Instrumentos de Evaluación en El Alcoholismo

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Instrumentos de evaluación en el alcoholismo

Alcoholism assessment scales


M. Jiméneza, R. Monasora, G. Rubiob

Unidad de conductas adictivas. Servicio de Psiquiatr??a. Hospital 12 de Octubre. Madrid.

Servicio de Psiquiatr??a. Hospital Universitario La Paz. Madrid.

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Resumen: Objetivo: El alcoholismo es un fenómeno sumamente
complejo en el que influyen diversos factores a lo largo de todo el
proceso adictivo, desde su aparición y mantenimiento hasta las
recaídas tras largos períodos de abstinencia. Material y métodos: En
este artículo realizaremos una revisión de los instrumentos de
evaluación más utilizados. Resultados: Entre los factores más
frecuentemente considerados están las evaluaciones tipológicas, la
valoración de la motivación, de los aspectos cognitivos y
conductuales, del deseo y pérdida de control, de la dependencia y la
evaluación de los problemas asociados al consumo. Para ello nos
servimos de cuestionarios específicos y que se pueden clasificar en
función de las variables que evalúan, y de cuestionarios
multidimensionales con los que podemos obtener información
integrada de diversos aspectos más complejos y globales del paciente.
Conclusiones: En la clínica es necesario la evaluación de múltiples
aspectos individuales con el objetivo de conocer la situación particular
de cada persona, y en consecuencia poder indicar un tratamiento
personalizado adecuado que permita prolongar la abstinencia el mayor
tiempo posible.
Palabras clave:

Alcoholismo

Evaluación

Escalas

Dependencia

Abstract: Objective: Alcoholism is an extremely complex


phenomenon and it is influenced by diverse factors along the whole
addictive process, from its appearance and maintenance until relapses
after long periods of abstinence. Material and methods: In this article
we will carry out a revision of more used evaluation instruments.
Conclusions: In the clinic practice it is necessary the evaluation of
multiple individual aspects to know the situation of each person, and
to be able indicating an appropriate personalized treatment that allows
the longer abstinence as posible. Results: The most frequently
considered factors are the evaluation of the motivation, the evaluation
of the cognitive and behavioral aspects, the evaluation of the alcohol
desire and impaired control, the evaluation of the dependence and the
evaluation of the consumption associated problems. We use specific
questionnaires classified by the variables they evaluate, and
multidimensional questionnaires to obtain more complex and global
patient's information.
Keywords:

Alcoholism

Assessment

Scales

Dependence
TEXTO COMPLETO

Introducción

Tanto para el diagnóstico como para el tratamiento del alcoholismo es


necesario determinar una serie de parámetros que reflejen el desarrollo
del consumo particular de cada paciente. La historia clínica y diversas
evaluaciones complementarias nos ayudan a entender la adquisición y
el desarrollo de esta patología y además nos facilitan las bases para la
indicación de un tratamiento individualizado. La mayoría de estas
medidas son subjetivas pero, a pesar de los riesgos de distorsión,
engaño u olvido que conllevan, son las únicas disponibles en la clínica
para obtener la información necesaria de este tipo de pacientes. Por
ello, en aquellos casos en los que se considere necesario, resultará
imprescindible contar con otras fuentes de información adicional para
poder contrastarlos.

Dentro de las evaluaciones complementarias, los instrumentos


empleados habitualmente serían: cuestionarios de detección,
cuestionarios de diagnóstico y cuestionarios de evaluación de
dimensiones de los problemas relacionados con el alcohol. Los
cuestionarios de detección permitirían la identificación de casos
potenciales de alcoholismo y el que éstos pudieran pasar a una
evaluación más exhaustiva, representan la tarea más importante en
Atención primaria y permiten la detección de consumo de riesgo,
consumo perjudicial o alcoholismo. Destacan como más útiles, gracias
a su validez, brevedad y sencillez, el CAGE, el CBA (Cuestionario
Breve para Alcohólicos) y el AUDIT (Alcohol Use Disorders
Identification Test). No debemos confundir con los instrumentos de
detección aquellos otros con función de diagnóstico, como son
la Entrevista clínica estructurada para el DSM-III-R (SCID) y
el Cuestionario para la Evaluación Clínica en
neuropsiquiatría (SCAN). Éstos están compuestos por entrevistas
estructuradas adaptadas para los criterios de las diferentes taxonomías
(DSM y CIE). Por otra parte los cuestionarios de evaluación
aportarían aspectos cualitativos y cuantitativos básicos para la
planificación de tratamiento. Seguidamente desarrollaremos una
descripción y análisis de los que tienen una mayor repercusión en la
práctica clínica (ver tabla 1).

