2019 07 Revista-Prospectiva Carta
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El presente número de la Revista Prospectivas en Psicología aloja
Dirección
aportes desde distintas perspectivas teóricas y clínicas para el abor-
Dra. Alicia Elena Risueño.
daje de diferentes temáticas que constituyen los retos de la
Editor Psicología del S XXI y además, contribuyen al desarrollo de la disci-
Agostina Ilari Bonfico plina desde una mirada integrada.
Consejo Editorial
Debemos recordar que la ciencia psicológica, desde su nacimiento
Lic. Karina M. Mas,
hasta nuestros días se ha caracterizado siempre por el signo de la
Lic. Iris M. Motta,
diversidad. Esto se refleja en los artículos que el lector encontrará en
Dra. Rosalia Rowensztein.
este volumen. Sin embargo, esta diversidad temática y episte-
Consejo Científico Editorial mológica, tiene puntos en común: proporcionar conocimiento
Ignacio Barreira (Argentina) científico, a partir de la investigación y las prácticas clínicas, al servi-
Manuel Calvino (Cuba) cio de la comunidad y su desarrollo. Los convoca, nada más y nada
Julio Cesar Carozzo Campos (Perú) menos, que la importancia de la calidad de vida de las personas, las
Dora Patricia Celis (Costa Rica) propuestas orientadas a producir procesos de transformación y
Roberto Coscio (Argentina) expansión de los recursos psicológicos, hasta la responsabilidad de
Carlos Marcelo Della Mora (Argentina) los universitarios en la formación de los futuros profesionales psi.
Rogelio Díaz Salgado (México)
Héctor Fischer (Argentina) La construcción de la subjetividad en los nuevos escenarios acom-
Roberto Iglesias (Argentina) pañado de nuevas formas de expresión de la contemporaneidad nos
Luz de Lourdes Eguiluz (México) hace reflexionar, y por ende preguntarnos, cómo operar en contex-
Raúl Jaimes Hernández (Colombia) tos complejos y en la elaboración de estrategias terapéuticas y su
Eduardo Mas Colombo (Argentina) articulación con lo social.
Irene Meler (Argentina)
Mario Molina (Argentina) La convocatoria ha superado, no solo los límites de nuestra comuni-
Marco Eduardo Murueta (México) dad educativa, sino que el horizonte se ha extendido hacia otras
Isabel Perez Jauregui (Argentina) latitudes, como son los artículos de nuestros colegas mexicanos, que
Mónica Pino (Chile) comparten sus experiencias e investigaciones, posibilitando una
Luis Enrique Vázquez Rodríguez (Perú) proyección hacia la comunidad científica y académica en pos del
Belisario Zanabria Moreno (Perú) desarrollo de toda Latinoamérica.
Nelson Zicavo (Chile)
Diseño
Dra. Alicia Risueño
Dirección de Comunicación y Marketing UK Directora de la Revista
La Revista Digital Prospectivas en Psicología de la Universidad Kennedy es una publicación digital semestral, editada por la Facultad de Ciencias Psicológicas
Universidad Kennedy, que privilegia la presentación de trabajos originales e inéditos, está dirigida a instituciones educativas y culturales, psicólogos y estudiantes
de psicología o disciplinas afines. Su objetivo principal es la divulgación de trabajos originales y arbitrados que se enmarquen en cualquiera de las áreas de
investigación básica o aplicada propias de la psicología y que contribuyan al avance de ésta. Se aceptan reportes de investigaciones empíricas, contribuciones
teóricas en formato de ensayo, trabajos de meta-análisis y, en general, trabajos que sigan alguna de las variedades metodológicas de tipo científico.
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda prohibida la reproducción total o parcial de
los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización. Dirección: Bartolomé Mitre 1411. CABA. Argentina. Informes: [email protected]
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SUMARIO
Pág.
Promoción de salud.
La importancia de conocer los factores teratogénicos que afectan el SN 33
Iris M.Motta
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Revista Digital Prospectivas en Psicología. Vol. 3 N°2. Julio 2019. ISSN Nº 2469-0066
Abstract: The following work is a bibliographic compilation study aimed at analyzing the conceptualization of
sexuality in subjects with Intellectual Disability (ID). To this end, a journey was made through different
conceptions that have been handled over time, and highlighting both myths and prejudices to establish a
possible correlation between them and situations of Sexual Abuse (AS), linked to the mismanagement of
information and education of sexuality in these young people, referring to the fact that factors that affect the
vulnerability of these subjects could be considered, exposing them to scenarios of greater vulnerability and
neglect. It is an undeniable fact that sexuality is a natural attribute of all human beings, however, when placed
next to mental disability, this does not seem to be the case, the speeches of the time are usually plagued by
myths and false beliefs that they annul and / or ignore the disabled person as soon as they are sexed (Alva,
2009).
Keywords: sexuality, intellectual disability, sexual abuse, myths.
1Dra. en Psicología. Lic. en Psicología. Pontificia Universidad Católica Argentina. Email: analia_losada @yahoo.com.ar
2Lic. en Psicología (Esta investigación forma parte de su Trabajo de Integración Final para la obtención del Titulo de Licenciado en
Psicología)
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Revista Digital Prospectivas en Psicología. Vol. 3 N°2. Julio 2019. ISSN Nº 2469-0066
Schorn (2008) se refiere a la sexualidad como una energía vital, que es intransferible, inherente al ser
humano y que se expresa en todo lo que la persona hace como parte integrante de su personalidad.
Núñez (2008) postula que la sexualidad de la persona con discapacidad, como la de cualquier otra,
no nace en la adolescencia, sino que tiene su origen desde el mismo momento del nacimiento como
modalidad de relación con otro, agrega que todos los seres humanos poseemos un cuerpo que es erógeno,
así que las distintas partes del cuerpo son capaces de brindar placer, y esto es válido también para las personas
que tienen discapacidad.
La Organización Mundial de la Salud (1980) conceptualizó al término Discapacidad como toda aquella
restricción o ausencia de la capacidad de realizar una actividad en la forma que lo realizaría un ser humano, o
bien dentro del margen que se considera normal para los mismos. A su vez, la definición de Discapacidad
Intelectual postulada por la Asociación Americana sobre Retraso Mental (2002) plantea que el Retraso mental
es una discapacidad que se caracteriza por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y la
conducta adaptativa tal como se ha manifestado en habilidades prácticas, sociales y conceptuales. Esta
discapacidad comienza antes de los 18 años. Despouy (1993) refiere que una persona con discapacidad es
aquella que padezca una alteración funcional, permanente y prolongada, física o mental, que en relación con
su edad y medio social implique desventajas considerables para su integración tanto familiar como social,
educacional y laboral, y para el disfrute de sus derechos humanos. Muchas conductas sexuales que aparecen
en personas con déficit intelectual son interpretadas por los demás, desde la propia mirada e intencionalidad,
sin tener presente, en estos casos en particular, que, para comprender una conducta sexual de una persona
con discapacidad mental, siempre debe tomarse en cuenta su nivel o edad de comprensión y no, como
generalmente hacemos, su edad cronológica (Schorn, 2008).
Argumenta Amor Pan (2002a) que la mayor parte de las personas con retraso mental no presenta
más problemas de conducta que las personas sin tal retraso. Agrega que por lo general se trata de una
población muy sociable y con buena capacidad de adaptación. Sin embargo, en muchas ocasiones, es el
contexto en el que se ven inmersos el que no favorece el desarrollo de conductas apropiadas, y fomenta
involuntariamente la puesta en escena de repertorios desadaptativos que requieren la intervención
profesional para ser reducidos o eliminados.
El nacimiento de un hijo con discapacidad es un acontecimiento que irrumpe produciendo un efecto
de conmoción en la familia, afectando su dinámica y generando consecuencias en todos sus integrantes. En
tanto inesperado, suele ser del orden de lo traumático (Fainblum, 2004). Del Moral Zamudio (2001) sostiene
que alrededor del menor con discapacidad intelectual se reúnen una variedad de factores tanto personales,
como familiares y sociales, que lo hacen más vulnerable y lo convierten en fácil víctima del fenómeno de abuso
sexual, ante los cuales existe escasa o nula prevención y/o evitación.
Amor Pan (2002) relata que a lo largo del tiempo se ha venido situando a las personas con retraso
mental en un rol donde no queda lugar para la sexualidad. Esta concepción, basada en el predominio del
criterio moral, entiende que es un tema que no debe suscitar interés o debate, debido a que, en su mayor
parte, estas personas no están casadas o no tienen parejas, y que además no deberían tener hijos, bien porque
no podrían cuidar de ellos de manera adecuada o porque podrían presentar problemas similares.
Uno de los mitos que rondan la sexualidad en sujetos con DI hace referencia a la necesidad de silenciar dicha
dimensión considerada tan vital para el ser humano. Esta creencia presupone que la ignorancia en cuestiones
sexuales es la mejor arma para defenderse de la propia sexualidad. Sin embargo, ninguna persona,
independientemente de su nivel de capacidad o discapacidad, puede ser asexuada. Es más, la mayoría de las
personas con retraso mental tienen conciencia de su sexualidad, manifiestan inquietud por el tema y tienen
sus experiencias en menor o mayor medida, con menor o mayor grado de satisfacción. Su desarrollo sexual e
interés por la sexualidad no se encuentran especialmente retrasados en comparación con sus pares no
discapacitados (Verdugo, Alcedo, Bermejo & Aguado, 2002).
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Murillo y Richmond, 2005, citados por Rivera Sánchez (2008) afirman que cuando se estudian los
estereotipos asociados a la sexualidad de dicho grupo poblacional, se pueden encontrar diversas
clasificaciones, que se categorizan como mitos referidos a la asexualización, la sobresexualización y sobre el
temor a la reproducción de las personas con discapacidad. Los prejuicios relacionados con su sexualidad
oscilan en los extremos de creer que por su condición no presentan necesidades de afecto y vida sexual, son
como niños o que, por su sexualidad, que esta exacerbada, no tienen control.
No existen diferentes sexualidades, es decir que no hay una sexualidad específica para los niños/as,
los adultos/as o de las personas con discapacidad; sino que la sexualidad es una sola: la sexualidad humana,
que se manifiesta de diversas maneras según las etapas de nuestra vida. Por lo tanto, se concluye en que
todos y todas somos seres sexuados y en consecuencia, ésta forma parte integrante a lo largo de la vida. Desde
esta perspectiva, se concibe a la persona con discapacidad como un ser sexuado con derecho a vivir su
sexualidad a pesar de su condición física y/o mental (Rivera Sánchez, 2008).
Rivera Sánchez (2008) expone que al igual que cualquier persona, aquellas con discapacidad
manifiestan su sexualidad explorando su cuerpo, al igual que se interesan por relacionarse con sus
compañeros, establecer lazos afectivos con su familia y amigos, así como también en saber cómo nacieron,
cómo es su cuerpo y por qué este cambia día a día. El propósito de desmitificar ideas presentes y brindar
herramientas necesarias para que se inicie la educación sexual desde edades tempranas, tiene como objetivo
formar hombres y mujeres capaces de sentirse independientes para poder vivir plenamente dentro de la
sociedad, sin sentirse limitados por su condición física o mental.
Cuando se hace referencia al abuso sexual, se habla de todas aquellas situaciones en las que una
persona se ve envuelta en actividades o relaciones sexuales que no quiere y no ha consentido y/o no entiende.
Dichas relaciones se basan en la gratificación de quien sea el abusador, el cual suele situarse en una posición
de poder, ya sea por edad, tamaño, posición o rol social (Verdugo, Alcedo, Bermejo & Aguado, 2002).
Bailey (1998) plantea dos tipos de abuso, sin contacto: incluye acoso, pornografía, posturas
indecentes e insinuaciones o con contacto: recoge tocamientos, masturbación y penetración. Los niños con
retraso mental sufren con mucha más frecuencia estos abusos, especialmente en edades que se comprenden
entre los 6 y 11 años. Este riesgo va en aumento hacia la adolescencia y continúa también en la vida adulta.
Respecto al género, encontramos que las chicas con retraso mental tendrían más riesgo de sufrir abuso sexual,
mientras que en los varones predomina el abuso físico o la negligencia. En cuanto a los contextos, estos son
muy variados. En ámbitos residenciales o institucionales se incrementa el riesgo, y los abusos más frecuentes
son llevados a cabo por los cuidadores o personal que está en contacto directo y continuo con estas personas
(Verdugo, Alcedo, Bermejo, & Aguado, 2002). López Sánchez (2009) enumera algunas falsas creencias que
favorecen que esta población sufra abusos. Entre ellas se destaca el creer que estas personas no resultan
atractivas, por lo que no sufren agresiones sexuales; no comprenden o no sienten el daño, por lo que es menos
grave; no pueden aprender nada sobre el tema.
