(Informe Final) Teoría de Los Derechos Fundamentales - Teoría Liberal

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FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA ACADÉMICA PROFESIONAL DE DERECHO

“TEORÍA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES:


TEORÍA LIBERAL”

AUTORES:
 Espinoza Abanto, Steven
 Guevara Rosales, Sujely
 Gómez Cruz, Cinthya
 Loo Plasencia, Josue
 Mauricio Sanchez, Joel
 Terrones Cotrina, Oscar

DOCENTE:
Tejada Ruiz, José Luis Enrique

TRUJILLO – PERÚ
2017- II
Derecho Procesal Constitucional

ÍNDICE

Derecho Fundamentales ____________________________________________________ p. 04

Formación y Evolución de los Derechos Fundamentales ___________________________p. 06

Teorías del Estado de los Derechos Fundamentales ______________________________p. 07

A. Modelo Historicista
B. Modelo Individualista
C. Modelo Estatalista

Teoría Constitucional de los Derechos Fundamentales ____________________________p. 11

1. Teoría Liberal
2. Teoría de los Valores
3. Teoría Institucional
a. Teoría Sistemática
b. Teoría Multi-Funcional
4. Teoría Democrática-Funcional
5. Teoría Jurídica Social
6. Teoría Garantía Procesal

Teoría Liberal _____________________________________________________________ p. 15

Teoría liberal y sus vinculaciones con las Otras teorías ___________________________ p. 18

Bibliografía _______________________________________________________________ p. 19

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PRESENTACIÓN

El presente trabajo contiene plasmado lo referente a la “Teoría Liberal de los Derechos

Fundamentales” que se ven originados en los derechos de primera generación en el cual incluyen

los derechos civiles y políticos. Estos derechos fueron los primeros en ser reconocidos legalmente

a finales del siglo XVIII, en la Independencia de Estados Unidos y en la Revolución Francesa. Se

trata de derechos que tratan de garantizar la libertad de las personas. Su función principal consiste

en limitar la intervención del poder en la vida privada de las personas, así como garantizar la

participación de todos en los asuntos públicos. Los derechos civiles más importantes son: el

derecho a la vida, el derecho a la libertad ideológica y religiosa, el derecho a la libre expresión o el

derecho a la propiedad. Algunos derechos políticos fundamentales son: el derecho al voto, el

derecho a la huelga, el derecho a asociarse libremente para formar un partido político o un

sindicato, etc.

Frente a ello, la dogmática y la justicia constitucionales tienen como desafío pendiente, revisar sus

propias fuentes doctrinarias que le permitan otorgar a los derechos fundamentales un rol

protagónico en el fortalecimiento del Estado constitucional en América Latina. Para lo cual, se

debe investigar atentamente, pero con beneficio de inventario, la propia historia y teorías de los

derechos fundamentales que aporta la dogmática europea y en particular la alemana, en la

medida que después de la Segunda Guerra Mundial, constituye una fuente ineludible de estudio y

desarrollo de los derechos humanos y, que, en el actual proceso de globalización político-cultural,

resulta válida también presentarla para Latinoamérica.

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I. DERECHOS FUNDAMENTALES

El desarrollo constitucional contemporáneo europeo tiene en la teoría de los derechos

fundamentales, la expresión más clara que la utopía liberal del siglo XVIII ha logrado

institucionalizar en la sociedad y en el Estado, la garantía de la protección y desarrollo de los

derechos de toda persona humana. Proceso histórico que no ha sido ni es pacífico, ni uniforme en

el mundo; debido a que "el cambio estructural de los derechos fundamentales, corresponde al

cambio del concepto del Estado de derecho.

Sin embargo, se puede señalar que los derechos fundamentales constituyen una constante

histórica y teórica en todas las latitudes y marcan un horizonte social y temporal, dado que los

profundos alcances de su poder transformador con la sociedad, que el iuspositivismo

definitivamente no logra comprender con sus categorías normativas. En ese sentido, el desarrollo

del pensamiento constitucional de los derechos fundamentales, debe partir de reconocer las

necesidades históricas de libertad y justicia de cada realidad, como fuente de objetivos a realizar;

pero no de manera abstracta e intemporal, sino como necesidades concretas y particulares de los

hombres y las sociedades, en tanto constituyen la base de todo Estado constitucional y

democrático, en su forma avanzada o tradicional.

