M2 - Ética Profesional
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Ética profesional
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Condiciones necesarias
Universalismo Socialización
de la moral
Fundamentos de la
Relativismo Orden y Conflicto social
moral
Pluralismo
Módulo: 2
Curso: Ética profesional
Índice
Introducción ............................................................................................................................................................................................................ 4
1. La acción moral ................................................................................................................................................................................................. 5
1.1. Condiciones necesarias de la moral ................................................................................................................................. 6
a. La Libertad ....................................................................................................................................................................... 6
b. La Responsabilidad.......................................................................................................................................................... 8
c. El Compromiso ................................................................................................................................................................ 9
1.2. Fundamentos de la moral............................................................................................................................................... 10
a. La naturaleza humana ................................................................................................................................................... 10
b. El deber ......................................................................................................................................................................... 11
c. El amor .......................................................................................................................................................................... 12
d. El contrato social ........................................................................................................................................................... 14
e. La utilidad ...................................................................................................................................................................... 15
2. Elementos para el juicio de valor ...................................................................................................................................... 15
2.1. Universalismo ................................................................................................................................................................. 16
2.2. Relativismo ..................................................................................................................................................................... 16
2.3. Pluralismo ....................................................................................................................................................................... 17
3. Individuo y Sociedad .................................................................................................................................................................................... 18
3.1. Socialización ................................................................................................................................................................... 18
3.2. Orden y Conflicto social .................................................................................................................................................. 19
4. Reflexión moral desde el individuo ........................................................................................................................................................ 20
Cierre ....................................................................................................................................................................................................................... 23
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Resultado de aprendizaje
Introducción
En el módulo anterior buscamos identificar y apreciar la importancia de la reflexión ética, destacándola
como una herramienta eficaz en las interacciones sociales, evitando, a través de la utilización de esta
habilidad, prejuicios o acusaciones injustificadas, además de fomentar el análisis de las acciones de las
personas al convivir con otros.
En este módulo intentaremos dar un paso más en el ámbito de la reflexión ética analizando la importancia
de los seres humanos en cuanto agentes de acciones morales. Quizás no somos realmente consientes de
estos análisis, pero está presente en nuestra vida cotidiana, lo observamos cada vez que realizamos juicios
de valor sobre las acciones de los otros, por ejemplo, nos cuestionamos si el actuar de alguna persona
fue bien o mal intencionado, o cuando reaccionamos sobre una situación que consideramos injusta en el
ámbito social, o si una persona debe tener algún castigo por la acción hecha, etc.
Las personas constantemente realizamos juicios de valor sobre todo lo que nos rodea, en este sentido,
debemos comprender el trasfondo de esos juicios, y preguntarnos:
El primer tema que debemos revisar es la acción moral y para analizarla indicaremos las condiciones
necesarias de la moral, entre las que observamos: la libertad, como un punto de referencia en el alcance
de nuestra acciones; la responsabilidad, como un valor inherente a las relaciones sociales; y el
compromiso, como eje fundamental para convivir sin conflictos entre las personas. Además, en este
punto, demostraremos los fundamentos de la moral, entre las que se encuentran: la naturaleza
humana, el deber, el amor, el contrato social y la utilidad.
En segundo lugar, observaremos elementos que son necesarios considerar al momento de realizar juicios
de valor, esto a través del análisis de tres grandes doctrinas que justifican el pensamiento ético de las
personas, entre los que se destacan el universalismo, el relativismo y el pluralismo.
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También, examinaremos las acciones morales de acuerdo con las consideraciones sobre una sociedad
que actúa acorde con su moral versus una sociedad en que se genera conflicto social al guiar sus acciones
contra las normas establecidas en ella.
Finalmente, estudiaremos la reflexión moral desde el individuo, a través del análisis de diversos casos en
que se aplicarán los conocimientos adquiridos tanto en este módulo como en el módulo anterior. Sobre
todo aquellas acciones que podemos observar de manera cotidiana en nuestras sociedades.
Todo esto, sin olvidar que nuestra meta central es fundamentar la importancia de la reflexión ética desde
la perspectiva de las acciones humanas, vale decir, desde cada individuo que forma parte de la sociedad.
Los seres humanos, de una manera casi natural, tendemos a socializar, a entablar relaciones con otras
personas, como lo mencionamos en el módulo anterior, necesitamos convivir con otros. Si a esto le
sumamos la capacidad inherente que tenemos a racionalizar lo que nos rodea, inevitablemente nos lleva
a la búsqueda del análisis y comprensión de las acciones humanas, estableciendo de así una carga valórica
en ellas.
Atención
Tenemos la capacidad de establecer relaciones morales, realizando juicios de valor desde el precepto
moral de que no debemos hacer daño a nosotros o a los demás.
Este último punto es el que abordaremos a continuación, la estrecha relación del individuo y sus acciones
con el establecimiento de normas para convivir con otros.
1. La acción moral
La moral adquiere un lugar importante cuando hablamos de convivir con otros, generando en los seres
humanos tres grandes puntos a tomar en consideración.
1. tenemos a la moral como una guía para los seres humanos, demarcando el camino a seguir
establecido por el respeto a los valores fundamentales de cada sociedad.
2. La moral aparece como un determinante de la percepción que se tiene de cada uno, estableciendo
los parámetros para generar autoestima, me quiero de acuerdo a lo que es considerado adecuado
o correcto para las personas, si actúo de acuerdo a lo es que considerado bueno para la sociedad,
entonces, tendré un mejor autoconcepto mío, por lo tanto, mejor autoestima.
