Si queremos ser primicia, lo primero que debemos hacer al llegar a un lugar es ministrar paz,
abrirnos paso con un grito de paz como consecuencia que una potestad de paz nos acompaña,
esto solo lo podremos decir con solvencia después de haber recibido por la fe la bendición de
Números 6:26 …el SEÑOR alce sobre ti su rostro, y te dé paz. Que huya el pleito y el stress
producto de nuestra ministración de paz.

Lucas 10:6 (LBA) Y si hay allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; pero si no, se volverá
a vosotros.

Esto nos dará la pauta para saber a qué territorio nos estamos adentrando, pues a la manera del
salmista puede ser que digamos paz y nos respondan guerra (Salmos 120:7) estos son lugares
que debemos evitar porque pueden haber problemas como consecuencia que no haya hijos de
paz.

Gritémosle paz a todos los lugares que vayamos, podemos ser un canal de bendición con las
palabras que pronunciemos, ministremos paz y cambiemos los ambientes.

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