Sobsey, Randall y Parrilla, 1997; Bailey, 1998, citados por Verdugo, Alcedo, Bermejo & Aguado (2002),
comentan que en algunas personas se encuentra la idea de que las personas con discapacidad intelectual son
insensibles al dolor y sin capacidad para captar el abuso del cual pudieran ser objeto, lo que los haría
específicamente vulnerables a todo tipo de abusos sexuales. Agregan además que, si bien es cierto que los
niños, adolescentes y adultos con retraso mental son particularmente vulnerables al abuso sexual, no lo es
que esto se deba a factores relacionados con su infantilismo o falta de interés sexual, sino a factores
extrínsecos relacionados con la estrecha dependencia y sumisión a terceras personas, junto a otros aspectos
como la pérdida de intimidad y la falta de información sexual.
Al negarles la posibilidad de una adecuada educación sexual, aumenta considerablemente la
vulnerabilidad de estas personas a embarazos, enfermedades venéreas y abusos sexuales. Así mismo,
persistiendo los mitos antes mencionados, excluyéndolos del acceso a la educación, programas de prevención
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y seguridad, los riesgos podrán ir en ascenso, al quedar estas personas desprotegidas por no contar con
estrategias de afrontamiento eficaces (Verdugo, Alcedo, Bermejo & Aguado, 2002).
Objetivo
Considerar una posible causalidad entre los mitos acerca de la sexualidad en personas con DI y el
abuso sexual, pensándolos como factores de riesgo y de vulnerabilidad.
Metodología
Se llevo adelante un estudio teórico. Se considera como tal a aquellos estudios que presentan
avances teóricos, estudios de revisión, actualización, comparación y análisis crítico de teorías o modelos en
un determinado campo (Montero y León, 2007). Delimitando aún más la categoría del trabajo elaborado, se
lo enmarca dentro de los estudios clásicos. En esta categoría se incluyen los estudios que agencian la revisión
de ideas sin utilizar estadísticos para llevar a cabo la fundamentación de sus nociones. A los fines de consumar
este trabajo bibliográfico, se recabó información de distintas fuentes: se utilizaron documentos de trabajo,
tesis doctorales, libros, documentación soporte papel, monografías, investigaciones, artículos online,
manuales de Psicología del desarrollo y publicaciones de revistas científicas. Toda la fuente utilizada fue
extraída dentro de las áreas de Psicología Social, Psicología Jurídica y Psicología Diferencial. Asimismo, se
recurrió a expertos, a bibliotecas generales y especializadas, como así también a distintas bases de datos,
como ser: DIALNET, SCHOOLAR GOOGLE. En dichas bases de datos se utilizaron como palabras claves:
sexualidad, discapacidad intelectual, mitos, abuso sexual.
Sexualidad
Todos los individuos tienen sentimientos, actitudes y convicciones en materia sexual, pero cada
persona experimenta la sexualidad de distinta forma, ya que esta viene decantada por una perspectiva
sumamente individualizada. Se trata de una perspectiva que proviene tanto de experiencias personales, como
de elementos públicos y sociales. No puede comprenderse la sexualidad humana sin reconocer que ésta es de
índole pluridimensional, es decir que es un hecho biológico, psicológico y cultural (Amor Pan, 2002a). La
sexualidad es el conjunto de experiencias humanas atribuidas al sexo y definidas por éste, constituye a los
particulares, y obliga su adscripción a grupos socioculturales genéricos y a condiciones de vida
predeterminadas. Es un complejo cultural históricamente determinado consistente en relaciones sociales,
instituciones sociales y políticas, así como en concepciones del mundo, que define la identidad básica de los
sujetos. La sexualidad está constituida por formas de actuar, de comportarse, de pensar, y de sentir, así como
por capacidades intelectuales, afectivas y vitales asociadas al sexo. Consiste también en los papeles, las
funciones y las actividades económicas y sociales asignadas con base en el sexo a los grupos sociales y a los
individuos en el trabajo, en el erotismo, en el arte, en la política y en todas las experiencias humanas; consiste
asimismo en el acceso y en la posesión de saberes, lenguajes, conocimientos y creencias específicos; implica
rangos y prestigio y posiciones en relación con el poder. La sexualidad es identificada con el erotismo, al punto
de usarse indistintamente ambos términos. En el terreno teórico es necesario diferenciar ambos conceptos
para elaborar categorías rigurosas. La sexualidad incluye al erotismo pero no lo agota, y este a mismo tiempo
debe ser reconocido en su especificidad (Lagarde, 1997). La sexualidad es una energía vital, intransferible, que
es inherente al ser humano y que se expresa en todo lo que la persona hace como parte integrante de su
personalidad (Schorn, 2008). Siguiendo con esta definición, Amor Pan (2002b) y Nuñez (2008), refieren que
sexualidad es más que simple genitalidad, siendo el concepto de sexualidad mucho más amplio y la genitalidad
sólo un aspecto de ella. Sexualidad es afecto, es encuentro interpersonal, realización de la propia
personalidad, es también corporalidad. Se puede hablar de una sexualidad destinada a la procreación, a la
búsqueda exclusiva de placer o a la relación convivencial, pero ni aun así se roza con la superficie de la
sexualidad, más bien hay que pensarla de manera integradora, ya que ninguna dimensión de la sexualidad
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tomada aisladamente tiene validez universal. Tanto los aspectos biológicos como los factores psicológicos y
sociales forman un entramado de vital importancia, que empieza a influir en el momento mismo del
nacimiento y siguen haciéndolo por el resto de la vida (Amor Pan, 2002b).
Discapacidad Intelectual
El concepto de discapacidad, o de términos tales como deficiencia mental, minusvalía, discapacidad
psíquica o retraso mental, ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Verdugo (1997) se avoca a la concepción
del retraso mental que se concebía en Inglaterra en el siglo XIV, en donde aquellos que poseían alguna
deficiencia mental eran caratulados como “idiotas” y se los conceptualizaba como aquellos que eran incapaces
de manejar sus propios negocios, por lo que sus propiedades pasaban directamente a la Corona.
La Organización Mundial de la Salud (1980) conceptualizó al término Discapacidad como toda aquella
restricción o ausencia de la capacidad de realizar una actividad en la forma que lo realizaría un ser humano, o
bien dentro del margen que se considera normal para los mismos. En esta conceptualización, se intentó incluir
tres niveles del trastorno, es decir, los niveles bio – físico – psicológico. Pero luego de un tiempo fue necesaria
una revisión, ya que por un lado se concebía como un modelo únicamente causal y unidireccional, y por el
otro, se dejaron de lado ciertos aspectos importantes del individuo y su trastorno, como lo son su entorno
físico y social.Tal es así, que a partir de mediados de la década del 90 comenzó la revisión de esta definición,
para finalmente considerar el término “Discapacidad” como un concepto global, que incluye tanto la
perspectiva individual, como la corporal y social, es decir, como término genérico que recoge las deficiencias
en las funciones y estructuras corporales, las limitaciones en la actividad, y las restricciones en la participación
social del individuo (CIF, 2001). La Asociación Americana sobre el Retraso Mental (AARM), goza de un prestigio
en el mundo de la discapacidad, logrado tras más de un siglo de trabajo en tareas de investigación relacionadas
con el retraso mental (RM). Desde su fundación en 1876, una de sus principales preocupaciones ha sido
conseguir una delimitación clara y no discriminatoria de la condición de las personas con RM. Su composición
heterogénea, en la que se incluyen profesionales provenientes de diferentes campos de la salud, la psicología,
la educación, el trabajo social, la legislación y la administración, entre otras, ha hecho de esta organización un
punto de referencia para todos aquellos que por motivos personales o profesionales se relacionan con
personas que presentan esta discapacidad. En el año 1921, encontramos en la primera edición de su manual,
la definición de RM (realizado junto con el Comité Nacional para la Higiene Mental). Desde aquella primera se
han publicado ocho ediciones más (1933, 1941, 1957, 1959, 1973, 1977, 1983, 1992), y la actual está vigente
desde 1992 (novena edición). Cada década del siglo XX, ha contado con la influencia de uno de estos manuales
clasificatorios y, con cada nueva edición, la definición iba puliéndose y enriqueciéndose en matices. Se
evidencia que los trabajos que surgían no anulaban a los anteriores, porque esos manuales servían como base
y punto de partida para una mejor comprensión del RM. Se iba ganando en claridad, amplitud y delimitación.
El punto de partida de la definición tenía en el coeficiente de inteligencia su eje fundamental. La aparición de
las pruebas de inteligencia y su aplicación generalizada en la población estadounidense, hacían de este
parámetro el dato más objetivo en el que se basaba cualquier tipo de investigación, y la referencia diferencial
en la que se catalogaba a la población en función de sus rendimientos intelectuales (Portuondo Sao, 2004).
La definición de Discapacidad Intelectual postulada por la AARM (2002) plantea que el retraso mental
es una discapacidad que se caracteriza por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y la
conducta adaptativa tal como se ha manifestado en habilidades prácticas, sociales y conceptuales. Esta
discapacidad comienza antes de los 18 años (Luckasson et al., 2002). Una persona con discapacidad es aquella
que padezca una alteración funcional, permanente y prolongada, física o mental, que en relación con su edad
y medio social implique desventajas considerables para su integración tanto familiar como social, educacional
y laboral, y para el disfrute de sus derechos humanos (Despouy, 1993).
Schorn (2008), a efectos de aclarar, hace una diferenciación de los niveles de discapacidad. Postula
que aquellas personas que presentan un déficit mental profundo pueden legar a desarrollar una edad o nivel
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de comprensión comparable a la de un niño de un año. La gratificación aquí pasa por el afecto, el cuidado, la
atención y alimentación, la higiene y la estimulación de su propio cuerpo. En el déficit mental severo su
desarrollo en cuanto a la comprensión puede compararse al alcanzado por un niño de dos años como máximo.
Estos se autoestimulan, porque a través de estas sensaciones placenteras pueden unificar el concepto de “sí
mismo”, así que exploran su cuerpo, pueden diferenciar zonas placenteras y diferenciar ligeramente los sexos.
Por otro lado, en el déficit mental moderado su nivel de comprensión puede alcanzar el comparable al de un
niño de 6 o 7 años. Aquí existe el auto valimiento y la adaptación a normas familiares y sociales. La
estimulación que reciben por personas ligados afectivamente y las que son producidas por autoestimulación
los conducen al reconocimiento de lo placentero tratando de repetir estas situaciones por su efecto
gratificante.
La DI tiene implicancias tanto en el desempeño motor, como alteraciones perceptuales, déficits en
memoria y adquisición de nociones, afecta también el desarrollo del lenguaje y el razonamiento. Pero donde
se observan las limitaciones más evidentes es en la conducta social, ya que presentan dificultades en las aéreas
de independencia personal y adaptación personal y social. Esto se ve influido por otros factores
independientes del grado de retraso, como lo son el antecedente socioeconómico, las oportunidades de
socialización, la experiencia escolar y las actitudes que los demás adoptan hacia el sujeto con discapacidad
(Del Moral Zamudio, 2001). Es común que al niño con DI no se le enfrente a tareas propias de cada edad, que
se le relegue de experiencias cotidianas y que se lo prive de vivencias sociales necesarias. Rara vez se
encuentra que un discapacitado temprano haya mantenido juegos sexuales con otros niños o compañeros de
la infancia (Castro Alegret, 1994). Al parecer existe un proceso de representación de su sexualidad con mayor
demora en el reconocimiento de su propio cuerpo y la introyección de normas sociales, con menor erotización
que el resto, debido posiblemente a que los adultos han erotizado menos o hasta rechazado esa parte de su
persona. A pesar de esto, diversos estudios como lo es por ejemplo el de Heshusius (1982), han demostrado
que las personas con DI experimentan la intimidad y la sexualidad al igual que cualquier otra persona, a veces
de manera confusa, pero como una parte esencial de sus vidas. Tienen sentimientos sexuales y el deseo de
compartirlos con otros individuos está presente (Del Moral Zamudio, 2001).
Sexualidad y Discapacidad
Al igual que el resto de niños y niñas, los menores con discapacidad exploran su cuerpo, se interesan
por relacionarse con compañeros, establecer lazos afectivos con su familia y amigos, así como por saber cómo
nacieron, cómo es su cuerpo y por qué éste cambia día a día (Rivera Sánchez, 2008). Núñez (2008), relata que
la sexualidad de la persona con discapacidad, como la de cualquier otra, no nace en la adolescencia, sino que
tiene su origen desde el mismo momento del nacimiento como modalidad de relación con otro. Es en la
pubertad cuando comienza a darse una gran actividad hormonal que va a producir modificaciones profundas
en las sensaciones del adolescente, y en la percepción de sí mismo, su cuerpo y del mundo. Este despertar
sexual, sobre todo en aquellos discapacitados con mayores dificultades simbólicas, se puede manifestar sin
las inhibiciones que suelen darse en personas sin discapacidad. Así, que en el joven con discapacidad se rompe
un cierto equilibrio que se mantuvo hasta ese momento y se intenta seguir manteniendo, basado en la
negación social de su sexualidad, por lo cual este aspecto no es integrado a la existencia vital del joven.
