Derecho Procesal Civil Internacional Tema 17

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TEMA 17

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DERECHO PROCESAL CIVIL INTERNACIONAL

La disciplina del Derecho Procesal Civil Internacional está regulada en


los Capítulos IX, X y XI, Artículos 39 a 52, 53 a 55 y 56 a 62,
respectivamente, de la Ley de Derecho Internacional Privado, en los cuales
se consagran reglas sobre la jurisdicción, la competencia, la eficacia de las
sentencias extranjeras, la forma de los actos procesales, la cooperación
judicial internacional, la aplicación del derecho extranjero y los recursos
procesales. La Ley de Derecho Internacional Privado, igualmente regula la
prueba de los actos, extendiéndose por lo tanto, a todas las áreas del
Derecho Procesal Civil Internacional y acogiendo una concepción amplia del
Derecho Internacional Privado.
La regulación conjunta del Derecho Internacional Privado en sentido
estricto y del Derecho Procesal Civil Internacional pone en evidencia la íntima
relación entre los aspectos sustantivos y procesales de la vida internacional
de las personas. Toda situación jurídicamente internacionalizada presenta
dos aspectos netamente diferenciados, a saber: la Cuestión Procesal,
fundamentalmente la de la jurisdicción de los tribunales nacionales y, por la
otra, la Cuestión del Derecho aplicable; generalmente, dichos problemas
deben resolverse en idéntica sucesión, es decir, el examen y solución de la
cuestión procesal de la jurisdicción precede al examen y determinación del
problema relativo al derecho aplicable a la situación de hecho que presenta
elementos de extranjería relevantes. Sin embargo, en ciertos casos,
particularmente cuando la jurisdicción está determinada por el hecho de que
el derecho material del foro (Lex Fori) regule la cuestión de mérito debatida
(criterio del paralelismo), la secuencia se invierte por un "instante jurídico", de
esta forma, el tribunal que conoce del caso actúa sus normas de Derecho
Internacional Privado aun antes de afirmar la propia jurisdicción para
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examinar y responder, precisamente, la cuestión de la jurisdicción.
Hay que destacar que, según el Artículo 64. LDIP, dicha Ley entra en
vigor seis meses después de su publicación en la Gaceta Oficial de la
República de Venezuela, siendo a partir de ese momento, según el Artículo
63. LDIP, donde se desarrollará el efecto derogatorio de la Ley frente a todas
aquellas disposiciones que regulen la materia objeto de la misma. Sin
embargo, en atención a los principios de naturaleza constitucional que rigen
la sucesión de las normas jurídicas en el tiempo, la Ley de Derecho
Internacional Privado, no desplaza en todos los casos la aplicación de las
normas de Derecho Internacional Privado vigentes con anterioridad a la
fecha de su entrada en vigencia, por cuanto dicha aplicación está limitada por
el Principio de Irretroactividad. La formulación de la regla antes transcrita
determina que el ámbito de aplicación temporal de las normas jurídicas varía
según la materia; en todo caso, en materia procesal las nuevas disposiciones
se aplicarán desde que entre en vigencia la Ley de Derecho Internacional
Privado, aun en los procesos que se hallaren en curso; pero en este caso, los
actos y hechos ya cumplidos y sus efectos procesales no verificados todavía,
se regularán por la ley anterior.
Antes de entrar en materia hay que recordar que al igual que en la
denominación Derecho Internacional Privado, en el Derecho Procesal Civil
Internacional, el adjetivo internacional se presta a equívocos y
malentendidos, tratándose en ambos casos, de una rama de derecho
esencialmente nacional por su fuente, la cual pretende regular, situaciones
jurídicamente internacionalizadas, o supuestos de hecho con elementos de
extranjería relevantes. Para hacer frente a esos casos, el Derecho
Internacional Privado en sentido estricto, utiliza ordinariamente, normas de
remisión a determinados ordenamientos jurídicos y con tal fin se vale de la
vinculación establecida entre ese ordenamiento y una situación de hecho
mediante un elemento denominado como Punto o Factor de Conexión. En
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estos casos, como hipótesis general, teóricamente se admite la posibilidad
de remisión hecha por la norma de conflicto de foro, bien al ordenamiento
jurídico nacional o bien a un ordenamiento jurídico extranjero; como regla
general, por el contrario, el Derecho Procesal Civil Internacional determina la
