Cárdenas, Erma - Voy A Contarles Un Corrido...

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VOY A CONTARLES UN CORRIDO ...

Colecci6n Lumia
Vay a contarles un corrido ...
Colecci6n Lumia
Serie Narrativa
D.R.© Textofilia S.C., 2013. [ VOY A CONTARLES UN CORRIDO ... ]
D.R.© Erma Cardenas, 2013.
D.R.© Portada Soundtrack de Andres Orjuela, 2013.
D.R.© Diseno interiores y portada Textofilia S.C.

Textofilia Ediciones

Morena 1205, lnt. 4, ERMA CARDENAS


Col. Narvarte, Del. Benito Juarez,
C.P. 03020, Mexico, D.F.
Tel. 55 75 89 64

editorial@textofilia.com
www.textofilia.com

Primera edici6n.

ISBN: 978-607-7818-79-3
lmpreso en Mexico.
Printed in Mexico.

UCONACULTA
lnstituto
Nacional de
Bellas Aries

Este libro se realize con apoyo del estimulo a la producci6n de libros derivado del articulo
transitorio cuadragesimo segundo del presupuesto de egresos de la federaci6n 2012.

Queda rigurosamente prohibido, bajo las sanciones establecidas por la Ley, la re-
producci6n parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin la
autorizaci6n por escrito de los editores.

Agradecemos a Andres Orjuela por la imagen para la portada de este libro. Para saber
mas de la artista y su obra visitar: www.andresorjuela.co
[ PROLOGO ]

Los corridos nacen espontaneamente, muchas veces de autores an6ni-


mos, dando voz al marginado. Surgen en la Colonia, acompafian al
ejercito insurgente, atestiguan la Guerra de Reforma, se mofan del
Segundo Imperio, florecen durante la Revoluci6n y, actualmente,
cantan las "hazafias" de los narcos.
Estos cuentos estan basados en los corridos que se grabaron inde-
leblemente en mi memoria. Quiza no son los mas populares, ni siquiera
los mas caracteristicos, pero me los cantaba mi abuela, salpicandolos con
experiencias propias; par ello forman parte de mi infancia.
Guardados entre recuerdos, surgen, muchos afios despues, coma
una explosion volcanica. Al llegar al numero catorce, se agot6 ese desbor-
damiento creativo. De nada sirvi6 que encontrara temas interesantes. Sin
la voz de mi abuela, resultaban letra muerta. Entonces decidi ponerle pun--
to final a mi experimento. Tiempo despues, para que no quedara trunco,
afiadi tres cuentos mas. De esta m;,mera, el conjunto termina en la epoca
actual. Sin embargo, todavia no se ha dicho la ultima palabra: el corrido
sigue propagandose de voz en voz, de pueblo en pueblo. Mientras haya
alguien que lo cante, sigue viva.
En todos los cuentos respeto argumento y personajes. Cuando
lo necesito, tomo frases del corrido en donde baso mi historia. Se
identifican facilmente porque estan en letra cursiva.
Ofrezco una disculpa par convertir el verso en prosa y la musica en si_..
lencio. A cambio de estas perdidas, trasformo el canto en otro genera yam-
plio su difusi6n. Acaso, ayudo a preservarlo. Espero que tal prolongaci6n,
la savia que infundo en viejas historias, justifique mis transgresiones.

Erma Cardenas

5
I .
[ LA TRISTE HISTORIA]

Vay a cantarles un corrido muy mentado,


lo que ha pasado alld en la hacienda de La Flor,
la triste historia de un ranchero enamorado,
que fue borracho, parrandero y jugador.

Juan se llamaba ...


-Tu, zcomo te llamas?
-Juan.
-Juan, seflor.
-Ese noes mi apellido. Me apodan el "Charrasqueado" -respondio
haciendose el menso.
Fue la gota que derramo el vaso: don Luis le cruzo la cara
con el fuete.
-Asi me dicen, Charrasqueado -se tento la mejilla, tranquilo,
coma si planeara rasurarse.
El hacendado volvio a levantar su fuete, pero uno de los
peones intervino.
-zPa' que se cansa, patron? Este de todos modos se va a morir ...
y ya no puede defenderse.
El viejo lanzo una maldicion.
-jAhi te lo haya si le aplicas un torniquete o llamas a la curandera!
Dejalo que se desangre, coma un perro -dio unos pasos hacia su ca-
ballo-. Si me necesitas, Romualdo, estoy en la casa graride.
Apenas se alejo, el peon increpo al herido.
-zYa ves? Eso te pasa por meterte con la seflorita. Te hubieras
confor~ado con la Ignacia.

7
Una bocanada de sangre cort6 la replica. I. · pr voc6 cierto resquemor que la hija de don Luis llegara sin que
-Te voy a alzar, para que respires mejor. 111l'l ll: 1r::111 palabras. Quiza dos o tres miradas, por pura casualidad, ya
-La nifla Yolanda se me ofreci6 -hablaba quedo, despacito-. Y I p 1 • l:1 s ' fi rita Yolanda iba a casarse con el duefi.o de La Gloria. Asi, las

un hombre no desaira a las mujeres. I1111·1·nda formarian una sola propiedad. Esas bodas se acordaron desde
Romualdo observ6 al herido. La sangre cubria la camisa y em- d 11 a ·irniento de la nifi.a... y el novio llevaba dieciseis ·afi.os aguardando.
pezaba a gotear, manchando la tierra. Sin [LI ja , desde luego. Yolanda siempre fue hermosa, pero ahora

-En otras circunstancias note lo preguntaria, Juan, pero te vas a l1 al [a fl recido. Todos la consideraban una azucena, o perla, o albo-
morir y, por mera curiosidad ... dime, 2vali6 la pena? In l:1... cualquier similitud era escasa al compararse con la realidad.
-Vali6 -tras un largo silencio, dijo-: Yo nunca le cobre a mis Esa criatura, celestial o loca, se habia entregado al parrandero de
compadres, tu lo sabes mejor que otros - se apretaba el pecho espe- J11 :1n . uiza porque su futuro esposo le llevaba veinticinco afi.os, o le pic6
rando prolongar, por dos o tres minutos, su agonia-. Mas esta yez es l:1n I ri osidad o la atraian los machos_. Cualquier raz6n es buena. De todos
distinto. Dale lo que me debes a la Ignacia. 111od s casi nunca apreciamos lo que nos clan nomas asi, sin merecerlo.
-Te lo juro, aunque tenga que vender mi alma -tras un instante El C harrasqueado no fue la excepci6n. Acept6, por displicencia, la
suspir6, incredulo-. iMira que salirme con tercia de reinas! 2El diablo 111 ·dalla que Yolanda le puso al cuello cuando le anunci6: espero un hijo
te ayuda? 1uy . El no hizo el menor movimiento, ni de aceptaci6n, ni de rechazo:

Respondi6 con una media sonrisa. 1.:. ra lo mas prudente. Papa me enviara a la capital para ... para que me
-Mejor no menciono al coludo ora que te estas acercando a su I shaga del "estorbo" ... de nuestro ... Se le atragant6 la explicaci6n: di-
reino - cierta envidia se mezcl6 en su voz-. Ademas, las mujeres nunca n que con hierbas o con fierros resulta facil. Las lagrimas le banaban
te han traicionado. Ni siquiera en las cartas. la cara. Ella misma se consol6: dizque no hay peligro. Una queda bien,
Juan cerr6 los ojos, sintiendo que la vida se le escapaba de a para embarazarse de nuevo. Yo no quiero. iNo quiero! Entonces Juan la
poquitos. Y era una lastima. Hubiera querido seguir en el jolgorio, apret6 contra su pecho y despues le fue besando la cara.
ten er mas hijos, cultivar una parcela ... Andar aqui; luego alla, sin Terminaron en el catre.
rumbo fijo. lgual que todos esos afi.os ... Se arrebujaba en el sarape y Era la ultima vez y el se esmer6 por cumplir. Con mayor pasi6n
dormia bajo las estrellas. El sol lo levantaba. Si, a pesar de la canija que antes. Yolanda le cuadraba, aunque comprendia que no estaban
pobreza, la vida le parecia sabrosa, hasta dulce. al mismo nivel y que aquellos amores jamas progresarian. Empero, na-
En esos pensamientos andaba cuando el rostro de Yolanda ~e le d ie le niega agua al sediento y agua, a veces, quiere decir recuerdos.
dibuj6 sobre el horizonte. A esa iba a ser dificil consolarla.
Se crey6 de las mujeres consentido. Era valiente y arriesgado en el amor.
N adie se explicaba c6mo una muchacha educada por monjas, re- A las muchachas mds bonitas se llevaba,
cien llegada al pueblo y tan jovencita, hubiera buscado al tal Juan. El ni en aquellas campos no quedaba ni una flor.
siquiera se le insinu6. Ni siquiera esperaba que ella, atravesando el patio y
los establos, entrara a su cuarto destartalado de jornalero. Aquel camis6n La despidi6 en la diligencia mientras la joven lo veia con enorme
blanco, medio transparente, apenas tapaba sus pechos y la luna, al alum- aflicci6n. P9r eso, por unos ojazos fijos en el, don Luis supo a quien
brarla, destacaba los pezones y la sombra entre las piernas. le soltaria la balacera. Al tal por cual del Charrasqueado.

8 9
En cuanto parti6 el carruaje, Juan dio media vuelta y volvi6 con la En una choza muy humilde llora un niiio
Ignacia. Igual que siempre. Y ella lo recibi6. Igual que siempre. Recosta- y las mujeres lo aconsejan y se van,
dos sobre el petate, le deshizo las trenzas y, acariciando esos cabellos soto su madre lo consuela con cariiio,
negrisimos, la am6, despacio, entre susurros y promesas. Con ella, Juan alza los ojos llora y reza par su Juan.
recobr6 el aroma, el color y la textura del barro. Le pertenecia. Habla-
ban la misma lengua. Ignacia hizo un entierro como Dios manda: velorio, cafe, frijoles de
Asi que decidi6 cambiar de vida. Esa noche no durmi6 de tanto . o ll a y tortillas. Asisti6 todo el pueblo. D~ la casa grande, por con-
pensarlo y al amanecer orden6: l'raste, no hubo nadie presente.
-Mientras tu vas a misa, yo me despido de los amigos. Tengo que En la iglesia se rez6 el novenario, entre incienso y hartas flores.
cobrar unas deudas para acabalar la compra de este jacal. Voy a sentar n el pago de las deudas hasta le alcanz6 a la Ignacia para poner
cabeza. Nuestro hijo crecera conmigo a lado. una lapida chiquita, no fuera a confundirse. jHay tantos muertos,
-Ni siquiera lo hemos bautizado. El sefi.or cura me lo echa en ta ntas tumbas!
cara cada semana. Con su nifio envuelto en el rebozo, cada tarde visitaba el campo-
-Yo me encargo de eso, chula. sa nto. Permanecia quieta, bajo un pirul, contemplando el pedazo de
La Ignacia asinti6, aunque la experiencia le advertia que aquella tierra donde descansaba el ausente.
cobranza acabaria en parranda: tequila, cartas, guitarra. -Se llama Juan porque ese nombre le toca. Eres su padre. Yo le
voy a contar tu verdadera historia. De lo contrario, a lo mejor los chis-
Un dia domingo que se andaba emborrachando, mosos lo obligan a avergonzarse de ti. A mi me quisistes. Yo fui la
a la cantina le corrieron a avisar ... mera mera, aunque tuviera competencia. Para eso eres hombre, zno?
Y yo te voy a ser fiel. Para eso soy mujer. Ademas nuestros pleitos se
-Cuidate, Juan, que ya par ai te andan buscando. Son muchos hombres, acabaron. Ora se donde encontrarte.
no te vayan a matar.
No tuvo tiempo de montar en su caballo. Pistola en mano se le echaron
de a mont6n.
-Estoy borracho -les gritaba- y soy buen gallo ...
Cuando una bala atraves6 su coraz6n.
Don Luis enfund6 la pistola. Se baj6 del caballo y moviendo al
herido con el pie, pregunt6:
-Tu, zc6mo te llamas?
-Juan.
-Juan, sefi.or.
-Ese no es mi ap"ellido. Me apodan el "Charrasqueado".

10 11
JUAN CHARRASQUEADO Aqui termino de cantar este corrido,
de Juaf!- ranchero, parrandero y burlad9r,
Voy a cantarles un corrido muy mentado. Que se crey6 de las mujeres consentido
Lo que ha pasado alld en la ,Hacienda de la Flor, y fue borracho, parrandero y jugador.
La triste historia de un ranchero enamorado,
que fue valiente, parrandero y jugador.

Juan se llamaba, le apodabq,n Charrasqueado,


era valiente y arriesgado en el amor,
alas muchachas mds bonitas se llevaba,
en aquellos campos no quedaba ni una flor.

Un dia domingo que se andaba emborrachando,


a la cantina le corrieron a avisar:
"Cuidate, Juan, que ya por ai te andan buscando,
Son muchos hombres no te vayan a matar".

No tuvo tiempo de montar en su caballo,


pistola en mano se le echaron de a mont6n.
"Estoy borracho", les gritaba, "y soy buen gallo",
cuando una bala atraves6 su coraz6n.

Creci6 la milpa con la lluvia en el potrero


y las palomas van volando al pedregal,
bonitos toros llevan hoy al matadero,
que buen caballo va montando el caporal.

Ya las campanas del santuario estdn doblando,


Todos los fieles se dirigen a rezar,
y por el cerro Los rancheros van bajando
un hombre muerto que lo llevan a enterrar.

En una choza muy humilde llora un nino,


y las mujeres lo aconsejan y se van.
Solo su madre lo consuela con carino.
Alza Los ojos, llora y reza por su Juan.

12 13
[ TRES TIROS ]

Ano de mil novecientos,


muy presente tengo yo:
en un pueblo de Saltillo,
Rosita Alvirez muri6.

-Rosa, esta noche no sales.


-Mama, no tengo la culpa que a mi me gusten los bailes -y termin6
de prender dos rosas rojas en sus cabellos. Sin duda era hermosa; mas
que hermosa-. zQue pretendes? zQue me meta al convento?
-Esto acabara mal -sentenci6 dona Elvira, con el alma triste.
jCuanta falta habia hecho la mano dura de un padre para enderezar a
esa insensata!-. Tus coqueterias andan en boca de todos. Los mucha-
chos que valen acabaran por rechazarte. zQuien le da su apellido a
una casquivana?
-jAy, mama, exageras! zCasqui que? Habla en cristiano.
-Oye la voz de la experiencia. ,----
-Orita no. Voy a llegar tarde si me quedo a escuchar tus ser-
mones. j}oaquin! -su voz se escuch6 al otro extremo del corredor-.
zYa estas?
-Listo -dijo su hermano, abriendo la puerta-. jCaramba, chula!
Te ves muy bonita. Va a ser dificil cuidarte.
-Por eso ni lo intentes. Yo me cuido solita.
La madre se persign6. Los esperaria rezando rosario tras rosario.

15
La fiesta estaba en su apogeo cuando Rosa hizo su entrada triunfal. Paso a paso se acerco a la hermosa, quien lo contemplo con
Hubo un silencio mientras Joaquin la ayudaba a quitarse la capa y aquellos ojos negros que uno dudaba en comparar con la noche mas
ella revisaba a la concurrencia. Despues, saludaron a sus anfitriones: oscura o los luceros mas claros.
sefior y sefiora Berumen, mas la hija ... que a Rosita se le atoraba en -zBailamos? -le tendia la diestra seguro de si.
la garganta, por recatada y cursi. La Nena Berumen resplandecio al -No.
contemplar al joven ingeniero Alvirez; a el se le cayo la baba. Se veian Ninguna lo habia rechazado. Hasta se me ofrecen. Y esa, a pesar
tan enamorados. de su mala fama, zse le ponia al brinco?
-Llegan un poco tarde -los reconvino la duefia de la casa. -Rosita, no me desaires. La gente lo va a notar.
-Mi hermana tarda horas en arreglarse -se disculpo, metiendo la -Pues que digan lo que quieran, contigo no he de bailar.
pata segun su mala costumbre. -zPodrias darme una razon? -estaba livido. La rabia lo carcomia.
-zAcaso se maquilla? -preguntaron alarmadisimos padre, -Me siento cansada.
madre e hija. -Acabas de llegar.
Rosa se metio un dedo a la boca y luego lo paso por su mejilla. -Entonces ... porque no quiero.
Al terminar lo mostro: Ei hacendado retrocedio unos milimetros, como si le hubieran
-Belleza natural. propinado un bofeton. Aquel insulto lo tranquilizo por completo.
Como la fastidiaba perder el tiempo con esos mojigatos, busco Cuando se ataca, hay que tener la sangre fria.
una silla vacia. Apenas se sento, dos muchachas se apartaron discre- -lA que juegas, linda? La noche en que te lleve serenata no esta-
tamente. La sefiorita Alvirez era bastante impopular entre el sexo fe- bas tan esquiva. Al contrario.
menino. Y la envidia no arregla ciertas relaciones sociales, ya de por si -Si te abri la ventana, fue porque no tenia nada mejor que hacer.
dificiles, como la caza de un buen partido. -lY por ese mismo motivo aceptaste mis besos?
Rosa oculto sus labios bajo el abanico, de manera que resaltaran Ella guardo silencio mientras las mejillas se le encendian:
sus ojos negros. Desde luego que me enchino las pestafias, penso, -Un hombre con los pantalones bien puestos, jamas echa en
aunque primero la quemarian con lefia verde antes de admitirlo. cara las limosnas que recibe.
La musica se escondia bajo su piel, pero los jovenes, que hubieran Ninguno bajo los ojos, velados por mil recuerdos ... Le aca-
dado una mano, o la vida misma por acercarse, se mantenian a veinte ricio la cara y se mantuvoquieto, hasta que ella entreabrio los la-
pasos de distancia. Obedecian consignas maternas: ihabiendo tantas bios. Y el beso se prolongo, pasando de la sorpresa a la ternura ...
muchachas decentes, te prohibo enamorar a Rosa! El que va por lana, a la pasion ... el arrebato.
veces sale trasquilado y... zpara que nos metemos en problemas? zCuales, El tambien recordo. La vio de nuevo, esbelta y altiva. Los lazos
mama?, preguntaban los ingenuos. Problemas que tardan nueve meses del escote sin cerrar ... la proposito? zSe atrevia a tanto? No obstante
en incubarse y necesitan pafiales, menso. la oscuridad, adivino los senos que el aliento entrecortado agitaba
Sin embargo, nunca falta un roto para un descosido. Hipolito, el y, de pronto, necesito apresarla entre sus brazos. Teniendola cerca,
mas rico de la region, era huerfano: no tenia una madre que guiara aspirando su piel, la beso.
sus pasos. Ademas, le gustaban los platos y las mujeres picantes. A ambos deslumbro esa promesa de mayores goces; un pream-
bulo que permitia entrever el paraiso.

16 17
Hipolito regreso al presente dispuesto a ceder. A las potrancas La noche que la mataron,
hay que domarlas despacito y solo al final jalar las riendas. Rosita estaba de suerte:
-Rosa, te tengo ley -le costaba admitirlo pues se ponia a la mer- de tres tiros que le dieron
ced de una mujer. Y no estaba acostumbrado-. No me importan las nomds uno era de muerte.
habladurias, ni lo que cuentan de ti.
Esa humillacion la hirio hasta lo mas hondo. Ella que entregaba -Durante el velorio, cubierta por lirios, parecia dormir.
todo, zdebia agradecer favores? Vas a pagar muy caro tus palabras. Le hubiera gustado contemplarla; quieta, sin la sonrisa burlona
-Haces mal, Polito -replico, usando el apodo que su pretendiente aflorando a sus labios. Vestida como una novia.
detestaba-. · A lo mejor dicen la verdad. Tu no fuiste el primero, ni -Eso si, palida por la perdida de sangre. Dona Elvira, compren-
seras el ultimo. .
dera usted, inconsolable.
Se levanto antes de que el respingara. Atraveso la sala y se planto Perdida. Porque con las otras ... jimposible! Sabia a que atenerse.
frente a un muchacho medio borracho que creyo que esa aparicion Las mujeres decentes pasaban las horas en la iglesia y, por las noches,
celeste era el resultado de varios tequilas y algun mezcal. a duras penas soportaban las exigencias del marido. Rezando p.ag que
Hipolito, instintivamente, echo mano a la cintura y una pisto1a sac6. "eso" terminara pronto.
Sin apresurarse, apunto al escote, a la piel marfilena. Inconsolable. Ni siquiera se quejaban cuando el esposo, tras al-
gunos afios de matrimonio, visitaba el burdel cada semana. Asi me lo
Ya la pobre de Rosita, nomds tres tiros le dio. quito de encima, decian.
-La pobre sefiora no paro de llorar. jQue Dios le conceda resig-
Desperto en su recamara y le costo un lento esfuerzo reconocer los nacion! Joaquin, en cambio ... Juro ante el ataud que vengaria a su her-
mosquiteros ·que lo aislaban del resto de la habitacion. Se tento la mana, que los dias de usted estaban contados.
frente, todavia cubierta por un pafio humedo. Hipolito intento levantarse y el abogado interpreto aquel gesto
-Para impedir que le suba la fiebre, Hipolito -un anciano lo como enojo o miedo. zLa conciencia le remordia? zTemia el juicio
miraba, insistente. Al fin identifico a su abogado. zQue hacia ahi?-. del Todopoderoso?
El medico ya desesperaba por salvarlo. -Tranquilicese. El medico vendra esta tarde. Si sigue sus consejos,
Ante el silencio del enfermo, continuo: quiza lo de de alta. Usted tiene una constitucion de hierro, muchacho.
-Al principio pensamos que fingia. Cuando los delirios se pro- Claro, la juventud ayuda -suspiro, evocando mejores tiempos.
longaron, comprendimos que ... por un tris y se nos va, muchacho. Hipolito aparto las sabanas. Su agitacion aumentaba. Alas potran-
La pausa se torno infinita, molesta. cas finas, las que no se encuentran en los establos sino en la serrania,
-En cierta forma, considero una suerte que entrara en coma. hay que amansarlas usando la astucia. Ensefiarles con paciencia quien
Evito asistir. .. o n,o asistir. .. al funeral. es el amo. Entonces responden a la menor indicacion y ganan todas
jEntonces era verdad! Llevo la mano a su pistola. Un tiro. El es- las competencias. Lo sabia, se lo repitio mil veces. Quiso llorar. ..
truendo re,tumbo en su cerebra, mas no lo suficiente para cegarlo. -Mientras tanto, arreglaremos nuestros pendientes. Previ algu-
Dos. La vio caer. El vestido azul se convirtio en una mancha escarlata nas cosillas. zSe las explico?
y, sobre el suelo, algo viscoso se extendia. Tres ... Hizo un signo afirmativo, apenas perceptible. Las lagrimas le habrian
proporcionado alivio. Los hombres no Horan, Polito. Aguantese, m'hijo.

18
19
-Aproveche su enfermedad, sus gritos y lamentos, para exigirle al -zComo la olvido?
doctor Serrano un diagnostico a nuestro favor: locura temporal. Su mentor retrocedi6. Estaba tan indignado que recurrio al tuteo:
Lo volvio loco aquel beso. Tan largo. Camino al extasis. -zA una cualquiera? Recobra el juicio, Hipolito. No seas tarugo.
-Naturalmente, los terminos juridicos son otros. Yo me encar- -Mas bien pendejo, don Agustin. Mas bien pendejo.
gare de traducir las palabras a la jerga legal. Con ese dictamen nos El viejo lo contemplo durante dos segundos:
libramos de la ea.reel y otras inconveniencias. En caso de que el juez -Para eso no hay remedio, muchacho. Ya te fregaste.
titubee, recurriremos a un testigo.
El convaleciente carraspeo para hacerse oir.
-Todos vieron que dispare contra una mujer indefensa.
-Por celos, Hipolito, por los malditos celos. Crimen pasional.
Nuestro testigo, un peon de esta hacienda, <lira lo que yo le dicte. De
tanto repetirlo, ya casi lo memoriza.
-Una sarta de mentiras.
-Quien sabe. Rosita era de cascos ligeros y le sac6 canas verdes a
su sefiora madre.
Tenia sangre en las venas. jPasion que la hacia latir! Sobre elves-
tido. Sobre el suelo. De tan palida parecia dormida.
-Tanta hermosura resulta peligrosa. Con esa muchacha... jhasta
las monjas se dieron por vencidas!
Las muertas no despiertan. Se hubiera inclinado para besarla.
El abogado estudio a su cliente. Habia cerrado los ojos y apretaba
la mandibula. Algo le duele. Si recae ...
-El peon afirmara que encontro a Rosa en el rio. Una casualidad
funesta y... sucedio lo que tenia que suceder. Nadie lo pondra en duda.
Hipolito sudaba a mares, al grado que el abogado se alarmo,
equivocando el motivo de aquella angustia.
-Pierda cuidado. Limpiaremos su nombre. En unos afios este
asunto pasara a la historia ... aunque un tal por cual escribio un corrido.
jMorbosidad! A esas vulgaridades las catalogo asi.
Las manos del enfermo se crisparon. Apretaba los pufios reve-
lando su impotencia.
-Todo saldra bien. Le cloy mi palabra: no habra problema.
-Hay uno, don Agustin.
El anciano se acerco para escucharlo.

20 21
ROSITA ALVIREZ

Ano de mil novecientos,


muy presente tengo yo,
que en un pueblo de Saltillo,
[ EL HIJO DESOBEDIENTE ]
Rosita Alvirez murio.

