La Controversia de Los Cambridge y La Enseñanza de Economia

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LA "CONTROVERSIA DE LOS CAMBRIDGE" Y

LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMIA (*)

Jaime Aboites A. (**)

(*) Deseo expresar mi agradecimiento al Dr. Hugo Aboites y al Mtro. Arturo Michel
por sus comentarios y sugerencias a este trabajo.

(**) Profesor asociado "C" del Departamento de Producción Económica, División de


Ciencias Sociales, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.
Actualmente cursa su doctorado en la Facultad de Economía, División de Estudios
Superiores de la UNAM. México

Contenido del Artículo:


INTRODUCCIÓN
I. LA "CONTROVERSIA DE LOS CAMBRIDGE"
II. LA TEMATICA DE LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMIA ANTE LA "CONTROVERSIA
DE LOS CAMBRIDGE"

El propósito de este trabajo es plantear algunas interrogantes sobre los


contenidos actuales de la enseñanza de la ciencia económica, a la luz de los
profundos cambios que tal ciencia ha sufrido como resultado,
fundamentalmente, de la "controversia de los Cambridge".

INTRODUCCIÓN Contenido

Para ubicar la importancia de las interrogantes a plantear, hemos creído


necesario hacer un sintético repaso de los principales contenidos de la
"controversia", con el fin de estar en posibilidad de calibrar los problemas
que ésta plantea actualmente en la enseñanza de la economía. Está por
demás decir que los recientes desarrollos teóricos no tienen razón de
quedarse "marginados" en la literatura especializada, sino que deben
difundirse en los niveles de la enseñanza media y superior para que rindan
ulteriormente sus frutos en provecho de la formación actualizada de nuevas
generaciones de economistas.

Finalmente, es necesario decir que nuestra motivación parte de la asombrosa


lentitud con que las universidades del país recogen en sus programas de
economía, administración, educación, estas importantes aportaciones que se
han desprendido de la llamada "controversia de los Cambridge".

1. La "Controversia de los Cambridge" Contenido

En las últimas tres décadas la teoría económica neoclásica(1) se ha visto


cimbrada en sus más profundos cimientos. Las críticas iniciadas por Joan
Robinson en su célebre artículo de 1953 "The Production Function and the
Theory of Capital"(2), se convirtieron en un alud que desencadenó siete años
después el trabajo de Piero Sraffa, Production of Commodities by Means of
Commodities(3), en Cambridge, Inglaterra. Un intenso flujo de críticas,
respuestas y contrarrespuestas llenó las revistas especializadas más
prestigiadas de economía (Quart Jornal, Economy Review of Economics
Studies, Econométrica, etc.). A esta polémica se le denominó la
"controversia de los Cambridge" (4). A pesar de que renombrados
economistas de otros países, sobre todo de Italia (Luigi L. Pasinetti,
Pierangelo Garegnani entre otros), entraron en la discusión, la
"controversia" se centró en dos polos: por un lado Cambridge Inglaterra y
por el otro Cambridge de Estados Unidos, teniendo este último por centro
de operaciones al M.I.T. (Massachusetts Institute of Technology). En
Inglaterra el grupo estuvo encabezado por la misma Joan Robinson (aunque
es claro que bajo estrecha comunicación con Sraffa(5); mientras que en el
M.I.T. por Paul A. Samuelson (Premio Nobel de Economía, 1970). El punto
medular de polémica era "la medición del capital". Explicar la importancia
de tal concepto estribaba en que para medir la tasa de beneficio (el concepto
teórico más importante en una economía de mercado) es necesario medir el
capital heterogéneo, para de ahí derivar la magnitud del beneficio por medio
de la teoría de la productividad marginal.

(1.) La teoría neoclásica se denomina también teoría marginalista o teoría


microeconómica. La teoría neoclásica fue fundada por Walras, Jevons y Marshall, entre
otros, a finales del siglo pasado. Prácticamente ha sido la corriente dominante en lo que
va del siglo XX.

