Presencia Universitaria
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LA UNIVERSIDAD EN EL MUNDO
ORIGEN DEL TÉRMINO UNIVERSIDAD
Hoy en día, se conoce con el término Universidad (del latín universitas, -atis) al
establecimiento o conjunto de unidades educacionales dedicadas a la enseñanza superior y a
la investigación científica, las cuales además están facultadas para entregar grados
académicos y títulos profesionales.
Hacia fines del siglo XIV, la palabra empezó a usarse, con el significado que tiene en la
actualidad. Sin embargo, el término más antiguo y que continuó usándose durante mucho
tiempo fue el de Studium o Studium Generale. El triunfo de la palabra Universitas con su
significado actual no llego hasta el Renacimiento.
A las universidades, tal como se conocen en la actualidad, se les dio ese nombre
inicialmente para darles el ámbito significativo correspondiente a los gremios. Y fue de este
concepto de persona jurídica formada por una pluralidad y diversidad de personas físicas,
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La universidad se gestó como una búsqueda de la iglesia para dar respuesta a los
requerimientos de la juventud de clase media y baja que reclamaban saber y recorrían
grandes distancias para buscar maestros. La principal consecuencia de la aparición de la
universidad es el nacimiento de un conjunto de maestros, sacerdotes y laicos, a los que la
iglesia confiaba la enseñanza de la doctrina revelada, hasta entonces confiada a la jerarquía
eclesiástica. Estas escuelas concedían títulos que tenían validez fuera de ellas; contaban con
estatutos y privilegios otorgados, primero por el poder civil y posteriormente ampliados por
el papado.
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la cristiandad: se reconocían por una bula papal, su lengua era el latín y los saberes que
enseñaban estaban articulados sobre la concepción católica del mundo y del hombre. Sus
métodos de razonamiento y discusión eran escolásticos; en fin, su formación tendía a
formar intelectuales útiles a la comunidad cristiana.
Los máximos representes de la escolástica fueron, San Alberto Magno y Santo Tomás,
ambos de la orden de los dominicos, y Escoto perteneciente a los franciscanos.
Estas universidades fueron defendidas por la Iglesia y controladas por ella en cuanto a los
contenidos que se impartían, que debían ceñirse a las enseñanzas bíblicas. Fue la Edad
Moderna, con sus ideas humanistas, la división de la cristiandad y el movimiento
renacentista, las que van a ir restando la influencia de la iglesia en las universidades.
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Por otra parte, el hecho universitario se extendió prontamente por el continente europeo
medieval y abrió sus puertas a estudiantes y maestros de diferente procedencia gentilicia, de
todas las lenguas y naciones (universalidad geográfica). El latín sirvió a todas como
instrumento de comunicación científica y espiritual adquiriendo así universalidad
lingüística.
También universal, porque buscando todos los saberes los recogió de autores de todas las
culturas y civilizaciones constituyéndose así en su universalidad científica y cultural, y
porque los títulos que refrendaban los conocimientos adquiridos poseían validez universal
para enseñar en todas partes.
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En el caso de la ciencia y el saber, la autonomía debe ser considerada al menos desde dos
aspectos: primero, la autonomía propia del poder del saber y la ciencia que la faculta para
fijarse sus propias normas y métodos y los límites de su propia expansión y propósitos;
segundo, la autonomía de la ciencia y el saber, como tales, tienen una función social que
cumplir, para lo que necesitan un espacio jurídico. Aquí se da la regulación del estado.
Pero esta autonomía del saber fue durante siglos amordazada por la iglesia católica, que
imprimió su manera de ver el mundo. Hasta el siglo XVIII, las universidades fueron
autónomas jurídicamente, si bien no lo fueron en sus enseñanzas; la Iglesia mantuvo su
hegemonía y monopolio de la educación superior hasta bien avanzado el siglo XIX. En
todo este tiempo, existió la lucha de los poderes civiles y eclesiásticos por el control de la
institución. Si en siglo XIX la universidad desaparece como centro de formación
sustancialmente clerical lo es para pasar a depender del Estado, como un servicio
administrativo más.