Su mama se lo decia:
"Rosa esta noche no sales".
"Mama, no tengo la culpa
que a mi me gusten los bailes".
La cantina se llamaba San Fernando porque hasta a los santos les
Hipolito !!ego al baile. gusta echarse un mezcal entre pecho y espalda. Ahi se citaron Felipe
y a Rosa se dirigio. y Alvaro; amigos, casi hermanos. Hada tiempo que se buscaban sin
Como era la mas bonita, encontrarse, par lo que ya era hara de aclarar pendientes.
Rosita lo desprecio. Escogieron el rinc6n mas apartado.
-Yo pago la primera ronda -declar6 Felipe, dandole unas mone-
Rosita no me desaires, das al duefio del local-. Guardate el cambio.
la gente lo va a notar.
-Gracias, patron.
Pues que digan lo que quieran,
Al quedarse a solas, Alvaro alzo su copa para el brindis:
contigo no he de bailar.
-Salud.
-Salud -Felipe lo observaba como si se tratara de otra persona,
Echo mano a la cintura
y una pistola saco
coma si la infancia que compartieron se borrara de repente-. Te voy a
y a la pobre de Rosita, marcar. Primero la cara y luego ... donde caiga es bueno.
no mas tres ti ros le dio. -zSe puede saber par que? -sabore6 el agave. Gratis hasta las pu-
fialadas, se dijo y, ante la eminencia de que asi fuera, sonri6.
La noche en que la mataron, -No te hagas pendejo.
Rosita estaba de suerte: -zPor Carmela?
de tres tiros que le dieron, -Par esa misma, Alvarito. Te metiste en corral ajeno.
nomas uno era de muerte. -zCreeras? Ni me di cuenta. Le propuse noviazgo y nose hizo del
rogar. Al contrario, me asegur6 que estaba harta de tus serenatas y tus
Rosita ya esta en el cielo, ramos de flares; que te habia devuelto varios regalos ...
dandole cuenta al Creador.
-Con algunas debes insistir; pero eso no te incumbe. Yo me en-
Hipolito esta en la carcel,
cargo de Carmela.
dando su dedaracion.

22 23
-Mafi.ana domingo, en misa de doce, el sefi.or cura anunciara Como si quisiera inspirar la segunda estrofa, Felipe dio un sal-
nuestro matrimonio. Si hay alg(m impedimento ... sera buen tiempo to hacia adelante. Al primer intento rasg6 la mejilla de su rival. Un
de que digas lo que tengas que decir. tajo largo aunque poco profundo. Hubo silbidos de adriiiraci6n. Ese
-Te lo estoy aclarando a ti. Los demas sobran. muchacho era habil, un verdadero as.
Ambos sacaron las navajas y las colocaron sobre la mesa. Bastaba Habiendo cumplido su promesa -te voy a marcar-:., se agach6,
estirar la mano ... preparandose para el ataque decisivo, inmisericorde. En ese momento
-En cuanto termine mi tequila, arreglamos el problem;-i.. don Anselmo abri6 la puerta de par en par. Todas las miradas con-
-Bebe despacio, Alvaro. Tampoco corre tanta prisa. vergieron en el. Luz y sombras dibujaron su figura: pantal6n oscuro,
En cuanto el cantinero calibr6 lo que sucederia, se le escaparon camisa blanca, corbata de list6n y sombrero primorosamente borda-
mil ruegos: do. Nadie se movia. Hasta parecia que nadie respiraba.
-Salgan a la calle. Un muerto trae mala suerte. jMe van a e~har -Se acab6 el jolgorio -fij6 la mirada en su hijo pues, aunque
a perder el negocio! supuestamente hablaba a la concurrencia, solo se dirigia a Felipe-.
Ninguno de los dos se dign6 mirarlo. Apartaron las sillas, unas Cada quien a su casa y aca no ha pasado nada.
mesas ... Luego, frente a frente, dieron pasos cautelosos formando un -Padre, este es asunto de dos.
circulo cada vez mas estrecho. Con los cuchillos en la diestra, tomaron -Te equivocas. Carmela es mi ahijada. Me cont6 todo.
distancia: avanzaban y retrocedian, mientras los curiosos estudiaban -Hagase a un lado.
aquel tanteo. -lMe estas dando 6rdenes? lTu a mi? -de pronto, cambiando de
Las apuestas favorecian a Felipe, bragado y entr6n. Por el con- tactica, suaviz6 la voz-: Felipe, aprende a perder. Respetala. Es una
trario, Alvaro causaba sorpresa: nadie se imagin6 que supiera pelear. muchacha decente que merece matrimonio e hijos. Jamas te alent6,
Los parroquianos ordenaron pulque para animar el ambiente. Esa tu solito te ilusionaste -se volvi6 hacia Alvaro que tenia la cara hecha
clase de diversiones rara vez ocurria en el pueblo. Ahi sacaban la pistola una desgracia-. Ly tu que esperas? Anda a la farmacia o al medico.
y se solucionaban las dificultades en menos de lo que canta un gallo. Pides que me manden la cuenta.
Mientras el alboroto crecia, Te6filo afin6 su guitarra igual que si -Antes debo acabar este asunto, don Anselmo.
acariciara imposibles. Sus pupilas ciegas se clavaban en la distancia, bus- -lDejaras a mi ahijada viuda antes de que se case? lD6nde tienes
cando versos. Al fin su voz, traqueteada por la vida, corri6 por el local: la cabeza? Si de verdad la quieres, cuidala, porque no te encuentras
otra como ella. jNi por milagro!
Una tarde en San Fernando Alvaro lo pens6 durante un minuto entero. Los hombres bebian
se encontraron dos mancebos, en silencio, estudiando cada ademan, cada gesto, del susodicho. Era
echando mano a sus fierros evidente que le costaba obedecer. Si se va, deja su valor mal parado; si
como queriendo pelear. se queda, no lo cuenta.
Por fin, el herido enfund6 su pun.al y paso a paso sali6 de la can-
Los clientes apreciaron aquella manera de resumir la situaci6n. tina. Felipe intent6 seguirlo; su padre se interpuso.
Te6filo trasformaba tristeza, amor o muerte, en canciones que nadie -jQuitese o no respondo! -la c6lera le banaba el rostro. Las
olvidaba. Las notas quedaron suspendidas en el aire. Aguardando. sienes le latian, a punto de estallar-. jS6lo complica las cosas, pa-
dre! Tarde o temprano encontrare a ese ... jpoco hombre! y entonces

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terminaremos nuestro pleito. Usted no siempre podra interrumpirnos -Ayudame, Teofilo. Canta, bien recio.
- se limpio el sudor, rabioso. Haciendo un esfuerzo controlo su despre- -Hija de mi coraz6n, por lo que acabas de hablar antes de que salga el
cio-. Quiza me espere a que pase la boda. Si el tal por cual de Alvaro so l la vida te han de quitar.
no supo defender a la novia, menos protegera a su esposa. Con un El anciano paso su pafi.uelo por el rostro. Pero no contradijo ni
tantito de suerte, Carmela aceptara lo que yo le ofrezca. Total, ya no una palabra. Tembloroso, arrojo una moneda en el sombrero del tro-
tendra que perder. vador. Despues salio.
Aquello sento mal a los presentes. Varios pagaron, otios cogieron Felipe, pa.lido a pesar de su enjundia, apuro el resto del tequila.
sus sombreros y salieron en tropel. Unicamente Te6filo se quedo para Puso su copa sobre el mostrador y el cantinero, nervioso, lo Ueno
terminar de armar la copla: hasta el tope. El muchacho lo vacio de nuevo y, con ese apuro, el
alcohol hizo su efecto. Le calentaba la sangre y poco a poco se sintio
Cuando se estaban peleando, a sus anchas.
pues llega su padre de uno, -Esto todavia se puede componer - susurro el cantinero- . De los
hijo de mi coraz6n, arrepentidos se vale Dios.
ya no pelees con ninguno. -Estas muy equivocado. Una maldicion no la quita ni Cristo.
-Aqui intervino una tercera persona: Teofilo.
Tales palabras, en boca de un ciego, afianzaban el pasado prestan- -Nada le hace. Mi padre le ordeno que hablara por el. Sirveme
dole doble fuerza: la de la verdad y la del corrido. otro -tambien lo apuro de un trago-. i:Como te llamas?
-Felipe, oyeme bien -ya que su autoridad no bastaba, esgrimiria -Ramon, para servir a su merced.
la de Dios- hay reglas sagradas. i:Olvidaste la doctrina? i:Los Man- -i:Sabes escribir?
damientos? No desearas a la mujer de tu projimo. -Con trabajos, pero se.
-La deseare hasta que se me haga el gusto. -Pues escribe.
Entonces el hacendado palidecio. Su (mico hijo se habia con- De inmediato saco su libreta de cuentas y un lapiz.
vertido en un demonio. Una fiera a la que debia sujetar. -Me voy a morir en unas horas, ni duda cabe. Por eso hay que pre-
venir ciertos detalles. jMas tequila, pendejo! Desconfio de ti, Ramon,
Quitese de aqui, mi padre, pero anochece y no tengo a nadie a la mano. Ahi tu si no cumples con _
que estoy mds bravo que un le6n, la voluntad de un moribundo.
no vaya a desviarse mi arma -Patron, le juro ...
y le atraviese el coraz6n. -Mas bien encomienda tu alma si me engafi.as.
Con la copa entre las manos, miro hacia adelante, como si no
Livido, con toda su vejez a cuestas, don Anselmo grito: tuviera una pared, sino todo el campo ante los ojos.
-Para ti se acabo el perdon. Dios te va a castigar. Y yo ... yo tam- -"El colorado" se lo heredo a mi padre, por los disgustos que le
bien. Antes del amanecer ... cloy. En cuanto a mis demas caballos, que los venda y reparta el dinero
Las frases se le atoraban en la garganta mientras las lagrimas lo entre la indiada. 2Entiendes?
cegaban. Volviendose hacia el otro ciego, mando: -Si, patron.

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-~ -----~ - - -
-Por ning(m motive permito que me entierren en la capilla de -Ora pues. Estoy ciego. zTe das cuenta? jCiego! Ademas me da
la hacienda .. Quiero que el sol me caliente la cara; asi no muero del I le j ra hacer mandados.
todo. zEntiendes? -Bueno, yo lo cargo. Lo aviento en la primera esquina ...
-No mucho, patron. -Sosiegate, Ramon. Nos vamos a esperar a que despierte y enton-
-Pues ni falta hace. Tu escribe. Cuando acabes, lo firmo. Sirvete I vs se me ocurrira algo.

un trago y tu, Teofilo, siguele con la cancion. 11 ras mas tarde, los sobresalto.la griteria del borracho.
-jTraigan mi caballo! jAyudenme a montarlo!
Lo que le encargo a mi padre, Ejecutaron sus ordenes, pero la trifulca no paro ahi. De un
que no me entierre en sagrado, manotazo Felipe cogio la guitarra, al mismo tiempo que le tendia las
que me entierre en tierra bruta, r i - ndas a Teofilo.
donde me trille e[ ganado. -Me acompafias. Pronto va a amanecer.
El cantante ato cabitos: este pobre recuerda las palabras de
-jEso mero! ~ 1 padre. La maldicion que ya nadie puede borrar. .. Sintio piedad
r ·el muchacho.
El caballo colorado -Te acompafio.
que hace un aiio que naci6, Despacio, muy despacio, llegaron a los establos de la hacien-
ai se lo deja a mi padre da. Apenas clareaba, por eso Felipe no distinguio la sombra que se
por la crianza que me dio. separo del muro.
-Te estoy esperando desde hace mucho rato -dijo Alvaro-.
Felipe no escucho mas. Apoyando la cabeza sobre una mesa em- lTraes la navaja?
pezo a roncar como si exhalara el estertor de los agonizantes. Por toda respuesta, el aludido desenfundo.
Otta vez el circulo, los pasos titubeantes, el avance y el retroceso.
Los tres caballos que tengo Q uiza Felipe todavia estaba ebrio porque su rival le metio el acero
ai se los deja a los pobres, hasta adentro. Con un tajo fue suficiente.
para que siquiera digan: Alvaro se acerco al moribundo para escuchar su ultima voluntad.
Felipe, Dias te perdone. No hubo recomendaciones, solo una confesion:
-Todavia la quiero.
-jCallate! -Ramon vio las cataratas que tapaban las pupilas del -zA Carmela?
trovador y subitamente sintio asco, desesperacion ante la adversidad. -A esa misma -sintio frio y se arrejunto al cuerpo que le pres-
Sus nervios estallaron-. jAve de mal agiiero! Cualquiera pensaria que taba apoyo-. Tuy yo eramos masque amigos, casi hermanos.
te regodeas con la desgracia. -Eramos ...
-zQue puedo hacer? La vida es asi yyo naci para cantarla. Ademas, -No nos guardemos rencor. Cada quien defiende lo suyo ... o lo
es facil hilvanar esta historia. Falta el final... que cree suyo.
-jQue final ni que ocho cuartos! jBasta! Llevate al mentado Felipe. Cuando le cerro los ojos, los gallos cantaron. Amanecia.

28 29
Te6filo, que estaba bien atarugado, recobro el movimiento y la -Voy a cantar de pueblo en pueblo para que se conozca esta his-
lucidez. lo ri a. Pero, si dudan de mi...
-Vete, Alvaro -urgio-. Si te agarran los rurales, te friegan. -Te creeran. Yo apoyo tus palabras y nadie se atrevera a desmen-
Por segunda vez, obedecio. I irme. zEsta claro?

-lgllal que el agua, don Anselmo.


-Pule tu corrido.
Una certeza terrible impidio que don Anselmo pegara los ojos durante -Pierda cuidado; brillara, aunque sea yo quien lo sostenga.
esa larga, larguisima noche. Incluso salio al patio esperando toparse El anciano se desguanzo. Una enorme lasitud lo fue invadiendo hasta
con su primogenito. jY nada! Rezo por aquel rebelde, fanfarron, d 'jarlo vacio. Contemplo la alborada que tefiia de colores el cielo y ni
necio y valiente. si 1uiera esa belleza lo conmovio. Un sollozo se le escapo del pecho .. . pero
Al fin amanecio. Teofila le llevo la noticia. Luego, los dos regresa- ,1dolor permanecia dentro, agobiando su alma.
ron al establo. Tras esas horas en vela, la muerte no lo cogio despreve- -No es verguenza llorar a un hijo -dijo el ciego.
nido. Tampoco a quien debia su tragedia. - Ya habra tiempo - a esta hora, penso, cada dia, hasta mi muerte.
-A ver que inventas, Teofilo. Felipe murio por una de malas. Se consolaban con su cercania, con el silencio del campo. l;'eofilo
zComprendes? Tu estas ciego y no puedes captar la realidad. Quiza to mo su guitarra.
vinieron cuatreros al rancho, buscando reses bravas, o a mi muchacho -Ya tengo el final en la cabeza, patron. Ojala le guste.
lo tiro el caballo o ... aver que se te ocurre. Su voz, traqueteada por la vida, canto:
Contemplo el cadaver que todavia mostraba un gesto desdefioso
en el rostro. Bajaron al taro prieto
-jSi hubiera acatado sus ordenes, patron! El docil vive y este pobre ... que nunca lo habian bajado,
-Mientale la madre, pero no lo pobretees -antes de que Teofila pero ora si ya baj6,
replicara, el anciano revelo su tristeza-: Felipe debe dos muertes. La san- revuelto con el ganado
gre se le subia a la cabeza con demasiada rapidez y yo ... no podia seguir
tapando sus crimenes -el mismo se disculpaba con una serie dEi ra- A ese mentado Felipe
zones-. Necesitaba atajarlo; era mi responsabilidad ante Dios. Despues la maldici6n lo alcanz6:
de todo, yo malcrie al muchacho - sin embargo, no terminaba de per- en las trancas de un corral,
donarse. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, delineo sus planes-. Im- el taro se lo llev6.
pedire que abran una investigacion. Ya sabemos como se las pintan los
rurales: Trasladan al acusado a la ciudad y en el camino dizque intenta Ya con esta me despido
huir. Ley fuga. Siempre los devuelven con un tiro en la espalda. de usted y toda la gente.
- Y a usted le molestaria que la nifia Carmela se quede viuda. Esta le puede pasar
-Exacto. No eres tan pendejo, Te6filo. a un hijo desobediente.
El ciego se rasco' la nuca, meditabundo.

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-Respeta a los muertos. Corrige eso del "mentado". El HIJO DESOBEDIENTE
-Usted disculpe, patron; asi cuadran las silabas. Mas ... jpalabras
hay tantas! Solo necesito escogerlas -hizo algunos ensayos. Todavia ras- Un domingo en San Fernando,
se encontraron dos mancebos.
gaba las cuerdas al murmurar-: Perdone el atrevimiento ... Despues de
Echaron mano a sus fierros,
todo lo que ha pasado, zconsidera que Alvaro hara feliz a su ahijada?
coma queriendo pelear.
-Mas le vale, Teofila.
-Entonces, mejor nos apuramos para llegar a misa de dace Cuando se estaban peleando,
porque el sefi.or cura va a anunciar la boda. que llega el padre de uno.
Hija de mi coraz6n,
ya no petees con ninguno.

Quitese mi padre de aqui,


que estoy mds bravo que un le6n,
no vaya a desviarse mi arma
y le atraviese et coraz6n.

Hija de mi coraz6n,
por lo que acabas de hablar,
antes de que salga el sol,
la vida te han de quitar.

Lo que le encargo a mi padre,


que no me entierre en sagrado,
que me entierre en tierra bruta,
donde me trilte et ganado.

Con una mano de fuera


y un papet sobredorado,
con un letrero que diga:
Felipe fue desgraciado.

El caballo colorado
que hace un aiio que naci6,
ai se lo deja a mi padre
por la crianza que me dio.

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I'

J
l
I
'

De tres cabaltos que tengo,


ai se !os deja a !os pobres
para que siquiera digan:
"Felipe, Dias te perdone".
[ YO SOY ESE MEXICANO ]
Bajaron al taro prieto
que nunca lo habian bajado,
pero 'ora si ya baj6,
revuelto con e! ganado.

A ese mentado Felipe


la ma!dici6n lo a!canz6: El peri6dico anunciaba con grandes letras: II I
en !as trancas de un corral,
el taro se lo !!ev6. LA CABEZA
DEL FAMOSO BANDIDO I
Ya con esta me despido JOAQUIN MURRIETA
de usted y toda la gente. se exhibira en Stockton House, California, I

Esta le puede pasar a partir del 19 de agosto de 1853.


a un hijo desobediente. I
Entrada: $ 1.00

Diecisiete perscmas, incluyendo a un sacerdote cat6lico, firmaron el


acta donde constataban que aquella cabeza pertenecia al bandolero. I

Por lo tanto, el capitan Harry Love y sus Texas Rangers cobraron la mag- I

nifica suma de mil dolares. La repartieron entre el grupo y todavia sobr6


para festejar tan heroica hazafi.a con whisky.
Espere dos horas para entrar al recinto. Durante ese tiempo los orga-
nizadores recuperaron parte de su inversion, sobre fodo con las mujeres.
Algunas se desmayaban al ver aquel despojo sangriento y sus acompa-
fi.antes debian sacarlas al aire libre para administrarles sales curativas.
Despues, dominando sus nervios, compraban otro boleto, entraban
y observaban al forajido . Permanecian ahi, inm6viles, fascinadas I
por el horror.
El decapitado era un tipo extraordinario. A traves del alcohol, en
que flotaba lo (mico que quedaba de el, se vislumbraba su piel more-
na con reflejos cobrizos. Sus cabellos largos, negrisimos, ondulaban

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I
I
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apenas iluminados por lamparas de gas. El bigote cubria unos labios toridades. Mas bien porque nos discriminan y maltratan, nos impiden
que parecian sonreir y los ojos ... los ojos eran cosa aparte. Hundien- trabajar, nos quitan casas y ganado en nuestro propio suelo. Y eso no
dose en la distancia, buscaban esa tierra que siempre llamo suya. iba a permitirlo. iDe Mexico es California, porque Dias asi lo quiso!
Escondido tras un altero de sillas, aguarde a que los espectadores se Joaquin estaba furioso. Echaba tantas burbujas que me impedian I
fueran. El velador no se molesto en revisar los rincones pues, zquien se distinguir su cara. Mientras llegaban a la superficie, prosegui:
iba a robar esa cabeza si ya habian cobrado el premio por su captura? -Sin embargo, accedio a hablar ingles, en vez de atrincherarse
Una vez a solas, me acerque a Joaquin. El alma de aquellos que no tras el espanol.
,I
entierran en camposanto revolotea alrededor del cuerpo. zY que mejor - Mire, valedor, al enemigo hay que rendirlo con sus propias ar-
I

que una cabeza, donde se guardan los recuerdos, para permanecer un mas. Yo no soy tan menso como ellos, que pronuncian mal y pala-
rato mas sobre la tierra? Quitandome el sombrero, le dije: brean peor su propia lengua -me midio con los ojos- . Escriba que yo
-Al menos, cumplio su juramento. no soy americano, pero comprendo el ingles. Yo lo aprendi con mi hermano, al
- Nada de al menos. Porque soy cumplidor estoy aqui, tranquilo, I
derecho y al reves, y a cualquier americano lo hago temblar a mis pies.
esperando que me entierren. Aver cuando se cansan estos mendigos Obedeci. Mi pluma volaba sobre el papel. Al fin me detuve.
i
gringos de jugar con un cadaver. - zPor que emigro a un pais, perdon, perdon, digamos ... a una I
- Por lo pronto, aclareme algunas dudas. Quiero escribir un corrido region donde hay tanto gringo despreciable? I
sobre usted, si no le molesta. -Yo me vine de Hermosillo en busca de oro y riqueza. La historia
- Al contrario. Ojala se conozca su version porque mis asesinos de siempre. Nos moriamos de hambre y del norte llegaban noticias
se pintan como blancas palomas y a mi me tildan de cuatrero y arbi- deslumbrantes: joro, montones de oro en California! Con estirar una
trario. Dios es mi testigo: nunca saque ventaja de los debiles y defendi mano nos volveriamos ricos. Mis suegros pusieron como requisito que
a las mujeres. me casara con su hija, si me iba a acompaflar. Accedi. A todo podia I
I
Escribi febrilmente esa frase. Despues, empece por lo obvio: enfrentarrne, menos a nuestra separacion. Ya me habia acostumbrado
- zDonde nacio? a su cuerpo, a su olor, sus labios y piel. La queria, la llevaba den- I

- En Sonora, en 1829. Me dejaron vivir bastante poco. tro, tanto, a tal grado, que cuando me la mataron, de una buena vez
-Tambien se vive en el recuerdo. acabaron conmigo. Pero eso viene despues. No adelantemos visperas. I
- Y de recuerdos. Corrija lo que cuentan: que mis padres vienen ·, llusionados, mi hermano, tres cunados y nosotros dos, cogimos nues-
'1
de Chile. jMentira! No soy chileno ni extraiio en esta tierra que piso y en mi I tros sarapes, un caballo y echamos a andar. Y... la historia de siempre.
sarape cosida traigo mi fe de bautizo. Uno llega al mentado paraiso y se enfrenta a esta realidad: miseria,
-La saco para casarse. desden, injusticias contra el emigrante; aunque, como le digo, yo creia
-Esta bien enterado. que viajabamos dentro de nuestro pais. zEn que cabeza cabe que iba a
-En esta tierra que piso ... siernpre afirrno que los territorios que se respetar que por un pinche tratado perdieramos lo nuestro?
perdieron en la guerra, nos siguen perteneciendo. - Y el gobierno americano puso precio a su cabeza.
- Y lo pague muy caro. Se la barajo mas despacio para que nos - Un recurso muy eficiente; acabar con cualquiera que se les opone.
comprendamos. El gobernador me avento la caballeria pesada pues, Cuantimas si es prieto. Al indio noble y sencillo lo defendi con fiereza .
segun el, por causa mia mucha gente se andaba alzando contra las au- i - Apenas llego, debio senti~ nostalgia por lo que quedaba atras. Ill

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• I

..
-Atras quedaban tristezas. Cuando apenas era un niiio, huerfano a mediable-. Luego, los rangers me tendieron una emboscada. Yo escape; a
mi me dejaron. Yo no tuve ni un cariiio ... mi cunado, el mas chico, lo torturaron hasta que confeso donde encon-
Sus lagrimas aumentaban el nivel del agua. Temi que se desbordaran trarme. Cincuenta fueron en mi busca -sonreia con alga muy parecido
o que alteraran la consistencia del alcohol. Par eso cambie de tema: al triunfo--. Me lleve a varios par delante. Esta encabron6 a Harry Love,
-Segun calibro, lo recibio mal este pai... esta region. quien me solt6 todas las balas de su rifle. El mismo me corto la cabeza.
-2Mal? Pesimo. Encontramos una mina y el notario dizque perdio los -2Cree que su sacrificio fue en balde?
papeles que avalaban nuestra propiedad. Cuando abrimos los ojos, estaba Se qued6 pensando un buen rato.
escriturada a otro nombre. No les basto. Llegaron de noche y rodearon -Pues mire, en lo personal vengue a mi esposa y eso me ayud6 a
la casa que habiamos construido de a poquitos. Le prendieron fuego. A seguir viviendo; a un nivel mas amplio, mi muerte fue inutil. Lo admito.
mi hermano lo colgaron. Tambien a mis dos cunados. Como se les acabo Al gobierno mexicano le importa un carajo lo que pasa a la gente que se
el mecate y no querian bajar los cuerpos, solo me .azotaron, hasta que mi quedo en Texas, Arizona, Nuevo Mexico o California. jCuanto perdimos!
espalda se convirtio en jirones. Un masacote rojo. Luego ... a mi esposa Car- No solo en tierras, tambien nos robaron idioma, religion, identidad ...
melita, jcobardes!, la asesinaron. hasta el honor. Nos lo arrebataron porque estabamos demasiado ocu-
Murrieta cerro los parpados; aquel dolor no lo aliviaban las lagrimas. pados poniendo y quitando presidentes, sin un caudillo que guiara a la
Recorde detalles de mis investigaciones ... alga que Joaquin· nunca iba a naci6n. Y, mientras sigamos asi. .. quien sabe d6nde vayamos a parar.
confesar: A Carmelita la violaron frente a el, uno par uno, hasta que la po- -Perdone que lo contradiga, sefi.or Murrieta. Su muerte vali6 la
bre ya ni siquiera pudo suplicarles que la mataran. Hasta que solo se volvio pena. Usted se opuso a los desmanes de los victoriosos. Con su actitud
para mirarlo mientras ellos le cumplian aquel ruego. hizo ver que el vencido tiene dignidad ... aun indefenso, conociendo lo
-Entonces usted hizo el famoso juramento. que le espera. Usted prefiri6 la muerte a dejar tanto crimen impune.
-Si, dame venganza coma una oracion, coma lo mas sagrado Pasamos otro rato en silencio. De pronto, me crujieron las tripas
-hablo quedo. En el silencio, sus palabras me traspasaron-. A esos de hambre.
desgraciados, Dias jamas les haria expiar su culpa con la crueldad -Amanece -le dije-. Debo irme.
que merecian. Yo me aboque a tal obligacion -se perdio en el ayer, -Gracias par ayudarme a pasar Las horas.
rememorando tan terrible escarmiento-: Me he metido en cantinas, Senti que me apreciaba. Esa platica nos hizo amigos, par eso le
castigando americanos. Tu seras el capitan que mataste a mi hermano, lo hable de tu.
agarraste sin defensa. -lQuiere~ agregar alga, Joaquin?
Decia "americanos" igual a un escupitajo, al pear insulto. Y no -Me gustaria que la gente me recordara y, conmigo, una etapa
menciono a su esposa. Era demasiado doloroso. Su alma, si acaso dolorosa de nuestra historia. Quizas entonces les duela tantit~ el alma
rondaba el frasco, seguro habria estallado en pedazos. y aprendan de nuestras tarugadas.
-Durante tres afi.os cobre esa deuda y mis act6s tuvieron una meta -A tus enemigos no les conviene. Borraran tu leyenda.
-prosiguio. Quiza sentia urgencia par terminar. Los recuerdos ayudan -jPon remedio! En eL ultimo verso del corrido menciona mi nom-
a vivir, pero tambien matan-: Yo me pasee en California por el aiio del cin- bre y mi nacionalidad. Los dos deben decirse con el mismo aliento y el
cuenta, con mi montura de plata y mi pistola repl.eta. La gente me respetaba. mismo orgullo, para que yo descanse en paz. jAunque sea en este frasco!
Me volvi su escudo. Luche contra la injusticia. Frente a mi, ni el mas gallo -Aqui te va. Conste que uso tus palabras: Con mi montura de
se atrevia a faltarle a una mujer -trago saliva, preparandose para lo irre- plata y mi pistola repleta, yo soy ese mexicano de nombre Joaquin Murrieta.

