Hadas de Irlanda
Hadas de Irlanda
Hadas de Irlanda
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HADAS
DE IRLANDA
Recopiladora de las leyendas: Lady Wilde
Traducción y selección leyendas: Xabier
Susperregi Autor de los cuentos: Xabier Susperregi
Ilustrador de la portada: Arthur Rackhman
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PRESENTACIÓN
Parece que las sorpresas debieran terminar al concluir el libro, pero como en
este caso, pues resulta no ser así. Si recientemente tuvimos ocasión de
acercarnos al mundo de las hadas escocesas, en el primer libro dedicado a
cuentos de Escocia, pues ahora tenemos un primer acercamiento al universo
también de las hadas irlandesas y para quien conozca el arraigo de las creencias
sobre brujas en el País Vasco bien pudieran tener una repercusión similar en el
entorno rural en siglos pretéritos.
Las historias que publica Lady Wilde en 1887, Ancient Legends, Mystic
Charms, and Superstitions of Ireland, a tener en cuenta la fecha cuando se lea, son
en muchos casos historias que se tuvieron por reales y que pueden tener su
interpretación. En el trasfondo de los cuentos y leyendas irlandesas, muchas
veces está el premio a la buena conducta y también el castigo a la mala. A destacar
la reacción de las hadas a los malos tratos a las mujeres; cuestión que tuvo que
llenar de orgullo a Lady Wilde, por ser ella una de las grandes pioneras, defensora
de los derechos de la mujer. También fue poetisa, activista nacionalista; el apellido
Wilde le viene de su marido y uno de sus hijos, se llamaba Oscar, Oscar Wilde, esa
ha sido otra de mis sorpresas, como la convicción de que algún día habrá otro
volumen sobre las hadas irlandesas o eso espero. En cuanto a Lady Wilde, sí que
resulta muy interesante conocer más sobre su vida y espero también tener ocasión
de escribir más sobre ella.
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de los posibles maleficios de las hadas. También, la creencia de que las hadas
secuestraban niños y dejaban seres no humanos en su lugar, tema recurrente en
las leyendas de Xana que recientemente hemos publicado. En el País Vasco ocurre
los mismo a comienzos del siglo XVII, según queda reflejado en los testimonios de
supuestas brujas de Zugarramurdi, juzgadas con la bruja considerada la más
malvada de la época, María de Zozaya, que residió durante muchos años en
Errenteria. En esos testimonios queda reflejada esa circunstancia de que las
brujas dejaban seres de su especie en el lugar de donde se llevaban personas al
aquelarre.
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Muy pronto, tendremos la oportunidad de leer nuevos títulos de nuestra
Biblioteca de las Grandes Naciones. Cuentos palestinos, Cuentos del País Vasco,
el segundo libro de Relatos del País de los Saharauis...
PARTE
PRIMERA
LEYENDAS
IRLANDESAS DE HADAS
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LA MÚSICA DE LAS HADAS
El mal influjo de la mirada de las hadas no mata, sino que provoca un trance
semejante a la muerte, en la que lleva el cuerpo real a alguna mansión de las
hadas, mientras que un tronco de madera o alguna criatura fea y deforme queda
en su lugar vestida con la sombra de la forma robada.
Las mujeres jóvenes de notable belleza, los hombres jóvenes y los niños
guapos, son las principales víctimas de la raza de las hadas. Las chicas son
casadas con los jefes de las hadas y los jóvenes con las reinas de las hadas, y si
los hijos mortales no salen bien, se envían de vuelta y
otros son llevados en su lugar. A veces es posible traer de vuelta de las hadas a
alguien que ha sufrido de sus hechizos, pero nunca son exactamente lo mismo
después, sobre todo si han escuchado la música de las hadas.
cosas y nunca más vuelven a tener otro sonido en sus oídos, salvo la suave
música del arpa de las hadas. Y cuando se rompe el hechizo, mueren.
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LA DANZA DE LAS HADAS
Por fin cesó el baile y su compañero le dio las gracias y la invitó a cenar con el
grupo. Entonces vio una abertura en el suelo y un tramo de escalera y el joven,
que parecía ser el rey entre todos ellos, la llevó hacia abajo, seguidos de todo el
grupo. Al final de la escalera se encontraron en
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un gran salón; todo brillante y hermoso de oro y plata. Y luces y la mesa estaba
llena de ricos manjares y para beber, el vino se vertía en copas de oro. En ese
momento, un hombre pasó junto a ella y le susurró:
Así que devolvió la copa y se negó a beber. Por ello se enojaron y se levantó
un gran ruido y un hombre terrible se puso de pie y dijo: - ¡El que viene con
nosotros, debe beber con nosotros!
Y él la agarró del brazo y le puso el vino en sus labios, de modo que casi
muere del susto. Pero en ese momento, un hombre pelirrojo se acercó y la tomó de
la mano y la llevó consigo.
- Usted está ahora segura –le dijo-. Toma esta hierba y mantenla en su mano
hasta llegar a casa y nadie podrá hacerle daño.
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Sin embargo, mantuvo el poder mágico de forma segura y las hadas no le
dieron más preocupaciones. Pero pasó mucho tiempo antes de que desapareciese
de sus oídos el sonido de la música de las hadas que había bailado aquella noche
de noviembre, en la colina con su amante de las hadas.
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LA JUSTICIA DE LAS HADAS
Ser pelirrojo, aunque se considera muy mala suerte en la vida real, sin
embargo, por lo general, actúa en el mundo de las hadas como el benevolente;
salva, ayuda y rescata al infeliz mortal, quien es bastante impotente ante los
hechizos de las hadas.
Había un hombre en la Isla de Shark que solía cruzar a Boffin para comprar
tabaco, pero cuando el tiempo era demasiado peligroso para la embarcación, su
mal humor era tan malo como el clima y solía golpear a su esposa, y arrojar todo
cuanto estaba a su alrededor, de modo que nadie
podía detenerle.
Así que el otro hizo lo que le dijo y al instante estaban todos al otro lado del
mar y desembarcaron en Boffin.