Para lo cual, se debe partir de reconocer que "la primera condición de la existencia de todos los

seres humanos, que se constata en la historia, es que para vivir primero deben existir, lo que es

condición para poder hacer la historia". Si bien, toda persona necesita organizarse en política y

elegir un gobernante y poder someterse a sus decisiones, esto no supone reducir la condición

humana, aunque si reconocer que el trabajo constituye el sistema material de satisfacción de las

necesidades de toda persona.

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En este sentido, se deben reconocer las condiciones reales que dan la pauta para la realización de

los derechos fundamentales, en el marco constitucional; pero, sin someter absolutamente la

validez de los derechos humanos a la fuerza normativa de los poderes públicos o privados

transitorios, que muchas veces se presentan como portadores de las banderas del bienestar

general, para soslayar sus prácticas autocráticas. Por ello, son las necesidades radicales relativas a

los derechos y libertades subjetivas, basadas en el conocimiento, el pensamiento, el sentimiento y

la acción, las que delimitan y otorgan sentido humano-racional y volitivo a las necesidades

materiales primarias, para evitar que se conviertan en instrumentos de las tiranías para la

alienación popular.

En la perspectiva establecida, es la teoría sobre los derechos fundamentales, entendida como

"una concepción sistemáticamente orientada acerca del carácter general, finalidad normativa, y el

alcance material de los derechos fundamentales", la que más ha avanzado en plantear la defensa y

el desarrollo de los derechos humanos como las principales barreras a los excesos o prácticas

autoritarias de los poderes públicos y privados. Ello ha sido así, gracias a que la teoría de los

derechos fundamentales se asienta en una determinada idea de Estado y en una determinada

teoría de la Constitución; lo cual le permite superar la comprensión de los derechos

fundamentales desde una fundamentación exclusivamente técnico-jurídica, sino incorporándola a

una concepción de Estado y de Constitución, que a continuación se presentan.

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II. FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

Los principios que conforman los Derechos Fundamentales, como son la Libertad, la igualdad son

términos o conceptos que se manejaron inicialmente desde el punto de vista meramente

ideológico, como se puede vislumbrar en escritos de Aristóteles, en su obra “La Política”, cuando

refiere a la Democracia y al Estado, señala:

“La base del Estado Democrático es la libertad que, según opinión vulgar, sólo puede gozarse en la

democracia, afirmando que es lo que todas se proponen. La democracia en su forma más pura se

basa en el principio de la justicia democrática: igualdad en derechos para todos; porque esto

significa que el pobre tendrá más participación en el gobierno que el rico, no siendo él el único que

gobierne, sino todos igualmente, de conformidad con su número. De este modo se cree alcanzar la

igualdad y libertad en el Estado”.

La igualdad reside en el mismo trato entre iguales, ningún gobierno puede sostenerse de no

basarse en la justicia. Esta es la forma en que se tratan inicialmente los principios que dan lugar a

lo que en la actualidad conocemos como Derechos Fundamentales, se dan como respuesta a un

problema ideológico o de fundamentación, pero no teórico o conceptual. Como se observa, ya se

mencionaban los principios de igualdad y libertad, cobijados y relacionados con el término

democracia, que era variable y respondía a lo que cada Estado deseaba de sí en cuanto a su

conformación. Como señalaba: “Hay varias especies de democracia, como las de todas las otras

formas de gobierno”. Se usaban indistintamente y se relacionaban con la formación de un Estado

o como causas de desestabilización o revoluciones, así como elementos de gobernabilidad, pero

no se les veía de una manera aislada al ser humano, sino como una forma general y parte

inherente de las sociedades a las que pertenecía.

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III. TEORÍAS DEL ESTADO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

La idea de los derechos fundamentales vinculada a la noción de Estado se puede fundamentar en

el plano teórico-doctrinal, siguiendo a Fioravanti, en tres modelos que se integran parcialmente:

historicista, individualista y estatalista. De esta manera, "tenemos una doctrina individualista y

estatalista de las libertades, (en la revolución francesa); una doctrina individualista e historicista,

construida en clave antiestatalista (en la revolución americana); y, finalmente, una doctrina

historicista y estatalista, construida en clave anti individualista (en los juristas del Estado de

derecho del siglo XIX)".

A. MODELO HISTORICISTA

La perspectiva histórica encuentra sus raíces en la etapa de construcción del Estado

moderno, sobre todo en Inglaterra, donde se desarrolla la tradición europea medieval más

clara de la limitación del poder político de imperium.