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[ JUSTICIA MEXICANA ]

Don Agustin le paso la cigarrera a su colega Erasmo Ceballos. El juez


no se hizo del rogar: escogio un habano, dispuesto a disfrutarlo mien-
tras estudiaban el caso.'
-No es la primera vez que esto ocurre, ni sera la ultima -afirmo
don Agustin, iniciando la estrategia para salvar a su cliente-. Las
mujeres propician los crimenes pasionales. Estamos de acuerdo,
lverdad? Donde hay una hermosa, existe un posible adulterio o una
probable traicion.
-Cierto. Lo he comprobado ejerciendo mi oficio. jCuarenta afi.os
en los tribunales, Agustin! -Ceballos, se recargo en el sofa. Era un
viejo de bigote y cabellos canos, cuya presencia imponia respeto-. De
cualquier manera, apoyaremos nuestra teoria con ejemplos concretos.
-lTe parece bien el asunto que causo tanto revuelo en 1870?
-1872-rectifico, en voz baja-. LLos amores entre Elena Ponce de
Leon y Fernando Massurie, el frances?
-jExacto!
-Fue un caso sonadisimo. Lo estudiamos en la Facultad de
Derecho. Hasta inventaron un corrido que todavia cantan.
-Si, los corridos se estan convirtiendo' en una pesadilla. Ya saca-
ron el de Hipolito, mi defendido, y la sefi.orita Alvirez.
-La victima.
El abogado dejo pasar el comentario. Su intencion era, precisa-
mente, que su amigo el juez no catalogara a Rosita como una joven
indefensa y pura.

43
-Lo venden a centavo por hoja. Aun tan caro, la plebe lo compra. -Elena envio al caporal con una peticion irrisoria: el franchute debia
A eso llama yo morbosidad. jVersos ramplones, musica estridente! desviar el rio para que ella regara sus tierras y doblara ganancias. Fernando
-Unidos a un tema estupendo. El corrido es la memoria de la in- no desdeno tan loca propuesta. Simplemente exigio que Elenita lo visi-
diada, Agustin. Festeja a sus heroes y los acontecimientos que desconoce tara. Asi que, ni tarda ni perezosa, se engalan6. Imaginate ... jcontemplarla
la historia oficial, por eso pienso que el asesinato de Rosita nunca se en su alazan, con aquel aire de reina! jPobre Massourie! Lo deslumbro,
olvidara. Al menos tardara muchos afi.os -fumaron sus habanos con Erasmo. Como si apareciera el sol a media noche.
lentitud y ceremonia-. Retomemos el punto que nos interesa. ' -Oye, sospecho que tus amores infantiles siguen vigentes.
-Cuando Bazaine regreso a Francia, no todos sus oficiales lo si- Don Agustin se hizo el sordo.
guieron -dijo don Agustin escogiendo las palabras. Su poder de per- -Niel, ni yo, hubieramos podido negarle nada. jEra demasiado
suasion debia influir en el juez, pues esa platica, al parecer superficial, bella! -dos suspiros estremecieron su pecho-. Fernando cumplio aquel
dictaria la libertad o la prision de Hipolito-. Algunos franchutes es- ruego y varios mas. A cambio la sedujo. Vio a dona Elena en su finca y de
taban casados con mexicanas, otros temian la guerra que se avecinaba ella se enamor6, sabiendo que su marido por un crimen se ausent6.
en Europa ... Quiza por semejantes motivos prefirieron quedarse aquL -jMalo que el duefi.o no cuide su prenda!
Yo pienso que, aderrias, Mexico posee algo·indefinible. Sus paisajes y -Dona Elena se hizo fuerte, pero al fin correspondi6, porque era un
su sol borran la nostalgia de patrias lejanas. hombre bravio don Fernando ... iY la perdi6!
-Si mal no recuerdo, Fernando compro una hacienda por el Ba- -i_Hubieras deseado estar en los zapatos del desertor? -bromeo
jio y pronto se hizo rico. el juez.
-A pesar de ser extranjero. Las atrocidades cometidas por muchos -En aquellos entonces yo era un chamaco. Ante esa mujer, ignoro
invasores todavia estaban frescas en la memoria. Pero el se llevaba bien que habria hecho -tras breve pausa, el abogado defensor reanud6-:
con sus vecinos. Ya hacia tiempo que se amaban, don Fernando y dona Elena, cuando a
-Entre los que destacaban Benito y Elena Ponce de Leon. Benito avisaron los dos hermanos Barrena.
-Precisamente ... la bella Elena. jAh, que mujer! Con decirte queen -i_Y esos? i_Que vela tocan en este entierro?
mi nifi.ez la veia como una diosa, Erasmo. Fue mi primer amor ... iY yo -Aquel adulterio era publico. Por lo tanto, se les ocurrio la bajeza
tenia seis afi.os! -don Agustin acerco el cofi.ac a sus labios, para paladear de extorsionar a Elena. Discrecion como pago a sus favores.
licor y recuerdos-. Seguramente Monsieur Ferdinand Massourie fue tes- -Ignoraba ese detalle, nadie lo menciono en el juicio.
tigo de los pleitos entre esa hermosa y su marido. -Tampoco hubo testigos de la entrevista ... Quiz.is Elena insulto
-Tambien hubo un fraude. a esos infelices, desde luego los echo de su casa. El resultado fue que
-Cierto. Benito salio huyendo. De otra manera, sus acreedores ese par de truhanes, mal nacidos, jpoco hombres!, llevaron el chisme
lo habrian metido a la ea.reel. Abandono propiedades, mujer e hijos. al cornudo; tambien donde hallar a su rival.
Elena, que tenia las faldas muy bien puestas, lo sustituyo en la ad- -Segun el expediente, Benito fue a Jerez y en el camino esper6 a don
ministracion de la hacienda. Esto implica ganado, cosecha, peones, Fernando. Le disparo por la espalda -dijo el magistrado.
servidumbre, ventas y cobras. Sola jam.is lo habria logrado; mas el -jCobarde!
diablo interpuso al frances. -Adujo lo siguiente: no tenia por que tratar dignamente a quien
-i_Asi se conocieron? mancho su honor.

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-Yo deduzco, Dios me perdone si caigo en un error, que tuvo suyos? zLes entreg6 apellido y carifio cuando pertenecian a un aman-
miedo. El franchute era buen espadachin y excelente tirador. En un te de su mujer porque ... quien le garantizaba que ese tal por cual,
duelo, habria matado a Benito con una mano en la espalda. Elena hu- Massurie, era el primero y el unico?
biera recuperado su libertad ... y quiza su dicha. -No te puedo perdonar. ;Que te perdone el [ranees, don Fernando,
-Ya ni llorar es bueno, Agustin. Dejemos las elucubraciones tu querido!
para otra ocasi6n. Elena se debatia pidiendo piedad a gritos, a quien piedad no tenia. Mi-
-De acuerdo. El [ranees qued6 tirado, muy cerca de la barranca y caela, la nana, despert6 creyendose en medio de una pesadilla. Sali6
don Benito, iracundo, mont6 su briosa potranca. Regres6 enfurecido para su del cuarto y corri6 al jardin. Ahi permaneci6, atontada, observando a
pueblo natal. En la puerta de su casa se procur6 serenar, pues de lo con- sus patrones; ni siquiera not6 que los nifios la seguian.
trario despertaria a la servidumbre. Sabia que los peones adoraban a Elena gir6 de pronto. Descubrir a sus hijos aument6 su 3:nsie-
Elena, que la defenderian aun contra el mismo. Abri6 la verja de hierro dad, hasta llegar al paroxismo.
y despacio se meti6, trillando plantas y flares. Atraves6 los pasillos, pas6 -Toma, criada, estas criaturas; se las tlevas a mis padres. Ellos los
frente a la recamara de sus hijos y al fin lleg6 a su destino. Abreme la protegeran. jLlevatelos! jAhora, ahora mismo!
puerta, Elena, que vengo todo rendido, que me persigue de cerca don Benito, El marido intervino con la mayor sangre fria:
tu marido. Ella titube6. Esa voz surgia del pasado, de una vida que des- -Obedece a la sefiora. Si mis suegros preguntan par Elena, les dices
cart6 en un arrebato de lujuria y soledad. No es de Fernando el acento. que nada sabes.
Los golpes se repitieron. Abreme la puerta, Elena. Golpes urgentes. Ese Micaela agarr6 a los muchachitos. Los nifios estaban aterrados.
apremio despertaba emociones a flor de piel: culpa, miedo a mayores Sin saber la raz6n se resistian. Debian permanecer ahi. j~hi! Aunque
escandalos ... Abreme, sin desconfianza. Soy Fernando. Nunca se habia su madre los echara.
atrevido a tanto. zAnsiaba poseerla en su casa, en su propio lecho? Soy La contemplaron. Su camis6n casi transparente le daba un aire
Fernando, no lo dudes, dueiia de mi coraz6n. Al fin le hablaba como solia, fantasmal. Ese hombre ...
con ese fervor que derrotaba cualquier reticencia, hasta la decision -jPapa!
de concluir aquellos amores aun si despues ya no habia motivo para Ese hombre la amenazaba. Lo esperaron un afio entero, pre-
seguir existiendo. Regreso para decirte que nos han hecho traici6n. Eso la guntando continuamente cuando regresaria.
sacudi6. jFernando esta en peligro! Fue lo (mico que pens6, lo (mico -jPapa, papa!
qU:e importaba. Al abrir la media puerta, se le apag6 el candil. En esa El hacendado, dudando de su paternidad, les volvi6 la espalda.
oscuridad, no pudo identificar a su amante. Un presentimiento la Como si no existieran. Ni siquiera les evit6 la escena que jamas
estrujaba: este no es Fernando. olvidarian. De un rifle de dieciseis con tres tiros la mat6.
Tomandole las manos, Benito la arrastr6 para el jardin. Entre las som- Don Agustin tard6 varios segundos en volver al presente. Suspi-
bras de los arboles, descubri6 sus intenciones: Elena, soy tu marido que rando, apag6 el habano.
vengo en contra de ti. Le anunciaba su muerte. Perderia hijos, juventud, -Locura temporal -opin6 el juez.
riqueza, hermosura. -Vestida de blanco estaba, que parecia un serafin. Se derrumb6 entre
-Perdona1 esposo querido, perdona mis desventuras. Mira, no lo hagas las flares, coma si fuera a dormir -la realidad le pesaba igual a un fardo.
por mi, hazlo por mis dos criaturas. Debi6 decir "nuestras". Benito sinti6 Tras otro suspiro se rehizo, dispuesto a ejercer su oficio-. Me agrada
que le clavaba una daga en el pecho. zEsos nifios ni siquiera eran que concordemos, Erasmo. Demencia temporal. Es el argumento que

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esgrimire cu'a nd9 presente el ea.so de Hipolito ante la corte. Hay mu- Juez y defensor miraron el techo, recordando el burdel donde
chas concordancias: las dos mujeres recibieron el mismo numero de pasaban momentos deliciosos. Se llamaba "El paraiso".
balazos; muertas, parecian sonar; eran h~rmosas y casquivanas. -Piensalo -prosiguio don Agustin-. Me parece la solucion per-
-Esos tres tiros implican premeditacion y alevosia. fecta: Hipolito se regenera, casas a tu nieta y yo me r~tiro invicto.
-A los acusados se les obnubilo el juicio. En ambos casos. Evidente- Jamas he perdido un caso.
mente, no estaban en sus cabales. El primer tiro se les escapo, estoy seguro. -Ni creo que lo pierdas -ambos alzaron las cop as para brindar.
Luego perdieron la nocion de sus actos y apretaron el gatillo. jA degas, sin Aquel cofiac frances era una verdadera delicia.
la intencion de matar! 2Los condenarias por un mero accidente?
-No revuelvas las cosas. Elena era esposa de Benito. Hipolito ni Un mes despues, Erasmo .C eballos estudiaba el caso.
siquiera pretendia a Rosa.
-Te equivocas. La noche ... del accidente, iba a ofrecerle matrimonio. Rosita ya estci en el cielo,
-2Un noviazgo secreto? dando cuentas al Creador.
-Ya sabes como son los jovenes, se mandan solos. Paso de moda Hipolito estci en la ccircel
solicitar permisos a los padres. dando su declaraci6n.
-La opinion publica c:sta en contra de tu defendido, Agustin.
-Opiniones van yvienen. jNi prestes atencion! Para cimentar el caso Tras muchos vericuetos legales, el acusado salio libre. Al igual
tengo un testigo. Su declaracion comprobara la liviandad de Rosita. que Ponce de Leon en 1872, sento cabeza. A los cuantos meses con-
-Los testigos se compran. jNi presto atencion! trajo matrimonio, engendro varios hijos, hizo magnificos negocios ...
Don Agustin comprendi6 que estaba irritando al juez. Debia jugar en resumidas cuentas, Hipolito y Benito fueron felices.
su mejor carta. Tanteando el terreno, asento con fingida displicencia:
-Hipolito aprendio su lecci6n: nunca mas cortejara a una coque- Aqui termina el corrido
ta -sorbio su cofiac para despues atacar a fondo-: Pretende conocer de justicia mexicana.
a una sefiorita decente ... tu nieta Soledad, por ejemplo. Es rico; tiene Con un poquito de ingenio,
un apellido de abolengo. Sus tierras y las tuyas colindan. nadie pierde: todos ganan.
-Suena atractivo, pero hay un obstaculo. Mi nieta siempre ha
querido meterse de monja.
-lmpidelo. Es tu unica heredera. 2Que, no deseas consolidar tu
hacienda o ten er bisnietos? Todavia estas entero, redo. La vida puede
darte grandes satisfacciones.
-2Y si Chole no cumple las exigencias del marido? Tu me entien-
des, 2verdad? Si en la cama es demasiado recatada ...
-Todos, de vez en cuando, viajamos a la capital por asuntos ur-
gentes: negocios, prestamos, contratos. Tras esas visitas regresamos
tranquilos, con animos para enfrentar nuestros problemas. 2Que
habra alla que no encontramos aca?

48 49
DONA ELENA Y DON FERNANDO, EL FRANCES Llegando al plan de Barrancas,
sin saber c6mo ni cudndo,
Fue don Fernando, el [ranees, se encontr6 con don Benito,
un soldado muy valiente el mentado don Fernando.
que combati6 a los chinacos
del Mexico independiente. Vuela, vuela, palomita,
vuela si sabes volar,
Se estableci6 en el Bajio y avisale a dona Elena
cuando Bazaine sali6 que ya la van a matar.
y en los trabajos del campo
muy pronto se enriqueci6. Benito, pistola en mano,
y un rifle de dieciseis,
Vio a dona Elena en su finca
le acert6 cuatro balazos
y de ella se enamor6, a don Fernando, el [ranees.
sabiendo que su marido
por un crimen se ·ausent6. El frances qued6 tirado,
muy cerca de la barranca,
Dona Elena se hizo fuerte, y don Benito iracundo,
pero al fin correspon:di6, mont6 su briosa potranca.
porque era un hombre bravio
don Fernando y la perdi6. Se regres6 enfurecido
para su pueblo natal
Noche a noche tenian citas y en la puerta de su casa
donde gozaban su amor. se procur6 serenar.
Y entonaban sus canciones
mancillando asi su honor. Abri6 la verja de hierro
y despacio se meti6,
Ya hacia tiempo que se amaban, trillando plantas y [lores,
don Fernando y dona Elena, hasta la puerta lleg6.
cuando a Benito avisaron
los dos hermanos Barrena. Abreme la puerta, Elena,
que vengo todo rendido,
Una noche tempestuosa, que me persigue de cerca,
con Benito fue a Jerez, don Benito, tu marido.
y en el camino esper6
a don Fernando, el [ranees. Abreme la puerta, Elena.
Abreme, sin desconfianza,

so
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que soy Fernando, el frances,
venido desde la Francia. Toma, criada, estas criaturas,
se las tlevas a mis padres
iQuien es este caballero y si preguntan de Elena,
que mis puertas manda abrir? les dices que nada sabes.
No es de Fernando el acento,
pues que se acaba de ir. Hincada entre bellas flares,
Elena se debatia,
Soy Fernando, no lo dudes, pidiendo perd6n a gritos,
dueria de mi coraz6n, a quien piedad no tenia.
que regreso par decirte
que nos han hecho traici6n. ;Ay, pobrecita de Elena!
;Ay, que suerte le toc6!
Al abrir la media puerta, De un rifle de dieciseis
se les apag6 el candil con tres tiros complet6.
y tomdndole las manos,
la arrastr6 para el jardin. Vestida de blanco estaba,
que parecia un serafiri,
Oigame usted, don Fernando, y se cay6 entre !as flares,
aunque no me importe a mi, coma si fuera a dormfr.
itiene usted amores en Francia
a quiere a otra mds que a mi? Ya termine de cantar
los versos de dona Elena.
No tengo amores en Francia, Par mancillar su honor,
ni quiero a otra mds que a ti. sufri6 tan terrible pena.
Elena, soy tu marido
que vengo en contra de ti. A los hombres atrevidos
que les sirva de experiencia
Perdona, esposo querido, y no enamoren casadas,
perdona mis desventuras. par no manchar su conciencia.
Mira, no lo hagas par mi,
hazlo par mis dos criaturas.

No te puedo perdonar.
Me tienes muy ofendido.
Que te perdone el frances,
don Fernando, tu querido.

/
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53
[ MAQUINA 501 ]

-En lugar de estatuas, calles y escuelas con su nombre, y ese titulo que
llena de orgullo a los sonorenses, "Heroe de la humanidad", preferiria
tener a mi hijo aqui, para que me cerrara los ojos. Pero, ique se le va a
hacer!, Dios dispuso otra cosa.
El visitante esper6 pacientemente a que dona Rosa se recobrara.
-Me cost6 mucho trabajo criar a Jesus y a sus siete hermanos,
cuando mi esposo Francisco tuvo a bien morirse. El descans6; yo debi
tallarme el lomo lavando ropa y ni asi alimentaba a mis criaturas.
Por eso me vine a Nacozari, con la esperanza de que mis muchachos,
los mayorcitos, se metieran a la mina y me ayudaran a mantenerlos.
,Cree usted que foe mera coincidencia ... o Dios ya lo habia planeado?
A todos les gustaba la mecanica. En vez de sonar con una parcela de
tierra, andaban enamoriscados de trenes, bombas hidraulicas, calde-
ras ... -de repente se interrumpi6-. Perdone que no le haya ofrecido
una limonada o un tecito. Con la platica se me foe el santo al cielo.
-Nose preocupe, dona Rosa. Continue, por favor.
La anciana llam6 a gritos a una de sus hijas. Al poco rato el cafe,
en pocillos, humeaba sobre la mesa.
-Jesus era el mas chico, mi consentido. No me da vergiienza decir-
lo. A el lo mantuve cerca porque nuestra pobreza habia disminuido
poco a poco. Hasta los diecisiete anos entr6 en la Compania Minera
como aguador, pero era muy echado pa' delante. Al poco tiempo lo
ascendieron a controlador de frenos y luego a bombero. A los veinte

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trabajaba como ingeniero de maquinas. jlmaginese! A mi se me llena- -Mi hijo todavia avanzo con el tren ... Antes de llegar al seis, alli
ba la boca al mencionarlo. Sabia que mis vecinas me tenian envidia y termin6 su vida. jCuanto lo extrafi.o!
quiza Dios me castigo por mi vanidad. -Aunque nadie puede sustituirlo, quiza la reconforte pensar en
Se quedo callada. El historiador intento reanudar la conver- las vidas que salvo -hizo una pausa para ordenar los datos recaba-
sacion; de otra manera, la octogenaria se perderia entre sus penas. dos-. La carniceria en el kilometro seis fue impresionante. La gente
-Segun 'tengo entendido, era un domingo, como a las tres de la tarde ... que habia construido sus casas a lo largo de las vias, murio. Trece en
-Si, sefi.m, a esa hora precisamente -un suspiro se mezclo al aroma total. Un pedazo de metal, a cien metros de la explosion, atraveso
del cafe-. Estabamos en la cocina, terminando de comer. Jesus me aca- a un nifi.o.
riciaba las manos ... era el unico que lo hacia pues, por estos rumbos, los -Del almacen no quedo nada -afi.adio la anciana, como ausente-.
hombres rara vez expresan su carifi.o. 0 quiza me endulzaba la pildora Ni del tren. El motor cayo muy lejos y, entre carros despedazados mis
antes de darme esa mala noticia: "Dentro de pocos momentos, madre, tengo muchachos encontraron a Jesus. Identificaron a su hermano por las bo-
que partir. A Alberto Biel, el aleman, lo llevaron al h~spital. Voy a tener tas. A mi no me dejaron verlo. Dijeron que mas valia que lo recordara a
que trabajar en domingo". No, hijo, le adverti, esta prohibido por la caballo, sonriendo. jEra muy guapo! Dios se lleva a los mejores.
Iglesia. "Ya engrasaron la maquina", repuso. "Y el cobre necesita embar- -Con ese acto heroico Jesus salvo a esta ciudad. Por eso lleva su
carse o perderemos el pedidq". Pues no, me enterque, usted obedezca. apellido: Nacozari de Garcia.
En esas llego Francisco Rendon, jadeando por la carrera. Se veia harto -Tampoco me consuela. '
nervioso. "Jesus", -dijo-, "el contenedor se descompuso. No podemos -Ni a usted, ni a los ferrocarrileros. Segun me comentaron, su
sofocar las chispas". Nos levantamos de la mesa tan aprisa que volcamos hijo era un hombre generoso, leal, muy apreciado por sus jefes ... Y no
las sillas. Yo quise pararme ante la puerta, atajandole el paso, pero mi es que hablen bien de los muertos -puntualizo, enfatico-. Aqui en el
hijo fue mas rapido. Salio... -dona Rosa contemplaba el vacio. Su voz norte, solo se canta a quien llevamos en el corazon. Jesus ha inspirado
se quebro; pronto terminaria en llanto-: Cuando lleg6 a la estaci6n, el tren varios corridos. El que mas me gusta es este: Maquina quinientos uno, la
ya estaba silbando y un carro de dinamita ya se le estaba quemando. "jSi seran que corri6 por Sonora.
pendejos!", rugio Jesus. ''Ocasionaron una perdida de vapor y pusieron Pudo callar, pero cedio a la vanidad desplegando sus am~lios
los carros con explosivos justo atras de las calderas. ,Quien responde conocimientos:
por esto?" Todos guardaron silencio. Entonces mi hijo subio al tren -La construyo, en exclusiva, la Porter Company, de Pennsylva-
junto con un fogonero. Entre los dos lo echaron a andar, despacio, muy nia. Nunca hubo otra que la igualara.
· despacito. El fogonero le dice: Jesus, vdmonos apeando, mira que el carro de -Tampoco a mi hijo.
atrds ya se nos viene quemando. -Por eso, los que no suspiran, Horan.
La anciana permanecia callada, por lo que el historiador tomo el jQue frase!, se felicit&. Como resultaba imposible superarla, el
hilo del relato: visitante cogio su sombrero y se puso de pie.
-Jesus Garcia le contesta: Yo no quiero ser la causa de que muera tanta -Gracias por la platica, sefi.ora. Me permitio conocer el lado hu-
gente. Sin embargo, no impuso su criteria. "jSalta!", ordeno a su subal- mano del valiente.
terno. "Tu tienes mujer e hijos; yo no." El fogonero obedecio: rodo por -Gracias a usted. Cuando hablo de Jesus, siento que me oye.
un declive y luego se refugio tras una loma. jHan pasado tantos, tantos afi.os! Mas yo sigo mentandolo porque, si
La anciana toco la cruz que pendia de su cuello. no recordamos a los muertos, de verdad se mueren.

