Federico Medina (2013) - El Clerigo Escolastico Zegada y La Sociedad de Beneficencia de Jujuy (Siglo XIX)

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XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia.

Departamento de Historia de
la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.

El clérigo Escolástico Zegada y


la Sociedad de Beneficencia de
Jujuy (siglo XIX).

Federico Medina.

Cita:
Federico Medina (2013). El clérigo Escolástico Zegada y la Sociedad de
Beneficencia de Jujuy (siglo XIX). XIV Jornadas
Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de
la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo,
Mendoza.

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XIV Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia

Mendoza - 2013

Mesa: Instituciones y prácticas religiosas en Iberoamérica. Cambios y continuidades entre


1750 y 1850.

Coordinadoras: Dra. María Elena Barral y Dra. Valentina Ayrolo

Escolástico Zegada y la Sociedad de Beneficencia de Jujuy (siglo XIX)

Federico Medina

(Becario CONICET - CEPIHA - Universidad Nacional de Salta)

fm0886gmail.com

Introducción

En la segunda mitad del siglo XIX florecieron y se fortalecieron diversas formas de


asociacionismo en el escenario rioplatense. Muchas de estas instituciones se originaron por
iniciativa gubernamental y otras por impulso de sujetos particulares. Lo cierto es que sus
funciones eran alternativas y a veces se complementaban con las funciones de los estados
provinciales, que por lo demás se encontraban en proceso de formación y consolidación. En
términos generales, la actividad asociativa se la podía visualizar en la emergencia de
Sociedades de Beneficencias, Filantrópicas, Literarias, de Inmigrantes, etc. Eran lugares en
donde se atendían problemáticas individuales o sociales. En algunos casos, se forjaban
valores y representaciones, se reafirmaban patrones culturales e identitarios y en otros se
transmitían prácticas y se promocionaba el intercambio y la discusión de ideas (Di Stefano,
2002 y Fernández-Folquer, 2012).

Es interesante tomar en consideración la propuesta realizada por Pilar González de


entender a la “sociabilidad” como categoría de análisis que “remite a prácticas sociales que
ponen en relación un grupo de individuos que efectivamente participan de ellas y apunta a
analizar el papel que pueden jugar esos vínculos” (González Bernaldo, 2007: 82).

En este sentido, este trabajo, de tipo exploratorio y descriptivo, busca trazar un


primer esbozo de los sujetos que participaron y se relacionaron en el seno de la Sociedad de
Beneficencia de Jujuy, focalizando en la trayectoria del clérigo Escolástico Zegada (1813-
1871), miembro fundador de la misma. Al tiempo nos proponemos demarcar el itinerario de
los proyectos emprendidos y los vínculos de la Sociedad -y sus integrantes- con el poder
político local y “nacional”. Iniciamos el estudio con la fundación de la Sociedad de
Beneficencia y llegamos hasta la década de 1860, ya que por entonces parece haberse
diluido la injerencia del clérigo jujeño.

Los integrantes y la lógica de funcionamiento: la sociabilidad entre la beneficencia y la


política

La Sociedad de Beneficencia de Jujuy se fundó en el año 1844, bajo el gobierno federal de


Mariano Iturbe. Muchas de sus funciones suplieron la asistencia del estado provincial. Cabe
aclarar que el mismo se encontraba en proceso de consolidación. Jujuy hacía diez años que
se había separado de la provincia de Salta y erigido en jurisdicción política autónoma. La
Sociedad de Beneficencia desplegaría sus actividades en este contexto en el que el propio
estado diseñaba su ingeniería institucional, que mediante su legislación, delineaba y
redefinía sus competencias. Ejemplo de lo que decimos fueron las normas que se dictaron
para profundizar el control social, como las destinadas a controlar a las pulperías y
penalizar los excesos del carnaval, para llevar adelante el sistema rentístico de la provincia
y la marcha administrativa y política a través de los diferentes reglamentos de la
administración provincial (Conti, 2006 y Delgado-Fandos-Boto, 2006).

La Sociedad se creó por Ley de la Junta de Representantes, que a su vez se


sustentaba en el artículo 37, inciso 11, del Estatuto Provincial sancionado en el año 1839.
El artículo establecía que el gobierno de la provincia iba a promover el nombramiento de
comisiones de ciudadanos tanto en la ciudad como en los departamentos de la campaña,
para que presentasen proyectos de mejoras sociales en distintas áreas, se citaba el ramo de
agricultura, comercio, ciencias y artes1. Según la Ley sancionada, la Sociedad debía estar
integrada por seis ciudadanos coordinados por un presidente, cargo que recaía en el
gobernador de la provincia. Los seis miembros se dividían en tres vocales -que serían el
juez de primera nominación, el procurador de la ciudad y el cura párroco- y tres ciudadanos
elegidos por el poder ejecutivo2. El gobierno federal al nombrar al juez de primera
nominación, al procurador de la ciudad y a los tres miembros de la “sociedad civil”
controlaba la Comisión Directiva de la Sociedad.

Escolástico Zegada integraba la Comisión en su carácter de cura párroco de la


Matriz. En tanto los tres ciudadano elegidos por el Ejecutivo fueron José López Villar,
Mariano González e Ignacio Carrillo, que a su vez por la hora eran diputados de la Junta de
Representantes. López Villar y Carrillo estaban relacionados familiarmente con el clérigo y
la relación entre ellos fue bastante sólida y, como veremos, incluyó la pertenencia al mismo
grupo político. Años más tarde, López Villar, Carrillo y Zegada encabezarían una
movilización, que la historiografía clásica denominó “revuelta unitaria”3, deponiendo al
gobierno federal. Esto nos permite suponer el juego de fuerzas hacia el interior de la
Sociedad de Beneficencia, aspecto que no dejaría pasar por alto Escolástico Zegada. A
partir de recomendaciones que le realizaba Zegada a su sobrino Macedonio Graz -a la sazón
integraba una Sociedad de este tipo en Bolivia- podemos observar la lógica de
funcionamiento del grupo al que Zegada formaba parte:

Doy mil gracias a Dios de la formación de esta Sociedad […] Te haré


también algunas indicaciones que me ocurren de pronto […] Las
reuniones comunes que tenga la Sociedad, si son públicas es preciso que
no traten sino de los asuntos de menor valor que tenga o de algunos que
interesen indistintamente a buenos y malos, más de aquellos a que los
malos se han de oponer es preciso tratarlos en reuniones privadas y con
mucho disimulo realizarlos (tú no tienes experiencia todavía, y no te

1
Estatuto Provincial sancionado en 1839. Transcripto en: Registro Oficial. Compilación de Leyes y decretos
de la Provincia de Jujuy, tomo I, 1884. P. 106. En adelante: Registro Oficial.
2
Ley sancionada el 14 de enero de 1844. En: Registro Oficial. P. 176.
3
Vergara (1940).
imaginaras cuanta es la oposición de los perversos a todo lo bueno, y de
cuantos artificios disfrazados se valen para destruirlo)4.

El testimonio nos permite proyectar el funcionamiento y las lógicas de acción del


grupo al que Zegada formaba parte. La recomendación que le realizaba a su sobrino Graz
sugiere las tácticas que se podían llevar adelante en el caso que se trataran
temas/emprendimientos en los cuales no habría consenso o en los que se avizoraba que
podía haber oposición. Antes de la reunión general era necesario alcanzar el acuerdo con
los miembros del mismo grupo. Al mismo tiempo, muestra las tensiones y las diferencias
de criterios hacia el interior de la Sociedad. Diferencias que eran percibidas por el cura de
la matriz en términos maniqueos, había una percepción acerca que los proyectos
presentados y motorizados por el grupo eran “lo bueno” mientras que los “opositores a lo
bueno” eran consignados como “perversos”.

Estas acciones deben de ser contextualizadas en el clima político del gobierno


federal y considerando que varios de los que integraban la Comisión eran de tendencia
unitaria. Ya un clásico estudio de Miguel Ángel Vergara señalaba que Jujuy era de a ratos
federal y de a ratos unitaria (Vergara, 1837). Por su parte, Viviana Conti (2006) sostiene
que la “concordia federal”, no llegó a alcanzar en la provincia la armonía esperada ni fue
tan federal como la quería Rosas. Los aportes historiográficos que mencionamos llaman la
atención acerca de la complejidad del entramado político de la época. En este sentido, la
pauta prolongada en el tiempo fue que los diferentes sectores de la dirigencia y de los
gobiernos apoyaron los emprendimientos de la Sociedad. Uno de los canales que permiten
visualizar esta afirmación fue el aporte de fondos dados desde la creación de la Sociedad
hasta finales del siglo XIX.

No obstante, no se ausentaron momentos en los que algunos de los emprendimientos


que se llevaban a cabo quedarían paralizados por las disputas políticas. Es interesante
referirse a la “revolución unitaria” de 1849, que lo llevaría al párroco de la matriz a la
gobernación de la provincia. El conflicto se desató hacia finales de 1848 en torno a la
elección del sucesor del gobernador Mariano Iturbe, quien para lograr la continuidad del

4
Archivo del Museo Histórico Norte. Carta de Escolástico Zegada a Macedonio Graz. 25 de julio de 1851. C.
V. C. 32.
régimen federal apoyó y movilizó para que fuera elegido gobernador su ministro Pedro
Castañeda. Sin embargo, Castañeda fue inmediatamente depuesto por un grupo liderado por
Mariano Santibáñez, de vasta experiencia en la insurgencia ya que participó en las batallas
por la autonomía jujeña y fue uno de los integrantes de la revuelta unitaria de 1840. Los
descontentos eligieron a Zegada gobernador provisorio quien, por ese momento, era
diputado por la Capital.

Nos referimos a este episodio porque uno de los muchos argumentos que quedaron
reflejados en el acta5 del suceso acusaba al gobierno federal de haber suprimido la Sociedad
de Beneficencia y con ella sus proyectos, entre los que se referían puntualmente al aula de
Idiomas, coordinada por el cura Escolástico Zegada. Se atribuía al gobierno federal haber
“quebrantando y echando por tierra las leyes de su creación [Sociedad de Beneficencia],
para llevar adelante sus sistemado desentendimiento del progreso del país y su calculada
oposición a toda mejora pública por más urgente y reclamado que fuese por el Pueblo”6.

Pese a todo, sería efímera la victoria de quienes depusieron a Castañeda, ya que a


mediados de 1849, con ayuda del gobierno federal de Salta, sería repuesto en el poder
ejecutivo local, previa negociación de llevar adelante una política benévola con los que
habían iniciado el tumulto.

La Sociedad de Beneficencia fundada en 1844, quedó presa de los conflictos


políticos y terminó paralizada. En octubre de 1850, época en que el restituido Castañeda
ocupaba el ejecutivo provincial, se crea por decreto la Sociedad Filantrópica. A diferencia
de la otra Sociedad, integrada por funcionarios del estado provincial y por ciudadanos
elegidos por el poder ejecutivo, la Sociedad Filantrópica estaría compuesta por personajes
de la “sociedad civil”, varios de ellos habían compuesto la primera Sociedad. Los
miembros de la “sociedad civil” presentaban una mayor homogeneidad en trayectos
sociales y políticos.

El decreto de creación especificaba que la Sociedad Filantrópica estaría presidida


por el clérigo Escolástico Zegada y compuesta por Gabriel Cuñado, Mateo Molina, Benito
Bárcena, José López Villar, Mariano González, Mariano Santibáñez, Borja Fernández,
5
Archivo General de la Nación. Carpetas de Gobierno de Jujuy 1838-1852. Sala X. 27 7 13.
6
Ibídem.
Miguel Bárcena, Alejo Belaúnde, José María Bárcena, Mariano Pérez y Manuel Padilla7.
Socialmente, la mayoría eran miembros de la elite y poseían extensas propiedades de
tierras. En este sentido, otros eran socios en negocios económicos, como fue el caso de
miembros de la familia Bárcena y la familia Zegada: la relación se puede ver materializada
entre Miguel Bárcena y Julián Gregorio Zegada, padre del cura párroco.