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Luego corrió a comprar tabaco y estaba de vuelta en un minuto e hizo lo que
había hecho antes. Saltó sobre el caballo y como el resto, se adentraron en el mar,
pero de repente se detuvieron a mitad de camino entre las dos islas, donde había
una gran roca y en aquel punto, los
- Ahora –le dijo-, usted está a salvo, pero si alguna vez golpeas a tu pobre y
buena mujer o arrojas los objetos de la casa para atormentarla, usted
morirá en esta roca, tan seguro como su destino.
Así que desde aquel momento en adelante, fue tan manso como un ratón,
porque tuvo miedo, y cada vez que iba por la roca en su embarcación, siempre se
detenía un momento y decía una pequeña oración por su esposa con un: “Dios te
bendiga”; y esto mantuvo alejado el mal y ambos vivieron juntos y felices para
siempre, hasta que fueron viejecitos.
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LA PRUEBA DEL FUEGO
- ¡Levántate! –dijeron-, porque te hemos visto jugar a bolos con las hadas.
No vas a comer y beber más a costa nuestra.
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Otro hombre, yendo al trabajo una mañana temprano, vio a dos mujeres
que iban a una casa y una de ellas dijo:
La otra hizo lo que le dijo; entró por la ventana, cogió el niño y le dio el niño
que estaba durmiendo y tras coger el niño muerto, lo puso en el interior de la
cama.
- Aquí –dijo-, cuida de este niño hasta que yo vuelva y quema hierba al lado
de la cuna para mantener alejadas a las hadas.
Cuando pasó por la casa de nuevo, donde había visto a las dos mujeres,
escuchó un llanto y gran lamentación, y entró preguntando qué era lo que les
afligía.
- Mira –dijo la madre-; mi hijo está muerto en su cuna. Murió por la noche,
sin nadie cerca.
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Y él le contó la historia.
Así que hicieron un buen fuego, y tomando al niño muerto en sus brazos, lo
puso sobre la hierba caliente diciendo:
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LA VENGANZA DE LAS HADAS
Las hadas tienen gran objeción a que el hombre construya sobre el rath,
donde se reúnen por la noche.
Así que construyó la casa y la decoró hermosamente para vivir. Había gente
que pensaba que el agricultor debía de haber encontrado una mina de oro en el
rath de las hadas.
Pero las hadas estaban todo el tiempo tramando la forma en que podrían
castigar al agricultor, por quitarles la tierra del baile y reducir el espino donde
celebraban sus fiestas de luna llena.
Y un día, cuando ordeñaba las vacas, una viejecita con un manto azul se
acercó a donde la señora del agricultor y le pidió una taza de leche.
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Un tiempo después, la mejor y más fina de las vacas enfermó y no daba
leche, perdió sus cuernos, después sus dientes y al final, murió.
Ahora, los Johnstones tuvieron su primer hijo. Un chico hermoso, tan fuerte
como un potro joven, y tan lleno de alegría. Pero poco después de esto, comenzó a
crecer raro y extraño, y se perturbó su sueño. Dijo que las hadas llegaron en la
noche y se colocaron a su alrededor y le pellizcaron. Algunos se sentaron en su
pecho y no podía ni respirar ni moverse. Y le dijeron que no le dejarían en paz a
menos que se comprometiera a darles una cena todas las noches. Un pastel del
horno y una taza de leche.
Así que para calmar al niño, la madre tenía preparadas estas cosas todas las
noches en una mesa al lado de su cama, y a la mañana siguiente ya no estaban.
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Pero aún así, el niño languidecía y sus ojos tenían una mirada extraña,
como si no viera nada de lo que hacía cerca y alrededor suyo. Como si algo muy
lejano perturbara su espíritu.
Y cuando le preguntaron qué le afligía, dijo que las hadas se lo llevaban a las
colinas cada noche, donde bailaba y bailaba con ellos hasta la mañana, que
cuando lo traían de vuelta, lo dejaban nuevamente en la cama.
El pobrecillo parecía más tranquilo cuando el sacerdote rezó y dijo que las
hadas se iban y luego quedó atrapado en un tranquilo sueño. Pero cuando se
despertó dijo a sus padres que había tenido un hermoso sueño y que estuvo
caminando en un jardín precioso con los ángeles, y él sabía que era el cielo y que
iba a estar allí antes del anochecer, porque los ángeles
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Estuvieron cuidando al niño enfermo toda la noche, porque vieron que continuaba
con fiebre, pero esperando que mejorase por la mañana, porque ahora dormía
tranquilamente con una sonrisa en los labios.
Pero el pueblo no quería saber nada de la madre sin hijos, así que ella
marchó de nuevo a su propio pueblo; como una mujer abatida y miserable. Una
advertencia para todos los que quieran despertar la venganza de las hadas.
Interrumpiendo sus antiguos derechos, posesiones y privilegios.
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EL MÉDICO Y LA PRINCESA DE LAS HADAS
Una noche, según cuenta la historia, un gran médico que vivía cerca de
Lough Neagh, fue despertado una noche por el sonido de un carro que llegó hasta
su puerta, tras lo cual sonó fuertemente un timbre. Vistiéndose rápidamente, salió
y vio un pequeño duende junto a la puerta del carruaje y en el interior un gran
caballero.
Por ello, una vez de que tuvo preparado con todo lo que pudiera necesitar,
se detuvo un momento.
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Entonces, el médico comenzó a sospechar de la empresa en que estaba pero
no dijo nada y fueron encima de la colina de Shane, hasta que se detuvo el carro y
entraron en un negro bajo de una casa. Entraron y pasaron por un corredor
estrecho y oscuro, buscando a tientas su camino,
hasta que, de pronto, una luz brillante iluminó las paredes y una vez de que los
asistentes hubieron abierto una puerta, se encontró en una cámara magnífica, toda
adornada de seda y oro, y en un sofá de seda había una bella dama que exclamó
con el saludo más cordial:
- ¡Oh, doctor, estoy muy contenta de verte! ¡Qué bueno que hayas venido!
Y él se quedó con ella hasta que un hijo varón nació, pero cuando miró a su
alrededor no había ninguna enfermera, así que lo envolvió en paños y lo puso
junto a su madre.
