60 Los Ángeles No Tiewnen Libre Albedrío
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2. Tener en nuestras mentes todo el tiempo, a esos ángeles del lado oscuro,
y a esos ángeles del lado de la luz, unidos, enviados a todos los seres humanos,
proponiéndonos toda clase de deseos, son los frutos de ese precioso árbol de la
“ciencia del bien y del mal”, que nos fue dado a probar, por Dios mismo, en el
paraíso terrenal, cuando nos dijo: “De este árbol no comeréis” (Génesis 2:17). Pero
apareció allí en el paraíso, un ángel del lado oscuro, obviamente, con el
consentimiento de Dios, obviamente enviado por Dios, al cual le fue dado por
Dios, hacer que naciera en nosotros el deseo de probar ese fruto. Ese ángel oscuro
consiguió que tuviéramos, por primera vez, el deseo de hacer nuestra voluntad y no
siempre obedecer a Dios. Por tanto, esos frutos del árbol de la “ciencia del bien y
del mal”, son nuestra esencia como humanos, son nuestro libre albedrío, aquello
que nos hizo diferentes a todo el resto de la creación, la cual “va en paz y en orden
cantando, la gloria de su hacedor.” Todo está en perfecta armonía, menos nosotros
los humanos, que tenemos ese caos de deseos en nuestras mentes, desde que
probamos, todos al nacer, los frutos, el elixir de ese árbol divino, en el paraíso
terrenal, cumpliendo el perfecto itinerario que Dios nos había trazado, desde la
creación misma. Porque tomar los frutos de ese árbol, tampoco sucedió en contra
de la voluntad de Dios, pues en todo el universo, nada sucede en contra de la
voluntad de Dios, que es todo poderoso, todo lo sabe, todo lo ve y está en todas
partes. Esos son los “no bien entendidos” atributos de Dios. Solo quien los tenga
en cuenta siempre, sin olvidarlos, entenderá la palabra de este Dios, que es
omnipotente, omnisciente y omnipresente. Por lo tanto, hasta en los más oscuros y
en los más ardientes rincones del infierno, Dios es el Rey absoluto, sin discusión
alguna, por siempre y para siempre.
5. El que crea que Dios Padre “no” envía espíritus a decir mentiras; el que
crea que Dios no pudo haber creado malo, desde el principio al diablo, lea en
el libro 1º de Reyes, el capítulo 22, versos 1 a 40, sobre el rey Acab y el profeta
Miqueas (o Micaías). Dios envió un espíritu de engaño para extraviar a todos los
profetas de Israel, menos al profeta Micaías. Y todos esos profetas de Dios,
engañados por Dios mismo, convencieron al rey de Israel, al rey de Judá y al
pueblo entero, que ese día vencerían al rey de Siria, tomarían su vida, y
recuperarían Ramot de Galaad. A pesar de las palabras de Micaías, que les decía
que iba a morir el rey Acab y no el rey de Siria, no le creyeron, y se fueron
confiados al campo de batalla, dejando a Micaías preso en la ciudad. El rey Acab
no iba ese día al frente de los ejércitos de Israel, como su rey, sino disfrazado de
soldado raso, para evitar la profecía de Micaías. Pero ese día una sola flecha fue
disparada a los aires al azar, y al caer, se clavó en el pecho del rey Acab,
derribándolo, herido de muerte. El rey de Siria había dado orden de buscar y matar
solamente al rey Acab. El rey de Siria, que era enemigo del pueblo de Dios, fue
enviado por Dios mismo, a matar al rey de Israel. Todo ese engaño, a los profetas,
a los dos reyes, al ejército y al pueblo, era para que el rey Acab muriera en batalla;
para que la sangre del rey de Israel regara la tierra y la bebieran los perros, debido
a lo perverso que había sido el rey Acab, junto con su esposa Jezabel. Ver en
apocalipsis 14:20, cómo esta sangre derramada de Acab, es un aviso de lo que será
la vendimia de la tierra al final de los tiempos. Antes de suceder todo este
despliegue de pueblos y ejércitos, dice la escritura, que Dios, en medio de todos
sus ángeles, preguntó quién iría a engañar a los profetas de Israel, para que, con sus
falsas profecías, enviaran al rey Acab a esa trampa mortal, a la batalla.
