19 Salud Mental, Centros Penitenciarios y Estado de Cosas Inconstitucional

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Coleccion: Actualidad Juridica - Tomo 311 - Articulo Numero 10 - Mes-Ano: 10_2019

Salud mental, centros penitenciarios y estado de cosas


inconstitucional
Nathalie Margot ALONZO ANDRADE

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RESUMEN

La autora analiza la STC Exp. N° 04007-2015-PHC/TC mediante la cual el Tribunal


Constitucional declaró un estado de cosas inconstitucional sobre la situación de salud mental de
las personas que se encuentran internadas en los establecimientos penitenciarios del país. De tal
manera, la autora analiza los aspectos procesales respecto del hábeas corpus, los elementos
esenciales del derecho a la salud, y desde una perspectiva crítica la ausencia de un
pronunciamiento a mayor profundidad sobre la condición de vulnerabilidad de las personas
privadas de libertad, los enfoques diferenciales y la carga de la prueba en el caso en concreto.

MARCO NORMATIVO

Constitución Política: arts. 7 y 9.

Código Procesal Constitucional: art. 5 inc. 5).

PALABRAS CLAVE: Salud mental / Personas privadas de libertad / Centros penitenciarios /


Estado de cosas inconstitucional / Disponibilidad / Accesibilidad

Recibido: 02/10/2019

Aprobado: 08/10/2019

INTRODUCCIÓN

A partir del estudio de la sentencia del Tribunal Constitucional, recaída en el Exp. N° 04007-2015-
PHC/TC, de fecha 27 de junio de 2019, el presente texto tiene como objetivos: i) presentar una
breve descripción y análisis de los aspectos jurídicos considerados más relevantes y ii) evidenciar
desde una perspectiva valorativa y crítica los temas ausentes en la argumentación e interpretación
del Tribunal Constitucional en la sentencia con el ánimo de invitar a su lectura, discusión y
reflexión.

I. RESUMEN DEL CASO

El 29 de noviembre de 2012, doña M. C. T. de F. interpone demanda de hábeas corpus a favor de su


hijo M. H. F. C., quien se encontraba cumpliendo una pena privativa de libertad en el Centro
Penitenciario de Lurigancho. Manifiesta como pretensión de la demanda que las autoridades del
INPE trasladen al beneficiario a un hospital psiquiátrico o a la institución policial que corresponda
(al haberse desempeñado como suboficial de la Policía Nacional), con la finalidad de que reciba un
tratamiento médico especializado para su enfermedad de esquizofrenia psicosis paranoide.

En primera y segunda instancia los jueces del Vigésimo Octavo Juzgado Penal de Lima y de la
Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima,
declaran improcedente la demanda al considerar que: i) no se ha acreditado la amenaza o
vulneración de los derechos fundamentales del interno y ii) que sí recibe atención psiquiátrica en el
establecimiento penitenciario de Lurigancho y de manera externa. Es así que ante la presentación
de un primer Recurso de Agravio Constitucional - RAC, Expediente N° 03519-2013-PHC/TC, el
30 de enero de 2014 el Tribunal Constitucional dispuso: i) revocar las resoluciones de primera y
segunda instancia que declaraban improcedente la demanda y ii) la devolución del expediente.

En razón a dicha decisión, el juez de primera instancia de hábeas corpus dispuso que un perito
médico psiquiatra del Ministerio Público realice un examen psiquiátrico al favorecido, pues existían
diagnósticos médicos contradictorios sobre el estado de salud del interno. El resultado de dicha
pericia fue que el interno se encontraba clínica y mentalmente estable, por lo que no requería
traslado a una institución psiquiátrica. Ello dio lugar a que se declarara infundada la demanda en
primera instancia y su posterior confirmación, así como la presentación de un segundo RAC ante el
Tribunal Constitucional, en el Expediente N° 04007-2015-PHC/TC, que origina la sentencia
materia de análisis.