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gran espacio en la parte trasera de la parrilla; luego tomó al niño y lo puso de
nuevo en el hueco de la parte posterior de la chimenea y sacó todo el carbón a
través de ella hasta que estuvo cubierto, pero, teniendo en cuenta los consejos de
la dama, el médico no dijo ni una sola palabra. Luego, la habitación se transformó
de nuevo en una más hermosa, donde se celebraba una gran fiesta, en la que se
degustaban todo tipo de carnes, frutas y vino tinto en brillantes copas de cristal
- Ahora, doctor –dijo el caballero-, siéntate con nosotros y tome lo que más
le agrade.
- Por supuesto –dijo el caballero-. Pero primero deje que pague su labor.
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- Has estado aprendiendo nuestros secretos de mi señora – dijo-; sin
embargo, te has comportado correctamente y serás llevado de vuelta
y quedarás a salvo.
Pero cuando abrió su monedero para sacar las guineas de oro, allí halló un
espléndido anillo de diamantes, con el que podría pagarse el rescate de un rey. Y
cuando él lo examinó, encontró las dos letras de su propio nombre grabadas en su
interior. Un regalo de aquel príncipe de las hadas.
Todo esto ocurrió hace cien años, pero el anillo permanece en la familia del
médico, traspasado de padres a hijos y se dice que a quien lo porta, la buena
suerte le acompaña y la riqueza y el honor también, durante todos los días de su
vida.
Había un hombre viejo en la isla, llamado Shaun-Mor, que dijo que había
viajado a menudo con los pequeños hombres y llevó sus sacos para ellos y que a
cambio le dieron extraños regalos de hadas y le enseñaron el secreto del poder,
para que pudiera siempre triunfar ante sus enemigos y incluso entre las hadas, era
tan sabio como cualquiera de la especie y si se le se iba la cabeza podía luchar
contra media docena de ellos juntos y echarlos al mar o estrangularlos con algas.
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- No llores, Shaun-Mor –dijo el águila-. Sube a mi espalda y yo te llevaré a
salvo.
Así que Shaun-Mor subió y volaron como nunca tan alto, hasta que al fin, el
águila lo arrojó a la ladera de una gran montaña, en un lugar que nunca antes
había visto.
- ¡Esta es una mala pasada que me has jugado! –dijo Shaun-, ¿dime
dónde estoy ahora?
- Estás en la luna –le dijo el águila y desciende como mejor puedas porque
ahora tengo que irme. Así que, adiós y ten cuidado de no caer fuera
del borde.
- ¿Qué te trae por aquí? –dijo-. Sólo los muertos vienen a este lugar.
- ¡Oh, vuestra merced! –dijo-. Yo vivo lejos de aquí. Dime cómo puedo bajar y
ayúdame. Te lo suplico.
- ¡Ay, que lo haré! –dijo el hombre de pálido rostro. Aquí está la ayuda que
te doy.
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Y diciendo esto, le dio un golpe con la hoz que Shaun cayó derecho sobre el
borde de la luna, y cayó y cayó hasta que por suerte fue a caer sobre una bandada
de gansos y el viejo ganso que los dirigía, se detuvo y lo miró.
- ¡Oh, su señoría! –dijo el pobre hombre-. Ha sido culpa de una mala pasada
de las malvadas brujas que me han hecho esto, me dejaron subirme
sobre su espalda y si su señoría me lleva a salvo a mi casa, estaré
siempre agradecido a todos gansos del mundo durante toda mi vida.
Y sacudió a Shaun-Mor, que fue a caer en medio del mar, y cuando estaba
casi muerto, una ballena se le acercó y batiendo sus aletas lo golpeó.
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Él no supo nada más hasta que abrió los ojos tumbado en la hierba de su
propio terreno, junto a una gran piedra. Y su esposa estaba junto a él, de pié y le
empapaba con un gran cubo de agua, y golpeándole la cara con su delantal.
Y después contó a su esposa todo tipo de cuentos, de los que dijo que eran
tan verdad como el evangelio, pero no creyó que ella creyera ni una sola palabra
de lo que le dijo, aunque tenía miedo de llevarle la contraria a un tipo como
Shaun-Mor, quien afirmaba que todo había sido labor de las hadas, aunque la
gente malvada pudiera burlarse y decir que estaba borracho.
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LA RAZA DE LAS HADAS
Otras hadas, sin embargo, son demoníacas y dadas a las malas acciones y
maliciosas, porque cuando fueron expulsadas del cielo cayeron al infierno y allí, el
diablo las tiene bajo su gobierno y las envía cuando quiere a misiones del mal,
para tentar las almas de los hombres más débiles bajo el brillo el pecado y placer.
Estos espíritus habitan debajo de tierra y difunden su conocimiento sólo a ciertas
personas malvadas, elegidas por el diablo, quien les da poder para hacer conjuros,
pociones de amor y poder para trabajar hechizos malignos. Pueden asumir formas
diferentes por su conocimiento y uso de ciertas hierbas mágicas.
Las mujeres brujas que han sido enseñadas por ellos y se han convertido en
herramientas del Maligno, son el terror del barrio, porque ellas tienen todo el poder
de las hadas y toda la malicia del demonio, que les revela secretos de horas y días,
y los secretos de las hierbas, y los
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secretos maléficos, y el poder de la magia que puede afectar a todos los
propósitos, ya sea para bien o para mal.
mística extraña y en general son famosos en la música y canto. Pero ellos son
apasionados, vengativos y no es fácil vivir a su lado. Todo el mundo sabe que son
de la raza de las Shide, por sus hermosos ojos y temperamento audaz, temerario.
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Al igual que tienen un miedo inmenso, miedo del poder místico de las hadas, y de
no interferir con ellos, no ofenderlos a sabiendas.
Los Shide, a menudo se esfuerzan por llevarse niños guapos, que luego son
criados en los palacios de hadas hermosas, bajo tierra y casados con compañeras
o compañeros de hadas cuando crezcan.
La gente tiene la idea de que dejan un changeling o ser en la cuna, en lugar del hijo
precioso. Una cosita arrugada se encuentra allí. A veces, se toma por la noche y se
pone en un sepulcro abierto hasta el amanecer y cuando se espera hallar a su
propio hijo reestablecido, las más de las veces no se encuentra nada más, excepto
el frío cadáver de la pobre paria.
A veces, se dice que las hadas se llevan a niños mortales para un sacrificio,
ya que tienen que ofrecer uno cada siete años al diablo, a cambio del poder que
les da. Y hermosas jovencitas se llevó también, ya fuera para sacrificio o para ser
casadas con el rey de las hadas.