Es por ello que se privilegian las libertades civiles negativas, que emanaban de la

costumbre y de la naturaleza de las cosas, en virtud de lo cual se entendían como

capacidades de actuar sin impedimentos del poder político. Estos derechos en verdad eran

privilegios o prerrogativas que quedaron plasmadas en los llamados contratos de

dominación durante la baja Edad Media.

Se ha señalado que en la época medieval se condensan las raíces profundas de la

Antigüedad y del primer cristianismo, que desarrollaron la idea de la libertad como

autonomía y seguridad. De ahí que se entienda inclusive que: "la nueva sociedad liberal es

en ese sentido nada menos que la generalización, oportunamente corregida y mejorada,

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de la antigua autonomía medieval de los derechos y libertades". Sin embargo, es del caso

recordar que: los derechos y libertades civiles no eran del hombre como persona

individual, sino en tanto miembro de una organización corporativa, que definía su estatus

jurídico. El orden natural de las cosas asignaba a cada persona sus derechos civiles desde

su nacimiento; en tanto que no se concebía la existencia de derechos políticos, en razón a

que la ley estaba en función del equilibrio y control del gobierno; en todo caso sometida a

la tutela jurisprudencial y consuetudinaria de tales derechos, como en Inglaterra. En tal

entendido, la profunda contradicción con el orden liberal de los derechos, es que éste no

se somete a un "orden natural" dado, sino que es esencial la autonomía de la libertad para

construir un orden diferente, donde la persona sea el centro de decisión y no objeto del

status quo.

B. MODELO INDIVIDUALISTA

Este modelo se basa en una mentalidad y cultura individual, propia del Estado liberal, que

se opone al orden estamental medieval, en tanto la persona está diluida en las

organizaciones corporativas; se afirma en un iusnaturalismo que se expresa

revolucionariamente como eliminación de los privilegios estamentales y en la afirmación

de un conjunto de derechos y libertades del hombre. En ese sentido, Francia se constituye

en el modelo del derecho moderno, basado en el individuo como sujeto de derechos y

obligaciones, como quedó manifestado en la declaración de derechos y en el Código de

Napoleón.

Pero el esquema individualista de derechos como no pudo ser incorporado

progresivamente en la sociedad, como aconteció en el proceso social inglés; por ello,

requirió partir de una ficción jurídica-política; donde el contrato o pacto social fue el

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instrumento de articulación unánime de los hombres en una sociedad civil, para mejor

asegurar los derechos y libertades innatos de todas las personas. Sobre la base del pacto

social se establecerá en adelante el principio de la soberanía popular y del poder

constituyente, que otorgaron legitimidad a la creación de una Constitución, como un

instrumento de protección o garantía de los derechos inalienables del hombre.

En efecto, la presunción de libertad del hombre frente al Estado -principio de distribución-

y la presunción de actuación limitada del Estado frente a la libertad -principio de

organización-, suponía que las autoridades judiciales, policiales y administrativas, antes de

limitar o restringir la libertad de las personas, requerían de una ley y un mandato judicial.

En ese sentido, el liberalismo entenderá que los derechos civiles no eran creados por el

Estado sino tan sólo reconocidos; lo cual suponía que los derechos y libertades existían

previamente al Estado y que éste era sólo un instrumento garantizador de los mismos.

A partir de entonces, los derechos políticos, como el derecho de sufragio, constituirán la

base que otorga un nuevo elemento constitutivo a los derechos civiles; formando una

sociedad de individuos políticamente activos, que orientan la actuación de los poderes

públicos. De modo que, en adelante son los representantes electos por los propios

ciudadanos los que se encargarán de configurar los derechos y libertades de los hombres a

través de la ley, así como también establecer sus limitaciones de manera taxativa y

restringida.

El modelo individualista, a diferencia del historicismo que sostuvo la concepción de los

derechos como una manifestación del orden establecido, edificará formalmente los

derechos y libertades de manera concreta, condicionando la actuación de la autoridad a

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los posibles excesos de los poderes constituidos. En este último sentido, el individualismo

retomará la doctrina de la libertad como seguridad, para sus bienes y su propia persona.

C. MODELO ESTATALISTA

Se basa en la idea de que el Estado total es la condición y soporte necesario para la

creación y tutela de los derechos y libertades. Por ello:

En la lógica estatalista, sostener que el estado de naturaleza es necesariamente sostener

que no existe ninguna libertad y ningún derecho individual anterior al Estado, antes de la

fuerza imperativa y autoritativa de las normas del Estado, únicas capaces de ordenar la

sociedad y de fijar las posiciones jurídicas subjetivas de cada uno.