Quizás el rasgo más característico que los unía haya sido su oposición en ciertos
momentos al régimen federal y hayan colaborado de los breves gobiernos unitarios. Por
ejemplo, Mariano Santibáñez junto a Miguel Bárcena formaron parte del gobierno
instaurado en 1842, adherente a la Liga del Norte. Por su parte. Mateo Molina, fue un
médico cirujano porteño que venía acompañando las tropas unitarias del general Lavalle y
que pasado este episodio se quedó residiendo en Jujuy. Santibáñez, luego encabezaría una
segunda asonada en contra del gobierno federal de Iturbe en 1849, en la que participaron la
mayoría de los descriptos antes, movimiento que -como adelantamos- lo llevó a Zegada a la
gobernación.

Luego de los años que estuvo Pedro Castañeda en el poder siguió un período, que la
historiográfica clásica denominó “interregno unitario”, en el que fue elegido gobernador
José López Villar. Su gabinete y su equipo de gobierno estuvieron compuestos por la
mayoría de los personajes que integraron la Sociedad Filantrópica. Ejemplo de lo que
decimos fue la conformación de la Comisión encargada de presentar una propuesta de
Estatuto Provincial que estuvo compuesta, entre otros, por Mariano Santibáñez, Manuel
Padilla y José Benito Bárcena (Sánchez de Bustamante, 1957: 216). En esta época era
diputado Escolástico Zegada.

Nuevamente, López Villar no cumplimentó mandato, pues Mariano Iturbe se hizo


nuevamente del poder y sería el último gobernador de los tiempos del federalismo rosista.
En estos meses al reasumir el poder en su mensaje a la Legislatura Iturbe se refería a las
instituciones a las que nos venimos refiriendo.

(…) sería conveniente que la V. H. dictase una nueva forma a fin de


restablecer esta Sociedad [Beneficencia fundada en 1844] de un modo

7
Registro Oficial. P. 258 y 259.
más adecuado y expeditivo, excluyendo de ella al Gobierno por otras
importantes atenciones que constantemente le rodean, y darle las
atribuciones del Instituto filantrópico creado por Decreto el 9 de Octubre
de 1850 por hallarse aquel disuelto y ser inverificable su reintegro y
estabilidad en el número de individuos de que se compone, cuyos
atributos eran los de inspecciones sobre los establecimientos de educación
pública y el Hospital con facultad de arbitrar los recursos necesarios para
este, previo el superior permiso del Gobierno, abriendo suscripciones
voluntarias, siempre que lo exijan las necesidad de dicho Hospital, y de
acordar los Reglamentos que fuesen convenientes para el régimen de
aquel establecimiento, sometiéndose a la sanción del Gobierno. Con las
luces y patriotismo de la expresada Sociedad, espera el Gobierno poder
arribar con mejor éxito a tan benéficos fines, siempre que diesen lugar las
vitales atenciones de la Patria8.

No era difícil suponer los motivos por los que el gobernador Iturbe disolviera la
Sociedad Filantrópica, ya que como vimos estaba integrada en su conjunto por unitarios
que habían participado en las asonadas que derribaron gobiernos federales (1840 y 1849) y
formaron parte del breve interregno político de José López Villar. Iturbe transfería las
funciones, que las veremos en el apartado que sigue, de la Sociedad Filantrópica a la
Sociedad de Beneficencia fundada en 1844. La razón la podemos encontrar en el poder que
quería continuar conservando el gobierno en la marcha de la Institución. Si bien retiraba la
representación formal del gobierno en la Comisión Directiva, no lo excluía de la toma de
decisiones. De los cinco integrantes de la misma, el gobierno se reservaba la designación
efectiva e indirecta de cuatro: el juez de primera nominación, el procurador de la ciudad y
tres ciudadanos. La Comisión continuaría estando formada por el cura párroco.

En la década de 1850, y en otro contexto político en la provincia, la Sociedad de


Beneficencia seguiría en su mayoría integrada por los mismos personajes: Manuel Padilla,
Ignacio Carrillo. Se incorporarían otros personajes que también participaron en contra de
los gobiernos federales de la década de 1840, como los hermanos Gabino y Gervancio
8
Archivo Histórico de Jujuy. Colección Vergara, caja 3, carpeta, 7. Discurso del gobernador José Mariano
Iturbe a la 12ª Legislatura.
Pérez y José Luis Portal. Al mismo tiempo, se sumarían otros estrechamente ligados a al
cura de la matriz como su sobrino Macedonio Graz y dos clérigos de la vicaría foránea, a
saber, Vicente Comín y Torcuato Salverri9.

Algunos de estos agentes -como Macedonio Graz, Manuel Padilla, José Quintana y
José Benito Bárcena- ocuparían cargos de representación a nivel nacional en el Congreso
de Paraná. Su carácter de representantes les permitiría llegar y vincularse con el elenco
urquicista, especialmente con Juan María Gutiérrez, quien ocuparía varios ministerios -no
simultáneamente- del gabinete urquicista. Puntualmente, Graz, Padilla y el cura de la matriz
colaborarían operando a favor del candidato a presidente propuesto por Urquiza en 1859.
Aspecto que es posible sugerir incluía el apoyo en el Congreso a los proyectos presentados
por ejecutivo nacional. No fue menor el hecho que Zegada, desde sus lugares de acción
pastoral arengaba a sus feligreses a apoyar al gobierno nacional presidido por Urquiza.
Toda esta red de mediaciones y reciprocidades darían como resultado que el gobierno
nacional aportara fondos para la Sociedad de Beneficencia y sus proyectos.