II. PROCEDIBILIDAD DEL HÁBEAS CORPUS

Este fue un primer aspecto que el Tribunal Constitucional, en adelante TC, tuvo que resolver, ya
que de acuerdo al artículo 5, inciso 5, del Código Procesal Constitucional - CPC, no proceden los
procesos constitucionales (en este caso de hábeas corpus) cuando a la presentación de la demanda
ha cesado la amenaza o violación de un derecho constitucional o se ha convertido en irreparable. Es
decir, cuando se presenta la sustracción de la materia al observarse que la vulneración del derecho
fundamental ya no existe y que, por lo tanto, la materia u objeto de análisis en el proceso no está
presente. Hecho que el Tribunal verificó en otro expediente seguido por la misma persona, Exp. N°
01795-2015-HC/TC, al constatar que el interno ya había cumplido su condena el 7 de junio de
2018.

Sin embargo, el TC decide pronunciarse sobre el fondo de la controversia al considerar que “(…) la
situación en que se ha visto ubicado el favorecido es representativa de todo un grupo de personas
que, estando internadas en alguno de los establecimientos penitenciarios del país, tienen problemas
de salud mental (…)” (fundamento 2) , afirmación que es subsumida en el artículo 1, segundo
párrafo, del CPC, la cual, parafraseando el texto, establece que aun cuando se haya producido la
sustracción de la materia, atendiendo al agravio producido, el juez declarará fundada la demanda
precisando los alcances de su decisión.

Asimismo, el TC justifica su competencia en mérito al artículo 25, inciso 17, del CPC, el cual
señala de manera específica, que el hábeas corpus “procede ante la acción u omisión que amenace o
vulnere el derecho del detenido o recluso a no ser objeto de un tratamiento carente de razonabilidad
y proporcionalidad, respecto de la forma y condiciones en que cumple el mandato de detención o la
pena”, inciso que habilitó la procedencia de lo que se conoce comohábeas corpus correctivo,tal
como lo ha precisado el mismo TC en jurisprudencia reiterada (Exp. N° 00590-2001-HC/TC, Exp.
N° 01019-2010-PHC/TC). Entonces, el hábeas corpus correctivo procede cuando se busca tutelar el
derecho de las personas privadas de libertad a recibir un trato digno mientras cumplen un mandato
de detención o de pena. Por lo tanto, el TC resolvió adecuadamente al aceptar la demanda y
pronunciarse sobre el fondo de la misma. Más aún cuando se trataría de un caso con especial
trascendencia constitucional, considerando i) la gravedad de actos vulneratorios de derechos
fundamentales y ii) el estado de vulnerabilidad en el que se encuentran las personas privadas de
libertad.

III. CONTROVERSIA

De acuerdo al fundamento 3 de la sentencia, el TC señala que los temas a resolverse son: i)


determinar el contenido del derecho a la salud, concretamente el derecho a la salud mental; ii)
determinar si el alegado incumplimiento del traslado del favorecido vulnera o no este derecho
fundamental; iii) analizar los problemas vinculados a la disponibilidad y accesibilidad a los
servicios de salud mental de las personas que se encuentran internadas en los centros penitenciarios
del país y iv) analizar las medidas que el Estado debe adoptar para proteger de modo efectivo los
derechos fundamentales de tales personas.

IV. PRINCIPALES ARGUMENTOS Y TEMAS DESARROLLADOS

1. Contenido del derecho a la salud mental

Sobre el derecho a la salud, el TC precisa que este derecho busca la conservación y


restablecimiento del funcionamiento armónico del ser humano en su aspecto físico y psicológico.
De ahí que este derecho constituya uno de los derechos constitucionales de mayor importancia
(fundamento 30) y guarde una especial conexión con los derechos a la vida, a la integridad y a la
dignidad de la persona humana (fundamento 7). Asimismo, establece que “siempre que el derecho a
la salud resulte lesionado o amenazado lo estará también el derecho a la integridad personal e
incluso en ciertos casos podría resultar afectado el mantenimiento del derecho a la vida”
(fundamento 7).