En este sentido, no existe más distinción entre el pacto social y la declaración de derechos

en que se funda, ya que los derechos nacen con el Estado. En esta lógica, no se concibe un

poder constituyente autónomo como expresión de las voluntades individuales de la

sociedad, sino como manifestación de la decisión política, en tanto está alejada de los

cálculos individuales de la descompuesta y desesperada conveniencia de los sujetos. Tales

voluntades encuentran en la autoridad del Estado que los representa, el sentido de su

unidad y orden político, convirtiéndose a partir de entonces en pueblo o nación, sin

diferenciar si la autoridad se trata de un gobernante o asamblea autocrática o

democrática.

El modelo estatalista, en consecuencia, concibe a los derechos políticos como funciones

del poder soberano, en tanto que la diferencia entre la libertad y el poder desaparece a

favor de este último; asimismo, la autoridad estatal no se encuentra sometida ni a la

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Constitución ni a la costumbre, sino a la voluntad de la autoridad; en la medida que la

necesidad de estabilidad y de unidad cumplen un rol que legitima transitoriamente al

modelo estatalista, sobre todo en etapas de crisis social. Por ello se ha dicho que "puede

ser justo temer el arbitrio del soberano, pero no se debe por ello olvidar jamás que sin

soberano se está destinado fatalmente a sucumbir a la ley del más fuerte".

Estas corrientes historicistas, individualista y estatalista han tenido una clara expresión

histórica desde el desarrollo del primer gran ciclo histórico de los derechos fundamentales,

con las revoluciones burguesas del siglo XVIII y hasta la Segunda Guerra Mundial. Pero, a

partir de la renovación democrática de los Estados constitucionales, durante la postguerra

se ha iniciado una segunda gran fase en la historia de los derechos fundamentales,

caracterizada por la cultura de la supremacía constitucional.

IV. TEORÍAS CONSTITUCIONALES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

Antes de poder hablar de la teoría liberal expresaremos unas breves líneas de las teorías que

acompañan a esta a complementar el fin por el cual fueron creadas.

A partir de que la Constitución dejó de ser entendida como un sistema de garantías, para

convertirse en un sistema de valores fundamentales, con principios de justicia social y derechos

económicos y sociales, se dio lugar al desarrollo de una rica jurisprudencia de los tribunales

constitucionales europeos y en particular el alemán, sobre el contenido concreto de los derechos

fundamentales; el cual ha estado alimentado por viejas y nuevas teorías constitucionales, que han

incidido en el fortalecimiento del Estado constitucional. En tal sentido, se pueden identificar a las

principales teorías de los derechos fundamentales en seis grupos

1. TEORÍA LIBERAL

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Los derechos fundamentales son derechos de libertad del individuo frente al Estado; es decir, se

concibe a los derechos y libertades como derechos de defensa. Se pone el acento en el estatus

negativo de la libertad, frente y contra el Estado. En este sentido clásico de los derechos

fundamentales, no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal; en la medida en

que, como reza el artículo 4o. de la Declaración de los Derechos y del Ciudadano.

2. TEORÍA DE LOS VALORES

La teoría axiológica de los derechos fundamentales tiene su origen en la teoría de la integración de

la entre guerra; para la cual "los derechos fundamentales son los representantes de un sistema de

valores concreto, de un sistema cultural que resume el sentido de la vida estatal contenida en la

Constitución... este es el pilar en que debe apoyarse toda interpretación de los derechos

fundamentales".

3. TEORÍA INSTITUCIONAL

Los derechos fundamentales entendidos como derechos objetivos absolutos o como derechos

subjetivos individualistas, resultan ser una concepción insuficiente que no responde a las

demandas del desarrollo jurídico-social; de ahí que la teoría de la institución provea el marco

teórico de una renovada y compleja comprensión de los derechos fundamentales, acorde con los

cambios económicos y políticos del Estado constitucional.