MODELOS UNIVERSITARIOS
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En primer lugar está el Modelo Alemán también llamado humboldtiano, tenía como
objetivo formar personas con amplios conocimientos, no necesariamente relacionadas con
las demandas de la sociedad o del mercado laboral. Para las universidades germanas
estudiar o investigar es hacer ciencia y hacer ciencia, en el fondo, es cultivar un saber o
conocimiento. Una sociedad con personas formadas científicamente sería capaz de hacer
avanzar al conjunto de la sociedad en sus facetas sociales, culturales y económicas.
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intelectual va dirigida a su vez a modelar un tipo humano determinado. Para lograr estos
fines la Universidad ha de convertirse en imperio del saber y la cultura, en el que reine un
ambiente de mutuo intercambio de ideas y en el que se discutan el ámbito y la función de
cada rama de la ciencia y sus relaciones recíprocas.
El Modelo Francés, también llamado napoleónico, tuvo por objetivo formar a los
profesionales que necesitaba el Estado. Las universidades se convirtieron en parte de la
administración del Estado para formar a los profesionales que ese mismo Estado
necesitaba. Los profesores se harían funcionarios públicos, servidores del Estado y forman
parte de cuerpos nacionales de funcionarios. La autonomía institucional es inexistente ya
que los objetivos de las instituciones y los programas de estudio tienen un carácter
nacional. Sin embargo, el poder del profesorado le permite influir notablemente en la
elaboración de los programas y en la definición de las políticas universitarias. Las
instituciones estarían al servicio del Estado más que al de la sociedad. El énfasis estaba
dado en la docencia, por sobre la investigación.
Finalmente esta el Modelo Norteamericano, que actualmente es el sistema imán que atrae
estudiantes avanzados de todo el mundo, que vienen en busca de un entrenamiento de alta
calidad. La escuela norteamericana de grado se convirtió en un lugar de búsqueda
permanente que no sólo le hace sitio a la investigación sino que la busca de manera
incesante. Las instituciones de grado de los E.E.U.U., no sólo ofrecen los grados más altos,
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los de maestría y doctorado, sino que sostienen esos grados con un elaborado sistema de
admisión, trabajo de cursos y evaluación que se realizan por separado.
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LA UNIVERSIDAD EN LATINOAMÉRICA
ORIGEN DE LAS UNIVERSIDADES EN LATINOAMÉRICA
En la América que fuera conquistada por los españoles, la universidad es una institución
cuya trayectoria de más de cuatro siglos se inicia con la conquista misma del territorio. A
menos de medio siglo del descubrimiento de América, se establece en Santo Domingo, en
1538, la primera Universidad del Nuevo Mundo. En 1551 se crean las Universidades de
San Marcos de Lima y de México, cuando todavía no había ninguna en lo que sería los
Estados Unidos. A la época en que Harvard fue fundada (1636) América Latina contaba
con 13 Universidades, que llegaron a 31 al producirse la independencia.
Mientras las viejas universidades europeas adquieren su autonomía luchando contra los
poderes eclesiásticos y los poderes laicos; en el Nuevo Mundo, las universidades son
importadas y su establecimiento es otorgado desde arriba y desde fuera, por un acto
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administrativo. Lo que se importa, por decisión de los poderes laicos y religiosos, es pues
una institución cuya idea de universidad responde al modelo medieval europeo.
Las Universidades de Salamanca y Alcalá de Henares, las dos universidades españolas más
famosas de la época, fueron los modelos que inspiraron las fundaciones universitarias en el
Nuevo Mundo. La primera de todas, en Santo Domingo, respondió al modelo de “convento-
universidad” de Alcalá, universidad centralmente preocupada por la teología, cuyo rector
era también el prior del convento, y con mayor independencia del poder civil. Salamanca
en cambio, la primera universidad de España, se vinculó en sus orígenes con la idea de
servicio a la nación, o más bien a la monarquía. Las dos fundaciones universitarias más
importantes del período colonial, Lima y México, ambas de 1551, fueron creadas por
iniciativa de la corona y tuvieron el carácter de universidades mayores, reales y pontificias.