Instrumentos de evaluación

Evaluaciones tipológicas

Las tipologías constituyeron un primer intento de clasificación de los


sujetos alcohólicos con la intención de establecer grupos homogéneos
y determinar un tratamiento adecuado para cada una de las tipologías.
A pesar de estar basados en variables concretas, no han alcanzado
repercusión terapéutica, por lo que rara vez se utilizan las
evaluaciones tipológicas salvo para investigación clínica. La tipología
más utilizada tradicionalmente ha sido la de Jellinek que clasificaba a
los alcohólicos en cinco tipos de alcoholismo según la forma de beber,
las complicaciones y la intervención de factores psicológicos y
ambientales en su etiología. Posiblemente la única repercusión
terapéutica de esta tipología sea que en los alcohólicos tipo gamma,
caracterizados por un predominio de la pérdida de control, se han
utilizado con éxito los programas de control de la bebida. Otras
tipologías como las basadas en el género o en la presencia de historia
familiar de alcoholismo, suelen ser fáciles de recoger en la historia
clínica, aunque también tienen escasa repercusión en el tratamiento 1.

En los últimos años han surgido diferentes tipologías basadas en los


modelos 1/2 o A/B. Estas tipologías, en el fondo, tienden a clasificar a
los dependientes del alcohol en función de la edad de inicio de los
problemas. Los de inicio más temprano suelen tener características
psicopáticas y peor pronóstico. No obstante sus hallazgos no han sido
confirmados en diferentes países. De forma que no queda claro si las
tipologías representan diferentes formas de la dependencia o la
expresión de un mismo proceso (la dependencia) en diferentes sujetos
o el solapamiento con otras patologías como los problemas de
personalidad1.

Valoración de la motivación

Al hablar de motivación en trastornos por uso de alcohol nos


referimos tanto a los motivos que explicitan los sujetos para consumir,
como a la disposición de los individuos para dejar de beber o beber
menos. Su evaluación puede resultarnos de utilidad en diferentes
momentos del tratamiento bien para determinar la disposición al
cambio que tiene el sujeto, o para realizar el balance decisional dentro
del modelo de prevención de recaídas.
Una forma de valorar el grado de motivación para beber es a través de
preguntas abiertas en las que se les solicita que expresen sus razones
para beber y los motivos para dejarlo. Preguntas parecidas están
incluidas en el Perfil de bebida (CDP)2 el Inventario del uso del
alcohol (AUI)3, el Inventario de situaciones de riesgo (IDS)4 o
el Cuestionario de razones para beber (RDQ)5. Algunos cuestionarios
miden aspectos más específicos de la motivación, entre ellos tenemos
el Cuestionario de expectativas para beber (AEQ)6 que mide las
expectativas de refuerzo positivo relacionadas con el consumo de
alcohol, el Cuestionario de efectos del alcohol (AEQ)7 que determina
los efectos positivos y negativos asociados al consumo y
el Cuestionario de creencias sobre el alcohol (ABQ)8, formado por 40
afirmaciones sobre el alcohol y que determina el grado de acuerdo o
desacuerdo que el bebedor tiene con ellas. Existen algunas versiones
adaptadas para adolescentes, como el Cuestionario de expectativas
para beber (AEQ-A)9 y la Escala de actitudes hacia el alcohol en
adolescentes (AAST)10.