(2.) Robinson, Joan, "The Production Function and the Theory of Capital", Review of
Economics Studies, Vol 1953-1954, pp. 81-106. Existe traducción al español. Véase
Lecturas del Fondo de Cultura Económica, No. 18, 1977, pp. 51-67.

(3.) Sraffa, Piero, Production of Commodities by Means of Commodities. Cambridge:


Cambridge University Press, 1960. Existe edición al español bajo el título de Producción
de mercancías por medio de mercancías. Barcelona: OIKOS-TAU, S.A. 1966. Nos
referiremos a esta obra más adelante.

(4.) Una historia de la polémica se encuentra en G.C. Harcourt "Some Cambridge


Controversies in the Theory of Capital", Journal of Economic Literature, 1969. Traducido
al español en Teoría del capital y la distribución de Oscar Braun, Editorial Tiempo
Contemporáneo, 1973, pp. 213-279.

(5). Robinson, Joan, Contribuciones a la teoría económica moderna. México: Editorial


Siglo XXI, 1979 (1978), pp. 11-24.

Joan Robinson demostró en su artículo de 1953 que para medir el capital era
necesario conocer los precios, los cuales a su vez necesariamente contienen
la tasa de beneficio, por lo cual esto no era posible. Este punto es esencial
(6)
, para comprender la "controversia de los Cambridge". Por tal razón, nos
detendremos en él tratando de explicitarlo. Con esto, a nuestro juicio,
podremos ubicar al lector en la dimensión real de la importancia de esta
polémica no sólo para el pensamiento económico sino también para su
enseñanza y difusión contemporáneas.

(6.) Aunque no único, de él se derivaron directamente otros temas de discusión no menos


importantes.

Nuestros conceptos a discutir son: función de producción, medición del


capital y productividad marginal. Estos tres conceptos estrechamente
vinculados entre sí determinan la oferta de bienes en el mercado (teoría de
la producción).

La oferta y la demanda (teoría de la conducta del consumidor) determinan


en el mercado los precios (teoría de los precios). Estos son los conceptos
fundamentales sobre los cuales descansa la teoría neoclásica para explicar el
funcionamiento de la sociedad capitalista. Recordemos que los precios son
el mecanismo mediante el cual se asignan eficientemente los recursos
escasos de una sociedad determinada. La eficiencia radica en que,
simultáneamente, el beneficio del empresario (teoría de la producción) y la
utilidad del consumidor (teoría de la demanda) se maximizan.

La "controversia de los Cambridge" va dirigida a la teoría de la producción.


Esta a su vez contiene una teoría de la distribución del ingreso, en tanto que,
para explicar los bienes ofrecidos en el mercado, debe hacerlo bajo la
restricción de maximización del beneficio de la empresa y en relación con la
determinación de los salarios. Adentrémonos entonces en la explicación
neoclásica de la distribución del ingreso para poder mostrar su crítica.

Para la teoría marginalista el producto social es generado por las personas


participantes en el proceso de producción. Existen modos distintos de
participar en tal proceso. Esta diferencia estriba en el tipo de contribución
que hacen. Pueden tratarse de trabajo (factor trabajo), tierra (factor tierra) o
capital (factor capital). En este sentido todas las personas proporcionan
algún servicio productivo. El producto realizado es repartido entre los
factores que han contribuido a la producción. La regla objetiva que rige la
distribución del producto es denominada productividad marginal.

Obviamente la productividad marginal del factor productivo no es ajena al


estado en que se encuentra la tecnología. La función de producción nos
expresa las posibilidades técnicas de producción actuales, relacionando las
cantidades de productos físicos que se pueden obtener a cada combinación
de factores productivos. Matemáticamente la función de producción se
expresa en la forma siguiente: Q = f(L, K, T) donde Q es la tasa de
producción de bienes físicos, L la cantidad de trabajo, K una cantidad de
capital y T una cantidad de tierra.