Partiendo de este punto, debe reconocerse la importancia de educar y atender la sexualidad de personas con
discapacidad, sabiendo que esto permitirá el desarrollo integral, aprender a conocerse, aceptarse y
respetarse. La sexualidad integra una serie de aspectos que buscan el desarrollo de las personas para que
estas puedan participar en la sociedad activamente. Es indispensable para el desarrollo y ajuste de la
personalidad de cada individuo, por lo que, todas las personas la poseen, no se aparta de aquellas con
discapacidad, sino que forma parte integrante de todos y cada uno (Rivera Sánchez, 2008).
Edmonson (1980,1988) postula que las personas con retraso mental tienen necesidades emocionales
de amar y de ser amados, de mostrar sus afectos, establecer relaciones y de expresar su sexualidad. También
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se reclaman con frecuencia sus derechos sexuales, entre los que se hallan el derecho a recibir información,
educación y orientación sobre su sexualidad, a expresarse en este aspecto y a casarse o tener parejas. Aun
así, parece existir sobre este tema un pacto de silencio (García, 1990), que ha atenazado a responsables de la
política educativa y sanitaria, pacto que ha impedido un mayor nivel de avances y progresos.
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están asociados con la estrecha dependencia y sumisión a terceras personas, junto a otros elementos como
son la pérdida de intimidad y la falta de información sexual (Verdugo, Alcedo, Bermejo & Aguado, 2002).
Sobsey y Mansell, 1997 y Kennedy, 1996, citados en Verdugo, Alcedo, Bermejo y Aguado (2002)
señalan que estos mitos influyen en las actitudes de los profesionales que trabajan con sujetos con RM, y
también en los servicios especializados dirigidos a los mismos, lo que genera resultados negativos, ya que han
servido para justificar la exclusión, el aislamiento y la segregación de estas personas de una adecuada
educación sexual. Al privarlos de esta posibilidad, aumenta notablemente la vulnerabilidad de esta población
tanto a embarazos como enfermedades venéreas como al mencionado abuso sexual.
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(Losada, 2009). El miedo de contar lo acontecido, sobre todo cuando se trata de un abusador cercano a la
familia de la niña o niño, y lo difícil de los procedimientos legales para validar el hecho, muchas veces hace
que los adultos desestimen con frecuencia hacer algún tipo de denuncia (Ferrante, 2009).
Kennedy (1996), Lumley y Miltenberger (1997), Furey, Granfield y Karan (1999), coinciden en que el
AS en la población con DI, es más elevado que en la población en general, aunque se desconoce la frecuencia
real del problema, debido, entre otros motivos, a la tasa tan baja de denuncias existentes. En niños con
discapacidad, encontramos que el riesgo de abuso se duplica en comparación con los pares sin discapacidad.
Los niños con RM sufren con más frecuencia estos abusos, en especial, en edades comprendidas entre los 6 y
11 años. Este riesgo aumenta considerablemente en la adolescencia pudiendo continuar también en la vida
adulta (Furey et al., 1999; Sobsey y Mansell, 1997). En lo que respecta al género, las chicas con RM son objeto
de AS más frecuente que los chicos, pero en varones el tipo de maltrato más predominante es el abuso físico
y la negligencia (Sobsey, Randall y Parrilla, 1997). En cuanto a los contextos en los que se produce el AS, se
encuentra que estos son muy variados: ámbito familiar, círculo de amistades, entorno laboral, ambiente
residencial, todos estos constituyen una fuente potencial para el abuso, aunque estas situaciones se llevan a
cabo también en el ámbito residencial o institucional, donde el riesgo incrementa. Dentro de estos entornos,
los abusos más frecuentes son llevados a cabo por los cuidadores o el personal que está en contacto directo
con estas personas (Sobsey y Randall, 1997).
La infancia con discapacidad se ve afectada por factores de riesgo iguales a los que se presentan en
la población infantil en general: la exclusión, el estrés familiar, dificultades económicas, aislamiento social,
conflictos conyugales o historia familiar de abuso sexual en los padres. Estos son factores, que entre otros
muchos, aumentan el riesgo de los menores a sufrir algún tipo de maltrato (Observatorio de Infancia, 2006).
La discapacidad no puede ser considerada por sí misma como un factor desencadenante del maltrato si no se
da en interacción con otras variables de riesgo como ocurre en la mayoría de los menores cuando son
maltratados (Olivan, 2002). Junto a la incidencia de estas variables, se detectan también factores familiares,
educativos, contextuales, así como los asociados a necesidades especiales, que afectan específicamente a la
población con discapacidad haciéndola más vulnerable a sufrir algún tipo de maltrato. (Berastegui Pedro-Viejo
y Gómez - Bengoechea, 2006).
Discusión
Se ha descripto que niños y adolescentes con RM son particularmente vulnerables al abuso sexual,
aunque no lo es debido a factores relacionados con su infantilismo o falta de interés sexual, sino a factores
externos que están asociados con la estrecha dependencia y sumisión a terceras personas, junto a otros
elementos como son la pérdida de intimidad y la falta de información sexual (Verdugo, Alcedo, Bermejo &
Aguado, 2002). Los mitos y tabúes sociales más la falta de servicios de protección, ubican a las personas con
discapacidad ante un riesgo significativamente mayor de sufrir AS que cualquier otro sujeto (Del Moral
Zamudio, 2001).
Las personas con RM suelen tener menor información, menor conciencia de riesgo y menor
capacidad para tener prácticas sexuales seguras, tanto por a falta de información como por la propia
discapacidad (López Sánchez, 2009). Por lo que es necesario brindar información adecuada que permita
derribar todos los mitos existentes y que pueda transmitir, formar y promover actitudes, valores,
conocimientos y habilidades desde edades tempranas para que estas personas puedan vivir una sexualidad
responsable. La educación de la sexualidad se vuelve una herramienta de gran valor para poder enseñarles
cómo pueden vivir se sexualidad saludablemente sin ser violentados por su condición (Rivera Sánchez, 2008).
Tal como se mencionó en el presente trabajo, la sexualidad y la discapacidad son constructos que
aún hoy en día no han sido abordados en toda su dimensión. El hablar de sexualidad se halla envuelto en una
serie de mitos y prejuicios que son necesarios desterrar para poder alcanzar el pleno desarrollo de los
individuos y la satisfacción plena de las necesidades humanas por las vías más saludables y óptimas. La
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sexualidad ha estado cargada de connotaciones negativas, y es en los últimos años cuando se le ha empezado
a otorgar un valor positivo considerando que es un atributo natural, esencial e inherente a todos y cada uno
de nosotros, imputable a todas las personas más allá de su condición. La satisfacción de las necesidades
sexuales- considerando que esto no involucra solo lo genital, sino que es mucho más amplio, es un hecho
biológico, psicológico y cultural, constituido por formas de actuar, de comportarse, de pensar, y de sentir, así
como por capacidades intelectuales, afectivas y vitales- es un factor indudable de calidad de vida y en
consecuencia debe tenderse a dar una connotación positiva al placer sexual, cultivando tanto su conocimiento
como las condiciones adecuadas para su plena satisfacción. Cuando a esta mirada negativa de la sexualidad
se le suma el nacimiento de un hijo con discapacidad, que además es un acontecimiento que irrumpe
produciendo un efecto de conmoción en la familia, afectando su dinámica y generando consecuencias en
todos sus integrantes, puede producirse un desequilibrio tanto en las formas de actuar como de pensar, y es
aquí donde tantas veces se cae en ideas erróneas, miedos que paralizan y dudas que si no son bien atendidas
pueden colocar al menor discapacitado en situaciones de riesgo, no solo porque puedan influir de forma quizá
indirecta en el desarrollo de su personalidad, sino porque también puedan verse directamente expuestos a
situaciones que corrompan su integridad física, psicológica, social y emocional.
Pensar entonces que un sujeto con discapacidad carece del aspecto sexual que en cualquier otra
persona no se negaría, los coloca en un rol donde queda un amplio lugar para la colocación de ideas a veces
tan subjetivas como erróneas. Pero el tema aquí, no es solo pensarlo como sujeto sexuado, sino pensar cómo
pararnos ante esto y de qué manera responder y atender sus necesidades. Si pensamos que un menor con DI
es asexuado, se estaría negando la integridad de su persona; si se estima que las únicas conductas que estos
pueden adoptar son conductas puramente instintivas, torpes e hipersexualizadas, se residiría en descuidar el
aspecto afectivo-relacional, alejándonos de la idea de que estos sujetos necesitan de contacto, tienen interés
por su cuerpo, por el otro, manifiestan inquietudes, aspectos todos deben ser guiados y educados.
Los sujetos DI, pueden presentarse como más dependientes y sumisos a sus adultos, suelen estar
educados para responder y obedecer sólo a ellos, junto a esta cuestión, se encuentra una carencia en cuanto
a la educación de la sexualidad, lo que deriva en que los menores no estén orientados para distinguir las
muestras de atención o de cariño apropiadas de las inapropiadas, por lo que –entre otras- pueden aparecer
situaciones de abuso difíciles a veces de identificar, ya sea porque no son denunciadas por el menor o porque
se ven sometidos por el agresor a mantener silencio, inculcando en ellos el miedo y hasta sentimientos de
culpa. La dependencia qua caracteriza las relaciones de los menores discapacitados, los mitos que rondan la
sexualidad y la exclusión y aislamiento de estas personas al acceso de una adecuada educación sexual,
encontramos que estos puntos influyen también en las actitudes de los profesionales que trabajan con sujetos
con RM, y también en los servicios especializados dirigidos a los mismos, lo que genera resultados negativos,
ya que al privarlos de esta posibilidad, aumenta notablemente la vulnerabilidad de esta población tanto a
embarazos como enfermedades venéreas como al mencionado abuso sexual.
Para prevenir entonces situaciones de este tipo, hace falta adoptar estrategias de prevención e
intervención a través de programas psico educativos tanto para el joven con DI, como para las familias, así
como para la sociedad en general, para provocar un cambio en el pensamiento y en las actitudes adquiridas
a la hora de enfrentar la temática de la sexualidad. Estos programas tienen como finalidad que las familias de
los pacientes adquieran habilidades de afrontamiento, habilidades sociales, y de resolución de problemas,
asertividad, manejo del stress y de la ira, relajación y comunicación, con el objetivo de reducir factores de
stress psicosocial, mejorar la interacción familiar y crear sistemas auxiliares de apoyo. Así mismo, la educación
de la sexualidad ayuda a la persona con DI a aprender conductas aceptadas socialmente y a diferenciar lo que
es sancionado por la sociedad, enseñando las situaciones donde deben rehuir de las que deben encontrar
ayuda en caso que sea necesario, concretamente a desarrollar un esquema de prevención ante el abuso
sexual. La educación sexual resulta fundamental para el desarrollo de toda persona, por lo tanto, ésta debe
iniciarse desde edades tempranas. Los adultos deben orientar su aprendizaje hacia espacios que le permitan
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vivir la expresión de su sexualidad de manera saludable, así como establecer las habilidades sociales
adecuadas de acuerdo con la edad.
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Resumen: A menudo, el clima organizacional ha sido entendido como una estructura de factores que
promueven la confianza, el compromiso, el emprendimiento, la innovación y la satisfacción, pero la
generalidad de estos factores ha llevado a su especificación. Es así como el objetivo del presente trabajo ha
sido contrastar un modelo para el estudio del fenómeno en comento. Se realizó una investigación
exploratoria, transversal y no experimental con una selección muestral de 300 docentes, estudiantes y
administrativos de una universidad pública del centro de México. A partir de un modelo estructural se
encontraron cuatro dimensiones relativas a 1) especificación de las funciones, 2) composición intersectorial,
3) canales de participación y 4) trasparencia de gestión, aunque el porcentaje de varianza total explicada sólo
fue del 51%. A partir de las dimensiones establecidas por la literatura consultada se discutió la pertinencia de
incluir factores relativos a la equidad y la autonomía.
Palabras clave –Clima, apoyo, confianza, innovación, equidad, autonomía, cohesión
Abstract: Often, the organizational climate has been understood as a structure of factors that promote trust,
commitment, entrepreneurship, innovation and satisfaction, but the generality of these factors has led to its
specification. This is how the objective of this work has been to contrast a model for the study of the
phenomenon in question. An exploratory, transversal and non-experimental research was carried out with a
sample selection of 300 teachers, students and administrators of a public university in central Mexico. From
a structural model four dimensions were found related to 1) specification of functions, 2) intersector
composition, 3) participation channels and 4) management transparency, although the percentage of total
variance explained was only 51%. Based on the dimensions established by the literature consulted, the
pertinence of including factors related to equity and autonomy was discussed.
