Biografia Napoleon
Biografia Napoleon
Biografia Napoleon
Durante poco más de una década, tomó el control de casi toda Europa Occidental y Central
mediante una serie de conquistas y alianzas. Solo tras su derrota en la batalla de las
Naciones, cerca de Leipzig, en octubre de 1813, se vio obligado a abdicar meses más tarde.
Regresó a Francia y al poder durante el periodo conocido como los Cien Días y fue
derrotado para siempre en la batalla de Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815, cuando
fue desterrado por los británicos a la isla de Santa Elena, donde falleció.
Sus soldados lo llamaban el Pequeño Cabo (le Petit Caporal), en tanto que los británicos se
referían a él con el despectivo Boney y las monarquías europeas como el tirano Bonaparte,
el Ogro de Ajaccio o el Usurpador Universal.5
Primeros años
Su familia formaba parte de la nobleza local. Su padre, Carlo Buonaparte, abogado, fue
nombrado en 1778 representante de Córcega en la corte de Luis XVI, lugar donde
permaneció durante años, por lo que fue su madre, María Letizia Ramolino, la figura
fundamental de su niñez. Adelantada a su época, exigía que sus ocho hijos se bañaran a
diario, cuando lo común era una vez al mes. Napoleón, huraño y taciturno, se mantuvo
apartado de sus compañeros. Le gustaba estar solo para meditar y sentía profunda aversión
hacia los franceses, a quienes acusaba de ser los opresores de los corsos. No era buen
estudiante y solo le preocupaban las matemáticas, en las que progresaba. Se dedicó a la
lectura de obras clásicas, como la Historia universal de Polibio, las Vidas paralelas de
Plutarco o la Expedición de Alejandro de Arriano de Nicomedia, que tuvieron una profunda
influencia en su espíritu.
Campañas iniciales
Artículo principal: Guerras revolucionarias francesas
Días después de su matrimonio, Bonaparte tomó el mando del Ejército francés en Italia, que
llevó con éxito a la invasión de dicho país. Antes de partir, arengó a sus tropas con estas
palabras: «Soldados: estáis mal vestidos y mal alimentados. El gobierno os debe mucho.
Grandes provincias y ciudades serán vuestras. Allí hallaréis gloria y riqueza». Por aquella
época ganó el apodo de «Pequeño Cabo» en virtud de su buena relación con la tropa. Logró
sacar a las fuerzas austriacas de Lombardía con su victoria en la batalla del puente de
Arcole y derrotó al ejército de los Estados Pontificios.
A raíz de la protesta del papa Pío VI por la ejecución del rey Luis XVI, Francia respondió
anexionándose dos pequeños territorios papales. Sin embargo, Bonaparte desoyó las
órdenes del Directorio de marchar contra Roma y destronar al Papa. Un año después el
general Berthier tomó Roma y apresó al Papa, quien falleció por una enfermedad en su
cautiverio.
En 1797, Bonaparte, al mando del ejército, derrotó a cuatro generales austríacos cuyas
tropas eran superiores en número y forzó a Austria a firmar un acuerdo de paz. El resultante
Tratado de Campoformio dio a Francia el control de la mayor parte del norte de Italia, así
como el de los Países Bajos y el área del Rín. Una cláusula secreta prometía otorgar
Venecia a Austria. Bonaparte marchó contra Venecia, ocupándola y acabando con más de
1000 años de independencia. Ese año, organizó los territorios ocupados en Italia en lo que
se conoció como la República Cisalpina.
Expedición a Egipto
En marzo de 1798 Bonaparte propuso llevar a cabo una expedición para colonizar Egipto,
en aquel entonces una provincia otomana, con el objetivo de proteger los intereses
comerciales franceses y cortar la ruta de Gran Bretaña a la India. El Directorio, aunque
preocupado por el alcance y el coste de la expedición, aprobó la empresa dado que
significaba sacar a Bonaparte del centro del poder.
El asalto de Jaffa fue brutal: Aunque los franceses se apoderaron de la ciudad tras unas
pocas horas de combate, los soldados de la República asesinaron a bayonetazos a 2000
turcos de la guarnición que trataban de rendirse; se ensañaron durante tres días con la
población civil, robaron y mataron a hombres, mujeres y niños. La matanza culminó
cuando Bonaparte ordenó la ejecución de 3000 prisioneros turcos.