Las hadas son puras y limpias en sus hábitos, y les gusta sobre todas las
cosas, un cubo de agua que se colocará para ellos por la noche, en caso de que
deseen bañarse.
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EL NIÑO DE LAS HADAS
Una mujer que vive en la antigua Innis-Sark dice que en su juventud conoció
a una mujer que estuvo casada durante cinco años, pero que no tenía hijos. Su
marido era un hombre rudo y grosero, y utilizaba el motivo de no tener hijos para
mofarse de ella y golpearla muchas veces. Pero ocurrió que durante aquel año
nació un niño que era tan hermoso que parecía un ángel del cielo.
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- Nosotros somos vengadoras –dijeron-, míranos y tiembla porque si le
vuelves a golpear a tu esposa de nuevo, regresaremos para matarte.
Ahora ven, arrodíllate y pídele perdón.
Así que la madre hizo lo que le había dicho y se fue al pozo y gritó tres
veces y una anciana se acercó, y dijo:
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Así que la madre le tendió la mano y la otra la llevó por un tramo de
escalones de piedra, y luego llegaron a una sólida puerta cerrada y la anciana la
abrió, ordenando que entrara. Pero la madre tendía miedo y lloró.
- ¡Entra! –le dijo. No temas, porque esta es la puerta del palacio de un rey y
verás a la reina de las propias hadas, porque es su hijo el que usted
está amamantando, y el rey, su marido, está con ella en su trono de
oro, y no tengas miedo. No hagas ninguna pregunta y haz lo que te
ordenen.
La reina sonrió y le pidió a la mujer que se sentara para contarle cómo llegó
a saber del lugar.
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Entonces, la señora trajo al niño y lo puso en brazos de su madre. - Toma
–dijo la reina-, él es tu propio hijo, que nos lo llevamos porque era tan
hermoso y el niño que tienes en casa es mío, es un pequeño, pequeño hada.
Lo quiero de vuelta y he enviado un hombre para traerlo aquí y usted puede
llevarse a su propia casa su hijo con seguridad, porque las bendiciones de
las hadas estaban con él para su bien y el hombre al que derrotaron no era
su marido sino un mensajero que lo enviaron para cambiar los niños. Así,
usted encontrará a su verdadero esposo en su propia casa, observando y
esperando su llegada.
Así la llevaron a otra sala donde había una mesa llena de platos de oro y
hermosas flores y vino tinto en vasos de cristal.
- Come –dijeron-. Esta fiesta la hemos preparado pata ti, no podemos tocar
la comida porque ha sido rociada con sal.
Así que ella comió y bebió del vino tinto y nunca en su vida había probado
manjares tan ricos. Y como le pareció justo y correcto, después de la cena, se
puso de pie y cruzó y juntó las manos para dar gracias a Dios.
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- ¡Silencio! –dijeron-. Ese nombre no debe mencionarse aquí. Hubo un airado
murmullo en la sala. Pero justo en ese momento se escuchó una hermosa música y
cantar, como el sonido del canto de sacerdotes y la mujer estuvo tan encantada que
quedó como desmayada. Y cuando volvió en sí era mediodía y estaba de pie junto a
la puerta de su propia casa. Su marido salió, la tomó de la mano y la llevó adentro. Y
allí estaba su hijo, más bello que nunca, tan hermoso como un pequeño príncipe.
- ¿Dónde has estado todo este tiempo? –preguntó el marido. - Hace tan sólo
una hora desde que fui a buscar a mi hijo que habían robado las hadas
–respondió ella.
- ¡Una hora! –dijo el marido. Han pasado tres años y cuando te fuiste estaba
algo enfermizo, fue colocado en su cuna. No mayor que un hongo y yo sabía
bien que era un hijo de hadas, pero sucedió que un día, vino un sastre y se
paró a descansar y cuando miró fijamente al niño, lo deforme y feo, se sentó
muy recto en la cuna y gritó: “Vamos... ¿qué estás mirando? Dame cuatro
pajitas para jugar”. Y el sastre le dio las pajitas y cuando las cogió, el niño
tocó y tocó música tan dulce con ellas, como si fueran gaitas irlandesas.
Todas las sillas y mesas comenzaron a bailar y cuando se cansó, se dejó caer
en la cuna y quedó dormido. Después el sastre dijo: “Ese niño no está bien, lo
primero que debes hacer, es preparar un gran fuego”. Así que hicimos el
fuego, luego el sastre cerró la puerta y se levantó de mala suerte el
desgraciado de la cuna y se sentó en el fuego. Y tan pronto como lo cogieron
las llamas, gritó con voz alta y voló por la chimenea, desapareciendo. Y
cuando todo lo que le perteneció a él estuvo quemado, yo sabía que
regresarías con nuestro muchacho. Y ahora vamos a
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nombrar a Dios y hacer la señal de la cruz sobre él y la mala suerte no
regresará a nuestra casa por los siglos.
Había una vez un gran señor que tenía una hermosa mujer llamada Ethna, la
más atractiva en toda la tierra. Y su marido estaba tan orgulloso de ella que día
tras día celebraba fiestas en su honor, y desde la mañana hasta la noche su
castillo estaba lleno de damas y caballeros, tan sólo se pensaba en el baile y la
música, en la fiesta y la caza. Sólo se pensaba en el placer.
Una tarde, cuando la fiesta estaba más alegre y Ethna flotando a través de la
danza, con su túnica de gasa de plata, entrelazada con joyas; más brillante y
hermosa que las estrellas del cielo, de repente, soltó la mano de su compañero y
cayó al suelo desmayada.
Allí estuvo todo el día, pero cuando las sombras de la oscura noche cayeron
sobre el castillo, la música se escuchaba bajo su ventana y, Ethna, volvió a caer en
un trance profundo del cual nada pudo despertarla. Entonces, la vieja nodriza se
quedó para vigilarla, pero en el silencio, la mujer se sintió cansada y quedó
dormida. Y no se despertó hasta que el sol se había levantado. Y cuando miró
hacia la cama, vio con horror que la joven esposa había desaparecido. Todos en el
castillo se despertaron al momento y las consultas se hicieron por todas partes,
pero no hallaron
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rastro de ella en el castillo, ni en los jardines, ni en el parque. Su marido envió
mensajeros en todas direcciones, pero en vano; no la habían visto, ningún suspiro
de ella pudieron encontrar, vivo o muerto.