El desarrollo de la doctrina institucional de los derechos fundamentales ha dado lugar a dos sub

teorías institucionales que a continuación se desarrollarán brevemente:

a. Teoría sistémica

Parte de una interpretación propia del derecho en el marco de la teoría del sistema

social y del método estructural-funcionalista. En ese sentido, "los derechos


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fundamentales de libertad y dignidad tienen una importante función de proteger

dicha esfera social contra las decisiones de una intromisión estatal, la cual podría

paralizar el potencial expresivo (simbólico-comunicativo) de la personalidad".

b. Teoría multifuncional

Busca superar la unilateralidad de las distintas teorías sobre los derechos

fundamentales, dada la pluralidad de fines y de intereses sociales que abarca el

Estado constitucional. Así, las demandas para democratizar la sociedad sobre la base

de la participación ciudadana, así como para cumplir con los objetivos del Estado

social del derecho, delimitando la libertad con las fronteras de la igualdad, son

factibles de realizar mediante la articulación práctica de las distintas funciones de

los derechos fundamentales

4. TEORÍA DEMOCRÁTICO-FUNCIONAL

Se parte de concebir a los derechos de la persona en función de los objetivos o funciones públicas

y del Estado constitucional, en el marco de una democracia deliberativa; de allí que "no hay

legitimidad del derecho sin democracia y no hay democracia sin legitimidad del derecho". Es decir,

que se pondera el carácter cívico de los derechos fundamentales como elementos constitutivos y

participatorio de la democracia estatal. Desde esta perspectiva social y ciudadana, se puede

plantear que hay derechos fundamentales, pero también deberes y obligaciones fundamentales

con el Estado democrático-constitucional. En este último sentido, los derechos fundamentales no

son bienes jurídicos de libre disposición, sino que presentan límites, en tanto los ciudadanos de

una comunidad democrática tienen los límites y el deber de fomentar el interés público.

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5. TEORÍA JURÍDICO-SOCIAL

El punto de partida de esta teoría de los derechos fundamentales es la insuficiencia no sólo de la

deshumanizada teoría individualista de los derechos, sino también la insuficiencia de una

concepción meramente positivista de los derechos económicos y sociales, entendida como la

norma programática sujeta a la reserva de ley, o abstracta delimitación de la libertad por la

igualdad y la justicia. Por esto, es sólo con el desarrollo jurídico contemporáneo del Estado social

que se asienta una concepción propia de los derechos económicos y sociales como derechos

subjetivos de realización mediata para el particular y como derechos objetivos vinculantes para el

Estado: sólo así se puede hablar de derechos normativos; sobre todo gracias a los aportes de la

dogmática de la constitución económica

6. TEORÍA DE LA GARANTÍA PROCESAL

La teoría según la cual los derechos fundamentales son garantías procesales, proviene del interés

de otorgar eficacia en la aplicación y protección concreta de los derechos humanos; pero,

profundizando y avanzando más allá del status de actividad procesal. En efecto, desde una

perspectiva práctica, los derechos fundamentales son valiosos en la medida que cuentan con

garantías procesales, que permiten accionar no sólo ante los tribunales, sino también ante la

administración. La tutela de los derechos fundamentales a través de procesos, conduce

necesariamente a dos cosas: primero, que se asegure la tutela judicial efectiva de los ciudadanos

y, segundo, que se garantice el debido proceso material y formal.

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TEORÍA LIBERAL

Los derechos fundamentales son derechos de libertad del individuo frente al Estado; es decir, se

concibe a los derechos y libertades como derechos de defensa. Se pone el acento en el estatus

negativo de la libertad, frente y contra el Estado. En este sentido clásico de los derechos

fundamentales, no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal; en la medida en

que, como reza el artículo 4to. de la Declaración de los Derechos y del Ciudadano.

El concepto de libertad es uno de los conceptos prácticos más fundamentales y a su vez, menos

claros. Su ámbito de aplicación parece ser casi ilimitado. Es casi imposible caracterizar con mayor

precisión la connotación de la palabra “libertad”. Quien designa a algo como “libre”, por lo

general, no sólo lo describe sino que expresa también una valoración positiva. Un análisis de todo

aquello que ha sido y es vinculado con la expresión “libertad” requeriría una amplia filosofía

jurídica, social y moral.

La libertad consiste en hacer todo lo que no perturbe a los otros: en consecuencia, el ejercicio de

los derechos naturales de cada hombre sólo tiene los límites que aseguren a los otros miembros

de la sociedad, el disfrute de los mismos derechos. Esos límites no pueden estar determinados en

la ley.