La Francia napoleónica
Periodo revolucionario
Golpe de Estado del 18 de brumario
Artículo principal: 18 de brumario
Durante su estancia en Egipto, Bonaparte siguió de cerca los asuntos europeos, obteniendo
información de los periódicos y despachos que le llegaban cada tanto. El 23 de agosto de
1799, aprovechó una relajación temporal del bloqueo a los puertos franceses por parte de la
flota británica y embarcó hacia Francia.
Aunque luego fue acusado por sus oponentes políticos de abandonar a sus tropas, su partida
había sido autorizada por el Directorio, que había sufrido una serie de derrotas militares
contra las fuerzas de la Segunda Coalición, formada por la alianza de Gran Bretaña con
Austria, Rusia, Nápoles y Portugal, y que temían una inminente invasión.
Cuando llegó a París en octubre, la situación militar había mejorado tras varias victorias
sobre el enemigo. La República, sin embargo, estaba en bancarrota y el Directorio, corrupto
e ineficiente, estaba en su nivel más bajo de popularidad.
Uno de los Directores, Sieyes, pidió a Bonaparte su respaldo para ejecutar un golpe de
Estado contra la Constitución existente. La trama involucraba también al hermano de
Bonaparte, Lucien, quien se desempeñaba como cabeza del Consejo de los Quinientos, a
otro Director, Roger Ducos, y a Talleyrand. El 9 de noviembre (18 de Brumario) y también
durante el día siguiente, tropas dirigidas por Napoleón tomaron el control y dispersaron a
los consejos legislativos, de forma que Bonaparte, Sieyes y Ducos quedaron como cónsules
provisionales que regirían al gobierno. Si bien Sieyes pretendía dominar el nuevo régimen,
Bonaparte se le adelantó, redactando la Constitución del Año VIII, lo que aseguraba su
elección como Primer Cónsul. Esto le convirtió en la persona más poderosa de Francia,
poder que se incrementaría en la Constitución del Año X, cuando logró nombrarse Primer
Cónsul vitalicio
Consulado
Durante 1804 se dictó el Code civil des Français, también conocido como Código
Napoleónico, que consistió en la redacción de un cuerpo único que unificara las leyes
civiles francesas. El Código fue preparado por comités de expertos legales bajo la
supervisión de Jean Jacques Régis de Cambacérès, quien ejerció como Segundo Cónsul
desde 1799 a 1804; Bonaparte, sin embargo, participaba en las sesiones del Consejo de
Estado, donde se revisaban las propuestas de leyes. Este código influyó de manera
trascendental en el mundo jurídico, y fue la piedra angular del proceso de codificación.
Otras normas dictadas durante la regencia de Napoleón fueron el Código Penal de 1810 y el
Código de Comercio de 1807. En 1808 fue promulgado el Código de Instrucción Criminal,
que establecía reglas y procedimientos judiciales precisos en esta materia. Si bien los
estándares modernos consideran que dichos procedimientos favorecían a la parte acusadora,
cuando fueron promulgados era intención de los legisladores resguardar las libertades
personales y remediar los abusos en los tribunales europeos. Aunque Bonaparte era un
regente autoritario, la mayoría de Europa estaba gobernada por monarquías absolutas.
Bonaparte trató de restaurar la ley y el orden después de los excesos causados por la
Revolución, al tiempo que reformaba la administración del Estado.
Interludio de paz
En 1800 Bonaparte regresó a Italia, que había sido reconquistada por Austria durante su
ausencia en Egipto. Cruzó con sus tropas los Alpes en primavera (si bien cabalgaba sobre
una mula, y no en el caballo con el que lo pintó David). Al principio la campaña no fue
muy bien, pero más adelante propinó una rotunda derrota a los austríacos, la cual llevó a la
firma de un armisticio. El hermano de Napoleón, José, principal negociador del armisticio,
reportó que debido a la alianza entre Austria y Gran Bretaña, Austria no podía reconocer
ningún territorio conquistado por Francia. Las negociaciones se volvieron más y más
erráticas hasta que Bonaparte ordenó al general Moreau atacar a Austria nuevamente.