Obviamente, el espíritu de engaño que se ofreció para enceguecer a los profetas,
era uno de los ángeles del lado oscuro, que estaba allí en el cielo mismo, con todos
sus compañeros oscuros. No fue que lo mandaron a llamar al infierno, ese espíritu
de engaño estaba ahí tranquilo en la presencia de Dios. También el espíritu de
asesinato que entró en el rey de Siria, obviamente era uno de los del lado oscuro.
Todos los asesinatos de la humanidad, todos los amparados por las leyes, como ese
del rey Acab, y todos los proscritos como delitos, han sido sugeridos a las mentes
con afinidades asesinas, por los ángeles del lado oscuro. Eso se cae de su peso.
6. Ese texto de la escritura, sobre el espíritu de engaño enviado por Dios a
los “profetas del pueblo de Dios”, es fascinante, tanto, como lo son los dos
primeros capítulos del libro de Job, donde se encuentra Dios con Luzbel, en el
cielo y conversan fluidamente, como “amo y siervo fiel”, ya que jamás han
hablado, o hablarán, como enemigos o rivales. Ver Job 1:6-12 y 2:1-7. Se entiende
que Luzbel estaba en el cielo con todas sus miríadas de “ángeles oscuros”, no iba a
estar allí solo, o de incógnito. Allí, en lo alto, desde su trono, Dios mismo, es el
que le autoriza a Luzbel, destruir primero todos los bienes de Job, luego autoriza la
muerte de todos los hijos de Job y sus familias, y luego autoriza la pérdida de la
salud de su siervo más leal, Job. ¿Cuántos hombres, mujeres, hijos y siervos,
murieron por una simple conversación distendida entre Dios y Luzbel? Dios fue el
que hizo eso, no fue Luzbel el que autorizó la destrucción, las muertes y la
enfermedad, Luzbel solamente fue el leal ejecutor de esa suprema e inapelable
voluntad celestial. Dios no necesitaba que le demostrarán la fe de Job, pues todo lo
sabe, ni autorizó esas muertes para demostrarle lo más mínimo a Luzbel. ¿Tal vez
eso sucedió solo para que nosotros lo leyéramos? Es potestativo de Dios hacer lo
que desee. El que no pueda creer que Dios mismo envió al anticristo, disfrazado de
grandioso apóstol Pablo, recuerde también que Dios mismo llamó al apóstol Judas
Iscariote, a sabiendas de que Judas le traicionaría y luego se suicidaría, por esa
pesada carga en su alma. Por favor, lean con independencia de criterio, lean las
enseñanzas sorprendentes, que las escrituras les tienen preparadas, a los que desean
la verdad, “pero de verdad”.
7. Si es verdad esto que dice el libro 1º de Reyes 22:1-40, entonces Dios “sí”
envía espíritus (ángeles) mentirosos a la Tierra, a confundir a determinados
hombres y poblaciones enteras, grandes y pequeñas. Si no es verdad eso que
dice el “libro sagrado”, entonces ese texto es una mentira que está en la biblia y,
por lo tanto, supuestamente, viene de Dios. Tómelo por donde lo tome, entonces la
tesis de que Dios “sí” envía espíritus mentirosos a extraviar personas, o
poblaciones enteras, ha sido real, y aún está sucediendo en este mismo instante en
toda la Tierra. ¿En qué forma? Dios ha autorizado la formación de todas las
religiones de la humanidad, Él no frenó la formación de las que estaban
“equivocadas”, Él no impidió la vida de los supuestos creadores de “errores”, por
lo tanto, ese Dios único, es el creador a ultranza, de todas esas religiones que Jesús
ha llamado falsas, debido a que no reconocen que Él es Dios enviado a la Tierra.