Ilustremos la explicación neoclásica de la distribución del ingreso apoyada


en los conceptos de la productividad marginal y de la función de
producción, porque en ellos descansa toda la estructura teórica marginalista,
y es a ellos, precisamente, adonde se dirigió la crítica. Supongamos una
hectárea de tierra, un trabajador y un determinado acervo de capital (tractor,
bomba hidráulica, etc.). Tenemos ahí reunidos los tres factores de la
producción que coordinados nos darán, por ejemplo, 100 toneladas de trigo.
El problema radica en explicar cuánto produce cada uno de estos factores y
con ello conocer su retribución (el pago al factor). La forma en que los
neoclásicos determinan la distribución consiste en variar algunos de los
factores dejando todos los demás constantes. Matemáticamente, la
productividad marginal se expresa a través de la derivada parcial sobre la
función de producción Q = f(L,K,T). Por ejemplo variemos el número de
trabajadores a dos, y dejemos el mismo acervo de capital y la hectárea de
tierra. Pongámoslo a trabajar; tendremos como resultado 110 toneladas de
trigo al final del ciclo productivo. Eso nos indica que la incorporación de un
trabajador más nos dio como resultado 10 toneladas de trigo. Lógicamente
la productividad de este último trabajador (al margen) es de 10 toneladas.
Este será su ingreso, o sea su salario como retribución a su servicio en
trabajo. Incorporemos otro trabajador, permaneciendo los demás factores
productivos constantes y tendremos, por ejemplo, que la producción fue de
118 toneladas. Tenemos ahora que el salario será el equivalente a 8
toneladas, etc.

Realicemos el mismo procedimiento pero ahora para la tierra haciendo que


permanezcan constantes los demás factores (el acervo de capital y el
trabajador). Anexemos a la producción una hectárea de tierra más.
Tendremos, por suponer, un producto total de 160 toneladas de trigo, de
donde se deduce inequívocamente que las 60 toneladas de trigo son
resultado de haber incorporado una hectárea más de tierra y que en
consecuencia esas 60 toneladas de trigo deben ser los ingresos de quien
prestó el servicio productivo de una hectárea más (renta de la tierra).

En la misma forma, incorporemos hectárea tras hectárea y observaremos


transparentemente la productividad marginal de la tierra. Lo interesante e
importante ocurre al tratar de medir la productividad marginal del capital.

En el caso de la tierra y los trabajadores podíamos haber supuesto que cada


incremento, en alguno de estos factores, era homogéneo; es decir era
semejante al anterior. Los trabajadores incorporados al proceso productivo
tenían igual capacitación, y las tierras incorporadas eran de la misma
calidad. Para el capital este supuesto es imposible. El acervo (stock) de
capital de una granja agrícola está lejos de constituirse exclusivamente por
un solo elemento; por el contrario tiene una variedad inmensa de
componentes físicos heterogéneos que son utilizados simultáneamente en la
producción, como son: tractores, fertilizantes, semillas mejoradas, bombas
hidráulicas, palas, azadones, trilladoras, alambre de púas, electricidad, etc.
Nos encontramos entonces con la necesidad insalvable de medir un
conjunto de bienes físicos heterogéneos antes de poder estimar la
productividad marginal (la ganancia) del capital. Este es el problema de la
medición del capital. El hombre de la calle sabe perfectamente que la única
forma posible de medir las mercancías totalmente diferentes (heterogéneas),
es mediante la magnitud de su valor, es decir, a través de los precios (7).