Moreau llevó al ejército francés a la victoria de Hohenlinden y finalmente el armisticio fue
firmado en Lunéville en febrero de 1801, bajo el cual se reafirmaba a Francia su dominio
sobre los territorios ocupados en el Tratado de Campoformio. Los británicos también
firmaron un acuerdo de paz mediante el Tratado de Amiens en marzo de 1802, por el cual
Malta pasó a ser territorio francés.
El Concordato de 1801 con el papa Pío VII puso fin al enfrentamiento con la Iglesia
católica originado por el inicio de la Revolución. Además, para afianzar la relación entre
ambos Estados, pidió un legado papal a Roma, puesto que recaería en el cardenal italiano
Giovanni Battista Caprara.
La paz entre Francia y Gran Bretaña era muy precaria. Las monarquías legítimas de Europa
se mostraban renuentes a reconocer a la república, temiendo que la idea de la revolución
fuera exportada a sus países. En Gran Bretaña, el hermano de Luis XVI fue recibido con
honores de huésped de Estado a pesar de que los británicos ya habían reconocido a la
república francesa. Por otra parte, Gran Bretaña no había desocupado ni Malta ni Egipto,
como había prometido y protestó contra la anexión de Piamonte y el Acto de Mediación de
Suiza, si bien ninguna de estas áreas estaba contemplada en el Tratado de Amiens.
En el año X (1802), otra constitución dictada por Napoleón otorgó carácter vitalicio a su
consulado y sirvió como preámbulo para su autoproclamación como monarca del Primer
imperio francés. Apoyado por buena parte de la aristocracia, en una ceremonia realizada en
la catedral Notre Dame de París, y ante la presencia del papa Pío VII, Napoleón se coronó a
sí mismo, lo cual dio origen a la creencia popular de que ese acto fue una demostración de
negación a la autoridad pontificia, lo cual no es cierto. La ceremonia estaba acordada con el
papa en forma anticipada, aunque se avisó al papa del acto de la autocoronación según se
acercaba a la ceremonia.
El famoso y temperamental compositor alemán Ludwig van Beethoven estaba entre las
personalidades de aquel tiempo que admiraban a Napoleón por lo que simbolizaba
políticamente: los ideales democráticos y republicanos de la Revolución francesa. Al
parecer por una sugerencia del embajador francés en Viena, Jean-Baptiste Bernadotte,
comenzó a componer su Tercera sinfonía, que titularía Eroica ('Heroica', en italiano). Sin
embargo, con la autocoronación de Napoleón, Beethoven se decepcionó y le retiró la
dedicatoria colocando como subtítulo: Sinfonia eroica, composta per festeggiare il
sovvenire d'un grand'uomo (Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un
gran hombre).
Imperio
Fundación del Imperio
Con la esperanza de consolidar su puesto, Fouché le sugirió a Bonaparte que la mejor forma
de apaciguar conspiraciones sería transformar el consulado vitalicio en un imperio
hereditario, el cual, dado que tendría un heredero, quitaría toda esperanza de cambiar el
régimen por asesinato. Bonaparte acoge la sugerencia y el 28 de mayo de 1804 se proclama
emperador.
Guerras de conquista
Artículo principal: Guerras napoleónicas
A pesar de que el emperador procuraba la paz interna y externa, enviando cartas con
proposiciones de paz a los gobiernos que habían conformado la Coalición, estaba claro que
el Reino Unido no deseaba la paz (a menos que fuera bajo sus propios términos). Tras el
interludio de paz de Amiens, a partir de 1805 empezaría la fase más intensa de las guerras
napoleónicas —que culminaría en 1815—. En este periodo los monarcas europeos no se
cansarían de hacer la guerra al Imperio francés por varias razones:
Los nexos de familia que tenían Austria y España con la derrocada dinastía de Borbón.
El temor (no muy fundamentado) que les inspiraba la figura del General Bonaparte, capaz
de destruir grandes ejércitos en días.
Los generosos sobornos económicos que ofrecía Gran Bretaña a Europa a cambio de que
aportaran sus soldados para la cruzada antinapoleónica.
La rivalidad comercial-militar entre los británicos y franceses.
Contra la voluntad de todo el continente, la Gran Bretaña reanudó la guerra naval con
Francia en abril de 1803. Hasta 1805 Napoleón solo tuvo que batallar contra los británicos.