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MAQUINA501
Desde ese dia inolvidab[e
tu te has ganado la cruz,
Maquina quinientos uno,
tu te has ganado las palmas,
la que corri6 par Sonora,
eres un heroe, Jesus.
Par eso los garroteros
el que no suspira, llora.
Mdquina quinientos uno,
la que corri6 par Sonora,
Era un domingo, seiiores.
par eso los garroteros
Como a las tres de la tarde,
el que no suspira, llora.
estaba Jesus Garcia
acariciando a su madre.

Dentro de pocos momentos,


madre, tengo que partir,
del tren se escucha el silbato,
se acerca mi porvenir.

Cuando lleg6 a la estaci6n,


un tren ya estaba silbando
y un carro de dinamita
ya se estaba quemando.

El fogonero le dice:
Jesus, vdmonos apeando,
mira que el carro de atrds
ya se nos viene quemando.

Jesus Garcia le contesta:


yo pienso muy diferente.
Yo no quiero ser la causa
de que muera tanta gente.

Le dio vuelta a su vapor,


porque era de cuesta arriba,
y antes de llegar al seis
alli termin6 su vida.

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[ LA MUJER QUE EL SARGENTO
IDOLATRABA]

Ademds de ser valiente era bonita, por eso se lo dijo antes del primer beso.
-Yo no sirvo para un solo hombre, Eulalia. Te lo advierto .
.-;-zPues que le voy a hacer? Apenas te vi me encadenaste a tus ojos.
Cuando llegue el momenta, ya me las arreglare.
El momenta tard6 ... porque la pasi6n era mu cha. Huba tiempo
de que dle mostrara su ·querencia. Desde lo insignificante (le llevaba
cubetas de agua tibia y se quedaba ahi, con los brazos cruzados, aguar-
dando a que se quitara el rebozo, las enaguas y deshiciera sus trenzas.
Entonces la contemplaba desnuda. Tras muchos ruegos, -jAndale,
que puede pasar alguien! jNo te quedes ahi, coma menso, apurate!-,
vaciaba el agua sabre aquel cuerpo moreno. Los cabellos mojados
cubrian los senos, mientras se enjabonaba para borrar rastros de su-
dor y polvo. Eulalia no podia contenerse: extendia la mano y por un
instante constataba que aquel espejismo, Adela, su Adelita, existia)
hasta lo vital (acompanado por su guitarra, le cantaba los versos que
componia entre balacera y balacera).
Cada noche se tapaban con el mismo sarape, tan, tan juntas, que
formaban un solo bulto. Tambien un solo amor.
Huba tiempo para su querencia.

Cierto amanecer, la encontr6 en las afueras del campamento. La co-


madrona, dona Lupita, acababa de ayudarla a deshacerse de su hijo.

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-i_Y que querias? -le dijo, mientras se arafiaba los brazos con Aunque, la verdad, no engafiaba a nadie. .. su tristeza era de-
angustia y rabia-. Un dia cualquiera te matan. Entonces i_quien man- masiado grande para esconderla; demasiado transparente. Por tal
tiene al chamaco? Esperate a que se apacigiie esta revolucion. Nos raz6n, la tropa lo abandono a su suerte: ese morirse en vida ... sin una
daran una parcela; tendremos casa. Si nos cumplen, sera hara de queja, como los meros machos.
echar escuincles al mundo. T uvo una satisfaccion: Adela le reclamo aquella vigilancia tenaz,
Se quedo hecho un idiota. Dona Lupita le tuvo compasion y, que no la dejaba ni a sol ni a sombra.
jalandolo del brazo, lo llevo a prudente distancia: -Eulalia, haz como mejor te parezca. Nomas no te sigas cruzando
-i_No sabes que su padrastro le pegaba? Unas golpizas de miedo. en mi camino.
Tambien a su madre y a sus hermanos, pero a ella mas. El muy maldito El sargento obedeci6. Nadie pudo achacarle que una bala per-
la desgrad6. Por eso no quiso arriesgarse. Si te mueres ... jvuelta a em- . dida hubiera estado a punto de matar al folano que le robara a su
pezar! Un hombre que le eche en cara que foe de otro y se desquite chata. Ni que el caballo del mismo folano se encabritara por un clavo
con el chamaco. Mejor asi. escondido en la pezufia. Ni que esto, ni que aquello.
El sargento termino consolando a su prieta. No mediaron re- Ante semejantes coincidencias, Adelita perdio la paciencia:
proches, solo besos. Promesas. Un rayo de esperanza. -zPor que no lo matas y te dejas de cuentos?
Sin embargo, alga cambio. Bajo el sarape, su cuerpo ya no bus- -Porque tu lo prefieres. Yo me limito a respetar tus decisiones.
caba a Eulalia Y, cuando el se acercaba, recibia rechazos. Solo de Cuando mandaron a su rival al norte, Eulalia tampoco tuvo la
vez en cuando ella le correspondia, a regafiadientes. Como si el culpa; pero ella asi lo creyo o quiso creerlo.
amor se enfriara. -Nunca, contigo nunca mas -dijo, para vengarse.
Con esas palabras desapareci6 la ilusion, de plano pendeja, que
No hubo necesidad de chismes. El lo descubrio: Adela habia puesto alentaba al sargento a pensar que, con el otro lejos, Adela volveria.
su ropa en una caja para mudarse con otro. El cambio le sento bie~. Mas, oyendo esa sentencia, "contigo nunca", se le oscureci6 la luz.
Ahora dormia en un catre, lucia aretes y rebozo nuevo; comia en la Andaba sin alma, de un lado a otro, bebiendo hasta el amanecer.
mesa de los oficiales. Una mafiana se topo por casualidad con Adela.
Eulalfo no se lo echo en cara: se limito a seguirle los pasos. Si -Hoy dejo de molestarte ... -prometio-, si me haces un favor.
Adela y su teniente oian misa, ocupaba un asiento atras de la pareja -Tu diras.
y rezaba en voz alta, suplicando a Dios que perdonara a las mujeres -Entierrame. Las animas no descansan cuando los cuerpos duer-
traicioneras. Si esos dos paseaban por el rio, ya estaba ahi, dizque men a cielo abierto. Y luego, hay tantos animales. Los zopilotes ... -en ese
lavando camisas. Si querian descansar, sacaba la guitarra y cantaba momenta se desmorono. Ya que no foe en vida, al menos que foera de el
versos que, de repente, parecian llorar. en la muerte-. Por Dias, te lo rue~o, que con tus lagrimas me vayas a llorar.
Porque no quedaba mas remedio, hizo de tripas corazon. Fue el -Pierde cuidado. Cumplire ese favor hasta el dia en que te olvide.
primero en burlarse del dolor que lo roia por dentro: -Entonces me voy tranquilo. Querencia como la mia, ninguna.
Vas a recordarme, chula.
Y si Adelita se fuera con otro,
le seguiria la huella sin cesar: Trajeron el cadaver banado en sangre. Onicamente el rostro estaba
si par mar en un buque de guerra, ileso. Provocaba compasion: tan guapo, tan joven.
si par tierra en un tren militar.

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Adela y varias mujeres lavaron el cuerpo, le pusieron una
am isa blanca ... iEulalio!
.
M ~cr~ ma's muchos mas Adelita los fue llorando uno a uno.
- Ahora descansa en paz -todas las miradas convergieron en Adela, ' · 1 b
Sigue llorando ... porque todavia no olvida y todavia no se e aca an
la mujer que el sargento idolatraba.
las lagrimas.
-A mi me contaron que el tal Eulalio dispar6 hasta que se le
terminaron las balas -dijo una anciana-. Luego tir6 el rifle. y em-
pez6 a caminar hacia las barricadas. Despacio. Paso a paso. Despacito.
Porque queria terminar con esto, de una vez por todas. Los federales,
al darse cuenta de que andaba alucinado, en vez de rematarlo le apun-
taron a las piernas, a los brazos... has ta que se cansaron de tirar al
blanco. Ya ven c6mo lo dejaron. jMalditos jijos!
Tras el entierro, Adela permaneci6 en el cementerio, rezando
ante una cruz, sin lapida, sin nombre. El viento borraria las marcas
del pedazo de tierra donde descansaba Eulalio.
Los trenes, con la tropa y las soldaderas, continuaron su marcha.
El paisaje pasaba ante los ojos de Adela, velados por pestafias oscuras.
Lo llor6 y quiso seguir llorando, pero ni modo de quedarse ahi.

Esa tarde, apenas terminaron de alzar el campamento, trajeron un


cadaver ensangrentado. Unicamente el rostro estaba ileso y ella, para
pronto, identific6 al desconocido. jEulalio!
-Ese esta en otro lado, Adelita, bajo la sombra de un arbol.
-Yo me encargo de lavarlo y ponerle su camisa limpia.
-zAsi alivias tus remordimientos? -pregunt6 una vieja.
Acompafi6 al muerto al cementerio y permaneci6 llorando ante
la cruz. Sin lapida, sin nombre. Apenas un poco'de viento. Quisiera
seguir lloran'do, se dijo, pero los trenes prosiguieron su marcha.

Trajeron un cadaver con el rostro ileso. Y ella lo identific6. jEulalio!


Tuvieron que obligarla a soltarlo.
-Es mi derecho -gritaba-. Lo llorare hasta que se me
sequen los ojos.

Trajeron un cadaver.
Y el viento, siempre el viento.

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LAADELITA

Popular entre la tropa era Adelita,


La mujer que el sargento idolatraba,
que ademds de ser valiente era bonita
Y hasta el mismo coronel la respetaba. [ DONDE MIS PENAS VAN A ACABAR]

Y se oia, que decia, aquel que tanto la queria:


Si Adelita se Juera con otro,
le seguiria la hue/la sin cesar.
si por mar en buque de vela,
si por tierra en un tres militar. Los tres se sentaban en la plancha de madera, sujeta al muro por
dos cadenas. Su (mica distracci6n era hablar, despacio, separando la
Si Adelita quisiera ser mi novia, platica con largos silencios para que durara m as.
si Adelita Juera mi mujer,
Esa tarde, la madre de Eugenio le habia llevado unos cigarrillos
le compraba un vestido de seda,
y el, sin pensarlo mucho, los reparti6 entre sus compafleros. Aquel
pa' llevarla a bailar al cuartel.
regalo merecia que se saboreara salpicandolo con palabras, mientras
observaban c6mo el humo ascendia, ondulando en la penumbra.
Si acaso yo muero en campaiia
-,Por que te trajeron aqui?
y mi cadaver I.a llevan a enterrar,
Adelita, por Dios, te lo pido, Eugenio quiso contestar, pero la confesi6n, temblorosa, se de-
que con tus ldgrimas me vayas a llorar. tuvo en sus labios. Me encuentro preso par una ingrata, que mi caririo y mi
fe perdi6 ... a mi el despecho me dijo mata, luego la ira mi mano arm6.
Soy soldado y la Patria me llama Los dos condenados al pared6n intercambiaron una mirada.
a los campos que vaya a pelear, Quiza no habia oido. Uno porfi6:
Adelita, Adelita de mi alma, -,Por que te trajeron aqui?
no me vayas por Dios a olvidar. La respuesta se resistia, atorandose en su garganta. Sinti6 el hor-
migueo de las lagrimas y desvi6 la mirada, no fueran a descubrir esa de-
bilidad. Al fin contempl6 la ventana cruzada por barrotes... Su volun-
tad aun se rebelaba contra aquel encierro. Debi6 repetirse lo mismo,
lo evidente, lo que saltaba al rostro y el rechazaba: Me encuentro en esta
celda de la prisi6n. Ahi, ningun alivio era posible.
Llorar quisiera, cantar no puedo, las tristes penas del coraz6n. No existia
alivio ... pero si una tortura: la del recuerdo. Jamas olvidaria ese ultimo
dia ... ese que se fue hilvanando, como a prop6sito, para destruirlo.
Porque le quitaron todo, desde la esperanza futura, hasta la dicha pre-
sente. Lo dejaron vacio; un cascar6n que se lleva el viento.

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Isabel era luz: por bonita, por sus ojos de un azul casi negro, y y hubiera respirado por su hermano con tal de evitarle esa molestia.
por esa risa ... tan fresca que parecia rio. Lo ilumino al entregarse, sin Tiempo despues el convaleciente usaba baston y decidio que ya estaba
ninguna reticencia, igual que si lo esperara desde siempre. En ese mo- bueno de tanto consentimiento.
mento, en que todavia deslumbrado no creia lo que pasaba, su vida -No me acostumbro a que varias gallinas me cuiden, hermana.
cambio. De la noche a la manana el patron lo ascendio a capataz, con Tu, la enfermera, mi ama de Haves y dos criadas. jNi que fuera de
el consiguiente aumento de sueldo. Unos cuantos pesos ... los sufi- porcelana! Vuelve con tu marido. Alla haces falta.
cientes para mandarselos a su madre y ayudarla con su vejez. La santa senora se opuso. El cojo hizo valer su autoridad. Dis-
Luego, don Diego, el dueno de la hacienda, le confio una tarea cutieron. Al final la terquedad vencio:
mas importante. Cada semana debia llevar a su esposa a la ciudad. -Para que no haya arrepentimientos, Maria, ahorita mismo te
Pasaba la noche en casa de algunos parientes y regresaban el domingo. vas. iEugenio, sube los baules al carruaje!
Oian misa en la hacienda. Despues cada quien era libre de dedicarse Con tanta discusion, los animos estaban demasiado caldeados.
a sus gustos. El contemplaba a su luz, Isabel. Asi que a nadie se le ocurrio enviar a un mensajero.
Le parecia que vivia un milagro. Ya no me parto el lomo en la Emprendieron el regreso a una hora inconveniente. Sin embargo,
labranza, al contrario, cloy ordenes; vista de limpio y hasta la senora, la luna alumbro el camino y a las nueve de la noche cruzaban las puer-
dona Mariquita, me tiene ciertas consideraciones. Su agradecimiento lo tas del rancho. Eugenio aspiro a sus anchas. Amaba esas tierras con
llevo a comprar un monton de veladoras que encendio ante el altar. Por una querencia apasionada. Sus paisajes se 'le habian metido en los ojos;
primera vez no entraba a la iglesia para pedir. Se sintio privilegiado y pro- sus maizales en el corazon. Por eso se sintio contento. Ademas veria a
metio mil cosas si Dios preservaba aquella existencia plena, radiante. su chata. La separacion se le hizo demasiado larga. Ahora que tenia un
Una tarde cuando concluia sus rezos habituales, su patron lo llamo: puesto seguro le propondria matrimonio. Isabel, quiero casarme con-
-Nos acaban de avisar que mi cunado rodo por las escaleras. Lo tigo. Soy hombre de ley, parejo y sin cuarteaduras. Te hare feliz.
levantaron con una pierna rota y mi mujer quiere ir a cuidarlo. Lle- Les extrafio que no hubiera luces en la casa grande. Claro, se les
vate al Gavilan y al Negro; corren mas rapido. Te quedas en la ciudad olvido avisar y ya ni quejarse era bueno. Dona Mariquita se quito la
el tiempo necesario, lentiendes? Dos semanas, tres; acaso un mes. capa en el vestibulo, encendio un quinque y se dirigio a su recamara,
-Si, patron. sin hacer ruido. A lo mejor Diego se acosto temprano porque manana
- Y me avisas antes de regresar. Le preparare una sorpresa a Maria. vigilara la tienta de las reses.
-Esta bien, patron. Mientras, Eugenio empezo a acarrear bultos y maletas. Ponia una
-Avisas, Eugenio, no se te olvide. canasta sobre la mesa cuando escucho un alarido. lnstintivamente
-Pierda cuidado, don Diego -mirandolo de frente, lo llamo comprobo que llevaba su punal al cinto. Alguien se metio a robar.
por su nombre. Nadie lo habia hecho jamas, pero el se adjudico ese Deben haber amarrado a los peones, por eso nadie nos recibio. lO los
derecho porque ya no estaba a ras del suelo. Vagamente adquiria con- encerrarian en un cuarto?
ciencia de su propia dignidad. Al segundo grito, Eugenio desenfundo su arma. En cuatro zanca-
Ese mismo dia, aunque ya tarde, llegaron a la ciudad para en- das atraveso el pasillo y... se paro en seco. Dona Mariquita, aferrada al
contrarse con una buena noticia: el herido reaccionaba a las mil picaporte, lloraba a gritos. Entre sollozos increpaba al marido.
maravillas. Dona Mariquita lo atendio igual que a un rey; poco mas -iMiserable! iTe di lo mejor de mi vida! iCuarenta, cuarenta anos!

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Se acerco al talamo, donde el infiel, todavia a gatas, la miraba -Parate. jParate, pendejo!
atonito. Apenas atino a balbucir: Apenas se detuvo, Isabel se agacho a sobarse un tobillo. Sollozaba
- Por eso ... por el dolor... angustia, miedo, rabia o todo junto. Eugenio necesito
-jY ocho hijos! una eternidad para recobrarse y aun asi apenas entendia que su mundo
-Por eso ... se quebraba en pedazos. zEsa cualquiera era la mujer que correspondia
-jPor eso me enganas, maldito infeliz! Porque estoy vieja y usada a sus besos?
-lo golpeaba con los punos, hecha una fiera. Nadie hubiera creido Cuando al fi~ capto aquel engano, la agarro por los cabellos y
que una senora tan senora se rebajara asi. la zarandeo.
-jNo, no, no! Por eso te pido perdon -la sujeto, sudoroso y -Dime por que me traicionaste.
jadeante-. Maria, calmate. jPor favor, escucha! Puedo explicarte lo -jYa no puedo mover el cuello! Casi me lo rompes.
que sucedio. Esto no tiene importancia ... -jPor que!
-jNo la tendra para ti, pedazo de imbecil! jTraidor! -zNo te das cuenta? zA poco crees que ascendiste a capataz por tu
Bajo las piernas del hacendado, una hembra se retorcia, intentando linda cara? i:Y los viajes a la ciudad?
escabullirse. De un tiron descomunal, dona Mariquita aparto la sabana. La luz se hizo en su cerebro. Dedujo, lentamente:
-jNi siquiera tienes verguenza! jCon una india piojosa, desgraciado! -Para alejarme de aqui, dejandoles el campo libre ... -asi de simple
- Si no te controlas te dara un soponcio. Maria, por favor. .. era la cosa-. jY yo que te iba a rogar, a suplicar, que te casaras conmigo!
-Eso quisieras, jenterrarme!, para seguir trayendo tus putas a mi -Eso ya lo habia planeado don Diego. Si salia prenada, tu
cama. jA mi propia casa! responderias por el chamaco -agachando la cabeza, se frotaba
Eugenio permanecia inmovil. Tenia la boca abierta y casi babeaba. la nuca, despacio. Por esa razon no vio el punal; apenas lo sintio
Sencillamente no podia creer lo que tenia ante la vista. i:Ese gordo, cuando ya agonizaba.
de carnes fofas y cabellos revueltos, era su patron? Pero, pero ... jsi con Un tajo limpio, preciso. Los siguientes solo sirvieron para enfriarle
una mirada dirige las faenas y hace temblar al mas pintado! Jsa era su coraje, el desden, su odio, el desprecio, sus esperanzas, los suenos ...
dona Mariquita, quien jamas alzaba la voz y a quien la Congregacion Hundiendose en un mar sangriento, tardo dias en recobrar una lucidez
de la Divina Infantita consideraba un modelo a seguir? donde reinaba la oscuridad. Sin Isabel todo era una mancha negra.
Entonces se volvio. Su sonrisa se convirtio en mueca dolorosa. jisa:- Volvio al presente con un sobresalto. Le parecio mentira que to-
bel! No lograba apartar los ojos y, sin embargo, hubiera deseado estar davia estuviera sentado en la plancha de madera, junto a sus compane-
ciego. Ante el, intentando cubrirse, tiritaba la querida del patron. Aquella ros. Sudaba frio. Sus manos temblaban a tal grado que no pudo llevarse
indignidad lo aturdio. Se le doblaron las rodillas ... tuvo que apoyarse en el cigarro a los labios. Los otros dos lo observaban. Hubieran jurado que,
ella para no caer. Segundos despues apartaba las manos con tal de no to- si no fuera por ellos, Eugenio ya habria resuelto sus problemas. Bastaba
car esa piel que antes adoraba. Su desnudez le causo un asco profundo. un cinturon, un gancho ... Cada tres o cuatro semanas los guardias en-
Desde ese instante, Eugenio borro la realidad. T uvieron que con- contraban a un ahorcado y las autoridades del penal ni caso hacian.
tarle lo sucedido y el todavia desconfiaba del relato. Dizque cogio Eugenio contemplo la ventana. Parado sobre el alfeizar, un pa-
una colcha y se la arrojo al rostro. jarillo vino a cantar. Entonces se le ocurrio una idea que le revelo la in-
- Ta pate y vamonos. mensidad de su pena: era su madre, que en forma de ave, al hijo amado iba
La jalo, arrastrandola, sin importarle que a gritos, ordenara: a consolar. Antes nunca tuvo tiempo de pensar cosas bonitas. Habia

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que trabajar de sol a sol. Ahora lo invadia la tristeza al comprender Donde mis penas van a acabar, pens6.
que nunca volveria a hablar a solas con su madre. Frente a testigos -Cadena perpetua ... No te desesperes, mientras hay vida, hay es-
dirian medias palabras y ninguno de los dos expresaria su carifio. Se peranza, muchacho. Tenme confianza. Mas adelante, apenas se calme
toc6 la frente; quiso apartar esos pensamientos ... Sus manos se agita- este relajo, quien quita y...
ban, incontrolables. Hubo un silencio. El ricach6n presion6 su ventaja:
-Mejor nos dormimos, compadre. Mafiana sera un dia largo. -Ademas, 2alguien te creeria? Tu palabra contra la mia. zQue
Acuerdate que nos van a juzgar. ganas convirtiendome en tu enemigo? Tu madre quedaria desprote-
Se acomod6 en un rinc6n. Sus compafieros roncaron sobre la gida y a ti te fusilaran. No van a felicitarte por tu crimen, zverdad? jLa
plancha, bien juntos; el preferia la soledad. cosiste a puftaladas!
Varios segundos transcurrieron. La ceniza volvi6 a caer.
Una maiiana sali al juzgado y en el banquillo se me sent6. En tanto llegaba el -Bonita muchacha ... -suspir6 el hacendado y, de pronto, el
fiscal, don Diego Uribe se acerc6 al reo. Sus influencias en el gobierno criminal tuvo enfrente a un viejo a quien le pesaba la existencia.
de don Porfirio permitian eso y mas. Ante ese sufrimiento, que nunca sospech6, Eugenio perdi6 sus
-Yengo a hacerte una propuesta -la ceniza de su puro cay6 sabre reservas. Le pareci6 natural aceptar lo inadmisible ante otro que su-
los zapatos de Eugenio-. En estos meses, Maria recobr6 la sensatez. fria como el.
Ya sabes c6mo son las seftoras: se encabritan cuando suponen que -Yo tambien la quise, don Diego. Mucha. Masque a la tierra que
uno les falta; luego, poco a poco vuelven al redil. Ahora, mi mujer es de uno, mas que al aire que respiramos.
no quiere que se conozca ... lo sucedido. Gracias a su compasi6n estoy Ambos se miraron. Me robaste a Isabel. Y tu me la mataste.
aqu.i. A eso y a que aprecio mi buena fama. Me disgustaria un en- -Ahora si nos entendemos -suspir6 el anciano-. zQue dices?
frentamiento con mis hijos. Conozco gente en la capital... verian con Eugenio retrocedi6 hasta el nivel que le correspondia. Baj~ndo
malos ojos un asunto de estas proporciones. zEntiendes? los ojos, musit6 el titulo servil:
El preso contemplaba la sala, ajeno, indiferente. -Acepto, patron.
-Me encargare de tu madre. Se mudara a la hacienda, donde
nada le faltara -el antiguo peon alz6 los ojos-. A cambio, cerraras la
boca. Fue un crimen pasional, suscitado por habladurias. Mi abogado
acomodara los detalles y... la justicia se compra. Hablemos claro -pro-
puso, pero el dialogo se cort6 por su tos. Eugenio lo observ6 con aten-
ci6n. Aunque trata de disimularlo, parece enfermo-. El juez es muy
amigo mio. Estas cosas ocurren sin que puedan evitarse -amonton6
disculpas-. Quien este libre de pecado, que arroje la primera piedra.
Hoy por ti, maftana por mi. zEntiendes?
-Entiendo que estamos hacienda una compraventa. zSaldre libre?
-Te mandarin a San Juan de Ulua.