Luego, con relación al contenido al derecho a la salud mental, el TC señala que: i) el derecho a la
salud mental es parte integrante del derecho a la salud; ii) se caracteriza por tener como único
titular a la persona humana, y iii) posee como contenido el derecho a disfrutar del mayor nivel
posible de salud mental y de todos aquellos componentes propios del bienestar psicológico y
mental de la persona humana(fundamento 11).

Esto significa que el derecho a la salud mental tiene como contenido elementos como por ejemplo
acceder a los servicios de salud bajo los principios de eficacia, eficiencia, solidaridad y
progresividad, etc. (fundamento 10). No obstante, también reconoce que los titulares de este
derecho pertenecen a un sector de la población altamente vulnerable, que requiere de una visión de
sus derechos fundamentales desde una óptica integral acorde a los estándares internacionales de
protección de los derechos humanos (fundamento 12).

El TC recuerda, además, que el derecho a la salud y la obligación del Estado de proveer asistencia
médica y servicios necesarios para su disfrute se encuentran reconocidos en nuestra Constitución,
en los artículos 7 y 9, y a nivel internacional en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en
la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
(Cedaw), la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Racial (Icerd) y la Convención sobre los Derechos del Niño, así como en el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales de los cuales el Perú es parte.

2. Disponibilidad y accesibilidad a los servicios de salud mental

Dado el contexto complejo en el que se desarrollan las controversias del caso, el TC considera
necesario determinar cuáles son las características imprescindibles del servicio de salud, en
específico la salud mental, así recoge los criterios adoptados por el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, en la Observación General 14, sobre la aplicación del artículo
12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Pidesc), en lo referido a
los elementos esenciales del derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud física y
mental. Estos criterios son cuatro: disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad, de los
cuales, en una versión resumida, explicaré el contenido de 2 de ellos, los cuales fueron más
desarrollados en la sentencia del TC:

1. Disponibilidad.- Implica contar con un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios


públicos de salud y centros de atención de la salud, así como programas. Servicios que deben
contar con condiciones sanitarias adecuadas, hospitales, clínicas y personal médico y profesional
capacitado y bien remunerado de acuerdo.

2. Accesibilidad.- Los servicios de salud deben ser accesibles a todos, es decir debe garantizarse su
acceso sin discriminación alguna. Así, la accesibilidad presenta cuatro dimensiones superpuestas:

i) No discriminación: los servicios de salud, bienes y establecimientos deben ser accesibles a los
sectores más vulnerables y marginados de la población, sin discriminación alguna por cualquiera de
los motivos prohibidos: por el color de la piel, origen, etnia, sexo, idioma, religión, opinión,
filiación política, discapacidad, enfermedad, orientación sexual, identidad de género, condición
económica, social o de cualquier otra índole[1].

ii) Accesibilidad física: deberán estar al alcance geográfico de todos los sectores de la población,
en especial los grupos vulnerables o marginados.

iii) Accesibilidad económica (asequibilidad): deberán estar al alcance de todos. Los pagos por
servicios de atención de la salud y servicios deberán basarse en el principio de la equidad, a fin de
asegurar que esos servicios, sean públicos o privados, estén al alcance de todos, incluidos los
grupos socialmente desfavorecidos.

iv) Acceso a la información: ese acceso comprende el derecho de solicitar, recibir y difundir
información e ideas acerca de las cuestiones relacionadas con la salud. Además, el acceso a la
información no debe menoscabar el derecho de que los datos personales relativos a la salud sean
tratados con confidencialidad.