(7.) Sabemos que una llanta de automóvil es igual a cincuenta paquetes de cigarros
solamente porque aquélla tiene un precio de quinientos pesos y éstos de diez pesos cada
uno.
Midiendo el conjunto de bienes físicos por los precios, hemos
homogenizado lo que físicamente se nos presenta como heterogéneo.
Pareciera que estamos en posibilidad de pasar a medir la productividad
marginal del capital y determinar la ganancia en base a su contribución tal
como lo hemos hecho anteriormente para la tierra y el trabajo. Pero esto no
es así. Veamos por qué. ¿De qué está compuesto el precio de cualquier bien
que se ofrece en el mercado, sea este bien de consumo o bien de capital?
Está compuesto de las siguientes partes: salario, ganancias y costo de los
insumos necesarios para la producción. Esto significa que para calcular la
ganancia (pago al servicio prestado por el factor capital) es necesario
conocer de antemano los precios y por lo tanto la ganancia que ya está
incluida en ellos. En otras palabras, la escuela neoclásica está encerrada en
un círculo vicioso que consiste en decir: para determinar la ganancia por
medio de la productividad marginal necesito saber primero... la ganancia. O
dicho en términos más generales, para determinar la distribución del ingreso
entre los factores productivos participantes debo conocer primero la
distribución del ingreso. Veamos qué otro tipo de contradicciones se
desprenden de esta indeterminación en que se encuentra el concepto
neoclásico de capital. Imaginemos que hay un aumento en los precios de los
elementos que constituyen el acervo de capital. Por ejemplo, una variación
en la tasa de ganancia -o sea en la distribución del ingreso- que conduce
necesariamente a la modificación de los precios. Supongamos que el
conjunto de elementos del acervo de capital, antes señalados, tenían un
precio de 5,000 pesos. Es decir que ésa era la magnitud del capital antes del
aumento de precios. Sabíamos también que a esa magnitud del factor
utilizado en la función de producción correspondía una cierta magnitud de
producto, digamos 230 toneladas de trigo. Con la elevación de precios que
hemos supuesto, los mismos elementos físicos del capital, cuestan ahora
7,000 pesos. Nótese bien, los elementos físicos del capital no han variado.
La variación de la magnitud del capital es resultado exclusivo del aumento
de precios. Si llevamos esta nueva magnitud de capital a la función de
producción, obviamente nos ubicaremos en otro punto del eje donde se
mide el capital (antes en el punto correspondiente a 5,000 pesos, ahora en el
punto de 7,000 pesos). Necesariamente, por estar en otro punto, el producto
correspondiente a esta última magnitud es diferente digamos 280 tn. ¿Cómo
explicamos la diferencia de 50tn. (280tn. contra 230tn.) producidas si los
insumos y el capital físico utilizados son exactamente los mismos?

La esencia del problema radica en que para conocer la magnitud del capital
es necesario conocer de antemano la distribución del ingreso (ganancia y
salario) y con ellos los precios. O sea que tenemos la siguiente relación
causal:

Distribución del ingreso


Medición del capital
y precios

Los neoclásicos en su teoría de la distribución, proponen una relación causal


inversa:

Distribución del ingreso


Medición del capital
y precios

Pero lo que J. Robinson les ha demostrado es que su relación causal en el


fondo es aparente, motivo por el cual surgen las incoherencias antes
señaladas. Es aparente porque para medir el capital y derivar de ahí, la
distribución y los precios, han tenido que presuponer la distribución
(ganancia y salario) y los precios. Tenemos entonces, en resumen, que es
incoherente la forma teórica de proceder de los neoclásicos para determinar
la tasa de ganancia (y en general la distribución del ingreso y los precios)
por medio de la función de producción y la productividad marginal de los
factores. Este era, sencillamente, el contenido del artículo de J. Robinson en
1953.

En 1961 el profesor Paul A. Samuelson, principal representante de la


versión neoclásica, invitó a Joan Robinson a discutir el tema al M.I.T., en
Cambridge, Estados Unidos (8). Poco después en 1962, respondía al artículo
de Joan Robinson, dedicándoselo y proponiendo en vez de una función de
producción, una función sustitutiva (9), es decir, un modelo que tenía la
capacidad de explicar la distribución del ingreso (el pago a los factores
productivos), exactamente como se realizaba en base a la función de
producción con la noción de productividad marginal, pero que partía
explícitamente de considerar que el capital era heterogéneo, sin tener que
recurrir a los precios para homogenizar el capital. Esto es evitando el
problema de la medición del capital.