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(
EL PRESO DE SAN JUAN DE ULUA

Me encuentro preso por una ingrata,


que mi carino y mi fe perdi6.
A mi el desprecio me dijo mata,
luego la ira mi mano arm6.
[ VAMONOS A LA BOLA]
'

Presa me encuentro tras de las rejas,


tras de las rejas de mi prisi6n.
Cantar quisiera, llorar no puedo,
las tristes quejas del coraz6n.
Reemplazaron al preso anterior, al que se llevaron a San Juan de Ulua,
Una manana sali al juzgado con Panfilo. Este andaba tan jodido que ni traia cigarros, pero tam-
Y en el banquillo se me sent6. poco se hizo del rogar, como el tal Eugenio. Hablaria de su crimen y
El licenciado y juez de letra con la platica se diluiria el tiempo.
Como culpable me sentenci6 . -Vay a dar un pormenor de lo que a mi me ha pasado.

-Te agarraron preso.
Pena de muerte pidi6 la gente
-Siendo uri gallo tan jugado.
Y yo no supe lo que senti,
jCuanta falta les hacia la cantina, el tequila entre las manos, una
Pero aseguro sinceramente,
guitarra! Como no quedaba de otra, imaginaron el ayer. .. un mundo
que como un nino me estremeci.
que ya no nos pertenece.
Una manana de crudo invierno -El asunto empez6 con una mala cosecha. Pedi prestado en la
un pajarillo vino a cantar. tienda de raya.
Era mi madre, que en forma de ave -Y te fregaste. No hay manera de pagar.
a su hijo amado iba a consolar. ' -Asi fue. Al afio siguiente llovi6 demasiado. Luego mi mujer
tuvo un percance ... A mi mamacita se le ocurri6 morirse y quise
No es una barca, ni una barquilla, hacerle un velorio digno, para que supiera cuanto la respetaba. Una
lo que me espera en el ancho mar. cosa tras otra.
Es el horrible San Juan de Ulua
-La de malas.
donde mis Penas voy a pagar.
-Entonces pense entrar en la casa grande. No sabia bien a bien
que buscaba. Una soluci6n a esos pinches problemas. Volteaba, ataru-
Cuando haya muerto, Y entre los mares
gado, cuando de pronto, me tope con los aretes. Casi casi me saltaron
vayan mis restos a reposar,
a la cara. Los habia visto muchas veces: eran de la nifia Queta. Esta-
una plegaria por Dios les pido,
pues fui asesino por tanto amar.
ban a la mano, sobre una mesa. Asi las barajaba esa vieja. De tan rica,
ni se preocupaba por guardar sus alhajas. Y uno penando.

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-Esperame tantito. iLa nifia era una vieja? -Pues, pos ... respondi. La lengua se me trababa. De piano, no iba a
-Una solterona. Apestaba a encierro yvelas porque se quedo a vestir poder cumplirle. Olia a cura, estaba rigida, marchita. Y mi prieta, cuando
santos. Dizque se le murio el novio y ella se fue enjutando, afio con la acaricio ... -se paro en seco. Su bochorno le subio hasta los cabellos.
afio, hasta quedar en los huesos. Eso si, derecha como tabla ... Alargue Los dos presos voltearon la cara. A veces se escapan los sentimien-
la mano dispuesto a convertirme en ladron. Ni siquiera lo pense mu- tos y uno descubre pasiones que mas nos vale esconder.
-El caso es que metio los aretes en mi bolsa. Piensalo, dijo. No,
cho. Alargue la mano. Justo cuando ya sentia esos pinches aretes entre
mis dedos, justo cuando los estaba convirtiendo de ajenos a mios, una la previne. jNo! Todavia atestigue como esa palabra le quebraba el
garra me detuvo. La nifia Queta. Hecha una facha. En bata, despeinada. gesto. Con sus manos se tapo los pechos y yo sali corriendo. Llegue
iQue se te perdio aqui, Panfilo?, me pregunto. Nada, sefiorita. Senti a mi jacal sudando frio. No creia lo que pasaba. iDonde carajos iba
verguenza. Hasta entonces habia sido honrado. Pobre, pero podia mirar a esconder esas joyas? iLas devuelvo o las desmonto y vendo el oro?
a la gente cara a cara. Baje los ojos y sin querer, porque no quise, se los Con lo que me den, pago lo que debo en la tienda de raya. Despues
juro, vi su escote, abierto, invitando. Los pechos flacos me dieron asco. nos largariamos a donde fuera. En esas estaba cuando llega mi patron.
Me hice para atras. Un solo paso. Eso basto. Se puso furiosa. Furiosa Me dio un par de fuetazos. Ya nada mas le tendi los aretes.
de veras. Tu tambien me desprecias, dijo muy quedito, con una rabia -Alguien te descubrio.
-La nifia Queta. Segun me contaron, aseguro que trate de faltar-
que quemaba. Desprecias mi castidad y mi vida recta. N-no, sefio, se
equivoca usted, trastabille. Si mi madre me hubiera visto, convertido le, que ella se defendio como gato, por eso yo tenia la cara marcada.
en ladron ... Y la tal Queta seguia sermoneando: que nunca habia ce- -iY su hermano acepto esa acusacion?
-No, no era tan menso. Creyo que entre para robar y yo tenia la
dido a requiebros, que oportunidades no faltaban, que ... habla y habla.
iCuando iba a imaginar que esa vieja se me iba a echar encima para evidencia encima.
rasgufiarme? Asi, de repente. No se que le paso, se los juro. -Hubieras huido.
-En un tantito me rodearon otros peones, con los que trabajaba
-Andas jurando demasiado. Te creemos, hermano.
-Pues yo todavia no lo comprendo bien. Como si todas sus y conocia desde escuincle. Siguiendo las ordenes del patron, me ama-
humillaciones se hubieran juntado. Exploto porque ya no podia si- rraron. Ni siquiera me daban de beber.
-Ahi esta lo malo. Los pobres nos unimos contra los mas frega-
lenciarlas. La envidia que le tenia a las chamacas casaderas, bueno,
supongo, la falta de hijos ... dos en vez de atacar a los ricos.
-Y de hombre. ' -Y no es pecado robar a quien le sobra -interpuso el otro.
-Eso parece porque gritaba insultos mientras me pateaba. La -A Las once de l.a noche me aprehendi6 l.a po[icia.
ataje. Tampoco permitiria que me dejara hecho un santo Cristo. Mis -zY?
manos tuvieron un efecto extrafio. Se calmo de repente, pero la casa ya Me enviaron a Cananea, atravesando la sierra.
despertaba. iNo lo dije? Entre al amanecer para que nadie me delatara. -Te hubieras pintado.
-No me Les pude pintar por no conocer l.a tierra -hizo una pausa.
Oimos voces. El patron llamaba a la nifia Queta, su hermana. iEstas
bien, Quetita? Ella me miro fijo, de mujer a macho. iRegresarias? Yo te Aquel le estaba picando la cresta, iY ya estuvo bueno! Por curiosidad
abro ... Me lo propuso a mi, un peon. pregunto-: Tu, que tienes tantas sugerencias, zpor que no las pusiste
-jJijole! Tenia hambres atrasadas. en practica?

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Su interlocutor tardo en admitirlo; pero, a un paso de la muerte, CORRIDO DE CANANEA
todo resulta mas facil:
-Por pendejo. Las pendejadas se pagan caro. Vay a dar un pormenor
El tercer preso medio en la conversacion: de lo que a mi me ha pasado:
-2Donde est:i Cananea? que me han agarrado preso,
-Esta situada en una mesa, o meseta, como quieras llamarle. En siendo un gal!o tan jugado.
ella Jui procesado par causa de mi torpeza.
-2Cuantos arios te echaron? Me fui para Agua Prieta
a ver quien me defendia
-Me trajeron aqui para la leva. Necesitan soldados.
y a las once de la noche
-Nosotros solo te acompariaremos esta noche. Mariana nos fusilan.
me aprehendi6 la policia.
Panfilo hizo la pausa a que la muerte cercana obliga. Despues ...
-2Quieren dejarle algun recado a sus parientes?
Me enviaron a Cananea
Uno se encogio hombros. El otro dijo:
atravesando la sierra.
-Despedida no les day porque no la traigo aqui. Se la deje a mi morena, No me les pude pintar,
pa' que se acuerde de mi.
par no conocer la tierra.
-Asi que tambien tienes tu querencia.
-De plano, estaria muy jodido si en mi vida no hubiera ni un La cdrcel de Cananea
tantito de amor. esta situada en una mesa.
Con eso acabo la platica. En ella fui procesado
-Mejor nos dormimos. Mariana ser:i un dia dificil. por causa de mi torpeza.
Panfilo cedio la plancha de madera a sus comparieros. Arrebu-
Despedida no les day,
jandose en un rincon penso: a partir de mariana la plancha ser:i para
porque no la traigo aqui.
mi solo. No le habia ido tan mal. Salvo el pellejo y... Entonces, solo
Se la deje a mi morena
entonces se dio cuenta de que ya se andaba resignando a su suerte. Le
pa' que se acuerde de mi.
prestarian un fusil y le ordenarian que disparara contra los campesi-
nos que se alzaron en la bola. Gente como el. lgual de fregada. Obe- Ya con esta me despido
deceria, porque a eso lo acostumbraron. Si, patron. Mande usted, pa- par las hojas de un granado.
tron. Tras una batalla cualquiera acabare tendido en el campo. Carne Aqui se acaba el corrido
para zopilotes. Ni siquiera eso importaba. Dejo dos hijos que, si se sal- de este gal!o tan jugado.
van de enfermedades y hambres, servir:in en la hacienda. De generacion
en generacion. Sin una salida, sin una esperanza.
Tiritando de frio, resolvio que aquella era una manera muy pende-
ja de morir. Apenas tenga un fusil en la mano, me les pelo y me uno a
la Revolucion. Cuando no hay nada que perder, se tiene que ganar.

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[ MANANA]

Cada vez que llegaba un nuevo medico a La Castaneda ocurria lo mis-


mo. Para granjearse a sus superiores daba 6rdenes hasta por los codos,
exigia cambios al presupuesto, revisaba expedientes y, naturalmente,
terminaba en el cuarto 22. El doctor Arbide no fue la excepci6n a la
regla. Majestuoso y suficiente, exigi6 que la decana de las enfermeras
lo acompanara a su primera visita.
Al entrar al cuarto, ambos se toparon con una anciana, pulcra-
mente vestida, que contemplaba el vacio.
-Dona Guadalupe Valle es la mas antigua de nuestras pacientes.
2Cuantos anos hace que la internaron?
-Treinta y cinco -respondi6 la enfermera, ocultando su impa-
ciencia. Esos imberbes, recien recibidos, la sacaban de sus casillas- .
Sus padres murieron en un acddente. Por suerte dejaron todo bien
arreglado. Asi que la senora vive con ciertos lujos. Como vera usted, ·
tiene cuarto propio; yo la cuido dia y noche ...
El medico pas6 la mano frente al campo visual de la enferma.
No reaccion6.
-2Esta asi todo el tiempo? Muda, inm6vil...
--Si, doctor. Nunca ha tenido un ataque de ira o tristeza. Come,
duerme, permite que la bane ... No causa problemas, se lo aseguro.
Pasa las horas en el limbo; pero, 2acaso importa?
-jDesde luego! jDebemos curarla! Con los recursos de la ciencia
moderna, lo lograremos -se vanaglori6 porque un diploma colgaba
en la pared de su oficina yel se creia otro Hip6crates-. Solo necesito
conocer los detalles del caso. 2Que peculiaridades presenta?

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La enfermera tard6 unos segundos en contestar. Debo responder Se hubiera entregado mucho antes. Sin que el se lo pidiera. Pero
con la verdad, descartando mis sentimientos. 2Que tal si este mediquito queria llegar al altar vestida de blanco, con velo transpa~ente e ilu-
tiene raz6n y cura a dona Lupe? siones en el coraz6n. Que todos supieran que le pertenecia, que eran
-Cada noche a las diez en punto me llama, doctor. Siempre usa uno ante Dios y ante los hombres.
la misma palabra: "visteme". Entonces saco del ropero un vestido tan Lo amaba como obsesi6n o delirio ... aunque siempre temia lo
gas ta do que cualquier dia se .me desgarra en las manos. iLa seda es peor. En cualquier momento puedo perderlo. Asi que peleaba contra
muy delicada! Era blanca, pero con los afi.os se ha vuelto amarillenta la muerte. Cara a cara. Batalla a batalla. Rezaba de rodillas, Madre
-prosigui6 con la descripci6n de un ritual repetido cien veces-: En- santisima, rosarios enteros, cuidalo, hacienda la senal de la cruz, pro-
tretejo sus cabellos con jazmin. Nada me cuesta, lo corto del huerto ... tegelo, suplicando, sin el no vivo. Una y otra vez: protegelo, cuidalo.
-de pronto, hizo a un lado su reticencia-: jMe maravilla c6mo reac- Unicamente cuando estaban juntos su miedo se desvanecia.
ciona! A pesar de sus arrugas, rejuvenece. Sonrie y los ojos le brillan. Ahora hablaban, mientras sus manos se estrechaban. El jazmin
Luego va a la ventana. Aquella que da al jardin. La abre y se sienta ahi, de los cabellos despedia aromas enervante; y la noche, c6mplice,
como si esperara a alguien. propiciaba un acercamiento intimo. jAh, cuanto tardaba el tiempo en
-2Y? pasar! Jamas llegaria el domingo.
-Permanece quietecita durante dos horas, mas o menos. Acaba Al cabo de una hora sucedia lo inevitable: debian despedirse.
llorando. Desconozco el motivo ... Luego cierra la ventana, despacio, Atrasaban ese momento contemplando un cielo donde la luna camina-
y vuelve a su cama. ba. jAh, cuan rapido pasaba el tiempo!
-2Que ocurre durante el dia? -Adi6s, lucero de mis noches.
-Esta ausente, igual que si viviera en otro mundo o ... en el pasa- -Quedate. Un poco mas ... un beso mas.
do. Dicen que en el amor no hay tiempo. Los labios se separaron ya con sabor agridulce de nostalgia.
-2Que tiene que ver el amor con esto? jAtengamonos a la ciencia, -Me voy.
sefiorita Perez! Efectuaremos varias pruebas. Resulta peligroso aven- Entonces la asolaba un presentimiento atroz. Una punzada le cru-
turarse con hip6tesis sin ninguna base medica -.-:ante ese reproche, a zaba el pecho y las lagrimas se derramaban en torrentes. El, incapaz de
la enfermera se le colorearon las mejillas-. 2A las diez, dice usted? Yo verla sufrir, juraba:
mismo vendre a observar el comportamiento de la enferma. -No Hores, angel mio, que volvere mailana.
-Si, doctor. Eso la tranquilizaba. Le daba fuerzas para cerrar la ventana y desho-
jar la rosa roja que Ignacio le regalaba. Metia los petalos entre las sabanas
Mientras su nana la peinaba, entretejiendo las gruesas trenzas con y aspiraba hondo. El domingo sere wya.
jazmin, Guadalupe escuch6 la guitarra. La voz de Ignacio se fue acer-
cando. Y, cuando ella abri6 la ventana, el canto se convirti6 en besos. Ya se asoma la estrella de la aurora,
Los labios del militar buscaron su cara, la frente, las manos ... Hubiera ya se divisa en el oriente el alba
besado su cuerpo, venerandola, pero la respetaba como a una imagen. y en el cuartel tambores y corneta
-Faltan cuatro dias -susurr6, aspirando su perfume. estan tocando diana.
-El domingo sere tuya -la emoci6n impregn6 su voz.

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El dia transcurrio igual que siempre. Igual no ... esa era su des- Cada ano. Murio su nana.
Cada decada. Hasta que no quedo nadie que la amara. Un
gracia, esa era la pena que · habia pospuesto a base de oraciones y
pariente lejano, por caridad, la llevo a La Castaneda. Ahi recibiria
ahora la alcanzaba.
las atenciones necesarias.

Horas despues, cuando la negra noche Tras el ritual, cuando dona Lupe habia cerrado la ventana y dormia
cubri6 de luto el campo de batalla, en su cama, el medico tomo una decision:
-jEsto es inconcebible! Una trastornada dirige a quienes la rodean.
a la luz del vivac, pdlida y triste,
un herido, Ignacio, agonizaba. Con sus triquinuelas los induce a servirla, a compartir su locura. zSe da
cuenta del dano que ha hecho, enfermera? Durante medio siglo, esta se-
Nadie le llevo esa noticia. Nadie menciono la palabra muerte. Por nora manipulo a padres, hermanos ... iY ahora a usted! jNunca mas! Solo
eso, a las diez se puso el vestido blanco, casi igual al de una novia. La nana existe una cura. Nuestra enferma aceptara la realidad. Manana echa ese
trenzo sus cabellos con jazmines y Guadalupe escucho la voz de la gui- vestido a la basura. Dona Guadalupe comera sin su ayuda, se banara y
tarra. Al abrir la ventana, saludo a Ignacio. El le beso la cara y las manos ... peinara sola. Si continua tratandola como a una nifi.a, senorita Perez, su
aunque los barrotes separaran los cuerpos, sus almas comulgaban. Nunca demencia aumentara hasta volverse incontrolable. Ha cometido un grave
se sintieron tan juntos, ni fueron tan dichosos. El domingo sere tuya. error al permitir que una paciente se comporte de esta manera irregular...
Al principio intentaron hacerla entrar en razon. Fue inutil que le por decir lo menos. Sin embargo, nunca es tarde para corregir entuertos.
Salio de la habitacion echando chispas. A solas, la enfermera bajo
explicaran, con tiernas precauciones, la tragedia. Despues, agotados to-
dos los recursos, la llevaron a la iglesia. Guadalupe contemplo el feretro, la cabeza. Adivinaba lo que ocurriria porque estaba escrito en el expe-
luego al cadaver. Su rostro permanecio impavido. zQue hacia ahi? Debo diente y ella habia leido cada pagina. La unica escena violenta ocurrio
esperar unos dias. El domingo nos casaremos. Ante ese mismo altar, pero poco despues de la muerte de Ignacio Flores.
Los padres de Lupita la llevaron al campo, para que se distrajera.
repleto de azahares. Las velas se reflejarian en el retablo dorado, el sacer-
dote alzaria su diestra y ella se convertiria en la esposa de Ignacio. Aspiro De regreso, cuando pardeaba la tarde, tuvieron un percance: se rompio
el incienso, escucho las campanas y sonrio. Faltaban cuatro dias. la rueda del carruaje. Apenas oscurecio, una angustia terrible estrujo
Esa noche le pidio a su nana que la peinara. La criada no supo a la joven. Su madre trato de calmarla, pero ella rechazaba aquellas
oponerse. Temiendo lo peor, ayudo a su nina. Guadalupe esrncho una explicaciones y, cuando su progenitor quiso detenerla, lo empujo con
guitarra. Ya llega. Ya esta aqui. Al abrir la ventana, recibio mil besos. fuerza inaudita. Libre, corrio a ciegas. Nadie se explica como llego a la
Sin embargo, inevitablemente debieron despedirse. Un dolor terrible hacienda sin despefi.arse por un b;i.rranco o tener un mal encuentro.
Corrio a su cuarto y lo primero que dijo foe: Nana, visteme.
se le clavo en su alma. Ese pesar desato sus lagrimas. Ignacio las seco
con sus dedos. Jamas toleraria que su novia sufriera. Despues la urgio con palabras cuerdas y frases razonadas:
-No llores, _dngel mio, que volvere maii.ana. -jApurate! Ya oigo la guitarra. Si no me promete que volvera
Entonces renacio su esperanza. Pelearia contra la muerte cara a manana, lo perdere. zEntiendes? La muerte ganara la partida.
cara. Y venceria. ' Alas diez en punto abrio la ventana.
Cada noche. Murieron sus padres, quienes la encargaron con sus Desde ese momento, todos respetaron el ritual. Es decir, con-
hermanos mayores. tribuyeron a la locura de Guadalupe pues, si la hubieran obligado a
aceptar la realidad, estaria sana. Asi lo aseguraba la ciencia medica.

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Ojala Lupita reaccione coma el doctor Arbide predice, cavil6 la
EL ADI6S DEL SOLDADO
enfermera. De lo contrario, recetara barios helados o camisa de fuerza.
Un estremecimiento recorri6 su espalda. Par lo menos voy a prevenir ''Adios, adios, lucero de mis noches",
a mi enferma. Le hare esa ultima caridad antes de abandonarla. dijo un soldado al pie de una ventana.
Se aproxim6 al lecho y para su sorpresa, descubri6 que la de- "Me voy, me voy, no !lores, angel mio,
mente tenia los ojos abiertos. Alga totalmente inusitado. que volvere manana.
-Mariana ya no padre acompaiiarla. Me asignaron a otra sala.
La loca estudi6 el rostro que tenia ante si. De pronto record6 la Ya se asoma la estrella de la aurora.
fecha en que vivia. Ya se divisa en el oriente el alba
-Mariana es domingo. jEl dia de mi matrimonial Me caso y en el cuartel tambores y cornetas
con Ignacio. estan tocando diana.
-Par favor, no se altere o el medico escribira un reporte en contra
Horas despues, c~ando la negra noche
mia. Puedo perder el empleo y estoy a punto de jubilarme. Recuestese,
cubri6 de luto el campo de batalla,
par favor. Calmadita. Le traere un tecito de tila. Hace mucho bien a
los nervios. a la luz del vivac, palida y triste,
un pobre expiraba.
Mientras la enfermera iba a la cocina, Guadalupe escuch6 el ju-
ramento de su amante:
Se levant6 la misteriosa sombra
-Mariana seras mia. que se detiene al pie de una ventana
Como era de esperarse, amaneci6 muerta. Ignacio no soportaba y murmura: "no !lores, angel mio,
que su novia sufriera. que volvere manana".

86
87
[ LA CORONELA]

No habia mejor gallo en los entornos. Con sus serenatas, Alesio fue
venciendo la reticencia de Valentina, hasta que una noche se le en-
treg6. Cosa rara: alcanzar su meta no le caus6 hastio. Al contrario,
aument6 su querencia, de manera que ya no existia sino para esa piel
morena y aquellas pestafias negras.
· Fue lo mejor de sus vidas. A tal grado, que los soldados respeta-
ban ese amor inmenso, donde las palabras se convertian en canto:

,Una pasi6n me domina


y es [a que me ha hecho venir.

-Solo tengo un temor, prieta linda. Mientras ando en la bola,


zvas a serme fiel?
-Siempre.
Se besaban. Hubo veces en que, de tanta dicha, acababan llorando.
-Yo tambien tengo miedo.
-zDe que, chula?
-De que te maten.
-Pues que se te vaya quitando. Apenas me licencien, nos casamos.
Una tarde lo trajeron herido. Ella palideci6, pero contuvo el temblor
de sus manos, el impulso ardiente de abrazarlo. Hasta fingi6 enojarse:
-zNo te digo? jLas cosas que haces con tal de no cumplir tu promesa!
-por ese valor, que se expresaba en reclamos, la tropa la ascendi6 a coro-
nela, el grado de su amante-. Mas ni asi te escapas, Alesio. Vas a sanar,
aunque te opongas, y luego te llevo ante un cura a punta de pistola.

