Sermón Del Monte - La Hipocresía en Los Deberes Religiosos. La Oración 6.5 - 8
Sermón Del Monte - La Hipocresía en Los Deberes Religiosos. La Oración 6.5 - 8
Sermón Del Monte - La Hipocresía en Los Deberes Religiosos. La Oración 6.5 - 8
Mateo 6.5-8 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar
en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los
hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores,
entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu
Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. 7 y orando, no uséis vanas
repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 no
os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis.
INTRODUCCIÓN
Decíamos en nuestro último sermón, que nos encontramos ahora en la cuarta
división del Sermón del Monte, una división que incluye los primeros dieciocho
versículos de este capítulo 6 en el Evangelio de Mateo, y cuyo tema se ocupa de lo
que podríamos llamar nuestra vida religiosa, o nuestra vida de piedad, donde
abarcamos todo el aspecto religioso de nuestra vida, y todo lo que se refiere a
nuestra relación directa con Dios.
Lo que significa que una verdadera vida piadosa es una vida en la presencia de Dios,
una vida buscando la gloria de Dios y no la de los hombres, y por lo tanto esperando
la recompensa divina y no el aplauso o reconocimiento temporal y pasajero de los
hombres, tal como lo ilustraba nuestro Señor Jesucristo con el ejemplo de hacer
obras de misericordia.
Por lo que es supremamente importante que todo aquel que ha nacido de nuevo,
esté muy pendiente y atento, no solo en evitar las falsas doctrinas, sino también las
malas prácticas como la hipocresía religiosa; típico en los Escribas y Fariseos.
Y la clave para lograr esto, la encontramos en las declaraciones del versículo de
apertura: "Mirad que no hagáis vuestra justicia delante de los hombres para ser
vistos por ellos". El principio general se expresa en esta advertencia y se va
ampliando en los versículos del 2 al 18, Ilustrándolo y aplicándolo en tres casos
específicos:
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1. En el campo de la “limosna"; ya que esto trata directamente con la relación
que tienen los creyentes con su prójimo y donde se ejercita el amor hacia los demás.
Eso precisamente fue lo que estudiamos en nuestro ultimo sermón.
2. En el campo de la "oración"; pues a través de ella, es donde el creyente puede
desarrollar su relación con Dios.
3. Y por último en el campo del "ayuno"; donde el creyente ejercita y desarrolla
su trato hacia sí mismo. Habiendo ya meditado sobre el primero, ahora pasamos a
lo que Cristo dijo aquí sobre lo segundo, es decir, sobre los deberes religiosos en
torno a la oración.
Así que, es importante tener en cuenta la conexión, ya que de esa forma
percibiremos mejor Su alcance y diseño, y seremos preservados de una
interpretación errónea de las cláusulas que deben estar ante nosotros.
PROPOSICIÓN
En la tarde de hoy vamos a considerar un llamado solemne a una de las disciplinas
espirituales más importantes, como lo es la oración. Observando como es
costumbre, las regulaciones establecidas Cristo y rechazando radicalmente toda
distorsión y perversión sobre este mandato.
DIVISIONES
Mi sermón en esta tarde lo he titulado: LA HIPOCRESÍA EN LOS DEBERES
RELIGIOSOS: LA ORACIÓN, y lo desarrollaremos bajo tres epígrafes:
1. LA HIPOCRESÍA EN EL EJERCICIO DE LA ORACIÓN (vv.5)
2. LA SINCERIDAD EN EL EJERCICIO DE LA ORACIÓN (vv.6)
3. LA CONFIANZA PATERNAL EN LA ORACIÓN (vv.7-8)
DESARROLLO
1. LA HIPOCRESÍA EN EL EJERCICIO DE LA ORACIÓN (vv.5)
Versículo 5: Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar
en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los
hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Mucho se ha hablado acerca de la oración, pero es quizá una de las prácticas de
piedad más mal utilizada o mal enfocada en nuestros días, y poco se entiende su
gran beneficio en la vida espiritual practica del creyente, como un medio de gracia,
dado misericordiosamente por nuestro Dios.