En este año, Rusia, Suecia, Austria y Nápoles se unieron a Gran Bretaña en la antifrancesa
Tercera Coalición.
Para atacar a Gran Bretaña, el problema era el mismo de 1798: para cruzar el canal de la
Mancha, los franceses tenían que tomar el control del mar.
Napoleón descartó su plan de invadir Gran Bretaña que consistía en un ataque de 2000
navíos entre Brest y Amberes y la concentración de su Grande Armée en el campo de
Boulogne (1803).
Muy inferior a la Marina británica, la flota francesa necesitaba la ayuda de los españoles; e
incluso unidas las dos flotas no podían esperar derrotar más de uno de los escuadrones
británicos. España fue obligada a declarar la guerra a Gran Bretaña en diciembre de 1804 y
se decidió que los escuadrones españoles y franceses concentrados en las Antillas como
señuelo pusieran una trampa, atrayendo así a un escuadrón británico a estas aguas con el fin
de equilibrar las fuerzas entre el navío franco-español y el británico. Entonces se podría
librar una batalla en la entrada al canal con posibilidades de éxito.
El plan falló tras la dramática derrota naval de Trafalgar, donde la flota británica mandada
por el almirante Nelson destruyó gran parte de las flotas de Francia y España.
Napoleón dirigió entonces, sorpresivamente, a sus ejércitos contra las fuerzas austriacas
que ocupaban Baviera, a las que derrotó en la batalla de Ulm. Siguiendo su avance hacia el
encuentro con el ejército ruso, despedazó a los coaligados en la batalla de Austerlitz el 2 de
diciembre de 1805.
Napoleón conquistó el reino de Nápoles en 1806 y nombró rey a su hermano mayor, José;
se autoproclamó rey de Italia (1805), desintegró las Provincias Unidas, que en 1795 había
constituido como República de Batavia, y fundó el Reino de Países Bajos, al frente del cual
situó a su hermano Luis, y estableció la Confederación del Rin, que agrupaba a la mayoría
de los estados alemanes y que quedó bajo su protección.
Prusia y Rusia forjaron una nueva alianza (Cuarta Coalición) y atacaron a la Confederación.
Napoleón derrotó al ejército prusiano en Jena y Auerstädt (1806) y al ruso en Friedland. En
julio de 1807 estableció el Tratado de Tilsit con el zar Alejandro I, por el que se redujo el
territorio de Prusia. Además, Westfalia, gobernado por su hermano Jerónimo, y el Gran
Ducado de Varsovia, entre otros estados, pasaron a formar parte del Imperio.
Ocupación de España
Napoleón decidió incluir a España en su imperio y nombró rey de ese país a su hermano
José en el trono de España, dejando Nápoles como una monarquía manejada por su cuñado,
Joachim Murat. Tras la primera derrota importante de sus fuerzas en la batalla de Bailén, el
mismo Napoleón comandó las fuerzas que invadieron España y derrotaron al ejército de
este país; luego también derrotó al ejército británico que vino en ayuda de España.
Este conflicto supuso un gran desgaste humano (se ha estimado en 300.000 bajas) y
económico para Francia. Se calcula que el 10% de las bajas tanto del lado español como el
francés ocurrieron durante los dos sitios a la ciudad de Zaragoza, entre el 15 de junio de
1808 y el 21 de febrero de 1809.
Europa Central
Por otra parte, Austria rompió el pacto con Francia y Napoleón se vio obligado a comandar
sus fuerzas en los frentes del Danubio y Alemania. En la batalla de Aspern-Essling (21 y 22
de mayo de 1809), cerca de Viena, Napoleón estuvo a punto de perder su ejército, sin que el
enemigo tampoco lograra un triunfo. Tras una tregua de casi dos meses, nuevamente se
enfrentaron ambos ejércitos, pero esta vez el ejército francés derrotó al austríaco en la
batalla de Wagram, el 6 de julio de 1809.
Tras este triunfo, Francia convirtió los territorios conquistados en las provincias ilirias (en
la actualidad parte de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia y Montenegro) y
conquistó los Estados pontificios. Tras aliarse nuevamente con Austria, Napoleón contrajo
matrimonio con María Luisa de Habsburgo-Lorena, hija del monarca austríaco, Francisco I
de Austria, perteneciente a la casa de Habsburgo, una vez repudiada Josefina al no poder
darle un heredero. Con este enlace vinculaba su dinastía a la más antigua de la casas reales
de Europa, con la esperanza de que su hijo, nacido en 1811 y al que otorgó el título de rey
de Roma como heredero del Imperio, fuera mejor aceptado por las monarquías reinantes.