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El sonri6 antes de perder el conocimiento. -Si porque me ves borracho, maiiana ya no me ves.
Valentina abandon6 todo para estar a su lado. Lo vel6 dia y no- La toreaba con sus guasas, para pelearse se necesitan dos. Ademas,
che. A solas, lo besaba susurrando, muy quedo, las canciones que la comprendia lo que ella hubiera deseado: que yo abandone a Zapata.
enamoraron. A ver si el recuerdo de tus serenatas, donde apenas se "jY eso no se va a poder!" Consideraba una gran distinci6n que el
vislumbraba lo que naceria entre nosotros, te devuelve la salud. estado mayor le encomendara la seguridad del general.
En media de fiebres y delirios, el militar sursurraba un nombre: -Tiene muchos enemigos -aseguraron-. El no se da cuenta; con-
Valentina. Se convertia en oraci6n o esperanza, sin que se cansara de fia y perdona, pero varios le han quedado maL Madero nunca cum-
repetirlo. Valentina. pli6 su promesa de repartir tierras; en la foto que le sacaron con Villa,
Fue una batalla dura que se pele6 sin tregua. La coronela luchaba Francisco ocupa la silla presidencial y ahora ... quien sabe c6mo se las
contra su rival, la muerte, con las escasas armas que tenia a la mano. pinte Venustiano Carranza.
Le daba de comer al enfermo a cucharaditas, obligandolo a tragar Ni siquiera bast6 que Valentina rogara una y otra vez: Pide tu
caldos de frijoL Humedecia compresas sabre sus sienes. Cambiaba las baja, Alesia. Va.monos al pueblo.
vendas y espantaba las moscas, hara tras hara, para que no perturba- El se mantuvo en sus cinco y ella termin6 por resignarse.
ran al durmiente. Casi respiraba por eL
Paco dada a los rezos, volvi6 a la iglesia. De rodillas pidi6, rog6 con Pasaron algunos meses. Una tarde ...
insistencia, coma si a fuerza de terquedad Dias fuera a concederle un -Hoy averigue una cosa porque soy amiga de la mujer de Zapata.
milagro. Llen6 de flares la capilla, encendi6 velas ,y, en el colmo de la -lCual de tantas?
angustia, estuvo a punto de renunciar a su amante si asi lo salvaba. -Matilde Vazquez. jY dejate de cuentos! Hoy no estoy para bro-
. Una maiiana, regresando de misa, lo encontr6 sentado en el catre. mas. Gracias a ella me entero de ... Es un secreto a voces, le van a
Marchito, flaco hasta dar lastima, pero viva. Muy exigente brome6: tender una trampa.
-tD6nde esta mi desayuno? tLas tortillas y el cafe? -Falta que el general caiga en ella.
Cuando ella lo bes6, Alesia descubri6 las grandes ojeras, la fatiga, -Tu general es demasiado credulo.
el rostro moreno, mojado en llanto. Tanta devoci6n lo conmovi6. -'Entonces, tendran que pasar sabre mi cadaver.
-Gracias, Valentina. Te debo una. -Lo haran, pierde cuidado. Tengo un presentimiento aqui, en
-En el amor no hay cuentas pendientes. Pagar es corresponder. la mitad del pecho. Me sofoca, coma si una garra me apretara la gar-
-Yo te correspondo. Por ti viva. Y, de hoy en adelante, para ti viva. ganta -la angustia la estruj6. De nuevo recurri6 a la suplica-: Mis
presentimientos nunca fallan. Si me quisieras, cumplirias mi ...
Aquella enfermedad tuvo consecuencias imprevistas. Valentina cam- - ... capricho.
bi6. El miedo formaba parte de sus dias y ya no la soltaba, ni siquiera -jOjala fuera un capricho! Este presentimiento me quita el sueiio
cuando Alesia la tiene presa en sus brazos. -por fin, se mostr6 debiL No estaba hecha de fierro, sino de cariiio-.
Ahora se la pasaba sermoneandolo: Alesia, tu enfermedad me enseii.6 que es la muerte ... Vivir sin ti, dia
-Ya llevas tres tequilas. a dia aiiorandote desde dentro, desde la meritita alma. Sentirme
-Si te enojas porque bebo tequila, maiiana bebo jerez. triste: con esa tristeza que no alivian las lagrimas. Llevarme la co-
-Me enchila verte borracho. mida a la boca, sin saborearla. Escuchame, morir es perderte -se le

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aproxim6 para que la contemplara. Era joven, bonita ... la vida repre- me maten de una vez. Se te concedi6 el antojo, pendejo ... mi vida, mi
sentaba el gozo de su cercania-. Quiero que sembremos una parcela., amor. Se limpi6 las lagrimas. 2Para que las desperdicio si no han de
que veamos crecer la milpa, junta con nuestros hijos. Si mueres, me consolarme? Ademas, quiza se malogre nuestro hijo. Una criatura
robas mis suefios. Muchos pueden reemplazarte. Cuidaran a Zapata crece fuerte cuando la madre acepta todo: el pasado y lo que venga.
mejor que tu. Se irgui6. Despues le hizo sefias al sacristan.
~Valentina, rendido estoy a tus pies. Todo te concederia, menos -Ya puede cerrar la caja.
esto. Di mi palabra -hubo un silencio .Pata que la coronela captara El cura bendijo el ataud. Al poco rato llegaron cuatro soldados y
el significado de tal afirmaci6n-. Renunciare en cuanto las tropas de alzaron el feretro sobre sus hombros.
Guajardo se unan a las nuestras. Con esos refuerzos Emiliano ganara -2Que calle tomamos, coronela? .
la revoluci6n e implementara sus ideales. En un mes se decide esto. -La principal. Nomas esperamos a que pase el cortejo de Zapata.
Apenas sellemos el trato, me doy de baja. Arrebujandose en el rebozo, acabal6 sus reflexiones: lo presiento.
Ella hizo un gesto, .. 2resignaci6n, hastio? Como seguia enfurru- Nuestro hijo sera muy macho ... hombre de palabra coma tu, Alesia. Me
fiada, Alesia le acarici6 el rostro, hundiendose en sus ojos: lo' dice el coraz6n y, ya sabes, siempre se cumplen mis presentimientos.
-Tendremos nuestra parcela, veremos crecer la milpa ... Respec-
to a los chamacos ... lPOt que no nos abocamos a esa tare a? Vamos a
hacer al primero.
A Valentina se le hizo chiquito el animo. Adivin6 que aquello
nunca se cumpliria. Me lo dice el coraz6n ... Sin embargo, una sonrisa
temblorosa aflor6 a sus labios:
-Acepto tu propuesta. Hazme un hijo. jPa' luego es tarde!

Alesia era hombre de ley... Por eso estaba en primera fila cuando
llegaron a la Hacienda de Chinameca a parlamentar con Guajardo y
los suyos. ne un vistazo revis6 el edificio: nada le pareci6 sospechoso.
Unicamente habia un centinela. El soldado salud6 y hasta anunci6
sus intenciones:
-Tocare mi clarin para hacerle los honores, general. Nos visita
nada menos que el jefe del Ejercito del Sur.
Veinte disparos acompaflaron la primera nota. Siete balas cayeron
sabre Zapata; dos, en el coraz6n de Alesia. Dizque ninguno sufri6.
Al caudillo debieron identificarlo. Valentina se encarg6 del coro-
nel. Como el pueblo entero acudi6 al entierro de Emiliano, ella vel6
sola a su amante. Hincada junto al ataud, pudo cantar una estrofa
antes de que el dolor la venciera. Si me han de matar maii.ana, que

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LA VALENTINA

Fue la Valentina mi fiel compaiiera,


que por decidida lleg6 a coronela.
Cur6 con sus manos mis pobres heridas
Y fue inseparable como carabina,
[ EL CAUDILLO DEL SUR]
mi fiel Valentina.

LA VALENTINA 10 de abril de 1919

Una pasi6n me domina Nadie podia creer que necesitaban identificar al cadaver de mi
Yes la que me hizo venir.
general Zapata.
Valentina, Valentina,
-jSi hasta las piedras lo conocen!
yo te quisiera de cir...
-Pero, como lo mataron a traici6n, hay que declarar ante el no-
tario Ruiz Sandoval.
Dicen que par tus amores
la vida me han de quitar.
Los hombres hicieron fila, con la esperanza de tener suerte.
No le hace que sean muy hombres, -El notario escoge a uno, declara y, asi no mas, pasa a la Historia.
yo tambien me se pelear. En esas estabamos cuando oimos unos alaridos que nos enchinaron
la came. Nos volvimos justo para vislumbrar una polvadera que se alzaba
Si porque bebo tequila, formando remolinos.
maiiana bebo jerez. En un lueguito llegaron ocho o diez mujeres, acarreando a sus
Si porque me vez borracho, hijos. Se empujaban para entrar primero; algunas ~e desgrefi.aron. El
maiiana ya no me vez. licenciado Jimenez sali6 de la notaria pa.lido, pensando que seguia la
balacera. Pudo ahorrarse el miedo, la gente del traidor Guajardo se
Valentina, Valentina, I I
habia ido muchas horas antes.
rendido estoy a tus pies.
Se trataba de algo mas complicado: las esposas de mi general. 0 la
II
Si me han de matar maiiana,
esposa y las queridas. No ... quien sabe c6mo habria que mentarlas porque
Que me maten de una vez.
querer, querer... las queria a todas y con ninguna mostraba preferencia.
Por eso les dej6 un chamaco al menos: para que recordaran esos amores.
Un ciego, que andaba de cantina en cantina y de pueblo en pueblo,
empez6 a afinar su guitarra. Era muy inspirado y en un santiamen inven- ·
taba una canci6n:

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Escuchen, seiiores, oigan entr6 a mi recamara. Me enroll6 en una colcha, como tamal, Y me echo
el corrido de un triste acontecimiento: sabre su hombro. Ya ve lo alto y redo que era. Tambien atinado. Al aiio
pues en Chinameca ha muerto a mansalva tuve a Guadalupe. S;i.luda al licenciado, niiia. Despues a Nicolas. Saluda
Zapata, el gran insurrecto. al licenciado, escuincle. A Juan, saluda al licenciado. A Ponciano ...
-No perdamos e1 tiempo con tanta cortesia. Tengo por cierto que
Pedia demasiado. Con los gritos de las seiioras, 2quien iba a sus hijos son muy bien educados, seiiora.
ponerle atenci6n? -Y a Elena. Emiliano reconoci6 a los cinco. No los mantenia,
En media de aquel barullo el licenciado inteligi6 lo que ocurria, pero si les dio su apellido. .
se le colorearon las mejillas y, furioso, orden6.: -Mi asistente asentara su testimonio, que despues aprobara mi jefe, el
-jSilencio! Esta notaria no es lugar de escandalos. Ademas, en la notario. Mientras, proseguire con las entrevistas. Pase al fondo, por favor.
capilla ardiente todavia velan a Emiliano. jRespeten su cadaver! Jimenez sali6 y agarr6 a Josefita Espejo, que estaba mero frente
Ante aquella voz de mando, las revoltosas se aplacaron. Con di- a la puerta.
simulo alisaban sus faldas, acomodaban el rebozo y los cabellos, se -Su turno.
subian las mangas. Tambien, para tristeza de los curiosos, cerraron sus En ese momenta, la seiiora se solt6 dando tales berridos que a los
escotes que, por los jalones, enseiiaban mas de lo conveniente. curiosos, conmovidos, se les aguaron los ojos.
-Hablaran conmigo por orden de aparici6n -dijo Jimenez. -zSe siente mal, senora?
-2Pues que estamos en el teatro? -pregunt6 dona Josefa Espejo. -Le respondo adentro.
-Me refiero a la aparici6n en la vida del general. Un vez en el despacho, Josefita tom6 un vaso de agua y, entre
-Yo soy la i'.mica esposa legitima -prosigui6, orgullosa. hipos, cont6 su historia:
-Pero yo apareci primero -refut6 Ines Alfaro-. Y ni supongan -jConmigo si se cas6, licenciado!
que me entregue sin reticencia, coma algunas -recorri6 a sus rivales -Nadie lo duda, seiiora.
con la vista-. jMe di a desear! -Mi familia pertenecia a la crema de los hacendados porfiristas.
-Y acabaste cayendo, coma todas. iImaginese cuanto me amaria Emiliano para proponerme matrimo-
Aquello estuvo a punto de desatar una segunda trifulca. Jimenez lo nio! jA mi, simbolo de la clase que despreciaba! -suspir6, limpian-
evit6 agarrando por el brazo a Ines y metiendola a la oficina, con todo y dose las lagrimas-. Vivi una infancia sin estrecheces econ6micas. Re-
su prole. Adentro, se limpi6 el sudor, maldijo al viejerio, y pregunt6: cibi una excelente educaci6n. Por tal motivo mi padre, don Fidencio,
-2Desde cuando conoce al Caudillo del Sur? pens6 que yo merecia una relaci6n de noviazgo con un sujeto de mi
-Desde cuando todavia no era caudillo, ni nada que se le parezca. clase y condici6n. Sin embargo, Emiliano odiaba que las .cosas no
En aquellos entonces yo tenia quince aiios. Era de a tiro chamaca, tier- salieran a su modo. zLo sabia usted?
nita Y mensa. Por eso creo que mi inocencia lo deslumbr6. Me rondaba, -Lo acabo de oir hace unos minutos, seiiora -para que Josefa no
aunque mi papa se lo prohibi6 y mi mamacita amenaz6 con encerrarme ahondara en detalles, la urgi6-: Continue, se lo ruego.
en un convento si la seguia contrariando. A Emiliano le repatea que las -Me enamore como una loca: me veia a escondidas con el, leia
cosas no salgan a su modo. Si yo estaba dispuesta, eso era lo principal. Asi sus recados que me dejaba bajo una piedra del tecorral. Quien sabe
que una noche se meti6 al patio de mi casa y, sin que nadie lo sintiera, donde habria llegado nuestra pasi6n, si mi padre no muere en un

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decir Jesus. Apenas cerro los ojos, nadie pudo contener a mi novio. El procedimiento se repitio: una salio y la siguiente ingreso al
Me llevaba serenatas y mando hacer mi vestido de novia. Claro que recinto. Antes de que se cerrara la puerta, el ciego canto:
no lo use en la iglesia, porque era demasiado elegante para una boda
pueblerina; pero me lo puse en el banquete al que asistieron el sefior Trinitaria de los campos
presidente, don Francisco Indalecio Madero y su esposa, Sarita Perez. de las vegas de Morelos,
Hubo dos bandas de viento y tanto mole, arroz y frijoles que hasta a la si preguntan por Zapata,
gente que no asistio a la ceremonia le regalaron un itacate. di que ya se fue a los cielos.
-Entonces, 2por que llora, dona Josefa?
-Porque se me murieron mis dos hijos. A mi nifia, que llevaba Aquella cantidad de visitantes, todas pertenecientes al sexo debil,
mi nombre, la pico un alacran y a Felipe lo mordio una vibora. 2Que irritaba al jurisconsulto.
hizo Emiliano para merecer que sus hijos legitimos perecieran? -Nombre y numero de hijos.
-jQue no hizo! -se indigno el licenciado. -Petra Portillo Torres. Una: Ana Maria. El medio hermano mas
-2Como dice? proximo nacio el 2 de diciembre y la mia el 22 de junio de 1915. Asi
-Digo que pase al fondo, a dar testimonio. que Emiliano andaba picando de flor en flor.
Josefita salio por una puerta y por la opuesta entro Margarita -No me interesan esos pormenores -asento Jimenez, ruborizan-
Saez Ugalde, acompafiada de las notas de la guitarra. dose-. Pase al fondo a dar testimonio.
jEl general engendraba hijos al por mayor y casi al mismo tiempo!
Campanas de Villa Ayala dedujo Jimenez contando con los dedos. La envidia lo corroia por
,por que tocan tan dolientes? dentro. Si preguntan por Zapata, di que ya se fue a los cielos. Miro hacia
Es que ya muri6 Zapata arriba. 2Al paraiso? 2Un mujeriego? A menos que San Pedro le asigne
y era Zapata un valiente. a las once mil virgenes, reflexiono. Entre todas, quiza distraigan al
general dos o tres meses.
jY vaya que era valiente!, penso el licenciado. jSe necesitan pan- Ya no se molesto en salir. Lanzo una orden estentorea:
talones para mantener apaciguadas a tantas gallinas! 20cho, nueve? -jSiguiente!
Hasta ahora, ninguna habla mal del general. Al contrario, consideran En cuanto vio a la declarante, la apremio sin consideracion:
un honor que las haya seducido para despues abandonarlas a su suerte. -jNombre!
f)si son: jhijas de la mala vida! -Maria de Jesus Perez Caballero.
-Sefiora, vamos aligerando este asunto o no terminaremos nunca. -jHijo!
-Me llamo Margarita Saenz U g;lde. -Mateo.
-No lo dudo -repuso, seco-. 2Conocio usted intimamente a -Pase a dar testimonio.
Emiliano Zapata? Una objecion detuvo el proceso.
-lntimidad triple. Mis hijos se llaman Luis Eugenio, Margarita y -jAlto ahi! -el escribano salio de la oficina, limpiandose los an-
Gabriel. Solo que estos ultimos murier.o n poco despues de nacer. teojos. Se veia agotado-. Licenciado Jimenez, no mande mas mujeres
-Pase al fondo a dar testimonio. a mi cubiculo. iEstamos apretados como una lata de sardinas! No po-
demos respirar, leis nifios chillan ... 2Acaso los escucha?

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-Aun faltan varias. -jPero no a sus amantes ni a sus bastardos!
Efectivamente, cuatro cabezas y una guitarra se asomaron por la El insulto alert6 a las otras sefi<;:iras, quienes de inmediato lo
puerta entreabierta:
rodearon.
, -jOigame usted! -lo increp6 Josefita, picandole un hombro con
A la orilla de un camino el indice-. Yo me case por las dos leyes: la civil y la religiosa.
carte una blanca azucena. -jY todos nuestros hijos fueron reconocidos ante el registro civil!
A la tumba de Zapata -aclararon las ocho madres, indignadisimas.
la lleve coma una ofrenda. Sin prestar atenci6n, el notario espi6 por la ventana y se le pusieron
los pelos punta. .
En aquel instante el notario, Ruiz Sandoval, irrumpi6 en el corre- -Jimenez, salga por la parte de atras. jLlame a los guardias antes
dor. Echaba chispas. de que el mujerio tome esta oficina por asalto! Atrancare la puerta.
-Esta parece un circa. jJimenez, calle a ese trovador! Tenga, dele
una limosna con tal de que se largue. Seiiores, ya me despido,
-A sus 6rdenes -el licenciado, con rapidez inaudita, meti6 a las que no tengan novedad.
mujeres, arroj6 la moneda y cerr6 la puerta. Despues se acerc6 a la ven- Cual heroe muri6 Zapata
tana para comprobar que el ciego se habia ido. par la tierra y libertad.
-Queremos atestiguar -declararon las cuatro, a coro.
-Yo soy Georgina Pifier9. El notario, perdiendo toda compostura, lanz6 varias monedas
-Nadie se lo pregunta. por la ventana.
-Y yo Matilde Vazquez, para servir a su merced. -jConformate con eso, desafinado! Y vete de una vez porque si
-Gregoria Zuniga para lo mismo, servir a usted. te pesco, te corto la lengua.
-Luz Zuniga, hermana de la anterior. Como vivimos en la misma El silencio se hizo. Tras un intervalo, bastante engorroso, Ruiz
casa, le ahorrabamos un viaje al general. Sandoval rectific6 el nudo de su corbata y tom6 una decision:
-jBasta! jMe estan volviendo loco! -Solo necesito el testimonio de la sefiora Josefa Espejo.
En ese momenento Jimenez se aproxim6 al notario, cual si hu- -zPor que nos discrimina? -se quejaron las demas.
biera vista fantasmas. -Porque ninguna tiene el grado de generala, coma Josefita, a
-Hay una turba afuera. Nos invadiran, sefior-los ojos se le salian quien la tropa venera.
pot la angustia-. 2C6mo las detendremos? Ante esa realidad, tan contundente, se aplacaron sus animos.
-2De que diablos habla? -indag6 Ruiz Sandoval, aunque no las -Veamos -dijo, revisando una hoja. De inmediato el cefio se le
tenia todas consigo. frunci6. No terminaba de leer la segunda linea cuando ya vociferaba-:
-Ya se corri6 la voz y hay docenas de senoras que quieren dar testi- jCometiste un error garrafal, cretino!
monio. Dicen que es su derecho. jEscuche los gritos! Al tinterillo se le doblaron las rodillas.
-Supuse que se trataba de ayes de dolor para honrar a Zapata. -Nicolas noes hijo de la sefio,ra Espejo.
-Creen que si atestiguan las tomaran en cuenta para las pen- -jOesde,luego que no! Es mio -vocifer6 Ines-. Bastante trabajo
siones. La patria debe honrar a sus martires. me cost6 parirlo.

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-Se arrebataban la palabra, seflor. Me indicaban que escribir - el LA MUERTE DE ZAPATA
auxiliar sollozaba a moco tendido- . jLe aseguro que no fue mi culpa!
- Echaremos estas notas a la basura - dictamin6 Ruiz Sandoval- . Escuchen, senores, oigan
jNo sirven! A ustedes, sefloras, les agradezco la desinteresada muestra e[ corrido de un triste acontecimiento:

de patriotismo que han dado con su presencia. Sin embargo, prefiero pues en Chinameca ha muerto a mansalva
entendermelas con un var6n. · Zapata, el gran insurrecto.
Fue inutil que se opusieran. Por suerte, Jimenez acababa de llegar
Abril de 1919, en la memoria
y los guardias sacaron a las mujeres y sus crios con toda la delicadeza
quedard del campesino
que ameritaba el caso:
coma una mancha en la historia.
- jJalenle, jijas de su pelona! jArreando o me las afusilo!
A continuaci6n, el notario abri6 la puerta principal e introdujo Campanas de Villa Ayala,
al primero de la fila. iPor que tocan tan dolientes?
-jPase! Es que ya muri6 Zapata
Sentado ante el escritorio y con la pluma en la diestra, Ruiz San- y era Zapata un valiente.
doval inquiri6:
- 2Su nombre? El gran Emiliano, que amaba a los pobres,
-Eusebio Jauregui. quiso darles libertad.
-2Conoci6 al general Zapata? Por eso los hombres de todos [os pueblos
El campesino baj6 la vista. Sus manos hacian girar el sombrero. con el fueron a luchar.
Se notaba a leguas que estaba nervioso.
De Cuautla hasta Amecameca,
-Pos ... de lejecitos, licenciado.
Matamoros y e[ Ajusco,
-Con eso basta. Le tomare testimonio ahora mismo. En cuanto
con los pelones del viejo don Porfirio
termine, usted, Jimenez, llevara el acta a la capilla ardiente. Deben
se dio gusto.
enterrar al general cuanto antes para que descanse en paz.
-Si puede ... porque yo, despues de .esta experiencia, ni en la paz Trinitaria de los campos
de los sepulcros creo. de las vegas de Morelos,
si preguntan por Zapata
di que ya se fue a los cielos.

Don Pablo Gonzalez


le ordena a Guajardo que le finja un rendimiento,
y al ver a Zapata disparan sus armas
al llegar al campamento.

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A la oritla de un camino
corte una blanca azucena,
a la tumba de Zapata
la lleve como una ofrenda.

Senores·, ya me despido
[ EN TUS BRAZOS ]
que no tengan novedad.
Cua! heroe muri6 Zapata
por dar tierra y libertad.

Le import6 una pura y dos con sal que sus familias fueran enemigas.
El pleito habia nacido por cuesti6n de colindancias y, de buenas a pri-
meras, los Peralta y los Romero se odiaron a muerte. Cancelaron las
fiestas en comun para festejar cumpleafios, bautizos y bodas, porque
en esos festejos los muchachos platicaban; quiza ellas los miraban fija-
mente, develando sus mas rec6nditos secretos; quiza ellos respondian
acompanados por una guitarra y, en canciones de amor, su amor con-
fesaban. Todo eso acab6; pero para la querencia no hay obstaculos,
aunque estos se levanten hasta el cielo.
Antes de ese maldito pleito Rosa Eugenia Peralta estaba destina-
da a Macario Romero. En realidad ella no tuvo la culpa de perderse.
La incitaban a saludar al nifio Macario. Le recordaban con frecuencia:
"Sera tu marido. Mejor te acostumbras a sus modos desde ahorita".
No acababa de cumplir los quince afios cuando su futura suegra la
ensefi.6 a cocinar los platos favoritos del muchacho. Ademas, a ella no
le cost6 ningun trabajo adorar a su prometido. De los juegos infan-
tiles pasaron a los besos; de las caricias, a una pasi6n que solo frenaba
el pr6ximo matrimonio.
Una noche don Manuel Peralta lleg6 a su hogar hecho una furia.
Habia discutido durante horas con su amigo Julio Romero. Ambos de-
cidieron marcar los limites de las dos haciendas, para determinar que
le correspondia a Rosita como dote. Asi, entre copas, lo que empez6 de
manera cordial termin6 en amenazas e injurias. Mentaron a sus progeni-
toras, dudaron del honor de sus esposas, de la legitimidad de sus vastagos
y otras lindezas. Si no sacaron las pistolas fue porque Dios asi lo dispuso.

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Apenas entr6 al comedor, don Manuel descarg6 su encono. Di- Esa misma tarde la criada dizque se torci6 un tobillo. Sus pa-
rigiendose a su consentida, grit6: trones le permitieron ir al pueblo a que el huesero la vendara. Del
-Te prohibo, terminantemente, que veas a Mac~rio. iY ese tal consultorio al cuartel hizo poco mas de media hora. Siempre fue
por cual no vuelve a pisar esta casa! rapida para andar.
Su mujer, la cuflada solterona y toda la prole, permanecieron Macario ley6 esas lineas, mientras una ira ardiente lo invadia.
inm6viles. Rosa, poco acostumbrada a aquella furia irracional, reac- Cuantimas al distinguir las lagrimas que manchaban algunas letras.
cion6 equivocadamente. Primero rog6, despues pidi6 explicaciones ... Sin pensarlo dos veces, se dirigi6 a su superior inmediato.
-Porque se me pega la gana -vocifer6 don Manuel-. Aqui man- Dice Macario Romero a! capitcin Vi!!ap!ata: "Concedame una !icencia
do yo. iPara eso soy tu padre! para ir a ver a mi chata".
La muchacha empez6 a llorar. lgnoraba si de c6lera, desesperaci6n, -LA estas horas?
o ambas cosas. -Mejor de noche que de dia -y, como las explicaciones
Lo (mico claro es que no obedeceria. le bullian por dentro, las expuso a borbotones. Apenas termin6,
-lCrees que es tan facil sacarse un amor del coraz6n, papa? !e responde ViHaplata: "Con mi !icencia no vas. Si !o !!evas en capricho, en tu
-iDejate de cursilerias! El matrimonio nose invent6 para amores, sa!ud !o ha!larcis".
sino para formar una familia. Y eso lo haces con cualquiera. Como su subalterno apretaba los labios, comprendi6 que na-
-Oyeme, Manuel, esas opiniones me ultrajan -intervino su es- die lo detendria. Podia acusarlo de insubordinaci6n, pero estimaba
posa. Iba a agregar algo, desde luego, pero el hacendado golpe6 la al teniente.
mesa con su puflo-. iA callar! -un silencio sepulcral se extendi6 por -Entiende, Macario. zPleitos por linderos? Terminan en el campo-
la habitaci6n-. Ni una palabra mas. santo. iSi lo sabre yo! Esas cosas se resuelven con sangre.
La familia sigui6 comiendo, a pesar de que las tortillas se les Macario descart6 tales advertencias. El mismo ensil16 su caballo,
atoraban en la garganta. Solo Rosa Eugenia rompi6 aquella tregua. lo mont6 ... A la salida lo detuvieron:
Apartand_o la silla, se puso de pie. Dice Macario Romero en frente de la garita: "Me voy a ver a mi chata,
-Seguire viendo a Macario. Sepalo de una vez. Y me casare con a mi nadie me !o quita".
el, aunque usted se oponga. Para ese momento toda la oficialia estaba enterada del asunto. Se
Sali6 dando un portazo. Los ojos de los comensales se clavaron reunieron para despedirlo pues ... jamas volveremos a verlo.
en el patriarca quien, de pronto, recobr6 la calma ... una sangre fria Le decia su genera! en !a puerta de! cuarte!: "Macario te han de matar,
mas temible que su enojo. por esa ingrata mujer".
-Yo me encargo de esto. -lngrata no, jefe. Sabe querer.
-Entonces, zrara que te envi6 esa carta? De uno en uno tu les
Rosita deposit6 su confianza en su nana, quien la queria como a los ganas, pero te atacaran a traici6n.
hijos que nunca tuvo. Dice Macario Romero, parcindose en !os estribos: "Seiior, si no me hacen
-Mi novio debe recibir esta carta maflana. nada, si todos son mis amigos".
-Maflana la recibe, nifla. Ante semejante terquedad, el general se encogi6 de hombros.
Luego hizo s,efla al guardia para que lo dejara pasar.