(8.) Robinson, J. op. cit.

(9.) Samuelson, P.A. " ... and Realism in Capital Theory: the Surrogate Production
Function", Review of Economic Studies, vol. 39, 1962, pp. 193-206. Existe traducción al
español. Lecturas del Fondo de Cultura Económica, No. 18, pp. 211-230.

Sin embargo, sólo un año después (1963), el profesor Pierangelo Garegnani,


de Italia, respondía el artículo de Samuelson (10). No explicaremos la
demostración de Garengnani, basta apuntar solamente su conclusión: "...
sólo existe una 'función de producción sustituta' (la propuesta por
Samuelson) para una economía donde un solo bien se produce a sí mismo y
por trabajo" (11). Esto significa que la teoría neoclásica, en resumen, sólo es
capaz de explicar una "curiosa" economía donde el producto es a la vez él
mismo, su insumo. En otras palabras, en las economías de mercado donde lo
característico es el intercambio múltiple e inevitable, dado que la
producción descansa en una división del trabajo nacional e internacional, la
teoría marginalista sólo es capaz de reflejar teóricamente un mundo donde
existe sólo una mercancía.

(10.) "heterogeneous capital, the production function and the theory of distribution",
Review of Economic Studies, vol. 37, 1970, pp. 407-436. Traducido al español en Lecturas
No. 21, F.C.E. México, pp. 233-276.

(11.) Ibid. Edición de Lecturas del F.C.E., p. 255.

Samuelson reconoció perfectamente la situación de la teoría neoclásica al


decir "... si todo esto causa dolores de cabeza a quienes suspiran por las
viejas parábolas de la teoría neoclásica, deberemos recordarles que los
académicos no han nacido para llevar una existencia fácil. Debemos
respetar y evaluar los hechos de la vida" (12). Incluso, otro brillante
neoclásico inglés, John Hicks, en su discurso de recepción al Premio Nobel
de Economía en 1972, catalogó explícitamente la crítica de Joan Robinson
de "decisiva" para la función de producción neoclásica (13).

(12.) Samuelson, P.A., "A Summing Up", Quarterly Jounal of Economics, Vol. 80, 1966, p.
583. Existe traducción al español, véase Lecturas del F.C.E., no. 18, p. 247.

(13.) Hicks, John, "The Mainspring of Economic Growth", The Nobel Foundation 1973.
Existe traducción al español, John Hicks. La crisis de la economía Keynesiana. Barcelona:
Editorial Labor, S.A. 1976. p. 115.

Ante este desenlace vemos que no es por ligereza que Joan Robinson, en su
famoso artículo de 1953(14) llamaba a los conceptos de productividad
marginal y función de producción "... un poderoso instrumento de la mala
educación", donde el alumno "... antes de que llegue a preguntar /sobre la
medición del capital/, ya se habrá convertido en profesor, transmitiéndose
así de una generación a la siguiente hábitos de pensamiento torpe" (15).

(14.) Robinson, J., Op. cit.

(15.) Robinson, J., Op. cit. p. 107

II. La Temática de la Enseñanza de la Economía ante la "Controversia


de los Cambridge" Contenido

A pesar de que esta discusión ocupa la atención de altas esferas académicas,


la enseñanza de la economía, en términos generales, ha permanecido
inmutable. La teoría neoclásica predomina en casi todos los programas de
las escuelas de economía en el mundo occidental, donde México no es, en
forma alguna, excepción. El pensamiento neoclásico se transmite de
generación en generación sin que se presente algún elemento de la crítica
generada por la "controversia de los Cambridge". El problema se agranda
porque de la teoría marginalista se deriva todo un conjunto de ramas
estrechamente vinculadas, como son, teoría del crecimiento, economía
agrícola, teoría del capital humano, etc., las cuales sirven de sustento teórico
para la planificación económica (en sus más distintas modalidades),
planeación educativa, etc., donde el concepto de productividad marginal es
el eje central explicativo.