Dios Padre es el determinador, de que hayan variadas formas de llamar y adorar a
muchos dioses, aparte de Él. Si algunas de esas religiones no permanecerán
eternamente, ni son perfectas, entonces Dios ha creado esas falsedades, y las almas
de esos miles de millones de personas, que las adoraron, murieron a causa de esas
falacias que recibieron como libros sagrados. Todo ese desastre, fue ordenado por
Dios mismo, que “está muy por encima del bien y del mal”.
10. Por eso, por ser los grises, los oscuros, ángeles mentirosos, no
rebeldes, sino sujetos desde la creación, a la suprema autoridad de Jesús, era
que los demonios y los espíritus impuros, se postraban delante de Jesús y lo
reconocían como su superior, obedeciéndole en todo lo que les ordenaba, sin
dudar, sin insultarlo, sin ofenderlo, sin murmurar contra Él. (Lucas 4:41).
Mientras que los seres humanos dudaban, estaban confundidos sobre la verdadera
identidad de Jesús, sobre si Jesús era o no era, el enviado de Dios, el esperado, el
Mesías y cuando los demonios lo decían en público, Jesús les ordenaba callar, para
que siguiera siendo motivo de decisión de los seres humanos. (Marcos 1:34).
Porque los demonios, como verdaderos ángeles que son, saben bien quién es Jesús,
su jefe máximo; pero los seres humanos, por razón del libre albedrío, no lo saben
bien, dudan, están confundidos, precisamente por los ángeles de la luz y los de la
oscuridad, adentro de ellos, que les ponen a dudar, no les dan certidumbre total.
Toda duda, en todos los pensamientos humanos, nació ese día en el paraíso, al
tomar el fruto precioso, el divino elixir del “árbol de la ciencia del bien y del mal”.
La “duda metódica” es el soporte de toda investigación científica seria humana. El
método científico, es un efecto, un fruto del árbol de la “ciencia” del bien y del
mal. Por estas fascinantes dudas tan humanas, algunos “científicos”, no todos, han
terminado dudando justamente del origen paradisíaco de la duda. Llegan a dudar a
tal punto algunos, que hasta “dudan de que dudan”. Hasta ese punto ha llegado el
discreto trabajo, en las mentes humanas, de los ángeles de la luz y los ángeles
oscuros. Pero para todos los demonios, y para todos los espíritus impuros, descritos
en el nuevo testamento, la identidad de Jesús y su autoridad incuestionable e
incondicional sobre ellos, como ángeles oscuros, designados oscuros por Dios,
algo que no decidieron ellos, estaba fuera de toda duda. Hay más de veinte
menciones en los evangelios, que hablan de la total e incuestionada sumisión de los
demonios a Jesús. Cero rebeldías. (Mateo 8:31).
11. Dejan de dudar y pueden creer que Jesús es Dios, solamente aquellas
personas a quienes, por designio soberano del Padre, les sea revelada, en lo
más profundo de sus almas, la identidad de Jesús como Mesías. Jesús fue el
que enseñó, que el Padre elige a quien le revela esa verdad suprema, elige
entonces, a quien llama a su “voz”, a su “palabra” y elige también, a quien no le
deja reconocerla (Juan 6:44 y 55) (Mateo 16:13-20). Es como si estas personas
“llamadas”, entonces, en este punto preciso de sus existencias, no hubieran tenido
libre albedrío: fueron elegidos y llamados sin su consentimiento previo. Afuera del
cristianismo hay millones de virtuosos, que no fueron llamados. Adentro del
cristianismo hay millones de grandes pecadores, que sí fueron llamados. Es algo
ilógico para nuestras mentes. El Padre, que está por encima del bien y del mal,
elige, según su insondable sabiduría, a quienes les abre las mentes, para que
entiendan. Y de esos “muchos llamados” a su palabra, dice Jesús, que “pocos son
sus elegidos”, que muy pocos son vencedores de las voces de los ángeles, que los
ponen a dudar sobre las palabras de Jesús, y les unen palabras de hombres, las
cuales les presentan como “palabras de Dios”.