Asimismo, el TC considera, dentro de su análisis, diversos fallos de la Corte Interamericana de


Derechos Humanos sobre casos relativos: i) al derecho a la salud de las personas privadas de
libertad (De la Cruz vs. Perú) y (Hernández Lima vs. Guatemala), ii) el derecho a la salud mental
de las personas privadas de libertad (XimenesLopes vs. Brasil) y (Víctor Rosario Congo vs.
Ecuador), y iii) relacionado a las obligaciones de los estados para garantizar los derechos
fundamentales a través de obligaciones de respetar, proteger, cumplir y reparar (Velásquez
Rodríguez vs. Honduras).
Además, sobre el derecho fundamental a la salud, en específico, a partir del Observación General
14, el TC reconoce que el derecho a la salud impone tres tipos o niveles de obligaciones para el
Estado (fundamento 56), la obligación de respetar, proteger y cumplir. Estas obligaciones implican:
i) que el Estado se abstenga de injerirse directa o indirectamente en el disfrute del derecho a la
salud, absteniéndose de denegar o limitar el acceso igual de todas las personas, incluidos los presos
o detenidos (fundamento 57) (obligación de respetar); ii) que el Estado adopte medidas para
impedir que terceros interfieran (obligación de proteger), y iii) que el Estado adopte medidas
apropiadas de carácter legislativo, administrativo, presupuestario, judicial o de otra índole para dar
plena efectividad al derecho a la salud (fundamento 56) (obligación de cumplir o facilitar).

3. El derecho a la salud mental de las personas privadas de libertad en centros penitenciarios

Considerando todo el desarrollo conceptual y jurisprudencial, tanto a nivel nacional como


internacional, sobre el derecho a la salud y a la salud mental que se presenta a lo largo de la
sentencia, el TC se propone analizar la situación de las personas privadas de libertad en centros
penitenciarios con relación a su derecho a la salud mental. Para ello, solicita información al INPE
sobre el número de internos a nivel nacional con problemas de salud mental, información que fue
remitida el 6 de marzo de 2019 señalando que al 2018 existían un total 457 personas con alguna
enfermedad mental en los centros penitenciarios del país.

A dicha información se sumó el informe, de fecha 18 de febrero de 2019, elaborado por la


Dirección de Tratamiento Penitenciario y la Sub dirección de Salud Penitenciaria del INPE,
informe que da cuenta de la situación de los internos que sufren alguna enfermedad mental
(fundamento 38). Así, algunos de los puntos más alarmantes de dicho informe, que dan cuenta de
situación adversa y crítica que existe, son los siguientes:

a) El INPE no cuenta con un protocolo establecido para la detección y tratamiento de un interno


que sufre de alguna enfermedad mental.

b) Existe un médico psiquiatra a nivel nacional que manera itinerante atiende a los 8
establecimientos penitenciarios de la Oficina Regional Lima.

c) No existe servicio de psicología clínica.

d) El servicio de psiquiatría del establecimiento penitenciario de Lurigancho es el único penal a


nivel nacional que cuenta con camas de hospitalización para este tipo de pacientes.

e) El Ministerio de Salud no acepta para su hospitalización a los pacientes con trastornos mentales
provenientes del INPE, incluso existiendo una orden judicial, aduciendo la falta de camas, largas
listas de espera, etc.

Asimismo, el TC analiza otros informes provenientes de instituciones como el Instituto Nacional de


Estadística e Información – INEI, la Defensoría del Pueblo y del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos, en lo referido a salud mental y situación de las personas privadas de libertad en centros
penitenciarios. Con lo cual llega a la conclusión de que el derecho a la salud mental y, por lo
tanto, el derecho a la salud, en sus dimensiones de disponibilidad y accesibilidad, no está
garantizando para las personas privadas de libertad debido a la precariedad de los servicios
ofrecidos y las carencias en cuanto a bienes, infraestructura y profesionales para la atención
física y mental(fundamentos del 46 al 54).
La precariedad del servicio se manifiesta constatándose que ningún establecimiento penitenciario
en el Perú cuenta con la infraestructura médica para atender de modo permanente o itinerante a los
internos que padecen una enfermedad mental. Así, el TC manifiesta que es inadmisible, por
ejemplo, que la Oficina Regional Lima, en la que se identificó a 289 internos con alguna
enfermedad mental, tenga un único profesional psiquiatra y que solo trabaje de modo itinerante en
este departamento, como también es inadmisible que los 168 internos identificados en el resto de
oficinas regionales del país no tengan atención médica psiquiátrica (fundamento 49).