106 107
-Nadie tiene derecho de impedirte el paso. Un hombre debe ac- Cuando menos lo acordaron, oyeron el primer tiro: un caballo se revol-
tuar como tal cuando las circunstancias asi lo exigen. co por el suelo, en plena agonia. Macario estaba acostumbrado a las
El teniente pico espuelas mientras en el cielo aparecia una luna emboscadas. Agarro a su novia de la mano y ambos se adentraron en
redonda, iluminando su camino. un maizal. Corrieron hasta una barda medio derruida.
Sus perseguidores se detuvieron a prudente distancia y don
Encontro a Rosa donde lo habia citado. Aunque tenian mucho que Manuel Peralta ordeno a su hija:
contar, primero se besaron. Solo hablaron despues, sin separar de- -Ven, despacio, hacia aca. Todavia no has hecho algo irremediable.
masiado los labios, como si bebieran las palabras del otro. -Este es mi lugar, padre, y aqui me quedo.
-Escuche sus planes, Macario. Mi papa y mis hermanos te tenderan Al hacendado se le colorearon las mejillas por la rabia. Dice el
una trampa. Organizaran un convit~, fingiendo una reconciliacion. papa de Rosita: "mira que mal lo has pensado, ,que esperanzas te mantienen
Quiza te emborrachen y, cuando estes distraido, ocurrira un accidente. de irte con un desgraciado?".
-Yo no caigo en ese tipo de trampas, linda. Dice la niiia Rosita: "No le diga desgraciado. Porque el no tiene la culpa:

-zPero estas dispuesto a arriesgarte? Yo no. Nunca me perdonaria yo soy quien lo ha enamorado".
site hieren, si... -aquel "si te matan" le cerro la garganta. zPara que -Entonces te trataremos como lo que eres: una cualquiera.
pronunciarlo atrayendo el mal aguero? Titubeo unos segundos-: Tra- El teniente se irguio. La luna dibujaba su silueta, sobre todo el
je mi ropa, la medalla que me regalo mi abuela ... pecho, blanco facil para las balas.
-zTe vas conmigo? -indago azorado. -Don Manuel, exijo que le pida una disculpa a mi futura esposa.
Ella asintio, bajando la vista por un momento. -Espera sentado, muchacho -y descargo su pistola.
-Andaras en boca de todos, Rosa. -Pues si, habra tiempo -se burlo Macario, impavido-. Quiza
-Hasta que nos casemos. hasta usted aprenda a disparar.
Dice la niiia Rosita: "Tu tirales a matarlos. jTirales a matarlos, yo te
-Y despues tambien; a la gente le cuesta trabajo olvidar ... aunque
yo no te hago mia hasta que nos bendiga un cura -lo conmovia la cuido las espaldas!".
generosidad de esa entrega, por eso le beso las manos, la frente, los ca- Se volvio hacia ella:
bellos. Como si la joven se hubiera convertido en Virgen o imagen-. -zQuieres que me manche las manos con la sangre de tu padEe
zComprendes cuanto pierdes? Mi familia me desconocera porque me y tus hermanos?
caso contigo. No tendre que ofrecerte, excepto mi sueldo de militar. -iAgachate!
-Me importan un bledo los chismes; me importa menos el dine- Le acertaron justo en el corazon. Ella lo abrazo, dando alaridos.
ro. Y voy a enojarme si sigues diciendo tonterias -tras los besos ... habia La sangre cubria su uniforme. Apenas tenian tiempo de despedirse.
que seguirse besando, siempre, eternamente, dice la niiia Rosita-: Les "Rosita, querida mia, quiero morir en tus brazos y asi acabar mi vida".
jugaremos un trato: ensillate dos caballos, ya estamos perdiendo el rato. Dice la niiia Rosita: "Macario, querido mio, para morir en mis brazos,
todo esto se ha cumplido. Era nuestro destino". Lo beso para llevarse el
Salieron del establo sigilosamente. Atravesaron la hacienda sin
que nadie se diera cuenta. 0 eso creyeron. ' recuerdo de sus labios. Las lagrimas la cegaban. Por un instante penso
Al llegar al agua grande iban muy entretenidos. Ella insistia: que tambien moriria, pero el dolor no mata.
-Sobre un sarape, bajo las estrellas ... Amemonos para que ya Cogio la pistola del teniente sin el menor titubeo. Luego empezo
nada nos separe. a eaminar, despacio, hacia donde estaban su padre y sus hermanos.

108 109
Dice la niria Rosita: "Ora sf quedaron bien. Ya mataron a Macario, MACARIO ROMERO
pues mdtenme a mi tambien".
-jDetente, criatura! Somos tu familia, llevamos la misma sangre. Dice Macario Romero
Apunt6. al capitan Vit!aplata:
Concedame una licencia
-2Te has vuelto loca? 2Vas a tirar contra tu propio padre?
para ir a ver a mi chata.
-No, no me atreveria. Voy a ·tirar contra el hombre que mat6 a
Macario y, junto con el, acab6 con mi vida ... Pero descuide, yo rara vez
Le responde Vit!aplata:
he tenido una pistola en lis manos; usted mata zopilotes en el aire. A
Con mi licencia novas
ver quien gana.
si lo Hevas en capricho,
Y empez6 a disparar. en tu salud lo haHaras.

Dice Macario Romero


en frente de la garita:
Me voy a ver a mi chata,
a mi nadie me la quita.

Le decia su general
en la puerta de! cuartel:
Macario te han de matar,
par esa ingrata mujer.

Dice Macario Romero,


parandose en los estribos:
Seiior, si no me hacen ~ada,
si son todos mis amigos.

Dice la niiia Rosita:


Papa, aqui viene Romero.
Hijita, ,en que lo conoces?
Lo conozco en e! sombrero.

Dice et papa de Rosita:


Pues, ,que plan le formaremos?
Le formaremos un baile.
Las armas le quitaremos.

110 llL
Luego que llega Macario, Estoy impuesto a matar,
lo convidan a bailar; las aguilitas volando.
pero Romero muy vivo,
no se quiso emborrachar. Dice la nina Rosita:
Tu tirales a matarlos.
Dice la nina Rosita: Tu tirales a matarlos,
Les jugaremos un trato: yo te cuido las espaldas.
ensillate dos caballos
ya estamos perdiendo el rato. Dice Macario Romero:
Rosita, querida mia,
Dice el papd de Rosita: quiero morir en tus brazos
Macario, hombre, hazme un favor, y ahi acabar mi vida.
no te la lleves ahori ta,
que sea en otra ocasi6n. Dice la niria Rosita:
Romero, querido mio,
Dice Macario Romero: para morir en mis brazos,
Hombre, el favor se lo hiciera. todo esto se ha cumplido.
Si no me la llevo ahorita,
toda la gente se riera. Dice la nina Rosita:
Ora si quedaron bien.
Dice el papa de Rosita: ya mataron a Macario,
mira que mal }o has pensado, pues mdtenme a mi tambien.
ique esperanzas te mantienen
de irte con un desgraciado? Sale la nina Rosita
en busca de una pistola.
Dice la nina Rosita: Ora lo verdn, cobardes,
No le diga desgraciado. como yo les hago bola.
Porque el no tiene la culpa:
yo soy quien lo ha enamorado.

Al llegar al agua grande


iban muy entretenidos.
Cuando menos lo acordaron,
oyeron el primer tiro.

Dice Macario Romero:


iPor que no entran marchando?

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[ ADIOS MUJER]

Cuando supo que lo habian matado, Guadalupe se subi6 al primer


tren que iba hacia el norte. Voy a cerciorarme, decidi6, disculpandose
por no avisarle a nadie. Su madre hubiera puesto mil razones para que
permaneciera quieta, en su sitio, aguardando. Y ella necesitaba saber.
Muchas veces tergiversan los nombres y confunden los cuerpos. Los
confunden, repetia, incapaz de rezar o pedir por el: eso significaria
que aceptaba su muerte. Aun no. Hasta cerciorarme.
Comia lo que le regalaban las soldaderas, considerandola una
loca mansa ... porque loca debia estar para viajar por un pais en armas,
donde los revolucionarios se despedazaban entre si. Con ellas encon-
tr6 un refugio, protecci6n y consejos.
Cada dia el tren avanzaba, adentrandose por inmensas llanuras.
Las nopaleras y los magueyes plasmaban sus siluetas contra el horizonte;
los zopilotes formaban grandes circulos en el cielo hasta que oteaban un
cadaver. Al descubrir esos pajaros de mal aguero, Lupe se persignaba.
No es R6mulo. El esta vivo, pensaba, enterrandose las unas para domi-
nar su llanto. Eso le habian pedido sus confidentes: no desperdicies tus
lagrimas. Muchas cosas hacen sufrir; escoge las que valgan la pena.
Una energia nerviosa la mantenia en vela. Fingia dormir cuando
las otras descansaban; en realidad miraba las estrellas. En la solitaria
oscuridad de la noche encontraba algo propio: un vacio inmenso; ese
hueco que, a pesar de su rebeldia, poco a poco se ensanchaba.
Tras dos semanas, lleg6 a su destino: la tumba comun, sin nom-
bres. No sinti6 nada ante ese mont6n de tierra cubierta por flores,
- algunas marchitas, otras deshojandose. Nada ... una indiferencia total,

115
como si las explicaciones que le daba el coronel carecieran de impor- -No hables tan a la ligera, Leandro. Caras vemos, corazones no
tancia, como si se tratara de otra persona. El militar le tuvo lastima. El sabemos -hizo una pausa. Su voz son6 firme al reanudar-. Asi dice el
mismo la encarg6 con un amigo que iba hacia el rumbo de esa pobre dicho y a mi me parece cabal. El coraz6n es una ciencia dificil. Nadie
muchacha; Asi fue como, por milagro, volvi6 sana y salva a su pueblo, puede presumir de conocerla -puso la copa sobre la mesa con esos
a la vida de todos los dias. movimientos lentos, que apenas cortaban el aire-. En cuanto a la
venta ... Averigua el precio; no me des mas, pero tampoco menos.
Cuando regres6, R6mulo tuvo la suerte de entrar a la cantina. De otra Una advertencia vibraba en tales palabras: con R6mulo, mejor
manera no se hubiera enterado. Un ranchero se acerc6 a saludarlo: llevar la fiesta en paz.
-i:Ya note acuerdas de los amigos? Jugabamos alas escondidillas Los chismes del regreso de R6mulo Quintana corrieron por el pue-
en los maizales. blo. Esa misma noche, el la busc6. Ella ya lo esperaba. Se encontraron en
-Y luego espiabamos a las chamacas que se banaban en el rio. el antiguo lugar de sus citas, bajo las mismas estrellas ... igual que antes.
-Si, pues ... -se fundieron en un abrazo-. Me cost6 reconocerte -Me dijeron que habias muerto.
ahora que te disfrazas de capitan. Ademas, te ves bastante fregado. Maldijeron aquella jugada del destino. Ni siquiera intentaron
-Pase unos aflos en la ea.reel ... incomunicado. Es lo mejor que descifrarla. Estaba escrito: los grandes amores acaban en tragedia,
puedo contarte -no iba a causar lastima, asi que anadi6-; invitame de l_o contrario se van desgastando con el paso del tiempo. Pero los
un trago, Leandro. dos habrian querido compartir esos dias tranquilos, bajo un cielo sin
-Hasta dos, para que las tristezas no te acaben -lo media con los nubes. Cuanto, cuanto lo desearon.
ojos, titubeando entre darle la noticia o quedarse callado. -Te guarde luto durante dos aflos.
-zTan mal anda la cosa? -Como si fuera tu e~poso.
-Tu juzga, hermano -se la solt6 de un tir6n, mas vale una verde -Para mi lo fuiste. Despues el seflor cura empez6 a minar mi re-
que muchas coloradas-. Guadalupe se cas6 con Trinidad Azueta, sistencia. Duro y dale: Una muchacha bonita provoca tentaciones; yo
tienen cuatro hijos ... -despues, medio arrepentido de su brusquedad, iba a tener la culpa si alguien se perdia... y mi mama, que no toca mal
dijo-: Tardaste demasiado, R6mulo. las rancheras, lo secund6 en todo. zQuien iba a protegerme si ella en-
-Nada sali6 como yo esperaba. La revoluci6n tuvo un costo muy fermaba? jNo me niegues el gusto de arrullar a mis nietos! Con esa y
alto, sobre todo en ilusiones. Todas se me vinieron para abajo ... todas, otras cantinelas me mareaba. Para rematar, Trinidad se presto al juego.
menos una: volver. A la parcela, a la tierra -a Guadalupe-. Tienes No le import6 que hubiera sido tuya ... Se lo confese para evitar malos
raz6n, compadre, me tarde. entendidos y el me respondi6: "el pasado, pasado". Ni siquiera exigi6 sus
-,Y ora que vas a hacer? derechos en la noche de bodas. Aguard6 a que yo estuviera dispuesta.
-Nose. R6mulo acall6 sus comentarios.
-Si se te ocµrre vender tu propiedad, la compro. Colinda con la -lSabes c6mo logre sofocar el rechazo hacia mi marido? Pensan-
mia -ante el silencio del militar, que bebia su tequila despacio, como do en ti -lo mir6 sin parpadear, sin sonrojarse-. Imagine esa vez, la
si estuviera en otra parte, insisti6-: ,O se te antoja atestiguar lo feliz primera, entre tus brazos. Oi tus palabras. Cerrando los ojos, te revivi.
que es la Lupe con su esposo y sus chamacos? jS6lo asi era posible complacer a otro! En la oscuridad, muy de vez
Un destello brill6 en las pupilas oscuras. en vez, si la afloranza me ahogaba. Tu debes saber lo que uno siente
- cuando la ausencia se vuelve tormento.

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-Lose -y la estrecho contra si para que le contagiara su tibieza. Ninguno acudio a la cita. Desde lejos contemplaron el arbol, ilumi-
Lupe trago saliva antes de proseguir, aun mas bajo: nado de tanto en tanto por la luna. Esperaron toda la noche, enterran-
-Me fue hacienda a su manera. Se conformaba con los hijos, do aquella pasion con cada hora que pasaba. Al fin clareo la mariana.
con tenerme cerca ... Mi presencia le basto, aunque mi alma anduviera Cada uno tomo un sendero opuesto. El con una esperanza: la
lejos, adormecida por los recuerdos, pues entregarme, lo que se dice dejo libre. Ella con un ruego: olvidame.
entregarme, solo contigo.
Romulo cogio la guitarra que llevaba en la montura. Ignorando
-Hiciste bien -susurro. Tal concesion le dolia mas que la bala que si lo escuchaba, canto: adi6s, mujer, adi6s para siempre, adi6s.
anid6 en alguna parte de su pecho y que, por mala suerte, lo dejo vivo. Tenian un consuelo. Tras este encuentro, tras decir lo guardado
-Las tropas entraban y salian de! pueblo, Romulo. Se llevaban durante afi.os, seguro Dios les haria una merced: su amor, en lugar de
animales, maiz y muchachas, todo junta, sin distingos. Trinidad me ser una Haga viva, se convertiria en recuerdo.
protegia ... era quien sacaba la cara por mi.
-Hiciste bien -repitio-. No te estoy pidiendo cuentas.
-La querencia sigue dentro, acompariandonos, pero el tiempo va
amansando el dolor. Ya noes tan canijo o, acaso, nos acostumbramos
a el. 2Me entiendes? 2Te traiciono porque soy un poquito feliz? Y no
siempre ... ni siquiera siempre.
Como ella lloraba, le beso cada lagrima hasta que llego a su boca.
Desde luego se amaron. Faltaban esperanzas; sobraban decep-
ciones. Aun asi, Guadalupe dijo:
-Mariana nos vemos aqui. Traete dos caballos, me voy contigo.
Se separaron sin agregar nada; cada uno ensimismado en
sus pensamientos.
Mientras el dirigia al bayo hacia su rancho, donde dormiria por
ultima vez, se pregunto si Guadalupe conservaria su sonrisa una vez que
estuvieran bien lejos y que aquella decision fuera irremediable. Yendose,
abandonaba al hombre que la cobijo bajo su techo. Y los hijos ... 2se olvi-
dan por un querer, aunque sea muy hondo y lo traigamos arraigado en el
corazon? 20 solo se trastoca la nostalgia? Hasta hoy me extrario. Mariana
le haran falta sus chamacos. Quiza no me lo reproche, mas esa carencia -
le impedira vivir y, si ella no vive, yo tampoco aliento.
Mientras ella caminaba a su casa, se pregunto si Romulo aceptaria
que un fantasma los separara. Trinidad existia en el presente, mas
todavia en el ayer, en el cuerpo que le dio cuatro hijos. Imposible
borrarlo. Fue de el y eso nada ni nadie lo cambiaba.

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119
LA BARCA DE ORO

Yo ya me voy
al puerto donde se halla
la barca de oro
que debe conducirme.
[ LA BANDA DEL CARRO ROJO ]
Yo ya me voy.
Solo vengo a despedirme,
adi6s, mujer,
adi6s para siempre, adi6s.
No volverdn
mis ojos a mirarte, Por fin, despues de mucho arriesgar el pellejo, tenian cien kilos de
ni tus oidos coca en la cajuela.
escuchardn mi canto. -Tu dices c6mo la pasamos.
Voy a aumentar El jefe contempl6 el mapa de la frontera entre Mexico y Estados
los mares con mi llanto.
Unidos. Mostraba manchas de grasa donde los dedos habian senalado
Adi6s, mujer, adi6s,
un sitio estrategico.
para siempre, adi6s.
-La ruta de siempre: la aduana de El Paso, Texas; luego San Anto-
nio. De ahi pueden agarrar por donde quieran. Entregan en Chicago.
Su segundo lo mir6, suspicaz. Emilio es bien canijo. Algo se trae
entre manos.
-Ese camino esta demasiado trillado. Los van a joder.
-Mala suerte, carnal. La mercancia representa un chingo de lana.
Si no necesitan el dinero, consigue otros.
Lino Quintana se arm6 de paciencia ... y tambien de valor. Se me en-
cogen cuando me dirijo a este cuate. Se encabrona por cualquier cosa.
-Nadie rechaza una cantidad asi. A lo que me refiero es a un
cambio de planes. Si cogen por otro estado, aunque sea Nuevo Mexi-
co, que esta cerquita, seguro Hegan. Yo dudo ...
-Pues dejate de dudas, Lino. Ni que fueras Santo Tomas.
-Ni tu Cristo -revir6. Tampoco va a pis:irmelos. Con una vez
que me aplaste, estoy fregado-. Mira, Emilio, no podemos confiarle
este trabajo al primer pe1;1dejo que aparezca. Hay que entrenar a la
gente y eso toma tiempo. Tu sabes que no se trata de aumentar el
sueldo. Asi me las dieran todas. No, carnal, hay que ...

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-Nuevo Mexico esta fuera de mi territorio, Lino. En cuanto in- Al llegar al garaje, reviso el coche, la mercancia, los rifles, el fajo
vada un mercado ajeno, me los cortan. La fiesta en paz, 2entiendes? de dolares. Los fue contando billete a billete, Todo en orden. Emilio
- ... hay que usar a alguien que tenga experiencia -replico, acaba- era derecho. Si hacia un trato, lo cumplia.
lando su idea como si nadie lo hubiera interrumpido- Yo me ofrezco. Desayuno con quienes lo acompafiarian. Estaban de a tiro chavos.
-Bueno, si se te antoja la chamba ... Ninguno pasa de los veinte. Unos tarugos pero, por ahorrar dinero ...
-2Vamos a mitas? Lino aparto el cafe. Su instinto le advertia, de manera vaga, confusa,
Emilio solto un silbido. Tal proposicion no merecia mayores que esa no la contaba.
comentarios. -2Nos vamos, jefe?
-Piensalo. Conmigo dirigiendo la operacion tienes garantizada iJefe! Era el mandamas. El orgullo invadio su cuerpo con mayor rapi--
la mitad de la ganancia. Con otros ... tu sabras. dez que la cocaina pura. De pronto, las suspicacias se borraron, igual
-Aspiras a mucho. 2No estaras pensando desbancarme? que si nunca hubieran existido. Ya paso el momenta de retroceder,
-Pierde cuidado. Te soy leal. Nomas ponme a prueba. reflexiono. La (mica salida es hacia adelante. Ademas, los tengo bien
Se midieron, calculando pros y contras. lgual que en el ajedrez, puestos: la migra me hace los mandados. .
los participantes hablaban poco mientras estudiaban cada jugada du- -Nos vamos, carnales. Quiero comer en ... -dejo incompleta la
rante horas. Esta vez no tardaron tanto. frase. Entre menos sepan, mejor.
-OK. Dirige la entrega. Siguieron las instrucciones al pie de la letra. Como hicieron buen
Primero se dieron la mano; cuando el apreton fue mas fuerte, tiempo, Lino se-relajo un poco. Todo esta saliendo a pedir de boca.
Emilio abraz6 a su segundo.
-Gracias, carnal -parecia emocionado, algo raro en ese tipo-. Ya habian pasado la aduana,
Para celebrar, vamos a visitar a la Matilde. Ese congal esta fregon. Y te la que estd en El Paso, Texas,
invito unas viejas. Las que quieras. pero en mero San Antonio
-Pa' luego es tarde. los estaban esperando.
De verdad festejaron. Cantaron corridos con una chava sentada Eran los rinches de Texas
en cada pierna, bailaron, se pusieron hasta atras, y el jefe convido que comandan el condado.
un toque a las escogidas, las de la mera buena suerte. No estaban
acostumbradas, apenas se andaban aclimatando, asi que el efecto fue Fue facil dar con ellos.
sensacional. Diversion de a gratis. -En el carro colorado traen cien kilos de coca, y van con rumba a Chi-
cago -asi lo dijo el sopl6n que los habia denunciado.
Lino abrio los ojos al amanecer. Reconocio el cuarto por la Virgen Detuvieron el carro para que lo registraran.
de Guadalupe que estaba en un rincon, cubierta por cortinitas trans- -jNo se resistan!
parentes. Se acerco al lavabo para echarse agua a la cara. Cuestion de -Porque nos matan -se burlo Lino, pero obedecio cada indi-
limpieza porque tenia la mente despejada. Asimilo bien los tragos y cacion que los rangers lanzaban por un altavoz. La cantinela de siem-
solo me inyecto cuando ajusticio traidores. pre ... y yo con esta bola de pendejos estorbandome. Mas le hubiera

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se via volar por el aire.
valido estar solo. Al menos habria podido moverse, sin la responsabili-
Asf empez6 aquel combate
dad de tanto menso pesandole en las espaldas. Y ahora, jni modo de .
donde fue aqueUa masacre.
abandonarlos a su suerte! El habia tenido un padrino a todo dar. Por eso
subi6 como la espuma y.. . Debo corresponder en alguna forma. Creia en
De Los siete que murieron,
el destino. A cada quien le llega su fecha y, por lo que parece, me lleg6
cuatro eran del carro rojo,
la mia. Una traici6n no va a salvarme. jSi ya se las olia desde que sali6!
Los otros tres del gobierno.
Aunque todo estaba bi('.n, algo andaba mal. Un presentimiento se lo
Par eUos no se preocupen:
advertia y el no hizo caso, engolosinado por la lana. Tanto fajo de billete
todos iran al infierno.
se mete en el cerebro y ciega, igual que una pinche venda sobre los ojos.
Se persign6, encomendandose a la Santa Muerte. Al ver aquello,
Acab6 pronto. Los gringos son muy eficientes. En un ratito lle-
los bisofi.os adivinaron que estaban perdidos. Nadie hace la serial de
garon ambulancias, paramedicos ... Claro, ellos no tuvieron mucha
la cruz porque si. El panico les subi6 por la entrepierna, helandoles
chamba; solo quedaba Lino Quintana.
el animo. Lino, al contr;i.rio, se sinti6 tranquilo. Su bienaventurada
-Ni se preocupen, desembuchara. La ea.reel ablanda -comen-
Patrona le regalaria unos segundos para renegar de sus crimenes. Lle-
taron en ingles-. Sobre todo si lo encierran solito y (micamente le
garia al juicio final con esa condici6n en regla: el arrepentimiento.
Repiti6 los rezos. Son bastante cortos porque, a la hora de la hora, los permiten visitas una vez al mes.
Lino no les quitaba los ojos de encima. El acento los delata. Se
instantes estan contados.
nota a leguas que · son chicanos. Quiza la segunda generaci6n, pero
Observ6 a sus enemigos. Adivinaba c6mo se desplegarian y a cual
hay cosas que se pegan y aunque, uno las rechace, siguen ahi. Tercas.
convenia atacar.
Mientras, el calor traspasaba el techo del carro haciendolo sudar a Denunciando el origen.
El narco tenia calzones pues, a pesar del torniquete en la pierna,
mares. jCinco, apretados en aquel maldito coche rojo! Exhalaban ese
lo mantenian de pie bajo el sol. Y el calor, a cincuenta a la sombra,
olor especial de la piel mezclada al miedo. Entonces le vino a la mente
un pensamiento: jsi ya lo decia! El rojo representa la sangre. Hasta un estaba para freir pollos.
escuincle lo sabe. LEmilio escogi6 este color para echarnos la tirria?
Decfa Lino Quintana:
-Nos vamos a separar en dos grupos. Los de la 'derecha, a la dere-
esto tenfa que pasar.
cha; los de la izquierda a la izquierda. Abran la puerta, pero no la empu-
Mis compaiieros han muerto,
jen. Solo destraben el seguro. Cuando grite, tiran a las piernas. Los
ya no podran dedarar
rinches traen chalecos antibalas. Son ocho. Yo me llevo a dos por
y yo lo siento sheriff
delante. Los otros ahi se los reparten - acarici6 su medalla, rapidito,
porque yo no se cantar.
y-... jOra!