Consideramos que algunas de las preguntas que surgen ante este panorama
en relación al problema de la enseñanza de la economía, son las siguientes:
1) ¿Cómo se explica la lenta o nula incorporación de todo el bagaje crítico a
la enseñanza de la economía, hoy en día?

2) ¿Hay alguna "teoría económica," alternativa?

IIa. La "Controversia de los Cambridge" y la Enseñanza de la


Economía.

Más que fijarnos en los factores circunstanciales de las universidades


mexicanas (calificación del profesorado, falta de textos intermedios, etc.)
que den razón de la falta de incorporación de los contenidos temáticos de la
"controversia" a los programas de enseñanza, quisiéramos referirnos a un
elemento explicativo que está en el interior mismo de la "controversia". Nos
referimos a la difusión que sus principales protagonistas han hecho de ella.
Nos interesan sobre todo Paul Samuelson y E. Ferguson porque sus libros
de textos introductorios a la "teoría económica" han sido, por espacio de
casi dos décadas, los más recomendados en las escuelas y facultades de
economía y administración en México.

En la novena edición (1973) del texto introductorio de Samuelson Curso de


Economía Moderna, capítulo 27 ("Teoría de la producción y la
productividad marginal") se nos dice en una nota de pie de página "... en el
capítulo 30 veremos algunas de las dificultades implícitas en la definición
de capital" (16). Si pasamos al capítulo 30 ("El interés y el capital"), nos
encontramos con otra nota del mismo tipo que dice textualmente: "Piero
Sraffa y Joan Robinson han señalado (sin citar textos) que no es posible, en
condiciones realistas, reducir un conjunto de bienes heterogéneos de
capital... a una magnitud significativa denominada capital homogéneo". A
pesar de que el profesor Samuelson había aceptado las serias dificultades
que afrontaba la teoría neoclásica, en este libro introductorio las minimiza
poniéndolas a pie de página y sin dar posibilidad a que el alumno y el
profesor recurran a otros textos y se enteren por su propia mano de la
"controversia".

(16.) Samuelson P. A. Curso de Economía Moderna, España: Ed. Aguilar, 1973.

Por otra parte, en las ediciones recientes del texto de C.E. Ferguson, Teoría
Microeconómica (FCE, 1973), no hay, en los capítulos de productividad
marginal y la teoría de la producción, un solo comentario sobre la
"controversia". Sin embargo, en su texto de nivel superior The neoclasical
Theory of Production and Distribution (Cambridge University Press, 1969)
se incluye un comentario que explica su silencio. Ferguson, refiriéndose a la
"controversia", dice simplemente: "hay que tener fe" (17).

(17.) Ferguson, C.E. The neoclasical theory of production and distribution. Cambridge
University Press, 1969. pág. XVII.

Es claro que la actitud académica de Samuelson y Ferguson, no explica


totalmente la falta de difusión del análisis crítico en los programas de
enseñanza e investigación aplicada. Hay todo un universo complejo de
determinaciones mucho más importantes y particulares en el caso de nuestro
país, que provocan esta especie de impermeabilidad frente a los avances
relevantes del conocimiento científico. Su análisis debe partir de un marco
mucho más amplio que abarque no solo la enseñanza de la economía en sí,
sino la enseñanza de las ciencias sociales en general.

En este artículo nos hemos limitado a sugerir un elemento explicativo y nos


proponemos profundizar, en un trabajo posterior, sobre esta importante
temática de la enseñanza.

IIb. Una "Teoría Económica Alternativa".

