El documento resume la historia de Ignacio Rodríguez, un gerente que visita a un maestro hindú para aprender sobre la felicidad. El maestro le enseña las siete semillas de la felicidad a través de varios meses, ayudando a Ignacio a mejorar su ira, ego y equilibrio. Ignacio aplica estas lecciones para cambiar su comportamiento y ayudar a otros.
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El documento resume la historia de Ignacio Rodríguez, un gerente que visita a un maestro hindú para aprender sobre la felicidad. El maestro le enseña las siete semillas de la felicidad a través de varios meses, ayudando a Ignacio a mejorar su ira, ego y equilibrio. Ignacio aplica estas lecciones para cambiar su comportamiento y ayudar a otros.
El documento resume la historia de Ignacio Rodríguez, un gerente que visita a un maestro hindú para aprender sobre la felicidad. El maestro le enseña las siete semillas de la felicidad a través de varios meses, ayudando a Ignacio a mejorar su ira, ego y equilibrio. Ignacio aplica estas lecciones para cambiar su comportamiento y ayudar a otros.
El documento resume la historia de Ignacio Rodríguez, un gerente que visita a un maestro hindú para aprender sobre la felicidad. El maestro le enseña las siete semillas de la felicidad a través de varios meses, ayudando a Ignacio a mejorar su ira, ego y equilibrio. Ignacio aplica estas lecciones para cambiar su comportamiento y ayudar a otros.
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RESUMEN Y COMENTARIO DE “LAS SIETE SEMILLAS”
(AUTOR: DAVID FISHMAN)
Resumen: El gerente Ignacio Rodríguez, quien trabajaba demasiado, llevaba una vida desordenada y no tenía control sobre su ira. Cierto día le dio un pre-infarto que ameritó un cambio es su modus vivendi; decidió visitar a un maestro hindú, quien le preguntó si era feliz y, después de pasar por un estado de ira y luego de llanto, reconoció que no lo era. Se dio cuenta de que la felicidad no depende de las cosas materiales ni de los logros profesionales; quería aprender a ser feliz. El maestro le mostró un cofre las siete semillas de la felicidad con una enseñanza cada una. Así, se llevó la primera semilla a casa y comenzó a regarla sin ver resultados. Pasó un mes, volvió donde su maestro y este observó que, si hay violencia, en el ser humano nunca podrá desarrollarse ni ser feliz; así como la semilla que había sido golpeada por el martillo y por eso no pudo germinar. Entonces, el autio-conocimiento, hacer conciente lo subconsciente y la aceptación del pasado es imprescindible para la primera semilla de la felicidad. Es aquí donde entendió su manera de ser – violenta, iracunda y “castigadora hasta con el mínimo error” -; su padre lo había tratado justo como ahora él trataba a sus empleados. Esto es así porque los “subordinados” (o las personas que se encuentran en un rango inferior a nosotros) siempre aprenden del ejemplo. Tomar conciencia de conducta y emociones destructivos podrá mejorar. Después, el maestro le dio una segunda semilla, una mimosa púdica, con la que lo inicia en la meditación. Ignacio aprende a concentrarse en su respiración, en poner su mente en blanco y así evitar actuar sin analizar antes los escenarios. Le enseña el Kriya Yoga, una técnica que ayuda a llegar al estado de meditación. Pasaron cuatro meses, cuando su tercera semilla ya se había convertido en un rosal rojo, el maestro dio su tercera enseñanza: el ego producto de los logros puede convertirte en una mala persona. Aunque, en el fondo, un ego desmedido significa un sentimiento de inferioridad implantado desde la niñez debido a los maltratos recibidos. Por eso, en la adultez, se busca continuamente la admiración de las personas, ocultando así su verdadero modo ser (así como la rosa, de lejos, oculta sus espinas). Por eso, es importante ejercer una verdadera autonomía sobre los actos propios, cambiando los hábitos destructivos por unos benévolos, donde no se tenga la necesidad de desmerecer o culpar a otros. Esto se logra “dándose amor” verdadero a uno mismo. Luego de un mes y medio de haber recibido su cuarta semilla, la cual se convirtió en una planta de mango, Ignacio continuaba trabajando en su control del ego, a través de la meditación. Ignacio aprendió que solo estando en tranquilidad y en paz podría dominar su ego; la angustia y la ira solo desemboca en el ego. La cuarta semilla enseña un servicio desinteresado; la planta da sombra y frutos a pesar de las malas actitudes que se pueda tener contra ella. Pensar en el crecimiento y la felicidad de las demás personas, algo que Ignacio debía aprender a hacer en su comunidad empresarial. Cuando se brinda amor y ayuda desinteresada, el miedo