12. Decidiendo cuales palabras son de Dios, entre las muchas que les son
presentadas como divinas, los “llamados a creer” recuperan entonces su libre
albedrío, al tener en cuenta miles de enseñanzas como de Dios, que en verdad
no lo son. Las personas que creen que enseñanzas de hombres, como las de Saulo
de Tarso, son palabras de Dios, en realidad empiezan a dudar de la divinidad las
enseñanzas de Jesús, puesto que creen que Jesús es igual a cualquier hombre; que
esas palabras de Jesús son iguales a las de Saulo y que las palabras de un humano,
igual de imperfecto como todos nosotros, son dignas de ser adoradas, como la
perfecta y eterna palabra de Dios. Así se perfecciona, por designio de Dios, el libre
albedrío de los llamados. Jesús enseñó que el Padre Elige al final, a los “muy
pocos,” que no se dejaron extraviar por las fascinantes enseñanzas, de los ejércitos
de engañadores, estafadores, falaces, que fueron enviados, autorizados desde el
mismísimo Cielo, para poner a prueba a todos los habitantes de la Tierra.
13. Por lo que, igual que en el pasaje del libro de Reyes (1º de Reyes 22:1-
40), “la abominable desolación en el lugar que no debe”, es las enseñanzas de
hombres, como las del grandioso Saulo de Tarso, siendo recibidas, adoradas y
seguidas como palabras de Dios, por miles de millones de humanos, durante
largos dos mil años. La verdadera gran tribulación espiritual es esa masacre
descomunal, es la muerte espiritual de miles de millones de preciosas almas de
seres humanos, todos ellos superiores a los arcángeles. Esa masacre de almas que
ha pasado silenciosa, desapercibida, como si no hubiera sucedido, hasta el día del
juicio final de Jesús sobre todos los seres humanos. Ese día todos verán que esa era
la anunciada gran tribulación, y ni se dieron cuenta. La sangre de las almas heridas
y asesinadas en la cruda batalla, que corría a cántaros, formando ríos caudalosos e
inundando valles, según lo predijo Jesús, que la sangre de la vendimia de la tierra
sería desbordante, hasta los frenos de los caballos de los verdugos; esa sangre no
era roja, ni olía a pestilencia su podredumbre cadavérica, ni se oía el lamento
agónico de los heridos en ese silencioso combate de palabras, porque es la gran
tribulación a un nivel de espíritus, no de cuerpos humanos. Esa preciosa sangre
derramada, que se ha desperdiciado, por milenios, formando ríos, inundando valles
y creando mares, es el verbo de las almas, que se derramó en vano, en pos de
palabras humanas, las cuales adoraron y las llamaron “palabra de Dios”. Llegará el
día en que la humanidad entienda con claridad esa gran masacre de almas perdidas,
causada por los ángeles oscuros y por los hombres, como el grandioso Saulo de
Tarso, que les sirvieron de puente con los humanos.