3. La moral estructura un orden social, en que el análisis con respecto a la importancia de los valores
que rigen la sociedad es preponderante para llegar a establecer consensos y ejercer de la mejor
manera posible los ideales, ya sean en la educación, la justicia, la democracia, etc.
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Para dar inicio al análisis de las acciones morales, revisaremos las condiciones necesarias para el
establecimiento de normas para convivir con otros.
a. La Libertad
A lo largo de la historia, la idea de libertad ha ocupado un lugar muy importante al hablar de las acciones
de las personas. Incluso desde pequeños se lucha constantemente con la exigencia de la libertad, y esto
se exacerba más aún en la adolescencia. Pero, ¿qué entendemos por libertad?, ¿a qué nos referimos cada
vez que exigimos que nos dejen ser libres?, ¿la libertad implica hacer todo lo que se le ocurra hacer a
cada persona?, estas son preguntas recurrentes al enfrentarse al concepto “libertad”, el problema que se
presenta es la dificultad que existe al intentar responderlas, para esto debemos detenernos en algunas
características que se observan de la libertad.
La libertad ha sido entendida desde diversos puntos de vista, entre los que se destacan:
Otra forma de entender el concepto “libertad”, tiene que ver con el alcance de ella, así la reconocemos
como libertad exterior y una interior.
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Es aquella que está determinada por las Está determinada por las necesidades propias de
condiciones delimitadas en donde se desenvuelve cada persona, en este sentido, el hombre se ve
la persona, ya sean las normas del país en que se como dueño de sí mismo y capaz de hacer lo que
vive o del grupo con el que se identifica considera mejor para él.
La libertad exterior la podemos entender como La libertad interior es una libertad de elección, es
una libertad de acción, ya que implica la la capacidad de decidir entre diferentes opciones,
determinación de un límite, hasta el que puede sin que nadie interfiera en la elección de esa
actuar cualquier persona de cada sociedad. Este opción, por eso decimos que es una libertad
límite puede ir variando, es dinámico de acuerdo autónoma, en la que cada persona es capaz de
con los cambios sociales y se hace posible gracias determinar lo que es mejor para ella y qué será lo
a lo que se considera mejor para la sociedad o a necesario para ejercerla.
las manifestaciones de las personas solicitando
que se respete algún derecho.
Un pensador que promueve la libertad de la persona es Jean Paul Sartre, filósofo francés que sostiene
que en la persona la existencia precede a la esencia, esto quiere decir que el ser humano no está
determinado, en este sentido todas las personas son libres de escoger como quieren ser, sin embargo, lo
que no puede hacer es elegir no ser libre.
Entonces la libertad, para Sartre, es una obligación a la que el hombre está condenado y no lo puede
evitar. Al ser una obligación, la libertad se debe expresar responsablemente, así lo señala en su obra “El
ser y la nada”:
“
Estoy arrojado en el mundo, no en el sentido de que permanezca abandonado y pasivo
en un universo hostil, como la tabla que flota sobre el agua, sino, al contrario, en el
sentido de que me encuentro de pronto solo, sin ayuda, comprometido en un mundo
del que soy eternamente responsable, sin poder, por mucho que haga, arrancarme ni
por un instante de esa responsabilidad, pues soy responsable hasta de mi propio deseo
de rehuir las responsabilidades. Hacerme pasivo en el mundo, negarme a actuar sobre
las cosas y sobre los Otros, es también elegirme1.
En esta forma de entender la libertad, Sartre, vislumbra otra de las condiciones necesarias de la moral: la
responsabilidad.
1
Sartre, J. P., El ser y la nada. En: Vallmajó Riera, L. (1999). Historia de la Filosofía (1° Ed., p. 360). Barcelona, España:
Ediciones Edebé.
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b. La Responsabilidad
La responsabilidad está muy ligada a la libertad, ya que es la primera consecuencia de hacer uso de esa
posibilidad de elegir, significa asumir el resultado de esa acción libre, sea positiva o negativa. Abbagnano,
en su Diccionario de Filosofía, define el concepto:
“
La posibilidad de prever los efectos del propio comportamiento y corregir el
comportamiento mismo con base en tal previsión. (…) En efecto, la noción de
responsabilidad se basa en la noción de la elección y ésta es esencial al concepto de la
libertad limitada. Es claro, efectivamente, que en el caso de la necesidad, la previsión
de los efectos no podría influir sobre la acción y que tal previsión no podría influir en
la acción en el caso de la libertad absoluta, que haría al sujeto indiferente a la previsión
misma. El concepto de responsabilidad, por lo tanto, se inscribe en un determinado
concepto de la libertad y también en el lenguaje común se llama “responsable” a una
persona o se aprecia su “sentido de responsabilidad” cuando se quiere indicar que la
persona en cuestión incluye, en los motivos de su comportamiento, la previsión de los
efectos posibles del comportamiento mismo.2
Más allá de entender la responsabilidad como el cumplimiento de las acciones previamente acordadas o
asumir las consecuencias de los actos, no podemos olvidar que la responsabilidad se relaciona con la
libertad, considerándola como una condición para decidir correctamente entre las distintas opciones que
una persona tenga, para esto debe prever cuáles serían los efectos de esas opciones y luego de revisarlas
elegir la mejor de ellas considerando qué quiere conseguir.