En los últimos años se están aplicando nuevos instrumentos de


evaluación de la motivación para el cambio en la conducta relacionada
con la bebida, todos ellos basados en la teoría trasteórica de los
estadios del cambio de Prochaska y Di Clemente. El primero fue el
cuestionario URICA (University of Rhode Island Change
Assessment)11 que consta de 32 ítems para cinco estadios
(precontemplación, contemplación, acción, mantenimiento, recaída).
El cuestionario SOCRATES (Stages of Change Readiness and
Treatment Eagerness Scale)12 lo componen 40 preguntas, existiendo
una versión abreviada de 20 ítems. Dentro de este grupo estaría
el Cuestionario de disposición al cambio (RCQ)13, instrumento de
medida del cambio en el que se describen tres estadios:
precontemplación, contemplación y acción. Es un cuestionario rápido
y fácil de realizar que consta de 12 ítems. Cuatro por cada uno de los
estadios que identifica. Cada frase del cuestionario es una afirmación,
y sobre ella el sujeto puede estar en total acuerdo o desacuerdo. Se han
señalado dificultades en la versión española respecto al grado de
compresión para los pacientes de nuestro entorno, y por otra parte la
forma de corrección resulta problemática, por lo que no parece que sea
un buen instrumento de clasificación de los pacientes14.

Evaluaciones sobre aspectos cognitivos y conductuales


relacionados con el consumo de alcohol

El modelo cognitivo conductual de las recaídas señala la importancia


del análisis funcional de la conducta para su comprensión. Desde este
referente se requiere registrar información sobre el patrón de
consumo, los antecedentes y las consecuencias que refuerzan la
conducta, para, desde ahí, intentar modificarla. Establece además una
serie de factores de los que puede depender la probabilidad de una
recaída. Entre ellos destacan las situaciones de riesgo, las habilidades
de afrontamiento, las expectativas de autoeficacia y el efecto de
transgresión de la abstinencia, entendido como el conjunto de
respuestas afectivas y cognitivas aparecidas después de un consumo
que rompe la abstinencia. A la hora de establecer un tratamiento serían
determinantes los resultados obtenidos mediante la evaluación de
estos aspectos.

El objetivo fundamental de la evaluación cognitiva o conductual está


orientado a la consecución de un cambio en la conducta problemática
de consumo y en el estilo de vida del paciente, ya que en la práctica
clínica se observan claramente relacionados ambos aspectos con el
consumo. Así podemos ver que la conducta adictiva no se produce de
manera aislada, sino asociada a otros comportamientos que conforman
el estilo de vida de la persona. También es importante señalar que el
inicio y mantenimiento de la conducta adictiva están fuertemente
influidos por la interacción entre el entorno y las características
individuales del sujeto, tanto biológicas como su historia de
aprendizaje, y que por lo tanto en la evaluación debemos explorar
todas las áreas de la vida del paciente, además de las variables físicas
y psicológicas relacionadas directamente con el consumo.

Autoinformes de situaciones relacionadas con el consumo:

Intentan identificar situaciones asociadas al consumo o a las recaídas,


y destacaríamos entre ellos:

Inventario de situaciones de bebida (IDS)15. Compuesto por 100


preguntas que abarcan las situaciones en las que se ha bebido en
exceso durante el año previo y que las distribuye entre situaciones
personales e interpersonales.

Inventario de situaciones precipitantes de recaída (RPI)16. Consta de


25 ítems que identifican las posibles situaciones de recaídas y a las
que agrupa en tres factores: estados emocionales desagradables,
acontecimientos externos y una disminución de la vigilancia respecto
a las recaídas.

Cuestionario de patrones de bebida17. Recoge los diez tipos de


situaciones que pueden aparecer como antecedentes relacionados con
los problemas con la bebida: circunstancias ambientales, empleo,
aspectos económicos, aspectos fisiológicos, relaciones interpersonales,
relaciones de pareja, familia, hijos, aspectos emocionales, y
situaciones estresantes vitales.