Hermanos ¿Qué es la oración? la oración es la práctica de hablar con Dios. Dios
nos habla por medio de Su palabra y nosotros le hablamos por medio de la oración.
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Todo creyente que ha sido hecho hijo de Dios, tiene el privilegio de poder dirigirse
a Su Padre celestial en oración. Desde el jardín del Edén el hombre podía gozar de
comunión con Dios, escuchar a Dios, y hablar con Dios.
Pero el pecado estropeó esa comunión y esa comunicación con Dios. Sin embargo,
el Señor en Su misericordia ha seguido comunicándose con Su pueblo, y ha dado la
oración como un medio para comunicar Su gracia.
Tristemente, el hombre ha pervertido esta práctica piadosa, y la han convertido en
fuente de ganancias, algunos ofrecen oraciones por los muertos o por ciertas
necesidades y también tienen que pagar por ello. Otros en la época del Señor Jesús,
ofrecían largas oraciones como pretexto para devorar las casas de las viudas.
Otros decían, y dicen aún, que le oran a Dios; pero ¿Como pueden orar a quien
no conocen? oran a otra cosa; pero no al Dios de la Biblia. Por eso, en estos versos
podemos decir, que Cristo nos llama a una vida de oración sin hipocresía.
"Y cuando ores, no seas como los hipócritas" (v. 5). Y estas palabras de apertura
dejan muy claro que Cristo da por sentado que sus discípulos orarán, y en lo que
sigue más adelante, el Señor revela la necesidad apremiante de que sean diligentes
en el cumplimiento de este deber, pero de una forma aceptable para Dios, según
los estándares de Él, no humanos.
Cuando el Señor le dice a Ananías en (Hechos 9:11) en la conversión de Saulo de
Tarso, El Señor le dijo: "He aquí, él ora".
Y esto es sumamente interesante porque Pablo como "fariseo de fariseos"
seguramente había hecho muchas oraciones largas en su vida, pero fue solo hasta
que el milagro de la gracia obró en su interior, no pudo decirse realmente que Pablo
oró.
Hermanos y amigos, Rezar oraciones y derramar el corazón delante de Dios son dos
cosas totalmente diferentes: un fariseo que se justifica a sí mismo puede ser
diligente en lo primero, pero solo uno que ha nacido de nuevo hará lo segundo.
CITA: Como dijo un puritano: "En el momento en que un bebé espiritual nace en la
nueva creación, lanza un grito de indefensa dependencia hacia la fuente de su
nacimiento". Y eso solo es posible a través de la oración.
Así que la primera declaración de Cristo sobre el tema de la oración, es una
advertencia solemne contra la hipocresía en el cumplimiento de este deber. Ahora
bien, ¿Qué es la hipocresía? La palabra proviene del latín hypocrisis y significa
"actuar" o "fingir"; otro significado es: la falsedad que demuestra una persona en
sus acciones o en sus palabras, fingiendo o pretendiendo cualidades o sentimientos
que, en realidad, no tiene.
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Y esa especie particular de hipocresía que aquí se amonesta es la ostentación, la
pompa, el alarde en nuestras devociones, el desfile público de nuestra piedad, la
búsqueda de atraer la atención de los demás y ganarnos la reputación de gran
espiritualidad.
Ahora bien, la oración es la expresión de la necesidad y dependencia de las criaturas
hacia Su Creador y, por lo tanto, es totalmente incompatible con los pensamientos
de orgullo y autocomplacencia.
Pero, lo cierto es, que tal es la perversión del hombre caído que puede unir estos
dos aspectos completamente opuestos, y por lo tanto existe la gran necesidad de
esta advertencia:
"Y cuando ores, no serás como los hipócritas" porque a ellos les encanta orar de pie
en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De
cierto os digo que ya tienen su recompensa".