El Código Napoleónico fue introducido en todos los nuevos Estados creados bajo el
Imperio francés. Se abolieron el feudalismo y la servidumbre y se estableció la libertad de
culto (salvo en España). A cada Estado le fue otorgada una constitución en la que se
concedía el sufragio universal masculino, una declaración de derechos y la creación de un
parlamento. Fue instaurado el sistema administrativo y judicial francés; las escuelas
quedaron supeditadas a una administración centralizada y se amplió el sistema educativo
libre de manera que cualquier ciudadano pudiera acceder a la enseñanza secundaria sin que
se tuviera en cuenta su clase social o religión. Cada Estado disponía de una academia o
instituto destinado a la promoción de las artes y las ciencias, al tiempo que se financiaba el
trabajo de los investigadores, principalmente el de los científicos. La creación de gobiernos
constitucionales siguió siendo solo una promesa, pero el progreso y eficacia de la gestión
fueron un logro real.
Intervención en América
Si bien el Congreso de Erfurt había preservado la alianza entre Napoleón y el zar Alejandro
I, en 1811 las tensiones comenzaron de nuevo entre ambas naciones. A pesar de ser un gran
admirador de Napoleón desde su encuentro en 1807, Alejandro I era presionado por la
aristocracia rusa para romper la alianza, ya que consideraba insultado el honor ruso.
La primera señal de que la alianza se deterioraba fue la forma no muy entusiasta y débil con
que Rusia aplicó el Bloqueo Continental. Esto enfureció a Napoleón, quien tenía simpatía
hacia el Zar, lo que le hizo sentirse defraudado y traicionado. En 1812 los consejeros del
Zar le indicaron que una vasta revolución estaba fermentando por toda Prusia y que era el
momento propicio para atacar al Imperio francés y recuperar Polonia.
Gran número de tropas se desplazaron a la frontera con Polonia (más de 300 000 soldados
de un ejército total de 410 000). Napoleón, sin embargo, se anticipó y comenzó a expandir
su ejército hasta lograr un contingente de 600 000 hombres (adicionales a los 300 000 que
se encontraban en la península ibérica). Napoleón ignoró los consejos de no invadir suelo
ruso y el 23 de junio de 1812 procedió.
Tierra arrasada
La tierra arrasada fue la técnica militar que usaron los rusos contra los franceses, la cual
consistía en retroceder y no pelear de frente con los soldados de la Grande Armée y arrasar
las tierras abandonadas a los franceses para que estos no pudieran abastecerse del terreno
invadido. Pero el zar, muy molesto con el hecho de que los franceses siguieran avanzando
por tierra rusa, destituyó a Mijaíl Barclay de Tolly y lo reemplazó por el general
Smoronski; así al enfrentarse a los franceses el 16 de agosto cayó Smolensk y, tras otras
victorias, los franceses siguieron su avance. Los rusos evitaron batallar en repetidas
ocasiones contra la Grande Armée, aunque en algunos casos solo porque Napoleón dudó en
atacar cuando la oportunidad se le presentó.
Otra batalla de la campaña a Rusia fue la batalla de Borodinó, que significó un gran triunfo
para los franceses y es conocida como la batalla del río Moscova.
Los rusos se replegaron y Napoleón entró a Moscú asumiendo que Alejandro I negociaría
una paz. Sin embargo, las órdenes del gobernador del ejército y comandante en jefe, Fiódor
Rostopchín, era la de incendiar la ciudad. Tras un mes, temeroso de perder el control en
Francia, Napoleón decidió salir de Moscú.
Los franceses sufrieron su retirada de Rusia, al punto que de los 650 000 hombres que la
invadieron, solo 40 000 cruzaron el río Berézina en noviembre de 1812. Se estima que
murieron 570 000 soldados del ejército francés y 400 000 del ejército ruso, a lo cual hay
que sumar cientos de miles de bajas en la población civil.