Situación que resulta injusta e intolerable en un Estado constitucional de derecho, en el cual el


bienestar y la dignidad de todos los ciudadanos y ciudadanas, incluidos quienes están en condición
de privación de libertad, configuran la razón de ser del Estado y sus poderes. En ese sentido, resulta
sumamente pertinente la explicación que el TC realiza en cuanto al ejercicio de los derechos de las
personas privadas de libertad. Así, señala que:

(...) Desde luego, la privación de la libertad no implica, en absoluto, la suspensión o restricción de


otros derechos, en particular del derecho a la salud. En cuanto derecho constitucional, la salud de
las personas recluidas es también una facultad vinculante al Estado. Por esta razón, el artículo 76
del Código de Ejecución Penal (Decreto Legislativo N° 654) ha establecido que “El interno tiene
derecho a alcanzar, mantener o recuperar el bienestar físico y mental. La Administración
Penitenciaria proveerá lo necesario para el desarrollo de las acciones de prevención, promoción y
recuperación de la salud”. Por lo tanto, los reclusos, como en el caso de los demandantes, tienen un
derecho constitucional a la salud al igual que cualquier persona. Pero, en este caso, es el Estado el
que asume la responsabilidad por la salud de los internos; hay, pues, un deber de no exponerlos a
situaciones que pudieran comprometer o afectar su salud. (Fundamento 30)

Con lo cual, además, el TC reconoce que es responsabilidad del Estado garantizar el derecho a la
salud de quienes se encuentren recluidos en algún centro penitenciario.

V. CONSECUENCIAS DE LA SENTENCIA: ESTADO DE COSAS INCONSTITUCIONAL


Y SUS EFECTOS

Una vez determinada la vulneración al derecho a la salud, en específico a la salud mental, de la


persona favorecida con el hábeas corpus, al constatarse que: i) no se continuó con el control médico
psiquiátrico ambulatorio por parte del INPE y ii) que no existió una efectiva disponibilidad y
accesibilidad al servicio de salud mental que debió brindarle el INPE durante los 10 años que
estuvo recluido (fundamento 71). El TC opta declarar un estado de cosas inconstitucional con
respecto a la situación de salud mental de las personas que se encuentran internadas en los
establecimientos penitenciarios del país, al considerar que la situación expuesta en el caso, es
“representativa de todo un grupo de personas que, estando internadas en alguno de los
establecimientos penitenciarios del país, tienen problemas de salud mental y aún no han sido
diagnosticadas ni han recibido tratamiento” (fundamento 72).

Razonamiento similar al realizado en la STC Exp. N° 03426-2008-PHC/TC, publicada el 3 de


noviembre de 2010, que declaró el estado de cosas inconstitucional “la falta de una política de
tratamiento y rehabilitación de la salud mental de personas que se encuentran sujetas a medidas de
seguridad de internación por padecer de una enfermedad mental”.

En ese sentido, resulta pertinente recordar que el Estado de Cosas Inconstitucional - ECI es una
técnica jurídica (Vásquez Armas, 2010), que implementara la Corte Constitucional de Colombia a
partir de la Sentencia de Unificación N° 559/1997 (STC Exp. N° 2579-2003- HD/TC, f. j. 19),
mediante la cual se extienden “los alcances inter partes de la sentencia a todos aquellos casos en los
que de la realización de un acto u omisión se haya derivado o generado una violación generalizada
de derechos fundamentales de distintas personas” (STC Exp. N° 2579-2003- HD/TC, f. j. 75).
Asimismo, como señala el magistrado Espinosa-Saldaña Barrera, en su fundamento de voto, el TC
se encuentra habilitado para controlar las políticas públicas adoptadas por las entidades
competentes, especialmente cuando estas deben responder a la satisfacción de derechos sociales
(fundamento 2).