Por supuesto hermanos, No hace falta explicar que Cristo no está condenando aquí
la postura de estar de pie en oración (porque Él mismo la empleó —Juan 11:41), ni
tampoco prohíbe a Sus discípulos que oren en público.
Por ejemplo: Pablo dio gracias a Dios en presencia de toda la compañía del barco
en el que fue enviado a Roma y donde luego se presentó una tempestad (Hechos
27:35), y en sus epístolas dio orden de que "los hombres oren en todo lugar"
(1Tim. 2:8). Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos
santas, sin ira ni contienda.
APLICACIÓN: De modo que Cristo no esta condenando aquí que oremos en pie o
que lo hagamos en público. Lo que realmente está amonestando el Señor es la
motivación y la forma de la oración.
Es una advertencia contra la vanagloria, es una amonestación contra la jactancia y
la búsqueda del aplauso y la ovación de los demás. Usted preguntará: Pastor ¿Y de
qué forma podemos caer en esto? cada vez que oramos a Dios con la firme
motivación de ser vistos o admirados por los hombres.
Noten hermanos de cuántas maneras nos aleja la maldad de nuestro corazón de la
sencillez y la sinceridad piadosas. El pecado contamina nuestras mismísimas
devociones y, a menos que estemos en guardia, no solo convertirá nuestras
oraciones en algo insignificante, sino en una ofensa para Dios.
Entonces, vemos la necesidad, sobre todo de aquellos que estamos dirigiendo la
oración pública, de examinar diligentemente nuestros corazones y clamar
fervientemente a Dios por la mortificación de nuestro orgullo. Porque ¿De qué vale
la buena opinión de los hombres si no tenemos el "VoBo" del Señor?
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Así que, debemos velar por que nuestros afectos estén dirigidos con la firme
motivación de glorificar a Dios en cada petición, y no pensar en expresarlas
buscando las palabras que encantarían a los oídos de los hombres.
La verdad y la sinceridad en el corazón son mucho más importantes que elegir un
lenguaje o una conducta correcta. Busquemos gracia para escuchar esa exhortación
que encontramos en Eclesiastés 5: "Cuando vayas a la casa de Dios, guarda tu pie
... No te apresures con tu boca, ni tu corazón se apresure a decir nada delante de
Dios, porque Dios está en los cielos, y tú en la tierra, sean pocas tus palabras” (Ecl.
5:1-2).
Ahora bien, ¿Cuál debería ser entonces, la forma correcta de ejercitarnos
en la oración? Eso nos lleva a considerar nuestro segundo encabezado:
2. LA SINCERIDAD EN EL EJERCICIO DE LA ORACIÓN (vv.6)
Versículo 6: Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a
tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público.
Habiendo condenado el vicio de la hipocresía en el versículo anterior, nuestro Señor
ahora elogia la virtud de la sinceridad y nos instruye en la manera correcta en la que
debemos orar a Dios.
¿Cuál es la forma correcta de orar? Lo primero que debo aclarar es que el Señor no
está prohibiendo aquí que nosotros podamos orar en la congregación. Lo que
nuestro Señor reprendía en el versículo anterior no era la oración pública, sino la
oración personal en público, que se hacía con el objeto de llamar la atención sobre
nosotros mismos.
Hermanos el Señor Jesucristo alentó la oración congregacional en su famosa
declaración que encontramos en Mateo 18:20, “Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.,
Hermanos, existe suficiente evidencia Bíblica que demuestra que los primeros
cristianos practicaban la oración congregacional:
Dicen en Hechos 1: 14 que después de la ascensión del Señor “Todos éstos
perseveraban unánimes en oración y ruego…”, En el capitulo 2:42 dice que ellos
“perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el
partimiento del pan y en las oraciones”.
En el capitulo 12:5, dice que mientras pedro estaba en prisión “la iglesia oraba sin
cesar a Dios por él”. De manera que el Señor no está prohibiendo aquí la oración
congregacional.
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Lo que el Señor está haciendo, es dando las regulaciones, los direccionamientos
necesarios para que nos ocupemos en el deber solemne de la oración con un espíritu
humilde y con la sinceridad como si estuviéramos solos, orando en privado. Noten
como dice: Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu
Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público.