Su influencia en las restantes universidades del Nuevo Mundo fue decisiva. Sus
constituciones y estatutos, inspirados en la tradición salamantina hasta en los menores
detalles, fueron adoptados o copiados por muchas otras universidades del continente. En su
trayectoria evolucionaron hasta constituirse en universidades del virreinato, y son las
precursoras de las universidades nacionales de América Latina. Santo Domingo, en
cambio, puede considerarse como el antecedente de las universidades católicas o privadas.
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Por un lado, se asiste a la disolución más o menos rápida de la vieja institución, calificada
de escolástica, atrasada y rutinaria, que en algunos casos sobrevive de hecho hasta el siglo
siguiente y en otros es disuelta, como sucedió con la Universidad de México, calificada por
el gobierno que tomó la medida de "inútil, irreformable y perniciosa". Por otro lado, se
crean o se reestructuran universidades que dependen estrechamente del gobierno y, a la
vez, tienen una responsabilidad muy amplia en el conjunto del sistema educacional.
El continente ahora vive bajo gobiernos de generales y abogados, que pueden preocuparse
o no de la educación en general, pero de cuyo campo de atención suelen estar muy lejos la
ciencia, la tecnología y sus conexiones con el desarrollo de la producción.
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medicina; mas también fue un factor de resistencia a las innovaciones oriundas de los
nuevos grupos sociales que aspiraban a una educación superior más accesible, a la abertura
de nuevas disciplinas y a las tentativas de mudanza provenientes de gobiernos y
movimientos reformistas.
La tradición universitaria anterior sería sustituida en ese proceso transformador por una
burocracia racional, selectiva e impersonal, con sus defectos de rutina y formalismo que
hicieron cada vez más difícil mantener e incentivar la creatividad cultural. El modelo
emergente de la universidad republicana consolidó otra característica mayor de la
universidad colonial, y de la entera sociedad latinoamericana: su lejanía de la ciencia.
Así, las dinámicas sociales e ideológicas que fueron minando el orden oligárquico, tan
firme todavía hacia 1900, llegarían a infiltrarse en las casas de estudios superiores, desde
donde configurarían una de las principales vertientes antioligárquicas de la
democratización latinoamericana.
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Después de una ardua lucha, protestas, huelgas y toma de las instalaciones universitarias, el
7 de octubre de 1918, a través de un decreto presidencial se selló el triunfo de la lucha del
movimiento estudiantil, dándosele legitimidad legal a la Reforma universitaria iniciada en
Córdoba, consagrándose las reivindicaciones de éste sobre coparticipación estudiantil en el
gobierno de la Universidad, la asistencia facultativa a los cursos, la renovación periódicas
de las cátedras, y la flexibilidad en los procedimientos de exámenes, etc.
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EL MODELO LATINOAMERICANO
América Latina inició durante el siglo XX, a partir de la Reforma de Córdoba de 1918, un
modelo específico de universidad caracterizado por la autonomía de sus instituciones
públicas, un marco de gestión basado en la modalidad de co-gobierno, la presencia
destacada de la educación monopólica pública, la gratuidad de su acceso, una estructura
corporativista de gestión en su interior y un rol del Estado orientado al suministro de los
recursos financieros.