Ahora bien, como venimos observando la conformación tanto de la Sociedad de


Beneficencia como de la Filantrópica estuvieron compuestas por hombres, por lo menos
hasta finales de la década de 1850. Este aspecto marcó una peculiaridad jujeña en
comparación con otras Sociedades formadas en el espacio rioplatense durante el siglo XIX
(Mallagray, 2009), en general compuestas por damas de los sectores más acomodados del
campo social.

La presencia femenina se incorporaría a la Sociedad de Beneficencia de Jujuy con la


creación de establecimientos de educación, que en los primeros años de la década de 1860
pasarían a estar a cargo de una “asociación de señoras”, la solicitud fue realizada por
Escolástico Zegada al gobierno de la provincia (Vergara, 1940: 158). Pensamiento que le
clérigo tenía desde hacía varios años, en 1851, le escribía a su sobrino Graz: “Para la
educación femenina puede crearse una sociedad de Señoras de respeto, no mosas”10. Las
señoras de “respeto” eran mujeres pertenecientes a las familias mejores posicionadas

9
Actas de la Sociedad de Beneficencia de la década de 1850. Transcriptas en el catecismo formulado por
Escolástico Zegada. Archivo del Complejo Cultural San Francisco de Salta. Zegada, Escolástico;
Instrucciones Cristianas, Imprenta Coni, Buenos Aires, 1869. En adelante: ACCSFS. Zegada (1869).
10
AMHN. Carta de Escolástico Zegada a Macedonio Graz. 25 de julio de 1851. C. V. D. 32.
socialmente y que pudieran destacarse por su buena conducta, honradez y sentimientos
benéficos11.

En concreto, esta “asociación de señoras” encargadas de los establecimientos de


enseñanza, fundamentalmente el Colegio de Educandas de Dolores, estuvo formada por
mujeres que portaban apellidos ligados a las gestas civiles y militares que jalonaron la
institucionalización de la provincia y la nación en ciernes. Manejaron el Colegio con cierto
grado de autonomía, diseñando políticas propias y estrategias a seguir (Mallagray, 2009 y
Rocabado 2010). No es menor señalar que estas estrategias la tenían que negociar -en esta
época- con el cura párroco que se reservaba para sí –autorizado por el gobierno civil y
eclesiástico- el patronato del Colegio y los miembros de la Sociedad. La Sociedad de
Beneficencia controlaba explícitamente su accionar. Ejemplo de lo que decimos fue el
hecho sus miembros presenciaban los exámenes de las estudiantes12.

Con el paso de los años se sumarían las Hermanas de la Caridad para el caso del
Colegio de Mujeres y Padres Lazaristas para el Colegio de varones, otro proyecto
concretado por la institución. La gestión de estos misioneros ante las autoridades de París la
realizó Escolástico Zegada junto al gobernador eclesiástico en sede vacante Isidoro
Fernández. En este sentido, no estuvo ausente la presencia eclesiástica, tal como se puede
observar en la visita eclesiástica realizada por el mismo Fernández que supervisó -cuyo
dictamen fue positivo- en 1858 el establecimiento, las clases impartidas, los reglamentos y
los autores que se utilizaban para la enseñanza13.

Por lo que pudimos estudiar, la Sociedad de Beneficencia estuvo estrictamente


vinculada con el poder político y el poder eclesiástico. No presentó una linealidad en el
tiempo sino que tuvo marchas y contramarchas debidas a los conflictos políticos, en
especial de la época precaseros. En consecuencia, actuó como un espacio en el que sus
integrantes reforzaron lazos políticos, pues como vimos la inmensa mayoría de los mismos
lo vemos participando en movilizaciones que derribaron a los gobiernos federales en la

11
Las representaciones con respecto a las mujeres Zegada puede verse su catecismo Instrucciones Cristianas,
editado en tres oportunidades: 1847, 1857 y 1869.
12
Esto se desprende del acta del 9 de marzo de 1862, citada en (Vergara, 1940: 159).
13
Visita del provisor eclesiástico del obispado de Salta en sede vacante, junio de 1859. Transcripta en
ACCSFS, Zegada (1869: 40-43).
provincia y colaborando en los gobiernos unitarios. Por otro lado, la centralidad de los
vínculos tejidos entre miembros de la Sociedad con miembros del poder nacional nos ayuda
a comprender su continuidad.

Los emprendimientos y los proyectos

La Sociedad de Beneficencia que se fundó en Jujuy no se diferenció demasiado en sus fines


de las otras creadas a lo largo del siglo XIX para el espacio rioplatense. La gestación y
puesta en marcha de sus proyectos sociales visibilizaron la apertura de un espacio de poder
donde se pretendía asistir la enfermedad y el abandono, a la vez de regular las normas que
articularían las relaciones sociales, por ejemplo, a través de la educación (Fernández-
Folquer, 2012). Normas diseñadas en las percepciones de los sectores dominantes. Para el
caso de Jujuy, los emprendimientos que materializó la Sociedad de Beneficencia fueron
iniciativa en muchos casos del cura párroco en diálogo con sus compañeros afines de la
política, que la más de las veces integraron las filas del gobierno provincial, formando el
elenco del Ejecutivo o siendo diputados en la Junta de Representantes. A mismo tiempo,
algunos miembros de la Sociedad eran párrocos de la vicaría foránea como Escolástico
Zegada, Torcuato Salverri y Vicente Comín.

Bueno es señalar que los emprendimientos llevados a cabo por la Sociedad fueron
apoyados de una u otra manera por el Estado provincial y que el mismo se encontraba en
proceso de edificación, institucionalización y diseño de sus competencias. Las instituciones
creadas por la Sociedad acompañaron y otras suplieron las competencias del Estado en la
resolución de problemas sociales.

Así, a los pocos meses de inaugurada la Sociedad, en 1844, el clérigo se dirigía a su


sobrino Graz para contarle los avances en relación a las obras de la misma:

1°. La obra de la [a]cequia de Reyes que ya está adelantada (…) 2°.