No podemos olvidar que gran parte del lenguaje de nuestro Señor en este Sermón
no se puede entender literalmente, y si se tiene en cuenta este principio, seremos
preservados de restringir injustificadamente el alcance y significado en este
versículo.
APLICACIÓN: El Señor no está diciendo que la oración que a Él le agrada
únicamente es la que se hace encerrado en el cuarto de tu casa. Hermanos, entrar
a tu aposento y cerrar la puerta era una forma figurada de decir: Aparta de tu mente
todo pensamiento de tratar de complacer al hombre y respeta, reverencia solo a
Dios; no se ocupen de los que están presentes, sino de Aquel que es invisible.
Ahora bien, hay una enseñanza importante aquí con respecto a la oración privada y
podemos señalar tres cosas: (1) el lugar de oración, (2) la privacidad y (3) el
privilegio de orar.
"¡Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento!" Por "Aposento" debemos entender
un lugar de aislamiento y retiro. Nuestro Salvador, quien es Omnisciente conocía la
tendencia natural de nuestras mentes a desviarnos y la facilidad con la que nuestros
pensamientos se desvían de Dios, y por eso nos exhorta a alejarnos de todo lo que
nos perturba y nos distrae.
Así que, busquemos algún lugar tranquilo donde nuestra comunión con Dios no se
vea obstaculizada. Hermanos, la oración privada debe ser lo más secreta posible, y
para esto se requiere un lugar apartado, un lugar libre de las observaciones e
interrupciones de los demás.
Cuando Cristo se dedicó a la oración privada, se apartó de la multitud y se retiró a
la soledad de la montaña. Comenta Lucas en su evangelio que mucha gente se
reunía para oír a Jesús, pero en el vv.16 dice que Él se apartaba a lugares desiertos,
y oraba.
Los Evangelios nos dicen de numerosas ocasiones cuando Jesús se apartaba para
estar a solas y orar. Mateo 14:23 dice: “Una vez despedidas las multitudes, subió al
monte, a solas, a orar; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”.
Marcos 1:35 nos dice que Jesús, levantándose muy de mañana, siendo aún muy
oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Él no estaba con Sus discípulos.
Él estaba solo con el Padre, orando en secreto.
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Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que
está en secreto; Estas palabras sugieren no solo un lugar silencioso y apartado, sino
también un lugar declarado, ya sea en el campo, el bosque o nuestra propia vivienda.
El Señor Jesús necesitaba tiempo para tener comunión con el Padre. Él se apartó
del bullicio de las multitudes, de los asuntos de la vida diaria que lo rodeaban, hasta
de sus discípulos, para estar en un lugar sin distracciones dónde Él pudiera orar a
solas.
APLICACIÓN: Y yo les pregunto hermanos ¿Cuánto más nosotros necesitamos
hacer esto? Nuestra relación con Cristo se deteriora cuando no pasamos tiempo a
solas con Él y tener comunión con Él. Si no hacemos esto, al final veremos cómo
nuestra vida espiritual sencillamente se marchita y se seca.
Hermanos es imposible en nosotros mismos vivir para el Señor, amarlo o vencer la
tentación si no tenemos este tipo de tiempo a solas de una manera regular con Él.
El Señor del cielo y de la tierra "no habita en templos hechos por manos humanas".
Él "no está lejos de cada uno de nosotros" la pregunta es: ¿Qué tanto le buscas?
Si le buscas, ten la plena certeza que lo hallaras; dice al final del vv.6 ora a tu Padre
que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Aquí se expone el privilegio santo e inefable de la oración. Aquí se nos invita a abrir
libremente nuestras mentes y corazones a Aquel que nos cuida, familiarizándolo con
nuestras necesidades y cuidados, dando a conocer nuestras peticiones con acción
de gracias.