Por ello, con la declaración del Estado de cosas inconstitucional se busca la adopción de medidas
que permitan restablecer la capacidad de las instituciones para garantizar el ejercicio del derecho
fundamental vulnerado (fundamento 74), así el TC establece una serie de mandatos al Instituto
Nacional Penitenciario, al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, al Ministerio de Salud e
incluso al Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, que son las entidades vinculadas con la situación
que se busca revertir.

Dichos mandatos ordenan a las instituciones mencionadas: i) diseñar, proponer y ejecutar un plan
de acción pueda asegurar la disponibilidad y accesibilidad del servicio de salud mental de las
personas privadas de su libertad a nivel nacional; ii) elaborar un protocolo para la detección y
tratamiento de un interno que sufre de alguna enfermedad mental;iii) identificar el total de la
población penitenciaria que padece de algún tipo de trastorno mental y iv) asegurar el presupuesto
para la ejecución del plan de acción. Asimismo, ordena al Instituto Nacional Penitenciario que
informe al TC, cada tres meses, del avance de lo dispuesto en la sentencia y precisa que el TC se
encuentra habilitado, desde su publicación de la sentencia, para realizar la supervisión del
cumplimiento de lo se ha ordenado. Ello de cara a garantizar el cumplimiento de lo establecido en
la sentencia.

VI. VALORACIÓN CRÍTICA

a) Condición de vulnerabilidad y acceso a la justicia de las personas privadas de libertad.- Si


bien se hace alusión, de manera general, la especial protección que requieren las personas en
condición que vulnerabilidad. No se reconoce de manera expresa la condición de vulnerabilidad de
las personas en privación de libertad (Minjus, p. 20). Reconocimiento necesario, ya que de ello se
desprenden otras obligaciones para el Estado y en particular para los órganos de justicia de cara a
garantizar el derecho al acceso a la justicia de las personas en privación de libertad y remover las
barreras institucionales, sociales y económicas que impiden su ejercicio (La Rosa Calle, 2009, pp.
120-125).

Ante esta ausencia, el TC no se pronuncia ni llama la atención sobre los casi siete años, desde la
presentación de la demanda en el 2012, que una persona en condición de vulnerabilidad tuvo que
esperar para tener una respuesta del sistema de justicia, contraviniendo al contenido constitucional
de este derecho (Exp. N° 01873-2014-AA/TC, f. j. 5). Situación que se repite para otras personas
en las mismas condiciones, razón por la cual bien se podría declarar otro estado de cosas
inconstitucional con relación al derecho al acceso a la justicia de las personas privadas de libertad.

b) Ausencia de los enfoques de género, diferencial e intercultural en el análisis del caso.-


Cuando el TC se propone analizar la situación de las personas privadas de libertad con relación a su
derecho a la salud mental, en ningún momento visibiliza ni mucho menos analiza las posibles
vulneraciones específicas, es decir, el impacto diferenciado que las personas en razón de su género,
discapacidad (Cabello Silva) o pertenencia cultural podrían estar sufriendo con relación a la
vulneración de su derecho a la salud. Ausencias que lamentablemente son una constante en el
análisis e interpretación del TC, salvo algunas excepciones.

c) La carga de la prueba ante demandas de personas en situación de vulnerabilidad.- En el


caso, una de las dificultades para determinar la vulneración del derecho a la salud del beneficiado,
fue la contradicción en los informes médicos presentados en el proceso sobre el diagnóstico médico
de la persona privada de libertad y la necesidad de ser trasladada a un centro especializado para su
tratamiento. Esta situación ocasionó que tanto en el primer proceso judicial, como en el segundo la
demanda fuese declarada improcedente e infundada respectivamente, perjudicando al beneficiario
del hábeas corpus, quien tuvo que llegar hasta el TC para obtener un fallo justo. Ante esta realidad,
resulta interesante el razonamiento y el desarrollo conceptual que realiza el Tribunal Constitucional
de Colombia, en un caso que involucra a víctimas del conflicto armado interno, para determinar la
inversión de la carga de la prueba en el caso de personas en situación de vulnerabilidad:

112.1. En lo que tiene que ver con la carga de la prueba para personas vulnerables en términos
procesales, la Sala estima que esta debe ser asumida directamente por los jueces, en virtud de los
principios de igualdad (compensación de cargas), prevalencia del derecho sustancial (eliminación
de obstáculos para llegar a una decisión justa) y dirección judicial del proceso. (Corte
Constitucional de Colombia, Sentencia C-330/16).

Considerando ello, el TC peruano podría determinar que la carga de prueba sobre el daño o su
ausencia la realice quien esté en mejores condiciones hacerlo. En este caso, por ejemplo, debieron
ser las autoridades del INPE quienes tendrían que haber probado que garantizaban efectivamente el
derecho a la salud mental del interno. Ello resulta más coherente de cara a la situación de
desventaja y sujeción en la que se encuentran, en este caso, las personas privadas de libertad, con lo
cual las personas en situación de vulnerabilidad se encontrarían en mejores condiciones de acceder
a la justicia y obtener una respuesta oportuna.

Además, sobre las pruebas, el magistrado Espinosa-Saldaña Barrera, en su fundamento de voto,


llama la atención sobre la necesidad de precisar mejor las reglas sobre la validez de la prueba
documental, tal como lo ha realizado en casos como Flores Callo (00799-2014-PA). Tema
pendiente e importante que dificulta la labor de los jueces constitucionales en la resolución de los
casos.

Finalmente, a modo de conclusión, es importante reconocer el esfuerzo de interpretación


sistemática y de control de convencionalidad que el Tribunal Constitucional realiza a partir de
diversas normas y sentencias internacionales, las cuales suelen ser en muchos casos más garantistas
que las normas nacionales, este esfuerzo debería ser imitado por todos los jueces del país en aras de
procurar una interpretación más garantista de los derechos fundamentales. Asimismo, el desarrollo
argumentativo y el fallo de la sentencia, que incluye medidas proactivas y transformativas a partir
de la declaración de estado de cosas inconstitucional, configuran un gran acto de justicia y de
reconocimiento hacia uno de los grupos de la población más discriminado, abandonado y
violentado por el sistema estatal y la sociedad. En ese sentido, muchos de los argumentos presentes
en esta sentencia bien podrían servir para futuras demandas que busquen revertir las múltiples
situaciones de injusticia que viven las personas privadas de libertad en nuestro país.

Referencias

Cabello Silva, A. (s.f.). Barreras en el acceso a la justicia penal que enfrentan las mujeres con
discapacidad en situación de violencia. Portal Jurídico IUS 360. Recuperado a partir de:
http://ius360.com/jornadas/barreras-en-el-acceso-la-justicia-penal-que-enfrentan-las-mujeres-con-
discapacidad-en-situacion-de-violencia-andrea-cabello-silva/.

La Rosa Calle, J. (2009). Acceso a la justicia como condición para una reforma judicial en serio.
En: Revista de Derecho PUCP. N° 62. Lima: Facultad de Derecho PUCP. Recuperado a partir de:
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechopucp.
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. (s.f.). En Plan Nacional de Derechos Humanos 2018-
2021. Lima: Recuperado a partir de:
http://spij.minjus.gob.pe/content/banner_secundario/img/muestra/PLAN-ANUAL.pdf.

Vásquez Armas, R. (2010). La técnica de declaración del “Estado de cosas inconstitucional”:


fundamentos y análisis de su aplicación por el Tribunal Constitucional Peruano. Ius et Veritas,
20(41), 129.

[1] Constitución Política del Perú. Artículo 2, inciso 2.

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