Autoinformes de variables cognitivas en relación al consumo:


Entre los cuestionarios que miden las variables cognitivas están
aquellos que evalúan las expectativas del individuo hacia el alcohol,
como por ejemplo el Cuestionario de expectativas sobre el
alcohol (Alcohol Expectancy Questionnaire)6; el Cuestionario de
Información sobre el alcohol18; la Escala de efectos del
alcohol (Alcohol Effects Scale)19; el Cuestionario sobre los efectos del
alcohol20 y el Cuestionario de actitudes hacia el alcohol18. También
disponemos de otros instrumentos para la evaluación de las diferentes
estrategias que el sujeto pone en marcha en relación al consumo y de
la eficacia y efectividad de ellas, así podemos ver:

El Inventario de habilidades de afrontamiento (CBI)21. Consiste en un


listado de 36 preguntas que incluye distintas estrategias de
afrontamiento ante situaciones de consumo: evitación, búsqueda de
ayuda, pensamientos negativos y positivos.

El inventario sobre la efectividad de las conductas de


afrontamiento (ECBI)22. No sólo permite detectar las estrategias antes
señaladas sino su efectividad en lograrlo.

El Cuestionario de seguridad ante las situaciones (Situational


Confidence Questionnaire, SCQ)23. Evalúa el concepto de autoeficacia,
referido a la percepción del paciente sobre su capacidad para
enfrentarse eficazmente al alcohol, para ello se le pide al paciente que
imagine en cada una de las 100 situaciones que aparecen en el
cuestionario y si sería capaz o no de resistirse al consumo.

El Cuestionario de valoración cognitiva (Cognitive Appraisal


Questionnaire)24. Está estructurada para determinar si la eficacia en el
afrontamiento a situaciones de bebida se debe a fuertes expectativas
de autoeficacia o a los pensamientos que experimenta el paciente ante
dichas situaciones.
Deseo por la bebida y pérdida de control

La diversidad de estímulos y mecanismos que pueden inducir


deseo (craving) se corresponden con experiencias altamente variables
en diferentes personas, debido a ello su medición es muy complicada 25.
En la práctica clínica es aconsejable el uso tanto de medidas del deseo
actual en el momento de la evaluación, como del deseo global y
principalmente el referido a un tiempo pasado. Esta información tiene
varios beneficios, entre ellos el proporcionar datos acerca del nivel de
dependencia global del paciente o de su capacidad para reconocer y
controlar estados internos relacionados con el consumo, lo que resulta
de utilidad para recomendar tratamientos alternativos apropiados.
Proporcionan información con la que predecir el consumo durante el
tratamiento, con lo que es posible decidir la intensidad y duración del
mismo26 y ayudar a los pacientes a una mayor comprensión de la
gravedad de su adicción25.

Los cuestionarios para la valoración de este fenómeno se pueden


clasificar en escalas unidimensionales, frecuentemente de un ítem
(escala analógica visual); cuestionarios multidimensionales, y
cuestionarios de sintomatología teóricamente relacionada con el
deseo. Las escalas analógicas, de un solo ítem, han ido cayendo en
desuso debido a la poca precisión que han demostrado a medida que
se desarrollaba la multidimensionalidad del fenómeno. Esto ha
provocado el desarrollo de escalas multi-ítem25 que valorasen los
diversos componentes implicados.

Como los diferentes cuestionarios pueden considerar de forma distinta


los componentes implicados a la hora de seleccionar un cuestionario
es importante considerar el aspecto que se desea valorar (deseo de
experimentar efectos positivos, deseo de evitar emociones negativas o
síntomas de abstinencia, deseo e intención de consumir, pérdida de
control sobre el consumo, preocupación con pensamientos sobre el
consumo). Hay que tener en cuenta que ciertos aspectos a valorar
pueden caracterizar mejor la experiencia de unas personas que de
otras, o que la experiencia de una persona puede cambiar en función
de las circunstancias. También debe tenerse en cuenta el período
valorado, actual o global, y que se elegirá en función de los objetivos
del clínico o investigador.

Cuestionarios de un solo ítem:

Estos instrumentos incluyen preguntas del tipo: ¿cómo es de fuerte tu


deseo por el alcohol?, ¿cuánto has deseado una bebida alcohólica
cuando llevabas sin beber dos o más días?, a las que el paciente
responde dentro de una escala entre 0 y 7 o 0 y 10 puntos (escala
numérica) o con una marca sobre una línea entre dos puntos (escala
visual)26.