Keywords -Climate, support, confidence, innovation, equity, autonomy, cohesion
Introducción
El objetivo del presente trabajo fue contrastar un modelo para el estudio del clima organizacional en
una Institución de Educación Superior (IES) de centro de México, considerando la política de evaluación,
acreditación y certificación de la calidad de los procesos y los productos que le demandan las instituciones
estatales en función del monto de financiamiento público otorgado.
El clima organizacional, para los fines del presente trabajo alude a un ambiente desfavorable o
favorable, desagradable o agradable hacia el entorno de la organización, su cultura, estructura, liderazgo,
confianza, compromiso, emprendimiento, innovación y satisfacción (Acar y Acar, 2014).
En relación con la calidad educativa, indicada por niveles de ingreso, aprovechamiento, desempeño,
titulación, egreso, inserción, emprendimiento e innovación académica y laboral, el clima organizacional ha
sido delimitado a la colaboración, entendida como un proceso de confianza, compromiso y satisfacción
relativos a objetivos, tareas y metas compartidas (Anicijevic, 2013).
Una revisión de la literatura en los últimos años indica que la relación entre el clima organizacional,
principalmente la dimensión colaborativa, ha sido determinante de la calidad educativa en tanto que un
aumento significativo de la variable independiente anticipa un incremento sobre la variable dependiente
(Baño, Villacres, Arboleda y García, 2016).
3
UAT, MX: [email protected]
4
UAM, CDMX: [email protected]
5
CEPS, MX: [email protected]
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el caso de la gestión financiera del conocimiento, aunque se circunscribe a las dimensiones relativas a la
atribución de las capacidades de liderazgo transformador (Elizarraráz, Molina, Quintero, Sánchez y García,
2018).
Es así como hay una alta probabilidad de que las dimensiones reportadas en la literatura se ajusten
a las observaciones realizadas en el contexto de la IES de estudio (García, 2018). No obstante que la literatura
ha demostrado la prevalencia de dimensiones subjetivas y grupales en torno al clima laboral, la especificidad
de las dimensiones en el contexto de las políticas de calidad educativa supone la emergencia de dimensiones
nuevas que la literatura no ha documentado (Sánchez, Villegas, Sánchez, Espinoza y García, 2018). Por
consiguiente, las relaciones teóricas entre las dimensiones del clima laboral serán diferentes a las observadas
en el contexto de la IES de estudio (Hernández, Carreón, Bustos y García, 2018).
Método
Se realizó un estudio no experimental, trasversal y exploratorio. Se llevó a cabo una selección no
probabilística de 300 docentes, estudiantes y administrativos de una universidad pública del centro de México
(véase Tabla 1).
Resultados
La Tabla 2 muestra la adecuación y la esfericidad ⌠KMO = 0,796; χ2 = 505,397 (120gl) p = 0,000⌡que
permitieron estimar el análisis factorial, el cual arrojó cuatro factores relativos a especificación de funciones
(51% de la varianza total explicada), composición intersectorial (15% de la varianza total explicada), canales
participativos (9% de la varianza total explicada) y trasparencia de gestión (6% de la varianza total explicada).
R M D S C A F1 F2 F3 F4
R1 ,40 ,621 1,03 1,29 ,783 ,859
R2 1,17 2,151 1,38 1,30 ,702 -,610
R3 1,40 ,563 1,05 1,20 ,793 ,884
R4 2,80 1,864 1,02 1,48 ,702 ,723
R5 ,53 ,681 1,21 1,30 ,728 ,908
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Una vez establecidos los factores que explicaron el 51% de la varianza total explicada. Se procedió a
estimar las relaciones entre los factores con la finalidad de observar la emergencia de un factor de segundo
orden común a las cuatro dimensiones de primer orden (véase Tabla 3) y contrastar el modelo de trayectorias
reflejantes (véase Figura 1).
F1 F2 F3 F4 F1 F2 F3 F4
F1 1,000 1,897
F2 ,382* 1,000 ,430 1,876
F3 ,421** ,324*** 1,000 ,415 ,347 1,869
F4 ,439** ,425* ,438* 1,000 ,329 ,438 ,426 1,879
F1 = Especificación de funciones, F2 = Composición Intersectorial, F3 = Canales de Participación y F4
= Trasparencia de Gestión: * p < ,01; ** p < ,001; *** p < ,0001
Fuente: Elaborada con los datos del estudio
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Los parámetros de ajuste y residual sugieren la aceptación de la hipótesis relativa al ajuste de las
observaciones empíricas con respecto a las relaciones hipotéticas del modelo que se propusieron ⌠χ2 = 234,35
(36gl) p = 0,008; CFI = 0,990; GFI = 0,995; RMSEA = 0,007⌡.
Discusión
El aporte del presente trabajo al estado de la cuestión radica en la contrastación de un modelo para
el estudio del clima laboral en el que cuatro dimensiones explicaron el 51% de la varianza total explicada y
establecieron relaciones de dependencia entre las variables en comento.
Sin embargo, el tipo de estudio no experimental, el tipo de muestreo no probabilístico y el tipo de
análisis factorial exploratorio limitan los resultados al contexto de la IES de estudio. Por consiguiente, es
menester llevar a cabo un estudio con una selección muestral probabilística y un análisis factorial
confirmatorio con la finalidad de establecer las dimensiones del clima laboral en el contexto de la IES de
estudio.
Incluso, la literatura especializada y actualizada sugiere que el apoyo, la confianza, la innovación, la
equidad, el reconocimiento, la autonomía y la cohesión son dimensiones preponderantes del clima
organizacional, aunque en el presente trabajo las dimensiones de especificación de las funciones, composición
intersectorial, canales de participación y trasparencia de gestión sugieren una simplificación de las
dimensiones reportadas en la literatura consultada.
En ese tenor, la especificación de funciones deriva del clima de apoyo y la innovación (Saansongu y
Ngutor, 2012). Del mismo modo la composición intersectorial contraviene la autonomía, pero está inserta en
la cohesión (Stable, 2016). En cuanto a los canales de participación esta variable proviene de la cohesión,
aunque contraviene a la dimensión de la confianza. Por último, la transparencia de la gestión supone variables
de apoyo, confianza, reconocimiento y cohesión.
Las cuatro dimensiones encontradas delimitan la estructura del clima organizacional reportada en la
literatura consultada, pero están relacionadas con cada una de las dimensiones establecidas, aún y cuando
sólo explican la mitad del porcentaje de varianza total explicada.
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Conclusión
El objetivo del presente trabajo fue contrastar un modelo exploratorio para el estudio del clima
organizacional en una IES del centro de México, pero el tipo de estudio, muestreo y análisis limitaron los
resultados al contexto de la investigación, sugiriendo la inclusión de otros factores derivados de las
dimensiones establecidas por la literatura consultada.
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Revista Digital Prospectivas en Psicología. Vol. 3 N°2. Julio 2019. ISSN Nº 2469-0066
Resumen: La posibilidad de pensar un psicoanálisis contemporáneo exige considerar la manera en que los
conceptos fundamentales que lo sostienen pueden ser pensados a la luz de las coyunturas socioculturales que
cada vez resultan más vertiginosas. Bajo esta premisa, nos proponemos desde dos ejes que son la experiencia
y la transmisión, fundamentar como en el diálogo que se produce entre ellos pueden encontrarse algunas
coordenadas que nos permitan dar cuenta de la manera en que esta retroalimentación pueda llevarse a cabo.
En este recorrido, nos encontramos con las dificultades que se producen en la transmisión, con consecuencias
directas en la experiencia y encontramos en la paternidad la manera de poder rescatar a la experiencia en su
singularidad.
Palabras claves: transmisión, experiencia, paternidad, transferencia, psicoanálisis
Abstract: The possibility of thinking about a contemporary psychoanalysis requires considering the way in
which the fundamental concepts that sustain it, can be thought in the light of the socio-cultural conjunctures
that are increasingly vertiginous. Under this premise, we propose from two axes that are the experience and
transmission, in the dialogue that takes place between them, take basis of some coordinates that allow us to
account for feedback between that can be carried out. In this developing, we encounter the difficulties that
occur in the transmission, with direct consequences in the experience and we find in paternity the way of
being able to rescue the experience in its singularity.
Key words: transmission, experience, paternity, transference, psychoanalysis
Introducción
Compartiendo lo expresado por diversos autores contemporáneos, proponemos pensar el
psicoanálisis atendiendo a su contexto y, por lo tanto, considerando que cada coyuntura sociocultural exige
compromisos psicoanalíticos que puedan brindar respuestas acordes. En estos tiempos que corren, con la
velocidad que se producen los cambios a nivel sociocultural y tecnológico, consideramos que esta concepción
resulta de suma relevancia para la práctica actual que día a día nos cuestiona, pone a prueba lo ya sabido y
nos desafía a algo que puede pensarse en el orden de la creación de la práctica, al menos la que se considera
como propia. Esta creación, no puede sino tener como base la transmisión que se recibe y la propia
experiencia, y nos resulta pertinente pensarla en relación a la paternidad en el entrecruzamiento que esto
propone. Proponemos también, hacer referencia a como ciertas dificultades en relación a las algunas
instituciones psicoanalíticas funcionan como obstáculo frente a la posibilidad de transmisión y para esto
hacemos una articulación con la función paterna. El objetivo es dilucidar cuando colaboran en la transmisión
y cuando se convierten en un discurso dominante que no da lugar a la singularidad que se desprende de la
propia experiencia del analista.
Discusión
En esta propuesta que supone dar cuenta de la importancia de la transmisión y la experiencia en
psicoanálisis, consideramos en principio poder expresar la manera de pensar al psicoanálisis de un modo
abierto que refleje la retroalimentación que suponen estos dos conceptos que tomamos como centrales.
Como punto de partida comenzaremos citando a Luis Hornstein (2003) que propone, esta misma línea, pensar:
6
Lic en Psicología (UK). Magister en Psicoanálisis (UK). Psicólogo clínico, psicólogo voluntario en Servicio de Hemato-Oncología
Pediátrica del Hospital Dr. Alejandro Posadas. [email protected]
23
Revista Digital Prospectivas en Psicología. Vol. 3 N°2. Julio 2019. ISSN Nº 2469-0066
“El psicoanálisis se mueve y el psicoanálisis es movido. Mueve sus bordes y esos bordes lo mueven. Entonces
no queda otra que pensarlos, pensarlos como fundantes y como discutibles, y convertirlos en ámbitos de
producción” (p. 12)
En un primer acercamiento a la transmisión y la experiencia, parece pertinente una frase de Vegh (2015) que
resulta representativa de lo que intentamos abordarñ “Estamos ante una repetición en la historia del
psicoanálisis. Desde hace algunos años, en el psicoanálisis poslacaniano, se viene produciendo lo mismo que
en el análisis posfreudiano: se toma un aspecto de la teoría, se hace de eso una hipérbole, se desconocen
otros aspectos de la estructura y se llega a un extravío de la experiencia”. (p. 88)
Este autor, propone pensar la experiencia del análisis y para ello toma de Lacan la consideración de
que el analista forma parte del Inconsciente, por lo que la experiencia se produce en la emergencia del
Inconsciente, que se posibilita a través de la transferencia. Esa experiencia es la que permite, que en ese
vínculo transferencial, la emergencia del Inconsciente pueda eludir ciertas dificultades que se presentan a la
escucha del analista, manifestándose de una manera en que éste pueda leerlas. Es así que claramente nos
dice: (…) la experiencia del análisis tiene una manifestación registrable que llamamos transferencia y una
hipótesis deducible que nombramos Inconsciente. No hay una sin la otra. (p. 28)
Con el objetivo de profundizar la importancia de la experiencia y su vínculo con la trasferencia, nos
resulta de interés articularlo con lo que propone Aulagnier (1986/2005) con el concepto de “singularidad”. La
autora habla de la dificultad de esta experiencia, en tanto para los analistas requiere de la transferencia
entendida en dos vertientes, por un lado respecto al corpus teórico psicoanalítico que debe ser contrastado y
sometido a prueba con la práctica psicoanalítica. Cito a la autora mencionada:
Freudiano entre los freudianos, lacaniano entre los lacanianos, discípulos entre otros
discípulos, el analista (interprete por partida doble), heredero, en el campo de la teoría, de
un bien común a compartir con el conjunto de sus pares, revindicará por el contrario su
“singularidad” (aquello que le permite ser, en su propio nombre, transmisión del texto) en
el campo donde se encuentra confrontado con su soledad: el acto analítico. (p. 70)
En la línea de lo expuesto, podemos considerar la experiencia de un psicoanálisis en la conjunción de
estos elementos que entran en juego en relación a la transferencia: la transferencia con el texto, como saber,
y en la transferencia que implica su aplicación como aquello que puede entrar de ese saber en el campo de
acción. Este campo de acción está representado por la experiencia, en tanto permita esa retroalimentación,
sostendrá la “singularidad” de la que nos habla Aulargnier.