- Cierto que Finvara está contento, porque tiene por fin, la hermosa novia en
su palacio y nunca más verá ella ya, el rostro de su esposo.
- Sin embargo –respondió otro-, si cava hacia abajo por la colina hasta el
centro de la tierra, podrá encontrar a su novia, pero el trabajo es duro
y el camino difícil y Finvara tiene más poder que cualquier hombre
mortal.
- Eso está por verse –exclamó el joven lord-. Ni las hadas, ni el diablo, ni
Finvara podrán interponerse entre mi joven justa esposa y yo.
Y al instante envió a dos de sus criados para reunir a todos los trabajadores
de la comarca con sus picos y palas, para cavar a través de la colina hasta llegar
al palacio de las hadas.
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Y una muchedumbre de obreros que llegaron y rebuscaron en la colina todo
el día, haciendo una profunda franja que se fue haciendo grande hacia el mismo
centro. Luego, al atardecer, detuvieron la labor por hacerse de noche, pero a la
mañana siguiente, cuando se reunieron de nuevo para continuar su trabajo, he
aquí, que la zanja estaba rellena otra vez de barro y la colina parecía como si jamás
se hubiera tocado. Porque así lo había ordenado Finvara, que tenía poder sobre la
tierra, el aire y el mar.
Pero el joven lord era valiente de corazón y ordenó a los hombres que
continuaran con el trabajo, y la zanja se cavó de nuevo, amplia y profunda, en el
centro de la colina. Y esto se prolongó durante tres días, pero siempre con el
mismo resultado, el barro se reponía nuevamente cada noche y la colina se veía
igual que antes y no estaban más cerca del palacio de las hadas.
Entonces, el joven lord estaba dispuesto a morir por la rabia y el dolor, pero
de pronto oyó una voz a su lado, como un susurro en el aire, y las palabras que
dijo fueron:
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Entonces, el joven lord supo que tenía poder sobre Finvara y ordenó a los
hombres trabajar con buen corazón, porque pronto llegarían al palacio de las
hadas en el centro de la colina.
Así que al día siguiente una gran cañada quedó abierta, haciendo camino
desde el fondo hasta la mitad de la tierra y se podía oír la música de las hadas, si
se ponía el oído cerca de tierra, y las voces se escuchaban alredor de ellos en el
aire.
- Mirar ahora –dijo uno-. Finvara está triste, porque si uno de esos hombres
mortales da un golpe en la palacio de las hadas con su espada, se
desmoronará haciéndose polvo, y se desvanecerá como la niebla.
- Pues que Finvara renuncie a la novia –dijo otro-, y podremos estar a salvo.
En ese momento, la voz del propio Finvara se escuchó, clara como la nota
de un clarín de plata, a través de la colina.
Entonces, el joven lord les ordenó detener la labor y deponer las espadas
hasta que el sol se puso.
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plateada, más bella que nunca y saltó de la montura y la levantó y se alejaron
como el viento de tormenta de vuelta al castillo. Allí colocó a Ethna en su cama.
Ella cerró los ojos y no dijo ni una palabra.
Día tras día fueron pasando y aún ella nunca habló ni sonrió, pero parecía
como si estuviera en trance.
Un gran dolor cayó sobre todos y cada uno, porque temían que ella hubiera
comido la comida de las hadas y que el hechizo no fuera a romperse jamás. Así
que su marido estaba muy triste.
Pero una noche, en que viajaba a casa tarde, oyó voces en el aire y uno de
ellos dijo:
- Ahora hace un año y un día desde que el joven lord llevó a casa a su bella
esposa, de manos de Finvara, ¿pero es algo bueno? Ella no habla y
está como un muerto, porque su espíritu está con las hadas, aunque
su forma esté allí, junto a él.
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de cera. A continuación, tomó la determinación de probar si era verdad lo que
decían aquellas voces de los espíritus.
Grande fue la alegría al ver que el alma de aquella dama había regresado. La
levantó y la besó. El habla y la memoria se restablecieron en aquel momento, en
medio de su anterior vida, como si nunca se hubiera roto o interrumpido y el año
en que su espíritu había pasado en el país de las hadas, parecía como si hubiera
sido el sueño de aquella noche, del que acababa de despertar.
Después, Finvara no hizo más esfuerzos por volver a llevársela, pero el corte
profundo en la colina permanece hasta nuestros días, y se llama: la Cañada de las
Hadas. Así que nadie puede dudar de la verdad de la historia aquí narrada.
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PARTE
SEGUNDA
CUENTOS
DE HADAS IRLANDESAS
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JOHN FLYNN Y LAS HADAS IRLANDESAS
Desde hacía tiempo, el campesino Flynn solía dejar por las noches, al ir a
dormir, dejaba un poquito de vino en una copa, un poquito de leche y algunas
nueces abiertas, sin comer. También dejaba las últimas ascuas del fuego de la
chimenea sin apagar.
Por algún motivo, parecían haber recobrado vida en su interior, las viejas
historias que escuchó en su niñez sobre las hadas, sobre lo mucho que
agradecían la hospitalidad de las gentes, lo mucho que les desagradaban también
las gentes avaras. También lo mucho que les gustaba calentarse junto al fuego de
las chimeneas de los hogares irlandeses.
Durante semanas nada notó por las mañanas, al recoger los restos dejados en la
mesa por la noche. Pero de un tiempo a esta parte sí que empezó a notar que
algunos restos habían desaparecido. Entonces empezó a cobrar fuerza en su
interior, la idea de que las hadas realmente existían.
Cuentan que castigan a quien las hace algún mal, pero que obsequian a
quien las trata bien, y comparten con ellas, en ocasiones parte de sus numerosas
riquezas, a veces regalándoles calderos repletos de oro.
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tintero y se pusieron a dibujar un plano con algunas indicaciones, sobre un papel.
Mientras tanto, una de las hadas, se había introducido en una jarra, para
darse un baño como acostumbraba a hacer, y la tapa de la jarra, fue a caer y
cerrarse.
