TP Final Geografía Histórica 2021 - Federico Cáceres
TP Final Geografía Histórica 2021 - Federico Cáceres
TP Final Geografía Histórica 2021 - Federico Cáceres
1) ¿Por qué en el texto de Braudel se cita la teoría de Arnold Toynbee que introduce los
términos de Reto y Réplica, en la vinculación entre el hombre y el medio? Considerar las
corrientes geográficas del determinismo y posibilismo.
2) ¿Qué relación se establece entre una civilización y una sociedad? ¿Qué lugar ocupa la
cultura en ellas?
3) ¿Cuáles son los rasgos de una sociedad que permiten configurar una mentalidad
colectiva?
4) ¿Por qué la Historia, la Geografía y la Economía se conjugan en el apartado de las
civilizaciones son Economías?
5) En base a los textos de Álvarez De Dotti – Cruces y de Méndez:
¿Qué valoraciones adquiere el espacio para la Geografía Humana? ¿Y cuáles son las
apreciaciones sobre el espacio geográfico? Explicar en cada caso y mencionar cuando se
alcanza la espacialidad, reflejada en el Parque Juan de Garay de la ciudad de Santa Fe,
capital.
6) ¿Qué particularidades permiten identificar los siguientes términos? territorio (formal-
virtual), territorialidad (privada-colectiva), región y ambiente (construido-natural)
Relacionar con procesos demográficos y productivos.
1)
2) Arnold Toynbee (1899-1975) fue un historiador británico, se formó en el Colegio de
Winchester. Uno de sus principales aportes académicos fue su teoría cíclica sobre el
desarrollo de las sociedades. Según sus postulados el medio geográfico se le
presenta al hombre como un reto, es decir, una dificultad a vencer. A fin de lograr su
objetivo, el hombre genera una respuesta, dando comienzo a los cimientos de una
civilización. En contraposición a ella, Fernand Braudel (1902-1985), historiador
francés, formado en la Universidad de París, explora los límites de esta teoría. Si
uno la lleva al límite concluye que si la naturaleza presenta un reto muy grande, la
respuesta del hombre será acorde a la altura. Pero hasta nuestros días podemos ver
como en los desiertos o las zonas polares no han surgido verdaderas civilizaciones a
pesar de los intereses que despierten. Por lo tanto, la naturaleza sí puede presentarse
como un reto y en consecuencia obtener una respuesta del hombre, pero no
necesariamente surgirá de esta una civilización.
Lucien Febvre (1878-1956), historiador francés, formado en la Universidad de
Borgoña, dio origen al termino posibilismo para denominar al pensamiento de Vidal
de la Blache. Braudel adhiere a esta corriente, para él el hombre como individuo
aporta más al espacio que lo que los deterministas admiten. Así como varían los
retos que el espacio presenta, varían sus respuestas, las posibilidades son infinitas.
Como ejemplo cita al atraso en el que viven los montañeses, que ante un ambiente
hostil se encuentras imposibilitados de cambiarlo y las avanzadas civilizaciones que
los campesinos están formando en las planicies donde construyen canales, sistemas
de riego, etc. Es el hombre el protagonista de estos cambios, que incluso ha tenido
casos de éxito ante obstáculos como el mar o las islas. Sin embargo la postura de
Braudel fue desde «la historia no la hacen los espacios geográficos, sino los
hombres que dominan o descubren estos espacios» a ««somos herederos de un agua
profunda sobre la que navegamos mal, a ciegas. Esa superficie de historia nos es
propicia, sin duda: nos creemos libres en ella y la libertad es, en esencia, la ilusión
feliz de ser libre, de pensar que «el hombre hace la historia», cuando la recíproca
-«la historia hace al hombre»- es por desgracia más verdadera».
5) Toda sociedad, toda civilización está condicionada por datos económicos, técnicos,
biológicos, demográficos: «Las condiciones materiales y biológicas son siempre un
factor importante en el destino de las civilizaciones. El aumento o la disminución de
la población, la salud o la decrepitud físicas, el auge o la decadencia económica o
técnica repercuten tanto en el edificio cultural como en el social». De esa manera
Braudel articula la economía y la demografía. Privilegia la importancia del número
de hombres: ya que para él fue el único instrumento al servicio del hombre, por
consiguiente el único artesano de la civilización material. En principio, toda
expansión geográfica habría favorecido el auge de las civilizaciones pero la
abundancia de hombres, un día se volvería nociva, cuando el aumento de la
población excede al crecimiento económico. En el mundo entero se habrían
producido períodos de hambre, disminución del salario, revueltas y epidemias que
venían a sumarse al hambre, desengrosando las filas de la población mundial.