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Todos los conocimientos que podían ser necesarios para ejercerla debían ser inculcados en
los jóvenes estudiantes. La hipótesis era que todo lo que no se aprendía en la universidad ya
no se iba a aprender después. Los profesores, actores principales del proceso educativo,
debían procurar que los estudiantes aprendieran el máximo de conocimientos específicos
que fueran a ser necesarios en la vida laboral, pero, sobre todo, que los profesores deberían
garantizar que ningún estudiante que obtuviera el título académico (que igualmente era el
profesional) careciera de esos conocimientos imprescindibles para el ejercicio de la
profesión. La universidad y el profesor eran, y siguen siendo, garantes de que los graduados
tengan la competencia profesional necesaria. Las universidades no sólo dan la habilitación
académica sino también la profesional, al contrario de lo que sucede en el mundo
anglosajón, en el que la habilitación para el ejercicio profesional la otorgan los gremios
profesionales y no las universidades. Este es un hecho relevante que actualmente es centro
de reformulaciones, y que supondría una auténtica revolución en el modelo tradicional de
las universidades.
La universidad se concibe, desde entonces, como una herramienta o instrumento del cambio
social. Su función primordial, si bien era formar al estudiante, exigía que en semejante
formación se inyectasen los gérmenes y motivaciones que hicieran de ese estudiante un
agente que actuara dinámicamente sobre su sociedad para transformarla. Sin embargo,
resulta evidente que su estructura académica repite y reitera, sin modificaciones
importantes o significativas, las bases y formas sustanciales que servían de sostén y diseño
a la universidad medieval. En este sentido, la reforma de Córdoba, así como el modelo
universitario que desde entonces se impuso en el ámbito latinoamericano, son
profundamente tradicionalistas y escasamente innovadores.
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LA UNIVERSIDAD EN VENEZUELA
El subsistema educativo superior venezolano, cuya génesis habría que ubicar en 1696, con
la inauguración del “Magnífico, Real, Y Seminario Colegio de Señora Santa Rosa de Santa
María de Lima de Santiago de León de Caracas”, a partir del cual se va a erigir en 1721 la
Real y Pontificia Universidad de Caracas, es un proceso institucional, pedagógico,
científico y cultural, que aún se mantiene en gran parte inédito para la investigación
histórica contemporánea.
LA UNIVERSIDAD COLONIAL
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Sagrada Escritura, permanecieron regentadas por los dominicos desde 1742, mientras el
resto, temporales y de propiedad, eran provistas por rigurosa oposición.
Sin embargo, el balance es crítico a la hora de evaluar o valorar el rol intelectual que le tocó
jugar a la institución universitaria en la segunda mitad del XVIII. En términos generales, la
universidad colonial se comporta orgullosamente independiente y se aferra a su tradición
escolástica.
Ahora bien, el otro polo universitario colonial es el que se gesta en Mérida, a partir de la
fundación, el 29 de marzo de 1785, del Seminario Colegio de San Buenaventura de Mérida
de los Caballeros, por el Obispo Juan Ramos de Lora, quien dictó las Constituciones por
las cuales había de regirse esta modesta Casa de Estudios, que elevada luego a Seminario
habría de convertirse muchos años más tarde en Instituto Universitario. Efectivamente, en
junio de 1787, por Real Cédula, se aprueba el funcionamiento de la institución y, en 1795,
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se le concede permiso para dictar los Estudios Generales que habilitaran a sus estudiantes
para recibir los correspondientes grados académicos en la Real y Pontificia Universidad de
Caracas. Luego viene un largo y accidentado proceso de transformación del Seminario en
Universidad; es la Junta Patriótica de Mérida, en 1810, a la que le correspondió fundar esta
ilustre casa de estudios, la segunda de Venezuela, ya en los albores de la República.
Típicamente colonial, con gran peso de la iglesia que la mantiene bajo su control, aún en
los primeros años de la república, la Universidad de Mérida se mantuvo dormida a la falda
de su Sierra Nevada, iniciando su transformación en 1832, al incorporar en sus Estatutos las
reformas que promueve el Libertador Simón Bolívar en la Universidad de Caracas en
1827, reforma que define un nuevo tiempo histórico para nuestra universidad, el tiempo
histórico de la independencia nacional y del nacimiento de la República.