Idealmente, para vivir de manera armónica en la sociedad, las elecciones de las personas deberían guiarse
por aquellas que se consideran buenas o correctas, las que luego se transforman en ejemplos para otros
seres humanos. El considerar la elección por aquellas acciones buenas radica en que vivimos con otros,
por lo tanto, las consecuencias de nuestros actos recaerán directa o indirectamente sobre otras personas.
Con respecto a esta responsabilidad al elegir, Sartre nos dice:
“
Y en el fondo es esto lo que la gente quiere pensar: si se nace cobarde, se está
perfectamente tranquilo, no hay nada que hacer, se será cobarde toda la vida, hágase
lo que se haga; si se nace héroe, también se estará perfectamente tranquilo, se será
héroe toda la vida, se beberá como héroe, se comerá como héroe. Lo que dice el
existencialismo es que el cobarde se hace cobarde, el héroe se hace héroe; hay siempre
para el cobarde una posibilidad de no ser más cobarde y para el héroe la de dejar de
ser héroe. Lo que importa es el compromiso total.3
2
Abbagnano, Nicola. (2004). Diccionario de Filosofía (4° Ed., p. 922). México D.F., México: Fondo de Cultura
Económica.
3
Sartre, J. P., El existencialismo es un humanismo. En: Edwards García-Huidobro, L. y Figueroa Velasco, A. (2016).
Manual de Filosofía (2° Ed., p. 112). Santiago, Chile: Editorial Andrés Bello.
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En última instancia, para Sartre, las personas decidimos que queremos hacer en nuestras vidas, pero
debemos ser responsables con esas elecciones y comprometiéndonos con ellas. Y el compromiso es otra
de las condiciones para la moral.
c. El Compromiso
El compromiso aparece debido a la constante proyección hacia el futuro que caracteriza a las personas,
ya que con el uso de la razón establecemos fines que queremos alcanzar y estos fines determinan el
grado de cumplimiento con algunas obligaciones contraídas, ya sean con uno mismo o con otros.
Del mismo modo que la responsabilidad, el compromiso también está relacionado con la libertad, pues
supone que los seres humanos libremente eligen y dirigen las acciones para alcanzar el fin propuesto.
Una definición de compromiso, puede ser la que aparece en el Diccionario de Filosofía de Abbagnano,
señala que es:
“
Una selección fundamental que dirija la conducta o el procedimiento de investigación
en cualquier campo. (…)
En la filosofía existencialista el término ha sido usado para indicar el hecho de que
cada explicación que el hombre pueda obtener sobre las determinaciones acerca de la
propia existencia es un compromiso (es decir, una decisión o una elección) con
respecto a tal determinación. (…) En el compromiso Sartre ve el nacimiento del
proyecto fundamental que es la expresión de la libertad humana: ‘Mi proyecto último
e inicial es siempre el esbozo de una solución al problema de la existencia. Pero esta
solución no se conoce primero y se realiza después: nosotros somos esta solución, la
hacemos existir con nuestro propio compromiso y no podemos alcanzarla sino
viviéndola’ (El ser y la nada).4
Por lo tanto, el compromiso se entiende como el fundamento que las personas quieren alcanzar al vivir
en sociedad, estableciendo un fin que quiere ser logrado. Desde la perspectiva de Sartre, el compromiso
de las personas está determinado por la vida misma, viviendo distingo mi existencia con la que debo
estar comprometido.
Las condiciones necesarias de la moral están estrechamente relacionadas, pues, es la libertad la que
posibilita la elección entre las diversas opciones que tiene el ser humano para actuar socialmente, pero
esa opción elegida debe ser una elección responsable que considera entre sus consecuencias o efectos
la interacción con otras personas. Además, en última instancia, al elegir responsablemente, debo asumir
un compromiso con el ideal que se busca en la relación con otros.
4
Abbagnano, Nicola. (2004). Diccionario de Filosofía (4° Ed., pp. 183 – 184). México D.F., México: Fondo de Cultura
Económica.
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a. La naturaleza humana
Si bien los filósofos tienen su propia manera de entender y aplicar la filosofía, muchos consideran que es
necesario reconocer la naturaleza de los únicos seres que pueden practicarla racionalmente, las personas
humanas.
En la actualidad, no podemos entender a la persona sin su dimensión práctica, cada vez que se piensa en
la persona también se piensa en las acciones que realizan las personas, y esa condición, como ya lo hemos
visto, se refiere al ámbito moral. Finalmente, la naturaleza humana está determinada por las decisiones y
acciones que se han tomado en la historia de la humanidad.
“
El hombre es el único que no solo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere,
y como se concibe después de la existencia y como se quiere después de este impulso
hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace (…).
Lo que queremos decir es que el hombre no es más que una serie de empresas, que es
la suma, la organización, el conjunto de las relaciones que constituyen estas empresas
(…).
Además, si es imposible encontrar en cada hombre una esencia universal que
constituya la naturaleza humana, existe, sin embargo, una universalidad humana de
condición. No es un azar que los pensadores de hoy día hablen más fácilmente de la
condición del hombre que de su naturaleza. Por condición entienden, con más o
menos claridad, el conjunto de los límites a priori que bosquejan su situación
fundamental en el universo. Las situaciones históricas varían: el hombre puede nacer
esclavo en una sociedad pagana, o señor feudal, o proletario. Lo que no varía es la
necesidad para él de estar en el mundo, de estar allí en el trabajo, de estar allí en
medio de los otros y de ser allí mortal.”5
Entonces, como lo señalamos anteriormente, para Sartre, es la persona la que se constituye como tal,
gracias a lo que ha hecho en su historia y considerando su situación en el universo. Por lo que, la
5
Sartre, J. P., El existencialismo es un humanismo. En: Echano Basaldua, J., Martínez Martínez, E., Montarelo Sanz, P.
y Navlet Armenta, I. (2012). Paradigma 1, Filosofía (1° Ed., p. 197). Barcelona, España: Ediciones Vicens Vives.