Tras este fracaso, Prusia se unió a la coalición, la cual ahora incluía a Rusia, el Reino
Unido, España y Portugal. No obstante, Napoleón reasumió el orden en Alemania, e
infligió una serie de derrotas a los Aliados, que culminan en la batalla de Dresde el 26 de
agosto de 1813, donde las tropas aliadas sufrieron bajas de más de cien mil soldados.
Si bien parecía que Napoleón iba a resurgir, se unieron a la Coalición Austria y Suecia, y en
la batalla de las Naciones en Leipzig, el 16 de octubre los franceses fueron derrotados en un
enfrentamiento en el que los aliados contaban con el doble de tropas que Napoleón.
Después de esta batalla donde murieron más de 120 000 soldados de ambos lados,
Napoleón se replegó a Francia, pero su ejército, de apenas 100 000 hombres, ya no era
capaz de resistir la embestida de la Coalición, que contaba con más de medio millón de
soldados.
París fue ocupada el 31 de marzo de 1814. El 3 de abril fue depuesto por el Senado, y bajo
la presión de sus mariscales, Napoleón abdicó salvaguardando los derechos de su hijo el 4
de abril, pero ante la imposibilidad de emprender una ofensiva sobre París por la defección
de Marmont, abdicó el 6 de abril, esta vez sin poner condiciones,7 y así negociar con los
aliados. El 11 de abril, el tratado de Fontainebleau estableció la renuncia de soberanía en
Francia e Italia para sí y su familia, y su exilio a la isla de Elba, una isla pequeña a 20 km
de la costa italiana, manteniendo su título de emperador de manera vitalicia.2
El Congreso de Viena (1814-1815) dispuso el nuevo orden en la Europa post-napoleónica.
En Francia, los realistas instalaron en el poder a Luis XVIII. María Luisa y su hijo
quedaron bajo la custodia del padre de esta, el emperador Francisco I, y Napoleón no
volvió a verlos. Consciente de los deseos de los británicos de desterrarlo a una isla remota
en el Atlántico y del rechazo del pueblo francés a la restauración borbónica, escapó de Elba
en febrero de 1815 y desembarcó en Antibes el 1 de marzo desde donde se preparó para
retomar Francia.
El rey Luis XVIII envió al Quinto Regimiento de Línea, comandado por el mariscal Michel
Ney, que había servido a Napoleón en Rusia. Al encontrárselo en Grenoble, Napoleón se
acercó solo al regimiento, se apeó de su caballo y, cuando estaba en la línea de fuego del
capitán Randon, gritó: «Soldados del Quinto, ustedes me reconocen. Si algún hombre
quiere disparar sobre su emperador, puede hacerlo ahora». Tras un breve silencio, los
soldados gritaron: «¡Vive l'Empereur!» y marcharon junto con Napoleón a París. Llegó el
20 de marzo, sin disparar ni un solo proyectil y aclamado por el pueblo, levantando un
ejército regular de 140 000 hombres y una fuerza voluntaria que ascendió a 200 000
soldados. Era el comienzo de los Cien Días.
El pueblo de París lo apoyaba en la lucha pero los políticos le retiraron su respaldo, por lo
que abdicó en favor de su hijo Napoleón II. Marchó a Rochefort, donde capituló ante el
capitán del buque británico Bellerophon.
Exilio y muerte
Napoleón fue encarcelado y desterrado por los británicos a la isla de Santa Elena, en el
Atlántico, el 15 de julio de 1815. Allí, con un pequeño grupo de seguidores, dictó sus
memorias y criticó a sus aprehensores.
Enfermo del estómago, aquejado de una continua pesadez y un dolor en el costado derecho,
los médicos creían que era una afección hepática, pero él sospechó que estaba atacado de la
misma dolencia de su padre, un cirro en el píloro o cáncer de estómago,8 pero no se lo dijo
a nadie hasta que estuvo seguro.
Había dispuesto en su testamento el deseo de ser enterrado a las orillas del Sena, pero se le
dio sepultura en Santa Elena. En 1840, a instancias del gobierno de Luis Felipe I, sus restos
fueron repatriados. Trasladados en la fragata Belle-Poule, se depositaron en Les Invalides
(París). La llegada de los restos de Napoleón fue muy esperada en Francia. Durante su
funeral sonó el Réquiem de Mozart. Millones de personas han visitado su tumba.