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- Está bien, pero has de coger una cuerda, porque el caldero de oro está en
el cauce del río y si entras en él sin estar bien sujeto, podría
arrastrarte la corriente y te ahogarías.
Entonces se dirigió a un árbol cercano, desde una de cuyas ramas, observaba todo
una ardilla. Sujetó perfectamente la cuerda al árbol y después se la ató bien a la
cintura. Después ató bien con el hilo al hada, a una rama y entonces se introdujo
en el río, caminando hasta donde ya cubría y luego se zambulló.
Trató de sacar el caldero entero, pero pesaba demasiado, así que tuvo que ir
cogiendo monedas de oro a puñados y dejándolos en la orilla. Así una vez, así otra
más y así unas cuantas veces, hasta que ya pudo alzar el caldero y feliz fue a
dirigirse a la orilla, cuando al levantar la cabeza, aterrorizado observó a la ardilla
mordisqueando la cuerda, a punto de romperse. Y antes de lograr salir, la cuerda
se partió y el avaro campesino fue arrastrado por su avaricia y murió ahogado.
Entonces, la ardilla logró roer también el hilo del hada y la dejó libre.
- Gracias a ti, por prometer compensarme con las nueces del avaro
Flynn.
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SEÁN Ó DÁLAIGH Y LAS HADAS
Era muy viejecito ya y le solían escuchar decir que tenía más de ciento veinte
años, y precisamente una de las historias más maravillosas que solía relatar, era
aquella en la que contaba el motivo de que aún teniendo veinte y cien años,
aparentaba tener muchos menos. Aquel día, cuando entró en el bar, hizo lo que
siempre solía hacer, dejar colgados gorra y abrigo. Después de un breve silencio
se puso a contar la historia:
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detenerse; porque a las hadas les encantan las historias irlandesas y
son muy sensibles.
- Como quiera que me sentía muy feliz con la vida que había llevado, aunque
humilde, cogí el camino de la izquierda y cuando llegué al pueblo, me
vi reflejado en una cristalera, hecho un niño de ocho años. Entonces
eché la mano al bolsillo y saqué un papel en el que mi nombre estaba
escrito con la caligrafía de las propias hadas.
- ¡Séan Ó Dálaigh!
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- Hoy es noche de San Juan y hoy también es el último día en que me
escuchéis contando historias. Regresaré donde las hadas y
compartiré con ellas la velada. Al despedirme de ellas, si es que me
permiten volver a ser niño, marcharé a algún lugar y empezaré una
nueva vida y si escucháis a un niño contando historias, dadle una
propina, porque tal vez me la estéis dando a mí.
Sin que nadie lo notara, un hombre que había estado escuchando y que
también creía que todas y cada una de las palabras eran ciertas; se llevó la gorra y
el abrigo de Seán y vistiéndoselos, marchó hacia el bosque triste, para conocer a
las hadas, disfrutar de sus bailes y luego engañándoles con algún estúpido
cuento, lograr regresar a la niñez y vivir
muchos años más, tantos como el que consideraba, estúpido Séan Ó Dálaigh.
- Tenéis razón. Él no podía venir y me pidió que acudiese yo, bailase con
vosotras y os contara maravillosas historias.
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las hadas empezaron a bostezar y aburrirse y no tardaron mucho en decirle al
narrador que ya era suficiente por aquel día.
El hombre no dudó ni un instante, y sin tan siquiera dar las gracias, marchó
por el sendero de la derecha y en cuanto notó que aumentaba el peso de su saco,
lo abrió para deleitarse con el oro que tan fácilmente había logrado. Después
continuó caminando y se sintió cada vez más y más cansado por el peso del saco.
Pero feliz llegó a un pueblo con su fortuna. Entonces, al entrar en un bar, se vio
reflejado en un espejo y comprobó que se había convertido en un anciano muy,
muy viejo. El castigo que le inflingieron las hadas acabó con su vida, pues murió
poco después, sin poder disfrutar de su fortuna.
En cuanto a Séan, ya no le volvieron a ver más en aquel lugar; pero si algún
día se topan en la calle con algún contador de historias, disfruten de las maravillas
que cuenta, y denle un pequeña propina porque tal vez sea, nuestro querido Séan
Ó Dálaigh.
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JUDY FLANAGAN
Qué puedo deciros de Judy Flanagan, la chica más bella sin duda, del
Condado de Tipperary. El trigo le robó el color de su cabello y el cielo fue a tomar
el de sus ojos. Algunas pecas y su sonrisa, hacían de su rostro, el más bello y
amable que conocieron las gentes de aquel lugar.
Lo que no sabía ella, era que aquel lugar precisamente estaba habitado por
las hadas del contorno y que además, estos seres sentían enorme envidia por la
belleza de Judy. Y desde hace tiempo tenían pensado secuestrar a la muchacha y
someterle a todo tipo de burlas y malicias. Una vez llevada a su habitáculo secreto,
ya no la dejarían marchar de allí jamás.
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una enorme boca, por donde introdujeron a la pobre Judy; que al entrar penetró en
un habitáculo varias centenas de veces más grande que el grosor del roble y por
allí la llevaron hasta un magnífico salón repleto de preciosos objetos que dejaron
maravillada a la muchacha. Espejos con marco de oro, peines de oro también,
candelabros y sillas de plata y cantidad de riquezas que los humanos no pueden
llegar a imaginar sin verlas, porque sólo las hadas conocen tales riquezas.
Pronto se vio rodeada Judy por unas cuantas preciosas hadas de medio
metro de altura, que muy amablemente le preguntaron si deseaba jugar con ellas:
- ¡Claro que sí! –dijo Judy, confiada pues no sabía cómo era aquel
juego.
Entonces, a gran velocidad, mayor que la del viento una por una y una tras
otra y una tras otra vez vez; cada una de las hadas fue dándole fuertes pisotones a
la pobre Judy; que muy pronto hubo descubierto dónde se hallaba y con quién
estaba tratando en realidad.
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Las hadas quedaron extrañadas, pues no conocían aquel baile.
- Muy fácil –dijo Judy-. Pero necesitamos una cuerda larga y fuerte.
Al instante había una cuerda justo delante de ellas. Entonces, Judy Flanagan
rodeó y anudó su mano izquierda suavemente a la cuerda y explicó a las hadas
para que sujetasen con fuerza una por una la mano izquierda de todas ellas, para
completar el círculo y quedar todas unidas.
