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COLONIZACIÓN ANTIOQUEÑA

El occidente de Colombia y más particularmente el departamento de Antioquia, que durante la


Colonia llamaba la atención por su aislamiento y pobreza hasta el punto de que los viajeros que la
visitaban la comparaban con las colonias africanas después de la colonización superó lo anterior y
llegó a ser la región más desarrollada del país, asiento de una porción elevada de la industria
nacional. A este respecto se pronuncia de manera muy clara y resumida Tirado (1983) cuando
habla de la fundación de ciudades, del café y su influencia en el comercio y la industria, al igual que
de la gran fecundidad y la energía genética del pueblo antioqueño. Al comentar el mismo proceso,
se refiere igualmente al surgimiento de una sociedad más fluida y democrática en donde el
latifundio era la excepción 

Si bien muchos autores coinciden en considerar este proceso de la colonización como el más
decisivo y signifi cativo en la historia contemporánea de Colombia, al igual que el más estudiado
hasta el presente, ellos mismos se oponen en algunos aspectos a lo manifestado por Tirado
(1983), puesto que consideran que la “ocupación de las tierras bajas, en las vegas de los ríos,
tomó el inevitable carácter de acaparamiento para formar latifundios ganaderos” y que esta
empresa fue en esencia emprendida por negociantes de tierras que “hicieron el recorrido de la
‘selvatenencia’ a la terratenencia, sin mucho esfuerzo”. La violencia cotidiana y determinados
métodos administrativos que favorecían el gamonalismo, también estuvieron presentes en el
acaparamiento de tierras. 

De igual manera, el mencionado igualitarismo pregonado se ve refutado cuando se afirma que la


sociedad de la época no la conformaban precisamente pequeños propietarios siendo igualitaria:
“patricios y plebeyos, trasplantados a las nuevas tierras, lograron reproducir las condiciones de sus
lugares de origen”. Dichas diferencias, de acuerdo con este autor, también se presentaban por lo
tanto, en lo referente a social y racial. Ciertos patrones de querella y componendas en la época
fueron reproducidos durante la colonización, sobre todo en lo relacionado con la intervención de
gamonales y párrocos en la apropiación de baldíos. 

Al asumirla como una empresa de caminos, otro autor considera, por el contrario, que la
colonización fue un evento rodeado de espíritu comunitario y de grupo, el cual era característico de
los colonizadores de entonces (Santa, 1993) y que conformaban un conglomerado social
homogéneo y unido por la sangre, por la tradición y las costumbres. 

Las principales fuerzas de empuje o atractivos de dicha colonización son muy bien expuestos por
Ocampo (1990) al referirse al cultivo de tierras baldías, la construcción de vías de comunicación y a
la formación de nuevos propietarios, adicional a la búsqueda de caucho y a la guaquería de tumbas
indígenas quimbayas. 

Estos atractivos para emprender la colonización son compartidos por Jaramillo (1988) ratificando,
de acuerdo con su concepto, los expuestos por James Parsons: “explotación de caucho, guacas,
engorde de cerdos y refugio para perseguidos políticos” y adicionando otros como el contrabando,
no sin dejar de agregar que el éxito antioqueño en dicha empresa era en esencia debido a una
práctica muy particular de la agricultura que los distinguía esencialmente de los caucanos, sobre
todo en su manera de ser distinta y a la utilización de ciertas herramientas propias de su tecnología
y que les permitía trabajar a un ritmo paisa. Por su parte, considera que “los grupos migratorios de
la época tenían variadas y complejas causas: espíritu aventurero, pobreza del suelo, crecimiento
desmedido de la familia, afán por hacer riqueza y el fenómeno del contagio social”. Refiriéndose a
los aspectos socioeconómicos que motivaron dichos desplazamientos y movilizaciones, en esencia
hacia el sur, destaca la, decadencia de la minería y la agricultura en Antioquia, el crecimiento
demográfico de la población antioqueña y el estado miserable de grandes núcleos de población; y
en la misma forma, la presión de los comerciantes antioqueños, colonizadores y constructores de
caminos. 