“Ora a tu Padre que está en secreto” Él es invisible a la vista carnal, imperceptible a
nuestros sentidos corporales, pero una realidad viva a la fe. Por lo tanto, debemos
esforzarnos por llegar a Su presencia conscientes, procurando familiarizarnos con Él
y hacerlo real para nuestras almas, porque Él es "un galardonador de los que
diligentemente le buscan".
Pero, sobre todo, debemos regocijarnos en el hecho glorioso, de que Él es nuestro
Padre. Ya sea en público o en privado, nuestro acercamiento a Dios en Oración
implica comprender que nos estamos acercando a Dios mismo, que Cristo dice, es
nuestro Padre que está en los cielos, como veremos en más detalle al revisar los
versos siguientes en lo que conocemos como la oración del Padre Nuestro.
El foco de la oración no somos nosotros, es nuestro Padre celestial que nos da el
privilegio de acercarnos a Él, y que desea que nos acerquemos a Él por medio de la
oración, y así tener la comunión necesaria para expresarle nuestra admiración y
agradecimiento por Sus obras maravillosas, por la eterna salvación que nos ha dado,
por Su tierno cuidado, e incluso presentarle nuestras peticiones, dudas y temores,
con sinceridad y sencillez de corazón.
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“Ora a tu Padre que está en secreto y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará
en público.” Los que le buscan obtienen su recompensa hermanos.
La recompensa de los Hipócritas que menciona el Señor en el verso 5, " no es la
aprobación de Dios, sino simplemente la inútil admiración de los incautos a quienes
se les impone una muestra externa de piedad.
Diferente es el caso del cristiano. Si bien es cierto que nuestras oraciones no
merecen ni pueden merecer nada de Dios, sin embargo, si se ofrecen desde los
principios rectos y con fines rectos, le agradan y son recompensadas incluso ahora,
mediante muestras de Su favor, y en el Día venidero serán aprobados abiertamente
por Él. Pero debemos acercarnos con confianza y sencillez. Eso nos lleva:
3. LA CONFIANZA PATERNAL EN LA ORACIÓN (vv.7-8)
Versículo 7-8: Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan
que por su palabrería serán oídos. 8 no os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque
vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Hermanos, No necesitamos muchas palabras, no necesitamos las repeticiones de los
gentiles, ni las palabras rebuscadas o impresionantes de los hipócritas, como un niño
viene a su Padre con sencillez, así podemos venir a nuestro Señor y aún decirle:
“Abba Padre, nada es imposible para Ti, Tú lo puedes todo, por favor ayúdame, por
favor socórreme porque no puedo con esto o aquello, porque el pecado está
constantemente delante de mí”. Puedes decirle también: “gracias porque eres mi
Dios, mi Padre, y siempre me oyes”.
Y debo aclarar que Cristo no está condenando aquí el que pidamos una y otra vez
lo mismo. Lo que el Señor condena, es el reducir el deber y el privilegio de la oración
a un mero trabajo de labios, a un mero libreto. Así que no es que no podamos pedir
al Señor lo mismo varias veces.
En el Salmo 119 encontramos a David orando "enséñame tus estatutos" no menos
de siete veces. Incluso, Nuestro Señor Jesucristo en el huerto pidió al Padre
repetidamente que si era posible que se quitara la copa que había de tomar, y Pablo
suplicó tres veces al Señor que le quitara el aguijón en la carne (2 Corintios 12: 8).
Así que, no es que pidamos muchas veces lo mismo lo que condena el Señor, son
las vanas repeticiones las que están prohibidas aquí. Como las que utilizaban los
profetas de Baal (1Reyes 18:26).
Como lo utilizaban los adoradores de la diosa Diana (Hechos 19:34) y por supuesto
como los “Padres Nuestros” y "Ave Marías" que utilizan los Católicos Romanos, que
los enseñan para usarlo sin significado, ni devoción y que se numeran contando
hileras de cuentas en los rosarios.