Después dijo que iba a unir la cuerda a su mano atada, para poder dar comienzo al
baile de la cuerda; pero lo que hizo en realidad, fue soltarse la mano y dejar
fuertemente atadas a todas las hadas, sin hallar forma de poder soltarse.
Las hadas suplicaban que terminase el juego, pero Judy estaba dispuesta a
darles una lección que jamás irían a olvidar. Aunque finalmente sintió lastima de
aquellas maliciosas hadas y cesó de darles pisotones. Y la reina de las hadas le
dijo:
Las hadas hicieron la promesa y Judy Flanagan las dejó libres. Agradecidas
obsequiaron a la muchacha con muchas más riquezas de las que había solicitado
y ella les prometió que jamás diría a nadie cuál era el árbol que habitaban.
Así fue cómo Judy Flanagan, la chica más bella sin duda, del Condado de
Tipperary a quien el trigo le robó el color de su cabello y el cielo fue a tomar el de
sus ojos. Que tenía algunas pecas que con su sonrisa, hacían de su rostro, el más
bello y amable que conocieron las gentes de aquel lugar. Logró además que su
riqueza estuviera en proporción a su belleza.
- ¡Buenas noches, amiguita! –respondía él-. ¿Acaso habéis venido para que
os cante alguna vieja balada irlandesa!
- ¡Eso es!
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Al finalizar, las hadas se despedían amablemente y prometían darle su
protección, hasta que volvieran a verse.
Pero el caso era que en más de una ocasión, algún salteador de caminos
que pretendía robarle, había quedado misteriosamente paralizado al llegar junto a
él. Cuando lo contaba a sus amigos en el bar, también sentían preocupación por
las visiones de su amigo.
También llegó a contar que una noche le acompañaron hasta su casa una
manada de lobos inofensivos y que al llegar a casa se dieron la vuelta al tiempo
que le decían:
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Poco después, se abrió sola la ventana y el hombre pensó que habría sido
un golpe de viento. Al momento empezó a escuchar las vocecillas de las hadas,
hablando entre ellas y después, la más atrevida de todas, como de costumbre, se
acercó a la ventana sin dejarse ver y saludó al morador de la casa, diciéndole:
Entonces, el hada le pidió que le cantase su balada favorita por última vez
y Stephen no pudo resistirse a hacerlo, aunque al acabar, marcharon de aquel
lugar para siempre.
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Aquel buen hombre dejó de beber. Efectivamente, tal y como le habían dicho
sus amigos, cuando dejase de hacerlo, seguramente las hadas también
desaparecerían.
Y esta ha sido la historia del hombre que creyó en las hadas hasta el día
en que llegó a verlas.
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EL PESCADOR Y LA SIRENA
Cierto día eso mismo tenía planeado hacer, mas le ocurrió algo maravilloso.
Sobre una roca, halló sentada a una sirena, peinando sus largos cabellos con un
peine que lanzaba destellos, pues sin duda debía de ser de oro.
Aunque lo cierto es que el pescador no sabía muy bien hacia dónde mirar,
pues la belleza de la sirena era singular. La cola de pez, tal y como había oído
contar. El cabello largo y rubio y los pechos, aunque no grandes, ciertamente
hermosos. Pero también le atraía, claro está, el valioso peine que portaba. Así que
se puso a pensar la manera en poder conseguirlo.
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Después de un rato discurriendo, se echó la mano al bolsillo de su pantalón
y al encontrar allí algo, se alegró muchísimo.
- ¿Qué será de mí? ¿Y qué será de la pobre sirena? ¡Se cumplirá la maldición
de Inis Mor; ella morirá muy pronto en el fondo de su mar y yo lo haré
también, aquí en tierra firme!
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correspondido con un obsequio que poseyera y sirviera a la sirena,
pero que no fuese de utilidad para él.
- Que nada encontró el joven para darle y nada pudo darle tampoco la sirena.
- ¿Y entonces...?
- La sirena regresó al mar y en muy poco tiempo, las otras sirenas la
encontraron muerta. Y el joven tan sólo pudo alcanzar su casa y
contar lo sucedido, cuando también cayó muerto.
- ¡Eso es! –gritó emocionada la sirena. Esa moneda no tiene ningún valor en
el mar. Hemos visto barcos llenos de baúles, repletos de monedas y
nunca nos hemos molestado en cogerlas.
Pero después se hizo el silencio entre los dos que conversaban y luego. Con
tristeza, fue la sirena quien se puso a hablar.
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- Supongo que nada; aunque fue maravilloso el conocerte. Creo que esto se
acaba.
- ¡Ya lo tengo!
Y así es como el astuto pescador de Inis Mor logró cambiar un peine de oro
por medio penique.
Aunque hay quien cuenta que el pescador sintió tal atracción hacia aquella
mujer pez, que le dijo que ya que habían logrado romper la maldición, podrían
encontrarse allí, los días de mala mar. Y que así continuaron viéndose hasta que
cierto día, el pescador le devolvió su peine disculpándose.
Incluso hay quien cuenta que al devolverle el peine, la sirena se echó a reír y
le confesó que jamás se había creído la historia de la estúpida maldición.
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THOMAS Ó CADHLA Y LA CUERDA INVISIBLE
Así que cierto día, regresando cerca del arroyo, caminó más despacio,
atento y prevenido que otras veces. Así logró observar el movimiento de algunas
hojas, en el momento de poner las hadas, la cuerda tirante. Entonces supo dónde
se hallaba la cuerda y en vez de tropezar, lo que hizo fue cogerla con las manos y
tirar con mucha fuerza de ella; con lo que una de las hadas salió despedida por los
aires, del escondite tras los arbustos donde se encontraba. Como quiera que cayó
bruscamente contra el suelo, el astuto Thomas pudo atraparla.
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La hada, asustada suplicaba que la perdonara y dejara libre; pero el
campesino no le hizo caso hasta que recibió la promesa de que con la ayuda del
resto de hadas, su campo de trigo quedaría convertido en un campo de espigas de
oro.
Así pues, aquel hombre feliz continuó su camino y en muy poco tiempo fue
muy, muy rico. Construyó cerca de su humilde casa una gran mansión y vivió muy
holgadamente, aunque quiso conservar su campo de trigo a donde acudía día sí y
día también.