Al comparar las dos constituciones, la de 1727 y la de 1827 se pueden apreciar los cambios
que se introducen en el modelo colonial, a partir de la absoluta separación que se hace de la
iglesia, como factor dominante en el quehacer universitario, la reforma del claustro, la
actualización de las cátedras, introduciendo en ellas las nuevas corrientes científicas, y la
asignación de rentas para darle base material a la autonomía universitaria. Con ello, se
buscaba adecuar la institución a la nueva situación jurídico-política de un país que transita
de la subordinación colonial a la condición de nación independiente.
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Una situación parecida vive también la Universidad del Zulia. En 1883, el Colegio Federal
de Primera Categoría del Estado Falcón, Sección Zulia, se transforma en institución de
educación superior al otorgársele la facultad de conferir los grados de doctor en todas las
ciencias, con excepción de las eclesiásticas. Este es el colegio sobre el cual se va a erigir, el
29 de mayo de 1891, la Universidad del Zulia, instalándose formalmente el 11 de
septiembre de ese mismo año en el Templo de San Francisco de la ciudad de Maracaibo. Al
igual que la de Carabobo, su cierre se hace efectivo en 1904.
Las razones que explican esta penosa acción del gobierno del General Cipriano Castro se
pueden enmarcar en las siguientes categorías. En primer lugar, hay que referirse a la difícil
situación fiscal en que queda el país después del triunfo de la llamada “Revolución
Restauradora” de Cipriano Castro, el cual llega al poder por vía de la fuerza en diciembre
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de 1899. Lejos de cesar, la guerra civil continua, agravada en 1902 con el bloqueo de las
potencias europeas a los principales puertos venezolanos, lo cual llevó al gobierno a crear
nuevos impuestos y a rebajar sueldos y salarios, afectando, entre otros servicios, el
funcionamiento de las instituciones educativas, en especial, las universidades, las cuales
van a quedar reducidas a dos, la de Caracas y Mérida, en 1904. Pero hay también razones
vinculadas al interés de contrarrestar aquellas iniciativas regionalistas que como la de
Carabobo y el Zulia conspiraban contra el centralismo imperante desde la capital, además,
de los conflictos internos de carácter ideológico y científico que también estaban presentes
en aquellos años; es evidente, que la corriente positivista había ganado bastante terreno en
la reforma académica, de tal manera, que los sectores adversos a esta concepción científica
y a su filosofía no perdieron la oportunidad de justificar el cierre de 1904.
La universidad del siglo XIX, a partir de Juan Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán
Blanco, sufrió cambios fundamentales, ya que fueron estos gobernantes quienes, restándole
autonomía electiva y la libre disposición de sus propiedades, rebajaron el viejo instituto a la
categoría de un gran colegio subordinado a la dirección del oficialismo. Además, llama la
atención los efectos del positivismo en la tradición humanística del siglo XIX, ya que la
introducción del positivismo desterró la enseñanza de la filosofía.
Pero es, entre los gobiernos de Castro y Gómez (1900-1935), que la universidad
venezolana va a sufrir su máximo estancamiento y retroceso. En 1900, una bufonada
escenificada por un grupo de estudiantes universitarios en contra del caudillismo de los
generales y que el gobierno interpretó como una ridiculización del Presidente Castro,
denominada “La Sacrada”, motivó en 1901 el cierre temporal de la Universidad. Luego, se
tomo la decisión de clausurar las universidades del Zulia y de Carabobo en 1904. Y entre
1912 y 1920, el cierre nuevamente de la Universidad Central pero por un lapso de ocho
años. Este acontecimiento ha sido tratado en términos generales como una retaliación del
gobierno gomecista en contra de la universidad, lo cual no deja de ser cierto.
Sin embargo, también se trataba de una especie de crisis de gobernabilidad interna que
llevó a la decisión drástica de cerrar la institución como medida de castigo, sin medir las
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consecuencias fatales que aquel acto del ejecutivo podía significar para el desarrollo de la
ciencia y la cultura, en aquel país agrario, atrasado, que apenas había logrado salir de casi
un siglo de guerras civiles, amotinamientos y golpes de estado.