Intentaremos responder en este apartado a la última interrogante que hemos


planteado. Para ello, es necesario hacer un poco de historia. Hemos dicho,
en las primeras páginas, que Joan Robinson había sido guiada y orientada
por Piero Sraffa (18). Este autor, a mediados de la década de los veintes,
escribió un par de artículos criticando ciertos aspectos de la teoría
neoclásica. Durante las dos décadas siguientes trabajó al lado de John
Maynard Keyness; su labor fue la de hacer una nueva edición de las obras
completas del último y más importante pensador clásico: David Ricardo. La
edición de The Works and Correspondence of David Ricardo, con la
colaboración de Maurice H. Dobb, en once tomos, apareció de 1950 a 1955,
publicados por Cambridge University Press de Londres para la Royal
Economic Society de Inglaterra (19). Esta edición va precedida de una
introducción del propio Sraffa que, con el tiempo, se volvería de
importancia crucial para la "controversia de los Cambridge." En pocas y
densas páginas Sraffa hace un certero recorrido por el sinuoso camino que
Ricardo tuvo que recorrer, infructuosa pero fecundamente, para poder
explicar la tasa de ganancia sin recurrencias tautológicas (20), como hemos
mostrado que ocurre en la teoría neoclásica. Diez años después aparece la
obra más importante de Sraffa publicada a la fecha: Production of
Commodities by Means of Commodities (21). El subtítulo es precisamente
"preludio a una crítica de la teoría económica" (neoclásico). En esta obra se
muestra, por un camino muy diferente al neoclásico y mucho más cercano al
delineado por David Ricardo y los pensadores clásicos en general (el Dr.
Quesnay, Adam Smith, etc.), otra forma de enfrentar teóricamente el
problema del funcionamiento económico de la sociedad capitalista. En otras
palabras, la parte crítica que se desprende de la obra de Piero Sraffa hacia el
pensamiento neoclásico, contiene una proposición positiva de lo que debe
ser el estudio del "problema económico" de la sociedad capitalista. El
problema principal de toda la economía política clásica está expuesto con
toda nitidez por David Ricardo en la primera página de su obra Principios
de economía política y tributación, y es el siguiente:

(18.) Robinson, Joan. op. cit. Véase la Introducción.

(19.) De 1959 a 1965 el F.C.E. hizo una excelente edición en español en diez tomos con
ayuda financiera del Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A. Hoy prácticamente
agotada a excepción del primer volumen que ha sido reeditado en varias ocasiones.
Ricardo, David. Principios de Economía Política y Tributación. México: F.C.E. (1950)
1973.

(20.) Véanse especialmente las páginas XXIV-XXXVI de la Introducción de Sraffa. Ibid.


1er. volumen. op. cit. Como se podrá comprobar de este texto, Ricardo no pudo explicar en
forma totalmente satisfactoria lo que él consideraba el problema fundamental de la
Economía Política. Sobre él hablamos a continuación en este trabajo.

(21.) Sraffa, Piero. Production of Commodities by Means Commodities. Cambridge:


Cambridge University Press, 1960. Existe traducción al español: Producción de
mercancías por medio de mercancías. Barcelona: OIKOS-TAU, S.A. 1966.

"El producto de la tierra -todo lo que se obtiene de su superficie mediante


la aplicación aunada del trabajo, de la maquinaria y del capital- se reparte
entre tres clases de la comunidad, a saber: el propietario de la tierra, el
dueño del capital necesario para su cultivo, y los trabajadores por cuya
actividad se cultiva.

"Pero en distintas formas de sociedad, las proporciones del producto total de


la tierra que serán imputadas a cada una de estas tres clases, bajo los
nombres de renta, beneficio y salarios, serán esencialmente diferentes,
dependiendo principalmente de la fertilidad real del suelo, de la
acumulación de capital y de población, y de la habilidad, del ingenio y de
los instrumentos utilizados en la agricultura.