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b. El deber
El deber es un fundamento necesario para establecer normas, pues la regla de conducta será determinada
por ese principio que tenemos que cumplir, aquí volvemos al planteamiento kantiano sobre la moral.
Para Kant, es necesario determinar un imperativo categórico: “Obra según una máxima tal que puedas
querer al mismo tiempo que se torne ley universal”. Por lo tanto, para el filósofo alemán, la acción está
determinada por el deber, es el deber el que regula lo correcto para convivir.
Llevar a cabo esta práctica moral será posible por la voluntad de las personas:
“
Ni en el mundo ni, en general, fuera de él es posible pensar nada que pueda ser
considerado bueno sin restricción, excepto una buena voluntad. El entendimiento, el
ingenio, la facultad de discernir, o como quieran llamarse los talentos del espíritu; o el
valor, la decisión, la constancia en los propósitos como cualidades del temperamento
son, sin duda, buenos y deseables en muchos sentidos, aunque también pueden llegar
a ser extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad que debe hacer uso de estos
dones de la naturaleza y cuya constitución se llama propiamente carácter no es buena.
(…) Si no existe una buena voluntad que dirija y acomode a un fin universal el influjo
de esa felicidad y con él el principio general de la acción; por no hablar de que un
espectador racional imparcial, al contemplar la ininterrumpida prosperidad de un ser
que no ostenta ningún rasgo de una voluntad pura y buena, jamás podrá llegar a sentir
satisfacción, por lo que la buena voluntad parece constituir la ineludible condición que
nos hace dignos de ser felices.6
La buena voluntad solo se podrá dar gracias a una buena dirección, es el ser humano quien, en última
instancia, determina la dirección de esa voluntad. Esta buena voluntad es buena por sí misma y no porque
la acción sea considerada buena, en este caso es el fin que mueve a la acción humana.
La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice ni por su aptitud para
alcanzar algún determinado fin propuesto previamente, sino que solo es buena por el
querer, es decir, en sí misma, y considerada por sí misma es, sin comparación,
muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos realizar en
provecho de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones.7
6
Kant, I. (2003). Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1° Ed., pp. 7 – 8). Santa Fe, Argentina: El Cid
Editor.
7
(Kant, I. (2003). Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1° Ed., pp. 9). Santa Fe, Argentina: El Cid
Editor).
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En consecuencia, Kant señala que las personas no deben guiarse por sus inclinaciones o intereses sino
que las acciones deben guiarse precisamente por el deber, que debe entenderse como un fundamento,
que es más bien universal, y nunca como un efecto, que es una consecuencia particular, por lo que no
puede considerarse una máxima. Para el filósofo alemán, el deber es:
“
La necesidad de una acción por respeto a la ley. Por ejemplo, como efecto de la acción
que me propongo realizar, puedo tener inclinación, más nunca respeto, justamente
porque es un efecto y no una actividad de la voluntad. De igual modo, por una
inclinación en general, sea mía o de cualquier otro, no puedo tener respeto; a lo sumo,
puedo aprobarla en el primer caso, y en el segundo, a veces incluso amarla, es decir,
considerarla favorable a mi propio provecho. Pero objeto de respeto, y en
consecuencia un mandato, solamente puede serlo aquello que se relaciona con mi
voluntad solo como fundamento y nunca como efecto, aquello que no está al servicio
de mi inclinación sino que la domina, o al menos la descarta por completo en el
cómputo de la elección, esto es, la simple ley en sí misma. Una acción realizada por
deber tiene que excluir completamente, por tanto, el influjo de la inclinación, y con
éste, todo objeto de la voluntad. No queda, pues, otra cosa que pueda determinar la
voluntad más que, objetivamente, la ley, y subjetivamente, el respeto puro a esa ley
práctica, y, por lo tanto, la máxima de obedecer siempre a esa ley, incluso con prejuicio
de todas mis inclinaciones.8
c. El amor
El amor, en su uso común, se entiende como un sentimiento o cualidad de los seres humanos, como
tantos otros que existen, tales como la belleza, la verdad, la justicia, o la libertad. Sin embargo, en la
filosofía moral adquiere gran importancia, porque el amor no solo es visto como un sentimiento o una
forma de expresar emociones, sino que también es un fin, aquello que quiero alcanzar en las relaciones
humanas.
Se puede entender, el amor, como una motivación para concretar las acciones relacionadas con la
bondad, con el bien, por lo tanto, todas aquellas acciones que están motivadas por el amor serán
conductas con el propósito de adquirir bienestar o felicidad. No obstante, encontramos situaciones
motivadas por el amor que no buscan para sí el bienestar o felicidad, por ejemplo, en “El banquete” de
Platón aparece:
8
Kant, I. (2003). Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1° Ed., pp. 21 – 22). Santa Fe, Argentina: El Cid
Editor.