Los actos que tuvieron mayor repercusión pública fueron los que se celebraron en el Teatro
Municipal de Caracas, donde se coronó la Reina de los Estudiantes y se leyó el poema de
José Pío Tamayo, “Homenaje y Demanda del Indio”; en el Panteón Nacional, donde habló
Jóvito Villalba y en la concentración estudiantil en La Pastora, donde participaron Joaquín
Gabaldón Márquez y Rómulo Betancourt. En aquella atmósfera festiva, los jóvenes
universitarios deslizaron críticas al gobierno y se hicieron ligeras alusiones a las libertades
perdidas y al imperialismo, lo cual fue suficiente para que la reacción gubernamental
actuara en lo inmediato, apresando a Villalba, Betancourt, Tamayo y Prince Lara. La
solidaridad estudiantil no se hizo esperar y en masa se presentaron aquellos jóvenes en las
puertas de las cárceles de Caracas, para entregarse voluntariamente, en apoyo a sus
compañeros. Doscientos catorce de ellos fueron detenidos y enviados al Castillo de Puerto
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Se aprecia, pues, que la universidad caraqueña, en estas tres primeras décadas del siglo XX,
estuvo más en conflicto con el gobierno que en actividad académica y científica plena,
dejando al país, fundamentalmente, una generación de líderes políticos y sociales que van a
empezar a actuar de manera decisiva en la lucha por la democracia entre 1936, tras la
muerte del dictador, hasta 1958, cuando entre avances y retrocesos, entre gobiernos civiles
y militares, el país toma el curso de la modernización capitalista impulsada por la renta
petrolera y logra en 1958 la instauración definitiva de un modelo político de democracia
representativa. Revisemos brevemente las ejecutorias universitarias en este período de
transición.
El cambio había sido drástico. Pasábamos de una Venezuela agraria, fundada en el poder de
los caudillos, a otra Venezuela que avanzaba en la urbanización acelerada y que levantada
su riqueza sobre la explotación y venta del petróleo, pero que sin embargo, no había
alcanzado aún estadios de progreso social, ampliación de los servicios públicos,
modernización de su aparato industrial, ni conocía de los avances de vivir en un verdadero
sistema democrático. Era un país que se había detenido a las puertas del siglo XX. Los
acontecimientos que siguen a la muerte de Gómez van a estar signados por esas
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aspiraciones colectivas de avanzar hacia el siglo XX, bajo los paradigmas de la modernidad
capitalista y de la democracia representativa. La universidad tenía mucho que ver con la
construcción de aquellos ideales colectivos, que ahora pasaban a ser verdaderos desafíos
políticos.
Como se sabe, el sistema universitario apenas contaba con dos universidades: la UCV, con
1.256 alumnos inscritos y la ULA, con 276. Y lo primero fue la ampliación del sistema
educativo superior con la fundación del Instituto Pedagógico Nacional, como Escuela
Normal Superior, el 30 de septiembre de 1936. En ese mismo año, se reinician las gestiones
para la reapertura de la Universidad del Zulia, la cual se logra en 1946 y en 1954 se fundan
las dos primeras universidades privadas el país: La Universidad Santa María y la
Universidad Católica Andrés Bello. Este hecho tiene que ver con la política educativa
llevada a cabo tanto por la Junta Militar de Gobierno que derroca al Presidente Rómulo
Gallegos, en 1948, como por el gobierno dictatorial del General Marcos Pérez Jiménez
(1953-58) en el que se le dio gran impulso a la educación privada.