Sujetar a todos los artesanos a un reglamento de industria y moral, con
condiciones estrictas para evitar los escándalos, la embriaguez, el juego,
etc. Esto principió el 22 de éste, reuniéndolos a todos a son de caja,
leyéndoles el reglamento, haciéndolo aceptar y que en el acto principie a
cumplirse a presencia de la Sociedad, en la cual preside el Gobernador.
Creo que esto será un freno poderoso para la corrupción de la plebe. 3°.
Dar impulso de muchos modos a la educación moral y literaria de los
jóvenes. 4°. Tomar varias providencias para contener los vicios y excesos
públicos14.

La Sociedad tenía funciones relevantes desde el punto de vista social y político. Al


parecer, fue la que proponía y formulaba diferentes reglamentos que buscaban normatizar
prácticas sociales. La urgencia por “enderezar las conductas” era un punto de relevancia en
la agenda de la institución. Se proponían corregir las desviaciones a la regla, haciendo que
las personas sean más útiles y eficaces a los intereses del poder (Foucault, 2008 [1975]). En
este sentido, no fue menor que los miembros de la dirigencia de la Sociedad fueran de los
sectores más acaudalados del espacio social y que fueran los más interesados en la
edificación de un orden según sus representaciones sociales. De allí, encontraba sentido la
idea de “frenar la corrupción de la plebe”, es decir, evitar los escándalos, la embriaguez y el
juego (Medina, 2012).

Con estas acciones se buscaba combinar la vigilancia y el castigo, “tomar


providencias para contener los vicios y los excesos”. Los efectos del poder disciplinario, en
este caso, no sólo se los pueden considerar en términos negativos -“exclusión, rechazo,
censura”- sino también en términos positivos, a saber, teniendo en cuenta que el poder
produce realidad, origina ámbitos de acción, instituye (Foucault, 2008 [1975]). Fueron
notables en este último punto las intenciones de la institución en promover diferentes
proyectos que favorecieran la educación moral y literaria de los jóvenes.

Corresponde señalar que varios de los proyectos que reencauzaría la Sociedad de


Beneficencia eran propuestas ideadas y algunas ya iniciadas por el cura Zegada. Por
ejemplo, en la década de 1840 se dirigía a su sobrino para expresarle:

Procura cuanto puedas observar e imponerte bien del reglamento,


operaciones, progreso, [etcétera] de esa Sociedad llamada Instituto

14
Carta de Escolástico Zegada a Macedonio Graz, del 25 de julio de 1844. Ver, Vergara (1940: 72).
nacional: cuyo fin es propender a todo lo que sea útil al País. Aquí estoy
tratando de hacer a lo menos un remedo de eso para procurar una aula de
latín y de Lógica y Ética (de la 1ª ya esta encargado el Dn. Isidoro (…));
otra de rudimentos de Derecho Civil, un Hospitalisto; una Casa de
Educandas [etcétera]15.

Estos proyectos Zegada lo pensaba desarrollar en el marco de la Sociedad de


Beneficencia, que como se recordará, estaba recientemente fundada. Es interesante la
función desempeñada en este caso por su sobrino Graz, que le informaba sobre las acciones
que llevaba a cabo una institución de beneficencia en Bolivia, de la que Zegada tomaba
como modelo. Se sentaban dos preocupaciones que con el correr de los años, el cura
miembro de la Sociedad de Beneficencia, iba a llevar a cabo en el seno de la institución, a
saber, la creación de establecimientos de educación y la fundación de un Hospital. En esta
carta le manifestaba a Graz las iniciativas en relación a la creación de las aulas de Latín,
Lógica y Ética. De la primera decía que ya estaba funcionando y que estaba a cargo del
clérigo salteño Isidoro López. El maestro de latinidad, no sólo tenía como función la de
enseñar a sus alumnos ese idioma, sino también tenía entre sus ocupaciones la de instruirlos
en moral e higiene y supervisar la escuela de primeras letras16. Esta función, en general, la
cumplieron los clérigos, además de López, también fue maestro de latinidad el clérigo
franciscano -y miembro de la Sociedad en la década de 1850- Vicente Comín.

Otro de los emprendimientos en materia educativa de la Sociedad fue el Colegio de


educandas de Dolores. El nombre se colocó en honor a la esposa de Justo José de Urquiza,
Dolores Costas. Este acto nos muestra las vinculaciones que se buscaron y consiguieron
entablar con el gobierno de la Confederación y que se vio verificado por otras aristas en un
andamiaje mutuo de reciprocidades políticas.

El Colegio se inauguró el 9 de julio de 1858 y asistieron algunos miembros del


gobierno local encabezados por el gobernador Roque Alvarado y su ministro de gobierno
Serapio de Tezanos Pinto. El poder político fue uno de los más interesados en que la obra
se materializara. Es así que la Sala de Representantes en marzo de 1858 dictó una ley que

15
AMHN. Carta de Escolástico Zegada a Macedonio Graz, 31 de diciembre de 1844. C I. D. 27.
16
Decreto del poder ejecutivo, 1 de julio de 1846. En: Registro Oficial. P. 205-206.
subvencionó una beca por cada departamento con el objetivo que esas niñas, luego de su
formación, pudieran transmitir sus conocimientos en las diferentes localidades de la
provincia (Vergara, 1940; 151-167). Las egresadas de la institución serían las primeras
maestras de las escuelas que luego inauguraría el gobierno.

Ya señalamos que estuvo a cargo de una asociación de señoras y que luego la


administración fue compartida con las hermanas de la Compañía de las Hijas de la Caridad,
quienes arribaron a Jujuy junto a dos padres de la orden Lazarista, que a la sazón iban a
encargarse de la gestión de un colegio para varones. No obstante, durante su estadía las
hermanas regentearon el colegio matizando la formación, ya que se incorporó la enseñanza
de la lengua francesa y otras metodologías de transmisión de contenidos disciplinares
(Vergara, 1940).