Como expusiéramos en la introducción, consideramos que en el entrecruzamiento entre transmisión,
que podríamos poner en la línea de la historia y por lo tanto de las instituciones psicoanalíticas; y la
experiencia, que quedaría más en la actualidad y aquello que resulta de la singularidad a la que aludíamos, se
puede pensar a la paternidad. Con este objetivo, podemos plantear la relación con la paternidad, tomando
como punto de partida para eso, lo que Aulagnier (1986/2005) expone:
En este campo podrá experimentar los efectos de la singularidad de su interpretación, podrá
reconocer la paternidad, podrá hacer su obra. En el registro de la acción (y el análisis forma
parte de él) el analista se asume como intérprete: intérprete de los textos de Freud e
intérprete de lo que el analizando le exige a esos textos. (p. 70)
Como mencionamos, otra dificultad en lo que hace a la transferencia con el texto que
mencionáramos más arriba, está dada por ser un bien común que el analista comparte con sus pares. Esto
adiciona a una transferencia (que podríamos llamar individual) al texto (las obras de Freud y Lacan
fundamentalmente), una transferencia con una lectura de esos textos que hacen las instituciones a las que el
analista considera o desea pertenecer. Esto produce una subdivisión y una necesidad de conciliar ambas, en
tanto el ejercicio de su práctica puede quedar condicionado a su adhesión. Es, en este punto en particular, en
el que la articulación con la función paterna se nos hace necesaria.
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Con este objetivo proponemos citar nuevamente a Vegh (2015) y lo hacemos en referencia al
cuestionamiento que hace Lacan, en su momento, sobre los textos de Freud como antecedente que nos
permita dimensionar la importancia fundamental de esta “singularidad”, de esta “experiencia” del
psicoanálisis;
Lacan fue expulsado porque cuestionaba al padre Freud al distinguir el padre del goce que
no acepta la Ley, del padre del deseo y de la Ley. Ese padre del goce que podemos homologar
en el relato mítico con el padre de la horda, un padre que guarda el goce todo para si hasta
que los hijos se reúnen en un pacto, lo matan, lo incorporan –comida totémica- y que luego,
según dice Freud, por conveniencia, pero también por amor y por culpa de haberlo matado,
aceptan la Ley, que es a ley de prohibición del incesto (…) En cambio, recuerdo la frase de
Lacan de uno de los últimos seminarios, Le Sinthome, que dice: “del padre se puede
prescindir”, y agrega: “a condición de servirse de él” (…) Entonces, lo explicito así: del padre
del goce se puede prescindir a condición de servirse del padre del deseo y de la Ley. (pp.
111-112)
Esto nos permite pensar en que la adhesión a algunas instituciones, en la necesidad de apoyatura
que requieren sobre todo los profesionales más jóvenes en el inicio de su práctica profesional, los pone en
relación a este padre del goce que los exige en una posición de no diferencia, de una repetición que los
sostiene en el goce de otro, aboliendo lo propio. Para poder salirse de esto, exige por parte de los analistas
asumirse como practicantes, en el más literal de los sentidos. En una práctica comprometida, que posibilite la
búsqueda de esa “singularidad” en tanto supone una renuncia a encontrar a alguien, en este caso
representado por una institución, que les garantice lo que verdadero o falso de aquello que surge de su propia
experiencia encontrada con los textos, con la formación que tienen como bagaje. Sin embargo, debemos
remarcar el compromiso necesario ya que como surge de lo expresado por Vegh tomando a Lacan, solo se
puede prescindir del padre del goce a condición de servirse del padre del deseo y de la Ley, y por lo tanto,
para poder tener acceso a esa singularidad es necesario un compromiso del analista con la formación, con la
lectura de los textos, con la revisión de las cuestiones de la propia subjetividad que hagan dificultad de manera
de pulir la propia experiencia y poder construir, hacerse padre de la propia práctica.
Conclusiones
Consideramos que tanto experiencia como transmisión pueden tomarse como los principales
vectores que inciden y despliegan que el psicoanálisis pueda brindar respuestas que contemplen las diversas
coyunturas socioculturales en las que encuentra el contexto de su aplicación. Sin la posibilidad de este diálogo,
se hace difícil pensar en que no quede resignado y limitado a consideraciones netamente teóricas, que
produzcan un alejamiento, por el retraso en poder evolucionar en la medida que las exigencias de los cambios
cada vez más significativos así lo ameritan. La transmisión la consideramos en la línea de la historia, de los
conceptos fundamentales del psicoanálisis y planteamos la dificultad cuando esta transmisión esta mediada
por instituciones que detentan una mirada cerrada y sin posibilidad de desarrollo frente a cuestiones
coyunturales que permitan la apertura de la que habláramos anteriormente. En lo que refiere a la experiencia,
el planteo es en relación a la propia práctica en dialogo permanente con la teoría que la sostiene y en la
posibilidad de articulación que a partir de esto se genera con la manera en que el contexto sociocultural tiene
impacto en la subjetividad de aquellos que consultan. La paternidad surge en esta posibilidad de
entrecruzamiento entre transmisión y experiencia, como posibilidad de concebir la propia práctica atendiendo
a la singularidad.
En esta breve articulación, nos detenemos en analizar como algunas de estas instituciones
psicoanalíticas detentan el lugar de ese padre del goce impidiendo de esta manera dar lugar al deseo a través
de la posibilidad de enlazar algo de ese goce a la ley. Sin esta posibilidad, la experiencia, la singularidad, que
permite seguir haciendo circular el deseo en sus enlaces, provoca solo detención e impide la transmisión.
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Transmisión de una ley que puede posibilitar no encarnarla y que, por lo tanto, permite el acceso a la propia
paternidad.
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Abstract: Psychotherapy defined as an interpersonal process of learning, where the word is the instrument of
therapeutic intervention that operates as a stimulus and environmental factor with sufficient relevance whose
impact leaves a mark that translates into long term memory mediated by an epigenetic process of neuroplastic
changes.
Key words: psychotherapy, learning, long term memory, epigenetic
Introducción
La Psicoterapia implica un encuentro en un espacio de diálogo íntimo entre paciente y
psicoterapeuta. En condiciones que permanecen estables y desarrollado a lo largo del tiempo, el
psicoterapeuta intenta abordar los problemas que plantea el paciente mediante la aplicación de
intervenciones técnicas que involucran, de modo predominante aunque no exclusivo, el uso de la palabra. De
esta manera, el lenguaje no es solo un código de comunicación que permite un intercambio de información
entre diversas personas, sino que se convierte en una instancia que organiza la propia experiencia sensorial y
la conciencia de identidad, dando curso a pensamientos y sentimientos a través de la trama vincular
terapéutica.
Existen diferentes modelos en psicoterapia que profundizan en diversos aspectos psicológicos
relacionados con la posibilidad de lograr cambios y desarrollar explicaciones acerca de la incidencia de estos
factores en los procesos psicopatológicos. Considerando los elementos que poseen en común los distintos
abordajes, el proceso psicoterapéutico comienza con la palabra del consultante, quien expresa sus problemas
al psicoterapeuta con la intención de aportar comprensión a su padecer y encontrar la forma de elaborar y
trascender su sufrimiento.
A través del desarrollo de la palabra, la persona incorpora, procesa y almacena en su memoria,
información que es codificada en términos lingüísticos y puede ser recuperada en la conciencia. El lenguaje es
el medio que permite la expresión de los propios sentimientos y pensamientos, que a su vez pueden ser
transmitidos y compartidos con otras personas. Este intercambio verbal, enriquecido con todo el conjunto de
códigos de comunicación gestual y contextual que lo acompaña, permite acceder al registro subjetivo que
cada persona tiene acerca de sí mismo, de su vida y de su entorno como así también de los problemas que le
conciernen, los aspectos emocionales que determinan sus sentimientos y sus estados anímicos y afectivos,
sus sensaciones físicas, como así también sus ideas, pensamientos y fantasías.
El procesamiento cognitivo de la palabra ha sido estudiado por numerosos investigadores, quienes
han propuesto modelos que intentan explicar el recorrido que realiza la palabra en el sistema nervioso central
7
Lic. en Psicologia. Esp. en Neuropsicología Clínica. Mag. en Psicoinmunoneuroendocrinología. e mail [email protected]
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(SNC). El propósito de la presente publicación es efectuar un cruce entre lo biológico y lo simbólico para poder
aproximarnos a la comprensión de cómo la palabra hablada y compartida podría ejercer modificaciones en el
SNC.
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En consonancia con lo antedicho, sugerimos que la Psicoterapia puede funcionar como un proceso
modulador epigenético que da lugar a diversos factores de transcripción mediante el uso de la palabra.
La regulación de la expresión de genes permite que todas las funciones del individuo sean pasibles
de influencias sociales, las que serán biológicamente incorporadas en la expresión modificada de genes
específicos. Esas modificaciones no se transmiten genéticamente de una generación a otra, sino de manera
cultural a consecuencia de procesos de aprendizaje.
Así entonces, este mecanismo, reviste gran importancia para pensar en los efectos que tiene la
palabra sobre el SNC. Desde este punto de vista, el tratamiento adecuado y la curación de las distintas
enfermedades psiquiátricas y psicológicas debe dar lugar a cambios cerebrales que se manifiestan en
comportamientos más adaptativos de los pacientes.
Según Kandel, las alteraciones en la expresión genética mediadas por aprendizaje generan
modificaciones en los patrones de conexiones neuronales que estarían sobre la base biológica de la
individualidad. El aprendizaje, es considerado así en su sentido más amplio como cambios relativamente
permanentes de la conducta debidos a la experiencia que consecuentemente generarían alteraciones en la
expresión genética. Así entonces, los cambios persistentes en la conducta están reflejados en el SN y a su vez,
estos cambios están reflejados en la conducta, con lo cual fundamenta que no es tal la distinción entre
desórdenes mentales orgánicos y funcionales. De este modo, aunque no se detecten cambios en la estructura
cerebral, pueden que estén ocurriendo cambios más sutiles, pero no menos importantes, en las conexiones
sinápticas.
El mencionado neurocientífico postula que si la Psicoterapia es efectiva y produce cambios de larga
duración en el comportamiento, presumiblemente hace esto mediante mecanismos de aprendizaje, que
producen cambios en las conexiones intersinápticas con la concomitante modificación epigenética, por lo que,
cuando un terapeuta habla a un paciente y éste lo escucha, la acción de la maquinaria cerebral del terapeuta
está produciendo un efecto en la maquinaria neuronal del cerebro del paciente.
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cognitiva de una situación emocional. Esta memoria emocional involucra la activación de un repertorio de
respuestas somáticas, cuyo control es ejercido por otra estructura cerebral relacionada, llamada amígdala. La
amígdala y el hipocampo, entre otras estructuras, conforman un circuito regulatorio llamado sistema límbico.
Por su parte, la CPF, especialmente una porción, la corteza orbito-frontal (COF) regula la reactividad de la
amígdala frente a los estímulos. En conjunto con la COF, la amígdala confiere valor emocional a los estímulos
percibidos, tanto en base a información innata como aprendida, y traduce ese tono emocional en un estado
somático, estimulando la actividad del hipocampo en el procesamiento emocional de la memoria mediante la
liberación de ciertas neurohormonas como la noradrenalina y el cortisol por parte de otras estructuras
neuroanatómicas. Si el hipocampo reconoce esta información como emocionalmente relevante es muy
probable que la aprenda de memoria. Sabemos que memoria y aprendizaje no tienen diferencias taxativas
para el cerebro; memoria y aprendizaje son términos unívocos para el procesamiento cerebral. Así entonces,
el hipocampo organiza contextualmente la información, temporo-espacial y la evalúa, comparando diferentes
recuerdos almacenados en la memoria de largo plazo y haciendo inferencias en función de una situación
novedosa. Una experiencia de importancia emocional puede ser evocada de manera conciente y explícita
acerca de una situación emocionalmente relevante, o bien puede ser evocada de manera implícita, mediante
el sistema que involucra a la amígdala, generando una memoria emocional implícita. Como ambos procesos
son parte del mismo sistema, frente a un acontecimiento traumático, ambos se activan simultáneamente,
dejando sus huellas en varias instancias, en la subjetividad y en las estructuras neuronales de la memoria
implícita. Merced a la plasticidad neuronal, el cerebro se desarrolla epigenéticamente como un órgano que
se acopla con su medio en una relación de complementariedad. Tanto la mente como las estructuras
cerebrales en las que asienta son, ante todo y esencialmente,fenómenos socioculturales. Dado que éstas
interacciones, por su parte, transforman continuamente la microestructura del cerebro, éste debe
contemplarse como un órgano en igual medida biológico, social e histórico.
No menor aporte para comprender procesos vinculados a la relación de intimidad en la que se
desarrolla la Psicoterapia, son los aportes de Giacomo Rizzolatti (1996) para comprender los mecanismos
subyacentes en la dinámica neural a través del descubrimiento de las neuronas espejo en el mono macaco.