La fundación de la Universidad Santa María (USM) tiene mucho que ver con la crisis que
vive la Universidad Central de Venezuela en el gobierno dictatorial del General Marcos
Pérez Jiménez, ya que a pesar de que a su gobierno se le debe la inauguración de la
“Ciudad Universitaria” en 1953, por otro lado, los derechos autonómicos que se habían
recobrado en el trienio 1945-1948, fueron nuevamente perdidos en 1952, cuando el
gobierno impone un Consejo de Reforma en la UCV el cual removió a todas las autoridades
y expulsó a un elevado número de profesores y estudiantes. Como consecuencia de ello
hubo violentas protestas estudiantiles contra las autoridades impuestas y las clases fueron
suspendidas indefinidamente. Pues bien, la USM inicia sus actividades el 21 de octubre de
1953 con las Facultades Derecho, Economía y Farmacia, y entre sus autoridades y docentes
van a estar presentes una gran parte de aquel profesorado de la UCV que había sido
expulsado por la intervención de 1952. Este período culmina con la activa participación de
estudiantes y profesores de la UCV en el derrocamiento de la dictadura pérezjimenista, el
23 de enero de 1958. Destaca, entre aquellos acontecimientos, la huelga estudiantil del 21
de noviembre de 1957, como respuesta a los resultados del plebiscito organizado por el
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gobierno el 4 de noviembre de aquel año y que daban triunfador a Pérez Jiménez. En fin,
las acciones estudiantiles no se limitaron a la UCV, sino que se extendieron a la
Universidad Católica Andrés Bello y a la Universidad de los Andes. La caída del régimen
militar y la inauguración de la democracia representativa le abrían un nuevo tiempo
histórico a la universidad venezolana.
Una de las primeras acciones que toma la Junta de Gobierno de 1958, fue la de nombrar
una Comisión Universitaria encabezada por el Dr. Francisco de Venanzi, quien asumió la
dirección de la UCV y más tarde se transformó en el primer rector electo, en el siglo XX,
por sufragio universal, directo y secreto del Claustro, para el trienio 1958-1963. Esa misma
Comisión elaboró un anteproyecto de Ley de Universidades donde se restablecieron los
principios de autonomía y se creaba, como órgano único nacional destinado a coordinar al
sector universitario, el Consejo Nacional de Universidades. Este anteproyecto dio paso al
Decreto Ley N° 458, del 5 de diciembre de 1958, sancionado por el Dr. Edgar Sanabria,
como Presidente encargado de la República, y con el cual se derogaba la Ley de
Universidades del 2 de agosto de 1953. Sin embargo, luego de las elecciones de diciembre,
sale electo Rómulo Betancourt en representación del partido Acción Democrática,
abriéndose nuevamente un periodo de confrontación con las universidades, especialmente a
partir de 1960 cuando la universidad pasa a ser escenario del conflicto político del gobierno
con la oposición de izquierda que culmina con la suspensión de las garantías
constitucionales. La UCV no sólo fue cerrada en varias oportunidades, sino además,
allanado el recinto universitario por tropas del ejército.
Pero hay un acontecimiento institucional de gran significación por sus efectos posteriores
en la organización del sistema universitario nacional, como fue la creación, según Decreto
de fecha 6 de diciembre de 1958, de la Universidad de Oriente, puesto que esta nueva Casa
de Estudios Superiores nacía bajo el concepto de Universidad Experimental, la cual no
gozaba de la autonomía establecida en la Ley, ni se ajustaba totalmente a la estructura
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Así, mientras entre el 2000 y 2005 sólo fue incorporada una universidad pública al sistema
de educación superior, la Universidad Bolivariana de Venezuela, del lado de la universidad
privada se cuentan la Alonso de Ojeda, Arturo Michelena, Católica Cecilio Acosta, Dr. José
Gregorio Hernández, José Antonio Páez, Monteávila y Panamericana del Puerto, creadas
entre 2002 y 2004. Se trata, pues, de un conglomerado institucional que pugna por
transformarse en un verdadero sistema educativo nacional cuya reconstrucción y
comprensión histórica está por realizarse, más allá de la crónica y la apología aniversaria,
desde las perspectivas de la moderna ciencia de la historia en cuyo seno se desarrolla
actualmente una nueva historia social e institucional de la educación y la pedagogía como
Programa de Altos Estudios y como Línea de Investigación en correspondencia con los
cambios socio-políticos, científicos y culturales que se vienen desarrollando en la sociedad
global contemporánea.
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