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“
Por otra parte, a morir por otro están decididos únicamente los amantes, no solo los
hombres, sino también las mujeres. Y de esto también la hija de Pelias, Alcestis, ofrece
suficiente testimonio ante los griegos en favor de mi argumento, ya que fue la única
que estuvo decidida a morir por su marido, a pesar de que éste tenía padre y madre, a
los que aquélla superó tanto en afecto por amor, que les hizo aparecer como meros
extraños para su hijo y parientes solo de nombre. Al obrar así, les pareció, no solo a los
hombres, sino también a los dioses, que había realizado una acción tan hermosa, que,
a pesar de que muchos han llevado a cabo muchas y hermosas acciones y el número de
aquellos a quienes los dioses han concedido el privilegio de que su alma suba del
Hades es realmente muy pequeño, sin embargo, hicieron la de aquélla admirados por
su acción. ¡Así también los dioses honran por encima de todo el esfuerzo y el valor en
el amor!9
Y así, como en el precedente, podemos encontrar múltiples textos en que el amor es el motivo o motor
de las acciones humanas, en el caso presentado por Platón, se muestra la muerte propia por amor a otra
persona, amor que impresiona a los dioses, quienes le devuelven la vida a Alcestis.
En el módulo anterior, al revisar los principales sistemas éticos, observamos el cristianismo, que plantea
el amor como el valor determinante en las acciones humanas, pues de la práctica de él se determinará
nuestro fin y se constituye en el fundamento de la vida humana, pues para el cristianismo Dios crea el
mundo por amor, por amor envía a su hijo unigénito, Cristo muere en la cruz (acto que es prueba de
amor), por amor vuelven las criaturas sus ojos hacia quien les dio el ser, etc. Desde el cristianismo, en
toda la historia humana, todos los acontecimientos históricos son el resultado del amor que se infunde,
entonces, es el amor quien determina moralmente a las personas.
Otro pensador que identifica el amor como aspecto importante de la vida moral del ser humano es el
holandés Baruch Spinoza, quien se refiere a los lazos de afecto que deben unir a las sociedades humanas,
haciendo mención al odio como fuente de acciones malas e injustas:
Tratamos de destruir al hombre que odiamos. Es decir, tratamos de hacer algo que es
“
malo.
(…) Todo lo que deseamos cuando estamos movidos por el odio es bajo e injusto para
el Estado.
(…) Las mentes de los hombres no son conquistadas por las armas, sino por el amor y
la generosidad.
(…) Es bueno para los hombres formar comunidades y unirse a otros por lazos que los
hagan a todos como un solo hombre; y necesariamente será bueno para ellos hacer
todo lo que contribuya a fortalecer la amistad.10
9
Platón (2004). Banquete (Colección Carrascalejo de la Jara, pp. 46 – 47). Santa Fe, Argentina: El Cid Editor.
10
Spinoza, Baruch. Ética. En Edwards García-Huidobro, L. y Figueroa Velasco, A. (2016). Manual de Filosofía (2° Ed.,
p. 120). Santiago, Chile: Editorial Andrés Bello.
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d. El contrato social
Al vivir en sociedad, la persona se condiciona a algunos parámetros, renunciando quizás a algunas
pulsiones que no serían reprochables si se viviera solo. Estos parámetros se plantean como un beneficio
al tener que relacionarse con otros, al vivir en comunidad. Este fundamento del contrato social, significa
que cada persona debe aportar desde su individualidad para el bienestar de la generalidad, vale decir, la
sociedad. Al hablar de contrato se está asumiendo un acuerdo entre las partes involucradas, en este caso
el individuo y la sociedad, en que ambos deben respetar las obligaciones contraídas. Esto queda
estipulado en el establecimiento de leyes, quien no las cumpla tendrá un castigo previamente señalado
en el acuerdo, en ambos casos tienen el deber de hacer que la otra parte cumpla con sus obligaciones.
Entre los filósofos que plantean el contrato social para la convivencia social se encuentra el francés Jean-
Jacques Rousseau, quien señala:
Este paso del estado de naturaleza al estado civil produce un cambio muy importante
“
en la conducta del hombre, al reemplazar el instinto por la justicia y al otorgar a sus
acciones la moralidad que les faltaba. Es solamente entonces cuando la voz del deber
sustituye al impulso físico, y el derecho al deseo, de modo que el hombre, que hasta
entonces solo se había ocupado de sí mismo, se ve obligado a actuar según otros
principios y a consultar a su razón en lugar de seguir sus inclinaciones. A pesar de que
en esa situación se encuentra privado de algunas ventajas que tenía en el estado de
naturaleza, recupera otras tan importantes y sus facultades se ejercitan y se
desarrollan, sus ideas se amplían, sus sentimientos se ennoblecen y toda su alma se
eleva a tal punto que, si los abusos de esta nueva condición no le situasen con
frecuencia por debajo de aquella en la que se encontraba, tendría que bendecir
incesantemente el instante feliz que le sacó de allí para siempre y que convirtió a un
animal estúpido y limitado en un ser inteligente y en un hombre.
Sopesemos todo esto con términos fácilmente comparables. Lo que el hombre pierde
al realizar el contrato social es su libertad natural, así como un derecho ilimitado a
todo lo que le apetece y puede conseguir; lo que gana es la libertad civil y la propiedad
de todo lo que posee.11
En esta ética como contrato social, cada acción que se realiza en contra de lo establecido será considerada
una acción moralmente injusta, por el contrario, las acciones moralmente justas serán aquellas regidas
por los acuerdos designados en el contrato. Es aquí que el hombre se hace realmente humano.
11
Rousseau, J. (2017). El contrato social (1° Ed., pp. 67 – 68). Madrid, España: Ediciones Akal.