aplicación del propio derecho nacional, es decir de reglas procesales
nacionales reguladoras de procedimientos en los que están presentes
elementos de extranjería relevantes. Se trata entonces de derecho nacional
que, está dirigido exclusivamente a las autoridades públicas nacionales y a
las partes en procesos pendientes ante dichas autoridades.
De lo anterior se afirma la validez del principio de Forum Regit
Processum, de difícil fundamentación dogmática, pero fácilmente justificable
desde el punto de vista pragmático. Debe señalarse que, no obstante su
reconocimiento, a dicho principio no se le atribuye el carácter de norma de
Derecho Internacional Público, ya que esta regla básica se encuentra
recogida expresamente en el Artículo 56. LDIP, y consecuente con este
planteamiento es el Artículo 38. LDIP, al consagrar que la sustanciación
procesal de las pruebas se debe ajustar al derecho del tribunal o funcionario
ante el cual se efectúa. La exposición sistemática de la materia impone la
revisión de las fuentes o formas de manifestación normativa del Derecho
Procesal Civil Internacional; ciertamente, el Artículo 1. LDIP, establece la
prelación de fuentes del Derecho Internacional Privado para regular los
supuestos de hecho relacionados con los ordenamientos jurídicos
extranjeros, mas sin embargo, no especifica, si la consagración de las
fuentes corresponde tanto al Derecho Internacional Privado en sentido
estricto o si también abarca el Derecho Procesal Civil Internacional.
El Artículo 56. LDIP, por su parte remite a la Lex Fori para la
regulación de lo relativo a la competencia y al procedimiento, y aún cuando
no lo expresa también abarca la jurisdicción. La remisión en esta materia es
al ordenamiento jurídico nacional del funcionario ante el cual se desenvuelve
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el proceso. En consecuencia, deberán apreciarse las fuentes y su jerarquía
según lo que disponga ese derecho. La incorporación de las normas de
Derecho Internacional Público al Derecho nacional para la solución de los
problemas de Derecho Internacional Privado replantea la discusión acerca de
la prelación de fuentes del Derecho Internacional Público según se listan en
el Artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, en todo caso,
debe destacarse que los tratados ya vigentes o que en el futuro pasen a
formar parte del Derecho venezolano en materia de Derecho Procesal Civil
Internacional exigen aplicación preferente.
La Ley de Derecho Internacional Privado, al igual que el legislador
procesal venezolano de 1987, no acoge la distinción terminológica y
conceptual entre jurisdicción y competencia procesal internacional directa, sin
embargo, evita utilizar ambas expresiones como sinónimas, tal como lo hace
el actual Código de Procedimiento Civil; la Ley de Derecho Internacional
Privado, pretende evitar la confusión de la noción "jurisdicción" con la noción
de "competencia" que se limita a la "competencia interna". La jurisdicción, en
su acepción de facultas Iurisdictionis, es una potestad estatal resultante de la
soberanía y que consiste en el poder abstracto de componer conflictos
intersubjetivos con fuerza de cosa juzgada; desde la perspectiva del Derecho
Internacional Público esta facultad le es reconocida a cada Estado soberano
exclusivamente en consideración a su carácter de tal.
Sujeto a las escasas restricciones impuestas por el Derecho
Internacional Público, el Estado venezolano determina soberana y
unilateralmente, sin tener en consideración disposiciones similares de
ordenamientos extranjeros, los límites de su propia jurisdicción. En el sentido
puramente técnico de la expresión no se trata de la atribución de jurisdicción,
por parte del legislador nacional, a jueces extranjeros, ni tampoco se trata de
la distribución de jurisdicción entre los diversos Estados, sino pura y
simplemente una disposición unilateral del legislador nacional delimitando la
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extensión de la jurisdicción de sus propios órganos jurisdiccionales
considerados en su globalidad; tales normas no pueden en forma alguna
influir directa ni indirectamente sobre la jurisdicción de otros Estados, a su
vez soberanos en la regulación de su respectivo poder jurisdiccional. El
Estado venezolano no determina ni tampoco pudiera determinar los límites
de la jurisdicción de los Estados extranjeros, de la misma forma ningún
Estado extranjero fija ni tampoco pudiera fijar los límites de la jurisdicción
venezolana, en consecuencia, cada legislador limita su función en esta
materia a atribuirse o limitar la propia jurisdicción, pues no hay posibilidad