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Así pues, aquel hombre marchó atento al arroyo, tal y como le había
indicado su vecino y estuvo muy atento para tratar de agarrar la cuerda al
tropezar.
Pero la cuerda estaba en realidad atada a un enorme árbol que estaba casi
talado e hizo tanta fuerza que el árbol se precipitó sobre el lugar donde se
encontraba el campesino.
Fue la venganza que habían preparado las hadas para castigar a Thomas Ó
Cadhla y así es cómo salvó la vida, por no ser ambicioso y así es como la envidia
y la ambición acabaron con la vida de su vecino.
Desde entonces, nuestro amigo fue más prudente y dejó de frecuentar aquel
camino junto al arroyo donde las hadas acostumbraban a hacer de las suyas.
Si alguna vez tropiezas en el bosque y no aciertas a saber con qué, es
probable que te halles muy cerca de las hadas y tal vez puedas verlas o
escucharlas.
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EL ZAPATERO Y EL REY
Cuentan que hubo un rey, que al enterarse que su hija princesa se veía a
escondidas con el hijo de un zapatero, decidió acabar con aquella relación para
siempre y mandar muy lejos a toda la familia del zapatero.
- Toma estas dos monedas de oro, pues mañana celebramos una fiesta en el
castillo y acudirán importantes reyes y reinas. Quiero que prepares
unos zapatos de oro para la princesa y que le queden perfectamente.
Si no eres capaz de hacerlo, tendrás que abandonar el país para
siempre con tu familia y todo cuanto tienes, pasará a ser posesión
mía. Si lo logras, recibirás un baúl lleno de oro y además, permitiré
que tu hijo se case con la princesa.
El zapatero nada dijo, pues sabía por qué el malvado rey quería alejarles de
allí. Tan sólo tenía una noche para fabricar unos zapatos de oro para la princesa y
tan sólo había recibido dos monedas de oro.
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Se acordó entonces de las hadas de las que tantas historias escuchó en la
niñez y pensó que si no le ayudaban ellas, no podría conseguirlo. Así que se
acercó a la ventana y la abrió. Después llamó a las hadas pidiendo su ayuda.
Llamaba y llamaba pero nadie le respondía. Se imaginaba a las diminutas hadas,
con sus cuerpecitos, vestiditos y zapatitos, pero parecía que las hadas no irían a
aparecer aquel día.
El rey no podía creerse lo que estaba ocurriendo y tuvo que permitir que
padre e hijo se acercaran al lugar donde él se encontraba y en cuanto tuvieron
oportunidad de hablar, dirigiéndose a todos lo allí presentes; reinas y reyes
importantes, el zapatero fue a decir:
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Todos los presentes se quedaron de piedra con lo que acababan de
escuchar, pero pidieron que continuara hablando.
- Entonces, pensé que era una empresa imposible. Pero después me acordé
de las historias de hadas que escuché en mi niñez.
Hubo un gran sobresalto en la sala, pues todos pensaron que habría sido
ayudado el zapatero por las mismísimas hadas. Quedaron pues maravillados y el
hombre continuó su relato:
- ¿Y qué hice? Pues fui a donde mi amigo el orfebre y le ofrecí una moneda
de oro a cambio de que me ayudase a construir con el oro fundido de
la otra moneda, estos maravillosos pendientes, que logramos
terminar justo a tiempo.
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- Ahora –continuó el zapatero-; mi hijo probará los pendientes a la princesa y
si los presentes creen que le quedan perfectamente, el rey deberá
cumplir su trato y además de entregarme un baúl lleno de oro; tendrá
que permitir que la princesa, si así lo desea, pueda casarse con mi
hijo.
Lian Sheridan era un hombre bueno como el pan, pero miedoso como un
niño pequeño y muchas veces era el blanco perfecto para las burlas y los chistes
fáciles en el pueblo. Por eso cuando relató en la taberna su terrible miedo hacia las
hadas, sus amigos vieron la oportunidad perfecta para hacerle una buena jugada.
- Lo que tienes que hacer, amigo –le dijo uno. Es poner protecciones por
toda la casa y así no se atreverán a entrar. - ¿Y cómo puedo protegerme,
pues? –preguntó Lian.
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- También debes dejar un libro de cuentos irlandeses o algo así, porque
las hadas detestan escuchar historias –dijo otro.
- El azúcar es bueno también porque las espanta –dijo otro. - ¡Ah! -empezó
uno-; también es importante que al ir a dormir, dejes los zapatos con la
punta hacia dentro de la cama, así no se acercarán a ti.
- ¡Ah! –dijo otro. Es importante dejar la ventana un poco abierta, pues las
hadas se huelen que es una trampa y escapan rápidamente.
Lian Sheridan marchó más tranquilo a casa y en cuanto llegó, siguió al pie
de la letra todas y cada una de las recomendaciones que le habían dado en la
taberna.
ligeramente abierta. Penetraron y mayor sorpresa aún pues hallaron un libro con
viejos cuentos y disfrutaron muchísimo leyendo y escuchando aquellas historias.
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Despertaron suavemente al bueno de Lian, que no tuvo tiempo ni de
asustarse. Porque vio cómo las hadas, una por una le dejaba una moneda de oro
sobre la cama, quedando cubierto como por un manto de oro y además, le dieron
las gracias. La última de las hadas le dio un beso en la mejilla al tiempo que le
decía:
Cuando Lian llegó a la taberna, a modo de burla le preguntaron qué tal con
las hadas y entonces él les contó su historia y les dijo que ya no sentía ningún
miedo.
¿Y os preguntaréis por qué? Pues tan sólo era un saco de sal, ¿verdad?
Pues fue un auténtico desastre porque la sal espanta a las hadas y aquello
había sucedido muy cerca del cerro donde desde siempre se habían reunido y al
regresar de su ronda, fueron a darse cuenta de que no había forma de acercarse al
lugar más importante que existía para ellas.
Ante aquella situación, se reunieron e hicieron corro para deliberar y pronto
acertaron al pensar que seguramente aquello se debía a que a alguien se le habría
ido a caer sal en el camino y por eso les resultaba imposible acceder a la colina
donde se hallaba el corro de las hadas.
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