Cuestionarios multidimensionales:

La mayoría derivan del Tiffany Cuestionarie on Smoking


Urges (QSU) de Tiffany y Drobes, elaborado para medir el deseo de
fumar y que mide cuatro dimensiones: deseo de fumar, intención de
fumar, anticipación de consecuencias positivas y anticipación de
alivio de emociones negativas o abstinencia27. Entre los principales
tenemos:

1. Alcohol Craving Questionnaire28. Está destinado a determinar los


factores incluidos en el deseo por la bebida (emotividad, capacidad de
ser resuelto, compulsividad, expectativas), de forma que la pregunta
relacionada con el «ansia» o deseo está incluida en la emotividad.

2. Alcohol Craving Questionnaire-Now (ACQ-Now)28.


3. Alcohol Urge Questionnaire (AUQ)29.

4. Penn Alcohol Craving Scale (PACS)30. Es un cuestionario de 5


ítems, valorados de 0 a 6, que incluye preguntas sobre la frecuencia,
intensidad, y duración del deseo, la habilidad para resistir una copa y
el grado de deseo global en la última semana.

5. Desire for Alcohol Questionnaire (DAQ)31.

Cuestionarios de sintomatología:

Incluyen preguntas relacionadas con la sintomatología supuestamente


asociada a la aparición del deseo subjetivo27. Entre ellos podemos
destacar:

1. Yale-Brown Obsessive Compulsive Scale for Heavy Drinking (Y-


BOCS-hd)32.

2. Obsessive Compulsive Drinking Scale (OCDS)33. Antón analiza el


fundamento de utilizar la Obsessive Compulsive Drinking Scale
(OCDS) para medir los pensamientos obsesivos de consumo, y
basándose en esta escala desarrolla un cuestionario sobre los
componentes obsesivo-compulsivos de la bebida. Consta de 14
preguntas agrupadas en torno a la preocupación por la bebida
(componente obsesivo) y al consumo (componente compulsivo). Sin
embargo el análisis factorial del instrumento no refleja esos dos
factores en población española34.

Como señalamos anteriormente, debido a la multidimensionalidad del


deseo, cada instrumento puede ser más apropiado para medir aspectos
diferentes, así el AUQ mide mejor niveles muy recientes, mientras que
el OCDS mide el deseo experimentado a lo largo de una semana.
Flannery compara tres cuestionarios (PACS, OCDS y AUQ) para
determinar su utilidad y predecir el consumo durante el tratamiento.
Comprueba que los tres proporcionan información útil para la
predicción, aunque el PACS y el OCDS son mejores predictores con
relación al resultado de tratamiento. También sugiere que el recuerdo
retrospectivo del deseo puede ser más útil que las medidas de
autoinforme de deseo actual. Por otra parte considera el AUQ más
adecuado para la autoadministración en situaciones experimentales y
para estudios de reactividad a estímulos35.

Si bien la preguntas relacionadas con la pérdida de control suelen estar


recogidas en diferentes instrumentos destinados a evaluar la
dependencia, como el caso del Severity of Alcohol Dependence
Questionnaire (SADQ-C)36 y la Escala de Intensidad de la
dependencia del alcohol37, en los últimos años han aparecido
instrumentos específicamente diseñados para evaluar la pérdida de
control (priming). El Impaired Control Scale (ICS) desarrollado por
Heather et al38 evalúa los intentos por controlar el consumo, las
dificultades para el control y la percepción subjetiva del control. La
«pérdida de control» está recogida en el apartado de intentos por
controlar (intención de beber más lentamente) y en el apartado de la
dificultad de controlar (dificultad para parar el consumo una vez que
se había iniciado).