alguna de remitir o indicar la jurisdicción de tribunales extranjeros.
Dentro del marco de acción permitido por el Derecho Internacional
Público dispone cada Estado de plena libertad para fijar los límites de la
propia jurisdicción. La materialización y concretización de esa decisión
soberana puede efectuarse de muy diversas maneras; ya que por una parte,
el legislador puede decidir normar la propia jurisdicción mediante normas
expresas y especiales, precisando así cuáles supuestos de hecho
jurídicamente internacionalizados considera él como vinculados a la vida
social del país e indicando bajo qué condiciones ejercitarán sus órganos
jurisdiccionales el poder de decidir controversias intersubjetivas con fuerza
de Res Judicata; por otra parte, puede suceder que el legislador, a pesar de
haber reconocido el problema de la jurisdicción, no lo regule expresamente,
en tal supuesto, la solución del mismo corresponde a la doctrina y
jurisprudencia; finalmente, puede también suceder que habiendo dictado
normas expresas para la jurisdicción adicionalmente también recurra a las
normas sobre la competencia por el territorio para determinar la jurisdicción
de los tribunales nacionales. En aquellos sistemas que disponen de normas
precisas y expresas delimitadoras de la jurisdicción es técnicamente
inadmisible proceder a su delimitación con cualesquiera otras normas no
expresamente destinadas a cumplir tal función. Es por ello que la existencia
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de normas expresas sobre la jurisdicción excluye para su delimitación la
aplicación de las normas sobre la competencia interna, muy especialmente la
de las normas sobre competencia territorial, salvo que el legislador nacional
indique otra cosa.
Los criterios o índices atributivos de jurisdicción se especifican en los
Artículos 39 a 42. LDIP, al igual que en el régimen preexistente, el domicilio
del demandado en territorio venezolano es el criterio básico de atribución de
jurisdicción a los tribunales nacionales. La consagración genérica del
domicilio del demandado como criterio atributivo de jurisdicción, se mantiene
sin asidero normativo expreso; no obstante, la redacción del Artículo 39.
LDIP, proyecta el carácter general del domicilio del demandado, válido para
todos los casos, salvo las excepciones establecidas en la ley. De
conformidad con los Artículos 11 y 15. LDIP, para la determinación de la
jurisdicción de los tribunales se entenderá que el domicilio de una persona
física se encuentra en el territorio del Estado donde tiene su residencia
habitual, y en cuanto a la atribución de jurisdicción por razón del domicilio de
las personas jurídicas vale decir que tal noción debe calificarse según la Lex
Fori, salvo lo dispuesto en leyes especiales.
Aun cuando el demandado no tenga domicilio en territorio nacional, los
tribunales de la República también tendrán jurisdicción en los casos y para
los juicios contemplados en los Artículos 40 al 42. LDIP, de esta manera, la
Ley distingue tres grupos de supuestos para los que, además del supuesto
general del domicilio del demandado en territorio venezolano, los tribunales
nacionales tendrán jurisdicción, a saber: 1) Acciones patrimoniales, 2)
Acciones relativas a universalidades y 3) Acciones en materia de estado civil
y relaciones familiares. El Artículo 40. LDIP además de sintetizar ciertos
criterios atributivos de jurisdicción dispersos en diversas normas mejora y
precisa tanto la formulación de tales criterios como su ámbito de aplicación.
Especialmente señala que en virtud de tales criterios los tribunales
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venezolanos tendrán jurisdicción para conocer de los juicios originados por el
ejercicio de acciones de contenido patrimonial, quedando así diferenciados
los ámbitos de aplicación de estos criterios y su inaplicabilidad a otros tipos
de acciones.
Artículo 40. LDIP.- Los tribunales venezolanos tendrán
jurisdicción para conocer de los juicios originados por el
ejercicio de acciones de contenido patrimonial:
1) Cuando se ventilen acciones relativas a la disposición o la
tenencia de bienes muebles o inmuebles situados en el
territorio de la República.
2) Cuando se ventilen acciones relativas a obligaciones que
deban ejecutarse en el territorio de la República o que se
deriven de contratos celebrados o de hechos verificados en
el mencionado territorio.
3) Cuando el demandado haya sido citado personalmente en
el territorio de la República.
4) Cuando las partes se sometan expresa o tácitamente a su
jurisdicción.