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e. La utilidad
El concepto “útil” lo entendemos como aquello que nos puede servir en alguna ocasión. Al igual que
varios pensadores anteriores, el filósofo John Stuart Mill, considera que la finalidad del hombre es la
felicidad, por lo tanto, las acciones humanas se deben dirigir en esa dirección, evitando el dolor y
buscando aquellas acciones que resultan placenteras para los seres humanos. Esta búsqueda de felicidad,
planteada por Mill, tiene un fin social y no personal, lo que se busca es la felicidad para el conjunto social,
pues aquello que hace feliz a todos también hará feliz al individuo, entonces todas las acciones que
realicen las personas deben pensarse como algo útil para alcanzar la felicidad colectiva, así lo plantea en
su obra “Utilitarismo”:
“
Sin embargo, esta base de sentimientos naturales potentes existe, y es ella la que, una
vez que el principio de la felicidad general sea reconocido como criterio ético,
constituirá la fuerza de la moralidad utilitarista. Esta base firme la constituyen los
sentimientos sociales de la humanidad –el deseo de estar unidos con nuestros
semejantes, que ya es un poderoso principio de la naturaleza humana y,
afortunadamente, uno de los que tienden a robustecerse incluso sin que sea
expresamente inculcado dada la influencia del progreso de la civilización. (…)
La sociedad entre iguales solo es posible en el entendimiento de que los intereses de
todos son considerados por igual.12
Los fundamentos de la moral, que se pueden encontrar en la mayoría de los sistemas éticos, adquieren
sustento al considerar la naturaleza humana, que sirve como una base para realizar acciones persiguiendo
el fin común para vivir en sociedad, que en la mayoría de los filósofos resulta ser la felicidad. Entre los
fundamentos que sostienen las acciones morales de las personas, nos encontramos con: el deber, como
cumplimiento de una ley universal que pretende que cada acción realizada tenga una consecuencia que
sea igualitaria para todas las personas; el amor, como condición necesaria para convivir apoyando a los
otros integrantes de la sociedad, además de evitar acciones que les generen daño; el contrato social, que
permite establecer acuerdos entre los individuos y el Estado, logrando un consenso entre las necesidades
de ambas partes; y el utilitarismo, que busca encontrar un principio útil y beneficioso para todos los
integrantes de la sociedad.
12
Mill, J. S. Utilitarismo. En Edwards García-Huidobro, L. y Figueroa Velasco, A. (2016). Manual de Filosofía (2° Ed., p.
127). Santiago, Chile: Editorial Andrés Bello.
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2.1. Universalismo
El universalismo se distingue como una doctrina que sostiene la existencia de solo una manera de
entender las cosas o determinar cómo deben ser las cosas, en este caso cuáles deben ser los principios
que regirán las acciones que se considerarán correctas.
Toda doctrina anti individualista, esto es, toda doctrina que afirma la subordinación
del individuo a una comunidad cualquiera (Estado, pueblo, nación, humanidad, etc.)13
Este tipo de doctrina la observamos en muchas situaciones de carácter social en las organizaciones
actuales, por ejemplo, la presencia estadounidense en casi todas las problemáticas mundiales, las
imposiciones de los regímenes totalitaristas o los determinismos presentes en algunas religiones. En cada
uno de estos casos se observa un conjunto de valores predominantes, a los que se ajustan las costumbres
que caracterizarán a esa sociedad u organización. Desde esta perspectiva, un conjunto de acciones son
consideradas buenas y otro conjunto serán consideradas malas.
El problema que se presenta con este tipo de pensamiento es el intento por adoctrinar o imponer sus
ideales a otros, pero ¿sabemos realmente si aquello que se quiere imponer es bueno para esa sociedad?
En el módulo anterior hablamos de las normas culturales, es precisamente este tipo de normas las que
se ven perjudicadas cuando una sociedad quiere traspasar sus propias pautas de conducta a otra
sociedad que quizás tenga una forma totalmente distinta de entender la vida y deberes humanos.
2.2. Relativismo
Abbagnano, en “Diccionario de Filosofía”, define el relativismo del siguiente modo:
Doctrina según la cual no se puede hablar de la realidad desde una perspectiva externa
o absoluta, sino solo dentro de determinados e inconstantes esquemas.14
13
Abbagnano, Nicola. (2004). Diccionario de Filosofía (4° Ed., p. 1065). México D.F., México: Fondo de Cultura
Económica.
14
Abbagnano, Nicola. (2004). Diccionario de Filosofía (4° Ed., p. 910). México D.F., México: Fondo de Cultura
Económica.
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Al observar la definición nos daremos cuenta de que es totalmente contraria al universalismo, no existe
solo una forma de entender la realidad o lo que será considerado como verdadero, por lo tanto, al hablar
de moral no podemos determinar solo un conjunto de normas que serán consideradas buenas y otras
malas. En este caso la moral es relativa a cada grupo o sociedad. No se puede imponer una moral a otras
personas, pues, es muy probable que tengan otras costumbres o valores que determinan lo correcto o
incorrecto para ellos.
Relativismo Unversalismo
2.3. Pluralismo
El pluralismo se puede entender como una unión de las dos doctrinas revisadas anteriormente, acá se
sostiene la existencia de una naturaleza humana común en todas sociedades, sin embargo, también se
debe aceptar las diferencias culturales que hay entre ellas.
Por lo tanto, no se puede hablar de valores absolutos para todas las sociedades por las diferentes maneras
de mostrarse que tienen las culturas.