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CITA: Comentaba Juan Calvino: “La gracia de Dios no se obtiene mediante un fluir
sin sentido de palabras; pero, por el contrario, un corazón devoto lanza sus afectos,
como flechas, para perforar el cielo. Al mismo tiempo, esto condena la superstición
de quienes tienen la creencia de que obtendrán el favor de Dios mediante largas
murmuraciones. Como sucede con el papado, el cual está tan profundamente
infundido de este error, que cree que la eficacia de la oración radica principalmente
en la charlatanería. También en sus catedrales resuena continuamente el canto largo
y tedioso, como para calmar los oídos de Dios”.
Esto es lo que el Señor condena: Las oraciones improvisadas, frías y formales. Por
eso el Señor dice: "No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre
sabe qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pedís" (v. 8).
Pero usted dirá: Pero si Dios sabe qué cosas necesitamos, antes de que le
preguntemos, ¿Dónde está la ventaja de la oración? Si Él está dispuesto, por
Su propia voluntad, a ayudarnos, ¿De qué sirve emplear nuestras oraciones?
Hermanos, El mismo diseño de la oración proporciona una respuesta fácil. Los
creyentes no oran con el fin de informar a Dios sobre cosas que Él desconoce, o de
animarlo a cumplir con Su deber, o de instarlo como si fuera renuente.
Por el contrario, Dios mismo se ha propuesto libremente y sin que se le pida, el
conferirnos bendiciones; pero promete que las concederá en nuestras oraciones. Por
lo tanto, debemos mantener estas dos verdades, que Él anticipa libremente nuestros
deseos y, sin embargo, obtenemos lo que pedimos mediante la oración.
Hermanos, Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo (Ef. 1:3), Dios lo sabe todo aún antes que le pidamos, y no
necesitamos hacer como los hipócritas ni como los que no conocen a Dios.
Cristo nos dice: “No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe
de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Podemos venir
confiados porque Él ya lo sabe todo, no necesitamos repetirle hasta el cansancio que
necesitamos esto o aquello, pero sí debemos venir a Él en total dependencia de su
tierno amor y cuidado.
Oramos para presentarle nuestra admiración y reverencia, nuestras acciones de
gracias y peticiones, pues este medio fue Él que ha establecido para bendecirnos y
hacernos crecer en comunión con Él.
CONCLUSIÓN
Ya para concluir; Si tú aun no conoces a Cristo, quiero decirte que la única
manera en la que puedas ser salvo de la ira venidera y de los tormentos eternos
que te esperan si persistes en seguir viviendo en rebeldía y enemistad contra
Dios, es que busques a Cristo diligentemente.
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Y la única forma de hacerlo, es través de la oración. Hoy entra a tu aposento,
dobla tus rodillas y clama al Señor que te otorgue arrepentimiento y fe. Él ha
prometido que todo aquel que pide, recibirá, que todo el que le busca, lo Hallará
y el que toca, le abrirá. Ves a Él.
Para ustedes mis hermanos ¿Realmente estamos orando? Y si lo hacemos
¿Cómo lo estamos haciendo? ¿De verdad sabemos a quien oramos? Los
discípulos le pidieron al Maestro, enséñanos a orar. Tú y yo debemos hacer lo
mismo cada día.
Por favor, quiero que dimensionemos el GRAN PRIVILEGIO de la oración. Muchas
veces oramos sin disfrutar la comunión con nuestro Padre celestial,
desperdiciamos el tiempo y acceso que tenemos al trono de la gracia, no
sabemos dirigirnos a nuestro Padre, vamos con incredulidad, y a veces ni siquiera
vamos con la reverencia requerida.
Pero el Señor nos dice hoy que, como Sus hijos, tenemos acceso a nuestro Padre
Celestial, y podemos gozar de comunión con Él, ejerciendo la práctica piadosa
de la oración. ES LA CITA MAS IMPORTANTE DE TU VIDA. NADA ES MAS
IMPORTANTE QUE ÉL, NO PIERDAS LA CITA CON LA PERSONA MAS
IMPORTANTE.
El Señor bendiga Su palabra y nos ayude.
Vamos a orar.
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