1209 La Biblioteca Del Ciempiés

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La biblioteca del ciempiés

Érase una vez Don Ciempiés Curioso, que estaba construyendo una
biblioteca de bichitos libros para poder leerlos cuando se le antojara.
Un día salió de su casa y….
-¡Oh!, ahí veo a un bichito que todavía no he leído, ¡oh!
-¡Eh, deja, deja mi cabecita en paz que soy un bichito cajero y he de
rendir cuentas en el banco bichito.
-¡Calla, calla, que me distraes!, ¡Oh, leo en tu cabecita, la historia de
un billete de banco bichito!, ¡Ah, qué hermosura, fíjate, fíjate, fíjate!,
¡Ooooy, qué novela más curiosa! A ver, voy a leer, voy a leer ¡brrrrrrr!,
qué cosa más interesante pasa, pasa, pasa, pasa….
Don Ciempiés, una vez terminada la lectura del bichito cajero, le dejó
ir, pero éste se hallaba preocupado.
-¡Voy a llegar tarde al banco bichito, y el jefe se va a enfadar conmigo.
Pero si voy con el ciempiés, ¡eh, eso es! ¡Ciempiés, Ciempiés!,
acompáñame al banco bichito y te presentaré al jefe, que es una
novela mucho más interesante que yo, ¡vamos, vamos!
-¿En serio es más interesante?, vamos a leer, me voy a poner los
lentes ¡vamos, vamos!
Don Ciempiés y el bichito cajero llegaron al banco bichito.
-¡Oiga, oiga Don Abejorro jefe!, que yo llegué tarde porque me
encontré con Don Ciempiés curioso y quiso leerme.
-¡Esto es una excusa, yo llego siempre a la hora, y ningún bichito me
entretiene si yo no quiero, eso es!
Pero Don Ciempiés estaba mirándole con mucho interés.
-¡A ver, a ver señor cajero!, ¡oh, oh, oh, oh!
-¿Qué le pasa, caramba, qué le pasa?
Pero Don Ciempiés Curioso empezó a dar vueltas alrededor del
Abejorro jefe.
-¡Ay, qué novela más interesante! Es la novela del dinero bichito.
-Pero, ¿qué haces?, ¡déjame!
-¡Oh, no te muevas que me distraes! ¡Oh qué novela más interesante!
Aunque el Abejorro jefe quiso alejarse, Don Ciempiés lo sujetó con
noventa patas, lo puso sobre una mesa y lo leyó.
-¡Je, je, je! Ahora te voy a leer, vamos date la vuelta que el capítulo
continúa, date la vuelta que el capítulo continúa en tu cabeza.
-¡Pero si a mí nunca…no tengo nada escrito!
-¡Calla, calla que me distraes! ¡Mira, aquí hay muchos bichitos y me
distraen! ¡Ah, ja, ja, te llevaré a mi casa y te leeré con calma!
-¡Oiga, no se me lleve, que tengo mucho trabajo aquí, no, no se me
lleve! ¡Avisen a Cucarachín Matagorda!
Don Ciempiés Curioso se llevó al Abejorro jefe a su casa, lo puso
sobre su mesa de lectura, encendió una luciérnaga bombilla y lo leyó
sin prisas. El Abejorro estaba muy preocupado.
-¡Tengo que cerrar el banco, tengo que cerrar el banco, no puedo
dejarlo abierto, no puedo!
-¡Eh! Bueno, luego, luego, hay tiempo. ¡Hay que manera de leer, ay
qué manera de leer, oooh!
A la mañana siguiente cuando Don Ciempiés terminó de leer al
Abejorro le dejó irse. El Abejorro tenía mucho dolor de cabeza.
-¡Ohh!, y toda la noche oyendo ¡oh, oh! Ay mi cabeza, qué interesante,
qué interesante.
Cuando el bichito Abejorro llegó a su banco…
-¡Buenos días jefe, je, je! ¿Qué le pasó ayer que no volvió?
-¡Eh no me hables! ¡Oh, tenías razón al decir que el Ciempiés te
entretuvo, a mí me tuvo más tiempo que a ti, claro que yo estoy más
gordo, ¡oh! y ese número… ¿quién escribió este número en mi brazo?
-Don Ciempiés, está haciendo una biblioteca de bichitos novela y a
medida que los lee, los numera y los apunta en una libreta, así cuando
quiera volver a leer una novela buscará el número y llamará al bichito.