En 1865 el gobernador Daniel Aráoz se dirigía al ejecutivo nacional solicitando que


el colegio bajo la dirección de los padres lazaristas fuese nacionalizado. El gobierno
nacional -por la hora a cargo del presidente Bartolomé Mitre- respondió de forma
negativa17, sin embargo le enviaba para el proyecto la suma de 2000 pesos. Según parece,
los fondos eran insuficientes para los religiosos -tanto para los padres como para las
hermanas- y a pesar de los esfuerzos del gobierno y de una comisión integrada por José
Benito Bárcena y Placido Sánchez de Bustamante, en la que intervenía Escolástico Zegada,
los religiosos terminaron abandonando la ciudad (Vergara, 1940: 151-167).

La decisión tomada por el clérigo de llevar religiosos para que colaborasen en la


enseñanza impartida en los establecimientos se entiende, en el contexto de la década de
1850 y sobre todo en 1860, en el cual se profundizó en el país la llegada de religiosos y
religiosas extranjeros, como parte de los influjos de la inmigración o a partir de iniciativas
de las iglesias locales para que prestasen sus servicios y de esta forma suplir las
necesidades institucionales, religiosas y educativas (Di Stefano y Zanatta, 2009).

En este sentido, las hermanas de la Caridad volverían a Jujuy a hacerse cargo de


otro de los emprendimientos de la Sociedad de Beneficencia: el Asilo del Buen Pastor
fundado en 1884. Si bien, Escolástico Zegada uno de los ideólogos más importantes de la

17
Aspecto que debemos continuar profundizando.
Sociedad ya había fallecido, la instalación del Asilo fue una de sus ideas llevadas a la
práctica. En 1856, advertía de la necesidad de un Asilo en su escrito Reflexiones sociales y
religiosas como ciudadano de la República y ministro de la Iglesia18.

En ese escrito fundamentaba su propuesta, ya que no había un espacio para recluir a


las mujeres que, juzgadas por la justicia, resultasen punibles. La realidad que describía el
clérigo hacía referencia a que, las cárceles al no ser específicas del género, favorecían “el
roce” con los guardias y con lo que las reclutas se hacían más “impúdicas y audaces”; o a
veces -continuaba Zegada- se las encargaba a una determinada familia, y le generaban a la
misma el “contagio de la impunidad”. Es por ello, que consideraba necesario erigir un
espacio en el cual se propiciara una verdadera corrección en el que las recluidas pudieran
aprender oficios, “propios de su sexo”, como los afines al lavado, a la costura y al trabajo
con telas. De la misma forma, dos elementos, no se ausentaron de la propuesta. Uno
interno, la formación religiosa, y otro externo, referido al temor que la reclusión podía
generar, y en consecuencia, lograr la disminución del delito19.

El Hospital, al inicio sin nombre y luego denominado San Roque, fue otro de los
proyectos pensados y emprendido por Escolástico Zegada al principio sin ayuda oficial y
después encausado a través de la Sociedad de Beneficencia. Junto al Hospital se iba a
restaurar la Capilla de la orden mercedaria, abandonada en el siglo XVII.

En 1847, Zegada se dirigía a la autoridad diocesana a fin de solicitar la licencia


correspondiente para la creación del Hospital y también pedía:

que por el derecho de fundación me declare el dominio y conceda la


dirección y el establecimiento y todo lo que le sea peculiar, desde ahora
para lo sucesivo, lo mismo que a quienes yo pusiese en mi lugar, con
facultad amplia y libre para disponer cuanto fuere conveniente a fin de

18
Complejo de Archivos y Bibliotecas Históricos de Salta. Fondo Zambrano. Zegada, Escolástico (1856);
Reflexiones sociales y religiosas como ciudadano de la República y ministro de la Iglesia, Imprenta del
Comercio, Salta. En adelante: CABHS. Zegada (1856).
19
CABHS. Zegada (1856: 18-19).
precaver, en cuento pueda, las usurpaciones y tropelías que la
experiencia demuestra que se cometen contra las fundaciones piadosas20.

Le solicitaba al delegado eclesiástico de Jujuy José Mariano de la Bárcena la


autorización de la obra y, en el mismo acto como vemos, el derecho de patronato y
administración, lo argumentaba en el hecho de fundación. Tal prerrogativa le serviría de
resguardo en caso de las disputas y las luchas internas de la Sociedad como hacia afuera de
la misma: para evitar las “usurpaciones y tropelías”. No sólo la autoridad eclesiástica le
había concedido el derecho de administración sino también el poder ejecutivo en enero de
184921.

Uno de los principales objetivos por la que se creó la Sociedad Filantrópica fue para
la administración del Hospital, que terminó abriendo sus puertas en 1850. Los
administradores serían personajes relacionados con Zegada. Durante mucho tiempo ocupó
el cargo el sobrino político del cura de la matriz, Ignacio Carrillo. Los que realizaron el
reglamento de funcionamiento fueron Manuel Padilla, Alejo Belaude y Mariano Santibáñez
(Vergara, 1940:116).

Así, vemos que la Sociedad ocupó un rol de relevancia en Jujuy, entre su creación y
los primeros años de la década de 1860. Fue la encargada de formular reglamentos que
normatizaran relaciones sociales y estuvo encargada de establecimientos sanitarios y de
formación. Se puede sugerir que existió cierto consenso entre los diferentes sectores
políticos, ya que las ejecuciones de los proyectos se realizaron en gobiernos federales y en
los interregnos unitarios primero y luego recibieron el apoyo de los gobiernos en la era
poscaseros. Varias de las iniciativas fueron propuestas por el cura párroco y su círculo afín,
apoyado y sostenido por los diferentes gobiernos (provinciales y nacionales).