Dependencia

La dependencia alcohólica puede ser evaluada con tres diferentes tipos


de instrumentos, éstos se pueden diferenciar según estén centrados en
la dependencia y sus consecuencias, aquellos que estén basados en el
concepto del síndrome de dependencia propuesto por Edwards; y los
dirigidos a medir la gravedad del síndrome de abstinencia por el
alcohol.
Respecto al primer grupo disponemos, entre otros, de la Escala de
dependencia del alcohol (ADS)39 es un instrumento autoaplicado de 25
preguntas que suelen constestarse en unos 10 minutos. Las preguntas
se refieren a los problemas que han existido en los últimos doce
meses. Es muy utilizada en Estados Unidos. De características
parecidas es el denominado Datos sobre dependencia
alcohólica (ADD)40, compuesto de 39 ítems que recogen desde
síntomas de abstinencia hasta otros problemas por el consumo. De
esta escala existe una versión breve (SADD) con 15 ítems.

En el segundo grupo tendríamos el Severity of Alcohol Dependence


Questionnaire (SADQ)41, está formado por 33 ítems repartidos en
cinco subescalas que se corresponden con cinco dimensiones del
síndrome de dependencia alcohólica: a) síntomas físicos
y b) psicológicos relacionados con la abstinencia, c) las conductas
para aliviar el síndrome de abstinencia, d) datos sobre consumo y e) la
rapidez con que se reinstauran los síntomas tras la recaída. También
existe una versión española de este instrumento 42. Posteriormente han
aparecido dos versiones del SADQ, una de 20 ítems y otra de 24, de
las cuales la primera no aporta ninguna novedad respecto del SADQ
original de 33 ítems, y la segunda se diseñó para ser utilizada en
atención primaria y además incluye una subescala de control.
Tomando como base el SADQ de 24 ítems se ha desarrollado el EIDA
(Escala de Intensidad de la Dependencia Alcohólica) que consta de 30
preguntas repartidas en las siguientes seis subescalas: a) síntomas
físicos, b) psicológicos, c) conductas para aliviar el síndrome de
abstinencia, d) consumo de alcohol, e) dificultades para el control,
y f) reaparición de los síntomas con la recaída43. Todas las versiones
son autoaplicadas y duran unos 2-5 minutos.
En lo referente a la valoración del síndrome de abstinencia, el
instrumento más utilizado en nuestro país es la Escala del síndrome
de abstinencia de Soler et al44 constituida por 12 ítems, puntuados de 0
a 3, que el clínico cumplimenta tras la observación del paciente.
Existe una versión que difiere de la original en la sustitución de la
CPK por la GGT. La escala de valoración de la abstinencia al
alcohol del Instituto Clínico (CIWA-A) está muy extendida en el
ámbito anglosajón y consta de 15 ítems que pueden ser evaluados por
el médico o por personal de enfermería.

Problemas asociados al uso de alcohol

En la dependencia alcohólica también es importante la valoración de


los problemas relacionados con el consumo de alcohol y que se
mantienen incluso después de haber dejado de beber. Establecer este
tipo de problemas es importante porque el clínico debe abarcar en su
evaluación dimensiones más amplias que las de la detección y el
diagnóstico. Existen otros problemas distintos de la cantidad ingerida
y de la dependencia que han de ser considerados separadamente y que
nos servirán para orientar el tipo de intervenciones específicas que las
resuelvan.

Entre los instrumentos más conocidos en este campo están el Índice


de Problemas por el alcohol de Rutgers (RAPI)45 y el Índice de
Problemas por la bebida (DPI)46. El primero es una escala de 23
preguntas, que aunque en principio se diseñó para adolescentes
también puede utilizarse en adultos. El segundo se diseñó para
bebedores adultos y constaba de 17 preguntas. Posteriormente se
desarrolló otro de 27 preguntas para adolescentes47.

Similar a los anteriores sería el Inventario de Consecuencias por la


bebida (DrInC)48, que está compuesto por cinco escalas, y cada una de
ellas tiene entre 7 y 12 preguntas que abarcan las repercusiones
físicas, sociales, intrapersonales, de control de impulsos e
interpersonales. Los 50 problemas recogidos en dicho instrumento
pueden haber ocurrido en cualquier momento de la vida o durante los
tres últimos meses. Finalmente otro cuestionario que está validado en
nuestro país por Monras et al49 es el Cuestionario de Problemas por el
alcohol (APQ)50, lo componen 44 preguntas que abarcan los problemas
tenidos en los últimos 6 meses. Está dividido en cuatro apartados, uno
de ellos general y los otros tres a cumplimentar según características
sociodemográficas del sujeto, como el estar casado, tener hijos o
disponer de trabajo. Las 23 preguntas del apartado general incluyen
problemas con los amigos, económicos, legales, físicos y afectivos.