Universalismo
Pluralismo
Relativismo
En definitiva, tenemos distintas maneras de expresar lo que significa vivir bien o correctamente, en primer
lugar, el universalismo que nos intentará imponer un conjunto de valores y normas al que deberemos
ajustar nuestras costumbres o pautas de comportamiento, pues todas las personas tenemos la misma
naturaleza y debemos desear lo mismo, pero ¿quién determinará lo que deben hacer todas las personas?;
en segundo lugar, aparece el relativismo, que sostiene la validez de todas las culturas con su conjunto de
costumbres, por lo tanto, los códigos morales también deben ser considerados válidos, aunque ¿se deben
aceptar todos los valores y costumbres de cada lugar?, si es así, en el caso de una cultura que valide el
maltrato a un grupo de seres considerados inferiores, ¿también se debe aceptar y validar su actuar?;
15
Abbagnano, Nicola. (2004). Diccionario de Filosofía (4° Ed., p. 819). México D.F., México: Fondo de Cultura
Económica.
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finalmente, el pluralismo, que asume las diferencias culturales en cada sociedad, pero considerando que
hay un componente que, a pesar de las diferencias culturales, es transversal, esta es la naturaleza humana,
por lo tanto, hay valores que se pueden considerar para todas las personas en consideración de esa
naturaleza común.
Al realizar juicios de valor es necesario reflexionar sobre estas tres formas de entender cómo se establece
la moral, considerando tanto los elementos comunes como aquellos que los distinguen, tratando de ser
objetivo en las apreciaciones.
3. Individuo y Sociedad
En los contenidos anteriores nos hemos referido a la persona formando parte de una sociedad, de la que
debe asumir su carga cultural, social y moral. Sin embargo, no nos hemos referido al inicio de esta relación
entre la persona y la sociedad a la que pertenece, por lo que en este capítulo revisaremos el proceso de
socialización, considerando también las acciones humanas ligadas al orden o al conflicto social.
3.1. Socialización
El ser humano debe ser entendido desde la relación con otros, en cómo recibe y se apropia de pautas
de conductas, de los logros sociales y los valores que determinan sus normas.
El proceso de socialización ha sido paulatino, en el que el individuo asimila y se identifica asumiendo las
costumbres de un lugar. Una definición de socialización la entrega el sociólogo español Salvador Giner,
quien señala:
16
Giner, S. Sociología. En: Echano Basaldua, J., Martínez Martínez, E., Montarelo Sanz, P. y Navlet Armenta, I. (2012).
Paradigma 1, Filosofía (1° Ed., p. 271). Barcelona, España: Ediciones Vicens Vives.
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La socialización como proceso tiene dos etapas. En primer lugar, la socialización primaria, la que se lleva
a cabo en la niñez. En esta etapa los niños aprenden las pautas de conducta que son comunes en su
sociedad, por ejemplo, los horarios de alimentación, la responsabilidad con el cuidado de sus juguetes,
saludar al ingresar a un lugar, lavarse los dientes antes de dormir, etc. Estas pautas de conductas iniciales
las aprende e internaliza, formando así su identidad y cómo se enfrentará al mundo. Esta etapa finaliza
cuando el individuo entiende y hace suya la generalización de las normas, vale decir, cuando observa que
los integrantes que conoce de su sociedad validan esas normas.
En segundo lugar, está la socialización secundaria, que se desarrolla luego de aprender las pautas
comunes de relación social, el individuo comienza el aprendizaje de aquello que lo prepara para el futuro,
identificándose con un rol que debe cumplir en su futuro social. En esta etapa se aprenden nuevas normas
y valores, asumiéndolos ya no porque lo aprendió desde pequeño sino que, desde sus propias reflexiones,
advierte que son correctos y válidos para la vida en sociedad.
Finalmente, el aprendizaje de normas va desde la heteronomía moral, entendiendo que desde pequeños
aceptamos lo que los adultos nos dicen qué es lo correcto, a una autonomía moral, en que gracias a la
propia reflexión asumimos qué es lo correcto para la sociedad.
El proceso de socialización es muy determinante al momento de aprender la moral de una sociedad, pues
desde pequeños los individuos van adquiriendo las normas necesarias para desenvolverse correctamente
en la relación con otras personas. Sin embargo, no podemos desconocer que algunos integrantes de la
sociedad no logran adaptarse correctamente, generando conflictos y la necesidad de determinar
sanciones para esas conductas inmorales.
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En primer lugar, debemos saber a qué nos referimos cuando hablamos de reflexión, nuevamente
tomaremos una definición de Abbagnano.
El procedimiento con el cual el hombre toma en consideración sus mismas operaciones ha sido
determinado de tres modos.
Por lo tanto, podríamos entender la reflexión como el proceso en que hacemos conscientes nuestros
pensamientos, analizando, en este caso, las acciones humanas.
Para finalizar este módulo, realizaremos una reflexión moral a partir del caso 54 “Deshumanización
laboral”, del libro “101 casos para el estudio de la ética”. Revisémoslo.
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Caso
Durante doce años Amanda prestó servicios en una institución de enseñanza de idiomas. Su profesionalismo
y permanente perfeccionamiento la llevó a adquirir habilidades que le permitieron desempeñarse en diversos
departamentos que dependían del área académica.
Su actitud emprendedora la hizo merecer más de un premio. Los elogios duraron hasta que ella informó de
su embarazo. Obviamente, Amanda percibió tal situación, pero continuó trabajando con el mismo ritmo de
siempre, incluso redactó un manual de procedimientos del departamento con el objetivo de facilitar las labores
de la persona que la reemplazaría y participó activamente en el entrenamiento de su sucesor. Ella fue siempre
acogedora y buena compañera.