-Tampoco te emperres, Lino. Ya llevas dos horas ahi. A la mejor


Surge un M 16.
te gangrenas. Mejor dinos algo para que podamos regresar .a San An-
Cuando iba rugiendo en alto,
tonio. No nos conviene llegar con las manos vacias.
el faro de una patrulla

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-zPor que habia de ayudarlos? Ustedes ya son los otros. -Per. .. perd ... perdiste un lanal, Emilio -la incredulidad lo aton-
-zY como nos quitamos lo prieto y los pelos parados? Somos y taba-. j Una fortuna!
no somos, compadre. El jefe solto una carcajada.
Lino transigio. La pierna le dolia y no iba a darles el gusto de -Te considero bien novato, Perro. Norn.as por eso te perdono. El
desmayarse. Bajo la voz, como si les comunicara el gran secreto: unico momenta en que me arriesgue un poco, foe cuando Lino re-
-Dicen que eran del Cantil. Otros que eran del Altar. Hasta par ahi viso la mercancia. Pero me lo tenia bien calado: siempre escogia la caja
dicen muchos que procedian del Parral. que estaba debajo de todas. Era su costumbre. En esa puse coca de
-zEs todo? What a fucking declaration! zDe que nos sirve conocer primera. La abrio, la prob6 y penso que todo estaba en orden. En las
su procedencia? demas ... ni valia la pena. Mercancia defectuosa. Me hubiera dado pena
-Informacion para la tumba -sugirio el herido, encogiendose de venderla. Luego, zcomo recuperas la imagen? Asi que perdi poco. Ni
hombros-. Los datos se ven bonitos sabre una lapida. te preocupes. Ademas, debes tirarle algo a los rangers para que no se
-Suefias, carnal. Los enterraran en la fosa comun. Nadie los va desesperen y comiencen con sus redadas. Yo les entregue a Lino.
a reclamar. Lopez lo penso mucho antes de hacer la pregunta que le quemaba
Tal afirmacion le dolio. Recordaba el Dia de muertos, las cala- los labios:
veritas, lq>s ramos de cempazuchitl. Aquellas tradiciones milenarias -zY no tienes miedo de que se vengue?
formaban el nucleo que lo identificaba a una tierra, un idioma, aro- -l Desde la eareel, en so litario, con una visita al mes? N iguas. Ade mas,
mas y colores propios. esta muy desprestigiado en el medio. Nadie se arriesgaria por el.
-Entonces estan condenados al anonimato, como quien dice, a -Yo lo dije para cuidarte las espaldas.
la desaparicion. Vivieron y murieron de balde. -Gracias, Perro, eres un buen guardian.
-Tuy tus jefes tienen la culpa, Quintana. zPara que les dan una
chamba tan dificil a estos pendejos? Bueno, a lo mejor la hubieran
hecho, pero los delato un soplon.

El jefe maxima ascendio al Perro Lopez.


-Ahora eres mi segundo. Espero no se te suba porque acabaras
como Lino.
-Pierde cuidado, Emilio. Te soy leal. Nomas ponme a prueba.
-Siempre prometen lo mismo y, a la hora de verdad, me traicio-
nan. Por eso le meti ese chingadazo al tal Lino aunque, la verdad,
lo apreciaba. ,
-zA que te refieres?
-zEres o te haces? zQuien crees que lo denuncio? Yo mismo.
-zHablaste ... ?
-zPara que se inventaron los telefonos sino para hablar con la gente?

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LA BANDA DEL CARRO ROJO De los siete que murieron
solo las cruces quedaron.
Dicen que venian del sur. Cuatro eran del carro rojo,
En el carro colorado los otros tres del gobierno.
traian cien kilos de coca. Por ellos no se preocupen,
"Y van con rumbo a Chicago", irdn con Lino al infierno.
asi lo dijo el sopl6n
que los habia denunciado. Dicen que eran del Cantil,
otros que eran del Altar,
Ya habian pasado la aduana, hasta por ahi dicen muchos
la que estd en El Paso, Tejas, que procedian del Parral.
pero en mero San Antonio La verdad nunca se supo:
los estaban esperando. Nadie los fue a reclamar.
Eran los rinches de Texas
que comandan el condado.

Una sfrena lloraba.


Un emigrante gritaba
que detuvieran el carro
para que lo registraran
y que no se resis tiera n
porque si no los mataban.

Surge un M16, _
Cuando iba rugiendo en aire,
el faro de una patrulla
se vio volar por el aire.
Asi empez6 aquel combate
donde fue aquella masacre.

Decia Lino Quintana:


esto tenia que pasar.
Mis compaiieTOs han muerto,
ya no podrdn declarar
y yo lo siento sheriff
porque yo no se cantar.

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[ AMOR DEL BUENO ]

Primero pens6 en enamorarlo con su devoci6n, en ponerse de tapete


para que la pisoteara y asi supiera cuanto lo queria ... pero otras ya lo
hicieron y terminaron por cansarlo. Despues se le ocurri6 darle un
hijo ... pero hay un chorro de escuincles con su nombre, Emilio Varela,
regados por ahi: desde Ciudad Juarez para abajo, hasta El Paso para
arriba. Entonces decidi6 entrarle por la mala, a ver que sucedia.
-A ti no te conviene quererme -afirm6, apagando su cigarro-.
Yo te voy a traicionar, con o sin raz6n.
-Vaya, hasta que escucho algo original, contrario a lo que juran
los lambiscones. Me cuadra la idea ... tanto como tu nombre, Camelia.
Solo te advierto una cosa: haz las cosas bien,, completitas, cabales,
porque si me dejas vivo, te la cobra.
-Lo voy a tomar en cuenta.
Se besaron. El peligro desataba su pas1on; al mismo tiempo,
propiciaba un respeto mutuo. Ambos estaban al mismo nivel: podian
destruirse de igual a igual.
-Ya que destapaste tu juego, lo cual te agradezco pues de lo con-
trario esto seria bastante gacho, voy a poner ciertos limites. Luego de
dormir juntos, te largas a otro cuarto, preciosa.
-No inventes.
-I'm sorry -se disculp6-. Veras, vivi de cerca una mala experien-
cia. A Martin, un cuate que apreciaba mucho, su mujer le enterr6 un
picahielo en el pecho. Hasta sali6 en los peri6dicos. Francamente, me
desagrada esa muerte.

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-0 K. Tu mandas, pero lo sabroso es dormir acurrucados, de Pasaron par San Clemente.
manera que no se sepa donde empieza un cuerpo ni donde termina Los par6 la emigraci6n.
el otro -agarr6 su bolsa, un tanto nerviosa, pues esa seria la primera Les pidi6 sus documentos.
vez con Emilio.
Les dijo: zde d6nde son?
La primera de muchas. Durante dos afios anduvieron muy jun- Etla era de San Antonio,
tos, mientras ella aprendia. En la cama, se hizo al modo de su galan. una hembra de coraz6n.
Hasta le adivinaba los caprichos. Jamas se neg6 a nada; aunque tam-
poco se daba por entero. Siempre guardaba una promesa de algo Chaparrita, morena clara, de pestafias kilometricas y un lunar so-
secreto, irresistible, como un riesgo mortal. , bre los labios, era el suefio dorado del chicano mas exigente. Por mera
Emilio, cuando pensaba haberla descifrado, descubria que apenas casualidad llevaba shorts y un escote que dejaba poco a la imaginaci6n.
empezaba ese largo camino. Nunca se habia sentido tan a gusto con Asi que se encarg6 de hablar con la migra:
una chava. Empez6 por mandarle ramos de flores, lo cual no era su es- -Estamos limpios, cuatitos -les brind6 una sonrisa ingenua, de
tilo, y acab6 escribiendole mensajes amorosos: "me cae que te necesito yo no mato una mosca-. En serio, confien en nosotros. z06nde carajos
para vivir". Los metia en los anillos que le regalaba, con la esperanza vamos a llevar la yerba si ya revisaron el coche por dentro y por fuera?
de deslumbrarla. Para su decepci6n, ella agradecia todo con el mismo Tenemos los papeles en regla. Somos ciudadanos, igual que ustedes.
gesto displicente. Asi las cosas, un dia Emilio le anunci6: Emilio terci6 en la conversa. Tras dimes y diretes los rangers
-Tengo que hacer este trabajo personalmente. El comprador no acabaron por ced~rles el paso. Camelia condujo el coche tranquila, ni
soporta los intermediarios. muy rapido, ni muy despacio.
-Te acompafio -era la propuesta que el narco esperaba. -jYa perdimos de vista a esos cabrones!
-El viaje nos va ·a sacar de esta modorra. Como que ya todo se Lanz.a ron porras.
volvi6 demasiado facil, zno crees, preciosa? Como si regentearamos -jTraigo mi bomba at6mica privada! -grit6 Emilio; despues
una empresa. Hay que variarle. curv6 su euforia-. Me las hubiera arreglado, desde luego, aunque, la
mera verdad, habria perdido mucho tiempo.
Salieron de San Isidro,
Bes6 a C amelia en los muslds.
procedentes de Tijuana. -Estate quieto. Vamos a chocar.
Traian las tlantas del carro -Aprovecho que tienes las manos sobre el volante y no puedes
repletas de yerba mala. defenderte. Metete en el primer camino vecinal. Te detienes bajo un
Eran Emilio Varela arbol... 0 hasta sin arbol.
y Camelia, la tejana. -Hace mucho calor.
-Ponemos el aire acondicionado.
Estar totalmente solos, fue una luna de miel. Se detenian en cual- -Hubieras traido el Cadillac. En este hay poco espacio.
quier motel y pasaban horas haciendo el amor. Luego se turnaban en -Mejor.
el volante para recuperar el tiempo perdido. -OK. Tu mandas.
Aquello fue de antologia. Con repetici6n y toda la cosa.

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Una hembra, si quiere a un hombre, -Entonces te va a aburrir.
por el puede dar la vida. -Espera un hijo mio.
Pero hay que tener cuidado, -20tro?
si esa hembra se siente herida. - Este es mio. Era virgen, casta y pura. Le puse casa, mas guaruras
La traicion y el contrabando que la cuidaran. Este es mio.
son cosas incompartidas. - 2Por que no aguardaste a que terminaramos de comer? Con la
noticia de que vas a ser papa, se me quit6 el apetito.
En el resto del viaje no hubo contratiempos. -A mi tambien. Te llevo al motel.
- 2Y mi parte?
A Los Angeles llegaron. -La deposite en esta cuenta -desliz6 una tarjeta por encima de la
A Hollywood se pasaron. mesa. Luego marc6 unos numeros en su celular-. Pide el saldo.
En un callejon oscuro, . -No hace falta. Confio en ti porque siempre cumples tus tratos.
las cuatro llantas cambiaron. Camelia agarr6 su bolsa, un tanto nerviosa. Si ya se las olia.
Ahi entregaron la yerba Aunque Emilio se creyera un ching6n, ella lo tenia bien catalogado.
y ahi tambien les pagaron. Salieron en silencio.

-jPuta madre! jLo logramos! Habian escogido un motel en las afueras, con cabanas apartadas que
Fueron a celebrar a un restaurante caro, a pesar de que los inco- resguardaban la intimidad de los huespedes. Emilio estacion6 el co-
modaba el ambiente. Emilio queria hacer valer su triunfo, estaba al che frente a la ultima, bastante lejos de los vecinos mas pr6ximos.
nivel de los ricachones y eleganteosos. -No vamos a dormir juntos. Asi que te pedi un taxi. Te esperara
-jEl mundo me queda chico! afuera de la recepci6n en una hora.
Le dio una propina estupenda al maitre d', para que lo sentara en Al volverse, el jefe, el jefazo, vio una minipistola con silenciador.
una mesa frente al mar y se pasara media hora explicandole la calidad -Debiste revisar mi bolsa, coraz6n.
de los vinos. Pidi6 el mejor, por lo menos el mas caro. Sonaron siete balazos.
Quiza debi6 esperar un momento mas apropiado, pero quiso -Seguro ya no me escuchas. · Mas necesito poner punto final a
finalizar ese asunto cuando se sentia en la gloria. Alzando la cop·a, nuestro romance, para que te vayas tranquilo al... a don de te toque.
Emilio dice a Camelia: Soy hermana de Lino Quintana. Medio hermana. Por eso los apellidos
-Hoy te das por despedida. son diferentes. Me encarg6 que le hiciera justicia y yo prometi que, si
Ni siquiera replic6, estaba entretenidisima estudiando el menu. .
me traicionabas, cumpliria ese favor .
-Con la parte que te toca, tu puedes rehacer tu vida -prosigui6 Emilio-. Cerro el coche. Todavia tuvo tiempo de entrar al cuarto y cam-
Yo me voy pa' San Francisco.
biarse de ropa. Puso en su maleta el resto de los dolares. Pesa, pero
Camelia fij6 los ojos en su amante. no voy a quejarme.
-Conoci ~ Patty hace unos meses. Despues de ti, foe una grata La policia solo hallo una pistola tirada. Del dinero y de Camelia,
sorpresa. Es suavecita, querendona. Me trata como rey. Sise lo pidiera, nunca mas se supo nada.
hasta me lameria las patas.

134 I
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'
,CONTRABANDO Y TRAICION
Sonaron siete balazos:
Camelia a Emilio mataba.
Salieron de San Isidro,
La policia solo hallo
Procedentes de Tijuana,
una pistola tirada.
traian las llantas del carro
Del dinero y de Camelia,
repletas de yerba mala.
nunca mas se supo nada.
Eran Emilio Varela
y Camelia, la tejana.

Pasaron par San Clemente,


Los par6 la emigraci6n.
Les pidi6 sus documentos.
Les dijo: ;de d6nde sonl
Ella era de San Antonio,
una hembra de coraz6n.

Una hembra, si quiere a un hombre,


par el puede dar la vida.
Pero hay que tener cuidado,
si esa hembra se siente herida.
La traici6n y el contrabando
Son cosas incompartidas.

A Los Angeles llegaron.


A Hollywood se pasaron.
En un callej6n oscuro,
las cuatro llantas cambiaron.
Ahi entregaron la yerba
y ahi tambien les pagaron.

Emilio dice a Camelia:


Ho y te das par despedida.
Con la parte que te toca,
tu puedes rehacer tu vida.
Yo me voy pa' San Francisco,
con la duena de mi vida.

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[ COMO LA VIDA SIN FUTBOL]

Diana peino su cabello a cepillazos. Volvio a pintarse los labios;


despues se los lamio, para que brillaran. Como no podia destapar
el rimel, en un arrebato de rabia casi lo echa a la basura. Realmente
estaba furiosa. Abrio los cajones de la comoda y reviso el primero. De
un manotazo cogio su bikini rosa fosforescente y los brassiers negros
(talla 36-D): sus mejores armas. Una nunca sabe cuando las puede
necesitar. Arrojo todo a la maleta e intento cerrarla. lmposible. En,
tonces aplano la ropa con golpes violentisimos. Ojala fuera la cabeza
del menso de mi marido.
Eligio una falda apretada; el sueter pegadito. Sus curvas delan-
teras y_posteriores resaltaron. jLos melones y las sandias me hacen los
mandados!, penso bastante satisfecha. Al contemplarse en el espejo,
por fin sonrio. Encontraria un substituto apenas chasqueara los de-
dos. Estoy re buena, y no exagero. Hasta Pepe aparto los ojos de la tele
por un segundo. Bueno, dos segundos.
zA donde va mi reina, tan guapa? -pregunto, volviendo a clavar
las pupilas en la pantalla.
-jMe largo! -grito, histerica-. iEsto se terminal iYa no agt{anto otro
dia la situaci6n! iEstoy cansada de futbol por donde quiera! Entrenamien-
tos, semifinales, finales, la copa de no se que madres - se hubiera
soltado llorando, pero ... el rimel se me corre y me veo fatal- . iEl amor
por la playera se volvi6 tu religion!
-Ya se que estds celosa de la tele ...
-jQue celos, ni que tu abuela!

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-Primero mencionas a las madres y ahora a mi abuelita. Respeta Diana recuper6 la posici6n vertical.
a la familia. -Ahora si... jme voy! Hasta nunca -melodramatica, alz6 su maleta.
-jNo te hagas el pendejo! Estoy harta, , jharta! lEntiendes? -Aguantame un momento -de un jal6n la acerc6 y, para evitar
-jClaro que si! De verdad, comprendo tu problema -jur6, concen- mayores distracciones, la avent6 sobre el sofa. El se sent6 juntito a
trandose en el pase que el Guero Rodriguez le metia al Gavilan pollero. su rubia de categoria, apresandola entre sus brazos-. Ya verds que al
-jHazme caso! -Diana se par6 frente al aparato. Pepe reaccion6 medio tiempo buscare la soluci6n.
como si lo hubieran electrocutado. Salt6 dos metros a lo largo del -jNo, no y no!
cuarto y la tom6 por los hombros, moviendola de un lado a otro para -Diana preciosa, no puede ser que con lo mucho que te quiero, quieras
no perder detalle de ese partido. mandarme a la fregada. Tus besos son mis centro delanteros -para confir-
-Te estoy haciendo caso, coraz6n -la inclin6 hacia atras, como si mar esa frase, busc6 sus labios. Ella suspir6: jel derretimiento se rea-
bailaran tango y fuera a besarla. nuda! Ni s·iquiera ese regaflo mental impidi6 que un calorcillo delicioso
-Me vas a tirar, imbecil. jSueltame! recorriera su cuerpo. Perdiendo toda compostura, se estir6 cual gato,
Quitandola de en medio, podia observar cualquier jugada. Preparan apoderandose del cuello masculino.
un gol, estoy seguro. Andale, Prieto Perez, no te desinfles! Aposte la mi- Entre arrumaco y arrumaco, Pepe echaba ojeadas a la pantalla.
tad de mi quincena a tu equipo y, si pierdes, me lleva la que me trajo. jTus pelos me impiden ver la porteria! Frenetico, aplast6 aquel en-
-Munequita linda, puedo repetir cada una de tus palabras -al jambre rubio sin la menor delicadeza. Diana, segun su costumbre, lo
afirmarlo la enderez6 y, en automatico, le pas6 la mano por el escote. consider6 un arrebato pasional y se sinti6 irresistible. Por asociaci6n
Lenta, suave, repetidamente. de ideas, su marido murmur6:
-Te pondre a prueba, gordo. lQue acabo de decir? -a pesar de su -Tu eres mi vida, te lo juro. jSoy sincero!
indignaci6n su voz habia perdido fuerza. Carajo, me tocas y empiezo -jAh! -exhal6-. Quiza te perdone.
a derretirme. Esa era su debilidad. Las sabias manos de Pepe, su Pepe, Los tiros de esquina lo enardecian y, como solo podia concen-
la volvian loca. Como cabra. trarse en una cosa, descarg6 su energia en inspiradas oraciones:
-En resumen, dijiste todo se volvi6 de la patada-quiso acariciarle las -Si te vas me duele mas que un autogol. Te lo suptico, no me des tu
mejillas pero, por accidente, le meti6 un dedo a la boca. Ella, interpre- despedida.
tandolo a su modo, lo chup6 igual que un piruli. -Me estas convenciendo, gordito.
De pronto, aquel pase inesperado acalambr6 a su marido. -Es suficiente con sacarme la amariUa. Meteme una zancaditla o hasta
-jAguas! jTe van a meter gol, Kilowat! -movia el indice para se- mdrcame un penal. Pero desiste; dime ya que me perdonas.
nalar donde estaba el peligro-. jAguas! -Con una condici6n: demuestrame cuanto me quieres.
-Me estas picando la campanilla -chill6 Diana, aunque sus pa- No habia marcha atras. Haciendo un esfu,erzo, Pepe puso manos
labras se perdieron entre el aullido del publico y de su consorte-. a la obra. Recorri6 con la lengua tobillos, pantorilla, muslos ... Era
Sacccca el d-de-ed-doo o vomito. humano; por un instante cerr6 los ojos traicionando a los jugadores,
-jAy! jNo muerdas! Eres una salvaje, casi me lo arrancas -pero la camiseta, el partido. Se sonroj6 de pura verguenza y, para acallar sus
nada podia borrar el alivio que sentia. jEl bal6n peg6 contra un poste! remordimientos, cavil6 en la segunda opci6n:
Gracias, Virgencita. Te llevare unas rosas este doce de diciembre, para -iQue seria sin ti mi vida? -la pregunta era hipotetica. Sin em-
tu cumpleaflos. bargo, ella contest6, melosa, dulce:

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--:-iComo la vida sin futbol? COMO LA VIDA SIN FUTBOL
-jQue la boca se te haga chicharr6n! No lo digas ni en broma.
- Disculpame - Diana retorcia los vellos del pecho; luego explor6 Como me dices que lo nuestro se termina,
un poco mas abajo. Hasta ahi todo iba bien entonces, al jalar el cin- que ya no aguantas otro dia la situacion,
tur6n, tir6 una mesita. Guacamole y cervezas rodaron por el suelo. que estds cansada de futbol por donde quiera,
-jManchaste el tapete nuevo! que el amor por la playera se volvio mi religion.
Diana, imperturbable, sugiri6:
-Tu tranquilo. Concentrate en el gol. Dices que todo se volvio de la patada,
que estds celosa ya de la television.
La batalla por el triunfo prosigui6. Pepe describia cada escena en
Yo te comprendo pero agud.ntame un momenta,
su cerebra, salpicandola con comentarios propios. Su suefio dorado
ya verd.s que al media tiempo buscare la solucion.
hubiera sido ser locutor ... la vida le neg6 ese gusto. Amigos televi-
dentes: el bal6n atraviesa la cancha. Nadie lo ataja. El Kilowat lanza No puede ser que con lo mucho que te quiero,
amenazas. Pierde la pelota. jVendido, te vendiste, jijo! Un jugador se Quieras mandarme a la segunda division.
revuelca, agarrandose la rodilla. Tiene un gesto de dolor en el rostro. Es que tus besos son mis centro delanteros,
La gente lo abuchea: jmaric6n! ,Que te cuesta, Virgencita? Los minu- tus ojos mi portero, no me dejes sin accion.
tos corren jUn milagro, un milagro! jVoy a perder mi quincena!
-jNo te detengas, imbecil! jMetela! Tu eres mi vida, te lo juro. iSoy sincero!
Pepe y los delanteros estaban a punto de rendirse. Sudaban a Y si te vas me duele md.s que un autogol.
mares. Se tambaleaban pero, en el ultimo instante, sacaron a relucir Te lo suplico no me des tu despedida,
su enjundia, agarraron·velocidad y se les hizo el milagrito. Que serd. sin ti mi vida.
-;Goooool! -el aullido de la afici6n y los esposos retumb6 en la sala.
Si tu me dejas, el camino serd. duro
Diana veia estrellas. Alcanzar el paraiso siempre le provocaba un infini-
coma toparme con Brasil en el mundial.
to agradecimiento hacia su marido. Pepe jadeaba: cada vez que llegaba
Es suficiente con sacarme la amarilla.
al cielo, sentia un entusiasmo gigantesco respecto a sus propias dotes.
Meteme una zancadilla
jSoy un ching6n! En la cancha, los vencedores se abrazaban sollozando
o hasta md.rcame un penal.
de alegria. Su tecnica, su superioridad fisica les otorgaba el triunfo-.
jGol, gol, gol!
Pero desiste; dime ya que me perdonas.
La pareja se uni6 a las porras que lanzaba el publico coma tributo iQue tal si vemos juntas la repeticion?
a los jugadores; en realidad se las echaban uno al otro. Y que te quedas. Andele, no seas malita,
Mientras la multitud salia del estadio, Pepe aprovech6 la oca~i6n que la vida es md.s bonita si compartes mi pasion.
para remachar un punto:
- 2Te das cuenta? La vida es mas bonita si compartes mi pasi6n. Esa falta, te lo digo, era para expulsion.
- Si, amor -suspir6, mansa cual paloma-. Eres mi campe6n, Esa falla debe ser la trasmision.
Pepin. Ahorita que recoja el guacamole y te traiga otra cerveza .•. ,ve- No seas mala, por favor, pd.same el control,
mos la repetici6n? que ya presiento que se viene el gal.
;Go!, goool, gooooool!

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iNDICE

5 Pr6logo
7 La triste historia
15 Tres tiros
23 El hijo desobediente
35 Yo soy ese mexicano
43 Justicia mexicana
55 Maquina 501
61 La mujer que el sargento idolatraba
67 Donde mis penas van a acabar
75 Va.monos a la Bola
81 Manana
89 La Coronela
95 El Caudillo del Sur
105 En tus brazos
115 Adi6s, mujer
121 La banda de! carro rojo
131 Amor del bueno
139 Como la vida sin futbol
Voy a contarles un corrido... de Erma Cardenas
se termin6 de imprimir en septiembre de 2013
en la Ciudad de Mexico.
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UCONACULTA

lnstituto
Nacional de
9 786077 818793
Bellas Artes

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