Su investigación confirmó que un grupo de neuronas se activaba tanto cuando el animal realizaba acciones
concretas, como cuando observaba a otros monos o personas repetir lo mismo. En principio, pareció tan solo
un sistema de imitación ligado a movimientos simples, pero posteriores análisis constataron que el
mecanismo permitía también hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás. A su vez,
este sistema también se descubrió en los humanos, con la activación del lóbulo parietal y la corteza motora
del cerebro. Las neuronas espejo desempeñan una función muy significativa dentro de las capacidades
cognitivas relacionadas con las habilidades sociales y la empatía, en las que subyace la imitación como
componente fundamental en todo aprendizaje.
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nivel de representación psíquica dado por la palabra se traslada a los eventos fisiológicos en el cerebro donde
la palabra es transformada en señal química y llega como información al sistema auditivo y es procesada en
sucesivas regiones cerebrales involucradas con la experiencia cognitiva de los estados emocionales. Es posible
por ello que esa intervención produzca cambios en el nivel interpretativo de la realidad del paciente y que
estas intervenciones produzcan cambios en su cerebro. Las palabras, se constituyen como el instrumento con
el cual la persona se construye y a su vez que se vincula con el mundo que lo rodea. Desde esta perspectiva lo
biológico y lo funcional se unen en una única realidad que es el Ser Humano.
Es importante considerar que en este proceso de aprendizaje, la experiencia de apego juega un papel
preponderante, ya que el desarrollo de vínculos emocionales modifica de manera radical el impacto de los
estímulos ambientales en el proceso de toma de decisiones. Ya Bowlby (1969), había desarrollado su teoría
del apego, la cual se ha hecho evidente en varios campos de la salud mental. El desarrollo de un vínculo
emocional en el contexto de una experiencia sensitiva, modifica considerablemente los efectos de la
experiencia. En la medida que el paciente, a través de este proceso de apego en el espacio psicoterapéutico,
en un vínculo de andamiaje y respetuoso de su singularidad, es capaz de alcanzar niveles crecientes de
posibilidad regulatoria, los resultados de la intervención terapéutica son más efectivos.
Conclusiones
La posibilidad de comprender la Psicoterapia en términos de aprendizaje posibilita la validación y
comprensión científica de procesos que cuentan actualmente con una apoyatura empírica, al tiempo que abre
el diálogo interdisciplinario.
En el marco de un proceso de aprendizaje, el lenguaje como valioso instrumento comunicativo es la
herramienta con la que la persona se construye y a su vez construye su manera de ver y relacionarse con los
otros. Por su parte, la memoria de lo aprendido mantiene la integridad del yo individual articulando la realidad
temporal en una unidad que posibilita el aprendizaje y el cambio.
A partir de estos conocimientos, no resulta entonces sorprendente que, en el curso de una
intervención psicoterapéutica exitosa, se produzcan cambios neuroquímicos que modifiquen la
microestructura del cerebro. La acción oportuna de la Psicoterapia inicia una cascada, donde la instancia de
la palabra, considerada como un estímulo produce cambios moleculares vinculados a procesos de síntesis
proteicas, que generarán eventos neurofisiológicos, con las consecuentes modificaciones sistémicas que se
traducirán en cambios psicológicos, objetivables por cambios conductuales, que hallará repercusión en el
contexto social en el que la persona se desarrolla. De ese modo, se constituye en un acontecimiento que deja
sus huellas en varias instancias, en la subjetividad y en las estructuras neuronales de la memoria
implícita. Merced a la plasticidad neuronal, el cerebro se desarrolla epigenéticamente como un órgano que
se acopla con su medio en una relación de complementariedad, éste debe contemplarse, entonces, como un
órgano en igual medida biológico, social e histórico.
Dada la complejidad de la realidad humana que requiere la articulación de los diversos planos con el
fin de brindar mejores recursos diagnósticos y terapéuticos, pensamos el acontecer humano que de forma
análoga a la piedra de roseta de los antiguos egipcios se nos presenta como un texto plurilingüe pero que
parte de un mismo texto original, amerita hacer una lectura desde el idioma que cada uno ha aprendido, en
el presente trabajo desde la perspectiva de las Neurociencias, pero que no invalida ni contradice cualquier
otro idioma. Sin más, son diferentes niveles de lectura para abordar a éste objeto de estudio, el Ser Humano
que se constituye como sistema fractal que despliega su reflejo en múltiples horizontes.
Como Psicoterapeutas, nos dirigimos a los pacientes como Sujetos: intentamos comprenderlos,
estimularlos, ayudarlos en la clarificación de su identidad, apelamos a su libertad y a su responsabilidad en
sus vidas. Participemos como Psicoterapeutas, en esta búsqueda maravillosa que permita desvelar como se
unen procesos psicológicos y mentales y funcionamiento cerebral en una única realidad que es el Hombre.
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PROMOCIÓN DE SALUD.
LA IMPORTANCIA DE CONOCER LOS FACTORES TERATOGÉNICOS QUE AFECTAN EL SN
Health Promotion. The importance of knowing the teratogenic factors that affect the SN
Iris M.Motta8
Resumen: La promoción de salud es, como indica la OMS, un derecho humano. La construcción de condiciones
para que la salud sea posible depende en gran medida de la capacidad de pensar y pensarnos para transformar la
información, a veces excesiva, a veces sesgada, en conocimiento que permita que las comunidades sean
protagonistas de los cambios saludables. Un capítulo aparte en esta temática lo constituyen los factores
teratogénicos capaces de alterar el desarrollo del Sistema Nervioso. A ellos, al menos a algunos, nos dedicaremos
en este artículo.
Palabras clave: teratogénesis – sistema nervioso – promoción de salud
Abstract: Health promotion is, as WHO indicates, a human right. The construction of conditions for health to be
possible depends to a large extent on the ability to think and think of us in order to transform information,
sometimes excessive, sometimes biased, into knowledge that allows communities to be protagonists of healthy
changes.
A separate chapter in this topic is the teratogenic factors capable of altering the development of the Nervous
System. To them, at least to some, we will dedicate ourselves in this article.
Key words: teratogénesis - nervous system - health promotion
Introducción
Existe una enorme cantidad de trastornos congénitos del Sistema Nervioso que pueden afectar el
desarrollo pleno de las personas. Las consecuencias de dichos disturbios implican una gran cantidad de costos a
todo nivel: por un lado, se encuentran los costos de salud pública que, en muchos lugares se hace cargo de los
tratamientos necesarios; pero, por otro lado, están los costos afectivos y sociales de quienes los padecen y sus
familias.
Los profesionales de la salud dedicamos enorme cantidad de tiempo a estudiar los modos más eficaces para tratar
las consecuencias. Sin embargo, cuando debemos intervenir terapéuticamente es porque ya fallaron todas las
instancias anteriores que, quizá, hubieran podido impedir los déficits.
Entra a tallar allí la aplicación de estrategias de prevención primaria más eficientes; y más aún, de promoción de
salud, que como concepto positivo desarrollado fuertemente a partir de la Carta de Ottawa (OMS, 1986) debe
preceder y a la vez, excede los alcances de la prevención, que sólo intenta evitar la enfermedad y sus consecuencias.
Es así, que la promoción de salud, como lo indica la Carta de Bangkok (OMS, 2005), “es un derecho humano
fundamental… incluyente de la salud como factor determinante de la calidad de vida, que abarca el bienestar
mental y espiritual” (p. 1). De esta manera, la OMS dice que “la promoción de la salud consiste en capacitar a la
gente para ejercer un mayor control sobre los determinantes de su salud y mejorar así ésta” (p. 1).
Hace años que se caracteriza a nuestra sociedad como la “sociedad de la información”. Sin embargo, contar
con cantidades ingentes de información no necesariamente redunda en mayor bienestar ni en mejor manejo de las
problemáticas que aquejan a la humanidad. Es por ello, que consideramos que el eje de la discusión debe correrse
del concepto de “sociedad de la información” a “sociedad del conocimiento”, y aunque a simple vista pueda parecer
8 Prof. y Lic. en Psicopedagogía (UK) Prof. Asoc. de Neuropsicología, Psicofisiología, Práct. de Investigación en Psicología (UK). Profesora
de la Esp. en Nps de la Universidad del Aconcagua. Miembro del Cap de Nps Clínica de la AASM. Investigadora.
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que no hay gran diferencia entre ambos términos, la diferencia es, conceptualmente, de un peso enorme. La
“información” es “el conjunto de abstracciones sistematizadas y transmitidas por agentes que a distintos niveles
representan los modelos societarios en un determinado momento histórico” (Mas Colombo et al, 2008, p. 13); por
el contrario, “conocimiento” es “la composición y síntesis de lo percibido y valorado que se organiza en un estilo
personal de pensar y pensarse” (Mas Colombo et al, 2008, p. 13). Este conocimiento se caracteriza por resultar en
una autotransformación y en una transformación del mundo con el que producimos intercambios. Sólo en este
contexto es posible la promoción de salud.
La ciencia y la tecnología, con su avance, ofrecen grandes oportunidades de promocionar salud. Nuestra
responsabilidad como profesionales de la salud es colaborar para que la gran cantidad de información que circula
de manera heterogénea en el mundo globalizado pueda convertirse en conocimiento y, por lo tanto, en
oportunidades para que las comunidades construyan condiciones de salud, ganando en autonomía y
autorregulación de pensamiento y acción.
Coincidiremos en que en muchos casos esto depende de políticas públicas que nos exceden en lo
particular, lo que no es admisible es que el cambio potenciador no se dé por nuestra ignorancia de los factores cuya
modificación puede significar un cambio cuanti-cualitativo en las condiciones para la mejora sostenida y sostenible.
Desarrollo
Cuando se habla de factores que inciden nocivamente en la estructura o función de un determinado tejido,
hablamos de noxas. El término noxa es la sustantivación de nocivo (del latín nocivus: dañoso, perjudicial) (RAE,
2018)
El efecto de las noxas depende de varias condiciones; entre ellas, el momento del ciclo vital en el que
aparezca. De esta manera, hay noxas post-natales (traumatismos, infecciones, etc.) que producirán alteraciones
anatómicas y/o funcionales en diferentes tejidos, en función de sus características específicas.
Pero también existen noxas que intervienen y afectan el normal desarrollo gestacional. A ellas, en
particular a aquellas que afectan el desarrollo del sistema nervioso, son a las que nos dedicaremos aquí,
entendiendo que la cantidad de agentes conocidos es inmensa por lo que dejamos de lado toda pretensión de
exhaustividad.
Cuando nos referimos a factores que afectan el desarrollo embrionario, al término noxa agregamos el
calificativo teratogénica (de teratos, monstruo y génico, origen). (RAE, 2018)
El avance de la ciencia ha permitido determinar que el desarrollo ontogenético depende de la interacción
compleja de gran cantidad de factores tales como los genes, el ambiente y la cultura, que da como resultado un ser
único (Pradeu, 2010). Por la característica analítica y especializada de la ciencia, todos los elementos tienden a
estudiarse por separado para profundizar en los datos, pero es claro que deben considerarse a través de modelos
integrados, sin perder de vista que esa misma construcción de modelos es, de todos modos, en sí misma una
simplificación. Esta mirada científica, aún en permanente construcción, contrasta fuertemente con las
consideraciones precientíficas, que adscribían el origen de las malformaciones “a la intervención divina o satánica,
a la hibridación con otras especies…” (Terrones Saldívas, 2006, p. 231), y de ahí la inscripción dentro de lo
monstruoso que heredamos en su denominación. Más allá de la explicación histórica del significado “monstruoso”,
no podemos olvidar que seguimos usando el término, y las palabras que usamos marcan cómo seguimos rotulando,
señalando y marcando, con el peso personal y social que ello implica.
Definiremos, entonces, noxa teratogénica o factor teratogénico como cualquier agente físico, químico,
biológico o asociado a enfermedades o carencias parentales que actuando en el período gestacional, altera su
normal desarrollo provocando alteraciones morfológicas y/o funcionales, detectables a simple vista o no, con
consecuencias que pueden aparecer durante el embarazo, en el período postparto inmediato o a corto, mediano o
largo plazo. Estas consecuencias tienen un rango tan amplio que pueden ir desde la incompatibilidad con la vida
hasta manifestaciones comportamentales.
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Según datos de la OMS (2016) “las anomalías congénitas pueden ocasionar discapacidades crónicas con
gran impacto en los afectados, sus familias, los sistemas de salud y la sociedad” (parr. 2), en términos de muertes,
enfermedades crónicas y discapacidad. Los defectos del tubo neural se encuentran entre los tres tipos más
habituales, junto con las malformaciones cardíacas y el Síndrome de Down.