Durante el pre y el post natal, los directivos adoptaron una actitud de indiferencia absoluta frente a ella, su
hijo y la salud de ambos. Amanda sabía, claramente, que su estabilidad laboral estaba en riesgo. Por otro lado,
la salud de su pequeño atrasó su reingreso, factor que complicó aún más el panorama. La situación ya le había
empezado a afectar. No lograba comprender el comportamiento de las personas que durante años destacaron
su labor y que ahora la ignoraban. Se sintió absolutamente utilizada. Esto la impulsó a no aceptar un nuevo
período de licencia médica, reintegrándose a la brevedad a la institución.”
(Franco Gaviria, L. (2017). 101 casos para el estudio de la ética (1° Ed., pp. 176 - 177). Santiago, Chile: RIL
Editores.).
Si observamos el caso, descubriremos hechos que pueden ser objeto de análisis ético, por ejemplo:
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Los temas éticos se analizan partiendo del caso en particular haciéndose preguntas tales como:
Para luego llevar la reflexión a ideas más generales, como por ejemplo, y retomando el caso anterior:
Este tipo de preguntas encaminan la reflexión moral, ayudando a que las personas puedan establecer
ideas generales que les permitan abstraer y prever sucesos posteriores que tengan características
similares.
Atención
En definitiva, lo que se quiere lograr al realizar reflexiones morales, es que las personas, que nos
caracterizamos por el uso de razón, utilicemos esta habilidad para analizar situaciones cotidianas y
del ámbito laboral, evitando reiterar aquellas acciones que consideramos reprochables para una
sana convivencia.
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Cierre
Debemos tener en cuenta siempre que para iniciar la reflexión ética sobre las acciones humanas, es necesario
percibir a las personas como seres que necesitan relacionarse con otras personas, pues para los individuos existe
una tendencia casi natural a entablar relaciones con otros, y en esa relación aparece la intención de analizar nuestras
acciones, asignándoles juicios de valor de acuerdo a lo que se considera bueno o malo en cada sociedad.
Para el logro de esta habilidad y que se realice de forma objetiva, se deben analizar algunos puntos relevantes en
la interacción del ser humano con la sociedad. Por este motivo, en el este módulo, aprendimos que la moral cumple
un rol fundamental al momento de reflexionar sobre nuestras acciones.
En primer lugar, revisamos que las acciones morales deben ser reconocidas bajo tres condiciones: la libertad, que
nos sirve para elegir entre las diversas opciones que tiene el ser humano para actuar en la sociedad; la
responsabilidad, que se observa en la elección de la mejor opción al realizar alguna actividad; y el compromiso,
que se asume al entablar relaciones con otros, a través del cumplimiento de los acuerdos establecidos con otros.
También debimos considerar los fundamentos que se observan en las acciones morales, entre los que se encuentran:
la naturaleza humana, que resulta ser la base desde la que se pueden realizar juicios valóricos para el análisis de
las acciones humanas, pues determina la finalidad que se tiene como logro de las acciones correctas en la
interacción con otros; el deber, como cumplimiento de una ley universal que pretende que cada acción realizada
tenga una consecuencia que sea igualitaria para todas las personas; el amor, como condición necesaria para convivir
apoyando a los otros integrantes de la sociedad, además de evitar acciones que les generen daño; el contrato
social, que permite establecer acuerdos entre los individuos y el Estado, logrando un consenso entre las necesidades
de ambas partes; y el utilitarismo, que busca encontrar un principio útil y beneficioso para todos los integrantes
de la sociedad.
En segundo lugar, fue necesario revisar tres doctrinas desde las que se pueden extraer elementos o desde qué
perspectivas se pueden realizar juicios de valor. Estos son: el universalismo, que señala que existe solo una forma
de entender y de relacionarse en sociedad, por lo que, determina un conjunto de valores y normas que deben
considerarse de manera universal; el relativismo, que señala la imposibilidad de establecer valores y normas
comunes debido a la diversidad de costumbres existentes en la humanidad, por lo que, todos los códigos morales
deben considerarse válidos, pues se adecuan a cada sociedad; y el pluralismo, que distingue la diversidad de
costumbres y, por lo tanto, de normas de conducta en la humanidad, aunque, existe un punto en común entre todas
ellas, la naturaleza humana, que en definitiva se debe considerar de manera universal.
En tercer lugar, analizamos la relación entre el individuo y la sociedad, en que la persona desarrolla un proceso
de aprendizaje de las pautas de comportamiento a través de la socialización, que se divide en dos etapas: la
socialización primaria, caracterizada por el aprendizaje de las primeras normas para interactuar con otras personas;
y la socialización secundaria, que se forma a partir de la primera etapa, consolidando los valores y pautas de
comportamiento necesarios para convivir correctamente. Entre las dos etapas de socialización se pasa de una
heteronomía moral a una autonomía moral, es decir, se pasa de las normas impuestas por otras personas a
considerar la validez de las normas desde el propio punto de vista.
Finalmente, se observa, a través de un texto guía, el proceso de reflexión de conductas morales, que gracias al uso
de la razón nos servirá para analizar situaciones de la vida cotidiana y del mundo laboral, evitando prejuicios futuros
y la reiteración de acciones que no se consideran correctas o buenas para una convivencia adecuada.
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