"La determinación de las leyes que rigen esta distribución es el problema


primordial de la Economía Política..."(22)

(22.) Ricardo D. Op. cit. p. 5 (subrayado mío).

El producto total está compuesto por dos partes: una asignada a los
trabajadores (consumo productivo) y la restante que ha de distribuirse entre
los propietarios de la tierra y los propietarios del capital. Esta última parte
del producto total es la que los clásicos llaman: excedente o producto neto.
La determinación de la magnitud del excedente (la cual depende de la
magnitud de los salarios porque si éstos crecen al excedente y por lo tanto el
beneficio disminuye necesariamente) y su distribución son el problema
fundamental de la economía clásica, presentado hoy en su versión moderna
por Piero Sraffa.

Es conveniente resaltar algunas diferencias fundamentales entre la


economía política clásica con la teoría económica neoclásica. Para esta
última no existe excedente alguno. Cada factor productivo, ya sea tierra,
capital o trabajo, producen su parte y ésa les corresponde a manera de
ingreso. Recuérdese que esto se explica mediante la productividad marginal
del factor en cuestión. En este sentido todo el producto total ha sido
producido por algún factor de la producción. En cambio, en la Economía
Política Clásica la tierra, el capital y los trabajadores participan en la
producción generando el producto total. A éste le sustraemos el consumo
que los trabajadores tuvieron que hacer necesariamente para poder vivir a lo
largo del proceso productivo (consumo necesario) y tenemos un sobrante o
excedente sobre ese consumo necesario. Ese excedente y su distribución
dependen, como dice D. Ricardo, de la fertilidad de la tierra, de la
acumulación de capital, de la magnitud de la población y grado de
calificación de los trabajadores, y de la tecnología.

Nótese bien que aquí no hay discusión alguna sobre quién produce tal o cual
parte del producto, sino que existe un excedente que se distribuye en
función a la dotación y calidad de los recursos naturales, magnitud y tasa de
crecimiento de la población, consumo de los trabajadores y de la situación
en que se encuentre la tecnología. En los neoclásicos el salario, por ejemplo,
está determinado por su productividad marginal del trabajo. Es por tanto
una magnitud inherente a su capacidad productiva; para los clásicos, en
cambio, el salario "... depende del precio de los alimentos, de los productos
necesarios y de las condiciones para el sostén del trabajador y de su familia"
(23)
.

(23.) Ricardo D. Op. cit. p. 71

Las concepciones clásica y neoclásica expresan dos versiones teóricas


completamente diferentes sobre un mismo fenómeno social. Es decir, sobre
un mismo objeto social de investigación, diferentes metodologías, sean éstas
explícitas o no, se cristalizan teorías completamente distintas, donde los
órdenes de causalidad no corresponden e incluso llegan a ser tautológicos,
como en el caso de los neoclásicos.

Hoy en día, la economía política clásica, en su versión moderna, la


presentada por Piero Sraffa, nos brinda todo un nuevo abanico de
posibilidades en la enseñanza de la economía y la investigación aplicada,
aunque éste haya sido puesto sobre el tapete de la discusión científica hace
casi doscientos años.

Sin embargo, es conveniente aclarar, por obvio que parezca, que la


economía política clásica, como cualquier ciencia social, no es inmune a la
crítica. Así la rehabilitación de la economía política clásica, en manos de P.
Sraffa, ha abierto, o mejor dicho ha reabierto, una discusión añeja que para
muchos, sobre todo los neoclásicos estaba enterrada. Nos referimos a la
polémica entre Marx y los Clásicos. Pero esto es tema de otra discusión no
ajena a la "controversia de los Cambridge", y también, no menos importante
para la enseñanza de la economía (24).

(24.) Es interesante recordar que es precisamente un brillante pensador neoclásico, Von


Böhm-Bawerk, quien inaugura, en las últimas décadas del siglo pasado, la crítica
importante a la Economía Política fundada por Marx.

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