En la República Argentina, se estima que el 28% de las defunciones antes del año de vida se deben a alteraciones
congénitas (DEIS, Estadísticas Vitales, 2016)
A pesar de la importancia del conocimiento de los teratógenos, en cerca del 50% de los casos de
malformaciones no es posible determinar con precisión la causa (OMS, 2016), algunos autores hablan incluso de
un porcentaje cercano al 70% (Ujházy, Mach, Navarová, Brucknerová and Dubovický, 2012), lo que nos hace pensar
que si bien son muchos los agentes que se conocen, los que existen son muchos más de los que la ciencia puede
dar cuenta.
La teratología, como disciplina científica que estudia los mecanismos por los cuales se producen las
anomalías a las que nos referimos, tiene una rama, la teratología experimental, que permanentemente intenta
ampliar el espectro de conocimiento. Iniciada en 1930 con una serie de experimentos en cerdas preñadas (Ujházy
et al., 2012), ha ido desarrollándose a través del tiempo y ha brindado mucha información útil. Sin embargo, los
estudios con animales han mostrado tener algunas dificultades en la estimación de daños posibles, reflejando que
los resultados no siempre son absolutamente extrapolables a los humanos (Friedman, 2011). Un claro ejemplo fue
la tristemente conocida talidomida, droga utilizada ampliamente en la década del 60 para tratar las náuseas y
vómitos de las embarazadas. El resultado fue el aumento exponencial de la aparición de focomielia en los bebés,
secuela que no fue anticipada ya que los experimentos en conejos arrojaban datos de malformaciones a dosis
altísimas que nunca se hubieran utilizado en humanos. El otro fenómeno interesante que se describió es que
tampoco su empleo en adultos hacía pensar que pudiera suceder lo que finalmente sucedió. (Motta, 2004)
Estas conclusiones remitieron nuevamente a las que Wilson (citado en Ujházy, 2012) en su famoso tratado
“Environment and Birth Defects” ya había delineado como principios rectores de la teratología:
• La susceptibilidad al agente teratogénico depende de:
• el genotipo y de la manera en que éste interactúa con las condiciones ambientales
• del momento del desarrollo en el que el agente teratogénico aparece
• las características del teratógeno que actúa de manera específica sobre distintos tejidos
Es en relación a estos parámetros que las manifestaciones del desvío en el desarrollo pueden ir de la
muerte a las alteraciones funcionales casi imperceptibles.
Tal como señalamos, las consecuencias de la exposición al teratógeno dependen, entre otras cosas, del momento
de la gestación del que se trate. De esta forma, se pueden delimitar períodos críticos.
En el período preimplantatorio (de la fertilización a la implantación), conocido como “de todo o nada”, un
daño importante en las células del embrión podría conducir sin más al aborto espontáneo. De la segunda a la 8va.
semana posterior a la concepción, se producen con intensidad procesos de proliferación, diferenciación y
organización celular, cuyo resultado es la organogénesis. La mayoría de los teratógenos tendrá su efecto máximo
en el período vulnerable de cada sistema. Durante el período fetal (de la 9na. semana al término) las alteraciones
serán predominantemente madurativas y funcionales. (Petracchi, 2014; Jiménez Puñales, Bravo Torres, Rivero
Ramírez, 2014)
Volvemos aquí a señalar la importancia de diseñar estrategias eficientes de promoción de salud: en
general, la consulta por sospecha de embarazo se produce frente a la primera falta menstrual (y en comunidades
menos favorecidas, mucho después), y aún en mujeres regulares, eso es avanzado el período más vulnerable. De
este modo, se impone la promoción de una cultura de la planificación responsable que lleve a establecer cuidados
asociados a hábitos saludables antes de la posibilidad de que se dé la concepción.
Un punto que es muy importante destacar es que con el avance de la ciencia, muchos niños que años atrás
hubieran muerto en virtud de determinadas malformaciones, hoy día sobreviven, aunque con secuelas de diversa
gravedad. Esto abre, además, un vasto campo colaborativo interdisciplinario en el tratamiento de alteraciones que
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van de severos impedimentos hasta manifestaciones solapadas que la neuropsicología reconoce como signos
blandos.
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La cocaína suele afectar secundariamente el crecimiento fetal por el efecto anorexígeno que tiene sobre
la madre. Por su efecto vasoconstrictor puede producir desprendimiento de placenta y aumenta la incidencia de
accidentes cerebrovasculares en el feto. (Loredo Abdal et al., 2014).
En la mayoría de las sustancias que producen adicción existe un fenómeno asociado a la falta de provisión
de la sustancia luego del parto: el Síndrome de abstinencia fetal. El mismo cursa con temblores, irritabilidad,
trastornos del sueño, hipertonía, hiperreflexia, convulsiones, vómitos, diarrea, deshidratación, sudor, fiebre o
dificultad en el control de la temperatura corporal. (Stanford Children´s Health, 2019)
Aunque habitualmente no se consideren tales, los medicamentos son drogas y por lo tanto, como
sustancias capaces de producir cambios químicos en el organismo, algunos pueden también tener efectos
teratogénicos. De esta manera, los medicamentos, a lo largo de toda la vida, pero en el embarazo particularmente,
deben ser prescriptos por profesionales habilitados. Esto nos enfrenta a un gran problema de salud pública sobre
el que se debe trabajar: la automedicación. Se estima que un 2-5 % de las malformaciones congénitas son atribuidas
a medicamentos (Vera Carrasco, 2015)
Un medicamento cuyo uso sin prescripción en los últimos tiempos se vio incrementado es el misoprostol.
En la Argentina se usa popularmente para intentar la interrupción del embarazo. Cuando las mujeres lo utilizan sin
consejo médico, en general desconocen que su eficiencia como abortivo es de alrededor del 75% si se utiliza como
única droga, y los embarazos siguen su curso con un riesgo aumentado de teratogénesis (Petracchi, 2014).
Diferentes informes mostraron asociación entre el misoprostol y defectos congénitos. Entre las malformaciones
encontradas están encefalocele y defectos de miembros, porencefalia, encefalocele occipital (Barbero, Liascovich,
Valdez, Moresco, 2011) y Síndrome de Moebius (Petracchi, 2014).
La Food and Drug Administration (FDA), en 1979 y en respuesta al fenómeno ya comentado de la
talidomida, generó una categorización del riesgo teratogénico de los diversos medicamentos (Gallego Úbeda,
Delgado Téllez de Cepeda, Campos Fernández de Sevilla, de Lorenzo Pinto y Tutau Gómez, 2014):
Las categorías clasificatorias son las siguientes:
Cat. A - Estudios controlados no han encontrado riesgo para el feto durante el primer trimestre
del embarazo (no existen evidencias de riesgo en frecuencia de malformaciones u otro efecto dañino,
directo o trimestres posteriores). Riesgo remoto de daño fetal.
Cat. B- Estudios de reproducción en animales no han demostrado riesgo para el feto. No
existen estudios controlados en embarazadas. Se acepta su uso durante el embarazo.
Cat. C - Estudios de reproducción en animales han demostrado efectos adversos en el feto. No
existen estudios controlados en embarazadas. Su utilización debe realizarse valorando la relación
beneficio/riesgo.
Cat. D - Existe evidencia positiva de daño fetal en humanos pero existen ocasiones en las que
el beneficio puede superar a los riesgos. Utilizar si no existe alternativa.
Cat. X - Estudios en animales y humanos han demostrado evidencia positiva de daño fetal en
humanos. El riesgo potencial supera claramente los posibles beneficios. Contraindicado durante el
embarazo. (p. 366)
Esta clasificación fue criticada por ser confusa (entre otras cosas, porque las letras al ser entendidas en
orden alfabético hacen suponer una gradación de gravedad que no corresponde con el criterio real de la
clasificación (FDA/Roca, 2018), simple y poco sensible a los avances del conocimiento; es a partir de esto que la
FDA reglamentó un sistema de clasificación más exhaustivo que incluye información precisa sobre los efectos
concretos de los diferentes medicamentos (FDA, 2014)
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El caso de los pesticidas es de interés, además de porque es una de las causas de intoxicación más
extendidas del mundo, porque en su mismo origen pesa el estigma de la muerte: los organofosforados, por
ejemplo, pueden emplearse como aditivos en las industrias del petróleo, disolventes, colorantes, barnices, incluso
como componentes en insecticidas domésticos, pero tienen su origen en los “gases nerviosos” diseñados como
armas químicas en la segunda guerra mundial. (Carod Benedico, 2002; Benítez-Leite, Macchi, Acosta, 2007)
En la provincia de Misiones (RA), el uso de agrotóxicos está ampliamente extendido en las plantaciones de
yerba mate, te y tabaco. Su característica liposolubilidad hace que se almacenen en el tejido graso y que luego
pasen al torrente sanguíneo y se depositen en el tejido nervioso donde, recordemos, hay mielina, una sustancia
lipoproteica que permite la conducción nerviosa. Algunos tipos son disruptores hormonales, por lo que no
manifestarán efectos en la persona contaminada, pero si en su descendencia; ciertos desmalezantes, como las
dioxinas fueron utilizadas junto con el agente naranja en la guerra de Vietnam para lograr despejar los poblados y
matar a los vietnamitas. El pasmoso resultado es que en el Hospital de Pediatría de Misiones se registra número de
niños nacidos con defectos del cierre del tubo neural 50 veces mayor al promedio de la región (Gomez de Maio,
2017)
Por otro lado, un estudio reciente determinó que los niños expuestos a pesticidas comunes, ya sea en el
útero o en el primer año de vida, podrían tener más probabilidades de desarrollar un trastorno del espectro autista
(von Ehrenstein, Ling, Cui, Cockburn, Park, Wu, Ritz, 2019)
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salud es integral o no es. Se impone nuevamente el énfasis en los equipos interdisciplinarios capaces de sostener a
esa mujer que gesta desde todas las perspectivas.
Existe evidencia de que las eventos traumáticos en mujeres embarazadas pueden influir en el
desarrollo neurocognitivo del feto, con consecuencias a corto, mediano y largo plazo (Aguirre, Abufhele y
Aguirre, 2016). La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (citada en Coneo Saavedra, 2014) afirma
que este factor está presente en el 30-50% de los nacimientos pre-término y el riesgo de que esto suceda
puede aumentar hasta en un 59% en estas circunstancias, particularmente si se da en el primer trimestre del
embarazo.
Conclusiones
Hemos recorrido algunos de los factores teratogénicos más representativos. Es claro que no se
acaban en esta enumeración, pero también lo es que la mayoría pueden ser evitados o, al menos, identificados
tempranamente a los efectos de disminuir los efectos que producen.
Sólo queda enfatizar que estos tópicos deben ponerse en el centro de las estrategias públicas y
privadas de promoción y que cada uno de los profesionales que llevamos a cabo nuestra tarea en el área de
la salud debemos hacernos cargo de la responsabilidad que nos compete en el logro de una sociedad más
sana.
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Resumen: en este ensayo interpretamos las implicancias del colecho en la primera infancia a la luz de la teoría
psicoanalitica. Pensamos que el fenómeno que se da, en la última década, en familias de clase media y alta
del Area Metropolitana de Buenos Aires, incide en la representación simbólica de los espacios psíquicos
niño/adulto; genera lugares simétricos en la triada madre/padre/hijo. Estas elucubraciones derivan de una
investigación realizada en el Instituto de Ciencias Proyectuales de UADE, donde observamos que el 75,5% de
los 500 casos encuestados, afirman haber hecho colecho con sus hijos hasta una edad promedio de 4 años.
Desde la teoría psicoanalítica sostenemos una posición critica a las técnicas comportamentales en general, y
específicamente a la de colecho recomendada por los que postulan “La crianza con apego”. Consideramos asi
mismo que esta técnica es una interpretación que se desprende de la teoría del apego de Bowlby, pero que
no condice con lo que el autor plantea. Es importante darle al niño un espacio propio para dormir, y no generar
una intrusión en la cama de sus padres, tanto para el hijo como para el o los adultos a su cargo. La función
paterna, a partir de promover la separación del cuerpo biológico de la madre y del niño, imparte la prohibición
del incesto. En la técnica del colecho no hay lugares simbólicos ordenados y prevalece la paridad entre adultos
y niños, se arroja al niño asi, a un goce sin limites, que siempre resulta tanatico.