desaparece. Así, aplicando todos sus conocimientos adquiridos con el maestro, dio una conferencia en su empresa, donde también puede compartir lo que había aprendido en meditación con sus compañeros. Continuando, el maestro le dio la quinta semilla, una de girasol. En este punto, Ignacio se encontraba muy preocupado porque debía hacer recortes de personal en su empresa. El maestro le hizo ver que debía – como los girasoles – orientarse hacia la luz. La luz es la ética y la moral, estas conducen hacia la verdad, la verdad es Dios. Lo que faltaba en su vida es esa orientación hacia Dios. Recibió finalmente su sexta semilla, la cual crecería durante los seis meses posteriores. El maestro le hizo ver que es imperativo administrar bien el tiempo, priorizar y relegar actividades para lograr ser más productivo y llegar a las metas propuestas. Justo como las ramas del árbol de pino que guardan un equilibrio ideal ya que cada rama de distingue de la otra sin superponerse. La enseñanza aquí es encontrar el equilibrio en las funciones que tenemos pues, el tiempo – que es como el agua – puede tener diversos tratamientos y es deber buscar el mejor uso de aquel. Además, no se debe olvidar la importancia de una buena alimentación para mantener el equilibrio interno (homeostasis) y el equilibrio externo en la vida. Existen alimentos de tres tipos que influyen directamente en el estado de ánimo: los tamásicos (carnes rojas, comida enlatada, etc.) que causan somnolencia e inacción, los rajásicos (pescado, pollo, café) que facilitan la euforia y agresividad, y los sátvicos (frutas y verduras) que promueven la alegría y la claridad. Lógicamente, se recomienda basar la alimentación en el tercer tipo, consumir moderadamente los segundos y evitar los primeros. Ignacio empezó a poner en práctica lo aprendido últimamente y regresó después de mes y medio a la casa del maestro para obtener su última semilla…pero su maestro había fallecido. Cayó en cuenta de que nunca se tomó el tiempo de conocer a su maestro. Pasaron tres semanas, Ignacio recibió una carta. En ella, el maestro le entregaba su última semilla, un árbol de junco, cuya enseñanza es la adaptación (flexibilidad) en el plano material, y la fijación del espíritu. Es importante reconocer cuando es necesario cambiar para seguir desarrollándose. Esta capacidad de adaptación, que se traduce en libertad, determina el desapego de los bienes materiales y las formas y el arraigo a nuestro espíritu. Con el desapego (en suma, el cambio perenne) se llega a comprender la omnipresencia de Dios. Comentario: Buena lectura que llama a la reflexión, pero no hay que olvidar que las condiciones materiales- estructurales son las que realmente condicionan el bienestar y el desarrollo de un ser humano. La estructura económica y del trabajo es la que ha permitido el desarrollo del hombre, en suma, ha permitido la antropogénesis. Por tanto, los logros laborales, académico-profesionales, y los logros materiales en general, sí determinan la capacidad de alcanzar esa “felicidad”. Claro que no es suficiente per se. Pues, la felicidad y el bienestar humano es multifactorial y transversal. Es decir, depende de muchos factores, de muchas variables, las cuales no se pueden reducir a la moral, a la búsqueda de Dios ni a un trabajo estable. Es todo en su conjunto, pero, a diferencia de lo que se sugiere, considero que todo lo que se menciona en la lectura es posible solo si el ser humano primero ha cubierto satisfactoriamente sus necesidades fundamentales (las biológicas), y para esto se necesita una base material (económica) estable. Así, el bienestar está determinado por estas condiciones materiales. La capacidad de reflexión (de raciocinio) y de trascendencia del ser humano solo se presenta – y de despliega – como tal cuando las condiciones materiales son óptimas. Por lo demás, concuerdo con las enseñanzas planteadas. El ser humano en pro de su dignidad y la concretización de sus derechos fundamentales como tal, tiene que orientarse por un “deber ser”, por un afán de “progreso social”, por un re-conocimiento del otro ya que, solo así, podrá mantenerse la existencia y supervivencia de la sociedad humana. Solo así será posible orientarse y bien encaminarse a los ideales planteados. Concluyendo, las bases materiales son imprescindibles y es necesario desarrollarlas primero para que se pueda desarrollar esa “orientación hacia lo absoluto” (lo segundo), a esa inclinación por el bien social. Y, por último, estos ideales puedan impactar sobre la realidad (tercero). Y así, ser efectivamente lo que se es “un ser humano”. Es así como la humanidad obtiene un salto cualitativo en cuanto al avance civilizatorio, y no al revés.