14. Es una fina y bien tramada manipulación del diablo, hacerles entonces
deducir de la escritura, y presuponer a la ligera, que el mismísimo diablo fue
el que arrastró con su cola, la tercera parte de las estrellas del Cielo, sin el
previo conocimiento de Dios y sin su previa autorización. Trate de imaginarse a
Dios viendo a la tercera parte de sus ángeles irse y no poder evitarlo, no poder
vencerlos nunca; eso es imposible, es inimaginable, pero es lo que te enseñan en la
Tierra. Esa es una mal llamada rebelión, es el delirio febril de teólogos
superficiales. Esa mal entendida “rebelión”, en verdad fue autorizada por Dios,
para que se cumpla estrictamente la voluntad de Dios. Para que haya un ejército de
ángeles oscuros, que inviten a todos los seres humanos, a hacer lo que les venga en
gana, sin pensar si es lo correcto o no. Y si esa mal llamada rebelión, fue
necesariamente aprobada, por el omnipotente, omnipresente y omnisciente creador,
entonces no fue rebelión en verdad. Fue todo lo contrario, fue la ejecución del
magistral plan de Dios, para con los seres humanos, para que, a través de ese
ejército de ángeles oscuros, los seres humanos tuviéramos el preciado y divino
libre albedrío. Sin ese ejército de ángeles del lado oscuro, proponiéndonos como
normales, toda clase de deseos y acciones, ajenos a la voluntad perfecta de nuestro
creador divino, es imposible que nosotros tengamos libertad de elección. Ellos son
los garantes de nuestro libre albedrío, lo que nos hace hijos de Dios. Por ese
flamante libre albedrío, dado a nosotros por los ángeles oscuros, es que “no” somos
solamente criaturas de Dios, como sí lo son todos los ángeles y los arcángeles,
tanto los del lado oscuro, como los de la luz, pues nosotros somos mucho más que
cualquiera de esos grandiosos arcángeles.
15. El Padre no pelea en contra del diablo y sus ángeles, ni ellos se enfrentan
contra Dios, eso ni siquiera se les atraviesa por sus “mentes”. El Padre está
muy fuera del alcance del diablo, el Padre es demasiado superior al diablo y a
todos sus ángeles y espíritus juntos. La gran batalla en el Cielo se presenta en todas
las mentes humanas, en las que se enfrentan los ángeles de la luz (Miguel), y los
ángeles oscuros (Luzbel), para lograr que cada persona les oiga sus sugerencias. Se
enfrentan a nivel espiritual, por el control de los humanos, no por el control del
Cielo. El diablo y los suyos no aborrecen al Padre y el Padre no odia ni
menosprecia al diablo, sino que, por el contrario, el Padre ama al diablo y a todos
sus ángeles, pues el Padre a nadie odia, el Padre ama a toda su creación. El Padre
se definió a sí mismo como amor. El Padre creó al diablo como el diablo ha sido
siempre, y por tanto no tiene cuando estar decepcionado del diablo. Ni mucho
menos, el diablo se le salió de sus manos. Así como es de mentiroso el diablo, así
es como el Padre lo creó y así es como lo usa Dios, para perfeccionar el libre
albedrío de los seres humanos. El diablo no alcanza a hacerle daño al Padre, ni lo
toca en lo más mínimo, ni daña una mínima parte de su esencia y de su poder. El
Padre jamás pierde el control de todo el universo, incluidos el lado oscuro y el
infierno.
16. Solo que es que el diablo sí es muy, pero muy mentiroso con nosotros. A
tal punto llega su poder de engaño que se hace pasar por Dios, autorizado por
Dios, a ver si le creemos sus falacias; y vaya que ha seducido a las naciones.
Esa es su esencia, así fue creado. Ese arcángel Luzbel, les hace presuponer,
equivocadamente, a sus miles de millones de engañados, que Dios no hace
presencia ni autoridad en el infierno, que el infierno es territorio libre de la
presencia de Dios, porque disque como Dios es solamente bueno, no puede estar en
el “mal” del infierno, ni tiene autoridad allí. Es un “dios” muy limitado el que le
aceptan al falso rebelde, Lucifer, al “ángel oscuro”. Es tan sagaz el diablo, que te
miente y te dice que había sido creado perfecto, pero él decidió ser imperfecto; que
había sido creado bueno, y él decidió ser malo; que había sido creado en el Cielo, y
el decidió irse al infierno. Pero es que el diablo ni siquiera puede decidir decir la
verdad en esos temas, lo hicieron así mentiroso, para que te invitara a ti a decidir,
exactamente esas mismas variables: ser imperfecto, ser malo, e irte al infierno. A
través de los del lado oscuro, tú entras a decidir tu vida por ti mismo.