-¡Voy a reunir a todos mis amigos para que echen del jardín a Don
Ciempiés Curioso! No estoy dispuesto a que me llame cuando quiera,
para volver a leerme, se acabó la lectura. Hablaré si es preciso con el
rey Saltamontes séptimo para que le expulse del jardín.
Aquella misma noche, cuando el cajero bichito compró el periódico
vegetal de la noche, leyó una noticia muy interesante.
-¡Su majestad Saltamontes séptimo va a dejar de ser rey por motivos
de salud, y todos los bichitos sabios buscarán a un bichito bueno para
nombrarle rey del jardín! ¡Mjmjmj! Voy a gastarle una broma a Don
Abejorro jefe, le diré que han nombrado rey a Don Ciempiés Curioso,
¡ji, ji, ji, ji!...¡Jmj, jmj, cómo se va a poner jmj, jmj, jmj!
A la mañana siguiente el bichito entró a saludar a su jefe…
-Don Abejorro, he oído rumores de Palacio, y dicen que van a nombrar
rey del jardín a Don Ciempiés Curioso.
-¡No! Voy a hablar por teléfono vegetal a un amigo que tengo en
Palacio para saber la verdad, a ver, aquí está su número de teléfono
secreto…uno, uno, uno, uno, ¡oiga!, que se ponga el Gusanito Flaco,
sí, gracias. -¡Oye! Soy el Abejorro jefe, ¿se sabe algo sobre quién va a
ser el nuevo rey del jardín? ¡No, no, noooo!
-¡Jefe!, ¿qué le pasa?
-¡Han nombrado rey del jardín a Don Ciempiés Curioso!, tenías razón.
-¡Pero si yo lo dije para gastarle una broma!
Don Ciempiés Curioso aceptó ser nombrado rey y el primer día de su
reinado reunió a todo el pueblo bichito.
-¡Atención!, a ver todos mis súbditos bichitos, que vayan pasando uno
por uno delante de mí. ¡Ah!, buenos días Doña Araña Gorda, ¡ajá!, a
usted ya la he leído ¡mjm! A ver el siguiente…¡hola Don Cucarachín!,
date prisa que ya te he leído ¡vaya, vaya!. ¡Oh, una hormiguita que no
he leído todavía, que se ponga a la derecha!
-A ver cómo empieza la novela…érase una vez una hormiga
trabajadora…¡uy, uy, uy!, parece una novela interesante…¡mhm!, la
leeré por la noche, a ver, el siguiente, un gusanito tragón ¡eh!...¡oh, si
tampoco lo he leído!, a la derecha, ¡qué novela más interesante!,
cuenta la historia de una hojita de rosal tierna ¡fffffff!, a ver, otro…
otro…
Días después, Don Ciempiés reunió a todos sus nuevos súbditos.
-Amigos, hasta ahora tenía en mi casita una biblioteca con algunos
bichitos novela, pero ahora voy a transformar todo el jardín en
biblioteca viviente, cada uno será un libro…
-¡Oye, a ti no te he leído, a ver, a ver, acércate!
-¡Sí que me has leído!, soy la novela de los números.
-¡Ah, y muy interesante, se parecía a la Guía telefónica!
-Me han legado tres hermanos con sus familiares de otros jardines, a
esos aún no los has leído.
-¿A no?...Cucarachín multa gorda, apúntalos y dales número de
lectura.
-Como les decía, todos formaremos parte de una biblioteca, y mis
escritores de Palacio escribirán en papel de hoja de rosal, las novelas
más interesantes para formar una biblioteca…¡ah, la primera biblioteca
bichita, he dicho!
Don Ciempiés Curioso, cuando le quedaba tiempo libre después de
gobernar el país bichito, leía a los animalitos por riguroso orden,
aunque a veces, según el humor, cambiaba la cola.
-Hoy me apetece leer algo alegre, quiero un bichito que me distraiga,
un bichito policiaco, a no, mejor, avisen al gusanito de la risa, lo leeré
mientras ceno ¡ñam, ñam!
Pero como el Ciempiés era un buen rey, los bichitos de aquel jardín no
protestaban si eran llamados a Palacio para ser leídos por él, y todos
le querían mucho.

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