Entrevistas e instrumentos multidimensionales

El empleo de cuestionarios que comprendan ítems para diversas áreas


de exploración nos permite evitar la utilización consecutiva de varios.
En la actualidad disponemos de diversos cuestionarios y entrevistas
que cumplen estas características, de entre ellos podemos destacar:

Inventario sobre el uso del alcohol (AUI)51. Es el más utilizado, se


trata de un cuestionario autoaplicado de menos de una hora de
duración. Incluye 228 preguntas repartidas en 24 escalas. Las 17
primeras escalas representan los siguientes factores de primer orden:
motivaciones para beber, patrones de consumo, dependencia física,
pérdida de control, problemas de pareja y disposición a hacer cambios
en relación a su consumo.

Indice de Severidad de la Adicción (ASI)52. Es una entrevista


estructurada de unos cuarenta minutos de duración que abarca ocho
aspectos de la problemática del dependiente, tales como problemas
médicos, laborales, uso de alcohol y drogas, legales, familiares,
psicológicos y otros problemas. Tras la entrevista el evaluador ha de
dar una puntuación sobre la gravedad por él estimada en cada una de
las áreas evaluadas. Existe una versión europea de dicho instrumento,
el European Addiction Severity Index (EuropASI).

El perfil de bebida (Comprehensive Drinking Profile, CDP)2. Es una


entrevista estructurada de dos horas de duración que consta de 88
preguntas agrupadas en: consumo de alcohol, problemas de la vida
diaria, ambientes en los que bebe, tipo de bebidas preferidas,
antecedentes médicos, otras conductas como el uso de drogas. Existe
una versión abreviada para la evaluación del seguimiento y para
pasarlo a familiares.

La entrevista estructurada de valoración de adicciones para


seleccionar el tratamiento (ASIST53), incluye patrones de uso de
drogas y alcohol, problemas médicos y psicológicos, familiares, de
empleo, psiquiátricos, resultados de tratamientos anteriores, y
preferencias en el tratamiento.

El alcoholismo esencial-reactivo (ERA)54 tiene como modelo


conceptual subyacente la teoría psicoanalítica. Incluye 69 preguntas,
de las cuales 14 son abiertas, y evalúa ocho dimensiones tales como:
dependencia económica, dependencia emocional, persistencia en las
tareas, edad de inicio del consumo abusivo de alcohol, circunstancias
precipitantes, relaciones con los amigos, rasgos caracteriales, síntomas
gastrointestinales, necesidad de gratificaciones orales, y necesidad de
consumo de bebidas alcohólicas. Las puntuaciones bajas apuntan a un
alcoholismo reactivo y las altas al esencial.

La entrevista para sujetos alcohólicos de Ellis55, recoge una serie de


características importantes a la hora de establecer la terapia racional
emotiva.
El Cuestionario de diagnóstico de abuso de drogas en
adolescente (ADAD)56 fue diseñado para establecer el diagnóstico,
planificar el tratamiento y para investigación. De forma similar al ASI
cubre nueve áreas, cuya puntuación refleja la necesidad de tratamiento
en cada una de ellas.

El Perfil de autoevalución del adolescente (ASAP)57, es un


cuestionario de 203 preguntas con varias respuestas posibles que
cubre una serie de variables asociadas potencialmente con el abuso de
sustancias en adolescentes. Contiene 20 escalas básicas que cubre los
aspectos familiares, psicológicos, relaciones con los compañeros,
problemas escolares, alteraciones de conducta y uso de drogas.

El Inventario de experiencias personales (PEI)58, desarrollado para


adolescentes, incluye dimensiones como la gravedad de la
dependencia, comienzo del uso de drogas y frecuencia de consumo de
las mismas, factores de riesgo personal, factores de riesgo ambiental,
acontecimientos traumáticos, conductas relacionadas con el engaño o
la simulación.

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