Fondos, relaciones con la feligresía y con el poder ejecutivo local y nacional

20
Solicitud realizada por Escolástico Zegada al vicario apostólico de Jujuy José Mariano de la Bárcena.
Transcripta en: (Vergara, 1940: 101). La cursiva nos pertenece.
21
Registro Oficial. P. 239-240.
La Sociedad de Beneficencia, contó para la realización de sus proyectos con fondos
provenientes del estado provincial de Jujuy así como de recursos del poder nacional en
ciernes. Esto se debió -podemos suponer- a que muchos de los que integraron el seno de la
misma eran funcionarios del estado provincial o diputados en la Sala de Representantes que
podían influir en los presupuestos anuales. Del mismo modo, se puede decir de los
representantes de Jujuy en los órganos de gobierno a nivel nacional, en el que jugaron
solidaridades y reciprocidades políticas. A su vez, no fue menor la importancia del aporte
de la feligresía y de los negocios económicos que emprendió la Sociedad para conseguir
fondos.

La preocupación del financiamiento fue una de los aspectos que más interesó a
Escolástico, así se lo expresaba a su sobrino Macedonio Gras, en términos de
recomendación en razón de una Sociedad que integraría Gras en Bolivia:

Supongo que la sociedad tendrá fondos de que disponer: sino, deben


buscarlos, v. g. tocando resortes para que el Gobierno asigne algún ramo
con estos fondos y algunas suscripciones que consignan debe atenderse a
las necesidades más urgentes22.

Señalaba el aporte del gobierno y suscripciones voluntarias: “había que tocar


resortes” y efectivamente los jujeños así lo hicieron. En el Ley de creación de 1844, la Sala
de Representantes le otorgaba a la Sociedad de Beneficencia la su suma de dos mil pesos23.
En el presupuesto del año 1848, se destinaba la suma de $600 para subsidiar la construcción
del Hospital y la reconstrucción del templo la Merced24. Al año siguiente, el cura párroco
de la matriz, le solicitaba al gobierno más fondos para continuar con las mismas obras. Por
decreto el ejecutivo se dictaminaba:

Artículo 1: Por ahora y hasta que se concluya la obra de la Merced y el


Hospital, quedan afectos a ellas los hombres penados a obras públicas, y
los que por faltas o delitos que cometen, se pueda a este fin conmutarles
la pena, sin agravio de las leyes.

22
AMHN. Carta de Escolástico Zegada a Macedonio Gras, 25 de julio de 1851. C V. D. 32.
23
Registro Oficial. P. 176-177.
24
Registro Oficial. P. 230.
Artículo 2: Acuérdese el decreto del Exmo. Gobierno, fecha 7 de Mayo
de año 47, relativo a multas y herencias, cuyo ingreso entendiéndose
comprehendido el derecho transversal, quedó aplicado a beneficio de la
expresada obra (…)

Artículo 4: Se signan cincuenta pesos mensuales del fondo público,


mientras dure la obra de la Merced y Hospital, en que se comprenden los
trescientos pesos anuales, antes destinados por el gobierno”25.

Como se puede ver, el gobierno federal no sólo aportó con dinero sino también
delegando el trabajo de los hombres penados por la justicia, y otorgándole las multas y
herencias transversales. En realidad, los artículos segundo y tercero refrendaron lo
declarado por el gobernador Iturbe en diciembre de 1848 en un mensaje dado a la
Legislatura. En ese mensaje sostenía la necesidad del gobierno en acompañar el “esfuerzo
de nuestro recomendable párroco y a la generosa filantropía de los ciudadanos que han
contribuido con sus expendios a este interesante trabajo”26.

En octubre de 1850 se fundaba la Sociedad Filantrópica con la expresa finalidad de


que administrara el Hospital y los establecimientos de beneficencia pública. En el mismo
acto se autorizaba a la Sociedad a abrir suscripciones voluntarias, hecho que Zegada ya
venía realizando, por la hora era presidente de la Sociedad. Asimismo, se dictaminaba que
el presidente diera cuenta en cada semestre de todo lo practicado por ella27.

El aporte de los fieles fue bastante generoso. Este aporte no sólo se usó para la
construcción del Hospital y la reedificación del templo de la Merced sino también para los
establecimientos de educación. Las donaciones fueron desde arriendo de propiedades, fue
el caso de la propiedad de Rio Negro de Pablo Soria, dinero aportado en diferentes sumas
por miembros de la elite de la provincia y hasta feligreses que contribuían materiales para
la construcción, animales y productos que eran comercializados en Tambo o Recova

25
Registro Oficial. P. 240.
26
Discurso del gobernador Mariano Iturbe a la Legislatura, 5 de diciembre de 1848. Transcripto en: Sánchez
de Bustamante (1957: 237). El subrayado nos pertenece.
27
Registro Oficial. P. 258-259.
destinada para este fin, de la que nos referiremos más adelante. No menor fue las
contribuciones (dinero, productos) recogidas por los curas párrocos de la vicaría foránea28.

A partir del año 1855 el Hospital empezaría a recibir fondos del gobierno de la
Confederación, que serían sostenidos hasta 1857 y luego se continuarían con
intermitencias. Esta gestión fue realizada por Juan María Gutiérrez cuando era ministro del
gobierno urquicista29. En este sentido, bueno es recordar que existió una sólida relación
entre algunos miembros de la Sociedad Filantrópica y la dirigencia del poder nacional en
ciernes. Nos referimos a los diputados nacionales al Congreso de Paraná, Macedonio Graz,
Manuel Padilla y Mariano Iriarte. Por otro lado, el propio Escolástico Zegada llamaba -
desde el pulpito y desde su catecismo de 1857- a apoyar el orden político liderado por el
Vencedor de Caseros (Medina 2012).