Artículo 41. LDIP.- Los tribunales venezolanos tendrán


jurisdicción para conocer de juicios originados por el ejercicio
de acciones relativas a universalidades de bienes:
1) Cuando el Derecho venezolano sea competente, de
acuerdo con las disposiciones de esta Ley, para regir el
fondo del litigio.
2) Cuando se encuentren situados en el territorio de la
República bienes que formen parte integrante de la
universalidad.

Artículo 42. LDIP.- Los tribunales venezolanos tendrán


jurisdicción para conocer de los juicios originados por el
ejercicio de acciones sobre estado de las personas o las
relaciones familiares:
1) Cuando el Derecho venezolano sea competente, de
acuerdo con las disposiciones de esta Ley, para regir el
fondo del litigio.
2) Cuando las partes se sometan expresa o tácitamente a su
jurisdicción, siempre que la causa tenga una vinculación 8
efectiva con el territorio de la República.

Los criterios del Locus Executionis (cumplimiento de la obligación),


Locus Celebrationis (celebración del contrato) y Locus Obligationis Causae
(lugar de verificación del hecho que da origen a la obligación) conservan su
relevancia en materia de obligaciones contractuales y extracontractuales,
según el caso. La determinación del lugar de celebración o cumplimiento del
contrato así como la del lugar donde se ha contraído una obligación
extracontractual o del lugar de su cumplimiento dependerá de lo que prevea
el derecho aplicable a la relación contractual o extracontractual; a su vez, la
determinación del derecho aplicable a tales relaciones debe hacerse según
las reglas de Derecho Internacional Privado venezolano.
Por último, el Artículo 40. LDIP, consagra el criterio de la sumisión
voluntaria, expresa o tácita, a tribunales venezolanos, asimismo el Artículo
44. LDIP, señala que la sumisión expresa debe constar por escrito,
haciéndose la determinación según el derecho material venezolano. No se
exige fórmula mágica para la validez de la sumisión expresa, tal como lo
pauta el Artículo 321. C Bust, al exigir una renuncia clara y terminante a su
fuero propio y la designación con toda precisión del juez a quien se sometan
los litigantes; la sumisión tácita, indica el Artículo 45. LDIP, resulta, por parte
del demandante, del hecho de interponer la demanda. De esta manera se
impide que el demandante pretenda desconocer la jurisdicción de los
tribunales venezolanos en caso de una eventual reconvención, ya que por
parte del demandado, la sumisión tácita resulta del hecho de realizar en el
juicio, personalmente o por medio de apoderado, cualquier acto que no sea
proponer la declinatoria de jurisdicción u oponerse a una medida preventiva,
recogiéndose así el principio expresado en el Artículo 322. C Bust.
Sin embargo, para aclarar, lo que resulta apropiado y acertado, que la
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oposición a una medida preventiva no constituye sumisión voluntaria, pues
de la conducta defensiva del demandado no puede concluirse voluntad de
sumisión, sin la evidente necesidad de proteger el propio patrimonio. En todo
caso, lo anterior debe entenderse según lo dispuesto en el Artículo 57. LDIP
en concordancia con los Artículos 346 al 348. CPC, según el cual la falta de
jurisdicción del Juez venezolano respecto del Juez extranjero, se declarará