Después de estas catástrofes biológicas (como por ejemplo, la de la segunda mitad
del siglo XIV europeo, con la peste negra y las epidemias subsiguientes, o la que se
precisa en el siglo XVIII), los supervivientes vivirían de momento con más soltura
hasta que se reinicie el ciclo de expansión poblacional y se repita el ciclo. Parece
que la industrialización ha roto, a finales del siglo XVIII, y en el siglo XIX, este
círculo vicioso y que ha devuelto al hombre, incluso en casos de superpoblación, su
valor y la posibilidad de trabajar y de vivir. Un factor de gran influencia en el
desarrollo de civilización braudeliana es la incidencia de las fluctuaciones
económicas en las civilizaciones. La vida económica estaría continuamente
oscilando en fluctuaciones cortas y largas. Por otra parte, la vida económica sería
casi siempre creadora de excedentes, sea cual sea el sentido de la fluctuación. Ahora
bien, el gasto, el despilfarro de estos excedentes han sido una de las condiciones
indispensables para el lujo de las civilizaciones. La civilización se encontraría así en
función de una cierta redistribución del dinero: «Las civilizaciones se particularizan
en su cumbre y, más tarde, en su masa, según el mecanismo de redistribución que
les es propio, según los mecanismos sociales y económicos que reserva en los
circuitos del dinero la parte destinada al lujo, al arte, a la cultura». Tanto en la
actualidad como en el futuro, el problema estaría en crear una civilización que fuese
al mismo tiempo cualitativamente rica y civilización de masas, tremendamente cara,
inconcebible, nos dice Braudel, si no se pone una cantidad importante de excedentes
al servicio de la sociedad. Las desigualdades económicas en el ascenso de las
civilizaciones han hecho surgir entre diferentes clases sociales, también las ha
creado entre los diversos países del mundo.
El parque Juan de Garay, de la ciudad de Santa Fe, data de la primera mitad del
siglo XX, a lo largo de un proceso social de más de seis décadas fue cambiando su
equipamiento, algunas de sus funciones, como así también sus consumidores y se
constituyó en un emergente de aquel proceso.
El paisaje es aquello del mundo que existe realmente para cada individuo, su
realidad, es su vida misma. El resto del universo solo tiene un valor abstracto. Yo
soy aquello que veo y aquello que hace sentir lo que veo. No hay un yo sin un
paisaje, y no hay un paisaje que no sea mi paisaje, el suyo o de él.
Es necesario pensar en el paisaje del parque de manera crítica, como forma de
entender la espacialidad, de lo geográfico e histórico, en su evolución en el tiempo.
El paisaje no es para siempre, es objeto de cambio. Al avanzar sobre la
interpretación del paisaje llegamos al lugar que es inseparable de la reproducción y
transformación de la sociedad en el tiempo y en el espacio. Es decir, la espacialidad
como producto social, parte integral de la construcción y estructuración de la visa
social.
El parque es analizado desde su espacialidad, porque es:
• Un espacio físico de naturaleza material, una mancha verde intercalado en el
tejido urbano, que no es neutra.
• Un espacio mental de cognición, de ideas conformadas a partir de elementos
y procesos de ese espacio, construidas por distintos actores sociales informados,
conscientes e intencionados, pertenecientes a grupos de segmentos sociales
diferentes.
• Representación de sí mismo que medio en las relaciones establecidas con el
espacio y otros individuos.
• En su estructuración social en tiempo y espacio, considerando en sus
dimensiones no neutras, en sus instancias intervinientes y como partes constitutivas
del proceso, que dan lugar a estructuras sociales y a prácticas cotidianas de
individuos concretos.
La vida social con sus múltiples conflictos está caracterizada en la espacialidad del
parque, en el que se materializaron los productos de la sociedad, en el transcurso de
una generación a otra. Mientras algunas funciones de ese espacio verde cambiaron,
otras no, pero para que se cumplieran fue preciso incorporar elementos nuevos, o
adecuar los existentes.