En relación con la fundación de pueblos o ciudades en busca de vías de comunicación y nuevas


actividades debido a la decadencia de ocupaciones principales, el mismo Ocampo (1990) hace
referencia al movimiento demográfico de esa época, a la vez que propone ciertas etapas para
estas oleadas migratorias: una primera etapa corresponde a las dos primeras décadas del siglo
XIX, una segunda realizada en la primera mitad del siglo XIX, una tercera etapa en la segunda
mitad del mismo siglo y, una cuarta etapa en los finales del siglo XIX, si bien el proceso de
colonización continuaría en el siglo XX hacia el Golfo de Urabá y los Llanos Orientales. Otro
historiador más especializado en la región y, dado que la colonización hacia el sur ha sido
considerada como “clásica por algunos estudiosos y como única por el común de los colombianos”
(Jaramillo, 1988), ha propuesto otras etapas o períodos para este movimiento: “Temprano, Medio y
Moderno” (Jaramillo, 1988, p.179) en los que abarca los siglos XVIII, XIX e incluso el XX, en los
cuales se ha evidenciado el movimiento migratorio antioqueño hacia todas las direcciones y
primordialmente influenciado por los asentamientos indígenas, por la espontaneidad de los actores
y por la colonización del occidente, respectivamente. Este mismo autor (Jaramillo, 1988), propone
que la ocupación de tierras por parte de los antioqueños fue un proceso diferente al que la mayoría
de las personas se imaginan y que las motivaciones fueron bien distintas según que la colonización
se efectuara al sur, al oriente, al occidente o al norte. 

La expansión hacia cada uno de estos puntos cardinales de la geografía antioqueña y nacional es
explicada teniendo en cuenta que la migración hacia el occidente dependía de la reducción de los
indígenas del Chocó; la principal atracción en el norte la constituía la existencia de yacimientos
auríferos; y el movimiento migratorio hacia el oriente, estaba relacionado con la apropiación de
terrenos fértiles y fecundos, para lo cual fueron utilizadas exageraciones en cuanto a lo malsano
del clima y a la ruina de las localidades con el ánimo de obligar a la población pobre a abandonar
sus hogares. 

Un clásico de la historiografía nacional (Parsons, 1997) ratifica este movimiento expansionista


(sobre todo al sur de la región) otorgándole un gran alcance a la oleada migratoria que abarca las
cordilleras Central y Occidental. En su clásica obra (Parsons, 1997) se refiere a las condiciones de
la región cuando habla del escenario natural. En cierta forma se destaca lo agreste de la topografía
para evidenciar de manera tácita la voluntad y la capacidad de los mismos colonizadores (…) Las
recientes tierras volcánicas al Sur de Antioquia, de Caldas y el Tolima, estaban cubiertas de selvas
casi hasta las márgenes del río Cauca y los áridos llanos del Tolima. Durante trescientos años
detuvieron la colonización, permaneciendo desconocidas e inhabitadas hasta cuando fueron
abiertas durante el último siglo por los colonizadores antioqueños. 

Otros tildan este escenario natural de infierno verde, sin caminos ni trochas, que eran las
intrincadas selvas de la vieja Antioquia (Santa, 1993), las cuales eran recorridas por los
conquistadores españoles en su búsqueda codiciosa del oro que abundaba. La pasión del
conquistador español y de sus descendientes antioqueños determinaría en gran medida la
idiosincrasia de este pueblo. Este paisaje se podía considerar igualmente como un “medio natural
pobre, de tierras yermas, penosas para trabajar por lo abruptas y erosionadas a las cuales llegaron
aventureros con ilusiones y coraje (….) y sembrar cacao en pequeñas parcelas diseminadas por la
rigurosidad andina”(Palacios, 1983, p.294). 

JUAN CARLOS SANCLEMENTE TELLEZ 

enero-marzo, 2010, pp. 119-147

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