de oficio en cualquier estado e instancia del proceso; en cualquier otro caso,
mientras no se haya dictado sentencia sobre el fondo de la causa en primer
instancia, la falta de jurisdicción sólo podrá declararse a solicitud de parte,
siempre que la misma haya sido promovida como cuestión previa en la
oportunidad procesal correspondiente, salvo el caso especial de falta de
comparecencia del demandado al emplazamiento, en cuyo caso procedería
lo precedentemente señalado, en todo caso, la rebeldía del demandado por
sí sola no determina la sumisión tácita del demandado. La validez de la
sumisión, ya sea tácita o expresa, se permite también, según el Artículo 46.
LDIP en materia de acciones que afecten a la creación, modificación o
extinción de derechos reales sobre bienes inmuebles siempre que lo permita
el derecho de su ubicación.
El control jurisdiccional de la jurisdicción venezolana se efectúa, al
igual que lo que ya preveía el Artículo 59. CPC, por vía de la institución de la
regulación de jurisdicción. El Artículo 57. LDIP, sin embargo, amplía el poder
de control a todo tipo de causa y la falta de jurisdicción podrá declararse de
oficio, o a solicitud de parte, en cualquier estado o grado del proceso. A la
solicitud de regulación se le atribuyen efectos suspensivos del proceso hasta
que se dicte la decisión correspondiente, sólo si se niega la jurisdicción es
que los autos se remitirán inmediatamente y de oficio a la Sala Político
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia por vía de consulta. De
confirmarse la falta de jurisdicción se ordenará el archivo del expediente,
extinguiéndose la causa, y de afirmarse la jurisdicción de los tribunales
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venezolanos la causa continuará su curso en el estado en que se encuentre
al dictarse la decisión correspondiente.
Junto a las normas sobre jurisdicción es posible constatar la existencia
de otro grupo de normas que cumplen una función de naturaleza
profundamente distinta. Tratase de las normas sobre la competencia interna,
las cuales restringen su función a distribuir entre los distintos órganos
jurisdiccionales de un determinado Estado las causas que, según sus propias
normas sobre jurisdicción, se encuentran sujetas a su poder de decisión, de
esta forma debe afirmarse que la jurisdicción es presupuesto lógico
necesario para la distribución de la competencia interna. Entre el sistema de
jurisdicción de la competencia interna no existe en principio analogía real
alguna, una transposición de normas resulta, en esta materia inadmisible;
este criterio ha sido aceptado expresamente por la Sala Político
Administrativa de la Extinta Corte Suprema de Justicia en Sentencia del
27/05/1993, con ponencia de la Magistrado Dra. Hildegard Rondón de Sansó
(Caso: Cifuentes Gruber vs Jaimes Berti), en los siguientes términos:
En aquellos sistemas que disponen de normas precias y
expresas delimitadoras de la jurisdicción es técnicamente
inadmisible proceder a su delimitación con cualesquiera otras
normas no expresamente destinadas a cumplir tal función. Es
por ello que la existencia de normas expresas sobre la
jurisdicción excluye para su delimitación la aplicación de las
normas sobre la competencia interna, muy especialmente la de
las normas sobre competencia territorial.