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Desde una perspectiva liberal, los derechos fundamentales son derechos frente al Estado que se

establecen para asegurar ámbitos de libertad individual y social que están especialmente

expuestos, según la experiencia histórica, a la amenaza del poder del Estado. La esfera de libertad

del individuo es pre-estatal; es decir, la libertad que el derecho pretende garantizar jurídicamente

no es creada por el Estado, le antecede. La competencia del Estado está limitada por principios,

existiendo sólo, con respecto de las tareas de garantía, regulación y aseguramiento de la libertad y

en la medida que basten para estos fines. Los derechos funcionan aquí como normas de

distribución de competencias entre el individuo y el Estado; son normas de competencias

negativas relativas al poder de obrar del Estado.

La libertad es garantizada sin condición material alguna, es decir no está sometida al cumplimiento

de determinados objetivos o funciones del poder, porque la autonomía de la voluntad no es

objeto de formación, sino en la medida que sea compatible con el marco general, abstracto y

formal de la ley; por ello se han dado garantías tales como: "nadie está obligado a hacer lo que la

ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe" y la prohibición de la retroactividad de

la ley. En ese sentido, se puede decir que la defensa de la libertad humana se convierte en el fin

supremo de la sociedad y del Estado; actuando como principio delimitador de los derechos

fundamentales, así como soporte del modelo constitucional liberal.

Dentro de sus principales documentos que marcan su avance en materia de libertades y de su

tutela es la “Carta Magna” de 1215. Por otro lado tenemos el artículo 5 de Declaración de los

Derechos del Hombre y del Ciudadano donde establece: “Todo lo que no está prohibido por la ley

no puede ser impedido, y nadie puede ser obligado a hacer lo que ella no ordena”. Y para finalizar

uno de los ejemplos más claros del surgimiento de la Teoría Liberal y de los Derechos

Fundamentales en general es la que se da en Francia. El absolutismo monárquico que imperara en

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aquella nación se desmoronó en 1789, año en que la Revolución trajo consigo la implantación de

un gobierno democrático, individualista y republicano. El movimiento revolucionario francés fue la

consecuencia inevitable de que la monarquía absolutista, al ponderar únicamente la opresión, el

favoritismo y la inequidad, mantuviera sin vigencia el rubro de las libertades del hombre.

En virtud de ello, los derechos fundamentales producen efectos privados de defensa de la persona

y efectos públicos de contención de la autoridad; pero, en caso de colisión no siempre se resuelve

con el indubio pro libertate, sino a través del principio de proporcionalidad de los derechos

fundamentales, que supone integrar la libertad y la autoridad, sin afectar el núcleo duro de los

derechos fundamentales, mediante el principio de armonización y proporcionalidad.

Un aspecto relevante de esta concepción liberal de los derechos fundamentales en cuantos

derechos subjetivos, es la vinculación negativa del legislador a los mismos; entendido como un

mandato estatal de dejar hacer en el sentido anotado, descartando el sentido positivo de asegurar

la realización de la libertad mediante obligaciones de hacer del Estado. De ello, se desprende la

noción de límite de la injerencia de la ley sobre la libertad, descuidando los presupuestos sociales

y valorativos que dan lugar a la realización de los derechos fundamentales, en la medida que "los

derechos fundamentales garantizan la protección del estado real de la libertad socialmente ya

existente o en formación". Esto sólo es posible a partir de una concepción ética de los derechos

fundamentales.

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TEORIA LIBERAL Y SUS VINCULACIONES CON LAS OTRAS TEORÍAS

Las diversas teorías de los derechos fundamentales constituyen aportes adecuados para el

desarrollo de los derechos de libertad en sus realidades, como también resultan insuficientes para

resolver por sí solas los problemas contemporáneos de la falta de realización de los derechos

fundamentales en todas las regiones con culturas diferentes. Por eso, hay que recordar que, junto

a las teorías de los derechos fundamentales, se encuentran diversas concepciones jurídicas

culturales de Estado, sociedad, economía y naturaleza, que deben poner en relación de

interdependencia a los derechos fundamentales con las variables culturales de cada Estado

constitucional, para afrontar integralmente la teoría y la praxis de los derechos fundamentales.

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BIBLIOGRAFÍA

 García Ramírez, Sergio y Del toro Huerta, Mauricio Iván. Corte


interamericana de Derechos Humanos, Editorial Porrúa, primera Edición.
México
 Guasp. Jaime “Derecho Procesal Constitucional” p. 428.
 Tesis Jurisprudencial. Novena Época, pleno Seminario de la Federación y
su gaceta, junio 1997
 Montoro Puerto, Miguel. Jurisdicción Constitucional y Proceso. Pag. 167

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