Palabras claves:Colecho; autoerotismo; función paterna; goce
Abstract: In this essay we try to interpret the implications of co-sleeping in early childhood. We think that the
phenomenon that occurs in the last decade in families of middle and upper class in the Metropolitan Area of
Buenos Aires it affects the symbolic representation of the child / adult psychic spaces, it generates a symmetry
of places among mother/father/son. These speculations derive from a research carried out in the Institute of
Projective Sciences of UADE, where we observe that 75.5% of the 500 cases surveyed, claim to have done co-
sleeping with their children up to an average age of 4 years. From the psychoanalytic theory we maintain a
critical position to behavioral techniques in general, and specifically to the one of colecho recommended by
those that postulate "The crianza with attachment". We also consider that this technique is an interpretation
that emerges from Bowlby's attachment theory, but that does not agree with what the author raises. It is
important to give the child a proper space to sleep, and not generate an intrusion in the bed of their parents,
both for the child and for the adults in their care.The paternal function, from promoting the separation of the
biological body from the mother and from the child, imparts the prohibition of incest. In the counting
technique there are no organized symbolic places and the parity between adults and children prevails, the
child is thrown like that, to an unlimited enjoyment, which always turns out to be tanatic
Key words: Co-sleeping; autoerotism; paternal function; joy
Introducción:
Este ensayo es una reflexión sobre las implicancias de la técnica de colecho en la primera
infancia.Extrayendo datos cuantitativos de una investigacion exploratoria, a partir de 500 encuestas a madres
y padres de AMBA de clase media y media-alta, cuya edad promedio fue de 37 años con hijos de primera y
segunda infancia que estamos realizando en el INSOD (UADE, 2018/19), el 75.9% dice haber realizado colecho
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Lic. Psicologia (UBA) Dra. En Psicologia Social (Universidad Kennedy) Miembro Adherente de la Asociacion Psicoanalitica Argentina.
Profesora Investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Proyectuales de UADE. Psicoanalista clinica. Universidad Argentina de la
Empresa E-mail: [email protected]
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hasta la edad promedio de 4 años de sus hijos sin que esto les haya generado ningun tipo de insatisfaccion.
Nos preguntamos: ¿esta situacion, entre otras, no generara la falta de limites en los niños?. ¿Cual es la
diferencia simbolica entre los lugares de niño/adulto?. ¿Cual es el lugar que se le otorga al niño?.
Desarrollo
El parto es la primer separacion que el niño realiza del cuerpo biologico materno. Esto es un real que
como tal, trae aparejado el trauma de nacimiento, momento fundante de la vida psiquica del infans. Desde
ya que la ligazon libidinal al cuerpo materno perdura mucho tiempo mas, pero ese real permite al niño y a la
madre comenzar el proceso de individuacion.
El cuerpo para el psicoanalisis es mucho mas que un organismo biologico, es un cuerpo que perdio la
brujula instintiva que guia a las especies animales, a partir de los discursos (materno/paterno y social). Bajo
ningun punto de vista se puede hacer una analogia entre el cachorro humano y los otros mamiferos.
A lo largo de la vida, el sujeto realiza varios partos (separaciones en los tres registros: real, simbolico
e imaginario) para constituirse como sujeto/sujetado a la cultura. Consideramos que el aprendizaje de dormir
“solo”, ayuda al niño a su independencia, separacion e individuacion de la pareja parental generando lugares
simbolicos que representan al padre, la madre y al hijo (adultos/niño).
El primer espacio psicofísico de un niño es su cuerpo separado del cuerpo de su madre. Si ese niño
habita su propio territorio podrá apropiarse de tres posesiones:
1) Su cuerpo erguido en el espacio a pesar de la gravedad
2) Su subjetividad y
3) Su relación con los otros
El colecho no pone tope a la pulsionalidad. Forja la creencia en el niño de una masa indiscriminada
de pares. Son todos niños en una posicion simetrica con los adultos, con una apertura al goce autoerotico y
una sobreexcitacion del cuerpo, que el niño no puede tramitar psiquicamente.
La primer interdicción de la función paterna es la que pone el limite al goce materno sobre el cuerpo
del niño, aquella que permitirá a la madre y al niño abrir un surco entre ambos para que el niño pueda
comenzar el derrotero por el camino del deseo. Sabemos que el goce materno es tanatico y que la función
paterna esta al servicio de sostener la vida de ese bebe como un sujeto a advenir. Consideramos al colecho
hasta los 4 años, como un modo de abuso del cuerpo del bebe por la falta de un adulto que limite tanto el
mundo pulsional del niño como el propio (hablamos de abuso por exceso o por defecto). Es una
sobreexcitacion que el psiquismo del niño no puede tramitar. Si bien la sexualidad siempre es traumatica,
porque se despierta a partir de la sexualidad adulta de la madre como una violencia primaria (Aulagnier,2010)
necesaria en el cuerpo del infans, tiene que operar una interdicción de parte del adulto que ponga limite a su
propio goce para no ejercer una violencia secundaria que deje al niño en posición de objeto.
El deseo surge a partir de la ausencia, de una privación a la satisfacción de la demanda. La mitica
experiencia de satisfacción, permite al psiquismo del bebe el camino alucinatorio a su regreso nunca logrado,
es decir, abre el campo del desarrollo psiquico en el sendero de la representación (representación cosa
primero y representación palabra después). La palabra surge porque hay una ausencia de objeto en la
realidad, se nombra aquello que no esta presente. Lo que quiero significar, es que lo que permite al infans
entrar al mundo humano, es justamente la dialectica entre presencia/ausencia del objeto.
Pensar que el colecho genera un apego seguro (Bowlby, 1989), es creer literalmente que lo que
necesita el niño tal como el animal, es la cercania corpórea real, y no poder entender que lo que diferencia al
humano del animal, es justamente el entramado representacional que tiene en el deseo de los padres. Desde
ya que necesita el contacto físico, el baño libidinal de sus progenitores, la anticipación en el discurso materno.
También necesita que un adulto le proporcione un cierto ordenamiento, una contención a su desborde
pulsional.
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Pienso en las postulaciones teóricas de Winnicott (1990) acerca de la madre suficientemente buena.
El psicoanalista ingles plantea que un exceso de apego entre la madre y el hijo, puede resultar patologico. La
madre o figura sustituta deberá “ilusionar” al bebe de que el pecho y el forman una unidad, pero también
tendrá que “desilusionarlo” (cuando el pecho no esta al instante de su necesidad) para permitirle
progresivamente la percepción de que no es uno con la madre, y asi entrar gradualmente a la realidad y a la
generación de su propia subjetividad.
La madre “no toda”, permitirá desarrollar paulatinamente en el bebe la inexistencia de esa unidad
mama/hijo. El rompimiento de la diada madre-lactante (segundo parto) permitira que el hijo logre espacios y
objetos transicionales que sustituyan ilusoriamente a la madre y le permitan a el, cierta independencia y
autonomía del cuerpo materno para apropiarse de su propio cuerpo.
Pensamos que no se puede disociar al sujeto del momento sociocultural y que estas tecnicas que se
divulgan en los medios, son parte de los sintomas de la epoca en la que vivimos. Satisfacer las demandas en
la Sociedad de consumo, pasa a ser el señuelo para la felicidad.
La familia es una construcción histórica y cultural. Es un grupo humano cuya razón de ser es la
procreación, la crianza y socialización de los hijos. Ahora bien, ¿cuales son las contradicciones de los mensajes
de la cultura y de la familia que se le dan al niño?
En principio que los medios divulguen “técnicas de crianza” como modelos ideales a seguir, propician
que los padres se alienen en estos mandatos culturales y no respetan su propia subjetividad.
Veamos las contradicciones en los modos de crianza del Siglo XXl. Por una parte el niño es tratado
como igual al adulto, se le pide opinión, se aceptan sus demandas, se trata que este siempre colmado de
satisfacciones libidinales. Sin embargo, como plantea Bleichmar (2013) estamos en la era del “fin de la
infancia”. Ya que también se le exige que trabaje arduamente (doble escolaridad, mas actividades
extracurriculares, etc). Es un niño que no puede disfrutar del ocio (este se convierte en demanda de consumo).
Todas estas exigencias de los padres se deben al amor narcisista y al anhelo de que sus hijos logren el éxito y
el reaseguro de un porvenir que ellos no pueden alcanzar y que de tenerlo, siempre están con la angustia de
perderlo.
Como hemos visto en otras investigaciones realizadas en el Departamento de Ciencias Sociales y
Proyectuales de UADE (Barimboim, et al, 2014), el hijo ocupa el lugar que ya Freud mencionara en
Introduccion del Narcisismo, de “his majesty the baby”. Este lugar de amor narcisista para padres y madres se
extiende en la cronología del niño, debido a las frustraciones que padecen los adultos de hoy respecto a sus
vínculos amorosos (vínculos de pareja temporales), la incertidumbre en el desarrollo de su carrera profesional
y la sociedad de riesgo.
En la era del amor liquido, segun Baumann (2005), el hijo pasa a ser el unico objeto de amor que
perdurara en el tiempo. “Su majestad el bebe” parece extenderse en la cronologia del niño. Las frustraciones
que padecen los padres frente a lo efimero e incierto que se vuelve todo en el siglo XXl, hace que proyecten
en el hijo un ideal narcisista. El niño no “debe” frustrarse siendo la mayor aspiracion de sus padres que sea un
niño feliz, independiente y libre. Sin embargo, en la clinica recibimos niños tiranos, abulicos. con serias
dificultades de concentracion.
Pareciera que estas demandas narcisistas del niño, no son solo de el, sino que tambien los adultos se
gratifican narcisisticamente y creen cumplir con el rol de ser buenos padres complaciendo siempre a sus hijos,
sin registro que estan obedeciendo a un mandato cultural que genera los sintomas mencionados en el parrafo
anterior.
Conclusiones
Como contrapartida de la caída del autoritarismo patriarcal y la igualdad de genero, las
configuraciones familiares están sufriendo cambios radicales. Esto nos lleva a reflexionar sobre los vínculos
intimos y las nuevas subjetividades que se van construyendo en un contexto socioeconómico en constante
cambio y máximo desamparo.
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El regulador del psiquismo del Siglo XX fue la estructuración del sujeto a partir del sepultamiento del
Complejo de Edipo. Los padres eran autoritarios, ejercían prohibiciones en exceso. Todo esto se encuadraba
en mandatos culturales de orden y obediencia. Hoy observamos que se intenta educar en libertad,
privilegiando las demandas del niño en todas sus expresiones.
Sin embargo recibimos el sufrimiento de padres/madres de hijos en latencia y adolescencia porque
sus hijos presentan síntomas compulsivos, impulsivos, adictivos, etc. Hijos difíciles frente a padres
desorientados (Rotenberg, 2008). Muchas veces llegan hasta el estadio donde es la escuela la que pone un
limite (estudiantes repitentes), o las fuerzas de seguridad del Estado (sancionados por el abuso de sustancias,
o accidentes automovilísticos), los que intentan poner un limite al desborde pulsional. El planteo de estos
padres angustiados es el de “le hemos dado todo y no valoran nada”, o “nada les importa, no pueden cuidarse,
se exponen siempre al riesgo del precipicio….
Consideramos que la falta de limite pulsional (función que debieran cumplir los padres desde el
nacimiento del niño) trae aparejado conductas de desborde de toda naturaleza. Sabemos que el cachorro
humano necesita desde su nacimiento, la contención y el amor de otro significativo. Entendemos que la
contencion es significar su pulsionalidad dándole un cauce a la descarga total que seria la muerte del ser. Dar
cauce es marcar el surco del camino, dejar correr el rio pero con bordes. El propiciar el colecho, es fomentar
la actividad autoerótica, borrar la asimetría lógica de los lugares simbólicos (niño/adulto), propiciar el goce
narcisista de los adultos dificultando el encuentro con la propia genitalidad de la pareja parental.
Pensamos la tecnica del colecho, como uno de las primeras conductas que propician el defecto de la
voz de autoridad que todo niño necesita para registrar contención y amparo bajo en cuidado del adulto. La
exclusión del lecho de los padres, inaugura en el niño la función simbólica del falo, el sufrimiento por ser el
tercero excluido le permite caminar el derrotero de su deseo. En el psiquismo del niño, comienza con el
rompimiento de la diada madre/hijo
Es necesario limitar los excesos de la pulsionalidad para que se constituya un sujeto psíquico, pero a
la vez, los límites deben mantener un equilibrio con lo posible y con lo no arbitrario para no caer en los
autoritarismos familiares de antaño. Motivo por el cual, no acordamos con ninguna “tecnica de crianza” como
modelo ideal, por considerar que estas serian mandatos superyoicos de la cultura que proponen un manual
para ser “Buenos padres” y no toman en cuenta la singularidad de cada familia. Que los “padres” tengan que
seguir ciertas normativas culturales, los posiciona en un lugar infantil, de alienacion a un Otro (medios de
comunicacion, cultura) que se ubican en un lugar de poder. El autoritarismo, aunque velado, hoy lo llevan a
cabo los medios masivos de comunicacion, quienes dicen saber como hay que criar a un niño “feliz”. Generan
asi, obediencia en los padres sin respetar la subjetividad y el deseo de cada padre/madre por ese hijo.
Referencias bibliográficas
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Winnicott,D, ,(1990) Los bebes y sus madres, Bs. As. Edit. Paidos
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5. Clasificación de contribuciones:
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• Artículo de reflexión: documento que presenta resultados de una investigación terminada, desde
una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a
fuentes originales.
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