El apoyo del gobierno nacional no se limitaría a los tiempos de Urquiza sino que
también provino del gobierno de Bartolomé Mitre. Ya habíamos adelantado que el gobierno
de Mitre había donado $ 2000 para la creación del Colegio de varones. En 1862, Zegada
cuando fue a Buenos Aires a ocupar la banca de senador por Jujuy, conoció a Bartolomé
Mitre. Escolástico aprovecharía la oportunidad para presentarle al por entonces recién
electo presidente de la nación, los proyectos que la Sociedad de Beneficencia llevaba a
cabo en Jujuy. En 1864, el cura de la matriz se dirigía a Mitre:

A la solicitud que allí dirigí de auxilios para hacer venir esta hermandad,
V. E. generosamente contestó proporcionando lo que se creyó preciso
para el transporte hasta Buenos Aires. Ahora; sin que sus pesadas
atenciones le hayan hecho olvidar este asunto, continúa su bondad
ofreciendo medios para el transporte hasta aquí (…) Por la misma gratitud
a que estoy pongo a disposición de V. E. como a bienhechor, como a
Magistrado y como amigo, ambos establecimientos; tal vez quiera que

28
Por ejemplo, el cuaderno de anotaciones de Escolástico Zegada decía que Fray Vicente [Comín] de Santa
Bárbara donó 326 ps.; el mismo Zegada figura haber tomado 200 ps. de la fábrica de la Iglesia Matriz; 343 ps.
recogidos por el cura de Tumbaya; 17 ps. remitidos por don Alejo [Marquiegui] de su curato; 108 ps. más 215
corderos remitidos por el cura de Humahuaca. Corresponde señalar que las anotaciones no tienen fecha
precisa, por alguna cita aislada se puede suponer que fueron de los primeros años de la década de 1850. Eran
anotaciones personales de Escolástico Zegada, citada en (Vergara, 1940: 103-115).
29
Carta de Escolástico Zegada a Juan María Gutiérrez, Jujuy, 14 de diciembre de 1862. Transcripta en
Epistolario del Doctor Juan María Gutiérrez, Tomo VII, Biblioteca del Congreso, 1990. Pp. 165-166.
entre a ellos a su nombre algún hijo o hija de algún amigo o patriota, o de
cualquier otro: serán atendidos del mejor modo; y será cual fuera el uso
que quiera hacer de mi humilde ofrecimiento, será satisfecho30.

El presidente Mitre financiaría el transporte de los religiosos, tanto el de París a


Buenos Aires como el Buenos Aires a Jujuy. Zegada le manifestaba su gratitud y al tiempo
le ofrecía vacantes en los colegios a personas que Mitre quisiera hacer ingresar. En el
resultado de esta relación y en la decisión del presidente jugó un rol importante nuevamente
Juan María Gutiérrez31 y podemos sugerir que no fue menor el hecho que el jujeño era
senador y por consiguiente representaba un voto en el Congreso. Por lo demás, estos
vínculos en este contexto son problemas que debemos continuar indagando.

Consideraciones finales

En el presente trabajo buscamos trazar un primer panorama del itinerario de la Sociedad de


Beneficencia fundada en 1844. En primer lugar, se puede decir que la Sociedad estuvo
jalonada por las reyertas políticas que caracterizaron la década de 1840, mientras que
parece haber funcionado con una mayor efectividad durante las década de 1850 y 1860.

Tal cual propone Pilar González, en el interior de la Sociedad se relacionó un grupo


de individuos, cuyos vínculos pueden verse materializados en prácticas concretas. Aquí se
incluyen no sólo las actividades propias de beneficencia sino también es posible sugerir que
la vinculación en el seno de la Institución haya permitido reforzar e iniciar lazos políticos.
En este sentido, analizamos que la gran mayoría de los integrantes se opusieron en ciertos
momentos a los gobiernos federales y también integraron los gobiernos unitarios. Además,
estaban vinculados por lazos económicos, familiares y sociales. Eran miembros de los
sectores más acomodados de la sociedad. En todo este entramado, vimos que jugó un rol
clave el cura de la matriz de Jujuy, Escolástico Zegada.

30
Archivo General de la Nación. Colección Casavalle. Sala VII. Expte. 19.3.4. (2298). Carta de Escolástico
Zegada a Bartolomé Mitre, Jujuy, 26 de septiembre de 1864.
31
Esto se desprende de las correspondencias mantenidas entre Escolástico Zegada y Juan María Gutiérrez. Cf.
Epistolario del Doctor Juan María Gutiérrez, tomo VII, Biblioteca del Congreso de la Nación, 1990.
Se pudo visualizar que en la materialización de los proyectos hubo percepciones
compartidas entre los miembros de la Sociedad, los diferentes sectores de la dirigencia
política y el poder eclesiástico. Se buscaba atender lo que se consideraban eran problemas
sociales. A través de la educación se buscaba instruir a la “plebe” y sacarla de la
“ignorancia”, castigar a los que se desviaban de la regla social establecida y separar y
atender la enfermedad. En estas percepciones se afirmaron los proyectos que la institución
emprendía.

Bueno es señalar que ciertos agentes que integraban la Sociedad, a veces y en


ciertos momentos, ocuparon cargos en el gobierno provincial o fueron diputados de la Junta
de Representantes. Por lo demás, también estuvo integrada por clérigos que tenían a su
cargo parroquias en la vicaría foránea. El caso más significativo fue el del propio
Escolástico Zegada, que presidió por años la Sociedad y al mismo tiempo fue párroco de la
matriz (1838-1866), vicario foráneo (1850-1866) y diputado en varias oportunidades.

Por consiguiente, estos vínculos y posiciones simultáneas permiten explicar la


continuidad de la institución y el apoyo recibido tanto por el poder político como por los
párrocos y feligreses. Vínculos y posiciones que la más de las veces explicaba la lógica de
funcionamiento de la Sociedad, sobre todo cuando se avizoraban tensiones y desacuerdos.
En palabras de Zegada, era necesario ante estas circunstancia, tratar los asuntos en privados
con los miembros afines y luego llevar la postura unificada del grupo a la reunión general.
Otra lógica, era la de “tocar resortes”, es decir, conseguir financiamiento del gobierno y de
voluntarios.

En este sentido, además de los fondos aportados por el gobierno provincial y de los
feligreses, la Sociedad recibió fondos del gobierno de Justo J. de Urquiza y luego del
gobierno de Bartolomé Mitre. Nuevamente, estos apoyos se los puede comprender en los
vínculos tejidos por miembros de la Sociedad y funcionarios del gobierno provincial, en la
que no se ausentó una relación mutua de solidaridades políticas.

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