Los Artículos 48 a 51. LDIP norman la competencia territorial interna


de los tribunales venezolanos para los casos en que se afirme la jurisdicción
de los mismos según los criterios fijados en la Ley de Derecho Internacional
Privado; las normas sobre competencia territorial interna no corresponden
técnicamente al Derecho Procesal Civil Internacional, sino al Derecho
Procesal Interno, sin embargo, son ciertamente muy acertadas y, además,
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necesarias para el debido ejercicio de la jurisdicción por parte de los
tribunales venezolanos. En todo caso, el Artículo 52. LDIP, reconoce la
especialidad de otras normas en materia de competencia territorial interna;
de tal manera, mantienen vigencia las normas sobre la competencia de los
Tribunales por el territorio recogidas, por ejemplo, en los Artículos 40 al 47.
CC y los Artículos 1094 a 1096. C Com.
El Artículo 58. LDIP, regula la litispendencia internacional al señalar
que la jurisdicción venezolana exclusiva no queda excluida por la pendencia
ante un juez extranjero de la misma causa o de otra conexa con ella; estos
casos deberían ser aquellos supuestos en que la jurisdicción venezolana es
derogable: a saber los casos previstos en el Artículo 47. LDIP. Al admitir la
litispendencia internacional se acoge el principio de relevancia del proceso
judicial pendiente en el extranjero, la procedencia de la litispendencia exige la
concurrencia de los siguientes supuestos:
1) Que los tribunales venezolanos tengan jurisdicción para conocer
del caso según las normas sobre la jurisdicción.

2) Que la jurisdicción que le corresponde a los tribunales


venezolanos no sea exclusiva, es decir, que el ejercicio de la
jurisdicción por tribunales extranjeros no sea considerado según el
Derecho venezolano como un arrebato de jurisdicción que le
corresponde exclusivamente a los tribunales venezolanos según
sus normas.

3) Que la causa pendiente en el extranjero sea la misma pendiente


ante tribunales nacionales o una conexa con ella, de esta manera,
la causa ante tribunales extranjeros debe ser entre las mismas
partes, relativa al mismo objeto y por la misma causa.
4) Que los tribunales extranjeros antes los cuales se ha propuesto el
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litigio tengan jurisdicción de acuerdo con los principios generales
de jurisdicción consagrados en el Capítulo IX de la Ley de Derecho
Internacional Privado.

5) Que el juez extranjero haya prevenido, es decir que haya citado


antes que el juez venezolano.

6) Que esa citación se haya verificado según las normas aplicables


vigentes en el lugar donde se lleva a cabo el juicio y aquellos
lugares en donde se haya verificado efectivamente la citación.

La Ley de Derecho Internacional Privado, al admitir la excepción de


“litispendencia internacional” y la “excepción por conexión internacional de
causas”, deroga formalmente el decadente principio de preferencia de la
jurisdicción venezolana ante la jurisdicción extranjera. El criterio que ahora
gobierna recoge la realidad de una comunidad internacional
interdependiente, mediante el cual se pretende facilitar al particular la
elección de la jurisdicción, lo que no significa afectación alguna a la
soberanía, sino la adaptación a los requerimientos de cada caso. Derogado
el principio de la preferencia de la jurisdicción e introducida la citación del
demandado, no domiciliado, como criterio atributivo de jurisdicción, que dio
origen al nacimiento de la doctrina del Forum Non Conveniens en los países
de common law, nada se opone a que el juez renuncie a su propia
jurisdicción, especialmente en dos situaciones: en los casos de
responsabilidad contractual o extracontractual cuando ésta presenta poca
vinculación con la causa o cuando el sometimiento a los tribunales
venezolanos, conduce a un resultado evidentemente injusto. A pesar de la
argumentación favorable, en reciente sentencia, la Sala Política
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia del 18/07/2001 (Caso:
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Steven Mishkin Pesin vs María Teresa Osorio Rodríguez), se desechó esta
teoría por considerar que tal principio no es válido en Venezuela, y su
aplicación resulta contraria a los principios constitucionales y legales relativos
a la jurisdicción, no pudiendo el juez en ningún momento negar su
jurisdicción a favor del juez extranjero, pues las normas que la regulan son
de estricto orden público y de obligatorio cumplimiento.

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