La carga material, los constructos que la sociedad fue depositando en el espacio,
tuvieron perdurabilidades diferentes a lo largo de un proceso social de más de
medio siglo, no exento de conflictos que marcaron peculiaridades en el espacio.
La ciudad entendida como lugar donde se superponen diversos modelos urbanos
que se transforman, resignifican, reutilizan, destruyen, reemplazan. El parque, como
lugar personalizado de una comunidad, permite interpretar en él la expresión de su
experiencia y su recuerdo como rasgos fundamentales de su identidad.
El parque actualmente es un lugar que implica una apropiación y transformación del
espacio y de la naturaleza, que cumple con estas tres funciones: de locale, porque en
ese emplazamiento físico se construyen las relaciones sociales de determinados
grupos; de localización en donde se producen los efectos de los procesos sociales y
económicos del locale, es decir, la sociedad con su red de relaciones sitúa la acción.
Es el lugar donde se da la reproducción y transformación de la relaciones sociales
requeridas por las demandas y requerimientos de una división del trabajo que
responde al control del poder político vigente y de sentido de lugar particular,
porque despierta sentimientos de agrado, empatías que pueden extenderse más allá
de sus límites, es decir, contribuye aún más como otro significado de lugar, pues
puede ser un objeto de identidad para su sujeto, en su diferenciación con otros
lugares.
Para Edward Soja la espacialidad es concebida como un producto social, como parte
de la construcción material y la estructuración de la vida social que no puede ser
comprendida si se la separa de la sociedad y de las relaciones sociales. Así, la
espacialidad vista como espacio socialmente producido, se distingue del espacio
físico de la naturaleza material, del espacio mental de la cognición y la
representación cognitiva; pero si, en su conjunto puede ser conceptualizado como su
equivalente.
El sujeto, en su representación mental del espacio físico, lo transforma en un
espacio social. Por eso, no se acepta la dicotomía de lo físico y lo humano en
geografía social, la producción social de la espacialidad se apropia de las
representaciones del espacio mental y las concretiza como parte de la vida social. Se
deduce, que la vida social está constituida materialmente en su espacialidad.
Espacio y tiempo socialmente construidos como manifestaciones concretas.
Al parque actualmente se lo ve comprimido por el avance de la urbanización de los
barrios vecinos del sector oeste de la ciudad. La marcación de las vecinales permite
apreciar que las que limitan el espacio físico del parque son seis. De ellas, cuatro
pertenecen a sectores carenciados de la sociedad santafecina, en los que se registran
altos índices de desnutrición, mortalidad infantil, hacinamiento, recrudecimiento de
la tuberculosis, violencia, inseguridad, drogadicción. Las dos restantes escapan a las
características antes mencionadas; sus pobladores pertenecen a segmentos sociales
de clase media alta, media y media baja y sus construcciones invadieron, en un
momento dado el predio destinado al parque, debido a la mercantilización del
espacio con edificios que evidencia la utilización e buenos materiales.
Se verifica en la espacialidad del parque su propia producción y reproducción
social, a través de la constante lucha, conflicto y contradicción entre los distintos
sectores que integran la sociedad de las vecinales, que más uso hacen de la
territorialidad del parque.
Los espacios verdes incorporan el tiempo libre del trabajador, tiempo de ocio para la
mayoría de los habitantes que concurren al mismo, y para otros, tiempo de
trabajo(vendedores de helados, gaseosas, globos, empleados de limpieza, agentes de
la dirección de tránsito, maestros, profesores, etc.,) donde se localizan y producen
las múltiples relaciones sociales cotidianas; relaciones cargadas de intencionalidad.
Es un espacio que no es neutro, es social, político e ideológico.
El tiempo libre entendido como las horas que le quedan a una persona después del
trabajo, al disminuir este, surgen dos tiempos: el de ocio y el de los desocupados. El
parque va cambiando de fisonomía según la hora del día, el día de la semana y de la
estación del año y de los grupos sociales que acompañan estos cambios.
El parque en un paisaje artificial, transformado por la vida en sociedad, es
heterogéneo porque está formado de elementos naturales y artificiales. Si se
considera, que la relación entre paisaje y sociedad productiva están cada vez más
ligadas, el paisaje, dice Milton Santos, es una escritura sobre otra, es un conjunto de
objetos de edades diferentes, una herencia de muchas momentos diferentes.